dissabte, 6 de desembre del 2014

Sorolla hizo las Américas.

Muy buena idea de la Fundación Mapfre de traer la exposición de Sorolla y los Estados Unidos organizada por el Meadows Museum, el San Diego Museum of Art y la propia fundación. Determinante ha sido, claro, la colaboración de la Hispanic Society of New York (HSNY), entidad que está en el origen de estos dos momentos decisivos en la vida del artista, los dos viajes a los States en 1909 y 1911. En ambas ocasiones el pintor valenciano causó verdadero furor en los círculos artísticos y de la alta sociedad estadounidense tanto por su arte, entonces en su mejor momento, como por sus buenas relaciones con círculos influyentes.

Cuando Archer Milton Huntington, un millonario con una pasión por la cultura española, lo invitó a exponer en Nueva York en 1909 por haber visto obra suya expuesta en Londres en ese año, Sorolla es ya un pintor reconocido, aclamado y muy bien relacionado socialmente. Veranea con la corte en Zarautz y es retratista de la alta sociedad, retrata incluso a los Reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia precisamente para la exposición de la HSNY. Al mismo tiempo produce obra propia casi de modo compulsivo, retratos de su familia, jardines, escenas de playa, que son las que causaron mayor impacto en los Estados Unidos. Fiel a sí mismo, a sus origenes humildes, de cuando el contenido social de su pintura y al luminismo, el nombre que se quiso dar a su estilo una vez pasado por París y contemplado la pintura impresionista que es eso, básicamente, luminismo. Comparte con los impresionistas el rechazo a la pintura de estudio y el gusto por los exteriores. Solo que los suyos son más de por aquí. Los bosques impresionistas de Boulogne o Bougival y los prados de Louvenciennes son en Sorolla jardines del sur, de la Alhambra, el Generalife, el Alcázar de Sevilla, que luego reconstruyó en su casa de Madrid, convertida hoy en Museo, en Martínez Campos, 37. Y las playas de Deauville o Trouville, las de la Malvarrosa.

Éxito como artista y como hombre de mundo, cosa poco frecuente. Por mediación de su protector y mecenas Huntington, retrató a las gentes más importantes de los EEUU, incluido su presidente, William Howard Taft, numerosos prohombres y sus esposas y algunos colegas de éxito. Como retratista es excelente ya que la rudeza tradicional española aparece modulada por cierta influencia de su amigo, el muy elegante John Singer Sargent, sobre todo en los retratos femeninos.

Excelente exposición porque permite ver producción sorolliana casi desconocida a este lado del Atlántico y que allí abunda pues vendió toda la obra que llevó en ambos viajes  y estuvo ocupado luego varios años realizando las numerosas comisiones que se le hicieron. De todo hay abundante y muy grata muestra en la exposición, incluidos retratos de su esposa Clotilde, aportados por el Museo Sorolla, una señora dotada de fuerte personalidad que se adivina decisiva en la vida del artista.

Entre los encargos que el autor de ¡Y aun dicen que el pescado es caro! trajo figura uno magno, esencial: pintar una Visión de España, cosa que se materializó en los 14 cuadros de grandes dimensiones que hoy adornan la Sala Sorolla de la HSNY, con tipos y paisajes de todas las partes del país. Allí están esas telas que condensan la visión de España de un artista que viajó por ella un año entero haciendo bocetos y documentándose. En realidad son una parte más de esa curioso museo de la cultura española, sito en la calle 155W, que corta Broadway a la altura de los últimos altos de Washington. Un edificio impresionante cuyas puertas de bronce ostentan sendos mediorrelieves con los Reyes Católicos y en cuyo patio de entrada se yergue una muy airosa estatua ecuestre del Cid. Por cierto, obra de Anna Hyatt Huntington, esposa del millonario y escultora afamada.

Huntington fundó la HSNY en 1904, seis años después de la guerra hispano-norteamericana. Los reyes españoles precisamente se hicieron retratar como muestra del ánimo de recomponer las relaciones con aquella poderosa nación que nos había vapuleado, arrebatado los restos del imperio y confrontado con la triste imagen de nosotros mismos. Hay algo extraño en esta historia y es que nadie habla de ella. Unos estadounidenses ricos deciden erigir una especie de monumento a la cultura de la nación que su país acaba de derrotar en una guerra humillante. Porque la HSNY no solo tiene Sorollas; también muestra obra de Goya, de Velázquez y muchos otros pintores españoles, y alberga una riquísima biblioteca de temas españoles con algunas joyas como una edición príncipe del Quijote. Sin embargo, no es propiamente un museo, ni un centro de investigación, ni una fundación. Tiene cierto aire de mausoleo. Es como un monumento funerario a una vieja nación europea, rebosante de cultura, derrotada por una joven potencia industrial. Y tiene algo de metafórico que el símbolo iconográfico más representativo de España como nación en su pluralidad, la Visión de España del artista, esté al otro lado del Océano.

La exposición contiene asimismo una serie de apuntes en hojas de menú de los restaurantes, guaches en los cartones de la lavandería del hotel en que Sorolla se alojaba en Nueva York, a la entrada de Central Park. Son instantáneas, escenas callejeras en contrapicado, como si tratara de captar el bullicio de la 5ª Avenida, al modo que lo quería Boccioni. Pintar al aire libre en Nueva York, cuando se está de visita y de negocios con galerías y marchantes debe de ser complicado. Pero estos bocetos juntamente con las obras acabadas componen el material de esta exposición que podría llamarse pintor en Nueva York de no ser porque Sorolla, en realidad, fue a hacer las Américas.

divendres, 5 de desembre del 2014

España: modo reinicio.

La última bomba de Bankia revive el Celtiberia Show, del llorado Carandell, la Corte de los milagros valleinclanesca, el patio de Monipodio cervantino. Esto no tiene arreglo. Un país gobernado por una oligarquía política, empresarial, financiera, compuesta por una variada mezcla de incompetentes y ladrones tiene que acabar en el desastre. Lo que hay ahora mismo. Es descorazonador comprobar que una de las entidades financieras mayores del Reino estuvo más de década y media gobernada por presuntos estafadores y lo es también revivir en el recuerdo a Rodríguez Zapatero hace menos años asegurando que las cajas eran un sistema financiero recientemente saneado y sólido. El péndulo oscila entre la granujería de unos gestores delincuentes  y la inepcia de unos políticos estúpidos. Ni los gobernantes de derecho ni los de hecho tienen una mínima idea del desbarajuste que han sembrado. No se dan cuenta de que se han cargado el país y que la única solución es de estilo informático: apagar y volver a encender. Modo reinicio.

Los dos principales responsables de lo que parece ser la mayor estafa corporativa de la historia de España andan en libertad, van y vienen a sus cosas mientras que el juez que investigó sus presuntos delitos ha sido apartado de la carrera judicial. Igual que lo ha sido el que investigó las estafas de la Gürtel y como puede serlo, si se descuida, el que investiga ahora los papeles de Bárcenas. El poder judicial está siendo sistemáticamente presionado y manipulado para orientar sus decisiones en sentido favorable al poder político y, si resiste, es gracias al espíritu heroico de algunos jueces independientes. Pero no es únicamente el poder judicial. Todo está hecho unos zorros. Los medios públicos de comunicación son una vergüenza. La actividad parlamentaria, una burla. El diálogo político inexistente o enconado. La economía no levanta cabeza. El tejido social está deteriorado y hay una amenaza real de secesión territorial.

Es absurdo, pura propaganda huera, asegurar que aquí y ahora España es una gran nación, como repiten todos los dirigentes del PP bajo la batuta del presidente del gobierno más incompetente de toda Europa, así como todos los miembros de la casa real, ilustrados por el lumbreras. También lo es la pretensión más moderada de considerarla un país normal, equiparable a otros países europeos.

De ningún modo. España sigue siendo excepcional por muy diversos conceptos. Para no perdernos en disquisiciones de valoraciones muy distintas, procedamos con los criterios de medición que los neoliberales aplican a base de entender la gestión pública con criterios de empresa privada. Pues bien, con esas pautas, los tres años de la legislatura de Rajoy han sido un  fracaso. El país no ha remontado; el paro no se ha mitigado; la población se ha empobrecido; los servicios no funcionan; los niños pasan hambre; la gente se suicida;  la emigración ha aumentado; y las desigualdades de todo tipo, también. Los valores nacionalcatólicos hasta en la sopa, los curas por doquier y la Iglesia parasitando al Estado. La corrupción campa por sus respetos y ha inficionado el conjunto del sistema político. El partido de la derecha está metido en ella de hoz y coz, como lo está su presidente y presidente del gobierno. La deuda pública es superior al PIB. No hay nada que hacer. En términos empresariales, el gobierno del PP es un fracaso y debiera cerrar la tienda. Si no lo hace es porque la asociación de malhechores en la que se sustenta sigue robando.
 
Hace mucho que Rajoy debió dimitir. Al no hacerlo se ha configurado como el único responsable de este desastre sin paliativos, que viene acompañado de una probabilidad real de separación de Cataluña. Resulta así que los herederos ideológicos de quienes hicieron una guerra civil para impedir una hipotética separación catalana son los que han provocado la escisión actual. Los nacionales se han cargado la nación.

El sueño de la razón...


... produce monstruos, reza el capricho nº 45 de Goya. Monstruos repulsivos, muchas veces odiosos, repugnantes; seres fantásticos, amenazadores, agresivos. Pero no siempre. La fantasía carece de límites y abarca todo, lo odioso y lo amoroso, lo repulsivo y lo atractivo. Hasta se permite el lujo de mezclarlos y hacer atractivo lo repulsivo u odioso lo amoroso. Pocos versos más citados que el odio y amo. Monstruos, la creación de la fantasía, seres que no se atienen a la norma. Pero ¿qué norma? En la naturaleza no hay normas y todo es monstruoso porque nada lo es. La erupción de un volcán es tan monstruosa como una aurora boreal. Las normas son invenciones de los seres humanos, que solo conocen una universal: ellos mismos. El hombre es la medida de todas las cosas, dice el filósofo. El hombre es la norma. Y todo lo que no se ajuste a ella es monstruoso. El mundo es monstruoso. En el fondo, lo más monstruoso de todo quizà sea misma razón.

La exposición de la Casa Encendida "Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay" es una exhibición de monstruos en todos los sentidos del término, desde los amables y poéticos hasta los repulsivos y criminales. Es una muestra muy completa y muy bien concebida, sobre todo porque se apoya en una serie de actividades complementarias a lo largo de varios días, con proyecciones de películas relacionadas con el tema, seminarios, lecturas, etc. Todo ello es muy meritoria labor de la comisaria Carolina Pérez, experta en animación, acreedora de muy efusivos parabienes. Enhorabuena.

El material expuesto son piezas, diseños, artilugios, cámaras, sombras, mecanismos, ilustraciones, films que utilizaron estos genios del cine de animación desde los orígenes. Starewitch, que era entomólogo, se valió de sus especímenes para rodar películas, varias de ellas, célebres como la que representa un pelea entre escarabajos de los llamados "rinocerontes". Porque, puestos a buscar monstruos, el mundo de los insectos los conoce de todo tipo y condición.

Las explicaciones que se ofrecen al visitante (pues el catálogo está agotado) dan suficientes pistas para entender el espíritu de estos cineastas tan peculiares, con tan poco acceso a los circuitos comerciales. El mismo caso de los hermanos Quay que tienen un elemento propio del género que cultivan, pues son gemelos univitelinos y han alcanzado un éxito considerable, es paradigmático. Pero tampoco son necesarias las aclaraciones. Quien se sumerja en la exposición muy bien montada y se pare a considerar las piezas, irá identificando poco a poco a los referentes, unas presencias a veces solo insinuadas y otras explícitas que componen una especie de universo pictórico del que dependen muchos de los elementos de estas películas. De hecho tanto Starewitch como Svankmajer se sitúan en la tradición pictorialista. Pero es una pintura con un hilo conductor: lo irracional, lo onírico y, por supuesto, lo surrealista. Presentes están de una forma u otra Monsú Desiderio (alguno de los que se engloban en este nombre), Goya, los goyescos Lucas Velázquez y Leonardo Alenza, Dalí, Ensor, Kubin y en buena parte de la obra de los Quay, reina incontestable Arcimboldo.

Pero se trata de cine, de fotografía en movimiento, de cine de animación. No de dibujos animados, sino de objetos, de figuras, guiñoles. Y, en una forma de sinestesia, a los referentes pictóricos, se unen los literarios. La versión del Roman de Renart, que saluda al visitante nada más entrar, lo avisa de que este cine explotará la rica tradición occidental de cuentos, fábulas, relatos en los que los animales, los objetos, los árboles, los ríos, los juguetes y artefactos hablan y actúan. Las mismas orientaciones de la pintura, el romanticismo, el simbolismo, el modernismo, el absurdo, lo onírico, lo fantástico, dan pie o adornan los relatos. Presentes de muchas formas están, además del Roman de Renart, Carroll, E.T.A. Hoffmann, Poe, Kafka, Gogol, Ghelderode, Walpole, Buñuel, los hermanos Kapek, el surrealismo o el inclasificable Robert Walser.

El ruso Starewitch (1882-1965), el primero de todos, es el que más trata los temas fabulísticos, dentro de la tradición de Lafontaine, la cigarra y la hormiga, la reina de las mariposas, el león y la mosca, sin abandonar otros temas fantásticos o misteriosos. Svankmajer recurre más a los motivos literarios y su abanico es enome: lo absurdo y fantástico en Alicia en el país de las maravillas, el increíble Jabberwocky de Al otro lado del espejo; lo terrorífico con la caída de la casa Usher; lo gótico, con el Castillo de Otranto, etc. Sin desdeñar los montajes animados tradicionales, ni los insectos o los objetos, Svankmajer se mueve en un universo más denso, más construido, con referencias literarias más claras. Su última producción, que se estrenará el año próximo, 2015, es una versión de las imágenes de la vida de los insectos, de los hermanos Kapek que, por supuesto, trae a la memoria la Metamorfosis kafkiana. Los hermanos Quay, también activos hoy y, como ya iniciara Svankmajer, acentúan el orden sinestésico al versionar obras de compositores famosos como Stravinsky o Leo Janascek. Toda su obra, sembrada de homenajes a sus predecesores, como Svankmajer o fuentes de inspiración, como el dramaturgo Ghelderode, está marcado por dos influencias notables y manifiestas, la del polaco Walerian Borowczyk, gran maestro del cine francés que, sin embargo, está ausente en esta exposición y la pintura de Arcimboldo.
 
Merece la pena pasear por este territorio oculto, fantástico, inquietante, de alucinación, fascinación y espanto porque es lo que alienta en muchas narrativas literarias, pictóricas, musicales, lo que pervive en las tradiciones artísticas occidentales generalmente despojadas de estos efectos ambiguos, a veces siniestros, amenazadores o angustiosos. La corriente de miedos y temores que mana por debajo de la débil capa de la civilización racional y muestra que basta quizá un pequeño twist in the tale para enfrentarnos a eso, al sueño de la razón, a lo monstruoso, a los Freaks,  de Tod Browning, el locus solus de  Raymond Roussel, las obsesiones meticulosas de Piranesi, la angustia de Klinger, los temores de Spilliaert, ninguno de los cuales está físicamente en la exposición, pero sí anímicamente, como si se encontraran en su territorio encantado.
 
¿Es ocioso recordar que muchos de estos creadores de la animación, el misterio, lo absurdo, lo surrealista son eslavos (checos y polacos sobre todo, pero también rusos como Gogol o Maiakovsky) y centroerupeos, holandeses, belgas, alemanes como Ensor, Spilliaert, Ghelderode, Klinger, Kafka, los Kapek, Hoffmann o Walser?  Seguramente sí; pero tiene su punto.

dijous, 4 de desembre del 2014

Consejas al PSOE.

Como Palinuro carece de ciencia infusa, no está en posesión de verdad absoluta alguna y carece de títulos para ir por ahí repartiendo credenciales de nada, considera que el PSOE es un partido de izquierda. Quizá no sea tan de izquierda como otros, pues en esto de la ideología, como en todo, hay gradaciones. Pero de izquierda. Se basa para ello en el hecho de que los propios socialistas afirman serlo y parece razonable iniciarse en lo debates otorgando algún crédito a lo que dicen las partes interesadas. Si duda, cuando afirman ser de izquierda, los socialistas pueden estar mintiendo. La mentira es uno de los atributos que definen a los seres humanos como racionales. Pero también pueden estar mintiendo quienes les niegan tan codiciada condición izquierdista y se la reservan para sí. Aunque se tipifique como un mal, la mentira es una forma de bien público en el sentido de los economistas, esto es, algo que pertenece a todos y de lo que nadie puede ser excluido.

En los últimos años se ha producido un cambio en la actitud general del PSOE que ha inducido una creciente opinión popular de que el partido ha dejado de ser de izquierda. Cuántos años en concreto en cosa sujeta a las exigencias de cada cual. Hay quien dice que tres, otros diez, otros, cuarenta. Va en pareceres. En todo caso los suficientes para que haya crecido llamativamente la intención de voto de una izquierda más a la izquierda y se equipare con frecuencia al PP con el PSOE.
 
Ahora el PSOE muestra clara voluntad de enderezar entuertos, disipar dudas, recuperar su discurso genuino, mostrar su rostro de izquierda. Es más o menos creíble pero Palinuro aplica aquí el mismo criterio de conceder un voto de confianza a lo que se dice. No siendo, además, sectario, sostiene que lo importante es que haya un voto mayoritario de izquierda. No es de recibo que gobierne la derecha porque aquella es incapaz de ponerse de acuerdo.
 
Con ese espíritu constructivo, Palinuro aconseja al PSOE recuperar el crédito perdido mostrando que se toma en serio la tarea. Para ello debe marcar distancias nítidas con el PP en todos los terrenos, incluido el de la organización territorial del Estado; o sea, Cataluña. El PSOE no puede decir que en esto está detrás del PP  sin fisuras. La gente no es tonta y puede entender que entre la independencia y la represión sin más hay posiciones intermedias de negociación que posibiliten acuerdos en los que no se menoscaben los justos derechos de nadie. Los justos. No lo injustos.
 
Ese distanciamiento debe ser total. No cabe seguir actuando como comparsa en un esperpento en el que se hace pasar como política la actividad de un gobierno apoyado por un partido que los jueces consideran una posible organización de malhechores y presidido por alguien bajo acusación de haberse lucrado con la corrupción.
 
Y también tiene que marcar las distancias por el otro lado con Podemos, que representa un reto de absorción de votos socialistas tradicionales mucho más fuerte de lo que nunca fue IU. El hecho de que los novísimos se apropien de la bandera de la socialdemocracia debiera suscitar una respuesta rápida del PSOE. Al fin y al cabo, están arrebatándole la marca de fábrica, normalmente un activo muy importante en toda empresa colectiva. ¿Qué debería hacer? Es obvio: elaborar un relato sucinto y claro de lo que la socialdemocracia ha hecho en España de bueno, reconocer lo que haya hecho de malo y proponer enmiendas creíbles. Y atenerse a él. Y difundirlo. Está en su derecho. Como lo está Podemos en dudar de su sinceridad. Y vuelven a estarlo los socialistas cuando dicen que, pues lo mejor resulta ser la socialdemocracia, socialdemocracia por socialdemocracia, más vale apostar por la auténtica que por la prometida.
 
Dos últimas cuestiones. La izquierda socialdemócrata no tiene por qué ser antimonárquica. Los partidos socialdemócratas nórdicos y de otros países europeos conviven con la monarquía. Pero tampoco tiene por qué ser solo monárquica y menos en España. También puede ser republicana. En gran medida lo es y, por tanto, el PSOE debe matizar su reciente monarquismo para reconocer la legitimidad de la república y el derecho de la gente a decidir entre una y otra.
 
La segunda cuestión, la Iglesia. No hay ninguna razón para que el PSOE no se comprometa ya a denunciar los Acuerdos con la Santa Sede y separar de una vez eficazmente la Iglesia del Estado para que aquella deje de ser un Estado dentro del Estado y admita su condición de asociación privada.


(La imagen es una foto del PSPV-PSOE, con licencia Creative Commons).

Cataluña: las formas de la unidad.

Cataluña se ha convertido en un bullicioso laboratorio político que tiene absorbidas a sus fuerzas sociales y concita la atención del extranjero, aunque no tanto de España probablemente porque no se considera "extranjera" de Cataluña en la medida de Finlandia o el Canadá. El proceso soberanista se ha alimentado sobre todo de su propia savia, su tradición y su visión del presente y también de la pasmosa incompetencia del gobierno central a la hora de elaborar políticas, policies en el sentido anglosajón, capaces de acomodar la situación que, de una reforma del Estatuto ha pasado a un horizonte de declaración unilateral de independencia..
 
En este momento, administrando el resultado de la consulta del 9N, el bloque soberanista parece dividido y debate no sobre el próximo paso, que son unas elecciones anticipadas, sino sobre la forma de darlo, si con una lista única o con varias de partidos. La lista única tiene más carga simbólica, es más solemne, pero menos práctica, sobre todo a la hora de constituir el gobierno. La pluralidad de listas es menos simbólica y pomposa, pero más práctica si lo que se pretende y enuncia es un gobierno de concentración en el que cada cual debe estar representado según su apoyo electoral.
 
Razones se escucharán muchas y es de esperar que no subidas de tono. Pero al final es muy probable que se adopte una solución de equilibrio, beneficiosa para todos en el sentido clásico de que, quien la rompa, saldrá perjudicad@. 

dimecres, 3 de desembre del 2014

Mundos aparte.


Ahora mismo España es un rompecabezas. O un puzzle, como dicen quienes celebran Halloween porque son unos cracks. Hay piezas nuevas imposibles de encajar en el dibujo. Incluso hay dos dibujos distintos. Muy distintos. El de tema catalán y el de tema español. Son como dos realidades diferentes, cada vez más separadas, mundos aparte.

Cataluña muestra un sistema político de hegemonía soberanista con una dinámica propia, decididamente orientada a la construcción de un Estado independiente y en conflicto, relativamente controlado de momento, con el Estado. El proceso prescinde de la dinámica del sistema político español desde el momento en que se postula por igual frente al inmovilismo del PP o el cauto reformismo más o menos federalizante del PSOE, dándoles a ambos por superados en Cataluña. La hegemonía es patente. El bloque soberanista debate sobre las formas electorales, pero no sobre la decisión de convocar elecciones anticipadas. Sin duda estas no son inevitables, dado que CiU todavía puede mantenerse en el gobierno en alianza con un PSC que estaría encantado con ello. La cuestión es si al nacionalismo burgués le merece la pena retrasar un año las elecciones a cambio de una pérdida de imagen soberanista fuerte. La opción conservadora, la lista única, quiere acentuar el carácter nacional al estilo bismarckiano, garibaldino; la nación por encima de sus facciones. La opción de izquierda, las listas separadas, quiere subrayar más el carácter social. Es republicana, pues lo lleva en el nombre, y decididamente radical. El gobierno de concentración, se entiende nacional, es una figura conocida aplicada en situaciones de emergencia. Y ¿qué emergencia hay mayor que la del nacimiento de un Estado? Por otro lado, es difícil imaginar qué gobierno podría constituirse a partir de una lista única trufada de nombres personales sin traducción partidista.

Lo que está claro es que ese debate es puramente catalán. En Cataluña hay también otras fuerzas políticas. Es la comunidad autónoma con mayor índice de pluripartidismo. Hay siete partidos en el Parlament, frente a cinco en el País Vasco y menos aun en las demás comunidades autónomas. La hegemonía es catalanista. Las fuerzas puramente españolas, el PP y Ciutadans, son minoritarias, marginales. Las dos intermedias, PSC y ICV-EUiA, eso, intermedias; más inclinada al soberanismo la segunda que la primera. Nada que pueda oponerse con eficacia a la mayoría absoluta soberanista en la cámara. Esta tiene fuerza de atracción pues sus resoluciones suelen ir firmadas también por alguna de las fuerzas intermedias y hasta por las dos. Mientras que lo contrario no se da. Cataluña no se mueve en clave española. Pero España sí se mueve en parte en clave catalana.

La posibilidad de una gran coalición, lanzada ayer como una pedrada en el estanque por mi señora Aldonza Lorenzo de La Mancha para garantizar, dice, la gobernabilidad ha puesto a croar a todas las ranas. Nada de gran coalición rechazan indignados los socialistas, cuyo secretario general acaba de afirmar que podía llegar a acuerdos puntuales con el PP y con un sentido de la diplomacia que los dioses le conserven. En todo caso, de grosse Koalition, ni hablar. Se entiende el escándalo en un partido al que se presenta en la izquierda como la otra pata del banco de la restauración, la transición y el fementido "régimen", como PPPSOE. Sin embargo, Alemania se gobierna con una grosse Koalition y no parece haber un descontento masivo marcado. Aquí, se argumenta, eso es imposible porque las diferencias entre PP y PSOE son antagónicas. Véase por si había dudas el artículo 135. No, no y no a la gran coalición. ¿Se mantendrá ese criterio si, complicándose los asuntos catalanes, el PP hace a su vez una llamada al patriotismo del PSOE y propone otro gobierno de concentración como el catalán? Dos gobiernos de concentración en España y enfrentados entre sí. El SPD alemán, además, no tiene un Podemos pisándole los talones. Pero Cataluña es decisiva.

De Cataluña no hay discurso claro en Podemos. A falta de ver qué resultado obtendría en unas elecciones y qué actitud adoptaría en la política específicamente catalana, a día de hoy, según sus declaraciones, Podemos se situaría en el campo intermedio, obstaculizando o apoyando la opción hegemónica, pero sin capacidad de configurar una propia.

Podemos es una fuerza decididamente española e inserta en la dinámica del sistema político español. Una vez fagocitado el apoyo electoral de IU y mantenido esta como opción perdedora con la sola función de evidenciar que Podemos no es una fuerza comunista o poscomunista, toca ahora absorber la base electoral del PSOE hasta pasokizarlo. La declaración de Pablo Iglesias de que su programa económico y supongo que todo él es socialdemócrata revela astucia. La utilización de un término denostado hasta la fecha a base de precisar que se trata de la verdadera socialdemocrcaia, la que el PSOE ha abandonado vergonzosamente por un plato de lentejas de las migajas capitalistas. Podemos recoge bravamente una bandera abandonada en el fango y la enarbola, al tiempo que empuja a la derecha a su abanderado tradicional, el socialismo democrático, el PSOE. Esa es la gran apuesta, la misma que había hecho Carrillo en lo años setenta del siglo XX, cuando se sacó del magín el eurocomunismo, que era el viejo progama comunista dulcificado y aplicado mediante elecciones democráticas.

La cuestión es si la socialdemocratización de Podemos tiene mayor éxito que el eurocomunismo del PCE.

dimarts, 2 de desembre del 2014

Un gobierno por debajo de toda sospecha.


A este gobierno de supuestos corruptos, apoyado en un partido al que un juez acusa de ser partícipe a título lucrativo en varios presuntos delitos, es decir, de ser una especie de asociación de malhechores, le queda un año antes de desaparecer por el escotillón de la historia. Siempre que en noviembre de 2015 la mayoría del electorado no cometa de nuevo el error de confiar en alguien que no lo merece bajo ningún concepto.
 
Pero un año es mucho tiempo para quien ha dado ya sobradas muestras de actuar sin contemplaciones, con rapidez y contundencia, siempre en la peor de los direcciones posibles. Por eso su propaganda se sintetiza en la fórmula contraria: en la buena dirección. Sin duda, la dirección que lleva de una democracia demediada a una forma de tiranía policial, con parada y fonda en el autoritarismo, la corrupción y el expolio. De todo ello, abundantes pruebas ayer mismo.
 
Después de apoyar a la presunta corrupta Mato durante tres años y de haberla destituido como ministra solo una vez imputada en una causa penal, el presidente la conserva como diputada y miembro del máximo órgano del partido. En contra de todos los usos democráticos posibles. Porque sí. Por narices. Como por narices tampoco dimite él, presidente del partido igualmente acusado por el juez. Y no da explicaciones, ni rinde cuentas, ya sea a los medios o al parlamento. Nada. No le da la gana de explicar por qué parece tan inclinado siempre a amparar y proteger la corrupción, si no a beneficiarse de ella.
 
¿O no amparaba a Fabra, hoy recluso como delincuente en la cárcel de Alcalá, al llamarlo "ciudadano ejemplar"? Sin olvidar que parecidos ditirambos ha dedicado a Matas y Camps. La tolerancia o quizá complicidad de este gobierno y su presidente con la corrupción es fabulosa y patente. Se mide en indultos a delincuentes, engaños y mixtificaciones, maniobras para controlar los órganos judiciales y entorpecer su actuación, destrucción de pruebas, manipulación de datos y estadísticas, control y censura de los medios de comunicación, convertidos en órganos de propaganda pagada con el dinero de todos.
 
El del dinero de todos, los fondos públicos, es un concepto que ha desaparecido del debate colectivo. El gobierno expolia el erario público a su antojo, según sus criterios políticos e ideológicos, sin dar cuenta a nadie y como si se rascara él el bolsillo; como si los rescates de la banca, de las grandes empresas, las autovías, los servicios privatizados y ya ruinosos, los lucros cesantes de las amnistías y los paraísos fiscales salieran de los ahorros personales de los gobernantes y no de los recortes en la sanidad, en la educación, en todos los servicios sociales, en las prestaciones y subsidios de las gentes. Dentro de la concepción patrimonialista de la derecha lo que hay que hacer con el erario público es esquilmarlo en provecho propio, legal o ilegalmente. Ayer se propinó un nuevo hachazo a las pensiones de cuyo fondo de reserva volaron otros 8.000 millones de euros. Desde que esta organización de presuntos malhechores llegó al poder se ha volatilizado el 36% de dicho fondo. "Si hay algo que no tocaré", dijo un trascendental Rajoy en la oposición, "serán las pensiones". 
 
Falto de talante democrático, de responsabilidad, de honradez, de autoridad y prestigio, falto de todo menos de mendacidad y cinismo este gobierno sabe que está sentado sobre una olla a presión de descontento popular. En España y en Cataluña, en donde se da un motivo de indignada insubordinación añadido y frente al cual el presidente ha mostrado la misma incompetencia que frente a los problemas de la crisis y la corrupción. O más, si cabe.
 
El gobierno se niega a informarse de las razones de tan generalizado descontento y se limita a decir por boca de su presidente que "conoce los problemas de Cataluña y de la gente, la inmensa mayoría, que lo pasa mal en la crisis". Pero de ese conocer no se deriva actuar alguno para resolverlos sino, al contrario, para agravarlos y enconarlos. Es más, no los considera  verdaderos problemas de fondo, sino meras cuestiones de orden público y, fiel a su espíritu autoritario y su miedo a la información, la transparencia y el conocimiento de sus posibles fechorías, recurre a la represión.
 
El proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana es una involución hacia formas de Estado policial perfectamente definidas en el término popular de Ley mordaza, un conjunto de disposiciones para criminalizar todo tipo de protesta e impedir el ejercicio pacífico de las libertades de reunión, manifestación, información, expresión, etc. Es imposible llamar a esto democracia y, dada la impunidad prevista para la policía, que sustituye a los jueces en multitud de ocasiones, quizá también lo sea considerarlo Estado de derecho. Tiene más de tiranía
 
En esa misma línea ayer se supo que el ministerio del Interior cuenta con una unidad "de élite" de la policía, no controlada por el poder judicial y, por tanto, bajo dependencia directa del ministro o su segundo, dos aficionados a los métodos expeditivos a extremos enfermizos. Su función es husmear en la vida de los políticos independentistas catalanes a la busca de material para hundirlos mediante la guerra sucia. Policía política, en definitiva, y en la línea de la Brigada Político-Social del franquismo.
 
El descubrimiento provocó escándalo. Con razón, claro es. Vuelven los tiempos en los que llaman a la puerta de tu casa a las tres de la mañana y no es el lechero. Sin embargo, tampoco es tan nuevo. De eso es de lo que también se ha acusado, ignoro con qué fundamento, a la policía en Madrid, un lugar en el que se ha generalizado una práctica despótica, monstruosa: la represión preventiva. No se olvide, además, que cuando el poder político emplea la policía de todos a su servicio de partido, esta no solamente busca sin permiso pruebas incriminatorias sino que llega a fabricarlas.
 
Es un año lo que queda de este gobierno deslegitimado y bloqueado. Pero en un año puede hacer cosas peores.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 1 de desembre del 2014

No pueden con Podemos.


Podemos es un típico media party, surgido de los medios, organizado a través de los medios y cuya acción se expresa básicamente a través de los medios. Ya se sabía hace mucho tiempo: la nuestra es una sociedad mediática y nuestra democracia, al decir de Manin, una democracia de audiencias. Se sabía, pero apenas se actuaba en consecuencia. Los partidos tradicionales, todos ellos surgidos de la interacción social directa, no mediada, se adaptaban a los medios como podían y trataban de valerse de ellos pero desde fuera, considerándolos como algo ajeno, como instrumentos. Podemos no se adapta a los medios sino que se identifica con ellos; él mismo forma parte de los medios. Su líder y fundador no solo se mueve en los audiovisuales como pez en el agua, sino que es presentador de televisión. Lo ha sido en La Tuerka, lo es en Fort Apache y podría serlo en alguna cadena comercial privada de mayor alcance. ¿Por qué no? Las empresas privadas buscan la audiencia como los heliotropos el sol. Las audiencias, por supuesto, son beneficios y, si estos aumentan dando cancha a quien critica el sistema que los posibilita, tarde o temprano se le dará cancha. De uno u otro modo. Es uno de los efectos de las contradicciones culturales del capitalismo, de Daniel Bell.

El carácter mediático de Podemos, visible también en que La Tuerka emite desde la plataforma de Público.es, se refuerza con el empleo de las redes. Podemos también ha nacido en las redes y se expresa en las redes con una pericia, una competencia y un éxito que son la envidia de su competidores, cuya presencia en ellas suele ser poco lucida. Audiovisuales y redes en conexión con un momento de difusa agitación social con descontento creciente, desafección hacia los partidos dinásticos y las instituciones e indignación por los fenómenos de corrupción generalizada en medio de una crisis cada vez más percibida como una estafa. Tal es la clave de la irrupción sorprendente de Podemos.

Esa repentina y poderosa aparición en la esfera pública ha provocado una curiosa reacción de hostilidad generalizada. Los medios, casi todas las cadenas de televisión, con alguna excepción, las emisoras de radio, todos los periódicos de papel y algunos digitales se manifiestan beligerantes frente al nuevo partido. Los comunicadores oficiales y tertulianos de derechas echan venablos y a alguno va a darle un pasmo. Los intelectuales orgánicos de prácticamente todas las tendencias ningunean y desprecian a los líderes y avisan de sus tendencias leninistas, totalitarias.

Tengo para mí que parte de esa irritación procede de la hegemonía que Podemos ha establecido casi de la noche a la mañana, imponiendo gran parte de los contenidos del debate público. No todo porque Cataluña se le escapa. La hostilidad se hace furor cuando se comprueba que los medios, favorables o desfavorables, se vuelcan en Podemos. Y lo hacen en tres órdenes o niveles:

En un nivel ideológico, los medios ponen de relieve la ambigüedad del partido en cosa de principios. El debate izquierda/derecha vs. arriba/abajo, el pase a la reserva de la reivindicación republicana, la indefinición frente a Cataluña, el silencio sobre la Iglesia, son los clavos con los que otras opciones políticas amenazadas quieren construir a Podemos el ataúd del populismo. Pero el intento no cuaja y sí, en cambio, la sospecha de que esa ambigüedad en paralelo con la claridad en reivindicaciones prácticas, programáticas, del día a día, puede ser un acierto.

En un nivel programático, los medios acosan a Podemos y quieren detalles sobre la deuda, la banca, el crédito, la jubilación, los salarios, las pensiones, los impuestos, etc. Y lo quieren en datos y magnitudes comprobables. Consultan a expertos, convocan jornadas, reclaman artículos. De este modo mantienen a Podemos en el proscenio y, además, le ayudan a perfilar su programa, cotejándolo con otras opiniones o criterios y corrigiéndolo cuando necesario. Eso les da más prestigio sobre todo en comparación con los dos partidos dinásticos que, o no tienen programa o el que tienen lo ignoran.

En un nivel personal, los medios escudriñan la vida y milagros de los dirigentes, pero en términos más o menos superficiales. Que si pagan las consumiciones en los bares, tienen un novio en Arenas de San Pedro o son aficionados al fútbol. Claro, todo eso importa; pero no es decisivo. Es preciso ir algo más allá, hasta ese punto en que, según el nuevo feminismo, lo personal es político. El partido representa la irrupción en la esfera pública de un grupo de gentes cohesionadas por afición y devoción que, además, gustan de verse como una generación, una generación nueva. Como tal, sus integrantes, considerados personalmente, están atravesando lo que quizá sea para ellos el gran momento de sus vidas, una experiencia vital única. Y lo hacen tocando con los dedos la posibilidad de conseguir lo que todas las generaciones han anhelado y anhelarán: cambiar el mundo. Al menos este, aquí, ahora, en España. Cuando se tiene este espíritu en cuenta se entiende mejor la diferencia entre la "nueva y la vieja política" al modo de hoy. Considerados personalmente, los dirigentes de Podemos viven la política como una pasión; los de los partidos institucionales como una rutina. Óigaseles cómo hablan de su relación con sus respectivos partidos. Los políticos institucionales se dicen siempre al servicio de su partido. Los de Podemos tienen el partido a su servicio.

Aquí intervienen dos consideraciones finales que remachan una visión desapasionada del fenómeno y no son necesariamente coincidentes: la referencia al carisma del liderazgo de Podemos y el reiterado discurso de este de no considerar la posibilidad de perder. Ganar, conseguir el Poder es el objetivo al que se orienta todo lo demás, la ambigüedad en los principios, la flexibilidad programática y el carácter centralizado y jerárquico de la organización.

Es el bolchevismo, es el leninismo, acusan los mandarines de la Corte. No, responde Iglesias, es la verdadera socialdemocracia. Formalmente es correcto por cuanto Lenin fue socialdemócrata hasta que se proclamó comunista. Y vuelve a serlo pasándolo por el cedazo del Eurocomunismo, la feliz fórmula que inventó Carrillo en los 70 del siglo pasado de renunciar a la revolución y adoptar la vía electoral con un discurso socialdemócrata que, por supuesto, descansaba sobre la idea de que los socialdemócratas se habían hecho todos de derechas y habían dejado libres sus zapatos. Dicha fórmula no funcionó electoralmente.

La cuestión es si lo hará ahora. Si lo hace, Podemos habrá triunfado y podrá administrar la victoria. Si no lo hace, habrá perdido y no podrá administrar la derrota porque no nació para eso. Puede ganar o perder, pero ello solo dependerá de él. Lo que haga el frente de la hostilidad es irrelevante. No puede con Podemos.

(La imagen es una foto de My Web Page, con licencia Creative Commons).

Arte y propaganda.

Hace unos días se inauguraba en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en Madrid, la exposición A su imagen. Arte, cultura y religión, organizada por la Fundación Madrid Vivo, una asociación conservadora de empresarios y curas, la Conferencia Episcopal Española y la Archidiócesis de Madrid. Los medios ilustraban la noticia con una foto del acto en la que figuraban diez personas, entre ellas la consejera de Educación de Madrid, Lucía Figar, el obispo Osoro, el cardenal Rouco, Ana Botella, la ex-reina Sofía, el presidente del Congreso, Jesús Posada, y la vicepresidenta del gobierno, Sáenz de Santamaria, además del empresario y ex-ministro Villar Mir. Puro antiguo régimen. Puro nacionalcatolicismo que, según, Luis Goytisolo sigue vigente.

Los figurones del trono, el altar, la política y la empresa se hicieron retratar delante de un cuadro de Rubens que representa a Sansón dando muerte al león. Pensé entonces que a lo mejor y, a pesar de los antecedentes citados, la exposición era de verdad de arte y cumplía lo que anunciaba a través de los medios de comunicación de ser una muestra "de lo mejor de la pintura y la escultura españolas" de tema religioso, con piezas de grandes maestros, como Goya, Velázquez, el Greco, Murillo, Rubens, Ribera, Zurbarán, Berruguete, Gregorio Fernández, etc.

Nada más lejos de la realidad. La exposición abarca, sí, unos diez siglos, del X al XX. Pero todas las piezas son de autores (o anónimas) de segunda fila u obra menor de contados maestros. De escultura, nada, salvo cuatro o cinco tallas de Gregorio Fernández y algún otro, ideales para adornar iglesias. Y eso sin mencionar varias muestras de un mal gusto estomagante, como unos candelabros gigantescos de plata repujada, algún relicario, cáliz, arqueta, etc todos de oro, plata, pedrería, pruebas de ese espantoso boato a que tan aficionado es el culto católico desde siempre.

La finalidad de la exposición, su hilo temático, es mostrar el interés y el apoyo de la iglesia al arte en todos los tiempos y actualmente. Es decir, una finalidad de propaganda. Durante siglos, el arte ha sido vehículo de propaganda de la religión, especialmente la católica. Se trata, pues, de que siga siéndolo hoy, si no como antaño, sí para lo hoy necesario. Para redondear el carácter eclesiástico/católico del evento, se cobra una entrada de 7 euros completamente abusiva, primero porque es una institución pública (el Ayuntamiento) y después porque la muestra no los merece. Los organizadores tratan de justificarlo obligando a los visitantes a acarrear esos ridículos audiotrastos con informaciones grabadas sobre algunas obras también teñidas de propaganda católica, como lo están las explicaciones que figuran en las paredes, redactadas con espiritu militante.

La misma clasificación temática de la exposición muestra esa estrecha visión catequística peculiar al catolicismo español: de algunos episodios del Antiguo Testamento a las representaciones del Dies Irae, pasando por la narrativa canónica de la Virgen, vida de Cristo, apóstoles y evangelistas, padres y doctores de la Iglesia, la Iglesia en sí y su peculiar negocio, el memento mori. Cierto que la exposición habla de "arte, cultura y religión", pero por esta última se entiende tan solo la católica. Si no yerro, hay una sola pieza de religión no católica, un fragmento de pergamino de una Torá de Calahorra o Tudela del siglo XV y algunas menciones obligadas por el contexto a las otras dos religiones del Libro. El resto, catolicismo a machamartillo que, por lo demás, es el contenido casi exclusivo de la producción artística española prácticamente hasta el siglo XIX.

Las aportaciones extranjeras, en su mayoría, que tampoco es mucha, flamencos, a veces anónimos, algún Teniers y un Lucas Cranach. El resto, italianos, entre los que destaca un genial Tintoretto con una Judith a punto de degollar a Holofernes. Todo lo demás, pintura española que si, al principio, parecía ser algo más suelta, más abierta, con la implantación del canon tridentino, empieza a agarrotarse cada vez más, hasta desembocar en ese arte acartonado, manoseado, mercenario,  apagado propio de las sacristías, los refectorios de los conventos y los altares de las iglesias. Producción iconográfica, sí y programática, pero de calidad artística deplorable.

Alguna ventaja habría de aparecer: es una pintura (también hay algunas tallas, códices y tapices, siempre del canon de Nicea) poco vista, por encontrarse en su mayoría desperdigada por museos diocesanos, parroquias, cofradías, catedrales, algún banco y colecciones privadas. De varias de ellas hay reproducciones accesibles, pero se agradece ver el original, como el célebre In ictu oculi, de Juan de Valdés Leal, del siglo XVII, que se conserva en la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla replicado siglos después con expresa referencia a él en el cuadro de Gutiérrez Solana, la procesión de la muerte, que el Museo Reina Sofía ha prestado para esta ocasión. Igualmente impresiona un pequeño lienzo de Goya, de 1819, que representa la oración de Cristo en el huerto de los olivos, a quien un ángel aporta el amargo cáliz, que se guarda en las Escuelas Pías en Madrid. Ese Cristo, que debiera proclamarse como adelantado del impresionismo, es una especie de revenant de la principal figura de los fusilamientos de La Moncloa en la memoria de un Goya ya anciano.
 
Si el desocupado lector dispone de tiempo y se divierte viendo cómo se representaba en un momento u otro a San Jerónimo, o los más conocidos episodios de los Evangelios, o el éxtasis de Santa Teresa, aquí podrá pasar el rato. Por mi parte, si tuviera que mencionar una última obra meritoria que, como algunas otras, sobresale de este pantano de mediocridad y beaterío, me quedo con la Virgen del pajarito, de Luis de Morales.

diumenge, 30 de novembre del 2014

El sermón de la meseta.


Ya decía ayer Palinuro que eso del "rostro conciliador de Rajoy, era una quimera. El presidente, informaba/deseaba "El País", iba a pronunciar un "discurso muy esperado que, según distintos miembros del Gobierno, será “constructivo” y “en positivo”, y no centrado solo en la ley como hasta ahora". O sea, iba a no ser él, a ser un político templado, de ánimo dialogante.

Pues menos mal que llevó su rostro conciliador. Si llega a ir con el hostil habría dejado de piedra a sus fieles alcaldes del PP como si hubieran visto todos el rostro de la Gorgona. Porque habló a la tropa municipal de su partido en toda España. Lo hizo en Barcelona a propósito ya que, en realidad, iba a hablar/amenazar a los catalanes y especialmente a Mas por encima de las cabezas de los ediles que estaban allí como podían no estar. Si los hubieran sustituido por extras y figurantes contratados en las Ramblas con obligación de aplaudir, habría salido más barato. Claro que a lo mejor no conseguían contratar a nadie.

Se agarró el lider al micro y espetó a la audiencia un discurso crispado y agresivo de más de una hora, un sermón iracundo lleno de malaventuranzas, de esos suyos, tan vacíos como ampulosos, tan grandilocuentes como necios. Ya al comienzo avisó de que no iba a decir nada nuevo. Cuando en Brisbane aseguró que pretendía explicar "mejor" su mensaje en Cataluña se refería a repetirlo en tono más bronco, más negativo, más descalificador, despreciativo, bordeando lo insultante. Es curioso: cuanto más se evidencia la necesidad de la política, de la negociación, el diálogo, el pacto, más se encastilla nuestro hombre en la intransigencia y la negación. Para ocultarlo se sirve de una serie de reconvenciones que sus asesores deben de considerar certeros venablos y no pasan de despropósitos o falsedades. He aquí algunas:

1.- El gobierno subviene a las necesidades de Cataluña con generosidad y premura. Como si no fuera su obligación.
2.- Dos de cada tres catalanes no fueron a votar en la consulta. Y 9,9 de cada diez no van a los actos del PP.
3.- Cataluña no es tierra de listas únicas. Claro que no. Hay una soberanista única y muchas otras, más de las que concurren en Madrid.
4.- Nadie va arrebatar a los catalanes el derecho a ser españoles y europeos. Para lo cual se impone a todos el deber de serlo.
5.- Nunca negociará con la igualdad de los españoles. Meritorio para quien desde joven niega el principio de igualdad.

Y eso fue solo la primera parte, el gesto del estadista con altura de miras, sosegado, con visión de conjunto, nacional española. En la segunda apareció el liderazgo del hombre de partido, del jefe de gobierno, el lugar en el que se toman las decisiones, se perfecciona la estrategia, se establecen las tácticas, se muestra resolución y coraje. También aquí las andanadas han sido poderosas.

1.- Mas emprende un viaje de 18 meses a "ninguna parte". Eso ya se verá. De momento, Rajoy reconoce que el viaje se ha emprendido.
2.- La consulta fue un simulacro. Y muchas otras cosas, casi todo, según Baudrillard. El simulacro es lo real. ¿Qué hace él, si no, en Barcelona?
3.- En Cataluña reina el desgobierno a causa de sus muchas elecciones. Por eso, lo mejor es que no las haya.
4.- Mas ha fracasado. Lo dice quien ha fracasado en impedir que Mas haga la consulta.
5.- Mas se ha saltado la ley. En efecto. Ahora, a ver qué hace usted. ¿Procesarlo?
 
Entre tanto, el chapapote de la corrupción lo embadurna todo y deslegitima de raíz toda acción de gobierno de la derecha. Y no es un hilillo de plastilina, sino una tupida red de granujería, estafa y latrocinio en la que está Rajoy atrapado personalmente con sus sobresueldos en negro, sus trajes y perifollos en más negro, sus viajes pagados en azabache y ese farfulleo de mentiras y dislates que le han ganado justa fama de ser el presidente más corrupto e incompetente de Europa. Un payaso y un fantoche, vamos.

Un juez acusa al PP de participación lucrativa en un supuesto delito, igual que a una ministra. La ministra dimite. ¿Por qué no el partido? Los partidos no dimiten. Pero sus presidentes, sí. ¿Por qué no dimite Rajoy? ¿Porque tiene que desactivar la secesión catalana? ¡Si es el que más la alienta con su manifiesta catalanofobia destinada a recoger votos en toda España a cambio de un enconamiento del conflicto catalán! Esa es la triste realidad.
 
No dimite porque no le da la gana. Fin de la cita.

A modo de resumen de la visita del jupiterino presidente de los sobresueldos a Cataluña puede decirse  lo que Cervantes del valentón que hablaba del túmulo de Felipe II, que fue a dar unos gritos y soltar unas amenazas y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

Porque, por descontado, a todo esto, los catalanes han ignorado olímpicamente la presencia del presidente. Los soberanistas han seguido a lo suyo, a preparar unas elecciones anticipadas como siguiente etapa en ese viaje "a ninguna parte" que para ellos lleva a la independencia.

dissabte, 29 de novembre del 2014

Escolta Catalunya - la veu d'un pare...

El asunto es tan absurdo que es difícil abordarlo. ¿Rajoy mostrar un "rostro conciliador" en cosas catalanas? Quimérico. El presidente ha ido 14 veces a Cataluña en tres años de mandato y su gabinete subraya que es el destino más frecuente de las visitas presidenciales. En "El plural" han echado las cuentas y, de las catorce visitas, siete fueron a actos del PP, seis a reuniones con empresarios y otras almas afines y una a una boda del hijo de un amigo. Es decir, Rajoy no ha visitado nunca Cataluña como tal Cataluña; nunca la Generalitat; ni el Parlament; nada. Y esta vez, tampoco, por cuanto asiste a un acto de alcaldes del PP de toda España que igual podía celebrarse en Villalar de los Comuneros o en Llanos del Caudillo, que traería más gratas memorias a algunos de ellos. Así que los catalanes no conocen el rostro de Rajoy; y menos el conciliador. Eso que van ganando, porque tampoco ahora van a verlo.

Lo curioso es cómo todo el mundo admite que, al desplazarse a Barcelona a un acto privado, de partido, Rajoy, en realidad, va a Cataluña, cual si fuera una visita de Estado. ¿Por qué entonces no se reúne con el principal representante del Estado en la Comunidad, el señor Mas? ¿Por falta de educación? Debería matizarse eso del "rostro conciliador".

En el acto municipal del PP, dos ilustres teloneras, Botella y Cospedal. La primera, quien coincide con su marido en la capital del Principado, soltó uno de esos ditirambos grandiosos y absurdos por los que es conocida, algo así como que la unidad de España depende de sus municipios. El discurso de la segunda tuvo mucha más enjundia práctica pues traía el meollo del argumento elaborado por las baterías dialécticas de La Moncloa y que hoy desarrollará con su habitual brillantez Rajoy: el gobierno ha rescatado a la Generalitat; la ha rescatado de la quiebra, de no poder pagar a sus funcionarios.

Suena tremendo, ¿verdad? Y a ellos les parece algo contundente, demoledor, definitivo. Elaboran la imagen de mil maneras pero, en lo esencial, se dibuja un Mas irresponsable, dedicado a jugar a la algarabía independentista mientras en La Moncloa un gobierno siempre vigilante se desvivía por Cataluña y aportaba generosamente 24.000 millones de euros, casi la mitad del Fondo de Liquidez Autonómica. ¿De qué se quejan los ingratos?

Las cantidades, las cifras, los datos no dejan ver el problema de fondo, esto es, la concepción patrimonialista del Estado de la derecha gobernante. El gobierno no es propietario de los recursos que asigna, no se los saca de sus inexistentes bolsillos; y menos lo es el PP, aunque muchos de sus miembros crean lo contrario y actúen en consecuencia, llenándose los suyos a base de expoliar el erario público. Es el administrador, que no es lo mismo. Esos recursos, además, proceden en gran parte de las Comunidades Autónomas, especialmente de Cataluña, con la que el Estado admite tener un déficit fiscal de miles de millones de euros; no ando muy cierto en la cantidad exacta. El gobierno no otorga nada porque nada le pertenece y está obligado a gestionar lo que administra con criterios racionales y objetivos y no de capricho político. Carece absolutamente de sentido emplear la inversión del Estado en Cataluña como un arma política, para bien o para mal. No solamente no es correcto, sino que hiere la sensibilidad de los soberanistas catalanes quienes precisamente reclaman la plena responsabilidad en la gestión de todos sus recursos.

En ese caso, la admonición se torna velada amenaza: en una Cataluña independiente, deja caer Cospedal con la elegancia de Aldonza Lorenzo, la Generalitat no podría pagar las pensiones. Ni pacto de Toledo ni gaitas. Ya están las pensiones en danza para asustar, sobre todo a los viejos. Lo dicen los responsables de haber vaciado, esquilmado, el Fondo de Garantía de Pensiones. Es para dar fuerza y verosimilitud a la amenza y, de paso, desvelar su auténtico rostro, este sí, de verdad, el de unos canallas.

En cuanto a amenazas, no conviene echar en saco roto las de un Aznar que, hosco, torvo, como siempre, advierte en contra del nacionalismo radical y la lucha de clases. "Radicalismo", "lucha de clases", ya está el siniestro personaje, el liberador del Irak y el islote Perejil, reclamando represión y autoritarismo. Alta debe mantenerse la guardia de la unidad bajo los luceros.

Este viaje, su discurso y sus oropeles colaterales pone de manifiesto que los viajeros no tienen ni idea de a dónde van y en dónde están. Así que da igual el rostro de Rajoy quien, por lo demás, no es "el hombre de los mil rostros". Tampoco los soberanistas van a verlo, ni siquiera a mirarlo. Se enterarán por los periódicos y seguirán a lo suyo, esto es, tanteando las posibilidades de convocar elecciones autonómicas anticipadas y darles o no carácter plebiscitario. Eso si alguna de sus asociaciones o instituciones no lo declara persona non grata en Cataluña.

Frente a eso es muy poco lo que Rajoy puede hacer, ponga el rostro que ponga. Podrán más los jueces si admiten y tramitan la querella del fiscal. El conflicto se radicalizaría. Es de suponer. Espíritu puro de la derecha española de espíritu franquista, que no distingue entre gobierno y Estado,  partido y movimiento, ley y tiranía, orden y represión y que, llegado el caso, en su profunda estupidez, está dispuesta a hacer de Mas un  segundo Companys.

 

Crítica al programa económico de Podemos.

Si es cierto lo que hoy dice "El Plural" de que Alberto Garzón es el ideólogo ‘tapado’ del programa económico de Podemos, entonces no es verdad lo que dice "El Plural". No es un juego de palabras. "El Plural" sostiene que el llamado Un programa económico para la gente es un calco de las 115 propuestas para salir de la crisis que Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón publicaron a fines de 2011 en forma de libro titulado Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, editado en Madrid por Sequitur. Básicamente, es cierto, y el periódico lo documenta fehacientemente sobre la base del texto del programa citado que hoy trae El País. Pero Alberto Garzón no es "el ideólogo tapado del programa económico de Podemos", sino, en todo caso, de un tercio de él. Los dos tercios restantes corresponden a Vicenç Navarro y Juan Torres López que, por lo que se ve, han reproducido sus ideas de 2011 en una forma de autoplagio benevolente. No tengo nada que objetar a esta práctica "re-publicadora", sobre todo si la re-publicación está escrupulosamente actualizada en los datos, como es el caso, salvo la melancolía que produce comprobar que la economía es una ciencia más lenta de lo que gusta reconocer porque si, al paso que van las cosas, las recetas de 2011 valen para 2014 y más allá, el recetario es parsimonioso.

En todo caso y como sea que el programa en cuestión (de unas 66 páginas, mientras que el libro tiene 226) está ya a disposición del ávido público en la edición de hoy de "El País", Palinuro aporta aquí la crítica que publicó en enero de 2012 sobre el mentado libro de los tres economistas de izquierda, titulada Las aporías de la izquierda. Ya ven ustedes de qué sirve esta labor callada, cotidiana del piloto de Eneas. Justamente para salir el primero a calibrar el programa económico de Podemos con cierto conocimiento de causa y no a base de escribir de oídas, como da la impresión de hacer hoy José Carlos Díez en un artículo publicado también en "El País", periódico otrora serio. Este artículo se me antoja una vergüenza y un ataque injustificado a los autores del programa que el autor obviamente no ha leído, como tampoco parece haber leído el libro del que arranca. Puede que Palinuro sea mal pensado o un verdadero manazas pero o es incapaz de encontrarlo o, simplemente, lo han borrado de la web del periódico; pero, hélas, no del caché de Google, así que este es el artículo evanescente y este su altanero título,  Podemos en el país de 'Nunca jamás'. Demasiado.

divendres, 28 de novembre del 2014

Tartarín de Tarascón contra los corruptos.

La sospecha de que el PP no es propiamente hablando un partido sino una asociación de malhechores va tomando cuerpo con el auto de conclusión del juez Ruz en el que acusa al PP de lo mismo que a Ana Mato, de ser partícipe a título lucrativo de las presuntas fechorías de la Gürtel. El partido como tal, como persona jurídica. O sea, un grupo de guajes que se repartía los beneficios tan arduamente ganados y que, si la justicia fuese más alígera ya deberían estar disuelto.

A la cabeza de esa persona jurídica se encuentra Mariano Rajoy, presidente del partido y del gobierno y a su vez acusado de haber cobrado sobresueldos en negro, procedentes de una caja B de la organización que él ha negado en sede parlamentaria pero el juez presume probada. O sea que, además de beneficiarse de esos caudales de procedencia dudosa, miente. Y no solo parece haberse beneficiado en moneda contante y sonante sino también en especie, con otros obsequios por ejemplo trajes, como su gran amigo Camps, o viajes, como su gran amiga Ana Mato. Tiene que mentir. Es más, no puede hacer otra cosa que mentir a cara descubierta, frente a toda evidencia porque cualquier reconocimiento de los hechos lleva indefectiblemente a su persona. Por eso destituye a Mato de ministra pero la defiende en el Congreso y le conserva el escaño y el puesto en la dirección del partido. Es lo que hizo con Bárcenas; lo que hace con todos los acusados de presuntos delitos hasta que los jueces los meten en la cárcel.

La comparecencia de Rajoy fue un espectáculo grotesco. Ver al principal responsable político de la corrupción en el PP y en su gobierno, acusado él mismo de cobros dudosos, dando lecciones de ética y honradez, suspendía el ánimo y producía una mezcla de hilaridad y asombro. Rajoy, forzado por las circunstancias, como siempre, traía al parlamento una medidas insuficientes y rescatadas del cesto de los papeles. Precisamente la dimisión de Ana Mato por corrupta hizo recordar que era ella quien se encargaba del código de buenas prácticas en 2009, en los felices tiempos en que la Gürtel, al parecer, pagaba sus viajes a Disneylandia. Ello da una idea de la importancia que Rajoy y los suyos otorgan a los compromisos regeneradores, las declaraciones, las deontologías.

En realidad estaba representando un papel autoatribuido, el del gobernante por encima de toda sospecha, el estadista solo atento a las grandes cuestiones que no va a entretenerse en minucias como averiguar de dónde salieron los cientos de miles de euros que cobró presuntamente en negro. Algo tan absurdo que el papel tenía ribetes de payasada. Por eso festoneó su discurso, todo él leído, palabra por palabra, para no equivocarse, de frases ampulosas y todas falsas. Pero no se molestó en fingir sinceridad ni autenticidad. Nuestro hombre sabe que ya no puede aspirar a convencer a nadie pues nadie le otorga crédito alguno. Por eso, ni lo intenta. Representa el papel casi de modo rutinario, para cumplir el enojoso trámite parlamentario del que no depende nada. El PSOE le negó legitimidad autoridad, cosa obvia, e IU pidió su dimisión. 
 
Todo inútil. Cumplido el trámite parlamentario, Rajoy puede seguir buscando leones, como Tartarín, que ya su mayoría absoluta se encarga de bloquear cualquier intento de control democrático, de petición de responsabilidades, de transparencia, de rendición de cuentas, de todo aquello sobre lo que se legisla para ignorarlo mejor.

Regreso a la beneficencia.


Gustavo Zaragoza (2014) Crónica del bienestar en tiempos de malestar. Valencia: Publicaciones de la Universidad. (140 págs.)

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En 1986, va ya para 30 años, publiqué un libro en el Centro de Estudios Constitucionales (hoy Centro de Estudios Políticos y Constitucionales) con el título Del Estado del bienestar al Estado del malestar. Tenía un carácter teórico general, articulado en los planos político, económico, sociológico y jurídico. Se refería al Estado del bienestar como desarrollo del de derecho en sociedades industriales avanzadas y vaticinaba que, de seguir adelante las políticas neoliberales en los países capitalistas, a la vuelta de algunos años se habría producido una involución en materia de conquistas sociolaborales y derechos ciudadanos y el bienestar se tornaría malestar. No podía referirme en concreto a España, además porque, por entonces, el Estado del bienestar todavía estaba en construcción, luego de la arrolladora victoria electoral del PSOE en 1982. Pero mi idea era que, de producirse su consolidación, como efectivamente sucedió a fines de los 80, si bien no por completo, seguramente se daría esa misma involución, ese retroceso, ese desmantelamiento neoliberal.

Encuentro ahora este breve y reciente ensayo de Gustavo Zaragoza con un titulo que me trae a la memoria el mío y, con él, la viva curiosidad por ver si aquel vaticinio pesimista se ha cumplido. El autor es de fiar. Profesor de Política Social de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto de Economía Social de la misma universidad lleva años dedicado a estudiar las políticas públicas del bienestar desde una perspectiva teórica y también práctica, con especial dedicación a las cuestiones de dependencia o el envejecimiento demográfico. Dado que en este trabajo se centra ante todo en la Comunidad valenciana, en verdad el título podría haber sido Crónica del bienestar en tiempos de malestar y en tierra de corrupción. El período que cubre la obra, más o menos desde 2008 a 2014, coincide con el crono de la crisis y con el hecho de que diversos procedimientos judiciales en curso prueban que Valencia es una comunidad carcomida por la corrupción. La trama Gürtel y los diversos casos de expolio y fraude propios de la zona prueban que Valencia da la mayor densidad de políticos corruptos del PP por escaño y despacho.

Zaragoza ha recopilado una serie de artículos publicados en los años referidos en el diario Levante-EMV agrupándolos por temas: mayores y dependientes, la pobreza y la discapacidad, los funcionarios y las evanescentes clases medias, la corrupción y el despilfarro, y los derechos sociales. Son apuntes del día a día más próximo en la evolución de las políticas públicas esenciales del Estado del bienestar y tienen la expresividad de la crónica del instante. La conclusión es muy pesimista: la esperanza de vida supera los ochenta años, pero la crisis, los recortes de las pensiones, la práctica supresión de las ayudas a la dependencia, el repago de medicamentos, hacen que la vejez vuelva a estar desprotegida y, en la medida en que lo está, se ve obligada a actuar como colchón amortiguador de las necesidades a veces angustiosas de los familiares.

La situación es escandalosa. A la altura de 2009, en la aplicación de la Ley de Dependencia, Valencia no tenía reconocido ni un solo caso de teleasistencia ni prestaba ningún tipo de ayuda a domicilio (p. 32). La situación no ha mejorado gran cosa. Los índices de pobreza son alarmantes y más lo es el retroceso que se delata en el modo de encarar la lucha contra ella, orientada no a los derechos sino al fomento de la caridad privada (p. 41). Forma parte de la concepción neoliberal de la gestión pública, que Zaragoza analiza en tres momentos: 1) desprestigio de lo público; 2) descapitalización; 3) privatización (p. 56). En síntesis, el proceso por el que la derecha está desmantelando el Estado del bienestar y eso al tiempo que se legisla a favor de la transparencia y el buen gobierno, pero sin la menor intención de llevar a la práctica lo legislado (p. 62); al contrario, fomentando las actividades que Zaragoza llama "bienestar de bajo coste", consistentes en descargar sobre los ciudadanos los costes del Estado del bienestar (p. 74), igual que se descarga sobre los hombros de los jubilados la carga de subvenir a las necesidades de hijos y nietos.

Para vender esta mercancía averiada y hasta podrida, la derecha neoliberal en el poder en el Estado y en Valencia ininterrumpidamente en los últimos veinte años, controla sin miramientos los medios públicos de comunicación, convertidos en máquinas de censura y propaganda al servicio del gobierno. El caso paradigmático, el Canal 9 (p. 47). De ese modo impone marcos narrativos legitimatorios y partidistas, como el empleo del ficticio copago para ocultar lo que en realidad es un doble pago o repago (p. 106) o las florituras retóricas al estilo de los brotes verdes (p. 125).

En cuestión de derechos sociales, los que, según Marshall, completaban la condición de ciudadano, las perspectivas son negras. Hasta el derecho a una jubilación digna se ve en entredicho de forma que no es raro ver ya en el extranjero a septuagenarios y octogenarios trabajando para poder compensar la pérdida del poder adquisitivo de las pensiones (p. 114). Por supuesto, el ataque a los derechos sociales resulta especialmente patente en un país con un paro juvenil en torno al cuarenta por ciento. De ahí que haya un fermento protestario permanente, visible en fenómenos como la spanish revolution (p. 129), movimientos cada vez más extendidos que el Estado neoliberal considera problemas de orden público y a los que se enfrenta con métodos exclusivamente policiales (p. 121).  Porque cuando la justicia social se torna injusticia, la democracia desaparece bajo el autoritarismo y la represión y el Estado de derecho se convierte en una tiranía en defensa de los privilegios de la oligarquía de grandes empresarios, banqueros  y políticos corruptos a la que en España sumamos los caciques terratenientes y los curas ultramontanos. Tiene razón el reciente premio Cervantes, Juan Goytisolo al recordar que en España sigue vigente el canon nacionalcatólico.

Efectivamente, el vaticinio de 1986 se corrobora en la práctica actual, y el Estado del bienestar ha dejado paso al Estado del malestar.

dijous, 27 de novembre del 2014

Mas, el proscrito.


Falta ya poco para declarar alguna forma de proscripción de Artur Mas que en esto rivaliza con éxito con Pablo Iglesias. Ambos están en la diana de la agresividad sistémica, aunque por motivos distintos y en diferentes circunstancias. Ambos coinciden objetivamente: son un grano en el ojo del Cíclope. Pero no subjetivamente. De momento gana Mas por puntos porque no se ve limitado a hablar como el otro sino que hace.

Fabulosa la capacidad de Rajoy para decir sinsorgadas con aspavientos amenazadores. Mas ha dado un paso más hacia ninguna parte truena el tribuno. El tropo es diáfano: Mas y, con él Cataluña, está de viaje a ningún sitio. En castellano vulgar: el destino que se marca, la independencia, es inalcanzable, no existe, no está en ninguna parte. O sea es una utopía en el sentido más estrictamente etimológico del término. La independencia es una utopía. Sin embargo, Mas ha presentado una hoja de ruta con un cronograma bastante verosímil que desemboca en la independencia con o sin DUI en 18 meses.
 
Sí, dirá Rajoy, lo minucioso del plan no lo hace menos utópico. Fourier tenía contabilizados hasta los pupitres de cada falansterio. El detalle técnico es puramente estético porque aquí lo que cuenta, queridos catalanes, es quién tiene el poder. Cuenta el poder. Quizá sí y quizá no. Tampoco iba a celebrarse la consulta del 9N y se celebró. El Estado no pudo impedir que Cataluña realizara un acto de soberanía de hecho en su territorio. O sea, el Estado no garantiza el cumplimiento de la ley en todo el suyo. Y, si es así, ¿cómo piensa Rajoy parar las elecciones autonómicas anticipadas sobre las que no tiene competencias? Y ¿cómo la posterior convocatoria de un referéndum?

Al pobre Mas le llueven las querellas, las amenazas, los gestos torvos. Si Rajoy le advierte de que no va a parte alguna, Pedro Sánchez lo acusa de fracturar aun más la sociedad catalana. O sea: además de no ir a ningún sitio, Mas lleva el pasaje "fracturado". Put the blame on Mas, boy. Vive el cielo que este Mas es un irresponsable total. Y, al parecer, los partidos políticos, la sociedad civil, las asociaciones culturales, los ayuntamientos, parte importante del clero, del empresariado, las profesiones, las universidades, los clubs deportivos catalanes son una manada de borregos sin criterio ni juicio, una riada de ratas que se dejan embaucar por un flautista de Hamelin. Es lo que se llama un juicio profundo.

Inviértase la carga de la prueba y respóndase a la pregunta siguiente: para que Mas no diera más pasos en falso y dejara de fracturar la sociedad, ¿qué tendría que hacer? Exactamente, ¿qué? ¿Callarse?

Gürtel noquea al gobierno.


El auto del juez Ruz de apertura de fase de juicio oral equivale a la ruptura del séptimo sello en el Apocalipsis de San Juan cuando se hizo el silencio en el cielo durante media hora. Su lectura despliega a nuestros atónitos ojos un mundo de hampones de lujo, bien trajeados, bien comidos y bebidos, con trenes de vida fastuosos, bien relacionados en distintos niveles de gobierno, prácticamente entrelazados con la estructura del PP; un mundo de mordidas, comisiones, cohechos, malversaciones, apropiaciones indebidas, en un tejemaneje de sinvergüenzas, casi todos con cargo público. Y todos en torno al PP. O en su misma médula.

Nuestra sociedad mediática ha singularizado el caso de Ana Mato, el más vistoso por tratarse del cargo institucional más alto indicado por su nombre y apellido. Tiene también un elemento de morbo por la tentación de contraponer la acusación concreta a Mato en sede judicial con sus peripecias dialécticas a lo largo de los años, que han dejado huellas en las redes: jaguares invisibles, confetti, fiestas infantiles, viajes de vacaciones. Pero lo grave de esto no son los episodios bufos que se convierten en chirigotas en las redes, aunque sean los más llamativos. Tampoco lo es el hecho de que, sabedora de sus propias andanzas, la ministra sostuviera la figura y se aferrara al cargo frente a arremetidas periódicas de la oposición y los medios, convertida en la némesis de la sanidad pública, universal y gratuita. Que quien obliga a los viejos a pagar por los medicamentos se gastara el dinero de esos mismos viejos en llevar a sus hijos a Disneylandia es repugnante.

Y aun así, tampoco es lo más grave. Lo más grave está también en el auto del juez Ruz en el párrafo siguiente al de Ana Mato, en que aquel acuerda mantener en igual situación de partícipe a título lucrativo al PP, esto es, al partido del gobierno. Esto se resalta menos mediáticamente, pero tiene más calado. Ana Mato ha dimitido de ministra. ¿Qué hará el PP?

De momento, su presidente, que es el presidente del gobierno, comparece hoy en el Congreso de los diputados a explicar a estos y a la opinión pública las medidas que va a tomar para impedir que se repitan hechos en cuya comisión está él mismo implicado y de cuyos resultados bien pudiera haberse beneficiado. Se trata de lucha contra la corrupción, sí, a la española. Una lucha abanderada por el responsable político último de toda la corrupción en el partido que preside y que, para iniciarse con buenos augurios hace desaparecer a la ministra Mato para no descubrir la añagaza, al modo en que Stalin borraba a Trotsky de las fotos con Lenin.

Eso se llamaría dimisión ipso facto en cualquier lugar del mundo y Palinuro lleva mucho señalándolo. Por eso es importante que Pablo Iglesias pida la dimisión de Rajoy y elecciones anticipadas tras la salida de Ana Mato. Luego se extrañan de que Podemos suba en los sondeos. Cuando es el único que dice lo que hay que decir.

Quizá con esas acertadas declaraciones se decidan los portavoces del PSOE e IU en el Congreso a pedir la dimisión del principal fautor de este desastre, en lugar de prestarse como comparsas a un esperpento en el que el reponsable político último de la presunta corrupción del PP se presente en sede parlamentaria a iniciar la lucha contra sí mismo.

Sería de chiste de no ser porque esta banda de corruptos ha endeudado el país para varias generaciones y ha arruinado el presente so pretexto de no hipotecar el futuro, siendo así que ha duplicado la deuda que heredó gracias a su incompetencia y su política de rapiña.

dimecres, 26 de novembre del 2014

El derecho a decidir. En libro.

Hoy, a las 19:00 horas en el centro cultural Blanquerna, presento el libro de Joan Ridao, El derecho a decidir. Una salida para Cataluña y España, publicado por RBA, Barcelona. 2014. Palinuro ya publicó la reseña hace unos días gráficamente titulada el derecho a marcharse, así que lo de hoy serán variaciones sobre el mismo tema que, a su vez, son variaciones sobre el sempiterno contencioso España-Cataluña. Los españoles, maragallianos, lo ven como la difícil relación de la madre y la hija rebelde; muchos catalanes más bien como la de un matrimonio mal avenido que no se concuerda pero tampoco se decide a separarse. Bueno, el autor del libro, un intelectual catalán de ERC, si querría ver consumarse el divorcio pero muchos otros, cargados con los rosarios y los recuerdos de los abuelos, no lo tienen tan claro. Por eso.

Cataluña y los intelectuales españoles.

El nacionalismo ha ido siempre reacio a los partidos. Estos fragmentan la voluntad del pueblo, evidentemente unitaria. Al presentar ayer Mas su plan de independencia en 18 meses, exige una lista única, de personas y no de partidos, de asociaciones cívicas. Un movimiento, vamos; un movimiento nacional. Tiene la expresión mala fama, pero no hay otra. Frente a él los votantes de partidos que, por no nacionalistas, son no nacionales. Así se podrá saber de cierto cuántos catalanes quieren la independencia y cuántos no. Y, tomando pie en ese dato, se convocará el famoso referéndum, ese que el gobierno ha prohibido con el catastrófico resultado de que se ha producido pese a todo. Y ahora enlaza con más.

En Cataluña se vive una revolución. Hasta los políticos han acabado por enterarse y hacen lo de siempre en este caso: en el PP, amenazar, prohibir, inducir al enfrentamiento; en el PSOE, gimotear por lo primitivo de las planteamientos para situarse a la vera del PP; en IU, hablar de otras cosas consideradas más importantes; en Podemos, hablar en un sentido y en su contrario casi en el mismo instante. Pero ninguno parece entender el proceso de Cataluña y no por falta de información sino por las anteojeras ideológicas que los llevan a enfrentarse todos con el nacionalismo catalán dando por supuesto que ellos no son nacionalistas españoles. Con lo cual no entienden gran cosa.

Sería de utilidad la aportación, siempre presente en nuestra sociedad mediática, de los intelectuales; especialmente de los españoles porque, por el contrario, los catalanes están muy comprometidos y activos tanto los soberanistas como los unionistas. En España, en cambio, hay un silencio llamativo, salvo algún esporádico intento de asociaciones como esa llamada Libres e iguales, de orientación muy conservadora.

Es sobre todo entre los intelectuales de izquierda, progres, liberales, críticos en donde reina un mutismo casi sepulcral. Algún artículo de uvas a peras rezongando sobre los excesos de los catalanistas y poco más. Sin embargo, es imposible no ver que la sociedad española se encuentra en la enésima repetición de su duda sobre el ser de España. Tema apasionante para los intelectuales y, sin embargo, estos lo silencian. Su compromiso los lleva a involucrarse en actividades políticas, sociales, medioambientales, de género, pero no en conflictos nacionales que cuestionen el marco general en las que las otras se dan y se llama, por nombre abreviado, España. La nación española se presupone incuestionable. A pesar de la importancia de la figura del otro en la filosofía occidental en sus diferentes formulaciones, los intelectuales españoles no le dan cabida en su reflexión. España es única, no hay otra España; o sí la hay, pero se refiere a una división distinta, tradicional, la de las dos Españas, que cruza el eje del conflicto nacional, aunque no claramente.

¿Y por qué el silencio? Como callar es cosa de cada cual, cada cual lo explicará como quiera y pueda. Está bien visto pronunciarse en contra del nacionalismo catalán. El derecho a decidir se niega de plano o, si se admite generosamente es para diluirlo en el derecho a decidir de los españoles. Los derechos de secesión e independencia ni se mencionan pues no se consideran derechos. Los intelectuales españoles son antes que nada españoles y no alcanzan a constituirse en nación precisamente porque no hay una cultura nacional, como dice un intelectual, Suso de Toro, que sí habla, pero no como español. Los intelectuales no han sabido crearla y ahora quizá sea ya demasiado tarde cuando una de las partes sí ha desarrollado una potente cultura nacional que circula por las venas de ese movimiento popular y la otra no.
 
¡Ah, los intelectuales! En un momento crucial de su país, con el Reino a punto de partirse y romper una tradición de quinientos años,  con un nombre, España, que deberá buscar una nueva justificación, ¿en dónde están?
 
 Ubi sunt?
 
 Where are all the flowers gone?