dilluns, 3 de març del 2008

Me alegro de que me haga esa pregunta...

Muy oportuno este libro que acaban de publicar Julio César Herrero y Amalio Rodríguez Chuliá en la editorial Comunicación social (Sevilla/Zamora, 2008) sobre el tema candente en estos días: la comunicación política. Es cierto que lo abordan en las condiciones de la política ordinaria y no atendiendo a los más acelerados tiempos de las campañas, pero su relevancia es innegable.

Los autores se han propuesto -y lo han conseguido- escribir un libro eminentemente práctico, con casos concretos, en situaciones repetidas y conocidas y que además tenga valor tanto para los periodistas como para los políticos: lo que unos esperan de los otros, cómo deben relacionarse, qué es apropiado y qué no. Es decir, adoptan la doble perspectiva del periodista y del político aunque, por razón de su profesión, resultan más convincentes hablando de los primeros que de los segundos.

Si bien tratan de la comunicación política en todos los medios, era forzoso que la parte del león se la llevara el medio astro por excelencia, la televisión, que la radio tuviera una tratamiento más modesto y la prensa apenas apareciera. Con ello no hacen sino reflejar las preferencias de la población que ésta expone espontáneamente cuando se la pregunta. Como sabemos por el Estudio General de Medios, aproximadamente el 85% de la población dice mirar diariamente la tele; sólo un 50% escucha diariamente la radio y aproximadamente un 15% lee algún periódico. En cuanto a la tele, los autores especifican las cuestiones de forma acerca de cómo deben ir vestidos los políticos (nada de rayas y cuadros) , cómo comportarse hacia dónde mirar, etc.

Las entrevistas en televisión son un capítulo por sí mismas. Se entiende que el periodista pretenderá que el político "dé juego" y el político querrá "colocar su mensaje" a toda costa. Siendo esto así, es conveniente que las respuestas del político sean breves, sencillas, impactantes y familiares (págs. 46-50). En definitiva, lo que importa es dar bien en un "total" en la tele (esto es, un "corte" en la radio), el momento en que el político ocupa toda la pantalla y suelta lo que tiene interés en decir.

Hay un capítulo dedicado a las declaraciones de los políticos que los autores analizan con especial acierto ya que éstas se pueden prestar a muchos usos, según sean on u off the record, por ejemplo. Igualmente tiene interés el dedicado a las entrevistas que, además de clasificar las preguntas según el tipo de respuestas que quepa darles (cerradas, abiertas, informativas, retóricas, de control, alternativas o disyuntivas, capciosas y de integración) permite analizar algunas de las situaciones que se producen en estas interrelaciones con la complejidad de sus significados. Todo ello es territorio abonado para el interaccionismo simbólico, al que los autores no se refieren pero que obviamente es la clave explicativa de todo cuanto sucede en estas interrelaciones formales.

Luego de un capítulo sobre lenguaje verbal y no verbal en el que se adopta una actitud ecléctica respecto a las convenciones más rígidas en la materia (por ejemplo la idea de que cada gesto tenga un único significado), hay una detenida consideración de los debates y de las tertulias. Ambos sucesos afectan por igual a la tele y a la radio pero lucen más en el primer medio, al menos los debates. Acerca de estos elaboran los autores once recomendaciones sobre lo que debe hacer "el buen polemista" en conjunto bastante atinadas.

Un último capítulo versa sobre la comunicación política en internet, un territorio emergente que tiene cada vez mayor importancia. Los autores reproducen las páginas web de las tres principales formaciones políticas nacionales y hacen un somero análisis de ellas. El territorio es, sin embargo, demasiado vasto ya a estas alturas para que pueda tratarse satisfactoriamente en media docena de páginas. Basta con pensar en el alcance de la blogosfera para darse cuenta.

En conclusión un pequeño manual especialmente útil para los políticos que quieran sacar el mejor partido posible a sus inevitables relaciones con los medios en una época en que la política es mediática.