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dissabte, 21 de setembre del 2013

El reino y el infierno.


Crónica de la España negra.

El Rey pasa de nuevo por el quirófano. Ya no hace bromas con el taller y los tornillos. Está de un humor de perros. Y el personal tomándoselo a chirigota. "Abuelo, abuelo, que te la vas a dar." Debiera mirarse en el ejemplo de su pariente Isabel II, tan fresca como una rosa y es bisabuela, creo, o poco le falta. Y ¿sabe SM por qué? Porque sus perros comen todos los días solomillo preparado especialmente para ellos por un chef de cocina. Eso sí que es carácter democrático de la Monarquía, caramba. Supongo que los animalistas estarán encantados aunque, claro, los solomillos salen de alguna parte. La ética está siempre llena de trampas o de insidias, como diría Rajoy.

En todo caso, el Rey tampoco da para mucho como cortina de humo frente al caso Bárcenas, a punto ya de convertirse en una serie televisiva. Seis meses de recuperación y hasta el próximo batacazo. Mucho más prometedora aparece la cuestión de los presuntos torturadores del franquismo, Billy the Kid y The Wild Bunch. Esa sí que es cortina de humo que está ya viendo el mundo entero: el gobierno va a impedir por todos los medios la extradición de los presuntos reclamados por la justicia argentina. Lo que sucede es que es una cortina de humo tras la que preferiría no estar. La asociación del gobierno con el franquismo no es plato de su gusto. Es verdad que el PP es franquista a fuer de fundado por un ministro de Franco y de dar abundantes pruebas de seguir siéndolo. Pero no se atreve a confesarlo, salvo casos incurables como Mayor Oreja o algún jefe de centuria amojamado en alcalde del PP. Los tiempos no están para presumir del fascio. Al contrario, están para que sus propagandistas ideológicos alardeen de liberalismo, digan que Franco era socialista o simulen creer que el término nazi es un insulto y se lo apliquen a sus adversarios, preferentemente los nacionalistas.

El asunto Bárcenas no puede ocultarse ni minimizarse porque ha corrompido el fundamento mismo de la legitimidad democrática del gobierno y de su partido. Un partido que para muchos es un negocio, un lujoso modo de vida. Entre los diez principales beneficiarios de los sobresueldos barcénigos pillaron 10.673.292 de euros en veinte años; diez millones y medio, además de sus ordinarios y generosos sueldos por las actividades que realizaran. A más a más, una pastuqui, procedente de unas donaciones presuntamente ilegales. Y en concepto ¿de qué? Según nebulosa explicación de Rajoy en el Parlamento, por el trabajo realizado, como compensación o algo así de etéreo. Una trola que salta a la vista con los más de tres millones de euros que afanó el entonces tesorero. ¿Qué se compensaba en este caso? ¿Qué trabajo se remuneraba especialmente? Y de los demás, ni hablemos. La actividad de político es voluntaria. ¿De qué hay que compensarlos? ¿De qué se ha compensado a Ana Mato?

Son estos cobros millonarios, moralmente injustificables, los que convierten el asunto Bárcenas/Gürtel en el asunto Rajoy, como ya se ha dicho. Un asunto imposible de tapar precisamente por ser el presidente que, aun escondiéndose cuanto puede, tiene que aparecer obligadamente y, en donde él aparece, aparecen los sobresueldos.

La estrategia de La Moncloa es mantenerse en el mutismo y dejar pasar el tiempo. Hay tratados sobre la actitud que podríamos llamar fabiana de Rajoy (algunos sostienen que es su rasgo caracteriológico más claro)  consistente en derrotar al enemigo, en definitiva, por aburrimiento. Un fabricante de productos deportivos podría tener la humorada de vender punching balls con la cara de Rajoy. Aguanta lo que le echen: lo llaman mentiroso, cobarde, corrupto y no se siente aludido, como un Diógenes contemporáneo, ajeno a los afanes del mundo. Le da igual. La Argentina le saca ahora los colores franquistas. También le da igual. Dice eso tan inteligente de no reabrir las viejas heridas, no mirar el pasado, mirar el futuro.

Pero ahora él y los suyos tienen que escuchar lo que llevan treinta años tratando de ignorar, de ocultar, de negar: que el régimen de Franco fue una dictadura criminal y que sus servidores pueden acabar todos en busca y captura universal por la Interpol por presuntos delincuentes. Y es que el franquismo no es una ideología sino un delito. Y ello, supongo, con gran dolor de corazón de esos académicos de la Real de la Historia para quienes Franco era, en realidad, un padrazo algo adusto.

Frente a todo esto la estrategia del mutismo tiene el fracaso garantizado y eso si no sale algún otro asunto que aun pruebe más el descrédito del gobierno. Él mismo hace lo posible porque así sea. ¿O no tiene miga que el partido que lleva veinte años financiándose ilegalmente tipifique como delito la financiación ilegal?

El mutismo solo se rompe para dar paso a una reiterada melopea centrada en el comienzo de la recuperación económica, baza única a la que el gobierno apuesta todo su empeño para ganar las próximas elecciones, las europeas, las municipales y las generales. Pero...

En primer lugar no hay ni traza de tal recuperación económica. Hay unos disparates de Montoro que suenan como un discurso de la iglesia de los santos del último día, unos confusos balbuceos de Rajoy anunciando con dos años de antelación su propósito de bajar los impuestos como Dios manda, y los habituales gritos de rigor de García Margallo para que los elementos se cuadren a su paso. Pero de recuperación económica, ni rastro.

En segundo lugar, aunque se diera esa recuperación económica, ¿quién la experimentaría? Y, sobre todo, ¿cómo hacer olvidar a los pensionistas, los parados, los trabajadores, los dependientes, los jóvenes, las mujeres que, de haberse logrado es a costa de su expolio?

La esperanzas estaban puestas en Madrid 2020. El personal no comería pero se alimentaría de los fastos de los juegos olímpicos. Otra burbuja pinchada. Madrid 2020 era una astracanada cuyo episodio estelar fue el discurso de Botella con una serie de necedades sacadas de una guía turística de tercera escenificado con la mímica de Antoñita la fantástica.

A falta de juegos olímpicos, bienvenidos habían de ser los juegos de manos. Así, la fe puesta en los estadios se posa ahora en los casinos y, en lugar de hacer el ridículo hacia fuera, lo hacemos hacia dentro. El millonetis Adelson quiere que en Eurovegas (de cuya financiación aún no dispone) no se aplique la legislación antitabaco. La ministra Mato se ha puesto a la tarea de no ver Eurovegas igual que no veía el Jaguar en el garaje de su casa. Y, ya puestos, ¿por qué limitarnos a la prohibición de fumar? ¿Por qué no eliminar también la prohibición de la trata de blancas o el abuso de menores? 

dijous, 19 de setembre del 2013

Vuelve Franco.


El revival franquista del verano alcanza su apogeo. Los zangolotinos de Nuevas Generaciones poblaron las redes de fotos celebrando el fascismo con banderas franquistas, brazo en alto y acudieron en escuadra falangista a arropar a Cospedal en su declaración ante el juez. Porque son franquistas, sí, pero del PP y no parece que sean casos de doble militancia. Los gerifaltes del partido consideran que se trata de "chiquilladas" y no merece la pena tomar medidas disciplinarias. Varios alcaldes del PP, que parecen sacados de un álbum de fotos de la época de Bienvenido Mr. Marshall, también han dado fe de su inquebrantable fidelidad a Franco. Estas, claro es, no son chiquilladas; son alcaldadas seniles y, por lo tanto, tampoco censurables. Un grupo de matones del fascio entre los que hay de todo, incluido un pariente de un miembro del gobierno, asaltan la librería Blanquerna. Actos aislados, insignificantes, dirá el ministro del Interior.

El PP se niega a colaborar en la tarea de hacer justicia con el franquismo. No cumple la ley de la memoria histórica; al contrario, la obstaculiza. Bloquea todo intento de hacer justicia a las víctimas y de eliminar los honores indebidos de los victimarios, nombres de calles, plazas, monumentos, etc. Yo mismo pude ver hace unos días que el nombre de José Antonio Primo de Rivera sigue esculpido en la piedra de la fachada de la catedral de Granada.

En estas condiciones, con los franquistas crecidos, parece lógico ver que la Fundación Nacional Francisco Franco, una entidad privada que hasta hace poco recibía subvenciones públicas, dedicada a honrar la memoria y difundir el conocimiento del dictador, reclame la intervención del ejército en Cataluña. Por supuesto. Absolutamente lógico. Lo ilógico es que haya una Fundación Nacional Francisco Franco. Está presidida por la hija del dictador y a su patronato pertenece el suegro del ministro de Justicia, un falangista ex-ministro de Franco que habrá explicado a su yerno el sentido de la justicia sobre los luceros. Esa Fundación debiera ser declarada ilegal y disuelta y sus responsables, la hija, el suegro y el cuñado del primo y el sobrino de la tía, todos, procesados por apología del presunto genocidio cometido por ese invicto caudillo al que idolatran.

En el revival no podía faltar la fanfarria militar y allá se fue García Margallo a preparar la toma del Peñón de Gibraltar, como en los mejores tiempos. Reapareció la Legión y se escucharon soflamas de diverso tipo, así como de la altura de las de Trillo en Perejil. Entretenidos en estas nostalgias, los gobernantes y sus diversos adláteres no calibraban bien el impacto que el facherío estaba produciendo en el extranjero. Podían haberse enterado en Buenos Aires, cuando casi no los dejaron salir del ascensor. Pero eso es imposible. Uno de los rasgos de la derecha española es su pavoroso parroquialismo. No es que el juicio ajeno le sea indiferente. Es que le es desconocido.

Hasta que un buen día nos dan una bofetada como la de la jueza María Servini de Cubría, que ha dictado orden internacional de detención preventiva con fines de extradición contra cuatro presuntos torturadores de la dictadura, con nombres y apellidos. Así el gobierno se encuentra ahora obligado a responder a una petición de extradición de cuatro supuestos criminales que trabajaban a las órdenes de ese presunto genocida cuya memoria es honrada por una fundación que hasta hace poco se financiaba con fondos públicos.

Seguramente el gobierno hará oídos sordos a la petición; es decir, amparará -una vez más- a los supuestos delincuentes de la dictadura. Pero menudo bochorno internacional. España emparejada con las dictaduras sangrientas del cono sur (en realidad, estas fueron sus discípulas) a los ojos del mundo entero. Si alguno de los cuatro extraditables pone un pie fuera de nuestras fronteras, la Interpol le echará el guante y tendrá que declarar por sus posibles fechorías.

Por cierto, el juez Garzón estará encantado de ver cómo se extiende su doctrina pues la jueza Servini aplica el mismo criterio de justicia penal universal que él aplicó para conseguir la detención de Pinochet en Londres. Algo de lo que hemos de felicitarnos todos porque, si no es por la intervención argentina, en España jamás se haría justicia a las víctimas del franquismo. La prueba reside en el mismo Garzón. Jamás se recuperarían los muertos de las cunetas, jamás se conocerían los nombres de sus asesinos.

Esa decisión de la jueza Servini es una bomba que ha acabado reventando la Marca España, el segundo país del mundo, después de Camboya, con mayor número de asesinados en fosas comunes anónimas. Ahora, la sombra de esos muertos vuelve a alzarse ante el gobierno por una requisitoria transoceánica. Un gobierno compuesto por franquistas, neofranquistas, descendientes de franquistas o emparentados con franquistas. Porque, si se puede -y se debe- llamar a declarar a Billy el Niño, a lo mejor también al suegro de Gallardón, Utrera Molina, que fue ministro de Carrero Blanco, o sea, de Franco.
 
Y después dicen que España no es diferente. 

dimecres, 11 de setembre del 2013

Los fascistas del gobierno al ataque.


En el vídeo sobre el ataque nazi a la librería Blanquerna se ve perfectamente a varios de estos matones. ¿Por qué no están detenidos ya?

Porque son de los suyos. De los del gobierno. Si es que no fueron enviados directamente por el ministerio del Interior, uno de cuyos principales mandatarios, Cosidó, experto en provocaciones, comparte con estos animales muchos planteamientos.

¿A que la policía de Cifuentes no hace nada? ¿Cómo va a hacerlo si "son compañeros, coño"?

Blanquerna está situada en la acera de enfrente del Círculo de Bellas Artes, literalmente rodeada de policías y guardías civiles de servicio en unas u otras dependencias. Pero por allí no apareció ni uno. ¿Cómo iban as ir si quizá estuvieran de acuerdo, al contrario, para facilitar la agresión?

A ver si vamos despertando ya. Este gobierno es un gobierno fascista cada vez más escasamente disimulado. El presunto delincuente que lo preside actúa de forma dictatorial y su partido mantiene fluidas relaciones con los círculos de asesinos derechistas que pueblan el país, financiados con dineros de la patronal y organizados en las Nuevas Generaciones o esos alcaldes franquistas, añorantes de una dictadura genocida de la que sin duda se beneficiaron y que quieren ver repetirse.

La evolución de los hechos es un ejemplo de manual de cómo una endeble democracia evoluciona hasta convertirse en una dictadura fascista gracias a la política de un partido de derechas fundamentalmente antidemocrático como el PP que la vacía desde dentro, dinamita las instituciones, reprime las fuerzas sociales progresistas y protege y ampara a los criminales nazis que, repito, son los suyos.

Se veía venir desde que llegaron al gobierno y pusieron a los más fachas entre ellos -Cifuentes, Cosidó- al mando de las fuerzas de represión. Y se ha acelerado durante el verano: todos esos nazis  de las Nuevas Generaciones brazo en alto con las banderas franquistas eran los prolegómenos. Las excusas, las justificaciones, los disimulos de decir que no tenían importancia, que eran chiquilladas, apenas escondían lo que el PP lleva dos años gestionando: la vuelta de la dictadura.

Bien claro está.

diumenge, 2 de juny del 2013

El "patriotismo" de la derecha corrupta y trincona


Ya es oficial que, según los documentos del Foreign Office británico bastantes generales franquistas -Varela, Granda, Queipo de Llano, Kindelán, etc- fueron sobornados por los ingleses para conseguir que España no entrara en la segunda guerra mundial. Palinuro lo comentó hace unos días, recordando que el hecho no es nuevo para quienes hayan leído a Preston, que ya lo reveló. Pero, al ser ahora oficialmente público, cabe algún comentario más. Quienes aguantamos las soflamas patrióticas de aquella dictadura de criminales, estúpidos y reaccionarios tenemos la certidumbre de lo que siempre sospechamos, esto es, que, como se atribuye al gran Samuel Johnson, el "patriotismo es el último refugio de un canalla". Tal cual. Aquellos sinvergüenzas que daban los gritos de rigor de "¡España, España, España!", cobraban bajo cuerda de una potencia extranjera. 

Palinuro recordaba asimismo la curiosa circunstancia de que el servicio MI6,a través del cual se organizaron los sobornos de los franquistas, estaba dirigido por espías comunistas, el principal, Kim Philby. Tiene gracia que la dictadura franquista -cuyo máximo timbre de gloria era haber vencido al "comunismo internacional"- viviera sobornada por comunistas. Pero tampoco es asunto esencial salvo para los comunistas de hoy, que quizá debieran encarar de una vez su pasado.

En todo caso, el patriotismo de los ladrones. Tres conclusiones-preguntas saca Palinuro de ese bochornoso espectáculo, uno más en la siniestra carrera de la derecha española:
  • 1ª)¿Franco no cobraba? No me lo creo.
  • 2ª) Los curas ¿no cobraban? Tampoco me lo creo.
  • 3ª) El Estado español ¿mantendrá el título nobiliario de un presunto traidor y felón como Queipo de Llano?
Sabido es: aquella dictadura organizada por criminales y genocidas fue en su día definida de forma afortunada como una "tiranía atemperada por la corrupción". ¿Y hoy? ¿Qué sucede hoy con la derecha neofranquista, la del PP, partido fundado por un ministro de Franco? ¿Sigue los pasos de sus antecesores o hay alguna novedad? En cuanto a la retórica, ninguna. El PP es el partido del patriotismo español vociferante, el que saca los colores rojigualdos en sus manifas, el de las grandes banderazas aznarinas, el de la España única, invicta. Es el partido del nacionalismo español más agresivo, sin complejos, sí señor. El partido de España es una gran nación, según repite Rajoy mientras -en una nueva prueba de su estulticia- menosprecia los Estados pequeños. O sea, no hay gran diferencia entre el patriotismo franquista y el de sus sucesores del PP. 

¿Y en cuanto a la honradez y los sobornos? Tampoco. El caso Gürtel y el caso Bárcenas muestran a las claras que el PP es un partido estructuralmente corrupto, en todo similar al Movimiento Nacional del Caudillo, una organización de trepas y sinvergüenzas a ver quién trinca más y se forra antes. El de "España es una gran nación", al parecer, cobraba sobresueldos de 200.000 euros anuales en B, mientras mentía como un bellaco a la gente diciéndole que necesitaba mirar sus cuentas a fin de mes. El héroe de las Azores, el que puso a España de nuevo en el mapa, también trincaba sobresueldos en forma de "gastos de representación", recibía clases gratis de Pádel a costa de todos los madrileños y conseguía que una trama de supuestos ladrones, dirigida por una amigo íntimo de su yerno, pagara parte de la bombástica boda de su hija. Los más importantes militantes del partido trincaban pasta a espuertas o estaban hasta el bigote metidos en sedicentes delitos de prevaricación, malversación, etc saqueando los fondos públicos al grito de "¡Viva España!" Muchos de ellos -Bárcenas entre otros- compatibilizaban su ferviente amor a la patria española con la tenencia de cuentas en Suiza con dinero negro.

De nuevo tres conclusiones-preguntas de Palinuro:
  • 1ª) Rajoy con sus supuestos sobresueldos y viajes gratis, ¿no tiene cuenta en Suiza? No me lo creo.
  • 2ª) Aznar, con sus gastos de representación, sus clases de pádel, sus bodas semigratis, ¿tampoco tiene cuenta en Suiza? Tampoco me lo creo.
  • 3ª) ¿Solo los políticos del PP trincaban? ¿Qué pasa con sus periodistas de cabecera?
(La primera imagen es una foto de propaganda de la dictadura en eldominio público), la segunda, una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 20 de maig del 2013

Lo que impuso Franco.


Este hombre de noventa y tres años, Darío Rivas, hijo de un alcalde fusilado por los franquistas en 1936, lo dice muy claramente: ustedes están viviendo lo que impuso Franco. Y tiene razón. Esa beligerancia con que el gobierno torpedea el procedimiento que se sigue en la Argentina por los crímenes del franquismo; ese sabotaje permanente a que se haga justicia a las víctimas (que ya se manifestó en las represalias sufridas por el juez Garzón); ese descarado incumplimiento de las obligaciones internacionales como la de dar razón de las personas desaparecidas por la violencia, revelan bien a las claras las concomitancias entre el gobierno y el franquismo. No es ya solamente que aquel ignore sin más la Ley de la Memoria Histórica, no haga exhumaciones y se niegue a eliminar la simbología franquista más palpable, como los títulos honoríficos al dictador o los nombres de las calles. Es que positivamente protege a los criminales de antaño y obstaculiza que se haga justicia con ellos.

Es decir, tiene razón Rivas: Franco lo dejó todo atado y bien atado. Esto es algo en lo que no quisieron pensar mucho quienes pactaron la transición. Dieron por supuesto que la derecha abominaba del franquismo como ellos, hicieron un acuerdo lleno de concesiones por ambos lados y presumieron la buena fe de los franquistas reciclados. Eso fue un error. La actual arremetida de la derecha (el saqueo de lo público, la educación y la justicia de clase, la negación de derechos de los trabajadores y de otros colectivos como las minorías sexuales o las mujeres) prueba que su franquismo no es nostálgico o superficial sino que está muy presente y muy vivo. Por eso no solo no lo condenan sino que lo defienden.

Imagino que algún lector objetará a la expresión acuerdo lleno de concesiones por ambos lados. Visto en perspectiva parece que las concesiones verdaderas, las de fondo, las hizo la izquierda, mientras que la derecha apenas renunció a nada. Y en buena medida, así es. Pero es erróneo comparar el alcance de las concesiones en abstracto. Es preciso verlas en el contexto real en el que se dieron y en la correspondiente correlación de fuerzas. Un ejemplo bien conocido es de utilidad aquí: la legalización del Partido Comunista de España el sábado santo de 1977. Desde un punto de vista objetivo, este hecho no debiera computarse como concesión alguna ya que la existencia misma del Estado democrático depende, entre otras cosas, de la libertad de partidos políticos. Sin embargo fue una concesión de la derecha, y una muy traumática, que estuvo a punto de dar al traste con la transición. Esta es la base del triunfo de la derecha: que, después de Franco, mantuvo el poder suficiente para determinar el marco del debate público.

El éxito del atado y bien atado del franquismo, que llega al día de hoy con el Invicto descasando en su ciclópeo mausoleo, se observa por todas partes, especialmente en el mantenimiento de la alianza entre el trono y el altar, el poder y la religión, base del nacionalcatolicismo, hoy tan vivo como siempre.

dimarts, 14 de maig del 2013

El miedo.

El miedo no es categoría que abunde en los análisis políticos, en los que se echa mano de cosas menos molestas como la ideología, la lealtad partidista, el abstencionismo, la disciplina, etc. Sin embargo el miedo está decisivamente presente en muchas ocasiones y contribuye a explicar abundantes fenómenos políticos. Lo sabemos muy bien desde el famoso "que me odien mientras me teman" de Calígula. En un plano más teórico, Hobbes situaba el pacto social y la legitimidad del poder político en el éxito de este de eliminar el miedo que nos tenemos unos a los otros. El Estado absorbe todo el miedo del que la sociedad se libera. Si lo consigue o no es ya otra cuestión. Pero el miedo es universal y de esa nesesidad se hace virtud -ramplona, como muchas virtudes- cuando se dice que "el miedo guarda la viña". En El miedo a la libertad, que dejó mucha huella, Fromm achacaba al miedo (a ese miedo al que atacaba Kant cuando nos exigía que nos atreviéramos a saber) el origen de la personalidad autoritaria y la servidumbre. Y con Miedo a volar, Erika Jong tocaba un tabú que aún no está muy claro en el moviminto feminista.

El miedo, inspirar miedo, en mayor o menor medida, es el objetivo de todo poder político. El miedo garantiza la obediencia acrítica. Sembrar el miedo, hacérselo padecer a la población fue la finalidad esencial del régimen nacionalcatólico de Franco. Había que hacer un escarmiento que la población no olvidara, como decía a las claras el general Mola. Había que llevar a los impíos de nuevo al temor de Dios por los medios que fuera, aplaudía la Iglesia católica. Ambos empeños, muy bien recogidos en el último libro de Julián Casanova, España partida en dos que Palinuro comentará en breve. El miedo presidió la transición española y explica bastante su carácter contradictorio. Miedo -aunque con distinta intensidad- en los dos bandos: la derecha temerosa de perder sus privilegios y de que se le exigieran cuentas por los 40 años; la izquierda, asustada ante la posibilidad de volver a la persecución, la clandestinidad, el exilio. El miedo tiró al suelo a los diputados del Congreso aquella aciaga jornada del 23-F, con las tres excepciones de todos conocidas y el miedo mantuvo a la población paralizada en las primeras horas del golpe.

Uno de los rasgos más característicos de la nueva forma de insurrección social que vivimos a través del M15M, a punto de celebrar su segundo aniversario es la idea de que el miedo está cambiando de bando. El mensaje es muy claro: estaba instalado en los de abajo y se está desplazando hacia los de arriba. En sí misma, la idea es atractiva y suena verosímil cuando se contempla qué impacto y alcance tiene este movimiento que empezó siendo algo desdeñado por todos los analistas y expertos a causa de su carácter horizontal, asambleario, no jerárquico, sin estructura orgánica y, por ello,  se presumía, sin efectos prácticos. Resulta sin embargo que, a través de su naturaleza imprevisible, no institucionalizada, proteica, el movimiento ha acabado determinando parte importante del debate y la acción públicas.

Quizá sea cierto que el miedo esté cambiando de bando. Sería revolucionario. No obstante, conviene ser precavidos y recordar que las clases dominantes enseguida tienen miedo, que el capital es muy asustadizo. Y no perder de vista que, para liberarse de ese miedo, las clases dominantes cuentan con las fuerzas de seguridad de cuyo empleo sistemático, con fines crecientemente autoritarios y represivos es un buen ejemplo este gobierno.

Inspirar miedo es lo que persigue esta crisis económica, hacer vivir a la población en condiciones de inseguridad e incertidumbre que susciten el miedo. Su función es propagar el miedo. Miedo igualmente lo que hay detrás del repentino monarquismo del PSOE y, por supuesto, miedo detrás de la cerrada negativa de ese partido (o quizá de su dirección) a reconocer derecho alguno de autodeterminación. Pero de eso hablará Palinuro mañana, que tiene una imagen que mola mazo.

(La imagen es una foto de robinsoncaruso, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 20 d’abril del 2013

El asesinato de Grimau.


Un amable lector me pide un apunte sobre Julián Grimau en el 50º aniversario de su asesinato por los franquistas. Normalmente no cedo a estas peticiones porque implican singularizar Palinuro, concentrarlo en un interés particular en detrimento del general. Pero en esta ocasión haré una salvedad por dos motivos: 1º) mi implicación personal en el caso; 2º) el significado del asesinato de Grimau para el franquismo y la oposición. 

Lo primero. Los fascistas montaron una de sus habituales farsas a las que llamaban juicios para condenar al dirigente comunista que, de todas formas, ya estaba sentenciado a muerte antes de que los delincuentes  que lo juzgaron se pronunciaran. En realidad estaba casi muerto cuando se produjo el simulacro de juicio a causa de las torturas a que lo sometieron los esbirros de la Brigada Político-Social (BPS) y que incluyeron tirarlo por una ventana de forma que, al llegar a la vista oral, no se tenía de pie. Hasta aquí, por lo demás, nada que los franquistas no hubieran hecho ya cientos de veces. Lo nuevo para ellos fue el escándalo internacional que se montó. No se lo esperaban. Grimau era un comunista y, como tal, torturable y fusilable sin más miramientos. Para el mundo, Grimau, además de comunista, era un ser humano y tenía derecho a un juicio justo, cosa que se le negó. De ahí el escándalo. Tanto que este juicio, realizado por la jurisdicción militar, debió de ser ya uno de los últimos de este género. La dictadura se sintió obligada  a hacer como que cambiaba y así, el año siguiente, 1964, se creó el Tribunal de Orden Público, un órgano de la jurisdicción civil, aunque especial, encargado de los llamados delitos políticos. Un tribunal de excepción, nutrido igualmente por "jueces" al servicio de la dictadura y cuya actividad fue y será siempre un baldón para cualquier concepto decente de la justicia. Pero eso fue al año siguiente. En el anterior, 1963, Grimau -o lo que de él quedaba- fue "juzgado" por los militares en la calle del Reloj. Y hasta allí me acerqué yo que era estudiante de primero de carrera, a presenciar el proceso que, en teoría era público. No pude pasar. Un policía de la BPS me impidió la entrada y me amenazó con detenerme si insistía. O sea, tengo ligado el asesinato de Grimau a mi primera actividad práctica en contra la dictadura. Estaba entonces lejos de sospechar que, unos años después, 1967, yo mismo habría de comparecer en aquella calle del Reloj ante un juez instructor militar por un supuesto (y falso) delito de agresión a la autoridad, al que no se aplicaba la Ley de Orden Público y que, se seguía juzgando por lo militar. Los tiempos habían cambiado y los militares sobreseyeron el caso.

Lo segundo. Tenía yo por entonces buena opinión de los comunistas. Al cabo de poco tiempo, esa opinión cambió a muy negativa por las razones que expongo en mi penúltimo libro, Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos. Una visión personal, 2013, Madrid (Akal). Por todo lo que sé y he podido averiguar y todo lo que la experiencia y la historia muestra del comportamiento de los comunistas en aquellos años (cuarenta, cincuenta, sesenta), pudo haber pasado cualquier cosa. Se dice que Grimau, que fue responsable de la policía durante la República, fue enviado a España en los sesenta con lo que, en el mejor de los casos, cabe calificar como una falta total de prudencia y, en el peor de ellos, un deliberado intento de eliminarlo, poniéndolo en manos de los torturadores de la BPS. Ambas cosas pueden ser ciertas y a saber si algún día conoceremos la verdad.

Pero, al margen de todo, caído en la lucha por liberación de España o víctima de los tortuosos procedimientos de los comunistas, Grimau es hoy un símbolo de la dignidad del hombre frente a los aparatos torturadores y asesinos de la policía en el mundo entero. Incluida, por supuesto, la policía soviética, tan torturadora y asesina como la franquista, pero a la que Grimau, seguramente, miraría con simpatía, por "ser de los suyos". No importa. El destino de los hombres los lleva a veces a superar su peripecia personal. Un ser humano solo, indefenso, a merced de asesinos y esbirros que lo torturarán para obtener confesiones o por simple placer sádico; un ser humano que aguanta el tormento, no delata a nadie y, finalmente perece por una causa, una idea, por errónea o equivocada que sea, simboliza en sí mismo a toda la especie. Un hombre frente al crimen, inerme, sacrificado vilmente y que desaparece de entre los vivos en silencio, calladamente, como si no hubiera muerto, personifica lo más luminoso y noble que habita en las personas. Y por detestables que hayan sido sus crímenes (si alguno hubo, que no se sabe) se alzará sobre las sombrías figuras de los asesinos que lo torturaron, los delincuentes que lo condenaron y los matarifes que lo ejecutaron.

El nombre de Grimau brillará siempre mientras que nadie recuerda ni recordará los de sus asesinos.

diumenge, 3 de febrer del 2013

Las siervas de Satán.

Mi universidad ha organizado una interesantísima exposición en el Ateneo de Madrid, titulada Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad (1930 - 1980). Es un conjunto de piezas, carteles, objetos, modelos, fotografías, cartas, postales, tebeos, libros, etc., acompañadas de abundantes explicaciones ilustrativas, gratas de leer y bien documentadas. Se ve la mano cuidadosa de Raquel Osborne, profesora de la UNED y comisaria de la exposición, que también es la editora del libro de igual título (Madrid: Fundamentos, 2012) en el que se recogen diversos trabajos de especialistas sobre los asuntos tratados en la exhibición y he incorporado a mis próximas lecturas.

No es una exposición espectacular al uso sino más recogida, modesta, de la vida cotidiana, del oscuro y normal trajín de la existencia. Es como una metáfora del mensaje trasmitido, esto es, en España (1930 - 1980) la mujer es un ser de segunda, destinado a los aspectos menores de la existencia, descanso del guerrero, apoyo en la sombra del hombre como madre, como esposa, como hija. Manda Dios mantenerla en esa condición, sofrenando sus internos impulsos a la perversión, el pecado, la lascivia. En el empeño colaboran la cultura tradicional, las convenciones, las ideologías, la educación, el Estado y, por supuesto, en primerísimo lugar, la Iglesia católica. Esta lo hace con especial refinamiento pues, habiendo elevado a aquella a la condición de madre de Dios, le rinde culto. Por supuesto, de hiperdulía, inferior al de latría (el de Dios), aunque, supongo, superior al de dulía, el de los santos. La Iglesia venera a la Virgen y la ha subido a los cielos. ¿Alguna duda sobre su respeto y reconocimiento a la mujer? La Virgen está en el cielo, como su hijo, Cristo, Dios. Pero Cristo ascendió por sí mismo en tanto su madre fue asunta pues ella sola, carne del mundo, no hubiera llegado muy arriba. ¿Dudas? Ninguna. La Iglesia católica es una institución radicalmente misógina.

La exposición tiene dos momentos: el breve lapso emancipador de la República y la larga noche del franquismo. La primera subraya la aportación de las mujeres a la nueva sociedad española, en paz y en guerra. Se hace referencia al origen y desarrollo del feminismo español y se habla y se muestra a Pardo Bazán, Victoria Kent, Clara Campoamor. Y también se valora lo que la República hizo por las mujeres, el derecho de sufragio, el acceso a las profesiones tradicionales feudos masculinos, la ley de divorcio, la extensión de la educación sexual, etc. También una referencia a la aportación de las mujeres al esfuerzo de guerra no solo en la retaguardia, sino en las formaciones milicianas. Habrá quien diga que fue esta disposición de las mujeres a defender sus recién adquiridos derechos con las armas en la mano la que explica la especial saña de los vencedores de la guerra contra ellas. No es ni siquiera necesario. Las mujeres iban a ser objeto de una represión específica, propia, particularmente injusta y brutal, doble en cualquier caso. Es su suerte en todos los conflictos armados de la humanidad. Las mujeres son objetivo estrategico en las guerras normalmente declaradas por hombres y a través de prácticas odiosas, como las violaciones, el ridículo público o la prostitución forzosa. No hay grandes diferencias entre las violaciones y vejaciones infligidas por los franquistas a las mujeres republicanas y las que practicaban los serbios en las recientes guerras de los Balcanes o las de los hutus a las mujeres tutsis en el conflicto de Ruanda. El ataque a las mujeres forma parte de toda estrategia militar desde tiempo inmemorial del Patriarcado.

Por eso el franquismo se cebó especialmente con ellas durante la guerra y en los primeros años después: represión, tortura, violación, asesinato, por ser madres, esposas, hijas de perseguidos; es decir, por ser eso que el nacionalcatolicismo considera la triple excelsa misión de las mujeres. Después de la especial brutalidad de la primera postguerra vino la represión en la paz, la dominación doctrinal a cargo de la Iglesia y la política y social a cargo de la Sección Femenina, dirigida por la hermana del Ausente, Pilar Primo de Rivera. Por cierto, creo haber advertido en la exposición una sugerencia, como al desgaire, de que las mandos falangistas, casi todas solteras y lo que los machistas llaman marimachos, venían a ser una especie de sublimación de unas tendencias lésbicas quizá inconscientes y, en todo caso, reprimidas. Es una observación interesante. Forma parte de un hilo sutil que informa el espíritu de toda la exposición: entender el lesbianismo (y otras formas de sexualidad no conformista) como una tendencia que pugna siempre por burlar el poder patriarcal y manifestarse de mil formas. Tiene mucho valor una vitrina que contiene pruebas de la constitución de un grupo marginal de homosexuales hombres y mujeres quienes, en los años setenta, habían creado una especie de red clandestina en la Barceloneta con un complicado sistema de señales para realizar actividades colectivas en donde no tuvieran que disimular, esconderse o temer la represión.

Porque esta siguió siendo muy dura para las mujeres (y, por supuesto l@s homosexuales) hasta el final mismo de la Dictadura. En su apogeo, la vida de las mujeres fue la de un sector subalterno, en minoría de edad civil permanente, práctica esclava del macho de turno, marido, padre, hijo y hasta chulo para aquellas que, por una razón u otra, hubieran acabado en el grupo de las llamadas mujeres caídas. Para quienes vivimos buena parte del franquismo, la muestra trae piezas con un valor de memoria incalculable. Hay unos minutos del No-Do de los años cincuenta, con una demostración de la Sección Femenina en la explanada del Monasterio del Escorial ante el Caudillo Franco, bajito, regordete, ataviado con una chaqueta blanca de gala falangista y una boina roja, inolvidable. A much@s se les encenderán los recuerdos al ver las ediciones de los libros de Celia, por Elena Fortún, que leyeron siendo niñ@s. Y no hablemos de un spot televisivo de "OMO lava más blanco" entre dos marujas de los sesenta que es para troncharse de risa. De risa sardónica.

En fin, películas, Marisol, Isabel la Católica, España imperial, todo entre acericos, canesús y hasta Mariquita Pérez, la Barbie del franquismo, las novelas de Corín Tellado, el desarrollo, el turismo. Las mujeres son tontas en general y perversas y si, además, son comunistas, entonces, amigo, hay que aislarlas porque padecen una enfermedad terrible, transmisible, como científicamente demostraba el psiquiatra del régimen, el doctor Vallejo-Nágera, quien aún tiene una calle en Madrid. El franquismo reprimió a todo el mundo. Pero a las mujeres las reprimió el doble.

Desde entonces hemos progresado mucho. Las mujeres han conquistado una posición social en todos los órdenes jamás antes igualada. Pero el Patriarcado es un sistema tenaz, duro de pelar. Todavía les (nos) queda mucho trecho por recorrer. La prueba la proporciona inconscientemente el folleto de la exposición en cinco columnas en orden cronológico. La primera (años treinta) se titula afirmativa Las modernas. La quinta (años setenta) se titula dubitativa ¿Las liberadas?

dijous, 22 de novembre del 2012

Suspendido el acto de homenaje a Franco.

Después del escándalo montado, la empresa concesionaria del Palacio de Exposiciones de Madrid, que pertenece al ministerio de Industria, ha cancelado el homenaje que los fascistas pretendían hacer el cuatro de diciembre al asesino Francisco Franco.
Por cierto, la gestión pertenece a Turespaña, el departamento al que acaba de reintegrarse la funcionaria Aguirre que, como se ve, no ha perdido el tiempo en dar una muestra de su peculiar liberalismo fascista.
Era ya excesivo que, además de soportar a este gobierno de expoliadores franquistas, meapilas, pedantes y simples imbéciles que ya es el hazmerreír de  media Europa, hubiera que aguantar a los chulos de la Falange campando a sus anchas por la ciudad y homenajeando al delincuente que oprimió España y asesinó a cientos de miles de españoles.
Y eso mientras el único juez que ha intentado hacer justicia a las víctimas del genocidio franquista pierde la carrera, villanamente condenado por quienes no tienen ni la centésima parte de su honradez y valentía.
Ahora solo queda por denunciar que haya una Fundación Francisco Franco, dedicada a ensalzar la memoria del criminal perjuro que mantuvo España sojuzgada durante cuarenta años por el terror y el asesinato. Y denunciar que se beneficie de subvenciones públicas.
Esa Fundación debe cerrarse y sus dirigentes deben ser procesados por apología del genocidio.

Prohibir el homenaje a un dictador asesino en Madrid.

He creado una petición en Change.org para que una fundación de fascistas organice un homenaje al asesino de cientos de miles de españoles. Muchos de ellos aún yacen en fosas comunes por las cunetas de España ante la negligencia o la complicidad directa de las autoridades políticas y judiciales. Este homenaje es un insulto directo a su memoria. Es como si los asesinaran por segunda vez.
Se solicitan firmas.


dissabte, 6 d’octubre del 2012

Gómez Llorente. Por amor a Marx.

El fallecimiento de luis Gómez Llorente a los 73 años de edad ha traído a la memoria colectiva un episodio tan decisivo en la historia de España y del socialismo democrático como el XXVIII Congreso del PSOE. Felipe González dimitió de la Secretaría General en una jugada de farol cuando su partido se negó a abandonar la referencia al marxismo. Poco antes, en las elecciones de aquel año, 1979, que el PSOE perdió, Suárez, líder de la UCD, salió por la televisión avisando del peligro de que ganara los comicios un "partido marxista". Desde el punto de vista de González y los suyos era, pues, urgente sacar al PSOE de aquella hipoteca nominal del marxismo para aproximarlo a la socialdemocracia europea, en concreto la alemana que había hecho algo similar en su congreso de Bad Godesberg de 1959.
Pero en España no iba a resultar tan fácil. Hubo una reacción "antifelipista" en las filas y se constituyó una candidatura alternativa a la de González, con el marxismo como santo y seña. Aquella cadidatura reunió poco más del 6% de los votos mientras que la de González se alzó con el 85%. Fue una derrota épica de los "promarxistas" que, por entonces, eran Luis Gómez Llorente, Enrique Tierno Galván, Francisco Bustelo y Pablo Castellano.
Los destinos de estos cuatro hombres han sido muy distintos y su repaso da una buena imagen de Gómez Llorente. Este siguió en el PSOE, en la izquierda y fundó la corriente Izquierda Socialista, si bien él se apartó de la política práctica y llevó una vida más recogida. Tierno siguió en la brecha y llegó a alcalde de Madrid. Francisco Bustelo también continuó en la izquierda, llegó a Rector de la Universidad Complutense y, desde entonces, también retirado de la actividad política,  conserva su actitid crítica de juventud. Solo el abogado Pablo Castellano ha derivado hacia posiciones de derecha y, según me aseguran quienes ven los abundantísimos programas reaccionarios de televisión y radio en España, anda por las redacciones y los platós, cargando sistemáticamente contra su antiguo partido, contra la izquierda en general y haciéndole el juego a la derecha. Uno más de esa legión de conversos por la que Palinuro no siente la menor simpatía. Allá cada cual con su conciencia.
Pero, justamente, este contraste realza más la dignidad, la coherencia y la integridad de Gómez Llorente, probablemente el contemporáneo que más se acerca a la venerable figura propia de la izquierda tradicional del llamado santo laico.
No conocí a Gómez Llorente de nada, ni lo traté jamás. De estudiantes, él estaba en quinto cuando yo empezaba. Era, pues, de "los mayores". Pero lo tengo ligado a un recuerdo imborrable de mi juventud: mi primera participación en una acto en contra del régimen de Franco muy a primeros de los sesenta. Para mí fue emocionante. La policía había detenido a Gómez Llorente y un par de docenas de estudiantes nos congregamos espontáneamente en los pasillos de mi facultad en un sit in para exigir su liberación. Ni siquiera hubiera sabido identificar a Luis de habérmelo encontrado. Pero daba igual: era un estudiante de izquierda detenido por la Brigada Político-Social. Había que protestar. En aquel acto, en cambio, conocí a Alberto Méndez quien, muchos años después, ganaría justa (y, por desgracia, póstuma) fama con sus Los girasoles ciegos, y representaba para mí, entonces bisoño en las lides, un ejemplo de actitud. No recuerdo bien si fue el propio Alberto o algún otro quien, a la guitarra, interpretó una canción de Chicho Sánchez Ferlosio (quizá fuera el propio Chicho)  que yo oía entonces por primera vez, se me quedó grabada: "Gallo rojo, gallo negro" y es tan parte de nuestro cancionero colectivo que mucha gente cree que es anónima.
Pues eso, Luis, gallo rojo, que la tierra te sea leve.
(La imagen es una foto de gomezllorente en el dominio público. En ella se ve a José Luis Gutiérrez (creo), 2º por la izquierda, Pablo Castellano, 3º por la izquierda y Luis Gómez Llorente, 1º por la derecha en Ibiza en 1981. Ignoro quiénes sean las mujeres.)

dimarts, 7 d’agost del 2012

El retorno del franquismo.

El franquismo no ha muerto. Goza de espléndida salud y gobierna desde La Moncloa, perfectamente adaptado a estos tiempos pecaminosos de relativismo y ataques a la iglesia, poniendo las cosas en su sitio. El gobierno, integrado por monaguillos (Wert), meapilas (Gallardón), oligarcas (Morenés), tecnócratas reaccionarios (Montoro), analfabetas (Mato), sección femenina (Báñez), demagogos estilo falangista (Soria) etc, representa la vuelta a las más puras esencias del nacionalcatolicismo. Su inspiración es Rouco Varela, quien dirige la política del país en educación, familia, matrimonio, derechos de las personas, etc con la vista puesta en la reevangelización de España, ofrenda que el cardenal gallego quiere dedicar a su dios, a ver si se calza el Papado. Como el franquismo, es un gobierno que se da continuos golpes de pecho pero vive de explotar, oprimir y reprimir a los más débiles, de robar a los pobres para dar a los ricos. Un gobierno de hipócritas cristianos profundamente anticristiano.
Ese franquismo ostentoso no solo se da en el terreno de los principios y las proclamas sino también en el de las medidas prácticas. En estas, la similitud de los gobernantes actuales y los franquistas se convierte en identidad. Véase:
  • Ha destruido todas las garantías jurídicas de protección al trabajo y ha dejado a los trabajadores sin derechos, literalmente como esclavos en manos de los empresarios.
  • Persigue y trata de aniquilar los sindicatos, asfixiándolos económicamente y reprimiéndolos administrativa y laboralmente.
  • Reprime toda expresión de descontento o crítica. Por la vía gubernativa gracias al fascismo rampante de la delegada del gobierno en Madrid que penaliza el ejercicio de los derechos ciudadanos de reunión, manifestación y expresión mediante la arbitrariedad policial. Por la vía penal, tipificando como delitos comportamientos que en ningún país civilizado lo son, como la resistencia pasiva..
  • Censura la libertad de expresión de trabajadores y funcionarios públicos y/o los amenaza con represalias si ejercen sus derechos de crítica.
  • Controla los medios públicos de comunicación, manipulándolos sin miramientos y poniéndolos al servicio del gobierno y su partido como oficinas de propaganda. El caso más claro, Telemadrid, una televisión financiada por todos los madrileños y colonizada por los periodistas a sueldo del PP que falsean, mienten y hacen demagogia al servicio de su amo, acallando las voces crítica.
  • De este modo, se hace difícil que la opinión pública tenga un conocimiento aceptable de la pavorosa ineptitud de los gobernantes y los niveles de corrupción y despilfarro de sus administraciones.
  • Todo ello acompañado de una permanente campaña de los medios privados y públicos que ensalza las glorias de los gobernantes y ataca de modo torticero, falso y amarillista a sus adversarios. De lo primero, de los ditirambos ridículos que los incondicionales dedican a Rajoy, da pruebas abundantes ese comic de Planeta que se edita en Madrid y se llama La Razón. De lo segundo las campañas de bulos, mentiras e infundios contra los adversarios que periódicamente pone en marcha El Mundo, un libelo amarillista de una calidad ínfima, a la altura de El Alcázar,.
. (La imagen de Rajoy es una foto de La Moncloa en el dominio público; la de Franco también está en el dominio público. El montaje, fruto de la Minerva de Palinuro).

dilluns, 12 de març del 2012

Guadiana del Caudillo y el 11-M como ejemplos

El pueblo pacense de Guadiana seguirá llevando el estigma del nombre del delincuente por decisión libre de los vecinos. ¿Cómo es posible? Un somero análisis muestra la razón de este desatino y carga su culpa sobre los hombros de quien la tiene: la izquierda, el PSOE e IU. Veamos: sobre una población de 2.500 almas y un censo de unas 1.500 (ignoro cómo se haya elaborado y no es aquí importante) hubo 495 votos a favor de mantener el nombre del delincuente y 310 en contra, 4 votos nulos y 2 en blanco. En total, 811 votos, más o menos el 54%. El 46% restante, abstenciones, muy superior a la media del 30/33% habitual en la península. ¿Por qué tanta abstención? Muy sencillo porque la izquierda, juzgando que la consulta era ilegal por varios conceptos, pidió la abstención. Es posible que la consulta sea ilegal, eso se verá en su día si alguien recurre. Y es cierto que no es vinculante pues el consistorio hará lo que le plaza (que será dejar el nombre de Franco) pero lo que está claro es que el resultado tiene un enorme valor simbólico y va en contra de la izquierda, muchos de cuyos votantes tendrán que seguir aguantando la afrenta de tener un toponímico en recuerdo de un genocida. Y a favor rotundo de la derecha heredera del mismo genocida. Ese es el problema de la izquierda que, por unas razones u otras, siempre mete la pata y permite que la minoría de la derecha hable en nombre del conjunto. Como está pasando ahora mismo en todo el país.

Otro ejemplo inverso. Hoy, 12 de marzo de 2012, la derecha neofranquista ha montado un acto/provocación de sedicente homenaje a las víctimas del 11-M para politizar el asunto, como siempre, y usarlo en contra de los sindicatos y de las propias víctimas, que le importan un pepino. La convocatoria es legal, desde luego y hecha con todos los requisitos formales. ¿Debería acudir a ella la izquierda? Sin duda, no. La izquierda homenajeó a las víctimas ayer, 11 de marzo, cuando tocaba y sin usar el homenaje como arma partidista. Entonces ¿qué pintan Tomás Gómez, del PSOE y Gregorio Gordo, de IU (el de UPyD, allá él) en un acto que es una provocación de neofranquistas? Pues, como siempre, metiendo la pata, dando bazas al enemigo. Eso la derecha no lo hace nunca. Al revés que en Guadiana del asesino pero con los mismos resultados desastrosos. Porque la convocatoria escisionista de Botella y Aguirre será legal pero es inmoral y tiene un valor simbólico tremendo. Valor simbólico que Gómez y Gordo han contribuido a ensalzar, deslegitimando de paso el acto de ayer. No sigo porque me caliento pero, ¿cabe duda alguna de por qué esta gente lleva años perdiendo elecciones? Por falta de coraje, de claridad, de inteligencia.

dimarts, 28 de febrer del 2012

El franquismo y la transición según el Tribunal Supremo.

La sentencia de ayer del Tribunal Supremo (TS) absolviendo a Garzón del delito de prevaricación por declararse competente en la investigación de los crímenes del franquismo cierra el tercer acto del drama que, de momento, acaba con la carrera del mentado y molesto juez. El propio Garzón lo ha dicho claramente: con su absolución “El guión se ha desarrollado como estaba previsto”, incluso a costa de alterar los tiempos procesales. Se cierra ese drama, pero se abre otro que no sabemos aún a dónde puede llevarnos. A esos efectos, la sentencia no solo es buena por absolver a Garzón sino por existir en sí misma ya que, por primera vez, disponemos de una decisión judicial al más alto nivel sobre un asunto (los crímenes del franquismo) que hasta ahora quedó al margen de los tribunales.

No estoy seguro de que los magistrados sean conscientes del alcance de su decisión. Si lo hubieran sido, habrían puesto más atención en la solidez de su razonamiento que presenta bastantes inconsistencias, al margen de su interpretación puramente técnica. Sin olvidar que se trata de una reflexión urgente, pretendo concentrarme en los primeros aspectos (los del puro razonamiento lógico), absteniéndome de los segundos por falta de competencia, en la seguridad de que serán tratados en su momento por quien la tenga.

A primera vista está claro que el TS no se ha limitado a entender de la cuestión concreta y específica del supuesto delito de prevaricación. Es tal la convicción ideológica de los jueces sobre el fondo del asunto, que no han resistido la tentación de pronunciarse sobre él y de hacerlo de un modo tan insatisfactorio que plantea más problemas de los que resuelve, si es que resuelve alguno y a no ser que dar carpetazo sin más a un problema lo llamemos resolverlo.

El núcleo del razonamiento del TS (los fundamentos de derecho) es un pequeño embrollo que, debidamente desentrañado, deja al descubierto una sentencia con un claro componente ideológico. Sostiene el TS que Garzón no prevaricó sino que solo erró en su calificación del delito y en su interpretación del derecho positivo, la doctrina y la jurisprudencia. Pero, como no puede limitarse a absolver al reo, procede a explicar en qué consistió ese error, contraponiendo a la garzoniana otra interpretación que prevalece sobre la del juez por razón jerárquica del órgano que la emite, pero no necesariamente por su superioridad racional. Incidentalmente, esta absolución en estos términos es simétrica de la condena previa al mismo acusado por el caso de las escuchas y, como en toda simetría, el orden de los términos está invertido. En la condena se decía que hubo prevaricación porque no se trató de una mera interpretación, sino de una decisión injusta a sabiendas mientras que en este, no hubo decisión injusta sino error de interpretación, con lo que el a sabiendas no cuenta. ¿Pero no contiene esta expresión un fuerte elemento subjetivo, materia de interpretación en sí mismo? En fin, un asunto esencial, sobre el que se discutirá mucho en el futuro y que dará armas al juez Garzón en sus posteriores recursos pero que aquí es secundario.

En su tercer "fundamento de derecho" el TS empieza por decir que Garzón cometió un error de tipificación de los hechos que, de darse, en realidad, hace irrelevante el resto de sus consideraciones. Pero es que lo mismo cabe decir del conjunto de la sentencia, cuyo primer fundamento empieza por decir que los hechos denunciados en su día (los crímenes franquistas) no pueden ser objeto de proceso penal pues no hay a quien imputar la responsbilidad porque a las dos causas tradicionales de extinción de la responsabilidad penal (muerte del reo y prescripción del delito) se añade aquí la sobrevenida de la Ley de Amnistía de 1977.

El TS niega que en España pueda darse un juicio de la verdad, como en otros países porque la naturaleza de este (averiguar la verdad) no casa con el alma del procedimiento penal español sustantivo que consiste en encontrar un culpable y sancionarlo. Lo pintoresco (por eso decíamos antes que es muy importante que esta sentencia exista) es que el alto tribunal reconoce que hay victimas en demanda de tutela judicial que él, dice, no puede brindarles. En cuanto a la averiguación de la verdad, pues no puede tratarse de la judicial, habrá que acudir a la historiográfica. No sé si los magistrados del TS leen la prensa; pero, si lo hacen, habrán visto que la Real Academia de la Historia, en la que un puñado de ideólogos franquistas sienta plaza de historiadores, ya ha establecido que Franco no fue un dictador y de genocidio y crímenes contra la humanidad ni hablamos. No hay verdad judicial y tampoco la hay historiográfica. Con ello se cierra no solo un círculo vicioso sino literalmente pérfido con el que unos ideólogos judiciales y otros historiográficos tratan de blindar una situación en la que no pueda haber justicia para unas víctimas que llevan setenta años esperándola y a algunas de las cuales el TS tuvo que escuchar por primera vez. Pero las víctimas existen, están ahí y nadie podrá seguir ignorándolas, máxime ahora que esta sentencia expresamente las reconoce como tales con lo que, se entiende, habrá que encontrar algún medio de hacerles justicia.

La interpretación que el TS hace de casi todas las demás cuestiones (la eficacia del derecho internacional consuetudinario, la prescripción de los delitos, la cuestión de la retroactividad de las normas penales, etc) es opinable y supongo que será objeto de mucho debate jurídico. Pero hay alguna en concreto que llama la atención por lo falaz de su construcción. Y no es menor, ya que afecta a la visión que de la transición tiene el TS y que era lo que nos faltaba para reavivar la hoguera sobre el carácter profundo de la mutación de la Dictadura en un sistema democrático de modo pacífico.

El TS alcanza tonos ditirámbicos cuando dice que "La idea fundamental de la transición, tan alabada nacional e internacionalmente, fue la de obtener una reconciliación pacífica entre los españoles y tanto la Ley de Amnistía como la Constitución Española fueron importantísimos hitos en ese devenir histórico". Sin embargo, el Tribunal no puede ignorar que la Ley de Amnistía es de 1977 y, por lo tanto, preconstitucional, ya que, en el mejor de los casos, de no pertenecer al orden jurídico franquista, estaría en ese derecho transicional que el mismo Tribunal menciona y que de ser algo sería como el "vertebrado gaseoso" de que hablaba Nicolás Ramiro Rico. Sí dice el TS, curándose en salud, que dicha ley no fue derogada posteriormente por la Constitución pero olvida decir que no lo es expressis verbis, pero que puede defenderse su inconstitucionalidad en función de la cláusula derogatoria genérica que también cuenta. Admitido, quizá esto sea ya un exceso de activismo judicial y no corresponde a los magistrados decidir sobre estas cuestiones. Sin embargo, tampoco les corresponde justificar una determinada forma de transición que mucha gente considera nociva.

Sin duda, como dicen algunos comentaristas, el TS bloquea la posibilidad de investigar penalmente los crímenes del franquismo pero, al mismo tiempo, reconoce la existencia de unas victimas carentes de tutela judicial (aunque en un párrafo que yo tildaría de mezquino, enumera algunas medidas compensatorias ya adoptadas y manifiestamente insuficientes) a las que habrá que otorgársela. Con ello, el TS devuelve la patata caliente al Parlamento, esto es, a la opinión pública. Y, por tratarse de este trágico asunto, a la opinión pública internacional.

(La imagen es una captura del vídeo publicado ayer por El País.)

dilluns, 27 de febrer del 2012

Ja, ja, ja, ja.

Sí, sí, risa, sana risa rabelesiana producen los magistrados del Tribunal Supremo a fuerza de previsibles en sus triquiñuelas. Hace unos dias, Gaspar Llamazares publicaba un estupendo artículo en El País, titulado No acato ni respeto un escándalo supremo que Palinuro hizo suyo en un post titulado Garzón ya está en el mundo porque escaso respeto y menos acatamiento suscitan unas gentes que disimulan su comportamiento de la forma en que lo han hecho. Retrasaron la vista de la causa por prevaricación respecto a la investigación de los crímenes del franquismo para poder condenar al juez previamente por el asunto de las escuchas, que era políticamente anodino. Luego se podrían dar el lujo de absolverlo en la causa del franquismo para no pasar a su vez por unos impenitentes franquistas. Una maniobra que ya había denunciado Palinuro en un post del 10 de febrero titulado: La condena. El pelotón. La ejecución. Así que poco más que hilaridad puede suscitar el perfectamente previsible comportamiento de los magistrados. Por si hubiera lugar a dudas y para saber cómo se hacen las cosas en su exquisitas justas maneras, la absolución de Garzón ha sido por seis votos contra uno mientras que su condena fue por los unánimes siete votos. Quien tenga oídos que oiga y quien tenga ojos que vea. Es obvio que la absolución tiene menos peso (un séptimo menos) que la condena. Para que quede claro y no se apliquen criterios aritméticos. O compensatorios.

En España, líbrenos el Señor misericordioso, la justicia no se aplica en absoluto con criterios políticos. Pero si un animal anda como un pato, habla como un pato y se mueve como un pato, es un pato. Y no digo más.

divendres, 24 de febrer del 2012

Garzón ya está en el mundo.

No se crea que Palinuro haya abandonado su pretensión de proponer al juez Garzón candidato al Premio Nóbel de la Paz. Al contrario, sigue empeñado en ello. Pero quiere que le salga bien y no que se produzca cierto impacto al principio y luego el asunto desaparezca de la palestra por errores de planteamiento. La tarea ahora es recabar apoyos para poder dar cobertura mediática y solidez a la propuesta. El activismo lleva siempre trabajo penoso y oscuro. Llegado el momento, Palinuro explicará su planteamiento y tod@s quienes quieran echar una mano serán bienvenid@s.

En esta ocasión el post versa sobre la decisión del Consejo General del Poder Judicial de expulsar al juez Garzón de la carrera judicial en cumplimiento de la última sentencia del Tribunal Supremo en el llamado caso de "las escuchas" a los presuntos delincuentes de la Gürtel. Sobre el asunto en sí mismo y los tres procesos que se le han hecho al magistrado, Palinuro ha subido varias entradas (pueden encontrarse metiendo "Garzón" en el buscador del blog) y no es necesario volver sobre ellas. Basta con reseñar la triste coincidencia de que el CGPJ haya hecho efectiva la exclusión un 23-F. Las coincidencias, como las armas, las carga el diablo.

El apartamiento de Garzón de una carrera tan dilatada y brillante como vocacionalmente sentida ha movido un magnífico y valiente artículo de Gaspar Llamazares en El País (No acato ni respeto un escándalo supremo) con el que Palinuro, que tampoco acata ni respeta, coincide plenamente. Este artículo, una valoración política muy negativa de la decisión del Supremo, incide en esa pretensión -que los propios magistrados del alto tribunal quisieran que tuviera fuerza de ley- de que las decisiones judiciales no puedan ser criticadas. Pretensión comprensible, pero no admisible. Las decisiones de los tribunales de justicia deben ser tan criticables como cualesquiera otras de otros órganos que incidan sobre asuntos del común, en los que todos opinamos, por ejemplo, las leyes. La crítica a las sentencias de los tribunales está amparada en la libertad de expresión, guste o no a los magistrados. Su único límite es la legalidad y los derechos de terceros. Pero este es un limite general que afecta a todo el mundo.

Otro buen artículo, siempre en El País, de José María Ridao (Los porqués de una sentencia) venía a incidir sobre estas relaciones entre lo político y lo jurídico en el ámbito de los tribunales y daba por supuesto que la sentencia, además de su indudable repercusión política, tiene un fundamento sólidamente jurídico lo que sucede es que normalmente no se expone porque es muy complicado. Y en su articulo no especifica cuál sea dicho fundamento. Esto reabre a su vez una vieja polémica acerca del alcance de una justicia cuyas decisiones puedan ser incomprensibles para los justiciables. ¿Qué sucederá entonces? Sencillamente, que una sentencia pueda ser injusta por razón de su contenido y de su forma.

Pero la cuestión no tiene mayor tracendencia porque el propio juez expulsado ha explicado su doble punto de vista. De un lado, el jurídico. Garzón presenta una petición de anulación de la sentencia basada en razones estrctamente jurídicas. La petición, sin embargo, al sostener que la sentencia es muy injusta por tratarse de una condena construida a su medida viene a ser una especie de acusación al Supremo de aplicar un "derecho penal del enemigo" y, en el fondo, de prevaricación, aun sin decirlo. La solicitud, probablemente, será rechazada pero ese rechazo abre al juez la vía del recurso al Tribunal Constitucional. Ante este tiene Garzón una buena batería de argumentos estrictamente jurídicos. El Constitucional dirá.

En cuanto al aspecto político, Garzón asegura que piensa continuar luchando por sus ideas y amparando a las víctimas mientras pueda. UNa buena idea podría ser la de trabajar por el reconocimiento de los derechos de las víctimas del franquismo. Quizá pueda hacer como abogado, como jurista lo que no se le permitió hacer como juez.

Es decir, la decisión del CGPJ de expulsar a Garzón, curiosamente lo ha devuelto a este tipo de acción ético-política de la que la esfera pública en nuestro país está muy necesitada. Es decir, lo ha devuelto al mundo de la acción práctica, en condiciones distintas pero con una superior legitimidad del juez. Y da la casualidad de que en este tipo de empeño pueda llegar a ser más eficaz que en el jurídico.

(La imagen es una foto de Popicinio_01, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 2 de febrer del 2012

Los genocidios nacionales.

En España ha habido hasta la fecha dos genocidios. Uno de ellos se perpetró con la conquista y colonización del Nuevo Mundo, en las que perecieron cientos de miles, millones de indígenas, torturados, degollados, ejecutados, esclavizados en las encomiendas, en las minas, en las obras públicas. Matanza por razón de la raza. El segundo genocidio se perpetró a raíz de la guerra civil y durante la postguerra, cuando cientos de miles de ciudadanos fueron perseguidos, encerrados, torturados y unos ciento treinta mil asesinados y enterrados en fosas comunes anónimas. Matanza por razón de las ideas políticas. Y sin contar las decenas de miles de niños secuestrados.

Por supuesto, no hay acuerdo acerca del nombre de genocidio en ambos casos. Mucha gente los llama de otro modo. Al genocidio americano, "evangelización y civilización del Nuevo Mundo"; al genocidio de la postguerra, "liberación nacional". Pero eso pasa siempre. Los turcos no reconocen el genocidio de los armenios y mucha gente en Occidente, más de la que parece, niega el Holocausto.

Pues bien, ahora mismo, con el llamado juicio de la vergüenza a Garzón, está perpetrándose el tercer genocidio; de modo simbólico, metafórico pero, curiosamente, muy real. Consiste no solo en negar la justicia a las víctimas del genocidio anterior sino también en procesar al juez que quiso hacérsela.

Los impresionantes testimonios que se oyeron ayer en la sala, dos ancianas que contaron realidades espeluznantes y pidieron justicia, primeras de una serie de otras quince intervenciones, expusieron en sede judicial el horror del exterminio sistemático perpetrado durante quince años que era, precisamente, lo que se trataba de ocultar con la querella contra el juez Garzón. Conclusión: esa lamentable querella, lamentablemente auxiliada por un juez instructor "progresista", va a conseguir lo contrario de lo que se proponía. No es muy inteligente pero sí lo que sucede cuando se actúa cegado por las pasiones. Una vez el mundo entero haya terminado de oír esos relatos de aceite de ricino, rapaduras al cero, violaciones, palizas, torturas, secuestros, asesinatos, tendrá los elementos de juicio para comprender cómo fue la vida de una población inerme entregada a un proyecto sistemático de exterminio y de terror durante años a manos de pandillas de matones falangistas o de la policía o la guardia civil, que se diferenciaban en poco, muchas veces con el concurso del cura del lugar.

Un plan sistemático de exterminio que está documentalmente probado (del puño y letra del general Mola) y prácticamente comprobado en los miles de excavaciones que están haciéndose es un genocidio. Y así será calificado antes o después por los tribunales de justicia, primero probablemente por los extranjeros y luego por los nacionales porque el delito de genocidio no prescribe.

Y porque si no se hace así, estará perpetrándose el tercer genocidio español, un genocidio moral en los descendientes de las víctimas del genocidio anterior. Algo que quedará patente a la luz del día. Le ha costado una indigna persecución al juez Garzón. Pero ¡qué gran servicio ha hecho a la causa de la justicia y de la memoria histórica en España al poner al descubierto precisamente lo que se quería mantener oculto!

dimarts, 24 de gener del 2012

La invicta cruzada y el via crucis del juez.

De nuevo se sienta Garzón en el banquillo en un proceso, segundo acto de lo que muchos califican de cacería del juez que destapó los GAL, fue causa del procesamiento del dictador Pinochet, afirmó la validez de la jurisdicción penal internacional, fue decisivo en la derrota de ETA, intentó hacer justicia a las víctimas del franquismo y destapó la Gürtel, la mayor trama de corrupción y delincuencia en la España de la segunda restauración. ¿Cacería? Si se repasan las causas mencionadas se verá que el juez se ha ganado muchos y muy poderosos enemigos en todas partes. Tantos que el episodio recuerda la cacería de la peli de Arthur Penn en 1966, La jauría humana.

El procesamiento de Garzón se debe a una querella por supuesta prevaricación presentada por un sedicente sindicato de funcionarios, Manos limpias, cuyo principal dirigente, Miguel Bernard, es Caballero de Honor de la Fundación Nacional Francisco Franco por sus “servicios en defensa de los ideales del Movimiento”. Un país que tiene una Fundación con el nombre del más sangriento dictador de su historia no está bien de la cabeza. Imagínese el lector, si puede, una Fondazione Benito Mussolini o una Adolf Hitler Stiftung. Impensable, ¿verdad? Pues lo que en otras partes es impensable aquí no solamente es pensable sino realidad incuestionable. ¿No decía Fraga, el último de Filipinas del franquismo, que "España es diferente"? Los Caballeros de Honor (sic) de la Dictadura protegen la memoria del dictador y llevan ante los tribunales al único juez que ha tenido la decencia y el valor de hacer justicia a las decenas de miles de víctimas del franquismo. España no solo es diferente: es extraterrestre. Y, por supuesto, el juicio es político de cabo a rabo.

No, no, dicen los acusadores, sus amigos y conmilitones, no es una cuestión política sino meramente jurídica. No se procesa a Garzón por intentar enjuiciar el franquismo sino por una presunta prevaricación ligada a ese intento, por declararse competente y actuar en consecuencia a sabiendas de que va contra la ley. Es algo pura y exquisitamente jurídico. Sí, pero al juez se le abre proceso sin que haya acusación particular ni del Ministerio Fiscal sino solamente en razón de la acusación popular. Y ello contra el sentido común, la prudencia, la equidad y el precedente que se conoce como "doctrina Botín", según el cual no procede procesar a la sola instancia de terceros privados. Exquisitamente jurídico pero el juez instructor, Luciano Varela mostró a la acusación cómo tenía que redactar su escrito para poder admitirlo. Entre otras cosas, recomendó a la acusación que incluyera la expresión a sabiendas para estar dentro de lo exquisitamente jurídico. Tampoco se ha admitido la inmensa mayoría de las pruebas solicitadas por Garzón. Y se han alterado los tiempos procesales para que no fuera este juicio (el más político de los 3 del magistrado) el que abriera el via crucis.

Nada de procedimiento jurídico; es uno político disfrazado de jurídico. Lo peor que puede haber en un Estado de derecho. Y así está siendo a los ojos de todo el mundo. Por eso, en la vista oral que se abre hoy hay observadores internacionales. La presencia de estos es una garantía para el acusado, quizá la única que tenga. Y una vergüenza para todo el país. España no debiera ser como esas naciones del antiguo Tercer Mundo a las que es preciso enviar observadores internacionales porque nadie se fía de la limpieza de sus procesos electorales o judiciales. No debiera ser, pero es. La imagen que proyecta cada país no la determina él mismo sino que la determinan los demás y los demás han decidido enviar observadores internacionales, mientras la organización Human Rights Watch asegura que el mundo entero tiene los ojos puestos en las represalias que se están aplicando a Garzón.

La historia es maestra en ironías: mientras el juez Garzón comparece ante el Supremo por investigar los crímenes del franquismo, una jueza argentina, que investiga esos mismos crímenes en aplicación de la doctrina de la jurisdicción penal universal que tanto debe a Garzón, pide documentos al gobierno español para proceder con el mismo empeño que ha ocasionado el procesamiento de aquel. Por la misma doctrina de jurisdicción universal puede Manos Limpias querellarse contra la jueza argentina por prevaricación. Acabará prevaricando el mundo entero pero los crímenes no deben quedar impunes. Y menos el de genocidio.

Así mientras la justicia española se retrotrae a la época de la invicta cruzada, la argentina ampara los derechos de los españoles sometidos a aquella. La acción argentina se ha iniciado con querellas de víctimas del franquismo y, ahora, la asociación de expresos del franquismo La Comuna, anuncia que se personará en la causa en Buenos Aires en busca de una justicia que aquí se le niega. Y no solo se le niega sino que se hace un escarmiento en la cabeza del juez que ha tratado de realizarla para aviso a los demás, por si alguien más cree que debe obedecer a su sentido de la justicia antes que a la prudencia política.

Estamos cubriéndonos de gloria.

La imagen es una foto de http://www.presidencia.gov.ar/, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 18 de gener del 2012

Garzón vs. franquismo.

Los jueces que imparten la justicia de un régimen ilegítimo, ilegal y delictivo, como lo fueron el franquismo, el nazismo o el comunismo (en Alemania Oriental, por ejemplo) son tan ilegítimos, ilegales y delincuentes como el régimen al que sirven. Así, cuando los países que los sufren se liberan de ellos, lo primero que hacen es depurar la judicatura. Eso no pasó con el franquismo y los jueces que presidieron las farsas del Tribunal de Orden Público, siguieron en sus puestos durante la democracia administrando una justicia tan contraria a sus convicciones como contraria a la justicia había sido su práctica anterior. La democracia heredó intacto el cuerpo de jueces de la dictadura y, con ellos, los usos, las creencias y los prejuicios de ésta.

El ejército, la policía, la iglesia y la judicatura fueron los últimos reductos del franquismo. Los dos primeros se han renovado ideológicamente. Los dos últimos, no. Por ello no es de extrañar que el estamento judicial trate de condenar la actividad del único juez que en España ha intentado hacer justicia a las víctimas de la dictadura. Una condena a Garzón no solamente será un castigo a éste sino que pretende tener un efecto disuasorio para quien pueda venir detrás queriendo hacer lo mismo. Aunque la causa que se le sigue ahora, como una segunda por unos supuestos cobros del Banco de Santander, no tienen relación directa con el franquismo, sí la tiene el tercer proceso con motivo de la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y este proceso es el que da sentido al conjunto de la peripecia judicial de Garzón. Se le persigue y se le juzga por haber tratado él de juzgar el franquismo.

¿Cabe esperar justicia? No es descartable pero tampoco lo es lo contrario; al revés, quizá sea lo más probable. Es mucha la animadversión que este juez ha sembrado entre los de su gremio, en donde los simples envidiosos por sus éxitos unen fuerzas con quienes quieren dejar incólume el franquismo.

Las movilizaciones populares a favor de Garzón deben continuar. Es un derecho de la gente y son beneficiosas para el acusado en la medida en que los jueces se saben observados por una opinión pública muy crítica. Mucha ayuda, más quizá que la anterior, presta a la Justicia la asistencia de medios de comunicación extranjeros. Durante el franquismo solo la repercusión internacional de las fechorías de la dictadura era un freno a las de sus esbirros judiciales. Muchos represaliados de la Dictadura salieron no tan mal parados como se temía precisamente por la presión internacional. Es preciso mantenerla. Que los magistrados de la sala segunda sepan que, si cometen una iniquidad, las naciones civilizadas se lo reprocharán.

En torno al juez Garzón se libra la última batalla contra el franquismo. Y será una batalla larga. Si el juez es condenado ahora podrá acudir al Tribunal Constitucional y también al Tribunal de Estrasburgo por cuanto, al juzgarlo directamente el Supremo, sin posibilidad de segunda vuelta o revisión en proceso penal, tendrá abierto el amparo por indefensión y denegación de juicio justo. Y, si estos fallan, a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Hay que aguantar y denunciar sin descanso. Una libertad sin justicia no es libertad.

(La imagen es una foto de http://www.presidencia.gov.ar/, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 30 de novembre del 2011

Franco.

La memoria de Franco pesa sobre la conciencia colectiva de los españoles como una losa más abrumadora que la de 1500 kilos que cubre la tumba del dictador. Se haga lo que se haga, ahí sigue, como un fantasma del pasado que no permite el descanso de los muertos ni la paz de los vivos. Su periódico retorno con uno u otro motivo resucita los sentimientos de humillación, terror y persecución de cientos de miles de españoles, vivos de nuevo en el recuerdo de los relatos de la España negra con los que crecieron sus descendientes.

¿De qué otra forma podía ser cuando, contra todo espíritu de magnanimidad, el cuerpo del dictador yace en el centro de un inmenso, ciclópeo mausoleo que se hizo construir en vida para su mayor gloria en la muerte a su vez en el centro mismo de España? Cercana al Escorial, pétreo emblema del imperio español, con voluntad de resurrección imperial, esa gigantesca cruz no simboliza la reconciliación de los españoles, sino la victoria de unos sobre otros y se alza en recuerdo de los casi cuarenta años del régimen más sanguinario que haya padecido el país nunca. Desde Cuelgamuros irradia el espíritu de unos vencedores inmisericordes que crearon un cementerio colectivo en el que enterraron a la fuerza los huesos de los vencidos para que les sirvieran como trofeo por los siglos de los siglos. Quienes afirman que el monumento trata de hermanar a los españoles más allá de la muerte y de honrar por igual a los caídos de ambos bandos sólo añaden la mofa a la afrenta. ¿Desde cuando se entierra a las víctimas con su victimario, a los asesinados con su asesino?

Mientras esa mole esté en donde y como está los españoles no conocerán la paz de espíritu ni podrán entenderse. Los descendientes de los vencedores porque se sentirán obligados a seguir respetándolo y aun rindiéndole honores como única forma de acallar sus remordimientos. Los de los vencidos porque, al no encontrar justicia ni reparación, seguirán siendo presas del recuerdo herido y sintiéndose derrotados, como experimentan quienes diariamente pasan junto al arco de La Moncloa que, para vergüenza de todos, sigue llamándose Arco de la Victoria.

Ahora la comisión de expertos a la que el Gobierno encargó la tarea de recomendar una decisión que hubiera debido tomar el Parlamento en su día propone exhumar los restos del Caudillo y llevarlos a otro lugar, siempre que la iglesia católica otorgue su permiso. Sin duda esta cautela está dictada por muy pertinentes consideraciones jurídicas pero equivale a dejar en manos de una organización privada una medida de enorme trascendencia pública; una organización privada que fue cómplice de la Dictadura a lo largo de su existencia. Y más que complice, fue, junto a ejército y la policía política, uno de sus pilares fundamentales bajo la forma del nacionalcatolicismo, la que tomó el fascismo en España.

Tres de los miembros de la comisión se oponen a lo que ésta recomienda porque contribuiría a dividir y radicalizar a la opinión pública, un argumento que pone de relieve lo que niega. Todo lo que tiene que ver con Franco divide y radicaliza porque él dedicó su vida a dividir y radicalizar España y, mientras no esté enterrado en algún otro lugar, mientras siga expuesto presidendo en cierto modo el centro mismo de la memoria colectiva de la tragedia nacional, así será. Tarde o temprano, aquí, en la Argentina o en donde sea, un tribunal de justicia calificará de genocidio la represión franquista, un delito que no prescribe, y condenará a Franco como genocida. Entonces el peligro de división y radicalización será máximo.

El franquismo es el responsable de que generaciones enteras de españoles experimentaran su condición nacional como una vergüenza cuando, al salir al extrajero, comparaban los Estados de derecho europeos, respetuosos con la dignidad de sus ciudadanos, con la tiranía que ellos padecían y que los trataba como súbditos y carne de presidio. Nada humilla más a una persona que vive bajo una tiranía que compararse con quien lo hace en un régimen de libertad. De ahí viene en buena medida el complejo de inferioridad de los españoles frente a los europeos.

Llega el informe en el momento del relevo en el gobierno y, por más que los socialistas pidan a Rajoy que no lo ignore, lo más probable será el olvido con el argumento de que no es un asunto urgente, pues los hay mucho más. Querrá ocultarlo recurriendo a esa fórmula huera de que España es una gran nación y se ayudará de los gritos de rigor al estilo Bono de ¡viva España! Pero una nación que maltrata a sus hijos, les niega la justicia y la reparación, jamás será grande. Vivirá seguramente pero será en la ignominia. El orgullo del presente hunde sus raíces en el pasado y el pasado español hiede a mortandad.

(La imagen es una foto de hermenpaca, bajo licencia de Creative Commons).