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dissabte, 16 de febrer del 2013

La política y la corrupción.

Incluyo aquí un artículo que publico hoy en el magnífico blog Publicoscopia, cuya lectura recomiendo. Del blog, claro es, no necesariamente de mi artículo.



En su sátira contra Cleón, Los caballeros, de Aristófanes, unos criados tratan de convencer a un choricero que pasa por allí de que llegará a ser el gobernante del Estado. Este es el diálogo: 

Primer servidor.- ¿Cómo es eso? ¿De qué te crees indigno? Albergarás todavía algún buen sentimiento. ¿Pertenecerás acaso a una clase honrada?
El choricero.- No, por los dioses; pertenezco a la canalla.
Primer servidor.- Entonces, oh mortal afortunado, estás ricamente dotado para la política.
Choricero.- Pero, buen amigo, yo no he recibido la menor instrucción; sólo sé leer, y eso mal.
Primer Servidor- Precisamente lo único que te perjudica es saber leer, aunque sea mal. Para gobernar al pueblo no hacen falta hombres provistos de buena cultura y de buena educación. Se necesitan ignorantes que, además, sean unos granujas. No desprecies lo que los dioses te prometen en sus predicciones."

Este desprestigio de la política y los políticos en Atenas, venía ya de antiguo. S. N. Kramer comenta que el primer caso de soborno se registra en Sumer, unos 3.000 años antes de Cristo. De forma que, al abordar el problema conviene no olvidarse de que no es novedad ni algo privativo de nuestro tiempo. Pero este hecho tampoco debe inducirnos al fatalismo, al relativismo y a la resignación. Que haya políticos corruptos; que los haya habido siempre; que incluso impongan el tono de la gobernación en todos los tiempos, no dice nada sobre la política en sí misma, sino sobre los políticos que se corrompen.

Al contrario, cuanto más lejos nos encontremos de aquella política que Francis Bacon llamaba alta, más ejemplos se darán de la perversión de esta noble arte y más se extenderá la desafección entre la ciudadanía sobre la verdadera naturaleza de esa vocación. Ello es especialmente llamativo en el caso de la democracia que, por definición, consiste en la identidad entre gobernantes y gobernados.
Los enemigos de la democracia suelen argumentar que esta forma de gobierno es especialmente proclive a la corrupción y señalan en su apoyo la proliferación de casos que en ella se dan de prácticas ilegales y criminales. De este modo no solo justifican sino que incluso fomentan el despego de la gente hacia el sistema democrático en la esperanza de sustituirlo por alguna forma de tiranía, más acorde con sus intereses.
Sin embargo, la democracia no solamente no es la forma de gobierno más corrupta sino, al contrario, quizá sea la menos corrupta. Los escándalos, cierto, sacuden la vida cotidiana pero, en buena medida, porque nuestra sociedad es mediática y, aunque no lo parezca, mucho más transparente que todas las anteriores. De haber libertad de información y expresión en las dictaduras, en las monarquías absolutas, podría verse que la corrupción es en ellas mucho más grave que entre nosotros.

La garantía de la democracia frente a la corrupción no está en el intento de erradicarla (aunque no esté nunca de más intentarlo) sino en el hecho de la publicidad. Es imprescindible que todos los actos de la esfera política reduzcan o eliminen el silencio, el secreto, las zonas de penumbra –en donde el poder hace sus chanchullos- o de opacidad. La corrupción, la venalidad, la falta de lealtad, de honradez no se eliminarán nunca porque son tan inherentes a la naturaleza humana como sus contrarios. Lo que sucede es que, por una especie de actuación de una ley de Gresham moral, son más visibles que estos. 

Lo que la democracia precisa no es amontonar códigos éticos que nadie cumple y solo sirven para hacer demagogia, sino disponer de medios prácticos y eficaces para prevenir la corrupción y, desde luego, obligar a los gobernantes a atenerse a ellos, a dar explicaciones de sus actos y a sufrir las penas correspondientes. Esa es precisamente la razón del agudo deterioro actual de la democracia española. No es solamente la sospecha de que los gobernantes actuales, desde Rajoy hasta los cargos de las Comunidades autónomas, sean unos corruptos y un puñado de granujas dedicado al saqueo de las arcas públicas. Antes bien, es la comprobación de que, dado el funcionamiento constitucional del sistema, la ciudadanía carece de medios para obligar a estos gobernantes indignos, presuntos prevaricadores y ladrones, a dar cuenta de sus actos, dimitir y sufrir los castigos pertinentes.
En nuestro tiempo, la expansión de internet, la política 2.0 y el “periodismo ciudadano”, han facilitado el acceso de las multitudes al control crítico del gobierno. Sin embargo, el bloqueo institucional de este mediante medidas autoritarias y reformas reaccionarias de la legislación represiva, producen el efecto de que, de todas las democracias del mundo, la única que está dirigida por un partido que más parece una asociación de delincuentes, con un presidente presuntamente dedicado al enriquecimiento personal ilícito sea la española. 

Justamente una razón más para que la ciudadanía mantenga e incremente la presión extraparlamentaria, en la calle, a los efectos de que los gobernantes corruptos, empezando por el presidente del gobierno, dimitan y se pongan a disposición de los tribunales de justicia. 

La política, sobre todo la política democrática es corrupta o no; los ciudadanos pueden profesar desafección hacia la política o no, dependiendo de lo que ellos mismos hagan. La política la hacemos los ciudadanos; no los gobernantes. La corrupción de estos se aprovecha de nuestro desinterés. En gran medida cabe decir que la corrupción se da porque los ciudadanos la toleran.

Frenos y contrapesos.

Es una verdad de la ciencia política que solo el poder frena el poder. Un poder que carece de otro enfrente tiende a extralimitarse, a avasallar, a convertirse en tiránico. Por eso, el constitucionalismo moderno se aferra a la teoría estadounidense de los frenos y contrapesos, los checks and balances que los admiradores de todo lo yanqui creen tan universales y eternos como las stars and stripes. ¿Qué entes, qué instituciones pueden ejercer un poder que frene y contrarreste el poder político, en este caso el gobierno? En principio, los otros poderes del Estado, el legislativo y el judicial y, además, el cuarto poder, reforzado por lo que algunos llaman ya el quinto poder, la web. Siendo España régimen parlamentario, el parlamento es inexistente, víctima de la mayoría absoluta del gobierno. El sistema mediático está abrumadoramente al servicio del gobierno que lo utiliza sin ningún reparo: todos los medios audiovisuales públicos son oficinas de agitprop gubernamental y una parte importantísima de los medios impresos.

De freno y contrapeso están actuando el poder judicial y la web. Pero no es mucho. El gobierno desoye las decisiones de los tribunales. Así, el ministerio de educación sigue privilegiando los centros que discriminan por sexo frente a decisiones firmes del Supremo que lo prohíben. Eso cuando el de Justicia no decide conceder el indulto a delincuentes condenados por la justicia, con razones por lo menos especiosas. La vigilancia de la web es universal, generalizada, llega a todos los rincones del ejercicio del poder. La web es un Argos siempre al acecho. Pero se estrella ante la indiferencia de los gobernantes, quienes ignoran el estado de ánimo de las redes o las llenan de apologetas suyos actuando como trolls.

Es decir, el gobierno del PP no tiene contrapesos. Tampoco oposición parlamentaria. Esos 110 diputados socialistas poco más pueden hacer que aplaudir a su lider cuando pide la dimisión de Rajoy. Y aun eso, con moderación y prudencia. Ya ha salido el venerable González a decir a los jóvenes lobos de su partido que no estén pidiendo continuamente la dimisión del presidente. No sea que este se enfade. Esas dos carencias se notan mucho. El gobierno tiene una tendencia autoritaria evidente. El presidente apenas comparece en Parlamento, gobierna por decreto-ley, rompe acuerdos y pactos escritos y no escritos en su intención de desmantelar el Estado del bienestar, privatiza servicios públicos a mansalva y, los que no puede privatizar, los reduce y descapitaliza. Algun@s gobernantes  autonómic@s pretenden privatizar el dominio público, los valles y montes de España, una especie de reamortización.

Y todo esto lo ponen en práctica unas autoridades electas pero sobre las que pesan fuertes sospechas de corrupción y que no solamente se niegan a dimitir sino incluso a dar explicaciones de sus actos, con los medios a su servicio. Muchas de las medidas del gobierno exceden de sus competencias y entran de lleno en el ámbito de la reforma de la constitución material del país, mediante un vaciamiento de sentido de la constitución formal. No hay derecho a la vivienda digna, ni a la sanidad y educación públicas, ni a la tutela efectiva de los tribunales, aunque el texto de la Constitución vigente siga proclamándolos.

La oposición está obligada a plantear esta crítica como fundamento a su moción de censura y con propuesta de un candidato alternativo a la presidencia del gobierno. El gobierno no está legitimado para hacer lo que hace. Ni subjetiva ni objetivamente. Y  mucho menos lo contrario de lo que prometió en el programa electoral. Las personas que lo están haciendo no son las más adecuadas y lo que están haciendo no es lo más conveniente para el país. La moción de censura es inexcusable. El gobierno debe explicarse ante la opinión pública si no de grado, por fuerza.

(La imagen es una captura del vídeo de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 8 de febrer del 2013

Bronca en el patio trasero.

 Aguirre ha entrado a saco en un cónclave de su partido. Ha venido a pedir la dimisión de Ana Mato, a criticar a Cospedal por su falta de nervio en el escándalo Bárcenas y a poner cual no digan dueñas a Ana Botella por la gestión del Madrid-Arena. Los expertos intuyen detrás del ataque aguirresco un movimiento de partidarios suyos, apoyado por Aznar, para substituir a Rajoy. No parece muy certero. Si Aznar hiciera causa con Aguirre esta no atacaría a Botella. Aguirre es más un cañón giratorio y aprovecha una buena oportunidad (por eso la llaman oportunista) de hacerse con el partido invocando una necesaria regeneración democrática. Es inteligente y audaz pero no lo más apropiado para la expresidenta de Madrid, tan necesitada de regeneración democrática como el conjunto de su partido.

El partido está hecho unos zorros, vive de sobresalto en sobresalto, pendiente de la última revelación del caso Bárcenas, tapando vías de agua. Sus reacciones, en sus principales figuras son irreflexivas, precipitadas y nada convincentes. Cospedal y Floriano han amenazado con querellas prácticamente contra todo el mundo. Pero hasta la fecha no se ha interpuesto ninguna y menos aun contra Bárcenas, a quien los portavoces del PP ignoran, como si no existiera pues, dicen, es una persona privada; no pertenece al partido.

El presidente, después de las dos pintorescas ruedas de prensa, ha retornado a su actitud silente. Solo una vez ha rozado el viscoso asunto de la corrupción y ha sido para respaldar a la ministra Ana Mato. Si se observa es puro estilo Rajoy: respaldar a l@s presunt@s corrupt@s cuando más cuestionad@s son. Lo hizo con Camps, con Matas y hasta los puso de ejemplos. Lo hizo a la chita callando con Sepúlveda y Bárcenas al conservar el sueldo al primero en su fantasmagórica condición de funcionario del PP y el despacho, el coche y la secretaria al segundo, mucho después de haber este dimitido como tesorero y senador. Lo hace ahora con Ana Mato. Suena a táctica. Sabiéndose en falso, en el punto de mira de la lucha contra la corrupción por ser él también sospechoso de haber recibido sobresueldos, se rodea de gentes en sus circunstancias que le sirvan de colchón.

Tampoco la gobernación del Estado se le da mejor. El paro ha aumentado en más de 135.000 personas en enero. Todas las magnitudes son negativas. El barómetro del CIS de enero es terrorífico. El 90,8% de la población piensa que la situación económica es mala o muy mala. El 65,9% cree que es peor que la del año pasado y el 40,2% piensa que el año que viene será aun peor. El resto de los datos es de este deprimente jaez. La valoración de Mariano Rajoy es bajísima. El 82,1% de la ciudadanía tiene poca o ninguna confianza en él. En el caso de Rubalcaba esa cantidad se eleva al 88%..

La situación es disparatada. El gobierno no quiere o no sabe gobernar y la oposición no tiene alternativa.

dimecres, 2 de gener del 2013

Los eternos preguntones.


Carlos Fernández Liria (2012) ¿Para qué servimos los filósofos? Madrid: La Catarata.


Una pregunta encabeza este libro, lo cual es muy propio de los filósofos quienes, como los científicos, son seres específicamente inquisitivos. Y, de preguntar, empezar por uno mismo. ¿Para qué sirven los filósofos? Para hacer preguntas, algo constitutivo de los seres humanos. Así es este libro, una serie de preguntas saltando aquí y allá a lo largo de unos capítulos no escritos con una unidad de sentido, sino recogidos en un volumen con diversa procedencia. Tiene pues algunos (pocos) de los vicios de este género y algunas (muchas) de sus virtudes. No es reiterativo y, en cambio, es muy variado, siempre dentro de la mirada filosófica. El socorrido hilo conductor lo proporciona la lucha contra el plan Bolonia en donde el autor viene siendo muy activo desde 2000. Bolonia es la destrucción de la Universidad humboldtiana e implica el retorno a una oscurísima Edad Media (p. 139). Palinuro coincide y le llama la atención ese recurso a la nueva Edad Media que nos acecha. Viene a ser una idea parecida (aunque de otro signo) a la de Alain Minc en su libro de ese título, La nueva Edad Media, de 1993. Y los dos recuerdan la célebre obra de Nicolás Berdiaeff, aunque, para este, la nueva Edad Media, lejos de ser oscurísima era brillantísima. La Edad Media como metáfora.
Pero el libro va mucho más allá y mucho más acá del combate antibolonio. Hay en él otro tipo de temas muy sugestivos que, al aparecer y desaparecer a lo largo del texto, es preciso reorganizar, con el consiguiente riesgo de interpretar mal
¿Para qué sirve la filosofía? Para nada y para todo. Para gobernar a los hombres y, a través de ellos, el mundo. Así se sigue del brillante y original capítulo sobre el proceso de Sócrates quien habla aquí, no por boca de Platón, sino del propio autor. La pretensión de la filosofía se justifica por su uso de la razón, de la razón pura, desinteresada, exenta de contaminaciones histórico-culturales. Una razón de inmediato asimilada a la Ley por sus caracteres de abstracción, universalidad y generalidad (p. 55) Lo propio del Estado de derecho, identificado con la respuesta a la eterna cuestión de la filosofía política sobre la mejor forma de gobierno. Fernández Liria lo tiene claro: el Estado de derecho con tres notas concomitantes de división de poderes, publicidad en el sentido kantiano, e inmunidad de los representantes parlamentarios, "artilugios institucionales" (p. 44). El imperio de la ley se da por supuesto.
El problema de esta forma política es su coexistencia con el capitalismo (p. 72) que viene a ser entendido como el triunfo de la burguesía frente a los ideales de la Revolución francesa y taxativamente condenado como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99).
En el análisis de la Ilustración, Fernández Liria señala que el requisito para la independencia civil en el Estado de derecho imaginado por los iusnaturalistas es la propiedad. Esta es la prueba de la verdad o falsedad del orden político. No siendo la propiedad universal, la consecuencia es el sufragio censitario, modo crudo de consagrar la desigualdad de los seres humanos precisamente con aquello que los hace tales. Locke sostenía que los tres derechos naturales esenciales a todo ser humano eran la vida, la libertad y la propiedad. Que eso de la propiedad lockeana es peligroso se delata en que su seguidor, Jefferson, no la incluyó en los derechos de la declaración de independencia que pasaron a ser: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Hasta la libertad podía quedarse en una declaración firmada por propietarios de esclavos, pero no la propiedad.
Tema conflictivo el de la propiedad. Si no lo he entendido mal, el autor propone resolverlo universalizándola mediante criterios posibilistas, tipo Tasa Tobin o renta básica (p. 79). En la medida en que el Estado es pensado, como siempre y, desde luego, desde Hegel, como el único interesado en la universalidad de estos propósitos de la ley y la razón, corresponde hoy a los trabajadores, a los asalariados, defenderlo frente a los ataques de la burguesía neoliberal que apunta a la nueva Edad Media (p. 47), la selva de las privatizaciones. Ese tipo ideal de Estado de derecho no es compatible con ninguna forma de conquista partidista del Estado, ni siquiera de la del partido de uno mismo si lo tuviere. Identificado el Estado con el derecho, su empleo partidista equivale al uso de una justicia partidista, esto es, una contradicción en los términos, un oxímoron.
No sé si, a fuerza de coincidir con el autor, le atribuyo intenciones que no tiene, pero detecto en su punto de vista una forma de razonar que precisamente trato de exponer en una obra de próxima aparición. Una forma de razonar que se abre paso con otra pregunta: ¿se equivocó la izquierda al entender que debía "superar" la Revolución francesa? Sin duda el capitalismo consagra una especie de traición de los ideales de la revolución imponiendo ese sistema que el marxismo critica con la dualidad democracia formal/democracia real. Pero, a su vez, aquí viene lo interesante del punto de vista del autor, el marxismo cometió el grave error de aceptar los vicios del capitalismo (p. 94), con aberraciones como la del "hombre nuevo" (p. 47) para acabar produciendo una forma de totalitarismo (p. 96). Imagino que se refiere más especialmente al comunismo. Pero la crítica es, desde luego, formidable para venir de quien se considera a sí mismo "comunista antisistema", si estoy en lo cierto.
De ser correcta esta interpretación, desde luego lo imperativo es volver a los ideales de la Revolución francesa. Es mi punto de vista, rehacer el camino, no tirar al niño con el agua sucia. Cuando un ideal se falsea, la culpa no es del ideal sino de quien lo falsea. La falta de respeto a los derechos humanos no es un argumento en contra de los derechos humanos. Así que también aplaudo su recuperación de la idea ilustrada del progreso como una victoria frente al tiempo (p. 86). Este es válido incluso en el problemático sentido moral. Su confianza en el derecho lo lleva a negar el relativismo. La prohibición de la esclavitud y el avance del feminismo son pruebas objetivas del progreso. Ello sin ignorar que puedan producirse retrocesos, incluso muy pronunciados. Él mismo predice uno con la nueva Edad Media.
Ya no me resulta tan convincente la reiterada condena del capitalismo como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99). No porque se contradiga el canto que hace Marx al capitalismo en el Manifiesto como gran liberador de fuerzas productivas y avance sino porque, no habiendo sido capaces los anticapitalistas de procurar un orden social más libre que los capitalistas, la afirmación de que el capitalismo es el mayor obstáculo a la libertad solo puede sustentarse en una convicción de futuro, en una ideología. Cierto que el capitalismo ha posibilitado la extensión de esas instituciones en las que el espíritu objetivo hegeliano facilita la libertad, pero lo que hoy está en marcha es un proceso de destrucción de lo avanzado (p. 115). Cabe imaginar qué pensaremos de la situación si decidimos que el mercado es el cerebro de la totalidad hegeliana (p. 115) y, al mismo tiempo le otorgamos la condición de demente. Suena aquí la idea de la anarquía del mercado pero el hecho es que, demente o anárquico, injusto y cíclicamente catastrófico, el mercado garantiza la existencia de los órdenes sociales mientras que las formas de organizar la producción al margen de él, no lo han conseguido. Por eso, el problema de la relación del capitalismo con la libertad es complicado.
Desde luego puede compararse la privatización neoliberal con un nuevo feudalismo. Todo relaciones entre privados. Bolonia es un ataque directo a la Universidad como servicio público que se debe, no a la sociedad, sino a la verdad. Privatizarla es un suicidio; algo tan absurdo como privatizar la justicia (p. 149). Sin embargo, hasta esto está en recámara. No tanto la actividad judicial en sí (aunque el encarecimiento de las tasas es una forma de privatización) como otras acividades de la administración de justicia, cual los establecimientos penitenciarios. Los anarcocapitalistas probablemente los pondrían en pública subasta. O sea, los externalizarían. Puede ser un negocio tener mano de obra barata en un penal. Así que el proceso de privatización de la Universidad es un frente de batalla abierto.
El ataque a la Universidad pública es, en el fondo, un ataque a la función pública. Fernández Liria analiza agudamente cómo la condición de funcionario, con el colofón de la libertad de cátedra es lo que da a estos la libertad. La libertad es posible con seguridad en el empleo (p. 119). Esa faceta es la que la privatización pretende romper para someter la crítica y el espíritu libre a la ignominia de la incertidumbre y el miedo al futuro que convierte a unos hombres en dependientes de otros, lo cual es la base de la tiranía como algo opuesto a la obediencia a la ley que es la base de la libertad, según recordaba Rousseau. Esa convicción es la que lleva a muchos neoliberales a propugnar la abolición de la tenure, estadounidense, esto es, la seguridad en el empleo del profesrorado universitario El odio neoliberal al Estado es el odio a esa condición exenta de los funcionarios y así, mientras la izquierda pretende extender la condición funcionarial a toda la sociedad como base de seguridad generadora de libertad, la derecha pretende eliminarla, reduciendo a la mayoría de los seres humanos a la condición de inseguridad y dependencia de los caprichos del amo o las fuerzas ciegas del mercado.
Paso por alto, pues no puedo eternizarme, algunas interesantes elaboraciones sobre los ideales universales de lo bello, lo bueno y lo justo y otras sugerencias. Es un libro valioso, lleno de ideas y de preguntas que invitan a la reflexión y a la respuesta.

divendres, 26 d’octubre del 2012

Crisis... de legitimidad.

La crisis sempiterna suele verse como algo económico, incluso etéreamente financiero. Tantos miles de millones de euros de unos recortes, tantos centenares de miles de millones de unos rescates. Pero todo eso sucede en un medio, el de la vida colectiva, en el que la crisis ha tenido un impacto tremendo, abriendo un proceso de confrontación, de conflicto social que ha roto los consensos básicos, la legitimidad del sistema en su conjunto. Los principios mismos sobre los que se basaba aquella están quebrando o han quebrado ya ante la brutalidad neoliberal. Y lo hacen a la vista de todos, a la luz pública:
  • La igualdad, piedra angular de la democracia, ha sucumbido a las más ostentosas e injustas desigualdades, diferencias salariales astronómicas, beneficios ilimitados, rentas disparatadas, el lujo y boato de los ricos frente a las necesidades de los pobres, los trabajadores y las debilidades de las clases medias.
  • La justicia brilla por su abitrariedad. Raramente se procesa y condena a los ricos y, si sucede, tienen condiciones penitenciarias favorables y el poder político los indulta sin más tardanza. Los tribunales se ceban en los pobres. Quinientos desahucios diarios es cantidad que no requiere mucho comentario.
  • Las libertades cada vez más restringidas por el poder, empezando por la libertad de expresión y su correlato de derecho a la información, crecientemente acosados por la autoridad so capa del orden público. La libertad de manifestación y reunión, la libertad de comunicación en la red, todo molesta a las autoridades españolas que tratan de restringirlas o negarlas empleando eufemismos estúpidos.
  • La seguridad jurídica de los ciudadanos no se respeta. No se trata solamente de que la autoridad gubernativa actúe arbitrariamente, multando a la gente a voleo o denunciándola porque sí, que ya es bastante barbarie. Se trata de la propia autoridad legislativa que no respeta derechos legalmente adquiridos y ejercidos, como los de los funcionarios, los jubilados, los trabajadores, etc. Crea así el Gobierno mismo, con sus agresiones y expolios injustos una situación de incertidumbre y de temor que rompe el principio hobbesiano del orden social y provoca esta crisis de legitimidad.
A este elenco de penas es preciso añadir el toque específicamente español de los conflictos territoriales. La crisis de legitimidad afecta incluso al concepto mismo de nación, lo que enciende las pasiones más extremas. El hecho de que sean las tres derechas nacionalistas -la española, la vasca y la catalana- las que gobiernen los vértices del triángulo del conflicto permite augurar en principio más conflicto y más enfrentamiento, lo que no es cómodo.
Está claro que el PP solo no puede con la tarea, aunque el espíritu del gobierno sea de sostenella y no enmendalla porque, al identificar, como siempre, los intereses de su partido con los generales, cree llagada la hora de destruir a su adversario aunque sea a costa de hundir el país por el que, en el fondo, no siente especial aprecio por más rebuznos patrióticos que suelte.
Hace falta, al parecer, la ayuda del PSOE y este lleva ocho meses loco por darla porque, de aceptarse, vindicaría de golpe el criterio de Rubalcaba de pactar frente a ataques cada vez más frecuentes de sus propias filas. Pero el gobierno la desprecia, lo que hace imposible todo acuerdo y deja a Rubalcaba en muy mal lugar ante los suyos, en concreto el de una oposición ninguneada, puesto que no hay alternativa. No hay alternativa para la izquierda parlamentaria en una situación en que el gobierno tiene una mayoría absoluta holgada que le permite hacer literalmente lo que le viene en gana. Y lo hace.
No hay alternativa porque esta solo puede ser la revolución en la que no piensa nadie en la izquierda salvo grupos de escaso eco popular. La única posibilidad es seguir ofertando pacto de Estado, en el entendimiento de que, con él, el PSOE se juega su supervivencia al menos como lo conocemos hoy. Pero lo hace en complimiento de esa afirmación frecuentemente formulada de que es necesario que los partidos antepongan de verdad los intereses generales a los suyos como partidos que solo reza para él y nunca para la derecha. Eso es lo que, aunque con distinta intensidad, vienen a pedir tres muy buenos artículos publicados en El País en los últimos días, sobre las posibilidades del PSOE en estos momentos: que el hoy partido de la oposición tenga sentido de Estado. Son el de Fernando García Selgas, el de Félix de Azúa y el de Ignacio Sánchez Cuenca.
Y así debe ser: frente a la irresponsabilidad de la derecha, carente de programa, de proyecto de recuperación del país y solo interesada en exprimir en provecho propio las posibilidades de este, la izquierda tiene que ser consciente de las obligaciones que impone ls situación de emergencia provocada por el desastre económico-financiero y actuar de forma que contenga la crisis de legitimidad. Y el sacrificio que se le exige es doble porque, la disposición a colaborar en la tarea común con un compadre tan ruin y tramposo como la derecha española no exime al PSOE de actuar con criterio exigente de oposición en todo lo demás. La primera parte la ha cumplido con creces; con la segunda, ni ha empezado y no será la actual dirección, adocenada, desvencijada y acomodada a una rutina institucional que provoca el rechazo ciudadano por caduca y corrupta, la que lo haga 
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 9 d’octubre del 2012

Regeneración democrática

El gobierno del que es vicepresidenta esa señora de la derecha de la foto, ataviada según la Trento Fashion, muy apreciada en La Moncloa, y gracias al impulso personal de esta, ha decidido encargar un estudio sobre regeneración democrática del país a un grupo de "expertos".
¿"Expertos" seleccionados por el PP? Claro, cierto. ¿Nadie se acuerda de aquella especie de troglodita mental, psicólogo "experto" en homosexualidad, que hizo el ridículo mundial con sus "teorías" al respecto? Pues eso. Y, como no hay que dar nada por descontado, esta vez también elegirán "expertos" incuestionables en la materia de la democracia. Solo por ayudar sugiero los nombres siguientes: Carlos Dávila, Ynestrillas, Blas Piñar, Nacho Villa y Pedro J. Ramírez (por lo de los medios); Rouco Varela cubrirá el flanco religioso; para el femenino, por no caer en el feminazismo, bastará el brazo incorrupto de Santa Teresa; el militar, siempre muy necesario, estará dignamente representado con uno de los infinitos cuadros que Franco se hizo pintar en vida. Una gran comisión de patriotas.
Como ya sé que Palinuro -por mucho que haya escrito sobre la democracia y el Estado de derecho- jamás será llamado a un cónclave tan entretenido (y, seguramente, opíparamente bien pagado), me ha hecho llegar sus recomendaciones gratis et amore para colaborar con tan excelsa tarea de regenerar democráticamente nuestro amado país. Parte del principio de que el principal obstáculo a la regeneración democrática de España es el propio gobierno que encarga el dictamen sobre regeneración, al extremo de que duda de si en verdad quiere saber cómo se regenera la democracia en el país o cómo acabar con ella de una vez, para volver a los tiempos de la extraordinaria placidez del genocida, que es lo que le mola. Por si fuera lo primero (Palinuro es un poco iluso) sugiere una batería de medidas que, debidamente resumidas, son las siguientes:
1ª) Instalar un detector de mentiras en la entrada de La Moncloa con un mazo de 500 kilos que caerá sobre la cabeza del mentiroso. Si se hace, habrá cambio de gobierno en horas.
2ª) Expulsar del gabinete a los siguientes ministros: Mato (por analfabeta), Wert (por oscurantista y pedante), Báñez (por inútil), De Guindos (por ruinoso), Montoro (por falsario), Morenés (por belicista), Margallo (por incompetente), Soria (por impopular), Cañete (por tramposo), Gallardón (por hipócrita), Fernández Díaz (por facha).
3ª) Echar de una patada en el culo a los dos comisarios de agit-prop que han puesto en TVE1 y nombrar a uno que no tenga más de lo imprescindible de esbirro.
4ª) Mandar a la gobernadora de Madrid por su marido, que lo busca la justicia, y que deje de criminalizar a la ciudadanía y de hostigar a los viandantes.
5ª) Mandar a paseo al Director de la policía, Cosidó por utilizar a esta como un instrumento de provocación mafiosa y delictiva.
6ª) Apartar al portavoz Rafael Hernando y nombrarlo jefe de la sección de peleas de gallos en el extrarradio.
7ª) Mandar a la diputada Andrea Fabra a hacer un cursillo con su padre sobre variaciones del "¡Que se jodan!"
8ª) Poner al alcalde de Valladolid (a) "Morritos" de guardia a jugar al mus con el albondiguilla.
9ª) Pagar al eslabón perdido de Castelao Bragaña un curso completo de humanidades contemporáneas.
Seguro que si el gobierno es capaz de hacer esto, habrá un avance de la calidad de la democracia en España. Me dejo mucho en el tintero pero solo estas recomendaciones darían al sistema político español un aspecto muy distinto.
De nada.

dilluns, 8 d’octubre del 2012

Negros augurios en la corte de los recortes.

Hace un par de días el CIS pronosticaba a Feijóo la misma ajustada mayoría absoluta que tiene ahora. Sin más comentarios. El sondeo de Metroscopia para El País parece una corrala en un funeral. El PP tiene una caída de voto de más de 14 puntos y el PSOE, de más de 4, con lo que consigue el mérito del peor dato de su historia desde 1977. Los dos partidos dinásticos, sumados, andan en torno al 50% del voto. Su hegemonía se resquebraja, se desmorona desde lo fabulosos ochenta y pico por ciento de hace unos años. Con estos resultados seguramente no hubieran podido reformar la Constitución a la remanguillé, como hicieron.
¿Hace aguas el sistema político de la segunda restauración?
A lo mejor. IU pega un salto de 6 puntos en expectativa de voto y se va al 12% y UPyD aumenta 5,5 puntos. Más voces en el parlamento.
Y esos son los partidos. Miradas las personas, Metroscopia presenta un aquelarre. El 84% de la ciudadanía desconfía del presidente del gobierno al que el Economist, al parecer, llama mysterious. Su valoración está por debajo de la de todos y cada uno de sus ministros, que ya es decir porque salen todos suspensos. Rajoy, el porras. No veo datos sobre Rubalcaba pero vienen siendo similares a los de Rajoy o peores. La gente no se fía del gobierno porque miente y no se fía de la oposición porque ni miente.
Lo que se diga de Galicia puede decirse asimismo del País Vasco en lo que hace al batacazo de los dos partidos dinásticos; si bien aquí lo que tienen enfrente es un bloque nacionalista que se prevé apabullante. Aprovecho para sostener mi tesis: nunca ETA consiguió poner el País Vasco en una situación tan halagüeña para el independentismo.
Todo esto suena a fin de ciclo, de época, de etapa.
La Monarquía está en entredicho por los malos pasos cinegéticos (en todos los sentidos) del Rey y los todavía peores de su yerno y su hija, a la que los tribunales andan exonerando cada vez con mayores dificultades. Por si fuera poco y quede claro que los Borbones son los Borbones, el Rey ha presidido no sé qué ceremonia para honrar a los responsables del desastre de El Annual, lo que, andando el tiempo, acabaría costando el trono a su abuelo.
El gobierno carece de toda autoridad. Ya dijo Palinuro que la táctica de guerrilla de protesta se extiende. Primero fue De Guindos, a quien chafaron una conferencia en la London School of Economics; después fue Rajoy, recibido en Malta al grito de "¡Rajoy, tu pueblo pasa hambre!" y ayer le tocó el turno a Fernández Díaz, el de Interior, al que pitaron y silbaron los asistentes al homenaje a la Guardia Civil. Ya no se respeta nada. Pero, claro, para que te respeten has de ser respetable y el caso de Rajoy no reúne los requisitos. Aquí lo vemos hace unos días a su llegada a Roma, al palacio presidencial, sin saber qué hacer a lo largo de toda la ceremonia.


Genial. La pregunta obvia es: ¿cómo van los ciudadanos a confiar en alguien así?
Bueno, la verdad es que confían o, cuando menos, votan, a gentes aun más estrafalarias. La foto de ayer en la entrada también de ayer de Mensaje de Dios a Cospedal, esa foto impagable de Cospedal con peineta y mantilla en el Vaticano, abanderada de la contrarreforma tridentina, junto a una mínima Sáez de Santamaría, devotamente vestida de negro desde el pescuezo, la saqué del twitter de Nieves Concostrina. Impagable, cierto. Ese gesto agrio, duro, agresivo, refleja un espíritu.
Y ya no hablamos de la señora gobernadora Cifuentes cuyo marido está en ignorado paradero pero al que se puede ver fotografiado en la misma Delegación del Gobierno que tendría que buscarlo. La corte de los recortes es una corte de maravillas.
(La segunda imagen es un vídeo de You Tube, bajo
licencia Creative Commons).

diumenge, 7 d’octubre del 2012

Habla la mayoría silenciosa.

Nada menos que el 77% de la población comparte los motivos del 25S (el 50% motivos y procedimientos; el 27% restante solo los motivos). El 77% se parece a una mayoría, la mayoría silenciosa que le gusta a Rajoy. Pero ese gusto no tiene reciprocidad. Él no gusta a la mayoría. A la mayoría silenciosa le gusta el 25S.
Una mayoría silenciosa que apoya un golpe de Estado encubierto en la celebrada expresión de la gobernadora Cifuentes. Lo nunca visto. Por cierto, con el 77% de la población perrofláutica, esas listas que dice que tiene o no tiene son muy fáciles hacer. Se coge el censo y se da a todo el mundo por sospechoso. Hay un riesgo de fallar del 23%; pero como es fallar por exceso, es menos grave.
La encuesta de Metroscopia para El País revela no ya indiferencia o desafección hacia los políticos sino incluso hostilidad, franca animadversión. El periódico culpa de ello a la crisis, esa misma que lo ha llevado a él a un ERE que ha encrespado la profesión periodística. Pero la crisis no tiene la culpa de nada, como no la tiene una tormenta o una inundación. La culpa la tienen los que la gestionan. Y justo en el momento en que más necesarios son los políticos de altura por la situación de emergencia, en España contamos con dos ilustres medianías que ni siquiera consiguen ponerse de acuerdo. Y no ya en los asuntos de la gobernación del Reino sino incluso en el modo de reaccionar frente al nuevo actor político-social que se ha impuesto en el marco de la legalidad para cuestionarla, la acción de las multitudes que tienen continuidad en el tiempo y cada vez más marcan el debate público.
Para la derecha ese movimiento es una cuestión de orden público y reacciona muy en la línea de su autoritarismo intrínseco criminalizando comportamientos críticos, aumentando las penas, restringiendo derechos y libertades, imponiendo el estado de excepción de hecho. La autoridad policial española ha puesto además en práctica medidas represivas preventivas, identificaciones masivas de ciudadanos al azar por la calle. Ello no impide que el día de la aprobación de los presupuestos en el Parlamento ya esté convocada una nueva acción de rodear el Parlamento similar a la anterior, quizá con más gentes. Para detenciones preventivas propongo que se habilite un campo de fútbol. Será muy simbólico.
Para la izquierda, el movimiento 15M o 25S o sea cual sea su nombre es un problema. La izquierda socialdemócrata no puede aceptar la desobediencia civil, pero tampoco puede condenarla tajantemente porque es acción politica por razón de conciencia. Por eso viene diciendo la dirección del PSOE que hay que escuchar a la gente. Resulta paternalista porque no basta con escuchar condescendientemente como el sultán bondadoso sino que, además, hay que hacerse oír. Y esa parte de la función la tiene el PSOE aún muy verde.
La otra izquierda, IU, los anticapitalistas, los ecologistas, tienen muchos lazos con el movimiento 15M y aunque este esté emperrado en mantener una actitud ajena a los partidos no puede ignorar que hay acciones conjuntas. Esa denuncia contra tres políticos de IU por defender las manifestaciones del 25S es una de estas, una acción conjunta del 25S e IU. El propósito es que estas acciones conjuntas lleven a una estrategia conjunta. Si IU o Izquierda Anticapitalista o una sociedad de izquierdas se ofrece para canalizar en sede parlamentaria las peticiones del 15M este no perderá nada con servirse de ella sin que eso quiera decir que deba cejar en su forma ordinaria, extraparlamentaria, de producirse.
Hablar de mayoría silenciosa en una sociedad digital carece de sentido. Aquí no se calla nadie. La mayoría silenciosa recurre también a técnicas que podrían llamarse de "guerrilla de oposición". Allí donde aparece algún dirigente a la luz de los focos, se encuentra una contestación organizada ad hoc a través de las redes. Le pasó a De Guindos en la London School of Economics y le ha pasado a Rajoy en Malta. La mayoría silenciosa le ha dicho que su pueblo pasa hambre. Vaya usted a saber qué le dirá a Cospedal, a González, a Mas, etc la próxima vez que vayan a inaugurar algo.
De silenciosa la mayoría ya no tiene nada.

divendres, 5 d’octubre del 2012

Palabras mayores



Hay perrofalutas por todas partes. A De Guindos le han montado un pollo en la London School of Economics. Se vive una especie de estado de insurrección social permanente frente a los gobernantes. También a Ignacio González lo increpaban los trabajadores de Telemadrid en los pasillos de ese ente o "entillo". Los perroflautas se multiplican. Es raro el desplazamiento de algún gobernante de cualquier nivel que no tropiece con uno u otro tipo de contestación o protesta de los colectivos bajo su jurisdicción. El foro público está agitado, como en abullición en un clima de oposición y crítica crecientes a un gobierno que no parece tener otro objetivo que empobrecer a la gente.
Mientras tanto el debate en los medios se ha llenado de grandes palabras: vuelve la reforma de la Constitución y trae añadida una coletilla más radical que pide un proceso constituyente; se replantea la independencia de Cataluña y regresa a la palestra el derecho de autodeterminación, cuestión sempiterna; se propone modular (esto es, restringir o suprimir) derechos fundamentales. Son términos que apuntan a controversias latentes que nunca se sabe si están zanjadas o no. Desde luego, la de la organización o planta territorial de España no lo está ni mucho menos. Esta conciencia es la que anima las nuevas propuestas de reformar la Constitución. Se quiere reformar la Constitución para encontrar ahora una vía nueva (la del federalismo tiene muchos partidarios al sur del Ebro) de encaje de las autonomías díscolas y que impida la secesión de Cataluña a la que, en poco tiempo, seguiría la del País Vasco.
Pero precisamente porque es un viejo problema español, el nuevo giro del nacionalismo periférico acabará encontrando algún tipo de arreglo con el nacionalismo español al menos por una temporada.
Lo interesante de las grandes palabras es lo referido a los derechos fundamentales y el funcionamiento de las instituciones democráticas. Hay aquí una deriva autoritaria muy preocupante. El gobierno se empeña en considerar que el movimiento de protesta ciudadana es un mero problema de orden público y, amparado en ese criterio, aplica una política de represión preventiva claramente ilegal y se enfrenta a las concentraciones y manifestaciones pacíficas con desmesurada violencia, conculcando derechos fundamentales de la ciudadanía.
Y todo eso, además, según explica el ministerio del Interior, en defensa del buen funcionamiento de la institución clave de la democracia española, el Parlamento. Ya la delegada Cifuentes había calificado el movimiento 25S de golpe de Estado encubierto, algo cuya gravedad (completamente imaginaria) justificaría una política represiva particularmente dura y una criminalización de la oposición extraparlamentaria.
Sin embargo, esta entronización del Parlamento no casa con el orden de prioridades del presidente del gobierno quien no tiene planeado asistir a él en todo el mes de octubre. Resulta irónico pretender encarcelar a la gente por protestar frente a un Parlamento que el propio presidente del gobierno desprecia hasta el punto de no pisarlo.
En realidad, con la mayoría absoluta del PP, el Parlamento toca la irrelevancia frente al gobierno. Y este no se para aquí sino que, cuando los jueces contradicen sus propósitos represivos, defienden la legalidad y se niegan a aplicar penas arbitrarias (lo que ha hecho el juez Pedraz, de la Audiencia Nacional) los partidarios del gobierno los insultan y someten a un verdadero linchamiento moral con una impudicia que avergonzaría a cualquiera con un respeto mínimo por la independencia judicial. La finalidad está clara: amedrentrar a los jueces para conseguir de estos la misma obsequiosidad que el gobierno tiene del parlamento.
No lo conseguirá. Si lo consiguiese sería ya la conversión de la demediada democracia española en una dictadura completa.
(La imagen es un vídeo de de You Tube, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 9 d’agost del 2012

Todos contra Gordillo.

La previsible coincidencia de todas las fuerzas vivas pone de manifiesto la podredumbre de nuestra sociedad y su falta de entereza moral. El gobierno muestra la rapidez de reflejos, la decisión y la clarividencia para ponerse a perseguir al alcalde de Marinaleda que no tuvo ni tendrá cuando los supuestos delincuentes son otros, los Ratos, los Urdangarines, los Matas, las Munares, los Camps, etc. En estos casos, al reconocerse en los protagonistas de la peripecia, los gobernantes piden calma, serenidad, presunción de inocencia, protegen, impiden que comparezca en Parlamento, se niegan a investigar, paralizan las actuaciones y esperan que escampe, si es que no acusan directamente a la policía y los jueces de delinquir por perseguir a la gente bien.
No así con Sánchez Gordillo y sus jornaleros. Con estos el Estado es de una celeridad ejemplar. Bandas enteras de fiscales, policías y juces, azuzados por el ministro del Interior, que dice no "aspirar a la paz de los cementerios", como si fuera una concesión graciosa, y el de Justicia, ese hipócrita para quien reprimir a las mujeres es progresista, andan persiguiendo jornaleros por los campos de Andalucía. Su intención es mostrar contundencia y eficacia para tranquilizar a la derecha que, histérica con las visiones de las masas hambrientas asaltando sus posesiones y viviendas de lujo, exigen a gritos orden público, obediencia a la ley, castigo ejemplar a los culpables, no sea que la cosa vaya a mayores...
...Y si la cosa va a mayores, puede ponerse muy fea porque, como sabe todo el mundo, los verdaderos ladrones, los estafadores, los corruptos no están en los cortijos esperando trabajo ni compran en Mercadona: están en las grandes empresas, en los bancos, en los gobiernos, en los medios de comunicación, repletos de sectarios al servicio del capital hasta la deshonra. Y si la sociedad entera cae en la cuenta en que ha caído Sánchez Gordillo y actúa como él puede ser un disgusto para los defensores y directos beneficiarios de un sistema injusto que premia a uno, persigue y castiga a 100 y explota y oprime a todos.
El coro de los partidos políticos es también monocorde con alguna escasa excepción. Todos pìden castigo para los culpables. UPyD exige que se expediente a Gordillo, con la misma furia con que pide que se ilegalice a los de Bildu y todo cuanto pueda obstaculizar su sueño de que el país esté dirigido por una mujer tan carente de principios como de sinceridad. El PP, ya se sabe, a degüello con los culpables, todos a  la cárcel, ni un paso atrás, la sacrosanta defensa de la legalidad que es igual para todos... excepto para él que, como se ha visto con al Ley de la RTVE, cuando le molesta, la cambia. Pero para eso hay que ganar elecciones diciendo lo contrario de lo que se iba a hacer y haciendo lo contrario de lo que se dijo. No como ese alcalde "comunista" (cuando la derecha tiene miedo utiliza mucho este artilugio de calificar de comunista cuanto le parece peligroso) que hace lo que dice y, además no cobra como alcalde. En el PSOE, el portavoz Hernando -se ve que los jefes no quieren pringarse en este asunto peligroso- pide que se proceda contra quienes han infringido la ley y olvidando de paso que si los socialistas, desde Pablo Iglesias en adelante, hubieran seguido sus recetas, ahora él no estaría en donde está. Por último, IU aparece dividida: hay quienes apoyan a Gordillo y quienes temen las consecuencias de sus actos y un posible retroceso de las libertades a costa de la seguridad. No es muy elegante, pero es lo que hay.
A Sánchez Gordillo lo defienden sus compañeros, la izquierda anticapitalista y aledaños, parte de IU, el movimiento 15M y dos o tres intelectuales, opinadores y comunicadores que, como Palinuro, no deben obediencia a partido, grupo, trama, empresa o periódico algunos y, por lo tanto, hablan con la fuerza que da la convicción y la libertad.
Los ataques vienen de todos los frentes y tienen la marca indeleble de los intereses que se defienden. Alguien en el PP reprochaba a Gordillo que su jefe de policía cobrara más que el presidente del gobierno. Una estúpida mentira por partida doble digna del espíritu servil de quien la haya proferido pues en Marinaleda no hay policía y mucho menos jefe de ella cobrando sueldo alguno. Pero, además, el correveidile mentiroso establece un término de comparación que también ignora pues, hasta la fecha, nadie sabe cuanto cobra al mes Mariano Rajoy porque, aunque se le ha preguntado alguna vez, no ha contestado y este país es tan calzonazos, tan miserable y tan lacayo que tolera ser gobernado por un sujeto que se niega a decir cuánto cobra al mes, existiendo indicios de que cobra por diversos conceptos grandes cantidades moralmente inaceptables. Una buena prueba es que no lo dice. Si cobrara lo que le corresponde ya lo habría declarado.
Y estos son los tipos que atacan a un hombre como Gordillo acumulando sobre él toda clase de insultos y descalificaciones, sin percatarse de que, cuanto más se apiñan en el intento de lincharlo, más parecen una piara impotente.
Tómese la acusación más frecuente -y ,la más benévola-, la que dice que el gesto de Gordillo no sirve para nada. ¿Para nada?  ¿Cree el PSOE que este gobierno de derecha señoritinga y profundamente antipopular hubiera respetado los 400 € de los parados gracias a sus jeremiadas? Esos 400 € los ha conquistado y conservado el miedo cerval que el gesto de Sánchez Gordillo ha inspirado a las clases dominantes. 
Pase que el personal que opina, habla, escribe y pretende dar lecciones a los demás no tenga ni puñetera idea de lo que sea la desobediencia civil en una democracia, qué la acción basada en criterios morales, qué las cuestiones de legitimidad y que repita como papagayo las consignas de la derecha más cerril. Pero, al menos, disimulen y no hagan más el ridículo.
(La imagen es una foto de Audiovisuales Acampadazgz, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 6 d’agost del 2012

El espíritu de la democracia.

El rasgo principal de la democracia es que encierra múltiples significados. Para Aristóteles era el gobierno de los pobres. Para Rousseau, la identidad entre gobernantes y gobernados. Otros autores la veían como el gobierno de la masa, una amenaza a la libertad individual, por ejemplo, Kant. También son variados los requisitos que se le exigen. Prevalece el principio de la mayoría, mayoría a la que ha de llegarse mediante elecciones con sufragio universal. También se pide garantía de las minorías frente a una hipotética "tiranía de la mayoría". Esto presupone la igualdad ante la ley. A veces los requisitos de la democracia son los del Estado de derecho, el primero de todos, el imperio de la ley. Probablemente todas estas determinaciones sean necesarias para que haya democracia aunque quizá no sean suficientes cada una por separado.
No existe concepto nítido de democracia; el que hay es difuso. Muchos afirman que la democracia no es un concepto sino un espíritu, una forma de ser. Cosa que suele aplicarse a otras convicciones políticas, por ejemplo, el liberalismo del que también se dice que no es tanto una ideología como un modo de ser. Igualmente, el fascismo sostenía y, supongo, sostiene, ser un estilo.
Me gusta pensar en la democracia como eso, mucho más difuso aun, que suele llamarse cultura o sea, un espíritu; el espíritu democrático. Y me gusta asimismo identificarlo con el espíritu caballeresco pues estoy convencido de que este representa el estadio más alto de la civilización y la moral en concreto. Ciertamente, no todo en el espíritu caballeresco es encomiable. Sus presupuestos socioeconómicos son odiosos y su concepción de la mujer, inaceptable. Ambas deficiencias, sin embargo, afectan a otras culturas y espíritus
El caballeresco está basado en la lealtad y el juego limpio, el fair play que son los componentes de la nobleza y obedece a una serie de mandatos claros: no se miente nunca; jamás se ataca a los más débiles; siempre se cede la iniciativa al adversario; se garantiza la igualdad de medios y condiciones; no se combate con desigualdad de medios cuando la desigualdad nos favorece; no se ataca al anemigo caído; no se hacen trampas. Se entiende la razón por la que propugno pensar en el espíritu democrático en términos caballerescos.
Toda la operación de desembarco de ideólogos conservadores en RTVE y la purga de periodistas independientes no tiene nada que ver con el juego limpio. Aunque el Guardian, dé la noticia diciendo que el gobierno despide a los periodistas críticos con las medidas de austeridad, no parece que estos periodistas hayan criticado más a este gobierno que al anterior y nadie se planteó echarlos entonces.
Tampoco es fair play -aunque pueda ser legal- cambiar las reglas del juego en mitad de la partida por un acto de fuerza. El cambio de la ley que regulaba la elección del presidente de RTE para poder imponer el candidato propio sin tener que consensuarlo con nadie es juego sucio. Ambas medidas, la purga de periodistas y la invasión de RTVE, por lo demás, son elementos de un proyecto más ambicioso al que definitivamente cabe considerar como el mayor ataque del gobierno a los principios del juego limpio. Controlar por entero los medios públicos de comunicación para adoctrinar con ellos a la población, no permitir que los críticos o disidentes se hagan oír, monopolizar el mensaje y no dejar hablar a los demás, no tiene nada que ver con el juego limpio. Nada que ver con la democracia. Es un acto despótico y tiránico. Eso lo sabe todo el mundo. Incluido el gobierno.

diumenge, 15 de juliol del 2012

La radical ilegitimidad del gobierno de Rajoy.

¿Qué es una dictadura? Es una forma de gobierno que reúne los siguientes caracteres:
  • Está por encima de la ley.
  • Se rige por la arbitrariedad del gobernante.
  • El gobernante no responde ante nadie, sino ante sí mismo.
  • Se reprime toda disidencia y discrepancia.
  • La informacíón se censura y manipula para silenciar críticos y analtecer el poder.
  • En España, el gobierno se cree por encima de la ley pues, cuando esta lo incomoda, la cambia, como sucedió con la ley que regulaba la forma de elección del presidente de RTVE. El gobierno cambió la ley y eligió a uno de sus secuaces para controlar los medios.
  • España se gobierna por las arbitrariedades, las mentiras, los embustes sistemáticos de Rajoy. Ganó las elecciones con un programa en el que prometía lo contrario de lo que ha hecho. En cualquier país civilizado del mundo, incluida Uganda, quien haga lo anterior, dimitirá ipso facto. Aquí, no; aquí se sigue mintiendo hasta el día de hoy al decir, por ejemplo, que el rescate europeo no es un rescate igual que se dijo en su día que el atentado islámico del 11-M fue obra de ETA.
  • El gobierno español no es responsable de nada. Su presidente no da cuenta de sus actos ante nadie. No comparece en sede parlamentaria. No explica nada ni responde a las preguntas de los periodistas. Oculta información a su país pero se la brinda a los extranjeros y, para huir de su propio pueblo, entra y sale de los congresos de su partido, como los delincuentes, por la puerta falsa.
  • No es posible manifestar discrepancia alguna con las imposiciones y los juicios del gobierno. Toda discrepancia, toda disidencia, es brutalmente reprimida por la policía en cargas desmedidas, con uso de violencia exagerada y utlizando técnicas ilegales y extensas de represión, como multar indiscriminadamente a quienes se encuentren en los puntos de conflictos, participen o no en ellos con el fin de sembrar el miedo entre la población.
  • El gobierno controla todos los medios de comunicación públicos (y más del 75% de los privados) de modo férreo y, habiendo reemplazado a los profesionales independientes de categoría por esbirros, comisarios políticos y sicarios al servicio del poder, toda la información está censurada, manipulada a mayor gloria del tirano.
España es formalmente una democracia pero, en realidad, es una dictadura que no permite más oposición que la extraparlamentaria y en la que debemos estar todos los demócratas a quienes un redomado embustero que ha ganado las elecciones mintiendo, según su propia confesión, ha devuelto de golpe a los tiempos de la dictadura de Franco.
Es decir, el gobierno del PP está incurso en los dos tipos de ilegitimidad que la doctrina clásica exige para calificar un régimen de tiranía y justificar la resistencia en su contra: a) de origen y b) de ejercicio. El gobierno de Rajoy es ilegítimo de origen porque ganó las elecciones mintiendo, diciendo que haría lo contrario de lo que ha hecho. b) Es ilegítimo de ejercicio porque no es responsable ante nadie, ni da cuenta de sus actos, ni tolera discrepancia y manipula y censura la información. Es innecesario decir que parte de esta dictadura del gobierno del PP consiste en contar con intelectuales mercenarios, dispuestos a hablar bien del tirano. Y hay un buen puñado de estos, muchos de ellos procedentes de la izquierda a la que abandonaron porque la izquierda tiene muchas menos prebendas que repartir. 
 (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 5 de juny del 2012

La arbitrariedad del poder o de qué sirven las mayorías absolutas.

Se ha escrito copiosamente acerca de los reiterados incumplimientos, las muchas promesas rotas y las frecuentes mentiras del PP en general y Rajoy en particular antes, durante y después de las últimas elecciones generales que la derecha ha ganado no por muchos votos pero sí con muchos escaños. La mayoría absoluta holgada, lo que permite a aquellos gobernar sin tener el cuenta el Parlamento en el que disponen no de un simple rodillo sino de una apisonadora que imposibilita todo escrutinio parlamentario y, por ende, toda información de la opinión pública.
Pero se ha escrito mucho menos sobre la forma efectiva, concreta, en que se manifiesta ese gobierno al margen del Parlamento. Se ha advertido, sí, la inclinación del gobierno por la vía del decreto-ley, cuya convalidación tiene garantizada, la escasa actividad parlamentaria de Rajoy. Pero apenas se han señalado aquellos aspectos en que este talante autoritario se manifiesta y, sin embargo, son muy llamativos. Por ejemplo, la tendencia a decisiones que son legales (en la medida en que se amparan en normas recién dictadas ad hoc) pero resultan inmorales y contribuyen a difuminar los límites entre política y delincuencia. Por ejemplo, la amnistía fiscal a los grandes defraudadores. Se quiere justificar hablando de que traerá dinero a España, pero esa no es una justificación moral sino inmoral, aunque sea beneficiosa. También lo es el producto de los robos de las bandas organizadas.
En otra muestra de comportamiento inmoral, el PP rehabilita de hecho a Mario Conde, condenado a veinte años por el Tribunal Supremo. Nadie niega la capacidad de los seres humanos de cambiar, de enderezar sus caminos y, por tanto, no queda descartado que ese abrazo de Feijóo con Conde y ese agasajo que se le hizo en una reunión de prebostes del PP estará en relación con algún merecimiento a que se haya hecho acreedor el antiguo jefe de Banesto después de haber pagado su deuda con la sociedad. No es el caso. Conde no ha descollado por actividad alguna que lo haga acreedor de ningún homenaje, salvo que se consideren especialmente meritorias las apariciones en las tertulias de Intereconomía. No hay sino concluir que los abrazos del PP a Conde lo son al pasado delictivo de Conde con una referencia especial, que parece pensada por un genio del sarcasmo, a su capacidad para abrir nuevas vías y establecer ejemplos.
El poder con mayoría absoluta se permite no ya censurar las explicaciones e investigaciones en asuntos de interés público sino acallarlas e impedirlas sin más. El confuso asunto de Bankia está pidiendo una investigación a fondo, pero el gobierno se opone a ella haciendo saber por boca de sus voceros que investigar no servirá de nada y que, incluso, puede ser peor el remedio que la enfermedad. No quiere que se sepa lo que el PP ha hecho en las cajas.
Y así como se impiden las explicaciones, se bloquean las comparecencias parlamentarias. Rato no irá al Congreso; MAFO, tampoco y tampoco Dívar. De este modo es imposible conocer las causas de fenómenos que, sin embargo, tienen un fuerte impacto económico (los famosos -e inexistentes- 24.000 millones de euros) o moral (el desprestigio de la Justicia a raíz de las veintiuna noches del juez Dívar) y van indignando progresivamente a la ciudadanía. Cosa que, al parecer, da igual a a quien gobierna por ukase. Es bien cierto que el 95 por ciento de los españoles quiere que se investigue Bankia. Pero el gobierno gobierna para el cinco por ciento restante.
No siendo cuestión de dejar flancos abiertos al ataque, el gobierno de mayoría absoluta se asegura un presidente de RTVE dócil a sus intereses, imponiendo unilateralmente un nombre, lo cual es un paso atrás respecto al método de consenso que inauguraron los infelices de los socialistas. Es, por tanto, una inmoralidad. Y no es una ilegalidad porque el PP cambió la ley con anterioridad. Es decir, en el fondo, sí es una ilegalidad.
Tampoco piensa el gobierno estar sometido a una necesaria neutralidad a la hora de escribir los discursos al Rey. Así, el monarca ha ido a Brasil, al frente de una cuadrilla de empresarios, a recitar frente a Dilma Rouseff la defensa de la política económica del PP y a augurar que tendrá éxito prontamente.
La mayoría absoluta permite al gobierno gobernar no por o para sino contra el pueblo. La excusa es el estado de emergencia en que nos encontramos, propiciado en buena medida por él mismo antes en la oposición y ahora en el gobierno.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).




dijous, 26 d’abril del 2012

Ayudando con la memoria.

En alguna ocasión, Palinuro se ha honrado trayendo a sus páginas la muy meritoria labor del amigo y colega Ramón Adell, quien dispone de la mejor colección de carteles, escritos, símbolos etc. políticos españoles (aunque no solo españoles) que yo conozca; una tarea titánica, de largos años, gracias a la cual tenemos una idea de cómo ha evolucionado la iconografía política española desde las patrimerías del franquismo a nuestros días. Lo hizo con motivo de una exposición de esta cartelería en el Museu Valenciá de la Il-lustració i de la Modernitat (MuVIM) en julio del año pasado (Habla, pueblo), así como con el del trigésimo aniversario de las elecciones de 1977 (¡Treinta años!) y cuando tuvo el privilegio de visitar por primera vez su despacho-museo en el corazón del Madrid de los Austrias (En manos del pasado), que es una gran experiencia.
Cabe ver que Adell es visitante frecuente en Palinuro. No tanto como el Papa o el presidente del gobierno, pero es que Ramón es un hombre justo, bueno y trabajador y ya se sabe que el momento mediático suele ser para los más pillos y truhanes. Pero la categoría, la calidad y el trabajo encuentran siempre reconocimiento y alguien dispuesto a resaltarlos con alegría, como es mi caso, sin dejar de señalar que no solo admiro la obra de mi amigo sino a él como persona dotada de cualidades de sensibilidad, inteligencia, cultura, sentido del humor y elegancia que no son fecuentes mundo adelante.
En esta ocasión Palinuro da cuenta de una exposición  de la cartelería de Ramón en el Instituto Cervantes de Rabat y aplaude la decisión de las autoridades de hacerla circular por el extranjero porque es una obra que, en su enorme variedad y espontaneidad, trasmite una buena vivencia del pulso de la cultura española. 
En realidad, si se abre definitivamente un museo de la transición española, la colección de Ramón Adell debiera ser su primera pieza.

dissabte, 17 de març del 2012

La lucha es por la televisión.

Los datos del Estudio General de Medios lo dicen claramente: los españoles pasan de media al día 237 minutos delante del televisor, prácticamente cuatro horas, la sexta parte del día. Luego dicen que no tienen tiempo de nada. En el extranjero sucede lo mismo; no se trata de una peculiaridad española. Ni siquiera es peculiar la baja calidad del producto, pues la TV viene a ser igual de mala en todas partes. Ningún otro medio concita tanta atención ni dispone de tanta gente al mismo tiempo. Por eso la codician los políticos, los curas, los empresarios y todos cuantos dependen de la publicidad y la propaganda. La TV es la esfera pública por excelencia antes del ciberespacio. A la llegada de este, se ha adaptado haciéndose digital, pero entrando en un terreno interactivo que ya no garantiza la tranquilidad de antaño, cuando el mensaje era en una sola dirección y los receptores no respondían.
Esa esfera pública de la llamada Política 1.0, esto es, unos hablan y otros escuchan, callan y votan es el genuino de la televisión y el que sigue siendo predominante. Es el ámbito de la verdadera batalla política, el que todos luchan por conquistar porque es a través del cual se justifica el poder. De los infinitos estudios sobre el llamado fenómeno Berlusconi (o de cómo un payaso puede convertirse en primer ministro y corromper un sistema politico) lo generalmente admitido es que no hubiera sido posible si Il cavaliere no controlara la televisión italiana prácticamente al 100%.
En España hay una diferencia notoria entre la izquierda y la derecha respecto a la TV. Zapatero dejó la RTVE en el estadio más cercano que haya alcanzado jamás a la neutralidad, imparcialidad y profesionalidad que se invocan siempre como deseables pero nunca se hace nada por conseguir. No nombró comisarios políticos para dirigirla y no consta que haya habido casos de presiones o manipulaciones desde el poder ni, por supuesto, se han dado sentencias de los tribunales parecidas a la que se ganó Urdaci en tiempos de Aznar. Desde un punto de vista ético la regulación zapaterina es encomiable: desde otro político probablemente sea un desastre.
Actitud inversa es la que adopta la derecha, que trastoca la relación entre ética y política. El PP lleva meses empeñado en la tarea de deslegitimar la labor de la RTVE, por boca de Cospedal sobre todo, pero no solo de ella. Según esto RTVE manipula a favor del PSOE, incluso después de que este haya perdido las elecciones lo que, desde el punto de vista de los ultratertulianos, es algo insólito. Eso es lo que explica que haya denunciado formalmente a RTVE por manipulación por haber emitido unas declaraciones de Rubalcaba en contra del copago.
¿Qué idea tiene la derecha de la neutralidad e imparcialidad de los medios? Se ve de inmediato considerando Telemadrid y Canal Nou, de la Comunidad valenciana. Las dos son sendos ejemplos de cajas de resonancia directa del poder político, más parecidos a órganos de agitación y propaganda que a medios de comunicación. Los telediarios están groseramente sesgados; las tertulias son linchamientos sistemáticos de la oposición y la programación en general está al servicio del poder y es beligerante con quienes lo critican. La derecha no quiere perder el tiempo ni marear la perdiz con pruritos de pluralismo democrático, juego limpio y falta de manipulación. Hay que controlar de modo férreo el medio más poderoso que existe, el que llega a todos los hogares a los que machaca cuatro horas diarias. Y hacerlo sin contemplaciones. Sin dignarse siquiera contestar a las críticas. Cuando se controla los medios de forma absoluta (como Berlusconi en Italia o Aguirre en Madrid) las críticas se contestan solas. Simplemente se niega la evidencia y como nadie más puede hablar, la evidencia queda negada. Por eso la derecha da la batalla en los medios. Por eso la iglesia católica tiene su emisora de radio y las TDTs son todas espacios de agitación contra la izquierda.
La izquierda, animada de un afán de juego limpio democrático (eso que Aguirre se obstina en negar diciendo que se trata de una supuesta superioridad moral de la izquierda que la tiene obsesionada) lleva las de perder, al menos a corto plazo. Es una situación fastidiosa pero no cabe responder sino insistiendo en garantizar el pluralismo y la neutralidad de los medios públicos. Lo que no puede producirse con la izquierda es ese bochornoso espectáculo de que sea condenada, como lo ha sido Canal Sur por la Junta Electoral Central por vulnerar la ley al mostrar a Rajoy en una noticia sobre pederastia. Eso es una canallada, similar a la perpetrada en su día por Telemadrid si no ando equivocado (no me cuento entre quienes miran la TV) al sobreimponer el anagrama de ETA sobre el retrato de Rubalcaba o alguna otra granujería de este tipo. La izquierda no puede proceder de este modo y esto es lo que la diferencia de la derecha, le guste o no a Aguirre, quien se queja del hecho, pero no hace nada por evitarlo. Al contrario, puede poner en la calle a un presentador acusándolo de haber "comprado el discurso ideológico del enemigo".
(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 1 de març del 2012

La información y la mendacidad.

Los pasquines de la derecha, que se ven a la izquierda, coincidían hoy en la diaria maniobra de desinformación que llevan a cabo. La idea en todos es la misma: magnificar los disturbios que un puñado de radicales provocó ayer en Barcelona y culpar de ello al PSOE que, como sabe todo el mundo, no tiene nada que ver con el asunto. Pero eso es lo de menos para una gente cuyo oficio no es informar, sino mentir, provocar y ver si se puede enfrentar a unos ciudadanos con otros. Igual que la misión de Aznar cuando habla en público no es aclarar ni comunicar nada, sino difundir odio y afán de venganza.

Ignoro si la gente que consume esta bazofia siente alguna inquietud o tiene algún escrúpulo moral. Y tampoco me importa. Lo que debe quedar claro es que aquí hay una "prensa" que entiende que su cometido en auxilio del gobierno es suscitar, si puede, un clima de confrontación civil, pues es incapaz de vivir en uno de normalidad democrática. Sabedora de que está en el gobierno por casualidad pues, si la crisis no hubiera hecho tanta mella en España el PSOE no hubiera perdido las elecciones o las hubiera perdido por mucho menos, trata de crear una situación de hecho en la que, mediante la demagogia, la calumnia, el miedo, el chantaje, lo excepcional se convierta en normal.

La idea es la misma que persigue el Gobierno al que esta prensa apoya de común acuerdo con los empresarios: quebrar todo principio de seguridad jurídica y social de los trabajadores y la gente en general, destruir sus derechos, tornar inseguras e inciertas sus vidas, hacerlos depender de la caridad y la magnanimidad de los ricos para que entiendan quién manda en esta sociedad y a quien hay que votar mediante la esclarecida guía de unos curas lanzados desde hace años a engordar las arcas de la iglesia esquilmando el patrimonio inmobiliario del país: a los empresarios que tienen derecho absoluto sobre vida y hacienda de los trabajadores y a sus pistoleros y sicarios mediáticos, cuya supervivencia depende estrictamente de que den la medida asignada de ladridos en defensa del capital y en contra de los demás trabajadores.

¿Qué? ¿Va entrando ya en la dura mollera de los imbéciles que decían que el PSOE y el PP son lo mismo que eso no es verdad? Y lo de imbéciles cuando lo decían de buena fe; porque muchos, que se creían más listos, lo decían de mala fe, para facilitar las cosas al PP, si es que no eran agentes de este, directamente pagados por él.

diumenge, 20 de novembre del 2011

Una jornada singular.

Los medios de comunicación, a los que fascinan los ritos, darán cuenta de la jornada electoral atendiendo sobre todo a lo que llaman los aspectos humanos, cotidianos que son, dicen, los que interesan a la gente porque es ella la protagonista. Así informan del hecho como suelen hacerlo de otros "días señalados" del año, de esos que traen la noticia en la fecha: el Gordo de la lotería nacional, noche vieja y año nuevo, el día de Reyes, la noche de san Juan o el día de la Hispanidad. Todos ellos días de rituales, coronas, desfiles, botellas de cava, ofrendas. La colectividad toma conciencia de sí misma y le gusta verse actuar. Con más razón en el día de las elecciones porque es cuatrienal (o casi). Pero el tenor será el mismo: anécdotas curiosas de las mesas electorales, declaraciones de los candidatos sonrientes con sus cónyuges animando a votar; es posible que alguien mencione la consabida "fiesta de la democracia", algún contencioso en algún lugar, impresiones, opiniones, análisis y memoria. Y esto internet y los medios digitales porque los de papel vienen con una foto fija de antes de que se abran los colegios electorales, con lo que casi parecen documentos históricos.

Supongo que habrá muchos columnistas, publicistas, opinantes en los medios que reflexionarán sobre el significado simbólico de que estas elecciones se celebren un veinte de noviembre. Y es que es enorme. La Junta Electoral Central ha prohibido los habituales actos de homenaje y exaltación del dictador Franco. (Quédese para otro momento la consideración de que España debe de ser el único país civilizado del planeta en el que algunos rinden tributo de admiración a un dictador sanguinario). La democracia ha sacado del escenario la memoria de la tiranía. Y esto tiene un gran significado. La democracia es el aire de la vida; la dictadura, el carcelero que impide a la gente disfrutar de la libertad. Pero, a la larga, no lo puede impedir y el personal desborda rejas y cerrojos, da la espalda a la dictadura y sale a respirar el aire de la vida. La democracia es lo que está delante; la dictadura, lo que está detrás. Lástima que puedan ganar las elecciones quienes quieren invertir el curso de la historia, esa derecha neofranquista insoportable.

Cuando hicieron notar a Zapatero que quizá la fecha elegida para las elecciones no era la más oportuna, parece que dijo que, para él, el veinte de noviembre no tenía significado especial alguno. Una respuesta que convierte las celebraciones del 20-N en una especie de aquelarre de fanáticos bastante antiguos. Un curioso legado de Zapatero a ese objetivo de reconciliación nacional que sigue pendiente en buena medida. Tanto como decían que si con la Ley de la Memoria Histórica estaba reverdeciendo la tradicional contienda española. Tan no es así que convoca elecciones en el día sacrosanto de la dictadura. Ya en su momento, al comienzo de las elecciones, Palinuro colgó una entrada con el título de el legado de Zapatero. Para ser justos a lo mencionado en ella hay que añadir esta elegante habilidad de sustituir el día de homenaje al Caudillo por uno de ejercicio democrático. Y lo ha hecho con la misma sencillez con que alentó las medidas de política social y derechos cívicos que revolucionaron la vida cotidiana de los españoles y le granjearon el odio mortal de la derecha y santurrón especial, Rouco Varela..

En cuanto al contenido concreto de la votación no creo quede nada por decir. De todo se ha hablado: de bipartidismo, izquierda, nacionalismos, independencias, ETA, los cinco millones de parados, la crisis, los recortes, las privatizaciones, los pequeños partidos, los indignados, los mercados, las pensiones. Estoy seguro de que en algún lugar en la red alguien ha hecho una nube de etiquetas de lo que se haya hablado en la campaña. Sería interesante verla porque es el testimonio de que en una campaña electoral se habla de todo. Con qué resultado, lo sabremos por la noche.

(La imagen es una foto de St Peter's Community News, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 4 de novembre del 2011

Underdog.

Nunca había estado tan clara en unas elecciones la doble posición en que se encuentran los dos candiatos. Uno, Rubalcaba, de underdog, el perro que lleva la peor parte en una riña de canes. El otro, Rajoy, de bandwgon, el que va en el carro triunfador a tambor batiente y con las banderas al viento.

Predecir que el voto indeciso por fin se decidirá y por qué opción lo hará no es nada fácil. Lo primero que uno piensa es que la gente irá tras el bandwagon porque gusta de la fanfarria, la victoria tiene muchos padres y todos corren en ayuda del vencedor mientras que el underdog le resulta molesto, es la imagen de la derrota, no quiere verlo, ni siquiera cuando es un beautiful loser, un hermoso perdedor, al estilo de Cohen, que no es el caso. Pero esa misma gente puede arremolinarse en torno al underdog, movida por la pena. El débil siempre inspira simpatías, sobre todo entre la gente de buen corazón, o sea, la mayoría, que no quiere que el infeliz can acabe molido y puede desvincularse del bandwagon y lo deje seguir solo traqueteando por la carretera con sus cacerolas colgantes chocando entre sí.

El que lo tiene más crudo es Rubacaba, desde luego, y no sólo porque vaya tan por detrás, perdiendo el resuello y su fama de sprinter sino porque su campaña es intrínsecamente contradictoria. De un lado tiene que lucir aspecto de perro apaleado para inspirar lástima pero, por otro, ha de animar a sus huestes con su fe en la victoria y ambas cosas no encajan fácilmente. El mismo candidato dice en un lado que su victoria es tan difícil como la del Madrid sobre el Barça y en otro que lo importante no es cómo se sale en una carrera sino como se llega a la meta. En efecto, sobre todo teniendo en cuenta que puede llegarse con los pies por delante.

El del bandwagon a su vez va por la tierras de España con su carromato como el vendedor de crecepelos y el elixir de la eterna juventud. Habla tanto como él y, como él, no permite que le hagan preguntas no sea que alguien quiera saber la fórmula de la pócima y resulte que no hay fórmula ni pócima. Es precaución inútil porque cuando a la gente le va mal de verdad compra el primer elixir que le ofrezcan.

Ahí el candidato socialista también pincha en hueso. Su idea es hacer propuestas concretas e inteligibles y explicarlas racionalmente, lo cual está muy bien pero se ve que no funciona del todo, así que habrá que dejar algún espacio para lo irracional. No será la razón sola la que nos saque del lío en que la razón nos ha metido. Algún sentimiento será posible tocar. Pero hay que descubrirlo. Ese sentimiento es el de comunidad, integración, paz social. Rubalcaba tiene que señalar que España, comparada con Grecia y hasta con Italia, es una balsa de aceite, que se han hecho los ajustes -y muy duros y muy simbólicos- sin que haya habido turbulencias, violencia o o disturbios, al margen de la presencia de los indignados que el ministerio del Interior, con Rubalcaba y su sucesor, ha sabido tratar con habilidad y eficacia.

Si la derecha gana y aplica de modo drástico ese programa que no muestra es verosímil que aumente la tensión social y haya disturbios, esto es, que se rompa el sentimiento patriótico unitario y avance la fórmula de las dos naciones, de Benjamin Disraeli. Eso es lo que el PSOE tiene que demostrar: que es capaz de unificarlas de nuevo. Es el sentimiento de comunidad en paz el que tiene que despertar, la que sale adelante con medidas de integración y solidarias, las que matienen la cohesión social frente al intento de fracturar la sociedad en privilegiados, la minoría, y no privilegiados, la mayoría.

(La imagen es una foto de www.la-Moncloa.es, en el dominio público).