Muy señor mío: el pueblo español sufrió durante cuarenta años una de las más ignominiosas dictaduras que hayan visto los tiempos. Suprimidos los partidos políticos, eliminada la libertad de prensa, de expresión, de culto, reunión y manifestación, perseguidos cuando no torturados, encarcelados o fusilados los disidentes, una de las más antiguas naciones de la tierra hubo de ver cómo se ensalzaba hasta la divinización a un militar asesino y genocida con la bendición de la Iglesia católica, mientras los fascistas y sus paniaguados ocupaban todos los espacios y suprimían el debate intelectual.
Al día de hoy viene a resultar que los herederos y beneficiarios de aquel fascismo (el único en Europa que, por conveniencias de la guerra fría no fue eliminado por las armas), pretenden embellecerlo y justificarlo a través del Diccionario Biográfico Nacional que la Real Academia de la Historia bajo su dirección está editando. Si las mentiras, falsedades e infamias que estos franquistas han vertido en las páginas del citado Diccionario las escribieran en sus publicaciones, no habría gran cosa que objetar. Pero el caso es que lo han hecho en una obra oficial de España como país democrático y Estado de derecho, lo han costeado con dineros públicos y el último responsable de esta tropelía es usted.
Escribo esta carta como administrador de la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy que en tres días cuenta ya con 581 adherentes y nos asiste el derecho a que no se empleen los dineros de nuestros impuestos en justificar la vergüenza de una dictadura que mantuvo a España aislada del concierto de las naciones civilizadas durante casi medio siglo.
Confrontado con esta dura realidad ha tratado usted de recurrir a logomaquias y sofismas inadmisibles para justificar lo que carece de justificación, esto es, que una democracia glorifique a un dictador, un golpista y un genocida. En cualquier país de Europa, especialmente los que han padecido dictaduras similares a la española, ambas cosas, publicar el libelo y pretender justificarlo después, serían motivo de dimisión inmediata. Francamente, no veo por qué no lo hace usted.
Ramón Cotarelo.
(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).