Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Economía.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Economía.. Mostrar tots els missatges

dijous, 4 de desembre del 2008

La madre de todas las crisis.

Pelillos a la mar. Vamos a olvidarnos de las triquiñuelas de los políticos, con unos negando que hubiera crisis cuando ya nos estaba comiendo por los pies y los otros asegurando que poseían la solución sin tener ni idea de por dónde venían las bofetadas. Vamos a ignorar la vanidad de académicos, expertos y analistas, "yayos" (ya yo lo dije) y "yoyas" (yo ya lo advertí) que no tenían ni tienen ni probablemente tendrán la más zorrupia idea de por dónde nos andamos. Vamos a perdonar magnánimamente las sórdidas jugarretas de los agentes económicos que trucaron datos, falsificaron balances, mintieron en las cuentas para sacar provecho de una situación que creyeron pasajera siendo así que tiene pinta de ser muy duradera. Vamos a hacer caso omiso de los frikies del mundo entero, empezando por el Papa, que dice que los bancos están para ayudar a la gente y él está a la cabeza de uno de los más importantes, el del Espíritu Santo, que no ha movido ni moverá un solo dígito para realizar tan excelso propósito.

Vamos a ser modestos, a reconocer que no tenemos ni idea de cómo salir del maldito embrollo, que la crisis nos ha cogido in puribus, que no tiene precedentes y que, por tanto, las recetas de antaño, como las nieves del poeta, a saber en dónde están y que debemos situarnos ante la amenaza que supone con la actitud mental de la tabula rasa de Avicena o el velo de la ignorancia de Rawls, para venirnos más a nuestro tiempo. No es esto apresurado ni timorato. Hace unos meses, cuando entrábamos en recesión, se negaba que hubiera crisis; hoy, que quizá estemos asomándonos a una depresión, se dice que todavía no estamos en recesión. Sobrevalorar los riesgos es de agoreros pero infravalorarlos es de estúpidos y lo que ayer parecía imposible, por ejemplo, alcanzar una tasa de paro del quince por ciento, puede ser una cifra optimista para dentro de un mes y quizá convertirse en utópica dentro de tres en que dicha tasa a lo mejor está en el veinte o veintitantos por ciento. Y eso con los demás indicadores en escarlata, el déficit presupuestario, el comercial, los precios, las ventas, el consumo... Una catástrofe.

No sabemos a qué nos enfrentamos. Es la primera crisis del capitalismo global y tenemos que ser capaces de encontrar soluciones inventándolas y prácticamente sin tiempo para experimentarlas en prácticas de prueba y error. Hay que ser imaginativos. Al respecto, algunos de los remedios que se proponen son adecuados pero quizá insuficientes y, sobre todo, carentes de un planteamiento uniforme y general, son medidas bienintencionadas pero erráticas a las que hay que dotar de fuerza por dos vías:

Primera.Han de ir acompañadas de condiciones estrictas a los sectores que se beneficien de ellas. Adaptadas a la naturaleza propia de cada uno, pero exigentes y en favor del interés público. Por ejemplo, el dinero puesto a disposición de los bancos debe ir acompañado de medidas de vigilancia y control, de la exigencia de que se dirija a donde debe y de que se impedirá que se emplee en emolumentos desproporcionados de los directivos. El dinero que se inyecte en la industria automovilística debe ir acompañado también de exigencias. Está bien lo que pide el señor Rodríguez Zapatero de que las empresas no despidan trabajadores, pero es insuficiente (aparte de irrealizable porque ¿cómo conseguir que las empresas los mantengan si no los emplean?) y debe ir acompañada de otras muy estrictas, por ejemplo: que fabriquen coches que no contaminen, coches eléctricos, así como todo tipo de medios públicos de transporte, lo que vendrá apoyado por una intensificación de la inversión pública en infraestructuras viarias, todo lo cual generará puestos de trabajo. Esto último lo saco de un fascinante artículo de Mike Davis en Tomdispatch.com titulado Can Obama See the Grand Canyon? En el caso de la industria del ladrillo (otro sector que no cabe dejar caer, como el del automóvil), las ayudas deben ir orientadas a la exigencia de que las empresas pongan en el mercado el stock de viviendas con los precios rebajados entre el veinticinco y el cuarenta por ciento en que están sobrevalorados y con el Estado saliendo avalista de las hipotecas de los compradores de rentas más bajas.

Segunda.Éstas y otras medidas son obviamente de emergencia porque la situación lo es. Y, siendo tal la situación, quizá no esté de más empezar a pensar en gobiernos de concentración, con colaboración de varios partidos y, a ser posible, de los dos nacionales, cuando menos durante uno o dos ejercicios presupuestarios para afrontar la crisis con más fuerza, generar más confianza en los mercados y los agentes e impedir el sistemático debilitamiento de la labor de gobierno con una oposición que caerá siempre en la tentación de posponer el interés general al del partido. Y quien diga que ésta es una perspectiva irreal que recuerde que todos los gobiernos sin excepción han estado y están dispuestos a concertar sus acciones en el orden internacional siendo así que pertenecen a partidos enfrentados en la divisoria izquierda/derecha. Resulta algo absurdo que no puedan hacer en casa lo que pueden fuera de ella.

divendres, 28 de novembre del 2008

¿Cómo se sale de la crisis?

Claramente, clarísimamente, como lo están haciendo al alimón todos los gobiernos occidentales: poniendo dineros públicos sobre la mesa, recurriendo al gasto público, según quiere la ortodoxia keynesiana más salvífica.


Es decir que no se oye ya con la antigua resonancia la cantinela de la derecha de que hay que reducir el gasto público. Sólo queda, creo (y ni de esto estoy muy seguro), el señor Aznar pidiendo este recorte aunque hasta él parece haberse percatado de que esa receta es lo más estúpido que cabe hacer en las circunstancias.


Sí señor: se sale echando mano del gasto público y, si es necesario -que lo es- recurriendo al déficit y mandando a freír puñetas las políticas de disciplina presupuestaria y de límite comunitario al déficit que si, en tiempos de alta coyuntura quizá fueron recomendables (creo que ni aun ahí pues lo que hay que hacer es manejar la política económica con prudencia, pero no vamos a discutir), en tiempos de crisis, recesión y amenaza de depresión son medidas de dementes, como quien quiere regar el huerto cerrando el grifo.


O sea que los gurús neoliberales no se callarán porque no pueden reconocer de la noche para la mañana que llevan veinte años diciendo disparates y que sus trivialidades sobre el funcionamiento óptimo del mercado sólo se dan cuando se eleva el consabido caeteris paribus a orden del día o consigna de guardia pero que tiene tanto que ver con la cruda realidad como la trasparencia del adoquín. No callarán porque siempre les queda el recurso (al que se acogen desvergonzadamente) de echar la culpa de la crisis a las medidas que se toman para combatirla. Pero están haciendo poderoso ridículo.


Se sale de la crisis como hizo ayer el señor Rodríguez Zapatero en el Congreso (tras haber reconocido, al fin, que hay una crisis y no un "frenazo", "retraso", "trompicón" o cualquier otra peculiar expresión) y abriendo la vía de la provisión del crédito porque, como sabe todo el mundo, hasta los niños, el crédito es el alma de la economía.

Se plantean dos cuestiones, sin embargo, una cuantitativa y otra cualitativa. La cuantitativa se refiere a si las cantidades aprestadas serán suficientes. Da la impresión de que no y de que será preciso endeudarse más antes de empezar a remontar. Pero eso, como todo lo cuantitativo, tiene fácil arreglo.

Lo complicado es lo cualitativo que se refiere al modo en que esas ayudas, subvenciones, capitales van a aplicarse. Se ponen al servicio de los bancos y entidades financieras para que estos las repartan como la pedrea la lotería y, en el caso de las cantidades prometidas ayer por el señor presidente en sede parlamentaria, a disposición de las administraciones públicas locales que, por cierto, desde el hundimiento del ladrillo, están que se les ven la vergüenzas. Ciertamente, pero ¿es esto lo adecuado? Un keynesiano redomado como un servidor echa aquí de menos la presencia de la niña de nuestros ojos en todas las medidas anticrisis: la inversión pública directa del Estado en obras públicas. Vamos, no es que no me fíe de bancos y entidades de crédito (que no me fío) o que no me fíe de los ayuntamientos (que tampoco), sino que estos están ya siendo atendidos mientras que nadie habla de poner en marcha los mecanismos que, según muestra la experiencia de los años treinta del siglo pasado, realmente ayudan a salir de la crisis: las obras públicas directamente financiadas y gestionadas por el Estado. (La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 18 de novembre del 2008

El bucle perverso.

Es el nombre que se me ocurre para designar ese curioso rasgo de la crisis financiera global, consistente en que cada vez que las autoridades políticas y económicas anuncian medidas para hacerle frente, las bolsas reaccionan a la baja y la crisis se agrava; y a más contundencia y mayor alcance de las medidas, más bajadas de las bolsas y mayor agravamiento. Supongo que es lo que los teóricos de sistemas llaman un ciclo de retroalimentación negativo, pero ese nombre carece de encanto. "Bucle perverso" es más gráfico, aunque haya que explicarlo. Y explicado queda. Recuérdese: anunció la Casa Blanca el famoso plan de los 700.000 millones de bucks y al día siguiente hubo un descalabro en las bolsas; se comprometieron los europeos reunidos en París a una batería de contundentes medidas para tranquilizar, asegurar, garantizar, etc, etc y un día después los parqués (como dicen los entendidos, que llevan un tiempito sin entender nada) se vinieron abajo; se reunió la crême del poder económico mundial en Washington, anunció estar dispuesta casi a refundar el capitalismo y ayer hubo desplome generalizado y el Citigroup, el mayor banco del mundo, anunció 53.000 despidos, mientras menudeaban las peticiones de salvamento de otros bancos menos vistosos. A lo mejor hay que dejar de hacer declaraciones que son contraproducentes, trabajar más en sigilo y confiar en que el capital financiero, tan dado a la especulación, se calme un tanto. Porque de seguir así a la próxima reunión que se convoque para tranquilizar a los mercados a lo mejor tiene que ir el Papa como representante de Dios en la tierra a hacer un milagro. Pues la situación es grave y quizá estemos en puertas de un pánico generalizado. Ayer decía el flemático El País que el temor a las quiebras bancarias y los desplomes de las bolsas han llevado a algunos ahorradores a sacar sus fondos para volver a guardarlos en el colchón. Habrá que hacer algo antes de que ese "algunos" se convierta en "todos".


(La imagen, que muestra la sede de Citibank, es una foto de teufel, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 16 de novembre del 2008

La primera cumbre de la era global y el canto del pato cojo.

Por fin reacciona la política como debe ante los infortunios económicos y empieza a tomar las medidas adecuadas de acuerdo con el único diagnóstico válido hasta la fecha. Pues la crisis es global, las soluciones habrán de arbitrarse globalmente. Eso es lo que viene repitiendo Palinuro hace más de un año. No basta con decir que estamos en la era global y actuar luego como si el mundo se acabara en los Pirineos o en el canal de La Mancha o en el Rin o en el lago Michigan o donde la naturaleza se haya servido poner un rasgo físico que los hombres han interpretado como una frontera. Los problemas globales requieren soluciones globales. De ahí que esta cumbre, la primera de su género en la historia, tenga importancia si no por sus resultados concretos sí por el cambio de mentalidad que inaugura: colaboración y entendimiento transnacionales, multilateralidad, o sea, globalización. Y por eso ha sido tan importante asimismo que España esté en la reunión porque es la que inaugura la gestión del mundo globalizado.

No va a refundarse el capitalismo, desde luego, entre otras cosas porque esa idea es una estupidez. El capitalismo no puede refundarse porque no lo fundó nadie nunca, no es la regla de San Benito, ni un club de fútbol, ni siquiera es como el socialismo, algo que se sacaron de la cabeza dos o tres teóricos y pusieron luego en práctica sus discípulos. El capitalismo es la forma espontánea de organización económica de la sociedad a lo largo de los siglos; no tiene texto canónico (la Riqueza de las naciones no se escribió para fundar el capitalismo sino para explicar cómo funciona) ni documento programático ni tratado fundamental, como la Unión Europea, por ejemplo. Ergo, no se puede refundar.

Pero sí cabe reformarlo, reordenarlo, reorganizarlo y siempre en el entendimiento de que, dada su gran elasticidad, todas esas manipulaciones pueden acabar en situaciones que nadie había previsto. En todo caso, si se lee la declaración final de la cumbre se verá que ésta tiene muy claras las causas de la crisis: básicamente el latrocinio de las élites ejecutivas del capitalismo con la complicidad de políticos neocons suficientemente sinvergüenzas sobre todo estadounidenses. El texto lo expresa con más diplomacia, desde luego. Asimismo podrán valorarse las medidas para combatirla y cuya característica fundamental es que rechazan expresamente la única que cortaría de raíz la posibilidad de repetición de tales crisis, esto es, la constitución de un organismo unitario internacional encargado de regular el sistema financiero mundial, que es la propuesta de las economías emergentes y del señor Rodríguez Zapatero. La declaración lo dice finamente, de acuerdo con la última voluntad del canto del cisne que aquí es un pato cojo: "La regulación es ante todo responsabilidad de los organismos reguladores nacionales que constituyen la primera línea de defensa contra la inestabilidad de los mercados". Aun así, el señor Matorral insistió en que las autoridades nacionales tampoco "regulen demasiado", pero esto ya era por fidelidad a la doctrina neoliberal que ha traído este desastre al planeta. Nada que nadie deba tomarse muy en serio.

El resto de las medidas que se adoptarán para remontar la crisis son: estabilizar el sistema financiero, utilizar la política monetaria según necesidades, estimular la demanda mediante la política fiscal, facilitar crédito a las economías emergentes y en desarrollo, reforzar las entidades financieras internacionales (BM, FMI) y los bancos multilaterales de desarrollo. Los fines que se pretenden conseguir son: reforzar la transparencia y la rendición de cuentas, mejorar los sistemas de regulación (la bicha neoliberal), incrementar la legalidad de las transacciones financieras combatiendo el fraude, reforzar la cooperación internacional y fortalecer las instituciones financieras internacionales. Y todo ello muy coordinado. Coordinación es le mot d'ordre de los nuevos tiempos. Es la globalización.

¿A qué suena todo eso? Al fin de la era neoliberal que se va por el sumidero de la historia en una bancarrota generalizada, producida por su absoluta incompetencia teórica y al restablecimiento de las políticas keynesianas. Es una pena que, por el consabido empeño de los gringos en fastidiar siempre la jurisdicción internacional del tipo que sea, no se haya podido establecer una autoridad global que regule el capitalismo financiero. Pero menos da una piedra. Quizá pueda hacerse en la próxima reunión cuando en lugar del señor Matorral-pato-cojo acuda Mr. Obama. Por lo demás, en algo hay que dar la razón al Pato Cojo: la crisis no es culpa del capitalismo ni del libre mercado, por supuesto que no. Es culpa del modo en que sus políticas neoliberales abordan la gestión del capitalismo y el libre mercado que, como se ha visto, oscilan entre la incompetencia y el pillaje. Ahora que gracias a los dioses el señor Bush se abre, quizá pudiera explicar de forma sencilla, como es él, este asunto a la señora Aguirre, impermeable a la luz de la razón y de la experiencia empírica.


Por cierto, si después de haber leído el necio ditirambo que ayer dedicaba el señor Aznar al señor Bush (véase la entrada de Palinuro titulada El tío Jodok) alguien tuviera alguna duda acerca de si Mr. Matorral-pato-cojo es o no el peor presidente en la historia de los EEUU, aquí van los resultados de ¡catorce! sondeos de opinión del último mes, recogidos por Polling Report.com y en los que puede verse que las medias son: aprobación, 24,7%, desaprobación, 63,5%. Hace falta ser muy Aznar para sostener que un tipo al que repudian dos tercios de sus paisanos haya dejado algo digno de valorarse.

En cambio échese una ojeada al índice de apoyo con que cuenta Mr. Obama antes de haber empezado su mandato. Se verá que es al revés que su antecesor: más de dos tercios de la población tienen mucha o bastante confianza en él. Los datos proceden también de Polling Report y, si se miran con mayor detenimiento, se observará que la gente es muy sabia y muy realista porque así como entre el 58 y el 70 por ciento dice que Mr. Obama será un buen presidente y que se trata de alguien que se ocupa de los asuntos y problemas de la gente común, el 54% no cree que pueda cumplir su promesa de rebajar los impuestos al 95% de la población y el 45% cree que, al final del mandato obamesco, estará pagando más impuestos que ahora. Los datos y cifras en President Elect Obama. Conclusión: le gente apoya a un presidente aun a sabiendas de que pagará más impuestos. Lo que demuestra que, cuando se tiene mensaje, la demagogia no es necesaria.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 13 de novembre del 2008

Esto va en serio, colegas.

Lo de la crisis. Va en serio. No es broma. Esta madrugada las bolsas de Tokio y Hong Kong abrían con pérdidas del 5,1% y el 6,2% respectivamente, pues estaban haciéndose eco del batacazo que, a su vez, se había pegado el Dow Jones mientras Mr. Paulson, el ministro gringo de Hacienda, a quien ya huele el culo a pólvora, si se me permite, decía por enésima vez que Diego donde dijo digo que había dicho Diego. Ya nadie tiene ni zorrupia idea de por dónde puede tirar esto. Pero literalmente ni idea. La Economía ha dejado de ser una ciencia triste para convertirse en una ciencia lúgubre.

La cosa había empezado siendo una "crisis financiera", producida por un credit crunch (una especie de contracción espasmódica del crédito) resultado a su vez de la estafa del milenio a la que en típico understatement anglosajón se llamó "crisis de las subprimes". Costó cierto trabajillo entender por dónde había venido esta vez el fraude de los benditos mercados autorregulados, esos que cuando los dejan solos convierten la tierra en un paraíso terrenal en donde la riqueza mana como los alegres arroyuelos de la sierra y todos se alimentan de néctar y ambrosía. Pero poco a poco se consiguió. Aquí tienen Vds. la prueba en un vídeo de (buen) humor que he sacado de InSurGente y que es una explicación clara de la crisis muy sencilla de entender con epílogo para españoles.


Recuerda mucho (en un estilo diferente) otro en el que dos humoristas británicos también explicaban en clave de humor la crisis en su origen hipotecario y con el mecanismo de la estafa (que, por cierto, se parece mucho al toco mocho) bien explicado y bien al descubierto y que no subí a mi vez porque, cuando iba a hacerlo, ya la había subido todo el mundo y los blogueros odiamos los refritos.

El caso es sin embargo que esas explicaciones ya no explican nada. OK. De acuerdo. El capital financiero está hecho unos zorros, la economía "financiera" está hecha unos zorros. Pero es que también lo está la economía real. Si las bolsas españolas se contagian hoy del pesimismo de las asiáticas (y supongo que lo harán), el carrusel va a seguir cada vez peor. ¿Qué me dicen si, por ejemplo, resultara que el Santander no era tan bueno, fuerte y guapo como parecía? A lo mejor nos da un susto y el señor Rodríguez Zapatero se queda con el evangelio hispanorum en el gaznate. ¿Por qué no? ¿Qué diantres queríamos decir cuando observabamos que los banqueros no se fiaban entre ellos? Pues estrictamente eso. Y si los banqueros no se fían de los banqueros que son los que tienen que fiar, aquí ¿quién se fía de quién? No estamos muy lejos de situaciones de pánico y lo gordo es que no sabemos qué más hacer. Y cuando lo sabemos no parecemos dispuestos a ponerlo en práctica.

Véase el caso del parón inmobiliario en España. Los empresarios del ladrillo se han quedado con un millón de viviendas en el almacén que no colocan ni en broma... a los precios a que estaban acostumbrados. Lloriquean entonces que el "sector" está muy mal, que puede venirse abajo y que el Gobierno (los contribuyentes, vamos) les dé una ayudita. El Gobierno vacila, la señora ministra del ramo, doña Beatriz Corredor, busca como loca fórmulas para salvar a los empresarios del ladrillo sin que tengan que bajar los precios tratando bien de engañar a todo el mundo obligando a la gente a comprar los pisos vía subvenciones a las inmobiliarias, bien arrodillándose practicamente ante los consumidores para que vayan a comprar jurando que los precios han bajado cuando no es cierto. Y compradores potenciales hay. Ha bastado que el llamado "Pocero bueno" anunciara pisos de 90 metros cuadrados a 140.000 para que haya una cola de un kilómetro de compradores. ¿Qué quiere decir esto? Que si los empresarios bajaran los precios, el stock de viviendas se vendería porque hay mucha demanda. Para ello tendrían que rebajar sus márgenes, cosa no tan extraña porque es lo que hace todo el mundo en crisis, rebajar todo, compras, dispendios, salarios, propinas etc. ¿Por qué no los señores del ladrillo? Y está claro que si bajaran los precios, la economía real experimentaría una reanimación que a lo mejor la ponía en marcha otra vez. Pero no, son tan estúpidos que están esperando a que la gente ya no tenga dinero para bajar los precios.

En estas condiciones es alarmante que los mercados se nieguen tozudamente a aceptar las medidas que los expertos, especialistas, cerebros grises y cabezas de huevo andan excogitando a marchas forzadas. Ni zorrupia idea de cómo se arregla esto. Hay mucha gente que dice que el capitalismo se hunde. Lo que no estaría mal si quisiera decir algo, que no es el caso. Comentando ayer la situación con un amigo se me ocurrió que el capitalismo lleva siempre sus crisis hasta el límite de la supervivencia. En este caso no sabemos en dónde está ese límite porque el principal freno del capitalismo antaño, el comunismo, ha desaparecido. Ya no hay bolcheviques y los comunistas no son ni sombra de lo que eran y no asustan mas que a sí mismos.

Así pues, ¿cómo salir de aquí? Tengo para mí que lo primero es averiguar qué es "aquí", esto es, de dónde hay que salir, porque parece que no hemos llegado al final del ciclo ni mucho menos y mientras no lo hagamos, las medidas que se adopten para salir no servirán de nada o, quizá peor, a lo mejor son contraproducentes. Esto ya lo decía Palinuro el verano pasado: que las medidas que estaban tomándose, más que paliar el problema, lo agravaban. Ahora el asunto es patente. La cuestión es, sin embargo, que no es posible dejar de tomar las dichas medidas; esas u otras. Porque si los mercados reaccionan negativamente cuando se toman medidas correctoras, ¿cómo reaccionarían si no se tomaran medidas con la excusa de que hay que ver el fondo del tonel? Es decir, más claro, ¿cómo reaccionarían si los gobiernos hicieran caso a los tontos de baba del neoliberalismo y dejaran absolutamente de intervenir?

(La imagen es una foto de Hedrock, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 28 d’octubre del 2008

El monto de la crisis

El Banco de Inglaterra acaba de calcular el coste total de la crisis, las pérdidas de las entidades financieras del mundo en 2.800.000.000.000 de dólares (o sea, dos billones ochocientos mil millones de dólares) que vienen a ser el 4,3 por ciento del Producto Bruto Mundial, de toda la riqueza del planeta. No sé cómo habrá llegado a ese monto pero, siendo el Banco de Inglaterra, supongo que no lo habrá calculado con un ábaco. Manda narices o huevos, que diría el tantas veces festejado señor Trillo, que una manga de sinvergüenzas, más o menos de acuerdo con otra de inútiles e incompetentes se haya levantado la vigésima quinta parte de la riqueza del mundo. Puede que la culpa de esta colosal estafa no sea del capitalismo sino de la intervención estatal, como dice la inefable señora Aguirre quien nunca habla que no arremeta, pero en todo caso habrá que tomar medidas y medidas además de aprestar una pila de miles de millones que, ahora lo vemos, no es ni el chocolate del loro cuando las pérdidas son de más de 2,8 billones

Para tomar medidas, primero hay que saber cuáles, nombrarlas. Al respecto, me apunto a las que propone Oskar Lafontaine en una entrevista en el Frankfurter Allgemeine Zeitung: "Necesitamos tipos de cambio fijos con un margen de oscilación, control de la circulación internacional de capitales y supresión de los paraísos fiscales. Además, las autoridades deben supervisar las agencias de calificación de riesgo. También debe haber un centro de supervisión internacional de la banca. En Alemania (y en España y en todas partes) hay que prohibir los fondos de riesgo, así como la transferencia de riesgos a sociedades finalistas y la compraventa de papel asegurado (securitisation)." Algunas de estas medidas ya las había pedido Palinuro; otras son nuevas, pero perfectamente subscribibles. También lo son las que Lafontaine enumera en materia de política económica interior: "No más desmantelamiento del servicio público, no más privatizaciones de riqueza nacional, ni un recorte en la política social."

Está claro que con una pérdida de 2,8 billones de dólares, habrá mucha gente que tenga que apretarse el cinturón. Que empiecen los que se los han llevado. Porque está claro que los de las hipotecas, los precarios, los mileuristas, los inmigrantes, los currantes y los pringaos en general no han sido. Asi que a las medidas del rojeras Lafontaine Palinuro añadiría una muy puesta en razón: devolución de todo el dinero que la élite financiera internacional se ha apropiado indebidamente. Revisión de todos los patrimonios por encima de, digamos, 100 millones de dólares (si esta cantidad es demasiado alta o demasiado baja, puede cambiarse por ley, como por ley habrán de tomarse las demás medidas) y de las cuentas por igual cantidad en todos los paraíses fiscales. Hay que levantar el secreto bancario y someter la economía, sobre todo los flujos financieros, a control democrático.

(La imagen es una foto de Hedrock, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 13 d’octubre del 2008

Cruzando los dedos.

Las frenéticas reuniones del G7 el viernes/sábado en Washington y del Eurogrupo el domingo en París con los planes de acción que en ambas se han adoptado han sido prueba de que hay una voluntad política clara en los países desarrollados de impedir que la crisis de confianza y liquidez acabe en el colapso del sistema financiero internacional. Di cuenta del programa de acción del G7 en el post del sábado pasado, titulado Finde de cumbres. En cuanto al aprobado en París, muy parecido al de Washington pero más concreto, contiene tres propósitos básicos: a) los Estados se comprometen a garantizar la liquidez en el sistema financiero asegurando o suscribiendo los préstamos en este mercado hasta un plazo de cinco años y jugando siempre con activos "sanos", nada de "tóxicos"; b) los Estados se comprometen a entrar en el capital de los bancos a precios de mercado, lo que equivale a una forma de nacionalización parcial o total, como ya propuso Palinuro en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?; c) los Estados se comprometen a impedir que ningún banco importante quiebre, cosa que sólo puede hacerse mediante más nacionalizaciones.

En el fondo lo que ha hecho el Eurogrupo ha sido aprobar el plan de salvamento/nacionalización de la banca elaborado por el Gobierno de Mr. Gordon Brown que, por cierto, no pertenece al eurogrupo pero estaba ayer en París impartiendo sus sabias doctrinas. Éstas no eran otra cosa que una especie de aggiornamento y adaptación del plan de salvamento de la banca sueca en los años noventa del siglo pasado.

Elaborados dichos planes (que ahora hará suyos el Ecofin), los dirigentes europeos regresaron a sus países a esperar llenos de inquietud la reacción de las bolsas hoy, pues nadie olvida que el desastre de la semana pasada se debió a que los mercados no creyeron en la viabilidad del plan de rescate de los señores Bush y Paulson. De momento las perspectivas son buenas: los mercados asiáticos (excepto Japón, que no abre el lunes) han abierto al alza. Hong Kong subía un 2,4% mientras que un índice de las empresas chinas, el Chine Enterprises Index, subía un 3,1% en tanto que Australia, que empezó con fuerza (aumento del 6 %) se estabilizaba en ganancias en torno al 3%. Si, como parece lógico, ese ánimo sigue rigiendo en los demás mercados, tanto Europa como los Estados Unidos comenzarán la semana subiendo en lo que todos esperan que sea el final de las turbulencias de la semana pasada.

Pero no el final de la crisis ni mucho menos. Si los planes de las cumbres finisemanales tienen éxito, éste consistirá en estabilizar el sistema financiero, ponerlo en condiciones de volver a funcionar. Y a partir de aquí habrá que empezar a tomar medidas para resolver la crisis de la economía real que parece abocada a la recesión en el primer semestre de 2009. Es decir, si sale bien la jugada de Washington/París, la caída se habrá detenido en, más o menos, el veinte o el veinticinco por ciento de pérdidas. Ahora queda una tarea ímproba: revertir el curso, comenzar a crecer de nuevo, cosa nada fácil.

(La imagen es del tríptico de Hieronimus Bosch El carro de heno en la versión que se exhibe en San Lorenzo del Escorial. Es el motivo de las puertas que cierran el retablo).

dissabte, 11 d’octubre del 2008

Finde de cumbres.

Balance de la semana, del mes, del año: una crisis de la magnitud de la de 1929 que puso en tela de juicio la supervivencia del capitalismo. Unos batacazos bursátiles que carecen de precedentes. Próximo crecimiento negativo (insisto en que ésta debe de ser una de las expresiones más estúpidas que cabe encontrar por ahi y todo por no decir "decrecimiento"), recesión en puertas. La ruina. La Biblia en pasta. Es tanto el pánico, la conciencia de catástrofe, la desconfianza de la gente (esa cosa que se define como espiritual, según el Gobernador del Banco de España, don Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como MAFO) que ya no sirven de nada las medidas más drásticas que puedan tomar las autoridades que no consiguen tranquilizar a los mercados. Estos no parecen valorar el plan de rescate de los 700.000 millones de dólares de los señores Bush y Paulson, ni las decisiones de diversos países europeos de acudir al rescate de sus entidades financieras en situación más crítica, ni las de otros de aumentar hasta el ciento por ciento la garantía de los depósitos bancarios o hasta 100.000 euros, como ha hecho España o hasta 50.000 euros, en la Unión Europea. Al contrario, según ha señalado Palinuro en varias ocasiones, parecen ser contraproducentes. Cuanto más aseguran los políticos que los ahorros no corren peligro y que el sistema financiero es sólido más desconfía el personal. Cosa explicable, aunque parezca mentira: todos reconocen en esta crisis un fenómeno de globalización. El carrusel de las bolsas lo ilustra a la perfección: cuando Tokio cierra abre Europa (Frankfurt, París, Madrid, Londres, Milán); cuando Europa está a punto de cerrar abre Nueva York; cuando Nueva York cierra abre Tokio, etc, etc. El sistema se retroalimenta teniendo datos veinticuatro horas sobre veinticuatro; está siempre activo; no duerme, no descansa, no se sienta a almorzar, no se va de vacaciones ni se pone enfermo ni hace huelga. Y o bien el mecanismo de retroalimentación ha petado o el sistema está aventurando un gambito que vaya uno a saber cómo acabará.

Parece que la panoplia de medidas posibles se ha agotado, que ya no quedan recetas fuera, naturalemte, de la muy razonable idea de nacionalizar la banca. Algunos países están considerando esta posibilidad, como los Estados Unidos, o ya lo están haciendo como en el caso del Reino Unido. ¡Quién iba a decirlo! ¡Las patrias de la señora Thatcher y el señor Reagan, los artífices de la "revolución neoconservadora" nacionalizando la banca! Menudo sarcasmo de la historia

Enfrentados a un finde de forzosa inactividad en las bolsas, los dirigentes políticos han decidido dar la apariencia de que están dispuestos a poner en marcha medidas drásticas, a afrontar el problema o, como se dice en español, idioma lleno de tauricismos, "coger el toro por los cuernos". Están decididos a ser eficientes o, cuando menos, a hacer ver que les preocupa la eficiencia, a tomar decisiones y decisiones duras. Como dicen los comunicólogos, quieren enviar un mensaje de confianza, de que aquí están ellos. Para lo cual han convocado dos cumbres: una ayer, en Washington, de los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G7 y otra mañana en París del Eurogrupo, los quince países que formamos parte del "territorio euro". La idea es demostrar que todos, el G7 y el eurogrupo (el Reino Unido, por ejemplo, está en el G7 pero no en el territorio euro) estamos dispuestos a "tomar todas las medidas necesarias" para que los bancos y otras instituciones financieras dispongan de más liquidez. En Washington el G7 ha elaborado un un programa de cinco puntos, los siguientes:

1º) En caso de necesidad los bancos dispondrán de capital de fuentes públicas y privadas.

2º) Se garantizarán los depósitos corrientes.

3º) Habrá provisión suficiente de capital privado y público.

4º) Los contribuyentes han de quedar protegidos y deben evitarse las consecuencias perjudiciales para terceros países.

5º) Los países del G7 se comprometen a cooperar más estrechamente.

La verdad es que, en la medida en que no son confusos o reiterativos estos cinco puntos no trasmiten idea nueva alguna, ninguna innovación. Cosa comprensible porque ya se han hecho todas las innovaciones que caben en el momento. Y lo mismo pasará probablemente con la reunión del Eurogrupo que el señor Rodríguez Zapatero ha sacado a M. Sarkozy para mañana domingo. Porque después del fracaso del G4 el domingo pasado y de la reunión del Ecofin este jueves en Bruselas no se ve qué puedan decidir los jefes de Estado o de Gobierno este domingo que tenga alguna relevancia para la crisis financiera. Porque si los mercados han decidido desoír al G4 y al Ecofin, ¿de dónde sale que harán caso al Eurogrupo? ¿Porque ahora está el señor Rordríguez Zapatero?

Francamente es extraño que no se vea que la novedad de esta crisis es que la banca no está jugando con lealtad al interés público y que hay que tomar las medidas necesarias para impedir el sacrificio del interés general al particular bancario. En estas condiciones lo único verdaderamente efectivo como sabe todo el mundo de sobra, es la nacionalización, esto es, poner a la banca al servicio del interés general y no como ahora que está al revés.

(Las ilustraciones son detalles del panel central del tríptico El carro de heno (h. 1487) de Hyeronimus Bosch, de la versión que se guarda en El Escorial.)

divendres, 10 d’octubre del 2008

La crisis puede con todo.

El carrousel sigue cuesta abajo sin frenos: ayer Wall Street terminó por lo suelos, con el Dow Jones por debajo de los nueve mil puntos, un descenso del 7,3%. Tokio siguió el ejemplo y nada más abrir perdió el once por ciento. Cuando abran las bolsas en Europa son de esperar nuevas caídas.

Y ya nadie tiene respuestas prêt à porter porque se han ensayado todas las recetas. El pesimismo de los mercados refleja la convicción de que ninguna de ellas resultó eficaz, que los bancos siguen si reaccionar, sin dejar que se mueva el dinero, por muy necesario que ello sea para que la economía eche a andar. Sin crédito aquí no funciona nada.

Al final lo obvio está entrando en sus obtusos cerebros. Igual que han hecho los ingleses (aunque muy parcialmente) los alemanes y los estadounidenses empiezan a pensar en nacionalizar la banca. Es decir, parafraseando a Marx que viene aquí como anillo al dedo: expropiar a los expropiadores. La nacionalización es la respuesta más adecuada a la cada vez más clara actitud de sabotaje adoptada por la banca que no está colaborando en nada en la solución de la crisis financiera en buena medida mantenida por ella. Porque si la sociedad tiene un problema de supervivencia el dinero tiene que estar a su disposición, a disposición del interés general y no encerrado en los cofres de los capitalistas.

La nacionalización de la banca es el triunfo final y póstumo del comunismo ya que equivale a apoderarse del corazón mismo del sistema capitalista. Tiene su ironía. Por lo demás no hay cuidado pues los más partidarios de la nacionalización de la banca son los neoconservadores y neoliberales que no ha mucho le colocaban al personal el rollo del mercado invicto gracias a la mano invisible.

(La imagen es un detalle del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

Los del ladrillo amenazan de nuevo.

Si Vd. es fabricante de un producto cualquiera, acude Vd. al mercado con intención de venderlo y pide Vd. por él un precio tan disparatado que los posibles clientes no pueden comprarlo entiende Vd. de inmediato que, si quiere seguir con la idea de vender, deberá bajar el precio hasta donde a los compradores les interese comprar. Tendrá que hacerlo... salvo que pertenezca Vd. al sector comúnmente llamado "del ladrillo". En nombre de éste el señor Guillermo Chicote, presidente de la Asociación de Promotores Constructores de España dice que nadie espere descensos del treinta por ciento en los precios de las viviendas y que antes de bajar los precios se las dan a los bancos. Sostiene el señor Chicote que el sector inmobiliario ya había bajado los precios un quince por ciento y que no hay margen para más. Nadie ha visto ese descenso del quince por ciento y, aunque fuera verdad, si el precio es excesivo no hay otro remedio que bajarlo. Todos los analistas extranjeros que estudiaron el mercado inmobiliario español en los años del ladrillo gordo coincidían en que estaba sobrevalorado entre un veinte y un cuarenta por ciento. El señor Chicote dice que no hay margen porque éste es del veinte por ciento ya que el ochenta por ciento restante es pago de hipoteca.

Aunque estos datos fueran verdaderos, lo que se perfila es un impago inmenso del ladrillo a la banca valorado en más de trescientos mil millones. La construcción no puede pagar su deuda. Por tanto, antes de que las entidades financieras se hundan, devoradas por los impagos, tendrán qye renegociar la deuda con las inmobiliarias, lo que permitirá a éstas vender el stock de vivienda que tienen acumulado, siempre que lo hagan rebajando el precio lo que el mercado demande y no ordenando que la gente pague lo que a ellas se les pone en las narices. Nadie rebaja gozoso y es claro que quien se ve obligado a hacerlo se lleva un disgusto y jura que no lo hará y que antes, eso, le regalará los pisos a los bancos que es justo lo que los bancos tratan de evitar a toda costa. Pero la otra opción es perecer.

Los de la ACPE también amenazan con un aumento grande del paro si se sigue sin construir. Igualmente lamentan comunicar que tampoco se podrán construir viviendas protegidas porque no hay dinero. Como si antes las construyeran siendo así que había que obligarlos por ley. Es todo puro chantaje que se reduce a la propuesta de "dadnos lo que pedimos o las consecuencias pueden ser peores para todos".

En todo caso está claro que todo el mundo tiene la culpa de la crisis actual menos los del ladrillo: la tiene la gente que se obstina en no comprar; los bancos que siguen sin dar crédito ni hipotecas; el Gobierno que debiera estar administrando las subvenciones para que los bancos tengan dinero y, sobre todo, que les llegue a ellos que antes que bajar los precios de las casas en un treinta por ciento se las dan a los bancos. Algo así como cuando los hortelanos tiran los tomates o los lecheros vierten la leche porque no alcanzan por ellos los precios que demandan; sólo que en estos casos suelen tener razón, a diferencia de las inmobiliarias, que pretenden imponer precios abusivos y recabar la ayuda del Estado, o sea de los contribuyentes, para seguir enriqueciéndose a costa de estos.

Y uno entiende qué mala gente es esta del ladrillo porque, si dan las viviendas, esto es no reciben nada a cambio, ¿por qué no se las dan a la gente para que pueda ejercitar ese derecho a la vivienda digna que los precios de las inmobiliarias le impide ejercer?

(La imagen es una foto de Fernando Arconada, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 9 d’octubre del 2008

Habas contadas.

Aunque con retraso y de forma dubitativa las autoridades políticas han acabado tomando las medidas necesarias para hacer frente a la crisis de crédito que azota a la economía mundial: operaciones de rescate y ampliación de la cobertura de depósitos bancarios. El gobierno español lo hizo igualmente y con insólita contundencia: cobertura hasta 100.000 euros por persona, cuenta y entidad en los depósitos y 30.000 millones (ampliables a 50.000) de euros para comprar activos a los bancos de forma que estos restablezcan el negocio ordinario del crédito. Como si solamente existiera su ombligo las bolsas seguían mirándoselo y bajando, empeñadas en ignorar aviesamente los desvelos socialistas por la salud de la economía.

Visto lo cual se produjo algo que no sé si habrá sucedido antes: los bancos centrales del primer mundo se pusieron de acuerdo para bajar medio punto los tipos de interés de sus respectivas divisas. Por cierto algo que, cuando lo hacen otros, acaban en los tribunales acusados de maquinaciones para alterar el precio de las cosas si no de algo peor como colusión. El descenso en los tipos en Europa es una necesidad obvia porque los actuales están asfixiando a las personas hipotecadas, que son un pellizco de la población. El descenso en los tipos trataba de detener el de la bolsa mas no lo consiguió pero no porque fuera contraproducente sino por la mera inercia del momento. Para el día de hoy es de suponer que los mercados se estabilicen a la espera de más medidas de las autoridades. Estaría muy bien que el señor Trichet entendiera que poner tan caro el dinero en tiempos en que además es escaso es la mejor fórmula para meter a la economía en recesión que es lo que ya están cuantificando los aguafiestas del Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI es una de las dos criaturas (la otra es el Banco Mundial, BM) que salieron de los hoy putrefactos Acuerdos de Bretton Woods con los que se financió la reconstrucción de Europa después de la guerra y el Estado del bienestar. Su función es más de alguacil monetario del Tercer Mundo, pero también hace pronósticos sobre el primer mundo que no gustan a todos por igual. Ahora pronostica recesión para España y el Reino Unido para 2009. Son los dos países que han tenido mayor burbuja inmobiliaria en los años pasados. La recuperación llevará más tiempo.

No es difícil entender que bajar el tipo de interés es bueno para la gente, que puede pedir prestado. Pero tiene un límite inferior que es el cero por ciento. Si acercándonos al cero por ciento no se normalizara la crisis bursátil habríamos acabado la panoplia de medidas públicas en un contexto de libre mercado que tiene que ser intervenido. A partir de aquí sólo la nacionalización de la banca aportaría la esperanza de resolver el problema creado. La nacionalización de la banca al estilo inglés, por ejemplo: quinientos mil millones de libras esterlinas (así como 653.000 millones de euros) para comprar acciones de los bancos que, pasado un tiempo, tendrían que pagar dividendos a los accionistas, esto es, los contribuyentes británicos.

En todo caso, fuera de este modo o de otro cualquiera, la nacionalización de la banca no está reñida con el hecho de que, siendo nuestra sociedad abierta y democrática, en un tiempo posterior, haya una mayoría partidaria de privatizar lo que antes se había nacionalizado. Forma parte del proceso democrático. Esto puede pasar siempre porque la ley posterior como se sabe deroga la ley anterior. El último que llega, manda.


Casi todo el mundo da ganador a Mr. Obama en el debate televisado con McCain en Nashville, Tenneseee. Como era de esperar. Basta con verlos a ambos en el plató, moviéndose con el micrófono y razonando con la gente. No hay color y nunca mejor dicho. Así que me di a pensar en Nashville y me vino a la memoria, cómo no, el disco de Dylan de 1969, Nashville Skyline en el que había piezas célebres como el fabuloso dúo con Johnny Cash en Girl of the North Country o Lay Lady lay, que estaba destinada para las secuencias finales de El cowboy de medianoche pero no llegó a tiempo. La pieza instrumental Nashville Skyline rag sonaba así:

Los de los sesenta tenemos la nación en la música y eso no hay quien nos lo quite. La verdad es que este Nashville de 2008 no tiene nada que envidiar al de 1969. Le da a uno por pensar que el espíritu del Nashville 1969 hizo posible que en Nasville 2008 hubiera un negro candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata. Y que pueda ganar. Fue muy simbólico el debate. Y también es muy bueno el álbum Nashville Skyline.

(Las dos ilustraciones son, de nuevo, detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio, que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Achicando agua.

¿Para qué quiere el "sistema financiero más sólido del mundo" una aportación de cincuenta mil millones de euros? ¿Para qué la "banca mejor gestionada" del planeta que se suba la cobertura de depósitos de golpe y porrazo de veinte mil a cien mil euros? ¿Para qué? Obviamente para mucho porque no hay "sistema financiero más sólido del mundo" ni "bancos absolutamente bien gestionados". Eso no existe. En el capitalismo, una entidad baumaniana líquida, todo es relativo, muy relativo. Cuanto tiene que ver con la confianza y el crédito, que es el territorio en el que la economía se funde con la psicología, es tremendamente relativo y problemático. Nuestros bancos pueden ser hoy orgullosos bastiones de eficacia y venirse mañana abajo por un rumor.

En buena medida eso es lo que ha estado pasando en estos últimos díez días de frenesí bursátil y financiero en el mundo en general y en España en particular. Estaba incubándose un pánico bancario que nadie quería reconocer ni siquiera mencionar. Pero estaba incubándose en parte por las malas noticias y los rumores sobre la situación de las grandes entidades financieras y en parte por la misma avalancha de declaraciones supuestamente tranquilizadoras de las autoridades que, según iban formulándose, ponían más y más nerviosa a la clientela; sobre todo cuando ésta contemplaba cómo al tiempo que los gobernantes, ministros, gobernadores de bancos centrales, expertos bursátiles tranquilizaban al respetable se hacían extraños movimientos de rescates, subvenciones, conferencias y reuniones. Y como nada hay más frágil que el vidrio de la confianza, cuando el sordo fragor de la tormenta fraguando en la sentina llegó al puente de mando, los poderes públicos se apresuraron a tomar las decisiones cuya necesidad negaban cuatro días antes.

Mírenlo desde otro punto de vista: cómo se acortan los plazos de la comprensión. A las autoridades españolas les ha llevado nueve meses, una gestación, entender que el "frenazo", "parón", "contratiempo" o lo que fuere era una crisis. En cambio, sólo han necesitado diez días para pasar de hablar de crisis a decir con aplomo que es la más grave que hayan visto jamás.

Visto y oído. Es la crisis más grave de las que se tiene noticia porque afecta al meollo del capitalismo, el mecanismo de la confianza y el crédito. Nadie se fía de nadie y hace bien a la vista de cómo miente todo quisque, incluido el menda del Hypo Real Estate que uno piensa debiera ser la sinceridad personificada, por banquero y por teutón. Nadie se fía de nadie y, en concecuencia, todos temen a todos. ¿Qué sucede en una situación en la que todos temen a todos? Que nos han devuelto al estado hobbesiano de naturaleza. ¿Y cómo se sale del estado hobbesiano de naturaleza? Designando un poder político, un Leviatán que concentre sobre sí todo el miedo de los hombres de forma que los libere del que se tienen unos a otros. Un poder político absoluto, pensaba Hobbes, por quien profeso tanta simpatía que siempre pienso que su sentido de "absoluto" no incluía lo arbitrario y era perfectamente identificable con el "monopolio legítimo de la violencia" del Estado de derecho, que es absoluto también.

Y aquí es donde viene el problema típico de la crisis actual: que los distintos Estados, las sociedades nacionales han sido capaces de establecer un soberano mejor o peor y así resolver el problema hobbesiano del orden social. Pero quien no ha conseguido hacerlo y no es probable que lo haga en un futuro próximo es la sociedad internacional, eso a lo que llamamos "la comunidad internacional", incapaz de criar Leviatán alguno en su seno. Los problemas son globales y las soluciones no pueden ser locales. Sin embargo lo único que quedó claro de la cumbre en París del G8 partido por dos fue su solemne fracaso, como corresponde a la grandeur de la France, cuando los alemanes se negaron a que los franceses pusieran en pie un fondo de rescate comunitario básicamente financiado, como siempre, por Alemania. Ese es el problema: la crisis económica es fundamentalmente política porque, siendo global, sólo podemos aprestar soluciones nacionales.

Que además pueden ser contrarias a los propósitos de coordinación que se profesan. Tomen el caso de España. El señor Rodríguez Zapatero asegura que la respuesta europea a la crisis debe ser colectiva y se reserva dar más detalles hasta conocer cuál es la posición de la Unión Europea (UE) sobre el asunto. Y una vez que la conoce, se la salta multiplicándola por dos desde los cincuenta mil millones de cobertura que propone la UE hasta los cien mil que gallardamente pone sobre la mesa el presidente del Gobierno cuyo ministro de Economía, señor Solbes, rechazaba cuatro días antes la idea de subir la garantía de 20.000 euros de las cuentas. Y no la han subido. ¡La han multiplicado por cinco de puro canguelo! Conste que no estoy sugiriendo con esto que el señor Solbes deba dimitir. Pero sí estoy defendiendo lo que tengo dicho: que hay que hablar mucho menos, sacar menos pecho, soltar menos baladronadas pues no está la plaza para alegrías.

Igual que nos podemos encontrar con que las decisiones que tomemos para enfrentarnos a problemas graves de índole similar sean contradictorias. Por ejemplo, el señor Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, mantiene altos los tipos de interés porque se ve a sí mismo frente a la inflación como Perseo frente a la Gorgona. En cambio, el señor Bernanke, de la Reserva Federal en los States tiene el tipo de interés en menos de la mitad del del euro y anda pensando en bajarlo. Dos medidas contrarias para enfrentarse a un mismo tipo de problema. Precisamente sobre esto, más adelante.

De veinte mil a cien mil euros no está mal. Es tardía la decisión pero es correcta. Respecto a los cincuenta mil millones destinados a comprar activos "sanos" de los bancos para que estos dejen de restringir el crédito, no tengo las ideas muy claras. Es una pasta, algo así como tres por ciento del PIB. Supongo que la decisión habrá de tomar forma de ley, probablemente fuera sensato meterla en los Presupuestos ya que no es cantidad nimia, aunque no sé si eso es factible pero en todo caso tendrá que haber escrutinio parlamentario que averigüe qué garantías tenemos los ciudadanos de que esa pasta va a créditos a particulares y pymes y no a otras cosas; qué garantías frente a fraudes y otros ilícitos que, como vemos, para nuestro gran pasmo, se pueden cometer en el mundo bancario. Esa decisión, por tanto, será buena o mala según como salga del Parlamento.

Pero hay más. Sea buena o mala, tampoco tenemos seguridad en que su efecto sea benéfico. Veamos: la medida que propone el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero es una especie de plan de rescate gringo si bien sobre los activos "sanos" en lugar de los "tóxicos". Cincuenta mil millones de euros es más o menos la décima parte del plan gringo que son setecientos mil millones de dólares además, claro, de los ciento cincuenta mil millones que le añadieron para dar respiros fiscales a tantas empresas como fue preciso para comprar la voluntad de los necesarios congresistas y que el plan pasara. Sin embargo que haya pasado el plan no quiere decir que esté tranquilizando a nadie. Ayer el Dow Jones gastó una broma de mal gusto a la audiencia: se mantuvo toda la mañana oscilando en torno al cero y empezó a descender en un increíble High noon hasta desplomarse a la hora del cierre con un - 5,7%. ¿Debido a qué? Pues no lo sé bien pero a primera hora de la tarde salió el señor Bernanke a tranquilizar, diciendo que pensaba bajar los tipos de interés y... zas, batacazo final del Dow Jones. Otro ejemplo de que es mejor callarse. Quizá no haya relación causal entre la declaración y la caída pero así parece ¿verdad? En la madrugada de hoy, hacia el otro High noon de Tokio, el índice Nikkei estaba ya en un 4,5% en negativo. Así que supongo que la bolsa española, como el resto de las europeas volverá a bajar apreciablemente, a pesar de las medidas del Gobierno.

Imagino que el Gobierno lo ha hecho bien, pero no creo que detenga el descenso de la bolsa aunque sí, quizá, la amenaza de pánico bancario. Esos cien mil euros de garantía obedecen a un buen instinto político porque si, además de tenernos con el agua al cuello por el precio de la vida, desesperados por no encontrar vivienda asequible (¡y eso que es un derecho!) o asfixiados por unas hipotecas cuyos pagos son cada vez más altos, con salarios inferiores a los de los países europeos con los que nos comparamos e índices de precariedad superiores o directamente en el paro (y eso que el trabajo no es un derecho pero se le acerca), si además de tenernos así, digo, se nos esfuman los ahorros en los bancos aquí puede pasar algo. Y en verdad ha sido por los pelos. Habrá que exigir mayor celeridad de juicio a nuestros gobernantes. Juicio más célere y juicio más cierto.

(Las imágenes son otros tres detalles del planel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dimarts, 7 d’octubre del 2008

Pánico al pánico o ¿por qué no se callan?

Encuentro lamentable que estemos gobernados por estos cabezas de chorlitos que no paran de largar, atenazados por el pánico que le tienen a que se desate un pánico bancario. Y, como no paran de largar, acabarán consiguiendo que lo haya. ¿Todavía no han entendido estos frívolos lenguaraces que en las cosas de la confianza bancaria, del crédito, de las finanzas, cuanto menos se hable mejor? ¿Por qué no siguen el ejemplo de don Emilio Botín que no ha dicho esta boca es mía y tampoco asistió ayer a esa tertulia de banqueros que convocó el presidente del Gobierno literalmente para nada, pero envió a un segundo a poner el oído? No es casualidad, por cierto, que Le Monde trajera ayer en primera al señor Botín como ejemplo de banquero que ignora la crisis. Pues no hay manera: inconscientes o estúpidos, sin entender el alcance de sus palabras, siguen lanzando declaraciones en asuntos de los que no tienen ni idea que sólo consiguen poner más nervioso a todo el mundo. ¿Qué pintaba la señora vicepresidenta del Gobierno diciendo el domingo y repitiendo el lunes que los ahorros de los españoles están garantizados cuando ese mismo día el señor presidente del mismo Gobierno decía por la tarde que se iba a aumentar la cobertura de los depósitos bancarios de los particulares? Al mismo tiempo se guardaba muy mucho de fijar la cuantía. ¿No se dan cuenta estos dos mandatarios del desastre que están organizando? Si hoy no empiezan a formarse colas en los bancos ya tienen suerte y si se forman la culpa será estrictamente suya por no saber callarse ni tener los nervios templados.

En su descargo hay que decir que sus colegas europeos no están portándose mucho mejor. La reunión convocada el domingo por el señor Sarkozy se ve ya hoy martes en sus dimensiones reales: la reunión del canguelo y la impotencia. No habían terminado de darse los abrazos de despedida y ya estaban traicionándose mutuamente. La señora Merkel que veinticuatro horas antes había ladrado a la prusiana manera contra los irlandeses por dar cobertura ilimitada a los depósitos bancarios por su cuenta, hacía lo mismo en Alemania sin avisar a nadie por el miedo de que todo el sistema bancario se le viniera abajo. Esto, con el agravante de que los daneses seguían el ejemplo de los alemanes y garantizaban el ciento por ciento de los depósitos, puso a los británicos de los nervios y el Primer Ministro, Brown, llamó por teléfono a M. Sarkozy y hasta al ninguneado señor Rodríguez Zapatero para tratar de conseguir eso que llaman "acción concertada" y nadie sabe qué significa. Porque su problema es que los capitales británicos están fugándose a la vecina Irlanda y su ministro de Hacienda, Alistair Darling, que ya ha aumentado la cobertura hasta 64.000 libras esterlinas (que, digo yo, andarán rondando los 100.000 euros) no ha conseguido frenar la sangría.

Está claro que luego de meses de incubación desde agosto del año pasado, la crisis marcha ahora a una velocidad mucho mayor que la capacidad de los políticos para entenderla y más aun para reaccionar ante ella. Lo cual es tanto más imperdonable cuanto que han tenido catorce meses de preaviso. O sea que, además de lenguaraces, imprevisores e inútiles. Unas joyas, en definitiva. Todos ellos. Porque a estas alturas está ya claro que lo que rechazaban ayer (aumentar la cobertura de los depósitos a una cantidad superior a esos 20.000 euros) se ha quedado corto hoy y ahora lo que se impone es la cobertura ilimitada. Para cuando los políticos hayan comprendido esto podemos encontrarnos en la situación en que se encuentra hoy Islandia, que prepara una ley de excepción para nacionalizar la banca antes de que se hunda por completo. Espero que los lectores disculpen la pequeña vanidad de Palinuro que ya sugirió el paso en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?

Definitivamente no nos merecemos estos políticos livianos, inconsistentes e irresponsables (y, ojo, que los de la oposición aun me parecen peores) que no saben por dónde tirar, incapaces de entender lo que está pasando. Es muy probable que los mercados sigan cayendo hoy y hasta que se den otro batacazo. Me baso en que anoche Tokio abría a la baja con el Nikkei perdiendo los 10.000 puntos por primera vez desde 2003 (Hong Kong no abrirá hoy porque es no sé qué festividad) contagiada por la castaña del Dow Jones el lunes. Así que lo más verosímil (aunque esto nunca se sabe) es que las bolsas europeas sigan bajando. ¿La razón, suponiendo que le interese a alguien? Que el plan de salvamento de los señores Bush/Paulson parece no estar funcionando y que los europeos son incapaces de ponerse de acuerdo. ¿Qué cabe hacer? Pues si no nos decidimos a nacionalizar la banca como los islandeses que, al fin y al cabo, son muy pocos, 300.000, más o menos como los habitantes de Alcalá de Henares, podemos probar a garantizar cobertura del ciento por ciento de los depósitos... y a continuación poner una vela a San Mateo, patrono de banqueros y contables. ¿Por qué? Porque eso tampoco es garantía de mucho ya que, sobre ser inverosímil que pueda realizarse llegado el caso, queda por averiguar qué sucede con los depósitos de la empresas, los propios fondos y otros clientes que no son personas físicas.

En todo caso, dada la magnitud del desastre, quizá lo más sensato, tras asegurar la cobertura ilimitada, sea no hacer nada y esperar (y quizá haya mucho que esperar) a que los circuitos financieros se purguen de todo el papel "tóxico" y el crédito se restaure poco a poco. En todo caso lo que sí es imperativo es que los parlanchines y bocones se callen y dejen de provocar más pánico dando garantías etéreas y sin respaldo real.

(Las imágenes siguen siendo detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dilluns, 6 d’octubre del 2008

La crisis de allí y la de aquí.

Poco a poco va abriéndose paso la conciencia de que esta crisis bancaria es de una gravedad inusitada, que tendrá efectos devastadores a medio y largo plazo y no solamente en los Estados Unidos sino en Europa y en el resto del mundo. Se ha dicho que es la más grave desde la IIª Guerra Mundial y también que es como la de 1929; valoraciones excesivamente pacatas porque tiene pinta de ser la peor jamás padecida por el capitalismo.

Como se sabe, el primer acto de este descalabro descomunal se produjo en agosto de 2007. Por aquel entonces y aunque el mundo está lleno de competentes economistas, ni uno solo la había previsto y, una vez iniciada ni uno solo tampoco consiguió aportar una explicación aceptable. Mejor dicho, me engaño: todos la habían previsto y anunciado tiempo atrás pero, pobres Casandras, nadie les hizo caso; y todos tenían una teoría explicativamente impecable, algunos, incluso dos y todas ellas contradictorias entre sí.

Desde entonces hasta hoy la mera observación del discurrir de los hechos nos ha llevado a algunas conclusiones que nadie discute y otras que son muy discutidas todavía. Las primeras son: a) la crisis es una crisis del corazón mismo del sistema capitalista que es el crédito; es una crisis de confianza, razón de ser del capitalismo; b) ha sido obra de una actividad especulativa desregulada, sin vigilancia, inmoral y enloquecida consistente en sobrevalorar los activos (principalmente los inmobiliarios) y construir una febril torre crediticia sobre tales activos sobrevalorados, en gran medida créditos incobrables, que se empaquetaban como atractivos productos financieros y se repartieron por todo el mundo en los años noventa y primeros de este siglo, pudriendo así el sistema financiero global; c) esta actividad inmoral si no directamente delictiva llegó a rizar el rizo del disparate creando cosas como los credits default swaps, productos crediticios basados en la posibilidad de que la entidad que los ofrecía no pudiera cobrar los otros créditos ya librados. Por cierto, quien quiera saber más sobre estos disparates y tener una buena información sobre las causas de la crisis, que lea el magnífico artículo de Walden Bello tituladoTodo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo, publicado en la revista digital Sin permiso, una revista de izquierda crítica, documentada, bien hecha, con artículos de altura y en la que no se sueltan las habituales chorradas de secta o grupúsculo que no hay dios que soporte ya.

Las conclusiones controvertidas no son menos contundentes pero no gozan del mismo grado de coincidencia. La principal de todas es que la crisis es el resultado de las políticas neoliberales iniciadas en el decenio Thatcher/Reagan y proseguidas al día de hoy por los think tanks y los medios neoconservadores que repiten como loros las habituales estupideces de que hay que reducir el Estado, eliminar regulaciones, jibarizar lo público, privatizar a toda caña, reducir impuestos, bajar el gasto público especialmente el social (no, por supuesto, el militar) y desmantelar el Estado del bienestar. Como estos rapaces son inasequibles al desaliento y además cobran suculentos emolumentos por ello, seguirán batiendo el cobre de fuera el Estado y viva el mercado hoy, cuando es evidente que un mercado desregulado lleva a la catástrofe y, además, ironías de la existencia, tiene que pedir auxilio al denostado Estado.

Al saltar el charco y llegar a Europa la crisis se ha mostrado como lo que es: la podredumbre del motor mismo de la actividad capitalista, el crédito. Los bancos se hunden, los que no se hunden no se fían unos de otros, nadie da crédito, no hay liquidez en el mercado, la economía real se va paralizando y, como se trata de un círculo vicioso, la preocupación (a punto ya de convertirse en pánico) se apodera de los inversores, los impositores y los clientes de los bancos con lo que, si se produce una estampida, lo que llaman los ingleses un run on the banks, la catástrofe puede ser total. Para impedirlo Irlanda primero, después Grecia, luego Alemania (und morgen di ganze Welt ("y mañana el mundo entero")) han pasado a garantizar el ciento por ciento de los depósitos de los clientes. Seguramente esta garantía será suficiente... a estas alturas de la evolución de la crisis; pero habrá que esperar ya que va a ser larga y a nadie se le escapa que a medio o largo plazo es de imposible cumplimiento la haga quien la haga, el Estado, los bancos o la Santísima Trinidad. Pero así están las cosas en el mundo.

Y ¿por qué están así? Porque en el capitalismo neoliberal de la alegre desregulación, la falta de escrúpulos y de moral sigue campeando en medio de la crisis. El plan de rescate de Mr. Paulson en los EEUU estaba pensado para seguir enriqueciendo a los tiburones de Wall Street. El Congreso lo limó bastante antes de aprobarlo y aun así, lean lo que dice el señor Paul Stiglitz de cómo “Para lograr aprobar el Plan Paulson, lo que han hecho ha sido proceder por la inveterada vía del soborno y la corrupción”. ¿Y en la vieja Europa? Tres cuartos de lo mismo. ¿Qué explicación tiene que el plan de rescate de Hypo Real Estate acordado en firme el jueves por 35.000 millones de euros se venga abajo el sábado sin explicación aparente y sólo pueda reemerger el domingo reconvertido en uno de 50.000 millones? ¿Cómo se puede hacer un plan de rescate y "equivocarse" en 115.000 millones de euros (hasta los 50.000 en 2008 y 100.000 en 2009 que no aparecían en el primer cálculo)? Vds. lo verán como quieran; a mi me parece un intento evidente de timar al Estado y al consorcio de bancos que firmó el primer plan de 35.000 millones y hubo de retirarlo al enterarse de que eran muchos más miles de millones.

En España no estamos mejor aunque pueda parecerlo dada la tenaz tendencia del Gobierno a disfrazar la realidad como puede. La base de la argumentación de los gobernantes del PSOE, ahora que ya admiten que hay una crisis, es que no tiene por qué afectarnos pues nuestra banca es sólida por cuanto las regulaciones del Banco de España se han cuidado siempre de que nuestras entidades no se vieran arrastradas en el amok de las hipotecas basura y otras prácticas dañinas. Correcto. Es posible que sea así. Pero la crisis está golpeando al país con una fuerza inusitada, muy superior a la de nuestros vecinos porque España dependía más del ladrillo y, desde luego, el turismo, dos actividades que están sufriendo un gran parón. Y con el vertiginoso aumento del paro es posible que lo que en un principio fueron hipotecas "sanas" se conviertan por la necesidad de las cosas en hipotecas "basura" porque lo que convierte en "basura" a las hipotecas no es cómo se concedieron sino el hecho simple de si los hipotecados pueden pagarlas o no. Y aquí viene la dificultad porque con un interés del capital hipotecario muy alto, cercano ya al seis por ciento y unas tasas de paro en aumento galopante, la morosidad se está disparando. La cuestión es: ¿cuánta morosidad pueden aguantar los bancos? ¿El diez, el quince por ciento?

Las autoridades insisten en que el sistema bancario es sólido, lo que ya escama porque si lo fuera tanto no sería preciso publicitarlo y en que los clientes deben confiar en él. Como ya he dicho en un post anterior, encuentro insólito que se pida a la gente que confíe en unos bancos que a su vez no confían los unos en los otros. Y como no se fían mutuamente, el euribor sigue subiendo. Al subir el euribor, las hipotecas se encarecen de forma que nos encontramos con la curiosa situación de que la desconfianza mutua de los bancos la pagan los clientes a quienes, sin embargo, se les pide que confíen en aquellos, sabiendo, encima, que si hay algún problema, sólo tendrán cubierto hasta 20.000 euros de sus cuentas o cartillas de ahorro. Francamente me parece excesivo y si el Estado se niega a subir la cobertura como están haciendo los demás, entiendo que todo lo que la gente tenga en los bancos por encima de los 20.000 euros por titular y entidad estará más seguro en sus bolsillos.

(Las imágenes son detalles -panel central y panel izquierdo- del tríptico de Hyeronimus Bosch El juicio final (1505/1506) que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

diumenge, 5 d’octubre del 2008

Europa en crisis.

Al principio del mandato del señor Sarkozy anduve yo algo despistado pensando que era un hombre de más categoría, con iniciativa y audacia. Tengo que rendirme a la evidencia de que no solamente no da la talla para el cargo sino de que es un bocazas. La reunión de los cuatro países europeos miembros del G8 que convocó ayer en París con la intención de refundar el capitalismo fue un cómico cónclave en el que cada cual aireó sus cuitas o se retrató pero en donde no se llegó a más conclusión sustancial que dejar que cada país afronte por libre la tarea de salvar sus bancos como el espíritu de Jean Monet y Robert Schumann le dé a entender. Por supuesto esas acciones estarían "coordinadas" entre sí lo que, como se ve claramente, no quiere decir nada.

Cada uno de los cuatro mandatarios dejó dicho algo que merece cierto comentario. El más divertido, sin duda, fue el señor Berlusconi quien sostuvo con todo el papo que lo que necesita el sistema financiero europeo es... ética. Así, como suena, il cavaliere recomienda ética a los demás. No se quedó muy atrás el señor Sarkozy quien, tras haber propuesto un fondo europeo común de 300.000 millones de euros para salvar bancos y, como se tropezara con la feroz oposición de Frau Merkel acabó afirmando que él jamás había propuesto plan alguno. Por su parte Mr. Brown atacó a los irlandeses por garantizar la totalidad de los depósitos de los seis mayores bancos de la república. Es lo que pasa con estos ladinos Irish: empiezas con el Home rule y, al final te la juegan. Por último, la señora Merkel, tras cargarse el plan de rescate, empezó a decir que había que pedir responsabilidades a quienes llevaron al sistema a la situación actual. Muy alemán esto de buscar culpables y castigarlos.

Los cuatro dignatarios han acudido de nuevo a la acreditada práctica de la chapuza, tan entrañablemente europea. Su compromiso de salvar cada uno sus bancos viene acompañado de algunas medidas que pretenden resolver el problema de la crisis bancaria y que según Le Monde son las siguientes:

a) mecanismos de vigilancia de las instituciones financieras, incluidas las agencias de calificación de riesgos. Ya era hora;

b) cambio en los sistemas de retribución de los ejecutivos. La verdad es que no sé si habrá un mecanismo más absurdo que este de retribuir con indemnizaciones astronómicas a los directivos que sea preciso despedir. Cualquiera que esté en esa situación hará lo posible porque la empresa se vaya al garete y a él tengan que echarlo porque entonces se forra;

c) revisión de las normas contables para impedir otras burbujas financieras o crisis de liquidez;

d) más control político sobre las instituciones internacionales, lo que suena bastante a wishful thinking;

e) creación de un grupo de trabajo entre los supervisores, los bancos centrales y los ministerios de Hacienda.

Todas estas medidas serán mejores o peores, más o menos eficaces pero sin duda no resolverán el problema entre otras cosas porque todavía están en bruto y hay que refinarlas; para entonces ya veremos a dónde ha llegado la crisis.

Lo que sí puede ayudar a resolverla es el recurso a la chapuza, aquí consistente en pedir que se flexibilicen los criterios de Maastricht, en concreto la estricta prohibición de mantener el déficit público por debajo del tres por ciento del PIB. El verbo "flexibilizar", como ya aprendimos cuando se habla de relaciones laborales con expresiones como "flexibilizar" la plantilla, quiere decir "deshacerse de", prescindir de". Los países miembros quieren que les quiten el límite y recurrir a las deudas para salir adelante en la crisis siguiendo una receta típicamente keynesiana. Hoy se han hecho keynesianos todos, hasta el presidente Bush.

La cuestión consiste en saber ahora si este recurso a la chapuza llega a tiempo o no. El plan de rescate del Hypo Real Estate parece haber fracasado porque no alcanzaba a las necesidades totales del banco que, para fines de 2009 podrían llegar a 100.000 millones de euros, lo que contrasta grandemente con los 35.000 millones previstos para el rescate. La situación de la entidad es ahora desesperada y si no encuentra salvación hoy domingo, el lunes quizá tenga que declararse en quiebra. Y eso no es lo peor; lo peor es que puede arrastrar a todo el sistema bancario alemán.

Está claro que muchos políticos todavía no han entendido de qué va esta crisis. La señora De la Vega, por ejemplo, en una entrevista en El País dice que Los ciudadanos tienen que saber que sus depósitos están garantizados. La situación es complicada, pero estamos en buenas condiciones para hacerle frente, porque partimos de un sistema financiero que funciona bien, más garantista que el de otros países. Es decir, según los políticos los ciudadanos tenemos que confiar en los bancos que, a su vez, desconfían los unos de los otros.Y eso sin contar con el misterio del significado del verbo "garantizar" en un país en el que el máximo de cobertura de las cuentas de los ahorradores es el mínimo europeo: 20.000 euros.

(La imagen es una foto de rockcohen, bajo licencia de Creative Commons).