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diumenge, 3 de febrer del 2013

¿Por qué no despega el PSOE?

El sondeo de Metroscopia en El País de hoy es un mazazo para los dos partidos dinásticos, en caída libre hace meses. El PP pierde más de veinte puntos (de 44,6% en noviembre de 2011 a 23,9% en febrero 2013) y aun parece poco a la vista del cúmulo de escándalos, embustes, abusos, torpezas, estupideces y latrocinios que ha protagonizado en el último año. Y eso que la encuesta está hecha, supongo, antes de que los los papeles de Bárcenas señalaran que el político más veterano en pillar sobres en negro fue Rajoy, pero que tod@s ell@s están en la pomada. Incluso la virago de Castilla La Mancha y su señor marido hombre de procelosas actividades empresariales.

Pero eso era de esperar. Si robas y te pillan es poco probable que subas en el aprecio popular. Lo extraño es que, a pesar del desastre sin paliativos de un gobierno sospechoso de corrupción desvergonzada y comprobada inutilidad para nada que no sea amargar la vida a todo el mundo excepto los ricos y los curas, los socialistas no levanten cabeza. Al contrario, siguen perdiendo, (desde el 28,7% en noviembre de 2011 al 23,5% de hoy), cinco puntos. En otro momento hablaremos de IU y de UPyD, ahora, al parecer también pringada en los papeles barcénigos y con la peor de las sospechas. En cuanto al PSOE, ¿por qué no sube? ¿Por qué no se beneficia no ya de la desafección de los ciudadanos sino de su claro rechazo y desprecio a un gobierno de prepotentes? ¿Por qué no adelanta a un partido que lleva más de un año imponiendo austeridad y recortes a golpe de decreto mientras, según parece, su presidente y altos cargos roban, expolian hace años el erario público y han tejido una red de enchufes, corruptelas, caciquismo y despilfarro de proporciones bíblicas? Analizando el asunto con la objetividad y prudencia que la situación requiere, se me ocurren seis razones:

Primera. La herencia recibida. Este PSOE está lastrado por el peso muerto del derrumbe zapateril en la legislatura pasada y no ha sido capaz de transmitir una imagen de cambio y renovación. Sus promesas de tomar tales o cuales medidas se han estrellado siempre con la sorna popular cuando se les dice que tuvieron siete años para llevarlas a la práctica y no lo hicieron. Y es verdad. El PSOE dice ahora que quiere ir a una verdadera separación de la Iglesia y el Estado, por ejemplo. ¿Cómo creerlo cuando fue él -no otro, sino él mismo- quien subió la asignación anual que la Iglesia parasita a los ciudadanos a través del IRPF y quien aparcó sine die la Ley de Libertad Religiosa? ¿Por qué hemos de creerle ahora que no puede si cuando pudo no lo hizo? ¿Qué ha cambiado fuera del hecho de haber perdido unas elecciones por goleada? Solo la acuciante necesidad que los sociatas suelen formular de, dicen, recuperar la confianza de los ciudadanos. Catorce meses después siguen sin saber cómo hacerlo.

Segunda. El estilo de la oposición. Desde el principio de la derrota Rubalcaba se obstinó en aplicar las fórmulas zapateriles que llevaron al PSOE a la victoria en 2004 y 2008, de forma mecánica, sin variantes, sin darse cuenta de que el discurso, entonces acertado y muy eficaz, de la calma, la serenidad, la responsabilidad, la visión de Estado, la cortesía, etc era invención de otro y a él le tocaba aportar su impronta propia. Pero no la tiene y lleva catorce meses de inactividad, sin relevancia, casi sin visibilidad, repitiendo melopeas sin interés, ofreciendo pactos hasta para jugar a las tres en raya y desanimando y desmovilizando a su propia gente mucha de la cual, como se ve en el sondeo citado, se refugia en la abstención. La oposición responsable es un rotundo fracaso no porque el nombre sea inadecuado, pues es muy oportuno, sino porque no contiene nada. Por oposición responsable hasta ahora se entiende una oposición fundada en una oferta de pactos permanentemente ignorados por este gobierno de badulaques ensoberbecidos y sospechoso de corrupción y mangoneo hasta las cejas.

Tercera. La personalidad de Rubalcaba. El secretario general -que fue buen ministro y es buen segundón- no tiene fibra de líder. Carece de arranque, de impacto, de ideas. Su respuesta a los imprevistos es siempre atona, gris, previsible. Nunca responde con rapidez y contundencia y sus reacciones son un penoso zigzag de vuelo bajo, cuando no meteduras de pata. Veinticuatro horas antes del estallido del caso Bárcenas, estaba ofreciendo el enésimo pacto al PP en contra de la corrupción; es decir, un partido al que el PP machacó literalmente a cuenta de la corrupción se ofrece ahora a salvarlo de la suya propia en obvio detrimento del derecho a la información y otros de este jaez. Estallado el caso Bárcenas y cuando está claro que Rajoy no contesta a la pregunta de si él cobraba dinero negro en sobres o no, Rubalcaba no se la plantea en sede parlamentaria durante la sesión de control del gobierno, obligándolo a responder ante todos los españoles; lo hizo veinticuatro horas más tarde y desde el cobijo de la sede del PSOE, lo cual permitió a Rajoy seguir haciendo como que no lo oía. Por último, Rubalcaba ha tardado más en pedir la dimisión de Rajoy por su indigno y vergonzoso comportamiento que este en dar algún tipo de seudoexplicación. Este hombre será muy corredor de fondo pero, en el sprint es tan ágil como una yunta de bueyes.

Cuarta. Las complicidades impuestas. Rubalcaba lleva más tiempo compartiendo penas y alegrías con Rajoy que con la mayoría de los miembros de los órganos superiores de su partido. Conoce más al gallego que a Carme Chacón y, claro, eso deja un poso de comprensión y de tolerancia mutua que, por supuesto, Rajoy -cuya fibra moral es bajísima- no respeta, pero Rubalcaba sí porque está bien educado y no es un granuja. ¿Por qué se resistía el secretario general a pedir la dimisión de Rajoy? Sencillo porque no quiere arriesgarse a que alguien le diga que se vayan los dos pues, si uno lleva mucho, demasiado, tiempo en política, el otro también; si uno fue segundón largos años, el otro también; y si el otro perdió una elección, el uno perdió dos. Así es imposible hacer oposición.

Quinta. La propuesta de renovación. Para acallar rumores, debates, eventuales protestas, actividad fraccionalista en el PSOE, Rubalcaba ha convocado a la militancia a una especie de bouleversement teórico de hondo calado a largo plazo, entreteniendo a cientos de posibles voces críticas en la elaboración de un macroproyecto de búsqueda de la piedra filosofal política hasta octubre. Se trata, además, de postergar cuanto pueda la celebración de elecciones primarias arguyendo que no es el momento. (¿Conoce el lector muchos políticos que consideren llegado el momento oportuno de quitarse del medio, fuera de Cincinato, Carlos V o DeGaulle?). El gran programa teórico del socialismo del futuro, encomendado a Ramón Jáuregui, convoca a varios cientos de jóvenes promesas que, en octubre, parirán un ratón pero muchos de ellos habrán conseguido su objetivo de situarse bien para hacer carrera en el partido, con buenos apoyos e influencias en una organización oligárquica con estructura clientelar típica.

Sexta. Las malas prácticas. Porque ese es también un problema crucial que el PSOE no quiere reconocer. Su funcionamiento interno es solo parcialmente democrático (como manda la Constitución) y está embebido de enchufismo y criterios clientelares. No al extremo del PP, pero en un grado muy superior a lo que una conciencia de izquierda puede tolerar. Un ejemplo bien reciente es la bochornosa, ridícula (y cursi) peripecia de la Fundación Ideas. Se ha actuado con contundencia contra el responsable de la estafa y la dirección ha querido reducir el asunto a las dimensiones de un caso personal, particular. Pero no es así. Las corruptelas de amiguismo, enchufe, nepotismo abundan en el partido y, sobre todo, en sus órganos de mando en donde siempre hay un grupo mayoritario compuesto por incondicionales de la jefatura y dos o tres sensibilidades más que se mueven con criterios muy parecidos. ¿Quieren una prueba? A raíz de la estafa de la Fundación Ideas, ¿se atrevería el PSOE a hacer una investigación de sus otras fundaciones, la Pablo Iglesias, la Jaime Vera, etc? Una investigación no solamente contable sino de funcionamiento y transparencia democráticos: cómo se contrata a los colaboradores, quién lo decide, cómo se relacionan entre ellas, etc.

¿Cómo va a despegar un partido que acaba de perder unas elecciones por hundimiento, es incapaz de articular una oposición eficaz y creíble, aparece dirigido por un veterano segundón sin madera de líder, está acomodado a unas prácticas parlamentarias que lo acercan al adversario pero lo alejan de la calle, propone una refundación teórica no como un fin en sí mismo sino como un instrumento, una añagaza para impedir la crítica interna y está literalmente invadido por la carcoma enchufista y clientelar como plataforma para la carrera política de algunos y no como medio para transformar la sociedad en un sentido progresista?

diumenge, 13 de gener del 2013

Presente y futuro.

No es el futuro, amig@s, lo que apremia. Es el presente. Dejémosnos de milongas, de marear la perdiz y entretener al niño con una de piratas. Ayer, el PSOE cerraba muy ufano, a bombo y platillo, con rostros sonrientes y satisfechos su conferencia política con una enteca Resolución política que no resuelve nada ni dice nada del menor interés, sino generalidades, e invocaciones a una esquiva mayoría que al parecer espera en algún lugar de ese futuro a punto de caerle en el bolsillo. Hoy publica El País una encuesta de Metroscopia, según la cual, la expectativa del voto del PSOE es del 23,3%, el 81% de los ciudadanos desaprueba la gestión de Rubalcaba y el 91% no confía en él. En ambos puntos, el socialista está por debajo del del PP. Es el negro presente. Inútil ignorarlo pintando de rosa el futuro. El País trata de echar una mano a Rubalcaba titulando la información "Rajoy en caída libre en un momento crítico", acompañándolo con un editorial, Socialistas ante el futuro (¡siempre el futuro!) en el que la marrullería apenas tapa la zozobra de estar defendiendo una causa perdida e injustificable.

Porque este presente no es una instantánea fugaz, un aquí y ahora repentino, como el picotazo de un mosquito, no. Es el precipitado de más de un año de inane gestión. El PSOE no se ha hundido hoy; lleva más de un año en el fondo. Rubalcaba no se encuentra hoy rechazado y mal visto de repente por la ciudadanía; lleva más de un año arrastrando un profundo rechazo popular, casi repulsión. Lleva un año trabajándoselo con ahínco. Un año sin hacer oposición a un gobierno tan agresivo y antipopular que roza lo delictivo, pero llamándola "responsable" o no sé qué otro eufemismo. Un año alejado de la calle, sordo y ciego al sentir de la gente. Un año alabando a la monarquía, convirtiendo el históricamente republicano PSOE en un manso partido dinástico. Un año haciendo patria nacional con un españolismo que apenas cede en matices al del amigo Wert.

Son golpes de timón que, después de 365 días de zozobras y con otros 365 por delante dedicados a interesantes disquisiciones bizantinas, prometen estrellar el barco contra las rocas. Porque esta astucia de Rubalcaba aparentemente pragmática de tener a los compas entretenidos en quisicosas de la teoría mientras él organiza la realidad práctica a la chita callando conduce indefectiblemente al desastre. La pragmacia es de vuelo gallináceo.

Escuché el otro día al secretario general decir por la SER que es "un republicano que se siente muy a gusto en esta monarquía". Con su pan se lo coma y que le nombren conde del halago, pero ningún republicano puede sentirse a gusto con monarquía alguna y menos con esta de sainete y cachondeo, poblada de mangantes, aprovechateguis y zánganos.

Y lo del españolismo es sangrante. Sostiene Rubalcaba que del "derecho a decidir" propugnado por los sociatas catalanes no cabe ni hablar. Caramba con la fexibilidad y la disposicion al diálogo del pragmático. Ofrece no sé qué imprecisa reforma de la Constitución (otra trampa, pues no depende de él) siempre que el PSC renuncie a su reivindicación. Pero héteme aqui que el PSOE no tiene expectativas reales de ganar elecciones en España sin Cataluña. Entonces, ¿qué?

Pues muy sencillo: convoque ya elecciones primarias en su partido, buen hombre, que está usted hundiéndolo.

dimarts, 18 de desembre del 2012

Lo que quedó en la caja de Pandora.

La editorial La Catarata, de Madrid, inicia una serie nueva sobre "los problemas de la socialdemocracia", de mucho interés. Dirigida por Ignacio Urquizu, un joven valor de la izquierda teórica, viene a satisfacer una necesidad ampliamente sentida, la de la reflexión en el campo del socialismo democrático. A día de hoy la izquierda europea se encuentra en estado calamitoso, desalojada de casi todos los gobiernos del continente, acorralada por el aparentemente imparable ascenso de la llamada "revolución neoliberal", del pensamiento único, más único que nunca, capaz, según parece, de triunfar políticamente incluso cuando fracasa económicamente. El desconcierto práctico refleja un marasmo teórico muy llamativo.
Sin duda parte de esta izquierda, la más radical, la minoritaria, viene esforzándose con elaboraciones teóricas actualizadas para explicar la naturaleza de la presente crisis capitalista y proponer vías de solución. Suelen ser obras pegadas al momento, basadas en unos supuestos lejanamente marxistas casi nunca explícitos y cuya intención es conectar con los movimientos sociales espontáneos de los últimos tiempos. Palinuro se ha hecho eco de algunas de ellas y, aunque el juicio general es positivo, tienen el demérito de dirigirse a orientaciones políticas minoritarias, con respaldos electorales exiguos o completamente inexistentes. Ciertamente el eco social alcanzado por un texto no dice en el fondo nada sobre la verdad o el interés de su contenido. Pero un eco escaso afecta a la intención original de aquel, cuya última, quizá soterrada ambición, en la tradición althusseriana, era convertirse en el arma de la revolución, imposible en principio sin el apoyo de las masas.
El otro campo de la izquierda, el del socialismo democrático, el mayoritario, ha permanecido  silencioso en los últimos tiempos. Zapatero llegó al poder arropado en las ideas del republicanismo cívico, de Philip Pettit, cuya relación con el pensamiento socialdemócrata propiamente dicho, sin ser desdeñable, es tangencial. Ocurre algo parecido con una reflexión de mayor calado, la del liberalismo de John Rawls, muy influyente en la filosofía política socialdemócrata de los últimos cuarenta años, pero sin serlo ella misma. Quizá la última reflexión teórica socialdemócrata haya sido la Tercera vía de Giddens y el Nuevo centro de Schröder, ambos vagamente conectados con el democratismo de Clinton. Urquizu nos ahorra la tarea de negar valor a estas variantes pues ya lo hace él en su libro tratándolas de propuestas derechizadas, más afines al neoliberalismo que a la socialdemocracia. Entonces, ¿no hay aportaciones teóricas del socialismo democrático?
Ese parece ser el fin de esta colección. Los de Paramio y el propio Urquizu son sus primeros frutos. El orden de salida es jerárquico: primero el de Urquizu y luego el de Paramio pero aquí los comentaremos en el inverso porque el segundo determina el horizonte conceptual del primero. El libro de Paramio es una continuación de su obra previa. Él mismo lo reconoce al admitir que se trata de una reelaboración de textos anteriores, a veces bastante anteriores. Así, su contenido no aporta novedades sobre el relato ya expuesto en otras ocasiones, una especie de historia de la socialdemocracia europea dividida en tres etapas, más o menos: 1ª) el nacimiento (en el contexto del movimiento obrero); 2ª) la época dorada, la experiencia de gobierno, el Estado del bienestar; 3ª) la crisis, a partir de la primera mitad de los años 70. El esquema goza de general aceptación y es también el de Urquizu en su exposición (por eso se decía antes lo del marco conceptual), aunque él emplea asimismo el término resignación.
Paramio refiere las tres etapas con soltura y conocimiento de causa. Suele detenerse en el comienzo de la crisis (años fatídicos de 1971 y 1973) por la importancia en sí del momento y porque es a lo que más atención ha dedicado pero, en general es claro y suele dar explicaciones fundamentadas. Se echa de menos algún aspecto menos tratado. Por ejemplo, apenas hay referencias a las relaciones del socialismo democrático con el comunismo a pesar de su indudable interés. Igualmente, en su análisis del Estado del bienestar (auge y caída), no hay referencia al proceso de rearme teórico del capitalismo durante la época gloriosa de la socialdemocracia, producido a la par con el crecimiento tumultuoso a  fin de justificar y acelerar su expansión, la cual acabaría llevándose todo por delante.
La innovación en la obra de Paramio es el último capítulo dedicado a la consideración de la crisis actual. El autor tiene una mirada pesimista: la socialdemocracia está "maniatada", presa de la "trampa" de la eurozona. No sabe qué hacer. Ese pesimismo se condensa en tres conclusiones con escaso margen a la esperanza: 1ª) la socialdemocracia ha aceptado la visión neoliberal de la economía; 2ª) la modernización social por ella propiciada erosiona sus bases de apoyo; 3ª) hay una ausencia de líderes e ideas que permitan recuperar la confianza social (pp. 120-121). En resumen, no estamos ante el riesgo de extinción de la socialdemocracia, sino en un pésimo momento de esta provocado por un deficiente marco institucional... (p. 122). Y no se sabe cuánto durará.
Más optimista irrumpe Urquizu en el ámbito de la publicística. Su razonamiento se desarrolla como ya he mencionado, en el esquema tripartito de Paramio. Podríamos llamarlo en términos llanos, las "tres edades de la vida socialdemócrata", nacimiento y juventud, madurez y decrepitud. Urquizu sustituye a veces el término "crisis" de Paramio por el de "resignación", sin duda con ánimo de reconfortar al resignado. Como autor de un libro publicado allá por los años ochenta (1988, creo), premonitoriamente titulado: La izquierda: desengaño, resignación y utopía (Ediciones El Drach, Madrid), cuya portada traigo aquí con infantil vanidad de autor y donde ya se hablaba de "resignación", me veo pionero. Yo me refería a toda la izquierda, no solo la socialista, pero el término es igualmente válido.
Urquizu supone, en cierto modo, una respuesta a Paramio, lo cual está bien. Las generaciones deben renovarse como las hojas de los árboles al decir de Homero. Aporta para ello dos innovaciones de muy distinto alcance: una de carácter descriptivo y otra metodológico. Aunque me interesa más la segunda, iré por orden.
En cuanto a la descriptiva, Urquizu no se limita a considerar los tres famosos momentos sino a explicar por qué la socialdemocracia reaccionó a ellos como lo hizo: al comienzo, con la moderación ideológica (hay aquí profusa referencia a los trabajos de Maravall); durante la época dorada, con la aceptación del capitalismo, lo cual la llevó a consolidar el Estado del bienestar y también la contradictoria necesidad de reducir la intervención del Estado; en la época de crisis/resignación con la tarea de rehacer parte del camino mal transitado, recuperar la doctrina socialdemócrata clásica y defender las conquistas del Estado del bienestar. En resumen, el libro viene a confirmar la visión de Paramio: la socialdemocracia ha evolucionado precisamente por las respuestas que ha ido dando a los tres retos planteados para sobrevivir. Si acaso se corrige el tono final pasando del pesimismo al optimismo. Saldremos de esta, parece decir el autor. Luego se verá cómo.
Lo interesante, sin embargo, de Urquizu es el planteamiento metodológico antes mencionado. El autor señala en repetidas ocasiones su intención, alejarse de las interpretaciones al uso normativas e históricas (quizá historicistas) de la socialdemocracia para ofrecer una empírica. Aunque no se dice en ningún momento, el discurso implícito consiste en negar carácter científico a las interpretaciones citadas y atribuírselo a la empírica. En otras palabras: la interpretación convencional de las tres etapas de la socialdemocracia es correcta y lo es científicamente. Para ello Urquizu toma la base del Manifesto Project Database con datos de 24 países y 30 formaciones socialistas entre 1910 y 2010 y la somete a tratamiento estadístico. El empleo de análisis de regresión, correlaciones, significancia estadística y otros instrumentos le permiten hacer visibles en términos cuantitativos e irrefutables más o menos las mismas conclusiones de los demás provistos de sus imperfectos métodos. El resultado es correcto, el previsto, y no desentona. Pero su pretensión metodológica es desmesurada y no se aviene con dos pruebas elementales del método cientifico. 
Por un lado, por muy estadísticos que sean los análisis, muy significativos los resultados y muy convincentes los datos, no dejan de ser ex post facto. Esas pretensiones solo podrían admitirse si, una vez formuladas como teorías se aplicaran a hipótesis ex ante facto en condiciones de réplica controlables y resultaran ciertas o, cuando menos, no falsadas. Cualquier otro procedimiento no vale científicamente. Se entiende la premura que invade los ánimos juveniles quienes, con cartesiano ardor, quieren encontrar plataformas seguras desde las cuales tomar partido con certidumbre (y, de paso, probar el error ajeno), pero dicha situación es todavía lejana y la cruda realidad aconseja la prudencia de admitir que los enunciados de uno son tan falibles como los de otro con métodos de menos humos.
En segundo lugar, la compleja relación epistemológica entre el sujeto y el objeto de las ciencias sociales asoma casi siempre su peluda patita por debajo de la puerta cuando menos se espera. Urquizu aborda su enfoque empírico con la objetividad que dice siempre profesar ese pensamiento positivista deslumbrado por el proceder empirico. Pero él forma parte del fenómeno estudiado en mucha mayor medida que si, provisto de igual instrumental, se aproximara al estudio de la evolución del neoliberalismo. Es un pronunciamiento previo en un campo de conflicto basado en una opción subjetiva. Es un criterio de objetividad dependiente de un juicio de valor (la socialdemocracia es mejor que el neoliberalismo9 y, salvo error por mi parte, nunca científicamente demostrado.
En definitiva un optimismo en continuo crescendo a lo largo del interesante libro de Urquizu el cual culmina con un sorprendente, insólito tumultuoso, una verdadera provocación teórica: No es la socialdemocracia lo que está en  crisis, sino la democracia. Canastos.

dilluns, 17 de desembre del 2012

La Declaración de Madrid, de IU.

En esto llegó la izquierda. IU ha celebrado su Xª Asamblea Federal en un clima de exaltación y euforia. No es de extrañar. La IXª presentaba un panorama desolador, agrio, fraccionado. Ahora todo es unidad, parabienes, alegría desbordante. Menudean las declaraciones ditirámbicas y los propósitos verdaderamente audaces, a veces rimbombantes. Hay quien ve la llegada de un amplio (supongo) Frente de la Izquierda y también quien habla de un momento prerrevolucionario. Cayo Lara en su discurso de elección por unanimidad, pide a toda la izquierda agruparse en torno a IU, a la que define como la Syriza de España, con voluntad de movilizar a la mayoría social para cambiar la realidad por medio del logro del gobierno. Bien. Lo de Syriza no es cierto pues en la formación griega no hay partido comunista dominante como tal mientras sí lo hay en IU y esto no es un asunto intrascendente. Además, resulta algo desorbitado hablar de llegar al gobierno cuando se cuenta con el siete por ciento del voto y una expectativa del once por ciento en el mejor de los casos y a tres años de las elecciones.
La Asamblea ha aprobado un documento programático (desgranado luego en cincuenta propuestas prácticas) de carácter ideológico, llamado la la Declaración de Madrid del mayor interés. Se trata de un texto muy respetable, merecedor de estudio detenido, cosa que se propone Palinuro desde un punto de vista de izquierda no comprometido con partido alguno.
El texto está bastante bien redactado, sin la farragosidad huera de estos escritos, es claro y conciso. Tiene dos partes, una expositiva/teórica y otra dispositiva/práctica y están claramente diferenciadas si bien al final, por aquello de concluir con lo esencial, hay un poco de batiburrillo.
La primera parte contiene un diagnóstico claro al uso de la crisis, sus causas y consecuencias. Es una visión aceptada en general en la izquierda y sin duda está basada en estudios más extensos, impropios para este lugar. Poco por objetar, ni es el momento de hacerlo. Aunque podríamos entretenernos averiguando por qué sostienen los autores que esta no es una "crisis capitalista clásica". Parece serlo de todas todas. Lo no clásico es la respuesta política. En todo caso, la parte declarativa formula una propuesta esencial: encontrar una salida anticapitalista a la crisis. Para ello se pasa a la parte dispositiva/práctica.
Esta se subdivide en tres aspectos: medidas económicas, democráticas y de derechos y sociales. Hay una abultada variedad pero es difícil no subscribirlas casi todas. Reforma fiscal progresiva, banca pública, persecución del fraude y la economía sumergida, auditoría de la deuda, etc en el capítulo de los dineros; restablecimiento del derecho al y del trabajo, salario mínimo decente, renta básica, prioridad al empleo, al gasto público en sanidad, educación, clases pasivas y fomento de inversión pública; República federal, reconocimiento del derecho a decidir, igualdad de género, derechos de las minorías, atención al medio ambiente, derechos universales a la sanidad y la educación. Difícil no coincidir desde la izquierda. No obstante y salvo alguna cuestión, siempre discutible, como el derecho a decidir (que Palinuro aplaude) el anticapitalismo no se ve por parte alguna. En su ya larga historia, este sistema ha convivido con algunas o todas de estas medidas. El capitalismo keynesiano -al que la la izquierda criticaba acerbamente hace cincuenta años y ahora añora- era eso más o menos. Incluso era más. Ese nebuloso párrafo de la Declaración que pide la planificación democrática de la economía, con un nuevo modelo económico, social y ecológicamente sostenible, quizá lo único  tímidamente próximo al anticapitalismo, ¿qué quiere decir? Es la famosa "planificación indicativa" de todos los manuales de economía capitalista de los años sesenta? ¿La que servía para los "planes de desarrollo" del franquismo entre otros? ¿O es otro tipo de planificación? Si es así, ¿cuál? Quizá el que se intuye en un párrafo también insinuante, perdido en lo profundo del texto cuando habla de alcanzar la socialización de otros espacios como la Banca, el crédito, la energía y otros sectores estratégicos de producción. Socialización doble, traicionada por el subconsciente. Ahí, me temo, va a tener problemas IU para ampliar su base electoral.
Alguno más le vendrá de un apartado especialmente feliz en la Declaración: el propósito de integrar los movimientos ciudadanos de rebeldía en la gran Syriza española, lo cual ya ha empezado a ponerse en práctica, incorporando a representantes de estos movimientos (la PHA, por ejemplo) en los órganos ejecutivos de IU. Se abre esta aquí a una tensión entre el carácter desestructurado y flexible de estos movimientos y la hegemonía del PCE en IU. El planteamiento es el de siempre: IU es la vanguardia de las amplias luchas sociales y el PCE es la vanguardia de la amplia IU. El PCE no puede disolverse en IU porque, en el fondo, es su estructura; pero no puede mantenerse porque tarde o temprano vicia el funcionamiento de una organización orientada hacia un régimen asambleario.
En todo caso, de anticapitalismo, nada salvo si por tal se entiende cuestionar la Unión Europea. El propio documento se marca el límite que critica en los neoliberales y sus adláteres socialistas cuando reconoce ingenuamente que se trata de limitar el déficit sin recurrir a más deuda. El impago de parte de la deuda ilegítima, por lo demás, es el ejemplo del modelo islandés. Es un programa perfectamente socialdemócrata. Y no se acaba de entender por qué no se habría de proponer al PSOE como base para una hipotética unidad de la izquierda que muchísima gente desea en el país. Es más, aunque algunos militantes, entusiasmados por el éxito de la asambles hayan hablado de momento prerrevolucionario, que podría poner los pelos de punta a algún socialdemócrata finolis, el texto, de 3.892 palabras, no contiene ni una vez el término "revolución". Habla de rebelión en dos ocasiones en una llamándola "democrática" y en otra "social", pero sin más precisiones. Como cuando Palinuro hablaba de la insurrección permanente, allá por el mes de julio.
¡Ah, pero es que la Declaración habla de Proceso Constituyente, amigo, frente al blandorro de Rubalcaba quien solo habla de reformar la Constitución y... si el PP está de acuerdo! Cierto. En algo han de diferenciarse la izquierda radical y la moderada. Pero ambos quieren tocar la Constitución. A lo mejor pueden ponerse de acuerdo en un mínimo.Cierto,  IU siente inclinación por la voz de la calle que lleva ya tiempo pidiendo un proceso constituyente. Cabe suponerle, no obstante, cabal conocimiento de cómo suelen (o pueden) darse dichos procesos. En ellos se activa un poder único, excepcional el poder constituyente. Y este solo puede actuar mediante lo que la Declaración no menciona ni una vez: la revolución.
Pero no haya temor. Es inexistente el espíritu unitario de la izquierda en España. El PSOE es el enemigo. Una vieja historia. El "enemigo" tiene casi siete millones de votos en sus horas más bajas; el 28,7%, cuatro veces más que IU. Declararse enemigo de siete millones de personas no suele ser buen negocio y la alternativa es peor pues consiste en decir que, no siendo enemigos,  no saben lo que votan; son tontos, vamos. De los votantes del PP, innecesario hablar aquí.
Quizá consiga IU coronar su proyecto de eliminar el bipartidismo y hasta arrebatar la hegemonía en la izquierda al PSOE. En la vida todo es posible. Pero no es muy probable. Y, en el caso de que lo fuera, estaría por ver si IU tiene posibilidad de administrar la complejidad del gobierno con el 35 o el 40% del voto cuando ya solo la complejidad de la organización actual, con el siete por ciento, produce infinitos sobresaltos.
¿Y el PSOE? También los socialistas se reunieron aunque en mucho menor concilio. Acudieron los barones a despachar con Rubalcaba en sede matritense y se aprobaron las propuestas del SG, consistentes en no hacer casi nada o nada y seguir flotando a merced de la corriente, a ver a dónde los lleva. Los llaman oposición responsable, pues quieren decir que no muerden. Pero tampoco hablan o apenas lo hacen. Hasta ahora han venido esperando que el PP se aviniera a algún tipo de pacto de Estado y ya han descubierto media docena de veces que eso es tan posible como un crecepelo eficaz. No importa: siguen descubriéndolo. El último, Ramón Jáuregui ayer, muy contrito: "No hay posibilidad de llegar a acuerdos con el PP. Y lo siento". Fantástico. No las hubo nunca, buen hombre. Así, procede moverse.
El primer mandato es mantener la calma ante todo, parece decir la dirección actual. Un periodo de recomposición interna. Nada de primarias pues agitan los ánimos, hasta luego de las europeas de 2014. Después, ya se verá. Somos un partido serio, la nave capitana. No podemos ir a la ligera, aunque a veces se dispare alguna andanada como esa de Óscar López diciendo muy bravo que el PSOE "impedirá por ley" la privatización de la sanidad. Como si cambiar la ley fuera algún problema para el PP.
La dirección ha embarcado el partido en una gran tarea de reflexión teórica, de estudio y meditación, para bajar en octubre de 2013 como Moisés del Sinaí, con las Tablas de la Ley en forma de propuesta alternativa a este gigantesco desbarajuste de la crisis económica, política, social, moral.
Y uno se pregunta, mientras llega la verdad revelada, ¿qué hay de malo en echarle una ojeada a la Declaración de Madrid de IU y mostrarse menos estirados y más proclives a la acción unitaria? Al fin y al cabo, el PSOE gobierna con IU en Andalucía. IU, a su vez, posibilita el gobierno del PP en Extremadura. Pero ese es un asunto de IU, no del PSOE. El ataque capitalista, neoliberal al Estado del bienestar y a los derechos de la población está produciendo un desplazamiento de la opinión pública hacia la izquierda. Los socialistas catalanes, los más díscolos con la dirección, juntamente con Tomás Gómez, de Madrid, piden un giro a la izquierda, amargando más la vida al actual SG que es hombre más bien conservador a quien los caprichos de la veleidosa fortuna llevan a veces a sostener que el PSOE es radicalmente anticapitalista. Seguramente se trata de un anticapitalismo como el de IU. No veo por qué no se hablan.

dissabte, 15 de desembre del 2012

Cambiar la realidad.

Eso decía Cayo Lara en su discurso de apertura de la X Asamblea de IU ahora mismo en deliberaciones. Cambiar la realidad. Forma parte de ese lenguaje político vacío de contenido, como lo de "conquistar el futuro", "asumir los retos", "convocar a una gran esfuerzo nacional", etc. Expresiones hueras acuñadas en gabinetes de asesores, de publicitarios. Pero, de pronto, me dio por pensar que ese cambiar la realidad, teniendo en cuenta la que estaba desplegándose ante nuestras atónitas miradas obligaba a mirarlo con otro ánimo.
Es fascinante nuestra capacidad para hacer cosas que ni nosotros entendemos. Y si no entendemos la realidad es muy difícil cambiarla. Ese Adam Lanza que ha entrado a tiros en el colegio de Connecticut y se ha llevado por delante a veinte niños, seis adultos, su madre, su padre, él mismo y creo que también un su hermano, ese Adam Lanza, digo, es absolutamente incomprensible. Ya se pueden acumular teorías genéticas, biológicas generales, raciales, fisiológicas, sociológicas, psicológicas, políticas, filosóficas económicas o de cualquier otro tipo. Es radicalmente incomprensible. Lo que podemos llegar a entender de él es nada comparado con el destrozo que ha causado.
Porque cuando la bestia se enseñorea del campo se nos echa encima el dolor, el oscuro miedo de la especie y toda la acción humana se antoja carente de sentido.
Es la muerte de inocentes lo que subleva el espíritu y lo lleva a interrogar indignadamente el destino; las vidas truncadas las que truncan las nuestras. Pero aquí, sin ningún ánimo vengativo ni rencoroso, cabe recordar la cantidad de inocentes que muere desde hace años en Palestina. No en una tarde de otoño sino todos los días. Seres inocentes cuya realidad también es la muerte pero que suscitan mucha menos indignación, probablemente porque, siendo tan incomprensible como la anterior, es costumbre y a todo nos habituamos; incluido lo incomprensible, hasta que una tragedia en carne más o menos propia, nos hace ver qué injustos somos.

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Pero era de Cayo Lara e IU de lo que quería hablar. Exultante en una asamblea optimista, el coordinador general llama a las demás izquierdas a unificar fuerzas en torno a IU a la que se quiere forma hegemónica de la izquierda alternativa a las políticas neoliberales. Vuelve el sorpasso anguitiano que, en el fondo, ha sido siempre el anhelo de IU porque también lo ha sido el del PCE, que es su corazón y nervios. Lara anuncia que la relación de voto entre IU y PSOE, que empezó siendo en su mandato de 1 a 11 es hoy de 1 a 2. Syriza en el horizonte.
Ese es también el optimista criterio de Llamazares en una entrevista en la que llama a la refundación de la izquierda. Es un texto muy razonable y matizado, como suelen ser los suyos, la conclusión es la misma que en el caso de Lara pero se añade una nota de urgencia, producto quizá de la mayor capacidad de Llamazares, un aviso de que se trata de un ahora o nunca. IU arrebata el testigo de la hegemonía de la izquierda o se pierde una ocasión muy favorable.
El dirigente de Izquierda Abierta señala el nuevo riesgo derivado del crecimiento y el éxito de IU que es la necesidad de administrar la complejidad interna. Es también preocupación de Cayo Lara. Los equilibrios internos de la organización son muy complicados y tendrán que ver en el momento en que una vez más, fracase este intento cambiar una hegemonía por otra.
El problema es el de siempre. Hay pretensión de sorpasso desde el mismo momento de la formación de los partidos comunistas en los años veinte del siglo XX hace noventa años. Desde entonces, la intención es la misma y los argumentos también más o menos los mismos aunque lo ignoren quienes los emplean. Las explicaciones de que la socialdemocracia no es la verdadera izquierda, que es una aliada objetiva y subjetiva del capitalismo, que es el capitalismo mismo, uno de los dos puntales del sistema, etc también tienen noventa años. El resultado es, sin embargo, que en toda Europa y en todos estos años en la inmensa mayoría de los países solo ha habido socialdemocracia. En algunos, muy pocos y del sur de Europa, esta hegemonía socialdemócrata se ha visto perturbada, aunque sin consecuencias apreciables, por la existencia de la otra izquierda. Italia es caso especial. La socialdemocracia -nunca muy boyante- desapareció con Bettino Craxi pero la otra izquierda no consiguió su finalidad hegemónica. En los demás países del sur la izquierda no socialista, la que se llama a sí misma "transformadora" no ha transformado literalmente nada desde hace más de 30 años, salvo algunas cuestiones de carácter local o autonómico.
En su misma esencia la contradicción es la siguiente: después del hundimiento de la Unión Soviética la existencia de partidos comunistas carece de sentido. Pero estos partidos son los únicos con una tradición y experiencia de organización capaz de articular en torno suyo un movimiento más amplio, más complejo y, según los casos, ingobernable. El comunismo ya no es una opción y llevarlo en el nombre del partido es un absurdo. Pero es todavía marca de fábrica para las posibilidades organizativas. El único que, aun ocultando sus signos distintivos, puede aglutinar una izquierda de cierto peso social que, de otro modo, iría a parar al PSOE. Es lo que los dirigentes parecen haber entendido: el improbable sorpasso es la única forma de liberarse de la crítica de que la única razón de ser del PCE y de IU es restar fuerza electoral al PSOE.
El otro partido de la izquierda, el hermano mayor también está reunido en cónclave de finde. Hay un consejo territorial en donde Rubalcaba se ve con los barones. Es un órgano este que le es muy grato, se siente más en casa y más respaldado. Es este consejo en el fondo el que determina la política de la dirección del PSOE, un órgano poderoso pero muy del interior del partido y que no vive la sociedad en la que actúa.
Nada de primarias a corto y medio plazo. Tranquilidad, orden y concierto. Oposición responsable de aquí al fin de la legislatura. Recursos al Tribunal Constitucional y contundente rechazo a las medidas de privatización, de expolio, de desmantelamiento del Estado del bienestar y privación de derechos. Esta actitud, sin embargo, no permite al PSOE remontar en el aprecio de la gente y tampoco en su intención de voto. Frente a los sondeos siempre cabe ese aguerrido "¡venceré a las encuestas!" que suelen exclamar quienes van perdiendo. Pero la pregunta es ¿que habrá de nuevo en los tres años restantes que no lo haya habido en el año pasado? Solo que todo será tres años más viejo. No parece una perspectiva estimulante.

dimecres, 12 de desembre del 2012

Todo el tiempo del mundo.

Veinticuatro horas después de que el secretario de Organización del PSOE, Óscar López, diga en nombre de las altas instancias que se desechan primarias hasta poco antes de las generales, Chacón afirma en nombre propio que el PSOE "no tiene todo el tiempo del mundo para renovarse". Todo el tiempo del mundo. Caramba. A su lado, Belloch, entusiasmado, ve a su correligionaria presidenta del gobierno. La Corona de Aragón, siempre tan díscola.
Pero tiene razón la exministra: su partido no tiene todo el tiempo del mundo. Nadie lo tiene. Óscar López lo ha acotado: hasta poco antes de las generales. Muy bien. Es una propuesta como cualquier otra. Y se fundamenta ¿en qué? ¿Por qué es mejor esperar hasta poco antes de las generales? ¿Para quién es mejor? Supongo que la respuesta es: es mejor para el partido, al que no conviene zarandear con un proceso de primarias en tanto no se haya repuesto del batacazo de 2011. Y ¿por qué es esto mejor que tener un lider ya conocido, con tiempo para prepararse, para incidir en la opinión, para corregirse si no obtiene buenos resultado?
Pero todavía hay una pregunta previa: ¿sabe López cuándo serán las generales? Su declaración parece dar por supuesto que en 2015; parece dar por supuesto que el gobierno del PP concluye la legislatura. Como están las cosas, sin embargo, eso es mucho dar por supuesto. Es poco probable que haya elecciones anticipadas; pero no imposible. Y, si se diera este supuesto, el PSOE no tendría tiempo de presentar un candidato y habría de serlo Rubalcaba. Es decir, la decisión de aplazar, no por "todo el tiempo del mundo" sino por el más razonable de tres años, para quien es mejor es para Rubalcaba. Si las elecciones se adelantan porque hay que recurrir a él por fuerza; si no se adelantan, porque tendrá tiempo de mejorar su imagen pública y, quién sabe, de aspirar a la candidatura a la presidencia del gobierno. Ese vuelco desde un punto de partida tan bajo es una quimera. Resulta así que se pretende enfrentar a un incumbent con mayoría absoluta con un perdedor cuya valoración popular es inferior a la de aquel a quien pretende derrotar.
Eso es absurdo. Cierto, la política rebosa de absurdos. La vuelta del rey del bunga-bunga pone en efervescencia los mercados, la prima de riesgo se despierta de su letargo, España se tambalea, Rajoy no sabe qué hacer entre pedir el rescate o un billete para las Bahamas. Il Cavaliere esgrime la retórica antitedesca. Verdi se revuelve en su tumba. Fuera los invasores austriacos; bueno, alemanes. La prima de riesgo es una estafa. Mussolini, D'Annunzio, Fiume. Es absurdo. Pero es.
El tiempo hasta las generales es "todo el tiempo del mundo", amigos. Y luego están los muy legítimos proyectos vitales de cada cual. Si te sientas en el quicio de tu puerta a ver pasar el cadáver de tu enemigo, es posible que el primero que veas sea el tuyo. 
El PSOE debe salir del marasmo cuanto antes, debe dotarse de un liderazgo claro con un proyecto alternativo. Por eso tiene que convocar primarias cuanto antes. El único riesgo que correría sería el de que saliera elegido candidato alguien que no fuera diputado. Eso es algo que los socialistas habrán de sopesar porque, si bien es cierto que este parlamento no es ni sombra de un verdadero parlamento a causa de la mayoría absoluta de la derecha, también lo es que, al fin y al cabo, es un parlamento y la ausencia en él del candidato provocaría una bicefalia que al PSOE no se le da nada bien.
(La imagen es una foto de isafmedia, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 10 de desembre del 2012

¿Qué pasa en el PSOE?

Según la dirección actual y sus seguidores, nada. Según el resto de los mortales, mucho y muy grave precisamente porque no pasa nada.
No es que todo vaya fabuloso en el mejor de los mundos, dicen los dirigentes, tampoco tan ciegos para no ver que la gente en torno suyo lo pasa mal, tiene hambre y se suicida; pero no es cosa de ponerse nerviosos. Por lo que se sabe, Rubalcaba piensa seguir con esta plácida oposición responsable que tan buenos frutos está dando ya que hace aparecer al PP como único responsable de las tropelías que está cometiendo el gobierno en todos los frentes. No hay desgaste para la oposición. En realidad, no hay oposición.
Esa placidez se gana al precio de la irrelevancia y la invisibilidad. Y de ir cuesta abajo en todos los indicadores. Aparte de perder todas las elecciones, según van llegando. A un año de un gobierno que ha incumplido todas sus promesas electorales y ha aplicado políticas durísimas en todos los campos, económico, social, educativo, etc y dañado amplísimos sectores sociales; a un año de un gobierno que parece dispuesto a sacrificar a sus ciudadanos en el ara del cumplimiento de una promesa hecha en el extranjero (sería, pues, la única que cumpliera Rajoy), el PSOE no levanta cabeza. Las expectativas del PP se han hundido, desde luego, y la popularidad de Rajoy anda por los suelos, pero eso va en la paga. Sin embargo, el PSOE lo lleva peor. Sus expectativas de voto son las más bajas de la historia y la cantidad de gente que confía en Rubalcaba es menor que la de Rajoy.
Quedarse quietos, aplazar las conferencias ad calendas y ponerse a elaborar un nuevo gran vademécum que tenga al personal entretenido no son las decisiones más acertadas. Un partido es una realidad viva, no solo un centro de estudios y un gabinete de relaciones públicas. Forma parte de una sociedad en movimiento, en cambio continuo y tiene que ir con ella porque es parte de ella, explicando los fenómenos que se dan y proponiendo decisiones. Pero nada de esto sucede. Se formulan unos etéreos propósitos de ser oposición leal al tiempo que diamantina y se dan luego respuestas parciales, concretas, esporádicas: nos oponemos a esto o aquello o iremos al TC si se adopta tal o cual medida. Pero no hay un proyecto, ni una alternativa. Ni siquiera se formula lo que debiera ser obligado, esto es, que, a la vista del calado de las reformas del PP, no votadas por nadie pues su programa decía lo contrario, a la vista del injusto expolio que está sufriendo el país con unas políticas de recortes desproporcionados y de privatizaciones sin más justificación que beneficiar a los amigos empresarios, el PSOE promete devolver al común todo lo que le está siendo arrebatado por vía de Decreto-ley.
Ha sido Tomás Gómez el único, a mi conocimiento, que ha prometido "revertir" todas las privatizaciones en sanidad si llega a presidente de Madrid. Yo no me quedaría en la sanidad, pero la iniciativa es merecedora de aplauso. Y demuestra que, contra lo dispuesto por la dirección, en el PSOE se mueven cosas, hay inquietud y una clara conciencia de que la situación no puede prolongarse, so pena de que el partido esté dispuesto a ceder a IU y otras izquierdas la tarea de constituirse en oposición real, de referencia.
En un reportaje en El País bastante decepcionante (no por el reportaje en sí, que está muy bien, sino por lo que revela) Zapatero dice, parece que con cierta amargura, que lo hecho, hecho está. Claro, maestro. Y lo deshecho también. He ahí lo lamentable, porque parte del deshecho es, si los hados no lo remedian, el propio PSOE.
Es una necesidad que se abre camino casi sin querer, como el vapor de la marmita tapada. Óscar López, secretario de Organización, parte de la dirección, concluye una visita al cementario civil pidiendo un PSOE fuerte que sea alternativa a un gobierno "mentiroso". Vale por lo de mentiroso, pero el secretario confunde el orden de los factores, cosa que suele suceder a los dirigentes: no es un "PSOE poderoso" el que será una alternativa, sino que el hecho de ser una alternativa hará al PSOE poderoso.
Bueno. Ya solo falta la alternativa. ¿En dónde está? ¿Cuál es? Gran silencio y enorme desconcierto. Tanto que alguno, desconfiando de las posibilidades a futuro, vuelve los ojos al pasado y clama por el retorno del Mesías. Enric Sopena, en El Plural, pide sin ambages que vuelva Felipe González, "solución", dice, "para el PSOE y para España". ¡Ostis, tú! pensamos los menos informados, ¡cómo deben de estar las cosas entre los herederos de Pablo Iglesias! ¡Quieren traer de líder un jarrón chino!
Es una necesidad que encuentra reflejos esporádicos cada vez más frecuentes en la militancia. El vídeo de los muchachos el otro día pidiendo perdón ha levantado ronchas y ahora son las distintas corrientes internas de descontentos las que quieren forjar una plataforma común de oposición a Rubalcaba. No son muchos, pues caben en un colegio mayor en un finde en Madrid y entre ellos no hay cargos públicos, que siempre dan más lustre, pero se hacen oír y son parte del paisaje general de inquietud que la dirección dice que no existe.
Esa misma dirección que, a pesar de su declarado deseo de seguir navegando las plácidas aguas de la oposición responsable, contempla, aparentando británica flema, cómo van despuntando candidaturas a las todavía imprecisamente lejanas primarias que Rubalcaba quiere tanto como Rajoy el rescate. Mesquida, García-Page, Chacón, un@s manifiest@s, otr@s latentes, las alineaciones se van formando. En esto, como en la vida, los procesos pueden acelerarse o retrasarse. La decisión es un albur.
Pero no me parece que el PSOE pueda aguantar tan plácidamente una larga travesía sin proyecto alternativo y sin lider claro, esto es, el líder que interesa a toda la sociedad, no solo al partido, o sea el/la candidat@ a la presidencia del gobierno.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 3 de desembre del 2012

Los discursos de la izquierda.

No se hizo el día del Señor para el descanso de los partidos. Es el elegido para los actos colectivos de afirmación del grupo. Nuevos enfoques. Aires renovados. O tributo a viejas oriflamas. ¡30 años del cambio! Pues da la impresión de que lo más cambiado son los agentes del cambio. Qué bien te ves. Por ti no pasa el tiempo. Estás hecho un chaval. Bueno, tengo mis achaques. Y quién no. Etc. Bonito, entrañable jolgorio el del PSOE. Aun así, conviene vigilar lo que se dice para no provocar más confusión de la que ya hay. Porque vaya discursos paralelos los de Felipe y Rubalcaba.
Felipe pidió a los presentes, especialmente, imagino, a la dirección un "programa ilusionante para recuperar la vocación de mayoría" o algo así de alambicado que se puede decir más a la pata la llana: "que ganéis las elecciones". "Como si eso fuera tan fácil", suspira Rubalcaba para su coleto. Y luego viene la andanada teórica, la filípica política: "hay que recuperar el centro". Pero si el centro es lo único que le queda al PSOE, ya que la izquierda se le ha ido a la izquierda y/o a la abstención.
"No hace falta recuperar el centro", piensa Rubalcaba, "lo necesario es recuperar la izquierda." Eso es lo que oye a sus asesores día y noche: con esta crisis bestial, la sociedad está radicalizándose; hay que ir al compás de los sentimientos de la gente o perdemos la clientela en brazos de IU.
"Por cierto", hace un aparte Rubalcaba dirigiéndose a los espectadores, "vaya morro el de Felipe de decir que esta crisis no es peor que la de los años 80 con la reconversión industrial. Si aquello fue coser y cantar, comparado con esto. Además de que no es lo mismo afrontar la crisis en el gobierno que en la oposición."
"¿Radicalizarnos?", pregunta el secretario general, "Pues claro. Tenemos sensibilidad. Vamos al reformismo radical. El PSOE es anticapitalista porque el capitalismo ya no produce riqueza."
Eso del "reformismo radical" o "radicalismo reformista" es como el federalismo, ideas, lemas alguna vez usados y arrinconados luego en los desvanes de los recuerdos. Pero jamás experimentados. Sirven para invocarlos pero no están necesitados de visibilidad material. Lo curioso en el parlamento rubalcabiano es el repentino anticapitalismo. Eso sí que es irse a la izquierda. Al anticapitalismo de Olivier Besancenot en Francia y sus conmilitones de raigambre trostkista en España. Sin duda, no es la intención de Rubalcaba. Pero el término ahí está y algún contenido habrá de tener, salvo que se trate de una explosión ex abundantia cordis en esa entrañable conmemoración en la que alguien de su entorno señalaba seguramente con lágrimas en los ojos que era la primera vez que se reunían todas las generaciones del PSOE, todas las sensibilidades.
Pero el término anticapitalista es muy característico. A lo mejor responde a algo concreto. Hace años todo el mundo aceptaba la necesidad de refundar el capitalismo; después, silencio. Quizá el término de Rubalcaba traduzca la intención de dotarlo de algún contenido.
La otra izquierda, que tampoco descansa, ha tenido una asamblea de los militantes de Madrid. Tres candidaturas y ha ganado la oficialista llamada "continuista" de Eddy Sánchez (404 votos) para desconsuelo de las otras dos candidaturas rivales, presumiblemente "renovadoras", la de Esther Gómez (290 votos) y la de Tania Sánchez (97 votos). No es fácil discernir las diferencias entre las dos perdedoras fuera del aroma personalista que despiden. Aplicando criterios de ciberpolítica, de l@s tres candidat@s la más activa en Twitter es Tania Sánchez, con 10.000 tuits y 11.000 seguidores. De muy lejos viene Esther Gómez, con 1500 tuits y 666 seguidores. De hecho, me he convertido en seguidor para que pasara el número de la bestia. Por último, me da que Eddy Sánchez no tiene cuenta en Twitter, ni siquiera en Facebook. Así que, aplicando la lógica, deduciremos que, cuanta mayor es tu presencia en la red, menor tu respaldo en votos en tu propio partido. Algo que los ciberutópicos, entre los que me cuento, jamás aceptaremos. Hay otros elementos que influyen en ese resultado electoral, más relacionados con las inercias de los aparatos de los partidos. No obstante, Eddy Sánchez debiera abrirse cuenta en Twitter. Estoy seguro de que su propósito de luchar por el pleno empleo en Madrid despertará mucho interés.
El otro cónclave de IU ha sido en Extremadura, en donde la asamblea ha reelegido al coordinador Pedro Escobar, el artífice de la táctica de apoyar al PP. La Asamblea hubo de repetirse por decisión de los órganos federales, cosa que Escobar tachó de "guerra sucia" y la tensión se masca en el ambiente. No es de extrañar que al coordinador lo traicione el subconsciente de modo cómico. Lo que sí parece cierto es que tiene el orgullo disparado, frisando ya en la soberbia, cuando dice que pueden tumbar el gobierno cuando quieran ellos no cuando quiera el PSOE. Tiene cierta obsesión con el PSOE, lo cual quizá no le deje ver que su posición es muy vulnerable, mucho más de lo que cree. En efecto, es el supuesto más simple de los juegos de n jugadores, que no tienen punto de equilibrio. Bastaría con que Fernández Vara y Monago llegaran a algún acuerdo para que Escobar y sus camaradas pasen de ser imprescindibles a no ser necesarios ni para calentar los asientos. La decisión de Extremadura da mucha visibilidad a Escobar, pero deja vacío el discurso de la izquierda.

diumenge, 2 de desembre del 2012

¡Vuelve, Felipe!

Treinta años después. ¡Cuánta nostalgia! parecen decirse las maltrechas huestes socialistas ¡Qué jóvenes éramos entonces! ¡Qué bien lo hicimos todo! Franco nos lo había puesto a huevo y los franquistas estaban huidos, escondidos en sus madrigueras. No como ahora, que vuelven a gobernar. ¡Qué grande fue Felipe! ¡Qué adelanto experimentó España con su mandato! Bueno, con su mandato y un contexto internacional muy favorable. Porque Felipe no solo tenía carisma, sino que contaba con a simpatía circundante para sacar a España de la letrina cuartelaria con olor a sacristía en que la tenía la derecha. Poseía el andaluz tanto carisma que todavía le dura. Hasta el extremo de que, a día de hoy, tiene más que el frustrado Zapatero y el deslucido Rubalcaba juntos. Por eso este acto de homenaje al líder, frisando el culto a la personalidad más camp que quepa imaginar, está muy justificado. La escenificación ha sido magistral. Predominio del rojo. No se repite el lapsus freudiano de algún último acto multitudinario del PSOE teñido de azul gaviota que solo podía apuntar a las afinidades electivas de Rubalcaba con los del otro lado. En el escenario, unos cómodos sillones, una intimidad multitudinaria, una cercanía acogedora ante la muchedumbre. Línea directa de mando: de Felipe a Rubalcaba en un acto de unción simbólica del que ha desaparecido el amargo interregno zapateril y el propio Zapatero, relegado al desván de los recuerdos dolorosos. Rubalcaba fue ministro con los dos, con Felipe y con Zapatero. Pero de lo que se trata aquí es de enfocar el 30º aniversario y la translatio imperii en la figura de Rubalcaba.
Está bien esto de recordar fastos y esconder nefastos. Es una costumbre que arranca de la Roma imperial y siempre da buen resultado... salvo que tenga competencia. Porque el homenaje a Felipe y la consagración de Rubalcaba según los ritos de la ciudad antigua se ha visto deslucido por dos poderosos aldabonazos en la conciencia de la militancia socialista, de siempre más radical que su dirigencia.
El primero es la jornada de lucha por la sanidad pública y la manifa de los discapacitados en Madrid. Hoy la acción estaba más que nunca en la calle, en pro del Estado del bienestar que esta panda de mercenarios de la derecha pretende apropiarse para enriquecerse ellos mismos y sus parientes, amigos y enchufados a golpe de decreto y de imposición. Tiene gracia que los sociatas se reúnan a celebrar el recuerdo de sus gorias antañonas, cuando ponían los cimientos del Estado del bienestar que estos neofranquistas están hoy desmantelando y no se les ocurra siquiera no ya ir a las manifas en su defensa, sino enviarles un recuerdo y un mensaje de apoyo. Tenía razón Rubalcaba hace unos meses: no fueron capaces de pinchar la burbuja en su día. Y no lo fueron porque vivían en ella. Y en ella siguen. Según el crítico Palinuro en su entrada de ayer, dedicados a la meditación zen.
El segundo es el sondeo de Metroscopia de El País de hoy en el que se certifica que prosigue el hundimiento de los dos grandes partidos. El PP pierde 13,3 puntos (pocos me parecen) y se queda en un magro 31,3% en intención de voto y el PSOE pierde 6 puntos y se queda en 22,7% que debe de ser la cota más baja jamás alcanzada. Frente a estos datos de feroz granito, las oriflamas de vetustas batallas mueven a risa. El 85% de los ciudadanos desconfía tanto de Rajoy como Palinuro; o más. El 15% restante debe de estar compuesto por gente que no lo conoce o parientes suyos. Pero la valoración de Rubalcaba va a la par: el 81% no se fía de él. Empeñarse en conducir su inexistente proyecto a la victoria con un 81% de la opinión en contra es como querer destruir la muralla china con un destornillador. Y, pregunta Palinuro con su habitual tendencia a fastidiar: ¿qué resultados se obtendrían si Metroscopia, además de preguntar por Rajoy y Rubalcaba, preguntara también por Felipe y Aznar? ¿Hacemos apuestas? No tengo duda de que Felipe ganaría a Aznar y ambos dejarían por los suelos a sus dos segundones. El País podía intentarlo en el próximo sondeo solo por entretenernos y para dejar claro que, como en el famoso cuento de Henry James, una cosa es lo que hay y otra, the real thing.
Así que, en estas condiciones, el acto-homenaje (al que Palinuro se hubiera sumado de haberse planteado en términos menos repelentes) no es otra cosa que una escenificación de un acto fallido. El de ¡vuelve Felipe! que, como el de ¡vuelve Aznar! en la derecha, refleja el profundo sentir de esos entes magmáticos que son los dos partidos mayoritarios. Pero Felipe, como Aznar, no puede volver. Igual que no pueden hacerlo Arturo, ni Tupac Amarú, ni el Rey Sebastián, ni (gracias a los dioses), Adolf Hitler o el padrecito Stalin.
Está bien esto de montar espectáculos camp. Pero estaría mucho mejor que el PSOE renovara ya una dirección de la que la ciudadanía (entre ella, su propia militancia) no se fía, se remozara, rejuveneciera, saliera a la calle, se mezclara con la gente, se enterara de lo que sucede, de cómo la población está siendo agredida, reprimida, empobrecida, esquilmada, estafada (en parte por culpa directa suya), de cómo está reaccionando, y se hiciera visible en esta lucha que será la base de las decisiones que se tomen en las elecciones de 2015.

La batalla de los hospitales y el socialismo zen.

A la izquierda, la sábana que cuelga Palinuro en seguimiento de la recomendación del personal sanitario que defiende la sanidad pública. No podemos perder esta batalla. Hay que apoyar a los médicos y al resto del personal de los hospitales públicos. Conseguir que sigan siendo públicos. Sin caer en las trampas y señuelos de los sofistas de la privatización. Es un expolio de la colectividad mediante el que se entregan a unas empresas privadas unas infraestructuras fabulosas por las que no han pagado nada para que hagan negocios opíparos. En definitiva, negocios a costa de nuestra salud.
Hasta la fecha el gobierno de la C.A. de Madrid no ha mostrado un solo estudio independiente que pruebe el ahorro o la mayor eficiencia de la privatización. Ni ha consultado una sola vez con los estamentos afectados. Ha impuesto un plan poco menos que secreto, probablemente pactado con las empresas y sin información pública creíble. Es una decisión política que queda en evidencia cuando el responsable del plan de privatización, el consejero de Sanidad, Fernández-Lasquetty, espeta a un entrevistador que "no hay negociación posible". Fina sensibilidad democrática. Todo el mundo a callar y a hacer lo que yo diga, aunque no esté fundamentado en nada sino en mi deseo de enriquecer a mis amigos a costa del derecho a la salud de la población.
No, no podemos perder esta batalla y el señor Fernández-Lasquetty debe dimitir.

En mitad de este fragor, con el conjunto de la sociedad convulsa por todo tipo de conflictos, sociales, territoriales, profesionales, etc, el PSOE se esfuerza en emprender el camino de la suma perfección budista, alcanzar la imperturbabilidad absoluta que lo lleve a fundirse con la nada, a suspenderse en el cosmos. Cuenta El País que el pasado 16 de diciembre, antes pues de las elecciones catalanas, Rubalcaba reunió discretamente en Madrid a los barones de su predilección junto a otros altos cargos también cercanos en cuerpo y alma para arbitrar huis clos la marcha del partido en los próximos dos a tres años: nada de agitaciones internas, nada de cuestiones orgánicas, primarias o no primarias, nada de nombres y cargos: paz, ataraxia, quietud, nirvana. Necesitamos sosiego, apartamiento del mundo para la gran obra de regeneración ideológica que espera en un magno congreso en enero dedicado a las cosas de la teoría. Hay que reaparecer portando una nueva oferta a la ciudadanía, algo que permita al partido recuperar la confianza del electorado.
La dirección ha encargado a Ramón Jáuregui la tarea de poner negro sobre blanco el prodigio de la nueva Ave Fénix. Jáuregui ha reunido una nutrida cuota del estamento pensante -son, parece, trescientas cabezas- dividido en especialidades y se encargará luego de sintetizar sus propuestas y conclusiones en un documento programático. Algo que recuerda el extinto Programa 2000 que no pasó de la crisis de 1992. Ahora se pretende que la crisis no sea la enterradora, sino la partera de la nueva criatura a la que, por seguir la costumbre, podrían bautizar Programa 3000. Ya se sabe que estos programas no duran tanto, aunque tampoco suelen ser tan efímeros como el último de Rajoy. Para todo esto se requiere la paz, el olvido de un convento zen.
¡Esos jóvenes que han salido con un vídeo pidiendo perdón! Jáuregui les echa una paternal reprimenda. Lo del perdón está fuera de lugar. Quietos todos que hay que reflexionar. Sin embargo, los penitentes vuelven al ataque y es la consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía, Díaz Pacheco, la que pide perdón en nombre propio y en el del presidente Griñán por haber reformado la Constitución sin consultar a la ciudadanía. No sé si Jáuregui estará de acuerdo pero esto es más que pedir perdón; esto es adelantar y sacar al ámbito público un debate que muchos quisieran interno y, a ser posible, que ni lo hubiera. Con tanto ruido es imposible alcanzar la perfección zen, consistente en la más absoluta inacción.
Téngase en cuenta que esa realidad conflictiva, con un gobierno que agrede sistemáticamente al pueblo y un pueblo que empieza a organizarse en formas de autodefensa, están produciéndose hechos que tendrán su influencia después en los resultados electorales de las izquierdas. De momento, la percepción que tiene la ciudadanía es que los únicos que están haciendo frente de verdad a las agresiones del gobierno son los de IU. Esa iniciativa que han tenido de querellarse contra Cristina Cifuentes por intentar criminalizar el ejercicio de los derechos constitucionales es magnífica y merece el aplauso y el apoyo de todos los demócratas. Hay que parar esta maquinaria de represión que nos viene encima en todos los niveles, físicos y mentales. Y los únicos que están presentes claramente en las movilizaciones de resistencia son los de IU. Esto recuerda los tiempos del franquismo cuando quien quería luchar contra Franco tenía que ingresar en el Partido Comunista, que era el único que lo hacía. Como ahora con el neofranquismo.
Eso es lo que tenía que hacer también el PSOE, aparte desde luego de la refundación ideológica: estar en la calle, ayudar a la gente que, según reconocen sus dirigentes, lo está pasando mal, pronunciarse sobre los abusos del gobierno y oponerse a ellos, combatirlos en el Parlamento y en los tribunales. La versión catalana de IU propone una conferencia de unión de todas las izquierdas para hacer frente a las políticas de expolio, que el gobierno llama de "austeridad". Ignoro si considera de izquierda el PSC, pero eso es lo que debía de estar haciendo el PSOE: convocar una conferencia unitaria de la izquierda en busca de una plataforma común de lucha contra la gestión neoliberal de la crisis con arreglo a la cual esta la pagan los sectores más desfavorecidos. Dejen el zen para otro momento.
(La imagen es una foto de Jessie Pearl, bajo licencia Creative Commons).


dijous, 22 de novembre del 2012

El narcisismo-leninismo.

El otro día se constituyó en Madrid la plataforma Foro Cívico Somos Mayoría, promovida por Julio Anguita. Desafortunada coincidencia nominal con el Foro Cívico de Álvarez Cascos. Esto del civismo tiene pegada. En la misma onda parece estar también Sociedad Civil y Democracia, de Mario Conde. Estas organizaciones tienen otros elementos en común. El primero, evitar el término "partido" y el segundo, depender de fuertes personalidades individuales que tienen algún tipo de ascendiente sobre una cantidad variable de seguidores. Son hombres que ejercen impacto en la sociedad por las razones que sean y pretenden instrumentalizarlo para el logro de unos fines políticos. Porque, aunque Anguita en concreto haya dicho a veces que se retiraba de la política, es de conocimiento general que eso es imposible y que se refiere a la política de partido, salvo que se trate del suyo, al que empieza por no llamar "partido".
Ese es el gran problema de la izquierda: su atomización a lo largo de líneas personalistas, de líderes que aglutinan votos por ser quienes son. Y ello predicando sin parar la necesidad de la unidad de la izquierda. En estos momentos actúan en España una docena más o menos de formaciones de izquierda como este Foro Cívico, Corriente Roja, Equo, Izquierda Abierta, Izquierda Anticapitalista, Izquierda Unida, y me dejo varias fuera por falta de espacio. Casi todas ellas, si bien no todas, obedecen al mismo modelo de una organización que pivota en torno a una fuerte personalidad y en donde el culto a esta personalidad es casi inevitable. Incluso en aquellas en donde este narcisismo no está tan presente, la función de un puñado de personalidades es determinante. Y todas reclaman a voz en cuello la unidad de la izquierda... en torno a cada una de ellas, por supuesto.
Sin embargo, en lo único en que todas las organizaciones de esta izquierda parecen coincidir es en su hostilidad al PSOE, del que dicen que no es verdaderamente de izquierda. Así, para quien no coincida con este juicio, el conjunto de la izquierda semeja una flota con la gran nave capitana de la socialdemocracia, alguna otra nao de menor calado, como IU, más semejante a una cañonera, y una miriada de lanchas torpederas comandadas por sendos caudillos clarividentes.
Esa es la razón por la que puede gobernar la derecha con mayoría absoluta en un país cuyo electorado es mayoritariamente de centro izquierda. Esa y la ayuda de la abstención que afecta especialmente a la izquierda y está en parte movida por la sensación de frustración que produce su fragmentación.
Por el tipo de sistema político español y otras circunstancias, no es previsible que la socialdemocracia pierda su hegemonía en la izquierda, aunque pueda sufrir descalabros más o menos intensos. Es la otra izquierda la que debe elaborar un proyecto que, siendo distinto del socialdemócrata, sea suficientemente claro y convincente para promover la unidad de sus dispersas fuerzas. Sin esa unidad, esta izquierda seguirá siendo testimonial, irrelevante y propiciando a contrario el gobierno de la derecha.
Pero ese objetivo unitario será inalcanzable mientras el campo de la izquierda sea un huerto de personalidades narcisistas que prefieren ser los abanderados de un pelotón que miembros más o menos anodinos de arganizaciones mayores con más expectativas electorales. Porque, se mire como se mire, la cómica disgregación de la izquierda, no tiene otra explicación. Las enconadas polémicas sobre pretendidas cuestiones ideológicas, sobre lealtad a unos principios y unos dogmas de la tradición izquierdista de raíz inconfesadamente marxista y leninista en los que muchos no creen, son pretextos para disfrazar las peleas por los puestos, los cargos, las jefaturas, los liderazgos.
(La imagen es una foto de agitprop, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 7 de novembre del 2012

A better place to live

Al final de la larga y tensa noche en que se comete la injusticia de que solo 314 millones de estadounidenses elijan al presidente del mundo, cuando en esas elecciones debiéramos tener derecho de voto todos los habitantes del planeta, el claro ganador ha sido Obama.
O sea ha ganado el candidato de la mayoría aplastante del mundo (desde luego, de Europa), esto es el mulato demócrata, progre, de izquierda moderada, el candidato de la gente sencilla que quiere un orden político abierto, democrático, multicultural, de igualdad, justicia social y Estado del bienestar, lo más equivalente que hay en el mundo a la baqueteada socialdemocracia europea, la corriente política que supo traer a Europa largos años de estabilidad, progreso y democracia antes de que comenzaran la crisis y las estridencias del más obtuso e inhumano neoliberalismo.
Y ha ganado precisamente frente a eso, frente a las posiciones políticas radicales, extremistas de una derecha oligárquica, oscurantista, ignorante, orgullosa de sus estúpidos prejuicios religiosos y maestra en arte de la demagogia para inducir a engaño a masas enteras de votantes. Frente al capitalismo desaforado, la lucha por la existencia, el abandono y olvido de los más débiles, es decir, el inspirador de la derecha española, cuya brutalidad solo es comparable a su falta de escrúpulos a la hora de expoliar el común de España mediante una forma de gobierno en la que mezcla la corrupción, el caciquismo, el latrocinio y el autoritarismo.
De nada ha servido a la derecha yankee -como sí en cambio a la española- esa abrumadora mayoría de medios de comunicación con la que aquella trata de inducir a error a la mayoría a base de falsificar la realidad, insultar, calumniar al adversario y mentir sistemáticamente para favorecer su causa al precio que sea valiéndose para ello de una tropa de mercenarios de la palabra dispuesta a hacer y decir lo que haga falta para mantener los privilegios de quienes les dan (suntuosamente) de comer. Como en España, verdaderos esbirros del poder, prestos a justificar lo que haga falta con tal de que se  mantenga un orden en que los ricos puedan seguir enriqueciéndose (así, siempre pueden dar unas propinas a estos lacayos del ditirambo) a base explotar a la mayoría, dejarla sin derechos, sometida a salarios de hambre. Como sucede en España. Y con la bendición de unos curas de misa, olla y barragana (o efebo) que traen el consuelo a los humillados y ofendidos de esta tierra en la promesa de un más allá de consolación.
Ha ganado el candidato de los trabajadores, las mujeres, los negros, los latinos, los homosexuales, los inmigrantes, de la gente del común. ¡Ah! Por cierto, esos listos que dicen que, con la crisis, todos los gobiernos pierden las elecciones frente a la oposición ya pueden ir guardándose esta tontería para mejores momentos. Ganará o perderá según como lo haya hecho.
Así que, desde esta noche y por cuatro años más, el mundo será un lugar mejor para vivir

dimarts, 30 d’octubre del 2012

A este PSOE le falta nervio.

Ayer se conmemoraba el trigésimo aniversario de la victoria del PSOE en 1982. Con ese motivo, EFE ha subido un vídeo a You Tube muy digno de verse y al que pertenece la ilustración de esta entrada. El primer gobierno monocolor socialista de la historia de España. Un hito. Un documento gráfico impresionante que trae efluvios antañones. A su vista, dos consideraciones, una en broma y otra en serio. En broma: un gobierno socialista sin Alfredo Pérez Rubalcaba. En serio: no solo es monocolor, es también monogenérico o monosexual, absolutamente homofílico. Ni una mujer. Algo hemos adelantado. Esa imagen hoy es impensable, incluso en los gobiernos de la derecha. En realidad, Felipe González gobernó al más puro estilo macho hasta 1993, en que aparecen las primeras ministras en ministerios "propios de su condición", si se exceotúa a Rosa Conde, que fue portavoz del gobierno en 1988.
Ya sé que es fastidioso andar con estas recriminaciones cuando se habla de los gobiernos socialistas que cambiaron la faz de España. Pero conviene recordar que en esto de la igualdad de género acabamos de empezar y siempre se puede desandar el camino recorrido en cuanto nos descuidemos. Como está pasando ahora.
Salvado el escollo patriarcal, el PSOE de 1982 tiene en común con el de 2012 las siglas. Todo el fuego, la determinación y voluntad de aquellos "jóvenes nacionalistas" se ha convertido en un anodino marasmo en el que la dirección lucha por sobrevivir frente a un partido inquieto con los resultados y perspectivas electorales y una opinión pública que no entiende por qué no hay oposición visible.
Una de las acusaciones que en los últimos años se hacían al PSOE era que se había convertido en una mera maquinaria electoral y descuidado el flanco ideológico, desdeñando la tarea de formulación de ideas. Así, cuando llegaron las sucesivas catástrofes electorales (Andalucía no fue una victoria del PSOE), el partido se encontró desnudo, sin votos y sin ideas. Y así está.
Rubalcaba sostiene que nadie le pide a la cara la dimisión y, con eso, da por zanjada una cuestión que, le guste o no, sigue abierta. Él reivindica su estilo de oposición a la que llama "responsable", consistente en no plantear conflictos al gobierno y, en cambio, ofrecerle pactos de Estado. Una oposición leal, caballerosa, que Rubalcaba experimentó en tiempos de Zapatero. Pero eso no le lleva muy lejos por dos razones: 1ª) está suficientemente claro que el gobierno desdeña toda colaboración con el PSOE con lo que seguir ofreciendo pactos solo puede entenderse como un "error de programación". Es por tanto irrelevante si esa actitud es adecuada o no porque no cabe practicarla. 2ª) Por lo demás, la profusa y educada oferta de pactos no exime al PSOE de articular su oposición de una forma clara y nítida, de ofrecer un programa alternativo a los dos del PP (el que prometió y el que cumplió) y de hacerlo en términos comprensibles para la gente y con suficientes garantías. El PSOE no puede ya ampararse en un compromiso al estilo del tristemente célebre ¡no nos falles! de Zapatero. Ha de haber algo más.
Pero no lo hay. En su marasmo, la dirección del PSOE no hace sino balbucear que "ha entendido el mensaje" (al estilo de González en 1993) y que se va a poner a ello. Para hacer ¿qué? Formular alternativas concretas claramente socialdemócratas. Pero no salen. Y no salen porque a estas alturas el conflicto político en nuestra sociedad ha superado al PSOE en dos aspectos cruciales, el territorial y el social.
Rubalcaba es hombre conservador. Ha sido gobernante con Zapatero y condonado, por tanto, la renuncia del PSOE de entonces a la separación entre la iglesia y el Estado. Y por él mismo, el PSOE se ha alejado de su tradición republicana, aproximándose a la condición de partido dinástico. Teniendo en cuenta que este PSOE es el que perpetró el ataque más grave al Estado del bienestar con la reforma constitucional de agosto de 2011, refrendada a regañadientes por Rubalcaba, se entiende que sea difícil salir del desconcierto con la facilidad con que la crisálida rompe el capullo y emerge como una colorida mariposa de una socialdemocracia repentinamente renovada por arte de birlibirloque y a manos de quienes gestionaron el lento declive hacia la irrelevancia política.
Tan difícil que lo único que se ve es cómo un PSOE falto de iniciativa y nervio va encajando como puede las exigencias de una realidad que no sabe controlar. Rubalcaba tiene un espíritu centralista que pretende mitigar esgrimiendo en situaciones de necesidad un federalismo en el que no cree y que, por supuesto, le hace abominar del concepto mismo de autodeterminación. Piensa en esto como la derecha (según acaba de certificar María Dolores de Cospedal) que, al negar el concepto, desaparece la cosa. Y la cosa le ha estallado ahora en las manos en forma de un PSC díscolo que reclama el derecho a decidir de los catalanes. La odiada autodeterminación ahora en el huerto propio, con un hortelano que se limita a decir que no "comparte" la idea pero no aclara qué piensa hacer cuando el PSC oriente su actuación como pretende.
Es el silencio, la ambigüedad, la indeterminación, es decir, la falta de nervio, lo que está lastrando al PSOE hasta tal extremo de desconsuelo que una de las razones que empiezan a oírse para justificar la continuidad de Rubalcaba es que sin Rubalcaba las cosas estarán peor. No lo sé, pero la prolongación de la situación actual es descorazonadora.
Ayer se votó en el Congreso una iniciativa de Izquierda Abierta en pro de la dación en pago. El PP votó en contra. El PSOE se abstuvo. La abstención es lo primero que los políticos afean a los votantes pero, luego, como se ve, la practican ellos. Y disciplinadamente, como cohortes, ningún diputado socialista votó a favor de la dación. Todos se abstuvieron. Todos refugiaron sus conciencias en la abstención que es la confesión de una impotencia, de un fracaso: el de no tener una idea clara de lo acertado o desacertado de una medida que afecta a derechos básicos de cientos de miles de personas y por qué.
Es la falta de nervio.
(La imagen es una captura de un vídeo de EFE,subido a You Tube).


diumenge, 28 d’octubre del 2012

El cambio, según Rubalcaba de Lampedusa

Rubalcaba ha subido una entrada a su página de Facebook sobre el trigésimo aniversario de la victoria del PSOE en octubre de 1982, lo cual es muy de agradecer porque muestra una voluntad de estar presente en las redes sociales de forma directa, personal, auténtica. Eso lo pretenden todos los políticos, pero no lo consiguen porque, chapados como están a la muy antigua, no tienen espíritu digital, no valoran correctamente la importancia y el impacto de las redes sociales y no las gestionan personalmente sino que lo hacen a través de equipos, de empleados que transmiten la línea oficial del partido o del candidato de modo frío, desganado, oficial que echa para atrás a los internautas. Por supuesto, no a los incondicionales, a los que da igual lo que se les diga, pero sí a los genuinos, los que actúan luego como hacedores de opinión, réplicas de decisiones, etc.
Por supuesto, Rubalcaba no es excepción. Tiene cuenta en Twitter pero es obvio que se la administran otros del partido lo cual es probablemente la práctica más detestada en la red 2.0. Lo mismo le sucede en Facebook, que otros hablan en su nombre. La gente quiere dialogar con el protagonista, no con sus replicantes. Por eso es tanto más de celebrar que, por fin, con motivo del 30 aniversario de la histórica victoria sociata en 1982, se haya decidido a escribir algo de su cosecha y colgarlo en su muro. Esto es lo que la red demanda. Pero no cada treinta años sino cada 30 minutos. Si realmente Rubalcaba se decidiera por hacer política 2.0 de verdad y no fingida, lo tiene muy fácil: le basta con llamar a su compañero de partido, José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun, y preguntarle qué hay que hacer para tener uno de los blogs más visitados del país, Alcalde Jun. La respuesta del alcalde, no hay duda, sería la que diera cualquier internatua: si quieres tener eco en la red de redes, tienes que hacértelo tú directamente; los internautas odian los simulacros, las suplantaciones, la falsificación de actitudes. Sin duda las redes consumen tiempo pero si los políticos comprendieran su importancia, se lo dedicarían, restándolo, quizá, de otras actividades rutinarias, de mero boato o sin sentido.
Eso en cuanto a la forma. En cuanto al fondo de la breve pieza rubalcabiana (compuesta de dos párrafos) hay un par de observaciones que hacer. Conmemorar una fecha señalada y aprovechar el momento para colar juicios y actitudes del presente es una vieja práctica perfectamente legítima. Rubalcaba quiere enlazar directamente con el momento de gloria del PSOE en 1982, aparecer como su continuador. Por supuesto, sale el nombre de Felipe González; no así el de Zapatero. En tiempos de Felipe todo era bonanza; en tiempos de Zapatero, descoloque. Rubalcaba rpbustecer el espíritu de los ochenta, pero no puede ocultar que estamos en mitad de una crisis que hace obsoletas las propuestas de solución antes de que se terminen de formular. No obstante, no reconoce explícitamente error alguno y se limita a sostener que la necesidad de cambio viene motivada por el mero paso del tiempo, no porque alguien (por ejemplo, él) se haya equivocado y deba reflexionar.
Todavía más. Termina Rubalcaba su escrito con una propuesta, esto es, "debemos cambiar el PSOE para que siga siendo el PSOE" que no es otra cosa que la enésima reformulación de la archicitadísima fórmula lampedusiana de que algo cambie para que todo siga igual, en un vano intento por conciliar los dos bandos en conflicto: quienes quieren que haya cambios y quienes no quieren ni oír hablar de ellos. No sé si los asesores del Secretario General le habrían advertido de la posibilidad de una lectura de su caso en clave lampedusiana pero el hecho es que el deseo de Rubalcaba de que el PSOE cambie para seguir siendo él mismo, al tiempo que hurta todo debate sobre qué haya sucedido para que sea preciso cambiar, muestra escasa predisposición a escuchar opiniones discrepantes y buscar vías de entendimiento.
 (La imagen es una captura de un vídeo de insoasres2008, subido a You Tube).