Interesante situación en Turquía. El ministro de Asuntos Exteriores del Primer Ministro, Tayyip Erdogan, el señor Abdullah Gül, perteneciente como él al partido islamista llamado "moderado", Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) vuelve a postularse para presidente de la República turca laica. Hay en esta situación dos aspectos que será interesante observar dado que, como siempre, cuando se habla de Turquía se habla de un Estado, con más de 71 millones de habitantes (solo segundo ante Alemania en Europa) que puede acceder (o no) a la Unión Europea: el primero es si existe eso que los medios llaman el "islamismo moderado"; el segundo, qué resultado dará un Presidente propuesto para el cargo por su jefe.
Se recordará que fue precisamente esta candidatura la que provocó hace unos meses una crisis, una velada advertencia del ejército, tradicionalmente kemalista, rumores de golpe de Estado y, por fin, al fracasar la candidatura del señor Gül por no reunir los votos necesarios y tras una sentencia del Tribunal Constitucional, las elecciones ligeramente anticipadas del pasado 22 de julio.
El partido gobernante ha interpretado el resultado (46,76% del voto y 341 diputados) como una resonante victoria y un refrendo de su política e intenciones. Es cierto que ha aumentado en cantidad de votos, pero ha disminuido en escaños (en las elecciones de 2002 obtuvo el 34,3% de los votos, pero 363 escaños), peculiaridades del sistema electoral y de su barrera legal del 10%. En todo caso, el principal partido de la oposición, el heredero del kemalismo, Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha perdido aun más, tanto en votos como en escaños y el gran beneficiario ha sido el Partido de Acción Nacionalista (MHP), que en 2002 no alcanzó el fatídico 10% pero esta vez ha llegado al 14,33% y 71 diputados.
Para ser elegido presidente, el señor Gül necesita dos tercios de los diputados de la unicameral Gran Asamblea Nacional de Turquía (GANT), esto es, 367 diputados. No llega y no es probable que los consiga sumando votos de independientes (26 escaños), pero en tercera vuelta está previsto que el Presidente sea elegido por mayoría absoluta, esto es, 276 votos. La oposición de los kemalistas sigue siendo frontal, pero los nacionalistas ya han hecho saber que no boicotearán la elección, con lo que es prácticamente seguro que a fines de mes, Turquía tendrá un presidente musulmán, por primera vez desde la proclamación de la República por Mustafá Kemal en 1923.
Animado por los resultados electorales y el apoyo de las cancillerías europeas, el señor Erdogan ha decidido repetir su propuesta y no ceder ante la presión militar, que se adivina activa. Ese es un punto interesante de expectativa y quizá no sea exagerado decir que, en este pulso entre el ejército y el poder civil, Turquía se juega mucho en cuanto Estado de derecho y sociedad democrática y la UE estará vigilante.
A su vez, el señor Gül ha hecho saber que respetará el laicismo de la República turca. Es una de esas declaraciones gratuitas e innecesarias (como el propósito de dimisión de la ministra Álvarez) ya que no está en su mano hacer lo contrario, salvo que cometa perjurio pues, para ser presidente, tiene que prestar un juramento en el que, entre otras cosas, se compromete a: "guardar fidelidad a la Constitución, al imperio de la ley, a la democracia, a los principios y reformas de Atatürk y al principio de la República laica. ¿Lo hará?