dijous, 31 d’agost del 2017

Los dos mundos

Con independencia de los muy sesudos o encendidos análisis que nos esperan ante esta flamígera declaración de Jordi Turull a la salida del Consell Executiu, es de ley reconocer que tiene una resonancia fuerte, beligerante, arriesgada. De l'audace, encore de l'audace, toujours de l'audace, exclamaba Danton. Hay un tono heroico en esa intención, un sentido trascendental en ese con todas las consecuencias.

Para calibrar estos aspectos, nada mejor que recordar la filosofía profunda del gobierno de Rajoy: "sensatez, sentido común, nada de ocurrencias". La política como gestión "razonable" de lo cotidiano. Nada de saltos en el vacío. Para Rajoy, Puigdemont y los indepes son un grupo de insensatos con tendencias delictivas que será preciso cortar en su momento.

Para Puigdemont y los indepes Rajoy y, en general, la clase política española son la materialización de la corrupción, el desgobierno, la irresponsabilidad y el maltrato a Cataluña. La lucha contra estos males no se limita al fangoso territorio de las leyes, los reglamentos, los recursos y contrarrecursos, sino que se lleva al terreno político de la movilización popular para obtener un cambio político radical y esto solo es posible hablando de valores, de principios, y dando ejemplo.

Son los dos mundos que se enfrentan aquí y ahora en España. Del resultado dependen muchas cosas.

Otra vuelta de postverdad

La comparecencia de Rajoy dio de sí lo que se esperaba: nada. Se hizo a instancias de la oposición de izquierda para aclarar cuestiones relativas a la financiación gürteliana e ilegal de su partido y su presunto perjurio en la declaración testifical en la Audiencia Nacional. Pero no se habló de nada de eso. El presidente de los sobresueldos ensartó una sarta de mentiras sobre cuestiones que, además, nada tenían que ver con el objeto de su presencia. Quien quiera hacerse una idea cabal de las trolas que Rajoy soltó, las tiene cuidadosamente expuestas y probadas en un artículo de Ignacio Escolar, Las mentiras de Mariano Rajoy en su comparecencia sobre la Gürtel. Sabido es, este hombre no ha dicho una verdad en público en su vida.

Pero lo curioso no es que Rajoy mienta en una comparecencia para explicar por qué mintió supuestamente en sede judicial; lo curioso es que su táctica haya dado resultado, haya conseguido salir indemne de la comparencia. Y lo ha conseguido por la impericia y la falta de recursos de la oposición que, en lugar de ignorar los ataques y mentiras del presidente y empeñarse en hablar de la Gürtel, se dedicó a defenderse de aquellos. Que el único que insistiera en la corrupción fuera Tardà ya lo dice todo.

Es tal el desconcierto y la inoperancia de la oposición de izquierda que Rajoy se permitió el lujo de retarla a presentar una nueva moción de censura. Es casi una burla, pues cree saber que los números no dan, ya que el PSOE no quiere aceptar los votos de los indepes a cambio del referéndum.

Es también la confianza que le inspira la situación misma de crisis de la izquierda. El PSOE, principal responsable de que Rajoy esté en el gobierno, tiene poco crédito al pedir ahora su dimisión. Las relaciones entre el PSOE e UP son cainitas, por más que las direcciones digan lo contrario. Entre los socialistas, muchos se oponen con uñas y dientes a todo pacto con Poemos; en Podemos sigue habiendo una fuerte corriente antisocialista.

En esta situación, pensar en la posibilidad de una moción de censura del PSOE con los votos de Podemos y los indepes y un compromiso de organización de un referéndum es una quimera. Y, sin embargo, es lo única forma real de dar cumplimiento a lo que los dos partidos de izquierda dicen tener como objetivo prioritario: desalojar a Rajoy de La Moncloa y al PP del poder. 

La opción alternativa son dos años más de gobierno de la corrupción y la financiación ilegal. Precisamente, la forma de evitar ese triste sino es anunciar un acuerdo para una moción de censura ganadora. Probablemente Rajoy respondería disolviendo las cortes y anunciando elecciones anticipadas. Es también una forma de alcanzar los objetivos de la izquierda, aunque con escaso margen de maniobra. 

Por lo demás, si efectivamente se piensa que Rajoy mintió en su declaración en la AN lo que cumple es ir al juez.

dimecres, 30 d’agost del 2017

La comparecencia del de los sobresueldos

Lleva seis años (cuatro largos con mayoría absoluta) resistiéndose a dar explicaciones, compareciendo en plasma, entrando y saliendo de los lugares por la puerta de servicio, impidiendo preguntas en las ruedas de prensa, amañándolas, negándose a rendir cuentas o falseándolas sistemáticamente. Seis años ignorando al Parlamento, gobernando por decreto ley y apoyándose en una maquinaria mediática pública y privada de falsificación de la realidad, con la ayuda ocasional de una administración de justicia políticamente intervenida. 

En todo este tiempo se ha visto obligado -arrastrado literalmente- a comparecer dos veces en sede parlamentaria. Una, un 1º de agosto de 2014, a propósito de los sobresueldos de los papeles de Bárcenas y otra hoy, a propósito de la financiación ilegal del PP descubierta a raíz de la Gürtel. Ya debiera de haber dimitido -como haría cualquier político demócrata en Europa- en la primera ocasión. Cálculese qué debiera hacer en la segunda.

La vergüenza de ver a un presidente de gobierno declarando como testigo en un proceso penal por financiación ilegal de su partido y dos veces como compareciente en sendas interpelaciones parlamentarias por comportamiento impropio. Los demás países deben de estar asombrados.

Conviene que los grupos de la oposición aclaren de una vez la relación entre las dos comparecencias y expliquen la historia completa de esta gran operación de saqueo que ha sido el gobierno del PP. Porque se presentan como hechos separados e independientes cuando, en realidad, son causa y efecto mutuos alternativamente. Los sobresueldos están directamente relacionados con la financión ilegal y esta con aquellos. La aclaración es importante porque explica muchas cosas de la corrupción del sistema político.

En la comparecencia de 2014, Rajoy reconoció haber cobrado los famosos sobresueldos con dos salvedades: los declaraba a Hacienda y no los llamaba "sobresueldos" sino "pluses de productividad", como en cualquier empresa, sostenía nuestro hombre. Era la explicación a la que se apuntaban los demás dirigentes del PP (un buen puñado) para explicar estos ingresos. La cuestión de si eso es delito o no depende de los jueces, sobre todo si los dichos ingresos proceden de fuentes ilicitas o caja B. Pero aquí es irrelevante.

La percepción de los sobresueldos es el veneno de esta historia de la Gürtel. Que no se entienda así y se dé sin más por insustancial, se debe probablemente a que otros partidos, el PSOE que se sepa, recurren a la misma práctica, si bien no parece estar financiada ilegalmente. No obstante, la práctica en sí es política y moralmente inaceptable. Los representantes reciben unas remuneraciones dignas con cargo al erario. Los diputados gozan de un privilegio absoluto en este campo porque son los únicos perceptores de rentas que pueden fijar las suyas y, por supuesto, las de los demás. Pero sobre todo las suyas, lo cual hace innecesario probar que son muy dignas; algunos las tienen por más que dignas. Y no se hable ya de jubilaciones, pensiones y pagos compensatorios por ceses ocasionales

La cuestión es, ¿por qué perciben esas cantidades extras, según dicen, del partido? Cualquiera diría que el partido fuera un ente ajeno al Estado y no se financiara en un porcentaje elevadísimo de los mismos fondos que nutren los salarios ordinarios de los cargos públicos. La excusa del "plus de productividad" empresarial solo podía ocurrírsele a Rajoy y la idea del pago de compensación suscita la pregunta inmediata: compensación ¿por qué? Suele decirse que por la renuncia obligada a los ingresos privados. Pero, al margen de que esto sea cierto o no -que no suele serlo- tropieza con el inconveniente de que la representación política es voluntaria. Quienes quieran ejercerla deberán informarse sobre las remuneraciones antes de dar el paso y, si lo hacen ya saben lo que tienen. 

Recuérdese que, si los diputados consideran demasiado bajas sus diversas retribuciones (salario, gastos de esto y lo otro, compensaciones legales, subvenciones), siempre pueden valerse de su privilegio y subírselas, insisto legalmente. Otra cosa es el impacto que esto suele tener en la opinión pública, razón por la que los representantes prefieren trocear sus remuneraciones para que la cantidad final resulte menos escandalosa.

Por tanto, ¿a qué se deben los sobresueldos? A un plan de generar una clase de políticos profesionales que hacen de su militancia en un partido un medio de vida. Esto que, por desgracia, afecta a otros partidos (y genera en ellos una especie de "funcionarios" que tergiversan la autenticidad de todo debate político) se hace insoportable cuando se produce por medios ilegales, causando perjuicio al erario y daño al interés público, como sucede con la financiación ilegal del PP durante más de veinte años. Así se ha corrompido de arriba abajo el sistema político de la tercera restauración, entronizando la mentira como forma de relacionarse con la ciudadanía. Corría el año de 2007 cuando, a preguntas de un interesado sobre cuánto ganaba al mes, Rajoy no dio la cifra, pero dijo "Miro mi cuenta al final de mes porque lo necesito, lo necesito y muchísimo, y además mi mujer también trabaja, y entonces tengo los problemas que tienen todos los ciudadanos. No estoy en política por dinero". Por entonces sus compañeros de partido le calculaban unos 12.000 euros al mes, entre sueldos y sobresueldos. Mentía como un bellaco

Esta subclase de vividores del partido tiene que corromperse necesariamente porque, al entender que su actividad política debe ser lucrativa, acaban por romper todos los límites dedicándose al saqueo de los fondos públicos en cualquier momento y circunstancia. Y eso es lo que ha pasado.

La comparecencia de hoy, centrada en la cuestión de la Gürtel/financiación ilegal y la declaración supuestamente falsa de Rajoy en sede judicial debe hacerse teniendo en cuenta el telón de fondo de los sobresueldos. Están en la base de este desbarajuste. A la política "para forrarse", a pillarlo todo a robar sin más. Y, claro, el PP tiene en estos momentos 700 imputados que no son casos aislados, sino agentes en una estructura partidista de delito organizado en donde cada uno saca su tajada mientras el país se hunde, los dependientes no cobran, los parados tampoco, no hay dinero para la educación pública pero sí para la privada y esta marca el camino para la privatización (nombre técnico del expolio de siempre) de todo lo público. 

Hay un propósito, según parece, de preguntar al presidente de los sobresueldos las incómodas cuestiones que se le plantearon en su declaración pero un juez atento impidió que se formulasen. De todos modos, la más destructiva afecta al conjunto de la declaración: ¿por qué dijo que no sabía nada de los aspectos económicos de las campañas electorales cuando era él quien las dirigía, siendo así que hay un vídeo en el que ofrece todo lujo de detalles sobre la financiación de una campaña concreta? Ese hecho ¿puede calificarse de mentira o no? Si su pretextada ignorancia es falsa, esa mentira ¿sería un delito? 

¿Podría España seguir gobernada por un hombre al que se hubiera imputado un delito?

Me temo que sí.

dimarts, 29 d’agost del 2017

Los revolucionarios de salón... reservado

Tengo respeto por El Confidencial y por eso no creo que el titular de la noticia lleve mala intención. Lo entiendo como falta de perspicacia, recurso a la desesperada para dividir el bloque independentista y muestra de que el nacionalismo español no se aclara. Esa reunión en casa del magnate Roures, según el comentarista, tenía un objetivo claro: dividir JxS, derrotar al PDeCat en unas próximas elecciones "no plebiscitarias", constituir un gobierno de izquierda en Cataluña (ERC y Comunes más Podemos) y abrir un tiempo nuevo (sacando a pasear el unicornio del "proceso constituyente") en España tras haber destruido también al PSOE que, en el fondo, es lo único a lo que aspiran los neocomunistas de Podemos, con las consecuencias que padecemos todos y ellos propician.

No dan ni una. La interpretación del artículo no está basada en inferencias razonables sino en un puro wishful thinking o cuento de la lechera del informador. Veamos.

I.- Si Junqueras se dejase arrastrar a esta maniobra divisionista, víctima de la vanidad, cosa que tengo por imposible, la primera que se iría al garete sería ERC. Y no porque la atacara el PDeCat o "su artillería mediática", como dice el articulista, que no entiende el problema. ERC se hundiría porque el electorado independentista le negaría el voto. Hasta sus dirigentes dejarían de votarse a sí mismos, ¿o alguien ve a Tardà, Bosch, Rufian, etc., tragándose sus palabras y votando en unas elecciones autonómicas para que en Cataluña gobiernen los Comunes, Podemos y, a través de ellos, Roures? No es extraño que el articulista e Iglesias, que no saben nada de lo que pasa en Cataluña, razonen así. La ignorancia de Domènech y Roures es más pintoresca pues parecen desconocer el país en el que viven.

II.- Que Iglesias y otros de Podemos hayan desembarcado en Barcelona en la flota aérea monárquica, nacional española y gratis total era lo esperable. Su integración en la clase política, sus prebendas y enchufes es ya completa. Lo curioso ahora es que quienes protestaban contra la política de conciliábulos, secreteos a espaldas de la gente y prometían a grito pelado en plazas y calles una política democrática, asamblearia, de transparencia, se reúnen en conjuras secretas, a escondidas de sus militantes para urdir planes que, de no ser absolutamente estúpidos, serían peligrosos. Y esto no es nuevo. Vienen practicándolo desde 2014, en cabildeos y manejos con periodistas flexibles a la voz del amo, diplomáticos y magnates. Dicho en plata, engañando a sus seguidores.

III.- Los que venían a regenerar el sistema político denunciando a los empresarios, banqueros, poderosos en general y diciendo que, si querían gobernar, se presentaran a elecciones, son lo que están deseando gobernar según los intereses de esos mismos magnates, cuando son los que los financian y que, por supuesto, siguen en la sombra. En la sombra, pero dando las órdenes que estos revolucionarios de reservado y secreteo cumplirán a rajatabla. Según su antigua doctrina, si Roures quiere gobernar en Cataluña y/o España, que se presente a elecciones.

IV.- ¿Qué sucede? Pues que ya lo hace, como lo hacen todos los demás potentados con los otros partidos: se presenta a través del partido Podemos y sus confluencias y a través de sus medios de comunicación, como la Sexta, en donde se da pie a los neocomunistas para que traten de hundir al PSOE, el verdadero objetivo conjunto de este "izquierdismo" y el PP que en esto coinciden hace mucho y siguen. Por no hablar de su medio Público, el periódico oficial del partido morado y órgano de censura de todo lo que no sea la línea Roures. Como siempre.

V.- Por lo demás, es buena jugada del destino que el lunes, cuando se supo la noticia de la cena clandestina entre el millonetis y su peón político y los otros, también se presentara el proyecto de ley de desconexión. De este modo quedará claro a los comensales, es de esperar, que Junqueras y ERC reafirman la unidad independentista en la hoja de ruta. Justo la que Podemos y Doménech quieren romper en favor de una propuesta de proceso constituyente que más parece un reconstituyente de la anémica nación española. 

La independencia y la izquierda

Transcribo una entrevista que se publicó ayer en elNacional.cat y que viene como anillo al dedo a propósito de la noticia de la cena secreta de ayer entre Junqueras, Iglesias, Domènech y Roures.

El texto:

Ramón Cotarelo (Madrid, 1943), hoy catedrático emérito de Ciencia Política de la UNED, fue profesor de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero. Sin embargo, lo que un día vio como una oportunidad -Podemos-, pronto se convirtió en una desilusión. Hoy es muy escéptico con sus exalumnos, especialmente en la cuestión catalana, de la que cree que no ha entendido nada.

Cotarelo ha estudiado profundamente el conflicto catalán. Incluso tiene un libro al respecto, La República catalana (Now Books, 2016), en el que explica al resto de españoles qué es exactamente lo que ocurre en Catalunya. Es un intento de romper el silencio que hay en el Estado español para voces como la suya, un silencio que ha compensado con una importante presencia en el debate público catalán.

¿Qué votaría usted el 1 de octubre?
Votaría que sí.

¿Por qué?
Muy sencillo: porque la situación actual no permite ninguna otra salida.

¿Cree que habrá urnas?
Sí, sin duda.

¿Qué le hace pensar eso?
Dos cosas. Por un lado, la incapacidad del nacionalismo español, específicamente del Gobierno español, para impedirlo. Por el otro, la manifiesta voluntad de los independentistas catalanes de llegar hasta el final.

¿Hasta dónde ve capaz de llegar al Gobierno español para impedir que se vote?
No lo sé. Si hacen lo que les pide el cuerpo, cualquier cosa. Pero no les van a dejar.

¿Se pueden permitir que se repita la imagen del 9-N?
No quieren, pero no les va a quedar más remedio.

¿Qué debe hacer el Govern el 2 de octubre?
Según el resultado, invitar a todas las partes interesadas a una mesa de negociación...

Dos no negocian si uno no quiere…
Pues tomarán las medidas oportunas si la otra parte no comparece. El Govern tendría que dar cuerpo legislativo a la decisión del referéndum. El resultado debe aplicarse, sin ninguna duda, sea cual sea.

¿Incluso si no se logra interpelar a los no independentistas, como ocurrió el 9-N?
Por supuesto. En una consulta democrática siempre hay abstenciones. Y la abstención es una actitud tan legítima como el voto por el ‘sí’ o el ‘no’. Si se abstienen, dan por bueno el resultado, sea cual sea. Si no, votarían.

¿El Govern debe dejar claro que, pase lo que pase, el resultado va a ser vinculante?
El Govern ha dicho claramente que se espera que todo el mundo acate la decisión, empezando por él. Es que es su obligación: si convoca un referéndum es para aceptar sin reservas el resultado que sea. Sea cual sea, se atenderá a las consecuencias.

¿Entiende que haya quien desde la izquierda se oponga al referéndum del 1 de octubre?
¿Qué izquierda? ¿La española o la catalana?

Ambas.
En el caso de la española, me resulta más fácil de entender. La izquierda española no simpatiza con el referéndum, y mucho menos con la autodeterminación de los catalanes. En el caso de la catalana, es un poco más difícil. ¿De qué izquierda estamos hablando?

Pensaba más bien en los comuns.
Sí, claro, pero fíjese que los comuns, si pudiéramos trocear la izquierda catalana, es una cuarta parte. ERC es izquierda. La CUP es izquierda. El Podem de Albano-Dante Fachin es izquierda. Pues bueno, una parte de la izquierda catalana, concretamente una cuarta parte, parece que está en una situación de ambigüedad. Y yo creo también, si se me permite, si no parece demasiado insultante, que son oportunistas.

Oportunistas, ¿en qué sentido?
En el sentido de no significarse mucho porque puede dificultar las ambiciones de sus dirigentes de llegar a un entendimiento en una España imaginaria que pudiera reformarse de la mano de un frente de izquierda peninsular. Estoy fabulando.

¿Ada Colau o Xavier Domènech piensan más en sus ambiciones personales?
Yo no he dicho nombres…

Los digo yo.
Sí. Me parece que la trayectoria de sus dirigentes, singularmente de la señora Colau, que no es de hace uno o dos meses, va en ese sentido.

¿En la dirección estatal de Podemos se creen esto del derecho a decidir?
No. Les pasa lo mismo que a los otros, que están muy divididos. Por ejemplo, los Anticapitalistas de Miguel Urbán están de acuerdo con el derecho a decidir y con el referéndum, aunque no sea pactado. Los de En Marea también. Y luego están los pablistas y los errejonistas, que por ahí se andan los dos. Iglesias me parece más centralista y jacobino, menos amigo del derecho a decidir. Pero los dos van por el mismo camino. El problema es que no lo entienden.

¿Qué es lo que no entienden?
No entienden que la idea de nación española que manejan es una idea que han comprado a la derecha. Y claro, en ese marco nacional patriótico que han heredado de la derecha, dándole un barniz populista latinoamericano, no entienden la cuestión del independentismo. Y además no les gusta.

¿Para Iglesias es más bien un problema?
Para él es una china en el zapato. Porque les rompe ese marco de salvadores de una patria plurinacional, esa esperanza de renovación de carácter nacional-popular y no sé qué cosas más, que no se va a producir nunca.

Uno de los argumentos, que por ejemplo ha usado Alberto Garzón, es que esto es algo de la derecha y la burguesía
El señor Garzón, que tiene una trayectoria apreciable, razona como en el siglo pasado. Sus análisis son antiquísimos. No se ha percatado todavía de que este proyecto independentista es transversal, interclasista y sobre todo tiene un fuerte apoyo popular.

¿Se puede ser de izquierdas y nacionalista?
Menuda tontería. ¿Por qué no? Quienes dicen que no se puede ser nacionalista y de izquierdas, que me digan por qué. Se puede ser de izquierdas y nacionalista, vegetariano, amigo de los osos panda y un montón de otras cosas. Quien diga que es incompatible, que lo justifique.

Porque es internacionalista.
En realidad la izquierda nunca ha sido internacionalista. Si se me permite la broma, la vieja profecía marxista, que el proletariado no conoce patria, ha fracasado rotundamente. Lo que no conoce patria es el capital. La izquierda ha sido siempre nacionalista.

¿Qué representaría para el Estado español una hipotética independencia catalana?
No tengo ni idea, la verdad. Pero es una opción verosímil con la que los españoles deben contar.

¿Puede remover los cimientos del Estado?
Eso es inevitable, sin lugar a dudas. La cuestión es en qué sentido se da esa transformación…

¿Puede haber una involución?
Por supuesto. No sería nada raro en España.

Usted ha dicho que la principal diferencia es que en Catalunya hay un proyecto y en España no lo hay.
Así es. En Catalunya hay un proyecto de construcción de un Estado y una República. En España eso produce terror...

Pero hay quien habla de procesos constituyentes en España.
He oído hablar de procesos constituyentes a mucha gente, que lo dice de corazón y con sinceridad; pero también a gente que lo dice porque no tiene otra cosa que decir. Proceso constituyente… Vamos a ver: ¿eso qué es? Con un 30-35% de votos a la derecha, ¿qué proceso constituyente? Además, muchos de los que hablan de proceso constituyente, lo hacen para ocultar la reivindicación republicana. La República fue el último régimen legítimo que ha habido en España.

¿Cree que España es irreformable?
Pues sí.

¿Y eso a qué escenario aboca?
Pues no lo sé, dependerá del referéndum. El único argumento respetable de quienes razonan en contra del referéndum es ese de que no hay que confundir el Estado con el gobierno. Pero da la casualidad de que en España son idénticos, son lo mismo. El Estado español solo puede dar este gobierno. Si lo que me está usted diciendo es que espere dos años, a que haya unas elecciones con la posibilidad de que las pierda la derecha, porque habrá un gobierno de izquierdas que reformará el Estado, eso ya no se lo cree nadie.

¿El 15-M no ha abierto cierta brecha, al menos generacional?
El 15-M es una confluencia de dos factores. Por un lado, una reacción espontánea de la gente que está hasta el moño. Por el otro, el aprovechamiento por parte de unos listos que dicen que recuperan un discurso de izquierda radical, de carácter asambleario, con unas gotitas de populismo latinoamericano, junto a un discurso europeo y moderno. Pero esto es España.

¿Qué quiere decir con eso?
Aquí el discurso moderno no existe. Tampoco en la derecha, ¿eh? En Europa hay una derecha democrática de verdad, pero no es la que hay en España. En España hay la derecha fascista, la que perdió la guerra en Europa pero la ganó en España. Y eso es una maldición que abrasa al país y contamina a la izquierda. Es una izquierda atrasada, acobardada, hundida, humillada, y que cree que puede salvar los 40 años de colaboracionismo con un discurso nuevo, del 15-M y tal.

En su libro La República catalana habla de una “nación española que no pudo ser”.
Me refiero a que este viejo imperio se ha ido fragmentando, empequeñeciendo, pero no ha conseguido cambiar su mentalidad imperial por una nacional. No se ha construido una nación. No es un invento mío, no es una boutade. No hay dos historiadores que estén de acuerdo acerca de la nación española, su origen, su alcance y su evolución.

Imagino que no se cree la España plurinacional de Pedro Sánchez.
No. O es demasiado poco o no es nada. Si lo que me están diciendo es que España es un Estado plurinacional, pero es un Estado de varias naciones culturales, ¿me están diciendo que es un gallinero? ¿Me están diciendo que hay una nación política y luego están los pequeñitos? Entonces es un concurso de folklore.

Según algunos en el PSOE, Madrid también es una nación.
Fíjese la idea de nación que tienen. ¿Por qué no Alpedrete? Que conste que no creo en absoluto que la idea de nación tenga que ver con la extensión del territorio, sino con la profundidad del sentimiento nacional. Puede haber naciones pequeñas muy naciones. Y plurinacionales, como Suiza.

Usted llegó a defender una España plurinacional.
Pero ya no. Lo único que veo es que en este país no hay ninguna iniciativa política digna de consideración, no hay un proyecto, no hay nada. Y hay una situación por la que hay que dar gracias a los dioses: que la oposición a la continuidad del viejo Estado español se ha territorializado en Catalunya. Por eso, lo que hay que hacer es apoyar ese proceso catalán y ver qué sale de ahí, estar abierto a todas las posibilidades.

Usted ha sido muy crítico con la evolución de Podemos. ¿No se ha convertido en lo que esperaban que fuera?
Lo que yo entendí al principio, y con lo que simpatizaba, era la idea de construir una izquierda entre el comunismo y la socialdemocracia aburguesada, un territorio electoralmente muy amplio y donde poder hacer mucha construcción. Pero eso se vino abajo cuando dentro de Podemos prevaleció la idea de la alianza con los comunistas anguitistas, los del PCE, los de Izquierda Unida. Su obsesión era hacer el sorpasso al PSOE y perdieron un millón de votos. Y garantizaron el gobierno de la derecha. Eso no tiene perdón.

¿No ha moderado su discurso?
Ahora ya da igual lo que hagan. Ya es un fracaso. Las próximas elecciones lo demostrarán. Volverán a los porcentajes de voto de Anguita.

¿Cuál ha sido su principal pecado?
En el fondo, las proclamas eran falsas. No era un intento de renovación, un intento de constitución de una nueva izquierda… Era un intento de lavarle la cara al comunismo e ir a por el PSOE, aprovechando las horas bajas.

¿Posicionamientos como el suyo son castigados fuera de Catalunya?
No, no llegan a eso, porque de entrada son silenciados. Como no se pueden exponer, no se molestan en castigarlo...

¿Por eso tiene que venir a Catalunya?
Por descontado. Por eso le estoy agradecido a Catalunya. Y en parte por eso estoy a favor del proceso catalán.

dilluns, 28 d’agost del 2017

Una dieta de sapos

Los rostros de la imagen lo dicen todo. Ls autoridades españolas pasaron la manifestación entera tragando sapos. Se empeñaron en asistir a un acto en protesta por un atentado que no fue previsto y en cuya solución no tuvieron nada que ver. Al tiempo, esa presencia se concibió, organizó y explicó a la opinión pública como una muestra de unidad contra el terrorismo. La unidad ¿de quién? La presencia del Jefe del Estado, el gobierno y la oposición entera, así como un largo séquito de políticos lo dejaba bien claro: la unidad de la nación española.

Cuando, en los prolegómenos de la manifestación, se criticaba la "politización" de esta por los independentistas y se advertía de que no se llevaran banderas, en realidad, ya estaba "politizada" desde el momento en que se ponía al servicio de una idea de nación sin duda mayoritaria en España, pero quizá no en Cataluña. La CUP, se recordará, bajó las ínfulas al Rey, negándole la presidencia del acto con razones críticas de mucho peso. Y la Corona aceptó, prueba de que su máximo interés era poner al Rey en Cataluña, reconquistar el corazón de los catalanes y reconstituir la mortecina nación española.

La manifestación estaba politizada por el nacionalismo español desde su inicio. Desde el comienzo mismo del acto aparecieron algunas banderas rojigualdas, casi todas sin crespón, que aspiraban a ser un mar de oro y fuego. Para ello se había destacado a algunos nacionales que regalaban banderas españolas de plástico y no las cogía nadie. El mar se quedó en charco. El fracaso en la politización de la derecha nacional española fue patente durante todo el recorrido de la manifestación, con abucheos y pitos al Rey y letreros muy críticos hacia él.

A su vez, la proliferación de señeras y esteladas, además de ser tan legítima como la española, pone de relieve que en Cataluña hay una opinión muy sólida a favor de la independencia y muy crítica con el modo en que se ha administrado y se administra el país. En realidad, Cataluña es la única oposición real al gobierno del PP porque lo es también al Estado del que emana. La izquierda española podría distinguir ambos momentos, oponiéndose al gobierno, aunque no a su Estado, pero lo cierto es que no ejerce apreciablemente como tal oposición en ninguno de los momentos. La cuestión catalana prevalece en la política y, en ella, el punto fuerte es la unidad nacional española.

Rajoy señala que estamos orgullosos de haber ido a Barcelona. Las afrentas no las escuchamos. La traducción con un embustero sistemático nunca falla: no están orgullosos de haber io a Barcelona sino muy irritados y todavía les zumban los oídos con los pitos, los abucheos, las imprecaciones y los letreros.

Son los sapos que han de tragarse quienes gobiernan en provecho propio e interés de los suyos y en detrimento de la mayoría de la población. Es verdad que les vota una mayoría, pero también lo es que se trata de una mayoría relativa exigua, de una tercera parte; que muchos de quienes les votan lo hacen manipulados por unos medios de comunicación al servicio del PP; y que, además, ganan con todo tipo de trampas e ilegalidades. Más sapos por tragar.

Ahora tienen un problema real. Por mucha que sea su capacidad de tragar sapos, no están en condiciones de detener el referéndum del 1/10. A la desesperada la prensa especula con la posibilidad de dividir el bloque independentista de JxS mediante un entendimiento entre ERC, Podemos y los Comunes con vistas a unas elecciones autonómicas, dando por inviable el referéndum. Y se advierte que algo así haría trizas al PSOE. Asoma la vieja querencia.

Lo anterior es posible, cómo no, tratándose de intereses políticos. Pero mucho más posible y probable será la destrucción de ERC si esta aparece como directa o indirectamente responsable del fracaso del referéndum. Todo lo que vaya contra el referéndum tiene mala prensa en Cataluña. Subsiguientemente, también quedaría tocado Podemos por adoptar decisiones prácticamente en secreto. 

El independentismo es un río de no retorno.

Una cofradía del siglo XX

El Museo de Arte Moderno de la Villa de París está muy cerca de la Plaza del Trocadero, que recuerda la victoria francesa sobre los españoles en la isla gaditana de igual nombre. Con ella, el Duque de Angulema, al frente de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis puso fin al trienio liberal en España. El Museo participa también de la estética del Trocadero, que es la de toda esa zona privilegiada de París escenario de varias de las exposiciones universales decisivas para fijar la fisonomía actual de la ciudad. Empezando por la Torre Eiffel, una construcción provisional para la exposición de 1889 que, sin embargo, ha sobrevivido, mientras que el antiguo Trocadero, construido para la exposición universal de 1878, se derribó en la de 1937, para dejar paso al actual Palacio Chaillot. Este, compuesto por dos alas separadas, tiene una buena vista de la provisional Torre Eiffel por encima del acuario, los jardines del Trocadero y el Sena. Tal es el fondo que los servicios de propaganda nazis -unos águilas- eligieron para la famosa foto de junio de 1940 en la que se ve a Hitler tomando posesión simbólicamente de París, dando la espalda a la Torre Eiffel.

Es el caso que el Museo de Arte Moderno tiene una curiosa exposición sobre las relaciones profesionales y de amistad entre tres artistas del siglo XX, Derain, el mayor de ellos, Balthus y Giacometti, tres creadores cada uno con su estilo inconfundible que nunca se ajustaron a cánones de escuela alguno. De hecho, Giacometti fue expulsado de la comunidad surrealista, lo cual tampoco era algo tan extraño en ella, pues funcionaba en parte como un partido político. Desde esas acusadas personalidades y estilos tan distintos, los tres pintores (escultores, con Giacometti) forjaron una especie de comunidad de preferencias, algo en el estilo de las viejas hermandades de San Lucas, pero más relajada. 

La comunidad funcionó sobre todo entre los años 30 y los 60, como una relación de amistad, de colaboración profesional y de afinidades. Eso es más claro o se advierte más en la relación de Derain con Balthus. Giacometti siempre fue por más libre, aunque teorizaba mucho sobre las cuestiones de la redefinición del arte. La comunidad, casi complicidad entre los dos primeros se aprecia en el retrato de Derain por Balthus en el que aquel aparece en batín dejando en segundo plano una modelo, una de esas ninfas semidesnudas tan típicas del ambiguo erotismo que ambos reflejaban. 

La intensa relación de los tres artistas con el mundo cultural parisino de aquellos años, otros artistas, poetas, escritores, filósofos, críticos, dramaturgos, alimenta la preocupación especulativa  de la cofradía en su común reflexionar sobre las relaciones entre el arte y la realidad. Cada uno aportaba su acervo personal, Derain el fauvismo y, más tarde, el desgraciado asunto de la colaboración con los nazis; Balthus una visión inquietante de la realidad, inspirada en el misticismo corrosivo de Rainer Maria Rilke; y Giacometti, su visión conflictiva del surrealismo. Los marchantes, especialmente Pierre Matisse, el hijo de Henri, fomentaron la colaboración y el intercambio entre ellos, encargándoles retratos los unos de los otros y temas para tratar. 

La colaboración se extendió a las artes escénicas. La exposición tiene una gran cantidad de decorados y figurines para muy diversas obras teatrales. La más conseguida, a mi entender, la escenografía de Giacometti para Esperando a Godot, de Samuel Beckett, con quien tenían relación los tres: un árbol solitario en un escenario vacío. 

diumenge, 27 d’agost del 2017

La manifestación de ayer en Barcelona

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado L'estiu català, el verano catalán sobre la manifestación de ayer en Barcelona. He tratado de dar cuenta de la manifestación como pude verla en los medios, el nuevo y simbólico fracaso del nacionalismo español en su intento de boicotear el catalán, las consecuencias para la próxima Diada y, después de esta, las perspectivas del referéndum del 1/10 de cuya relización pocos tienen alguna duda.

Al margen de otras consideraciones no menos llamativas, lo más repugnante de la operación desembarco español en Cataluña, organizada probablemente por ese cerebro privilegiado para el disparate de la ratita hacendosa, ha sido el uso de tres aviones para llevar a toda la clase política española en cómodos vuelos de ida y vuelta a cargo de los contribuyentes. La finalidad no era engrosar honradamente las filas de manifestantes, sino arropar y proteger al Rey ante los más que previsibles abucheos, pitos y gritos. Es decir, los contribuyentes hemos pagado de nuestro bolsillo el vuelo de una manga de cortesanos a defender la unidad de España y la bondad de la Monarquía en un territorio que cuestiona ambas. A ello se ha prestado una izquierda claudicante (PSOE y Podemos), demostrando una vez más que, cuando se trata de Cataluña, la izquierda y la derecha españolas dicen y hacen lo mismo y que, en consecuencia, la única oposición digna de tal nombre hoy está territorializada en Cataluña. En consecuencia y maliciándome que la banda de ladrones que gobierna el país habrá hecho las habituales trapacerías, es urgente que la oposición pida en el Congreso la relación nominal de todos los beneficiarios de ese "gratis total" que tenemos que pagar los contribuyentes. Conociendo el percal, es de sospechar que estos pájaros habrán llenado los aviones de amigos, deudos, enchufados y ligues, como hacen siempre. Todos a dar vivas a un Rey al que, en realidad, no quiere nadie.

Aquí el texto en castellano:

EL VERANO CATALÁN

El nacionalismo español vive un angustioso dilema. Por un lado, no querría que se hablara de Cataluña, refugiado en su ancestral tendencia a no hacer frente a los problemas, ni siquiera los que amenazan su subsistencia como ideología. El caso de Cuba viene siempre al recuerdo. Por otro lado, pretende que solo se hable de Cataluña, pintándola como la suma de todo mal sin mezcla de bien alguno a los efectos, principalmente, de que deje de hablarse de la corrupción y la incompetencia y la inoperancia del gobierno, cuando no de su ridículo fracaso en la guerra sucia sistemática contra el independentismo catalán. Dura elección entre ocultar un peligro o magnificarlo para no mostrar las propias vergüenzas.

La realidad, que no espera la solución de los dilemas por angustiosos que sean, ya se ha impuesto con tal contundencia que se ha comido hasta el monstruo del lago Ness y otros fantasmas de las rotativas estivales. De forma que en todo el verano el tema dominante ha sido Cataluña y, a partir del atentado de la Rambla, el único, por su magnitud y sus consecuencias. De pronto, un acto de insensata barbarie ha puesto de relieve una crisis profunda del conjunto del sistema que ha afectado y afecta a la misma Jefatura del Estado.

Los medios, los políticos de turno y muchos otros, quizá de buena fe, han hecho extrapolaciones a otros países (Inglaterra, Alemania, Francia) que han tenido este tipo de amargas experiencias con un terrorismo de tipo amok, dando por supuesto que es un fenómeno común a un determinado tipo de sociedades, muy parecidas. Y ese es el error. España no se parece a los regímenes con los que la élite dominante quiere codearse. La ficción de que, tras la transición, el país es “normal” y equiparable a las otras democracias europeas es una ficción ideológica a cargo de intelectuales complacientes con la oligarquía. España sigue siendo la misma sociedad caciquil, atrasada, corrupta del franquismo y, a causa de enfrentamiento con Cataluña, también es una sociedad profundamente dividida en un conflicto territorial en el que el atentado ha impactado como un meteorito, causando un mayor estropicio del que había.

Al margen de las cuestiones específicas, de detalle, sobre si unos cuerpos de seguridad han actuado mejor o peor en sus relaciones internas siendo así que estas están envenenadas por la mala voluntad del gobierno del PP hacia Cataluña, es ya irrelevante. Un hecho es incontrovertible: los mossos han coronado con éxito una complicada situación antiterrorista en condiciones de debilitamiento premeditado, incluso de hostilidad. Y, de este modo, la opinión pública ha tenido conocimiento de algo que se venía sospechando desde el descubrimiento de la “Operación Cataluña” del ministro Fernández Díaz, el sectario del Opus que intentó acallar un país entero con una Ley Mordaza franquista, esto es, que el Estado mantiene una actitud de deliberado boicoteo de Cataluña en todas las cuestiones relativas a la seguridad de la ciudadanía.

De aquí se ha seguido una conclusión que se ha impuesto por la fuerza de los hechos y así ha sido apreciada por todos los medios extranjeros, esto es, que Cataluña ha sabido gestionar una crisis muy complicada por su cuenta, demostrando de hecho su capacidad para actuar como Estado. Y esta conclusión ha traído otra, como las cerezas: el Estado, en cambio, ausente durante el episodio, solo se ha materializado para dejar constancia de su inutilidad y su estricto papel de comparsa, tratando de arrebatar el protagonismo a quien verdaderamente corresponde: la sociedad catalana, con sus fuerzas de seguridad e instituciones. Y a nadie más.

Allí donde Cataluña ha ganado, el Estado ha perdido, al extremo de que queda reducido a los momentos estrictamente protocolarios y aun en estos se le cuestiona el derecho a organizarlos, presidirlos, participar en ellos. Innecesario añadir que, en ese manejo de los gestos, los símbolos, los protocolos, la Casa Real, responsable de la imagen de los Reyes ha puesto en marcha una campaña a base de prensa rosa con fotos de los monarcas llorando a lágrima viva por las desgracias de sus súbditos que seguramente ha multiplicado la cantidad de republicanos en el país.

Si de lágrimas se trata, contrastan vivamente las de los monarcas con las del padre de Rubí que perdió a su hijo en la Rambla con el imán de la comunidad. Eso es sentimiento auténtico de los propios afectados. Lo otro, la habitual escenificación en honor de los Reyes que, cuando menos, debían tener la compostura de controlarse en público, para no insultar más a la gente que tiene que soportarlos.

Ese atentado marca un hito en la historia nacional de Cataluña y la reiterada reacción de activismo, templanza y solidaridad de su población (desde la expulsión de los nazis en una manifestación a esta última prueba del padre del nen de Rubí) la prueba de que es una comunidad con un grado alto de civilidad.
Que el resultado haya sido un debate verdaderamente odioso en los medios, sesgado en contra de los independentistas y de los catalanes en general ha permitido ver cómo aumenta el nivel de odio hacia lo catalán, a medida que se hace más verosímil que, ante la incompetencia del gobierno español, se celebre el referéndum el 1º de octubre y el resultado sea “sí”.

Ese es el estado de ánimo con que el nacionalismo español afronta los quince días que quedan para la próxima Diada. Un ánimo que está muy afectado por el espectáculo que se ha visto obligado a presenciar con motivo de la manifestación contra el terrorismo. El desembarco de la clase política en pleno en defensa de la monarquía y la unidad de España para protestar por un terrorismo que muchos le acusan de fomentar era también sentido como una provocación.

La manifestación se inició tras saberse por boca del presidente Puigdemont que la Generalitat ya dispone de más de seis mil urnas. El País, que se ha convertido en un tabloide al servicio del gobierno, de su partido, en el que escriben los habituales “intelectuales” a sueldo de la oligarquía sector “moderado”, llama provocación a la revelación de Puigdemont. Por supuesto no lo llama a la decisión del Gobierno de hacer un desembarco españolista en Barcelona, fletando aviones especie de autobuses aéreos con bocadillos para sus mítines, repletos de cortesanos solícitos, dispuestos a defender la unidad de España, la Monarquía y… el gratis total para los enchufados a cuenta del erario. Incidentalmente, es de esperar que alguien con dignidad en el Parlamento exija la lista completa de quiénes han viajado en esos tres aviones a cuenta del contribuyente… para hacer el ridículo monárquico en una tierra republicana
Tanto el Rey como su guardia pretoriana de cortesanos y lacayos han aguantado abucheos, silbidos y denso flamear de esteladas. Una glorioso oleada de independentismo que ha enfrentado a toda la clase política española, al Rey, los franquistas del gobierno y los de la oposición con una realidad social aplastante que no entienden, no quieren ver y si pudieran, destruirían por la fuerza: que España ya no pinta nada en Cataluña, que los discursos, el español y el catalán, son divergentes y hasta opuestos.

Intentaron falsear la realidad con la habitual demagogia y el concurso de unos medios mercenarios: pidieron que no se politizara la manifestación con la secreta aspiración de politizarla ellos en el último momento y de vender así a la opinión mundial una imagen falsa de la protesta de Barcelona, táctica de envenenamiento que bordan el ABC, La Razón, El País y otros panfletos de la derecha. Como no lo consiguieron porque el nacionalismo español es una magnitud despreciable en Cataluña ahora acusan a los independentistas de haber “dinamitado” (sic, expresión de El País) la manifestación. En realidad es evidente ya que no se puede seguir gobernando un país en contra de la voluntad de su pueblo, por mucho que el monarca se haga el tonto (cosa nada difícil para él) que los gobernantes mientan y practiquen el boicoteo y la guerra sucia y la oposición simule querer arreglar una situación en la que ha tomado partido por la opresión de una minoría nacional, la catalana, que debiera apoyar por mera decencia intelectual.

En resumen, la manifestación contra del Rey, el gobierno franquista, la oposición sumisa y el nacionalismo español es ya la señal de partida para la carrera hacia el gran momento siguiente, la Diada con su carácter especial. Las de los años anteriores fueron como hitos en el proceso de autoconciencia de los catalanes, casi como un aprendizaje, el de un pueblo que por fin se ve a sí mismo como tal. Esas Diadas son censos periódicos de la voluntad nacional catalana, revista de fuerzas en previsión de una batalla final. La Diada próxima es justamente la víspera de esa batalla, que ya está convocada para el 1/10. Por ello, los preparativos están siendo especialmente intensos.

La Diada tiene que mostrar la fuerza a base de luchar no por la adhesión de los incondicionales, que se da por descontada, sino por el pronunciamiento de los indecisos. No basta con que supere en cantidad de asistentes a la del año pasado sino que es preciso realizarla con el mismo espíritu abierto, pacífico y democrático de aquella, al tiempo que se transmite la impresión de que estas movilizaciones obedecen a una capacidad de organización y una prueba de estabilidad política tras el referéndum que atraiga el voto moderado de los indecisos, en cuyo nombre se libra esta batalla.

Es de esperar todo tipo de maniobras políticas y recursos más o menos legales del gobierno central en contra de la realización del referéndum. En consecuencia, no es posible argumentar a fondo porque todo dependerá del grado de uso de la violencia por parte del Estado (si la emplea) y la capacidad de resistencia de la Generalitat y del conjunto de la población. Entre los mensajes que interesadamente se difunden desde los medios de comunicación al servicio del gobierno y los columnistas y analistas mercenarios del poder destaca el de la supuesta fatiga de la sociedad catalana, que lleva años de movilización y empieza a resignarse ante la posibilidad de un nuevo fiasco en sus expectativas. No tienen ni un solo dato para sostenerlo y, por lo tanto, es una de sus habituales mentiras con efectos desmovilizadores. Pero un examen desapasionado de la realidad prueba que esta tiene signo contrario. Los catalanes aparecen mucho más movilizados que nunca gracias a la iniciativa de sus instituciones, hasta el extremo de que cabe decirles lo que Mirabeau dijo a sus compatriotas franceses en un momento decisivo para la vida de su país: Français, encore un effort si vous voulez être libres; Catalanes: un esfuerzo más si queréis ser libres.

A falta de otra indicación es legítimo suponer que el referéndum se celebre y se celebre en condiciones y con garantías que puedan esgrimirse. Habrán de ser convincentes, para no perder mucho tiempo sobre cuestiones accesorias. En principio dos pueden ser los resultados: triunfo del sí y triunfo del no. También soslayamos el inevitable filibusterismo que se padecerá con las condiciones de participación para legitimar los resultados.

Si triunfa el “sí”, no hay sino negociar la separación en un clima de confianza y colaboración. Si triunfa el “no”, el Govern se ha comprometido a convocar nuevas elecciones autonómicas.
Y no hay más, ni nunca lo hubo. Hoy, tras la monumental pitada a España en las personas de su Rey, sus gobernantes corruptos y su oposición claudicante, que la prensa internacional recoge ampliamente, solo existe un camino: la celebración del referéndum de autodeterminación el 1º de octubre próximo. De haberlo pactado antes y negociado los términos (plazos, pregunta, participación, porcentajes), el nacionalismo español habría podido ganarlo. Al no hacerlo y no poder impedirlo, lo habrá perdido.

Y Cataluña habrá ganado.

La creación es versatilidad

El centro Pompidou, que podía haberlo diseñado Braque, es la catedral del surrealismo en todas sus manifestaciones. En ella reina, a modo de altar mayor, el despacho de André Breton, un espacio de indecible abigarramiento en el que se escalonan y amontonan pêle-mêle cientos de objetos de la más diversa naturaleza, desde cachimbas a estatuas de la Polinesia. Pasmado, me preguntaba en dónde había visto algo parecido. Creo recordar que en el Museo de Historia de Madrid se conserva el despacho de Ramón Gómez de la Serna que recuerda a este. Salvando las distancias, que son muchas, como la que hay entre el Sena y el Manzanares. Una de esas imágenes que le vienen a uno a la mente y le amargan como madrileño cuando se mira con envidia el ir y venir de las enormes gabarras o los bateaux-mouches rebosantes de turistas pasando bajo los grandiosos puentes al lado de los cuales, el de los Franceses o el de Segovia o el de Toledo resultan deplorables. 

Al grano, el Pompidou tiene una exposición temporal retrospectiva sobre David Hockney francamente buena. Comisariada por Didier Ottinger, se estructura cronológicamente, siguiendo la evolución del artista, desde los primeros tiempos en la escuela del "realismo socialista" inglés de los años cincuenta hasta la producción más moderna en que se mezcla la pintura con la fotografía y los ordenadores en un arte digital (móvil, cambiante, por ejemplo) que se vale de todos los soportes, de los vídeos a los ipads. La exposición (producto de una colaboración entre el Pompidou, la Tate Gallery y el Metropolitan Museum of Art) se entiende muy bien a sí misma, pero Ottinger complementa con un intersante escrito en que explica y documenta la asombrosa versatilidad de Hockney.

Se aprende mucho en la exposición y se corrigen ideas erróneas producidas por la ignorancia. Mi visión de Hockney se limitaba al período californiano, considerándolo como una prolongación del pop art con gotas de minimalismo y meclas de realismo e hiperrealismo. Colores, luz, pintura plana y con una temática de clase ociosa de escasísimo interés. Injusto. Ni siquiera había reparado en que aquellas obras introducían la homosexualidad explícita. No se detectaba la influencia formal de Bacon, pero estaba en el interior. Tras la pintura californiana vinieron los famosos dobles retratos (de los que hay varios en la expo) que apuntaban a un orden y representación distintos. Pero ahí me había quedado. Un juicio injusto a partir de unas obras concretas sobre un autor cuyo rasgo esencial es el de cambiar continuamente de estilo, de temas, de soportes. 

La exposición permite encajar todas las piezas en un orden de evolución que da un sentido profundo a una obra y justifica la alta estima en que se tiene al artista. El hombre comenzó su aprendizaje en la pintura realista de la llamada escuela del Kitchen sink, o sea, el sumidero. Pintura realista, al estilo del realismo socialista, aunque los cuadros expuestos de esa época (años 50) me recuerdan más la pintura de Laurence S. Lowry en los Midlands. En todo caso, ese espíritu era el de los jóvenes de la ira dispuestos a destruir el orden social por vacuo e insincero. No deja de tener gracia que, andando el tiempo, cuando vio la obra de su antiguo discípulo que había triunfado, su maestro de entonces la considerara "adefesios".  Quienes educaban en la protesta y la rebelión eran incapaces de asimilarlas. Suele suceder.

Luego de la formación protestaria pero dogmática, en los años siguientes, Hockney pasa por la versión inglesa del expresionismo abstracto de Pollock, la influencia de Bacon, el contacto con la obra de Dubuffet y, finalmente, la inmersión en Picasso, que le abre las puertas de su propia genialidad. Ahora se explican muchas cosas. Armado con ese descubrimiento y la militancia por la causa de la homosexualidad llega a la costa Oeste de los Estados Unidos y absorbe la luz con la ferocidad con que lo hacían los pintores centroeuropeos a llegar a Italia. 

Todo eso para explicar que la evolución hasta el Gran splash y los retratos dobles tenía su miga y no había caído del cielo. Pero es menos de la mitad de la exposición. La otra mitad informa cumplidamente a un cada vez más asombrado espectador de la insólita evolución de este creador que, en uso de su programática versatilidad, no está dispuesto a dejar medio tecnológico alguno que pueda servirle para seguir abriendo horizontes a la percepción de la realidad. 

Curioso encontrar los dibujos y grabados que le encargaron en 1975 para la ópera de Ígor Stravinsky, El progreso del crápula, sobre la serie de William Hogarth en el siglo XVIII. Este había pintado primero los óleos y luego hecho los grabados, de donde arranca Hockney que lo había estado estudiando. El arte de Hogarth es moralizante. El título, The Rake's Progress, toma prestado el término del título de una obra canónica en la mentalidad protestante, El progreso del peregrino, una alegoría del paso del tiempo y la vida humana.  E invierte el sentido moral, aunque a veces lo entrecruza representa vidas paralelas pero en sentido inverso: el bien y el mal. Pero siempre se impone la fatalidad del destino y el paso del tiempo.

Esta preocupación por una temática especulativa acompaña a Hockney en los años posteriores en que cambia de la pintura a la fotografía para acabar integrándolas en una especie de reinvención del cubismo en que la imagen se fragmenta y se reconstruye constantemente. Pero sobre todo inolvidable es la experiencia de entrar en su composición de Las cuatro estaciones como el que entra en un gabinete mágico. Las paredes son paneles complejos articulados como mosaicos móviles con un programa de ordenador cada uno de los cuales representa una estación del año en movimiento. La transmisión alegórica del paso del tiempo se refuerza aquí con la experiencia inmediata, externa, de ese paso. 

Bien aprovechada la visita, conclusión de un día que había comenzado rindiendo tributo el Emperador en Los Inválidos. Curioso personaje el corso, al que unos adoran y otros detestan. Pero todos los que lo detestan lo respetan, si no lo envidian.

dissabte, 26 d’agost del 2017

El desembarco español en la manifestación de hoy

Las noticias son confusas. El Rey confirma que va la manifestación por el atentado. Rajoy parece habérselo pensado y acompañará a su Rey. Va a asistir todo el gobierno,  así como los presidentes autonómicos y la habitual nube de altos cargos, políticos influyentes, parientes y enchufados. Todos en un avión especial Airbus 360 fletado con cargo a los presupuestos. Y se dice que los aviones pueden ser tres. Una verdadera flota de Estado en defensa de la unidad monárquica de España. Y, como es un asunto de Estado, en la misma aeronave viajará el líder de Podemos. Haciendo patria que también podría hacerse en la Puerta del Sol, con una concentración nacional-española.

El manifiesto intento de "españolizar" la ocasión choca con el desastre de la gestión estatal del atentado.Y peor aun que desastre, choca con la permanente hostilidad y guerra sucia del Estado a Cataluña como ha quedado claro al descubrirse la manipulación política partidista del ministerio del Interior del PP en relación con los Mossos y la seguridad de la ciudadanía catalana. Con las consecuencias de todos sabidas. Es como si, reconociendo la incompetencia, la ineptitud y la mala fe de las autoridades políticas españolas en este vidrioso asunto de la policía y la lucha antiterrorista, el Estado quisiera ahora compensar con un espectáculo simbólico de reconstitución de una predicada unidad que no se ha dado nunca.  Y precisamente a causa de quienes hoy aterrizan en Barcelona a unirse a una manifestación que es de esperar no se les vuelva en contra.

La presidencia del Rey, ya cuestionada desde el primer instante por la CUP con apoyo muy extendido, se quedó en una asistencia, en una presencia prácticamente personal. Seguramente el Monarca piense que es hora de romper la desafección que ya denunciaron hace más de diez años Maragall y Montilla. Y crea conveniente hacerlo aceptando las condiciones catalanas, como un ciudadano más. Se trataría de demostrar con hechos su convicción democrática.

De ser así, lleva mal camino al tomar la forma de una especie de expedición española monárquica en territorio desafecto y mayoritariamente republicano. Sin duda el gobierno piensa en clave española que el Rey no puede ir a título individual y debe hacerlo como Jefe del Estado, razón por la cual convierte la presencia del Rey en un acto de afirmación monárquica española, al que se suma el líder de la oposición de Podemos. Sánchez no irá en ese avión porque ya se encuentra en Cataluña, en la manifestación en Cambrils. No sabemos si, estando en Madrid, hubiera aceptado la invitación a sumarse al séquito real español en tierras infieles o hubiera seguido montado en su coche.

Aspecto este nada trivial: los políticos españoles asistentes a la manifestación de hoy lo hacen con cargo al erario. Es de suponer que esos aviones, sean uno o tres, los devolverán a Madrid por la noche. Gratis total. El resto de la ciudadanía, si quiere asistir a la manifestación para hacer lo que estos habrá de pagárselo de su bolsillo.

La manifestación de hoy pretende traducir un estado de rechazo unánime al terrorismo por lo que algunos recomiendan no llevar esteladas. Pero  la intervención del gobierno de acuerdo con el Rey al convertir el acto en uno de afirmación española, de unidad ficticia, impuesta a la fuerza, elimina los reparos y consideraciones de los indepes en sus diferentes gamas.

La manifestación de hoy es un acto político que seguirá cambiando las reglas de juego entre España y Cataluña. De hecho, ha comenzado a serlo desde el momento en que Puigdemont recibe a la expedición española con la noticia de que la Generalitat ya tiene 6.000 urnas. Provocación lo llama El País.

El término es grueso pero formula igualmente lo que piensan los indepes del desembarco monárquico español. Una provocación.

Las mujeres de Picasso

Un par de días después de ver la exposición temporal del Museo d'Orsay sobre los retratos de Cézane (La mirada de los retratos), hoy hemos caído en esta también temporal del Museo Nacional de Picasso sobre Olga Picasso, la primera de las siete mujeres que pasaron por la vida del pintor malagueño. La exposición contiene abundancia de material de todo tipo, documental, fotográfico, epistolar, escultórico y, por supuesto, gráfico, dibujos, grabados, óleos, etc.

Al mismo tiempo, cuenta una historia, la de la relación entre aquella rusa blanca, bailarina del ballet de Diaghilev, y Picasso. Se conocieron en Roma en 1917, durante la preparación del ballet Parade, con música de Satie y argumento de Cocteau y se casaron al año siguiente en París, siendo testigos de la boda Cocteau, Max Jacob y Apollinaire. Empezaban bien. Picasso cambió de estilo mientras retrataba de infinitas formas a su esposa. Se hizo más calmo y hasta clásico con el nacimiento de su primer (y único) hijo con Olga, Paul. Maternidades dulces, suaves y los muy celebrados retratos de Paul como Pierrot. La angustia por la desesperada situación de la familia de Olga en la Rusia bolchevique pesó mucho sobre el matrimonio que sufrió una crisis profunda cuando el pintor entabló una relación secreta con una casi adolescente sueca, Marie Therese Walter. Al romperse de hecho la pareja por fin en 1935 (sin divorcio pues Olga se negó hasta su muerte en 1955) Walter se instaló con Picasso y fue la inspiración de alguno de sus retratos más bellos, y madre de su hija Maya. Solo para verse a su vez abandonada cuando Picasso se enamoró de la fotógrafa Dora Maar que tengo para mí es la que lo radicalizó en política hasta el punto de ingresar en el Partido Comunista.

Lo anterior hace referencia al contexto de la influencia de las mujeres en la obra de Picasso. Quien quiera más detalles sobre las tormentosas (y con frecuencia, trágicas) relaciones del pintor malagueño con el otro sexo, puede verlos en el artículo de Olimpia Villagran sobre Las siete mujeres de Pablo Picasso a las que les arruinó la vida. Se sostiene en él que el pintor hacía siempre lo mismo con sus modelos: las retrataba obsesivamente al comienzo (hay más de 270 retratos de Olga), queriendo transmitir a través de las formas sus sentimientos. Las reducía a imágenes, representaciones. Las devoraba.

La exposición sobre la bellísima bailarina rusa parece validar ese juicio o, incluso, ampliarlo. Picasso encarna en las figuras sus sentimientos con formas nuevas de representación y erotismo. Y formas cambiantes. Es saber convencional que amalgamaba todos los estilos y géneros y los cambiaba a su manera. Porque también cambiaba de relación amorosa y de persona objeto de creación, siempre inspirada y siempre nueva porque nuevo era el objeto. Se delata en algún cuadro especialmente significativo que no es infrecuente en su obra: el que representa a la modelo y el pintor.

La exposición cierra el círculo de una de esas relaciones, la primera. Su evolución, a través de algunos de los retratos más conocidos de Olga, de su mitificación corpórea, evidencia la de la relación misma. Luego del tumultuoso encuentro y el sosiego y la paz de la maternidad (y paternidad) vienen los tiempos oscuros del desenganche, cuando Picasso tiene que convivir con su esposa mientras alimenta una intensa relación con Marie Therese. La representación de Olga en los últimos tiempos de la convivencia se hace sombría y llega a ser cruel.

divendres, 25 d’agost del 2017

A Barcelona en avión

El País se esmera en la prudencia monárquica. El Rey asistirá este sábado a la manifestación de Barcelona, así, como el que no quiere la cosa, ocultando el episodio de la negativa de la CUP a asistir a una manifestación encabezada por el monarca. Al final, el Rey irá en el séquito, mezclado con la plebe.A la cabeza, los héroes brechtianos del momento, los que se enfrentaron directamente a unos hechos que no esperaban y salieron airosos.

Maliciándose lo peor, el gobierno no ha querido dejar solo al Monarca y ha decidido acompañarlo en bloque en tan difícil momento. Es un gobierno servicial, aunque bien tratado pues ha fletado un avión para el desplazamiento, nada menos que un Airbus 360, un bicharraco. Como sobra espacio, se ha invitado a volar a los presidentes de las CCAA y a todo tipo de dirigentes políticos, incluida la oposición y cargos  variados. No va el presidente del gobierno, pero sí la vicepresidenta.  En ese vuelo viaja casi al pleno el gobierno del Estado y con el único fin de arropar Felipe VI que, al no encabezar la manifestación, necesitará una guardia pretoriana que realce su augusta persona, esforzados paladines de la causa borbónica, desde los obsequiosos cortesanos estilo Pío García Escudero a los cortesanos algo más protestones, estilo Pablo Iglesias. Así que allá va de telonera la clase política, toda ella lealmente monárquica,  a una tierra de fuerte sesgo republicano.

En el fondo de la confrontación Monarquía-República está la territorial España contra Cataluña. En su afán por proteger al Rey el gobierno y la clase política en conjunto no se dan cuenta de que están escenificando la enfrentada dualidad española con una nueva forma de imposición española está vez por aire. Un avión monárquico cargado de muchoespañoles que aterriza en un territorio a punto de realizar un referéndum para declararse República.

dijous, 24 d’agost del 2017

Objetivo prioritario, Cataluña

La Operación Cataluña que forzó comisiones de investigación en el Congreso y en el Parlament tenía ramificaciones y raíces. Se han descubierto con el desastre de la gestión del atentado de la Rambla a cargo del gobierno central y la contundente acción de los mossos catalanes.

A estas alturas, lo de menos son las minucias y los detalles secundarios, a los que suele darse una importancia desmesurada para tapar debates de mayor trascendencia. Se entiende la preocupación de El País por cargar contra los mossos, desmerecer algo su trabajo y ocultar la ridícula incompetencia del ministerio del Interior y el gobierno. Ha sido todo demasiado llamativo. Sin embargo, es indiferente llegar a una conclusión respecto a estos asuntos específicos, sobre si la comunicación llegó o no llegó, si unos fueron y otros no, y quién hizo qué y cuándo. Probablemente nunca quedarán las cosas claras del todo. Ni falta que hace.

La evidente descoordinación (incluso enfrentamiento) entre las fuerzas de seguridad es el verdadero problema de fondo. Y mucho más lo es que se demuestre haber sido  política deliberada del gobierno torpedear la acción de los mossos así como negar a estos información y recursos que les eran vitales. Que esto es política deliberada se ve en las mentiras de la vicepresidenta quien justifica la falta de acceso de los mossos a la información de europol en una decisión de este órgano. Tiempo ha faltado al tal para desmentirla, asegurando que la cuestión de los mossos es un asunto interno de España como se ve por el hecho de que la Ertzaintza sí tiene acceso a Europol. Y la Ertzainza tiene ese acceso porque el PNV apoyó los presupuestos del gobierno. 

Los mossos, en cambio, no porque la Generalitat está en una actitud díscola. Así que la Ratita Hacendosa los castiga a no entrar en el club de los informados. Dos facetas denota esta actitud. Una, de patrimonialismo casi infantil por cuanto la vicepresidenta gestiona con caprichos de favoritismo político. Otra una irresponsabilidad sin límite puesto que esos caprichos afectan de forma directa a la seguridad de la ciudadanía.

Es el Estado, es el gobierno, quien actúa en contra de los mossos, boicotea su actuación, la cuestiona, la debilita. Y esto no es reciente. Viene del comienzo del mandato de Fernández Díaz. Un hombre que, además de condecorar vírgenes, puede ver con regocijo que alguien destroce la sanidad catalana seguramente hará lo inimaginable por destrozar también la seguridad colectiva. De hecho, para eso parece haber montado una especie de "policía política" no al servicio del Estado, sino del gobierno del PP, o sea, del PP. Una policía de partido, igual que hay jueces de partido que actúan como tales a cara descubierta. 

El proceso independentista catalán está poniendo de manifiesto la incompetencia del Estado español en los aspectos político, judicial y policial. Añádase la corrupción estructural y calíbrese la autoridad y legitimidad de este Estado y este gobiernoa la hora de enfrentarse al independentismo catalán.

dimecres, 23 d’agost del 2017

La lucha por la foto

Guste o no en la Corte, el episodio terrorista de la Rambla-Alcanar-Cambrils, se ha resuelto gracias a la pericia de los Mossos. Lo que no quiere decir que haya terminado en el aspecto policial ni mucho menos, a pesar de las urgencias del pintoresco ministro del Interior por apropiarse del caso y cerrarlo, todo en uno.

En cuanto al debate público, no solo no ha terminado sino que está empezando en ese ámbito cruzado de declaraciones institucionales, relato de los medios convencionales y trituración en las redes sociales. Que son las que mandan. La respuesta del mayor de los Mossos a un periodista que se quejaba de que hablara en catalán, Bueno, pues molt bé, pues adiós se hizo viral y se convirtió en TT, lo cual es una señal de los derroteros por los que va el debate. Cuestiones identitarias, sobre todo, de nacionalismo y patriotismo, pero también de aportación de información que ayuda a hacerse juicio propio sin brumas de propagandas.

Las instituciones, a la greña. Acusaciones cruzadas de juego sucio, ocultación de información, boicoteo, etc. La descoordinación de los cuerpos de seguridad es evidente y eso es sobre todo culpa de la administración central que es la responsable de esa coordinación. Habrá agravios por ambas partes pero, a la larga, la más perjudicada es la catalana por su situación de dependencia.

El hecho de que, a pesar del handicap del gobierno central y sus ministros, la Generalitat haya resuelto la emergencia con tanta eficiencia tiene una dimensión política imposible de ignorar: Cataluña es autosuficiente; el Estado estorba. Por supuesto, una simplificación, pero una simplificación de una realidad que ahora se consagrará de modo simbólico admitiendo que la manifestación del sábado no la presidan las autoridades del Estado. De producirse esa foto de una manifestación encabezada por taxistas, mossos, sanitarios en la que los grandes dignatarios del Estado forman parte del séquito, será lo más destructivo para la Corona, a falta de un referéndum sobre la Monarquía. 

Si este mes de agosto está siendo decisivo para el futuro inmediato del sistema político español, excuso decir el próximo de septiembre.

La mirada de los retratos

París sigue siendo una fiesta. El centro está tomado por los CRS y el ejército. Patrullan en grupos de a tres o cuatro entre multitudes de turistas, grupos de japoneses, familias en bicicletas, jóvenes con skates y apenas se hacen notar, salvo para gastar bromas con los viandantes. Impresiona ver a esos muchachos y muchachas aferradas a unos fusiles ametralladores como de película de robocop, y armados hasta las cejas, sudando la gota gorda con las botas y los chalecos antibalas. Impresiona... y tranquiliza. La capital vive en una alerta antiterrorista muy alta y muy discreta. Pero a rajatabla. En los museos, nada de equipaje de mano, ni siquiera el de las líneas aéreas low-cost. El personal de seguridad controla bolsos y mochilas a la entrada de una verbena en las Tullerías. Pero la verbena sigue. 

Ligeros, pues, andan los turistas y a la larga se agradece. Ligero puede uno moverse por el Museo d'Orsay, a ver la exposición temporal de los retratos de Cézanne. Todos juntos. Un quinto de la obra del pintor son retratos y aquí hay muchos procedentes de diversas partes, agrupados por temas: de familiares, de gente normal, obreros o campesinos, autorretratos (una buena pizca) y una larga serie dedicada a su mujer, Hortense Fiquet. Son unos cuadros sorprendentes. La relación del pintor con ella, modelo profesional, fue muy accidentada. Oculta al principio al padre de Cézanne por temor a las represalias, cuando se hizo pública y ambos se casaron, prácticamente ya no se soportaban. Pero él siguió retratándola, siempre en una misma composición, tratando de evidenciar en su expresión el extrañamiento, quizá repulsión, que sentía por ella, quizá también de explicársela. De hecho, la desheredó en favor del hijo de ambos. Y, efectivamente, eso se nota, se percibe muy claramente en los retratos, en la mirada. Son retratos crueles.

Hablando de mirada, confieso haber ido a la de la Gioconda en el Louvre. Por supuesto, junto a una increíble muchedumbre de gentes haciéndose selfies con ella. Hay quien se queja de esto (aunque no de sí misma) por masificación. A mí me parece de perlas. Es muy humano que todo el mundo quiera poner su careto al lado de una obra de arte inmarcesible. Pues claro, ¿por qué no? ¿Que se tarda mucho en llegar a la primera fila y hay que pelearse el camino? ¿Y qué? Lo que vale, cuesta. Al final se llega y se enfrenta uno a la mirada de Mona Lisa por detrás de dos planchas de vidrio probablemente ignífugo, irrompible, eterno. A la Gioconda le han hecho interpretaciones muy diversas, Man Ray, Warhol, Picasso, Botero, etc., pero a ningún artista se le había ocurrido blindarla. Cosa imprescindible. Signo de los tiempos.

dimarts, 22 d’agost del 2017

Del Rey abajo, todos

Los de la CUP son muy doctrinarios. Pero cuentan con la ventaja de su imprescindible aportación parlamentaria. Esta obliga a los otros a tomarse en serio el doctrinarismo en lugar de rechazarlo displicentemente, metiéndolo en el saco del "radicalismo", como suele suceder. Como hace Rajoy, quien rechaza por radical todo aquello que no comprende.

En el caso del Rey, el doctrinarismo ha saltado como un resorte, impulsado también por esa escenificación de pompa rosa a costa de los heridos hospitalizados para consumo de masas. El Rey no está (ni falta que hace) en los momentos difíciles, pero sí aparece a hacerse fotos con los damnificados. Añádese a ello la consideración doctrinal del sentido de una manifestación de protesta (y unidad y etc.) contra un terrorismo financiado por Estados con los que hace negocios el Jefe del Estado que la preside. El asunto no es muy lógico pues la monarquía saudí no pasa las armas que compra en España a los terroristas del Daesh, sino que los financia. Pero, en todo caso, de negocios se trata con quien no respeta los derechos humanos y financia terroristas. Y realizados por quien, siendo Rey, contradice el espíritu republicano no solo de la CUP sino del conjunto del independentismo.

La doctrina parece haber vencido y el Rey no irá a la manifestación o, de ir, no la encabezará. Dadas las circunstacias, es lo más sensato que puede hacer. Pero, al mismo tiempo, la Casa Real y el gobierno no parecen calibrar la conclusión obvia de que la monarquía ha dejado de existir en Cataluña. Durante el atentado y sus turbulencias posteriores el que hizo acto de ausencia fue el gobierno y, con él, el Estado en su dimensión institucional. Los catalanes se bastaron para gestionar la crisis con eficacia y rapidez y los ministros del gobierno central -buen ejemplo ese Zoido de Interior- se limitaron a hacer el ridículo. 

Ahora, el que se declara ausente es el Estado en dimensión simbólica. Cataluña es una República y el Rey de España asiste a sus actos como un ciudadano. Algo absurdo desde el punto de vista monárquico. Pero es que el punto de vista monárquico cuenta ya poco o nada. 

Esa es la conclusión del doctrinarismo de la CUP: el cuestionamiento de la institución monárquica que lleva años bajo mínimos en la opinión pública. Solo sostenida por el compromiso de los dos partidos dinásticos y casi todos los medios de comunicación. Carece de legitimidad, no tiene prestigio ni es eficaz. 

¿Por qué se mantiene? Esencialmente por la inercia de un sistema político en crisis y la cobardía de una izquierda que nunca ve llegado el momento de plantear la necesidad de una República mediante un referéndum. 

Justamente, ese es el resultado del doctrinarismo de la CUP: señalar que el Rey está desnudo y abrir de paso un debate sobre el sentido de la Monarquía actualmente en España. En Cataluña está ya decidido. La atrocidad de la Rambla puede haber puesto en marcha el desmantelamiento del sistema político de la tercera restauración.