dissabte, 18 d’abril del 2009

Gabilondo v. Gabilondo.

Simpático gesto este de Iñaki y Ángel Gabilondo ayer en la Cuatro. La entrevista estuvo muy bien y se ve que los dos hermanos se aprecian. Por lo menos quedó claro que Iñaki quiere mucho al profesor; éste es menos espontáneo, como buen profesor, y está acostumbrado a hablar sin que lo interrumpan, con lo que a veces liga verdaderas melopeas de escaso sentido. Pero no era de sentido de lo que iba la entrevista sino de emociones y sentimientos e Iñaki, que es un peso pesado y más pesado, me parece, que el catedrático de Metafísica, no se le fue nada de las manos y dominó en todo momento.

divendres, 17 d’abril del 2009

Guantánamo.

No es muy alentadora la decisión del señor Obama de no perseguir los presuntos delitos cometidos por las autoridades de su país durante los años siniestros del anterior presidente, Mr. Matorral, un hombre cercano al fascismo y por ello muy amigo del señor Aznar. De acuerdo con la decisión presidencial, dichos crímenes quedarán impunes. Ahora bien, los EEUU son una sociedad democrática y una decisión del ejecutivo rara vez es la última palabra en ninguna democracia. A veces, ni siquiera una decisión del legislativo en forma de ley. Recuérdese cómo la vergonzosa Ley de Punto Final argentina tuvo que ser derogada. Ya veremos si la sociedad estadounidense admite la impunidad de los delincuentes por decisión presidencial o empiezan a presentarse querellas y demandas por la vía privada en los tribunales de justicia. Porque si esto se produce, las decisiones del señor Obama tendrán una importancia relativa. Significan que la administración renuncia a actuar de oficio. Pero la administración no puede prejuzgar lo que harán los particulares y en los EEUU hay suficientes organizaciones de defensa de los derechos humanos para plantear una serie de acciones judiciales en petición de amparo para unas personas a las que se detuvo ilegalmente, es decir a las que se secuestró y probablemente se torturó durante años. Y ya veremos también cómo reaccionan los tribunales ante peticiones de ese tipo. Porque se está hablando aquí de los delitos de secuestro y torturas, perfectamente tipificados en el ordenamiento penal estadounidense.

Previendo la posibilidad de que la acción se inicie desde el exterior, los EEUU no firmaron el estatuto de la Corte Internacional de Justicia y en lo que se refiere a ellos no reconocen la jurisdicción penal universal. Que en lo de esta jurisdicción rige la razón de Estado al más estricto estilo de Westfalia si el Estado se lo puede permitir, si no rige el todavía más tradicional Vae victis!. Pero nada impide que puedan incoarse procedimientos penales en la jurisdicción interna y ya veremos qué pasa en ese momento.

Al respecto la posición de España es, como suele suceder, algo peregrina. El juez Garzón quiere investigar las condiciones de aquella cárcel ilegal de los EEUU. Pero es poco probable que esa investigación surta algún efecto por lo que se ha dicho más arriba. Supongo que eso lo sabe el juez que, de todas formas, confía en el escándalo mediático que puede montarse y en el conflicto simbólico y moral que se plantea a los posibles acusados entre sus convicciones democráticas y su condición de posibles reos de torturas. No obstante y con independencia de esto, el señor Conde Pumpido, Fiscal general del Estado ya ha dicho que se opone a que el juez Garzón investigue nada en Guantánamo argumentando probablemente que no es de su competencia. El señor Conde Pumpido será buen fiscal pero carece de todo tacto porque, como el señor Garzón no llegará lejos en sus pretesiones, podía haberse ahorrado quedar tan mal como está quedando.

Suele acudirse al ejemplo de Pinochet, que también fue una "garzonada" por la que nadie daba un duro jurídico en aquel momento. Pero aquello tenía otra pinta porque la decisón del juez pilló al viejo exdictador fuera de su país, en Londres y, con lo que le gusta a la gente dárselas de estricta y legal a costa de los demás no fue fácil para Pinochet salir del paso. Estuvo a punto de ser extraditado a España. El señor Conde Pumpido cumple la función que cumplió el formidable fiscal señor Fungairiño que se opuso a que alguien investigara al señorPinochet. Y se recordará que el primero en aplaudir al señor Fungairiño fue el señor González, pues si la política hace extraños compañeros de cama, los procesos judiciales pueden ser incestuosos. Por último, hasta el señor Garzón entenderá que el señor Garzón no se salga con la suya, visto el exitazo que ha alcanzado con su intento de acelerar en los tribunales la ley de la Memoria Histórica en España para remediar una injusticia cometida hace setenta años.

(La imagen es una foto de burge5000, bajo licencia de Creative Commons).

Intento de magnicidio.

¿Así que unos mercenarios querían acribillar a tiros al señor Morales y otros altos dignatarios bolivianos? No me extraña. Eso de atentar y asesinar presidentes del Gobierno y Jefes de Estado, sobre todo si son de izquierda, no es raro en el continente, si bien tampoco tan común. El caso de Allende viene en seguida a la memoria, pero no hay muchos más. Claro que tampoco ha habido muchos más dirigentes de izquierda. En los Estados Unidos sí que no es cosa insólita. Los presidentes Lincoln, Garfield y Kennedy podrían dar buena prueba de ello o el señor Reagan, al que casi se llevan por delante. De ellos Lincoln y Kennedy eran todo lo más de izquierda que puede llegar a ser un presidente gringo. En fin, que si hubiera un atentado contra el señor Obama, extrañaría tan poco como el del señor Morales. Puede que menos. Hay muchos orates en los EEUU que creen que un negro en el gobierno de la Nación es un insulto o un sacrilegio, y están armados. A veces los atentados los organiza un gobierno de la región. Por ejemplo, según parece, mercenarios y agentes más o menos a sueldo de los EEUU han atentado varias veces contra el señor Fidel Castro. El magnicidio no es algo tan sorprendente en América y, desde luego, es muy grato saber que, en este caso, ha fracasado y el presidente Evo Morales sigue vivo.

Por cierto, los españoles no somos los más adecuados para tratar con condescendencia esto de los magnicidios en tierra ajena, como si los indígenas de allende los mares fueran más proclives al atentado a fuer de incivilizados. El propio Reino de España muestra una de las tasas de magnicidos más altas del mundo En poco más de un siglo, entre 1870 y 1973 murieron en España en atentado cinco presidentes del Gobierno: el General Prim, don Antonio Cánovas, don José Canalejas, don Eduardo Dato y don Luis Carrero Blanco. Y, si no es por los dioses justicieros, en 1995 hubiera muerto de parecida forma don José María Aznar que aún no era presidente del Gobierno pero le faltaban meses para serlo. Por cierto, ninguno era de izquierda propiamente hablando. Todo un record.

(La imagen es una foto de Alain Bachellier, bajo licencia de Creative Commons).

El imperio contra la democracia.

Sheldon Wolin es uno de los politólogos de izquierda más importantes y prestigiosos de los Estados Unidos y esta obra (Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido, Madrid, Katz, 2008, 404 págs), un libro de madurez en el que el autor vierte lo mejor y lo último de su buen hacer con su peculiar visión que conjuga una perspectiva filosófica con una atención minuciosa a los hechos concretos no desde una perspectiva empírica sino con una consistencia teórica muy de agradecer. En síntesis lo que el celebrado autor nos presenta en este libro, publicado en los Estados Unidos el año pasado es un juicio completo sobre la política interior y exterior de los EEUU en la era del Presidente Bush (al que él llama irónicamente George II) y, por encima de ella, una valoración general del pensamiento conservador y neoconservador en los últimos cincuenta años en los EEUU y allende los EEUU. Es interesante leerlo porque en él se encuentran las claves de gran parte de las necedades que va por ahí soltando engoladamente el señor Aznar pero, claro está, mucho mejor fundamentadas y justificadas, lo que las hace tanto más peligrosas. Ese imperio del conservadurismo es en buena medida el responsable de que el pensamiento de izquierda lleve la mayor parte de este tiempo también batiéndose en retirada. No es el menor de los méritos del libro que el autor exponga la panoplia neoconservadora contra el trasfondo de la historia de la teoría política, deteniéndose en especial en cuatro momentos en diversas ocasiones: la Grecia clásica (la práctica política en Atenas y el pensamiento político de Platón), Maquiavelo y la razón de Estado, el debate político de la revolución inglesa del siglo XVII y el debate constitucional de los propios Estados Unidos, en especial lo referente a El federalista. Por supuesto, los primeros ocho años del siglo XXI, que son el objeto específico del libro, la presidencia del señor Bush aparecen proyectados sobre el fondo de su gran conocimiento de la historía política del siglo XX en los EEUU, lo que le da a mi entender una particular utilidad. Democracia S.A. está escrito y publicado antes de la llegada del señor Obama a la Presidencia Es pues una especie de resumen teórico del neoconservadurismo y, vistas las cosas, un epitafio.

La idea del autor, que ya se expresa en el título, es que la presidencia del señor Bush ha convertido a los EEUU a una especie de Estado totalitario y en ella culmina también un proceso de degeneración de la democracia que ya comenzó en tiempo de los padres fundadores y da lugar ahora a lo que llama la "democracia dirigida". Aunque Wolin perfila estos conceptos en varias ocasiones a lo largo del libro, ya al comienzo de éste adelanta que considera el totalitarismo invertido como la madurez política del poder corporativo (en lo esencial, las empresas) y la desmovilización política de la ciudadanía (p. 12) De hecho, la democracia nunca estuvo consolidada en el país pero es a partir de la segunda guerra mundial cuando comienza el maridaje entre las corporaciones y el Estado que es la base misma de esa corrupción de la democracia que llama la "democracia dirigida" (p. 18). Toda la extensa obra posterior está destinada a justificar teórica y prácticamente estos juicios aparentemente radicales (en varias ocasiones reconoce que comparar a los EEUU con el totalitarismo puede resultar chocante) pero que no suenan tanto así en el continente europeo, en donde hace tiempo que viene hablándose del friendly Fascism para definir políticamente al país del que trata el libro.

Este proceso de perversión de la política estadounidense se acelera tras el 11 de septiembre de 2001, que da al presidente Bush la excusa para poner en marcha las doctrinas neocon de la guerra preventiva en medio de la inacción de la población del país, embrutecida por la propaganda presidencial con consignas como "el eje del mal", el combate "de la civilización contra la barbarie", etc (pp. 32/33). Cuando Weber habló del desencantamiento del mundo no pensó en la credulidad de la gente que, mediante la propaganda y la publicidad modernas puede acabar convencida de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva o de que Dios ha elegido a su país para establecer la justicia sobre la tierra (p. 39). En clave hispánica, parece que se esté hablando del señor Aznar: su mentira de las armas de destrucción masiva y su melopea sobre las raices cristianas de Europa.

Sostiene el autor y, con él muchos otros críticos que ciertos actos del gobierno de los EEUU como la negación de las garantías procesales, el espionaje, la tortura, los excesos del poder ejecutivo, son prácticas totalitarias. Siguiendo la famosa obra de Edward Corwin Total War and the Constitution referida al impacto de la segunda guerra sobre el ordenamiento constitucional estadounidense, analiza Wolin los dos imaginarios de aquel: a) el imaginario del poder y b) el imaginario de la Constitución que, lógicamente, son excluyentes. Hace luego un repaso canónico de la historia de los EEUU desde el New Deal. Éste aumentó mucho los poderes de la presidencia pero no chocó con la Constitución. Esto empezó a cambiar con el fin de la guerra, con Truman, la guerra fría, la manía de la "seguridad nacional" y el macartismo. El totalitarismo invertido no tiene fecha de nacimiento ni referencia única como Mein Kampf sino que es un conjunto de prácticas de la presidencia que van abriéndose paso poco a poco (p. 75).

Comparar a Bush con Hitler puede parecer exagerado pero no lo es. Asistimos hoy a un ascenso de un estatismo especial que es hostil al gasto social pero quiere intervenir en todas las relaciones sociales, en las personales, en las sexuales, en los matrimonios o en las decisiones particulares sobre la vida o la muerte (p. 82) que es claro síntoma de totalitarismo. El totalitarismo invertido dice ser lo contrario de lo que es mientras que la democracia dirigida se centra en contener la democracia electoral y es hostil a toda democracia social que vaya más allá de la alfabetización, la capacitación laboral y lo imprescindible económico (p. 85). La doctrina del Lebensraum nazi es muy parecida a la de la guerra preventiva de Bush. Los EEUU tienen la tasa de encarcelamiento más alta del mundo en un sistema penitenciario embrutecedor en buena medida privatizado y poblado básicamente por afroamericanos (p. 97). Los grupos de interés son todopoderosos, al extremo de que cabe hablar de un gobierno "clientelista" (p. 99). Los EEUU constituyen lo que el autor llama un "Superpoder" que implica la conjunción de una tecnologia del poder totalizadora y una ideología concomitante que estimule las aspiraciones al dominio mundial (p. 103).

El presidente Bush montó una invasión no provocada de un país, exigió el apoyo de sus aliados y proclamó el derecho de los EEUU a no respetar los tratados internacionales (p. 118). Y la única protesta en contra de esta guerra no vino de los otros poderes del estado ni de los partidos sino que vino, y débil, de la calle. Tomando pie en Hobbes y Tocqueville concluye Wolin que este poder total, excesivo, es imposible sin el apoyo de una ciudadanía cómplice que firme el pacto y lo consienta (p. 126). La justificación de estos excesos se dio en función del famoso documento National Security Strategy que los neocons dieron a conocer apenas llegados al poder y que colgaron de inmediato en internet: un relato mítico y maniqueo de lucha del bien contra el mal, de la "lucha contra el terrorismo" que ha de justificarlo todo. Concluye Wolin, sin embargo, que el Superpoder acabó fracasando en el Irak puesto que ahora hay más terrorismo que antes y se ha revelado como lo que es, como un poder ilegítimo cuya ilegitimidad se fraguó en el episodio bochornoso del recuento de votos en Florida en las presidenciales de 2000, que se resolvió con una especie de golpe judicial que adjudicó la presidencia al señor Bush quien, en realidad, había perdido las elecciones (p. 142). Ese es el punto crucial del totalitarismo invertido, esto es, lo que en teoría política conocemos con "ilegitimidad de origen" a la que se añade luego la de ejercicio. La verdad es que no puedo estar más de acuerdo en el diagnóstico sobre la era Bush: ocho años de gobierno ilegítimo que no ha hecho más que atrocidades. Lo interesante del libro de Wolin es que fundamenta a satisfacción este duro juicio.

El Superpoder es un poder no basado en el mandato constitucional y que excede la habilidad política y la sensibilidad moral de los gobernantes (p. 148). Su condición es el debilitamiento y la irrelevancia de la democracia. Nadie, ni los poderes del Estado, ni los partidos, ni la gente en la calle se opuso al golpe de Estado de Florida y así se inició el gobierno neocon en los EEUU. De inmediato comenzaron las grandes rebajas de impuestos a los ricos que, entre otras cosas, quieren empobrecer al Estado para que no haya dinero para los programas sociales. En paralelo se agita el fantasma de la quiebra de la seguridad social con el fin de privatizarla y llevarla a la bolsa (p. 161). Se observará que el discurso neocon es igual en todas partes, en los EEUU o en España, ya que esas son asimismo las pretensiones del gobernador del Banco de España. La "guerra al terrorismo" es la justificación del estado de excepción permanente del totalitarismo invertido (p. 165).

En los EEUU, como se sabe, hay una mayoría de personas religiosas y son muy importantes los fundamentalistas evangélicos. La línea común a este pensamiento ultrarreaccionario, en el que destaca el patrono neocon Leo Strauss es el arcaísmo, esto es, la pretensión de atenerse al sentido literal de la Constitución de 1789, entendida como una contrapartida de la Biblia. En síntesis el arcaísmo como idelogía neocon aúna la lucha contra el tamaño del Estado (de la época de Reagan) con un destronamiento de la ciencia (que permite predicar supersticiones como el creacionismo) y se opone a las prácticas mayoritarias de la democracia (p. 187).

El Superpoder no es otra cosa que la conjunción entre el Imperio y el reinado de la Corporación (las empresas). La privatización es parte esencial de la democracia dirigida (p. 196). Las elecciones son un arraigado sistema de sobornos y corrupción que no precisa de la violencia física. Y la época es la del predominio gerencial. Sostiene Wolin y lo considero profético que no es infrecuente que los gerentes se enriquezcan llevando a la ruina a sus empresas (p. 208). Conviene no obstante recordar que esta democracia dirigida echa sus raices en la intensa desconfianza que los artífices de la Constitución sentían hacia la democracia.

Esa práctica del Partido Republicano que muchos autores han señalado de acumular déficit astronómicos tiene como finalidad, según Wolin, que futuros gobiernos socialdemócratas no puedan realizar programas sociales (p. 224). A su vez, este predominio neocon descansa sobre una deliberada estrategia en materia de lucha por la ideas: las privatizaciones tratan de privilegiar a las instituciones educativas privadas para fabricar élites que además pueblen unos Think tanks que sirvan para legitimar la política neocon (p. 234). Somete aquí el autor a crítica muy dura a Leo Strauss, del que resalta sus concomitancias nazis y a Samuel P. Huntington, frecuente figurante en Palinuro. Lo que Wolin le reprocha es la obsesión del autor de La tercera ola por la identidad nacional de los EEUU que implica, entre otras cosas una actitud agresiva hacia todo multiculturalismo y lo que considera el peligro de la inmigración. Todo ello temas preferidos de los neocons.

Este predominio neocon tiene unas manifestaciones evidentes en política interior de los EEUU. El Partido Republicano no es meramente conservador, como asegura, sino oligárquico y su interés es conservar las desigualdades y los privilegios (p. 267) Y la búsqueda del dominio republicano permanente está basada en unas medidas de manual: gastos militares, subsidios a corporaciones globalizadoras, déficit crecientes, desmantelamiento de los programas sociales y de protección del medio ambiente, eliminación de las garantías procesales, corrupción, lobbismo (p. 275) El recetario de la derecha allí donde gobierna. Se espera que el "ciudadano patriótico" apoye a los militares, que los inmigrantes (que son los nuevos metecos) no se hagan mucho de notar y que el Partido Demócrata se resigne a ser una "falsa oposición" que trata de cortejar a los "indecisos" mientras se resigna a la desaparición de la vieja política social al estilo del siglo XX, como el New Deal, el Fair Deal y la Great Society (p. 287). A la vista de este diagnóstico será interesante estudiar lo que haga el señor Obama.

Con el cuento de la "guerra al terrorismo" se coordinan todas las agencias oficiales relevantes, es decir una especie de Gleichschaltung (p. 302) y se produce un control del espacio público mientras los intelectuales conservadores atacan el espíritu de los años sesenta entre vacilaciones de los liberales y en el que aquellos ven el origen de todos los males de hoy en especial debido al "relativismo" y la "falta de disciplina" (p. 314), un discurso que repiten como loros el Papa, el señor sarkozy y el señor Aznar entre otros. Sobre todo eso del relativismo lo llevan muy mal los partidarios del absolutismo mental. Según Wolin el éxito de la política neocon se basa en la conjunción de elementos progresistas como la ciencia, la tecnología y el capital de riesgo y retrógrados, como el fundamentalismo, el creacionismo, el originalismo, etc (p. 315) No estoy muy seguro de que el concepto de ciencia que aquí se maneja sea de universal aceptación, pero este reparo afecta poco a la salud del argumento. Remacha el autor su idea de que los EEUU no nacieron como una democracia sino como una sociedad en lucha en contra de la democracia (p. 319), cosa que se hizo a lo largo de la famosa teoría de Frederick Jackson Turner acerca de la "frontera". Los EEUU son una sociedad de "Frontera" y encuentro brillante en el libro de Wolin que éste sostenga que la frontera actual es internet (p. 325). Todo lo cual desemboca en estos poderes especiales que el Presidente se arroga en el marco del totalitarismo invertido (p. 330).

Es característico de los neocons promover el miedo general en nuestras sociedades; miedo al terrorismo, a perder el puesto de trabajo, a perder la jubilación (p. 334). Es aquí en donde encaja una observación de gran interés que hace el autor en una nota a pie de la página 85, cuando recuerda que los neocons, especialmente el señor David Horowitz, piden que se acabe por ley con la seguridad en el empleo (tenure) de los profesores universitarios. Efectivamente, los neocons saben bien que el miedo y la incertidumbre doblegan los carateres y si nadie tuviera seguridad en el empleo en la sociedad habría mucho menos crítica y la gente sería mucho más sumisa. El Imperio quiere ciudadanos patrióticos y sumisos (p. 335).

Al día de hoy está en juego una elección entre el Superpoder y la democracia. La democracia requiere la verdad (porque es comunicativa) mientras que el Superpoder está basado en la mentira que el autor define como "la tergiversación deliberada de la realidad y su reemplazo por una "realidad" construida" (p. 364). Supongo que todo el mundo se acuerda aquí de la mentira del Gobierno del señor Aznar a raíz del 11-M. Hay a continuación unas brillantes reflexiones sobre el mito de la caverna de Platón y el debate de los levellers en la Inglaterra del siglo XVII a raíz de los "cercamientos de tierras" para concluir que los fundamentos mismos del sistema que ha venido criticando son: "El rol político del poder corporativo, la corrupción de los procesos políticos y representativos por parte de la industria del lobby, la expansión del poder ejecutivo a expensas de los controles constitucionales y la degradación del diálogo político que promueven los medios." (p. 397). Entiendo que esta descripción encaja perfectamente en la España de la derecha.

Wollin no es un hombre optimista de forma que el antídoto que propone a esta situación es modesto, no parece muy ambicioso y no creo que sea practicable salvo en las pequeñas comunidades de la Nueva Inglaterra. Sostiene el autor que el "pueblo" debe operar un cambio en su esencia, que se desprenda de su pasividad política y se convierta en un "demos", pero no en un demos nacional, que no es posible, sino en una ciudadanía democrática y un demos de raíz local, el único lugar en que es practicable la democracia, en el orden provinciano en el que hay espíritu cívico (pp. 400/401). La acción política de resistencia a Superpoder es la pequeña escala, auxiliada con una contraelite de funcionarios públicos cívicos como los que ya están dándose con las ONGs (p. 403).

El libro de Wolin es una requisitoria contundente (y convincente) en contra de la deriva totalitaria de los Estados Unidos y su ausencia de democracia, una crítica hecha desde dentro y mucho más radical que las que se pueden leer desde fuera. Tengo la impresión de que el autor minusvalora la potencialidad regeneradora de la democracia que hay en la sociedad estadounidense y de que la elección del señor Obama ha sido una muestra. Pero eso es algo que el tiempo dirimirá.

dijous, 16 d’abril del 2009

Una historia española.

Cogieron los sesenta y dos cadáveres de unas personas que posiblemente murieron por la incuria y la negligencia si no algo peor de las autoridades de que dependían para la seguridad de su vuelo y las metieron de cualquier forma en sesenta y dos ataúdes. Treinta de los cadáveres iban sin identificar. Pero el señor ministro de Defensa, el señor presidente del Gobierno, el señor rey del Reino no podían esperar. Habían organizado un solemne funeral de Estado en el que pensaban lucirse y convocado a los familiares, los deudos, amigos, la prensa. No iban a permitir que tan importante ceremonia se desluciera por una futesa de una identificación más o menos. Así que entregaron los féretros cerrados a los familiares y les ordenaron no abrirlos, no fuera a descubrirse el macabro pastel que aquellos granujas habían cocinado.

El funeral resultó de cine. Discursos emocionados, palabras sonoras y grandiosas, consuelo y solidaridad, dolor compartido, la Patria invocada, el valor de los muertos no hace falta decirlo, chorreo de medallas, toques fúnebres, emoción contenida, camaradería de la milicia, heroísmo, sacrificio. Todo de pacotilla, todo de mentira, todo una macabra burla que varios (¿cuántos?) de los allí compungidamente presentes sabían de sobra. El ministro, el presidente y el Rey quedaron como pinceles y pasaron a más importantes asuntos a que sus altas responsabilidades los llamaban.

Pero las familias no se resignaron y hace casi seis años iniciaron diversas acciones primero para saber de cierto la horrible verdad: que a treinta de ellas les habían entregado féretros con cuerpos de otros y, aun más siniestro, a algunas con trozos de varios cuerpos. Luego para exigir las correspondientes responsabilidades. Porque esta es la hora en que en esta canallada sin nombre nadie todavía ha admitido la menor responsabilidad penal ni política. Se enfrentaron entonces las familias a una actitud oficial de engaño, desprecio, ocultación o llano desplante. Nadie les dijo la verdad. Todos intentaron siempre encubrir el desaguisado. El señor ministro de defensa, Federico Trillo Figueroa, quien finalmente pidió disculpas a los familiares con la boca chica, no solamente tuvo gestos que no habría tenido un matón de taberna, como arrojar un euro a una periodista que le preguntó por el caso, sino que como hemos sabido ahora intentó anular el caso Yak moviendo todos los resortes del Estado que pudo, es decir, intentó, presuntamente, obstruir la acción de la justicia.

No sirvió de nada. Con una tenacidad ejemplar las familias se impusieron a la falta de colaboración y las actividades de desvío de las administraciones públicas y a una actitud reticente cuando no francamente hostil de unos tribunales de justicia que, en principio, hubieran debido ampararlas. La última muestra de esto se tiene en el hecho de que el juez que juzga el caso, señor Gómez Bermúdez, se había negado a escuchar las declaraciones de unos testigos turcos que han resultado decisivas para esclarecer responsabilidades y han sido las familias quienes han tenido que costear el desplazamiento de dichos testigos, los dos forenses turcos que han probado que los militares imputados en la causa probablemente han estado mintiendo para salvar sus pellejos. Ahora está claro y claro ante un reticente tribunal de justicia, ante el que, al parecer, los imputados han mentido cuanto han podido y han trasladado las presuntas mentiras del señor Ministro, que la historia es la narrada más arriba: los cadáveres llegaron a España sin identificar a sabiendas de los altos mandos militares que los repatriaron y que por tanto mintieron a las familias y, con las familias, al país entero, afirmando que estaban todos identificados. El funeral fue una farsa y una burla. Los militares, probablemente, serán condenados por los delitos que el fiscal les imputa. Hasta la fecha, el señor Trillo también ha sabido salvarse cucamente del proceso penal pero ya es inverosímil que él no supiera nada de este atropello y más que, en buena lógica, tendría asimismo que responder en un procedimiento penal. Igual que el señor Aznar de quien tampoco es razonable pensar que no supiera nada, aunque no me extrañe que ambos intenten salvarse dejando a sus subordinados en la estacada. Es su estilo.

Y eso en cuanto a lo penal. En cuanto a lo político es pasmoso que el citado señor Trillo tenga el rostro de seguir siendo diputado de la nación española de la que supuestamente se mofó con el asunto del Yak. Como pasmoso es que sus compañeros de partido lo amparen y que la portavoz parlamentaria de éste pueda decir que basta con aquella lejana (y sin duda falsa) petición de disculpas del señor Trillo por lo que, también pasmosamente, el señor Rajoy llamaba un error. De error nada, un presunto delito. Pero lo verdaderamente pasmoso es que los demás diputados de los otros grupos parlamentarios todavía no hayan declarado al señor Trillo persona non grata.

En fin, una historia española, una historia de españoles, gentes acostumbradas de siglos a que los poderosos los vilipendien y los maltraten. Pero esta vez, aunque sólo fuera por estar a la altura de estas dignísimas familias, los señores diputados de la izquierda podrían sacudirse su miedo servil, mostrar algo de coraje y tomar las medidas que el abominable proceder del señor Trillo merece.


La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons)

Con razón o sin ella.

Es mi tercer intento fallido de ir a ver la exposición de pintura veneciana del settecento que se exhibe en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La primera vez fallé porque fui el lunes, olvidando que casi todos los museos cierran los lunes. Mea culpa. La segunda porque al ir a mediodía, a las 14:15, que es la única hora en que puedo visitar exposiciones, resultó que ésta en concreto ya había cerrado para el almuerzo. Ayer, que fui a las 15:30 resultó que los responsables aún no habían vuelto de su almuerzo que, al parecer, se prolonga desde las 14:00 a las 17:00. Así, ¿cómo vamos a ser europeos? ¡Tres horas para papear! Tendré que ir un día de fiesta porque no me quedo sin verla aunque he de confesar que estos pintores venecianos, Canaletto o su sobrino Bellotto me van poco porque me parecen pintores de postales. Pero tienen su encanto.

El caso es que, por no dar el viaje por perdido, aproveché mi hora libre para visitar la exposición permanente de este notabilísimo museo, sito en el corazón de Madrid, a cien metros de la Puerta del Sol, en precioso edificio del siglo XVIII, en la calle de Alcalá y habitualmente vacío, incluso los días en que es gratis. Tiene una de las mejores colecciones de pintura española del XVI al XIX, así como escultura y buen fondo de medallas, porcelanas, etc. Pero, vamos, lo que me parece interesante es la pintura, cuyo plato fuerte son varios Goyas muy famosos: un retrato de Godoy, otro conocidísimo de María Dolores Fernández, La Tirana, cuya biografía escribió mi bisabuelo, otro ecuestre de Fernando VI, así como algunos muy famosos de la serie negra; tiene también notabilísimos Zurbaranes, Murillos, algún Greco, Carreño de Miranda, Madrazos, Juan de Juanes, etc, así como verdaderas curiosidades que siempre es un placer encontrar, como una primavera de Arcimboldo y, lo que poca gente sabe: el original de la muy original estatua del Ángel Caído cuya copia en bronce engalana la salida del paseo de coches del Retiro madrileño.

El caso es que la Academia alberga también el Museo de Calcografía Nacional y que en éste se encuentran expuestas las planchas originales en las que Goya compuso los desastres de la guerra, placas de cobre grabadas al aguafuerte. Se ven con dificultad porque la luz es tenue, para no dañar las planchas y porque el metal es oscuro. Pero lo que no se ve se recuerda y, además, claro, se recuerda con la imagen invertida. En todo caso, ¡qué imágenes las que nos ha dejado Goya! ¡Qué barbaridad! Hay recordar que, según deja constancia él mismo en sus leyendas, vio personalmente muchos de aquellos desastres por llamarlos de algún modo.

He seleccionado dos que me parecen especiales, aunque tendría que poner la serie entera, que no tiene desperdicio. El del comienzo, Con razón o sin ella resume en frase lapidaria la barbarie de toda acción colectiva agresiva, las de los ejércitos, las naciones, los grupos, los partidos, las pandillas. "Con razón o sin ella" deben defender los legionarios al camarada que se halle en apuros según rezan sus compromisos, redactados por Millán Astray que mi amigo Javier gusta repetir. Lo mismo en inglés, My country right or wrong. Con razón o sin ella. La acción política fanática, la nacionalista, por ejemplo, pero no la única, debe prescindir de todo juicio moral y/o racional ya que impone el deber de acción al miembro del grupo con indeferencia de su opinión personal. ¿Hay algo más inhumano? ¿Algo más bestia que actuar sin preguntarse si lo que se hace es justo o no? Pues ese es el fondo de todo patriotismo.

El otro grabado, también muy duro, Estragos de la guerra es estremecedor: hombres asesinados, mujeres violadas y también asesinadas. Recuerdan los grabados de Castelao durante la guerra civil o los de Eduardo Vicente, en la misma época. E igualmente son de indudable actualidad: son escenas que hemos visto en la antigua Yugoslavia y que, cambiando el color de la piel, vemos hoy en varios puntos del África. El genial clasicismo de Goya se debe a que los temas que trata son eternos. Y esto es algo notable: las brutalidades de la guerra no se ceban solamente en los hombres, sino que tienen un sesgo especial para las mujeres a través de la violación. La violación es un arma de guerra y es un arma de guerra transversal a la divisoria que se ventile en la contienda. No es infrecuente que los dos bandos violen igual que los dos degüellan y torturan porque la violación es una humillación infligida a la mujer y, a través de ella, también al hombre que es así doblemente vencido. De ahí que, al día de hoy, las violaciones en masa de las mujeres de enemigo suelan ser políticas deliberadas de guerra. Demuestra que hay cosas que son muy viejas. Otra de ellas: el concepto de guerra total como aquella en la que las acciones bélicas toman como objetivo a la población civil. Pues eso es lo que fueron las atrocidades de los franceses en la Guerra de la Independencia. Y hasta hoy. Me quedé si ver la pintura veneciana del settecento, pero vi lgo más impresionante.

dimecres, 15 d’abril del 2009

Consulta a la blogosfera.


¿Alguien sabe cómo subir una animación en página excel a blogger? Tengo una buenísima que me gustaría compartir pero no consigo averiguar cómo subirla y blogger no da ninguna pista. Si alguien cree que puede echar una mano y necesita la página, que me escriba a través de Contact y se la envío por correo. Cualquier consejo será bienvenido.

Salud a tod@s.



(La imagen es una foto de Smeerch, bajo licencia de Creative Commons).

Balance y perspectivas.

El señor Rodríguez Zapatero hizo ayer balance de su primer año de gobierno en su segunda legislatura ante los suyos y aprovechó también para desgranar sus intenciones inmediatas. Era un público entregado y todos, el presentador y el auditorio, acabaron encantados de sí mismos y optimistas frente al futuro. Estaría bueno.

A mi entender, el Gobierno perdió mucho tiempo negando la crisis y si bien es cierto que, cuando la admitió, reaccionó con relativa contundencia y rapidez, no está bien pasar por alto que aquellos meses de abril a octubre (más o menos) que se perdieron por la inepta obcecación en negar lo evidente no dan para muchos alardes. Igualmente es cierto que, una vez caídos del guindo, los gobernantes actuaron con rapidez y eficacia; pero también lo es que lo hacían sobre un terreno menos minado que en los demás países porque aquí la crisis no ha sido tanto financiera como industrial y laboral. Hasta la fecha no ha hecho falta intervenir más que una entidad de crédito relativamente modesta (y, probablemente, por razones que no tengan nada que ver con la crisis) y ningún banco ha sufrido los problemas que se han dado en otros lugares. En cambio, la destrucción de empresas y puestos de trabajo no admite parangón y, aunque las medidas del Gobierno han sido céleres, en particular ese Plan de Estímulo a la Economía y el Empleo dotado con 40.000 millones de euros, todavía no han dado resultados tangibles. Es de esperar que las nuevas ministras encargadas de la tarea tengan mayor éxito.

En el campo exterior, me parece, los gobernantes han cosechado merecidos éxitos por su tenacidad. La presencia del señor Rodríguez Zapatero en las tres cumbres de hace unos días y no como mera comparsa sino con peso en las decisiones ha significado mucho para el prestigio de España, en especial la recomposición de las relaciones con los EEUU al más alto nivel con el señor Obama quien, afortunadamente para el mundo, no tiene nada que ver con el sujeto sin categoría alguna que lo precedió en el mando.

Por último, el Gobierno se apunta como éxito el "mantenimiento y mejora de las políticas sociales". Mantenimiento es cierto y no es nada desdeñable con lo que está cayendo, pero lo de "mejora" no me lo parece tanto. A las pruebas me remito: la aplicación de la emblemática Ley de Dependencia ya ha pasado por tres departamentos ministeriales distintos y su grado de aplicación deja tanto que desear que muchos creen que sólo se aprobó cara a la galería pero que no se aplica y lo mismo sucede con otras políticas sociales.

En fin, si uno tiene que hacer un balance del balance del Gobierno uno lo califica de razonable y porque tiene uno cierta parcialidad que no va a ocultar a estas alturas. Por supuesto, la oposición dice que el balance es un desastre y de eso sabe mucho porque ella, la oposición, lleva cinco años instalada en otro mucho mayor al que ahora ha venido a añadirse una fabulosa saga de corrupción y mangancia que afecta ya a una retahíla de políticos del PP y parece que afectará a bastantes más sin que, de momento, se sepa a qué niveles y jerarquías llegará la riada del escándalo.

El señor Rodríguez Zapatero hizo resumen de perspectivas y sonó bastante bien. Claro que en esos trinos al futuro hace falta ser merluzo para deslizar una nota falsa, de forma que, en cosa de semanas, tendremos financiación autonómica, el plan de choque de infraestructuras en marcha, la TVE en regla y sin publicidad y una batería de leyes muy necesarias en el Congreso para que el señor Rajoy pueda decir eso tan ingenioso de que el Gobierno oculta su inacción en asuntos graves ocupándose de otros que "no interesan a nadie", como el aborto, la violencia de género, etc. Bueno, ya veremos cómo pinta todo a la vuelta del verano.

De momento este comentarista sólo quisiera señalar las anomalías de la ministra de Cultura, señora González Sinde, que no parece estar encontrando el tono adecuado a su alta responsabilidad. Fastidiado ministerio ese de Cultura que mucha gente no enteramente desinformada cree que debiera desaparecer; fastidiado porque tiene que tratar con personal de colmillo muy retorcido. Y no da la impresión de que esta señora sepa en dónde se ha metido. Imagino que medio país encontrará muy simpático que la ministra haya hecho hace poco o ahora o no sé cuando, pública profesión de su pasión por las corridas de toros. Para otro medio país, en el que Palinuro se encuentra tan a gusto, eso la descalifica como ministra y precisamente de cultura, igual que su afición a la caza, a mi entender, descalificaba al señor Bermejo como ministro... de Justicia. En un caso y en el otro no entiendo cómo se puede ser de izquierda y entretenerse en matar o ver cómo matan a animales indefensos y en el caso de los toros con tortura incluida para regodeo de muchedumbres cuyo silencio en expectación de alguna barbaridad a esta señora parece antojársele tan sublime como el cielo estrellado a Kant.

Pero hay más en el caso de la señora González Sinde: su respuesta a la oposición radical de los internautas ha sido bochornosa porque les ha perdonado la vida diciendo que no se preocupen, que internet seguirá siendo el medio principal de difusión de la cultura. ¡Cáspita! ¿Cree esta señora que podría impedirlo? Exactamente ¿quién cree que es? En fin, no hay que calentarse; tenga la señora cien días para mostrar de lo que es capaz pero, por favor, que mida sus palabras o se asesore de alguien que sepa de qué va esto.

(La imagen es una foto de El Enigma, bajo licencia de Creative Commons).

Bien por Evo Morales.

Habiendo conseguido su objetivo de que el Parlamento boliviano apruebe la ley reguladora de los próximos comicios generales en diciembre, el señor Evo Morales ha puesto fin a la huelga de hambre que inició con otros seguidores suyos el jueves pasado. La ley aprobada ha sido resultado de una transacción final en la que el oficialismo ha hecho algunas concesiones en cuanto a la cantidad de escaños reservados a los indígenas, el voto de los bolivianos residentes en el extranjero y la elaboración del padrón; pero ha salido adelante. Y lo ha hecho gracias a la actitud del primer mandatario cuyas formas y estilo rompen las convenciones de los sistemas políticos occidentales. Que el presidente de la República comprometa su salud y su vida con una medida de gobierno demuestra que tiene una alta idea moral de la política que lo engrandece a él y dignifica su acción. Compárese al señor Morales con el señor Fujimori y dígase qué lugar ocupa cada uno en la escala de valores que el mundo dice respetar.

Viendo las imágenes del señor Morales en huelga de hambre me vinieron a la memoria las del Mahatma Gandhi en igual tesitura en varias ocasiones y por motivos más o menos similares. Los dos, el Mahatma Gandhi y el indio Morales, son guías espirituales de sus pueblos y los dos merecen el reconocimiento de quienes creemos que la política es actividad al servicio de nobles ideales y del bien común.

(La imagen es una foto de Periódico La Democracia, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 14 d’abril del 2009

Mal empezamos.

Tengo la mejor opinión del señor Ramón Jáuregui. Me parece un hombre inteligente, moderado, honrado y un político clarividente. Estoy de acuerdo con Iñaki Gabilondo cuando dice que no se le ha aprovechado suficientemente. No sé hasta qué punto esta obvia falta de atención dolerá al señor Jáuregui aunque supongo que un hombre de experiencia como él sabrá que las organizaciones no siempre cooptan a los mejores. Muchas veces, el indiscutible reinado de los mediocres y los envidiosos consigue su objetivo de ningunear a la gente de valía, no permitir que sobresalga, hacerla de menos.

Sin embargo, no me parece bien que vaya el número dos en la lista del PSOE al Parlamento Europeo. Es más, me parece mal, rematadamente mal. ¿Para qué diantres estamos legislando sobre paridad? Todos los estudios (y son muchos) hechos hasta la fecha muestran que uno de los mecanismos a que recurre el machismo residual en nuestras organizaciones es a reflejar la paridad en las listas poniendo a las mujeres en la zona inferior. Por eso, el remedio a este atropello es que las listas sean de cremallera. Todas. Siempre. El número dos en una lista electoral encabezada por un hombre tiene que ser una mujer. Y estoy seguro de que al señor Jáuregui, a quien han tenido que sorprender en su buena fe, tanto le da ir de número tres.

Lo contrario es un fraude. Y no solamente un fraude: es una solemne majadería que sólo puede habérsele ocurrido a un majadero porque por ahí se empieza a perder las elecciones. Y lo digo en serio: si la lista no es de cremallera, con mi voto que no cuente.

Que ya está bien.

(La imagen es una foto de Pablo G. Pando, bajo licencia de Creative Commons).

Se ha hecho justicia.

¿Recuerdan que este señor Fujimori fue presidente democráticamente electo del Perú? ¿Se acuerdan de que gobernó de 1990 a 2000 como presidente legal? ¿Se acuerdan de que reformó la Constitución para eliminar la prohibición de un tercer mandato y se salió con la suya, ganando una tercera elección? ¿Se acuerdan de con qué discurso ganó las elecciones? ¿Se acuerdan de lo que decían entonces los medios? Fujimori era el "técnico apolítico", el ciudadano de la calle, el hombre del pueblo, sin partido; Fujimori iba a sacar al Perú de la corrupción de la clase política, iba a regenerar la vida pública, eliminando a los políticos (todos iguales, todos ladrones, etc) y acabando con el clientelismo, el caciquismo y, por supuesto, las amenazas terroristas. En su primera elección ganó de calle a un hombre honrado, aunque quizá no muy experimentado, como el señor Vargas Llosa.

En resumen, Fujimori era el político "antipolítico". Un corrupto, ladrón, asesino, torturador, criminal, condenado como tal en un tribunal de justicia de su país.

Los políticos profesionales son muchas cosas, desde luego, y hay que vigilarlos. Pero son una garantía frente a estos canallas que embaucan a la gente con la demagogia antipolítica.

La izquierda atribulada.

Este libro (Almudena Grandes y Gaspar Llamazares, Al rojo vivo. Un diálogo sobre la izquierda de hoy., Madrid, Antonio Machado, 2008, 210 págs) es, cosa rara, lo que su subtítulo indica, un diálogo sobre (parte de) la izquierda de hoy y pongo el paréntesis porque, aunque los autores sean personas razonables, abiertas y tolerantes, también son de los que creen que no hay más izquierda que la que ellos representen; los demás, aunque digan ser de izquierda, no lo son. El diálogo, por otro lado, según propia confesión de los autores, no se reproduce diacrónicamente sino que se ha troceado y reagrupado por temas probablemente para hacer más legible el texto y porque, siendo un intercambio muy vivo y espontáneo, hubo saltos, reiteraciones, etc, que aconsejaron proceder editorialmente como lo han hecho. Y por la misma razón, esta reseña reagrupará los temas para reflejar el interesante contenido del libro según un relato que me propongo trazar aquí.

Vaya por delante que la obra me parece nuy oportuna y útil, llena de enseñanzas y que tengo el máximo aprecio por los dos dialogantes. Ella me parece una gran novelista y él un gran político. Y lo que dicen suscita abundante reflexión. Creo, además, que ambos son de izquierda -como se encargan los dos de recordar al comenzar su encuentro- y precisamente por eso espero entiendan que esta crítica está hecha con el mismo espíritu constructivo con el que ellos dialogan, como aportación modesta a ese torrente de perpetua indagación insatisfecha, ese permanente interrogarse sobre sí misma que es y será siempre la izquierda.

La primera pregunta a la que, de modo implícito, parecen querer responder los dos autores cada uno por su cuenta es a la de qué sea la izquierda hoy y, si repasan sus respuestas, estarán de acuerdo en que bien poca cosa. Para Gaspar LLamazares parece consistir en "recuperar el ideario básico republicano y de izquierdas" (p. 29) y la defensa del Estado del bienestar y los servicios públicos (p. 36). En esto coincide con Almudena Grandes para quien, como ya no puede hacerse ninguna revolución, "la defensa de los espacios públicos debiera ser el espacio natural de la izquierda" (p. 37). Se añade alguna diatriba acerca de que la izquierda no tiene medios de comunicación (pp. 53, 57) y a que hoy día, los ciudadanos, según dice Llamazares, son tratados más como clientes que como ciudadanos (p. 61) y poco más en el terreno teórico. En el terreno práctico, Llamazares insiste bastante en la necesidad de reformar la muy injusta ley electoral (pp. 105 y ss.) que él y su formación han tenido que sufrir en las pasadas elecciones generales del 1º de marzo. Puedo estar de acuerdo con Grandes cuando señala que "en este país habría futuro para un partido como Izquierda Unida, un partido que se cuestionara sensatamente lo que decíamos al principio, o sea, en qué sociedad vivimos, cuál es la sociedad en que queremos vivir, qué significa la izquierda en una sociedad como ésta..., etc" (p. 95); puedo estar de acuerdo, digo, en abstracto porque en concreto y a la vista de lo que ella misma aporta en esa "primera parte", verá que no es tan fácil eso de "cuál es la sociedad en que queremos vivir", que un programa no se improvisa y que la carencia -rayana en el secarral propositivo- de la izquierda es precisamente ese de las propuestas programáticas. Porque ambos, espero, coincidirán en que la respuesta no puede ser el sorprendente oxímoron con que Llamazares despacha la cuestión, diciendo que reivindica una "IU utópica pero con los pies en el suelo, una utopía constructiva" (p. 143) pues, en la medida en que esto quiera decir algo, chocará de frente con uno de los postulados esenciales de la tradición teórica de la que dice proceder: la sustitución del socialismo utópico por el socialismo científico. A más interés, vista esta curiosa reivindicación de la utopía, el típico dictamen comunista con el que el mismo Llamazares descalifica al PSOE y los demás partidos socialistas porque, dice: "ha renunciado a transformar el capitalismo en socialismo e incluso rechaza cualquier intervención en el libre mercado de las empresas y las finanzas" (p. 131) no es de fácil intelección. Lo segundo, lo de la intervención, no es cierto y a la vista está hoy mismo; en cuanto a lo primero, ¿puede extrañar que alguien se resista a transformar el capitalismo en una utopía?

Permítaseme una breve reflexión sobre las propuestas del párrafo anterior. Que el representante de la izquierda comunista (y postcomunista) prácticamente agote su pretensión en el horizonte republicano casa mal con la tradición de la izquierda en nombre de la que habla. Palinuro es conocida y rabiosamente republicano y agradece toda ayuda en pro de nuestra preterida República, el único momento de libertad y dignidad que ha conocido nuestro país en toda su historia, incluidos los que vivimos que no son del todo malos (peor hemos estado) pero no son de plena libertad democrática. Ya sé -y en el libro se recuerda varias veces y sobre ello se hablará de nuevo en esta reseña- que el PCE ha blasonado siempre de su defensa de la IIª República y hasta cierto punto es verdad. Pero sólo hasta cierto punto. La República se proclamó un 14 de abril de 1931 con un minúsculo PCE sosteniendo entonces que había que luchar contra ella en pro de la revolución bolchevique etc, etc. Sólo después, con motivo del giro de la IIIª Internacional y la política de los Frentes Populares, el PCE admitió alianzas tácticas con otras fuerzas hasta entonces "socialfascistas", "burguesas", etc. Y, luego, con la guerra, Stalin el primero y los comunistas españoles detrás, creyeron que había que defender la República y ganar la guerra al fascismo (frente a los delirios revolucionarios de anarquistas, socialistas de izquierda y trostkistas) pero sólo como una etapa en el camino. El PCE jamás fue republicano, sino que siempre ha querido instrumentalizar la República para una finalidad "más alta", "socialista". Y éste ha sido uno de sus vicios fundamentales (si no el fundamental) que explica su decadencia y práctica desaparición tanto en España como en los demás países europeos. Lo mismo sucede con la defensa del Estado del bienestar. Palinuro es uno de sus más aguerridos defensores. Por eso no puede olvidar cómo en los años sesenta y setenta, los comunistas se contaban entre los principales enemigos del Estado del bienestar (junto a los neoliberales, aunque con argumentos distintos) por cuanto sostenían que era una argucia de la burguesía y sus criados socialdemócratas para comprar a la clase obrera con unas migajas y limarle las uñas revolucionarias, aguzadas, en cambio con el inmarcesible ejemplo de los países del "socialismo real", benditos sean los dioses. Muy celebradas eran entonces las gracias de los más conocidos economistas marxistas, como Paul Sweezy que sostenían que el Welfare State (Estado del bienestar) era en realidad un Warfare State (Estado bélico). Así que es bueno dar la bienvenida a la izquierda comunista y postcomunista en la defensa del bienestar pero no estará mal que afine sus juicios sobre quién defiende qué y cómo. Es cierto que, en los últimos tiempos, los partidos socialistas, contagiados del discurso neoliberal y necesitados de ganar elecciones (ahora hablaremos de eso) han aplicado políticas económicas contrarias a la tradición del Estado del bienestar y que eso debe criticarse y corregirse, pero quede claro que, si no hubiera sido por los partidos socialdemócratas, el señor Llamazares no tendría Estado del bienestar que defender frente a los socialdemócratas.

En el terreno práctico de la ley electoral, Llamazares tiene toda la razón a mi juicio. Esa ley es un golazo que las derechas metieron a las izquierdas en los enguajes de la elaboración de la Constitución. Está pensada para yugular la representación de izquierda de ámbito estatal y beneficiar a la derecha. Lo que sucede es que como el PSOE también se beneficia (aunque mucho menos que el PP) no se le ve muy dispuesto a hacer lo único que una actitud de izquierda puede pedir: la reforma de la ley electoral y la substitución por otro sistema electoral realmente proporcional.

Me temo, sin embargo, que el problema de la escasa relevancia parlamentaria de los comunistas y postcomunistas no radique sólo en la mecánica electoral. Una ojeada a otros países occidentales con muy distintos sistemas electorales pone de relieve que los comunistas son una fuerza menguante, cuando no extinguida. Insisto, el problema es otro: es el de la necesidad de articular propuestas que ganen mayorías en elecciones democráticas libres. Si han de ganar mayorías, esas propuestas rara vez podrán ser radicales porque las mayorías son, por lo general, centristas y centristas en proporción de cuatro a uno. Ocurre como con lo que decía arriba de la República. La historia del comunismo y la democracia es bien conocida. Marx los identificaba y creía que el proletariado podría llegar al poder con un programa revolucionario en aplicación del sufragio universal. Marx era un demócrata, aunque a veces tuviera tentaciones antidemocráticas. Pero su seguidor Lenin, padre indiscutible de los comunistas (muchos de los cuales siguen teniéndolo como ejemplo), no lo era en absoluto. Tras el golpe de mano de octubre de 1917, Lenin permitió que siguieran adelante las elecciones legislativas a la Duma que ya estaban convocadas y como los bolcheviques no las ganaron (obtuvieron el veinticinco por ciento de los votos) cerró la Duma y nunca más volvió a haber elecciones libres en Rusia hasta la caída del comunismo. Al contrario, elaboró una teoría antidemocrática que compraron y todavía hoy repiten muchos comunistas en el mundo entero, incluida España, según la cual la democracia "burguesa" no es una "verdadera" democracia, sino una dictadura, mientras que la dictadura del proletariado era la "verdadera" democracia. Esto suena a doblehabla orwelliana pero ha sido consumo teórico comunista hasta hoy. Esta actitud acerca de la democracia, que ya enfrentó a Lenin con Rosa Luxemburg para quien el socialismo sin democracia no era socialismo, es lo que también enfrentó a la socialdemocracia con los seguidores de Lenin en el mundo entero en los años veinte del siglo pasado y de esa polémica nacieron los partidos comunistas. Y qué le vamos a hacer pero algo de eso sigue sonando en la idea de Almudena Grandes cuando propone que distingamos entre "democracia numérica y republicana" (p. 45). La democracia es la democracia a secas y se mide en cantidad de votos y todo lo demás (que si democracia orgánica, popular, bolivariana, numérica, republicana) huele a chamusquina a una legua. Esto de hablar de democracia burguesa o formal y negarle el marchamo de "verdadera" democracia funcionó durante el estalinismo en que los partidos comunistas prosperaron, pero ya después de la segunda guerra mundial empezó a verse que, con ese discurso, los partidos comunistas no ganaban ni ganarían elecciones. Es díficil que un partido cuyo fin es abolir la democracia formal gane unas elecciones en esa democracia formal (de hecho, sólo conozco dos casos en el siglo pasado: los nazis alemanes en 1933 y los comunistas checos en 1948; lo de Allende fue distinto porque no era un partido, sino un movimiento y no pretendía abolir la democracia formal) porque la gente no es tonta. Los comunistas acabaron dándose cuenta de ello y pasaron a formular una creencia en la democracia no como un medio o instrumento sino como un fin en sí mismo y a eso lo llamaron Eurocomunismo. Con el Eurocomunismo, entiendo, los comunistas venían a dar la razón a Rosa Luxemburg frente a Lenin cincuenta años después pero sin reconocerlo y sin separarse de Lenin, lo que hacía su movimiento sospechoso. Y, por si fuera poco, la propuesta tampoco saldría porque ese territorio de "socialismo más democracia" ya estaba ocupado por los odiados socialdemócratas que se obstinaban en no desaparecer. Con el hundimiento de la URSS (del que los comunistas todavía no han dado explicación convincente alguna) también se hundió ese bienintencionado giro eurocomunista de Carrillo, Berlinguer y Marchais.

Actualmente no hay duda de que los comunistas y postcomunistas, habiendo aprendido la dura lección de la historia, son genuinos demócratas "burgueses", dispuestos a jugar limpio el juego electoral y parlamentario. Pero se encuentran con esa maldición, señalada más arriba: los programas radicales no suelen tener apoyo mayoritario y generalmente sólo lo tienen testimonial. Pero con un apoyo testimonial, sin poder formar gobierno ni tener representación parlamentaria tangible es ridículo llamarse "izquierda transformadora". Nuestras sociedades sólo se transforman por la acción del Gobierno basada en la ley y si no formas parte del Gobierno ni eres relevante en el proceso legislativo, ¿de qué hablas cuando hablas de transformar? Por esa amarga experiencia han pasado todos los partidos socialdemócratas, que han tenido que moderar y edulcorar sus programas para ganar elecciones y poder gobernar. Porque, si no lo hacen, gobierna la derecha y, aunque la izquierda comunista, reducida a rezongar por los rincones, diga lo contrario, hay diferencia -y mucha- entre los gobiernos socialdemócratas y los de derechas. Como hay diferencia -y mucha, muchísima- entre el señor Obama y el señor Bush y sería ya hora de que los que han estado diciendo que son lo mismo lo repitieran en público.

En democracia sólo se gobierna ganando elecciones y, para ganar elecciones, además de una ley electoral aceptable, hay que tener un programa que la mayoría vote. Lo que no sea eso será muy parecido a mirarse el ombligo, actividad en la que me da la impresión de que IU carece de competidores.

Debo repetir aquí que los dos autores de este libro me parecen personas honradas e inteligentes y que he leído la obra con verdadero interés, pues si no lo tuviera, no me molestaría en hacer una reseña tan pormenorizada. Creo que los dos son sinceros y están genuinamente preocupados por la suerte de la (parte de la) izquierda que representan y creo asimismo que esa actitud es muy respetable y la mejor forma de manifestar ese respeto es discutir con ellos con su mismo espíritu abierto y sin dogmas. Porque, con todo, los dos me parecen también presos de sus arquetipos. Creen ser críticos y libres pero viven dentro de un mundo cerrado, sin tomar distancias, autorreferencial, contradictorio y repleto de disonancias cognitivas. Su diálogo me recuerda el de Vladimir y Estragón, pero Godot sigue sin aparecer. Almudena Grandes dice en un par de ocasiones que sólo habla en nombre propio, que no representa a nadie, pero tiene un punto de vista ortodoxo y vive en un mundo de socialización comunista acrítica que asoma la oreja casi de modo continuo. Los dos parten de una visión del pasado del PCE idealizada que no se compadece del todo con la realidad (pp. 67-77). Grandes confiesa una afinidad sentimental poderosa con el PCE al que dice haber estudiado mucho y al que está muy "vinculada emocional, afectiva, política y todos los mentes que quieras" (p. 93). Tiene una visión idealizada, ditirámbica, absolutamente irreal del PCE que parece nacida de aquella Breve historia del PCE, bochornoso manualito ensalzando desvergonzadamente un PCE ficticio, al estilo de las correspondientes historias de los PCs del mundo, copiadas servilmente de la Historia del PCUS(b) de los tiempos de Stalin, un conjunto de mentiras. En el extremo de su pasión por ese PCE (que no dudo sea sincera y muy digna de encomio) Grandes asegura que el PCE "no fue un partido que tuviera nada que ver con las purgas de Stalin ni con el socialismo real" (p. 143). La evidente falta de conexión entre esta peregrina afirmación y la historial real más patente demuestra a contrario que la señora Grandes habla en serio. Muy en serio. Habrá estudiado mucho, pero no sabe lo que dice. EL PCE estuvo siempre absoluta, completa, total y todos los mentes que se quiera sometido a la voluntad omnímoda de Stalin desde los primeros años treinta hasta la muerte del Mariscal en 1953. Sólo un par de datos con nombres propios: ¿sabe Almudena Grandes quién mató a Andreu Nin tras torturarlo salvajemente, dicen que despellejándolo; por orden de quién, en casa de quién y con la colaboración de quién? ¿Sabe Almudena Grandes qué función cumplía en el Buró Político del PCE Francisco Antón, el amante de Dolores Ibarruri y qué pasó con él cuando ella decidió vengarse de él? ¿Sabe Grandes cómo y por qué y a mano de quién murió Gabriel León Trilla, uno de los fundadores de ese PCE legendario que ella idolatra? ¿Cree en serio Grandes que un partido cuya Secretaria General, Pasionaria, residía en Moscú en los años cuarenta no tuvo nada que ver con las purgas de Stalin? No creo exagerar si digo que entre 1939 y 1964 (sí, sí, 1964, fecha de la expulsión de Semprún y Claudín) el PCE fue, entre otras cosas, una máquina de depuraciones. y, hasta 1953 siguiendo consignas estalinistas. Esto es algo así como cuando Llamazares habla de la "tradición unitaria de los momentos más luminosos del PCE" (p. 71) que no sé de dónde se lo ha sacado: el PCE, como casi todos los partidos comunistas del mundo, surgió de una escisión y su historia no ha sido otra cosa que una sucesión ininterrumpida de escisiones, exclusiones, purgas, separaciones y expulsiones hasta el día de hoy mismo y, si no, que se los digan al propio señor Llamazares.

Con lo anterior no pretendo demonizar en absoluto al PCE ni a ningún otro partido comunista sino invitar a los autores del libro a que maticen sus juicios y muestren menos credulidad. La historia del PCE y de todos los PCs es, como todas las historias, un relato con luces y sombras. En los partidos comunistas ha habido héroes y canallas, grandes heroicidades y tremendas traiciones. El Partido Comunista Francés, por ejemplo, al amparo del Pacto Germano-Soviético (cuyo enjuiciamiento moral es muy contradictorio) llegó a pedir su legalización a las autoridades títeres de Vichy en el colmo del colaboracionismo y la estupidez más pronunciados. Cuando Alemania rompió el pacto e invadió la URSS, ese mismo partido pasó a la resistencia del maquis y su sacrificio fue tal que al final de la guerra se había ganado el sobrenombre de parti des fusillés. Y de estos casos de blanco y negro se pueden poner muchos y me extraña que no lo tenga en cuenta la señora Grandes, capaz de escribir algo tan inteligente como: "no hay nada que me dé más miedo en este mundo que la palabra pureza, ¡porque es tan inhumana!" (p. 143). Pues eso.

Los dos autores están descontentos con la situación actual de la izquierda en cuyo nombre hablan, pero no estoy muy seguro de que acierten al diagnosticar los males de que se quejan. Sostiene Almudena Grandes en sentido admirativo que IU es una rareza "una perla negra en el mundo de la politología mundial" (sic., p. 88). No tanto. Parece una típica "organización de masas" de acuerdo con el más estricto criterio leninista que ahora, además de pretender los objetivos de penetración comunista en ámbitos sociales con menor conciencia de clase, tiene la funcionalidad de servir como camouflage para unas siglas, PCE, y un símbolo, la hoz y el martillo, que no pasan por sus momentos más brillantes. Al final del diálogo y en un apartado con el título de Con voz propia, que trae unos interesantes artículos de ambos, Grandes afirma que el proyecto de IU está acabado, que "ha dejado de tener sentido" (p. 155) y que ahora necesitamos un "partido nuevo". No sé qué pueda entender la autora por esto, cuenta habida que tiene a IU por un partido pero, sea lo que sea, deberá reconocer que, siempre en la estela del hombre que más ha sabido nunca de partidos, Lenin, un partido es un instrumento para llevar adelante un programa y un programa es un discurso, un relato y ¿en dónde está el relato que ponga en pie un nuevo partido en lugar del PCE y/o IU? Dice la señora Grandes que "fundar un partido nuevo da vértigo, lo sé" (p. 159). Es posible, pero ahí tiene a la señora Rosa Díez con un nuevo partido flamante y no parece que le haya afectado gran cosa. Ya sé que es un partido con el que la señora Grandes, supongo, no coincidirá y yo tampoco; pero el hecho es que ahí está porque tiene un discurso detrás.

Parecidas contradicciones muestra el señor Llamazares que, en un alarde de sincretismo imposible aspira a una IU que sea plural y unitaria porque si por un lado aplaude el pluralismo de IU y se queja de que hoy se ha perdido pluralismo (p. 89), por otro se lamenta de que la coalición proyecta una imagen de cacofonía, de peleas internas, de Babel (p. 91) que es justo lo que trae el pluralismo. Imagino que el señor Llamazares dirá que él propugna un pluralismo ordenado, sosegado, dialogante pero me temo que eso solo sucede en los partidos cuando ganan las elecciones y tienen de dónde tirar y qué repartir, mientras que al perro flaco todo se le vuelven pulgas.

Y si, encima, su amo no lo saca de paseo porque está muy ocupado discutiendo con los camaradas, la cosa se pone brava.

dilluns, 13 d’abril del 2009

Las europarlamentarias.

Ya están aquí las elecciones al Parlamento europeo y, según vaticina el Publiscopio de Público El PP parte con ventaja y el PSOE va por detrás, echando el bofe, a más de 4,5 puntos de distancia y al candidato socialista, Juan Fernando López Aguilar, no lo conoce ni dios. Con decir que la gente recuerda más al señor Mayor Oreja, que es el candidato de la contraparte, está todo dicho.

Los especialistas clasifican las elecciones europeas como "de segundo orden" porque en ellas no se debaten asuntos verdaderamente europeos sino cuestiones domésticas de cada país , la participación es muy baja y la gente se las toma como un voto de castigo al Gobierno. Pero precisamente por ello, fungen como un anticipo de las generales subsiguientes. Aquí quedan tres años hasta las próximas legislativas pero en el PP ya andan diciendo que, si el PSOE pierde por mucho en las europeas, habría que disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas. Siempre que el PP pierde unas elecciones, al día siguiente está pidiendo que las haya anticipadas. Ahora también, pues no soportan estar en la oposición.

Ambos grupos pierden diputados porque la cantidad adjudicada a España pasa de cincuenta y cuatro a cincuenta y la encuesta citada atribuye tres pérdidas al PSOE y una al PP. Es opinión general que esos 4,5 puntos que lleva de desventaja el PSOE miden el voto del castigo al Gobierno por la crisis. El señor López Aguilar tiene unos dos meses para hacerse más conocido que el señor Mayor Oreja, cosa que no parece difícil, y dar la vuelta a los sondeos. Facha, tiene; telegénico es un montón y encima cultiva el estilo Obama, en mangas de camisa, sin corbata. En cambio, su adversario va vestido de señor mayor. En imagen, la campaña está ganada. Incluso aunque el señor Mayor se haga acompañar por el señor Rajoy, no dejaran de ser un par de señores mayores con barba gris, uno de ellos franquista, para más señas, mientras que si a López Aguilar lo apoya Rodríguez Zapatero, será una pareja más joven, algo más de este tiempo.

En efecto, la campaña está ganada para el PSOE en imagen que ya se sabe que vale por mil palabras. Ahora se trata precisamente de eso, de palabras., cosa nada fácil, vive el cielo, porque no basta con el careto: hace falta tener ingenio. Es preciso que López Aguilar o quienes le asesoren en la campaña, encuentren una o dos, no más, una consigna, algo que se identifique con su rostro y con el programa electoral del PSOE para el Parlamento europeo. Porque ahí es donde se la juega el candidato: en lo que diga. Y dado que, según convicción general, es la crisis la que tiene en horas bajas la fortuna electoral del PSOE, que éste la mencione relacionándola con Europa, algo así como: en Europa para salir de la crisis o a más Europa, menos crisis.

(La imagen es una foto de Pablo G. Pando, bajo licencia de Creative Commons).

El líder natural.

Si alguien es aclamado como "líder natural" de un pueblo es porque cualquier otro líder ha de considerarse "artificial", supongo. Es uno de los sentidos de "natural". Hay otro que no es tan favorable, cuando se establece por similitud con los hijos. Si uno es líder "natural" es porque el otro es "legítimo", igual que el hijo "natural" se contrapone al "legítimo", símil que aquí no es pertinente porque lo que el PNV intenta ante todo es deslegitimar al gobierno de Euskadi.

El problema está en el empleo de ese término "natural", sea cual sea su significado que presupone, en definitiva, la no aceptación de los resultados electorales del 1º de marzo pasado. Eso es lo que permite decir a los jeltzales que el PSOE se dispone a gobernar contra la mayoría social y política del País Vasco. Pero lo único aquí cierto es que la mayoría política es la que apoya al Gobierno del PSE. La mayoría social, como cualquiera otra que no se cuantifique en votos, pertenece al brumoso mundo del organicismo nacionalista, el de los "verdaderos" hijos de la madre tierra y semejantes fábulas contadas por amama al amor de la lumbre.

Sostiene el PNV que es el mismo parlamento de Vitoria el que no es representativo porque las elecciones se hicieron con una ley de partidos que considera injusta y si esa ley injusta no existiera, ellos, el PNV, podrían contar con los votos de la izquierda abertzale impedida de presentarse. Está bien esta afirmación porque confirma lo que todos sabemos pero el PNV juega a ocultar: que el PNV cuenta siempre con los votos de la izquierda abertzale que no hace ascos a la violencia para conseguir sus objetivos, o sea, los subalternos de ETA. ¿No dijo el señor Ibarretxe que para sacar adelante su plan no iba a aceptar votos de la violencia pero el plan del señor Ibarretxe pasó el trámite parlamentario de Vitoria con los votos que no iba a aceptar?

Finalmente las jeremiadas del señor Urkullu por la pérdida de Sión se resuelven en dos patadas. Quien no quiera verse perjudicado por la ley de partidos, quien quiera verla suprimida sólo tiene que hacer una cosa: acatarla y obedecerla, que no es tan difícil.


(La imagen es una foto de kontrainformatu, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 12 d’abril del 2009

Una forma de razonar.

Hay muy pocas imágenes de María Dolores de Cospedal en la red en creative commons. Es una pena. El PP le interesaría dejar reproducción libre de imágenes de una persona tan fotogénica, tan guapa y tan seductora. Al fin y al cabo, lo que el partido quiere es que se vean los rostros de sus líderes, que el nombre y logo del partido vayan asociados a imágenes gratas y es el caso de esta señora, a quien da gusto ver. Y esto, por cierto, no tiene nada de machista. También se dice de los hombres. Todo el mundo sabe que en España hemos tenido dos presidentes del Gobierno guapos, Adolfo Suárez y Felipe y dos feos, Leopoldo Calvo-Sotelo, que más que feo era "saborío", y Aznar López, feo sin paliativos. Rodríguez Zapatero ocupa un tertium locum, el de los "guafeos" o "feoguas"; a algunos les parece guapo, a mí como el culo de una mona.

Pero lo que me interesa de la señora De Cospedal es lo que ha dicho en una entrevista en la COPE, ayer sábado de Gloria.

Escuché la entrevista íntegra y aún no salgo de mi asombro. El razonamiento de la señora De Cospedal parece no tener nada que ver con la lógica ordinaria de las cosas, es un conjunto de enunciados surrealistas que dejan pasmada a la gente pero por lo absurdo y sin sentido. Veamos: insistió varias veces, hasta el aburrimiento en que los nombramientos de nuevos ministras eran un fracaso del señor Rodríguez Zapatero, sobre todo en el caso de los dos nuevos vicepresidentes porque, en lugar de nombrar gentes capaces de hacer políticas contrarias a las que se estaban haciendo y tenérselas tiesas al presidente, ha venido a nombrar dos "Ángel Síseñor". Se queda uno un poco perplejo, ¿verdad? Esta señora piensa en serio que el deber de un presidente del Gobierno es nombrar ministro de Hacienda a alguien que vaya a hacer lo contrario de lo que él opina. Y, si no lo piensa, ¿por qué lo dice? ¿Porque sí piensa que el señor Rodríguez Zapatero es tonto y va a hacer lo que ella le diga? ¿Más tonto que ella?

Sostiene asimismo la señora De Cospedal que los andaluces quieren elegir a su presidente, vamos que es un clamor abrumador en Andalucía porque los andaluces, dice, "están desconcertados" pues a menos de un año su presidente los deja para más altos vuelos. Pero no sé si estarán más desconcertados que ella. No parece entender que los andaluces no eligen presidente. Los andaluces ni nadie en España. Aquí se eligen diputados de partido que es (el partido) el que decide quién será presidente. Y eso de que los andaluces quieran elegir otro presidente (o lo que sea) debe de habérselo soplado el Espíritu Santo, dado que nos acercamos a Pentecostés. Otra cosa es que hable en nombre del señor Javier Arenas que se ve abocado a perder las próximas autonómicas en 2012 frente a "un tal Griñán" y quiere ver si puede batirlo ahora mientras todavía se oye responder: "un tal ¿qué?".

La guinda vino al final. Había la señora criticado que el señor Chaves estuviera de vacaciones en Huelva después de que el presidente hubiera dicho que los ministros iban a trabajar en fiestas. Cuando criticaba ya todo el mundo sabía (al parecer menos ella) que el señor Chaves había pasado el día anterior con el señor Blanco y el siguiente seguía con el via crucis laboral con que los castigó el señor Rodríguez Zapatero. Faltó a la verdad la señora de Cospedal, ella dirá si voluntaria o involuntariamente. De lo que no hay duda es de que, preguntada al respecto, dijo que ella estaba de vacaciones en Málaga. La mentira suele ir coronada con la hipocresía.

(La imagen es una foto de dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).