Nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste el famoso rescate. Unos lo quieren y reclaman con insistencia, como los bancos y las empresas, otros lo rechazan de plano, como la oposición y los sindicatos y otros, como el gobierno, lo postergan cuanto pueden aunque afirman que es una buena solución. No será tan buena cuando lo retrasan sin dudarlo un instante. La política española gira en torno al rescate, objeto de la conocida dialéctica de Rajoy de decir una cosa y su contraria acto seguido.
La política española se decide en Berlín y en Berlín este año tocan elecciones. El cálculo de Rajoy es muy simple. Consiste en hacer los deberes, como dios manda, con sentido común, de modo previsible y sin improvisaciones ni ocurrencias y quedarse quieto a esperar el resultado de las elecciones al Bundestag en el otoño, a ver qué mandan los alemanes, que vienen siendo unos dioses más cercanos. De momento no necesitamos el rescate, pero podemos necesitarlo. No es mucho decir, pero menos da una piedra que prablemente tendrá más seso que el señor presidente.
Entre tanto el desmantelamiento del tejido industrial español solo es equiparable en velocidad al desmantelamiento de las instituciones del Estado del bienestar y todo ello adobado con un retorno ideológico en la educación a los tiempos de la Cruzada.
El comportamiento de la derecha es muy revelador. Su discurso es de emergencia nacional pero su práctica es la contraria. En una emergencia nacional se busca la alianza con la oposición para tener un amplio respaldo social y, desde luego, no se aprovecha para hacer cambios ideológicos en aspectos que no tienen nada que ver con la emergencia. No se aprovecha para hacer trampas.
La cuestión es si la población puede aguantar diez meses más sometida a continuas agresiones, a recortes de ingresos, nuevos gravámenes e imposiciones ideológicas de la más rancia derecha nacionalcatólica. Hay un sentimiento generalizado de frustración e irritación que puede dar lugar a situaciones difíciles. El hombre que se prendió fuego ayer ante un hospital de Málaga es un indicador de los sentimientos populares. Se recordará que la primavera árabe se inició con un episodio similar en Túnez.
Pero Rajoy parece dispuesto a someter el país a ese tenso compás de espera de diez meses en los que puede pasar de todo. Es una apuesta muy fuerte jugando con la vida de los demás. Supongo que Rajoy tendrá pensado dimitir si, a pesar de todo, hay rescate. ¿O quizá sea entonces cuando convoque un gobierno de unión nacional, de los de amplia base?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).