divendres, 6 de setembre del 2013

Del diario de viaje de Rajoy.


Por fin he conseguido salir del infierno en que se ha convertido España este verano. Menudas temperaturas. Yo me escondí en Pontevedra mientras las juventudes del partido sacaban de paseo la auténtica bandera de España a los gritos de rigor. En estos chicos está lo mejor de la raza. Son el orgullo de la estirpe, de nuestra estirpe. Pero les hierve la sangre celtíbera y hay que moderarlos a tono con este tiempo de excesos democráticos.

Tuve que recibir al indio aymará de Bolivia, pero conseguí escaquearme de la rueda prensa, pretextando que se trataba de una reunión de rutina. Hombre, hombre, ¿acaso no recibo al cabo de la semana a los jefes de las más pintorescas naciones del globo entero? Pues más este, un presidente, dice, de un Estado plurinacional. Vamos, acepto una rueda de prensa y algún reportero del altiplano -que no tienen límite, todos ellos dándole a la coca- me pregunta si voy a constituirme en pareja de hecho de Bárcenas. Tengo que velar por la dignidad del Estado.

Por fin salimos de madrugada, camino de San Petersburgo. ¡Adiós España! Todo el mes de septiembre dando vueltas por el planeta en defensa de nuestros intereses. Algún bromista me ha dicho que pida un mes de permiso sin sueldo, pues no voy a pisar el suelo nacional hasta octubre. Hasta ahí podíamos llegar. Un mes sin sueldo. Ni sin sobresueldo. Cada cual vale lo que vale. En las redes, que son como una corrala de rojos, algunos especulaban con la idea de que quizá me quedara en Buenos Aires, en donde tengo prevista mi llegada para animar el trabajo del Príncipe de Asturias, que está animando el trabajo de Ana Botella, en favor de Madrid 2020. Tenemos que conseguirlo. Si nos dan las Olimpiadas ganamos las próximas elecciones.

En San Petersburgo, Obama se me puso a tiro y lo abordé en un momento en el pasillo, camino del excusado de caballeros. Tuvimos un amplio intercambio de impresiones de dos minutos, en el que pasamos revista a los asuntos internacionales candentes. He hecho que La Moncloa publique la foto prueba del nivel de gran estadista en que me muevo y adjunté un texto que figura en la página de la presidencia: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, han conversado sobre la mejora de la situación económica al inicio de la cumbre del G20 que se celebra en San Petersburgo. Ambos tienen previsto reunirse en la Casa Blanca en los próximos meses. No hay que dejar nada al azar o la improvisación. Ambos decidimos reunirnos en la Casa Blanca cuando Dios, o sea, Obama, sea servido. Es un verdadero amigo de España y no como el chino descortés, que me canceló la entrevista en Pekín con menos de 24 horas de preaviso y solo porque no le cuadraban las fechas. Estos chinos son taimados.

Estoy en el Empíreo, ejerciendo, como debo, la alta representación de esta gran nación. Aquí solo se oyen coros angélicos y músicas celestiales y todas las potestades, tronos y dominaciones, acuden a prestarnos acatamiento. Como lo harán los indios patagones en Buenos Aires y, más tarde, la asamblea mundial de los pueblos reunida en la ONU en Nueva York, cuando me presente allí en compañía de García-Margallo, Mariscal del Campo de Gibraltar. Solo cuando Moragas entra y sale se cuelan con él rumores del terruño, de esos que he ordenado silenciar, siguiendo los consejos del manual de la Camorra napolitana. Es el ruido de las esferas inferiores, las agitadas por fruslerías y cuestiones frívolas de unos pagos aquí, unos cobros y mordidas allí, unas mentiras en sede parlamentaria, unos pactos o acuerdos o desacuerdos secretos allá. Comadreos.

Moragas, que vale su peso en sobresueldos, viene contando que en la declaración ante el juez de Arenas, este manifestaba no recordar algo en 72 ocasiones. Eso es una sana desmemoria, sí señor. Un poco más y no le consta haber sido militante del PP, secretario general del PP, ministro del PP, candidato sempiterno a la Junta por el PP. En fin, nadie es perfecto. Peor me parece la actitud de Cospedal. Ahora ya sé qué significaba aquello de que "cada palo aguante su vela". El palo era yo. La muy ladina me carga la responsabilidad del pacto secreto con Bárcenas por el cual le dábamos un retiro regio a cambio de dejar de incordiar con sus papeles. La gente, muy materialista, se aferra a estas cosas para decir que el responsable de este lodazal de corrupción soy yo. Conviene estar lejos. Puedo darme por no enterado. Y ya veremos cómo sale la cosa en Buenos Aires. Enviaré a Moragas a hablar con la prensa mientras yo giro visita a las haciendas de los extesoreros del PP, a ver qué comercian.

Está bien San Petersburgo, antes Leningrado, antes Petrogrado. Las noches blancas vienen de caída, pero el Neva está espléndido. Qué envidia me produce la fortaleza de Pedro Y Pablo. Eso es un castillo y no el de Montjuich, a donde tendremos que llevar a Mas si sigue con esa frenética locura de la secesión en las vísperas catalanas. Él debe de intuirlo porque, según me dicen, ya está transfiriendo su amenaza a 2015 o 2016, no lo tengo claro. Es decir, ya considera la posibilidad de que en 2014 no haya consulta. La está cambiando por unas "elecciones plebiscitarias" que, en el fondo, no quieren decir nada. Yo creo que si nos mantenemos firmes y, al final, les damos un pactillo fiscal, estos se desmovilizan. Al menos los de la estirpe. Lo otro es vocinglería separatista.

¡Ah, si pudiera resolver el asunto de Bárcenas con la misma facilidad!