Lo siento, tengo que autocitarme. A raíz del primer debate entre los señores Rodríguez Zapatero y Rajoy servidor dijo que este último no sólo había perdido aquel debate sino los dos de una tacada: El gana-pierde. Ayer el señor Rajoy me dejó de profeta con un debate en el que acabó de hundir sus ya escasas posibilidades de ser jamás presidente del Gobierno de esta "gran Nación de hombres libres e iguales", como le gusta decir. Enumero las razones por las que llego a tal conclusión:
Primera. Repitió sus argumentos del primer debate, a veces literalmente (por Dios, ¡el rollo ese de la leche, los huevos, el pan...!).
Segunda. Estuvo agresivo, faltón, insolente, despreciativo, insultante (llamó mentiroso al señor Zapatero al menos quince veces; él, que tiene a la espalda el 11-M, los hilillos de plastilina y el España se rompe).
Tercera. Estuvo farragoso y carente de rigor en el manejo de los datos.
Cuarta. El plagio del discurso autoritario de Sarkozy (quien, a su vez, lo plagió de Le Pen) sobre inmigración y educación funciona en Francia, pero no en España.
Quinta. No hizo una sola propuesta concreta de futuro. Es decir, no tiene programa.
Sexta. Su discurso final fue confuso, atropellado y la reincidencia en la memez de la niña, que es ya objeto de chirigota nacional, prueba que este hombre no está en el mundo y sus asesores debieran ganarse la vida en otra profesión porque para ésta son unos auténticos negados.
A su vez, las razones por las que, a mi entender, el señor Rodríguez Zapatero ganó de calle son:
Primera. Estuvo respetuoso y comedido, aunque a veces interrumpió parlamentos del señor Rajoy, cosa que no debió hacer. En cambio no fue lo suficientemente contundente en las respuestas a las agresiones y falacias del señor Rajoy, excepción hecha del informe PISA y un poco la inmigración.
Segunda. Hizo propuestas concretas de futuro. Le contabilicé treinta y dos, pero creo haberme quadado corto.
Tercera. Tuvo el acierto de traer un libro blanco y anunciar que esta a disposición de todos.
Cuarta. Su mejor momento y donde quizá se ganó la noche fue su oferta de apoyar al Gobierno de España en cuestiones antiterroristas sin condiciones. Eso dejó descolocado al señor Rajoy.
Quinta. Tocó todos los temas de la política nacional e internacional, desde la seguridad al cambio climático y siempre en positivo, cosa que ni de lejos hizo el señor Rajoy.
Sexta. Su alegato final fue tranquilo, moderado, comprensible y animoso.
No creo necesario repasar los resultados a pie de debate. Prácticamente todos los medios (ABC, El País, Público, 20 Minutos, Sexta y La cuatro) dan ganador al señor Rodríguez Zapatero por un margen mínimo el ABC y por 25 puntos El País. En el otro lado, sólo los lectores incondicionales de El Mundo y Libertad Digital daban ganador al señor Rajoy. Que así piensen esos lectores -que tienen mucho de militantes- no me extraña. Pero ni los periódicos de la derecha los seguían. Así, mientras, como hemos visto, ABC daba ganador al señor Rordíguez Zapatero y La Razón guardaba un prudente silencio, El Mundo titulaba Zapatero vuelve a ganar a Rajoy en un debate lleno de propuestas, mientras que Libertad digital, inasequible al desaliento, decía Rajoy gana también el segundo asalto pese al juego sucio de Zapatero. Al lado de este periódico, el Arriba en tiempos de Franco era como el Herald Tribune.
Una última observación. Estoy convencido de que el señor Rodríguez Zapatero no ganó tanto por sus propios méritos como por los deméritos de su adversario. El señor Rajoy perdió el debate porque, además de no llevar una sola propuesta, demostró que no sabe contenerse. Frente a él, el señor Rodríguez Zapatero relumbró más de lo que merece porque, si bien sus propuestas son muy atendibles, le falta energía en la respuesta a los ataques del contrincante. Es incomprensible que no explique con mayor detalle la diferencia de tratamiento entre la izquierda y la derecha en materia de inmigración y que no califique las propuestas del señor Rajoy de lo que son: demagogia xenófoba; es incomprensible que no responda a las acusaciones de haber roto el pacto antiterrorista recordando que ese pacto, precisamente, fue idea suya y a él se opuso el señor Rajoy; como es incomprensible que, a la hora de mostrar qué política de enfrentamiento ha aplicado el PP, no recuerde que el propio señor Rajoy quiso promover un referéndum contra Cataluña. Y hay más olvidos imperdonables.
Lo anterior nos lleva al entorno del señor Rodríguez Zapatero. Porque si los asesores del señor Rajoy son malísimos, los del presidente del Gobierno no parecen mejores. Y pensando en esto recordé un párrafo de un artículo del señor Cebrián que publicaba El País de ayer titulado, Demócratas, mediócratas y miedócratas, en el que, entre otras cosas más o menos aceptables decía lo siguiente:
Claro que se han cometido errores de bulto en la gestión de las instituciones y que el clientelismo y los amiguetes han ensombrecido la vecindad de La Moncloa, pero el Rodríguez Zapatero que concurre a las urnas está más preparado, es más sólido e inteligible, que el que salió de ellas hace cuatro años.
Es cierto que el señor Cebrián habla pro domo sua, a propósito del fuego amigo; pero, a mi entender, tiene razón: el principal achaque del gobierno socialista es la política de amiguismo y enchufismo que practica y que, si no se endereza, se incrementará con una nueva mayoría, especialmente si es absoluta.