El truco es muy viejo. Se ha utilizado en infinidad de guerras en las que un bando quiere ocupar una fortaleza defendida por otro. Una de las muchas estratagemas es tratar de dividir al enemigo ofreciendo a parte de él la posibilidad de cambiar de bando, de recibirla en el propio. Con ello se obtiene una ventaja moral consistente en mostrar a quien la hace en posesión de la iniciativa, de la fuerza y el ataque, e introducir en el otro campo la duda y la desconfianza. Si, además, alguien cambia de bando físicamente, mejor. Pero esa no es la finalidad más importante; la más importante es la moral, la propagandistica.
En esto, los de Podemos son consumados maestros. Lo hicieron cuando fagocitaron IU (la oferta era a aquell@s que estuvieran dispuest@s a pasarse a título individual) y les salió muy bien. Tod@s l@s que antes estaban en IU a mamporro limpio pasan a colaborar en amor y compaña porque Podemos tiene más espacio que IU.
La invitación/provocación se hace ahora al PSOE con el evidente objeto de dividirlo, de vaciarlo de sus sectores sensatos. En sí misma, la estratagema es irreprochable. La política es la guerra por otros medios y en la guerra, como en la guerra. En Podemos alienta el sueño del sorpasso anguitiano al PSOE. Cree que esta vez puede conseguirlo porque recurre a procedimientos y discursos nuevos, frente a los que aquel no tiene defensa. Si la tiene o no, es cosa suya. Carece de sentido reprochar a Podemos la intención de sobrepasar al otro, como si aspirar a ganar estuviera feo. Si el PSOE quiere evitar el sorpasso, que lo impida, que se lo curre, que contraataque. Que vea si tiene defensa y la ponga en juego.
Podemos hace muy bien en luchar por la hegemonia de la izquierda, por la "centralidad política". No le ha salido en las elecciones del 20D, pero le asiste el derecho a intentarlo de nuevo y el PSOE, que espabile. Lo que llama la atención de la ladina oferta de Podemos es el término sensatos. La semántica aquí es una mina. Podemos tiene la mano extendida (¡qué expresión tan de la vieja política!) no a los más de izquierdas, a los revolucionarios, sino a los sensatos. Por supuesto, los que queden dentro del viejo partido del otro Pablo Iglesias, deberán considerarse como insensatos. Pero en efecto, el PSOE sabrá como defenderse.
Sensato suena al sentido común de Rajoy. Tiene una connotación conservadora muy parecida. Gente de orden. Una prueba más de ese proceso por el que Podemos ha pasado de ser un sedicente albacea del 25M a instalarse en el huerto de la socialdemocracia. Un proceso de derechización que Alberto Garzón ha denunciado en repetidas ocasiones durante las últimas elecciones y con los magros resultados que ha cosechado. Sí, efectivamente, Podemos, al configurarse socialdemócrata, quiere ponerse en los zapatos del PSOE. Por supuesto, para conseguirlo, lo primero es quitárselos, desplazar al dueño a las tinieblas exteriores, identificándolo con el PP pero rescatando a aquellos que sean sensatos. Esto no es exactamente sorpasso sino, simple y llanamente, quítate tú para que me ponga yo.
No estoy muy seguro de que el PSOE consiga mantenerse como el segundo partido dinástico, a veces el primero. Da la impresión de estar gobernado por unos dirigentes de escasísima capacidad. El caso de Pedro Sánchez es paradigmático: mucha sonrisa y camisa blanca y grandes retratos tamaño fachada, pero de una vacuidad pasmosa. Repite lo que le dicen; no se le ocurre una idea y a los que se las dicen, tampoco, así que llevamos una temporada escuchando cosas insulsas. De los barones es mejor no hablar. Cuando vienen en grupo a Madrid es como si hubiera un cónclave de caciques o sátrapas, cada uno de ellos mirando por su tierra y con tanta idea del conjunto de España como del archipiélago filipino. Sobre este glorioso nombre, España, pensó Sánchez montar su campaña, cuyo ritornello era "¡Más España!" Júzguese.
Sobre el sacrosanto nombre de la patria está montada la operación que pretende catapultar a Susana Díaz a la cúpula del PSOE y, de ahí, a la presidencia del Consejo de Ministros. Que este cuento de la lechera haya de pasar por la defenestración de Pedro Sánchez en el próximo congreso del partido tiene una importancia relativa. Muy grande para el PSOE, relativamente modesta en comparación con las ambiciones de la presidenta de Andalucía.
Además de atender a esta trifulca interna, Sánchez tiene que ocuparse de otras reclamaciones. Rajoy vuelve a llamarlo para hacer alguna oferta de gran coalición, los demás partidos parecen dispuestos a repartirse los despojos del PSOE como los soldados romanos las vestimentas de Cristo. Es poco probable que encuentre forma de contraatacar frente a lo de la sensatez. Los gritos de Susana Díaz a favor de ls unidad de España y su acusación a Iglesias de querer romperla todavía sitúan más al PSOE en el terreno del PP pero seguramente tendrán más éxito que toda la pedagogía sobre el carácter plurinacional de España.
El PSOE lo tiene muy difícil si hay elecciones nuevas y ha de concurrir a ellas en medio de una batalla interna.