A través de una carta de lector en El País me entero de un asunto sorprendente. Resulta que el señor Luis Alfonso Gámez, periodista de El Correo especializado en rebatir las habituales charlatanerías sobre ovnis, fenómenos paranormales, espiritismo y otros cuentos, y que tiene un blog alojado en el periódico que se llama magonia ha sido condenado por un juez de primera instancia de Getxo a pagar 6.000 euros de indemnización al señor J. J. Benítez, conocido autor de éxito, en una demanda civil de protección del honor que éste ha interpuesto. En su sentencia, el juez declara probado que el periodista atentó contra el honor y el prestigio profesional del señor Benítez por llamarle defraudador y sostener que "su negocio se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación", así como otros términos de este jaez.
Al parecer, el señor Benítez, en una serie llamada "Planeta encantado", emitida en su día por TVE y con gran audiencia, sostuvo, según dice el señor Gámez, que hay pruebas de que el hombre convivió con los dinosaurios, que un poder mágico permitió transportar las estatuas de la isla de Pascua hasta su ubicación definitiva, que Cristo anduvo por el Coliseo romano años antes de que el edificio existiera, que seres de Orión levantaron las pirámides de Egipto y que los astronautas del Apollo 11 encontraron ruinas extraterrestres en la Luna. El señor Benítez fue desgranando tan pintorescas ocurrencias a lo largo de los distintos programas de la serie. Yo no lo vi porque no suelo ver la tele y menos programas de los "misterios de la realidad". Ya vi uno del señor Luis del Pino y considero cubierto mi cupo hasta el siglo XXII. Pero, de ser cierto lo que dice el señor Gámez, es evidente que el señor Benítez está cultivando un género que tiene ilustres predecesores, como Nostradamus y Madame Blavatsky, el género del embrollo, el truco y la superstición.
Es posible que el juez de primera instancia de Getxo tenga razón y los términos en que se refirió el señor Gámez al señor Benítez fueran insultantes y atentatorios a su honor y prestigio profesional. Es posible. Pero si una persona afirma hablando profesionalmente que Cristo anduvo por el Coliseo o que hay ruinas de chalets en la luna, no sé a qué prestigio profesional se referirá el juez. Y, sobre todo, lo que más me preocupa, ¿quiere decir esta sentencia que es insultante y, por tanto no admisible, afirmar que quienes hablan de platillos volantes, de ectoplasmas razonantes, de vudús apasionantes son charlatanes de tres al cuarto? No sé; estoy un poco desconcertado porque, si eso es así, el señor juez acaba de cargarse la Ilustración en cuanto lucha contra la mentalidad supersticiosa y, de escribirse hoy La Enciclopedia, sus autores se arruinarían pagando indemnizaciones por faltar al derecho al honor y prestigio profesional de los vendedores de elixires.