dimecres, 2 d’octubre del 2013
II Año triunfal.
dimarts, 1 d’octubre del 2013
Buscadlos, desenterradlos, hacedles justicia.
La transición se hizo con olvido de las víctimas del franquismo. Los derrotados de la guerra tuvieron que aceptar la segunda derrota de la memoria: a los cuarenta años del fin de la contienda, seguirían sin existir. Pero ahora han pasado casi otros tantos y es claro que los efectos negativos que para la reconciliación pudieran haberse temido en 1978 (que jamás fueron reales) ya no pueden invocarse.
El reconocimiento del carácter criminal de la dictadura y la garantía de justicia a las víctimas sería en verdad el acto de grandeza de la derecha que cristalizaría en la auténtica reconciliación de los españoles. Mientras eso no se haga, las heridas continuarán abiertas, entre otras cosas porque los descendientes o herederos políticos de quienes las infligieron consideran que las víctimas se lo merecían.
Ese es el problema.
(La imagen es una foto de El reñidero, bajo licencia Creative Commons).
dijous, 26 de setembre del 2013
La guerra no ha terminado.
Dicha sublevación militar venía siendo en cambio preparada con mayor o menor fortuna (y con muchos elementos de típica chapuza hispana) desde años atrás a través de los agravios de una casta militar privilegiada, sobredimensionada, embriagada de su fuerza y convencida de que la República estaba tratando de convertirla en un chivo expiatorio de sus desmanes. Fernando Puell de la Villa, militar él mismo, analiza en un capítulo sobre "la trama militar de la conspiración" los elementos que alimentaban este espíritu insurreccional castrense que, a su juicio, se compone de una "mentalidad intervencionista" (p. 56), un "victimismo paranoide" (p. 58), con el añadido de algunos factores contingentes que siempre apuntaron en el mismo sentido, como la cuestión catalana (p. 61) o el supuesto "peligro bolchevique" (p. 64).
Muy informativo y sistemático resulta el capítulo de Eduardo González Calleja, "la radicalización de las derechas", en el que distingue las corrientes de estas y da cumplida cuenta de las pintorescas relaciones que entre ellas mantenían: legitimismo carlista, catolicismo de la CEDA, alfonsismo y fascismo (p. 222). Cuatro banderías que reconocieron de inmediato que el punto de fusión de sus intereses comunes (dijeran lo que dijeran en sus proclamas) consistía en echarse en brazos de ejército.
El clérigo catalán Hilari Raguer, de la mítica abadía de Montserrat, tiene a su cargo presentar las relaciones de la iglesia católica con el "alzamiento". Un asunto crucial porque el clero funcionó desde el primer momento como el principal aliado y legitimador del golpe militar de los generales felones. Parece prudente encomendárselo a alguien que conoce la cofradía por dentro porque, en efecto, echa mano y expone información, de interés, como esa referencia al texto del canónigo magistral de Salamanca , Aniceto Castro Albarrán, El derecho a la rebeldía (p. 248) que, aunque conocido, no está lo suficientemente valorado en su importancia en cuanto entronque del golpismo del generalato con la tradición filosófico-política del derecho de resistencia.
Novedad para este crítico es la mención a la curiosa conspiración de aquel majadero que fue Eugenio Vegas Latapie, alma de todas las conspiraciones monárquicas y de Acción Española, quien pretendía organizar un atentado terrorista que provocara la guerra civil (p. 250). En el fondo, esta provocación criminal resume como una metáfora, el sentido todo de esta guerra que aún no ha terminado: quienes ansiaban acabar con la República en defensa de sus intereses de clase, estaban dispuestos a hacer lo que fuera para ello, a cometer todo tipo de crímenes y felonías... y a achacárselos después a quienes, al apoyar al gobierno legítimo, se opusieron a sus designios. En realidad, si los psicólogos quieren una muestra empírica incuestionable de esa patología que llaman proyección, inherente a la derecha española y consistente en acusar a los demás de hacer lo que ella hace, que consideren cómo los delincuentes rebeldes acabaron encarcelando, "juzgando" y asesinando a sus enemigos acusándolos de "rebelión". Tática de proyección que la derecha sigue aplicando hoy día de igual modo aunque, de momento, con efectos menos cruentos.
El capítulo de Raguer tenía que tratar el asunto de la cruzada en cuanto concepto legitimatorio esencial del franquismo emanado de la iglesia. El autor recuerda que el término no aparece en la famosa carta colectiva de los obispos españoles del 1º de julio de 1937 (p. 255) pero lo que es evidente, obispos o no obispos, es que el término echó raíces, fue esencial para la justificación de la guerra civil y la barbarie fascista desencadenada en España y, desde luego, salió de la iglesia. No de la propaganda del 5º Regimiento. Y que el Vaticano no la empleara expressis verbis tampoco quiere decir gran cosa para quien, como Raguer, seguramente conoce las muchas lenguas con que habla la Santa Sede.
El capítulo de Fernando Hernández Sánchez, "con el cuchillo entre los dientes: el mito del 'peligro comunista' en España en julio de 1936" tiene asimismo especial relevancia a los efectos específicos del libro. Remacha Hernández la idea de que la sublevación militar, producto de la previa (y única) conspiración antirrepublicana, fue una "contrarrevolución preventiva" (p. 275) y, muy convincentemente, concluye que el Frente Popular y su columna vertebral, el PCE, lucharon siempre en defensa de la legalidad republicana (p. 287). De revolución en ciernes, nada. Son incontables los testimonios que prueban cómo los comunistas se opusieron primero y yugularon después todas las ensoñaciones revolucionarias de la CNT/FAI o el POUM. Nos adentramos aquí en este episodio -ya tratado en otras partes del libro- que podríamos llamar la "guerra civil dentro de la guerra civil" que concluyó con el triunfo de los comunistas (o los estalinistas, como los llamaban los trostkistas) y la aceptación del principio de primero la guerra y luego la revolución.
En este asunto, como suele suceder en los hechos históricos, hay matices y matices. Si uno restringe el ámbito exclusivamente al escenario español, el punto de vista de Hernández es incuestionable: los comunistas pegan un giro a raíz del VII Congreso del Komintern en 1935 y pasan a propugnar la política de "frentes populares" como forma de lucha contra el fascismo. Un giro de 180º que tiene tanta justificación y elementos propagandísticos como sus posiciones anteriores. España fue una pieza más, sin duda importante, pero una más, en la formidable política de agit-prop de la Internacional Comunista, organizada en gran parte por aquel genio de la propaganda que se llamó Willi Münzenberg, posteriormente asesinado quizá por agentes estalinistas. Los comunistas en España obedecían consignas (entre otras, acabar con los "traidores" trostkistas) y las hubieran seguido aunque hubieran sido las contrarias. Reconozco que esto no cambia gran cosa en cuanto al fondo de la discusión de si había o no un "peligro comunista" en España en julio de 1936, pero hay que ir muy al fondo de las cosas y matizar bastante para los años posteriores. Bolloten, seguramente, se vendió por un plato de lentejas; pero, es de insistir, Borkenau fue mucho más perspicaz.
El capítulo de José Luis Ledesma, "La 'primavera trágica' de 1936 y la pendiente hacia la guerra civil", que es un buen complemento al de Francisco Pérez Sánchez, "Las reformas de la primavera del 36", muy concentrado en el análisis de las distintas medidas de reforma de la República, supone un buen colofón a este recomendable libro. Ledesma no duda en calificar de "leyenda negra" lo de la amenaza revolucionaria pretextada por las derechas conspiradoras, sublevadas y golpistas (p. 311), pero matiza algo que es de justicia. No hubo una violencia especialmente significativa de las izquierdas antes de la sublevación militar (quizá fuera mayor la sistemática provocación de los pistoleros falangistas y católicos), pero sí se encendió en cierto grado a raíz de dicha sublevación. Pero eso, obviamente, requiere otro juicio. No se puede amalgamar con la anterior, como ha hecho sistemáticamente la historiografía franquista muchos de cuyos seguidores siguen produciendo esa bazofia seudohistórica y legitimatoria en defensa del que quizá haya sido el régimen más bestial, cruento, asesino y vergonzoso de la historia de este sufrido país.
Añádase a todo lo anterior con su poderosa armazón historiográfica la reproducción de los originales de las abrumadoras pruebas de cargo que aportan los autores: los contratos de Roma y en anexos los documentos elaborados por el general Mola en preparación del golpe de Estado de julio de 1936 que demuestran una clara voluntad de recurrir a la máxima violencia de la guerra para derribar la República y continuar luego con una política de represión y terror en contra de la población civil en términos que la conciencia posterior de la humanidad ha calificado de genocidio. Estos torturadores españoles que reclama hoy la justicia argentina son en realidad los servidores y perpetuadores de un régimen ilegal, delictivo, terrorista y genocida, preparado con mucha antelación a julio de 1936. Los contratos de Roma, por lo demás, ya se ha dicho, no apuntaban a un mero "golpe de Estado". Basta con ver el material bélico comprado que tan profusamente se describe. Además, lo que estas cuentas prueban asimismo es la directa implicación de Mussolini en la preparación del asalto armado contra la República española. Fueron los alemanes y los italianos quienes ayudaron decisivamente a Franco a ganar la guerra. Los rusos llegaron mucho más tarde y, por razones evidentes, pudieron hacer bastante menos.
Efectivamente, bienvenido este último libro sobre la guerra civil. Una guerra que aún no ha terminado.
dissabte, 21 de setembre del 2013
El reino y el infierno.
A falta de juegos olímpicos, bienvenidos habían de ser los juegos de manos. Así, la fe puesta en los estadios se posa ahora en los casinos y, en lugar de hacer el ridículo hacia fuera, lo hacemos hacia dentro. El millonetis Adelson quiere que en Eurovegas (de cuya financiación aún no dispone) no se aplique la legislación antitabaco. La ministra Mato se ha puesto a la tarea de no ver Eurovegas igual que no veía el Jaguar en el garaje de su casa. Y, ya puestos, ¿por qué limitarnos a la prohibición de fumar? ¿Por qué no eliminar también la prohibición de la trata de blancas o el abuso de menores?
dijous, 19 de setembre del 2013
Vuelve Franco.
El revival franquista del verano alcanza su apogeo. Los zangolotinos de Nuevas Generaciones poblaron las redes de fotos celebrando el fascismo con banderas franquistas, brazo en alto y acudieron en escuadra falangista a arropar a Cospedal en su declaración ante el juez. Porque son franquistas, sí, pero del PP y no parece que sean casos de doble militancia. Los gerifaltes del partido consideran que se trata de "chiquilladas" y no merece la pena tomar medidas disciplinarias. Varios alcaldes del PP, que parecen sacados de un álbum de fotos de la época de Bienvenido Mr. Marshall, también han dado fe de su inquebrantable fidelidad a Franco. Estas, claro es, no son chiquilladas; son alcaldadas seniles y, por lo tanto, tampoco censurables. Un grupo de matones del fascio entre los que hay de todo, incluido un pariente de un miembro del gobierno, asaltan la librería Blanquerna. Actos aislados, insignificantes, dirá el ministro del Interior.
dimecres, 11 de setembre del 2013
Los fascistas del gobierno al ataque.
diumenge, 2 de juny del 2013
El "patriotismo" de la derecha corrupta y trincona
- 1ª)¿Franco no cobraba? No me lo creo.
- 2ª) Los curas ¿no cobraban? Tampoco me lo creo.
- 3ª) El Estado español ¿mantendrá el título nobiliario de un presunto traidor y felón como Queipo de Llano?
De nuevo tres conclusiones-preguntas de Palinuro:
- 1ª) Rajoy con sus supuestos sobresueldos y viajes gratis, ¿no tiene cuenta en Suiza? No me lo creo.
- 2ª) Aznar, con sus gastos de representación, sus clases de pádel, sus bodas semigratis, ¿tampoco tiene cuenta en Suiza? Tampoco me lo creo.
- 3ª) ¿Solo los políticos del PP trincaban? ¿Qué pasa con sus periodistas de cabecera?
dilluns, 20 de maig del 2013
Lo que impuso Franco.
dimarts, 14 de maig del 2013
El miedo.
dissabte, 20 d’abril del 2013
El asesinato de Grimau.
diumenge, 3 de febrer del 2013
Las siervas de Satán.
dijous, 22 de novembre del 2012
Suspendido el acto de homenaje a Franco.
Prohibir el homenaje a un dictador asesino en Madrid.
dissabte, 6 d’octubre del 2012
Gómez Llorente. Por amor a Marx.
dimarts, 7 d’agost del 2012
El retorno del franquismo.
- Ha destruido todas las garantías jurídicas de protección al trabajo y ha dejado a los trabajadores sin derechos, literalmente como esclavos en manos de los empresarios.
- Persigue y trata de aniquilar los sindicatos, asfixiándolos económicamente y reprimiéndolos administrativa y laboralmente.
- Reprime toda expresión de descontento o crítica. Por la vía gubernativa gracias al fascismo rampante de la delegada del gobierno en Madrid que penaliza el ejercicio de los derechos ciudadanos de reunión, manifestación y expresión mediante la arbitrariedad policial. Por la vía penal, tipificando como delitos comportamientos que en ningún país civilizado lo son, como la resistencia pasiva..
- Censura la libertad de expresión de trabajadores y funcionarios públicos y/o los amenaza con represalias si ejercen sus derechos de crítica.
- Controla los medios públicos de comunicación, manipulándolos sin miramientos y poniéndolos al servicio del gobierno y su partido como oficinas de propaganda. El caso más claro, Telemadrid, una televisión financiada por todos los madrileños y colonizada por los periodistas a sueldo del PP que falsean, mienten y hacen demagogia al servicio de su amo, acallando las voces crítica.
- De este modo, se hace difícil que la opinión pública tenga un conocimiento aceptable de la pavorosa ineptitud de los gobernantes y los niveles de corrupción y despilfarro de sus administraciones.
- Todo ello acompañado de una permanente campaña de los medios privados y públicos que ensalza las glorias de los gobernantes y ataca de modo torticero, falso y amarillista a sus adversarios. De lo primero, de los ditirambos ridículos que los incondicionales dedican a Rajoy, da pruebas abundantes ese comic de Planeta que se edita en Madrid y se llama La Razón. De lo segundo las campañas de bulos, mentiras e infundios contra los adversarios que periódicamente pone en marcha El Mundo, un libelo amarillista de una calidad ínfima, a la altura de El Alcázar,.
dilluns, 12 de març del 2012
Guadiana del Caudillo y el 11-M como ejemplos
El pueblo pacense de Guadiana seguirá llevando el estigma del nombre del delincuente por decisión libre de los vecinos. ¿Cómo es posible? Un somero análisis muestra la razón de este desatino y carga su culpa sobre los hombros de quien la tiene: la izquierda, el PSOE e IU. Veamos: sobre una población de 2.500 almas y un censo de unas 1.500 (ignoro cómo se haya elaborado y no es aquí importante) hubo 495 votos a favor de mantener el nombre del delincuente y 310 en contra, 4 votos nulos y 2 en blanco. En total, 811 votos, más o menos el 54%. El 46% restante, abstenciones, muy superior a la media del 30/33% habitual en la península. ¿Por qué tanta abstención? Muy sencillo porque la izquierda, juzgando que la consulta era ilegal por varios conceptos, pidió la abstención. Es posible que la consulta sea ilegal, eso se verá en su día si alguien recurre. Y es cierto que no es vinculante pues el consistorio hará lo que le plaza (que será dejar el nombre de Franco) pero lo que está claro es que el resultado tiene un enorme valor simbólico y va en contra de la izquierda, muchos de cuyos votantes tendrán que seguir aguantando la afrenta de tener un toponímico en recuerdo de un genocida. Y a favor rotundo de la derecha heredera del mismo genocida. Ese es el problema de la izquierda que, por unas razones u otras, siempre mete la pata y permite que la minoría de la derecha hable en nombre del conjunto. Como está pasando ahora mismo en todo el país.
Otro ejemplo inverso. Hoy, 12 de marzo de 2012, la derecha neofranquista ha montado un acto/provocación de sedicente homenaje a las víctimas del 11-M para politizar el asunto, como siempre, y usarlo en contra de los sindicatos y de las propias víctimas, que le importan un pepino. La convocatoria es legal, desde luego y hecha con todos los requisitos formales. ¿Debería acudir a ella la izquierda? Sin duda, no. La izquierda homenajeó a las víctimas ayer, 11 de marzo, cuando tocaba y sin usar el homenaje como arma partidista. Entonces ¿qué pintan Tomás Gómez, del PSOE y Gregorio Gordo, de IU (el de UPyD, allá él) en un acto que es una provocación de neofranquistas? Pues, como siempre, metiendo la pata, dando bazas al enemigo. Eso la derecha no lo hace nunca. Al revés que en Guadiana del asesino pero con los mismos resultados desastrosos. Porque la convocatoria escisionista de Botella y Aguirre será legal pero es inmoral y tiene un valor simbólico tremendo. Valor simbólico que Gómez y Gordo han contribuido a ensalzar, deslegitimando de paso el acto de ayer. No sigo porque me caliento pero, ¿cabe duda alguna de por qué esta gente lleva años perdiendo elecciones? Por falta de coraje, de claridad, de inteligencia.
dimarts, 28 de febrer del 2012
El franquismo y la transición según el Tribunal Supremo.
La sentencia de ayer del Tribunal Supremo (TS) absolviendo a Garzón del delito de prevaricación por declararse competente en la investigación de los crímenes del franquismo cierra el tercer acto del drama que, de momento, acaba con la carrera del mentado y molesto juez. El propio Garzón lo ha dicho claramente: con su absolución “El guión se ha desarrollado como estaba previsto”, incluso a costa de alterar los tiempos procesales. Se cierra ese drama, pero se abre otro que no sabemos aún a dónde puede llevarnos. A esos efectos, la sentencia no solo es buena por absolver a Garzón sino por existir en sí misma ya que, por primera vez, disponemos de una decisión judicial al más alto nivel sobre un asunto (los crímenes del franquismo) que hasta ahora quedó al margen de los tribunales.
No estoy seguro de que los magistrados sean conscientes del alcance de su decisión. Si lo hubieran sido, habrían puesto más atención en la solidez de su razonamiento que presenta bastantes inconsistencias, al margen de su interpretación puramente técnica. Sin olvidar que se trata de una reflexión urgente, pretendo concentrarme en los primeros aspectos (los del puro razonamiento lógico), absteniéndome de los segundos por falta de competencia, en la seguridad de que serán tratados en su momento por quien la tenga.
A primera vista está claro que el TS no se ha limitado a entender de la cuestión concreta y específica del supuesto delito de prevaricación. Es tal la convicción ideológica de los jueces sobre el fondo del asunto, que no han resistido la tentación de pronunciarse sobre él y de hacerlo de un modo tan insatisfactorio que plantea más problemas de los que resuelve, si es que resuelve alguno y a no ser que dar carpetazo sin más a un problema lo llamemos resolverlo.
El núcleo del razonamiento del TS (los fundamentos de derecho) es un pequeño embrollo que, debidamente desentrañado, deja al descubierto una sentencia con un claro componente ideológico. Sostiene el TS que Garzón no prevaricó sino que solo erró en su calificación del delito y en su interpretación del derecho positivo, la doctrina y la jurisprudencia. Pero, como no puede limitarse a absolver al reo, procede a explicar en qué consistió ese error, contraponiendo a la garzoniana otra interpretación que prevalece sobre la del juez por razón jerárquica del órgano que la emite, pero no necesariamente por su superioridad racional. Incidentalmente, esta absolución en estos términos es simétrica de la condena previa al mismo acusado por el caso de las escuchas y, como en toda simetría, el orden de los términos está invertido. En la condena se decía que hubo prevaricación porque no se trató de una mera interpretación, sino de una decisión injusta a sabiendas mientras que en este, no hubo decisión injusta sino error de interpretación, con lo que el a sabiendas no cuenta. ¿Pero no contiene esta expresión un fuerte elemento subjetivo, materia de interpretación en sí mismo? En fin, un asunto esencial, sobre el que se discutirá mucho en el futuro y que dará armas al juez Garzón en sus posteriores recursos pero que aquí es secundario.
En su tercer "fundamento de derecho" el TS empieza por decir que Garzón cometió un error de tipificación de los hechos que, de darse, en realidad, hace irrelevante el resto de sus consideraciones. Pero es que lo mismo cabe decir del conjunto de la sentencia, cuyo primer fundamento empieza por decir que los hechos denunciados en su día (los crímenes franquistas) no pueden ser objeto de proceso penal pues no hay a quien imputar la responsbilidad porque a las dos causas tradicionales de extinción de la responsabilidad penal (muerte del reo y prescripción del delito) se añade aquí la sobrevenida de la Ley de Amnistía de 1977.
El TS niega que en España pueda darse un juicio de la verdad, como en otros países porque la naturaleza de este (averiguar la verdad) no casa con el alma del procedimiento penal español sustantivo que consiste en encontrar un culpable y sancionarlo. Lo pintoresco (por eso decíamos antes que es muy importante que esta sentencia exista) es que el alto tribunal reconoce que hay victimas en demanda de tutela judicial que él, dice, no puede brindarles. En cuanto a la averiguación de la verdad, pues no puede tratarse de la judicial, habrá que acudir a la historiográfica. No sé si los magistrados del TS leen la prensa; pero, si lo hacen, habrán visto que la Real Academia de la Historia, en la que un puñado de ideólogos franquistas sienta plaza de historiadores, ya ha establecido que Franco no fue un dictador y de genocidio y crímenes contra la humanidad ni hablamos. No hay verdad judicial y tampoco la hay historiográfica. Con ello se cierra no solo un círculo vicioso sino literalmente pérfido con el que unos ideólogos judiciales y otros historiográficos tratan de blindar una situación en la que no pueda haber justicia para unas víctimas que llevan setenta años esperándola y a algunas de las cuales el TS tuvo que escuchar por primera vez. Pero las víctimas existen, están ahí y nadie podrá seguir ignorándolas, máxime ahora que esta sentencia expresamente las reconoce como tales con lo que, se entiende, habrá que encontrar algún medio de hacerles justicia.
La interpretación que el TS hace de casi todas las demás cuestiones (la eficacia del derecho internacional consuetudinario, la prescripción de los delitos, la cuestión de la retroactividad de las normas penales, etc) es opinable y supongo que será objeto de mucho debate jurídico. Pero hay alguna en concreto que llama la atención por lo falaz de su construcción. Y no es menor, ya que afecta a la visión que de la transición tiene el TS y que era lo que nos faltaba para reavivar la hoguera sobre el carácter profundo de la mutación de la Dictadura en un sistema democrático de modo pacífico.
El TS alcanza tonos ditirámbicos cuando dice que "La idea fundamental de la transición, tan alabada nacional e internacionalmente, fue la de obtener una reconciliación pacífica entre los españoles y tanto la Ley de Amnistía como la Constitución Española fueron importantísimos hitos en ese devenir histórico". Sin embargo, el Tribunal no puede ignorar que la Ley de Amnistía es de 1977 y, por lo tanto, preconstitucional, ya que, en el mejor de los casos, de no pertenecer al orden jurídico franquista, estaría en ese derecho transicional que el mismo Tribunal menciona y que de ser algo sería como el "vertebrado gaseoso" de que hablaba Nicolás Ramiro Rico. Sí dice el TS, curándose en salud, que dicha ley no fue derogada posteriormente por la Constitución pero olvida decir que no lo es expressis verbis, pero que puede defenderse su inconstitucionalidad en función de la cláusula derogatoria genérica que también cuenta. Admitido, quizá esto sea ya un exceso de activismo judicial y no corresponde a los magistrados decidir sobre estas cuestiones. Sin embargo, tampoco les corresponde justificar una determinada forma de transición que mucha gente considera nociva.
Sin duda, como dicen algunos comentaristas, el TS bloquea la posibilidad de investigar penalmente los crímenes del franquismo pero, al mismo tiempo, reconoce la existencia de unas victimas carentes de tutela judicial (aunque en un párrafo que yo tildaría de mezquino, enumera algunas medidas compensatorias ya adoptadas y manifiestamente insuficientes) a las que habrá que otorgársela. Con ello, el TS devuelve la patata caliente al Parlamento, esto es, a la opinión pública. Y, por tratarse de este trágico asunto, a la opinión pública internacional.
(La imagen es una captura del vídeo publicado ayer por El País.)