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dimarts, 14 de maig del 2013

El miedo.

El miedo no es categoría que abunde en los análisis políticos, en los que se echa mano de cosas menos molestas como la ideología, la lealtad partidista, el abstencionismo, la disciplina, etc. Sin embargo el miedo está decisivamente presente en muchas ocasiones y contribuye a explicar abundantes fenómenos políticos. Lo sabemos muy bien desde el famoso "que me odien mientras me teman" de Calígula. En un plano más teórico, Hobbes situaba el pacto social y la legitimidad del poder político en el éxito de este de eliminar el miedo que nos tenemos unos a los otros. El Estado absorbe todo el miedo del que la sociedad se libera. Si lo consigue o no es ya otra cuestión. Pero el miedo es universal y de esa nesesidad se hace virtud -ramplona, como muchas virtudes- cuando se dice que "el miedo guarda la viña". En El miedo a la libertad, que dejó mucha huella, Fromm achacaba al miedo (a ese miedo al que atacaba Kant cuando nos exigía que nos atreviéramos a saber) el origen de la personalidad autoritaria y la servidumbre. Y con Miedo a volar, Erika Jong tocaba un tabú que aún no está muy claro en el moviminto feminista.

El miedo, inspirar miedo, en mayor o menor medida, es el objetivo de todo poder político. El miedo garantiza la obediencia acrítica. Sembrar el miedo, hacérselo padecer a la población fue la finalidad esencial del régimen nacionalcatólico de Franco. Había que hacer un escarmiento que la población no olvidara, como decía a las claras el general Mola. Había que llevar a los impíos de nuevo al temor de Dios por los medios que fuera, aplaudía la Iglesia católica. Ambos empeños, muy bien recogidos en el último libro de Julián Casanova, España partida en dos que Palinuro comentará en breve. El miedo presidió la transición española y explica bastante su carácter contradictorio. Miedo -aunque con distinta intensidad- en los dos bandos: la derecha temerosa de perder sus privilegios y de que se le exigieran cuentas por los 40 años; la izquierda, asustada ante la posibilidad de volver a la persecución, la clandestinidad, el exilio. El miedo tiró al suelo a los diputados del Congreso aquella aciaga jornada del 23-F, con las tres excepciones de todos conocidas y el miedo mantuvo a la población paralizada en las primeras horas del golpe.

Uno de los rasgos más característicos de la nueva forma de insurrección social que vivimos a través del M15M, a punto de celebrar su segundo aniversario es la idea de que el miedo está cambiando de bando. El mensaje es muy claro: estaba instalado en los de abajo y se está desplazando hacia los de arriba. En sí misma, la idea es atractiva y suena verosímil cuando se contempla qué impacto y alcance tiene este movimiento que empezó siendo algo desdeñado por todos los analistas y expertos a causa de su carácter horizontal, asambleario, no jerárquico, sin estructura orgánica y, por ello,  se presumía, sin efectos prácticos. Resulta sin embargo que, a través de su naturaleza imprevisible, no institucionalizada, proteica, el movimiento ha acabado determinando parte importante del debate y la acción públicas.

Quizá sea cierto que el miedo esté cambiando de bando. Sería revolucionario. No obstante, conviene ser precavidos y recordar que las clases dominantes enseguida tienen miedo, que el capital es muy asustadizo. Y no perder de vista que, para liberarse de ese miedo, las clases dominantes cuentan con las fuerzas de seguridad de cuyo empleo sistemático, con fines crecientemente autoritarios y represivos es un buen ejemplo este gobierno.

Inspirar miedo es lo que persigue esta crisis económica, hacer vivir a la población en condiciones de inseguridad e incertidumbre que susciten el miedo. Su función es propagar el miedo. Miedo igualmente lo que hay detrás del repentino monarquismo del PSOE y, por supuesto, miedo detrás de la cerrada negativa de ese partido (o quizá de su dirección) a reconocer derecho alguno de autodeterminación. Pero de eso hablará Palinuro mañana, que tiene una imagen que mola mazo.

(La imagen es una foto de robinsoncaruso, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 20 d’abril del 2013

El asesinato de Grimau.


Un amable lector me pide un apunte sobre Julián Grimau en el 50º aniversario de su asesinato por los franquistas. Normalmente no cedo a estas peticiones porque implican singularizar Palinuro, concentrarlo en un interés particular en detrimento del general. Pero en esta ocasión haré una salvedad por dos motivos: 1º) mi implicación personal en el caso; 2º) el significado del asesinato de Grimau para el franquismo y la oposición. 

Lo primero. Los fascistas montaron una de sus habituales farsas a las que llamaban juicios para condenar al dirigente comunista que, de todas formas, ya estaba sentenciado a muerte antes de que los delincuentes  que lo juzgaron se pronunciaran. En realidad estaba casi muerto cuando se produjo el simulacro de juicio a causa de las torturas a que lo sometieron los esbirros de la Brigada Político-Social (BPS) y que incluyeron tirarlo por una ventana de forma que, al llegar a la vista oral, no se tenía de pie. Hasta aquí, por lo demás, nada que los franquistas no hubieran hecho ya cientos de veces. Lo nuevo para ellos fue el escándalo internacional que se montó. No se lo esperaban. Grimau era un comunista y, como tal, torturable y fusilable sin más miramientos. Para el mundo, Grimau, además de comunista, era un ser humano y tenía derecho a un juicio justo, cosa que se le negó. De ahí el escándalo. Tanto que este juicio, realizado por la jurisdicción militar, debió de ser ya uno de los últimos de este género. La dictadura se sintió obligada  a hacer como que cambiaba y así, el año siguiente, 1964, se creó el Tribunal de Orden Público, un órgano de la jurisdicción civil, aunque especial, encargado de los llamados delitos políticos. Un tribunal de excepción, nutrido igualmente por "jueces" al servicio de la dictadura y cuya actividad fue y será siempre un baldón para cualquier concepto decente de la justicia. Pero eso fue al año siguiente. En el anterior, 1963, Grimau -o lo que de él quedaba- fue "juzgado" por los militares en la calle del Reloj. Y hasta allí me acerqué yo que era estudiante de primero de carrera, a presenciar el proceso que, en teoría era público. No pude pasar. Un policía de la BPS me impidió la entrada y me amenazó con detenerme si insistía. O sea, tengo ligado el asesinato de Grimau a mi primera actividad práctica en contra la dictadura. Estaba entonces lejos de sospechar que, unos años después, 1967, yo mismo habría de comparecer en aquella calle del Reloj ante un juez instructor militar por un supuesto (y falso) delito de agresión a la autoridad, al que no se aplicaba la Ley de Orden Público y que, se seguía juzgando por lo militar. Los tiempos habían cambiado y los militares sobreseyeron el caso.

Lo segundo. Tenía yo por entonces buena opinión de los comunistas. Al cabo de poco tiempo, esa opinión cambió a muy negativa por las razones que expongo en mi penúltimo libro, Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos. Una visión personal, 2013, Madrid (Akal). Por todo lo que sé y he podido averiguar y todo lo que la experiencia y la historia muestra del comportamiento de los comunistas en aquellos años (cuarenta, cincuenta, sesenta), pudo haber pasado cualquier cosa. Se dice que Grimau, que fue responsable de la policía durante la República, fue enviado a España en los sesenta con lo que, en el mejor de los casos, cabe calificar como una falta total de prudencia y, en el peor de ellos, un deliberado intento de eliminarlo, poniéndolo en manos de los torturadores de la BPS. Ambas cosas pueden ser ciertas y a saber si algún día conoceremos la verdad.

Pero, al margen de todo, caído en la lucha por liberación de España o víctima de los tortuosos procedimientos de los comunistas, Grimau es hoy un símbolo de la dignidad del hombre frente a los aparatos torturadores y asesinos de la policía en el mundo entero. Incluida, por supuesto, la policía soviética, tan torturadora y asesina como la franquista, pero a la que Grimau, seguramente, miraría con simpatía, por "ser de los suyos". No importa. El destino de los hombres los lleva a veces a superar su peripecia personal. Un ser humano solo, indefenso, a merced de asesinos y esbirros que lo torturarán para obtener confesiones o por simple placer sádico; un ser humano que aguanta el tormento, no delata a nadie y, finalmente perece por una causa, una idea, por errónea o equivocada que sea, simboliza en sí mismo a toda la especie. Un hombre frente al crimen, inerme, sacrificado vilmente y que desaparece de entre los vivos en silencio, calladamente, como si no hubiera muerto, personifica lo más luminoso y noble que habita en las personas. Y por detestables que hayan sido sus crímenes (si alguno hubo, que no se sabe) se alzará sobre las sombrías figuras de los asesinos que lo torturaron, los delincuentes que lo condenaron y los matarifes que lo ejecutaron.

El nombre de Grimau brillará siempre mientras que nadie recuerda ni recordará los de sus asesinos.

diumenge, 3 de febrer del 2013

Las siervas de Satán.

Mi universidad ha organizado una interesantísima exposición en el Ateneo de Madrid, titulada Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad (1930 - 1980). Es un conjunto de piezas, carteles, objetos, modelos, fotografías, cartas, postales, tebeos, libros, etc., acompañadas de abundantes explicaciones ilustrativas, gratas de leer y bien documentadas. Se ve la mano cuidadosa de Raquel Osborne, profesora de la UNED y comisaria de la exposición, que también es la editora del libro de igual título (Madrid: Fundamentos, 2012) en el que se recogen diversos trabajos de especialistas sobre los asuntos tratados en la exhibición y he incorporado a mis próximas lecturas.

No es una exposición espectacular al uso sino más recogida, modesta, de la vida cotidiana, del oscuro y normal trajín de la existencia. Es como una metáfora del mensaje trasmitido, esto es, en España (1930 - 1980) la mujer es un ser de segunda, destinado a los aspectos menores de la existencia, descanso del guerrero, apoyo en la sombra del hombre como madre, como esposa, como hija. Manda Dios mantenerla en esa condición, sofrenando sus internos impulsos a la perversión, el pecado, la lascivia. En el empeño colaboran la cultura tradicional, las convenciones, las ideologías, la educación, el Estado y, por supuesto, en primerísimo lugar, la Iglesia católica. Esta lo hace con especial refinamiento pues, habiendo elevado a aquella a la condición de madre de Dios, le rinde culto. Por supuesto, de hiperdulía, inferior al de latría (el de Dios), aunque, supongo, superior al de dulía, el de los santos. La Iglesia venera a la Virgen y la ha subido a los cielos. ¿Alguna duda sobre su respeto y reconocimiento a la mujer? La Virgen está en el cielo, como su hijo, Cristo, Dios. Pero Cristo ascendió por sí mismo en tanto su madre fue asunta pues ella sola, carne del mundo, no hubiera llegado muy arriba. ¿Dudas? Ninguna. La Iglesia católica es una institución radicalmente misógina.

La exposición tiene dos momentos: el breve lapso emancipador de la República y la larga noche del franquismo. La primera subraya la aportación de las mujeres a la nueva sociedad española, en paz y en guerra. Se hace referencia al origen y desarrollo del feminismo español y se habla y se muestra a Pardo Bazán, Victoria Kent, Clara Campoamor. Y también se valora lo que la República hizo por las mujeres, el derecho de sufragio, el acceso a las profesiones tradicionales feudos masculinos, la ley de divorcio, la extensión de la educación sexual, etc. También una referencia a la aportación de las mujeres al esfuerzo de guerra no solo en la retaguardia, sino en las formaciones milicianas. Habrá quien diga que fue esta disposición de las mujeres a defender sus recién adquiridos derechos con las armas en la mano la que explica la especial saña de los vencedores de la guerra contra ellas. No es ni siquiera necesario. Las mujeres iban a ser objeto de una represión específica, propia, particularmente injusta y brutal, doble en cualquier caso. Es su suerte en todos los conflictos armados de la humanidad. Las mujeres son objetivo estrategico en las guerras normalmente declaradas por hombres y a través de prácticas odiosas, como las violaciones, el ridículo público o la prostitución forzosa. No hay grandes diferencias entre las violaciones y vejaciones infligidas por los franquistas a las mujeres republicanas y las que practicaban los serbios en las recientes guerras de los Balcanes o las de los hutus a las mujeres tutsis en el conflicto de Ruanda. El ataque a las mujeres forma parte de toda estrategia militar desde tiempo inmemorial del Patriarcado.

Por eso el franquismo se cebó especialmente con ellas durante la guerra y en los primeros años después: represión, tortura, violación, asesinato, por ser madres, esposas, hijas de perseguidos; es decir, por ser eso que el nacionalcatolicismo considera la triple excelsa misión de las mujeres. Después de la especial brutalidad de la primera postguerra vino la represión en la paz, la dominación doctrinal a cargo de la Iglesia y la política y social a cargo de la Sección Femenina, dirigida por la hermana del Ausente, Pilar Primo de Rivera. Por cierto, creo haber advertido en la exposición una sugerencia, como al desgaire, de que las mandos falangistas, casi todas solteras y lo que los machistas llaman marimachos, venían a ser una especie de sublimación de unas tendencias lésbicas quizá inconscientes y, en todo caso, reprimidas. Es una observación interesante. Forma parte de un hilo sutil que informa el espíritu de toda la exposición: entender el lesbianismo (y otras formas de sexualidad no conformista) como una tendencia que pugna siempre por burlar el poder patriarcal y manifestarse de mil formas. Tiene mucho valor una vitrina que contiene pruebas de la constitución de un grupo marginal de homosexuales hombres y mujeres quienes, en los años setenta, habían creado una especie de red clandestina en la Barceloneta con un complicado sistema de señales para realizar actividades colectivas en donde no tuvieran que disimular, esconderse o temer la represión.

Porque esta siguió siendo muy dura para las mujeres (y, por supuesto l@s homosexuales) hasta el final mismo de la Dictadura. En su apogeo, la vida de las mujeres fue la de un sector subalterno, en minoría de edad civil permanente, práctica esclava del macho de turno, marido, padre, hijo y hasta chulo para aquellas que, por una razón u otra, hubieran acabado en el grupo de las llamadas mujeres caídas. Para quienes vivimos buena parte del franquismo, la muestra trae piezas con un valor de memoria incalculable. Hay unos minutos del No-Do de los años cincuenta, con una demostración de la Sección Femenina en la explanada del Monasterio del Escorial ante el Caudillo Franco, bajito, regordete, ataviado con una chaqueta blanca de gala falangista y una boina roja, inolvidable. A much@s se les encenderán los recuerdos al ver las ediciones de los libros de Celia, por Elena Fortún, que leyeron siendo niñ@s. Y no hablemos de un spot televisivo de "OMO lava más blanco" entre dos marujas de los sesenta que es para troncharse de risa. De risa sardónica.

En fin, películas, Marisol, Isabel la Católica, España imperial, todo entre acericos, canesús y hasta Mariquita Pérez, la Barbie del franquismo, las novelas de Corín Tellado, el desarrollo, el turismo. Las mujeres son tontas en general y perversas y si, además, son comunistas, entonces, amigo, hay que aislarlas porque padecen una enfermedad terrible, transmisible, como científicamente demostraba el psiquiatra del régimen, el doctor Vallejo-Nágera, quien aún tiene una calle en Madrid. El franquismo reprimió a todo el mundo. Pero a las mujeres las reprimió el doble.

Desde entonces hemos progresado mucho. Las mujeres han conquistado una posición social en todos los órdenes jamás antes igualada. Pero el Patriarcado es un sistema tenaz, duro de pelar. Todavía les (nos) queda mucho trecho por recorrer. La prueba la proporciona inconscientemente el folleto de la exposición en cinco columnas en orden cronológico. La primera (años treinta) se titula afirmativa Las modernas. La quinta (años setenta) se titula dubitativa ¿Las liberadas?

dijous, 22 de novembre del 2012

Suspendido el acto de homenaje a Franco.

Después del escándalo montado, la empresa concesionaria del Palacio de Exposiciones de Madrid, que pertenece al ministerio de Industria, ha cancelado el homenaje que los fascistas pretendían hacer el cuatro de diciembre al asesino Francisco Franco.
Por cierto, la gestión pertenece a Turespaña, el departamento al que acaba de reintegrarse la funcionaria Aguirre que, como se ve, no ha perdido el tiempo en dar una muestra de su peculiar liberalismo fascista.
Era ya excesivo que, además de soportar a este gobierno de expoliadores franquistas, meapilas, pedantes y simples imbéciles que ya es el hazmerreír de  media Europa, hubiera que aguantar a los chulos de la Falange campando a sus anchas por la ciudad y homenajeando al delincuente que oprimió España y asesinó a cientos de miles de españoles.
Y eso mientras el único juez que ha intentado hacer justicia a las víctimas del genocidio franquista pierde la carrera, villanamente condenado por quienes no tienen ni la centésima parte de su honradez y valentía.
Ahora solo queda por denunciar que haya una Fundación Francisco Franco, dedicada a ensalzar la memoria del criminal perjuro que mantuvo España sojuzgada durante cuarenta años por el terror y el asesinato. Y denunciar que se beneficie de subvenciones públicas.
Esa Fundación debe cerrarse y sus dirigentes deben ser procesados por apología del genocidio.

Prohibir el homenaje a un dictador asesino en Madrid.

He creado una petición en Change.org para que una fundación de fascistas organice un homenaje al asesino de cientos de miles de españoles. Muchos de ellos aún yacen en fosas comunes por las cunetas de España ante la negligencia o la complicidad directa de las autoridades políticas y judiciales. Este homenaje es un insulto directo a su memoria. Es como si los asesinaran por segunda vez.
Se solicitan firmas.


dissabte, 6 d’octubre del 2012

Gómez Llorente. Por amor a Marx.

El fallecimiento de luis Gómez Llorente a los 73 años de edad ha traído a la memoria colectiva un episodio tan decisivo en la historia de España y del socialismo democrático como el XXVIII Congreso del PSOE. Felipe González dimitió de la Secretaría General en una jugada de farol cuando su partido se negó a abandonar la referencia al marxismo. Poco antes, en las elecciones de aquel año, 1979, que el PSOE perdió, Suárez, líder de la UCD, salió por la televisión avisando del peligro de que ganara los comicios un "partido marxista". Desde el punto de vista de González y los suyos era, pues, urgente sacar al PSOE de aquella hipoteca nominal del marxismo para aproximarlo a la socialdemocracia europea, en concreto la alemana que había hecho algo similar en su congreso de Bad Godesberg de 1959.
Pero en España no iba a resultar tan fácil. Hubo una reacción "antifelipista" en las filas y se constituyó una candidatura alternativa a la de González, con el marxismo como santo y seña. Aquella cadidatura reunió poco más del 6% de los votos mientras que la de González se alzó con el 85%. Fue una derrota épica de los "promarxistas" que, por entonces, eran Luis Gómez Llorente, Enrique Tierno Galván, Francisco Bustelo y Pablo Castellano.
Los destinos de estos cuatro hombres han sido muy distintos y su repaso da una buena imagen de Gómez Llorente. Este siguió en el PSOE, en la izquierda y fundó la corriente Izquierda Socialista, si bien él se apartó de la política práctica y llevó una vida más recogida. Tierno siguió en la brecha y llegó a alcalde de Madrid. Francisco Bustelo también continuó en la izquierda, llegó a Rector de la Universidad Complutense y, desde entonces, también retirado de la actividad política,  conserva su actitid crítica de juventud. Solo el abogado Pablo Castellano ha derivado hacia posiciones de derecha y, según me aseguran quienes ven los abundantísimos programas reaccionarios de televisión y radio en España, anda por las redacciones y los platós, cargando sistemáticamente contra su antiguo partido, contra la izquierda en general y haciéndole el juego a la derecha. Uno más de esa legión de conversos por la que Palinuro no siente la menor simpatía. Allá cada cual con su conciencia.
Pero, justamente, este contraste realza más la dignidad, la coherencia y la integridad de Gómez Llorente, probablemente el contemporáneo que más se acerca a la venerable figura propia de la izquierda tradicional del llamado santo laico.
No conocí a Gómez Llorente de nada, ni lo traté jamás. De estudiantes, él estaba en quinto cuando yo empezaba. Era, pues, de "los mayores". Pero lo tengo ligado a un recuerdo imborrable de mi juventud: mi primera participación en una acto en contra del régimen de Franco muy a primeros de los sesenta. Para mí fue emocionante. La policía había detenido a Gómez Llorente y un par de docenas de estudiantes nos congregamos espontáneamente en los pasillos de mi facultad en un sit in para exigir su liberación. Ni siquiera hubiera sabido identificar a Luis de habérmelo encontrado. Pero daba igual: era un estudiante de izquierda detenido por la Brigada Político-Social. Había que protestar. En aquel acto, en cambio, conocí a Alberto Méndez quien, muchos años después, ganaría justa (y, por desgracia, póstuma) fama con sus Los girasoles ciegos, y representaba para mí, entonces bisoño en las lides, un ejemplo de actitud. No recuerdo bien si fue el propio Alberto o algún otro quien, a la guitarra, interpretó una canción de Chicho Sánchez Ferlosio (quizá fuera el propio Chicho)  que yo oía entonces por primera vez, se me quedó grabada: "Gallo rojo, gallo negro" y es tan parte de nuestro cancionero colectivo que mucha gente cree que es anónima.
Pues eso, Luis, gallo rojo, que la tierra te sea leve.
(La imagen es una foto de gomezllorente en el dominio público. En ella se ve a José Luis Gutiérrez (creo), 2º por la izquierda, Pablo Castellano, 3º por la izquierda y Luis Gómez Llorente, 1º por la derecha en Ibiza en 1981. Ignoro quiénes sean las mujeres.)

dimarts, 7 d’agost del 2012

El retorno del franquismo.

El franquismo no ha muerto. Goza de espléndida salud y gobierna desde La Moncloa, perfectamente adaptado a estos tiempos pecaminosos de relativismo y ataques a la iglesia, poniendo las cosas en su sitio. El gobierno, integrado por monaguillos (Wert), meapilas (Gallardón), oligarcas (Morenés), tecnócratas reaccionarios (Montoro), analfabetas (Mato), sección femenina (Báñez), demagogos estilo falangista (Soria) etc, representa la vuelta a las más puras esencias del nacionalcatolicismo. Su inspiración es Rouco Varela, quien dirige la política del país en educación, familia, matrimonio, derechos de las personas, etc con la vista puesta en la reevangelización de España, ofrenda que el cardenal gallego quiere dedicar a su dios, a ver si se calza el Papado. Como el franquismo, es un gobierno que se da continuos golpes de pecho pero vive de explotar, oprimir y reprimir a los más débiles, de robar a los pobres para dar a los ricos. Un gobierno de hipócritas cristianos profundamente anticristiano.
Ese franquismo ostentoso no solo se da en el terreno de los principios y las proclamas sino también en el de las medidas prácticas. En estas, la similitud de los gobernantes actuales y los franquistas se convierte en identidad. Véase:
  • Ha destruido todas las garantías jurídicas de protección al trabajo y ha dejado a los trabajadores sin derechos, literalmente como esclavos en manos de los empresarios.
  • Persigue y trata de aniquilar los sindicatos, asfixiándolos económicamente y reprimiéndolos administrativa y laboralmente.
  • Reprime toda expresión de descontento o crítica. Por la vía gubernativa gracias al fascismo rampante de la delegada del gobierno en Madrid que penaliza el ejercicio de los derechos ciudadanos de reunión, manifestación y expresión mediante la arbitrariedad policial. Por la vía penal, tipificando como delitos comportamientos que en ningún país civilizado lo son, como la resistencia pasiva..
  • Censura la libertad de expresión de trabajadores y funcionarios públicos y/o los amenaza con represalias si ejercen sus derechos de crítica.
  • Controla los medios públicos de comunicación, manipulándolos sin miramientos y poniéndolos al servicio del gobierno y su partido como oficinas de propaganda. El caso más claro, Telemadrid, una televisión financiada por todos los madrileños y colonizada por los periodistas a sueldo del PP que falsean, mienten y hacen demagogia al servicio de su amo, acallando las voces crítica.
  • De este modo, se hace difícil que la opinión pública tenga un conocimiento aceptable de la pavorosa ineptitud de los gobernantes y los niveles de corrupción y despilfarro de sus administraciones.
  • Todo ello acompañado de una permanente campaña de los medios privados y públicos que ensalza las glorias de los gobernantes y ataca de modo torticero, falso y amarillista a sus adversarios. De lo primero, de los ditirambos ridículos que los incondicionales dedican a Rajoy, da pruebas abundantes ese comic de Planeta que se edita en Madrid y se llama La Razón. De lo segundo las campañas de bulos, mentiras e infundios contra los adversarios que periódicamente pone en marcha El Mundo, un libelo amarillista de una calidad ínfima, a la altura de El Alcázar,.
. (La imagen de Rajoy es una foto de La Moncloa en el dominio público; la de Franco también está en el dominio público. El montaje, fruto de la Minerva de Palinuro).

dilluns, 12 de març del 2012

Guadiana del Caudillo y el 11-M como ejemplos

El pueblo pacense de Guadiana seguirá llevando el estigma del nombre del delincuente por decisión libre de los vecinos. ¿Cómo es posible? Un somero análisis muestra la razón de este desatino y carga su culpa sobre los hombros de quien la tiene: la izquierda, el PSOE e IU. Veamos: sobre una población de 2.500 almas y un censo de unas 1.500 (ignoro cómo se haya elaborado y no es aquí importante) hubo 495 votos a favor de mantener el nombre del delincuente y 310 en contra, 4 votos nulos y 2 en blanco. En total, 811 votos, más o menos el 54%. El 46% restante, abstenciones, muy superior a la media del 30/33% habitual en la península. ¿Por qué tanta abstención? Muy sencillo porque la izquierda, juzgando que la consulta era ilegal por varios conceptos, pidió la abstención. Es posible que la consulta sea ilegal, eso se verá en su día si alguien recurre. Y es cierto que no es vinculante pues el consistorio hará lo que le plaza (que será dejar el nombre de Franco) pero lo que está claro es que el resultado tiene un enorme valor simbólico y va en contra de la izquierda, muchos de cuyos votantes tendrán que seguir aguantando la afrenta de tener un toponímico en recuerdo de un genocida. Y a favor rotundo de la derecha heredera del mismo genocida. Ese es el problema de la izquierda que, por unas razones u otras, siempre mete la pata y permite que la minoría de la derecha hable en nombre del conjunto. Como está pasando ahora mismo en todo el país.

Otro ejemplo inverso. Hoy, 12 de marzo de 2012, la derecha neofranquista ha montado un acto/provocación de sedicente homenaje a las víctimas del 11-M para politizar el asunto, como siempre, y usarlo en contra de los sindicatos y de las propias víctimas, que le importan un pepino. La convocatoria es legal, desde luego y hecha con todos los requisitos formales. ¿Debería acudir a ella la izquierda? Sin duda, no. La izquierda homenajeó a las víctimas ayer, 11 de marzo, cuando tocaba y sin usar el homenaje como arma partidista. Entonces ¿qué pintan Tomás Gómez, del PSOE y Gregorio Gordo, de IU (el de UPyD, allá él) en un acto que es una provocación de neofranquistas? Pues, como siempre, metiendo la pata, dando bazas al enemigo. Eso la derecha no lo hace nunca. Al revés que en Guadiana del asesino pero con los mismos resultados desastrosos. Porque la convocatoria escisionista de Botella y Aguirre será legal pero es inmoral y tiene un valor simbólico tremendo. Valor simbólico que Gómez y Gordo han contribuido a ensalzar, deslegitimando de paso el acto de ayer. No sigo porque me caliento pero, ¿cabe duda alguna de por qué esta gente lleva años perdiendo elecciones? Por falta de coraje, de claridad, de inteligencia.

dimarts, 28 de febrer del 2012

El franquismo y la transición según el Tribunal Supremo.

La sentencia de ayer del Tribunal Supremo (TS) absolviendo a Garzón del delito de prevaricación por declararse competente en la investigación de los crímenes del franquismo cierra el tercer acto del drama que, de momento, acaba con la carrera del mentado y molesto juez. El propio Garzón lo ha dicho claramente: con su absolución “El guión se ha desarrollado como estaba previsto”, incluso a costa de alterar los tiempos procesales. Se cierra ese drama, pero se abre otro que no sabemos aún a dónde puede llevarnos. A esos efectos, la sentencia no solo es buena por absolver a Garzón sino por existir en sí misma ya que, por primera vez, disponemos de una decisión judicial al más alto nivel sobre un asunto (los crímenes del franquismo) que hasta ahora quedó al margen de los tribunales.

No estoy seguro de que los magistrados sean conscientes del alcance de su decisión. Si lo hubieran sido, habrían puesto más atención en la solidez de su razonamiento que presenta bastantes inconsistencias, al margen de su interpretación puramente técnica. Sin olvidar que se trata de una reflexión urgente, pretendo concentrarme en los primeros aspectos (los del puro razonamiento lógico), absteniéndome de los segundos por falta de competencia, en la seguridad de que serán tratados en su momento por quien la tenga.

A primera vista está claro que el TS no se ha limitado a entender de la cuestión concreta y específica del supuesto delito de prevaricación. Es tal la convicción ideológica de los jueces sobre el fondo del asunto, que no han resistido la tentación de pronunciarse sobre él y de hacerlo de un modo tan insatisfactorio que plantea más problemas de los que resuelve, si es que resuelve alguno y a no ser que dar carpetazo sin más a un problema lo llamemos resolverlo.

El núcleo del razonamiento del TS (los fundamentos de derecho) es un pequeño embrollo que, debidamente desentrañado, deja al descubierto una sentencia con un claro componente ideológico. Sostiene el TS que Garzón no prevaricó sino que solo erró en su calificación del delito y en su interpretación del derecho positivo, la doctrina y la jurisprudencia. Pero, como no puede limitarse a absolver al reo, procede a explicar en qué consistió ese error, contraponiendo a la garzoniana otra interpretación que prevalece sobre la del juez por razón jerárquica del órgano que la emite, pero no necesariamente por su superioridad racional. Incidentalmente, esta absolución en estos términos es simétrica de la condena previa al mismo acusado por el caso de las escuchas y, como en toda simetría, el orden de los términos está invertido. En la condena se decía que hubo prevaricación porque no se trató de una mera interpretación, sino de una decisión injusta a sabiendas mientras que en este, no hubo decisión injusta sino error de interpretación, con lo que el a sabiendas no cuenta. ¿Pero no contiene esta expresión un fuerte elemento subjetivo, materia de interpretación en sí mismo? En fin, un asunto esencial, sobre el que se discutirá mucho en el futuro y que dará armas al juez Garzón en sus posteriores recursos pero que aquí es secundario.

En su tercer "fundamento de derecho" el TS empieza por decir que Garzón cometió un error de tipificación de los hechos que, de darse, en realidad, hace irrelevante el resto de sus consideraciones. Pero es que lo mismo cabe decir del conjunto de la sentencia, cuyo primer fundamento empieza por decir que los hechos denunciados en su día (los crímenes franquistas) no pueden ser objeto de proceso penal pues no hay a quien imputar la responsbilidad porque a las dos causas tradicionales de extinción de la responsabilidad penal (muerte del reo y prescripción del delito) se añade aquí la sobrevenida de la Ley de Amnistía de 1977.

El TS niega que en España pueda darse un juicio de la verdad, como en otros países porque la naturaleza de este (averiguar la verdad) no casa con el alma del procedimiento penal español sustantivo que consiste en encontrar un culpable y sancionarlo. Lo pintoresco (por eso decíamos antes que es muy importante que esta sentencia exista) es que el alto tribunal reconoce que hay victimas en demanda de tutela judicial que él, dice, no puede brindarles. En cuanto a la averiguación de la verdad, pues no puede tratarse de la judicial, habrá que acudir a la historiográfica. No sé si los magistrados del TS leen la prensa; pero, si lo hacen, habrán visto que la Real Academia de la Historia, en la que un puñado de ideólogos franquistas sienta plaza de historiadores, ya ha establecido que Franco no fue un dictador y de genocidio y crímenes contra la humanidad ni hablamos. No hay verdad judicial y tampoco la hay historiográfica. Con ello se cierra no solo un círculo vicioso sino literalmente pérfido con el que unos ideólogos judiciales y otros historiográficos tratan de blindar una situación en la que no pueda haber justicia para unas víctimas que llevan setenta años esperándola y a algunas de las cuales el TS tuvo que escuchar por primera vez. Pero las víctimas existen, están ahí y nadie podrá seguir ignorándolas, máxime ahora que esta sentencia expresamente las reconoce como tales con lo que, se entiende, habrá que encontrar algún medio de hacerles justicia.

La interpretación que el TS hace de casi todas las demás cuestiones (la eficacia del derecho internacional consuetudinario, la prescripción de los delitos, la cuestión de la retroactividad de las normas penales, etc) es opinable y supongo que será objeto de mucho debate jurídico. Pero hay alguna en concreto que llama la atención por lo falaz de su construcción. Y no es menor, ya que afecta a la visión que de la transición tiene el TS y que era lo que nos faltaba para reavivar la hoguera sobre el carácter profundo de la mutación de la Dictadura en un sistema democrático de modo pacífico.

El TS alcanza tonos ditirámbicos cuando dice que "La idea fundamental de la transición, tan alabada nacional e internacionalmente, fue la de obtener una reconciliación pacífica entre los españoles y tanto la Ley de Amnistía como la Constitución Española fueron importantísimos hitos en ese devenir histórico". Sin embargo, el Tribunal no puede ignorar que la Ley de Amnistía es de 1977 y, por lo tanto, preconstitucional, ya que, en el mejor de los casos, de no pertenecer al orden jurídico franquista, estaría en ese derecho transicional que el mismo Tribunal menciona y que de ser algo sería como el "vertebrado gaseoso" de que hablaba Nicolás Ramiro Rico. Sí dice el TS, curándose en salud, que dicha ley no fue derogada posteriormente por la Constitución pero olvida decir que no lo es expressis verbis, pero que puede defenderse su inconstitucionalidad en función de la cláusula derogatoria genérica que también cuenta. Admitido, quizá esto sea ya un exceso de activismo judicial y no corresponde a los magistrados decidir sobre estas cuestiones. Sin embargo, tampoco les corresponde justificar una determinada forma de transición que mucha gente considera nociva.

Sin duda, como dicen algunos comentaristas, el TS bloquea la posibilidad de investigar penalmente los crímenes del franquismo pero, al mismo tiempo, reconoce la existencia de unas victimas carentes de tutela judicial (aunque en un párrafo que yo tildaría de mezquino, enumera algunas medidas compensatorias ya adoptadas y manifiestamente insuficientes) a las que habrá que otorgársela. Con ello, el TS devuelve la patata caliente al Parlamento, esto es, a la opinión pública. Y, por tratarse de este trágico asunto, a la opinión pública internacional.

(La imagen es una captura del vídeo publicado ayer por El País.)

dilluns, 27 de febrer del 2012

Ja, ja, ja, ja.

Sí, sí, risa, sana risa rabelesiana producen los magistrados del Tribunal Supremo a fuerza de previsibles en sus triquiñuelas. Hace unos dias, Gaspar Llamazares publicaba un estupendo artículo en El País, titulado No acato ni respeto un escándalo supremo que Palinuro hizo suyo en un post titulado Garzón ya está en el mundo porque escaso respeto y menos acatamiento suscitan unas gentes que disimulan su comportamiento de la forma en que lo han hecho. Retrasaron la vista de la causa por prevaricación respecto a la investigación de los crímenes del franquismo para poder condenar al juez previamente por el asunto de las escuchas, que era políticamente anodino. Luego se podrían dar el lujo de absolverlo en la causa del franquismo para no pasar a su vez por unos impenitentes franquistas. Una maniobra que ya había denunciado Palinuro en un post del 10 de febrero titulado: La condena. El pelotón. La ejecución. Así que poco más que hilaridad puede suscitar el perfectamente previsible comportamiento de los magistrados. Por si hubiera lugar a dudas y para saber cómo se hacen las cosas en su exquisitas justas maneras, la absolución de Garzón ha sido por seis votos contra uno mientras que su condena fue por los unánimes siete votos. Quien tenga oídos que oiga y quien tenga ojos que vea. Es obvio que la absolución tiene menos peso (un séptimo menos) que la condena. Para que quede claro y no se apliquen criterios aritméticos. O compensatorios.

En España, líbrenos el Señor misericordioso, la justicia no se aplica en absoluto con criterios políticos. Pero si un animal anda como un pato, habla como un pato y se mueve como un pato, es un pato. Y no digo más.

divendres, 24 de febrer del 2012

Garzón ya está en el mundo.

No se crea que Palinuro haya abandonado su pretensión de proponer al juez Garzón candidato al Premio Nóbel de la Paz. Al contrario, sigue empeñado en ello. Pero quiere que le salga bien y no que se produzca cierto impacto al principio y luego el asunto desaparezca de la palestra por errores de planteamiento. La tarea ahora es recabar apoyos para poder dar cobertura mediática y solidez a la propuesta. El activismo lleva siempre trabajo penoso y oscuro. Llegado el momento, Palinuro explicará su planteamiento y tod@s quienes quieran echar una mano serán bienvenid@s.

En esta ocasión el post versa sobre la decisión del Consejo General del Poder Judicial de expulsar al juez Garzón de la carrera judicial en cumplimiento de la última sentencia del Tribunal Supremo en el llamado caso de "las escuchas" a los presuntos delincuentes de la Gürtel. Sobre el asunto en sí mismo y los tres procesos que se le han hecho al magistrado, Palinuro ha subido varias entradas (pueden encontrarse metiendo "Garzón" en el buscador del blog) y no es necesario volver sobre ellas. Basta con reseñar la triste coincidencia de que el CGPJ haya hecho efectiva la exclusión un 23-F. Las coincidencias, como las armas, las carga el diablo.

El apartamiento de Garzón de una carrera tan dilatada y brillante como vocacionalmente sentida ha movido un magnífico y valiente artículo de Gaspar Llamazares en El País (No acato ni respeto un escándalo supremo) con el que Palinuro, que tampoco acata ni respeta, coincide plenamente. Este artículo, una valoración política muy negativa de la decisión del Supremo, incide en esa pretensión -que los propios magistrados del alto tribunal quisieran que tuviera fuerza de ley- de que las decisiones judiciales no puedan ser criticadas. Pretensión comprensible, pero no admisible. Las decisiones de los tribunales de justicia deben ser tan criticables como cualesquiera otras de otros órganos que incidan sobre asuntos del común, en los que todos opinamos, por ejemplo, las leyes. La crítica a las sentencias de los tribunales está amparada en la libertad de expresión, guste o no a los magistrados. Su único límite es la legalidad y los derechos de terceros. Pero este es un limite general que afecta a todo el mundo.

Otro buen artículo, siempre en El País, de José María Ridao (Los porqués de una sentencia) venía a incidir sobre estas relaciones entre lo político y lo jurídico en el ámbito de los tribunales y daba por supuesto que la sentencia, además de su indudable repercusión política, tiene un fundamento sólidamente jurídico lo que sucede es que normalmente no se expone porque es muy complicado. Y en su articulo no especifica cuál sea dicho fundamento. Esto reabre a su vez una vieja polémica acerca del alcance de una justicia cuyas decisiones puedan ser incomprensibles para los justiciables. ¿Qué sucederá entonces? Sencillamente, que una sentencia pueda ser injusta por razón de su contenido y de su forma.

Pero la cuestión no tiene mayor tracendencia porque el propio juez expulsado ha explicado su doble punto de vista. De un lado, el jurídico. Garzón presenta una petición de anulación de la sentencia basada en razones estrctamente jurídicas. La petición, sin embargo, al sostener que la sentencia es muy injusta por tratarse de una condena construida a su medida viene a ser una especie de acusación al Supremo de aplicar un "derecho penal del enemigo" y, en el fondo, de prevaricación, aun sin decirlo. La solicitud, probablemente, será rechazada pero ese rechazo abre al juez la vía del recurso al Tribunal Constitucional. Ante este tiene Garzón una buena batería de argumentos estrictamente jurídicos. El Constitucional dirá.

En cuanto al aspecto político, Garzón asegura que piensa continuar luchando por sus ideas y amparando a las víctimas mientras pueda. UNa buena idea podría ser la de trabajar por el reconocimiento de los derechos de las víctimas del franquismo. Quizá pueda hacer como abogado, como jurista lo que no se le permitió hacer como juez.

Es decir, la decisión del CGPJ de expulsar a Garzón, curiosamente lo ha devuelto a este tipo de acción ético-política de la que la esfera pública en nuestro país está muy necesitada. Es decir, lo ha devuelto al mundo de la acción práctica, en condiciones distintas pero con una superior legitimidad del juez. Y da la casualidad de que en este tipo de empeño pueda llegar a ser más eficaz que en el jurídico.

(La imagen es una foto de Popicinio_01, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 2 de febrer del 2012

Los genocidios nacionales.

En España ha habido hasta la fecha dos genocidios. Uno de ellos se perpetró con la conquista y colonización del Nuevo Mundo, en las que perecieron cientos de miles, millones de indígenas, torturados, degollados, ejecutados, esclavizados en las encomiendas, en las minas, en las obras públicas. Matanza por razón de la raza. El segundo genocidio se perpetró a raíz de la guerra civil y durante la postguerra, cuando cientos de miles de ciudadanos fueron perseguidos, encerrados, torturados y unos ciento treinta mil asesinados y enterrados en fosas comunes anónimas. Matanza por razón de las ideas políticas. Y sin contar las decenas de miles de niños secuestrados.

Por supuesto, no hay acuerdo acerca del nombre de genocidio en ambos casos. Mucha gente los llama de otro modo. Al genocidio americano, "evangelización y civilización del Nuevo Mundo"; al genocidio de la postguerra, "liberación nacional". Pero eso pasa siempre. Los turcos no reconocen el genocidio de los armenios y mucha gente en Occidente, más de la que parece, niega el Holocausto.

Pues bien, ahora mismo, con el llamado juicio de la vergüenza a Garzón, está perpetrándose el tercer genocidio; de modo simbólico, metafórico pero, curiosamente, muy real. Consiste no solo en negar la justicia a las víctimas del genocidio anterior sino también en procesar al juez que quiso hacérsela.

Los impresionantes testimonios que se oyeron ayer en la sala, dos ancianas que contaron realidades espeluznantes y pidieron justicia, primeras de una serie de otras quince intervenciones, expusieron en sede judicial el horror del exterminio sistemático perpetrado durante quince años que era, precisamente, lo que se trataba de ocultar con la querella contra el juez Garzón. Conclusión: esa lamentable querella, lamentablemente auxiliada por un juez instructor "progresista", va a conseguir lo contrario de lo que se proponía. No es muy inteligente pero sí lo que sucede cuando se actúa cegado por las pasiones. Una vez el mundo entero haya terminado de oír esos relatos de aceite de ricino, rapaduras al cero, violaciones, palizas, torturas, secuestros, asesinatos, tendrá los elementos de juicio para comprender cómo fue la vida de una población inerme entregada a un proyecto sistemático de exterminio y de terror durante años a manos de pandillas de matones falangistas o de la policía o la guardia civil, que se diferenciaban en poco, muchas veces con el concurso del cura del lugar.

Un plan sistemático de exterminio que está documentalmente probado (del puño y letra del general Mola) y prácticamente comprobado en los miles de excavaciones que están haciéndose es un genocidio. Y así será calificado antes o después por los tribunales de justicia, primero probablemente por los extranjeros y luego por los nacionales porque el delito de genocidio no prescribe.

Y porque si no se hace así, estará perpetrándose el tercer genocidio español, un genocidio moral en los descendientes de las víctimas del genocidio anterior. Algo que quedará patente a la luz del día. Le ha costado una indigna persecución al juez Garzón. Pero ¡qué gran servicio ha hecho a la causa de la justicia y de la memoria histórica en España al poner al descubierto precisamente lo que se quería mantener oculto!

dimarts, 24 de gener del 2012

La invicta cruzada y el via crucis del juez.

De nuevo se sienta Garzón en el banquillo en un proceso, segundo acto de lo que muchos califican de cacería del juez que destapó los GAL, fue causa del procesamiento del dictador Pinochet, afirmó la validez de la jurisdicción penal internacional, fue decisivo en la derrota de ETA, intentó hacer justicia a las víctimas del franquismo y destapó la Gürtel, la mayor trama de corrupción y delincuencia en la España de la segunda restauración. ¿Cacería? Si se repasan las causas mencionadas se verá que el juez se ha ganado muchos y muy poderosos enemigos en todas partes. Tantos que el episodio recuerda la cacería de la peli de Arthur Penn en 1966, La jauría humana.

El procesamiento de Garzón se debe a una querella por supuesta prevaricación presentada por un sedicente sindicato de funcionarios, Manos limpias, cuyo principal dirigente, Miguel Bernard, es Caballero de Honor de la Fundación Nacional Francisco Franco por sus “servicios en defensa de los ideales del Movimiento”. Un país que tiene una Fundación con el nombre del más sangriento dictador de su historia no está bien de la cabeza. Imagínese el lector, si puede, una Fondazione Benito Mussolini o una Adolf Hitler Stiftung. Impensable, ¿verdad? Pues lo que en otras partes es impensable aquí no solamente es pensable sino realidad incuestionable. ¿No decía Fraga, el último de Filipinas del franquismo, que "España es diferente"? Los Caballeros de Honor (sic) de la Dictadura protegen la memoria del dictador y llevan ante los tribunales al único juez que ha tenido la decencia y el valor de hacer justicia a las decenas de miles de víctimas del franquismo. España no solo es diferente: es extraterrestre. Y, por supuesto, el juicio es político de cabo a rabo.

No, no, dicen los acusadores, sus amigos y conmilitones, no es una cuestión política sino meramente jurídica. No se procesa a Garzón por intentar enjuiciar el franquismo sino por una presunta prevaricación ligada a ese intento, por declararse competente y actuar en consecuencia a sabiendas de que va contra la ley. Es algo pura y exquisitamente jurídico. Sí, pero al juez se le abre proceso sin que haya acusación particular ni del Ministerio Fiscal sino solamente en razón de la acusación popular. Y ello contra el sentido común, la prudencia, la equidad y el precedente que se conoce como "doctrina Botín", según el cual no procede procesar a la sola instancia de terceros privados. Exquisitamente jurídico pero el juez instructor, Luciano Varela mostró a la acusación cómo tenía que redactar su escrito para poder admitirlo. Entre otras cosas, recomendó a la acusación que incluyera la expresión a sabiendas para estar dentro de lo exquisitamente jurídico. Tampoco se ha admitido la inmensa mayoría de las pruebas solicitadas por Garzón. Y se han alterado los tiempos procesales para que no fuera este juicio (el más político de los 3 del magistrado) el que abriera el via crucis.

Nada de procedimiento jurídico; es uno político disfrazado de jurídico. Lo peor que puede haber en un Estado de derecho. Y así está siendo a los ojos de todo el mundo. Por eso, en la vista oral que se abre hoy hay observadores internacionales. La presencia de estos es una garantía para el acusado, quizá la única que tenga. Y una vergüenza para todo el país. España no debiera ser como esas naciones del antiguo Tercer Mundo a las que es preciso enviar observadores internacionales porque nadie se fía de la limpieza de sus procesos electorales o judiciales. No debiera ser, pero es. La imagen que proyecta cada país no la determina él mismo sino que la determinan los demás y los demás han decidido enviar observadores internacionales, mientras la organización Human Rights Watch asegura que el mundo entero tiene los ojos puestos en las represalias que se están aplicando a Garzón.

La historia es maestra en ironías: mientras el juez Garzón comparece ante el Supremo por investigar los crímenes del franquismo, una jueza argentina, que investiga esos mismos crímenes en aplicación de la doctrina de la jurisdicción penal universal que tanto debe a Garzón, pide documentos al gobierno español para proceder con el mismo empeño que ha ocasionado el procesamiento de aquel. Por la misma doctrina de jurisdicción universal puede Manos Limpias querellarse contra la jueza argentina por prevaricación. Acabará prevaricando el mundo entero pero los crímenes no deben quedar impunes. Y menos el de genocidio.

Así mientras la justicia española se retrotrae a la época de la invicta cruzada, la argentina ampara los derechos de los españoles sometidos a aquella. La acción argentina se ha iniciado con querellas de víctimas del franquismo y, ahora, la asociación de expresos del franquismo La Comuna, anuncia que se personará en la causa en Buenos Aires en busca de una justicia que aquí se le niega. Y no solo se le niega sino que se hace un escarmiento en la cabeza del juez que ha tratado de realizarla para aviso a los demás, por si alguien más cree que debe obedecer a su sentido de la justicia antes que a la prudencia política.

Estamos cubriéndonos de gloria.

La imagen es una foto de http://www.presidencia.gov.ar/, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 18 de gener del 2012

Garzón vs. franquismo.

Los jueces que imparten la justicia de un régimen ilegítimo, ilegal y delictivo, como lo fueron el franquismo, el nazismo o el comunismo (en Alemania Oriental, por ejemplo) son tan ilegítimos, ilegales y delincuentes como el régimen al que sirven. Así, cuando los países que los sufren se liberan de ellos, lo primero que hacen es depurar la judicatura. Eso no pasó con el franquismo y los jueces que presidieron las farsas del Tribunal de Orden Público, siguieron en sus puestos durante la democracia administrando una justicia tan contraria a sus convicciones como contraria a la justicia había sido su práctica anterior. La democracia heredó intacto el cuerpo de jueces de la dictadura y, con ellos, los usos, las creencias y los prejuicios de ésta.

El ejército, la policía, la iglesia y la judicatura fueron los últimos reductos del franquismo. Los dos primeros se han renovado ideológicamente. Los dos últimos, no. Por ello no es de extrañar que el estamento judicial trate de condenar la actividad del único juez que en España ha intentado hacer justicia a las víctimas de la dictadura. Una condena a Garzón no solamente será un castigo a éste sino que pretende tener un efecto disuasorio para quien pueda venir detrás queriendo hacer lo mismo. Aunque la causa que se le sigue ahora, como una segunda por unos supuestos cobros del Banco de Santander, no tienen relación directa con el franquismo, sí la tiene el tercer proceso con motivo de la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y este proceso es el que da sentido al conjunto de la peripecia judicial de Garzón. Se le persigue y se le juzga por haber tratado él de juzgar el franquismo.

¿Cabe esperar justicia? No es descartable pero tampoco lo es lo contrario; al revés, quizá sea lo más probable. Es mucha la animadversión que este juez ha sembrado entre los de su gremio, en donde los simples envidiosos por sus éxitos unen fuerzas con quienes quieren dejar incólume el franquismo.

Las movilizaciones populares a favor de Garzón deben continuar. Es un derecho de la gente y son beneficiosas para el acusado en la medida en que los jueces se saben observados por una opinión pública muy crítica. Mucha ayuda, más quizá que la anterior, presta a la Justicia la asistencia de medios de comunicación extranjeros. Durante el franquismo solo la repercusión internacional de las fechorías de la dictadura era un freno a las de sus esbirros judiciales. Muchos represaliados de la Dictadura salieron no tan mal parados como se temía precisamente por la presión internacional. Es preciso mantenerla. Que los magistrados de la sala segunda sepan que, si cometen una iniquidad, las naciones civilizadas se lo reprocharán.

En torno al juez Garzón se libra la última batalla contra el franquismo. Y será una batalla larga. Si el juez es condenado ahora podrá acudir al Tribunal Constitucional y también al Tribunal de Estrasburgo por cuanto, al juzgarlo directamente el Supremo, sin posibilidad de segunda vuelta o revisión en proceso penal, tendrá abierto el amparo por indefensión y denegación de juicio justo. Y, si estos fallan, a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Hay que aguantar y denunciar sin descanso. Una libertad sin justicia no es libertad.

(La imagen es una foto de http://www.presidencia.gov.ar/, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 30 de novembre del 2011

Franco.

La memoria de Franco pesa sobre la conciencia colectiva de los españoles como una losa más abrumadora que la de 1500 kilos que cubre la tumba del dictador. Se haga lo que se haga, ahí sigue, como un fantasma del pasado que no permite el descanso de los muertos ni la paz de los vivos. Su periódico retorno con uno u otro motivo resucita los sentimientos de humillación, terror y persecución de cientos de miles de españoles, vivos de nuevo en el recuerdo de los relatos de la España negra con los que crecieron sus descendientes.

¿De qué otra forma podía ser cuando, contra todo espíritu de magnanimidad, el cuerpo del dictador yace en el centro de un inmenso, ciclópeo mausoleo que se hizo construir en vida para su mayor gloria en la muerte a su vez en el centro mismo de España? Cercana al Escorial, pétreo emblema del imperio español, con voluntad de resurrección imperial, esa gigantesca cruz no simboliza la reconciliación de los españoles, sino la victoria de unos sobre otros y se alza en recuerdo de los casi cuarenta años del régimen más sanguinario que haya padecido el país nunca. Desde Cuelgamuros irradia el espíritu de unos vencedores inmisericordes que crearon un cementerio colectivo en el que enterraron a la fuerza los huesos de los vencidos para que les sirvieran como trofeo por los siglos de los siglos. Quienes afirman que el monumento trata de hermanar a los españoles más allá de la muerte y de honrar por igual a los caídos de ambos bandos sólo añaden la mofa a la afrenta. ¿Desde cuando se entierra a las víctimas con su victimario, a los asesinados con su asesino?

Mientras esa mole esté en donde y como está los españoles no conocerán la paz de espíritu ni podrán entenderse. Los descendientes de los vencedores porque se sentirán obligados a seguir respetándolo y aun rindiéndole honores como única forma de acallar sus remordimientos. Los de los vencidos porque, al no encontrar justicia ni reparación, seguirán siendo presas del recuerdo herido y sintiéndose derrotados, como experimentan quienes diariamente pasan junto al arco de La Moncloa que, para vergüenza de todos, sigue llamándose Arco de la Victoria.

Ahora la comisión de expertos a la que el Gobierno encargó la tarea de recomendar una decisión que hubiera debido tomar el Parlamento en su día propone exhumar los restos del Caudillo y llevarlos a otro lugar, siempre que la iglesia católica otorgue su permiso. Sin duda esta cautela está dictada por muy pertinentes consideraciones jurídicas pero equivale a dejar en manos de una organización privada una medida de enorme trascendencia pública; una organización privada que fue cómplice de la Dictadura a lo largo de su existencia. Y más que complice, fue, junto a ejército y la policía política, uno de sus pilares fundamentales bajo la forma del nacionalcatolicismo, la que tomó el fascismo en España.

Tres de los miembros de la comisión se oponen a lo que ésta recomienda porque contribuiría a dividir y radicalizar a la opinión pública, un argumento que pone de relieve lo que niega. Todo lo que tiene que ver con Franco divide y radicaliza porque él dedicó su vida a dividir y radicalizar España y, mientras no esté enterrado en algún otro lugar, mientras siga expuesto presidendo en cierto modo el centro mismo de la memoria colectiva de la tragedia nacional, así será. Tarde o temprano, aquí, en la Argentina o en donde sea, un tribunal de justicia calificará de genocidio la represión franquista, un delito que no prescribe, y condenará a Franco como genocida. Entonces el peligro de división y radicalización será máximo.

El franquismo es el responsable de que generaciones enteras de españoles experimentaran su condición nacional como una vergüenza cuando, al salir al extrajero, comparaban los Estados de derecho europeos, respetuosos con la dignidad de sus ciudadanos, con la tiranía que ellos padecían y que los trataba como súbditos y carne de presidio. Nada humilla más a una persona que vive bajo una tiranía que compararse con quien lo hace en un régimen de libertad. De ahí viene en buena medida el complejo de inferioridad de los españoles frente a los europeos.

Llega el informe en el momento del relevo en el gobierno y, por más que los socialistas pidan a Rajoy que no lo ignore, lo más probable será el olvido con el argumento de que no es un asunto urgente, pues los hay mucho más. Querrá ocultarlo recurriendo a esa fórmula huera de que España es una gran nación y se ayudará de los gritos de rigor al estilo Bono de ¡viva España! Pero una nación que maltrata a sus hijos, les niega la justicia y la reparación, jamás será grande. Vivirá seguramente pero será en la ignominia. El orgullo del presente hunde sus raíces en el pasado y el pasado español hiede a mortandad.

(La imagen es una foto de hermenpaca, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 28 de juny del 2011

Fascistas, genocidas y roba-niños.

Una Gran Nación


(A propósito de la petición de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de que el Congreso condene la sublevación fascista del 18 de julio de 1936).


Se alzaron en armas contra el gobierno legítimo que habían jurado defender.

Hicieron una guerra civil de tres años con ayuda militar de las fascistas Alemania e Italia y el empleo de regulares de África, contra su propio pueblo. La única guerra que el ejército español ha ganado en trescientos años... contra su propio pueblo.

Procedieron a un exterminio sistemático de los adversarios desarmados por razones políticas, o sea un genocidio.

Trataron a los vencidos con crueldad inaudita, persiguiéndolos, encerrándolos, torturándolos, asesinándolos, aterrándolos durante años; a ellos y a ellas.

Depuraron y represaliaron todos los cuerpos de la administración y las profesiones liberales y confiscaron o simplemente robaron los bienes, tierras y patrimonios de los vencidos.

Impusieron una dictadura totalitaria y terrorista de delincuentes con plena complicidad de la Iglesia.

Establecieron un régimen de corrupción generalizada en que los adictos a los delincuentes en el gobierno se enriquecían robando a la Administración mientras la gente pasaba hambre.

Sus generales y altos mandos eran sobornados por los ingleses y los aliados en general para que no entraran en la guerra mundial del lado de Alemania.

Enviaron una división a luchar contra los soviéticos con uniforme alemán y bajo mando alemán.

Robaron decenas de miles de niños de rojos para entregárselos como hijos adoptivos, criados o esclavos a las familias adictas al régimen, bendecidas por los curas.

Dieron muchos gritos pero dejaron Gibraltar como estaba por miedo a los británicos.

Vendieron la soberanía nacional en lo territorial a los Estados Unidos y en lo espiritual al Vaticano a cambio de leche en polvo y unas medallitas.

Enviaron a los trabajadores españoles como emigrantes en condiciones de miseria por cientos de miles a los países europeos para financiar con sus retornos el desarrollo español.

Siguieron robando niños con los mismos fines que antes, aunque no ya solamente a los rojos sino, en general, a los pobres.

Reprimieron toda manifestación de libertad, creatividad cultural o folklórica popular ensalzando el fútbol, los toros y el flamenco como la esencia de la raza.

Se tragaron todas las humillaciones militares en el norte del África, incluido el expolio del Sahara.

Se tragaron todos los desprecios internacionales, incluido el aislamiento en Europa como régimen apestoso.

Su sanguinario caudillo firmó las últimas penas de muerte un mes antes de morir él mismo bajo el manto de una Iglesia cómplice de la dictadura y genocidio.

Por entonces España no sólo era conocida en Europa por ser exportadora de mano de obra barata sino también por ser un lugar donde podían comprarse niños ya que su robo se había convertido en un negocio redondo.


A esto es a lo que Rajoy llama una gran nación y este es el régimen que su partido se niega a condenar, en el que sus capitostes vivían con extraordinaria placidez a los gritos de ¡Una, grande libre! y ¡Franco, Franco, Franco!

El problema de autoestima en el imaginario colectivo que aqueja a los españoles no es un invención sino que tiene raíces muy profundas y no se resolverá en tanto no se afronte la verdad.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell que muestra republicanos fusilados por los franquistas, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 27 de juny del 2011

Carta abierta al Rey.

Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia



Señor: el artículo 62, j de la Constitución Española dice que usted ejerce el "Alto Patronazgo de las Reales Academias", entre ellas, claro es, la de la Historia. No queda claro el alcance de esa expresión de "alto patronazgo" pero es de suponer que no será tan alto que no pueda ver lo que acaece en la tierra. Es de suponer asimismo que comportará una misión de velar por el lustre y el buen nombre de estas reales instituciones que para eso nacieron bajo la advocación de sus antepasados en el trono de España y para eso a su vez ellas dan "lustre" a la materia de la que se ocupan, sea la lengua, las ciencias morales y políticas, las Bellas Artes o la Historia. Y estará usted de acuerdo con nosotros en que según un principio de lógica universalmente admitido, nadie puede dar lo que no tiene. Lo deslustrado no puede dar lustre y la Real Academia de la Historia ha perdido el suyo.

Ese "nosotros" del párrafo anterior no es un plural mayestático como el que usted puede utilizar sino que se refiere a la colectividad de quienes componemos la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia, con 2.247 adhesiones hasta la fecha. En dicha página pedíamos que la Real Academia de la Historia retirara el Diccionario Biográfico Nacional por enaltecer la dictadura de Franco y que su director dimitiera. Elevamos una petición al Congreso solicitándolo. El Congreso detuvo el diccionario y obligó al nombramiento de una comisión de historiadores con inclusión de un independiente externo para revisar las entradas más claramente encomiásticas y hagiográficas de Franco y sus secuaces. Pero no pidió la dimisión del director de la Academia don Gonzalo Anes.

Sin embargo, en la página de Facebook arriba mencionada creemos que la primera consecuencia de la decisión de retirar el diccionario y enmendar la plana a unos historiadores y biógrafos que han actuado como sectarios debiera haber sido la dimisión del director de la casa en la que se ha perpetrado el desaguisado. Y ello no es un capricho de obstinación e injusticia de quienes son incapaces de entender los muchos méritos del señor Anes en otros momentos de su vida o bien tan inmisericordes que no les importe arruinar una reputación a causa de un accidente o error fácilmente enmendable. Nada de eso.

Desde el comienzo del escándalo de ese malhadado Diccionario, el señor Anes salió en defensa del producto y de los autores de las entradas ideológicas, minimizó las críticas, se mofó de los críticos, afirmó incluso con petulancia las virtudes del diccionario del que llegó a predicar las más absurdas como que su contenido se acogía al derecho a la libertad de expresión, sembró dudas sobre el compromiso democrático de quienes lucharon contra el franquismo. Es decir, desde el principio hasta el final, el señor Anes se ha hecho responsable del diccionario y, aunque haya acatado la decisión del Parlamento porque a la fuerza ahorcan, aún no se le ha escuchado una sola crítica al hacer de unos historiadores que faltaron tan clamorosamente a los deberes de su oficio.

Es evidente, por el comportamiento del señor Anes, que el Diccionario, lejos de ser una obra bienintencionada en la que se hubieran colado algunas erratas, formaba parte de un proyecto deliberado de re-escribir la historia de España en clave de los sublevados en julio de 1936, de los vencedores de la contienda civil y de los responsables de una dictadura que duró cuarenta años. En clave favorable, partidista. En clave de sectario de un régimen que muchos consideramos asesino y genocida.

Como sabe usted hace años que se ignora y aún hoy, con una Ley de la Memoria Histórica en vigor, sigue sin reconocerse enteramente el derecho a la memoria histórica de los descendientes de los vencidos en la guerra civil. En ese contexto es más que una broma de mal gusto, entra en la provocación pretender consagrar la memoria de los vencedores en un documento público sufragado con el dinero de todos; de los vencidos también. Al respecto, el Diccionario incorpora un atropello similar al del Valle de los Caídos, perpetrado medio siglo después. Y el responsable último de esa provocación es don Gonzalo Anes.

Por todas estas consideraciones solicitamos de usted que tenga a bien ejercer su facultad como Alto Patrono de la Real Academia de la Historia e indique a su director que interesa al buen nombre y lustre de la Academia su fulminante salida de un puesto que no ha sabido desempeñar.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 22 de juny del 2011

¿Por qué debe dimitir el director de la Real Academia de la Historia?

Por varias razones.

  • Primera. Por no hacer los encargos de las voces en una obra tan importante como el Diccionario Biográfico Nacional (DBN) con los debidos ecuanimidad, celo y objetividad, sino guiándose por criterios de amiguismo y fulanismo.

  • Segunda. Por no haber vigilado, controlado y filtrado los trabajos que se le entregaban de forma que el DBN se imprimió sin que el director de la Academia, según propia confesión hubiera leído las entradas más delicadas, como la de Franco.

  • Tercera. Por haber hecho una chapuza en su conjunto en la que no sólo está mal la entrada de Franco sino prácticamente todas las relativas a la guerra civil y la transición lo que revela que no se trata de errores sino de un intento deliberado de falsear la historia de España hecho por... "historiadores".

  • Cuarta. Porque mintió a la opinión pública cuando dijo que la entrada sobre Franco la había pedido para sí el franquista Luis Suárez siendo así que éste asegura que fue la propia Academia la que se la encargó.

  • Quinta. Porque, en su intento de salvar su pellejo como incompetente director de la Academia, recurrió a argumentos falsos y sofistas pensando, probablemente, que estaba dirigiéndose a un auditorio de imbéciles, como que en la Academia no se censura a nadie o que el DBN es un monumento a la libertad de expresión, como si un diccionario fuera un panfleto o una obra de debate.

  • Sexta. Porque hundiéndose más y más en la inmoralidad, Anes pretendió mancillar el honor ajeno para salvar el propio, que ya no tiene salvación, a base de decir que todo el que juró obligado fidelidad a los principios fundamentales del Moviento Nacional en tiempos de Franco fue colaboracionista cuando es obvio para quien actúe de buena fe que sólo los juramentos voluntarios obligan, como también obligan las adhesiones igualmente voluntarias y sin juramento que se hagan muerto el dictador; por ejemplo, la del propio Anes y otros franquistas ladinos que han intentado engañar a la gente de forma tan tosca.

  • Séptima. Porque, engallado como todos los franquistas cuando creen que pueden quedar impunes en sus fechorías, se atrevió a descalificar como inquisitoriales a los ciudadanos que tuvieron la conciencia y el coraje cívico de manifestarse frente a la Academia en demanda de una rectificación.

  • Octava. Porque, par dessus le marché ha hecho declaraciones machistas que ha puesto a diversos colectivos en pie de guerra que asimismo exigen su dimisión. Es bastante probable que, si se leen con atención las declaraciones de Anes, no contengan esa carga machista sino que la expresión que utiliza de "por desgracia" tratara precisamente de que no sonaran machistas. Es muy posible. Pero, llegados a este punto en que todo lo que este hombre dice se mira a la luz de su inaceptable comportamiento y en que no se ha molestado en desmentir ese supuesto machismo, ésta es una nueva carga para él.

  • Novena. Por hacer el ridículo. El ridículo más completo, absoluto y carpetovetònico que quepa imaginar. Según tengo entendido, Anes presentó los veinticinco primeros volúmenes del DBN con pompa y boato borgoñones, flanqueado por dos ilustres hispanistas anglosajones y en presencia de los Reyes de España, es decir, hizo el ridículo por partida doble: quedó como un patán a ojos de los Reyes y como un español chapuzas a ojos de los anglosajones.

    Podría aducir más razones de por qué Anes no debiera seguir siendo director de nada en España pero con las citadas habría de bastar, a mi modesto entender, para que se fuera a su casa y no saliera de ella en una temporada. Lo suyo no ha sido un error o un despiste sino un acto deliberado de mala fe de falsear la historia de España para engañar a sus coetáneos (que han financiado su bodrio) y a las generaciones futuras. Lo que se dice una persona indigna. Para firmar:

    Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia

    (La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).

dissabte, 18 de juny del 2011

Recapitulación sobre el Diccionario franquista.

Han pasado veinte días desde que la Real Academia de la Historia presentara con pompa y circunstancia los veinticinco primeros volúmenes del Diccionario Biográfico Nacional (DBN). En ese mismo instante, oh manes de la época, el diario Público revelaba que el tal DBN era una pieza de propaganda franquista, según la cual el dictador no fue un dictador y mucho menos, totalitario. En esos veinte días Palinuro ha colgado nueve entradas sobre el asunto y ha escrito una carta abierta al señor Gonzalo Anes; igualmente ha iniciado una causa pública en Facebook titulada Retirad el libelo franquista de la Academia que, a día de hoy, cuenta con 2.028 adhesiones. Esa página de FB presentó una petición en el Congreso de los Diputados reclamando que se retirara el diccionario y dimitiera Gonzalo Anes. Además se remitieron copias a la propia Academia de la Historia. Y no sólo Palinuro: historiadores, intelectuales, políticos, personalidades de todo tipo alzaron sus voces contra el bodrio. Nadie salió en su defensa, salvo Anes y los autores de las fechorías.

Anes ha pasado de reírse de las críticas a aceptar que tiene que reformar el Diccionario y todo entreverado con un argumentario tan lamentable que sonroja reproducirlo. Empezó asegurando que el biógrafo de Franco, Luis Suárez, era liberal, se lo quitó luego de encima afirmando que fue el propio Suárez quien pidió hacer el panegírico de Franco, cosa que aquel niega. Se zambulló después en la demagogia diciendo que la RAH no censura y que el diccionario de marras es un monumento a la libertad de expresión, como si la historia no fuera la historia sino una tertulia de radio. Cualquier cosa con tal de no dimitir. Por último tragó que había que reformar pero ¡puso condiciones! Se reformaría la versión online por entonces en proyecto, pero no la de papel, salvo en sucesivas reediciones. Es decir, en el fondo, seguía riéndose del personal.

Tras la intervención del Parlamento es de suponer que esas condiciones no operen y la risa se le haya cortado. Se revisa el DBN en papel y virtual y no se distribuye la obra en tanto no estén hechas las correcciones. Es de esperar que esto sea así porque el franquismo es una perversión moral de carácter crónico en quien la padece que no renuncia jamás a su empeño. Y lo primero que ha de quedar claro es que la corrección o verificación tiene que hacerla un equipo de historiadores ajenos a la RAH, no una comisión de ésta.

¿Por qué? Porque lo que se ha manifestado en este zafarrancho es que las falsedades que contiene el DBN no son erratas ni errores ni despistes de nadie sino que responden a un intento deliberado de falsear la historia de España al modo en que el Buró Político del Partido Comunista (soviético, español, daba igual) reescribía la del comunismo según el criterio del mandamás de turno o como actuaba el ministerio de la Verdad en el 1984 de Orwell, encargado de hacer pasar por verdad la mentira. Un intento deliberado del primer gobierno de Aznar con Aguirre como ministra de Cultura, encomendado a la RAH con generosísima financiación pública, de escribir su versión de la historia de España. Y así salen bien parados los políticos del PP y mal los de PSOE, lo que ya es el colmo en una obra de historia, convertida en un tebeo. Es decir Gonzalo Anes no ha estado defendiendo un trabajo de equipo frente a críticas que apuntaran a errores o descuidos sino un proyecto ideológico de falsificar la historia de España a mayor gloria de la derecha franquista y postfranquista.

Así que ese será el siguiente paso de la página de Facebook: insistir para que la revisión sea responsabilidad de historiadores de prestigio ajenos al cónclave de zombies franquistas de la Academia. Recuérdese asimismo que, al llegar a 2.500 adhesiones, escribiremos otra petición al Rey ya que, según la Constitución, ejerce el alto patronazgo de las Reales Academias, a ver si, de paso, se clarifica eso del patronazgo, que no suena bien. Será interesante ver si el Rey avala esa versión ditirámbica del Diccionario de Franco como un hombre católico, inteligente y moderado. Él lo conoció a fondo. Estuvo veinte años a su sombra y bajo su férula.

Retirad el libelo franquista de la Academia

(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).