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dijous, 17 d’octubre del 2013

¿Qué hacer frente a la tiranía?


En homenaje a Jorge Arsuaga, de Bilbao, en huelga de hambre por considerar que el gobierno es ilegítimo; y a quienes la hacen y hagan con él.



La ilegitimidad del gobierno es, en efecto, clamorosa. Lo sabemos todos. Empezando por el mismo gobierno. Se trata de una ilegitimidad de origen porque su partido ganó las elecciones engañando y mintiendo sobre sus verdaderas intenciones, traducidas luego en lo contrario de su programa electoral y porque, además, las ha ganado presuntamente con trampas, con juego sucio, mediante financiación ilegal, en una situación de vergonzoso ventajismo quizá delictivo.

Es también abrumadora la ilegitimidad de ejercicio. Rajoy gobierna autoritariamente, por decreto, sin someterse al control parlamentario ni rendir cuentas a la opinión pública a la que oculta todo cuanto es relevante y tiene que ver con él y sus políticas que, sin embargo, explicita en términos crudos en el extranjero. Se vale para ello de un control total, asfixiante de los medios de comunicación, la inmensa mayoría de los privados y todos los públicos bajo su dominio, con la misión de censurar la información, escamotearla, embellecer la acción del gobierno y denigrar la de la oposición. No hay diferencia entre los tertulianos mercenarios de la derecha en los medios privados y los de los públicos, que suelen ser los mismos.

Correspondientemente, tiene bloqueado el Parlamento, dedicado por mayoría a silenciar y ningunear la oposición y aplaudir todo lo que haga o diga el gobierno. De igual modo interfiere permanentemente en la acción del poder judicial, ya sea manipulando la composición de sus órganos u obstruyendo de muy diversos modos la acción de la justicia.

Su relación con la ciudadanía es despreciativa, arrogante, autoritaria, casi fascista. Tanto el presidente como sus ministros o cargos del partido se niegan a hablar, a dar explicaciones o mienten sin sonrojo y se niegan a retractarse de sus mentiras o, simplemente, difaman. Al mismo tiempo reprimen con mano dura -cada vez más dura- toda manifestación de descontento, crítica o disenso, bien por la vía penal (Gallardón acaba dejando el código en un tiempo anterior a Beccaria) o por la vía policial. La política de orden público está sesgada en la represión ideológica de la protesta de la izquierda por medios violentos, hostigadores, intimidatorios, mientras tolera (si no ampara) las provocaciones fascistas callejeras o de sus propios alcaldes.

La invocación de la mayoría, el único recurso -mecánico- del gobierno frente a la crítica es falaz. Ya no hay tal mayoría. La ha perdido. La obtuvo para otra cosa; no la ha hecho y la ha perdido. Y aunque la conservara, ¿no es posible a la par que odiosa una tiranía de la mayoría? Y no es el caso, insisto. Si se invoca la mayoría, convóquense elecciones anticipadas, ahora que ya se sabe qué pretende cada cual y veamos si la mentira, el engaño, obtienen mayoría.

Este gobierno ilegítimo no deja resquicio al discurso, ni lo respeta; no dialoga; impone sus criterios -a los que el mismo Rajoy llama radicales- a la fuerza; insulta y amenaza. Así las cosas, la huelga de hambre de Jorge Arsuaga no solo es respetable sino encomiable. Cuando un poder tiránico no deja salida alguna fuerza es recurrir a lo único que nos queda, nuestra dignidad y nuestra vida misma. Somos, quiero creer, muchos quienes simpatizamos con el gesto de Jorge, impresionados por las consecuencias que pueda tener para él, y que lo secundaríamos. Si no lo hacemos es por una serie de razones comprensibles y también respetables: somos mayores, o tenemos familia, o estamos enfermos, o sencillamente, no nos atrevemos.

Pero todos aquellos que decimos simpatizar con Jorge estamos obligados a manifestarlo y hacer algo por apoyarlo (y, de paso, a nosotros mismos) en su línea. No todos podemos ir a una huelga de hambre pero si cada cual busca en su vida, en sus condiciones de existencia, seguro que puede hacer (o dejar de hacer) algo para evidenciar su crítica, su oposición a esta tiranía de forma activa, pacífica y legal; al menos de momento. Es un acto individual, pero convoca a millones. Carece de sentido criticarlo porque pueda distraer de la acción colectiva. En absoluto. Cada una va por su cauce y la acción colectiva bien puede tomar ejemplo de la de Jorge. Tenemos que defendernos y, con nosotros, la dignidad de la democracia, pues no hay tal en un gobierno tiránico, oligárquico, bajo fuerte sospecha y acusación en sede judicial de organizarse al margen de la ley durante veinte años. Un gobierno con un sonsonete: que la ley se cumple; pero solo cuando la hace él.

Es palmario a la vista de la bochornosa sesión parlamentaria de ayer. La vicepresidenta no solo no se retractó de su triple infamia sobre los parados sino que añadió otra falsa acusación al ex-ministro Valeriano Gómez. Y luego llevó su arrogancia, su desprecio al Parlamento y su chulería al extremo de ausentarse en el turno de réplica, cuando dicho ministro pudo por fin defenderse y dar un claro mentís, tras forcejear dialécticamente con la presidencia de la Cámara que quería acallarlo.

¿Cuántos desplantes y atropellos, cuantos desprecios, abucheos y ninguneos está la oposición dispuesta a soportar en un Parlamento en el que se la bloquea y silencia, antes de realizar un acto como el de Jorge? ¿Cuánto tiempo más va a estar haciendo el juego a una derecha que instrumentaliza el Parlamento para sus fines autocráticos antes de denunciar la situación y retirarse al Aventino?

dissabte, 5 d’octubre del 2013

Como Dios manda.


Está la Patria enhorabuena. Ayer, en un acto de magnanimidad, Cospedal perdonó a los funcionarios hora y media de laburo a cambio de que fueran a no sé qué iglesia, a participar en los ritos por la festividad de San Francisco de Asís. Algo muy oportuno. Corre por ahí la desatentada idea de que el Estado no es confesional y estas cosas no deben hacerse. Los izquierdistas siguen siendo azañistas. No quieren reconocer que España es católica con la misma necesidad con que el sol calienta y la lluvia moja. España es naturalmente católica, igual que otros pueblos son naturalmente negros o tienen los ojos naturalmente rasgados. No hay que dejarse amilanar por el trasnochado anticlericalismo de la izquierda. Los funcionarios, a misa; los cargos, a las procesiones y curas por todas partes. Como Dios manda.

Los curas están especialmente contentos. Les han quitado de encima el íncubo diabólico de la educación para la ciudadanía, un catón ideológico radical que trata de apartar a los chavales del recto camino de la fe. Y la religión se impone en la educación como asignatura evaluable. Ahora solo queda eliminar las alternativas, cosa que se hace ya colegio por colegio. Con un poco de suerte, la iglesia acaba consiguiendo la vuelta de la religión a los universidades, a todas las facultades. Como Dios manda.

Dios manda igualmente celebrar las nostalgias de la dictadura, recordar las glorias de la guerra de liberación o cruzada. Así que ayer se concentraron también los fachas para conmemorar la batalla de Belchite. Pendones falangistas y del requeté. Se reúnen, supongo, en el Belchite nuevo, el que construyeron los presos republicanos, como represalia por el hecho de que su ejército destruyó el otro durante la batalla y destruido sigue. Luego de la misa, al parecer, profanaron una tumba común republicana. No vayan los rojos a creer que, pues ganaron la batalla de Belchite, ganaron la guerra. Como Dios manda.

Ganas tenían los patriotas (cada vez mejor organizados) de ir a aplaudir al general Rodríguez Galindo que ayer accedió asimismo a la libertad condicional. Pero las autoridades les aconsejaron no hacerlo, víctimas de esa pacatería gazmoña que les hace pretextar la sensibilidad de la chusma roja a la hora de celebrar los fastos nacionales.  Tuvieron que limitarse a cantar en las redes las excelencias del mártir de Inchaurrondo, sin poder ir a vitorearlo, como merece y  Dios manda.

Pero este año, habrá un 12 de octubre  como Dios manda. Los camaradas van a fletar una columna de autocares para ir a Barcelona, a celebrar el día de la Raza, la unidad de España y, si se tercia, abrir algunas cabezas de separatistas. Se han creído estos catalufos que la España conquistada un 18 de julio por nuestros abuelos se puede trocear como si fuera butifarra. Allí estará lo mejor de la estirpe, cantando el Cara al sol.Siempre como Dios manda.



Unos intelectuales piden pasar a la acción para combatir la hegemonía neoliberal. Vale. El neoliberalismo es un enemigo del pueblo. Pero el fascismo no lo es menos. Van juntos. Y, por lo demás, ¿qué significa "pasar a la acción"? 

dimarts, 1 d’octubre del 2013

Buscadlos, desenterradlos, hacedles justicia.


Aquí todo el mundo pide "grandeza" a los demás. Siempre a los demás. Rara vez a uno mismo. Desde el lejano Kazajistán, gobernado hoy por el antiguo primer secretario del Partido Comunista de la entonces República de la Unión Soviética, Nursultán Nazarbayev, pide Rajoy "grandeza" a Mas para renunciar a la independencia y Mas le devuelve la pelota sosteniendo que la "grandeza" sería dejar votar a los catalanes en la famosa consulta del dret a decidir.

A sus vez, los enviados de la ONU, pertenecientes al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias que llevan una semana en Madrid haciendo averiguaciones sobre las desapariciones forzosas del franquismo, instan al gobierno a tomar medidas para hacer justicia a las víctimas. Ignoro si utilizan también el término grandeza pero es claro que encajaría y podrían hacerlo. Al fin y al cabo se dirigen a un gobierno y un partido cuyas relaciones con el franquismo son, por decirlo con suavidad, estrechas. Condenó de boquilla en cierta ocasión la dictadura, pero se negó a hacerlo en el Parlamento Europeo, se niega a aplicar la Ley de la Memoria Histórica en lo que hace a los símbolos y otros restos del franquismo y no ayuda en absoluto a que los familiares de los asesinados y enterrados en fosas comunes y anónimas por todo el país, sean resarcidos y obtengan justicia. Un partido y un gobierno que justifican su actitud con el argumento de que no hay que reabrir heridas cerradas, siendo evidente que las heridas no están cerradas, como se demuestra por la permanente presión de los familiares y descendientes de las víctimas para que se haga justicia, aunque para ello hayan de acudir a la Argentina o a la ONU. Un partido que, al menor descuido homenajea a los franquistas como vencedores de la guerra civil.

El gobierno, la fiscalía, la derecha en general argumentan que, por si los presuntos delitos no hubieren prescrito, la Ley de Amnistía de 1977 cierra el paso a su averiguación. Los teóricos de la derecha suelen añadir que la guerra civil conoció demasías por ambas partes y que conviene olvidarlo, pues tal es el espíritu de la reconciliación que animó la transición.

El grupo de trabajo de la ONU viene a decir que los delitos de desapariciones forzosas no prescriben y que, el parlamento español debe derogar la Ley de Amnistía que es una Ley de punto final y proceder a hacer justicia con los desaparecidos del franquismo. 

Ciertamente, si el gobierno se pusiera manos a la obra a cumplir las recomendaciones de los comisionados de la ONU demostraría grandeza. Es obvio que el asunto de la justicia a las víctimas del franquismo es una de las diversas partes por las que la transición hace aguas. Aquella Ley de Amnistía con la que los responsables de la dictadura se blindaban jurídicamente respondía al temor de que, cambiando la situación política, ellos pudieran sufrir represalias a manos de unas izquierdas que, precisamente para garantizar lo contrario, aceptaron la Ley de Amnistía en detrimento de los derechos de las víctimas. 35 años más tarde, siendo ya obvio que la Dictadura no acarreó consecuencias negativas para quienes la sirvieron, y habiendo cambiando mucho la conciencia moral y jurídica de los pueblos en relación a este tipo de crímenes, el mantenimiento de este criterio no es justo.

La transición se hizo con olvido de las víctimas del franquismo. Los derrotados de la guerra tuvieron que aceptar la segunda derrota de la memoria: a los cuarenta años del fin de la contienda, seguirían sin existir. Pero ahora han pasado casi otros tantos y es claro que los efectos negativos que para la reconciliación pudieran haberse temido en 1978 (que jamás fueron reales) ya no pueden invocarse.

El reconocimiento del carácter criminal de la dictadura y la garantía de justicia a las víctimas sería en verdad el acto de grandeza de la derecha  que cristalizaría en la auténtica reconciliación de los españoles. Mientras eso no se haga, las heridas continuarán abiertas, entre otras cosas porque los descendientes o herederos políticos de quienes las infligieron  consideran que las víctimas se lo merecían.

Ese es el problema.

(La imagen es una foto de El reñidero, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 28 de setembre del 2013

España ya es una dictadura de hecho.


La banda de ladrones bajo apariencia de partido político que detenta el poder en España ya ha cerrado el círculo de convertir una democracia de derecho en una dictadura de hecho. Y una dictadura de corte cada vez más fascista. Estos son los datos:

1º) El presidente del gobierno miente siempre que habla; miente siempre: en el parlamento, en el extranjero; miente a todos y sobre todo. No hace otra cosa que mentir. Ha prostituido el debate público que ya no significa nada pues todo el mundo sabe que miente; él sabe que todo el mundo sabe que miente; pero le da igual. Todas sus mentiras pretenden siempre lo mismo: impedir que la justicia actúe y lo impute por sus evidentes responsabilidades políticas y penales en la mayor trama de corrupción de la historia del país.

2º) La asociación de presuntos malhechores tiene bloqueado el Parlamento, cerradas a cal y canto las posibilidades de debate. El Congreso español, como el Reichstag alemán de Hitler o las Cortes del genocida Franco, está para aplaudir las mentiras del Jefe y convalidar bovinamente todos los decretos que su arbitrariedad y carcunda le dicten.

3º) No existe opinión pública crítica articulada alguna. Los medios públicos de comunicación son puras oficinas de propaganda dirigidas por esbirros; los privados, en su inmensa mayoría, son de empresarios estrechamente unidos al gobierno, partes de ese estamento patronal que lleva veinte años financiando ilegalmente a la banda a cambio de contratas públicas choriceadas a los dineros del común. Igualmente tiene a sueldo decenas de periodistas e intelectuales dedicados a alabarlo e injuriar y calumniar a la oposición o a escribir memeces.

4º) Los fascistas que controlan el orden público en el país aplican una política represiva a ultranza. Emplean a la policía -a la que pagan también sobresueldos por apalear a la gente- como matones para intimidar, aterrorizar, hostigar, perseguir a la gente a fin de que no se manifieste y apalearla cuando lo hace. Identifican al azar a los ciudadanos, los multan arbitrariamente, los vejan en la calle, como escuadras de delincuentes armados.

5º) Se cierra el círculo intimidando también a los observadores extranjeros, amenazándolos, forzándolos a que se vayan del país. No quieren testigos de su brutalidad para poder después mentir mejor cuando se vean sus fechorías ante órganos de investigación. Quieren eliminar de cuajo la única posibilidad que nos queda a los españoles de mantener un resquicio de libertades: la vigilancia de los extranjeros, la presencia de Europa. Nuestra única garantía, hoy como ayer, frente a la barbarie de los fascistas sean de los de porra, como Fernández Díaz; de rosario, como Gallardón; o de engolada petulancia como Wert. 

Es fascismo. Es fascismo rampante. Es dictadura. 

dijous, 19 de setembre del 2013

Vuelve Franco.


El revival franquista del verano alcanza su apogeo. Los zangolotinos de Nuevas Generaciones poblaron las redes de fotos celebrando el fascismo con banderas franquistas, brazo en alto y acudieron en escuadra falangista a arropar a Cospedal en su declaración ante el juez. Porque son franquistas, sí, pero del PP y no parece que sean casos de doble militancia. Los gerifaltes del partido consideran que se trata de "chiquilladas" y no merece la pena tomar medidas disciplinarias. Varios alcaldes del PP, que parecen sacados de un álbum de fotos de la época de Bienvenido Mr. Marshall, también han dado fe de su inquebrantable fidelidad a Franco. Estas, claro es, no son chiquilladas; son alcaldadas seniles y, por lo tanto, tampoco censurables. Un grupo de matones del fascio entre los que hay de todo, incluido un pariente de un miembro del gobierno, asaltan la librería Blanquerna. Actos aislados, insignificantes, dirá el ministro del Interior.

El PP se niega a colaborar en la tarea de hacer justicia con el franquismo. No cumple la ley de la memoria histórica; al contrario, la obstaculiza. Bloquea todo intento de hacer justicia a las víctimas y de eliminar los honores indebidos de los victimarios, nombres de calles, plazas, monumentos, etc. Yo mismo pude ver hace unos días que el nombre de José Antonio Primo de Rivera sigue esculpido en la piedra de la fachada de la catedral de Granada.

En estas condiciones, con los franquistas crecidos, parece lógico ver que la Fundación Nacional Francisco Franco, una entidad privada que hasta hace poco recibía subvenciones públicas, dedicada a honrar la memoria y difundir el conocimiento del dictador, reclame la intervención del ejército en Cataluña. Por supuesto. Absolutamente lógico. Lo ilógico es que haya una Fundación Nacional Francisco Franco. Está presidida por la hija del dictador y a su patronato pertenece el suegro del ministro de Justicia, un falangista ex-ministro de Franco que habrá explicado a su yerno el sentido de la justicia sobre los luceros. Esa Fundación debiera ser declarada ilegal y disuelta y sus responsables, la hija, el suegro y el cuñado del primo y el sobrino de la tía, todos, procesados por apología del presunto genocidio cometido por ese invicto caudillo al que idolatran.

En el revival no podía faltar la fanfarria militar y allá se fue García Margallo a preparar la toma del Peñón de Gibraltar, como en los mejores tiempos. Reapareció la Legión y se escucharon soflamas de diverso tipo, así como de la altura de las de Trillo en Perejil. Entretenidos en estas nostalgias, los gobernantes y sus diversos adláteres no calibraban bien el impacto que el facherío estaba produciendo en el extranjero. Podían haberse enterado en Buenos Aires, cuando casi no los dejaron salir del ascensor. Pero eso es imposible. Uno de los rasgos de la derecha española es su pavoroso parroquialismo. No es que el juicio ajeno le sea indiferente. Es que le es desconocido.

Hasta que un buen día nos dan una bofetada como la de la jueza María Servini de Cubría, que ha dictado orden internacional de detención preventiva con fines de extradición contra cuatro presuntos torturadores de la dictadura, con nombres y apellidos. Así el gobierno se encuentra ahora obligado a responder a una petición de extradición de cuatro supuestos criminales que trabajaban a las órdenes de ese presunto genocida cuya memoria es honrada por una fundación que hasta hace poco se financiaba con fondos públicos.

Seguramente el gobierno hará oídos sordos a la petición; es decir, amparará -una vez más- a los supuestos delincuentes de la dictadura. Pero menudo bochorno internacional. España emparejada con las dictaduras sangrientas del cono sur (en realidad, estas fueron sus discípulas) a los ojos del mundo entero. Si alguno de los cuatro extraditables pone un pie fuera de nuestras fronteras, la Interpol le echará el guante y tendrá que declarar por sus posibles fechorías.

Por cierto, el juez Garzón estará encantado de ver cómo se extiende su doctrina pues la jueza Servini aplica el mismo criterio de justicia penal universal que él aplicó para conseguir la detención de Pinochet en Londres. Algo de lo que hemos de felicitarnos todos porque, si no es por la intervención argentina, en España jamás se haría justicia a las víctimas del franquismo. La prueba reside en el mismo Garzón. Jamás se recuperarían los muertos de las cunetas, jamás se conocerían los nombres de sus asesinos.

Esa decisión de la jueza Servini es una bomba que ha acabado reventando la Marca España, el segundo país del mundo, después de Camboya, con mayor número de asesinados en fosas comunes anónimas. Ahora, la sombra de esos muertos vuelve a alzarse ante el gobierno por una requisitoria transoceánica. Un gobierno compuesto por franquistas, neofranquistas, descendientes de franquistas o emparentados con franquistas. Porque, si se puede -y se debe- llamar a declarar a Billy el Niño, a lo mejor también al suegro de Gallardón, Utrera Molina, que fue ministro de Carrero Blanco, o sea, de Franco.
 
Y después dicen que España no es diferente. 

dimarts, 17 de setembre del 2013

Si esto es un hombre.

Tomo prestado el título a la espléndida y terrible novela de Primo Levi con intención bien diferente como verá quien lea lo que sigue:

El que prometió dar la cara lleva dos años escondido.

El que dijo que llamaría al pan, pan y al vino, vino, no pronuncia el nombre Bárcenas.

Quien aseguró mantendría su espíritu de diálogo no habla con nadie, no responde las preguntas de los periodistas, no contesta las interpelaciones parlamentarias y da orden a su partido de mantener un silencio cerrado de omertà.

Quien se preciaba de hablar claramente lleva dos años mintiendo e incluso lo reconoce públicamente al admitir que no ha cumplido su palabra.

Quien aseguró que diría siempre la verdad se niega a decir cuánto dinero público se ha embolsado en los últimos veinte años, tanto el legal como el presuntamente ilegal.

El que dijo que obligaría a dimitir a los cargos imputados no solo no lo hace sino que no piensa ni en dimitir él si llegan a imputarlo.

Quien aseguró que daría al Parlamento la importancia que tiene, no se digna pisarlo y lo ha reducido a una cámara de bloqueo de la oposición.

Quien dijo que velaría por la imparcialidad de los medios públicos de comunicación los ha puesto en manos de un grupo de esbirros ideológicos que los han convertido en un aparato de propaganda.

El que afirmó que no tocaría el Estado del bienestar lo ha desmantelado.

El que prometió que no abarataría el despido lo ha hecho libre y gratuito.

Quien dijo que, cuando gobernase, descendería el paro, lo ha incrementado y sigue haciéndolo.

Quien aseguró que bajaría los impuestos los ha subido. Y los ha subido injustamente, para que paguen más quienes tienen menos.

Quien afirmó que no daría dinero público para rescatar bancos les ha entregado 120.000 millones de euros prácticamente a fondo perdido.

El que dijo que metería la tijera a todo excepto la sanidad, la educación y las pensiones, ha vendido la sanidad pública a empresas privadas, bastantes de ellas regidas por granujas; ha liquidado la educación pública y gratuita a favor de la privada de los curas; y ha liquidado el sistema público de pensiones.

Y todo esto no lo ha hecho con el paso del tiempo, a lo largo de los años; no. Lo ha hecho de inmediato, apenas tomada posesión porque ya lo tenía todo preparado de antemano. Hizo una plataforma repleta de mentiras para ganar las elecciones y aplicar su verdadero programa, que es el que consta más arriba.

Cuando un gobernante comete tantas iniquidades pierde la escasa legitimidad que pueda haber tenido. Deja de ser un gobernante legítimo. Se convierte en un déspota. Deja de ser un hombre. Es un granuja.

dilluns, 27 de maig del 2013

Vencedores y vencidos.


Leo dos noticias en Público que me interesan, me afectan personalmente, me conmueven y me llevan a reflejarlas en la entrada de hoy. Una es la de que las víctimas de la dictadura, las asociaciones de la memoria histórica, juristas, defensores de los derechos humanos, periodistas y personajes del mundo de la cultura ponen en marcha la Plataforma por la Comisión de la Verdad para hacer justicia a las víctimas del genocidio franquista. La otra: la plataforma Date cuenta, que ha elaborado un documental Vencidxs, ha lanzado una campaña de crowdfunding para financiar la conversión del documental en un libro en el que se recojan las voces de los vencidos en la guerra civil antes de que desaparezcan. Las dos noticias, muy buenas, son complementarias.

La constitución de la plataforma en pro de una Comisión de la verdad que acabe con la impunidad del franquismo es un paso decisivo en el logro de un objetivo de justicia que hubo de darse hace muchos años, al comienzo de la transición. No se hizo entonces por razones sobre las que seguiremos discutiendo largos años, sin duda. Una plataforma similar a las que han actuado en otros países salidos de dictaduras terroristas como la española. Su tarea, a la que en nada afecta que hayan pasado casi cuarenta años desde el fin de la dictadura, ya que los presuntos crímenes de esta, siendo de genocidio, no prescriben, es  derogar la Ley de Amnistía de 1977, ampliar la memoria histórica, hacer justicia a las víctimas del franquismo, compensar a sus allegados y herederos de todas las formas posibles pero muy especialmente entregándoles los restos de sus familiares asesinados y que aún yacen en las cunetas y las fosas comunes, rehabilitar sus nombres y echar por fin las bases de una reconciliación asentada no sobre la mentira y el olvido, sino sobre el recuerdo y la verdad. Esa comisión se personará en todos los foros nacionales e internacionales y en todos los procesos en que se reclame la memoria histórica y el derecho de las víctimas a la justicia.

La Ley de la Memoria histórica socialista ha sido insuficiente, ha quedado pronto arrinconada por la falta de voluntad de las autoridades de ponerla en práctica y su único resultado es la condena e inhabilitación del único juez que se atrevió a ponerla en práctica. Por ello esa comisión recoge el testigo en donde la demediada ley socialista lo dejó y lo llevará hasta el final, impidiendo que triunfe la deliberada política del olvido propugnada por la derecha y una parte de la izquierda sumisa, que equivale a infligir un nuevo castigo a las víctimas de aquel horror. No dudo de que habrá razones de mucho peso, pero todas son livianas como plumas ante el incontestable, imperecedero, derecho de toda víctima a que se le haga justicia. En nuestro caso reside esta en exhumar los restos de los asesinados, paseados, ejecutados sumariamente, entregárselos a sus allegados y rehabilitar su memoria, en un país en el que una parte importante de la opinión sigue empeñada en silenciar los hechos, ocultarlos, embellecerlos o mentir descaradamente sobre ellos.

La Comisión tendrá que actuar fundamentalmente en los organismos internacionales, gubernamentales o no gubernamentales, en todos los foros mediante los cuales pueda hacerse presión sobre el Estado español para que este acepte poner en marcha las medidas legislativas que hagan posible el restablecimiento de la verdad. Su tarea no será menuda en un momento en el que el país está gobernado por mayoría absoluta por un partido que incluso se niega a condenar el franquismo. Pero que haya de ser prolongada no quiere decir que sea imposible sobre todo si recordamos que su fuerza moral radica en que ni quienes se oponen a su logro se atreven a decirlo claramente en público.

La segunda noticia tiene una carga humana explosiva. El documental Vencidxs, de Aitor Fernández recoge en vivo y directo los recuerdos de los hijos y familiares de las víctimas (luego, víctimas ellos también), hombres y mujeres ya octogenarios, muchas veces represaliados a su vez, que buscan los restos de sus allegados asesinados. Son 104 testimonios valiosísimos de una memoria oral a punto de desaparecer, la de l@s vencid@s en la guerra, silenciada durante estos decenios, que no podido materializarse en forma alguna, sin monumentos, efigies, recordatorios, privada, incluso del conocimiento del lugar en que yacían los suyos. O, lo que quizá sea peor, sabiéndolo pero no pudiendo hacer nada, ni siquiera darse por enterada porque quienes los habían asesinado y enterrado, estaban presentes, eran vecinos, autoridades incluso, civiles, militares, eclesiásticas. Ese documento tiene el valor de una shoah hispánica, salvando todas las distancias.

Ahora los autores se proponen plasmar el documental en un libro de igual título para lo cual han puesto en marcha una iniciativa de Crowdfundig con el objetivo de sufragar los costes de edición. En el momento de redactar esto llevaban recaudados 6708 euros, equivalentes al 86 % del total presupuestado y aún les quedan veinte días. Me parece que lo van a conseguir y eso es para felicitarse sobremanera. El papel impreso está, sí, condenado a la práctica desaparición pero, de momento, sigue siendo irrefutable y actuando como un fedatario poderoso. Lo que consta en él, permanece.

Es muy importante que estas historias permanezcan, que no se las lleven las aguas del Leteo. Es muy importante que la víctima nos cuente en primera persona cómo entre los seis y los dieciséis años fue vejada, humillada, maltratada, purgada con aceite de ricino y guindilla. Es muy importante comprobar que no se trató de casos aislados, incontrolados, sino de una política deliberada de represión, castigo, humillación, un plan rigurosamente seguido a lo largo de los años. Un plan de exterminio en unos casos y sujuzgamiento sin contemplaciones en todos los demás. Porque, nos dice Aitor Fernández "En España no hubo una Guerra Civil. Aquí hubo una de guerra de los ricos contra los pobres para conservar sus privilegios".

Y ese es el misterio de esta insensata ocultación de decenas de miles de cuerpos, el hecho de que los herederos físicos e ideológicos de quienes perpetraron aquel crimen no puedan mirar de frente el pasado porque saben que tendrían que pedir perdón y no quieren. Ganaron la guerra, ganaron la paz, los vencidos no tienen derechos. La cuestión es, sin embargo, que esto no se puede sostener en ningún foro internacional civilizado. Resulta sarcástico que España, quien tanto ha hecho por los procesos de pacificación y de restablecimiento de la verdad en tantos otros paises, sea incapaz de hacerlo consigo misma.

Así como parece imposible hacer comprender a la jerarquía católica que su religión no puede gobernar la sociedad, lo parece que la derecha entienda que la verdadera reconciliación de los españoles solo puede darse sobre la base de la justicia y la verdad y, por tanto, sobre la aceptación de sus responsabilidades.

diumenge, 24 de febrer del 2013

Dimita ya, Cifuentes.

De todas las imágenes que he visto de las manifas de ayer y la brutalidad policial, tanto de la de sus agentes uniformados (pero sin la placa de identificación) como de los provocadores de paisano, la más indignante es esta. Chicos y chicas de rodillas, con las manos en la cabeza, expuest@s en situación humillante al público y custodiad@s por sujetos fuertemente armados y protegidos. Una vergüenza que solo se explica mediante recurso al sadismo de las fuerzas de represión. No basta con prevenir los disturbios -si los hay y no es la misma policía quien los ha provocado- y detener a sus causantes. También hay que ofender y humillar a la gente que pase por allí, tengo o no que ver con los hechos. Hay que tratar de despojarla de su dignidad, obligarla a estar de rodillas para escarmiento de los circunstantes. Como cuando se exhibía a los reos en la picota pública. Si esto fuera una democracia y no el cachondeo de ladrones, sinvergüenzas y fascistas que es, ya se habría identificado a los responsables de este atropello para castigarlos como se merecen.

¿O no es un exceso de los polícias, sino una orden deliberada del mando, de esta Cristina Cifuentes que es un ser pérfido, dispuesto a hacer carrera por la vía de los abusos? ¿Es ella quien ha ordenado que se tenga de rodillas en la plaza pública a los detenidos, como si esto fuera Afganistán o algo asi? ¿Es ella la sádica? ¿Se divierte y disfruta después viendo como se maltrata, se humilla, se quiere arrebatar la dignidad a unos seres humanos? ¿Y por qué no se va a una Sex-shop, se compra un látigo y unas botas de cuero y ejerce su pasión sin disfrazarla de política de orden público?

En un país cuyas fuerzas del orden tienen en nómina como asesor, profesor y adiestrador a un asesino ya condenado por los tribunales, no sería de extrañar.

Entre fascistas anda el juego.

Golpe de Estado

La gran marea ciudadana de ayer en todas las ciudades españolas ya no se deja minusvalorar con cuantificaciones de asistencias, que si 25.000, 250.000 o dos millones. Es una inmensa multitud que ha salido a la calle a protestar contra eso, contra lo que llama un golpe de Estado financiero implementado por un gobierno embustero, ineficaz y bajo fuerte sospecha de corrupción. Un gobierno que está promoviendo una verdadera involución en todos los órdenes. Está rompiendo los consensos básicos, dice Rubalcaba. Se entiende lo que quiere decir: el gobierno está tomando medidas más allá de la mera gestión del orden social, medidas que afectan a la estructura misma de ese orden social, de ese modelo, como se dice. La expresión no es feliz por cuanto tales consensos jamás fueron explícitos. Es mucho más claro hablar de medidas anticonstitucionales. Con independencia de si uno quiere reformarla o no, la Constitución incorpora todos los consensos reales. La acusación es que las medidas son materialmente anticonstitucionales. Es decir, respetan el tenor literal del Constitución pero la vacían de contenido. Es una mutación constitucional, un ataque a la constitución material del país.

Frente a esta situación la gran marea tiene un enorme significado. Es una respuesta del conjunto de la sociedad civil, esa que invocan permanentemente los neoliberales. Y lo es porque a las manifestaciones en las que concurren los trabajadores, los sindicatos, los parados, los pensionistas, se añade el estado de práctica resistencia de estamentos profesionales enteros, como el sanitario, el educativo, el judicial y el de los funcionarios en general. Pero, para que ese significado se plasme en la realidad, precisa la acción de un poder político que haya sido receptivo. Y no es el caso. Todo lo contrario: el poder político español es claramente hostil a ese significado.

El gobierno entiende la mayoría absoluta conseguida el 20-N de 2011 como un cheque en blanco por cuatro años. En democracia esto nunca es así y menos aun si ese gobierno ha roto todas sus promesas. Pero esta consideración vuelve a ser simbólica y convencional. El poder dispone del monopolio de la violencia y no se cuida poco o mucho de si es legítimo. Sin duda da respuesta a la movilización ciudadana en dos terrenos al mismo tiempo, el de la ideología y el de la violencia. El primero lo tiene muy descuidado. El intento de deslegitimar la gran marea comparándola con el 23-F de Tejero es tan estúpido que no lo puede mantener ni quien lo formula. Pero revela un carácter, una forma de ver la realidad autoritaria dominante en las autoridades que de democracia tienen solo una pátina.

La verdadera respuesta del gobierno a las manifestaciones, allí donde este se esmera, es la represión. Pero no solo la represión en el juego habitual de la acción-reacción, sino algo más brutal al tiempo que más refinado y que no solamente trata de reprimir sino también de amedrentar, incluso aterrorizar. El hostigamiento permanente de los ciudadanos por la policía, las identificaciones arbitrarias, las cargas injustificadas, las actividades de los agentes provocadores apuntan claramente al objetivo de criminalizar las movilizaciones y asustar a los ciudadanos. Dificultar o impedir el ejercicio de los derechos constitucionales y reprimirlo con medidas sancionadoras que abren procedimientos administrativos y judiciales cuando otro ministro de esta cuerda los ha sembrado de tasas es tiranizar a la población de hecho.

En esta situación, ¿cuál ha de ser la respuesta de la ciudadanía? ¿Cuál la de la oposición? Recuérdese que, salvo circunstancias excepcionales, el sistema solo admite cambios mediante elecciones cada cuatro años. La gran marea, en el fondo, aspira a ser una de esas circunstancias excepcionales, consiguiendo la convocatoria de un proceso constituyente. Pero es un sueño pues no se arbitran los medios para hacerlo realidad. En este asunto en concreto es más verosímil una excepcionalidad por la vía penal. No es impensable que a raíz de los papeles de Bárcenas haya una imputación al presidente del gobierno. Eso sí que seguramente obligaría a cambiar la presidencia, aunque pudiera no ser el caso tampoco. De hecho en el gobierno hay vari@s ministr@s que en cualquier país democrático del mundo habrían dimitido catorce veces.

Entre tanto, ¿qué hacer? Las mareas parecen decididas a seguir y a mantener la beligerancia frente al poder político. El PSOE, por su parte, se ha embarcado en una tarea de reflexión para, según parece, dotarse de un cuerpo nuevo de doctrina en una conferencia política en octubre próximo. Una especie de recapitulación de la acción del partido y hasta del mismo partido. Un intento de hacer una oferta más acorde con los tiempos, para lo cual se propone recabar información de la sociedad civil. Precisamente de esa que vive movilizada, pero con la que no parece tener mucho contacto. Recaba información, sí y no está mal. Pero la mejor manera de informarse es participando y no solo acopiando información para destilar después una teoría. Interaccionando con el movimiento según se produce. 

Y ahí es donde la ausencia del PSOE es clamorosa. La práctica inexistencia de la oposición socialista, que no consigue quitarse de encima el injusto sambenito de PPSOE, se hizo patente en el debate sobre el estado de la nación. La intervención de Rajoy fue tan vacua, ambigua y falsa como siempre. La de Rubalcaba más centrada, moderada y de nivel europeo. Pero anodina. El CIS levanta acta del resultado: el socialista ha perdido el debate frente a Rajoy ¡por 26,9 puntos!. Puede parecer injusto, pero esto interpela directamente a Rubalcaba. La gente lo quiere menos que a su adversario.

Sin duda un partido es más que su líder, sobre todo uno tan antiguo como el PSOE. Pero es también su líder en una época como esta caracterizada por dos notas especialmente negativas para la actual dirección socialista: de un lado, es la era mediática y en ella la imagen cuenta mucho; de otro, por ser mediática, es también la de la hemeroteca. Aparte de un serio problema de imagen, Rubalcaba lo tiene de crédito por cuanto fue ministro en los gobiernos de Zapatero, sobre todo en el segundo, en los que el PSOE hizo unas cosas y dejó de hacer otras por las que ahora se autocritica. Ciertamente, es encomiable que el secretario general reconozca los errores pasados y se arrepienta de ellos. Pero recuérdese que, según Spinoza, el arrepentimiento no es una virtud, porque no nace de la razón.

diumenge, 3 de febrer del 2013

Las siervas de Satán.

Mi universidad ha organizado una interesantísima exposición en el Ateneo de Madrid, titulada Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad (1930 - 1980). Es un conjunto de piezas, carteles, objetos, modelos, fotografías, cartas, postales, tebeos, libros, etc., acompañadas de abundantes explicaciones ilustrativas, gratas de leer y bien documentadas. Se ve la mano cuidadosa de Raquel Osborne, profesora de la UNED y comisaria de la exposición, que también es la editora del libro de igual título (Madrid: Fundamentos, 2012) en el que se recogen diversos trabajos de especialistas sobre los asuntos tratados en la exhibición y he incorporado a mis próximas lecturas.

No es una exposición espectacular al uso sino más recogida, modesta, de la vida cotidiana, del oscuro y normal trajín de la existencia. Es como una metáfora del mensaje trasmitido, esto es, en España (1930 - 1980) la mujer es un ser de segunda, destinado a los aspectos menores de la existencia, descanso del guerrero, apoyo en la sombra del hombre como madre, como esposa, como hija. Manda Dios mantenerla en esa condición, sofrenando sus internos impulsos a la perversión, el pecado, la lascivia. En el empeño colaboran la cultura tradicional, las convenciones, las ideologías, la educación, el Estado y, por supuesto, en primerísimo lugar, la Iglesia católica. Esta lo hace con especial refinamiento pues, habiendo elevado a aquella a la condición de madre de Dios, le rinde culto. Por supuesto, de hiperdulía, inferior al de latría (el de Dios), aunque, supongo, superior al de dulía, el de los santos. La Iglesia venera a la Virgen y la ha subido a los cielos. ¿Alguna duda sobre su respeto y reconocimiento a la mujer? La Virgen está en el cielo, como su hijo, Cristo, Dios. Pero Cristo ascendió por sí mismo en tanto su madre fue asunta pues ella sola, carne del mundo, no hubiera llegado muy arriba. ¿Dudas? Ninguna. La Iglesia católica es una institución radicalmente misógina.

La exposición tiene dos momentos: el breve lapso emancipador de la República y la larga noche del franquismo. La primera subraya la aportación de las mujeres a la nueva sociedad española, en paz y en guerra. Se hace referencia al origen y desarrollo del feminismo español y se habla y se muestra a Pardo Bazán, Victoria Kent, Clara Campoamor. Y también se valora lo que la República hizo por las mujeres, el derecho de sufragio, el acceso a las profesiones tradicionales feudos masculinos, la ley de divorcio, la extensión de la educación sexual, etc. También una referencia a la aportación de las mujeres al esfuerzo de guerra no solo en la retaguardia, sino en las formaciones milicianas. Habrá quien diga que fue esta disposición de las mujeres a defender sus recién adquiridos derechos con las armas en la mano la que explica la especial saña de los vencedores de la guerra contra ellas. No es ni siquiera necesario. Las mujeres iban a ser objeto de una represión específica, propia, particularmente injusta y brutal, doble en cualquier caso. Es su suerte en todos los conflictos armados de la humanidad. Las mujeres son objetivo estrategico en las guerras normalmente declaradas por hombres y a través de prácticas odiosas, como las violaciones, el ridículo público o la prostitución forzosa. No hay grandes diferencias entre las violaciones y vejaciones infligidas por los franquistas a las mujeres republicanas y las que practicaban los serbios en las recientes guerras de los Balcanes o las de los hutus a las mujeres tutsis en el conflicto de Ruanda. El ataque a las mujeres forma parte de toda estrategia militar desde tiempo inmemorial del Patriarcado.

Por eso el franquismo se cebó especialmente con ellas durante la guerra y en los primeros años después: represión, tortura, violación, asesinato, por ser madres, esposas, hijas de perseguidos; es decir, por ser eso que el nacionalcatolicismo considera la triple excelsa misión de las mujeres. Después de la especial brutalidad de la primera postguerra vino la represión en la paz, la dominación doctrinal a cargo de la Iglesia y la política y social a cargo de la Sección Femenina, dirigida por la hermana del Ausente, Pilar Primo de Rivera. Por cierto, creo haber advertido en la exposición una sugerencia, como al desgaire, de que las mandos falangistas, casi todas solteras y lo que los machistas llaman marimachos, venían a ser una especie de sublimación de unas tendencias lésbicas quizá inconscientes y, en todo caso, reprimidas. Es una observación interesante. Forma parte de un hilo sutil que informa el espíritu de toda la exposición: entender el lesbianismo (y otras formas de sexualidad no conformista) como una tendencia que pugna siempre por burlar el poder patriarcal y manifestarse de mil formas. Tiene mucho valor una vitrina que contiene pruebas de la constitución de un grupo marginal de homosexuales hombres y mujeres quienes, en los años setenta, habían creado una especie de red clandestina en la Barceloneta con un complicado sistema de señales para realizar actividades colectivas en donde no tuvieran que disimular, esconderse o temer la represión.

Porque esta siguió siendo muy dura para las mujeres (y, por supuesto l@s homosexuales) hasta el final mismo de la Dictadura. En su apogeo, la vida de las mujeres fue la de un sector subalterno, en minoría de edad civil permanente, práctica esclava del macho de turno, marido, padre, hijo y hasta chulo para aquellas que, por una razón u otra, hubieran acabado en el grupo de las llamadas mujeres caídas. Para quienes vivimos buena parte del franquismo, la muestra trae piezas con un valor de memoria incalculable. Hay unos minutos del No-Do de los años cincuenta, con una demostración de la Sección Femenina en la explanada del Monasterio del Escorial ante el Caudillo Franco, bajito, regordete, ataviado con una chaqueta blanca de gala falangista y una boina roja, inolvidable. A much@s se les encenderán los recuerdos al ver las ediciones de los libros de Celia, por Elena Fortún, que leyeron siendo niñ@s. Y no hablemos de un spot televisivo de "OMO lava más blanco" entre dos marujas de los sesenta que es para troncharse de risa. De risa sardónica.

En fin, películas, Marisol, Isabel la Católica, España imperial, todo entre acericos, canesús y hasta Mariquita Pérez, la Barbie del franquismo, las novelas de Corín Tellado, el desarrollo, el turismo. Las mujeres son tontas en general y perversas y si, además, son comunistas, entonces, amigo, hay que aislarlas porque padecen una enfermedad terrible, transmisible, como científicamente demostraba el psiquiatra del régimen, el doctor Vallejo-Nágera, quien aún tiene una calle en Madrid. El franquismo reprimió a todo el mundo. Pero a las mujeres las reprimió el doble.

Desde entonces hemos progresado mucho. Las mujeres han conquistado una posición social en todos los órdenes jamás antes igualada. Pero el Patriarcado es un sistema tenaz, duro de pelar. Todavía les (nos) queda mucho trecho por recorrer. La prueba la proporciona inconscientemente el folleto de la exposición en cinco columnas en orden cronológico. La primera (años treinta) se titula afirmativa Las modernas. La quinta (años setenta) se titula dubitativa ¿Las liberadas?

dimecres, 16 de gener del 2013

El episodio de Wert.



Cuando Palinuro estaba en la Universidad, en tiempos del franquismo, ocurría algo muy curioso. Cada vez que los estudiantes de izquierda, los demócratas, organizábamos una asamblea, normalmente en situación insegura, precaria, con la policía fuera, rodeando el edificio, a punto de entrar a palos, nunca faltaba el provocador que pedía la palabra para hablar a favor de la dictadura, del orden, en contra de la asamblea o de lo que esta estuviera debatiendo, solo para fastidiar, etc. Podía ser un policía disfrazado, como los de ahora, o un estudiante de derechas con intención de reventar el acto. Cuando la gente se cabreaba y lo mandaba callar a gritos, solía argumentar que, si éramos demócratas, estábamos obligados a dejarlo hablar. Y siempre encontraba algún despistado que le daba razón.

Y, no, no estábamos obligados a dejarlo hablar. Igual que ayer los estudiantes de Sevilla no estaban obligados a dejar hablar a Wert. Los demócratas estamos obligados a dejar hablar a quien deja hablar y respeta a los demás. No a quien no lo hace. Los franquistas, durante la dictadura, no dejaban hablar a nadie y al que lo hacía, lo perseguían con una policía compuesta de torturadores, lo condenaban mediante unos procesos-farsas, escenificados por jueces lacayos y lo encerraban en la cárcel. Los demócratas que se jugaban la libertad no estaban moralmente obligados a escuchar a quienes defendían a aquellos criminales.

Los franquistas de hoy, en el gobierno, se valen de unos medios ligeramente distintos, pero sus fines son los mismos: hablar ellos solos, no dejar hablar a los demás y reprimirlos si lo hacen. Veámoslo:

Tienen todos los periódicos por entero a su servicio, como El Mundo, ABC o La Razón o solo parcialmente, como El País. Igual sucede con las radios, con excepción de la SER. Las televisiones son suyas, tanto las privadas como las públicas. En el caso de estas últimas, RTVE, TeleMadrid o Canal Nou (de Valencia) no tienen nada que envidiar al aparato de propaganda de Franco.

El Parlamento no existe pues el gobierno dispone de una mayoría absoluta que le permite legislar por decreto e ignorar completamente las cámaras de representantes en las que, por supuesto, tampoco sirve de nada hablar porque es intrascendente.

La Justicia está sometida a enormes presiones, manipulada por el poder político que encarece arbitrariamente el acceso, dejando fuera de ella a los sectores mayoritarios más desfavorecidos que tampoco pueden hacerse oír por los tribunales. Asimismo, la última reforma preparada por el franquista Gallardón pretende volver a la censura para que nadie pueda informar sobre lo que sucede en los tribunales, igual que en los tiempos de Franco.

El ministerio del Interior trata de suprimir la libertad de información y expresión, impidiendo que se grabe a los agentes de policía reprimiendo las cada vez más numerosas manifestaciones, como suelen, a palos y disparos, sin contemplación alguna con la integridad física de las personas y tratando de intimidarlas y amedrentarlas. Intimidación y amedrentamiento es también la finalidad perseguida por la gobernadora de Madrid quien se vale de la policía como bandas de hostigadores de los ciudadanos a quienes someten a identificaciones masivas e ilegales con fines represivos y multas posteriores por intentar ejercer sus derechos ciudadanos.

Es una forma de gobierno autoritaria, represiva, tiránica, dictatorial que pretende que la gente se calle, no hable y asista muda a una política de saqueo de los bienes públicos en beneficio personal de los políticos de la derecha o de sus enchufados y de negación de todos los derechos, los de reunión, manifestación, información y expresión, por no mencionar otros igualmente pisoteados.

No, el franquista Wert no tenía más derecho a hablar en Sevilla que el que tenían los agentes de la dictadura en las asambleas de los estudiantes demócratas durante el franquismo. Para contar sus embustes y sus ataques a la enseñanza libre, universal y gratuita, en beneficio de los curas y el capital ya tiene innumerables periódicos, radios, televisiones en donde, además, no le hara falta llevar una claque de pelotas y tiralivetas como los de la primera fila del vídeo, ni recurrir a los métodos de represión propios de la dictadura de su gobierno.

Los estudiantes tienen la resistencia, lo único que queda frente a la tiranía. Y con el apoyo de cualquier demócrata amante del Estado de derecho. Lo de Sevilla debiera repetirse en cualquier otro lugar a donde vayan estos enemigos de los derechos y las libertades a provocar.

dijous, 10 de gener del 2013

¿Por qué no hay una revolución?

¿Por qué no la hay en Grecia, en Portugal, en España? Vivimos un ataque en toda regla del capital, no solamente contra los trabajadores sino contra porciones muy importantes de las clases medias. Pequeños empresarios ahogados, condenados al cierre y quizá a la proletarización. Y toca también hasta medianos empresarios.
El capital ha recuperado el control del Estado, puesto al servicio de la clase capitalista, de la oligarquía financiera disfrazada de mercados. Se acabó la pantomima del Estado del bienestar que, en el fondo, era puro socialismo subrepticio, sectores públicos hipertrofiados, burocracias, montañas de funcionarios, seguridad por doquier, gasto público, salarios altos y, entre tanto, beneficios, ganancias, plusvalías, planos cuando no descendentes. Había que reaccionar.
Y el capital reaccionó. Primero barrió todas las empresas públicas industriales o mercantiles, todos los monopolios, energía, telecomunicaciones, tabacos, minería, todo. Luego fue por los servicios públicos, correos, transportes, sanidad, etc. Por último quiere arrasar la administración misma. Por eso carga con especial saña contra los funcionarios. Tras haber reducido a los obreros a una situación de desamparo con pérdida casi total de sus derechos y una administración de justicia innacesible y hostil, ahora quiere asimilarles a los funcionarios, esos trabajadores muchos de los cuales se hicieron la ilusión de ser eso, "clases medias". Una vez proletarizados los funcionarios, asustados los parados, aterrorizados los pensionistas y maniatados los trabajadores, será el reino del capital sobre una población atemorizada, pendiente de la benevolencia de los gobernantes pero no de la seguridad jurídica y la garantía de la ley y los tribunales.
Frente a esa situación, en efecto, ¿por qué no hay una revolución?
Porque si por revolución entendemos alguna o algunas de las que se dieron en el pasado, es imposible. El Estado ha perfeccionado sus medios de represión y hecho impensable cualquier movimiento insurreccional, clandestino y mucho menos armado. Y sin armas no hay revoluciones, exceptuada, se dice, la India, y olvidando que no fue una revolución sino una liberación nacional. Lo que hubo de revolución en la guerra civil española vino del hecho originario de armar a las milicias. Si el gobierno de la República no hubiera repartido las armas, aun a regañadientes, la guerra hubiera durado unos meses, quizá semanas, porque Madrid habría caído.
Pero la capacidad represiva del Estado hoy es inmensa. Todos nuestros Estados reconocen el derecho al secreto de las comunicaciones, pero todos controlan los teléfonos cuando quieren, con o sin mandato judicial. Y lo hacen con aterradora precisión, gracias a los sistemas utilizados en la telefonía móvil que es por donde nos comunicamos. Nuestras ciudades están llenas de cámaras de vídeo. Vivimos observados en pantallas. Es por nuestra seguridad, sin duda, pero también por nuestra inseguridad. El Estado rastrea ya la red, cada vez con mayor eficacia, vigila todos sus movimientos e intercambios y, muy probablemente, tiene el ciberespacio plagado de agentes y espías infiltrados en donde quiere. La batalla se da en la red. Pero la red es pública y la policía está tan al tanto de lo que sucede como quienes lo preparan. La actuación normalmente hostigante y generalmente desorbitada de las fuerzas de seguridad en Madrid, Barcelona, etc muestra una concepción del orden público represiva, dura, autoritaria, intimidatoria. La policía sabe que quedará impune porque los poderes públicos la amparan, y si actúa ilegalmente (no mostrando placas de identificación, por ejemplo) o se sobrepasa, la justicia le será favorable y, cuando no lo fuere, el gobierno acudirá en su socorro e indultará a los condenados.
Y, además de la represión violenta, el Estado ha perfeccionado igualmente su justificación ideológica. El control casi absoluto y la manipulación de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, públicos y privados (pues apenas sobrevive algún bastión crítico) garantizan la machacona repetición de la ideología oficial o pensamiento único (Ramonet). Los medios son literalmente aparatos de propaganda del gobierno, especialmente los públicos. Y la censura y/o silencio de los discrepantes, casi total.
La Iglesia es de mucha ayuda pues no solamente ha abandonado la actitud de bronca continua frente al gobierno socialista sino que apoya con fervor religioso de multitudes todas las medidas del actual. Es más, las inspira. Qué digo "inspira": las dicta. Ideología es y de la más retrógrada, la desaparición de la Educación para la ciudadanía, el retorno de la religión, la discriminación por sexos y el privilegio de la enseñanza privada concertada frente a la pública, en trance de luchar por la supervivencia. El ataque a la educación se ceba en las Universidades, centros de fabricación de doctrinas pérfidas, socializantes, cuando no socialistas, último reducto crítico, funcionarios del pensamiento con los que hay que acabar: castigo a las Universidades públicas y a privatizarlas, hasta que estén al servicio del capital.
Junto a la Iglesia, cómo no, los empresarios, con una política y un discurso público que cabe calificar de terror psicológico. Todo cuanto dicen trata de acercar más la condición de los trabajadores a la de la esclavitud. Para legitimarse pagan universidades, fundaciones, think tanks en los que se justifican estas doctrinas y se elaboran otras siempre en la misma dirección de dejar el mercado a su mal aire, en lo más parecido a la ley de la selva y libre de esas odiosas regulaciones que no son sino las leyes que protegen los derechos de los más débiles.
En estas condiciones, la revolución puede volver a gritar orgullosa, como en el escrito de Rosa Luxemburg sobre la revolución de Berlín de 1919, ¡fui, soy y seré!. Sin olvidar que se trataba de una derrota. Como la de ahora.
(La imagen es una foto de chris.corwin, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 23 de desembre del 2012

El Estado policiaco.

Proyección. Es el término que emplean los psicólogos para designar la táctica preferida de la derecha española. Se trata de atribuir a los demás las intenciones propias, de acusarlos de lo que uno mismo hace. No es el clásico y socorrido "y tú más" sino un intento de ocultar las fechorías de un bando adjudicándoselas al otro. ¿Quién no recuerda a Cospedal hace un par de años denunciando a bombo y platillo el "Estado policial" que había implantado o quería implantar el PSOE? La misma Cospedal afirmaba ser objeto -ella o sus compañeros de partido- de espionaje ilegal. Por supuesto, no puede demostrar nada en los tribunales. Es más, ni siquiera acude cuando es citada en las querellas por calumnias y, cuando acude, no se ratifica en sus acusaciones. Porque son falsas. Son pura proyección pues, además, se hacen en los momentos en que se destapa algún caso propio, como el de esa increíble Gestapillo madrileña.

La Gestapillo. Según denuncias hoy en los tribunales, el gobierno de la Comunidad de Madrid pudo tejer una red de espionaje ilegal, incluso delictivo, para obtener información comprometedora sobre rivales del mismo partido del gobierno. Es un caso bastante zarrapastroso, como del neorrealismo italiano, por eso le va tan bien el nombre. Ahora, según dice El País, la policía puede estar recurriendo a métodos ilegales, también delictivos, para hundir las reputaciones de los politicos catalanes soberanistas. Que (parte de) la policía se dedique a delinquir no es nuevo en España ni en ningún lugar del mundo. La policía de Franco era, en realidad, una organización criminal, como la Gestapo alemana o la Stasi, asimismo alemana. Los socialistas españoles también pasaron su bautismo de fuego con el vergonzoso caso GAL, nunca enteramente aclarado. Ahora es el gobierno del partido que acusa a los demás de "Estado policial" quien parece recurrir a él.

Publicidad. Y en una dinámica especialmente grave porque consiste en calumniar una opción política pacífica y legal con un gran despliegue publicitario. Esas presuntas actividades delictivas de la policía probablemente sean el origen de los famosos documentos falsos que publicó en su día El Mundo con la obvia intención de dañar las expectativas electorales de CiU. Puro montaje para torpedear una opción política por ser soberanista. Se pregunta El País si los mandos del ministerio del Interior conocen estas actividades parapoliciales. Una pregunta retórica. ¿Cómo van a ignorarlas si llevan ya casi un mes investigándolas? Lo mandado ahora es la comparecencia del ministro del Interior para que, entre rezo y rezo, explique las líneas de actuación de su departamento.

Explicaciones. El ministro y los más altos cargos de Interior están obligados a explicar en sede parlamentaria su política de orden público y las actividades de las fuerzas que coordinan. En lo específico y en lo más general. Debe hacerse la luz sobre esa sórdida historia de los informes apócrifos, si son o no falsos y, si lo son, como parece, quién los ha redactado y por órdenes de quién. Pero no basta con estas explicaciones concretas. Los responsables de Interior deben explicar cuál es su actitud en general en el orden público y por qué presenta un aspecto tan autoritario y propio de un Estado policiaco.

El Estado policiaco. Hace unas fechas el gobierno indultó a cuatro agentes de la policía catalana condenados en firme por un delito, entre otros, de torturas. España no ha conseguido salir de la lista de negra de países en los que se recurre a la tortura, pero este gobierno da un paso especialmente grave al indultar a torturadores.
El gobierno tiende a entender todo acto de protesta o crítica, todo ejercicio de los derechos de libertad de expresión, reunión o manifestación como peligros de orden público y reacciona frente a ellos de modo autoritario, represivo, arbitrario y en buena medida, ilegal. La delegación del gobierno en Madrid desarrolla una actividad represiva consistente en hostigar a los ciudadanos en la calle, obligarlos a identificarse sin motivo solo para denunciarlos después y condenarlos a multas por faltas imaginarias. Es un uso de los cuerpos de seguridad que los asemeja a matones a sueldo pues su función consiste en intimidar a la ciudadanía. Esos casos en que la Guardia Civil ha detenido autocares en dirección a Madrid en los que viajaban gentes cuyo propósito era acudir a una manifestación en la capital son más propios de un estado de excepción que de normalidad democrática.  Y eso cuando no se fabrican montajes para simular que se han cometido delitos inventados por la propia policía. O se detiene y aprisiona gente de forma harto irregular a modo de rehenes.
Es obvio que las autoridades máximas del ministerio están al corriente de estas prácticas y las alientan. El mismo director general de la policía, Cosidó, proponía no hace mucho prohibir la grabación de las actuaciones policiales en las calles, es decir, pretende garantizar la impunidad de las fuerzas de seguridad cuando actúan ilegal y hasta delictivamente.
¡Cómo no van a conocer estas gentes las andanzas de sus policías en Cataluña!
El Estado policial, señora Cospedal, es el suyo.

dijous, 29 de novembre del 2012

URGENTE.

Carta de Michael Sommer: 
internet, como la conocemos hoy, está en peligro.

El próximo 3 de diciembre puede acabar la neutralidad y la libertad de internet.
Ese día comienza la Conferencia Mundial sobre la Telecomunicación Internacional en Dubai. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), una organización especializada de la ONU, conjuntamente con los ministerios de Telecomunicaciones de 193 países tomará medidas a puerta cerrada sobre el uso internacional de internet. Pueden adoptarse decisiones que permitan a los gobiernos limitar el acceso a internet en sus países y aumentar la vigilancia online.
Por ello, la Federación Sindical Internacional que presido ha abierto una causa urgente en Change.org en la que pedimos al Secretario General de la UIT que paralice el proceso iniciado y organice negociaciones transparentes. Puesto que una internet bajo control de los Estados y las empresas es contraria a lo que la red representa: acceso abierto y libre para todos.
El tiempo apremia: en los próximos días tenemos que dejar claro que no permitiremos que se destruya nuestro derecho a una comunicación sin barreras.
Firmad ahora nuestra petición y mostrad vuestro apoyo a la libertad en la libertad de internet. Enviad este mail a vuestr@s amig@s y conocid@s
Muchas gracias por vuestro apoyo.
Michael Sommer
Presidente de la Federación Sindical Internacional (FSI) y Presidente de la Federación de Sinbdicantos Alemanes (FSA)

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MÁS CLARO.
Un grupo de empresas de telecomunicación está en contacto con países como la China, Egpto y Arabia Saudí, que ya hoy restringen cuanto pueden la libertad en internet con el fin de redactar una nueva normativa en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas  sobre telecomunicaciones internacionales en diciembre.

Su propuesta significa que los gobiernos y las empresas de todo el mundo tendrán la posibilidad de:

- Hacer de pago servicios como el correo electrónico o Skype;

- limitar el acceso a internet; y

- vigilar todo lo que hacemos online.

Para los habitantes de los países pobres y aquell@s que viven en dictaduras, las nuevas reglas todavía serán peores.

Firmad la petición mundial de la columna de la derecha y pedid al Secretario General de la UIT, Dr. Hamadoun Touré y a l@s representantes de vuestros gobiernos que toman parte en la Conferencia que rechacen el nuevo intento de restringir la libertad en internet.

¿Os imagináis a gente como Wert metiendo sus narices en lo que decís en la red?

dijous, 22 de novembre del 2012

Prohibir el homenaje a un dictador asesino en Madrid.

He creado una petición en Change.org para que una fundación de fascistas organice un homenaje al asesino de cientos de miles de españoles. Muchos de ellos aún yacen en fosas comunes por las cunetas de España ante la negligencia o la complicidad directa de las autoridades políticas y judiciales. Este homenaje es un insulto directo a su memoria. Es como si los asesinaran por segunda vez.
Se solicitan firmas.


dijous, 15 de novembre del 2012

Después de la huelga, la manifestación.

La jornada de HG culminó con manifestaciones multitudinarias en muchas ciudades españolas que han permitido visualizar mejor el grado de oposición e indignación suscitado por la política injusta, clasista e inhumana del gobierno. En bastantes lugares se dice que son las más concurridas que se hayan visto. No obstante, Cifuentes, la gobernadora de Madrid, calcula la asistencia en la capital en 35.000 personas. De la falsedad de esta afirmación puede hacerse una idea cualquiera (incluida Cifuentes) que eche una ojeada a esta magnífica foto de Álvaro García en El País, que ha corrido por la red mundial como la pólvora. 35.000 hubo en Santander y en Valladolid. En Madrid, diez veces más.
Ese intento absurdo del gobierno por negar los hechos a la vista de todos prueba el nerviosismo de las autoridades por el aumento de la oposición y la resistencia populares a sus políticas. Un miedo que lo ha llevado a pedir y lograr una improvisada comparecencia del comisario europeo competente en la materia, Olli Rehn, a decir que no se pedirán más ajustes a España. Confía el gobierno en que los españoles otorguen más crédito a Rehn del que le conceden a él. Pero es inútil. Todos saben que Rehn miente tanto como Rajoy. Que se lo pregunten a los griegos.
En la calle, las órdenes de la policía han sido similares: a palos con los manifestantes al menor pretexto y hasta sin pretexto. Hay que escarmentar a la díscola población autóctona y mostrar a los alemanes que se está dispuesto a hacer lo que sea por cumplir sus órdenes. Así que la represión se ha extremado. La odiosa práctica de enviar agentes provocadores ("infiltrados" los llaman cuando son delincuentes de hecho) se ha generalizado en Madrid y en Barcelona. En la ciudad condal, la actuación de los Mossos ha sido especialmente brutal, con pelotas de goma a voleo y agresiones a menores de edad. Seguramente la Generalitat quiere demostrar a sus votantes que sabrá machacar a la población en una Cataluña independiente y que Madrid no ostenta el monopolio de la barbarie.
Aunque lucha con denuedo por mantenerlo. En la capital se habían preparado para los peores supuestos, como se prueba por la ostentosa presencia de policía montada frente a las Cortes. Fue tanto el hostigamiento y tanta la agresividad de las llamadas fuerzas del orden que, al final de la jornada, en Atocha y Santa María de la Cabeza se pasó a mayores con barricadas incendiadas y sedes de bancos reventadas.
Así que, a tono con las declaraciones de la directora general de la policía, Díaz, el gobierno considera "normal" una jornada de huelga general que ha paralizado buena parte del país, ha sacado a cientos de miles de ciudadan@s a las calles y ha dejado un reguero de detenid@s, herid@s y destrozos urbanos de consideración. El día en que el gobierno considere que la situación es "anormal" será preciso guarecerse en los refugios.
Esa costumbre de informar sobre la realidad negándola es la práctica de una actitud consistente en gobernar de acuerdo con una doctrina, la neoliberal, y como agente y brazo ejecutor de decisiones que se toman en otras latitudes. De ahí que Rajoy haya dicho ya que mantendrá el rumbo y no habrá cambios. Los sindicatos siguen pidiendo un referéndum, pero esa no es una actitud muy inteligente. En primer lugar es muy difícil hacer un referéndum sobre algo tan complejo como una política económica ("los ajustes") en su conjunto y, por tanto, sería en realidad un plebiscito sobre Rajoy, lo cual no nos llevaría muy lejos. En segundo lugar, en caso de ser factible, el referéndum no resolvería nada pues no revelaría alternativa alguna a las políticas que se condenaran. Salvo que sirviera para convocar elecciones anticipadas. Pero, en ese supuesto, ¿por qué no empezar por ahí y pedirlas? Razones sobran: Rajoy ha tomado medidas que nada tienen que ver con el programa con que ganó las elecciones. Fue, por tanto, una victoria fraudulenta que deslegitima al gobierno. En tercer y último lugar, las movilizaciones sociales son el único lenguaje que entiende este gobierno, cuya política parlamentaria es inexistente y coinciden con un derecho de la ciudadanía, el de manifestación. Así que eso es lo conveniente: mantener la protesta extraparlamentaria siempre dentro de los límites de la no violencia y, si acaso, la desobediencia civil que es, por definición, pacífica. Para forzar al gobierno a negociar. Igual que ya lo hace con los empresarios, con los banqueros, la iglesia y las instituciones financieras internacionales, que lo haga con la oposición parlamentaria en primer lugar, con los sindicatos y con la extraparlamentaria en segundo, incluida la comunidad de internautas, coordinada en las redes sociales. 
Eso sería lo democrático en lugar de este trágala neoliberal y nacional-católico impuesto a palos en las calles.

dimarts, 6 de novembre del 2012

¿Cómo no va a haber desafección?

Y lo extraño es que no haya algo más. Las condiciones de vida de la gente llevan cinco años deteriorándose: reducciones de salarios, millones en el paro, aumento de los impuestos, tasas y todo tipo de gabelas, reducción de prestaciones, subvenciones y, en general todos los servicios públicos, merma de las pensiones. La justificación es la necesidad de luchar contra la crisis, una crisis que han desencadenado las entidades financieras y que tienen que pagar los que la sufren.
Uno de los efectos más visibles y más nocivos de esta situación es el hecho de que los bancos en práctica quiebra hayan de ser rescatados con dinero público en cantidades astronómicas sin que el Estado puede ejercer algún tipo de control sobre esas aportaciones que, en muchos casos, se han estado empleando en actividades especulativas. Ni siquiera puede (o quiere) el Estado evitar que los bancos sigan ejecutando hipotecas a decenas de miles sobre la población que aporta los fondos para los rescates.
Junto a esta realidad cotidiana llamada de austeridad en la que se cierran hospitales, urgencias, escuelas, programas, servicios de todo tipo, las gentes han de contemplar una casta de delincuentes y presuntos delincuentes, todos relacionados con las administraciones públicas dedicada al saqueo del erario público. La muestra más patente, la Comunidad Valenciana donde, durante años de construcciones suntuarias y despilfarro, se robó a mansalva en prácticamente todos los capítulos y ahora la Comunidad está en la ruina, sin farmacias y con todos los servicios públicos deteriorados mientras la clase política local presume del mayor número relativo de imputados por corrupción en el Reino.
Igualmente forma parte del paisaje otra casta de políticos de todos los niveles, instalados en unos privilegios escandalosos que no debieran tolerarse. Que el presidente del gobierno, la de la Comunidad de Castilla La Mancha y tutti quanti cobren dos sueldos en las circunstancias actuales es una inmoralidad. Que muchos diputados con residencia en Madrid cobren dietas también es una inmoralidad y como estas las hay a puñados.
Los españoles ven ahora también cómo la misma Merkel que ordena a Rajoy imponer medidas de ajuste es la que está levantándolas en Alemania porque es año electoral y quiere ganar. Se sigue de ello que en todas partes sucede lo mismo: es mentira que las políticas de ajuste vengan obligadas por la crisis; en realidad dependen de las oportunidades electorales. Por eso, Rajoy, que ganó las elecciones prometiendo lo contrario de lo que ha hecho, sabe que tiene tres años más hasta las siguientes elecciones y por eso impone el programa máximo en los dos primeros, con la esperanza que los dos últimos le permitan ir suavizando la situación para ganar también las elecciones de 2015.
Las explicaciones que se dan para justificar los recortes son falsas. Se trata de desmantelar el Estado del bienestar para hacer más ricos a los ricos (que ya reciben trato de favor descarado del gobierno) y más pobres a los pobres. Son medidas de carácter ideológico, reaccionarias, involucionistas que no solamente tratan de poner a los trabajadores literalmente a merced de los empresarios sino también recortar sus derechos en otros campos, singularmente las libertades políticas de reunión, manifestación, expresión etc. Y, por supuesto, restringir o incluso abolir si fuera posible, el aborto.
Los primeros en saber que las explicaciones de los recortes son falsas son quienes las fabulan. Por eso, el gobierno no pierde mucho tiempo en discutir y, sabedor de que su acción es injusta y provoca resistencia popular, ha decidido aumentar en un 1.780% el material antidisturbios. En un país en el que se recorta todo, desde el I + D a la dependencia, la partida que sube más escandalosamente es la del material para reprimir las protestas ciudadanas. 
Eso da la medida de todo. También de la desafección.

dimecres, 31 d’octubre del 2012

La dignidad del hombre.

El otro día, en una intervención parlamentaria, el ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, se soltó la melena en un alegato filosófico en contra del colectivismo en el que sostenía que la base antropológica de su partido, el PP, su principio mismo, era el individualismo, entendiendo por tal aquella actitud que pone al individuo en el centro de la acción social. El individuo, el sacrosanto individuo, es el alfa y omega de la acción del PP.
Es una doctrina acrisolada que, el ministro lo sabrá, echa raíces profundas en el pensamiento occidental. Es parecer general que el Renacimiento, el espíritu moderno, tiene uno de sus orígenes en la Oración por la dignidad del hombre, escrita en 1486 por Giovanni Pico della Mirandola, Conde de la Concordia. La historia viene de mucho más atrás, de los griegos, desde luego y, con reservas, de los caldeos. Pico recoge la tradición de Hermes Trismegisto y Alá sarraceno cuando hablan de la maravilla que es el hombre. En algún lugar Sófocles hace decir a uno de sus héroes que el mundo está lleno de maravillas pero la más maravillosa de todas es el hombre. La dignidad del hombre radica en su ser maravilloso. Por el camino hacia Pico, Tomás de Aquino precisaría que esa maravilla del hombre residía en su carácter divino, en ser obra de Dios, uno con Dios. Pico, sin embargo, gran padre del humanismo, atribuye esa maravilla a la facultad que tiene el hombre de hacerse a sí mismo en uso de su libertad. Esa es su dignidad. Viene luego Kant y redondea la jugada al afirmar que la humanidad es santa en cada uno de sus individuos. La Declaración de derechos del hombre y del ciudadano respira kantismo en la universalización de la dignidad del hombre que constituye su mismo meollo. Cuando más tarde Nietzsche irrumpe impulsando al hombre a llegar a ser el que es, en realidad, cierra el círculo pues eso era lo que decía Pico: ¿Quién no admirará al hombre? (...) Pues es así que él mismo se forja.
Efectivamente, aunque un tanto tosco en su exposición, el alegato de García Margallo descansa sobre la sólida, pétrea, roca del humanismo y, probablemente, dada su adscripción ideológica, del humanismo cristiano. La dignidad del hombre. La supremacía del individuo, templo de Dios y titular de derechos.
Pero eso es la teoría. Después viene la práctica. No lo que García Margallo dice sino lo que García Margallo hace y, con él, sus compañeros de gobierno. El modo en que están gestionando la crisis no es ni por asomo compatible con ese individualismo humanista sino, en todo caso, con el individualismo darwiniano del lobo solitario. Todas las medidas del gobierno han ido en detrimento de los sectores más desfavorecidos, que provocan, desahucios, suicidios, emigración, exclusión, xenofobia. No es cosa de detallar aquí las injusticias del gobierno en términos económicos y las posibles alternativas pues es asunto suficientemente analizado. Las medidas son de rapiña. Se sustrae a los pobres para favorecer a unos ricos insacibles. El rasgo más característico de la crisis es la codicia y la codicia solo sobrevive expoliando a sus semejantes.
Esa es la práctica que atenta contra la dignidad del hombre y que deslegitima por entero la acción del gobierno porque va acompañada por una actitud de desprecio por los derechos del individuo. Lo más palmario, a la vista de todo el mundo, es que la represión policial de la disidencia política conculca sistemáticamente derechos de los individuos. Tan a la vista de todo el mundo que el director general de la policía pretende prohibir la difusión de imágenes privadas en la red que muestren las fuerzas de represión haciendo su trabajo. Los más vulnerables y débiles: jóvenes, parados, funcionarios, mujeres, dependientes, jubilados sufren directamente las consecuencias de esa acción de gobierno basada en favorecer los privilegios de los ricos, despojar de lo necesario a los pobres y reprimirlos brutalmente cuando protestan, con desprecio absoluto a los dramas individuales. Un intento descarado de imponer la censura. Un soberano desprecio a la integridad física y moral de las personas.
Pero lo más palmario no es lo más grave necesariamente. Lo más grave es el firme propósito del gobierno de imponer por ley al conjunto de la sociedad sus convicciones ideológicas partidistas y de secta religiosa como si fueran evidencias, sus prejuicios y puros delirios como si fueran verdades científicas. Más grave porque implica un intento de control de las creencias de los individuos, acompañado de otro de manipulación a través del monopolio de los medios públicos de comunicación, dedicados al adoctrinamiento de la opinión.
En la teoría todos los gatos son pardos. La práctica real es el desprecio a los derechos del individuo. El ataque a la dignidad del hombre revela  su clave profunda en la existencia de cinco a seis millones de parados. Ahí es donde el capital y la derecha sitúan la dignidad del individuo, en una condición de inseguridad y humillación, en su condición de dependencia. La derecha no quiere tratar con individuos conscientes de su dignidad sino con seres mermados, acobardados, sometidos a la arbitrariedad del capital. No quiere derechos de las personas, sino esclavos sin derechos. De ahí que su acción vaya siempre en contra de la dignidad del individuo de la que García Margallo ignora todo excepto la vacía retórica. Y de esa oposición al desprecio a la dignidad del individuo viene el movimiento de los indignados, esto es, quienes actúan en pro de su dignidad humana y, con ella, de la de todos los demás.
NB: no he considerado necesario advertir desde el comienzo que la dignidad del hombre incluye a la mujer, admitiendo de mala gana la excusa de que la forma masculina ya engloba la femenina. Pero no está de más recordar que el título correcto debiera ser la dignidad de la persona.
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