Según la dirección actual y sus seguidores, nada. Según el resto de los mortales, mucho y muy grave precisamente porque no pasa nada.
No es que todo vaya fabuloso en el mejor de los mundos, dicen los dirigentes, tampoco tan ciegos para no ver que la gente en torno suyo lo pasa mal, tiene hambre y se suicida; pero no es cosa de ponerse nerviosos. Por lo que se sabe, Rubalcaba piensa seguir con esta plácida oposición responsable que tan buenos frutos está dando ya que hace aparecer al PP como único responsable de las tropelías que está cometiendo el gobierno en todos los frentes. No hay desgaste para la oposición. En realidad, no hay oposición.
Esa placidez se gana al precio de la irrelevancia y la invisibilidad. Y de ir cuesta abajo en todos los indicadores. Aparte de perder todas las elecciones, según van llegando. A un año de un gobierno que ha incumplido todas sus promesas electorales y ha aplicado políticas durísimas en todos los campos, económico, social, educativo, etc y dañado amplísimos sectores sociales; a un año de un gobierno que parece dispuesto a sacrificar a sus ciudadanos en el ara del cumplimiento de una promesa hecha en el extranjero (sería, pues, la única que cumpliera Rajoy), el PSOE no levanta cabeza. Las expectativas del PP se han hundido, desde luego, y la popularidad de Rajoy anda por los suelos, pero eso va en la paga. Sin embargo, el PSOE lo lleva peor. Sus expectativas de voto son las más bajas de la historia y la cantidad de gente que confía en Rubalcaba es menor que la de Rajoy.
Quedarse quietos, aplazar las conferencias ad calendas y ponerse a elaborar un nuevo gran vademécum que tenga al personal entretenido no son las decisiones más acertadas. Un partido es una realidad viva, no solo un centro de estudios y un gabinete de relaciones públicas. Forma parte de una sociedad en movimiento, en cambio continuo y tiene que ir con ella porque es parte de ella, explicando los fenómenos que se dan y proponiendo decisiones. Pero nada de esto sucede. Se formulan unos etéreos propósitos de ser oposición leal al tiempo que diamantina y se dan luego respuestas parciales, concretas, esporádicas: nos oponemos a esto o aquello o iremos al TC si se adopta tal o cual medida. Pero no hay un proyecto, ni una alternativa. Ni siquiera se formula lo que debiera ser obligado, esto es, que, a la vista del calado de las reformas del PP, no votadas por nadie pues su programa decía lo contrario, a la vista del injusto expolio que está sufriendo el país con unas políticas de recortes desproporcionados y de privatizaciones sin más justificación que beneficiar a los amigos empresarios, el PSOE promete devolver al común todo lo que le está siendo arrebatado por vía de Decreto-ley.
Ha sido Tomás Gómez el único, a mi conocimiento, que ha prometido "revertir" todas las privatizaciones en sanidad si llega a presidente de Madrid. Yo no me quedaría en la sanidad, pero la iniciativa es merecedora de aplauso. Y demuestra que, contra lo dispuesto por la dirección, en el PSOE se mueven cosas, hay inquietud y una clara conciencia de que la situación no puede prolongarse, so pena de que el partido esté dispuesto a ceder a IU y otras izquierdas la tarea de constituirse en oposición real, de referencia.
En un reportaje en El País bastante decepcionante (no por el reportaje en sí, que está muy bien, sino por lo que revela) Zapatero dice, parece que con cierta amargura, que lo hecho, hecho está. Claro, maestro. Y lo deshecho también. He ahí lo lamentable, porque parte del deshecho es, si los hados no lo remedian, el propio PSOE.
Es una necesidad que se abre camino casi sin querer, como el vapor de la marmita tapada. Óscar López, secretario de Organización, parte de la dirección, concluye una visita al cementario civil pidiendo un PSOE fuerte que sea alternativa a un gobierno "mentiroso". Vale por lo de mentiroso, pero el secretario confunde el orden de los factores, cosa que suele suceder a los dirigentes: no es un "PSOE poderoso" el que será una alternativa, sino que el hecho de ser una alternativa hará al PSOE poderoso.
Bueno. Ya solo falta la alternativa. ¿En dónde está? ¿Cuál es? Gran silencio y enorme desconcierto. Tanto que alguno, desconfiando de las posibilidades a futuro, vuelve los ojos al pasado y clama por el retorno del Mesías. Enric Sopena, en El Plural, pide sin ambages que vuelva Felipe González, "solución", dice, "para el PSOE y para España". ¡Ostis, tú! pensamos los menos informados, ¡cómo deben de estar las cosas entre los herederos de Pablo Iglesias! ¡Quieren traer de líder un jarrón chino!
Es una necesidad que encuentra reflejos esporádicos cada vez más frecuentes en la militancia. El vídeo de los muchachos el otro día pidiendo perdón ha levantado ronchas y ahora son las distintas corrientes internas de descontentos las que quieren forjar una plataforma común de oposición a Rubalcaba. No son muchos, pues caben en un colegio mayor en un finde en Madrid y entre ellos no hay cargos públicos, que siempre dan más lustre, pero se hacen oír y son parte del paisaje general de inquietud que la dirección dice que no existe.
Esa misma dirección que, a pesar de su declarado deseo de seguir navegando las plácidas aguas de la oposición responsable, contempla, aparentando británica flema, cómo van despuntando candidaturas a las todavía imprecisamente lejanas primarias que Rubalcaba quiere tanto como Rajoy el rescate. Mesquida, García-Page, Chacón, un@s manifiest@s, otr@s latentes, las alineaciones se van formando. En esto, como en la vida, los procesos pueden acelerarse o retrasarse. La decisión es un albur.
Pero no me parece que el PSOE pueda aguantar tan plácidamente una larga travesía sin proyecto alternativo y sin lider claro, esto es, el líder que interesa a toda la sociedad, no solo al partido, o sea el/la candidat@ a la presidencia del gobierno.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).