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dilluns, 27 de juny del 2016

Desastre sin paliativos de la "verdadera" izquierda y Cataluña

Y no será porque no se les advirtiera, porque no se les argumentara que iban por el camino equivocado, porque no se les recomendara que parasen y tomaran perspectiva de lo que estaban haciendo. Está escrito: aquellos a quienes los dioses quieren perder primero los vuelven locos, y ciegos y sordos. Envueltos en la más injustificada arrogancia, en una petulancia sin límites, borrachos de halagos autopronunciados, enfermos de narcisismo y egotismo; rebosantes de oportunismo sin principios que los llevaba a instrumentalizarlo todo, personas, ideas en pro de su desmedido afán de poder; carentes de auténticas referencias morales; controlados y manipulados por el revanchismo comunista de un personaje como Anguita, que solo respira odio y anhelo de venganza; comidos por la cursilería y la hipocresía, se han dado una castaña mayúscula, de proporciones, estas sí, históricas.

Y no solo eso, han destrozado las esperanzas de buena fe de mucha gente.

Y no solo eso: han traído ellos solitos un gobierno de la derecha en el enésimo ejemplo de la pinza comunistas/derechas de toda la vida.

En fin, aquí mi articulo de hoy en elmon.cat.

Y aquí, la versión castellana: 

Rotundo fracaso de la izquierda
                                                                                         
Las izquierdas no se pusieron de acuerdo tras el 20 de diciembre y forzaron la repetición de elecciones cuando había varias fórmulas posibles de gobiernos de más o menos progreso (PSOE-Podemos-JxSí; PSOE-Podemos-Ciudadanos). El resultado de esa repetición es un fracaso mayor si cabe, prácticamente una catástrofe para la izquierda.

La derecha que no podía formar gobierno el 20 de diciembre, sale ahora reforzada y, con  el 98,5% del voto escrutado, se sitúa en 169 diputados (sumando PP y C’s) a siete de la mayoría absoluta, que, de obtener un diputado más, podría negociar con el PNV y Coalición Canaria.

C’s se ha desinflado, pero adquiere una relevancia insospechada como partido junior en una coalición de la derecha. Si el PP acepta la condición impuesta por Rivera de licenciar a Rajoy habría un gobierno de coalición de la derecha en minoría que solo necesitaría una geometría variable de abstenciones de los demás grupos, algo perfectamente practicable.

El PSOE y Sánchez en especial, han quedado por debajo del resultado del 20 de diciembre, que ya era el más bajo de su historia democrática. Para Sánchez, sin  duda, un  fracaso que pone en cuestión su liderazgo en el partido. No es probable que un nacionalista español tan  obcecado y rígido como este admita la posibilidad de que el jacobinismo socialista sea el responsable del desastre del PSC, que no levanta cabeza. Pero es un  hecho: Cataluña, el otro baluarte socialista en el Congreso junto a Andalucía, se ha convertido en un territorio residual. Y el PSc en un partido prácticamente simbólico en Cataluña, como el PP, cosa que debiera hacer reflexionar a sus líderes si fueran capaces de ellos.

Pero el batacazo mayúsculo se lo ha llevado Podemos que aburrió a la cabaña nacional con una campaña de diseño de una cursilería insoportable, hecha de colorines, sonrisas, ilusiones y pura demagogia populista, orientada al sorpasso que iba a garantizarle, por fin, la hegemonía de la izquierda. Y con la hegemonía, el regreso a las esencias patrias, la recuperación de la democracia y la dignidad, el progreso y la modernidad de formas e ideas. Todo pura balumba.

Ni sorpasso, ni hegemonía, ni nada. En resumidas cuentas, lo único que ha conseguido Podemos al provocar las elecciones repetidas ha sido traer una gobierno de la derecha más cavernícola que ha habido en el país desde la muerte de Franco. Es el resultado habitual de la pretensión comunista de derrotar a la socialdemocracia, en buenos o malos términos, con más o menos argucias teóricas. En el fondo, guste o no guste, es el resultado de la eterna pinza entre el comunismo y la derecha para impedir el gobierno del socialismo democrático.

Pero hay más y más grave. Con el resultado del 20 de diciembre era muy difícil pero posible formar un gobierno de izquierda, siempre que se propiciara el voto favorable o la abstención de los independentistas catalanes, que tenían la llave de la gobernabilidad de España. Ahora, con este desastre provocado por la arrogancia, la petulancia y la ignorancia de Podemos, no puede formarse gobierno de izquierda ni con el apoyo activo o pasivo de Junts pel Sí. La incompetencia de Podemos ha conseguido lo que parecía imposible: hacer irrelevante la minoría catalana en el Congreso y entregar el gobierno de España a la derecha. JxSí ya no tiene la llave de la gobernabilidad de España.

Pero se mantiene muy bien en la extrapolación del resultado electoral al interior de Cataluña. El independentismo sigue siendo dominante y sólido y, no habiendo sufrido mella alguna proveniente de la ambigüedad de Podemos, puede encarar la cuestión de confianza del próximo septiembre con tranquilidad y proseguir con la hoja de ruta.

La gran derrota de estas innecesarias elecciones del 26 de junio la ha sufrido Podemos que, como En Comú-Podem, no ha conseguido ganar al PSOE en España ni al independentismo en Cataluña.

divendres, 17 de juny del 2016

Podemos o la mistificación comunista

La bajísima categoría de los dirigentes del PSOE se echa de ver en sus histéricas protestas por las mistificaciones de Podemos y su incapacidad para defenderse de ellas. Es obvio que los elogios de Iglesias a Zapatero como el mejor presidente de la democracia pretenden sembrar cizaña entre los socialistas a base de tirar contra la memoria de González y dejar en ridículo a Sánchez. Es patente. Para responder bastaría con preguntar a Iglesias si ese juicio se lo ha inspirado su referente intelectual, Anguita, y recomendarle que se espere a ver cómo funciona Sánchez, sin impedir su investidura, como ya ha hecho.

En todo caso, esas cotillerías personales son de poco fuste comparadas con la verdadera mistificación de Podemos, consistente en la pretensión de apropiarse la condición de socialdemocracia y despojar de ella al PSOE. La verdad es que esta es una historia tan antigua y apolillada que no se explica cómo los socialistas no tienen una respuesta ya hecha, prêt à porter. Los dirigentes de Podemos vienen del comunismo, aunque traten de emborronar su pasado, y se han aliado con IU, que es una organización dirigida y controlada por los comunistas.

¿Desde cuándo son socialdemócratas los comunistas? Desde luego que no lo son ni lo han sido nunca. Socialistas, es posible; demócratas, nunca. Donde han gobernado, han establecido dictaduras. Otra cosa es que lo digan para sembrar la confusión y conseguir votos entre quienes no los votarían si reprodujeran su discurso tradicional sobre la socialdemocracia. Y ¿cuál es este? Que la socialdemocracia es una traición al movimiento obrero y una venta a los intereses del capital. Es lo que siempre han dicho los comunistas de los socialdemócratas, a los que han llamado de todo: desde socialfascistas a socialpatriotas, cuando eso de ser patriotas estaba mal visto en el comunismo; ahora está bien visto. Es más, cuando los socialdemócratas pusieron en marcha el Estado del bienestar en Europa, los ataques más furibundos procedían de la sempiterna pinza entre la derecha neoliberal y los comunistas, la misma que la de IU y el PP en los años noventa. El Estado del bienestar era un engaño para traicionar a la clase obrera y llevarla al redil del capitalismo.

Con esos discursos tan absurdos, los comunistas no consiguieron jamás ganar unas elecciones libres en ningún país de Europa, con lo cual tampoco tuvieron nunca experiencia de gobierno. Hablaban, como siempre, de oídas. Hasta que empezaron a comprender que, si querían ganar elecciones, tenían que moderar su radicalismo y dejar de insultar a la socialdemocracia. Fue el intento de Carrillo -uno de los comunistas más espabilados- con el Eurocomunismo en los años setenta del siglo XX. La idea era ingeniosa: se acusaba a los socialdemócratas de entonces de no serlo suficientemente, de haber traicionado la esencia misma de la socialdemocracia, de haberse pasado a la derecha, con el objetivo de ocupar su lugar proclamándose los comunistas los "verdaderos" socialdemócratas. No pudieron porque no lograron que la gente identificara la socialdemocracia con la traición a los intereses de las clases trabajadoras. No había crisis, la sociedad era menos conflictiva y a los comunistas se los veía a la legua, aparte de comprobar que hablaban mucho pero no habían gobernado jamás y carecían de experiencia.

Justo la situación actual con algunas variantes: en Unidos Podemos, el comunismo está más oculto y, en la medida en que los aliados de IU hacen gala pública de él, eso sirve para que los de Podemos de estricta observancia se presenten limpios de polvo y paja comunista. La idea, si se escuchan la afirmaciones de Iglesias sobre el PSOE, es la misma que la de los comunistas de siempre: el PSOE ha traicionado a la "verdadera" socialdemocracia desde que los malandrines Tony Blair y Gerhard Schröder vendieron el cuento de la tercera vía y el nuevo centro y ahora el espíritu de la auténtica socialdemocracia visita el alma de los seguidores de Podemos. Por supuesto, estos siguen sin haber gobernado jamás y sin haber ganado unas elecciones, pero son la "verdadera" socialdemocracia frente a la traición del PSOE.

Para contrarrestar esta argucia bastaría con acudir a una práctica del saber común condensada en el definitivo "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Cuando se es socialdemócrata, como cuando se es musulmán o filatélico no hace falta ir predicándolo. Se practica en la realidad sin más y se deja funcionar el principio de Vico, de verum ipsum factum. La verdad es lo que hacemos. Él se las tenía tiesas a Descartes: lo que hacemos; no lo que pensamos y, en fin, no lo que decimos que puede ser distinto tanto de lo que hacemos como de lo que pensamos, con permiso de Austin.

En realidad, aunque los socialistas se enfadan mucho por este intento de negarles su condición y arrebatarles al título de socialdemócratas que juzgan suyo por derecho propio, lo cierto es que la campaña de mistificación de Podemos no puede cuestionarse en términos morales. Los nombres de las ideologías no tienen copyright y los de la formación morada hacen muy bien en atribuirse las plumas que creen que pueden camuflar mejor sus auténticas intenciones si es que las tienen y su objetivo no se reduce al típico "quítate tú para que me ponga yo". Si el PSOE no quiere que el sorpasso se produzca por un método tan elemental y pedestre como arrebatarles su titulación, que la defiendan, que demuestren que ellos son la verdadera socialdemocracia por su pasado y presente mientras que estos neocomunistas de podemos no son sino unos mistificadores.

La cuestión es si pueden porque, como decíamos más arriba, la incompetencia de la actual dirección del PSOE es abrumadora.

dijous, 2 de juny del 2016

Armagedón socialista

Vaya por delante que aplico el principio de presunción de inocencia en el caso de los dos acusados Chaves y Griñán, así como en el de los demás procesados. Ojalá salgan todos absueltos y brille su inocencia. Es mi esperanza y mi deseo por el bien de ellos, de su partido y del país en su conjunto.

Vaya igualmente por delante que, en principio, su comportamiento en estas turbulencias ha sido correcto: han dejado los cargos y han causado baja en su partido. Es un comportamiento responsable que, si no elimina el perjuicio ocasionado al buen nombre y el prestigio de la causa que dicen defender, cuando menos lo mitiga.

Pero eso no basta. Por las dimensiones cuantitativas (más de 800 millones de defraudados) y cualitativas (dos presidentes de Andalucía y federales del PSOE, consejeros, altos cargos, etc) del asunto, quienes hayan sido responsables directa o indirectamente y/o beneficiaros de esta tropelía, han hecho un daño tremendo, inimaginable a la trayectoria de un partido centenario, a la buena fe de miles y miles de militantes y a la confianza de millones de votantes. Sin duda sus adversarios harán mucha leña del árbol caído. Pero es que este árbol no se ha caído; lo ha tirado una serie de sinvergüenzas que se han aprovechado de la confianza que otros han depositado en ellos. Que aguante lo que se le viene encima porque se lo tiene merecido.

Una cuestión sobre la marcha: ¿cuánto de este desaguisado de presunta delincuencia e inmoralidad conocía la dirección? ¿Todo? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Nada? ¿Qué es más creíble? ¿Me paso de suspicaz si digo que ahora entiendo por qué el PSOE no realizó oposición digna de tal nombre al gobierno del Sobresueldos en la Xª legislatura? ¿Si añado que ya sé por qué no tuvo valor para presentarle una moción de censura? Porque estaba tan enfangado como el partido del gobierno, esa asociación de presuntos malhechores; porque sabía que lo callarían sacándole a relucir su propia corrupción. 

Este episodio plantea una situación límite, una de la que no se puede salir con declaraciones cosméticas, afirmando la fidelidad del PSOE al principio de legalidad y el Estado de derecho o señalando la eficacia real y la contundencia de las medidas aplicadas. Sí, ya se sabe: el PSOE no es el PP; no es un partido en principio hecho para delinquir, no es una una banda de ladrones y la corrupción en él no es su razón de ser. Pero, paradójicamente, quizá sea algo peor: que el PP es una presunta manga de ladrones, como sostienen los jueces, es evidente y no asusta a nadie; la prueba es que sus votantes piensan seguir votándole aunque saben que les roba. Pero el PSOE no es -o no debiera ser- eso. Y no lo es. 

La corrupción del PSOE-A no se extiende como la metástasis por todo el partido, como sucede con el PP; está territorializada y reside en Andalucía. Pero Andalucía es el gran baluarte del socialismo y no puede dejar pasar esta situación sin más. Es obligado hacer una reflexión sobre la trayectoria de ese partido y sobre sus casi cuarenta años de gobierno consecutivos en la región, algunos de ellos con mayorías absolutas. 

¿De qué han servido a Andalucía esos cuarenta años de socialismo? ¿Exagero si digo que de muy poco? Las magnitudes sociales y ecónomicas siguen siendo tan malas en comparación con las zonas más prósperas del país como antes. Los datos del paro, la desigualdad, la pobreza y otros factores disfuncionales siguen siendo tan alarmantes como hace 40 años. Los cuarenta años del PSOE no han servido prácticamente para nada, salvo para desarrollar una estructura burocrática y clientelar que ha alimentado la corrupción, y para hacer de esta algo endémico. Un panorama de caciquismo, enchufismo y favoritismo que todavía ha deprimido más a la sociedad andaluza. Algo que los estudiosos conocen desde hace años, incluso siglos: el poder sin cortapisas, sin frenos, sin alternancia, sin límites temporales o de otro tipo, corrompe y destruye las sociedades.

Por dignidad y un mínimo sentido de la eficacia, el PSOE no puede escurrir el bulto, limitarse a fabricar contraargumentarios frente a las acusaciones, esperar que amaine la tormenta mediática, hacer algunas declaraciones compungidas, resolverlo con dos o tres dimisiones  y esperar que todo se olvide pronto, hasta un nuevo episodio.

La situación exige  que los socialistas tomen medidas drásticas. Tienen que comparecer ante la sociedad y pedir perdón. Tienen que abordar el asunto con espíritu crítico y de regeneración. Tienen que sanear sus filas, reformar su organización interna para que estos abusos no puedan volver a suceder. Tienen que reformar sus usos y prácticas, eliminar el amiguismo, el enchufismo y el fulanismo que los caracterizan y, aunque ellos no lo sepan, producen irritación y rechazo social. Tienen que dejar de ser autocomplacientes y de mirarse el ombligo. Tienen que parar a los arribistas y carreristas, que abundan entre ellos, gentes que no van a servir al país a través del partido sino a servirse a sí mismas a través del país y del partido. Tienen que poner en su sitio a los llamados "barones". Tienen que tratar de recuperar a toda la gente que, asqueada por el ambiente de peloteo que reina en el interior y los juegos de "familias" se han ido apartando de sus filas. Tienen que escuchar a los críticos que, generalmente, llevan más razón que los halagadores y pelotas. Tienen que suprimir la camarillas, los cabildeos, las manipulaciones y asegurar la transparencia y democracia de todos los negocios internos. Y apenas hay tiempo.

Obviamente, tienen mucho que hacer. Pero es hacerlo o terminar de hundirse por el escotillón de la historia. De no proceder así, igual que el Sobresueldos destruye el país , Sánchez destruirá el partido.

dilluns, 23 de maig del 2016

El fantasma de la abstención

Ese es el verdadero fantasma de estas elecciones que nadie quería salvo los dos dirigentes de las fuerzas extremas: uno, el Sobresueldos, por si consigue justificar su ridícula pretensión de seguir destrozando este país y otro, Iglesias, para alimentar su narcisismo y ver si alcanza el sorpasso al PSOE por el que su referente intelectual, Anguita lleva treinta años suspirando. Y un fantasma cuyas cadenas no suenan por igual a todos los oídos. A la derecha le parecen música celestial porque cuenta con la abstención, motivada por el hastío, para mejorar sus resultados. Sonido lúgubre, en cambio, para la izquierda.

Sobre todo para el PSOE que se ve en una situación muy comprometida, con los sondeos apuntando a un descalabro y, sobre todo, al descenso humillante a tercera posición en el ranking, víctima del citado "sorpasso". Y no solo eso: un mediano examen de su situación como partido, sus anclajes, sus lealtades, sus bastiones, trasmite un cuadro pavoroso de decadencia: un partido de base social avejentada, rural, con un lenguaje y unas pautas de funcionamiento burocratizadas y anticuadas.

Un solo ejemplo: ayer, domingo, a las cinco de la tarde, la sede del PSOE en Ferraz estaba cerrada a cal y canto. Un partido de burócratas y paniaguados que echa el cierre al cumplir el horario de rutina y trabajo. Así no se ganan elecciones.

Esa imagen de partido fané y descangallado ha calado en el espíritu de sus dirigentes, ese manojo de "barones" a los que uno por uno o en grupo, al parecer, no se les ocurre una idea, una innovación, una iniciativa que saque a su partido del marasmo. Al contrario, reduce voluntariamente su presencia y alcance ya que tiene la moral comida por la vocinglería de IU/Podemos y su batería mediática. Es curioso porque, sin embargo, es probable que estos no alcancen su objetivo ni de lejos y que no solamente no haya sorpasso, sino que IU tire de Podemos hacia abajo y su resultado sea moderado. Es más, desde el momento en que Podemos ha renunciado a su pretensión de innovación del discurso de la izquierda para suscribir las sinsorgadas de los comunistas, bien las consignas acartonadas de Anguita, bien los galimatías seudoteóricos de Garzón, el resultado estará casi cantado. A la baja.

La llamada "izquierda trasformadora" carece de discurso por renuncia voluntaria. Si alguien tiene alguna duda, que pregunte a los sonrientes líderes de la confluencia IU y Podemos qué fue del sonsonete anguitiano de "Programa, programa, programa". ¿En dónde está el programa de la confluencia? Y ¿qué dice? No está en parte alguna. Es más, puede que vayan a las elecciones con dos, siendo el de IU el más clásicamente comunista y el de Podemos, más ladinamente socialdemócrata. Y esa coyunda ¿tiene expectativas reales de ser la segunda fuerza?

No obstante, el "sorpasso" sigue siendo posible, no por los méritos de IU/Podemos, sino por los deméritos socialistas que son abrumadores. Desde la secretaría general de Rubalcaba, este partido se ha echado tan a la derecha, que pierde los votos a chorros y solo conserva los de la vieja guardia, que lo que tiene de guardia lo tiene de vieja. Alguien ha convencido a Pedro Sánchez de que los muebles se salvarán a la desesperada haciendo una sabia unidad dialéctica entre un discurso institucional (actos con los anteriores secretarios generales, los de la casa, para probar que hay solidez en la empresa) y una actuación innovadora entendiendo por tal el estilo Kennedy que, bueno, solo tiene más de medio siglo.

De aprovechar el espíritu del tiempo, que es el de la información y la comunicación, nada, cero, silencio. En sus mítines, Sánchez no dice nada. Al partido como tal, a sus órganos de fabricación de ideas, si los tiene y los intelectuales orgánicos (que son muchos y viven muy bien, pero no son huertos de feraces ideas) tampoco se les ocurre nada.

Vivimos una época de crisis devastadora que, sobre todo en Europa, está poniendo en cuestión el modelo capitalista de crecimiento. La gente va en busca de soluciones y respuestas a problemas de envergadura, no a minucias o cuestiones de detalle. Cuando todo el sistema está en cuestión, una medida de política económica arriba o abajo, no significa nada. Si a esa situación de crisis general se añade la parte peculiar de España, que añade una crisis de integridad territorial muy grave, la falta de respuestas ya no solo es lamentable sino directamente vituperable.

Si hay sorpasso, los socialistas se lo tendrán ganado por su incapacidad para renovar su discurso con un contenido de izquierda democrática más acorde con el espíritu radical del tiempo. Renovación muy difícil, si no imposible, mientras el PSOE siga admitiendo el marco ideológico que le impone la derecha, aceptado ya desde los tiempos de Rubalcaba: aquí hay tres cosas que no se cuestionan: la monarquía, los privilegios de la Iglesia católica y la unidad de España. O sea, el franquismo.Y mientras el PSOE no consiga articular un relato sobre esas tres cuestiones distinto al de la derecha neofranquista sino que lo suscriba, no se ve cómo va a mejorar sus perspectivas electorales.

diumenge, 31 de gener del 2016

No quito ni pongo rey, pero...

...ayudo a mi señor."

La complejidad alcanzada por el sistema de partidos tras las elecciones de 20D va a dar para mucha cábala. Mucho fino análisis. Mucha sardina arrimada a la propia ascua. Mucho sondeo interpretado con cándida intencionalidad. En fin, algún contertulio saldrá del programa en una camisa de fuerza.

Como en los graves momentos de la historia patria, El País interviene con un editorial producto de su profunda identificación con la estabilidad de esta monarquía parlamentaria, y con formulaciones verdaderamente audaces: El PSOE no es la CUP. La idea del diario parece ser advertir de ello a Pedro Sánchez que, si lo ignora, debe de ser el único en todo el país. La advertencia se estructura en una cadena de razonamientos, sentados como verdades incuestionables pero que son altamente cuestionables. Se parte del supuesto de que el propósito de Sánchez de someter a consulta a las bases del partido la posible coalición es un disparate producto de sus lamentables errores que el diario refuta minuciosamente.

El primero es tratar de imitar a Podemos. Un error, no porque consultar esté mal, sino porque, según el editorialista, Podemos lo dice, pero no lo hace, sino que recurre a unos rituales controlados por la dirección leninista. Esto no es un error; es un juicio de intenciones del editorialista.

El segundo es que se trata de un golpe de efecto y un intento de vencer a los barones. Que sea un golpe de efecto o no, no quiere decir nada respecto a la justificación de la medida considerada errónea, y que Sánchez quiera ganar por la mano a los barones es lógico. O ¿ha de entenderse que,  como son los barones, él debe dejarse gobernar y adaptar su criterio a lo que se le imponga?

Error es también por cuanto el recurso a las bases, populista por definición, revela problemas de liderazgo dentro de la categoría de "políticos mediocres". Ni se le ocurre al editorialista que quizá los problemas de liderazgo sean mejores para el interés general que el liderazgo sin problemas. Un ejemplo bien a mano, el sólido liderazgo de los cuatro inenarrables años de Rajoy. Y en cuanto a la categoría de "políticos mediocres" pues, en fin, el mismo caso viene al pelo.

Igualmente erróneo es ocultar estos planes a los barones y saltarse, dice el editorial, "a la torera" las reglas del juego democrático del partido. Suponiendo que la idea no se le haya ocurrido en el último momento (sin que ello vaya en detrimento de su calidad), lo que haría irrelevante la intervención de los barones, lo de saltarse "a la torera" las reglas de juego es afirmación cuyo contenido de verdad descansa exclusivamente en el empleo del sintagma "a la torera". Las tales reglas del juego vienen en los estatutos y estos son susceptibles de tantas interpretaciones como personas ocupen los cargos.

Sánchez reincide en el error por ignorar un hecho que el editorialista enuncia como incontrovertible, esto es, que el PSOE es más un partido de electores que de militantes. Por supuesto, la distinción no quiere decir nada a nuestros efectos. Desde el momento en que los partidos se mantienen gracias a la financiación pública cuya cuantía se mide por la cantidad de votos y no de afiliados, lo que los partidos quieren son electores, no militantes. Pero mientras los electores no puedan identificarse como electores de un partido, las decisiones sobre este las tomarán los militantes, lógicamente. Consultarlos no es una demasía.

Lo errores se trasladan del orden teórico al práctico. Sánchez, según parece, no se ha enterado de que las elecciones del 20D no han dado una mayoría clara de izquierdas ni de derechas. Como con los errores, si no se ha enterado, debe de ser el único del país y es de suponer que alguien le habrá informado. Un tertuliano, por ejemplo, siempre en la pomada.

Error es igualmente pasarse de simpático en la vida. A El País le parece irresponsable ese propósito de ir tendiendo la mano "a derecha y a izquierda". En fin, supongo que para eso tiene dos. El diario, sin embargo, insiste en que es un error porque Iglesias y Rivera no se tragan. Cada vez las reflexiones son más profundas. Yo no sé si alguien habrá encontrado alguna vez en la naturaleza un animal con unas tragaderas más grandes que las de los políticos.

Pero el error definitivo, el que llevará al suicidio a Sánchez si lo comete, es no seguir los sabios consejos de Felipe González, dios menor tutelar del diario que le dio hace poco cancha en una entrevista para exponer su pensamiento. Un juicio salomónico: que ninguno de los partidos dinásticos sea un obstáculo para que el otro gobierne. Así, sin más, tercera vía de concordia.

Ignoro qué entenderá González por "gobernar". Apuesto algo a que el resto de los mortales entendemos "aplicar un programa". Corresponde a los socialistas demostrar a su antiguo secretario chino y actual jarrón general por qué deben gobernar ellos y aplicar su programa. No es mi tarea.

Mi tarea es preguntar González, como ha hecho, Iñaki Gabilondo si él cree que se debe dejar gobernar otros cuatro años al Rajoy de los sobresueldos y el partido imputado en un proceso penal. Y preguntar, algo más allá, si cree que el gobierno del PP es un gobierno y el PP un partido. O son otra cosa, procesalmente hablando. Y, aun más allá: si conoce cómo las está pasando la gente, si tiene idea de los indicadores de desigualdad, pobreza, miseria, emigración, etc.

Propiciar que este gobierno arbitrario, injusto, abusivo, autoritario, corrupto, expoliador siga campando por sus respetos otros cuatro años sí que es un error. No hace falta un editorial para verlo. Basta con abrir los ojos.

dimarts, 5 de gener del 2016

Los zapatos del PSOE

El truco es muy viejo. Se ha utilizado en infinidad de guerras en las que un bando quiere ocupar una fortaleza defendida por otro. Una de las muchas estratagemas es tratar de dividir al enemigo ofreciendo a parte de él la posibilidad de cambiar de bando, de recibirla en el propio. Con ello se obtiene una ventaja moral consistente en mostrar a quien la hace en posesión de la iniciativa, de la fuerza y el ataque, e introducir en el otro campo la duda y la desconfianza. Si, además, alguien cambia de bando físicamente, mejor. Pero esa no es la finalidad más importante; la más importante es la moral, la propagandistica.

En esto, los de Podemos son consumados maestros. Lo hicieron cuando fagocitaron IU (la oferta era a aquell@s que estuvieran dispuest@s a pasarse a título individual) y les salió muy bien. Tod@s l@s que antes estaban en IU a mamporro limpio pasan a colaborar en amor y compaña porque Podemos tiene más espacio que IU. 

La invitación/provocación se hace ahora al PSOE con el evidente objeto de dividirlo, de vaciarlo de sus sectores sensatos. En sí misma, la estratagema es irreprochable. La política es la guerra por otros medios y en la guerra, como en la guerra. En Podemos alienta el sueño del sorpasso anguitiano al PSOE. Cree que esta vez puede conseguirlo porque recurre a procedimientos y discursos nuevos, frente a los que aquel no tiene defensa. Si la tiene o no, es cosa suya. Carece de sentido reprochar a Podemos la intención de sobrepasar al otro, como si aspirar a ganar estuviera feo. Si el PSOE quiere evitar el sorpasso, que lo impida, que se lo curre, que contraataque. Que vea si tiene defensa y la ponga en juego.

Podemos hace muy bien en luchar por la hegemonia de la izquierda, por la "centralidad política". No le ha salido en las elecciones del 20D, pero le asiste el derecho a intentarlo de nuevo y el PSOE, que espabile. Lo que llama la atención de la ladina oferta de Podemos es el término sensatos. La semántica aquí es una mina. Podemos tiene la mano extendida (¡qué expresión tan de la vieja política!) no a los más de izquierdas, a los revolucionarios, sino a los sensatos. Por supuesto, los que queden dentro del viejo partido del otro Pablo Iglesias, deberán considerarse como insensatos. Pero en efecto, el PSOE sabrá como defenderse. 

Sensato suena al sentido común de Rajoy. Tiene una connotación conservadora muy parecida. Gente de orden. Una prueba más de ese proceso por el que Podemos ha pasado de ser un sedicente albacea del 25M a instalarse en el huerto de la socialdemocracia. Un proceso de derechización que Alberto Garzón ha denunciado en repetidas ocasiones durante las últimas elecciones y con los magros resultados que ha cosechado. Sí, efectivamente, Podemos, al configurarse socialdemócrata, quiere ponerse en los zapatos del PSOE. Por supuesto, para conseguirlo, lo primero es quitárselos, desplazar al dueño a las tinieblas exteriores, identificándolo con el PP pero rescatando a aquellos que sean sensatos. Esto no es exactamente sorpasso sino, simple y llanamente, quítate tú para que me ponga yo.

No estoy muy seguro de que el PSOE consiga mantenerse como el segundo partido dinástico, a veces el primero. Da la impresión de estar gobernado por unos dirigentes de escasísima capacidad. El caso de Pedro Sánchez es paradigmático: mucha sonrisa y camisa blanca y grandes retratos tamaño fachada, pero de una vacuidad pasmosa. Repite lo que le dicen; no se le ocurre una idea y a los que se las dicen, tampoco, así que llevamos una temporada escuchando cosas insulsas. De los barones es mejor no hablar. Cuando vienen en grupo a Madrid es como si hubiera un cónclave de caciques o sátrapas, cada uno de ellos mirando por su tierra y con tanta idea del conjunto de España como del archipiélago filipino. Sobre este glorioso nombre, España, pensó Sánchez montar su campaña, cuyo ritornello era "¡Más España!" Júzguese. 

Sobre el sacrosanto nombre de la patria está montada la operación que pretende catapultar a Susana Díaz a la cúpula del PSOE y, de ahí, a la presidencia del Consejo de Ministros. Que este cuento de la lechera haya de pasar por la defenestración de Pedro Sánchez en el próximo congreso del partido tiene una importancia relativa. Muy grande para el PSOE, relativamente modesta en comparación con las ambiciones de la presidenta de Andalucía. 

Además de atender a esta trifulca interna, Sánchez tiene que ocuparse de otras reclamaciones. Rajoy vuelve a llamarlo para hacer alguna oferta  de gran coalición, los demás partidos parecen dispuestos a repartirse los despojos del PSOE como los soldados romanos las vestimentas de Cristo. Es poco probable que encuentre forma de contraatacar frente a lo de la sensatez. Los gritos de Susana Díaz a favor de ls unidad de España y su acusación a Iglesias de querer romperla todavía sitúan más al PSOE en el terreno del PP pero seguramente tendrán más éxito que toda la pedagogía sobre el carácter plurinacional de España.

El PSOE lo tiene muy difícil si hay elecciones nuevas y ha de concurrir a ellas en medio de una batalla interna.

dimecres, 30 de desembre del 2015

Recordad la UCD

Un lider débil o debilitado, resultados electorales razonables pero no triunfadores, una sarta de barones y caciques locales con sus intereses creados y chanchullos por crear y la ambición desaforada de algún(a) envidios@ con menos categoría que el líder al que pretendía desplazar, dieron al traste en brevísimo tiempo con aquel flamante partido que, según Suárez, iba a durar, más de cien años.

Es verdad que la UCD fue un montaje deprisa y corriendo por el que los franquistas llamados "aperturistas", "reformistas" etc. trataron de conservar el poder político, salvar lo que pudieran de aquel régimen indescriptible y dar paso a lo que, con indulgencia, pudiera considerarse una democracia. Una asociación pasajera de intereses, un tinglado. No tiene punto de comparación con el PSOE que es un sólido partido con 135 años de historia, que ha gobernado el país durante la República y la segunda restauración, que ha dejado su impronta en el ordenamiento jurídico español y es, en definitiva, parte del pasado y del mejor pasado del país. Es verdad.

Pero la longevidad no es un seguro. La transitorio, lo caduco, lo efímero es propio de toda obra humana, como insistía Hannah Arendt, a quien se lo había transmitido su maestro Heidegger. Luchamos por perseverar, por permanecer, por dejar memoria por encima de las generaciones juntando nuestro actos con los de los demás en obras colectivas que queremos estén caracterizadas por la excelencia. Y lo conseguimos o no, según que nuestro actuar esté regido por un noble afán competitivo de virtud y lucha por el bien común o caracterizado por cálculos privados miserables, de aprovechamiento personal, egoísta y mezquino. Por eso pereció la UCD, producto de un día y puede perecer el PSOE, producto de más de 100 años. 

No, la longevidad no es una garantía y, todo lo más, representa una carga de reproche moral a quienes por su incompetencia, inmoralidad o egoísmo hayan dado al traste con una obra de siglos y en la que tanta gente tiene depositadas sus esperanzas.

Sí, es verdad lo que dice Patxi López: en el PSOE están dando un espectáculo lamentable, como pasó en UCD durante su agonía. Lamentable, ridículo y, para un importante sector de la izquierda, decepcionante e irritante. No quepa duda a este conjunto de impresentables cortijeros que, si hay nuevas elecciones, el escaso voto de izquierda que les quedaba, se irá a Podemos.

Que cada cual asuma su responsabilidad en este lamentable desbarajuste de mindundis, empezando por ese secretario general puesto ahí por oscuras maniobras de palacio y que agota sus escasas capacidades en conciliábulos con media docena de aprovechados a los que escucha y su sordo combate por afianzarse haciendo concesiones vergonzosas donde debiera imponer su autoridad e imponiendo su autoridad en donde debiera transigir. Y siguiendo por esa arribista andaluza, presidenta por otras maniobras palaciegas de peor especie, sin currículum digno distinto de su militancia partidista, que opera en un ámbito angosto y clientelar andaluz sin tener ni idea de la complejidad del país, España, que contra todo sentido común, aspira a gobernar. Y continuando con la recua de sátrapas y satrapillas locales que, como los reinos de taifas, solo tienen en cuenta sus ombligos y son literalmente incapaces de articular una política de Estado a la altura que el país necesita, en lugar de esstar pendientes de sus respectivos gallineros.

Y terminando con esa militancia pasiva, abúlica, indiferente que, habiendo perdido incomprensiblemente el espíritu crítico que siempre la ha caracterizado, deja hacer y deshacer a esta cuadrilla de inútiles ensoberbecidos cada uno de los cuales vale mucho menos que el último militante de la última agrupación. 

En definitiva, amigos, si el PSOE se va al garete en este espectáculo de zancadillas, trampas, conspiraciones y navajeos, sus miembros se lo tendrán merecido. Los que no se lo tienen merecido son los votantes y la gente en general que pensaba de buena fe que esto de cambiar y regenerar el lodazal en que el PP ha convertido España iba en serio.

dimarts, 29 de desembre del 2015

Viento del Sur

Innegociable. In-ne-go-cia-ble.

¿Ven ustedes como el problema catalán (y vasco y gallego) no era el problema catalán (ni vasco, ni gallego) sino el problema español? Aquí hay un partido español, el PSOE, que no se habla con otro partido español, Podemos, a causa del referéndum catalán que este último propugna. ¿Por qué lo propugna, siendo un partido español? Porque es de izquierda, digan sus jefes lo que digan. Pero esta es una larga historia. En un primer momento, desconocedor de la profundidad de la cuestión pero asustado de las consecuencias electorales negativas en España si echaba mucho cuerpo fuera en este asunto, Podemos intentó trampear. Se dio una castaña en las elecciones catalanas de 27 de septiembre. Giro radical de 180º y defensa del referéndum catalán probablemente sugerido, si no impuesto por su confluencia con En Comú, de AdaColau, que gobierna un ayuntamiento adherido a la declaración de independencia del Parlament, aunque con su abstención. Presidir algo que propugna algo sobre lo que te abstienes es hazaña que dejaría bizco a Maquiavelo. Lo demás de Ada Colau tiene este mismo grado de certidumbre. A día de hoy nadie sabe qué opina en concreto sobre el proceso de la independencia. Por si acaso, defiende el referéndum de autodeterminación, cosa tampoco tan arriesgada pues lo propugna el 70% de los catalanes. Y, con ella, su aliado en En Comú Podem, Pablo Iglesias.

Pero Iglesias no se presenta a las elecciones en Cataluña sino en España y en España, eso del referéndum unilateral de autodeterminación no se ve con buenos ojos. Más bien al contrario, con ojos asesinos. El PSOE, cuyo secretario general rivaliza con Aznar a ver quién saca la bandera más grande, no quiere ni oír hablar de Podemos mientras este no abjure de su herejía referendaria y haga la correspondiente penitencia. Es un problema típicamente español: hacer a alguien abjurar de una idea en un auto de fe. Rajoy, el de los sobresueldos, jefe del otro partido dinástico, sí habla con Iglesias pero es porque le merece menos consideración que a Sánchez. La prueba es que, cuando lo recibió, no salió a su encuentro a las puertas de La Moncloa, como hace con los caballeros, Sánchez por ejemplo. Un caballero español que se niega a hablar con la Antiespaña.

Pues, nada, gente de Podemos, bienvenidos al club de los malditos, como Palinuro, con quienes las gentes imperiales no hablan, porque estamos empeñados en respetar el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta lo que quieran ser. Eso en España está muy mal visto porque los catalanes tienen que ser lo que los españoles quieren que sean. Y punto. De nada sirve argumentar que si los escoceses y los quebequeses han podido decidir por su cuenta, lo mismo pueden hacer los catalanes. De nada argumentar que si en unas elecciones libres casi dos millones de ciudadanos de un total de siete millones de habitantes han votado por opciones independentistas, algo habrá que hacer al margen de ignorarlos o decirles que se callen o algo peor. En realidad de nada sirve argumentar nada. La posición española, compartida como una piña por PP, PSOE y C's es que de referéndum nada. Y punto. Que para eso tienen la sartén por el mango, o sea, el BOE, las Cortes, los tribunales, la Iglesia católica, intelectuales orgánicos a punta pala, centrales y sucursalistas, los servicios secretos, la policía, la guardia civil, el ejército.

Aquí nadie habla de autodeterminación porque no. Un problema típicamente español. Cuando haya que hablar, ya será tarde. Como siempre.

El PSOE niega la palabra a Podemos si este no abjura. Por otro lado, Sánchez no tiene intención, dice, de pactar con el PP. Pues si Podemos no se echa para atrás en lo del referéndum, Sánchez tiene que permitir un gobierno del PP de alguna manera o habrá nuevas elecciones. Unas nuevas elecciones que, según parece, pillarán al PSOE en pleno drama shakesperiano de asesinato de Duncan-Sánchez, a manos de Lady Macbeth-Díaz. Nadie creería que en los comités federales explotaran las pasiones con la furia de las tragedias, pero así es. Ciegos por sus rencillas personales, sus intereses creados de caciquillos y sus ambiciones personales, los barones y la baronesa dejan inerme la fortaleza ya muy derruida del PSOE cuando más falta hace que esté mandada por alguien que controle su retaguardia, que no es el caso.

Añádase a ello la complicación catalana, que no es menuda. Tanto si la CUP finalmente inviste a Mas como si hay nuevas elecciones en Cataluña, la situación en el conjunto de España no puede ser más comprometida. Nadie al mando y con un sobresueldos amortizado en La Moncloa que solo sirve para balbucear a quien quiere escucharle (poca gente ya) que le corresponde gobernar porque así se ha hecho siempre desde que el mundo es mundo: quien gana las elecciones, cáspita, gobierna. Nadie se toma ya la molestia de explicarle la complejidad de la situación. En su momento se irá con la misma falta de dignidad con la que ha desgobernado estos cuatro años.

Bien, y del ultimatum del PSOE a Podemos (porque es un ultimatum) ¿qué? Iglesias puede renunciar al referéndum o no. Ambas opciones merecen reflexión.

Si renuncia al referéndum (y ahórrese toda monserga de que va a intentar convencer al PSOE porque el PSOE cree que no le interesa dejarse convencer) podrá hacer una coalición de izquierdas con los socialistas, quién sabe, incluso gobernar algún ministerio. No es asaltar el cielo, pero sí un cachito. Y, en el caso de que no quepa formar coalición de izquierdas y haya que ir a nuevas elecciones, tendrá un buen punto de enganche en el electorado español aunque seguramente perderá todo el catalán y la amistad con Ada Colau y, con la amistad, la obediencia de los miembros de la confluencia En Comú Podem que, aunque los medios al servicio de Podemos la consideren propia, no lo es y tendrá grupo parlamentario aparte.

Si no renuncia al referéndum, bien claro está, adiós el gobierno de coalición de izquierdas. Bueno, dirán los morados, siempre hemos sabido que, en el fondo, el PSOE es la pareja de baile del PP y Sánchez el alter ego de Rajoy, como antes lo fue Rubalcaba. Si no gobierna el PP, habrá elecciones. Podemos mantendrá su alianza catalana y se enfrentará a una difícil tarea en España, en concreto, la de hacer pedagogía del derecho de autodeterminación de las naciones del Estado español. Para esta tarea, Podemos puede contar con Palinuro, firme defensor del derecho de los catalanes a decidir por su cuenta. No es que sea mucho por cuanto el pobre Palinuro carece de los potentes altavoces mediáticos al servicio de Podemos, aunque le augura que, si mantiene el referéndum catalán, los perderá

Que un referéndum de autodeterminación no prejuzga el resultado, que se puede votar "sí" o "no" y que Podemos, sin dudarlo un instante, votará "no", no es suficiente para que el PSOE levante el veto. Solo se admite la abjuración: referéndum vade retro. Palinuro, en cambio, ve con simpatía esta fidelidad a los principios. Si Podemos tuviera además el valor de declararse republicano y propugnar el restablecimiento del último régimen legítimo que ha habido en España, la República, Palinuro aplaudiría emocionado y si, por último, se propusiera separar definitivamente la Iglesia del Estado y obligar a la primera a financiarse por su cuenta cumpliendo con sus obligaciones fiscales, como una asociación privada más, Palinuro también se compraría una corbata morada, como el Rey, aunque no se la pondría salvo el miércoles de ceniza.

¿Qué posibilidades tiene Podemos de salir ganador en unas elecciones en España si defiende el referéndum catalán, la República y la separación de la Iglesia y el Estado, es decir, si se presenta con un programa de izquierda?

En realidad, muchas, si se tiene en cuenta que el PP es un partido amortizado por la corrupción y el fabuloso desgobierno que ha producido, empezando por la ruptura de España, que le es achacable. Y más aun si también se advierte que el PSOE, habiendo desaparecido en Cataluña, País Vasco y Madrid, en realidad no existe y queda reducido a un partido de ámbito regional andaluz (si acaso) a las órdenes de esta inenarrable señora de cirios y procesiones cuyo altísimo concepto de sí misma no es compartido por nadie más en el mundo. Nadie.

Atrévase Podemos a intentarlo, a defender los derechos pisoteados de una minoría nacional que los defiende pacífica, democrática, dignamente. A lo mejor los españoles tienen más confianza en la nación española que los políticos dinásticos que se llenan la boca con su nombre pero no la respetan. Y, en último témino, más vale intentar ganarlo todo que no unos cuantos escaños con los que cambalachear coaliciones más o menos fugaces.

dissabte, 12 de desembre del 2015

¿Adiós al PSOE?

Los socialistas están muy nerviosos. Los sondeos les son desfavorables y los datos apuntan, en efecto, a un batacazo. Ya no se andan con remilgos y han sacado a sus mayores y jenízaros a arremeter contra el enemigo. Felipe González, o lo que queda de él, da gritos tan histéricos como los de Sánchez hablando de la reproducción de la pinza de los años 90. Vale. En aquellos años, a juicio de Palinuro hubo, en efecto, una pinza entre los comunistas de IU y el PP contra el PSOE. Pero se daba una diferencia esencial: el PSOE estaba en el poder y los otros dos, en la oposición. Ahora el PSOE está en la oposición, aunque, en realidad, habría que decir que ni en la oposición está porque este guiñapo de partido que Rubalcaba dejó en herencia a su alter ego, Sánchez, ni oposición es capaz de hacer. No es capaz de hacer nada.

Efectivamente, al PP le interesa vencer al PSOE, por supuesto.También le interesa a Ciudadanos. Y a Podemos. Y a IU. Naturalmente. Esto es una campaña electoral en la que todos quieren ganar, como es lógico. Están en su derecho. También el PSOE quiere ganar y, desde luego, a costa de los demás. Son las reglas del juego. En los años 90, la pinza se dio durante toda la legislatura, era un acuerdo de fondo entre IU y el PP y no en la campaña electoral. Ahora es otra cosa. Siendo una campaña electoral, lo lógico es que cada contendiente trate de maximizar sus beneficios y vencer a los contrarios. Carece de sentido enfadarse porque Podemos intente desplazar al PSOE y ponerse en su lugar, como si fuera algo inmoral o injusto. ¿Acaso no quiere el PSOE desplazar a Podemos? Y al PP y a Ciudadanos. Es lo natural. ¿Qué hay de injusticia aquí? Si el PSOE no quiere que los demás le ganen y lo dejen fuera de juego como, al parecer, están haciendo, tendrá que reaccionar y conseguir ganar él. No lloriquear como un crío porque todos los demás chavales del barrio se han aliado en su contra.

Pero ¿qué sucede? Simplemente, que no puede. Efectivamente, Rubalcaba, que ya recibió un PSOE muy dañado, acabó de hundirlo con sus políticas de derechas y cuando lo hundió de todo con el peor resultado electoral de su historia, cedió el paso al relevo, pero no a alguien que pudiera remontar, vigorizar el partido, sacarlo del marasmo y la atonía, sino a una hechura suya, un hombre a su sombra sin ideas, sin fuerza, sin personalidad. A Sánchez.

Tómese nota de un dato: ¿por qué va la gente a votar a un partido que en cuatro años del gobierno más golfo, corrupto, inútil y autoritario que ha tenido España ha sido incapaz de hacer oposición? ¿Qué ha hecho el PSOE en estos cuatro años para que la gente esquilmada, reprimida, menospreciada, despojada de sus derechos confíe en él? En cuatro años de un gobierno de ladrones que ha hecho pagar los costes de la crisis a los más desfavorecidos, el PSOE ha sido incapaz de presentar una moción de censura. Incapaz de oponerse a los atropellos de un partido que es una asociación de presuntos delincuentes, incapaz de exigir en serio la dimisión de un presidente indigno, acusado de haber cobrado sobresueldos de procedencia dudosa. Incapaz de oponerse y denunciar a una banda de ladrones y sinvergüenzas.

¿Y por qué se ha producido esta evolución negativa hacia la complicidad con la derecha más reaccionaria del viejo partido de Pablo Iglesias? Porque hace algunos años que dejó de ser el "viejo partido de Pablo Iglesias" para convertirse en un club de enchufados, arribistas, clientes y banderías, una organización de intereses creados. Ya había empezado en tiempos de Felipe González con aquellos majaderos llamados "la gente guapa", parásitos de derechas que se colaron en las filas socialistas a forrarse, a veces con medios delictivos. Pero en los gobiernos de Rodríguez Zapatero está tendencia se exacerbó y el partido pasó a ser un cortijo de amigos y paniaguados, dedicados a sus tejemanejes mientras la gente empezaba a pasarlo mal con una crisis que aquel lumbreras de León no previó, ni vio, ni entendió y se limitó a negar contra toda evidencia. La única diferencia entre este corral de enchufados y los de la época final de González fue que ahora, los enchufes eran paritarios y había tantos enchufados como enchufadas. Pero el partido había dejado de existir, convertido en una agencia de colocación de amigos y clientes que sostuvieran el poder de los distintos barones. Llevaba -y lleva- decenios desconectado de la realidad de la gente, en complicidad con lo más sórdido de la derecha nacionalcatólica (que alguien como Fernández de la Vega haya sido vicepresidenta del gobierno ya lo dice todo) y seguidor de las doctrinas neoliberales.

Y ahora se queja de que la izquierda emergente le coma el terreno y dice que se repite la pinza. Es muy difícil que alguien se deje ya engañar por este discurso de funcionarios y burócratas solo atentos a sus privilegios, sus carreras y no al bien común. Podemos ha fagocitado a IU y ahora está haciendo algo parecido con el PSOE. ¿Qué sentido tiene que el PSOE acuse a Podemos de hacer lo que está en la naturaleza de las cosas y él mismo haría si pudiera? Ninguno. Si el PSOE no quiere ser laminado por Podemos y los demás partidos  tendrá que articular un discurso que lo haga más atractivo que ellos para el electorado. Y ahí está el problema: no lo tiene. Entre la derechización del partido por el binomio Rubalcaba/Sánchez, que lo han convertido en monárquico, servidor de la Iglesia y centralista jacobino y la incapacidad de los grupos de amigos y enchufados que controlan el partido, este no tiene nada que proponer.

Pongo un ejemplo significativo. Hace seis meses tanto Podemos como el PSOE eran contrarios a un referéndum de autodeterminación en Cataluña. El primero disimuladamente y el segundo de modo rotundo. Luego de las elecciones catalanas en las que los dos pincharon, Podemos rectificó y ahora se compromete a organizar dicho referéndum en cuanto pueda. El PSOE, en cambio, no se ha movido y sigue uncido al carro centralista del PP, incapaz de entender que, debidamente explicada a la gente, esa propuesta de referéndum tendría mucho apoyo en España porque, a la vista está, es lo más sensato que puede hacerse.

Pero el PSOE, sumado al nacionalismo español más obtuso e intransigente no entiende esto. En realidad, no entiende nada justo cuando las cosas están más graves. Así como los españoles se enfrentan al vértigo de quedarse sin país por culpa del señor de los Sobresueldos, los militantes socialistas afrontan  el aciago vaticinio de que el antiguo partido de Pablo Iglesias, el de verdad, desaparezca. Es lo que tiene cuando se entrega el mando de un país o de un partido a dos inútiles. Cómo estarán las cosas que, en el fondo, puede decirse que el debate a dos entre Rajoy y Sánchez el próximo lunes es un favor que el primero hace al segundo. 

diumenge, 6 de desembre del 2015

Los tripartitos y la menina.

En una comparecencia en la Sexta, Rajoy afirma que el tripartito que propone Sánchez (PSOE, Podemos, C's) no conviene a España. Al margen de que sea cierto o no que el socialista haya propuesto tan claramente este tripartito y que sea o no bueno para el país, a quien no le conviene es a él, que se quedaría sin empleo. Y sin empleo muy bien remunerado por diversas vías. Los sueldos, los sobresueldos, los enchufes, el pago de los cuidados de su padre dependiente con cargo al erario, cosas en fin, de las que la gente no le pregunta en sus apariciones televisivas y que son la verdadera razón de su aferrarse al poder: la pastuqui para él y los suyos. Precisamente hay en marcha una campaña en change.org para exigir que Rajoy haga público su expediente secreto como registrador de la propiedad para que los ciudadanos podamos saber cuánto ha venido cobrando el presidente de los sobresueldos en los últimos años y por qué conceptos.

Por supuesto, nada de esto sería necesario si el tal tripartito se formara porque entonces serían los organismos legales correspondientes y los jueces los que dejarían en claro de una vez por todas lo que Rajoy lleva cuatro años ocultando: cuánto ha cobrado en los últimos veinte años, cuánto en concepto de sobresueldos pagados por Bárcenas, si es cierto o no que este le dio 25.000 euros en mano en sobre, como declara; si es cierto o no que la Gürtel le ha pagado trajes y viajes con su familia; si es cierto o no que ha estado haciendo mangas capirotes con su puesto de registrador de la propiedad y los emolumentos que ha recibido.

Efectivamente, está claro que ese hipotético tripartito no le interesa nada a él ni a sus seguidores y clientes en su partido, que también se quedarían en la calle, sin poder capturar rentas del Estado, cobrar comisiones, esquilmar el patrimonio público, enchufar a parientes y amigos. Por supuesto, ¿cómo va a parecerles bien ese tripartito? En su partido, esa organización de pintas para repartirse los dineros públicos, no les parece bien más que un posible gobierno de coalición PP - C's que deje las cosas como están para que ellos puedan seguir parasitando el Estado.

Con todo, no es el único tripartito  posible. Iglesias alerta de que hay en marcha una "operación menina", para investir a Santamaría como presidenta en lugar de Rajoy. Al margen de si el nombre está bien elegido y si, en vez de ser la "operación menina" debiera llamarse "operación Mari Bárbola" (esto es, la enana que también figura en primer plano en el célebre cuadro de Velázquez) el hecho es que la desaparición de este incompetente, manchado por la corrupción e incapaz de resolver la cuestión catalana seria un paso en la buena dirección. Que su substitución por la ratita hacendosa de la vicepresidencia, a la que tambièn se acusa de haber cobrado sobresueldos por valor de 600.000 euros sea un acierto es más problemático. No obstante, apunta en la dirección de otro posible tripartito: PP - PSOE - C's.

Efectivamente, el PSOE tiene la famosa centralidad por la que suspira Podemos y podría entrar en ambas combinaciones de gobiernos. Este segundo tripartito es más áspero para las tragaderas de los sufridos militantes del PSOE porque sería una especie de gran coalición tiznada, además, con la demagogia y el oportunismo de Ciudadanos. Pero no es una hipótesis muy disparatada cuando se mete a Cataluña en el cuadro. Una hipotética DUI catalana o algo similar, podría ser justificación suficiente para que, pretextando una situación de emergencia, excepcional, una peligrosa sedición de una parte del territorio, el nacionalismo español cerrara filas en torno a la Una, Grande, Libre como un solo hombre. Pues bien claro ha dejado Sánchez en diversas ocasiones que, antes que obrero y socialista, su partido es español, que de referéndum de autodeterminación en Cataluña naranjas de la China y que, en lo tocante al artículo 2 de la Constitución es uña y carne con el PP. Y en muchas otras cosas, pero la territorial es ahora la importante.

Así que perpetuación del Sobresueldos u operación Menina o Mari Bárbola, lo que nos espera es un tripartito, pero no el que no gusta a Rajoy sino el que no gusta a cualquier demócrata.

dijous, 3 de desembre del 2015

El desplome de Podemos.

Sanchez, que no consigue alcanzar al PP en intención de voto después de cuatro años de gobierno absolutamente desastroso, trata de recuperar los que le absorbió Podemos hace unos meses apelando al voto útil: el PSOE el único que puede parar al PP y al PP más Ciudadanos. Exactamente el mismo voto útil que invoca Podemos para tirar de los votos del PSOE, garantizándoles que solo votándolos a ellos se asegurarían un Partido Socialista más a la izquierda. La pelea entre ambos partidos es la plasmación del sempiterno cisma de la izquierda que ya aburre a las ovejas: los socialdemócratas frente a los comunistas o los nombres que ahora lleven. El PSOE no pasa de veintialgo por ciento y Podemos no llega. En realidad, los dos se desploman. Se desploma la izquierda.

En el caso de Podemos, el desplome es bastante obvio. La caída empezó ya cuando, a raíz del triunfo en las elecciones europeas de mayo de 2014,  empezó a vender la piel del oso antes de cazarlo. Luego vino la castaña de las elecciones catalanas, en donde QWERTY (Podemos más EUiA-EV) tuvo menos votos que los de los segundos solos. Después vinieron los mediocres resultados de las elecciones siguientes y ahora raro es el sondeo que los sitúa en el 15%, habiendo estado en una intención de voto del 28% hace diez meses.

¿Que puede haber pasado? A juicio de Palinuro, varios factores han contribuido a este fenómeno de contracción del que, según parece, también se beneficia C's. En primer lugar la sobreexposición mediática de su líder, Iglesias. Más que intervenir en los medios como político que aporta información, genera debate y acaba pidiendo el voto,  lo hace como showman. No hay inconveniente en que un dirigente de un partido que aspira a ser presidente del gobierno, sea al mismo tiempo, presentador y entrevistador en televisión. Pero es muy difícil que el electorado, en el que abunda una especie de sentido de la conveniencia pacata, se lo tome en serio y no acabe pensando que es un chisgarabís, probablemente el nombre más adecuado para quienes hacen infotainment.

En segundo lugar, el modo en que se ha gestionado la relación con IU. Muchos de Podemos vienen de ella, incluso los dirigentes, pero su comportamiento personal mutuo deja mucho que desear. A fuerza de querer separarse de IU, cuyo abrazo considera como la mordedura de una serpiente, Podemos ha tratado a sus dirigentes de modo humillante e insultante, en especial a Alberto Garzón. El juego sucio contra IU se advirtió ya en el hecho de que Garzón no fuera invitado al debate en internet de El País y ni el PSOE ni Podemos tuvieran valor para objetar e impedir esa clara discriminación. Después, habiendo comprendido que una victoria obtenida con juego sucio no tiene valor, Iglesias pidió la participación de Garzón, en una enmienda que tampoco lo tiene ya.

El programa se ha ido moderando tanto en un año que no parece el mismo. Comparado con el de IU, efectivamente, es de centro, por decir algo y no solamente ambiguo e impreciso. Mientras Podemos no declare abiertamente su republicanismo será una formación propia del régimen : el postfranquismo y su cohorte de propagandistas al servicio de la restauració, como el PSOE; esto es, partidos dinásticos. Solo Garzón habla de República en la corte borbónica y tiene su mérito. Y solo él reconoce sin ambages el derecho de autodeterminación de los catalanes. 

Empieza a estar claro que mucho voto que se fugó de IU y del PSOE y se fue a Podemos puede estar volviendo al redil en ambos casos. Para este viaje no hacían falta alforjas, realmente. Y todo retorno de "voto pródigo" será descenso de Podemos. Habrá quien diga que el voto útil es, en efecto, el PSOE o IU, pero, desde un punto de vista de izquierda, lo más sensato que cabe hacer es votar por cualquiera de las tres opciones de la izquierda con el expreso mandato de ponerse de acuerdo después de las elecciones.

diumenge, 15 de novembre del 2015

Las siglas y los siglos.

Comparece Anguita tocando a difunto por la unidad de la izquierda con su prosopopeya habitual: ¡malditas las siglas! declama, haciéndolas responsables de la desunión. Más parece al revés: hay siglas porque no hay unidad y no a la inversa. Como sea, el llamado califa anuncia su silencio hasta el día 21 de diciembre en que comparecerá de nuevo, probablemente a leer el catón a los perdedores. No juzga imprescindible su presencia ya que no parece haber riesgo de que nadie pretenda buscar unidad con la bicha del PSOE.

No ha habido unidad de esta izquierda que a sí misma se considera "verdadera" o "transformadora" para distinguirse de los acomodaticios socialdemócratas porque la presencia del comunismo en el núcleo de IU la hace imposible. Es cierto que hubo intentos de forjar una unión entre IU y Podemos en un principio, pero se desvanecieron prontamente. En Podemos había una clara conciencia de que la ventaja que le daba su relativa novedad, su frescura, su impronta de 15M se disiparía si la gente lo veía asociarse con el viejo comunismo. Lo cual es cierto. El comunismo no es buen cartel electoral y los propios comunistas lo saben. La prueba es que hace años que concurren a las elecciones camuflados bajo otras siglas. Pero todo el mundo sabe que el alma de IU es el Partido Comunista y eso es una losa pesada sobre sus expectativas electorales. El único a quien no parece alcanzarse algo tan evidente es Alberto Garzón, a causa sin duda de su mucha juventud y escasa experiencia.

Algunos dirigentes de Podemos, en cambio, lo han visto con claridad y lo han encajado en su discurso de la necesidad de superar la cultura de la derrota, la de salir a ganar, para lo cual es altamente recomendable evitar toda asociación con los sempiternos cenizos perdedores, los comunistas. Garzón tenía un sitio en Podemos como individuo físico, pero no lo que representaba.

Librarse del abrazo del zombi comunista era una necesidad de supervivencia de Podemos. Queda por ver si esta precaución es suficiente para garantizar su éxito electoral, cuyas previsiones hace un año eran altísimas y ahora están en claro retroceso. Y no lo parece por tres razones:

a) su confusión programática. Entre el radicalismo de los primeros planteamientos y las propuestas que van desgranándose en el programa hay una considerable rebaja por vía de la moderación. Una visión menos tajante, más conciliadora, negociadora, pactista, de lo que se intuía en un comienzo. La política fiscal se hace más conservadora, igual que la política exterior; de la República no se habla; del aborto, tampoco; el proceso constituyente se ha reducido a una propuesta de reforma constitucional con cinco puntos. El ejemplo más palmario de esta recogida de velas en todos los sentidos es el de cómo se aplica el propósito de renovación generacional. Los nombres de Carmena, Rodríguez, Pérez Royo, el del ex-presidente de las Cortes de Castilla y León y el del juez Castro quien, finalmente, no fue en la lista porque le alargaron la vida laboral, suman 350 primaveras. Es sensato echar mano de gentes experimentadas y darle valor simbólico a bombo y platillo mediáticos, pero de renovación generacional aquí hay poco.

b) su relación con los medios. Podemos es, en realidad, un partido surgido por y para los medios. A partir de su postulado nuclear originario, según el cual es preciso conquistar la hegemonía a través de los medios de comunicación, el partido ha alcanzado un grado alto de interpenetración con ellos  de forma que, para informarse de sus posiciones, suele ser más práctico mirar las parrillas de las televisiones que los puntos del programa. La plana mayor del partido está en permanente exposición mediática, ganando extraordinaria relevancia pública, y su dirigente principal es una figura ubicua en el universo audiovisual. La cuestión es si ese predominio mediático se traduce automáticamente en aumento de votos. Por ahora, los datos lo niegan. Es posible que, de aquí a las elecciones, cambien las tornas y la sobreexposición a los medios dé buen resultado. Pero también es posible que no.

c) su funcionamiento, estructura interna, procesos de adopción de decisiones. El espontaneísmo y asamblearismo de los primeros momentos ha dejado paso a una estructura jerárquica y disciplinada de partido, casi en aplicación del principio bolchevique del centralismo democrático.  Tal cosa está haciéndose patente en la confección de las listas para las elecciones, en la que se dan las prácticas y problemas habituales en estos casos en los partidos institucionales tradicionales. Pero eso provoca contradicciones internas en la organización, crisis y conflictos que debilitan sus perspectivas electorales.

Por último, el asunto crucial de la unidad de la izquierda sigue siendo este empeño de la llamada izquierda "transformadora" de no admitir ninguna relación con el PSOE que no sea el quimérico sorpasso. Más que un empeño, una obsesión. El dictamen de "el PSOE no es de izquierda", con el cual no están de acuerdo, obviamente, ni los socialistas ni sus votantes, impide todo acercamiento a una fuerza política cuyo suelo es un veinte por cien del voto y sin el cual es imposible pensar si quiera en un gobierno de izquierda. Es absurdo. El intento, algo más ladino, de distinguir entre la dirección socialista y los militantes y votantes, en los que se presume una verdadera alma socialista frente al aburguesamiento de aquella viene de los tiempos de la IIIª Internacional y es tan insultante e inverosímil hoy como entonces.

Esta incompatibilidad absoluta entre el PSOE y la izquierda "transformadora", o sea, los comunistas y neocomunistas, según parece, es puramente española. En Portugal, en donde ya está en ciernes un gobierno de unidad de la izquierda, esa incompatibilidad no se da. 

Por qué en España sí es un misterio. En el pasado del PSOE hay luces y sombras. Por qué son determinantes las sombras es un enigma.  Y así llevamos casi un siglo.

dissabte, 7 de novembre del 2015

Sin exagerar.


La foto de Público pretende trasmitir la idea de división, de fraccionamiento, de guirigay de la izquierda. Pero no es enteramente justa. Los seis rostros alineados vienen a probar el narcisismo de que suele acusarse a los dirigentes. Y eso que falta algún otro, como el de Llamazares quien, probablemente, interpretará su ausencia como un complot para dejar fuera de todo a Izquierda Abierta. Narcisismo, desde luego, hay en abundancia. Hasta egolatría. En tiempos de dominio absoluto de los medios y la imagen, ningún líder renuncia a estar cuanto pueda en pantalla, haciendo lo que sea. Los medios, al distribuir las apariciones, se regodean en su función de Kings' makers. El mensaje de la foto se recibe de inmediato: con tanto general y tan escasa tropa, las formaciones de la izquierda todas mal avenidas entre sí, resultan algo ridículas.

No obstante, la foto induce a error. Los seis rostros representan muy diferente fuerza y apoyo social. Algunos están de adorno. Otros, tienen algún respaldo popular, pero no son de ámbito estatal. Esa mezcla denota la función predicadora y moralizante de la imagen antes que un valor informativo. En realidad, de los seis personajes, solo dos tienen posibilidades reales de conseguir sentarse en el Parlamento, Podemos e IU, bajo su nombre actual de Unidad Popular-Ahora en común, un intento de apropiarse fórmulas felices con cierto espíritu ecléctico. Solo dos, Iglesias y Garzón pueden aspirar a contar algo por sí solos. Los demás no cuentan o solo si se funden con alguno de los dos en cabeza.

Suele decirse que la izquierda debiera aprender de la derecha, siempre unida como una piña. Pero eso tampoco es cierto y menos, ahora. En la derecha, como en la izquierda, hay dos fuerzas con opciones de representación y poder, el PP y C's. Pero también hay otras formaciones en competencia: Vox, el Foro Asturias, la Unión del Pueblo Navarro. Se trata de organizaciones que comparecen en alianza con el PP o no tienen esperanzas de obtener representación. Exactamente lo mismo que le sucede a la izquierda. El panorama es muy similar en ambos casos en los que varias fuerzas solo tienen presencia nominal. La izquierda no está sensiblemente más dividida que la derecha.

¿O sí? A lo largo de la reflexión anterior se revela una ausencia: la del PSOE. También falta en la foto. No está el rostro de Sánchez, detrás de quien puede haber un 20 por ciento del voto. ¿Por qué falta el PSOE? Porque desde el punto de vista de los otros retratados, no es de izquierda. Y lo mismo, probablemente piensa el autor de la imagen: el PSOE no es un "verdadero" partido de izquierda, por tanto, fuera del cuadro. Qué signifique "ser de izquierdas" para seis personas que no consiguen ponerse de acuerdo en nada es un enigma. Solo parecen coincidir en lo que no es ser de izquierda, en lo negativo. Y se lo cuelgan a los socialistas por decreto de la jefatura ya que no por deducción porque, si no se sabe qué es una cosa, tampoco se sabrá qué no es. Sin embargo, si se pregunta a los militantes y votantes del PSOE, el partido es de izquierda. No tan radical como los líderes de la foto, pero de izquierda. Eso mismo piensa la gente en general que le otorga habitualmente un 4 o 4,5 en las escalas de medición de ideologías. Centro-izquierda, izquierda.

Esa diferencia de juicio tan notable por la que los partidos de izquierda niegan la condición de tal al que los votantes y la gente en general sí considera de izquierda es lo que explica la calamitosa condición de esta ideología, incapaz de entenderse a sí misma. Negar toda posibilidad de alianza o acuerdo con un partido izquierda con el argumento de que no es la "verdadera" izquierda que, a su vez, se subdivide en fracciones enfrentadas entre sí, es absurdo. Y más aun cuando se recuerda que el PSOE cuenta con una base de votos considerable, sin cuya aportación, lo más probable es que no haya gobierno de izquierda alguno.

dilluns, 2 de novembre del 2015

Ritirata y fuga del PSOE.


Hay una percepción general de que, en la zarabanda electoral a punto de empezar, el PSOE se encuentra estancado, si no en franco retroceso. No me refiero solo a los resultados de los sondeos. Son estos bastante consistentes al apuntar a un voto estable del partido en torno al 20 por ciento. En la situación actual con eso no se va a parte alguna. Muchas veces, sin embargo, el chorreo de datos no solo no aclara sino que confunde. A fuerza de compararlos unos con otros nos olvidamos de leerlos en su contexto. Un 20% puede ser un triunfo o un desastre, según esté el patio. Cuando se ha sido partido de gobierno, se es el principal partido de la oposición parlamentaria, se es partido de gobierno en varias Comunidades Autónomas; cuando asimismo, se enfrenta uno a un gobierno con la ejecutoria más catastrófica de la historia del Reino de España restaurado, y a un partido desprestigiado y comido por la corrupción y, sin embargo, puntúa por debajo en intención de voto a dos meses de las elecciones; cuando sucede todo eso, un 20% es un desastre y un desastre mantenido en el tiempo es una catástrofe. Vamos, que el PSOE está luchando por su supervivencia. Hay una posibilidad de que quede el tercero y hasta el cuarto en las próximas elecciones del 20 de diciembre. De ser así, no será exagerado augurarle el comienzo del fin.

Una breve relación de errores más o menos garrafales cometidos por el PSOE a juicio de Palinuro: la secretaría general de Rubalcaba fue un error de arriba abajo: su moderación frente a la desmesura del PP, su obsesión con los acuerdos "de Estado", su silencio sobre las relaciones Iglesia-Estado y su clara sumisión a la Corona implicaron un golpe de timón hacia la derecha sin explicar. El nuevo secretario general, Sánchez, hechura de Rubalcaba, lo ha acentuado, aunque cambiando a un estilo camp de aires kennedianos y clintonianos con toques de Podemos. Su españolismo rancio y vociferante, al grito de ¡Más España!, arropado en una banderaza rojigualda de proporciones aznarinas, igual que la estúpida afrenta de ir a homenajear a Lázaro Cárdenas en México con esa bandera, contra la que el homenajeado había combatido, no le van a ganar un solo voto más porque los que podría ganar por este lado están ya todos en el PP y, en cambio, le harán perder apoyos de los republicanos. Igualmente desastrosa su indecisión programática. A estas horas pocos saben de cierto qué quiere hacer el PSOE con la reforma laboral, por ejemplo. O qué hará en verdad con la cuestión de la Iglesia, Estado dentro del Estado. La aceptación en el seno del partido de la señora Lozano ha acabado de configurar una dirección arbitraria que, al parecer, se rige por criterios de estricto oportunismo electoral, que es como decir por ninguno.

Claro que todos estos errores desde el punto de vista de Palinuro pueden verse como aciertos sin parangón, como plenos en la tómbola de la carrera hacia el gobierno, como giros tácticos y estratégicos acertadísimos. La política es siempre conflicto de visiones. Por eso conviene siempre que cada cual exponga la suya.

El PSOE, dice El País, ve a Rivera como un rival y tratará de "empujarlo" a la derecha. Es una metáfora. Quiere decir "empujar" su imagen porque el partido en sí ya lo está suficientemente y, además, el PSOE no es quién para mover otros partidos. Se entiende: hacer aparecer a C's como lo que es para reservarse él el codiciado centro. El problema es si ese "centro", fácil de localizar cuando hay tres partidos y dos están muy polarizados (el llamado bipartidismo), puede discernirse cuando son cinco los partidos en liza, pues preciso es recordar que IU existe y se presenta aunque como Ahora en común. El "centro" empieza a configurarse como una utopía en el sentido etimológico del término, como el "no lugar". No tengo nada claro que, habiendo planteado la batalla con C's en el terreno de la imagen, el PSOE vaya a ganar. Más parece ir perdiendo y por mucho, con fugas cuantiosas de votos. En donde está Sánchez, está Rivera. Pero en donde está Rivera no siempre está Sánchez.

El baluarte PSOE sufre otro ataque por el flanco de la izquierda desde las baterías de Podemos. Y un ataque muy destructivo por dos razones: primera, porque él mismo se ha echado mucho a la derecha y se ha enajenado la afición republicana. Segunda, porque el ataque viene de una fuerza de la izquierda nueva, con un crédito mucho mayor que el de la izquierda del tradicionalismo comunista, estilo IU. Es lo que explica el cierre de Podemos a la confluencia con los antiguos conmilitones, cosa que estos no entienden o dicen no entender. Este mayor crédito de Podemos se muestra de un modo bastante convincente al comprobar que es el partido que moviliza a más jóvenes. Quizá, incluso, el único que los moviliza, porque la edad media de los demás partidos es respetable.

Añádasele la cuestión catalana. Ninguno de los partidos comprende del todo la situación, pero Podemos yerra menos: ha rectificado su posición, pidiendo por fin un referéndum catalán vinculante a las claras sin supeditarlo a nada. Sin embargo niega al Parlament competencia para proclamar una república catalana. Es decir, mantiene parte de su ambigüedad y seguirá sin arrancar del todo por ello tanto en Cataluña como en España. Pero la mayor obcecación se encuentra en el PSOE, y la más grávida de consecuencias desagradables. La cerrada oposición a un referéndum vinculante en Cataluña no puede sostenerse en argumento razonable alguno más que en la negativa respaldada por la fuerza y esto no es argumento. Ya veremos cuántos diputados socialistas envía Cataluña al Parlamento el 20 de diciembre.

Ya veremos cuántos diputados socialistas llegan al Congreso.



dilluns, 19 d’octubre del 2015

Topar con la Iglesia.


La Iglesia está muy presente en la vida pública. La jerarquía se expresa con frecuencia sobre asuntos de interés general y habitualmente en la perspectiva más conservadora y hasta reaccionaria. Monseñor Cañizares se pasea por ahí con una capa de cinco metros de cola roja por si alguien no se había dado cuenta de que es cardenal y aprovecha para enredar y azuzar contra los refugiados. Pregunta si todos ellos son trigo limpio. Puede que no, claro, pero la cizaña ya la pone él. Monseñor Rouco, desde su ático de lujo, seguirá planeando, es de suponer, la re-evangelización de España. Monseñor Reig, desde Alcalá de Henares elabora doctrina homófoba a base de entender la opción sexual como una patología. Él, que es cura católico y, por tanto, de cosas sexuales solo sabe lo que le haya contado el Espiritu Santo. El cura ese de los Jerónimos, que oficia misas por Franco y anhela una nueva cruzada para salvar a España de la hez habitual. La Iglesia es presencia permanente y los clérigos no paran de opinar sobre lo que les compete y lo que no les compete.

A su vez, las personas públicas civiles, políticos, comunicadores, periodistas, publicistas, son extraordinariamente parcas en su discurso sobre la Iglesia. Reina el silencio de la prudencia, por no decir miedo. Unos no hablan porque no se atreven a suscitar la reacción eclesial y otros, porque no les hace falta. No hablan de su fe sino que la ejercen a la vista pública sin ningún respeto mundano. El ministro del Interior lleva condecorada media docena de vírgenes o sea, de estatuas de la Virgen, es decir, media docena de leños policromados con cargo al erario. Algunas mujeres del gobierno y el partido, en cuanto pueden, se visten de mantilla y peineta, todas de negro al estilo tradicional de la devoción española. Todos los cargos juran delante de un crucifijo, con una mano sobre los evangelios. Muchas de sus medidas políticas se adoptan invocando poderes milagrosos de diversas vírgenes y santas. Y no se trata solamente de políticos de la derecha. En el PSOE hay chupacirios más beatos que los del PP. Algunos, incluso, son más papistas que el Papa. Sobre todo este, que es medio montonero.

Obviamente, nadie niega a la Iglesia el derecho a predicar y hacerse oír sobre cuanto juzgue conveniente que es todo pues su negociado es la salvación de las almas. Pero ese derecho debe ejercerse en condiciones de igualdad con otras gentes con negociados igualmente encomiables: la asociación de alcohólicos anónimos, los amigos de los animales o la Liga Antidifamación B'nai B'rith, etc. El clero católico recibe un trato privilegiado. La Iglesia en su conjunto, como asociación o sociedad perfecta, según ella misma, es un Estado dentro del Estado y no solo tiene una condición de absoluta inmunidad fiscal sino que recibe transferencias netas de las arcas públicas en miles de millones de euros. Con parte de estos financia sus medios audiovisuales desde los que defiende al gobierno y su partido y ataca sistemáticamente a la oposición. La que sea.

Esta situación tan absurda debe acabarse de modo tajante, aplicando cuando menos la timorata separación entre la Iglesia y el Estado que se prevé en la Constitución. El PSOE, según parece, se compromete a revisar los famosos Acuerdos de 1979, sucesores del Concordato de 1953 y de dudosa constitucionalidad. Debiera denunciarlos sin más y pasar a una ejecución del principio de autofinanciación de la Iglesia, recogido en los Acuerdos pero jamás aplicado. Amén de ello, la Iglesia, como asociación privada que es, por muchas que sean sus peculiaridades, debe atenerse al régimen fiscal ordinario en todos los aspectos, desde el impuesto de sociedades, el IRPF, el IBI, el IVA, todos. Y sin excepciones. Carece de sentido esa que introduce el PSOE de que no paguen el IBI los edificios destinados al culto. ¿Por qué no?

Para ser una sociedad moderna es necesario que los ciudadanos que quieran disponer de los servicios de una iglesia se la paguen de su bolsillo. No del de todos. Asimismo es preciso revisar otra serie larga de abusos y privilegios. Por ejemplo, hay que suprimir el cobro de una entrada en las catedrales y templos importantes, igual que la Iglesia deberá devolver todos aquellos bienes inmuebles que hayan inmatriculado a su nombre sin tener títulos para ello. El PSOE promete aquí una especie de nueva desamortización ya que, según parece, la Iglesia ha inmatriculado más de 4.000 propiedades por este procedimiento. Entre otras, la mezquita de Córdoba que ha pasado a su propiedad por 60 euros

Tomamos nota de estos compromisos del PSOE y recordamos con escepticismo que la ejecutoria de ese partido en materia de relaciones Iglesia-Estado no es brillante. Ni los gobiernos de González ni los de Zapatero amagaron siquiera con cumplir con la aconfesionalidad del Estado. Pusieron un ejemplar de la Constitución junto a los evangelios por si algún rojo quería prometer por lo civil y se dedicaron a mimar al clero. El último gobierno de Zapatero se atrevió a pergeñar un proyecto de ley de libertad religiosa que metió luego en el cajón, asustado cuando los curas fruncieron el ceño. Para contentarlos ese mismo gobierno socialdemócrata incrementó del 0,5 al 0'7% de la cuota de cada cual la cantidad que los contribuyentes católicos pueden aportar a su Iglesia.

A la vista de lo anterior, el crédito de los socialistas en referencia a las relaciones Iglesia/Estado es escaso.

En un asunto me pica la curiosidad. La Iglesia está también muy presente en Cataluña. Incluso más que en el resto del Estado. En Cataluña hay dos monjas muy implicadas en el ámbito público y en el proceso independentista, Teresa Forcades y Lucía Caram. Pero, además, hay mucho clero y jerarquía detrás del independentismo. No solo párrocos vehementes con la estelada sino prelados que ponen los puntos sobre las íes a sus pares españoles cuando a estos se les escapa la fiebre nacionalcatólica en versión imperial. A su vez, los políticos catalanes soslayan todos los temas religiosos, excepción hecha de Unió, claro, que es organización democristiana. Misma prudencia que en España. Sin embargo, la pregunta es obligada: en el caso de una República catalana, ¿qué lugar ocuparía la iglesia católica? ¿Seguiría siendo una organización privilegiada, un Estado dentro del Estado?