dimecres, 30 de desembre del 2015

Recordad la UCD

Un lider débil o debilitado, resultados electorales razonables pero no triunfadores, una sarta de barones y caciques locales con sus intereses creados y chanchullos por crear y la ambición desaforada de algún(a) envidios@ con menos categoría que el líder al que pretendía desplazar, dieron al traste en brevísimo tiempo con aquel flamante partido que, según Suárez, iba a durar, más de cien años.

Es verdad que la UCD fue un montaje deprisa y corriendo por el que los franquistas llamados "aperturistas", "reformistas" etc. trataron de conservar el poder político, salvar lo que pudieran de aquel régimen indescriptible y dar paso a lo que, con indulgencia, pudiera considerarse una democracia. Una asociación pasajera de intereses, un tinglado. No tiene punto de comparación con el PSOE que es un sólido partido con 135 años de historia, que ha gobernado el país durante la República y la segunda restauración, que ha dejado su impronta en el ordenamiento jurídico español y es, en definitiva, parte del pasado y del mejor pasado del país. Es verdad.

Pero la longevidad no es un seguro. La transitorio, lo caduco, lo efímero es propio de toda obra humana, como insistía Hannah Arendt, a quien se lo había transmitido su maestro Heidegger. Luchamos por perseverar, por permanecer, por dejar memoria por encima de las generaciones juntando nuestro actos con los de los demás en obras colectivas que queremos estén caracterizadas por la excelencia. Y lo conseguimos o no, según que nuestro actuar esté regido por un noble afán competitivo de virtud y lucha por el bien común o caracterizado por cálculos privados miserables, de aprovechamiento personal, egoísta y mezquino. Por eso pereció la UCD, producto de un día y puede perecer el PSOE, producto de más de 100 años. 

No, la longevidad no es una garantía y, todo lo más, representa una carga de reproche moral a quienes por su incompetencia, inmoralidad o egoísmo hayan dado al traste con una obra de siglos y en la que tanta gente tiene depositadas sus esperanzas.

Sí, es verdad lo que dice Patxi López: en el PSOE están dando un espectáculo lamentable, como pasó en UCD durante su agonía. Lamentable, ridículo y, para un importante sector de la izquierda, decepcionante e irritante. No quepa duda a este conjunto de impresentables cortijeros que, si hay nuevas elecciones, el escaso voto de izquierda que les quedaba, se irá a Podemos.

Que cada cual asuma su responsabilidad en este lamentable desbarajuste de mindundis, empezando por ese secretario general puesto ahí por oscuras maniobras de palacio y que agota sus escasas capacidades en conciliábulos con media docena de aprovechados a los que escucha y su sordo combate por afianzarse haciendo concesiones vergonzosas donde debiera imponer su autoridad e imponiendo su autoridad en donde debiera transigir. Y siguiendo por esa arribista andaluza, presidenta por otras maniobras palaciegas de peor especie, sin currículum digno distinto de su militancia partidista, que opera en un ámbito angosto y clientelar andaluz sin tener ni idea de la complejidad del país, España, que contra todo sentido común, aspira a gobernar. Y continuando con la recua de sátrapas y satrapillas locales que, como los reinos de taifas, solo tienen en cuenta sus ombligos y son literalmente incapaces de articular una política de Estado a la altura que el país necesita, en lugar de esstar pendientes de sus respectivos gallineros.

Y terminando con esa militancia pasiva, abúlica, indiferente que, habiendo perdido incomprensiblemente el espíritu crítico que siempre la ha caracterizado, deja hacer y deshacer a esta cuadrilla de inútiles ensoberbecidos cada uno de los cuales vale mucho menos que el último militante de la última agrupación. 

En definitiva, amigos, si el PSOE se va al garete en este espectáculo de zancadillas, trampas, conspiraciones y navajeos, sus miembros se lo tendrán merecido. Los que no se lo tienen merecido son los votantes y la gente en general que pensaba de buena fe que esto de cambiar y regenerar el lodazal en que el PP ha convertido España iba en serio.