Un magnífico artículo Manuel Sanchís en El País de hoy, titulado Un gran coalición para salvar el euro aboga por lo que dice su título: una gran coalición entre (por lo menos) los dos partidos dinásticos con el fin de vencer la crisis y salir del euro. La finalidad es encomiable; el medio propuesto, factible; las razones, muy convincentes. Y, sin embargo, Palinuro cree que sobre no ser necesaria, esa gra coalición sería un error.
No la precisa el gobierno que, con su holgada mayoría absoluta tiene asegurado llegar al término de la legislatura, aunque sea haciendo y diciendo las tonterías que dice y hace. Tampoco le conviene al PSOE -si bien da la impresión de ser lo que Rubalcaba busca desesperadamente- quien apenas tendrá voz en ese gobierno y aparecerá vinculado a la intención ultrarreaccionaria y oscurantista de la derecha montaraz española. Igualmente no interesa a los partidos minoritarios, cuya posibilidad de negociar contrapartidas a cambio de un apoyo innecesario es mínima. Por último, no le conviene al país. Este ha aguantado ya ocho meses de gobierno despótico, ruinoso e incompetente. No le hacen falta otros experimentos para saber que lo que resta será igual o peor y no podrá recurrir a alternativa alguna porque la oposición está de coalición con el gobierno. Finalmente, no le interesa a la emocracia. Como sistema de gobierno, esta necesita una oposición fuerte y clara y no un pandemónium de soluciones de compromiso, inventadas, improvisadas, que no resuelvan los problemas sino que los oculten.
Pero hay más. Con la mejor intención del mundo, sin duda, los casi ocho años de gobierno Zapatero han dejado una herencia envenenada pero no para el PP sino para el PSOE. Zapatero fracasó frente a la crisis en el momento en que (mayo de 2010) decidió girar 180º y apuntarse a las políticas neoliberales. Dijo entonces que eso le costaría las elecciones y así fue. Lo que no dijo -probablemente ni lo imaginaba- es que iba a dejar a su sucesor en una situación imposible. Seguir con las políticas de Zapatero equivalía a supeditar por entero al PSOE al PP, hacerle perder su perfil propio y dar pábulo a la idea de que el PP y el PSOE son la misma mierda, que tan desmovilizadora fue el 20N. Pero enfrentarse a esas políticas no es creíble porque el PSOE tuvo siete años para practicarlas y no hizo nada. ¿Por qué iba a hacerlo ahora? Zapatero falló a sus votantes. No es necesario que también lo haga el PSOE en pleno.
La gran coalición interesa -y mucho- al PP. Otra cosa es que Rajoy lo vea pues no es el hombre especialmente listo. A quien no interesa nada es al PSOE, aunque puede que sí a Rubalcaba en su intención de afianzar una imagen de estadista. Esto tampoco le saldrá, dado que la gestión de la crisis por la derecha es tan absurda, injusta y desigual que, mientras la dirección suplica un pacto o acuerdo con el gobierno, los militantes y los electores, claramente escorados a la izquierda no no quieren oír hablar de ella y prefieren un gobierno de alianza de la izquierda.
Es un momento delicado en la historia del socialismo español: o este encuentra una posición propia y, (ello sería lo ideal) encabeza un movimiento europeo de articulación de una política socialdemócrata claramente diferenciada del neoliberalismo que permita salir de la crisis y reconstruir el Estado del bienestar o puede quedarse fuera del poder durante largo tiempo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).