No es infrecuente que los análisis sobre este tipo de debates digan más sobre el analista que sobre lo analizado. Hasta es muy humano. Todos tenemos sesgos y damos ganador a quien queremos dar ganador y perdedor a quien perdedor. No soy excepción. Cualquiera que siga este blog sabrá que quiero que gane el señor Rodríguez Zapatero. Empiezo pues por decirlo sin atribuirme una imparcialidad que seguramente no tengo. A continuación, no obstante, trataré de ser lo más imparcial posible. Veamos:
Lo primero: el debate fue bastante malo. Esa manía de ajustarlo, milimetrarlo, pactarlo todo revela falta de confianza de y en los candidatos. No sé si de los dos o sólo de uno. Me da la impresión de que quienes más ajustan son los del PP porque también desconfían más de su adalid; pero puedo equivocarme. En todo caso, el debate resultó acartonado y sonó a falso; ninguno de los dos arriesgó mucho. ¿Por qué no estudian los malditos asesores (esos que hablan como si supieran y no tienen ni idea) los debates por ahí fuera? ¿Han visto el de Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy? ¿Los de las primarias gringas? En ellos se demuestra que cabe garantizar equilibrio y que nadie obtenga ventaja indebida con las necesarias espontaneidad y naturalidad.
Segundo, el señor Rajoy convenció más a sus partidarios que el señor Rodríguez Zapatero a los suyos y ello porque el primero abrió dando caña, muy contundente y agresivo, como gusta a la derecha. En cambio, el señor Rodríguez Zapatero fue más comedido, moderado y conciliador y, aunque no dejó de ser taxativo cuando hacía falta, sus partidarios echan de menos mayor contundencia en las respuestas, sobre todo al juego sucio y golpe bajo final del señor Rajoy de acusarlo de haber agredido a las víctimas. En cambio, precisamente por estas consideraciones, el señor Rodríguez Zapatero ganó de calle a los indecisos, los que no son incondicionales de uno u otro y aprecian las buenas maneras, de las que el señor Rajoy no hace gala. Las maneras, esa cosa que se observa no sólo cuando se habla sino cuando no se habla.
Tercero, el señor Rajoy comenzó ganando la primera parte al entrar tan en tromba; pero perdió mucho fuelle en la segunda y se dio una castaña en el colofón de la que probablemente se hable en el futuro. En cambio, no sé si a propósito o no, el señor Rodríguez Zapatero, aplicó una estrategia de corredor de fondo; se reservó para la segunda parte y coronó con un colofón lucido. En términos taurinos (que odio, pero me parecen muy gráficos): paró, templó y mandó y, claro, al final, remató la faena. ¿Qué especie de tonto del nabo le escribió al candidato del PP la ñoñería de la niña que quiere que vaya por el mundo como caperucita roja? El mecanismo psicológico que pretendía justificar tal estupidez es elemental: muchacho, tú muestra los dientes en la primera ronda; muerde en la segunda y despídete después dando de comer a los pajaritos y besando bebés. No había terminado el señor Rajoy de hablar y yo no podía tener la risa. Al contrario, el colofón del señor Rodríguez Zapatero fue comedido, a tono con la generalidad de su intervención, sintético y convincente. ¿Cómo no han descubierto aún los asesores del PP que el hecho de reconocer algún error gana el corazón de los electores que ven cómo el candidato se humaniza?
Dos cosas más. El señor Rodríguez Zapatero iba muy suelto y eso le permitió sortear los venablos -algunos muy fuertes, como los de la educación- que le largó su adversario. Éste, en cambio, que leyó mal su primera y última intervenciones y no tuvo ninguna soltura en el resto, sólo consiguió reproducir la imagen que ha venido dando los últimos cuatro años: altanero, despreciativo, crispador y agresivo. En cuanto al contenido, quizá sea un acierto copiar la parte autoritaria y "mano dura" del señor Sarkozy hace unos meses quien, a su vez, se la había copiado al señor le Pen. Pero quien le haya aconsejado esta finta olvida que España tiene un pasado autoritario en la memoria del que abominan aquellos sectores mayores que son los que normalmente "compran" el discurso de la seguridad..
Y lo peor es que, al ser esta primera parte la favorable el dirigente del PP porque es en la que él lleva la iniciativa, ha perdido una ocasión de oro de hacer sus propuestas positivas. De hecho la impresión unánime es que ninguno de los dos candidatos fue propositivo pero eso favorece ahora al señor Rodríguez Zapatero que llegará al segundo debate planteando las propuestas con el viento de popa mientras que, en el mejor de los casos, el señor Rajoy sólo podrá hacer oposición.
O sea que, de una tacada, el señor Rajoy ha perdido los dos debates.
Servidor decía en posts anteriores que no entendía cómo el del PP aceptaba la idea misma de los debates. Ahora me reafirmo en mi criterio y creo que el señor Rajoy perderá menos buscando una excusa para impedir el segundo debate que haciéndolo.
La foto es de piti_poto434, bajo licencia de Creative Commons y la traigo aquí para lamentarme de que no se haga debate en internet; aunque confieso que no he conseguido visualizarlo bien.