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diumenge, 2 de desembre del 2012

¡Vuelve, Felipe!

Treinta años después. ¡Cuánta nostalgia! parecen decirse las maltrechas huestes socialistas ¡Qué jóvenes éramos entonces! ¡Qué bien lo hicimos todo! Franco nos lo había puesto a huevo y los franquistas estaban huidos, escondidos en sus madrigueras. No como ahora, que vuelven a gobernar. ¡Qué grande fue Felipe! ¡Qué adelanto experimentó España con su mandato! Bueno, con su mandato y un contexto internacional muy favorable. Porque Felipe no solo tenía carisma, sino que contaba con a simpatía circundante para sacar a España de la letrina cuartelaria con olor a sacristía en que la tenía la derecha. Poseía el andaluz tanto carisma que todavía le dura. Hasta el extremo de que, a día de hoy, tiene más que el frustrado Zapatero y el deslucido Rubalcaba juntos. Por eso este acto de homenaje al líder, frisando el culto a la personalidad más camp que quepa imaginar, está muy justificado. La escenificación ha sido magistral. Predominio del rojo. No se repite el lapsus freudiano de algún último acto multitudinario del PSOE teñido de azul gaviota que solo podía apuntar a las afinidades electivas de Rubalcaba con los del otro lado. En el escenario, unos cómodos sillones, una intimidad multitudinaria, una cercanía acogedora ante la muchedumbre. Línea directa de mando: de Felipe a Rubalcaba en un acto de unción simbólica del que ha desaparecido el amargo interregno zapateril y el propio Zapatero, relegado al desván de los recuerdos dolorosos. Rubalcaba fue ministro con los dos, con Felipe y con Zapatero. Pero de lo que se trata aquí es de enfocar el 30º aniversario y la translatio imperii en la figura de Rubalcaba.
Está bien esto de recordar fastos y esconder nefastos. Es una costumbre que arranca de la Roma imperial y siempre da buen resultado... salvo que tenga competencia. Porque el homenaje a Felipe y la consagración de Rubalcaba según los ritos de la ciudad antigua se ha visto deslucido por dos poderosos aldabonazos en la conciencia de la militancia socialista, de siempre más radical que su dirigencia.
El primero es la jornada de lucha por la sanidad pública y la manifa de los discapacitados en Madrid. Hoy la acción estaba más que nunca en la calle, en pro del Estado del bienestar que esta panda de mercenarios de la derecha pretende apropiarse para enriquecerse ellos mismos y sus parientes, amigos y enchufados a golpe de decreto y de imposición. Tiene gracia que los sociatas se reúnan a celebrar el recuerdo de sus gorias antañonas, cuando ponían los cimientos del Estado del bienestar que estos neofranquistas están hoy desmantelando y no se les ocurra siquiera no ya ir a las manifas en su defensa, sino enviarles un recuerdo y un mensaje de apoyo. Tenía razón Rubalcaba hace unos meses: no fueron capaces de pinchar la burbuja en su día. Y no lo fueron porque vivían en ella. Y en ella siguen. Según el crítico Palinuro en su entrada de ayer, dedicados a la meditación zen.
El segundo es el sondeo de Metroscopia de El País de hoy en el que se certifica que prosigue el hundimiento de los dos grandes partidos. El PP pierde 13,3 puntos (pocos me parecen) y se queda en un magro 31,3% en intención de voto y el PSOE pierde 6 puntos y se queda en 22,7% que debe de ser la cota más baja jamás alcanzada. Frente a estos datos de feroz granito, las oriflamas de vetustas batallas mueven a risa. El 85% de los ciudadanos desconfía tanto de Rajoy como Palinuro; o más. El 15% restante debe de estar compuesto por gente que no lo conoce o parientes suyos. Pero la valoración de Rubalcaba va a la par: el 81% no se fía de él. Empeñarse en conducir su inexistente proyecto a la victoria con un 81% de la opinión en contra es como querer destruir la muralla china con un destornillador. Y, pregunta Palinuro con su habitual tendencia a fastidiar: ¿qué resultados se obtendrían si Metroscopia, además de preguntar por Rajoy y Rubalcaba, preguntara también por Felipe y Aznar? ¿Hacemos apuestas? No tengo duda de que Felipe ganaría a Aznar y ambos dejarían por los suelos a sus dos segundones. El País podía intentarlo en el próximo sondeo solo por entretenernos y para dejar claro que, como en el famoso cuento de Henry James, una cosa es lo que hay y otra, the real thing.
Así que, en estas condiciones, el acto-homenaje (al que Palinuro se hubiera sumado de haberse planteado en términos menos repelentes) no es otra cosa que una escenificación de un acto fallido. El de ¡vuelve Felipe! que, como el de ¡vuelve Aznar! en la derecha, refleja el profundo sentir de esos entes magmáticos que son los dos partidos mayoritarios. Pero Felipe, como Aznar, no puede volver. Igual que no pueden hacerlo Arturo, ni Tupac Amarú, ni el Rey Sebastián, ni (gracias a los dioses), Adolf Hitler o el padrecito Stalin.
Está bien esto de montar espectáculos camp. Pero estaría mucho mejor que el PSOE renovara ya una dirección de la que la ciudadanía (entre ella, su propia militancia) no se fía, se remozara, rejuveneciera, saliera a la calle, se mezclara con la gente, se enterara de lo que sucede, de cómo la población está siendo agredida, reprimida, empobrecida, esquilmada, estafada (en parte por culpa directa suya), de cómo está reaccionando, y se hiciera visible en esta lucha que será la base de las decisiones que se tomen en las elecciones de 2015.

La batalla de los hospitales y el socialismo zen.

A la izquierda, la sábana que cuelga Palinuro en seguimiento de la recomendación del personal sanitario que defiende la sanidad pública. No podemos perder esta batalla. Hay que apoyar a los médicos y al resto del personal de los hospitales públicos. Conseguir que sigan siendo públicos. Sin caer en las trampas y señuelos de los sofistas de la privatización. Es un expolio de la colectividad mediante el que se entregan a unas empresas privadas unas infraestructuras fabulosas por las que no han pagado nada para que hagan negocios opíparos. En definitiva, negocios a costa de nuestra salud.
Hasta la fecha el gobierno de la C.A. de Madrid no ha mostrado un solo estudio independiente que pruebe el ahorro o la mayor eficiencia de la privatización. Ni ha consultado una sola vez con los estamentos afectados. Ha impuesto un plan poco menos que secreto, probablemente pactado con las empresas y sin información pública creíble. Es una decisión política que queda en evidencia cuando el responsable del plan de privatización, el consejero de Sanidad, Fernández-Lasquetty, espeta a un entrevistador que "no hay negociación posible". Fina sensibilidad democrática. Todo el mundo a callar y a hacer lo que yo diga, aunque no esté fundamentado en nada sino en mi deseo de enriquecer a mis amigos a costa del derecho a la salud de la población.
No, no podemos perder esta batalla y el señor Fernández-Lasquetty debe dimitir.

En mitad de este fragor, con el conjunto de la sociedad convulsa por todo tipo de conflictos, sociales, territoriales, profesionales, etc, el PSOE se esfuerza en emprender el camino de la suma perfección budista, alcanzar la imperturbabilidad absoluta que lo lleve a fundirse con la nada, a suspenderse en el cosmos. Cuenta El País que el pasado 16 de diciembre, antes pues de las elecciones catalanas, Rubalcaba reunió discretamente en Madrid a los barones de su predilección junto a otros altos cargos también cercanos en cuerpo y alma para arbitrar huis clos la marcha del partido en los próximos dos a tres años: nada de agitaciones internas, nada de cuestiones orgánicas, primarias o no primarias, nada de nombres y cargos: paz, ataraxia, quietud, nirvana. Necesitamos sosiego, apartamiento del mundo para la gran obra de regeneración ideológica que espera en un magno congreso en enero dedicado a las cosas de la teoría. Hay que reaparecer portando una nueva oferta a la ciudadanía, algo que permita al partido recuperar la confianza del electorado.
La dirección ha encargado a Ramón Jáuregui la tarea de poner negro sobre blanco el prodigio de la nueva Ave Fénix. Jáuregui ha reunido una nutrida cuota del estamento pensante -son, parece, trescientas cabezas- dividido en especialidades y se encargará luego de sintetizar sus propuestas y conclusiones en un documento programático. Algo que recuerda el extinto Programa 2000 que no pasó de la crisis de 1992. Ahora se pretende que la crisis no sea la enterradora, sino la partera de la nueva criatura a la que, por seguir la costumbre, podrían bautizar Programa 3000. Ya se sabe que estos programas no duran tanto, aunque tampoco suelen ser tan efímeros como el último de Rajoy. Para todo esto se requiere la paz, el olvido de un convento zen.
¡Esos jóvenes que han salido con un vídeo pidiendo perdón! Jáuregui les echa una paternal reprimenda. Lo del perdón está fuera de lugar. Quietos todos que hay que reflexionar. Sin embargo, los penitentes vuelven al ataque y es la consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía, Díaz Pacheco, la que pide perdón en nombre propio y en el del presidente Griñán por haber reformado la Constitución sin consultar a la ciudadanía. No sé si Jáuregui estará de acuerdo pero esto es más que pedir perdón; esto es adelantar y sacar al ámbito público un debate que muchos quisieran interno y, a ser posible, que ni lo hubiera. Con tanto ruido es imposible alcanzar la perfección zen, consistente en la más absoluta inacción.
Téngase en cuenta que esa realidad conflictiva, con un gobierno que agrede sistemáticamente al pueblo y un pueblo que empieza a organizarse en formas de autodefensa, están produciéndose hechos que tendrán su influencia después en los resultados electorales de las izquierdas. De momento, la percepción que tiene la ciudadanía es que los únicos que están haciendo frente de verdad a las agresiones del gobierno son los de IU. Esa iniciativa que han tenido de querellarse contra Cristina Cifuentes por intentar criminalizar el ejercicio de los derechos constitucionales es magnífica y merece el aplauso y el apoyo de todos los demócratas. Hay que parar esta maquinaria de represión que nos viene encima en todos los niveles, físicos y mentales. Y los únicos que están presentes claramente en las movilizaciones de resistencia son los de IU. Esto recuerda los tiempos del franquismo cuando quien quería luchar contra Franco tenía que ingresar en el Partido Comunista, que era el único que lo hacía. Como ahora con el neofranquismo.
Eso es lo que tenía que hacer también el PSOE, aparte desde luego de la refundación ideológica: estar en la calle, ayudar a la gente que, según reconocen sus dirigentes, lo está pasando mal, pronunciarse sobre los abusos del gobierno y oponerse a ellos, combatirlos en el Parlamento y en los tribunales. La versión catalana de IU propone una conferencia de unión de todas las izquierdas para hacer frente a las políticas de expolio, que el gobierno llama de "austeridad". Ignoro si considera de izquierda el PSC, pero eso es lo que debía de estar haciendo el PSOE: convocar una conferencia unitaria de la izquierda en busca de una plataforma común de lucha contra la gestión neoliberal de la crisis con arreglo a la cual esta la pagan los sectores más desfavorecidos. Dejen el zen para otro momento.
(La imagen es una foto de Jessie Pearl, bajo licencia Creative Commons).


dijous, 22 de novembre del 2012

El narcisismo-leninismo.

El otro día se constituyó en Madrid la plataforma Foro Cívico Somos Mayoría, promovida por Julio Anguita. Desafortunada coincidencia nominal con el Foro Cívico de Álvarez Cascos. Esto del civismo tiene pegada. En la misma onda parece estar también Sociedad Civil y Democracia, de Mario Conde. Estas organizaciones tienen otros elementos en común. El primero, evitar el término "partido" y el segundo, depender de fuertes personalidades individuales que tienen algún tipo de ascendiente sobre una cantidad variable de seguidores. Son hombres que ejercen impacto en la sociedad por las razones que sean y pretenden instrumentalizarlo para el logro de unos fines políticos. Porque, aunque Anguita en concreto haya dicho a veces que se retiraba de la política, es de conocimiento general que eso es imposible y que se refiere a la política de partido, salvo que se trate del suyo, al que empieza por no llamar "partido".
Ese es el gran problema de la izquierda: su atomización a lo largo de líneas personalistas, de líderes que aglutinan votos por ser quienes son. Y ello predicando sin parar la necesidad de la unidad de la izquierda. En estos momentos actúan en España una docena más o menos de formaciones de izquierda como este Foro Cívico, Corriente Roja, Equo, Izquierda Abierta, Izquierda Anticapitalista, Izquierda Unida, y me dejo varias fuera por falta de espacio. Casi todas ellas, si bien no todas, obedecen al mismo modelo de una organización que pivota en torno a una fuerte personalidad y en donde el culto a esta personalidad es casi inevitable. Incluso en aquellas en donde este narcisismo no está tan presente, la función de un puñado de personalidades es determinante. Y todas reclaman a voz en cuello la unidad de la izquierda... en torno a cada una de ellas, por supuesto.
Sin embargo, en lo único en que todas las organizaciones de esta izquierda parecen coincidir es en su hostilidad al PSOE, del que dicen que no es verdaderamente de izquierda. Así, para quien no coincida con este juicio, el conjunto de la izquierda semeja una flota con la gran nave capitana de la socialdemocracia, alguna otra nao de menor calado, como IU, más semejante a una cañonera, y una miriada de lanchas torpederas comandadas por sendos caudillos clarividentes.
Esa es la razón por la que puede gobernar la derecha con mayoría absoluta en un país cuyo electorado es mayoritariamente de centro izquierda. Esa y la ayuda de la abstención que afecta especialmente a la izquierda y está en parte movida por la sensación de frustración que produce su fragmentación.
Por el tipo de sistema político español y otras circunstancias, no es previsible que la socialdemocracia pierda su hegemonía en la izquierda, aunque pueda sufrir descalabros más o menos intensos. Es la otra izquierda la que debe elaborar un proyecto que, siendo distinto del socialdemócrata, sea suficientemente claro y convincente para promover la unidad de sus dispersas fuerzas. Sin esa unidad, esta izquierda seguirá siendo testimonial, irrelevante y propiciando a contrario el gobierno de la derecha.
Pero ese objetivo unitario será inalcanzable mientras el campo de la izquierda sea un huerto de personalidades narcisistas que prefieren ser los abanderados de un pelotón que miembros más o menos anodinos de arganizaciones mayores con más expectativas electorales. Porque, se mire como se mire, la cómica disgregación de la izquierda, no tiene otra explicación. Las enconadas polémicas sobre pretendidas cuestiones ideológicas, sobre lealtad a unos principios y unos dogmas de la tradición izquierdista de raíz inconfesadamente marxista y leninista en los que muchos no creen, son pretextos para disfrazar las peleas por los puestos, los cargos, las jefaturas, los liderazgos.
(La imagen es una foto de agitprop, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 7 de novembre del 2012

A better place to live

Al final de la larga y tensa noche en que se comete la injusticia de que solo 314 millones de estadounidenses elijan al presidente del mundo, cuando en esas elecciones debiéramos tener derecho de voto todos los habitantes del planeta, el claro ganador ha sido Obama.
O sea ha ganado el candidato de la mayoría aplastante del mundo (desde luego, de Europa), esto es el mulato demócrata, progre, de izquierda moderada, el candidato de la gente sencilla que quiere un orden político abierto, democrático, multicultural, de igualdad, justicia social y Estado del bienestar, lo más equivalente que hay en el mundo a la baqueteada socialdemocracia europea, la corriente política que supo traer a Europa largos años de estabilidad, progreso y democracia antes de que comenzaran la crisis y las estridencias del más obtuso e inhumano neoliberalismo.
Y ha ganado precisamente frente a eso, frente a las posiciones políticas radicales, extremistas de una derecha oligárquica, oscurantista, ignorante, orgullosa de sus estúpidos prejuicios religiosos y maestra en arte de la demagogia para inducir a engaño a masas enteras de votantes. Frente al capitalismo desaforado, la lucha por la existencia, el abandono y olvido de los más débiles, es decir, el inspirador de la derecha española, cuya brutalidad solo es comparable a su falta de escrúpulos a la hora de expoliar el común de España mediante una forma de gobierno en la que mezcla la corrupción, el caciquismo, el latrocinio y el autoritarismo.
De nada ha servido a la derecha yankee -como sí en cambio a la española- esa abrumadora mayoría de medios de comunicación con la que aquella trata de inducir a error a la mayoría a base de falsificar la realidad, insultar, calumniar al adversario y mentir sistemáticamente para favorecer su causa al precio que sea valiéndose para ello de una tropa de mercenarios de la palabra dispuesta a hacer y decir lo que haga falta para mantener los privilegios de quienes les dan (suntuosamente) de comer. Como en España, verdaderos esbirros del poder, prestos a justificar lo que haga falta con tal de que se  mantenga un orden en que los ricos puedan seguir enriqueciéndose (así, siempre pueden dar unas propinas a estos lacayos del ditirambo) a base explotar a la mayoría, dejarla sin derechos, sometida a salarios de hambre. Como sucede en España. Y con la bendición de unos curas de misa, olla y barragana (o efebo) que traen el consuelo a los humillados y ofendidos de esta tierra en la promesa de un más allá de consolación.
Ha ganado el candidato de los trabajadores, las mujeres, los negros, los latinos, los homosexuales, los inmigrantes, de la gente del común. ¡Ah! Por cierto, esos listos que dicen que, con la crisis, todos los gobiernos pierden las elecciones frente a la oposición ya pueden ir guardándose esta tontería para mejores momentos. Ganará o perderá según como lo haya hecho.
Así que, desde esta noche y por cuatro años más, el mundo será un lugar mejor para vivir

dimarts, 30 d’octubre del 2012

A este PSOE le falta nervio.

Ayer se conmemoraba el trigésimo aniversario de la victoria del PSOE en 1982. Con ese motivo, EFE ha subido un vídeo a You Tube muy digno de verse y al que pertenece la ilustración de esta entrada. El primer gobierno monocolor socialista de la historia de España. Un hito. Un documento gráfico impresionante que trae efluvios antañones. A su vista, dos consideraciones, una en broma y otra en serio. En broma: un gobierno socialista sin Alfredo Pérez Rubalcaba. En serio: no solo es monocolor, es también monogenérico o monosexual, absolutamente homofílico. Ni una mujer. Algo hemos adelantado. Esa imagen hoy es impensable, incluso en los gobiernos de la derecha. En realidad, Felipe González gobernó al más puro estilo macho hasta 1993, en que aparecen las primeras ministras en ministerios "propios de su condición", si se exceotúa a Rosa Conde, que fue portavoz del gobierno en 1988.
Ya sé que es fastidioso andar con estas recriminaciones cuando se habla de los gobiernos socialistas que cambiaron la faz de España. Pero conviene recordar que en esto de la igualdad de género acabamos de empezar y siempre se puede desandar el camino recorrido en cuanto nos descuidemos. Como está pasando ahora.
Salvado el escollo patriarcal, el PSOE de 1982 tiene en común con el de 2012 las siglas. Todo el fuego, la determinación y voluntad de aquellos "jóvenes nacionalistas" se ha convertido en un anodino marasmo en el que la dirección lucha por sobrevivir frente a un partido inquieto con los resultados y perspectivas electorales y una opinión pública que no entiende por qué no hay oposición visible.
Una de las acusaciones que en los últimos años se hacían al PSOE era que se había convertido en una mera maquinaria electoral y descuidado el flanco ideológico, desdeñando la tarea de formulación de ideas. Así, cuando llegaron las sucesivas catástrofes electorales (Andalucía no fue una victoria del PSOE), el partido se encontró desnudo, sin votos y sin ideas. Y así está.
Rubalcaba sostiene que nadie le pide a la cara la dimisión y, con eso, da por zanjada una cuestión que, le guste o no, sigue abierta. Él reivindica su estilo de oposición a la que llama "responsable", consistente en no plantear conflictos al gobierno y, en cambio, ofrecerle pactos de Estado. Una oposición leal, caballerosa, que Rubalcaba experimentó en tiempos de Zapatero. Pero eso no le lleva muy lejos por dos razones: 1ª) está suficientemente claro que el gobierno desdeña toda colaboración con el PSOE con lo que seguir ofreciendo pactos solo puede entenderse como un "error de programación". Es por tanto irrelevante si esa actitud es adecuada o no porque no cabe practicarla. 2ª) Por lo demás, la profusa y educada oferta de pactos no exime al PSOE de articular su oposición de una forma clara y nítida, de ofrecer un programa alternativo a los dos del PP (el que prometió y el que cumplió) y de hacerlo en términos comprensibles para la gente y con suficientes garantías. El PSOE no puede ya ampararse en un compromiso al estilo del tristemente célebre ¡no nos falles! de Zapatero. Ha de haber algo más.
Pero no lo hay. En su marasmo, la dirección del PSOE no hace sino balbucear que "ha entendido el mensaje" (al estilo de González en 1993) y que se va a poner a ello. Para hacer ¿qué? Formular alternativas concretas claramente socialdemócratas. Pero no salen. Y no salen porque a estas alturas el conflicto político en nuestra sociedad ha superado al PSOE en dos aspectos cruciales, el territorial y el social.
Rubalcaba es hombre conservador. Ha sido gobernante con Zapatero y condonado, por tanto, la renuncia del PSOE de entonces a la separación entre la iglesia y el Estado. Y por él mismo, el PSOE se ha alejado de su tradición republicana, aproximándose a la condición de partido dinástico. Teniendo en cuenta que este PSOE es el que perpetró el ataque más grave al Estado del bienestar con la reforma constitucional de agosto de 2011, refrendada a regañadientes por Rubalcaba, se entiende que sea difícil salir del desconcierto con la facilidad con que la crisálida rompe el capullo y emerge como una colorida mariposa de una socialdemocracia repentinamente renovada por arte de birlibirloque y a manos de quienes gestionaron el lento declive hacia la irrelevancia política.
Tan difícil que lo único que se ve es cómo un PSOE falto de iniciativa y nervio va encajando como puede las exigencias de una realidad que no sabe controlar. Rubalcaba tiene un espíritu centralista que pretende mitigar esgrimiendo en situaciones de necesidad un federalismo en el que no cree y que, por supuesto, le hace abominar del concepto mismo de autodeterminación. Piensa en esto como la derecha (según acaba de certificar María Dolores de Cospedal) que, al negar el concepto, desaparece la cosa. Y la cosa le ha estallado ahora en las manos en forma de un PSC díscolo que reclama el derecho a decidir de los catalanes. La odiada autodeterminación ahora en el huerto propio, con un hortelano que se limita a decir que no "comparte" la idea pero no aclara qué piensa hacer cuando el PSC oriente su actuación como pretende.
Es el silencio, la ambigüedad, la indeterminación, es decir, la falta de nervio, lo que está lastrando al PSOE hasta tal extremo de desconsuelo que una de las razones que empiezan a oírse para justificar la continuidad de Rubalcaba es que sin Rubalcaba las cosas estarán peor. No lo sé, pero la prolongación de la situación actual es descorazonadora.
Ayer se votó en el Congreso una iniciativa de Izquierda Abierta en pro de la dación en pago. El PP votó en contra. El PSOE se abstuvo. La abstención es lo primero que los políticos afean a los votantes pero, luego, como se ve, la practican ellos. Y disciplinadamente, como cohortes, ningún diputado socialista votó a favor de la dación. Todos se abstuvieron. Todos refugiaron sus conciencias en la abstención que es la confesión de una impotencia, de un fracaso: el de no tener una idea clara de lo acertado o desacertado de una medida que afecta a derechos básicos de cientos de miles de personas y por qué.
Es la falta de nervio.
(La imagen es una captura de un vídeo de EFE,subido a You Tube).


diumenge, 28 d’octubre del 2012

El cambio, según Rubalcaba de Lampedusa

Rubalcaba ha subido una entrada a su página de Facebook sobre el trigésimo aniversario de la victoria del PSOE en octubre de 1982, lo cual es muy de agradecer porque muestra una voluntad de estar presente en las redes sociales de forma directa, personal, auténtica. Eso lo pretenden todos los políticos, pero no lo consiguen porque, chapados como están a la muy antigua, no tienen espíritu digital, no valoran correctamente la importancia y el impacto de las redes sociales y no las gestionan personalmente sino que lo hacen a través de equipos, de empleados que transmiten la línea oficial del partido o del candidato de modo frío, desganado, oficial que echa para atrás a los internautas. Por supuesto, no a los incondicionales, a los que da igual lo que se les diga, pero sí a los genuinos, los que actúan luego como hacedores de opinión, réplicas de decisiones, etc.
Por supuesto, Rubalcaba no es excepción. Tiene cuenta en Twitter pero es obvio que se la administran otros del partido lo cual es probablemente la práctica más detestada en la red 2.0. Lo mismo le sucede en Facebook, que otros hablan en su nombre. La gente quiere dialogar con el protagonista, no con sus replicantes. Por eso es tanto más de celebrar que, por fin, con motivo del 30 aniversario de la histórica victoria sociata en 1982, se haya decidido a escribir algo de su cosecha y colgarlo en su muro. Esto es lo que la red demanda. Pero no cada treinta años sino cada 30 minutos. Si realmente Rubalcaba se decidiera por hacer política 2.0 de verdad y no fingida, lo tiene muy fácil: le basta con llamar a su compañero de partido, José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun, y preguntarle qué hay que hacer para tener uno de los blogs más visitados del país, Alcalde Jun. La respuesta del alcalde, no hay duda, sería la que diera cualquier internatua: si quieres tener eco en la red de redes, tienes que hacértelo tú directamente; los internautas odian los simulacros, las suplantaciones, la falsificación de actitudes. Sin duda las redes consumen tiempo pero si los políticos comprendieran su importancia, se lo dedicarían, restándolo, quizá, de otras actividades rutinarias, de mero boato o sin sentido.
Eso en cuanto a la forma. En cuanto al fondo de la breve pieza rubalcabiana (compuesta de dos párrafos) hay un par de observaciones que hacer. Conmemorar una fecha señalada y aprovechar el momento para colar juicios y actitudes del presente es una vieja práctica perfectamente legítima. Rubalcaba quiere enlazar directamente con el momento de gloria del PSOE en 1982, aparecer como su continuador. Por supuesto, sale el nombre de Felipe González; no así el de Zapatero. En tiempos de Felipe todo era bonanza; en tiempos de Zapatero, descoloque. Rubalcaba rpbustecer el espíritu de los ochenta, pero no puede ocultar que estamos en mitad de una crisis que hace obsoletas las propuestas de solución antes de que se terminen de formular. No obstante, no reconoce explícitamente error alguno y se limita a sostener que la necesidad de cambio viene motivada por el mero paso del tiempo, no porque alguien (por ejemplo, él) se haya equivocado y deba reflexionar.
Todavía más. Termina Rubalcaba su escrito con una propuesta, esto es, "debemos cambiar el PSOE para que siga siendo el PSOE" que no es otra cosa que la enésima reformulación de la archicitadísima fórmula lampedusiana de que algo cambie para que todo siga igual, en un vano intento por conciliar los dos bandos en conflicto: quienes quieren que haya cambios y quienes no quieren ni oír hablar de ellos. No sé si los asesores del Secretario General le habrían advertido de la posibilidad de una lectura de su caso en clave lampedusiana pero el hecho es que el deseo de Rubalcaba de que el PSOE cambie para seguir siendo él mismo, al tiempo que hurta todo debate sobre qué haya sucedido para que sea preciso cambiar, muestra escasa predisposición a escuchar opiniones discrepantes y buscar vías de entendimiento.
 (La imagen es una captura de un vídeo de insoasres2008, subido a You Tube).

dissabte, 6 d’octubre del 2012

Gómez Llorente. Por amor a Marx.

El fallecimiento de luis Gómez Llorente a los 73 años de edad ha traído a la memoria colectiva un episodio tan decisivo en la historia de España y del socialismo democrático como el XXVIII Congreso del PSOE. Felipe González dimitió de la Secretaría General en una jugada de farol cuando su partido se negó a abandonar la referencia al marxismo. Poco antes, en las elecciones de aquel año, 1979, que el PSOE perdió, Suárez, líder de la UCD, salió por la televisión avisando del peligro de que ganara los comicios un "partido marxista". Desde el punto de vista de González y los suyos era, pues, urgente sacar al PSOE de aquella hipoteca nominal del marxismo para aproximarlo a la socialdemocracia europea, en concreto la alemana que había hecho algo similar en su congreso de Bad Godesberg de 1959.
Pero en España no iba a resultar tan fácil. Hubo una reacción "antifelipista" en las filas y se constituyó una candidatura alternativa a la de González, con el marxismo como santo y seña. Aquella cadidatura reunió poco más del 6% de los votos mientras que la de González se alzó con el 85%. Fue una derrota épica de los "promarxistas" que, por entonces, eran Luis Gómez Llorente, Enrique Tierno Galván, Francisco Bustelo y Pablo Castellano.
Los destinos de estos cuatro hombres han sido muy distintos y su repaso da una buena imagen de Gómez Llorente. Este siguió en el PSOE, en la izquierda y fundó la corriente Izquierda Socialista, si bien él se apartó de la política práctica y llevó una vida más recogida. Tierno siguió en la brecha y llegó a alcalde de Madrid. Francisco Bustelo también continuó en la izquierda, llegó a Rector de la Universidad Complutense y, desde entonces, también retirado de la actividad política,  conserva su actitid crítica de juventud. Solo el abogado Pablo Castellano ha derivado hacia posiciones de derecha y, según me aseguran quienes ven los abundantísimos programas reaccionarios de televisión y radio en España, anda por las redacciones y los platós, cargando sistemáticamente contra su antiguo partido, contra la izquierda en general y haciéndole el juego a la derecha. Uno más de esa legión de conversos por la que Palinuro no siente la menor simpatía. Allá cada cual con su conciencia.
Pero, justamente, este contraste realza más la dignidad, la coherencia y la integridad de Gómez Llorente, probablemente el contemporáneo que más se acerca a la venerable figura propia de la izquierda tradicional del llamado santo laico.
No conocí a Gómez Llorente de nada, ni lo traté jamás. De estudiantes, él estaba en quinto cuando yo empezaba. Era, pues, de "los mayores". Pero lo tengo ligado a un recuerdo imborrable de mi juventud: mi primera participación en una acto en contra del régimen de Franco muy a primeros de los sesenta. Para mí fue emocionante. La policía había detenido a Gómez Llorente y un par de docenas de estudiantes nos congregamos espontáneamente en los pasillos de mi facultad en un sit in para exigir su liberación. Ni siquiera hubiera sabido identificar a Luis de habérmelo encontrado. Pero daba igual: era un estudiante de izquierda detenido por la Brigada Político-Social. Había que protestar. En aquel acto, en cambio, conocí a Alberto Méndez quien, muchos años después, ganaría justa (y, por desgracia, póstuma) fama con sus Los girasoles ciegos, y representaba para mí, entonces bisoño en las lides, un ejemplo de actitud. No recuerdo bien si fue el propio Alberto o algún otro quien, a la guitarra, interpretó una canción de Chicho Sánchez Ferlosio (quizá fuera el propio Chicho)  que yo oía entonces por primera vez, se me quedó grabada: "Gallo rojo, gallo negro" y es tan parte de nuestro cancionero colectivo que mucha gente cree que es anónima.
Pues eso, Luis, gallo rojo, que la tierra te sea leve.
(La imagen es una foto de gomezllorente en el dominio público. En ella se ve a José Luis Gutiérrez (creo), 2º por la izquierda, Pablo Castellano, 3º por la izquierda y Luis Gómez Llorente, 1º por la derecha en Ibiza en 1981. Ignoro quiénes sean las mujeres.)

divendres, 21 de setembre del 2012

¿Qué pasa en el PSOE?

El PSOE ha hecho una encuesta interna acerca de asuntos de importancia vital tanto para él en cuanto partido como para el sistema político español, del que es pieza esencial. Los resultados pueden verse aquí y resultan muy ilustrativos. Para empezar, Palinuro subraya que las conclusiones que cabe extraer del estudio es lo que él lleva diciendo hace meses, cosa fácil de comprobar yendo al buscador del blog y poniendo PSOE. Ahí podrá verse cómo los socialistas llevan diez meses casi en estado de trance, después del batacazo que se dieron en las elecciones de 20N. ¿Se merecía el PSOE un resultado tan malo? Probablemente no, sino que la derrota fue un varapalo en el que estos pagaron por los errores propios y por los del todo mundo. Pero el caso es que fue como fue y, en diez meses de oposición ya debiera haber dejado atrás la amargura de la derrota y perfilado un oposición eficaz, sobre todo teniendo en cuenta que si su último gobierno fue equivocado y  malo, el que puso en marcha el PP es muchísimo peor; si el suyo tomó alguna medida impopular, el del PP ataca directamente al conjunto de la sociedad y solo favorece a los ricos y los curas.
Desde las elecciones, el PSOE está enfrentado a un gobierno que no ha hecho más que mentir, insistir en las mentiras, negar los derechos de la gente y empobrecerla con medidas erróneas y justificadas con tal estulticia por cada uno de los ministros que cabe dudar seriamente si sumando todos los que componen el consejo de ministros sale un inteligencia media, aunque sea moderada En teoría la oposición a este desastre debería ser sencilla. Sin embargo, aunque los sondeos (los privados y los del CIS) coinciden en señalar una caída en picado del Gobierno del que muy pocos se fían y del prestigio y popularidad de sus miembros, todos ellos bajo mínimos y muy justificadamente, las fortunas del PSOE no son mejores. Mes tras mes cabe ver cómo se hunden la expectativas electorales del PP pero también cómo las del PSOE no mejoran sino que, al contrario, si acaso descienden. Cabe ver igualmente cómo si los españoles desconfían mayoritariamente de Rajoy aun lo hacen más de Rubalcaba. 
Sin embargo, la dirección del PSOE no parece preocupada por esta situación y, al contrario, da la impresión de creer que el juicio popular está errado o, en todo caso, es impaciente; que bastará con esperar para ver cómo la actitud del partido, aunque ahora no se comprenda, dará sus frutos. Tal fue el discurso de Rubalcaba en su entrevista en la TVE1: comprende las críticas a su actitud pero está convencido de que su oposición responsable es la más adecuada y que llegará un momento en que se vea y se le haga justicia.
Es posible pero, de momento, lo que la encuesta interna del PSOE muestra es todo lo contrario. Y esta encuesta no es entre la gente de la calle, sino que refleja la opinión de la militancia. Y los resultados son patentes: la mayoría cree que la oposición que hace el PSOE y Rubalcaba en concreto, es mala o muy mala, como malos o muy malos juzga los demás aspectos de la política del PSOE, desde la democracia interna hasta la composición de los órganos del partido. Es decir, las bases del PSOE, al igual que la gente de la calle, creen que el PSOE está metiendo la pata, que su dirección está equivocada y que Rubalcaba no solamente no está haciéndolo bien como secretario general del PSOE sino tampoco como posible candidato a la presidencia del gobierno. Los militantes prefieren a Eduardo Madina, a Carme Chacón, a Tomás Gómez, prácticamente a cualquiera antes que a Rubalcaba. Cuestion digna de reflexión. 
¿Cómo es esto posible? En opinión de Palinuro porque Rubalcaba y la actual dirección padecen un defecto de visión muy conocido. Al ser continuidad del gobierno anterior, porque algunos de ellas fueron ministros o altos cargos (y otros, como el mismo Rubalcaba de muchos otros gobiernos anteriores al anterior) tienen vicios de funcionamiento, rutinas e inercias de las que no pueden librarse. Aplican las fórmulas que les resultaron en el pasado solo para comprobar que ahora no funcionan y no entender por qué, con lo cual cada vez son más pintorescos en sus actuaciones. 
La "oposición responsable" de Rubalcaba es un conjunto de actitudes como la prudencia, la ponderación, la moderación, el sentido del pacto, los acuerdos de Estado, el respeto al adversario, etc, que le dio muy buen juego al PSOE en las elecciones de 2004 porque permitió que la gente eligiera entre ese talante educado, moderado, pactista, con sentido de Estado y respetuoso con los adversarios de Zapatero y la bronca permanente de unos gobernantes agresivos, embusteros, insultantes, fracasados, intolerantes y que habían metido al país en una guerra abyecta y criminal.
Pero hoy la situación es muy otra. No porque los gobernantes de hoy no sean igual de agresivos, embusteros, intolerantes y ultrarreaccionarios que los otros. Lo son y más, hasta llegar materialmente a la estafa. Pero lo que hoy importa no es eso sino la crisis que ha caído sobre el país como una plaga bíblica, azota al conjunto de la población y este tiene bastante con ver cómo sobrevive en vez de ocuparse de lo que dicen y hacen los gobernantes. Da por descontada la inercia y el disparate de un gobierno nacionalcatólico, más preocupado por los preservativos que por el PIB y agradecerá que se le diga que hay un plan alternativo para salir de la crisis en socialdemócrata, es decir, por la izquierda. De eso de proponer soluciones, ideas, planes es de lo que ha de ocuparse el psoe y no de si el personal observa la diferencia que hay entre los jayanes y meapilas del gobierno y los eficaces gestores de la izquierda.. 
Carece de sentido reproducir el estilo de oposicion de 2000 a 2004 en las condiciones actuales. Sin embargo, es lo que Rubalcaba hace: dar una respuesta inercial, rutinaria, equivocada a una situación que no parece entender. Eso es lo que detecta la gente de la calle en las encuestas, lo que viene diciendo Palinuro hace meses y lo que, por fin, le ha dicho la militancia a la dirección. Sana decisión de la militancia que es de esperar tenga respuesta.
No corresponde a Palinuro decir a nadie lo que tenga que hacer pero está claro que la dirección del PSOE tiene que dar respuesta al contundente mesaje de su propia militancia. En concreto, despertar y actuar de forma tal que los españoles puedan confiar en una alternativa socialdemócrata real (que no se improvisa) que los libere de la desgracia que padecen en 2016.

dimarts, 18 de setembre del 2012

Rubalcaba.

Todo el mundo recuerda el único debate cara a cara en la tele entre Rajoy y Rubalcaba en las pasadas elecciones. Todo el mundo, también, dio por ganador a Rajoy. Luego hemos sabido que el ganador, en realidad, se había dopado, lo que en política significa haber largado una sarta de embustes luego demostrados como tales. Pero como aquella no suele ser campo de juego limpio, los casos de dopaje no solamente no se sancionan sino que se aplauden. Para las crónicas: Rajoy quedó ganador y el infeliz Rubalcaba -que no daba crédito a sus oídos- añadió cuatro puntos negativos a los once que ya le llevaba su contrincante.
Bueno pues cualquiera pudo ver ayer que el ganador de este segundo duelo en dos tiempos ha sido de modo rotundo, palpable, Rubalcaba. El secretario general del PSOE tiene muy poca prestancia de imagen, es esmirriado y como desvaído y, a pesar de todo, cautiva al auditorio porque habla como las personas normales, con conceptos claros y precisos que todo el mundo entiende, sintetiza muy bien, es pedagógico y tranquilo, tiene ideas, interpreta las cosas de forma que uno puede o no estar de acuerdo pero son interpretaciones valiosas. En definitiva, es un politico europeo que va a lo real, cotidiano, práctico, pero sin perder de vista la ideología y la visión de Estado, suprapartidista.
Ahora den la vuelta a la moviola y vean de nuevo la entrevista a Rajoy en idéntico formato hace ocho días. Lo del "idéntico formato" es esencial porque, al guardarse exquisitamente la igualdad de trato (mismo plató, decorado, periodistas, situación respectiva y régimen de intervenciones) el contorno desaparece y quedan en primer plano, dejados a sí mismos, los dos intervinientes bajo la cruda luz de los focos. Y la diferencia es abismal. Rajoy tiene un aire de tribuno decimonónico con cierta prosopopeya y actitudes de patricio, pero no conozco a nadie que sea capaz de señalar los contenidos de sus intervenciones; probablemente ni él mismo. Obligado a defender la absurda teoría de que hacer lo contrario de lo que se prometió es lo correcto, todo su discurso es confuso, impreciso, lleno de lugares comunes y perogrulladas. Eso sí, dichas con el aplomo del maestro Ciruela. Sus explicaciones nunca son completas, sus interpretaciones, oscilantes. Se pierde en divagaciones y se recupera repitiendo latiguillos del tipo de lo fundamental, crecer y crear empleo, con la misma unción con que los creyentes entonan el On mane padme hum. Nadie sabe si va a pedir el rescate o no y, entretanto, la prima de riesgo vuelve a subir, como se ha venido avisando los últimos días.
Gobernar es más difícil que hacer oposición, dijo ayer Rubalcaba. A la vista ha quedado comparando las dos entrevistas. Él sabe hacer oposición responsable, según le gusta subrayar, pero Rajoy no sabe gobernar y España se le está yendo de las manos, una sensación que cada vez comparte más gente. Tiene cintura el socialista; acuña expresiones certeras como venablos.
Rubalcaba reconoce que su estilo de liderazgo es cuestionado aquí y allá en su partido y Palinuro, poco dado a componendas lo ha criticado siempre que pensó que debía hacerlo. Sigue pensando Palinuro que Rubalcaba tiene muy difícil la tarea de reconstrucción y le parece muy bien que esté abierta la candidatura a la presidencia del gobierno. Negativas le son las encuestas, a las que Rubalcaba despreció olimpicamente contraponiéndoles la única y definitiva encuesta, la de las elecciones, un recurso que emplean indefectiblemente todos los políticos que las llevan en contra.
Pero todo eso no obsta para que deba reconocerse en Rubalcaba una talla de político, parlamentario y gobernante muy superior a la de Rajoy, así como su conocimiento de los asuntos. El secretario general del PSOE está claramente en contra de pedir el rescate. Qué piense hacer Rajoy sigue siendo un misterio.
Palinuro no coincide con Rubalcaba en su visión de España y su organización territorial. Pero valora su disposición a admitir que hay un problema entre Cataluña y España y que debe afrontarse, en lugar de decir a gritos que no hay problema alguno porque el independentismo es una conjura masónica venida del proceloso exterior
Muy bien por Rubalcaba, que es una voz clara de la izquierda socialdemócrata, con apuestas alternativas viables, quizá excesivamente moderadas para Palinuro pero, en todo caso, viables.
(La imagen es una captura de la página web psoe.es).

dilluns, 10 de setembre del 2012

El discurso de Rubalcaba.

No conocemos el discurso/informe de Rubalcaba al Comité Federal (CF) porque fue huis clos, pero sabemos de sus líneas generales porque ayer nos informaron Elena Valenciano y el propio secretario general. Estuvo bien que los sociatas evitaran dar el espectáculo de una única voz y ofrecieran dos. Es verdad que en todo coincidentes. Pero la coincidencia parece haber sido la tónica general de este CF, dando con ello pábulo a la celebrada teoría de Molinas sobre la clase extractiva.
En síntesis, la dirección del PSOE da por cancelada una etapa de oposición presta a la colaboración con el gobierno pero permanentemente ignorada o rechazada. "Hasta aquí hemos llegado", proclama Valenciano. La responsabilidad es toda del PP. Ya no habrá más propuestas de concertación. O quizá sí, parece sugerir luego Rubalcaba, siempre más posibilista. Pero, desde ya se presentan las propuestas alternativas a las del PP para salir de la crisis formulando una oposición creíble.
En todo caso, parece haberse producido una reacción en el PSOE ante la radicalización y la polarización de la sociedad y la inquietud y la exigencia de su propia militancia de que se hiciera visible, se manifestara, presentara propuestas concretas. Estas parece que están de camino y su eje principal, según se anuncia, es una reforma fiscal que grave las grandes fortunas y las SICAVs; más o menos, estilo Hollande.
Hay una réplica frecuente a este tipo de propuestas del PSOE ahora: ¿por qué no lo hicisteis cuando estabais en el gobierno? Pregunta difícil de contestar. Y aun hay otra más difícil: ¿por qué habéis tardado casi un año en formularlas?
En todo caso, pelillos a la mar. Lo decisivo es que el PSOE reaparece en escena como partido de oposición, pidiendo disculpas por lo mal que lo hizo antes y prometiendo que ahora lo hará mejor. En todo caso, mejor que los gobernantes actuales. En definitiva, ha entendido el mensaje y promete actuar en consecuencia. No hay por qué no concederle el beneficio de la duda. Ni por qué regatear sugerencias. Por ejemplo, no estaría de más que el PSOE aclarara su posicion respecto a la propuesta federalista que vienen haciendo los del PSC.
De otro lado, la prueba del nueve serán los próximos barómetros de Metroscopia, el CIS, etc. Esos medirán el impacto de este risorgimento del PSOE y, por ende, las perspectivas de Rubalcaba. El dictamen frío de los números es apabullante y sobrevolaba el ambiente del CF tanto más claramente cuanto que nadie lo mencionó. Si después de este cambio de guardia Rubalcaba cosecha igual intención de voto y proporción de gente que no confía en él quizá deba pensarse su decisión.
Por supuesto, no es infrecuente escuchar en circunstancias similares que el candidato está decidido a vencer las encuestas. Es su derecho y lo ejerce. Lo que sucede es que pasarse tres años venciendo encuestas puede ser fatigoso.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 20 d’agost del 2012

La crítica en el PSOE.

Nadie oye con agrado las críticas y, menos que  nadie, los políticos que, sin embargo, se pasan el día pidiendo opiniones sobre su actividad, críticas para mejorar, dicen, feed-back para corregir el rumbo, los más viajados. Es como en la Academia o el Foro. Toda opinión se profesa siempre sometida a otra mejor. Pero, si se formula esa otra mejor, se arma una gresca. Porque las críticas escuecen. Y en la política, una actividad que se quiere heroica, salen ronchas.
Por eso, la contumacia en la crítica de Tomás Gómez, secretario general de los sociatas madrileños, tiene su mérito, pues se arriesga a que haya movimiento en su contra, animado por la dirección del partido. Es verdad que Gómez no personaliza en Rubalcaba y tiene buen cuidado de orientar sus reproches al conjunto del partido, del que él mismo forma parte. Su crítica se entiende así como autocrítica o "crítica desde dentro" lo cual se supone la hará más digerible.
O no. Esta dirección, como todas, lleva mal las críticas. Normalmente no responde de modo directo sino a través de algún tercero significativo, algún otro barón, para decir que no es el momento de criticar sino de cerrar filas, arrimar el hombro, etc., etc. Por lo demás, la suerte está echada y las decisiones tomadas. Habrá conferencia política en el otoño, un manojo de teóricos está garabateando papeles para presentar un aluvión de propuestas de forma que las cosas queden más embarulladas que antes.
Pero la crítica de Gómez es muy pertinente y la dirección tiene que afrontarla y darle una respuesta. Señala tres o cuatro puntos que están en el ánimo de todos y pueden resumirse así: 1º) el PSOE debe hacerse más visible; 2º) romper con hechos la imagen de que no se diferencia del PP; 3º) elaborar una alternativa propia, solcialdemócrata, de izquierda, a la crisis; 4º) emplearse a fondo en la oposición en el Parlamento y en la calle.
Son, desde luego, tareas pendientes del PSOE, al que Palinuro también juzga aletargado, aún no recuperado de su último descalabro electoral. Y conviene que salga de él cuanto antes porque hay tareas nuevas. En concreto, la cuarta es sobrevenida, gracias a la acción de Gordillo y el SAT. Y es también la más delicada, pues abre un debate complejo y peligroso acerca de si la política debe circunscribirse a las instituciones o caben las acciones espontáneas, callejeras, extraparlamentarias.
A Gómez debe reconocérsele, cuando menos, la valentía de reconocer la necesidad de una respuesta a algo nuevo. Se distingue de la dirección que se niega a reconocer la cada vez más extendida oposición extraparlamentaria espontánea y popular, se limita a condenar el asalto al supermercado y a pedir la aplicación de la ley.
Tomás Gómez es más audaz, más matizado, más de izquierda. Empieza por reconocer que hay agitación en la calle, es legítima mientras sea pacífica y legal y el PSOE debe participar en ella. También él reprueba la acción directa de Gordillo y pide se aplique la ley pero, advierte, toda y siempre: a los jornaleros y a los banqueros. No hace falta decirlo, sostienen los del PSOE. Sí, sí hace falta decirlo, responde Palinuro, El último gobierno de Zapatero indultó a un banquero.
Esos matices y una posición más de izquierda hacen pensar que quizá Gómez sea asequible a algún razonamiento absolutamente ajeno al espíritu de la dirección del PSOE. Las acciones de Gordillo, la pasada, la presente, las futuras mientras esté en libertad, son actos de desobediencia civil, esto es, rupturas pacíficas de la legalidad por razones de conciencia y sin rehuir la responsabilidad por los propios actos. Responder a eso con un "aplíquese la ley", como si se tratara de una reyerta entre bandas de narcotraficantes, es no saber en dónde se está. Gómez debe darse cuenta de que la ilegalidad de la desobediencia civil no es un resultado sino un síntoma de un mal más profundo, de injusticia social clamorosa frente a la que el PSOE no puede permanecer impasible ni es lógico que aborde con recetas neoliberales.
(La imagen es una foto de Alfredo Pérez Rubalcaba, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 7 d’agost del 2012

Sueño de una noche de verano.

Leo un tuit de Odón Elorza (@odonelorza2011) en el que dice que: "Los datos d CIS y Metroscopia desbaratan la alternancia y el péndulo d poder.Nos piden otra forma d vivir la politica. Otra forma de vivir la política es un understatement pero se entiende muy bien pues, para vivir de otra forma la política preciso es hacer otra política.
Odón Elorza es un socialista relevante. Tiene juicio, criterio, experiencia y dice lo que piensa razonándolo. Debiera haber más Odones Elorzas en el PSOE. Sería un partido menos dócil, más inquieto y difícil de manejar, pero más creativo, más plural, más abierto y, sobre todo conectaría mejor con una opinión pública que, como demuestran los sondeos, sigue alejándose de la órbita de los dos partidos dinásticos.
La desorientación de la izquierda y el abatimiento de la gente (que quizá tengan una relación causal) apuntan a una situación de lucha por la supervivencia del modelo de Estado social que se instauró en la posguerra y, por ende, de la propia izquierda. En opinión general esa supervivencia está condicionada al logro de una unidad de acción de la izquierda.
¡Ah, la unión de la izquierda! Deseo mítico, siempre postulado, jamás conseguido; un empeño al estilo de Sísifo que dura un siglo y nunca ha cuajado salvo contadísimas y muy problemáticas ocasiones, como los Frentes Populares de los años treinta, la Unidad Popular de Allende, el Programa Común de la Izquierda en Francia en los primeros ochenta, el improvisado intento de listas comunes en España al Senado en las elecciones de 2000 y muy poquito más y ese poquito, en los países nórdicos. Es prácticamente imposible forjar una unidad entre una izquierda generalmente mayoritaria, socialdemócrata y una multiplicidad de partidos de izquierda radical entre los cuales, en algunos casos, en España, por ejemplo, sobresale el Partido Comunista.
Pero en una cálida noche estrellada de agosto, mientras llega la segunda oleada de calor asfixiante está uno proclive a dejarse llevar por el ensueño de qué sucedería si la izquierda se tomara en serio la unidad. Porque convencido de esta necesidad parece estar todo el mundo al extremo de que se dicen verdaderos disparates. El otro día leí a alguien proponiendo una unión de la izquierda al margen del PSOE lo que supone al margen de seis o siete millones de electores. Se dice entonces que no se pretende marginar a las bases sino solo a la dirección. Suena a repetición de la vieja consigna de los años veinte y treinta, de unidad por abajo, dejando en la estacada a los dirigentes, una de las tácticas más antiunitarias que quepa imaginar.
La izquierda radical necesita de la moderada si quiere ejercer elementos de poder igual que la moderada necesita de la radical para no ejercer el poder en detrimento de su base social y en beneficio de la clase dominante. Para ello, entiendo, nada mejor que abandonar los debates dogmáticos sobre cuestiones muchas veces irrelevantes y que, en todo caso remiten a un pasado de enfrentamiento desvanecido con la Unión Soviética. Como no hay modelo para seguir ni experiencia que aducir (si no es amarga) y está todo por hacer, ¿por qué no sentarse a una mesa a ver qué coincidencias hay en fines y medios? Igual cabe poner en marcha algo eficaz. Las cuestiones acerca de quién es la verdadera izquierda, que son como las de los patios de colegios de niños, pueden quedar también apartadas por el momento.
Del lado de la socialdemocracia la suavidad de la noche invita a adoptar una actitud abierta, cooperativa, colaboradora. Los socialistas quizá puedan despojarse de sus prevenciones anticomunistas, eso que los propagandistas llaman el anticomunismo visceral, término curioso carente de contraparte. No he oído hablar de anticapitalismo visceral. No todas las izquierdas radicales son comunistas y los comunistas ya no son lo que eran, desde el momento en que han tenido que moderar, si no hacer a un lado, su viejo programa revolucionario que puede seguir soterrado pero del que nadie habla para no asustar a los votantes. Tampoco estaría de más que el PSOE se sirviera aclarar algunos puntos dudosos que afectan a cuestiones de principios. La más llamativa es el repetino carácter dinástico del partido. Este había mantenido la disyuntiva Monarquía /República en una especie de limbo para no generar un conflicto incómodo. Pero en los últimos tiempos el PSOE se ha pronunciado claramente a favor de la Monarquía allí donde no era necesario. Este giro rompe con una tradición republicana del socialismo de modo subrepticio, sin someterla a debate. Igual sucede con el principio del derecho de autodeterminación. Le ha pasado lo mismo que a la República, empezó cayendo en el olvido, no mencionado en discursos ni declaraciones y, reemergió por fin como la posición contraria; el PSOE es contrario al derecho de autodeterminación (de los demás, claro). Es comprensible pero ese ser contrario no puede ni debe impedir un debate libre y a fondo sobre la cuestión.
Al fin salen cantando Oberon y Titania una conclusión feliz, de la unidad de la izquierda puede depender que esta llegue al poder en las próximas elecciones, tras de las cuales le espera una tarea de gigantes pues tendrá que volver a poner en pie el Estado del bienestar que la derecha habrá destruido. Si las pierde, esa destrucción se consolidará. Y no solamente desaparecerá el Estado del bienestar sino también la posibilidad de construcción de la izquierda en España y en Europa por muchos años.
(La imagen es una foto de Abode of Chaos, bajo licencia Creative Commons). Es un retrato de Manolis Glezos).

diumenge, 5 d’agost del 2012

Más sobre el letargo del PSOE y la izquierda..

La entrada de ayer, El letargo del PSOE me dejó pensando cómo hemos llegado hasta aquí, cómo es posible que en mitad de la mayor crisis del capitalismo desde la de 1929, la izquierda esté sin discurso y sometida al pensamiento único o consenso neoliberal.
En los últimos treinta años se ha vivido una hegemonía ideológica conservadora aplastante. La izquierda, hegemónica a su vez después de la segunda guerra y durante la guerra fría, se dejó desplazar por una derecha que, lectora de Gramsci, había comprendido que la batalla importante era la de las ideas. Esta sustitución estuvo posibilitada por la proliferación de los centros ideológicos conservadores, fundaciones, institutos, cátedras universitarias, Think tanks, medios de comunicación. Todos dedicados a propagar la propia doctrina y aniquilar la(s) contraria(s), todos dedicados a difundir discurso, discurso ideológico. Normalmente de dos tipos: a) el práctico, inmediato, el de los intereses materiales de la gente, cómo prosperar individualmente en una sociedad basada en el egoísmo racional, y b) el teórico, más elaborado, el de los valores que se dice defender. Normalmente los dos discursos no se mezclan porque, en principio, pertenecen a universos mentales distintos (el utilitarismo y el tradicionalismo conservador), pero van siempre juntos y el de los valores, familia, orden, disciplina, Patria y trabajo duro, acaba emergiendo siempre porque, en el fondo, no son distintos, sino que se presuponen: el discurso utilitario es autoritario.
Frente a esto la izquierda comparece desamparada. Su infraestructura de difusión ideológica es mínima, apenas algún periódico en algún país y con pocas fundaciones y menos financiación. Las grandes empresas, las mutinacionales, no suelen financiar centros de investigación de izquierda. Para mayor dificultad esta aparece dividida en dos, en una separación que traduce una sempiterna querella en su seno acerca de medios y fines. Es la divisoria entre la socialdemocracia, que acabó renunciando a la aspiración revolucionaria, y la otra, más radical, que antes se llamaba "revolucionaria" y ahora prefiere llamarse "transformadora" porque también ha moderado su lenguaje. En términos electorales la izquierda más radical ha tenido siempre resultados menos que mediocres pero la actual crisis le permite abrigar la esperanza de obtenerlos muy brillantes, al estilo griego, aunque acabe uno quedándose fuera del gobierno.
La socialdemocracia se encuentra en una trampa: su participación en el consenso neoliberal no la beneficia pues los votantes de aquel jamás la votarían. La transferencia de votos de la derecha a la izquierda es poco frecuente y en España, inimaginable. Esa participación, sin embargo, perjudica y mucho a la  socialdemocracia, pues comparte la responsabilidad en los fracasos que todo neoliberalismo cosecha. Por el otro lado, la izquierda "transformadora" está robándole los derechos de autor  como se ve por el hecho de que se presente como la única defensora del Estado del bienestar que es la específica creación socialdemócrata, atacada en su día por la izquierda "revolucionaria", la antepasada de esta otra.
La falta de discurso de la socialdemocracia actual tampoco es enteramente cosa suya pues viene de antes. Es muy difícil distinguir la tercera vía, de Blair o el nuevo centro, de Schröder del neoliberalismo. Así que tampoco es cuestión de ponerse nerviosos por no poder remediar en un santiamén algo que viene de lejos. Pero si la socialdemocracia quiere reelaborar su discurso propio debe comenzar repasando valores y principios, que han sido relegados por la presión de la práctica del día a día y la aceptación implícita de los que postulan los neoliberales: individualismo, egoísmo, desregulación, privatización, cada cual para sí mismo y reducción del Estado a la mínima expresión, al Estado mínimo, de Nozick. Pase que la socialdemocracia no profundice en la concepción hegeliana del Estado como lugar de la eticidad absoluta. Pero de ahí a reducirlo a la nada (que el sueño neoliberal incluye privatizar el ejército, la polícia, la justicia y el sistema penitenciario), media un abismo.
Ni una sola broma más sobre el Estado, emanada de discurso antiestatista desfachatado de un@s polític@s sinvergüenzas que lo atacan mientras  llevan toda la vida viviendo de él; del similar de unos empresarios -algunos de ellos delincuentes- que solo quieren ponerlo a su servicio para explotar a sus semejantes. El Estado del bienestar es obra de la socialdemocracia (aunque no solo de ella) y debe reivindicarlo y luchar por él primero como Estado y luego como bienestar. Y es preciso plantear esa lucha en el terreno apropiado: el de los principios. El primero de todos, el de una concepción del Estado como representante de los intereses de todos, no solo de la casta dominantes. Este discurso debe desembocar en uno más amplio que la socialdemocracia debe ampliar, profundizar y defender con decisión, en lugar de hacerlo acomplejadamente, un discurso en clara defensa de lo público en todos los órdenes, desde los económicos a los morales en cuanto atienden a los principios de equidad, solidaridad, redistribución e igualdad. Porque es lo moralmente superior, aunque a Aguirre le dé un ataque de ictericia.
Son controversias que hay que dilucidar en este territorio teórico, cosa que no se hace porque los políticos socialistas temen perder apoyo electoral si dejan de hablar de cuestiones prácticas, inmediatas, en donde los conservadores los tienen embarrancados sin privarse a su vez de soltar las grandes peroratas doctrinales. Junto a esta cuestión de refutar la demagogia antiestatista de los ideólogos empresariales (que, por lo demás, es autodestructiva) y de demostrar la superioridad de lo estatal  y lo público porque es lo de todos, la socialdemocraci debe elaborar otro asimismo probando de modo fehaciente que la política de privatizaciones ha sido un desastre, elevado a catástrofe (la actual) al unirse a la política de desregulaciones. Y no solo en el terreno de los hechos en el que bien a la vista está cómo esas privatizaciones y desregulaciones han provocado la actual crisis del capitalismo que, como todo el mundo sabe ya, es una estafa, una más, de los ricos a l.os pobres, de la minoría a la mayoría, sino, sobre todo, en el de los principios.
Los ricos tienen dinero suficiente para comprar teóricos, intelectuales, comunicadores, periodistas, dispuestos a embellecer su discurso ideológico explotador que, en último término, nos lleva al estado de naturaleza y la ley del más fuerte. La socialdemocracia ha de hacer frente a ese ataque ideológico venal, defendiendo su principios (ámbito de lo público, regulación, solidaridad, justicia social) supliendo con convicción, creatividad y desinterés la falta de medios materiales. Pero tiene que hacerlo.
(La imagen es una foto de Barcex, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 4 d’agost del 2012

El letargo del PSOE.


Un buen artículo de Odón Elorza en El País de hoy, titulado La regeneración y el reencuentro con la política formula lo que mucha gente piensa y también buena parte de la militancia del PSOE, aunque entre esta se dice con menor frecuencia a causa de los interesess creados, las alianzas de unos y otros y la necesidad de no significarse mucho en actitudes y juicios que puedan molestar a la dirigencia actual. Elorza, como alguna otra personalidad socialista de equiparable peso, no tiene por qué temer represalias, pero no es un caso generalizable. Entre los militantes, los simpatizantes y los votantes sigue reinando un ánimo de decepción y frustración muy similar al que imperaba en noviembre del año pasado. No lo digo yo, lo dicen todos los sondeos. A ocho meses de la más estrepitosa derrota del PSOE en los últimos 35 años, el partido no levanta cabeza. Al contrario, cada vez aparece más marcado por esa injusta equiparación que se le adjudicó con el PP de "PSOE y PP,. la misma mierda es", una igualdad que, si era difícil de refutar cuando se estaba en el gobierno aplicando políticas neoliberales, resulta absurdo que se padezca también en la oposición, cuando es más facil diferenciarse.
La dirigencia actual aparece ahora cómodamente instalada en una situación de inactividad casi abstencionista en la que no solamente no se ha acometido nada de lo que Elorza considera imprescindible para el propósito regeneracionista (singularmente la autocrítica de los errores del pasado) y no se han cambiado los rostros ni los mensajes sino que tampoco se hace oposición al gobierno más despótico, más tiránico, más antipopular e injusto que ha tenido España desde los tiempos de Franco. 
Sin duda, el PSOE recurre medidas arbitrarias del gobierno y se opone a ellas en el parlamento, aunque con escaso éxito pues, con su mayoría absoluta, el gobierno ignora la cámara. Es decir, hace una oposición democrática, civilizada, normal. Pero no son tiempos de normalidad. La brutalidad y el radicalismo con los que el PP está imponiendo su programa máximo prueban que ha entendido la oportunidad del momento y no va a desaprovecharla. Igual que de un manotazo se ha cargado todo el ordenamiento jurídico laboral para dar a los empresarios lo que pedían; igual que ha destruido el endeble equilibrio conseguido por el PSOE para una RTVE objetiva y de calidad y la ha convertido en una cuadra de sicarios y esbirros del partido; igual que deja a los niños sin escuelas y a los enfermos sin hospitales, trata el parlamento como si estuviera de adorno. 
No es cosa de que el PSOE se reduzca a la oposición extraparlamentaria para iniciar un proceso revolucionario, pero sí de que no puede seguir ignorando la cada vez más articulada y poderosa reacción de la calle ante las agresiones de un gobierno neofranquista y solo así conseguirá diferenciarse de su adversario ante los ojos de la gente.
Tampoco se trata de que Rubalcaba deje de sentar plaza de prudente ofreciendo cada día pactos y acuerdos al gobierno que este suele ignorar despreciativamente. Pero sí de que la política del PSOE no puede quedar reducida a ese espíritu de colaboración tan fácil de interpretar mal. Tiene que ejercerse continuamente, ser contraria a la del PP y difundirse por todas las vías para que la gente tenga conciencia de ella. En este terreno, en el de la formulación de una alternativa socialdemócratsa clara a las mentiras e injusticias del PP es en donde el PSOE tiene que empezar a ganar las próximas elecciones.
Por supuesto, no se trata de improvisar un programa en veinticuatro horas cuando no se ha hecho en ocho meses. Pero sí de empezar con la tarea, que no es fácil. Los últimos veinticinco años han sido de hegemonía neoliberal en Occidente a la que la socialdemocracia, por comodidad o carencia de ideas, se ha ido plegando hasta que ha llegado el momento de una crisis como la actual y el socialismo democrático se ha encontrado con que no tenía construcción  teórica propia válida y ha tenido que abordar aquella con las categorías intelectuales de su adversario. Y eso es lo que hay que empezar a cambiar. 
Si se admiten acríticamente los postulados filosóficos y antropológicos de la derecha en cuanto a la relación individuo-colectividad, los derechos fundamentales, la democracia, la relación entre el Estado y el mercado, el binomio libertad-igualdad, el valor de la personalidad, la solidaridad, la autoayuda etc, es claro que, llegado el momento, el PSOE no tendrá perspectiva sujficiente para presentar sus propias medidas concretas y tendrá que valerse de las de la derecha. Y ahí está el desastre.
Parece mentira que esto no se haya hecho ya, no digo en España sino en Europa a la vista del pavoroso fracaso del neolioberalismo, incapaz de resolver la crisis que él mismo ha creado y de frenar la degradación de nuestras sociedades a niveles de miseria. Por eso no valen ya las excusas y la socialdemocracia -el PSOE el primero, pues dispone de tiempo  libre en abundancia- tiene que revisar sus postulados doctrinales fundamentales, proponer una hipótesis explicativa del funcionamiento de las sociedades capitalistas con sus crisis, dibujar un orden justo, humano, libre al que orientarse estratégicamente y hacerlo de modo tal que pueda recuperar la hegemonia ideológica, perdida en favor de un pensamiento francamente pobre, elemental y falso, el neoliberalismo, una ideología en el sentido más mistificador del término.
Esa es la tarea.

dilluns, 30 de juliol del 2012

Luces y sombras de una gran coalición.


Un magnífico artículo Manuel Sanchís en El País de hoy, titulado Un gran coalición para salvar el euro aboga por lo que dice su título: una gran coalición entre (por lo menos) los dos partidos dinásticos con el fin de vencer la crisis y salir del euro. La finalidad es encomiable; el medio propuesto, factible; las razones, muy convincentes. Y, sin embargo, Palinuro cree que sobre no ser necesaria, esa gra coalición sería un error.
No la precisa el gobierno que, con su holgada mayoría absoluta tiene asegurado llegar al término de la legislatura, aunque sea haciendo y diciendo las tonterías que dice y hace. Tampoco le conviene al PSOE -si bien da la impresión de ser lo que Rubalcaba busca desesperadamente- quien apenas tendrá voz en ese gobierno y aparecerá vinculado a la intención ultrarreaccionaria y oscurantista de la derecha montaraz española. Igualmente no interesa a los partidos minoritarios, cuya posibilidad de negociar contrapartidas a cambio de un apoyo innecesario es mínima. Por último, no le conviene al país. Este ha aguantado ya ocho meses de gobierno despótico, ruinoso e incompetente. No le hacen falta otros experimentos para saber que lo que resta será igual o peor y no podrá recurrir a alternativa alguna porque la oposición está de coalición con el gobierno. Finalmente, no le interesa a la emocracia. Como sistema de gobierno, esta necesita una oposición fuerte y clara y no un pandemónium de soluciones de compromiso, inventadas, improvisadas, que no resuelvan los problemas sino que los oculten.
Pero hay más. Con la mejor intención del mundo, sin duda, los casi ocho años de gobierno Zapatero han dejado una herencia envenenada pero no para el PP sino para el PSOE. Zapatero fracasó frente a la crisis en el momento en que (mayo de 2010) decidió girar 180º y apuntarse a las políticas neoliberales. Dijo entonces que eso le costaría las elecciones y así fue. Lo que no dijo -probablemente ni lo imaginaba- es que iba a dejar a su sucesor en una situación imposible. Seguir con las políticas de Zapatero equivalía a supeditar por entero al PSOE al PP, hacerle perder su perfil propio y dar pábulo a la idea de que el PP y el PSOE son la misma mierda, que tan desmovilizadora fue el 20N. Pero enfrentarse a esas políticas no es creíble porque el PSOE tuvo siete años para practicarlas y no hizo nada. ¿Por qué iba a hacerlo ahora? Zapatero falló a sus votantes. No es necesario que también lo haga el PSOE en pleno.
La gran coalición interesa -y mucho- al PP. Otra cosa es que Rajoy lo vea pues no es el hombre especialmente listo. A quien no interesa nada es al PSOE, aunque puede que sí a Rubalcaba en su intención de afianzar una imagen de estadista. Esto tampoco le saldrá, dado que la gestión de la crisis por la derecha es tan absurda, injusta y desigual que, mientras la dirección suplica un pacto o acuerdo con el gobierno, los militantes y los electores, claramente escorados a la izquierda no no quieren oír hablar de ella y prefieren un gobierno de alianza de la izquierda.
Es un momento delicado en la historia del socialismo español: o este encuentra una posición propia y, (ello sería lo ideal) encabeza un movimiento europeo de articulación de una política socialdemócrata claramente diferenciada del neoliberalismo que permita salir de la crisis y reconstruir el Estado del bienestar o puede quedarse fuera del poder durante largo tiempo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 12 de juliol del 2012

El verdadero discurso de Rubalcaba


Eso que ayer pudo verse por televisión, anunciado como discurso de Rubalcaba en el Parlamento, no fue tal, sino una falsificación. La tele emitió el discurso de un sosias de secretario general. El mismo que habló, sin duda, en el hemiciclo pero que no era él sino, eso, un doble, programado por el PP para hacer declaraciones conciliatorias y colaboradoras a tal extremo que el propio Rajoy agradeció públicamente la buena disposición de su otrora adversario. Y aquí es ya donde algunos empezaron a maliciarse que hubiera gato encerrado. Aquel no podía ser el verdadero Rubalcaba.
Y, en efecto, no lo era. El verdadero y genuino Rubalcaba estaba secuestrado en un remoto despacho del Parlamento. El hombre tenía su discurso, muy distinto del que recitó su menecmo ante sus complacidas señorías. No sé cómo, Palinuro se hizo con él, supongo que con la complicidad del autor, y helo aquí íntegro, como me lo entregó. Es el buen Rubalcaba, con una pieza anafórica de primer orden, parecida a la que llevó a Hollande al triunfo. Dice así:
  • Usted, señor Rajoy, dijo en la televisión ante millones de ciudadanos y yo mismo que no subiría los impuestos. Y los ha subido. Pero no de forma equitativa ni justa.
  • Usted, señor Rajoy, afirmó públicamente y varias veces que no tocaría las pensiones. Y las está reduciendo a la nada.
  • Usted, señor Rajoy, me aseguró también en público que no abarataría el despido. Y no lo ha abaratado; lo ha hecho casi gratis total.
  • Usted, señor Rajoy, dijo categóricamente que no bajaría el sueldo de los funcionarios como había hecho Zapatero. Y le ha dado un hachazo del 7%
  • Usted, señor Rajoy, prometió que no reduciría las prestaciones por desempleo. Y acaba de sisarles el 10% en el 7º mes. Y eso, dice usted, para que intensifiquen la búsqueda de trabajo. Si es así, elimine la prestación de cuajo.
  • Usted, señor Rajoy, dejó claro que recortaría de todas partes menos de sanidad y tiene usted un sistema nacional de salud en práctico estado de descomposición por los recortes.
  • Usted, señor Rajoy, declaró que recortaría de todas partes (como ha hecho) menos de educación (como no ha hecho). Y tiene usted el sistema educativo entero hecho unos zorros.
  • Usted, señor Rajoy, juró que no subiría el IVA e incluso se sumó a la desobediencia civil movida por Esperanza Aguirre en contra de la subida del IVA. Pero usted lo ha subido.
  • ¿Cómo quiere usted, señor Rajoy, inspirar confianza dentro o fuera de nuestras fronteras? Sin duda se la inspira al 1% de la población, la iglesia católica y las grandes fortunas a las que no toca un pelo. Al contrario, algo les caerá de la reducción de las cotizaciones sociales de las empresas
  • Pero mantenerse democráticamente en el poder solo con la confianza del 1% de la población debe de ser harto difícil.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 10 de juliol del 2012

Bajo la lupa.

Los siete años y medio de gobierno de Rodríguez Zapatero, sus dos legislaturas, han sido trepidantes, repletas de acontecimientos, de crisis, de confrontaciones, crispaciones y sobresaltos. La primera legislatura enfrentó a un gobierno a la ofensiva reformista con una calle literalmente tomada por la derecha de la derecha de la derecha. La segunda, un gobierno ahora a la defensiva pero también reformista con una calle tomada por la izquierda de la izquierda de la izquierda. ¿Qué había pasado? Que los tiempos habían cambiado radicalmente y, llegado el momento de la decisión suprema, teniendo que optar entre perserverar en las políticas de izquierda, de expansión tímidamente keynesiana o girar 180º y abrazar las de la derecha, Zapatero eligió lo segundo. ¿Por qué?
Según pasen los años habrá más y más estudios sobre este periodo porque la respuesta a esa pregunta quizá encierre la clave del retroceso de la izquierda. En realidad, es lo que dice el autor de este libro (Ignacio Sánchez-Cuenca (2012) Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: La Catarata/Fundación Altenativas. 108 pp.) en un artículo de El País de 8 de abril de 2012, titulado Un problema de impotencia, cuya tesis viene a ser que el problema de la socialdemocracia es que, cuando tiene el poder, no acierta a poner en práctica sus ideas. Es posible. Conviene empezar por saber cuáles sean esas ideas y quizá quepa concluir que, siendo las ideas practicables, a lo mejor el problema es que se está en el poder pero no se tiene el poder, que es también una explicación frecuente del fenómeno aunque no necesariamente cierta. También cabe pensar que los dirigentes de la izquierda suelen ser de izquierda hasta cierto punto tanto cronológico como intelectual. Una experiencia frecuente en la vida cotidiana a la vista de la cantidad de gente que pasa de la izquierda a la derecha.
En todo caso interesa leer análisis sobre el periodo, sobre todo si son de autores que hablan con autoridad, como es el caso de Sánchez-Cuenca. Esta virtud le viene de su larga dedicación al asunto. Tiene otro libro colectivo compilado con Anna Bosco y publicado simultáneamente en Italia y aquí, titulado La España de Zapatero. Años de cambios, 2004-2008 (Fundación Pablo Iglesias), alguno de sus libros anteriores, aun siendo más teóricos, apuntan en la misma dirección del desarrollo de una teoría política socialdemócrata. Por último colabora con la Fundación Alternativas y en la redacción de su informe anual sobre la calidad de la democracia en España. Así que si alguien puede hablar con autoridad sobre los gobiernos de Zapatero, es Sánchez-Cuenca.
Y quizá lo haga con demasiada. Hay una excesiva cercanía entre el autor y su objeto de estudio, una implicación personal que todo estudioso de ciencias sociales sabe que está llena de peligros. Quizá no sea yo el más adecuado para señalarlo pues coincido en bastantes puntos con el análisis de Sánchez-Cuenca. Pero no en todos. Y en esas discoincidencias es en donde puede estar el interés de una confrontación de opiniones.
Sin duda el libro de S-C está lleno de datos y hechos verificables, a veces con profusión. Hay cuadros que llegan a hacerse pesados a fuerza de meticulosos. Pero son méritos, desde luego. Que quedarían realzados si el autor abordara un terreno más explicativo que descriptivo. Por ejemplo, en el primer capítulo, que relata el proyecto de ZP en términos teóricos a cuenta de su republicanismo, superador de la "Terceraª Vía" a través de la casi homófona "Nueva Vía", no hay mención al momento en que nuestro héroe hace una manifestación de un profundo calado teórico que provoca un terremoto. Preguntado por el problema nacional catalán, responde Zapatero que la nación "es un concepto discutido y discutible", como ha pensado siempre cierto sector de la izquierda que se piensa cosmopolita. Y aquí salta la derecha, hacen erupción los fuegos del averno y se acusa a Zapatero de traicionar a la Patria. El concepto de nación (española) es indiscutible. Es el comienzo del fin de la izquierda que no se atreve a defender su opinión sobre la relatividad de la nación porque, si lo hiciera, se escindiría y quedaría aniquilada en unas elecciones. Aceptado esto, se explican bastantes cosas de lo sucedido después.
El capítulo sobre los gobiernos de Zapatero es apabullante: ministr@ por ministr@ y ministerio por ministerio. Viene a concluir que la política de organización ministerial del PSOE fue algo caótica, sobre todo en cuestiones de educación, cultura, materias sociales, etc. Dudo de que eso sea peculiar de los gobiernos de Zapatero o de todos. No sé si hay más de uno o dos ministros de Educación en los últimos 50 años que no haya reformado por ley el conjunto de la enseñanza. El de ahora está en ello. Lo que más me gustó fue la creación del ministerio de la Igualdad que puso a los machistas del Reino a cien por hora y lo que más me entristeció fue que lo degradaran y lo "desaparecieran" en la segunda legislatura fruto, en mi opinión, del choque de Zapatero con el principio de la realidad, personalizada en la iglesia. Ahí S-C entra a saco. Luego de analizar con todo detalle el grado de cumplimiento de los dos programas de 2004 y 2008, levanta acta de los incumplimientos más clamorosos pero no me parece que indague con interés en las razones. No es lo mismo dejar sin regular el consejo de EFE que meter en un cajón el plan de separación de la iglesia y el Estado y la ley de laicidad.
La segunda legislatura fue un caos. La primera parte, de lucha contra una crisis declarada inexistente con unos instrumentos que después se juzgarían totalmente equivocados y la segunda, con un giro de 180º en la Noche de Walpurgis en que Zapatero regresó de Bruselas convertido en otro y, habiendo decidido sacrificarse para salvar a la Patria, como un nuevo Marco Murcio, ("me cueste lo que me cueste" se lo oyó decir en hora trágica), se lanzó a la sima del neoliberalismo. Pero a diferencia de lo sucedido con Marco Murcio, la sima no se cerró y aquí seguimos nosotros, asomados a ella, reforma tras reforma, recorte tras recorte.
En fin, está muy bien el libro de S-C; se lee con provecho y agrado y sin poder evitar un sentimiento de nostalgia cuando el autor concluye diciendo que si la izquierda socialdemócrata aspira a algo tiene que resolver "la cuestión de cómo las instituciones políticas pueden cambiar las relaciones de poder económico existentes. Este parece un reto inexcusable para el futuro." Sí, el reto de la revolución.