diumenge, 13 de gener del 2013

Presente y futuro.

No es el futuro, amig@s, lo que apremia. Es el presente. Dejémosnos de milongas, de marear la perdiz y entretener al niño con una de piratas. Ayer, el PSOE cerraba muy ufano, a bombo y platillo, con rostros sonrientes y satisfechos su conferencia política con una enteca Resolución política que no resuelve nada ni dice nada del menor interés, sino generalidades, e invocaciones a una esquiva mayoría que al parecer espera en algún lugar de ese futuro a punto de caerle en el bolsillo. Hoy publica El País una encuesta de Metroscopia, según la cual, la expectativa del voto del PSOE es del 23,3%, el 81% de los ciudadanos desaprueba la gestión de Rubalcaba y el 91% no confía en él. En ambos puntos, el socialista está por debajo del del PP. Es el negro presente. Inútil ignorarlo pintando de rosa el futuro. El País trata de echar una mano a Rubalcaba titulando la información "Rajoy en caída libre en un momento crítico", acompañándolo con un editorial, Socialistas ante el futuro (¡siempre el futuro!) en el que la marrullería apenas tapa la zozobra de estar defendiendo una causa perdida e injustificable.

Porque este presente no es una instantánea fugaz, un aquí y ahora repentino, como el picotazo de un mosquito, no. Es el precipitado de más de un año de inane gestión. El PSOE no se ha hundido hoy; lleva más de un año en el fondo. Rubalcaba no se encuentra hoy rechazado y mal visto de repente por la ciudadanía; lleva más de un año arrastrando un profundo rechazo popular, casi repulsión. Lleva un año trabajándoselo con ahínco. Un año sin hacer oposición a un gobierno tan agresivo y antipopular que roza lo delictivo, pero llamándola "responsable" o no sé qué otro eufemismo. Un año alejado de la calle, sordo y ciego al sentir de la gente. Un año alabando a la monarquía, convirtiendo el históricamente republicano PSOE en un manso partido dinástico. Un año haciendo patria nacional con un españolismo que apenas cede en matices al del amigo Wert.

Son golpes de timón que, después de 365 días de zozobras y con otros 365 por delante dedicados a interesantes disquisiciones bizantinas, prometen estrellar el barco contra las rocas. Porque esta astucia de Rubalcaba aparentemente pragmática de tener a los compas entretenidos en quisicosas de la teoría mientras él organiza la realidad práctica a la chita callando conduce indefectiblemente al desastre. La pragmacia es de vuelo gallináceo.

Escuché el otro día al secretario general decir por la SER que es "un republicano que se siente muy a gusto en esta monarquía". Con su pan se lo coma y que le nombren conde del halago, pero ningún republicano puede sentirse a gusto con monarquía alguna y menos con esta de sainete y cachondeo, poblada de mangantes, aprovechateguis y zánganos.

Y lo del españolismo es sangrante. Sostiene Rubalcaba que del "derecho a decidir" propugnado por los sociatas catalanes no cabe ni hablar. Caramba con la fexibilidad y la disposicion al diálogo del pragmático. Ofrece no sé qué imprecisa reforma de la Constitución (otra trampa, pues no depende de él) siempre que el PSC renuncie a su reivindicación. Pero héteme aqui que el PSOE no tiene expectativas reales de ganar elecciones en España sin Cataluña. Entonces, ¿qué?

Pues muy sencillo: convoque ya elecciones primarias en su partido, buen hombre, que está usted hundiéndolo.

Mundos aparte y un poco de vinagre.

Aplausos fervorosos a la joven Camila Vallejo, candidata a diputada al parlamento chileno por el Partido Comunista. Tiene en su haber el liderazgo del movimiento estudiantil de oposición del año pasado que hizo claudicar al gobierno en sus aviesas intenciones. La presencia activa de l@s jóvenes en las instituciones es imprescindible en nuestras democracias si de verdad queremos regenerarlas. Su radicalismo y su falta de ataduras de intereses creados les dan la fuerza necesaria para ello. Los políticos, los políticos profesionales, todos de mediana edad para arriba, salvas contadas excepciones de acólit@s, no pueden resolver los vicios de funcionamiento de las instituciones porque son sus principales beneficiarios.

Según El Pais de hoy, el 96% de la población cree que hay demasiada corrupción en España o que es "muy alta" o algo así. ¡Aleluya! Por fin se percata el personal. Hace unos meses, la corrupción no era siquiera un problema. Y hace algunos más, Camps salía elegido en Valencia con mayoría absoluta reforzada. Es una muestra obvia de la profunda sabiduría popular. La vox populi, vamos. Alta lo es la corrupción un Rato largo. Llega a las más elevadas instancias del Reino. Y, además de alta, generalizada, universal, asfixiante. Los gobiernos -no todos, desde luego- se dedican al saqueo. Lo llaman privatización, externalización, liberalización y siempre quieren decir quedárselo ellos, sus parientes y amigos (a los que tienen salpimentados por la administración pública, a veces a cientos, como el tal Baltar), cofrades, seguidores y asociados en inteligentes operaciones mercantiles. Regenerar esta situación de corruptela general no va a ser fácil. Una situación en la que un hombre con la hoja de servicios de Rato es contratado como asesor por Telefónica y no sucede nada no es sencilla de remediar.

Por eso está muy bien que irrumpa la juventud en las instituciones. Los partidos de izquierda deben darle paso con generosidad. Podían también abolir esas juventudes que suelen tener como lugar en donde aparcar las energías juveniles para ir luego cooptando a l@s más dóciles. Y si, además de jóvenes, son mujeres, servicio doble a la causa. La juventud tiene un potencial de cambio muy fuerte, pero las mujeres jóvenes lo duplican. Por eso, aplausos, renovados aplausos y aplausos también al país en donde esto sucede. Ojalá pase también en España.

La foto de Camila se encuentra por doquier en la prensa. Google da 429.000 resultados. En esta época mediática la imagen es muy importante y Camila es fotogénica y atractiva. Doble valor para la causa de las mujeres que quizá sea la causa más importante de nuestro tiempo.

Porque mientras Palinuro aplaude la naticia de Camila Vallejo, no puede dejar de pensar en esas dos mujeres que, con diferencia de días, han sido violadas en grupo en la India y la primera, además, torturada y bárbaramente asesinada. De esos casos vamos a encontrar muchas menos fotos. De las infortunadas, ninguna. Algún medio se atrevió a publicar una imagen del rostro tumefacto de la primera violada agonizante, pero ha desaparecido de la red. Es otro mundo, ¿verdad? Vivimos en mundos aparte. El planeta es el mismo pero en Chile una joven atractiva puede presentarse candidata a diputada y en la India esa misma muchacha no puede subir a un autobús sin peligro para su vida.

Es injusto que la gente se muera de hambre en el África, o a tiros en Ciudad Juárez, que los gobiernos rebajen los salarios de los trabajadores, las empresas despidan sin contemplaciones y exploten trabajo esclavo e infantil en otros países, es injusto que los niños no tengan igualdad de oportunidades en educación ni los adultos en sanidad. Sin duda. Pero la metáfora de todas esas injusticias es que en la India, en el África, millones de mujeres vivan bajo el permanente temor a ser violadas, torturadas, asesinadas cuando menos lo esperen, "cualquier día, en cualquier esquina."

Los hombres no sabemos lo que es eso, aunque podíamos intentarlo.

Es más, nos tranquilizamos pensándonos superiores. Aquí "eso" no sucede. No es imaginable. Tenemos la pulsión controlada: medio centenar de asesinadas al año y unos cientos de maltratadas. O sea, no estamos tan lejos. No estamos tan lejos. Y los medios debían ayudar a recordarlo, no cediendo a los aspectos fáciles de la comunicación.

La vida.

La belleza está ahí fuera, pero solo la vemos si no miramos.
El silencio nos rodea, pero solo lo oímos cuando nos callamos.
El tiempo pasa, pero solo lo sentimos cuando no lo tenemos.
Nosotros mismos existimos, pero ni nos damos cuenta. 
La vida late, pero solo lo apreciamos cuando nos quedamos quietos.
Firmes como rocas.
Tienen razón los del Tao. ¿A qué tanto barullo?

(La imagen es una foto de Ian Sane, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 12 de gener del 2013

Akelarre.

Sorginak: Aquí estamos todas reunidas, las horribles hermanas brujas, a celebrar nuestro sabat, en espera de la llegada de nuestro Señor, el Gran Macho Cabrío, quien ha convocado asimismo a sus emisarios en la Tierra para que le rindan cuentas de las ofensas que hayan hecho a su dios y los sufrimientos infligidos a los estúpidos mortales.
Coro de las brujas: ¡Satán, ven a nosotras!
Sorginak: Mientras llega Akerbeltz (Él mismo se tenga en los infiernos), repasemos a estos poderosos, que ahí tenéis, adornándose con sus peores vicios. Velahí la Reina Tremedal, duquesa del Comelloso, a quien el Gran Macho encomendó arrebatar las haciendas de todos los villanos de la región. Y ¿qué ha hecho, aparte de incrementar la suya descaradamente, lo cual merece elogio? Despojar, sí, a unos villanos, pero no a otros, según que fueran amigos suyos o no. Y ya sabéis, hermanas, cómo irrita eso a Akerbeltz, que presume de ser malo, pero justo en su maldad. ¿Qué castigo le impondremos?
Coro de las brujas: ¡Por Belcebú! Que cobre un solo sueldo.
Sorginak: Hemos traído al gran tarambaina de la Corte, el barón de Mundantalin, que, como recordaréis, se había comprometido con nuestro odioso Señor a hundir el trono de EREspaña.
Mundantalin: Perdonad, señora...
Sorginak: (Interrumpiéndole con una horrible graznido) ¡Cerrad el pico, botarate, que mi loro tiene más cerebro que vos! Veamos, ¿resultados? En verdad, parecerse haberse forrado y eso está bien, sobre todo que se sepa, pero la Corona ahí seguiría tan pimpante de no haberse metido ella sola en un lío tan de sainete que comparten escenario una refinada aristócrata austrica con apellido de filósofo y un humilde pero corpulento elefante botsuano. ¿El argumento? El de siempre, el que no tiene enmienda. ¿Veis, hermanas, qué suerte ser mujeres? A este lo han agarrado por do más pecado había.  Aquí pide ya la República hasta Rubalcaba. Pero el mérito no es de nuestro hombre. ¿A qué le condenamos?
Coro de brujas: ¡Por Belial! A vender el Palacio de las Artes y las Letras a un inversor haitiano
Sorginak: Que me place. Trata de esconderse pero no lo dejaremos el famoso bandolero de la sierra Vías Perrán a quien se le encomendó dejar en tierra a todos los pasajeros españoles y sin paga a todos los trabajadores de todos los tour operators. Sí, sí, Perrán. ¿Y qué hiciste? Te llenaste los bolsillos, cosa loable porque es doctrina de nuestra Antibiblia que, cuanto más se robe, antes reinará Satán (él mismo guarde su execrable nombre), pero nada más, Perrán, más que Perrán. Los turistas, menos los tuyos, han seguido viajando y los empleados, menos los tuyos, cobrando. Poco, es verdad, porque para eso tenemos a los nuestros en el gobierno, pero lo bastante para ir tirando. No te has esmerado, Perrán. La codicia de quedarte con la pastuqui de Aerolíneas Argentinas te ha reventado, infeliz. Estos chantas te la han jugado, boludo. ¿Qué pena le damos, hermanas?
Akerbeltz: (Que acaba de aparecer en una nube de azufre) ¡Yo diré la pena!
Todas: Habla, gran Satán, poderoso macho cabrío a quien todas besamos el culo.
Akerbeltz: Pillastre. Yo que había hecho un hombre de ti, que llamabas "cojonudas" a tus amigas... Pena: a trabajar más, mucho más, todo el día. Y a ganar menos, mucho menos, nada.
Todas: Sabias palabras, por Bafometo. Maldito sea tu infernal nombre.
Akerbeltz: Puntual ha acudido mi joven aprendiz, orgullo de mi empresa de asesoría La sonrisa del diablo, el caballerete Hueles. Bien hecho, muchacho, tienes porte de Máster de Bulgákov. Tú solo te puedes cargar el capitalismo. Desde luego, el Estado de derecho, el prestigio de los políticos, el renombre de las instituciones, todo eso no te ha resistido un asalto. Ya queda claro a ojos de todo el mundo que en EREspaña gobernar es ir a la rapiña, a ver quién pilla más. Esto de los análisis, un golpe maestro. Y además, de ti para mí, con sabrosas sinergias. Podemos montar un banco de sangre. ¿Eh? ¿Qué te parece? Podemos vender sangre azul, por ejemplo.
Sorginak: Supongo, odiosísimo señor, que no ha lugar a pena.
Akerbeltz: ¿Pena? La máxima de todas. Su mayor gloria. Ser él mismo toda su vida y compartir esta en estrecho contacto con su familia, en especial su suegro. Ahora, vayamos todas al Sabat. Me han dicho que hay sangre fresca de...
Gurrumino: (Interrumpiendo) Perdón, digno señor...
Akerbeltz: ¿Digno yo? ¿Quién es este imbécil?
Gurrumino: Indigno, yo, quiero decir, Señor, soy un indigno, no, que sois un indigno, yo soy el Señor, no bueno, Gurrumino, Señor, vuestro hombre en La Habana
Sorginak: Si, GMC, me acuerdo. Lo mandaste a la isla a acabar con el comunismo y a darle un empujoncito a Fidel Castro que dijo que la historia lo absolvería, pero no parecer tener prisa en que lo absuelvan.
Akerbeltz: ¡Ah, ya! ¿Lo ves? Un imbécil. Mata a los nuestros, el comunismo está más firme que nunca y Fidel no la palma. Al contrario (no sé cómo no calcino a este niño de la inclusa de la dama del Imperio Británico) ahora se ha corrido la voz de que la medicina cubana tiene la fórmula de la inmortalidad y ahí tienes a ese pendejo de Chávez y los demás que van, dicen que de visita pero, en realidad a pedir la vez cuando les toque. Fijate qué negocio el de este pillastre.
Todas: ¡Por Azazel! ¿Pena? ¡Oh, diabólico Satán!
Akerbeltz: Venga, a sacarse el carné de conducir para llevar a la peluquería a la alcaldesa de Madrid en un motocarro. Y ahora sí, brujas mías, vamos todas a la fiesta que el próximo Sabat tendremos a los dignatarios de la Iglesia.
(La imagen es una foto de Wikimedia Commons en el en Public Domain).

divendres, 11 de gener del 2013

Váyase, señora Botella

Que Botella es de una incompetencia clamorosa lo saben los madrileños por lamentable experiencia propia. Que todo cuanto tiene de incompetente lo tiene de soberbia, creída y cursi, también. Que únicamente se ocupa de su persona y de enchufar a sus amig@s y clientes es un hecho ya comprobado. Que a su incompetencia añade una irresponsabilidad e insensibilidad pétreas que le permiten largarse a un spa de lujo mientras en su ciudad tiene lugar una catástrofe con resultado de cinco muertes es notorio. Que su afán de aferrarse a un cargo no alcanzado por votación directa la lleva a adoptar decisiones inexplicables y arbitrarias con sus subordinados resulta patente. Que su torpeza política la tiene enfrentada a sectores enteros de su propio partido, una realidad incontestable.
Y, no obstante, nada de lo anterior es motivo suficiente para que la dama presente su dimisión, como resulta obligado de los usos y costumbres en países democráticos.
Es preciso, pues, explicarle las pautas de la representación política y el servicio público. Hacerle ver que es derecho de los madrileños tener un/a alcalde/esa que no se dedique en exclusiva a escurrir el bulto, hacer el ridículo en Londres con dinero de todos, buscar chivos expiatorios por su inutilidad y tratar de salvar su pellejo político a cualquier coste. Y no lo tienen.
Madrid es este momento una ciudad desgobernada. Ayer había sobre la capital una nube tóxica densa y negra que probablemente superó todos los índices de contaminación, producto no solo de la actual desatención de la alcaldesa sino de la herencia de su propia inoperancia como concejala que fue de medio ambiente; la circulación es un caos; los servicios funcionan mal y todo es una mezcla de estúpido boato y administración sórdida, con intentos de echar de sus casas a vecinos de pocos posibles para sacar adelante algunas de esas oscuras maquinaciones especulativas a las que tan aficionada es la derecha, y otras vergüenzas.
Es imposible gobernar una ciudad de cuatro millones de habitantes mientras se lucha por sobrevivir y no verse arrastrada a los tribunales por manifiesta deficiencia en la gestión. Lucen poderosos los dos argumentos que suelen esgrimir aquell@s, poc@s, que en el país dimiten en estos trances: tener tiempo para su propia defensa si ya están imputad@s y no perjudicar a su partido. A estos se añade un tercero, primero en orden de importancia: no ser un obstáculo al bienestar de los ciudadanos bajo su jurisdicción. Los madrileños tienen derecho a que su alcalde/esa se ocupe y resuelva los problemas de la ciudad, que para eso la pagan, y regiamente por cierto, y no de los suyos propios.
Váyase, señora Botella.

El € por receta o la doble desobediencia.

¡Quién iba a decirlo! Ignacio González se declara de antemano en desobediencia del Tribunal Constitucional. Sin conocer la decisión de este está decidido -y así lo afirma- a no devolver lo recaudado y eso antes de saber si la sentencia le ordena hacerlo. Es desobediencia civil. Casi rebeldía. Eso:  ¡quién iba a decirlo! Un hombre tan conservador, tan atildado, tan de orden ¡en desobediencia civil! Autoridad no tiene mucha. Ha regalado también de antemano (es un gobernante expeditivo, resuelve los problemas antes de planteados) 1.300 o 1.800 millones de euros de todos los madrileños al gringo de Eurovegas y quiere recaudarlos tacita a tacita, urillo a urillo. Para ello no duda en declararse desobediente civil. Como Martin Luther King.
Lo curioso es cómo esta desobediencia civil se enfrenta a otra multitudinaria, generalizada, la de quienes se niegan a pagar el € por receta. Como esto siga así, González no devolverá lo recaudado porque no habrá recaudado nada. Resulta un pelín ridículo del lado de los dineros. Algo así como el ahorrativo despilfarro del consejero Lasquetty. Además de ridículo es perfectamente necio porque si los madrileños se creen legitimados a desobedecer la norma del pago del €, mucho más y con razón se creerán si quien la dicta anuncia por anticipado que se declara en rebeldía frente a los tribunales. Da así lugar a una desobediencia a la desobediencia o doble desobediencia. En verdad, estos políticos son de desecho de tienta, por utilizar metáfora querida por la cultura patria. ¿Quién le mandaba decir esa machada? ¿Por qué hace algo tan innecesario? ¿Por parecer el gallo del corral?
En fin. También es cosa de maravilla ese recurso al Constitucional del gobierno. Se entiende en el caso de CiU porque es otro partido y de catalanes, siempre fastidiando. Pero frente al propio partido tiene algo de misterioso. Y se basa ¿en qué? No será en términos de derecho a la salud porque el gobierno lo trata igual o peor que la Comunidad Autónoma. Tampoco en cuestiones de competencias porque es competencia de la Comunidad. Menos en cosas de Hacienda, pues el gobierno apremia al cumplimiento del objetivo del déficit autonómico. Entonces ¿en qué? Pues, por increíble que parezca, viene de la pelusa de preeminencia, de aquí mando yo y de la demagogia: yo os obligo a repagar hasta las cataplasmas pero a este socaliñas de González lo meto en cintura.
¿Y los socialistas? Muy bien: van a recurrir invocando el principio irrenunciable de la gratuidad de la sanidad, que es un derecho. Pero han aprovechado para pegarse entre ellos. Speedy Gómez contra Smartie Rubalcaba. El uno es la brigada ligera y el otro la división acorazada. Pero bueno, lo importante es que el recurso llegue y el alto tribunal se pronuncie antes de los JJOO de 2020 en Madrid.
Por cierto, una última observación. Ayer, la capital estaba sumida en una nube negra, densa, claramente tóxica que estará causando más muertes que el Madrid Arena. Pero estas no son tan mediáticas. Sin embargo, revelan la auténtica razón de por qué debe dimitir la alcaldesa Botella: porque, absorbida en la tarea de salvar su pellejo político, tiene la ciudad abandonada y sus millones de habitantes condenados a respirar ponzoña a causa de su desgobierno.

dijous, 10 de gener del 2013

¿Por qué no hay una revolución?

¿Por qué no la hay en Grecia, en Portugal, en España? Vivimos un ataque en toda regla del capital, no solamente contra los trabajadores sino contra porciones muy importantes de las clases medias. Pequeños empresarios ahogados, condenados al cierre y quizá a la proletarización. Y toca también hasta medianos empresarios.
El capital ha recuperado el control del Estado, puesto al servicio de la clase capitalista, de la oligarquía financiera disfrazada de mercados. Se acabó la pantomima del Estado del bienestar que, en el fondo, era puro socialismo subrepticio, sectores públicos hipertrofiados, burocracias, montañas de funcionarios, seguridad por doquier, gasto público, salarios altos y, entre tanto, beneficios, ganancias, plusvalías, planos cuando no descendentes. Había que reaccionar.
Y el capital reaccionó. Primero barrió todas las empresas públicas industriales o mercantiles, todos los monopolios, energía, telecomunicaciones, tabacos, minería, todo. Luego fue por los servicios públicos, correos, transportes, sanidad, etc. Por último quiere arrasar la administración misma. Por eso carga con especial saña contra los funcionarios. Tras haber reducido a los obreros a una situación de desamparo con pérdida casi total de sus derechos y una administración de justicia innacesible y hostil, ahora quiere asimilarles a los funcionarios, esos trabajadores muchos de los cuales se hicieron la ilusión de ser eso, "clases medias". Una vez proletarizados los funcionarios, asustados los parados, aterrorizados los pensionistas y maniatados los trabajadores, será el reino del capital sobre una población atemorizada, pendiente de la benevolencia de los gobernantes pero no de la seguridad jurídica y la garantía de la ley y los tribunales.
Frente a esa situación, en efecto, ¿por qué no hay una revolución?
Porque si por revolución entendemos alguna o algunas de las que se dieron en el pasado, es imposible. El Estado ha perfeccionado sus medios de represión y hecho impensable cualquier movimiento insurreccional, clandestino y mucho menos armado. Y sin armas no hay revoluciones, exceptuada, se dice, la India, y olvidando que no fue una revolución sino una liberación nacional. Lo que hubo de revolución en la guerra civil española vino del hecho originario de armar a las milicias. Si el gobierno de la República no hubiera repartido las armas, aun a regañadientes, la guerra hubiera durado unos meses, quizá semanas, porque Madrid habría caído.
Pero la capacidad represiva del Estado hoy es inmensa. Todos nuestros Estados reconocen el derecho al secreto de las comunicaciones, pero todos controlan los teléfonos cuando quieren, con o sin mandato judicial. Y lo hacen con aterradora precisión, gracias a los sistemas utilizados en la telefonía móvil que es por donde nos comunicamos. Nuestras ciudades están llenas de cámaras de vídeo. Vivimos observados en pantallas. Es por nuestra seguridad, sin duda, pero también por nuestra inseguridad. El Estado rastrea ya la red, cada vez con mayor eficacia, vigila todos sus movimientos e intercambios y, muy probablemente, tiene el ciberespacio plagado de agentes y espías infiltrados en donde quiere. La batalla se da en la red. Pero la red es pública y la policía está tan al tanto de lo que sucede como quienes lo preparan. La actuación normalmente hostigante y generalmente desorbitada de las fuerzas de seguridad en Madrid, Barcelona, etc muestra una concepción del orden público represiva, dura, autoritaria, intimidatoria. La policía sabe que quedará impune porque los poderes públicos la amparan, y si actúa ilegalmente (no mostrando placas de identificación, por ejemplo) o se sobrepasa, la justicia le será favorable y, cuando no lo fuere, el gobierno acudirá en su socorro e indultará a los condenados.
Y, además de la represión violenta, el Estado ha perfeccionado igualmente su justificación ideológica. El control casi absoluto y la manipulación de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, públicos y privados (pues apenas sobrevive algún bastión crítico) garantizan la machacona repetición de la ideología oficial o pensamiento único (Ramonet). Los medios son literalmente aparatos de propaganda del gobierno, especialmente los públicos. Y la censura y/o silencio de los discrepantes, casi total.
La Iglesia es de mucha ayuda pues no solamente ha abandonado la actitud de bronca continua frente al gobierno socialista sino que apoya con fervor religioso de multitudes todas las medidas del actual. Es más, las inspira. Qué digo "inspira": las dicta. Ideología es y de la más retrógrada, la desaparición de la Educación para la ciudadanía, el retorno de la religión, la discriminación por sexos y el privilegio de la enseñanza privada concertada frente a la pública, en trance de luchar por la supervivencia. El ataque a la educación se ceba en las Universidades, centros de fabricación de doctrinas pérfidas, socializantes, cuando no socialistas, último reducto crítico, funcionarios del pensamiento con los que hay que acabar: castigo a las Universidades públicas y a privatizarlas, hasta que estén al servicio del capital.
Junto a la Iglesia, cómo no, los empresarios, con una política y un discurso público que cabe calificar de terror psicológico. Todo cuanto dicen trata de acercar más la condición de los trabajadores a la de la esclavitud. Para legitimarse pagan universidades, fundaciones, think tanks en los que se justifican estas doctrinas y se elaboran otras siempre en la misma dirección de dejar el mercado a su mal aire, en lo más parecido a la ley de la selva y libre de esas odiosas regulaciones que no son sino las leyes que protegen los derechos de los más débiles.
En estas condiciones, la revolución puede volver a gritar orgullosa, como en el escrito de Rosa Luxemburg sobre la revolución de Berlín de 1919, ¡fui, soy y seré!. Sin olvidar que se trataba de una derrota. Como la de ahora.
(La imagen es una foto de chris.corwin, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 9 de gener del 2013

El partido X.

Se presentó ayer formal y solemnemente en las redes sociales. Está en Facebook y en Twitter. En Facebook tiene 1.200 "me gusta" pero solo cuatro amigos. En Twitter se define como Partido del Futuro y cuenta con 12.176 seguidores. Está empezando. Se trata de un ciberpartido, de un partido en el ciberespacio que, con la política 2.0, se ha convertido en el ámbito del debate demócratico contemporáneo. Trae un espíritu antipolítico y antisistema, aunque proclama no ser brazo del 15-M. No lo será pero presenta el mismo relato. Quizá haya detrás una de esas peleas internas en las organizaciones en las cuales suele darse una división entre un sector "puro" y otro "posibilista". Vienen terminando en escisiones y expulsiones. Pero no es algo de nuestro interés aquí. Damos la bienvenida al Partido X, venga como venga.
Trae mucho porte de web. Empezando por la letra X, símbolo de la incógnita. Somos el partido incógnita. Muy típico de la red. La incógnita es el anonimato y l@s promotor@s tienen a gala mantenerse incógnito, hasta que sea llegado el momento de revelar identidades. Podía llamarse Partido Anónimo, como si fuera el de los Anonymous de España, quienes, aunque dicen ser legión, solo cuentan 36.754 "me gusta" y 107 amigos. No llegan ni a la Legión Tebana. El Partido X, definitivamente, es un partido web. Los demás están en la red; este es la red.
De todas formas, le falta un asesor de imagen. El recurso a la incógnita, al anonimato, es chupar demasiada rueda de Anonymous. Lo bueno de estos es la originalidad. Las copias no suelen ir muy allá. Además, el símbolo de la incógnita, en España, los va a hacer víctimas de pullas mil a cuenta de "Mr. X". El partido de Mr. X. Peor es la definición en Twitter como Partido del Futuro. ¿Hay algún partido político que no se considere del futuro? En España, hasta los tradicionalistas. Pero los del Partido X matizan: "Un método del futuro, aplicado al presente, para resetear el espacio electoral". El futuro está en el método. Y, de paso, se perfila el objetivo: "resetear el espacio electoral." Reconocido. Es difícil encontrar un nombre para este partido.
Porque quizá lo malsonante, lo inapropiado, sea la palabra "partido", cuya mala fama es patente. Y, en el caso, pretende aplicarse a un relato muy contrario a estas organizaciones. Habría de ser el partido de los contrarios a los partidos. Algo difícil de imaginar. Así que, ¿por qué ese empeño en llamarse "partido"? Sencillamente porque, además del detestado nombre, los del incógnito quieren ser la cosa. La cosa "partido", la única con la cual se puede cambiar la realidad, por ejemplo, el "espacio electoral". Es algo que analistas y críticos han sermoneado a los indignados: "eso está muy bien, chicos, pero, si queréis hacer algo, tendréis que ser partido político." Que sí, que no y, al final, siempre hay un grupo decidido a probar suerte. ¿Y cómo actúa un partido antipartido? Ahí tiene un problema con el que ya tropezaron los verdes en los años ochenta y siguen haciéndolo. Normalmente, el partido se integra en el sistema o desaparece. No hay vida fuera del Parlamento. Extra Ecclesiam nulla salus. Sí, la llamada vida testimonial.
Porque el asunto no es fácil. Para ser reconocido como partido, el X deberá inscribirse en el registro correspondiente y cumplir los requisitos de la ley, como tener una sede social e identificar a sus promotores y con un nombre "real", no con un nick. Y ya no digamos si pretende presentarse a elecciones. Hecha esa claudicación, vienen las demás en tromba: actos, protocolos, juramentos, banderas, himnos, pactos, reglamentos. La contradicción insalvable de cómo ser antisistema dentro del sistema . Está resuelta, dicen algunos. Solo cabe luchar contra el sistema desde sus entrañas y, por si acaso, mantenemos nuestra acción en las redes. Pero ya es otra acción, pues el anonimato ha desaparecido y la X empieza a parecer un poquitín ridícula. Imagínese a la diputada doña Fulana de Tal hablando en nombre del Partido X. Ya hay a quién imputar los desmanes que puedan darse en la redes.
¿Son capaces estas de plantear una acción política real, en la calle, legítima y que fuerce al sistema a cambiar en aspectos esenciales como ese "espacio electoral"? Obviamente el Estado está tomando sus precauciones y el ministro de Justicia enfila el Código Penal como si fuera un nido de ametralladoras sobre el vasto campo del ciberespacio, sobre las redes sociales, la blogosfera, los ámbitos hasta ahora exentos en los que se articula la resistencia actual de la sociedad frente al poder.
La batalla está en el ciberespacio. Tanto en lo interior como en lo exterior. Prueba, la reciente y fracasada conferencia en Dubai de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en la cual se pretendía establecer un código internacional de censura de la red. Son los Estados los más interesados en ello y el español parece haberlo entendido: criminalización de la red. Una reacción autoritaria absurda que revela el gran desconocimiento en la materia; porque en la red está hoy todo el mundo, incluido el partido del ministro.
Bienvenido el Partido X. Tiene un curro por delante 

dimarts, 8 de gener del 2013

Otto y Fritz en Twitter.

@Otto: Fabuloso, Fritz, ya he llegado a Spanien.- @Fritz: genial, Otto. ¿Buen tiempo? ¿La gente?.-Tiempo bueno. La gente muy cabreada.- Eso pasa siempre a los españoles. ¿Mucho descontento? ¿Manifas y eso? No solo. Tienen un lío kolosal con Katalonien. ¿Los ke quieren independizarse? Tampoco nuevo. Es ke van en serio. Quieren largarse via referéndum. ¿Y los españoles ké dicen? Ke Nein. Y tú, ¿kómo lo ves? ¿El ké? La indepenencia, koñe. No sé. Han ido muy lejos. Van ya x la brava. Son españoles. Ja. Esos de "oiga, usted ké se ha creído". + o -. Y están insultándose y amenazándose. Tampoco nuevo. Llevan así 200 años. Oye, ké poco se quieren estos entre sí! Nada igual en Deutschland. Ni x asomo. Pero oye Otto, cómo van a parar un referéndum? No sé. A tortas, supongo. Es indignante. No a tono con tiempos. Europa tendrá algo ke decir. ¿Por ké? Es asunto interno españoles. Lógico ke no quieran ke se les vaya 1 trozo. Fritz, no te reconozco. Tienen derecho a decidir x sí mismos. Kienes? Los katalanes. Los españoles ¿no? Y no me digas que los katis son españoles. Bueno, no sé. Pero tú no eras de izquierda? Los españoles no pueden obligar a los katis. Antes ke de izquierdas soy realista. Tú, Preussen, te gustaría que Bayern nos dijera Aufwiedersehen? No es lo mismo. ¿Por ké no? Bávaros, katis, escoceses, bretones, somos todos europeos. No es lo mismo porke los bávaros no quieren irse y los katis, sí. Por eso es una cuestión interna de los españoles. Lo llaman "cuestión catalana" cuando es una "cuestión española". ¿Cual? Ke han conseguido una nación de la ke se quieren excluir unos grupos ke tb se consideran naciones. Bueno, nación x nación, tanto da. Sí, para ti. Pero no para ellos. Así ke van a la confrontación si Odín no lo remedia. Ese está en otros asuntos, como Rajoy, el presidente de los españoles. Sí, ke no se entera. Frau Merkel lo detesta. A Merkel aquí la odian. + ke allí. Monstruo neoliberal. Oye Otto, y la izquierda? Perdida en el marasmo. La Nationale Frage le parte el espinazo. ¿No dice ke la cuestión nacional es una cortina de humo para ocultar la gestión de las derechas? Klar. Pero la cosa national se impone. ¡Con lo ke le gusta a la Linke hablar del pueblo y de la Nation! Y a la derecha, mucho +. Y de los curas, Fritz, ni te cuento. Pero esos están también divididos, ¿no? Hay curas y hasta obispos catalanistas, vasquistas. Pues por eso te digo. Si hasta la Kirche está dividida. Oye, Otto, crees ke van a pagar lo que nos deben? Eso seguro, Fritz. Aunque tengan ke sacárselo del lomo a la gente a palos. Parece k va dura la cosa, no? Pero para ti es lo mejor. Jawohl. Puse anuncio en FB y vienen a verme x docenas con los diplomas en la mano. ¿Todos titulados? Todos. Ingenieros, médicos, economistas. Lo que queramos.
(La imagen es una foto de The Next Web, bajo licencia Creative Commons)

dilluns, 7 de gener del 2013

Decálogo del ladrón neoliberal.




  • Consigue el poder por mayoría absoluta, aunque sea mintiendo como un bellaco.
  • Baja los impuestos de todo tipo a los ricos. Descapitaliza el Estado.
  • Di que el Estado del bienestar es insostenible y cierra todos los servicios público que puedas.
  • Privatiza todo lo público para tus amigos y chupa luego del bote al volver a la vida civil.
  • Encarece todo lo que no puedas privatizar ni cerrar y habla de sacrificios.
  • Enchufa en la administración a toda tu familia, amigos, agentes y espías de tu partido.
  • Financia tus elecciones con dinero público y la ayuda de tus cómplices delincuentes.
  • Saquea el fondo de reserva de las pensiones cuando ya no puedas bajarlas más.
  • Malvende el resto y deja un pufo para los próximos 30 años.
  • 10º No olvides pagar el óbolo a la iglesia, su comisiön: un porcentaje de lo robado.
  • Cómo nos roban.

    El 4 de enero de este año, el Wall Street Journal (WSJ) publica un artículo titulado España recurre al fondo de reserva de las pensiones para comprar su propia deuda. Está en inglés. Quien quiera una versión española, puede acudir al blog de Armak de Odelot, con una entrada titulada España saquea el 90% del Fondo de Seguridad Social para comprar su propia deuda, que trae una versión del artículo del WSJ aunque, al estar traducida por Google, a veces no se entiende gran cosa. El asunto es bien sencillo: después de prometer que jamás tocaría las pensiones y después de tocarlas a la baja (aunque diciendo lo contrario) el gobierno ha esquilmado el fondo de reserva de la seguridad social, utilizándolo para los más diversoso menesteres. Queda menos del 10% de los 65.000 millones de la reserva. Es un atraco en toda regla y a la chita callando a los pensionistas, cuyo futuro se ensombrece aun más si cabe. Según el gobierno no hay ningún problema, los fondos están garantizados por la deuda española que cada día vale menos y está a punto de desplomarse. No la deuda, sino la capacidad de pagarla. Y entonces habrá quita y adiós el fondo de reserva de la Seguridad Social, eso que no es el Estado cuando al Estado le va bien pero sí lo es cuando le va mal. Un robo en toda regla a los pensionistas.
    El otro atraco de miles de millones es el rescate de la banca con dinero público. Aquí el desfalco es en bastantes casos por partida doble porque muchos de quienes han de sufragar el rescate de la banca con sus impuestos son aquellos a quienes esa misma banca ha arruinado.
    La enorme evasión de impuestos es otro latrocinio en forma de lucro cesante de la colectividad. Los impuestos evadidos al Estado, en miles de millones, son impuestos pagados por quienes no los evaden. Es decir miles de millones que están obligados a pagar porque los otros no cumplen. No solo no cumplen; el Estado los protege, los amnistía, no los persigue y se niega a dar publicidad a sus nombres.
    Las privatizaciones son lo mismo: formas más o menos disimuladas de hurtar el dinero a la colectuvidad. No son tan solo muestras de la corruptela de la puerta giratoria entre la política y la empresa. No se limitan a casos especialmente escandalosos por lo inmoral, como el del fichaje de Rato por Telefónica, la empresa privatizada por él. Van mucho más allá. En las privatizaciones de la sanidad pública y la gestión privada de los hospitales en Madrid se está hipotecando la Comunidad por los próximos treinta años. Es una práctica perversa la de ahorrar dinero hoy para transferir su pago a los gobernantes y las generaciones posteriores. Y eso sin contar con que es falso que la gestión privada ahorre. Al contrario (a la vista está en Manises y en Collado Villalba) es mucho más gravosa para el erario público. Pagamos más por servicios peores. O sea, más robo. Privatizar es poner lo público al servicio de lo privado y en manos de unas empresas que actúan prácticamente como monopolios y monopsonios, con un único cliente, el Estado, del que viven, acogidas a esa intolerable práctrica de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.
    Todas las medidas del gobierno hasta la fecha son de saqueo de los ciudadanos: las subidas de impuestos directos e indirectos, de las contribuciones, de las tasas, de las matrículas, la imposición de nuevas exacciones como el doble pago de los servicios, la disminución de las becas, todo ello es sacar directamente a la gente el dinero del bolsillo. Atraco.
    Y a todo ello es preciso hacer frente con el salario congelado o mermado. Y eso, el que lo tiene.
    (La imagen es una foto de Images_of_Money, bajo licencia Creative Commons).

    diumenge, 6 de gener del 2013

    El país del silencio.

    Hace unas fechas, Susan George se despachó diciendo que los españoles somos ratas de laboratorio, a ver cuánto castigo aguantamos sin rebelarnos. La dama podía haber dicho algo menos malsonante a oídos hispanos. Debió de decir, sí, laboratory rats, que es, desde luego, "ratas de laboratorio". Pudo haber dicho Guinea pigs, más clásico en inglés y hubiera puesto al traductor en un aprieto y hasta obligado a elegir entre las dos formas castizas castellanas de cobaya o conejillo de Indias. Así tendría que haber traducido el "laboratory rats" para que no resultara tan desagradable. Pero, en fin, esto no tiene mayor importancia. Lo importante es la idea, compartida hoy por mucha gente y expresa con relativa frecuencia en los medios extranjeros: ¿cuánto están los españoles dispuestos a soportar antes de rebelarse? La pregunta enlaza con el viejo  mito de los españoles raza indómita, bravía, levantisca, difícil de sojuzgar.

    Mentira pertinaz. Somos un pueblo manso, sometido, servil. El pueblo del ¡Vivan las caenas! y el lejos de nosotros, etc. El pueblo del miedo. En alguna ocasión hemos respondido a la brava y nos han dado tal paliza que aún la recordamos. No obstante, aquella respuesta del 36 sirve para mantener vivo el mito de la raza impetuosa. Pero es un mito.  Preguntaba José Luis Sáez de Heredia a Franco al final de su biopic de 1964, Franco, ese hombre, si los españoles éramos tan difíciles de gobernar como se decía. Respondía el Invicto, en resumidas cuentas, que no. Se nos puede gobernar desde la ilegitimidad y no decimos nada. Se nos puede gobernar tras una guerra civil y una larguísima postguerra de terror o después de unas elecciones en las que se prometió lo contrario de lo que después se hizo. Resurge el miedo y no decimos nada. Somos el país del silencio.

    Parece mentira cuando la experiencia es la de una enorme algarabía con todo el mundo hablando al mismo tiempo, los políticos, los curas, los empresarios, los deportistas, los criminales, los policías, los homos, los heteros, los flautas, el gobierno, la oposición, los extranjeros, los plumillas, los opinantes, los blogueros, Palinuro; todo el mundo. Y nadie. Nadie a quien se conceda crédito. El gobierno carece de él y los demás, también, excepto, en cada caso, para sus muy fieles seguidores. Y eso es silencio. El silencio del miedo que produce hombres huecos.

    La página de diario de la imagen nos retrata: el silencio es la expresión de los hombres huecos que es como se han traducido los Hollow Men de Elliott. Además, curioso, abundan las máscaras de Guy Fawkes, como reverberando la segunda línea de la dedicatoria del poema, A penny for the Old Guy. Máscaras que hacen más pesado el silencio porque ocultan la identidad del que habla. Así que, como somos españoles y dados al silencio, acabamos haciendo lo que dice el poeta Vamos a tientas, juntos/Evitando hablar.

    Somos hombres huecos. El gobierno es de una oquedad alucinante y ni se esfuerza en parecer verosímil. Los curas no paran de decir dislates para evitar hablar de los acuciantes problemas reales de la gente. A nadie le importa un rábano en este momento con quién se casa el prójimo porque casi nadie puede casarse. Los catalanistas tocan a rebato detrás de Sant Jordi; los españolistas, de Santiago y cierran en orden de combate. Al rey le patinan las meninges de forma lamentable y está más interesado en parecer rey que en serlo. Una parte de la izquierda no sabe si salvar España, Europa o los 400€ de las prestaciones. La otra pretende congregar a la manada a base de consignas dispersas o de maximalismos. Los ecologistas por un lado, l@s feministas por otro, el 15M por otro más. Un guirigay ambiental en todo equivalente al silencio.El silencio de la nave de los locos.

    ¡Ah! No se debe caer en el pesimismo. El silencio también es sabio, es prudente, le pasa como al miedo: guarda la viña. No, no, la sabiduría del sabio de verdad, el Buda, vamos, el que no necesita de la palabra. Sí, es una forma de sabiduría que glorifica su propia miseria, esa sabiduría amarga del lema del famoso autorretrato de Salvator Rosa: cállate a no ser que lo que vayas a decir sea mejor que el silencio. Y ahí está el problema, en ese decir.

    (La imagen es una foto de TheAlieness GiselaGiardino, bajo licencia Creative Commons).

    dissabte, 5 de gener del 2013

    España, estado de corrupción.

    Según el barómetro del CIS de diciembre pasado, la corrupción ocupa el cuarto lugar en las precupaciones de los españoles, por detrás del paro, la crisis económica y los políticos. En realidad es el tercer lugar porque la preocupación por los políticos es, en el fondo, por su corrupción. Y llegará a primero de seguir las cosas así.
    Coincidiendo con el barómetro, Telefónica anunció ayer haber fichado a Rato como asesor para América Latina y Europa. Telefónica es una empresa privada gracias precisamente a Rato. Contratarlo ahora será legal, pero es inmoral. Como empresa privada, la moral le importa un rábano. Ella se debe a la rentabilidad y el beneficio. ¿Es rentable la contratación de Rato? En términos de imagen, desde luego, no. Su hoja de servicios está en muy negativo. Salió por pies y prematuramente del FMI y hasta la fecha no se saben las verdaderas razones. No sé qué importante revista extranjera especializada en estas cosas lo coloca entre los cinco peores administradores del mundo. Su gestión en Bankia ha sido un desastre y provocado la ruina de miles de personas; tanto que está imputado en un proceso penal por cinco presuntos delitos. ¿Imagen? Más bien contraimagen. Y, así, los beneficios se resentirán. Pero, al parecer no importa. Lo importante es pagar favores estilo mafioso. actuar según acuerdos y compromisos jamás públicos. La base de la corrupción. Pero esto es únicamente la punta del iceberg de la marca España. Ahí van otras partes de su cuerpo:
    • La declaración de ingresos de Cospedal, que suma varios sueldos públicos y semipúblicos no solo es inmoral en estos tiempos de empobrecimiento general (precisamente gracias a sus decisiones) sino que también podría ser ilegal. Obviamente, nadie ha explicado a la católica dama que las personas honradas predican con el ejemplo. Si es cierto, como dice el PSOE, que Cospedal oculta parte de sus ingresos en su declaración, a lo mejor acaba explicándoselo un juez.
    • De Álvarez Cascos se dice ahora que su nómina es de "estilo Cospedal". O sea, acumulación de sueldos. Álvarez Cascos incurre en esa fea costumbre de cobrar del partido y de la administración por el cargo que se ocupa en ella gracias a aquel partido pero, además, declara ingresos pintorescos como un pico cobrado de la Fundación FAES por actividades en esta de las que no hay pública constancia u otro por rendimientos "profesionales" y actividades privadas, como la presidencia de una empresa y cuya legalidad será preciso comprobar a la luz de la vigente Ley de Incompatibilidades que, en su artículo 14 dice que el ejercicio de actividades profesionales, laborales, mercantiles o industriales fuera de las Administraciones Públicas requerirá el previo reconocimiento de compatibilidad.
    • Madrid, Comunidad y Ayuntamiento, es tierra de la Gürtel, sembrada de corruptelas y en un ambiente de reparto de prebendas y enchufes francamente escandaloso. Ignacio González, Salvador Victoria (el consejero que criminaliza a los huelguistas del metro), Esperanza Aguirre, Ana Botella, etc., tod@s ell@s han enchufado o recibido enchufad@s (en formas de asesores, "libre designación" y otras mamandurrias) a una recua de parientes, allegad@s, amig@s, clientes y agentes para todo, estilo Mortadelo y Filemón. Ese Carromero, especie de funcionario del PP, al parecer, en Cuba, figura como "asesor" en el Ayuntamiento de Madrid, con un sueldazo, que pagamos todos los madrileños, de 50.000 euríviris. El partido no paga a sus agentes; los pagamos todos vía enchufe en la administración. La propia Ana Botella debe su cargo a una maniobra de enchufe conyugal.
    • Si nos vamos a provincias, Pérez Galdós empalidecería de envidia ante casos cumplidos de caciquismo al más puro siglo XIX; la dinastía de los Fabra en Catellón y la de Baltar en Ourense. Con sus toques de modernidad mediterránea, a lo Matas o lo Camps quienes, no limitaban su megalomanía a la compra de palacetes o la construcción de espantosas moles ciclópeas e inútiles sino que ascendieron en la escala social y entraron en tratos con la Real familia gracias a ese yerno que debe de ser la comidilla de todos los círculos aristocráticos del Continente. ¡Cómo será la corrupción en España que salpica hasta la Corona!
    • En el orden institucional, la corrupción es una epidemia, una marea. Por fin se anuncia una querella ante el Supremo contra los 63 diputados que cobran dietas viviendo en Madrid. Es una práctica detestable. Y afecta a varios ministros y al presidente del gobierno. Es posible que sea algo legal. Pero nadie negará que es inmoral, sobre todo en este tiempo, cuando se echa a la gente de sus casas a miles. Y la peor corrupción es precisamente esa, la que respeta la letra de la ley pero va contra su espíritu. Lo que, en definitiva, puede ser fraude de ley. Como lo del doble cobro del partido y de la administración cuando hay dedicación a tiempo completo a esta. Es imposible respetar instituciones tan llenas de corruptelas. Especialmente cuando desde esas instituciones, repletas de gente que está haciendo su agosto solo por tener el carnet del partido, se sisa a la gente del común de sus míseros sueldos, sus ahorros, sus pensiones.
    • Capítulo aparte las cajas, esas instituciones mixtas, público-privadas administradas por una mezcla de políticos codiciosos, empresarios sin escrúpulos y meros enchufados que se limitaban a cobrar una pasta por dar su aprobación a unas cuentas que han quebrado las cajas, han supuesto la ruina para miles de pequeños impositores o accionistas y han hundido el país. Y no eran uno o dos; eran decenas, un interminable desfile de individuos que se retiraban (o los retiraban) del desastre y se llevaban pluses, compensaciones, sueldos o pensiones estratosféricas. Un desfile reiterado, cotidiano, insultante.
    El paro, la crisis, son las primeras preocupaciones de los españoles. Pero la crisis española es producto de la corrupción española. Las autoridades están jugando con fuego en su actitud agresiva, tolerante con la corrupción e insensible a las consecuencias de su acción en una sociedad en donde cunde el descontento y la rabia. Y, hablando de fuego, hasta ahora, la gente se limita a prendérselo a sí misma. Puede llegar un momento en que se lo prenda a otros.

    divendres, 4 de gener del 2013

    La política o la vida.

    Los recientes casos de suicidios de personas desahuciadas o carentes de medios de vida son especialmente dramáticos. Apuntan a un estado general de ánimo mezcla de desesperación e ira. En esta situación, carente de perspectiva de mejora, cabe esperar cualquier cosa. Las movilizaciones de la primavera árabe comenzaron con un joven tunecino prendiéndose fuego en público. Aquí llevamos dos en dos días. Señalarlo no es sentimentalismo. Tampoco demagogia. Es decir la verdad. La política es cosa de palabras, de conceptos más o menos etéreos, confusos, ambiguos. Pero sus consecuencias concretas para la vida de la gente son terribles. Son la raya entre la vida y la muerte. Porque esto va en serio.
    En el reino de las palabras, de los conceptos, se habla de una situación de emergencia pero parece como si las desgracias acaecieran en otro planeta. Así se manejan tranquilamente, como moneda corriente, datos, cifras escalofriantes. El paro puede llegar a los seis millones. Menos de la mitad de los parados recibe algún tipo de prestación. Más de dos millones de familias, con todos sus miembros en paro. Entre uno y dos millones de personas, por debajo del umbral de la pobreza. Más de la mitad de los jóvenes está desempleada y el resto son precarios. Todos los indicadores, en negativo.
    Es una catástrofe cuya magnitud se aprecia justamente cuando se ve cómo afecta a la gente del común en su vida cotidiana. No en las estadísticas o informes sino en el trajín del día a día. Son los derechos de los niños pisoteados. Es la esperanza de futuro de la juventud robada. Es la frustración de las parejas desahuciadas. La autoestima de los parados, ultrajada. La dignidad de los dependientes, humillada. La expectativas de las mujeres, burladas. La confianza de los viejos, defraudada. La esperanza de vida, mermada. Y, en último término, el horizonte del suicidio. Son los casos concretos de millones de vidas: los jóvenes que no pueden emanciparse; los inmigrantes mal vistos por doquier y desamparados por los poderes públicos; los autónomos obligados a darse de baja; los pequeños empresarios, a cerrar sus negocios; las maltratadas, maltratadas igualmente por los poderes que debieran protegerlas. Es la infinidad de casos de la vida cotidiana, convertida en un fardo cuyo peso acrecienta la colusión entre el poder y la riqueza en un sistema político minado por la corrupción. Algo de lo que los gobernantes ni se percatan. Pero no ya solamente gente como Cospedal que hace pública ostentación de fe en una religión cuyo fundador condenaba todo lo que ella hace y dice. Ese es uno de los casos más escandalosos, pero sucede con todos los políticos. Para ellos, las gentes no somos personas. Somos votos.
    En el caso de la derecha esa indiferencia suele darse por descontada. La gente hace su vida en el mercado. Allí van a parar los salarios, el paro, los contratos, los desahucios, las hipotecas, los créditos, las rentas, los planes, todo. Y el Estado no debe meter sus narices en el mercado salvo para garantizar que reciban su merecido quienes, creyéndose perjudicados, protesten algo más de la cuenta.
    En la izquierda el asunto aparece más confuso. La parte mayoritaria de ella, la socialdemocracia, da la impresión de haberse tragado más de la mitad del discurso de la derecha y, para el resto, quiere articular propuestas teóricas que tampoco tienen en gran cuenta las vicisitudes reales de la gente. La parte minoritaria presenta mayor tendencia a conectar con esas vicisitudes. Pero está muy ocupada en anatematizar a su fraternal enemiga y en consolidar un proyecto unitario en torno a una identidad de izquierda que no acaba de cuajar. Y no acaba de hacerlo porque su práctica parlamentaria, institucional, le impone unos límites obvios en el discurso con lo que este resulta confuso.
    En esa confusión de la divisoria tradicional de la política en izquierda y derecha resurgen los discursos prepolíticos, con resonancias prefascistas, el de no somos de izquierdas ni de derechas del nuevo populismo. Igual reza con los nacionalismos (todos, el español también), otro territorio pretendidamente exento de la divisoria porque el supremo interés de la Patria así lo exige.
    Los políticos, a su vez, son lo que son sus líderes. Dan de sí lo que sus líderes dan. Rajoy y Rubalcaba comparten la puntuación más baja en la confianza de sus conciudadanos. Probablemente esto les dé un sentido de fraternidad. Pero es un hecho: al cabo de un año la gente no cree que ninguno de los dos tenga capacidad para desempeñar sus tareas, el uno en el gobierno y el otro en la oposición. Ya fueron el otro gobierno y el uno oposición en la legislatura anterior y tampoco lo hicieron de cine. Pero, claro está, ninguno de los dos quiere moverse. Esas son cosas que se deciden cada cuatro años. Entre tanto, ancha es Castilla.
    Lo característico de esta situación, lo más revelador, es la creciente capacidad de autoorganización de la gente al margen de las instituciones y de quienes las administran que tampoco se ocupan de ella. Viene facilitada por las redes sociales y tiene una sorprendente capacidad de movilización. La resistencia del personal sanitario a la política de privatizaciones no está movida por los partidos. Las redes se autoorganizan, buscan la manera de frustrar los atropellos del poder de forma concreta y práctica. Ahora reconocen las autoridades que cobraron 2,3 millones de euros de más a los jubilados a cuenta del infame repago impuesto por la ministra analfabeta. Por eso está bien que haya ya un protocolo para quienes no quieran pagar el nuevo atraco del euro por receta decretado por el valet de Eurovegas.
    ¿Hasta dónde puede llevarnos esta reacción social espontánea? No lo sabemos. No conviene hacerse ilusiones. Pero tampoco minusvalorar la capacidad de respuesta de la gente.
    (La 1ª imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público. La 2ª es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia Creative Commons).

    dijous, 3 de gener del 2013

    Colgado del rescate.

    Nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste el famoso rescate. Unos lo quieren y reclaman con insistencia, como los bancos y las empresas, otros lo rechazan de plano, como la oposición y los sindicatos y otros, como el gobierno, lo postergan cuanto pueden aunque afirman que es una buena solución. No será tan buena cuando lo retrasan sin dudarlo un instante. La política española gira en torno al rescate, objeto de la conocida dialéctica de Rajoy de decir una cosa y su contraria acto seguido.
    La política española se decide en Berlín y en Berlín este año tocan elecciones. El cálculo de Rajoy es muy simple. Consiste en hacer los deberes, como dios manda, con sentido común, de modo previsible y sin improvisaciones ni ocurrencias y quedarse quieto a esperar el resultado de las elecciones al Bundestag en el otoño, a ver qué mandan los alemanes, que vienen siendo unos dioses más cercanos. De momento no necesitamos el rescate, pero podemos necesitarlo. No es mucho decir, pero menos da una piedra que prablemente tendrá más seso que el señor presidente.
    Entre tanto el desmantelamiento del tejido industrial español solo es equiparable en velocidad al desmantelamiento de las instituciones del Estado del bienestar y todo ello adobado con un retorno ideológico en la educación a los tiempos de la Cruzada.
    El comportamiento de la derecha es muy revelador. Su discurso es de emergencia nacional pero su práctica es la contraria. En una emergencia nacional se busca la alianza con la oposición para tener un amplio respaldo social y, desde luego, no se aprovecha para hacer cambios ideológicos en aspectos que no tienen nada que ver con la emergencia. No se aprovecha para hacer trampas.
    La cuestión es si la población puede aguantar diez meses más sometida a continuas agresiones, a recortes de ingresos, nuevos gravámenes e imposiciones ideológicas de la más rancia derecha nacionalcatólica. Hay un sentimiento generalizado de frustración e irritación que puede dar lugar a situaciones difíciles. El hombre que se prendió fuego ayer ante un hospital de Málaga es un indicador de los sentimientos populares. Se recordará que la primavera árabe se inició con un episodio similar en Túnez.
    Pero Rajoy parece dispuesto a someter el país a ese tenso compás de espera de diez meses en los que puede pasar de todo. Es una apuesta muy fuerte jugando con la vida de los demás. Supongo que Rajoy tendrá pensado dimitir si, a pesar de todo, hay rescate. ¿O quizá sea entonces cuando convoque un gobierno de unión nacional, de los de amplia base?

    (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

    La moda y el marqués de Cerralbo.

    Palinuro se siente a veces como Mesonero Romanos que, además, se llamaba Ramón, y se echa a las calles de ese Madrid, destartalado poblachón manchego, en busca de emociones. Y vaya si las hay. El ministerio de Educacion y Cultura apadrina una exposición titulada La moda es sueño. 25 años de talento español. Ya en el título ruge el león patrio: talento español. En otro lugar se habla de la inevitable marca España. Son las consignas del poder que tienen tanto que ver con la realidad como un cuento de Andersen. La iniciativa debe de venir de las dos comisarias, Isabel Vaquero y Lucía Cordeiro, dos damas a quienes no conozco pero a las que auguro brillante porvenir. La idea es simple: distribuir por todas las salas del fabuloso museo Cerralbo maniquíes ataviados con las creaciones más brillantes de l@s modist@s españoles de postín en los últimos 25 años.
    Las gentes de ánimo ortodoxo se escandalizarán al ver cómo se mancilla el solemne espíritu del palacio, la severidad de la mayor parte de su pintura, la gravedad de sus armaduras, la solemnidad del comedor, la suntuosidad de la sala de baile o la seriedad de la biblioteca. Pero, en verdad, es una muy buena idea. Los maniquíes no molestan nada, están muy bien integrados, parecen un grupo de visitantes algo desperdigados, procedentes de la estratosfera y que uno va encontrándose por las salas. Además, atraen a un montón de gente, lo que siempre es bueno para la cosa de la cultura, pues algo se nos pegará. Nunca había visto tan concurrido el Cerralbo. Éramos dos tipos de visitantes claramente diferenciados, quienes íbamos a ver el museo y quienes iban a ver la moda. Debíamos de interesarnos mucho porque no dejábamos de mirarnos mutuamente. Los de la moda parecían más bien figurines y los del museo debíamos de parecerles a ellos aldeanos.
    Tampoco es para ponerse exquisito. El museo Cerralbo es muy original porque en él se funden el continente con el contenido. Y no es propiamente un museo porque todo cuanto hay en él le pertenece, forma parte del palacio como lo hizo construir sobre sus propios planos el marqués de Cerralbo en la esquina de Ventura Rodríguez con Juan Álvarez Mendizabal, para dar cobijo a sus colecciones de monedas, de lienzos, de libros, de armaduras, de objetos extranjeros procedentes de sus viajes y algunos exóticos, del extremo oriente, adquiridos en París. La casa no tiene más espíritu que el que pueda tener una casa aunque, claro, construida y equipada con un lujo sin parangón en Madrid, salvo las estancias reales o, supongo, el palacio de Liria. Los maniquíes están ahí tan ricamente y hasta alegran un poco ambientes agresivos, como la sala de armas.
    Este marqués de Cerralbo, un carlistón empedernido, actuaba como un representante del pretendiente en la corte. No sé si era de un carlismo más o menos montaraz, pero anduvo conspirando contra don Cándido Nocedal, si bien se mantuvo fiel a la causa hasta la primera guerra mundial. Era hombre muy culto, incluso versificaba, Hizo una edición de sus poemas que tuvo el muy aristocrático detalle de hacer editar póstumamente. Era numismático, criador de reses, entendido en pintura y en artes menores como la cerámica o la armería. Fue asimismo aficionado a la arqueología. Pero sobre todo fue coleccionista, acaparador, voraz coleccionista. Le gustaba vivir en un museo y se hizo construir una casa museo, literalmente abarrotada de jarrones, bargueños, columnas, armaduras, panoplias, sofás, sillones, cornucopias, relojes, vitrinas. El cristal de Murano, la porcelana de Sajonia, la de Sèvres, los salones imperio, la chinoiserie. Todo abigarrado y algo atosigante. Pero, en fin, era su casa.

    dimecres, 2 de gener del 2013

    Novedades en el escándalo Cospedal.

    A Cospedal está saliéndole el tiro por la culata. Publicó su declaración de ingresos y bienes a regañadientes el día 31 de diciembre en la esperanza de que, no habiendo periódicos el 1º de enero, no se hablara mucho de ella que, como se sabe, es un escándalo, el que suscita una politica que predica austeridad, pide a los demás que se aprieten el cinturón, les quita los salarios, rebaja y recorta todas las prestaciones, mientras ella se lo lleva crudo a casa: 158.000€ netos, 205.000€ brutos anuales procedentes de varias pagas, todas ellas públicas y que plantean dudas sobre su legalidad, aunque ninguna sobre su moralidad: son profundamente inmorales.
    Le falló la maniobra porque no contó con las redes sociales que se han encargado de mantener viva la llama de la indignación popular ante este abuso y presionan a los medios y representantes de otras fuerzas políticas y autoridades en petición de que se actúe en el caso, se exijan explicaciones a la interesada y se tomen las medidas pertinentes. Porque, según pasan las horas va viéndose que lo turbio y oscuro de la declaración no está solamente en la fecha de la presentación. El contenido tampoco está claro ni mucho menos, como advierte Escolar en una entrada de Escolar.net titulada las trampas en la declaración de la pluriempleada Cospedal y cual ya advertía asimismo Palinuro en su entrada del lunes, ese escándalo llamado Cospedal. Definitivamente, las cuentas de Cospedal no están claras y piden a gritos explicaciones y la correspondiente investigación.
    Porque resalta igualmente otro dato de la peor calaña. Al parecer, la dama declara que el cigarral de Toledo valorado en más de dos millones de euros procede de una donación. Si no consta la identidad del donante, la donación es secreta. Un político en activo no puede bajo ningún concepto recibir donaciones, especialmente secretas. La interesada está obligada a aclarar ipso facto la identidad del donante, en cuánto se evalúa la donación y qué contrapartidas lleva aparejadas, si las lleva.
    El PSOE clama contra el sueldo de Cospedal, exigiendo que esta se explique y aclare todos los puntos oscuros del asunto. Si es así, que espere sentado. No basta con clamar. La señora no dará explicación alguna sino, siguiendo las enseñanzas de su maestro Rajoy, la callada por respuesta en espera de que pase la tormenta.
    La única posibilidad real de que Cospedal explique su actuación y aclare si sus muchos sueldos son o no compatibles, si se ha saltado o no la ley y si la famosa donación del cigarral lleva gato encerrado en detrimento de los ciudadanos o no es emplazarla a que lo haga ante los tribunales. Con todos los datos en la mano, el PSOE o quien esté legitimado para hacerlo, debe acudir a la justicia y presentar la correspondiente denuncia contra una gobernante sobre la que se ciernan densas nubes de sospecha en cuanto a la legalidad de su actuación. Respecto a la moralidad, ya se ha dicho, ni una: es profundamente inmoral.

    300 presuntos ladrones.

    La información de 20 Minutos sobre esos más de 300 políticos imputados en causas judiciales por corrupción que se encuentran en todos los niveles de la administración y pertenecen a casi todos los partidos políticos da idea de que la corrupción es un rasgo determinante del sistema político español actual. Más aun si se recuerda que los casos detectados suelen ser solo una fracción de los consumados. En cuanto a los niveles, la administración local ostenta la mayoría de ellos, pero no los más importantes en cuantía. La administración autonómica y la nacional los presentan de cantidades millonarias y mucho escádalo mediático. En cuanto a los partidos, si todos están en el ajo, la mayor parte afecta al PP por razones estructurales, por su concepción paternalista, clientelar, patrimonial y caciquil de la política. El caso Gürtel en su ramificación madrileña y valenciana debería haber provocado una cascada de dimisiones. Pero no fue así.
    Eso es lo peculiar con la corrupción en España, un grado de tolerancia muy alto. Poco a poco se abre camino la idea de que la corrupción es en gran medida responsable de la crisis. En los barómetros, por ejemplo el del CIS de octubre de 2012, ocupa ya el cuarto lugar en orden de procupaciones, por detrás del paro, los problemas económicos y los políticos. Sin embargo y en esto coinciden los estudiosos, no pasa factura electoral. Estando imputado y pendiente de comparecencia, Camps acrecentó su mayoría absoluta y en las elecciones del 20N en España la corrupción no contó nada.
    Sin embargo está presente a todas horas. En los casos identificados, siempre supuestamente, claro, de Urdangarin, Matas, Fabra, etc y en los no identificados, pero también a la vista, los evasores de capitales, los defraudadores al fisco. Son estos no identificados, en ocasiones, porque el propio gobierno quiere. El ministro de Hacienda dice tener una lista con los nombres de los evasores en cuentas suizas, pero se niega a hacerla pública, lo cual podría equivaler a un encubrimiento de delito.
    Hay, en efecto, mucha tolerancia social hacia la corrupción. Viene de antiguo. Ya se sabe: Lazarillo de Tormes, la picaresca, el caciquismo, el clientelismo, el franquismo y sus secuelas actuales. Es opinable si la señora Cospedal, con sus múltiples sueldos públicos, entra en la categoría o no. Desde luego, tratándose de una política que ordena a sus gobernados apretarse el cinturón y les merma sus ingresos, su posición es moralmente insostenible. Y es cuestión de aclarar si también lo es jurídicamente.
    La tolerancia debe acabar. Solo así se podrá abordar el problema de esos comportamientos escandalosos en los últimos tiempos por parte de los directivos de las cajas y entidades de crédito. Indemnizaciones, pluses, sueldos, pensiones multimillonarios para el personal que ha llevado a la quiebra al sistema de cajas y, de paso, ha ocasionado la fantástica crisis española que, siendo a la mundial lo que la zarzuela a la ópera, ha dado al traste con el país. Esa actuación tiene toda la pinta de ser delictiva. Hay muchos ya maliciosamente perjudicados, aparte del daño al conjunto de la sociedad, para que los responsables no respondan judicialmente. Un somero repaso a las incidencias de las cajas españolas y las administraciones de las que dependían, augura que se agotaría la panoplia de delitos del código: prevaricación, fraude, malversación, cohecho, etc., etc.
    Si lo miramos bien quizá los presuntos ladrones no sean 300 sino 3.000. O más.
    Mientras esto siga así y la tolerancia/complicidad social con la corrupción se vea correspondida por la tendencia del gobierno a indultar a delincuentes económicos no veo cómo dejará de ser esta la marca España.

    Los eternos preguntones.


    Carlos Fernández Liria (2012) ¿Para qué servimos los filósofos? Madrid: La Catarata.


    Una pregunta encabeza este libro, lo cual es muy propio de los filósofos quienes, como los científicos, son seres específicamente inquisitivos. Y, de preguntar, empezar por uno mismo. ¿Para qué sirven los filósofos? Para hacer preguntas, algo constitutivo de los seres humanos. Así es este libro, una serie de preguntas saltando aquí y allá a lo largo de unos capítulos no escritos con una unidad de sentido, sino recogidos en un volumen con diversa procedencia. Tiene pues algunos (pocos) de los vicios de este género y algunas (muchas) de sus virtudes. No es reiterativo y, en cambio, es muy variado, siempre dentro de la mirada filosófica. El socorrido hilo conductor lo proporciona la lucha contra el plan Bolonia en donde el autor viene siendo muy activo desde 2000. Bolonia es la destrucción de la Universidad humboldtiana e implica el retorno a una oscurísima Edad Media (p. 139). Palinuro coincide y le llama la atención ese recurso a la nueva Edad Media que nos acecha. Viene a ser una idea parecida (aunque de otro signo) a la de Alain Minc en su libro de ese título, La nueva Edad Media, de 1993. Y los dos recuerdan la célebre obra de Nicolás Berdiaeff, aunque, para este, la nueva Edad Media, lejos de ser oscurísima era brillantísima. La Edad Media como metáfora.
    Pero el libro va mucho más allá y mucho más acá del combate antibolonio. Hay en él otro tipo de temas muy sugestivos que, al aparecer y desaparecer a lo largo del texto, es preciso reorganizar, con el consiguiente riesgo de interpretar mal
    ¿Para qué sirve la filosofía? Para nada y para todo. Para gobernar a los hombres y, a través de ellos, el mundo. Así se sigue del brillante y original capítulo sobre el proceso de Sócrates quien habla aquí, no por boca de Platón, sino del propio autor. La pretensión de la filosofía se justifica por su uso de la razón, de la razón pura, desinteresada, exenta de contaminaciones histórico-culturales. Una razón de inmediato asimilada a la Ley por sus caracteres de abstracción, universalidad y generalidad (p. 55) Lo propio del Estado de derecho, identificado con la respuesta a la eterna cuestión de la filosofía política sobre la mejor forma de gobierno. Fernández Liria lo tiene claro: el Estado de derecho con tres notas concomitantes de división de poderes, publicidad en el sentido kantiano, e inmunidad de los representantes parlamentarios, "artilugios institucionales" (p. 44). El imperio de la ley se da por supuesto.
    El problema de esta forma política es su coexistencia con el capitalismo (p. 72) que viene a ser entendido como el triunfo de la burguesía frente a los ideales de la Revolución francesa y taxativamente condenado como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99).
    En el análisis de la Ilustración, Fernández Liria señala que el requisito para la independencia civil en el Estado de derecho imaginado por los iusnaturalistas es la propiedad. Esta es la prueba de la verdad o falsedad del orden político. No siendo la propiedad universal, la consecuencia es el sufragio censitario, modo crudo de consagrar la desigualdad de los seres humanos precisamente con aquello que los hace tales. Locke sostenía que los tres derechos naturales esenciales a todo ser humano eran la vida, la libertad y la propiedad. Que eso de la propiedad lockeana es peligroso se delata en que su seguidor, Jefferson, no la incluyó en los derechos de la declaración de independencia que pasaron a ser: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Hasta la libertad podía quedarse en una declaración firmada por propietarios de esclavos, pero no la propiedad.
    Tema conflictivo el de la propiedad. Si no lo he entendido mal, el autor propone resolverlo universalizándola mediante criterios posibilistas, tipo Tasa Tobin o renta básica (p. 79). En la medida en que el Estado es pensado, como siempre y, desde luego, desde Hegel, como el único interesado en la universalidad de estos propósitos de la ley y la razón, corresponde hoy a los trabajadores, a los asalariados, defenderlo frente a los ataques de la burguesía neoliberal que apunta a la nueva Edad Media (p. 47), la selva de las privatizaciones. Ese tipo ideal de Estado de derecho no es compatible con ninguna forma de conquista partidista del Estado, ni siquiera de la del partido de uno mismo si lo tuviere. Identificado el Estado con el derecho, su empleo partidista equivale al uso de una justicia partidista, esto es, una contradicción en los términos, un oxímoron.
    No sé si, a fuerza de coincidir con el autor, le atribuyo intenciones que no tiene, pero detecto en su punto de vista una forma de razonar que precisamente trato de exponer en una obra de próxima aparición. Una forma de razonar que se abre paso con otra pregunta: ¿se equivocó la izquierda al entender que debía "superar" la Revolución francesa? Sin duda el capitalismo consagra una especie de traición de los ideales de la revolución imponiendo ese sistema que el marxismo critica con la dualidad democracia formal/democracia real. Pero, a su vez, aquí viene lo interesante del punto de vista del autor, el marxismo cometió el grave error de aceptar los vicios del capitalismo (p. 94), con aberraciones como la del "hombre nuevo" (p. 47) para acabar produciendo una forma de totalitarismo (p. 96). Imagino que se refiere más especialmente al comunismo. Pero la crítica es, desde luego, formidable para venir de quien se considera a sí mismo "comunista antisistema", si estoy en lo cierto.
    De ser correcta esta interpretación, desde luego lo imperativo es volver a los ideales de la Revolución francesa. Es mi punto de vista, rehacer el camino, no tirar al niño con el agua sucia. Cuando un ideal se falsea, la culpa no es del ideal sino de quien lo falsea. La falta de respeto a los derechos humanos no es un argumento en contra de los derechos humanos. Así que también aplaudo su recuperación de la idea ilustrada del progreso como una victoria frente al tiempo (p. 86). Este es válido incluso en el problemático sentido moral. Su confianza en el derecho lo lleva a negar el relativismo. La prohibición de la esclavitud y el avance del feminismo son pruebas objetivas del progreso. Ello sin ignorar que puedan producirse retrocesos, incluso muy pronunciados. Él mismo predice uno con la nueva Edad Media.
    Ya no me resulta tan convincente la reiterada condena del capitalismo como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99). No porque se contradiga el canto que hace Marx al capitalismo en el Manifiesto como gran liberador de fuerzas productivas y avance sino porque, no habiendo sido capaces los anticapitalistas de procurar un orden social más libre que los capitalistas, la afirmación de que el capitalismo es el mayor obstáculo a la libertad solo puede sustentarse en una convicción de futuro, en una ideología. Cierto que el capitalismo ha posibilitado la extensión de esas instituciones en las que el espíritu objetivo hegeliano facilita la libertad, pero lo que hoy está en marcha es un proceso de destrucción de lo avanzado (p. 115). Cabe imaginar qué pensaremos de la situación si decidimos que el mercado es el cerebro de la totalidad hegeliana (p. 115) y, al mismo tiempo le otorgamos la condición de demente. Suena aquí la idea de la anarquía del mercado pero el hecho es que, demente o anárquico, injusto y cíclicamente catastrófico, el mercado garantiza la existencia de los órdenes sociales mientras que las formas de organizar la producción al margen de él, no lo han conseguido. Por eso, el problema de la relación del capitalismo con la libertad es complicado.
    Desde luego puede compararse la privatización neoliberal con un nuevo feudalismo. Todo relaciones entre privados. Bolonia es un ataque directo a la Universidad como servicio público que se debe, no a la sociedad, sino a la verdad. Privatizarla es un suicidio; algo tan absurdo como privatizar la justicia (p. 149). Sin embargo, hasta esto está en recámara. No tanto la actividad judicial en sí (aunque el encarecimiento de las tasas es una forma de privatización) como otras acividades de la administración de justicia, cual los establecimientos penitenciarios. Los anarcocapitalistas probablemente los pondrían en pública subasta. O sea, los externalizarían. Puede ser un negocio tener mano de obra barata en un penal. Así que el proceso de privatización de la Universidad es un frente de batalla abierto.
    El ataque a la Universidad pública es, en el fondo, un ataque a la función pública. Fernández Liria analiza agudamente cómo la condición de funcionario, con el colofón de la libertad de cátedra es lo que da a estos la libertad. La libertad es posible con seguridad en el empleo (p. 119). Esa faceta es la que la privatización pretende romper para someter la crítica y el espíritu libre a la ignominia de la incertidumbre y el miedo al futuro que convierte a unos hombres en dependientes de otros, lo cual es la base de la tiranía como algo opuesto a la obediencia a la ley que es la base de la libertad, según recordaba Rousseau. Esa convicción es la que lleva a muchos neoliberales a propugnar la abolición de la tenure, estadounidense, esto es, la seguridad en el empleo del profesrorado universitario El odio neoliberal al Estado es el odio a esa condición exenta de los funcionarios y así, mientras la izquierda pretende extender la condición funcionarial a toda la sociedad como base de seguridad generadora de libertad, la derecha pretende eliminarla, reduciendo a la mayoría de los seres humanos a la condición de inseguridad y dependencia de los caprichos del amo o las fuerzas ciegas del mercado.
    Paso por alto, pues no puedo eternizarme, algunas interesantes elaboraciones sobre los ideales universales de lo bello, lo bueno y lo justo y otras sugerencias. Es un libro valioso, lleno de ideas y de preguntas que invitan a la reflexión y a la respuesta.