La previsible coincidencia de todas las fuerzas vivas pone de manifiesto la podredumbre de nuestra sociedad y su falta de entereza moral. El gobierno muestra la rapidez de reflejos, la decisión y la clarividencia para ponerse a perseguir al alcalde de Marinaleda que no tuvo ni tendrá cuando los supuestos delincuentes son otros, los Ratos, los Urdangarines, los Matas, las Munares, los Camps, etc. En estos casos, al reconocerse en los protagonistas de la peripecia, los gobernantes piden calma, serenidad, presunción de inocencia, protegen, impiden que comparezca en Parlamento, se niegan a investigar, paralizan las actuaciones y esperan que escampe, si es que no acusan directamente a la policía y los jueces de delinquir por perseguir a la gente bien.
No así con Sánchez Gordillo y sus jornaleros. Con estos el Estado es de una celeridad ejemplar. Bandas enteras de fiscales, policías y juces, azuzados por el ministro del Interior, que dice no "aspirar a la paz de los cementerios", como si fuera una concesión graciosa, y el de Justicia, ese hipócrita para quien reprimir a las mujeres es progresista, andan persiguiendo jornaleros por los campos de Andalucía. Su intención es mostrar contundencia y eficacia para tranquilizar a la derecha que, histérica con las visiones de las masas hambrientas asaltando sus posesiones y viviendas de lujo, exigen a gritos orden público, obediencia a la ley, castigo ejemplar a los culpables, no sea que la cosa vaya a mayores...
...Y si la cosa va a mayores, puede ponerse muy fea porque, como sabe todo el mundo, los verdaderos ladrones, los estafadores, los corruptos no están en los cortijos esperando trabajo ni compran en Mercadona: están en las grandes empresas, en los bancos, en los gobiernos, en los medios de comunicación, repletos de sectarios al servicio del capital hasta la deshonra. Y si la sociedad entera cae en la cuenta en que ha caído Sánchez Gordillo y actúa como él puede ser un disgusto para los defensores y directos beneficiarios de un sistema injusto que premia a uno, persigue y castiga a 100 y explota y oprime a todos.
El coro de los partidos políticos es también monocorde con alguna escasa excepción. Todos pìden castigo para los culpables. UPyD exige que se expediente a Gordillo, con la misma furia con que pide que se ilegalice a los de Bildu y todo cuanto pueda obstaculizar su sueño de que el país esté dirigido por una mujer tan carente de principios como de sinceridad. El PP, ya se sabe, a degüello con los culpables, todos a la cárcel, ni un paso atrás, la sacrosanta defensa de la legalidad que es igual para todos... excepto para él que, como se ha visto con al Ley de la RTVE, cuando le molesta, la cambia. Pero para eso hay que ganar elecciones diciendo lo contrario de lo que se iba a hacer y haciendo lo contrario de lo que se dijo. No como ese alcalde "comunista" (cuando la derecha tiene miedo utiliza mucho este artilugio de calificar de comunista cuanto le parece peligroso) que hace lo que dice y, además no cobra como alcalde. En el PSOE, el portavoz Hernando -se ve que los jefes no quieren pringarse en este asunto peligroso- pide que se proceda contra quienes han infringido la ley y olvidando de paso que si los socialistas, desde Pablo Iglesias en adelante, hubieran seguido sus recetas, ahora él no estaría en donde está. Por último, IU aparece dividida: hay quienes apoyan a Gordillo y quienes temen las consecuencias de sus actos y un posible retroceso de las libertades a costa de la seguridad. No es muy elegante, pero es lo que hay.
A Sánchez Gordillo lo defienden sus compañeros, la izquierda anticapitalista y aledaños, parte de IU, el movimiento 15M y dos o tres intelectuales, opinadores y comunicadores que, como Palinuro, no deben obediencia a partido, grupo, trama, empresa o periódico algunos y, por lo tanto, hablan con la fuerza que da la convicción y la libertad.
Los ataques vienen de todos los frentes y tienen la marca indeleble de los intereses que se defienden. Alguien en el PP reprochaba a Gordillo que su jefe de policía cobrara más que el presidente del gobierno. Una estúpida mentira por partida doble digna del espíritu servil de quien la haya proferido pues en Marinaleda no hay policía y mucho menos jefe de ella cobrando sueldo alguno. Pero, además, el correveidile mentiroso establece un término de comparación que también ignora pues, hasta la fecha, nadie sabe cuanto cobra al mes Mariano Rajoy porque, aunque se le ha preguntado alguna vez, no ha contestado y este país es tan calzonazos, tan miserable y tan lacayo que tolera ser gobernado por un sujeto que se niega a decir cuánto cobra al mes, existiendo indicios de que cobra por diversos conceptos grandes cantidades moralmente inaceptables. Una buena prueba es que no lo dice. Si cobrara lo que le corresponde ya lo habría declarado.
Y estos son los tipos que atacan a un hombre como Gordillo acumulando sobre él toda clase de insultos y descalificaciones, sin percatarse de que, cuanto más se apiñan en el intento de lincharlo, más parecen una piara impotente.
Tómese la acusación más frecuente -y ,la más benévola-, la que dice que el gesto de Gordillo no sirve para nada. ¿Para nada? ¿Cree el PSOE que este gobierno de derecha señoritinga y profundamente antipopular hubiera respetado los 400 € de los parados gracias a sus jeremiadas? Esos 400 € los ha conquistado y conservado el miedo cerval que el gesto de Sánchez Gordillo ha inspirado a las clases dominantes.
Pase que el personal que opina, habla, escribe y pretende dar lecciones a los demás no tenga ni puñetera idea de lo que sea la desobediencia civil en una democracia, qué la acción basada en criterios morales, qué las cuestiones de legitimidad y que repita como papagayo las consignas de la derecha más cerril. Pero, al menos, disimulen y no hagan más el ridículo.
(La imagen es una foto de Audiovisuales Acampadazgz, bajo licencia Creative Commons).