divendres, 13 de setembre del 2013

La respuesta.


Estuvieron esperando en silencio, a ver si la cadena humana por la independencia fracasaba para montar luego una campaña de desprestigio del nacionalismo catalán. Los medios públicos de comunicación ocultaron los preparativos y censuraron todas las noticias que pudieran dar cuenta de la manifestación de la Diada. Como si no existieran. El presidente del gobierno no contestó a la carta de Mas pidiendo negociar la consulta. Los demás gobernantes no encontraron tiempo para pronunciarse sobre la jornada reivindicativa y hasta los portavoces del partido, habitualmente arrogantes y largos de lengua, desaparecieron misteriosamente. Se trataba de ningunear la Diada, por si se podía escamotear la cuestión catalana y no afrontar la necesidad de acometer un replanteamiento de la planta territorial del Estado.

Pero la cadena fue un éxito. No conozco cifras oficiales u oficiosas que, como siempre, variarán mucho. Pero la cadena cumplió su objetivo de cruzar Cataluña de norte a sur. Cuatrocientos kilómetros, metro a metro, medidos por miles, cientos de miles de ciudadanos cogidos de la mano. Una manifestación de voluntad cívica, democrática y pacífica. Un acto de apoyo social masivo a una decisión política de autodeterminación que el gobierno catalán y la mayoría parlamentaria que lo sustenta tendrán ahora que plantear abiertamente al conjunto del Estado.

Y frente a eso el gobierno del Estado no tiene nada, ni una propuesta, ni una respuesta que no sea un "no" sin paliativos, nada preparado. No plan B en caso de inoperancia del A, esto es, que la Diada fuera un fiasco. Nada pensado; nada preparado. Y no es solamente porque el caso Bárcenas lo tenga en vilo sino porque, de siempre, la derecha española carece de propuesta integradora frente a los nacionalismos que no sea el recurso a la fuerza. La poquedad es un rasgo del nacionalismo español de siempre pues tampoco la oposición ha tenido una actitud brillante. El PSOE se ha sacado de la manga una confusa propuesta de reforma de la constitución que solo denota la falta de interés que ha puesto en el asunto.

Donde no hay nada preparado se produce lo espontáneo. Y espontáneas fueron las respuestas cuando ya era evidente que el acto cívico multitudinario había sido un éxito. Los primeros en echarse al monte fueron los de la dialéctica de los puños y las pistolas en la librería Blanquerna. En estos momentos parece ya hay doce detenidos. Faltan tres. Conocemos los nombres de varios de ellos, alguno con antecedentes policiales por hurto. Nada extraño. Otros, militantes de organizaciones derechistas. Habrá que investigarlos a todos, ver si tenían conexiones con las Nuevas Generaciones y cosas así. De momento estos quieren seguir actuando. Preparan una manifa españolista el 12 de octubre próximo en Barcelona, a ver si hay tomate, que no será así porque habrá más policías que manifestantes. En todo caso, es preciso instar la ilegalización de todas estas organizaciones terroristas.

Algo más ducho en el uso de la palabra, aunque tampoco gran cosa, un contrito García Margallo hacía unas declaraciones que mostraban el impacto de la Diada en lo más coriáceo de la derecha española. Este Margallo era el mismo que el día anterior, en el estilo más bravucón, que le es inherente, sostenía que la Constitución solo tiene dos artículos (el 1º, 2 y el 2º ) y el resto es literatura. Una expresión que lo define como un auténtico zopenco, primero por despreciar la literatura y segundo por ignorar que la Constitución tiene muchas cosas, mejores o peores, pero nada desdeñables. En este caso, además, la bravuconada se le ha helado en el gesto y, al reconocer que la Diada ha sido un éxito, acaba reconociendo que el gobierno tiene que escuchar la voz de la calle. O sea, la literatura. Lo justifica con razones cuya incoherencia solo es inferior a su insubstancialidad. Dice sentirse español y le duele, asegura, que haya catalanes que no compartan ese sentimiento pero pretende resolver la cuestión dejando de lado los sentimientos. En fin, da igual. No sabe lo que dice. Y, por cierto, quizá debiera pensar un poco antes de abrir la boca acerca de si el ministro de Asuntos Exteriores es la persona más adecuada para comentar asuntos catalanes, salvo que ya esté reconociendo que se trata de asuntos de otro Estado.

Forzada por lass circunstancias y ante el habitual silencio de Rajoy, la vicepresidenta se ha creído obligada a decir algo. Y ha acumulado otra bobada. Contestando al parecer a Margallo, ha asegurado que el gobierno escucha a todo el mundo, incluida la mayoría silenciosa. Es difícil escuchar a los silenciosos, sean o no mayoría y, además, tampoco este gobierno goza de buen oído. Si no escucha a la mayoría de españoles que reclaman con poderosa voz explicaciones pertinentes sobre sus asuntos de corrupción, no se ve cómo lo hará con los que no hablan.

La reacción más esperada y esperable, la de Rajoy, ha sido la habitual: ni palabra. Como si la cadena humana, el referéndum, la secesión reclamada de Cataluña no fueran con él. Él está a lo suyo, que tampoco se sabe qué es pues lo mantiene en secreto. No se sabe qué es lo que ha hablado con Mas; tampoco se sabe a qué se ha comprometido con los EEUU a propósito de Siria. No se sabe nada de él ni él cree que sea deber suyo informar a la ciudadanía. Algunos conocedores oficiosos, personas vagamente relacionadas con él, amigos de amigos o videntes del PP dicen que su plan es el de siempre: esperar la esscampada, el anticlímax, como dicen los refinados. Es muy cómodo dejar que las cosas se sepan de esta forma indirecta porque así pueden desmentirse tranquilamente.

En definitiva, parece que el propósito del presidente es seguir conversando a las escondidas con Mas, en la confianza de que este cederá y todo se arreglará mediando algún tipo de acuerdo económico. Se pretende reducir el momento de renacimiento del espíritu nacional catalán a una cuestión de pasta. Ignoro si esta pretensión encajará en la forma y en el fondo con los nacionalistas catalanes. Desde luego, a él lo retrata.

dijous, 12 de setembre del 2013

El fascismo ya está aquí.


La sesión de control del gobierno en el Parlamento fue vergonzosa. Rajoy sigue sin asumir responsabilidades, sin dar explicaciones de sus actos, sin informar a la opinión pública. Al contrario, sostiene que se mantiene en lo dicho el 1º de agosto, siendo así que no dijo nada y lo poco que dijo quedó de inmediato desmentido por los hechos. Es decir, se mantiene en seguir mintiendo. Un desprecio evidente a la representación popular, de la que pasa sin más, y tratando a la oposición con una altivez y una chulería más propias de una taberna que de un órgano legislativo.

Creí ver en la inadmisible intervención de Rajoy una muestra de ese proceso por el cual, la involución que el gobierno del PP está llevando a cabo en los órdenes laboral, sanitario, educativo, asistencial, cultural, científico, etc tiene un claro correlato en el orden político: un proceso de fascistización. Un cambio gradual y paulatino de las instituciones más o menos democráticas, subvertidas desde el interior por el partido del gobierno con el propósito de convertir el sistema político en una dictadura de hecho. Para argumentar en mi favor, rescaté una entrada del pasado mes de abril que precisamente se titulaba El proceso de fascistización, y que, leída ahora, me exime de mayores explicaciones acerca de qué se entienda por tal proceso.

Justo cuando me disponía a escribir esta entrada, desarrollando la de abril, se produjo el asalto fascista a la librería Blanquerna que todo el mundo pudo ver en directo en un vídeo. Mi primera reacción fue pensar que el asalto tenía que haberse producido con el consentimiento del gobierno, si no con su activa colaboración. Y, después de escuchar al ministro del Interior lamentando (pero no condenando) la barbarie nazi, me reafirmo en ella, como está expuesta en una entrada de ayer titulada: Los fascistas del gobierno al ataque.

A veces encuentro gente que me dice que exagero en mis apreciaciones. Son los mismos que luego las repiten tres o cuatro días más tarde como si fueran suyas. Una vez más queda claro que, de exagerar, nada. Ni en abril ni ahora. Llevamos dos años incubando el huevo de la serpiente fascista y este ha empezado a eclosionar. Tres factores, a mi juicio, han contribuido a traernos a esta situación que amenaza desastre a corto y medio plazo:

Primero. La recrudescencia del fascismo latente en las juventudes del PP, las Nuevas Generaciones, que se han pasado el verano aquí y allí, brazo en alto y exhibiendo banderas franquistas. La reacción del partido al que pertenecen estos zangolotinos ha sido restar importancia a los hechos, calificarlos de "chiquilladas", en atención a la corta edad de los participantes. Lo de la corta edad no valía para los casos, tampoco infrecuentes, en que cargos municipales del PP, incluso alcaldes, ensalzaban la figura de Franco, negaban sus crímenes, se reconocían franquistas. Aquí suele decirse que son idiosincrasias de este o aquel militante y asimismo se les resta importancia. Es la llamada banalización del mal, con ribetes de hispánica simpatía. En todo caso, el significado de estas reacciones del partido y el gobierno es el de la impunidad de las manifestaciones fascistas. De aquí a empezar a agredir a los ciudadanos y organizar pandillas para sembrar el terror no hay más que un paso que este verano se ha dado varias veces, con fascistas agrediendo a militantes de IU, por ejemplo, en Alcalá de Henares. No hay detenidos, que yo sepa, ni procesados por estos hechos.

Segundo. El gobierno de Rajoy ha vaciado de sentido las instituciones democráticas y procede como una dictadura de hecho. La mayoría absoluta en el Parlamento le permite bloquear toda iniciativa de la oposición y reducir el Congreso a una función decorativa. El empecinamiento en mantener de presidente del Tribunal Constitucional a un militante del partido del gobierno, prueba el propósito de someter los tribunales a su designio, como también lo hace con los que forman parte del Poder Judicial propiamente dicho. De hecho, cabe argumentar que su propósito es emplear la judicatura (ya lo hace con la fiscalía) al servicio de sus intereses, como antes hacía la derecha con los militares. El control sobre los medios públicos de comunicación es absolutoy estos solo sirven como máquina de propaganda y censura al servicio del gobierno.

Por supuesto, sigue habiendo Parlamento, tribunales de justicia, medios de comunicación. Pero el gobierno los controla o trata de controlarlos todos: ningunea el parlamento, obstaculiza la acción de la justicia e impone un discurso de propaganda a los medios. De derecho, es una democracia. De hecho, es una dictadura. Y, como es así, el gobierno no se molesta en ocultarlo, lo cual explica esa displicencia, impaciencia, arrogancia con que Rajoy sigue contestando con mentiras las interpelaciones de la oposición. Si esta no quiere morir arrollada, tendrá que ser más efectiva. La moción de censura ya tarda. Y, después de la moción de censura, retirada al Aventino. La oposición no puede ser testigo mudo, impotente y hasta cómplice de este proceso de consolidación del fascismo en España. Entre otras cosas porque, según muestra la experiencia, será la primera en caer si las cosas van a peor, lo cual trae sin cuidado a este gobierno.

Tercero. El enemigo exterior ha llegado en forma de separatismo catalán. Prueba evidente de que las vísperas catalanas han tenido una enorme repercusión. Los dos hechos de ayer, la cadena humana por la independencia de Cataluña y el asalto fascista a Blanquerna en Madrid son una metáfora nítida de la situación, de cómo están las cosas ahora y cómo pueden estar a corto plazo. De un lado, la reivindicación catalana: masiva, pacífica, pública, democrática, un ejemplo de civismo. Un movimiento reivindicativo político sostenido por la población civil. Del otro, un puñado de matones reventando un acto cívico, un grupo violento puesto a ladrar y rebuznar consignas elementales mientras agredía a la gente y se largaba lanzando gas lacrimógeno, probablemente del que use la policía. Ni un argumento y, el que lo ha dado, el ministro del Interior, ha recurrido a un necio esquema mental predilecto de Rajoy: la mayoría silenciosa de los catalanes no se ha manifestado. No se ocurre a estos lumbreras que la mayoría del pueblo español (silenciosa o vociferante) no ha votado al PP. O sí se les ocurre pero les da igual. Saben que gozan de impunidad. La misma que garantizan de hecho a las bandas de fascistas que amparan.

No exagero, buena gente. Mirad Blanquerna. Hay que pararlos.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 11 de setembre del 2013

Los fascistas del gobierno al ataque.


En el vídeo sobre el ataque nazi a la librería Blanquerna se ve perfectamente a varios de estos matones. ¿Por qué no están detenidos ya?

Porque son de los suyos. De los del gobierno. Si es que no fueron enviados directamente por el ministerio del Interior, uno de cuyos principales mandatarios, Cosidó, experto en provocaciones, comparte con estos animales muchos planteamientos.

¿A que la policía de Cifuentes no hace nada? ¿Cómo va a hacerlo si "son compañeros, coño"?

Blanquerna está situada en la acera de enfrente del Círculo de Bellas Artes, literalmente rodeada de policías y guardías civiles de servicio en unas u otras dependencias. Pero por allí no apareció ni uno. ¿Cómo iban as ir si quizá estuvieran de acuerdo, al contrario, para facilitar la agresión?

A ver si vamos despertando ya. Este gobierno es un gobierno fascista cada vez más escasamente disimulado. El presunto delincuente que lo preside actúa de forma dictatorial y su partido mantiene fluidas relaciones con los círculos de asesinos derechistas que pueblan el país, financiados con dineros de la patronal y organizados en las Nuevas Generaciones o esos alcaldes franquistas, añorantes de una dictadura genocida de la que sin duda se beneficiaron y que quieren ver repetirse.

La evolución de los hechos es un ejemplo de manual de cómo una endeble democracia evoluciona hasta convertirse en una dictadura fascista gracias a la política de un partido de derechas fundamentalmente antidemocrático como el PP que la vacía desde dentro, dinamita las instituciones, reprime las fuerzas sociales progresistas y protege y ampara a los criminales nazis que, repito, son los suyos.

Se veía venir desde que llegaron al gobierno y pusieron a los más fachas entre ellos -Cifuentes, Cosidó- al mando de las fuerzas de represión. Y se ha acelerado durante el verano: todos esos nazis  de las Nuevas Generaciones brazo en alto con las banderas franquistas eran los prolegómenos. Las excusas, las justificaciones, los disimulos de decir que no tenían importancia, que eran chiquilladas, apenas escondían lo que el PP lleva dos años gestionando: la vuelta de la dictadura.

Bien claro está.

Vísperas catalanas


Ya está aquí el día D. La Diada. La historia se hace presente. Trescientos años después de una derrota, los descendientes de los vencidos se niegan a admitir el hecho histórico como un destino. Y tienen planteada una jornada simbólica en cuyo efecto fían mucho para lograr su objetivo de una Cataluña independiente. Sus esperanzas son altas, alimentadas en el orgullo de haber sembrado y luego recogido un generalizado espíritu de renacimiento nacional, de nueva y decisiva Renaixença, de Risorgimento que parece haberse extendido por toda la sociedad catalana.

Ese orgullo nace no solamente de una afirmación de identidad nacional sino también, en muy buena medida, de haberla impuesto por medios pacíficos, tolerantes, dialogantes, democráticos, a diferencia de lo que durante incontables años intentó hacer el independentismo vasco. Siempre se ha dicho, con razón, que el recurso a la violencia etarra era el principal aliado del nacionalismo español más centralista y retrógrado. A la vista está una vez más. Silenciadas las armas, el nacionalismo se hace político y demuestra tener un vigor, un apoyo social y un discurso moral que no cabe ignorar. Muchos nacionalistas españoles detectan en el deseo catalanista de escisión motivaciones egoístas e insolidarias. Es posible pero, al margen de que tampoco sea evidente que el nacionalismo español esté animado por acrisolado altruismo, debe reconocerse que en un movimiento tan amplio como el actual secesionismo, habrá todo tipo de motivaciones. El problema no son las intenciones más o menos ocultas o no; el problema es la reclamación de independencia en sí. La realidad es esa; no la otra. 

Justamente el gobierno español es especialista en la materia; en ignorar la realidad. Incluso algo peor: negarla, reprimirla. Y una vez más, esta actitud irresponsable, negligente, casi delictiva, basada en la seguridad de la fuerza, tendrá unos malos resultados para el fin que se persigue: acallar, neutralizar, eliminar la cuestión catalana. Frente a una reivindicación más o menos justa, mejor o peor argumentada, pero muy difundida y defendida por amplios sectores catalanes, tanto personas como instituciones, muy exhibida y popularizada en el extranjero y, desde luego, muy trabajada, el nacionalismo español no tiene literalmente nada que contraponer, salvo un rotundo "no" sin matices del gobierno central. 

La mentalidad autoritaria de la derecha considera suficiente tener clara y decidida la posición: No. Los socialistas, algo más enterados de la complejidad de los problemas, medio ofrecen un nebuloso federalismo. Ni ellos mismos parecen muy entusiasmados con la idea ni, en todo caso, están en situación de ponerla en práctica, pues no gobiernan.

El "No" como inicio de una negociación tiene la ventaja de su claridad y la desventaja de que, cualquier cosa que se acuerde en tal negociación será siempre una concesión. Como posición de partida del jugador es poco inteligente porque desde ya está claro que el gobierno cederá y lo que se discute no es si debe o no ceder, sino cuánto y en qué cederá. 

El independentismo catalán tiene la iniciativa porque se la ha ganado jugando limpio. El nacionalismo español está a la defensiva, en una posición incómoda y, además, carece del apoyo social unitario que, justamente, envidia en los catalanes. Al margen de las barbaridades que se leen en las redes sobre los putos catalanes (a veces en tuits de políticos), el nacionalismo español carece de todo proyecto nacional incluyente capaz de ofrecer una vía de entendimiento con el catalán.  Como, al final, tendrá que encontrarlo porque no están los tiempos para bombardear Barcelona, habrá de contentarse con lo que buenamente consiga -si consigue algo- en una situación de falta de autoridad moral, de crédito y de habilidad para proponer soluciones. 

Sea cual sea el resultado de la jornada de hoy, algo debe quedar claro: cualesquiera negociaciones se entablen habrán de hacerse a plena luz, con debate público en los órganos colectivos, tanto institucionales como espontáneos. No pueden plantearse como un pacto secreto producto de unas intrigas a las escondidas entre Rajoy y Mas, como si fueran los hacedores de milagros. 

El país está en una encrucijada y es inadmisible confiar decisiones que pueden tener consecuencias incalculables a alguien como Rajoy, más procupado por sus problemas de corrupción que por otra cosa y un hombre de quien jamás se sabe qué se propone hacer porque no suele saberlo ni él.

El hijo del notario.


Formé parte de ese casi millón de personas que, de abril a septiembre de este año, fuimos a ver la magnífica exposición sobre Dalí que organizaron el Museo Reina Sofía y el Centre Pompidou de París, en colaboracion con la Fundació Sala-Salvador Dalí de Figueres y el Museo Salvador Dalí de Saint Petersburg (Florida). Pero, como odio hacer colas cuando puedo evitarlo, retrasé la visita hasta dar con un momento de menos apreturas. Porque, si hacer colas es odioso, pasear por un museo atestado de gente aun lo es más. Dado el éxito de la expo, hube de esperar casi al último momento. Finalmente pude ir y me quedé tan impresionado que he tardado un par de semanas en reaccionar. De tal modo que, cuando me decidí a escribir algo sobre ella, la exposición se había clausurado. Será, pues, la primera vez que escriba sobre un evento ya pasado. Es un poco daliniano, por utilizar un término frecuente en las manifestaciones públicas del pintor. Nunca la había entendido y la atribuía a alguna de sus frecuentes excentricidades. Veo ahora, después de visitar una exposición tan completa (más sistemática, aunque no tan abundante como la que hubo en 1983) que se trata de una expresión cargada de sentido. Le servía al pintor para dar a entender que se consideraba por encima de las distintas escuelas o corrientes artísticas, incluso de aquella cuya autoría y jefatura solía atribuirse: el surrealismo. El dalinismo es un estilo propio, que recoge muchas tradiciones pero rompe todos los moldes. Algo muy acorde con la peculiar visión que Dalí tenía de sí mismo, al considerarse como un revolucionario (mucho más que sus compadres surrealistas, al estilo de Breton o Aragon) amante al mismo tiempo de la tradición, la jerarquía, la aristocracia y el catolicismo.

La exposición contenía algunas de sus obras más famosas, junto a muchos otros óleos, dibujos, bocetos, fotografías, escritos, libros, revistas, objetos surrealistas, vídeos y documentales. Se subtitulaba todas las sugerencias poéticas y todas las posibilidades plásticas. Y sí señor, así es. La obra de Dalí es tan original, tan creadora, que cada cuadro es un universo cerrado en sí mismo y muchos juntos forman una constelación tan abigarrada y extensa que que no permite imaginar haya algo fuera de ella. Y tal es la aportación, casi la revelación de esta extraordinaria muestra: que permite comprobar cómo las distintas manifestaciones que el pintor fue sembrando a lo largo de su vida en sus múltiples escritos, algunas de sus expresiones más características y aparentemente inconexas, formaban parte de un proyecto unitario que, al final, tenía un sentido... daliniano. Las expresiones se encuentran por toda la exposición: el estilo paranoico-crítico, la miel es más dulce que la sangre; y también sus manifestaciones que pueden leerse en sus extraños y dispersos escritos: el artículo sobre San Sebastián, dedicado a Lorca, el Manifiesto amarillo o manifiesto antiartístico catalán, con Lluís Montanyà y Sebastià Gasch, contra "los putrefactos", el Manifiesto místico, La vida secreta de Salvador Dalí, el Diario de un genio,  la interpretación paranoico-crítica de una imagen obsesiva: "el Ángelus" de Millet, o el increible Manifiesto sobre el  derecho del hombre a su propia locura, etc. Dalí debe de ser el pintor más volcado en otras artes, la literatura, la poesía, el teatro, el cine, el ballet, la música. Y en todas partes impone su huella daliniana, como se aprecia en sus más famosos cuadros, complejas historias, compuestas por elementos de varias dimensiones (y no solo de la tercera, que tanto le ocupó) espacio-temporales, auténticos mosaicos simbólicos cuya contemplación agita al espectador, lo sacude de mil modos, lo incita, se le escabulle, lo provoca, lo sacude y no le deja descanso. Por estar está hasta ese Enigma de Hitler (1939) del que el propio autor decía que no lo entendía.

Es imposible dar razón en una crónica de ese denso mundo que la exposición muchas veces se limita apuntar. Solo cabe hacer algunas reflexiones sobre los aspectos que suelen llamar más la atención. Por supuesto, el cine en muy primer lugar, El perro andaluz y La edad de oro, capaces de sobrevivir en las inolvidables escenas oníricas de la peli Recuerda, de Alfred Hitchcock. Los otros surrealistas hablaban del subconsciente en la línea psicoanalítica. Dalí, que estaba muy orgulloso de haber conocido a Freud en Londres, en 1938, lo recrea. Tiene gracia ver a Gregory Peck e Ingrid Bergman, dos doctores muy serios, hablar de las paranoias de Dali, pensando que son propias.

No es extraño que Breton acabara por expulsar al bueno de Salvador del grupo surrealista. Me parece que se buscó una excusa típica, dando a entender que Dalí se hubiera comercializado y seguramente de ahí viene ese perverso anagrama que le dedicó de Avida dollars. Me parece injusto. A Dalí el dinero le parecía muy importante, como a todo el mundo. Pero, a diferencia de todo el mundo, siempre supo que tendría el que le hiciera falta y se dedicaba a despilfarrarlo. Breton perdió la oportunidad de dar una interpretación psicoanalítica de la expulsión: achacarla al destino del artista. Dalí es el eterno expulsado, el que no encaja en ningún sitio: lo expulsaron del colegio, de la Academia de Bellas Artes y hasta de su familia. Breton, en realidad, cumplía un designio.

Hay varias manifestaciones delÁngelus, de Millet que, como se sabe, fue influencia permanente a lo largo de la obra de un genio que siempre supo que lo era y, por tanto, jamás fue parco en reconocimiento a aquellos de quienes hubiera aprendido algo. Un hombre leal, caramba. ¿Qué mejor reconocimiento de influencia que el Autorretrato al estilo rafaelesco? Rafael, Miró, Picasso, mucho Picasso aparecen aquí y allá y también las influencias literarias y musicales que siempre reconoció, en el Busto de Voltaire que desaparece o la portentosa síntesis de la copa/cáliz de Tristán e Isolda.

En fin, quien se canse de contemplar Las tentaciones de San Antonio o La metamorfosis de Narciso, entre otras muchas, que levante la mano. Que la levante quien no vaya buscando relojes blandos, cuerpos cajoneras, hormigas o panes. Y por supuesto, los españoles se quedan petrificados, literalmente petrificados delante de la premonición de la guerra civil viendo que, en efecto, es de 1935 y, por lo tanto, una verdadera premonición. Una en la que se ve a Goya.

La relación de Dalí con Gala -abrumadoramente presente en su obra- era, por lo menos extraña. Su sexualidad, de la que habla mucho, no menos.  Tiene uno la impresión de que Gala fuese la substituta de la madre, tempranamente perdida y de la que él era muy dependiente. Mírese El gran masturbador. Una especie de pansexualidad anima muchas de sus obras que se abren al espectador pero lo envuelven, lo atraen, lo absorben, lo penetran, lo hacen suyo, se proyectan en él. Luego, cuando lo dejan partir de nuevo al encuentro con la realidad, encontrarse un teléfono cuyo auricular es una langosta dorada es lo más normal del mundo.

La comunicación es la base de la política.


Mañana y pasado se celebra en Granada un congreso internacional de Comunicación Política y me han elegido para pronunciar la lección de clausura. El congreso se desarrollará en inglés y mi intervención, también, con lo cual me siento un poco como Ana Botella, aunque espero no monopolizar Youtube.

Mi conferencia se titula Mastering Minds: The Fortunes of Political Advertising y constituye un intento de explicar la evolución de la comunicación política, desde sus orígenes en la propaganda política hasta el día de hoy. Se pretende asimismo trazar una línea entre propaganda y comunicación y, por último, se trata de plantear los problemas que surgen cuando se analizan las cuestiones de la comunicación política desde una perspectiva moral que afecta al comportamiento individual.

Tod@s l@s amig@s están cordialmente invitad@s.

dimarts, 10 de setembre del 2013

Contra Bárcenas no hay Alaya que valga.


Es patente la alegría con que la vicepresidenta del gobierno ha saltado sobre la noticia del estrambótico auto de la jueza Alaya imputando sin imputar a Chaves y Griñán. Tanta que se ha olvidado de que lleva meses diciendo que ella no habla de asuntos judiciales (si se trata de Bárcenas) y, en dos minutos ha valorado el asunto judicial del PSOE en Andalucia. Cualquier otro ser humano hubiera tratado de disimular tanta desvergüenza. Pero no es el caso con esta aparente mosquita muerta que, como su jefe, miente siempre que habla. Es el enésimo intento de recurrir a la técnica del ventilador, para tapar la mierda propia con la ajena. La corrupción ha existido y existirá siempre, asegura, filosófica, Sáez de Santamaría, antes de invitar hipócritamente al PSOE a reconocer que los dos partidos están en lo mismo, en la corrupción. Falso. El caso Bárcenas no afecta a unos políticos de una comunidad autónoma, y en la gestión de un aspecto específico del presupuesto, sino a toda la cúpula del partido del gobierno, incluido su presidente actual y el anterior, Aznar, y durante veinte años en que ese partido ha estado ganando elecciones amañadas con trampas. Ni color. Tampoco depende de un auto más o menos estrafalario y quién sabe si prevaricador, sino que es un denso procedimiento penal con cientos de actuaciones y sólidas pruebas; no alambicados subterfugios que dejan ver a las claras los entresijos de una justicia partidista.

Porque de esto se trata, ni más ni menos. De cómo la derecha trata de utilizar hoy la judicatura como antes hacía con los militares: en su propio beneficio y en contra del interés público. Como hace con todas las instituciones del Estado: si no puede ponerlas a sus órdenes, las destruye. Así ha sido con el Tribunal Constitucional, al que ha puesto bajo la dirección de un militante cuyo respeto por la legalidad vigente desaparece cuando se trata de sus intereses personales y los de su partido y cuya demagogia y odio a Cataluña debieran ya haberlo apartado del cargo que tan impropiamente ostenta.

Las dos cortinas de humo preparadas para ocultar la corrupción del PP, el gobierno y su presidente Rajoy en el caso Bárcenas, Gibraltar y los juegos olímpicos, han fracasado estrepitosamente en medio del más penoso ridículo.  La majadería ilimitada de Ana Botella, exhibiendo a ojos del mundo en un inglés macarrónico su vulgaridad de vendedora de feria, obligaba a sacarse de la manga algún otro espectáculo que distrajera la atención del verdadero problema que es el de un país gobernando por un presunto mangante, a quien en cualquier momento un juez puede llamar a declarar en un procedimiento penal y no mediante sofismas e interpretaciones traídas por los pelos, bordeando la interpretación delictiva de la ley, sino en aplicación de criterios jurídicos transparentes y de puro sentido común.

Aquí están las diferencias que nos llevan a concluir que, en efecto, el PP trata de valerse de los jueces (de los jueces que se dejan, claro) para torcer la justicia y salir beneficiado en sus tropelías. Veámoslas:

1ª) Sin base alguna, sin competencia para hacerlo, como ella misma reconoce, la jueza Alaya imputa de hecho (que no de derecho) a Chaves y Griñán y, por si hubiera alguna duda de qué es lo que espera de su sospechosamente poco equitativo acto, habla del impacto "mediático" de la medida. Así es: lo que busca es el ruido mediático -con grave riesgo para el prestigio de la justicia-para acallar el cachondeo con el ridículo de Ana Botella y el presunto latrocinio del PP en el caso Bárcenas.

2ª) Con toda la base y la competencia del mundo, el juez Ruz todavía no ha citado a declarar a Rajoy ni siquiera como testigo, siendo así que sí lo ha hecho con los otros secretarios generales del PP por ser secretarios generales del PP. Rajoy también lo fue pero, misteriosa e inexplicablemente, aún no se le ha citado sin que medie explicación alguna de por qué este tratamiento favorable.

3ª) En los años ochenta del siglo pasado, el juez Barbero, instructor del caso Filesa, de financiación ilegal del PSOE, ordenó un registro de la sede de este partido que hicieron funcionarios judiciales sin previo aviso, por sorpresa y con carácter exhaustivo, llevándose con ello mucho material incriminatorio.

4ª) A meses vista de que se conocieran los presuntos delitos del extesorero del PP, Bárcenas, delitos supuestamente cometidos, entre otros lugares, en la sede del partido en la calle Génova, el juez no había ordenado registro alguno y, cuando, por fin, se decidió a reclamar una prueba concreta, los ordenadores del imputado, dio cinco días a quienes estaban en posesión de ellos, por si todavía no habían terminado de inutilizarlos por entero a efectos probatorios.

¿Queda alguna duda sobre el carácter partidista y a favor del PP de la justicia española?

Y, sin embargo, esta vez no les saldrá bien. Con el caso Bárcenas -y la presunta complicidad de Rajoy- la derecha se ha pasado veinte pueblos y el asunto no tiene arreglo, por muchos incondicionales que movilicen en la judicatura, llámense como se llamen.

La pintoresca imputación/no imputación (solo para efectos mediáticos) de Chaves y Griñán pasará sin pena y gloria (y es posible que le cueste un disgusto a la jueza Alaya) y el fantasma de Bárcenas volverá a ensombrecer el horizonte del PP.

¿Por qué? Porque Bárcenas es Rajoy.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

A relaxing cup of café con leche.


La intervención de Botella se ha viralizado. Las diversas versiones colgadas en Youtube suman casi un millón de visitas en veinticuatro horas. El cachondeo es planetario. Hay quien dice que la derecha española no caerá por la oposición sino por la risa de la gente. Me parece poco probable. Esa derecha carece del único sentido que Pío Baroja consideraba esencial a los españoles, el del ridículo. Porque ridícula es la alocución de la alcaldesa a extremos insólitos. No por su espantoso acento; no porque fuera la  escenificación de un breve parlamento aprendido de memoria y representado con las dotes escénicas de un chimpancé. Lo verdaderamente atroz fue su contenido. Donde los turcos defendieron su caso argumentando la paz en Oriente Medio y los japoneses la recuperación del tsunami, esta majadera largó un estúpido discurso de vendedor de viajes de tercera: España, tierra de alegría y jolgorio, festival de la vida, sol, bares, descanso y relajantes cafelitos. Le faltaron los toros y el flamenco. O, como dice una diputada conservadora británica, el burro y la sangría. Es el patriotismo de la derecha.

Pero les da igual. Ya se encarga La Razón de explicar que ese lamentable patochada equivale a la escenificación del mejor monólogo shakesperiano haciendo justicia a los matices del genio de Stratford-on-Avon. Ellos a lo suyo; a mangar. Fueron más de trescientos los invitados al jolgorio bonaerense con el dinero de todos los españoles, incluso amigot@s de francachelas, como Rita Barberá, posible imputada en la Gürtel, que tiene tanta relación con los Juegos como Palinuro con la Bolsa. Trescientos gorrones que se zumbaron las existencias de alcohol en el vuelo de ida y ni siquiera suprimieron la fiesta nocturna al saber que la candidatura había fracasado. Así que todo Buenos Aires se dio cita a celebrar a costa del contribuyente español la derrota de España en el COI. De los 300 mendas -que no fueron los de Leónidas-, los políticos se alojaron todos en el Hilton y los deportistas, como corresponde a su condición socialmente inferior, en un NH cualquiera. La oposición debe pedir las cuentas de este enorme dispendio, euro por euro. Tenemos que saber cuánto ha costado la megalomanía de estos andobas, en qué se ha gastado y por qué. Este cachondeo no se puede consentir. Y los socialistas pueden ir cambiando el chip. Ya han hecho bastante el majadero arrimando el hombro a una candidatura que era una chapuza pensada para tapar el caso Bárcenas y que, si llega a salir, los hubiera hundido para ocho o doce años más.

Los barandas (Florentino Pérez, que se llevó a Ignacio González y Rajoy, que se llevó a Botella) pusieron pies en polvorosa en jets particulares y dejaron tirada a la claque de chupones y aprovechados. También se lo ofrecieron a Nadal (como si el avión fuera suyo en el caso de Rajoy que, efectivamente, así lo cree), pero aquel, en un gesto de dignidad, lo rechazó. En cambio, Palinuro, el reportero más duro, aprovechó el último momento de confusión y se coló en el jet presidencial, lo que le permitió grabar la siguiente conversación:

Botella: Quiero morder, Mariano. Quiero morder. Diez horas preparando el discurso ante el espejo y van los muy cerdos diciendo por ahí que si he hecho el ridículo y si...
Rajoy: La traducción, no te la habrá hecho Carromero, ¿verdad?
Botella: No, hombre. La sacamos del traductor de Google.
Rajoy: ¿De dónde?
Botella: Déjalo, Mariano. Tú de esto no entiendes. Ni de nada, hijo, por cierto. Tu gobierno no ha sabido manejar el asunto. ¿Para qué te sirven los ministros, hombre? Ese Margallo, que se pone chulito con los ingleses cuando necesitamos los votos de los suyos. Y lo que me fastidia es que ya está Aguirre metiendo el hocico y riéndose de mi inglés.
Rajoy: Ana, te juro que estaba todo amarrado. Teníamos 56 votos. Nos lo dijo un Mr. no sé qué de una empresa americana. Nos cobró dos millones de euros...
Botella: ... y nada. Los hombres sois unos inútiles. Lo mismo le pasó a mi Jose: dos millones de euros le soplaron por una medalla del Congreso americano que luego no le dieron.
Rajoy: lo de menos son los millones. Esos los pagan los ciudadanos. Lo malo es que no puedes confiar en nadie. Y este desastre, perdóname, pero va más allá de tu inglés, al fin y al cabo bastante mejor que el mío. ¿Sabes que me encontré a Obama en San Petersburgo cuando íbamos al retrete de caballeros y me dijo no sé qué con ese acento yanqui y, como no sabía qué contestarle, le dije: Mi tú, como me han enseñado.
Botella: ¿Mi tú?
Margallo (que está al otro lado de la mesa, haciendo risas con Moragas y, sospecho, algo sobados ambos): Me too, Mariano, le contestaste (correctamente) Me too.
Rajoy: luego me enteré de que Barack había alabado las reformas que hacemos en España y que me invitaba a la Casa Blanca. Lo leí en la página web de La Moncloa. Así que, ¿le contesté bien?
Moragas (haciendo un guiño a Margallo): perfectamente, presidente, para nota.
Rajoy: Pero ¿qué le dije?
Margallo: Le dijiste que tú también.
Rajoy: Yo también, ¿qué?
Moragas: Que tú también lo invitabas a la Casa Blanca.
Botella (furiosa): No les hagas caso, Mariano. Están sopa perdidos. ¿Qué decías?
Rajoy: Que el asunto no solo es tu inglés, perdóname.
Botella: Te perdono pero, ¿qué más tiene el asunto?
Rajoy: Todos teníamos esperanzas en el Madrid 2020 y nos hemos quedado con el culo al...
Botella: Marianooooo
Rajoy: El pompis al aire. Fíjate en el Príncipe Felipe. Venía ya como Rey in péctore. Era su ocasión. También traía un discurso...
Botella: ... que no escuchaba nadie. Leticia -que, entre tú y yo, es insoportable- tuvo que mandar callar a este  y a la Barberá.
Moragas: "Este" tiene un nombre, Ana. Soy yo. Y precisamente estaba tratando de acallar las bobadas de Barberá que, cuando se pone...
Rajoy: Bueno, pues eso, el príncipe se quedó kao.
Botella: ¿Kao?
Rajoy: KO, coño.
Botella: Marianoooo. ¿KO?
Rajoy: Mujer, es inglés, no me interrumpas. El príncipe, para los cochinos. El Rey, ni te cuento.
Margallo: Para mí, el Borbón se alegra. Se ha escaqueado, ha dejado el marrón al tontaina del hijo y ya no tendrá que abdicar hasta...
Moragas: ... hasta la próxima candidatura. ¡Brindemos por Madrid 2024!
Botella: Ya. Y yo, ¿cómo resuelvo las elecciones de 2015?
Palinuro (emergiendo grabadora en mano de detrás de una cortina): ¿No piensa usted dimitir antes?
Botella: ¡Anda! Y este ¿quién es?
Rajoy: No sé. Un pringao que me ha mandado un cuestionario y quiere que le conteste. Me ha dado pena, como Bárcenas, y lo he dejado colarse. Pero es inofensivo. Escribe.
Margallo: ¡Hombre! Tengo escritas unas memorias. A lo mejor puedes corregírmelas.
Rajoy: Déjate de bromas, Pepe. Claro que Ana no va a dimitir. Conmigo no se dimite. (A Ana) Pero lo de las elecciones está crudo. Según mis noticias, los madrileños, incluso los nuestros, prefieren de alcalde a Mario Conde, que luce bien en Intereconomía. Y de Aguirre ni te cuento. Menuda es. Estoy hablando con ella; me levanto para ir al lavabo; vuelvo y se ha sentado en mi silla. Pero no te preocupes, peor lo tiene Nacho González.
Moragas: Sí. Es bastante más feo. (En ese momento hay una turbulencia, el avión cae bruscamente un trecho, Moragas se golpea la cabeza con una samsonite y se queda frito.)
Botella: ¿Nacho? ¿Qué le pasa a Nacho?
Rajoy: Pues que, como los japoneses se han llevado los juegos, el millonetis de Eurovegas...
Margallo (dirigiéndose a Fátima Báñez, que ha ocupado el lugar de Moragas) Eurovergas.
Botella: Pepe, eres un grosero. Mira cómo se sonroja la pobre Fátima.
Báñez: Claro. No voy a hacer strip-tease como Cospedal.
Rajoy: menuda es esa. Menuda lengua.
Botella: Vale, pero ¿qué pasa con el señor Adelson, el "millonetis"?
Rajoy: Quiere llevarse Eurovegas a Tokio.
Moragas (recuperando el sentido): ¿Asiavegas? ¿Nipovegas? ¿Tokiovegas? No me suena.
Margallo: Hirovegas o Vegasaki.
Rajoy: Total; si se lleva el tío la pasta, a González le huele el culo, el pompis, a pólvora. No lo vota ni la Falange. Pero, con todo, el peor parado he sido yo, así que no me vengáis con monsergas. Vaya racha. Lo tengo todo en contra.
Botella: ¿Por qué? ¿Qué culpa tienes tú?
Rajoy: Ya. Culpa, ninguna. Es toda de Zapatero. Pero cuéntaselo a Pedro J.
Báñez: Presidente, creo que debes echarlo del periódico. ¿Quieres que se lo pida a la virgen del Rocío? Tiene poder. El mes pasado, 31 parados menos.
Rajoy: Es inútil, Fátima. Quieren mi cabeza. Quieren crucificarme, echarme a los leones, descuartizarme. Me dice el médico que empiezo a estar paranoico. Pero no es verdad: me persiguen. No es una invención mía. Ese odioso Bárcenas me tiene manía; quiere hundirse conmigo. De aquí a las elecciones de 2015 tengo que reinvertarme.
Báñez: Re... ¿qué?
Rajoy: Reinventarme. Es el consejo sacado de un libro muy bueno que es estoy leyendo de Dale A. McKenzie. Se llama Cómo triunfar y hacer amigos sin abrir el pico.. Un best seller. ¿No lo conocéis? Tengo que reinventarme, conseguir ser otro. Así, podré presentarme en su momento como yo y no yo al mismo tiempo. Prometeré hacer lo contrario de lo que he hecho hasta ahora.
Margallo: Aunque sigas haciendo lo mismo. Eso se te da muy bien.
Rajoy: Gracias, Pepe. Por supuesto.
Palinuro (perplejo): Perdone, usted ¿tampoco piensa dimitir?
Rajoy: Pero, bueno, ¡qué manía! ¿Por qué voy a dimitir, vamos a ver? No he hecho nada.
Palinuro: Parece que no se sabe lo que ha hecho. Y eso es peor.
Rajoy: ¿Peor? ¿Por qué, joven? La política es secreto. ¿No ve usted cómo gobierno? Nadie sabe nunca nada de lo que hago. Nadie sabe si vamos o no a la guerra de Siria; nadie si lo del Peñón va en serio; nadie si voy o no a cambiar el gobierno; nadie si estoy poniéndome de acuerdo con Artur Más. Nadie sabe lo que hago. Ni yo mismo. La segunda base del éxito es el secreto. Lo dice también McKenzie: "la vida es como un juzgado: todo lo que digas puede utilizarse contra ti". Así que todo el mundo punto en boca. Bárcenas no existe.
Palinuro: Pero el país puede írsele de las manos.
Rajoy: ¡Qué va, hombre! ¡Qué poco conoce a los españoles! Ha viajado mucho, ¿verdad? Se le ve a la legua. Ha perdido el feeling con sus paisanos. No conoce la acrisolada doctrina del Caudillo, cuya vida no conservó Dios suficientes años, para ponernos a prueba: "menos viajar y más leer el Informaciones, hoy La Razón. ¿Qué se apuesta usted, pelagatos, a que volvemos a ganar por mayoría absoluta, sobre todo si sus vísperas catalanas se ponen bravías?

dilluns, 9 de setembre del 2013

El nuevo Palinuro ya está en la calle.


Para delectación general, con nuevo formato interactivo, mucho más ágil y entretenido. Con una interfaz motivadora en la que se salpimentan las distintas secciones de la página: política, economía, cultura, arte, asuntos internacionales, pensamiento, controversia, cine, literatura, etc. La aventura palinúrica sigue su curso, animada por el notable eco alcanzado hasta la fecha, la aceptación y benevolencia del amable público, su alcance nacional e internacional y su apreciable difusión. Para todos los momentos del día: la mañana de brega, la tarde de reflexión y la noche de ensueño, Palinuro está siempre al alcance de la mano, con lo más reciente y lo más perenne.

Y todo ello desde la más insobornable independencia de criterio. Palinuro no se vende, aunque no le falten ofertas de compra. No tiene hipoteca política, empresarial, religiosa alguna. Se rige solo por una mezcla de espíritu artúrico y código del bushido o, sea, la moral caballeresca aceptada por las naciones civilizadas y no civilizadas del planeta, que se basa en dos reglas de oro: la palabra del caballero es sagrada y no se hace a los demás lo que uno no quiera para sí. Palinuro no hace ni pide concesiones, no entra en cuadra, escuadra, grupo, partido o asociación algunos. No obedece órdenes. Ni las da. Es un territorio libre, abierto a tod@s y que solo espera de ell@s comportamiento similar, regido por la norma de San Francisco: "cuando te vayas de aquí, deja todo como lo encontraste."

Sobrevivirán los dos formatos, el Palinuro antiguo y el moderno, por supuesto. Pero, ya cabe entrar en el nuevo, que se actualiza con la misma frecuencia del antiguo, aunque espero que suceda a ustedes como al propio Palinuro, quien cada vez se encuentra más a gusto en el nuevo formato. Un exitazo de diseño que he de agradecer a mi amigo Pedro desde su admirable página de Publicoscopia, a la que considero tan mía como el propio Palinuro

Bienvenid@s. Están ustedes en su casa.

Del diario de viaje de Rajoy, III.


Bueno, yo estaba en donde debía estar, dando la cara, respondiendo preguntas, prodigándome en explicaciones. A las duras y a las maduras. Vayan luego los de siempre a decir que rehúyo el bulto, cuando lo que quieren es poner palos en las ruedas, esparcir insidias y rumores, debilitar mi querida Marca España. Mi deber era estar en Buenos Aires y hasta aquí he venido.

Sinceramente,  no nos merecíamos lo que estos del COI nos han hecho. Han jugado sucio. Así lo ha trasmitido fielmente mi palafrenero en La Razón, que habla de Tongo olímpico y, como siempre, ha sido el único en decir la verdad en un panorama de medios en España de tinte bolchevique. Con todo, me queda la duda de si no nos estaremos pasando. Hablar de tongo cuando se pierde en un juego es muestra de mal perder. Y no es nuestro caso porque, cuando hacemos tongo, siempre ganamos; por ejemplo, las elecciones, que financiamos ilegalmente, como Dios manda. No es eso lo preocupante de hablar de tongo sino que estemos acusando de ello a los miembros del COI con lo cual, si nuestras posibilidades eran pocas, ahora serán ya cero. He de hablarlo con García Margallo, a ver si lo distraigo de la conquista del Peñón, por donde puede llegarnos otra castaña fenomenal.

Confieso no haber estado muy feliz ayer al declarar que “A veces se gana y a veces se pierde. La clave es hacer todo cuanto está en tus manos para que las cosas salgan bien". Estaba muy cansado. Volar de San Petersburgo a Buenos Aires, del mundo eslavo al latino, de la selecta cumbre de los barandas mundiales a la chusma bonaerense, es agotador. Y luego está claro que conseguimos jugar bien nuestras cartas. Llevamos un séquito de 180 personas a todo pagado. Los japoneses, cien y los turcos, 75. No tenían media torta. Además, los nuestros iban calientes porque, al parecer, se echaron al coleto 350 cubas libres durante el trayecto. No entiendo qué pasó. No lo entiende nadie. 180 de claque y perdimos. Y ya verás ahora. Como al perro flaco las pulgas, van a llovernos impertinencias. Ya hay quien quiere ver las cuentas del Madrid 2020, a cuánta gente llevamos y por qué razón. Hasta hay quien pregunta qué pintaba Álvarez del Manzano en la fiesta. Si empezamos con pequeñeces...

La verdad, cundía el desánimo. Wert se escondía por los rincones, me malicio que algo avergonzado, García Margallo quería hacer sushi con un japonés pequeñito y los demás tragando saliva al escuchar a Ana Botella en uno de esos discursos en los que parece que está regañando al parvalurio y en cualquier momento va a ponerse a repartir guantazos. Y mira que se lo he dicho muchas veces, siempre con el debido respeto: "Ana te pierde tu temperamento". El momento inglés de la alcaldesa ya me dejó flipando el colores. Menos mal que los de La Razón dejaron constancia del elegante y fluido inglés de Ana. Ahora respiro tranquilo porque, desde luego, yo no entendí nada y, por lo que sé de mi fiel Marhuenda, él tampoco. Pero a ese no le hace falta entender para hablar, pues le pago por hacerlo sin tener ni idea. Y lo borda el hombre. Tanto que van a contratarlo en todas las cadenas de TV todo el día porque es el único del que puedo fiarme. Marhuenda por la mañana, por la tarde y por la noche. Eso es pluralismo informativo cristiano.

Ya más descansado, hoy he hecho otras declaraciones que los chicos de La Moncloa han recogido al pie de la letra, como está mandado: esta decisión no va a afectar al ánimo del país y el Gobierno seguirá apoyando el deporte. ¿Qué? ¿Soy o no soy un hombre previsible? Seguiremos apoyando el deporte. Conste que podríamos no hacerlo, que podríamos castigarlo por su mal comportamiento, como hemos hecho con la salud, la educación, la dependencia, la cultura, etc. Podríamos, pero no lo haremos pues somos unos caballeros. Un periodista (¡malhaya el cuerpo!) me ha dicho que, en cualquier caso, qué culpa tiene el deporte de que los gobernantes sean unos inútiles. Quizá no lo haya dicho así, pero era lo que quería decir. Pues sí, claro, pero no pretenderá el señor periodista que me eche las culpas a mí mismo. Eso es absurdo. Yo doy siempre la cara, ya digo, pero, como todo el mundo sabe, la culpa del desastre de Buenos Aires es de la política exterior de Zapatero. Espero que le hagan un escrache. Ya está bien de hundir España, hombre.

El Príncipe estuvo sublime al decir que Toda España quiere los Juegos Olímpicos. Pues claro porque quienes no los quieren no son España, son la Antiespaña, que ha vuelto a levantar su odiosa cabeza de Hidra de Lerna, aprovechando que el caudillo no ha resucitado. Cierto, luego el muy ladino se calló, hizo mutis por el foro con su esposa, y me dejó solo ante el morlaco. Es un Borbón típico, o sea, un felón.

Pero de esos morlacos me ventilo yo media docena. El verdaderamente peligroso, el de auténtico trapío, Bárcenas, me espera en casa, tras las rejas del toril. Por eso me fastidia haber perdido la votación del COI. Ahora podía estar yo de vuelta en España, entrando en Madrid entre los aplausos de la muchedumbre entusiasta, retornando victorioso de la guerra de la Pampa, con los bolsillos llenos de promesas de negocios para los nuestros en los próximos siete años. Bárcenas y sus sobresueldos caerían en el olvido y yo recuperaría el crédito que tengo algo perdido.

La realidad es muy otra. Tenía un sueño, mejor que el de Martin Luther King, pero el islámico y los taimados nipones lo han reventado. Hubiera pisado la cabeza a Rubalcaba, en sentido figurado, se entiende, como cuando Rubens pintaba a Enrique IV pisoteando cuerpos convulsos de infieles vencidos. Ahora tendré que hacer frente a su moción de censura. La moción del odio, el rencor; la moción del mal perdedor. Y otra vez a hablar de Bárcenas, como si no fuera bastante lo dicho el pasado 1º de agosto, cuando brilló mi inocencia en sede parlamentaria. Si Jesús Posada, el edecán que tengo en el Congreso, vuelve a plantearme una pregunta o interpelación de estos pulgosos del PSOE, lo mando a letrinas.

Ya ni las vísperas catalanas me sirven para ocultar la corrupción en la que sobrenada el partido, el gobierno y yo mismo. Cada vez nos parecemos más a los personajes de las escenas escatológicas de Bocaccio. La mierda (con perdón) llega ya a la altura del micrófono. Tengo a Mas modulando su lenguaje, pues ya habla de una consulta tolerada por el Estado. Esto de las palabras tiene su intríngulis. Hay que entender sus muchos sentidos. "Tolerar" no es "permitir". Pero tampoco prohibir. Y no creo que quienes mandan me dejen no prohibir. La verdad es que, con Bárcenas entre ceja y ceja, es difícil pensar en estas cosas.

¡Malditos nipones!

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La vida de los muertos.


En un paisaje ondulado, de tierras rojizas, un secarral con flora de yucas, pitas, agaves,  cactus, chumberas, palmeras, cipreses, limoneros y pinos solitarios, a treinta kilómetros de Sevilla, en Carmona, hay una preciosa necrópolis romana del siglo I, época Claudia, muy próxima a un curioso anfiteatro del mismo tiempo. Ambos son resultado de unas excavaciones que se hicieron en los años ochenta del siglo XIX. Varios eruditos locales, bajo la ilustrada guía de un pintor inglés, afincado en la ciudad, crearon una asociación privada para exhumar lo que suponían era un conjunto arquitectónico, sin saber en concreto de qué se trataba, aunque presumiendo la necrópolis por la naturaleza de los objetos que venían encontrándose. Se aprovechó un desmonte para un camino y se puso en marcha una excavación con métodos científicos, a los que no era ajena entonces España pues los había introducido Carlos III, procedente de Nápoles, a fines del siglo anterior.

El cementerio es modesto, como corresponde a la población de la que se nutría y que no podía ser muy abundante, aunque las leyendas explicativas del museo, impregnadas de cierto patriotismo local, convierten la Carmo romana en una especie de emporio tierra adentro. Poco podía ser en comparación con la vecina Hispalis. En esa misma modestia está su encanto. En eso y el hecho de que esté muy bien cuidado y transmita una sensación de paz y sosiego a plena luz del día.

Las guías oficiales insisten en las piezas consideradas "importantes", la tumba de una tal Servilia, probablemente una notable patricia que, ciertamente, es impresionante; la de Postumio y, por supuesto, el dato curioso, la tumba llamada "del elefante" porque en ella se encontraba una estatua a tamaño reducido de este paquidermo que puede aún contemplarse, aunque en muy mal estado, en el museo. Ese elefante tenía una funcionalidad que los escritos y el correspondiente vídeo ilustran: era ornamento de las ceremonias anuales del casamiento de Cibeles con Atis. Meter a los dioses en faena siempre viste mucho y así se corona la idea de la antigua importancia de Carmo. Además, son dioses exóticos, de origen frigio, que debieron llegar con las naves fenicias hasta la zona de la antigua Tartessos y luego se extendieron. Y ese elefante los acompañó desde África. Atis es un dios del eterno retorno que, como Osiris, muere y resucita cada año para perderse en el seno pródigo de la madre tierra, la antiquísima Cibeles,

Ciertamente, son entretenidas estas quisicosas de las grandezas humanas y divinas, pero el encanto de la ciudad de los muertos de Carmo es, precisamente, su modestia, su carácter vulgar, popular. Sin duda, se marcan bien las diferencias de clase y hay tumbas en las que se hizo mucho dispendio, aunque nada comparado con otras necrópolis romanas en las que abunda el mármol, los sepulcros de lujo, los poéticos epitafios. La mayoría de las tumbas aquí son columbarios familiares o no familiares, de gente sencilla, que enterraba a sus muertos y luego convivía con ellos en muchas ocasiones a lo largo del año. Por eso está tan cerca el anfiteatro que, por cierto, es de proporciones reducidas. Antes o después de la función, quizá se hiciera una visita a los antepasados, que tan próximos estaban.

Son tumbas con entrada que se practicaba a menudo pues en el mundo romano se rendía frecuente culto a lo muertos, que formaban parte del panteón hogareño bajo la forma de dioses manes, lares y penates o dioses de abajo, los que habitaban bajo tierra. Las entradas eras escaleras excavadas en la roca o escalas que se ponían al efecto. Ese era el asunto: la casa de los muertos bullía de vivos con mucha frecuencia en tratos cotidianos con los Di Manes. Y eso se nota veinte siglos después. 

Hasta la tumba llamada de las columnas que las guías ensalzan con razón por su elegancia, puede verse como una parte, aunque separada, del domus. Está construida a modo de compluvium y a uno le gusta fantasear que el agua que caiga y se estanque en el impluvium en el centro, alegrará el eterno descanso de aquellas cenizas amorosamente guardadas en urnas del más diverso tipo.

Por cierto, era domingo, las cuatro de la tarde de un día agradable, sin excesiva calor. Pero éramos doce visitantes para todo el lugar, dos de ellos, guiris. Y nos encontrábamos de tumba en tumba. La adyacente ciudad de Carmona, a cuya entrada hay una estatua de una Lavinia imaginaria, parecía agitada por una fiebre casamentera. Grupos de jóvenes, ataviad@s de boda iban y venían portando además provisiones, bebidas, bocatas comprados en un chino, para los festejos posteriores al enlace. 

La vida sigue.

diumenge, 8 de setembre del 2013

Oro en incompetencia.


El batacazo del gobierno en Buenos Aires es impresionante. La Razón y el ABC tendrán que hacer filigranas para convertirlo una vez más en : a) un triunfo en toda línea de Rajoy; b) un fracaso sin remedio de Zapatero. Pero lo intentarán. Les va en ello la paga. Y no sé a quién convencerán porque está claro que el fracaso no es solo del gobierno, sino de España. De la España cuya marca va vendiendo el gobierno y que ha obtenido, bien se ve, el oro en incompetencia.

Incompetencia fabulosa originada en lo esencial en la gestión de unos gobernantes que no tienen ni idea de sus posibilidades reales ni del mundo exterior más allá del círculo de enchufados, asesores y tiralevitas de que se rodean. Ya en el fracaso del intento olímpico anterior (que debía ser, a su vez, el segundo o el tercero) quedó patente la ignorancia e incompetencia de los españoles en el mundo interno de las decisiones del Comité Olímpico Internacional (COI). No solamente no tienen atisbo de la muy compleja teoría de las coaliciones sino que tampoco saben nada de la práctica más pedestre de cómo se mueven las alianzas estratégicas, qué voluntades pueden propiciarse y cuáles otras neutralizarse. Patente ha quedado en la votación bonaerense. España por detrás de Turquía. Dicho está todo.

Tirando hacia arriba, la acción exterior de los gobernantes es de risa. Tiene uno en gran respeto la diplomacia en general, dada su capacidad de dobles y triples juegos, hasta que topa con la española que no sabe jugar ni un solo juego. Veamos: ¿cuántos miembros del (COI) pertenecen a la Commonwealth, la comunidad angloparlante, antiguas colonias y dominios de Gran Bretaña? ¿A quién se le ocurre plantear un conflicto (y un conflicto colonial) con Inglaterra justo en vísperas de una votación en la que hay que conseguir votos de la Commonwealth? Obviamente, al gobierno de España, al ministro de Exteriores, a quien no se le alcanza que quizá convenga preguntar, antes de soltar bravatas, si estaba el horno para bollos. Esto se llama descoordinación y el que se descoordina en un órgano colegiado es un verdadero asno. Pero es que el gobierno de España es hoy una recua de asnos dscontrolados. Eso sí, todos pagadísimos de sí mismos.

¿Qué fue a vender a Buenos Aires esa ridícula comisión olímpica cuya finalidad era nutrir las páginas de la prensa rosa con la presencia de los Príncipes de Asturias y las viñetas de humor con los disparates provincianos y engreídos de Botella? Fue a vender la capital de la corrupción europea y, dentro de esta, la peor de todas en la ocasión, el dopaje. Aunque los gobernantes españoles no lo crean, los demás, especialmente los miembros del COI, están informados de lo que les interesa y utilizan esa información para beneficiar su causa y perjudicar la del adversario. ¿Creen los españoles que el COI ignora los asuntos de dopaje en España cuando son de conocimiento mundial?

Es igual. Llega Rajoy, en gira triunfal, y reafirma solemne que España es un éxito financiero y un socio fiable en todo, también en la lucha contra la “lacra” del dopaje, como se demuestra por el hecho de que una de las más famosas deportistas, la señora Domínguez, salpicada por un asunto de dopaje, es senadora del PP y, en consecuencia, está aforada, es decir, protegida. ¿Cómo contrarrestar la interpretación de que el gobierno de España protege el dopaje? No pasa nada. Tanto en el exterior como en el interior nadie concede crédito a la palabra de Rajoy, cuya función no es sino negar los hechos más flagrantes. ¡Pero si el dopaje se practica hasta en las elecciones legislativas, según denuncia reiterada de Cayo Lara!

Es erróneo tachar de episódico el ridículo de Ana Botella con la traducción simultánea en la rueda de prensa. No fue algo accidental, sino que es constitutivo de la dama. El ridículo es algo tan inherente a su identidad como el croar a las ranas. Es más, parece ser estructural a las señoras de la derecha. Quien ensamble el vídeo bonaerense de Ana Botella con el de los medicamentos que curan de Ana Mato, la virgen del Rocío de Fátima Báñez y el finiquito en diferido de Cospedal puede ganar un premio internacional de cine cómico antifeminista. Por favor: ”A relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor”. Por favor. ¿Qué hemos hecho los madrileños para merecernos esto?

Fracaso redondo, sin paliativos de la Marca España. Todas las esperanzas de Rajoy de enterrar bajo promesas de toneladas de oro, plata y bronce el hediondo asunto de su amigo Bárcenas, al garete. Ahora, a seguir aguantando el cirio que le ha puesto Cospedal en el palo y con el cirio y el rabo entre piernas, de vuelta a casa, a seguir escondiéndose como sea. Y la Marca España a esperar otros cuatro años, a lo cual anima esa prodigiosa nonentity,, Felipe, Príncipe de Asturias, patria querida.

¿Y la oposición? Ese fervoroso apoyo al Madrid 2020 de Lissavetzky y Rubalcaba hace honor a su empeño por prestar leal colaboración en los “asuntos de Estado”. Y demuestra asimismo su despiste –ya casi culposo- su endeblez argumental, su seguidismo del PP, en definitiva, su parte de incompetencia. Para entenderlo basta con plantear dos simulaciones:

Simulación a). Si la situación hubiera sido la inversa, el PSOE gestionando el Madrid 2020, ¿cuál habría sido la actitud del PP? ¿No andaría Aznar predicando por el mundo que España no merecía los juegos? ¡Ah, pero eso es cosa del “y tú más”, propia del PP, pero no del PSOE. De acuerdo.

Simulación b). De haber salido el Madrid 2020, ¿acaso no lo utilizaría el PP como claro signo del éxito del gobierno (no de España) y una ocasión única para tener una cortina de humo de siete años frente a Bárcenas? ¿Acaso no pondría a todos sus esbirros mediáticos a insultar a la oposición acusándola de haber intentado boicotear el éxito? Lo haría sin dudarlo, por supuesto, y en el PSOE no pueden ser tan necios que lo ignoren.

Entonces, ¿qué? Simplemente, que el PSOE es incapaz de articular un discurso leal al Estado pero crítico con el PP y el gobierno. Aterrorizado por el efecto negativo que para sus expectativas de voto pueda tener una campaña del PP acusándolo de antipatriota, incluso de antiespañol, el PSOE marca el paso en donde le dicen y depone toda actitud crítica. Lo mismo le ocurre con la organización territorial del Estado y la forma de gobierno. Muertos de miedo de que la derecha los ataque por separatistas o rojo-republicanos, los socialistas aparecen como centralistas y monárquicos. Y ese es el problema: el miedo del PSOE al PP.

Los aparatos de propaganda del gobierno se encargaron de difundir que el 90 por ciento de los españoles apoyaba fervorosamente la causa de Madrid 2020, lo cual ha de echarse en la cuenta de su inveterada costumbre de mentir. Somos muchos quienes no apoyábamos el Madrid 2020 y no por eso sentamos plaza de antipatriotas o “antiespañoles”. Al contrario, muy al contrario. Sabemos que en el extranjero las cosas se hacen en serio y por eso no podíamos apoyar un proyecto de prisa y corriendo, una chapuza, más pensada como cortina política de humo y negocio en la vertiente de la corrupción (como el que todo el mundo espera en Eurovegas) que como otra cosa.

Nos callamos por prudencia, porque no somos el rencoroso Aznar ni ninguno de esos felones estilo Montoro, (que caiga España, que ya la levantaremos nosotros) y por sentido del ridículo. Queríamos evitar a nuestro país el enésimo bochorno de una derrota sin paliativos. ¿Si nos alegramos por ello? Sí, claro que sí, en la medida en que el resultado evidencia que por ahí fuera las cosas funcionan de verdad y nosotros no nos merecíamos lo que solicitábamos. Puede ser la alegría de Casandra, pero es. Y no por eso somos antiespañoles. Antiespañoles serán (en la medida en que pueda emplearse tan estúpido término) quienes llevan a España de ridículo en ridículo. Claro que nos alegramos y a ver si, por una vez en la vida esos sedicentes "analistas políticos" que no dicen más que tonterías, son capaces de decir la verdad si acojonarse.

Hasta hay una vertiente olímpica de las vísperas catalanas. Se deduce de la sospecha de que, para los nacionalistas españoles, Madrid 2020 suponía sacarse la espina de los juegos olímpicos de Barcelona, 1992. Una cuestión de envidia, de cochina envidia. Ya que no consigue sacarse la espina del Peñón, ni extirpar el forúnculo de Bárcenas, cuando menos, la espina "polaca". Pues ni esa.

Acabo de leer en Twitter que Rajoy justifica el revolcón del siguiente modo: “A veces se gana y a veces se pierde. La clave es hacer todo cuanto está en tus manos para que las cosas salgan bien". ¿Se dan cuenta? Es imposible tomarse en serio a gente así, que solamente gana cuando miente.

dissabte, 7 de setembre del 2013

Del diario de Rajoy, II


Esto va viento en popa. Ayer teníamos a los españoles pendientes de nuestras ruedas prensa en lugares exóticos, como Ana Botella en Buenos Aires, yo en San Petersburgo u otros muy castizos, como mi buen amigo y hasta ayer compañero de partido, De los Cobos, el presidente del Tribunal Constitucional en Madrid. Y he decir que, cada cual a nuestro modo, superamos la prueba con elegancia y el laconismo militar de nuestro estilo, sin merma de la cazurrería que, cuando queremos, como gente auténticamente popular, nos caracteriza.

La rueda de prensa, siempre lo he dicho, es el momento cumbre de la democracia. En las elecciones, el pueblo soberano decide quién gobierna. En las ruedas de prensa ese mismo pueblo soberano se entera de qué piensan aquellos a quienes ha votado. En las primeras, habla la masa; en las segundas, la élite, o sea, nosotros. Son ámbitos de absoluta libertad. Cada cual pregunta lo que quiere y el preguntado contesta lo que le da la gana. Quien pide libertad para sí debe estar dispuesto a reconocérsela a los demás. Libertad para todos. Y, ya digo, ayer lo bordamos, cada uno en nuestro estilo.

De los Cobos, insuperable guía, habló meridianamente antes de la propia rueda de prensa, contestando a las preguntas que fueran a hacerle en ella porque en ella no pensaba contestarlas dado que el asunto de las presumibles está bajo consideración de los magistrados. Y contestó alto y claro: “No tengan duda de que pienso seguir en mi puesto”. Es un maestro, capaz de elevar a categoría metafísica lo cotidiano. ¿Dimitir nosotros por algo? Pregunta tan recurrente como impertinente en las ruedas. Ni hablar. La dimisión del cargo en el PP es un imposible metafísico. Haya pasado lo que haya pasado. Todo tiene una explicación. Y, si no aparece a primera vista, De los Cobos sabrá encontrarla.

En Buenos Aires, Ana Botella, defendiendo la candidatura de Madrid a los JJOO de 2020, estuvo sublime. Dice la fementida canalla que, por tirarse el pliego de saber lenguas, nuestra alcaldesa renunció a la traducción simultánea, no entendió ni torta de una pregunta en inglés y la contestó erróneamente. Falta de percepción de esta gente. Nada de error: agilidad mental, cintura. No era una pregunta sino una insidia, de esas que padecemos los del PP, a fuer de gentes de bien, en todo momento; fue una trampa para desviar la atención de la verdad objetiva de las infraestructuras de Madrid a ese otro concepto ambiguo, manipulable, escurridizo, del paro. Muy bien contestado, Ana: por peteneras. La conspiración judeo-masónica, con Pedro J. a la cabeza (quién iba a decírnoslo, oh, manes de Aznar), no descansa ni un minuto en su tarea de desprestigiar a España. No era que la alcaldesa no supiera para qué sirve la traducción simultánea. En absoluto. La prueba es que se encasquetó los auriculares cuando le hicieron una pregunta en español. Quería recibirla en inglés, idioma del que, como sabe todo el mundo, no tiene ni idea. Al igual que yo. Y a mucha honra. El español es tan lengua universal como el inglés. Madrid será sede de los JJOO. Lo aseguraré yo, con el sentido común que me caracteriza y, como Dios, que habla castellano del Imperio, manda.

Hasta San Petersburgo llegó el aullido de la canallesca. Dos periodistas, subgénero de marujonas de pueblo, me preguntaron por Bárcenas a más de 3.000 kilómetros del lugar. Me despaché con soltura, explicando que el asunto no había suscitado interés en el G-20 y que no se había tratado. Cosa lógica. En el G-20 no estamos a las pequeñeces y miserias de la vida de un descuidero de tres al cuarto. Eso no es competencia, hombre. Nosotros estamos a las grandes faenas, a invadir unos países, expoliar otros. Somos jefes de Estado y de gobierno y quizá tengamos algo de randas; pero a lo grande. Eso no le entiende la prensa que padecemos. Quiere carnaza, sangre, algo para vender. Lo llaman “información”, pero es mero cotorreo y ganas de fastidiar.

Que si yo cerré el trato con Bárcenas, que si tal y que si cual. Todas cuestiones ya respondidas en sede parlamentaria en su momento. Según cuentan, María Dolores de Cospedal descargó en mi persona toda la responsabilidad de haber llegado al acuerdo con Bárcenas para que no empezara a largar por ahí. Bueno, ¿y qué? Ya dije el 1º de agosto que me equivoqué con Bárcenas. Si esa explicación vale para el Rey y un elefante, no veo por qué no para mí y Bárcenas que, además, no tiene trompa. ¿En dónde está la mentira de que me acusa el frente marxista, Lara y Rubalcaba? Me equivoqué y lo confesé noblemente. Creí que Bárcenas no era un delincuente cuando lo era, igual que el Rey pensó que el elefante era un pato de feria. Somos humanos, cometemos errores y por los míos ya está pagando mi amigo Bárcenas.

No tengo la menor intención de comparecer de nuevo en el Parlamento. Posada lo está haciendo muy bien con nuestros equipos jurídicos, probando en legítima doctrina que las preguntas de IU y el PSOE no se ajustan a los requisitos del reglamento. Aunque, la verdad, los veo un poco condescendientes. Lo suyo no es argumentar que las preguntas no se ajusten a lo previsto en el reglamento de la cámara y la Constitución; lo suyo es demostrar de una vez por todas, caramba, que lo que no se ajusta al reglamento ni a la Constitución es esa puñetera manía de preguntar.

Y, ya puestos, el mismo criterio debiera aplicarse a las ruedas prensa. Estas deben ser como las del pavo: para lucirse y sin preguntas. Solo con exclamaciones y aprobatorias. Así, las ruedas de prensa serán la sublimación de la democracia plebiscitaria.

Al estilo de la que quiere Mas en sus preparativos de las vísperas catalanas. Ya lo tengo medio convencido de arreglarnos con un pacto fiscal entre bambalinas. Por eso habla ahora de unas elecciones plebiscitarias en 2016, para el caso de que no pueda celebrarse la consulta de 2014. Pues claro que no, hombre, siente usted la cabeza. ERC sostiene que la consulta ha de hacerse en 2014, sí o sí. Pero ¿qué disyuntiva es esa? Si ERC, además de regalar camisetas en el Congreso, quiere que se la entienda, debe convocar una rueda de prensa.

divendres, 6 de setembre del 2013

Del diario de viaje de Rajoy.


Por fin he conseguido salir del infierno en que se ha convertido España este verano. Menudas temperaturas. Yo me escondí en Pontevedra mientras las juventudes del partido sacaban de paseo la auténtica bandera de España a los gritos de rigor. En estos chicos está lo mejor de la raza. Son el orgullo de la estirpe, de nuestra estirpe. Pero les hierve la sangre celtíbera y hay que moderarlos a tono con este tiempo de excesos democráticos.

Tuve que recibir al indio aymará de Bolivia, pero conseguí escaquearme de la rueda prensa, pretextando que se trataba de una reunión de rutina. Hombre, hombre, ¿acaso no recibo al cabo de la semana a los jefes de las más pintorescas naciones del globo entero? Pues más este, un presidente, dice, de un Estado plurinacional. Vamos, acepto una rueda de prensa y algún reportero del altiplano -que no tienen límite, todos ellos dándole a la coca- me pregunta si voy a constituirme en pareja de hecho de Bárcenas. Tengo que velar por la dignidad del Estado.

Por fin salimos de madrugada, camino de San Petersburgo. ¡Adiós España! Todo el mes de septiembre dando vueltas por el planeta en defensa de nuestros intereses. Algún bromista me ha dicho que pida un mes de permiso sin sueldo, pues no voy a pisar el suelo nacional hasta octubre. Hasta ahí podíamos llegar. Un mes sin sueldo. Ni sin sobresueldo. Cada cual vale lo que vale. En las redes, que son como una corrala de rojos, algunos especulaban con la idea de que quizá me quedara en Buenos Aires, en donde tengo prevista mi llegada para animar el trabajo del Príncipe de Asturias, que está animando el trabajo de Ana Botella, en favor de Madrid 2020. Tenemos que conseguirlo. Si nos dan las Olimpiadas ganamos las próximas elecciones.

En San Petersburgo, Obama se me puso a tiro y lo abordé en un momento en el pasillo, camino del excusado de caballeros. Tuvimos un amplio intercambio de impresiones de dos minutos, en el que pasamos revista a los asuntos internacionales candentes. He hecho que La Moncloa publique la foto prueba del nivel de gran estadista en que me muevo y adjunté un texto que figura en la página de la presidencia: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, han conversado sobre la mejora de la situación económica al inicio de la cumbre del G20 que se celebra en San Petersburgo. Ambos tienen previsto reunirse en la Casa Blanca en los próximos meses. No hay que dejar nada al azar o la improvisación. Ambos decidimos reunirnos en la Casa Blanca cuando Dios, o sea, Obama, sea servido. Es un verdadero amigo de España y no como el chino descortés, que me canceló la entrevista en Pekín con menos de 24 horas de preaviso y solo porque no le cuadraban las fechas. Estos chinos son taimados.

Estoy en el Empíreo, ejerciendo, como debo, la alta representación de esta gran nación. Aquí solo se oyen coros angélicos y músicas celestiales y todas las potestades, tronos y dominaciones, acuden a prestarnos acatamiento. Como lo harán los indios patagones en Buenos Aires y, más tarde, la asamblea mundial de los pueblos reunida en la ONU en Nueva York, cuando me presente allí en compañía de García-Margallo, Mariscal del Campo de Gibraltar. Solo cuando Moragas entra y sale se cuelan con él rumores del terruño, de esos que he ordenado silenciar, siguiendo los consejos del manual de la Camorra napolitana. Es el ruido de las esferas inferiores, las agitadas por fruslerías y cuestiones frívolas de unos pagos aquí, unos cobros y mordidas allí, unas mentiras en sede parlamentaria, unos pactos o acuerdos o desacuerdos secretos allá. Comadreos.

Moragas, que vale su peso en sobresueldos, viene contando que en la declaración ante el juez de Arenas, este manifestaba no recordar algo en 72 ocasiones. Eso es una sana desmemoria, sí señor. Un poco más y no le consta haber sido militante del PP, secretario general del PP, ministro del PP, candidato sempiterno a la Junta por el PP. En fin, nadie es perfecto. Peor me parece la actitud de Cospedal. Ahora ya sé qué significaba aquello de que "cada palo aguante su vela". El palo era yo. La muy ladina me carga la responsabilidad del pacto secreto con Bárcenas por el cual le dábamos un retiro regio a cambio de dejar de incordiar con sus papeles. La gente, muy materialista, se aferra a estas cosas para decir que el responsable de este lodazal de corrupción soy yo. Conviene estar lejos. Puedo darme por no enterado. Y ya veremos cómo sale la cosa en Buenos Aires. Enviaré a Moragas a hablar con la prensa mientras yo giro visita a las haciendas de los extesoreros del PP, a ver qué comercian.

Está bien San Petersburgo, antes Leningrado, antes Petrogrado. Las noches blancas vienen de caída, pero el Neva está espléndido. Qué envidia me produce la fortaleza de Pedro Y Pablo. Eso es un castillo y no el de Montjuich, a donde tendremos que llevar a Mas si sigue con esa frenética locura de la secesión en las vísperas catalanas. Él debe de intuirlo porque, según me dicen, ya está transfiriendo su amenaza a 2015 o 2016, no lo tengo claro. Es decir, ya considera la posibilidad de que en 2014 no haya consulta. La está cambiando por unas "elecciones plebiscitarias" que, en el fondo, no quieren decir nada. Yo creo que si nos mantenemos firmes y, al final, les damos un pactillo fiscal, estos se desmovilizan. Al menos los de la estirpe. Lo otro es vocinglería separatista.

¡Ah, si pudiera resolver el asunto de Bárcenas con la misma facilidad!

dijous, 5 de setembre del 2013

Estado de corrupción.


Dice Die Welt que la corrupción en España es comparable a una dictadura del Tercer Mundo. ¡Qué ingenuos son estos alemanes! Y trasnochados. Ya no se estilan las dictaduras en el Tercer Mundo, al menos en América Latina. Ahora hay gobiernos de izquierdas más o menos autóctonas y repúblicas del Consenso de Washington. Pero, comparados con la corrupción de España, no tienen ni color. O quizá color, colorido, sea lo único que tengan. En todo lo demás nos dan sopa con honda.

La primera corrupción española (y en la que Die Welt probablemente no esté pensando) es la desmemoria histórica. Dice Gerardo Iglesias que España es el único país del mundo que, habiendo padecido el fascismo, aún no lo ha condenado. Y no solo no lo ha condenado sino que lo ensalza siempre que puede por activa a través de los franquistas jóvenes y no tan jóvenes y ancianos del PP o cercanos a él, o por pasiva a través de la inacción de la izquierda, incapaz hasta la fecha de acabar con la simbología franquista en todos los órdenes de la vida civil. Que sea la justicia argentina quien tenga que pronunciarse sobre la actitud pública española frente al franquismo es una vergüenza mundial. Que España sea el segundo país del mundo, después de Camboya, en cantidad de asesinados políticos enterrados en las cunetas es más que vergüenza. Es un oprobio por encima de toda medida. Que haya una Fundación Nacional Francisco Franco legal y subvencionada por el Estado democrático es algo de todo punto injustificable. España es el único país europeo que aún no ha condenado la parte alícuota que le correspondió en los totalitarismos (nazi, fascista, franquista, comunista) europeos.

La otra corrupción, la que preocupa a Die Welt y con harta razón es la económica. La económico-social, diremos nosotros, más acostumbrados a esta maldición nacional. Porque los alemanes, extranjeros al fin y al cabo, van a buscar la comparación al Tercer Mundo. Nosotros sabemos que la tenemos en casa. Los cuarenta años de franquismo fueron los de una "dictadura atemperada por la corrupción". Y, antes del franquismo, la dictadura de Primo, otro negocio de corruptos. Y, antes, la primera restauración, un régimen de oligarquías alternantes basadas en la corruptela sistemática. Y la cosa viene ya de los Austrias, expertos en esquilmar las arcas públicas, imponer gabelas ala población, endeudarse e ir a la quiebra del Estado. Está en la tradición patria. Lo irritante de la corrupción actual es, precisamente, que no tiene nada de nuevo ni extraño. Es la reproducción del franquismo en su más clara esencia: un partido único, en este caso dominante, con una mayoría absoluta que le da casi el monopolio del poder político en España y que, en realidad, no es un partido político en el sentido habitual del término, sino una organización instrumental de la patronal y la banca para convertir sus intereses, políticas y negocios en legislación del Estado. Los miembros destacados del partido pueden considerarse -según los papeles de Bárcenas- hombres a sueldo de la patronal. Que luego devuelvan esos sueldos con creces por medio de prácticas corruptas ilegales, es el ingenioso mecanismo por el que esta actividad presuntamente fraudulenta ha estado funcionando veinte años y ha permitido que el partido de la derecha gane elecciones trucadas, mientras sus dirigentes cobraban cuantiosos sobresueldos.

Cualquier escrúpulo moral que puedan algunos sentir quedará disipado por la acción benéfica de la Iglesia ya que esta operación sistemática de expolio de lo público por actividades ilegales o, cuando legales, autoritarias, se hace bajo la cobertura del viejo nacionalcatolicismo, ese que luce en la peineta la dueña Cospedal.
En España, el Estado de excepción permanente de Agamben se convierte en . Y como es estructural, responde a las dos preguntas que más se plantean hoy día:
1ª) ¿Cómo no ha dimitido ya Rajoy? Porque a él le parece que lo que presuntamente ha hecho, de cobrar sobresueldos de procedencia dudosa no es nada distinto de lo que llevan toda la vida haciendo las clases dominantes españolas. ¿Dimitió Franco? ¿Dimitió Primo? ¿Dimitieron Cánovas o Sagasta? ¿Dimitió el espadón de Loja? ¿Por qué él, vamos a ver?
2ª) ¿Cómo es que todavía no ha pasado nada? Nada gordo, se entiende. Porque la gente está resignada, no ve salida alguna y la izquierda es incapaz de ofrecerla en términos electoralmente gananciosos. La resistencia se convierte en la chirigota de las redes sociales.
Las vísperas catalanas se aceleran por momentos. Las posiciones se encrespan. La ruptura del socialismo catalán es prácticamente un hecho como sin duda daba por descontado Chacón. Pero también hay grietas en CiU. Los de Union se desmarcan de la cadena y dejan así como en posición comprometida a los convergentes, también dados a la marrullería. Así que la presión nacionalista española se ejerce ahora sobe Artur Mas. Faltan seis jornadas para la Diada.