diumenge, 27 de març del 2016

La izquierda cavilosa

Hace ya mucho tiempo, largos años, que la izquierda no pasa por su mejor momento y, lánguida como una novicia mística, arrastra su desconcierto y perplejidad de problema en problema. Aproximadamente desde la caída del muro de Berlín, cuando el neoliberalismo triunfante se hizo con la hegemonía del pensamiento político y social en nuestro tiempo, el panorama se ha vuelto confuso. En lugar de los viejos y rotundos dogmas de las dos vertientes de la izquierda, la economía planificada del modelo comunista y la economía social de mercado de la socialdemocracia, aparecen ahora titubeos, ambigüedades, mezcolanzas ideológicas que, como las "terceras vías" inglesas, los "nuevos centros" alemanes y el "republicanismo cívico" español, carecen de toda proyección teórica y no son más que consignas electorales ayunas de toda reflexión. Por no hablar del "socialismo del siglo XXI" o el "empoderamiento de los de abajo". Pura palabrería huera.

Así las cosas era fatal que, ante el frustrante resultado de las elecciones del 20 de diciembre, las distintas fuerzas de la izquierda española se llamaran a sí mismas a capítulo para entender en qué habían fallado y cómo poner remedio. Y así ha sido. Con la llegada de la primavera en que los cristianos celebran la muerte y resurrección de su dios en un lejano eco del mito de Osiris y los paganos festejamos con los misterios eleusinos, cuando Perséfone es devuelta a su madre, Démeter, para traer de nuevo la vida a la tierra, las tres principales fuerzas de la izquierda estatal han puesto en marcha sendos proyectos de refundación.

En primer lugar, el joven e incansable Garzón quiere que IU supere a IU, algo que la federación hace una o dos veces al año, cada vez que se embarca en alguna de sus interminables peloteras que acaba siempre como el rosario de la aurora. No hay expulsión, escisión, purga o extrañamiento que no se haya hecho en nombre de la unidad y con el fin de convertir a IU verdaderamente en el alma y la voz de esas mayorías sociales que dice representar con la misma autoridad con que Palinuro podría representar un cuerpo de la guardia civil. Sin duda, sobre el papel, la propuesta de Garzón es plausible y muy oportuna: un reformismo radical, cierto prudente anticapitalismo, un keynesianismo inconfeso, el ecologismo y el feminismo. Cualquier demócrata de izquierda firmaría eso. Incluso Palinuro si se le añade la reivindicación de la República y la necesidad de poner a los curas en su sitio.

Pero, por desgracia para Garzón, IU no es solamente una federación de partidos, grupos y gentes más o menos razonable. También es, sobre todo, una pantalla del Partido Comunista de España (PCE) que no se atreve a presentarse a las elecciones con su propio nombre porque teme, con razón, que no lo vote nadie. Y si superar o trascender a IU que es un ente magmático parece tarea fácil, la cosa se pone chunga cuando se trata de que el  PCE pierda relevancia ante las nuevas realidades. Los viejos comunistas que vigilan de cerca el flirteo con IU no están dispuestos a abandonar sus dogmáticas creencias que dan sentido a sus vidas. Hace unos días, el camarada Centella, secretario general del PCE publicaba una carta en la prensa dirigida a la militancia, un texto que venía del frío de Siberia y de la apelmazada mentalidad estalinista. Por fortuna para IU es de suponer que este escrito carezca de todo efecto porque, de tener alguno, acabará consiguiendo que a IU no la voten ya ni sus dirigentes.

A su vez, Podemos, igualmente afligido por sus magros resultados en las elecciones del 20 de diciembre, quiere recuperar la iniciativa y reafirmar su propuesta con una ambiciosa campaña de refundación que podría llamarse Vista Alegre Revival. A diferencia de lo que sucede con IU, el problema de Podemos es la inexistencia de una columna vertebradora orgánica o de pensamiento y el riesgo de que la organización se diluya en una impreciso régimen de confluencias, articulaciones y asambleas. Una vez que la organización morada se haya librado de los elementos que ha ido plagiando de aquí y alla, empezando por el nombre del partido y terminando por las opciones de unidad popular, copiadas de la CUP catalana, parce bastante claro que no le quedará gran cosa. La lucha entre partidarios de la estructura jerárquica y los de la asamblearia no lleva a ningún sitio porque es ficticia. A Podemos no le queda otro remedio que terminar de integrarse en el sistema qe venía a combatir como un partido más y esos llamamientos a los círculos inevitablemente traen a la memoria los círculos viciosos.

Si los dos anteriores, IU y Podemos presentan síntomas de agotamiento, del PSOE puede decirse que está en la UVI. Los debates de las otras dos fuerzas pueden ser más o menos pertinentes y razonables, pero son. En el PSOE no hay debates sobre teorías, formulaciones estrategias sino exclusivamente sobre asuntos de poder e influencia, sobre maniobras orgánicas para controlar tal comité o tal otra comisión, sobre la influencia de un barón o la de otro, sobre acuerdos de las dirigentes entre bambalinas de los que el pueblo se entera  a toro pasado, como dicen los amantes de las corridas. Aquí solo se habla de intereses, enchufes, baronías y ambiciones personales. Esta señora Díaz que, al parecer, quiere reñir el puesto a Sánchez, una cagacirios, amante de las corridas de toros y nada competente y eficaz en la lucha contra la corrupción, revela hasta qué punto el PSOE se encuentra en una deriva hacia la derecha, que solo se podrá atajar si el conjunto de la oposición, formando un bloque, expulsa al gobierno corrupto mediante una moción de censura que podría dar lugar a un régimen "transitorio"cuya única finalidad sería convocar nuevas elecciones.

Porque, en definitiva, así parece que será: habrá elecciones nuevas. Al menos, todos los partidos se preparan para ellas ya sin ningún recato. Podemos insiste en vetar a C's y C's avisa de que un pacto con Podemos que incluya el referéndum de autodeterminacion de Cataluña, no será aceptable. Si ninguno de los dos cede, no habrá acuerdo y será preciso ir a elecciones en junio. Hasta qué punto puede llevar este fracaso a la degeneración de cualquier ideal de izquierda lo da la reciente reaparición del reaccionario Rubalcaba, auténtico submarino del PP en el PSOE, postulando la gran coalición. Su falaz argumento es que, si el PP vuelve a ser el partido más votado, los españoles lo habrán amnistiado y eso justificará una gran coalición en la que el PSOE apoye al PP e incluso se admita a Ciudadanos. Desde luego que los electores de la derecha votarán al PP, pero no para amnistiarlo sino porque les parece de perlas votar a un partido de ladrones y corruptos. Quienes amnistiarían al PP en ese caso serían el propio Rubalcaba y los electores socialistas quienes, creyendo votar a la izquierda, se encontrarían votando a un partido franquista gracias a las habilidades dialécticas del carcunda del exsecretario general.

Su único recurso es la represión

Mi artículo en elMón.cat de hoy, diumenge. El gobierno español no parece tener ya otro propósito que frenar como sea al catalán. Iba a decir que incluso recurriendo al juego sucio, como si esto fuera algo extraño cuando el juego sucio ha sido el habitual en este gobierno de neofranquistas apoyado por un partido corrupto más banda de presuntos ladrones que otra cosa.

Juego sucio el que intentó hacer con Puigdemont, tratando de que no fuera a recibir a Renzi, el primer ministro italiano cuando vino a Reus con motivo del accidente de Freginals. Y juego sucio el que intenta la fiscalía y el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, cuando imputa un presunto delito de sedición a un concejal de la CUP de Vic por unas afirmaciones en el consistorio (y por tanto, en ejercicio de sus competencias), apoyando la declaración de independencia del Parlamento catalán del 11 de noviembre de 2015 y llamando a no obedecer las órdenes de las autoridades españolas. Es un movimiento represivo típico de la derecha más reaccionaria que busca siempre golpear en la parte que cree más débil, en las personas individuales, su libertad o su economía. Basta recordar las bestiales cantidades con que los psicópatas del ministerio del Interior criminalizan las protestas callejeras a través de la infame Ley Mordaza para darse cuenta de que es lo mismo.

Si tan valientes son los fiscales y los tribunales españoles, que imputen y procesen al Parlamento catalán o, cuando menos, a los diputados que votaron a favor de la declaración de independencia. Pero no será el caso: seguirán con las personas y una vez más, fracasarán y harán el ridículo, como siempre, cuando el ejemplo de ese concejal de Vic se extienda a todos los electos de la CUP y a todos los cargos representativos independentistas catalanes.

Va a tener que procesar por sediciosa a la mitad de Cataluña. 

Hace falta ser estúpido,

El artículo en castellano:

Un pueblo de sedicios@s                                                                                       

Un incidente diplomático esta semana revela la idea que el gobierno central se hace de sus relaciones con el de la Generalitat, sus verdaderas intenciones y su indisimulada hostilidad hacia él. El episodio, como siempre, deja en ridículo al gobierno de España, su ministerio de Exteriores, en manos de un verdadero incompetente y la representación del Estado en Cataluña. Con motivo del accidente de Freginals, el primer ministro italiano, Renzi, aterrizó en viaje privado en Reus. Vaya por delante que, con ello, ya hizo más de lo que suelen hacer los políticos del PP cuando ocurre este tipo de desgracias que no solamente no acuden al lugar de los hechos, sino que pueden irse a un spa.

Y no solamente no van ellos, sino que tratan de impedir que vayan los demás. El gobierno avisó a su delegada en Cataluña para que recibiera a Renzi en Reus, pero no hizo lo propio con el presidente de la Generalitat. Como quiera que este fuera informado a tiempo, acudió al aeropuerto, en contra del deseo de La Moncloa. Esta dijo después que Puigdemont había hecho un “uso político” de la visita de Renzi. Al margen de la estupidez que implica calificar de “políticos” los usos de un político, como si fueran algo vergonzoso o impropio, el hecho es que, si la visita era privada en sentido estricto, la primera que no pintaba nada allí era la delegada del gobierno.

Y la prueba es que, al darse cuenta de que la presencia de Puigdemont la eclipsaba, se esfumó rezongando su disconformidad. El ridículo quedaba servido: el gobierno del Estado no manda en Cataluña y, cuando manda algo, se desmanda y tiene que remandarse a sí mismo. Pero su intención es obvia: imponerse sobre el de la Generalitat, arrinconarlo, no dejarle tomar decisiones en su propio ámbito de competencias. Porque si la visita de Renzi era privada y no de Estado, la reacción ante ella no es cosa que al gobierno central sino al de la Generalitat.

Este episodio ilustra una clara tendencia de acción/reacción muy curiosa. En este momento tienen que interaccionar un gobierno catalán legítimo, en pleno uso de sus competencias y recién estrenado con mayoría parlamentaria absoluta y un gobierno central en funciones, sin mayoría parlamentaria ni expectativa de conseguirla, deslegitimado, incapaz y que, a mayor abundamiento, se ha declarado fuera de la ley al negarse a acatar las decisiones del Parlamento. Un gobierno que no sirve para nada salvo para poner palos en las ruedas del catalán y tampoco con mucho éxito.

Uno de estos palos ya lo ha puesto, con su habitual inepcia, la fiscalía del Estado y la judicatura española que, en sospechosa coincidencia con las orientaciones políticas del gobierno, ha imputado un presunto delito de sedición a un concejal de la CUP de Vic. La acusación es que el concejal apoyó la declaración de independencia del Parlament catalán del 11 de noviembre de 2015 y llamó a desobedecer las decisiones de las autoridades españolas.

Es de suponer que tanto el fiscal como el juez de la Audiencia Nacional actuarán con profesionalidad y con suficiente base jurídica. Les ampara el principio de presunción de legalidad en sus actuaciones. Lo que no les ampara es el principio de la lógica y, cuando las actuaciones jurídicas no coinciden con las reglas de la lógica la que suele salir mal parada es la justicia. Porque, a todos los efectos, si apoyar una declaración de independencia del Parlamento es un acto de sedición, a quien correspondería imputar y procesar sería a ese mismo Parlamento o, cuando menos, a los diputados que votaron a su favor. Esto sería lo lógico y lo que haría –y siempre se muestra favorable a hacerlo- el diputado Albiol. A su juicio, el Parlamento y el gobierno de la Generalitat han ido más allá de sus atribuciones y han incurrido en un abuso de poder. Por ello, suele aconsejar el combativo exalcalde de Badalona, habrá que suspender la autonomía catalana.

Pero eso, obviamente, son palabras mayores que no corresponde pronunciar al fiscal ni a un juez de la Audiencia Nacional, sino que ya intervienen instancias más altas, como el Tribunal Constitucional, el gobierno del Estado o, incluso, el propio Congreso de los Diputados. Palabras mayores que no se atreven a pronunciar porque saben que eso llevaría el proceso a un peligroso punto de ruptura de consecuencias imprevisibles.

Por ello actúan más pegados a la tierra y, siguiendo una inveterada tendencia a la represión de la derecha militante, tratan de sofocar actitudes colectivas, movimientos de opinión, tendencias sociales compartidas atemorizando a las personas concretas, denunciándolas, llevándolas ante los tribunales. Así pretenden siempre yugular los movimientos reivindicativos, aunque para ello tengan que ignorar derechos como la libertad de expresión y convertir en delitos las opiniones políticas, como en tiempos del franquismo. Al juez de la Audiencia Nacional que ha imputado al concejal, antiguo policía, le sonará esta melodía. 

El problema, por supuesto, es si los comportamientos investigados se generalizan y los actos (o no actos) individuales, objeto de acusación como presunta sedición se repiten en situaciones parecidas. Si los cientos de cargos electos de la CUP hacen suyas las palabras del regidor de Vic, los tribunales ¿van a procesarlos a todos? Y si, como es fácil de barruntar, el presunto comportamiento sedicioso y el apoyo a la declaración de independencia se extienden a miles de concejales y cargos electos de ERC y CDC ¿qué harán las autoridades? ¿Una causa general contra el independentismo catalán? Si la gente de la calle también se solidariza y firma y apoya la declaración de independencia, ¿también van a procesarla? ¿Van a tratar de sediciosa a la mitad de la población? 

Hay un conocido y viejo dicho que reza “hágase la justicia y perezca el mundo” pero la verdad es que cuando verdaderamente perece el mundo es cuando se hace la injusticia.

dissabte, 26 de març del 2016

El 15M "no nos representaban". ¿Y ahora sí?

Pues no, tampoco. Ahora incluso menos. Recapitulemos: el gobierno desprecia al Parlamento, se niega a comparecer y rendir cuentas, se ríe de la soberanía popular, hace un corte de mangas a los diputados y sigue desgobernando el país a su antojo, justificando -o beneficiándose directamente- del expolio general a manos de la asociación de presuntos malhechores que llaman Partido Popular.

Y, frente a ello, ¿qué hacen los representantes del pueblo?

De los 350 diputados del Congreso, los 123 del PP, no cuentan a estos efectos. Su función es aplaudir todo lo que haga su gobierno. Incluso si les ordenara tirarse a un río lo harían siempre que fuera el Manzanares, claro.

Pero ¿y los demás? ¿Los 69 de Podemos y confluencias? ¿No dicen ser los herederos del 15M, del no nos representan? ¿No iban a cambiarlo todo, a asaltar los cielos? ¿No dicen que han traído aires nuevos, nuevos conceptos, ideas nuevas? Toda esa bambolla ¿consiste en qué? ¿En amamantar un rorro en el escaño? ¿En echar cal viva sobre el de la otra izquierda? ¿En no llevar corbata? Ni uno de ellos ha protestado frente a la chulería del gobierno, ni uno ha planteado decir o hacer algo en representación de la dignidad humillada de sus electores que no los pusieron ahí para callarse mansamente cuando un puñado de macarras decide saltarse la ley. Estos ¿nos representan?

¿Nos representan los dos de IU, uno de los cuales, Garzón, también se apunta en su curriculum siempre llevar el "espíritu del 15M" al Congreso? Su protesta ha consistido en firmar como borregos ese conflicto de competencias que la Cámara enviará a un Tribunal Constitucional presidido por un exmilitante de PP y que le debe su puesto a Rajoy. ¿Estos nos representan?

¿Los 17 independentistas catalanes y los 8 del PNV y Bildu? Estos dirán que el asunto no reza con ellos porque se trata del Parlamento de un país vecino. Vale pero, entonces, ¿qué pintan en él? ¿Representan algo? Si no, ¿por qué no se van? Si sí, ¿van a tolerar que un puñado de forajidos se ría de ellos?

Entre los 90 del PSOE, además de los paniaguados de siempre, dispuestos a hacer lo que se les ordene sin preguntar, hay algunos -lo sé porque los conozco- sensibles a la dignidad del cargo que tienen y leales a la voluntad de las gentes que los ha votado. O esos alzan la voz en defensa de la democracia o irán a sumarse a los que no representan a nadie.

Hasta los 40 de Ciudadanos tienen ahora la ocasión de demostrar que sus discursos regeneracionistas de la democracia significan algo.

Que firmen todos una moción de censura a este gobierno de tiranos de vía estrecha y lo depongan sin ceremonias. Luego, si los "representantes" son incapaces de ponerse de acuerdo para que permanezca el gobierno de la moción, que se limite a convocar elecciones anticipadas cuando se juzgue oportuno. ¿O es tal la cobardía de esta gente que van a dejar que sea un gobierno en rebeldía el que convoque las elecciones?

La historia está llena de ejemplos edificantes de cómo los parlamentos supieron estar a la altura de su misión y poner coto al poder despótico de los gobernantes: el Parlamento inglés durante la revolución del siglo XVII ejecutó al Rey/tirano, Carlos I. El Parlamento francés, en la revolución del XVIII ejecutó al Rey/tirano Luis XVI. Por no citar más que los ejemplos más señeros. En otros países, como siempre.

Este Parlamento es incapaz de hacer frente a un gobierno que se ha declarado abiertamente fuera de la ley.

No sé si los representa a ustedes. A mí, no.

Los idilios de Cameron

La fundación Mapfre, en sus salas de Bárbara de Braganza, en Madrid, alberga una notable exposición de fotos de Julia Margaret Cameron (1815-1879) trasladada directamente del Victoria & Albert Museum de Londres que la expuso antes. Son algo más de cien imágenes, prácticamente todas ellas retratos y casi todas, a su vez, primeros planos.

Cameron se inició en la fotografía ya bien entrada en años, con 48 de edad, pero lo tomó con el interés y el ímpetu de una vocación, como llamamiento de la divinidad. Se propuso dejar poderosa huella en la historia de aquella nueva técnica y arte y a fe que lo consiguió, convenciendo al entonces South Kensington Museum (hoy Victoria & Albert) de que coleccionara su obra ya desde el principio, dándole un tratamiento que no desmereciera en nada del de la pintura. Porque eso era lo que Cameron se consideraba a sí misma, una pintora y lo que quería hacer con su cámara: pintar. Riánse ustedes del posterior "pictorialismo". El particular uso del desenfoque en los retratos, en parte, probablemente voluntario y en parte no querido pero inevitable con los largos tiempos de exposición que se necesitaban entonces, da a su fotografía un aspecto indudablemente pictórico. Como sea que, al mismo tiempo, dibujaba o manipulaba los negativos, el efecto se duplicaba.

Pero hay algo más que arte, técnica, voluntad y pasión en la obra de Cameron, algo que inserta su trabajo en una época de notable y compleja personalidad, en el apogeo de la era victoriana. La propia existencia de Cameron parece un resumen de los rasgos típicos de aquel tiempo: nacida en Calcuta, hija de un oficial de la Compañía de las Indias Orientales y una dama francesa noble, educada en Francia, casada con un miembro del Consejo de gobierno de la India que le llevaba veinte años, residente luego en Inglaterra, Cameron se relacionó con un amplio círculo de personalidades (a muchas de las cuales fotografió) de la ciencia, la cultura, la pintura, la literatura y, sobre todo, la poesía y gozó siempre de una notable aceptación, aunque su obra fuera objeto de frecuentes ataques críticos por diversas razones. Esta flexibilidad y densidad social, esta apertura de un siglo tan aparentemente rígido muestra que, si se considera con algo de detenimiento, la era victoriana fue mucho menos hostil a la afirmación y el avance de las mujeres de lo que habitualmente se supone. Para entenderlo, una sencilla comparación: busquen una mujer casada en la segunda mitad del XIX en España con libertad para acometer una carrera artística con éxito, al tiempo que una industria. Porque, habiéndose establecido el sistema de derechos de autor en la época, Cameron registró los de todas sus fotografías, convirtiendo su dedicación artística en un modo de vida. Habría que explorar algo más esta conclusión pero me atrevo a sugerir que está relacionada con el predominio en la época de dos corrientes filosóficas no estrictamente vinculadas entre sí pero dominantes entonces en Inglaterra y en Europa: el darwinismo social y el utilitarismo.

Junto a los retratos de gente famosa, algunos de los cuales son iconos, como el de Darwin o un par de ellos de Alfred Lord Tennyson, Cameron desarrolló una gran obra temática. Parte de esta se encuentra en la exposición: motivos bíblicos, alegorías, representación de abstracciones (como la fe, el amor, la esperanza, etc) que, al forzar los límites de la fotografía, suelen resultar ridículos, pero en manos de Cameron no lo son en absoluto. Su amistad con G. F. Watts, el pintor simbolista (cuyo retrato como músico ilustra el catálogo de la exposición) empeñado en pintar ideas, sentimientos "y no cosas" y consejero suyo, fue determinante en esta orientación. Su serie de Madonnas con niño -para las cuales utilizó como modelo una criada de la casa- son de bastante categoría pictórica, a falta, claro, del color. 

Pero no solo Madonnas retrató Cameron. La exposición trae alguna foto de la serie que dedicó a Beatriz Cenci, cuya trágica historia movió mucha creación durante el romanticismo y sigue haciéndolo hoy como símbolo de la lucha de las mujeres frente al patriarcado delictivo.

Gran parte de su obra acusa influencias renacentistas, singularmente rafaelescas y leonardescas (¿de donde proviene el desenfoque de los retratos sino del sfumato renacentista?), muy de moda en la época, dominada por el prerrafaelismo puesto que, para ser prerrafaelista había que haber sido antes rafaelista.Aquella fue también una elección. Cameron pudo haberse decidido por el espíritu gótico, tambièn muy presente por entonces, pero decidió hacerlo por el mundo de Camelot y precisamente, uno de sus últimos trabajos fue la ilustración de Los idilios del Rey, de Tennyson, la obra poética canónica del ciclo artúrico ya en todo su esplendor. 

Cameron consiguió lo que se propuso, hizo lo que quiso, impuso su criterio, consiguió aceptación porque, en palabras de su bisnieta, Virginia Woolf, en un libro que recogía su obra publicado en los años veinte del siglo XX, tenía talento. 

divendres, 25 de març del 2016

Un gobierno de macarras

El final del mandato del Sobresueldos está siendo tan estrambótico y pintoresco como su comienzo, cuando aparecía en plasma  jurando que es una persona honrada que no está en política por dinero, aunque ha demostrado fehacientemente que no está por otra cosa tanto para él como para sus allegados, sus familiares, su mismo padre, sin ir más lejos.

Esta vergüenza de presidente se ha pasado los cuatro años de la legislatura haciendo y diciendo disparates y tonterías, amparando la corrupción en todas sus manifestaciones, obstaculizando la acción de la justicia siempre que ha podido, dando pruebas de una catalanofobia de psiquiatra que ha hecho más en favor del independentismo que todos los alegatos de ERC.

Cuatro años gobernando por decreto, ignorando al Parlamento, engañando y mintiendo sistemáticamente en todas sus comparecencias públicas, un embustero compulsivo y un hombre cuya palabra no vale nada.

Ahora, para rizar el rizo, se ha declarado en rebeldía frente al Parlamento. Ya pueden los diputados poner en marcha los mecanismos reglamentarios a su alcance para reclamar su presencia a rendir cuentas, como es su obligación. No piensa hacerlo. No reconoce autoridad al Parlamento para controlar su acción de gobierno porque acaricia la idea de que, con un poco de suerte, acaban nombrándolo dictador perpetuo, que es lo que le gustaría.

Con todo, lo importante de este percance no es que el sobresueldos con su comportamiento de macarra, muy al estilo de la época y de su gente (basta ver una comparecencia de su portavoz, Hernando), se haya declarado en rebeldía; lo importante es que los diputados están aborregados y son incapaces de reaccionar. 

Parece mentira que los representantes, con una abrumadora mayoría en contra del PP, no se atrevan a  adoptar una actitud más enérgica frente a la evidente desobediencia del gobierno que plantear un conflicto de competencias ante el Tribunal Constitucional, presidido por un exmilitante del PP que le debe el puesto a Rajoy. Con ese recurso cubrirán el expediente, pero el gobierno del sobresueldos seguirá tratándolos como siervos o esclavos, sin derecho a reclamar nada.

Si los parlamentarios tuvieran un poco de coraje y apreciaran la relación que los une con sus votantes, plantearían una moción de censura a este gobierno de macarras. Es fácil de presentar y fácil de sacar adelante por mayoría absoluta en la Cámara. 

Digno colofón de una legislatura vergonzosa:  con un presidente declarado persona non grata a todos los efectos por el órgano depositario de la soberanía popular.

¡Busquen al occiso!

Cuando era chaval, llegada la Pascua, los curas, que mandaban entonces en España tanto como ahora (aunque hoy lo disimulen algo más) se apoderaban de la calle, de todos los espacios públicos, de las comunicaciones, de los cines, los teatros, de todo. La radio y la tele solo daban programas sacros; los teatros cerraban o escenificaban piezas piadosas; los cines suprimían la programación ordinaria y la sustituían por películas sobre la vida y la pasión de Cristo; las calles se llenaban de procesiones. La opción era muy simple: o te tragabas aquella bazofia o te quedabas en tu casa leyendo novelas de Emilio Salgari o Richmal Crompton.

Jamás fui a una procesión ni a ningún acto sacro. Pero, a veces, iba al cine a soportar unos pestiños de una calidad ínfima que se suponía habían de edificar el ánimo de los espectadores y, tratándose de católicos, es posible que lo consiguieran. Las que siempre buscaba eran las películas mexicanas que, por lo menos, traían otro acento. Jamás olvidaré una en la que Cristo decía a los discípulos: "Dejad que los chamacos se acerquen a mí".

Un poco como homenaje a aquellos años lejanos y desagravio por esta era de liviandad, pecado y abandono mundano que vivimos, decidí ir a ver esta película de Kevin Reynolds, Resucitado, que, en lugar de contar la historia de la pasión de Cristo al modo habitual, arranca el relato precisamente del momento de la crucifixión y de lo que sucede los días posteriores. La idea es muy buena y el guión, más o menos hasta la mitad del film, un hallazgo, muy entretenido, original y con sus puntas de humor. Lo que hace es convertir la muerte de Cristo en un thriller. Consumado el sacrificio, los romanos entregan el cuerpo de Jesús a José de Arimatea para que le dé sepultura. Pero Caifás y el resto del sanedrín avisan a Poncio Pilatos de que los discípulos del nazareno planean reabrir el sepulcro y robar el cadáver para propagar luego la fantasía de que el muerto ha resucitado al tercer día porque es el Mesías, el rey de los judíos. De este modo habrá disturbios en contra de los romanos, justo un par de semanas antes de la visita del emperador Tiberio. Pilatos no quiere líos y ordena a un tribuno, jefe militar, Clavius que haga vigilar la entrada del sepulcro.

No obstante, como sabemos por la leyenda cristiana, el sepulcro es abierto y el cuerpo desaparece. Pilatos ordena entonces a Clavius buscar el cadáver, encontrar a los seguidores de Cristo, para destruir la leyenda en su cuna. El tribuno y los romanos que, obviamente, no creen que los muertos resuciten, emprenden la búsqueda, registran casas particulares, profanan tumbas, pagan espías. Y la cuestión se convierte en una lucha contra reloj por ver si se consigue aniquilar una leyenda antes de que prenda en la credulidad de la gente.

Sin embargo, a mitad de la película, por un giro inesperado (y, obviamente, debido a la mano de Dios), el tribuno empieza a creer en resurrección, ve a Cristo en persona entre sus discípulos, se convierte y, como Pablo de Tarso, pasa de ser azote de cristianos a ser su aliado. A partir de ese momento, el prometedor thriller del principio se convierte en una película más de propaganda cristiana de las que veía en mi infancia y, por más técnica cinematográfica moderna que se le eche vuelve a ser la misma inverosímil y aburrida historia de siempre. A esta película le sobra más o menos la segunda mitad.

dijous, 24 de març del 2016

Moción de censura

Este gobierno no debe durar ni un día más. La organización de presuntos malhechores que lo sostiene no solamente carece de plan o proyecto para el país sino que su horizonte es puramente penal. En la medida en que no están ya procesados, sus miembros más destacados saben que pueden estarlo en breve. El hecho de que el gobierno esté en funciones no quiere decir nada porque aun en funciones, esta banda de supuestos chorizos se las ingeniará para seguir robando.

Mariano Rajoy, el de los sobresueldos, se aferra a la poltrona como la garrapata al pescuezo del can. Realmente, su función es la de un okupa contumaz. No quiere salir de La Moncloa ni a tiros. Pero tampoco trata de legitimar su continuidad porque, con su política de no hacer nada, no escuchar, no atender a razones, no dar ruedas de prensa, no rendir cuentas, no responder a las preguntas, cada vez se configura más como un gobierno golpista. Cualquier parecido entre este gobierno de corruptos y otro normal en un país de nuestro entorno es pura coincidencia.

A través de la ratita hacendosa que tiene en la vicepresidencia, Mariano "Sobresueldos" pretende innovar el derecho público europeo y la acrisolada Teoría del Estado, a base de sostener la falacia de que, siendo el Parlamento nuevo, el gobierno no está sometido a control del legislativo, sino solo al de los tribunales. Es la habitual mezcla de leguleyería y estupidez que caracteriza a estos gobernantes. Ningún gobierno de ningún sistema parlamentario puede estar jamás al margen del control parlamentario salvo quizá algún caso de estado de alarma, excepción o sitio y aun así es problemático. En cuanto al control jurisdiccional también es obvio: todas las instituciones públicas están de suyo sometidas al control de legalidad de los tribunales. No hace falta decirlo.

Hace falta, en cambio, averiguar qué trama el gobierno que, como todos los gobiernos, tiene tendencia a abusar de sus poderes, especialmente si, como es el caso, los tiene tasados y reducidos a asuntos de trámite. Precisamente por eso, el interés de la ciudadanía es que rinda cuenta detallada de todos sus actos. Para impedir sus demasías.

Rajoy, cuyo carácter arbitrario y despótico ha quedado de manifiesto en esta legislatura, tiene muy mal perder y supedita los intereses colectivos a sus resentimientos y malos humores. Parece que ahora se ha enfadado con el Rey seguramente porque este no lo ha vuelto a proponer como candidato. De tal modo, solo despacha con Felipe VI por teléfono y, dentro de poco, se referirá al Monarca como "esa persona de la que usted me habla".

Que Rajoy se lleve bien o mal con el Rey no es asunto de gran interés, pero que sepa actuar en relación con otras instituciones del Estado es obligatorio. Ya sabemos que tiene a Puigdemont sentado en la boca del estómago, pero eso no le exime de llamarlo por teléfono para interesarse por el accidente del autobús que ha traído a España al primer ministro italiano, Renzi. Y héteme aquí que el gobierno no sale a recibir al italiano, pretextando que es una visita privada, pero presiona a Puigdemont para que tampoco la Generalitat reciba al mandatario italiano.

Es urgente terminar con la pesadilla de este gobierno. Es prioridad absoluta. Así parecen reconocerlo Sánchez e Iglesias. Lo reconocen, pero no hacen nada. Han quedado para hablar el próximo 30 de marzo. No hoy mismo, que estarán celebrando el jueves santo. Van a dejar pasar la llamada Semana Santa seguramente haciendo las estaciones.

Y, mientras tanto, la gente a merced de estos desalmados que, viéndose ya perdidos, ultiman sus fechorías, borran los discos duros, ocultan pruebas. A saber lo que estarán haciendo en los ministerios y la presidencia del gobierno. Cuando Aznar se marchó, no dejó ni una brizna de información. Estos seguirán su ejemplo y, a juzgar por cómo responden a las peticiones de los tribunales, todavía dejarán menos. Y no solamente eso: todos a merced de las tropelías que esta manga de franquistas ha perpetrado en cuatro años; a merced de la infame Ley Mordaza, a merced de la LOMCE,  a merced de su reforma laboral para hundir los salarios y explotar más a los trabajadores, a merced de su arbitrariedad, su corrupción y su agresividad.

Realmente, si el Parlamento no quiere verse ninguneado y escarnecido por un gobierno que se niega a dar cuenta de sus actos, deberá actuar con decisión. Ese recurso al Tribunal Constitucional firmado por todos los grupos parlamentarios planteando un conflicto de competencias, parece ser eso. Pero solo lo parece. Al plantear un conflicto de competencias, el Parlamento se pone a la escasa altura del gobierno e, implícitamente, a su nivel. De órgano del Estado a órgano del Estado, si hay un conflicto de competencias, se recurre al Tribunal Constitucional. Correcto. Pero apocado, timorato, acobardado, burocrático. El Parlamento no es un órgano del Estado al nivel del gobierno; es el órgano supremo de poder del Estado, en cuanto depositario de la soberanía popular. El gobierno es una especie de comisión del Parlamento, un delegado suyo y no puede plantear conflicto de competencias porque su obligación es acatar las órdenes del Parlamento.

Plantear un conflicto de competencias es aplazar la cuestión sine die y permitir que el gobierno siga haciendo de las suyas. Si el Parlamento quiere realmente resolver este problema de forma tajante y rápida, que presente una moción de censura. Al ser votada por toda la cámara excepto los diputados del PP, el gobierno saltaría en cinco días y, en su lugar habría otro que, probablemente presidido por Pedro Sánchez, a continuación tendría que buscar estabilidad con una política de pactos so pena de verse obligado a convocar elecciones.

Hay quienes dicen que, en la situación actual, el Parlamento no puede presentar una moción de censura. Olvidan que el que está en funciones es el gobierno y no el Parlamento. Este está legal y perfectamente constituido en pleno uso de sus atribuciones, una de las cuales, es presentar una moción de censura al gobierno, sin distinción de si está en funciones o en defunciones.

El problema es que, si este gobierno carece de escrúpulos, la oposición carece de valor.

La vida pasa, Colometa

La plaza del Diamante es una de las mejores novelas catalanas contemporáneas, quizá la mejor. Publicada en 1962 ocupa un sitio de honor entre lo más granado de la literatura española de la postguerra, Nada, El Jarama, Tiempo de silencio. Todas tienen algo en común: son obras que acusan el impacto de la guerra y la postguerra, el desgarro de una generación, la fractura social que se mantendría años y años, el empobrecimiento de la vida colectiva, la reducción de las conciencias, el empequeñecimiento de la convivencia, la disminución de los ritmos vitales de la gente, como si la sociedad, golpeada brutalmente, hubiera reducido su vitalidad y quedado en una especie de vía muerta, apenas una sombra de lo que fue.
 
Pero La plaza del Diamante tiene algo distinto: está escrita desde fuera,  es la obra de una exiliada exterior. Precisión necesaria porque los autores de las otras obras mencionadas (Carmen Laforet, Sánchez Ferlosio, Martín Santos) vivieron en un exilio interior. Rodoreda salió de España al final de la guerra y ya no regresó hasta bien avanzados los años 1960. Aunque el espíritu en que está  concebida la obra es similar al de los mencionados, la técnica narrativa (el flujo de la conciencia, primeramente enunciado por William James), el enfoque, la estructura del relato le tienen reservado un lugar de honor en el canon occidental, en la estela de Virginia Woolf o James Joyce. El hecho de que se haya traducido a una infinidad de lenguas y de que siga siendo lectura escolar en Cataluña, hablan en este mismo sentido.
 
La novela, relatada en primera persona con la sencillez y el candor de una chica del barrio de Gracia en Barcelona, dependienta de una pastelería, no solo es un prodigio de elegancia y belleza de estilo literario, sino una crónica sucinta y minimalista de una época. Entreverada en la modesta vida de la Colometa (el nombre que le da su primer marido, el ebanista, Quimet), se dan los acontecimientos de la historia del país, que se hacen presentes por referencias, como un horizonte sobre el que se dibujan las penas y las alegrías de una vida vulgar: la República, la guerra civil, la postguerra, el hambre, el racionamiento, la miseria y luego, como un reflujo último después de un paréntesis de destrucción y muerte, el retorno a la vida sencilla ya sin angustias ni penalidades, pero con la nostalgia de una juventud que se fue casi sin sentir.
 
La adaptación al teatro en forma de monólogo de un tirón era casi algo obligado, dada la estructura del relato. Que el director y adaptador, Joan Ollé, haya pensado en Lolita Flores para el papel tiene algo de paradójico. La verdad, nunca se me hubiera ocurrido mezclar a la Colometa con el mundo gitano que, además, ejerce como tal. De hecho, en el teatro abundaban los espectadores gitanos que luego se desvivieron en exaltados aplausos y vítores a la actriz. Y se los merecía, desde luego, porque la suya es una interpretación muy impregnada del espíritu sencillo, bondadoso, sensible e inteligente del personaje.
 
Hasta ahí, la adaptación teatral solo merece aplausos. Pero la obra presenta un inconveniente estructural que, al consistir en un monólogo en un único tiempo solo puede justificarse como un recuerdo. La Colometa, ya mayor, sentada en un banco de la plaza del Diamante, echa la mirada hacia atrás y narra la historia rescatando su memoria. Quizá no haya otra forma de resolver este problema, pero choca mucho. Y choca porque, dada la mayor libertad narrativa de la novela, el relato del flujo de la conciencia no es recuerdo sino vivencia directa: Colometa da cuenta de su peripecia vital en paralelo a la historia que está pasando de forma que el relato es un presente perpetuo y no un recuerdo. Lolita Flores borda el papel, pero el papel es un ejercicio de la memoria y no el torrente de la vida apresado en una literatura que lo que tiene de densa y profunda lo tiene también de ingenua.
 
La plaza del Diamante es una obra de arte cuya lectura conmueve, cautiva y llega a lo profundo. Su representación, con todo y ser un logro, no alcanza ni puede alcanzar la misma intensidad. 

dimecres, 23 de març del 2016

Quizá no sean idiotas, pero lo parecen

¿Cómo que no pueden reunirse por cuestión de agendas? ¿Cómo que aplazan las conversaciones a la vuelta de la semana de Pascua? ¿Cómo que van a hablar por teléfono para concertar una cita?

Estos tipos ¿de qué van? ¿En dónde creen que están? ¿Cómo entienden su trabajo? ¿En qué concepto tienen a la gente que los ha votado?

El país esquilmado durante cuatro años por una banda de ladrones; el Parlamento burlado durante toda la legislatura por un gobierno de prepotentes y escarnecido ahora por ese mismo gobierno convertido en un manojo de tiranos fuera de la ley; los abusos de esta partida de mangantes a pleno trapo; todos los problemas pendientes de solución; la gente pasándolo mal; las leyes inicuas en funcionamiento, negando derechos, reprimiendo, tratando a los ciudadanos como súbditos. Y estos dos no encuentran un momento para sentarse a hablar y acordar un modus operandi absolutamente urgente e imprescindible para poner fin a esta denigrante situación de un país gobernado por un personaje sin categoría intelectual ni altura moral para hacerlo.

¿Qué se han creído? ¿Quién los asesora? ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza de irse de vacaciones dejando el país empantanado?

Antes de seguir con mis consideraciones, una propuesta que no prosperará (aunque debiera) porque tendrían que aprobarla los mismos contra quienes va dirigida: si hay que hacer elecciones nuevas, propongo que ninguno de los inútiles elegidos en las anteriores pueda presentarse: que se les prive del derecho de sufragio pasivo por su manifiesta falta de sentido de la responsabilidad, por su estúpida frivolidad, su egotismo y su incapacidad.

Como todos los tontos, estos dos piensan que los demás somos como ellos y no nos damos cuenta de sus triquiñuelas y pretextos. Creen que nos engañan, que no adivinamos los motivos de sus actos, de sus jugarretas de escasos vuelos. Piensan que mintiendo sobre sus intenciones nos quedaremos sin saber quién fue responsable último del desastre que puede vivirse en cualquier momento.

Sánchez se escuda en Rivera y C's para no aliarse con Podemos, como si fuera un impedimento objetivo, insalvable, intocable y no algo que puede replantearse como todo en la vida. Igualmente se niega a admitir ni la sombra de un referéndum en Cataluña que hasta él, en sus muy escasas luces, debe saber que habrá de realizarse, le guste o no. Y con esas dos líneas rojas quiere arrancar el voto favorable de Podemos o, cuando menos, su abstención. De ser lo último, necesitaría más votos favorables y/o abstenciones . Su juego es tan elemental que da vergüenza: si Podemos se abstiene, él será presidente del gobierno, que es lo que quiere. Si Podemos no se abstiene, habrá elecciones nuevas y él aparecerá como quien ha intentado evitarlas a toda costa, lo cual es falso.

Iglesias no sale mejor parado. Dice querer sentarse a negociar después de haberse levantado airada y, sin gran duda, justamente, pero no está dispuesto a admitir la compañía de Ciudadanos. Y eso antes de averiguar a qué acuerdos concretos pueda llegarse incluso estando Ciudadanos. Otro que piensa que los demás somos estúpidos y nos dejamos engañar con una mera excusa. ¿Por qué no sentarse a negociar y explorar hasta dónde puede llegar un pacto con el PSOE?  Para no verse obligado a cerrarlo, con lo cual no serían necesarias elecciones nuevas que, en el fondo, es lo que realmente pretende pues el viejo sueño comunista y de IU alienta en su propósito: lo primero, según ordena micer Anguita, destruir al PSOE. Luego ya se verá. 

A ninguno de los dos le importa un higo la gente. Si le importara, se sentarían a hablar ya, sin mentir más sobre las agendas, o lo harían el jueves, o el viernes o el sábado llamado "santo" (cuando se legalizó al Partido Comunista en 1977) o el domingo también llamado "de Resurrección". 

Una vez más queda en evidencia que en España el proceso de selección de los políticos sigue un criterio negativo: se selecciona a los más inútiles.

Vanguardia de la vanguardia

El Matadero de Madrid tiene una exposición de novísimos, de artistas novísimos. Un grupo de especialistas, convocado por una iniciativa privada de patrocinio española ha hecho una selección de una decena de artistas españoles e italianos jóvenes (ninguno llega a la cuarentena) y todos ellos aun desconocidos. Hacen muy bien. El arte necesita impulsos. Los artistas en exposición utilizan técnicas y materiales muy variados y tienen visiones estéticas muy diversas. Ninguno de ellos es convencional porque hasta el fotógrafo José Guerrero, que afirma estar en la tradición de Atget, Strand o Walker Evans, y presenta paisajes con una técnica especial, inoculando los pigmentos en tela. Diego Marcon representa figuras muy originales, a base de tubos de neón. Anna Franceschini se vale de vídeos que representan una realidad mediada con decisiones artísticas. Gabriele de Santis presenta una curiosa mezcla de iconografía digital con marcas populares y mercancías siempre al borde del fetichismo. Rubén Guerrero y Miren Doiz son los que más se acercan a una  concepción pictórica que trasciende tanto el fugurativismo como la abstracción.

La exposición es interesante, ilustra sobre las nuevas tendencias, no conoce pauta alguna de común de orientación y resulta algo fría y desconcertante. Probablemente como el tiempo que refleja.

dimarts, 22 de març del 2016

Parece mentira

Y dan ganas de llorar. A tres meses de las elecciones generales y veinte días de la primera investidura fracasada estamos igual que entonces. O peor, porque queda menos tiempo. No hay negociaciones. Hay bravatas, amenazas, burlas. Pero no negociaciones, ni principios de acuerdos. Y muchos se preparan para las nuevas elecciones que se convocarán automáticamente el 2 de mayo y se celebrarán en junio.

Realmente parece mentira. La dirigencia política española es un espectáculo de pura incompetencia. Porque si no hubiera acuerdo en la prioridad de preferencias, podría comprenderse esta parálisis en la que los líderes no negocian, ni se hablan. Sin embargo, el orden de prioridades está claro para todos ellos: hay que echar a esta banda de ladrones antes de que termine de expoliar el país. La Gürtel, la Púnica, Taula, Valencia, Matas, son jalones de una aventura colectiva: una serie de amigos montó una organización para delinquir y le llamaron "partido político", en concreto, Partido Popular. Ese partido que, según Aznar era incompatible con la corrupción y ha resultado sr la corrupción misma, viene desgobernando y esquilmando el país desde hace años, arruinándolo al extremo de que, como sucede en Valencia, la gente tardará decenios en pagar la deuda pública. Hay que echarlos como medida urgente y categórica. No se puede permitir que sigan corrompiéndolo todo y en todos los órdenes. No se puede tener un presidente del gobierno, condensación suma de la inepcia, que es el hazmerreir en el exterior y en el interior.

La necesidad de liberarse de un gobierno de apandadores, de expoliadores de lo público, de arruinadores de la gente tendría que haber provocado ya la formación de una gobierno de coalición de una u otra forma. Pero no es el caso. Y sigue al mando un personaje que debía haber dimitido hace años y que ahora, a mayor abundamiento, lleva su actitud tiránica al extremo de declararse públicamente al margen de la fiscalización parlamentaria. Más o menos, un grupo de forajidos.

Ese es el objetivo prioritario número uno. El que domina todo lo demás con carácter de urgencia. Ni un minuto más con esta sarta de sinvergüenzas que siguen riéndose de la gente en sus barbas a base de embustes, patrañas e insultos. Individuos de la catadura de Cospedal, Barberá, Hernando y, por supuesto, el propio Sobresueldos que no podrían aparecer en público en ningún país civilizado de nuestro entorno.

Y los políticos de la oposición son incapaces de ponerse de acuerdo ni para encontrar una solución urgente y transitoria, con la finalidad de echar a Mariano Garrapata como medida inexcusable si se quiere que el país empiece a recuperarse de estos cuatro años alucinantes de saqueo, represión e imbecilidad. Luego ya se vería qué alcance tendría la posible alianza. Es tal la parálisis que, ante la última provocación de los forajidos, ni siquiera se atreven a presentar una moción de censura.

Y tampoco es tal la hipotética variedad de opciones que paralice y/o suspenda el ánimo porque no hay más que tres posibles (con variantes menores): 1ª) Gran coalición PP y PSOE; 2ª) coalición "ucedea", PSOE y Ciudadanos con abstención de Podemos; 3ª) coalición izquierdista (PSOE, Podemos) con la abstención de Ciudadanos. Por supuesto, cada maestrillo tiene su librillo y cada analista tendrá unas preferencias sobre otras. Desde siempre, la preferencia de Palinuro ha sido el "bloque de la izquierda" (PSOE, Podemos, IU e indepes catalanes), pero no se le oculta que la coalición "ucedea" también consigue el objetivo estratégico de echar a estos sinvergüenzas. Y, en la medida en que lo consiga, bienvenida sea. 

Lo que es absurdo en que ninguna de ambas posibles coaliciones cuaje pudiendo hacerlo cualquiera de las dos. Absurdo y descorazonador porque quiere decir que sigue habiendo actitudes viscerales, venganzas, personalismos. Sin duda, llama la atención qué sometido al parecer del IBEX35 está Ciudadanos, pero no más de lo que parece estar Podemos por las obsesivas vendettas de Anguita.

El PSOE se deja querer por ambos lados, aunque no pueda mirarlos como si hubiera una simetría y él fuera imparcial. No lo es. No lo es nadie. Y es lógico que las razones que se aducen en las alianzas sean de peso distinto y así se entiendan. De forma muy complicada por lo que los vetos jamás serán admisibles. Es verdad que el veto de Podemos al pacto del PSOE con Ciudadanos no es de recibo. Pero el PSOE no puede presumir cuando, él, a su vez, tiene vetado al PP (y hace bien, por cierto).  Y Ciudadanos, a su vez, a Podemos con quien asegura no poder ir en el mismo barco. Todos se vetan a todos, cada uno a cada uno. 

En definitiva, la prioridad de la preferencia es tan inexcusable que no se entiende cómo no se ha llegado a alguna, la que fuere. De forma que casi podría echarse a suertes. Donde no hay necesidad, el azar es lo más inteligente. 

Pero lo  esencial es quitarse esta plaga de encima.

dilluns, 21 de març del 2016

La República catalana

Adjunto el enlace a la conferencia de Olot del sábado de Pascua. Está organizada por la Xarxa d'Entitats de la Garrotxa. Me acompaña en la mesa Montse Costa Marcé, de Ómnium Cultural. No es muy buena grabación porque  los medios no eran los mejores. De hecho, la grabación se hizo con una tablet. Pero se hizo.

Como quien avisa no es traidor, advierto de que toda la grabación (conferencia y posterior coloquio) dura dos horas y 45 minutos.

Oligarquía y obsesión

Vamos a hablar en román paladino. La fulminante destitución de Sergio Pascual en Podemos tiene varias interpretaciones, como siempre sucede con estas crisis en organizaciones políticas. Forma parte de la rígida liturgia de toda organización hecha de obediencia al mando, lealtades interesadas y jerarquía pues, como sabemos, su naturaleza es siempre oligárquica. Toda oligarquía se mantiene con una estricta unidad de grupo y quien se aparta de ella es arrojado a las tinieblas exteriores con la inevitabilidad con que los organismos vivos excretan los cuerpos que no pueden asimilar. Podemos no es una excepción a la ley de Michels y, de serlo, no por la teoría asamblearia y democrática que predica, sino por la práctica autoritaria y jerárquica que ostenta.

La destitución de Sergio Pascual es resultado de las tensiones en el interior de la organización que traducen luchas por áreas de influencia, ascensos y descensos, consolidación de posiciones de poder, avances y retrocesos de banderías. Son intrigas entre bambalinas generalmente confusas y carentes de interés porque responden a peleas y rencillas entre gentes de poca monta, que normalmente no trascienden al conocimiento de las bases a quienes se predica siempre el carácter abierto y ultrademocrático de las decisiones que se toman igual que a los pobres de espíritu las bienaventuranzas.

En realidad, la destitución, según parece, trata de zanjar un contencioso entre dos bandos en el seno del partido. De un lado están quienes quieren llegar a un acuerdo con el PSOE, pactar con él bien una abstención o un voto favorable a la investidura de Sánchez para posibilitar la expulsión de Rajoy y del PP, como Errejón y los suyos. De otro, quienes se niegan a todo acuerdo con los socialistas y pretenden forzar nuevas elecciones porque piensan que de ese modo, podrán finalmente acabar con el PSOE y ocupar su lugar como referente hegemónico de la izquierda. El precio por pagar de que siga gobernando el PP les parece asumible. El adalidad de esa actitud, según parece, es Pablo Iglesias.

El país revienta de sondeos que pretenden adelantar cuál sería el resultado de dichas elecciones y, según quién las encargue y sufrague, los vaticinios difieren. Entre ellos es razonable uno que Palinuro da por muy probable: un batacazo considerable de Podemos que no solamente no hará realidad el anhelado sorpasso del PSOE, sino que quedará en una posición muy maltrecha.

Tres argumentos cabe aducir a favor de este pronóstico: 1º) la valoración de Pablo Iglesias y, en general, de Podemos, han caído en picado con las intervenciones parlamentarias de sus gentes, frisando entre lo patético y lo agresivo; 2º) es muy poco probable que la organización repita los niveles de apoyo obtenidos por las confluencias periféricas y menos probable aun que las mismas confluencias se repitan; 3º) la fuerza de las dos opciones que han mostrado capacidad de pacto, PSOE y C’s, aumentará notablemente por relación a quienes como Podemos y el PP, aparecerán como responsables de la repetición de elecciones por su intransigencia.

Resulta sorprendente cómo los estrategas de Podemos no ven estos peligros o, si los ven, no aquilatan sus consecuencias y corren al abismo de unas elecciones que van a enterrarlos. Para explicar esta incongruencia tengo dos hipótesis que, en el fondo, confluyen en una: 1ª) el sector anguitista de IU –todo él presionando a Podemos desde dentro- y el propio Anguita propugnan esta fórmula insistentemente. La razón es sencilla: Anguita sabe que es su última oportunidad. O consigue ahora el sorpasso o ya tendrá que retirarse definitivamente a saborear las otoñales mieles de la jubilación, que tanto le fastidian, aunque diga lo contrario; 2ª) Iglesias sabe que en un gobierno del PSOE, a él le quedaría reservado un papel de segundón o quizá ni eso, sino el del líder de la oposición, algo que no satisface su narcisismo desaforado. Ambas obsesiones confluyen en una, en efecto, la de dar algo de cuerpo a una izquierda llamada transformadora que en cuarenta años cuarenta no ha transformado absolutamente nada en España y seguirá sin hacerlo.

Visto lo visto, por lo tanto, Podemos apostará por elecciones nuevas aun a sabiendas de que, con ello ocasionará dos graves problemas para la gobernación e, incluso, la supervivencia de España: 1º) mantendrá con vida el gobierno antidemocrático y antipopular del PP no solo durante el interregno hasta las elecciones, sino que estas pueden darle una nueva victoria que lo perpetúe; 2º) sostendrá la situación de incertidumbre y desgobierno en España, haciendo imposible que durante meses y meses el Estado pueda articular una respuesta política al independentismo catalán. Palinuro, que simpatiza con este, por verlo regeneracionista y republicano, se felicita por ello, pero en gentes como las de Podemos, en el fondo nacionalistas españoles al uso, esta actitud parece perfectamente estúpida.

diumenge, 20 de març del 2016

La fabulosa incompetencia de los políticos

Entre las numerosas tonterías con que los políticos alegran el día al común de los mortales se cuenta esa de que, cuando el pueblo vota, su decisión es sabia. Las demás tonterías son de jaez similar. Por ejemplo las de carácter anatómico: todos los políticos andan siempre con la mano tendida y todos están siempre dispuestos a dejarse la piel en su empeños, para señalar su gran interés en conseguir algo, con lo incómodo que resultará, supongo, andar por ahí sin pellejo. En otro momento hablaremos de ellas. Ahora nos ocupa eso de la sabiduría del pueblo porque, si tal cosa es cierta, el hecho de que, habiendo votado la gente, los políticos no consigan formar gobierno, prueba que cuanto tienen de listos los electores lo tienen de lerdos los elegidos.

No pretendo humillar a los políticos españoles recordándoles sus risas y codazos de complicidad cuando aun creían que los partidos catalanes no se podrían de acuerdo para formar gobierno a raíz de las elecciones del 27 de septiembre de 2015 y tenderían que repetirlas. Ahora son ellos quienes, tres meses después de las del 20 de diciembre no están más cerca de un acuerdo de gobierno que de la cuadratura del círculo. 

El país tiene un gobierno presidido por un manifiesto incompetente, incapaz de expresar en su mediolengua algo que no sea una tontería. El incompetente, además, preside un partido al que los jueces imputan varios delitos y pasa más tiempo diseñando estrategias procesales que proyectos de políticas públicas. El citado presidente, Mariano "Garrapata" Rajoy cobró presuntamente sobresueldos en B y se hizo pagar diversos caprichos gürtelianos, como viajes, estancias en hoteles holandeses o las atenciones y cuidadosos a  padre a cuenta del erario, todo según el ejemplo Camps, un referente mundial del gobernante con delirios de grandeza.

El secretario general del PSOE, hombre dicharachero, pero no de muchas luces, se ha buscado una llamada alianza restrictiva con Ciudadanos para justificar la imposibilidad de acordar algo con Podemos, con quienes Sánchez no quiere compartir responsabilidades. "Yo bien quisiera hacer concesiones", parece decir a los interlocutores- "pero es imposible por los compromisos adquiridos con las huestes neofalangistas.".

El secretario general de Podemos, en un repetino ataque de paranoia delirante, destituye fulminantemente al número tres de su partido en un procedimiento cuya originalidad reside en una mezcla de autoritarismo franquista y estalinista al mismo tiempo.  Nada más acorde con el espíritu de la "nueva política"

Por último, el líder de ciudadanos recién estrenado en la política nacional, trata de reproducir el modelo UCD de Suárez y el mito del centro, pero no consigue disipar la imagen de eclecticismo que provoca su falta absoluta de ideología y de experiencia de gestión.

En estas condiciones, los sondeos auguran lo que cualquiera con algo de objetividad y sentido común puede predecir: las nuevas elecciones parecen ser inevitables a la vista de la incapacidad de los dirigentes de los partidos de refrenar sus egos desbocados y sus megalomanías sin parangón. Que sea Podemos, el que más tiene que perder si se repiten el que con mayor ahínco trata de provocarlas, demuestra que su endiosado líder ha pasado de la clarividencia de Maquiavelo a la estrategia de Groucho Marx en Sopa de ganso.

Velando armas

No todo ha de ser hablar. También cabe escribir. Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat sobre la insólita situación en el Estado: un gobierno independentista en Cataluña, con una hoja de ruta muy clara y un propósito de llevarla a cabo y un galimatías en el Estado en el que los protagonistas, todos, no se saben sus papeles y se han metido cada uno de ellos en un jardín, de forma que la situación ya no es la famosa del cuento borgiano del jardín de los senderos que se bifurcan, sino la de un laberinto poblado de Teseos de vía estrecha y todos ellos carentes de hilos de Ariadna. El PP no sabe si quiere elecciones o que un milagro le eche al PSOE en los brazos pero siempre con Rajoy en la jefatura. El PSOE pretende hacer una salsa con el aceite de Ciudadanos y el vinagre de Podemos que entre sí no pueden verse a cuenta de su actitud antagónica respecto al referéndum catalán. Podemos quiere elecciones nuevas porque la hybris anguitista que lo corroe lo ha convencido de que podrá dar la puntilla al PSOE y solo va a suicidarse. Ciudadanos desea mantener la lealtad del PSOE pero encamarlo con el PP consiguiendo para ello que Mariano Garrapata renuncie a un poder que no piensa abandonar ni siendo cadáver. En estas condiciones, los cuatro partidos parlamentarios mayores se vigilan mutuamente pero saben que, si no varían sus posiciones, las eleciones en junio serán inevitables. ¿Y qué les espera? Según la encuesta que consulten ustedes, los pronósticos serán muy variados. En mi opinión, sin embargo, el resultado, salvo error u omisión, será que el PP y Podemos se hundirán por su incapacidad para entenderse con los demás y el PSOE y C's aumentarán sensiblemente su voto. Quizá esté equivocado, pero no mucho más de lo que puedan estarlo los susodichos sondeos.

Aquí la versión castellana:

Calma chicha antes de la tormenta

El paralelismo entre Cataluña después del 27 de septiembre y España tras el 20 de diciembre es aleccionador. En el Principado toda la obsesión era constituir un gobierno por difícil que fuera para no repetir las elecciones y, al final, se consiguió gracias al sacrificio personal del presidente Mas. En el Estado, en cambio, la obsesión parece ser no constituir gobierno alguno y repetir elecciones, cosa que será casi segura porque el presidente está dispuesto a sacrificarlo todo excepto su propia persona.

Hoja de ruta en Cataluña y, según se dice, vacío de poder en Madrid. Lo primero es cierto, aunque está por ver cómo funciona; lo segundo, no. No hay vacío de poder. Hay un poder detentado de hecho por una organización de presuntos malhechores y constituido en tiranía. En efecto, el gobierno se declara en rebeldía ante el Parlamento y el Parlamento, elegido por sufragio universal, pero acobardado, no se atreve a destituirlo por la vía expeditiva que tiene a su alcance, que es la moción de censura. No sé si hay otro caso en la historia europea en que un Parlamento se amilane tan lamentablemente ante un gobierno que, al no obedecer al depositario de la soberanía se constituye en tirano.

Según el gobierno, como este Parlamento es nuevo y no le dio su confianza en su día, no puede controlarlo. Eso es una falsedad. No hay parlamento nuevo ni viejo; el Parlamento es un órgano continuo, no queda en suspenso porque la soberanía popular no puede suspenderse. Por eso existe la diputación permanente, porque el Parlamento no está nunca ausente. Distintas son las legislaturas, no el órgano en sí. Este parlamento puede y debe controlar al gobierno esté o no en funciones y si el gobierno se niega, debe destituirlo.
Lo contrario es faltar a su deber. Así que en España no hay vacío de poder, sino un poder no sometido a la ley, un poder tiránico. Y lo más probable es que se repitan las elecciones, dado que los partidos son incapaces de acordar una solución porque, a diferencia de lo que ha sucedido en Cataluña, ninguno de ellos acierta a poner los intereses de esa España que dicen defender por delante de los de su partido.

Pero precisamente ese carácter tiránico, no sometido a la ley del gobierno del Estado (el mismo que dice a todos los demás, especialmente los independentistas catalanes que han de someterse a la ley) es el más ominoso, el que preanuncia dificultades, intransigencias, interferencias y, en último término, provocaciones en el proceso independentista. Porque, quien se salta la ley una vez, se la salta ciento

Por eso este momento de aparente calma chicha –un gobierno funcionando en
Cataluña y otro sin funcionar (o sea, “en funciones”) en España- es uno que requiere especial atención a las medidas que el gobierno catalán tome y cómo las justifica. La legalidad que el gobierno del Estado y la oposición parlamentaria invocan para restringir el ámbito de actuación de las instituciones catalanas tiene toda la fuerza de obligar del derecho positivo y ninguna desde el punto de vista de la legitimidad del mandato democrático. Pero el gobierno catalán no puede esperar otra cosa que dificultades y/o provocaciones del central, esté este ocupado por la derecha o por la izquierda española que niega de raíz el derecho de autodeterminación de los catalanes.

Por ello y para que la conciencia de la razón se convierta en la razón de la conciencia, debe continuar con su hoja de ruta, sin descanso, sin ofrecer flancos desprotegidos al ataque del adversario. El plazo de los 18 meses tiene un valor orientativo, pero no puede convertirse en un elemento forzoso a cuyo cumplimiento haya que sacrificar la seguridad del proceso.

Lo que se haga respaldado por la mayoría parlamentaria tendrá, por supuesto, el valor de la legalidad pero, para reforzarlo con el de la legitimidad, tiene que venir confirmado con la mayoría social y las últimas encuestas demuestran que hay una labor de pedagogía pendiente de hacer, un trabajo de actuación de soberanía de hecho que la gente perciba como más eficaz que la actuación en régimen de dependencia autonómica y eso no se consigue de la noche a la mañana, no se improvisa.

Por último, las instituciones catalanas tienen que seguir consolidando relevancia internacional. La quinta columna del independentismo catalán está en el exterior y, para que su poderoso efecto se haga sentir cuando sea necesario, debe tener perfectamente claro cuál es el contenido y el carácter pacífico y democrático de la causa que se le pide que apoye.

En otros términos, sin prisa pero sin pausa, le gobierno que hoy administra una mayoría parlamentaria tiene que apoyarse en una mayoría social cuando la calma chicha se rompa y el gobierno central de hecho pise el acelerador en contra del proceso.