Ignoro hasta qué punto es cierta la información de El País, según la cual Los ‘errejonistas’ reprueban las formas de Iglesias con el PSOE. Y lo ignoro porque, en contra de sus soflamas de transparencia, información, aires nuevos, etc, Podemos es un partido tan hermético, reacio a dar información y proclive a mentir sobre su situación interna como todos los demás. A quien hace apenas diez días se le ocurriera decir que había lío interno en el partido morado le saltaban encima hordas de fanáticos llamándolo de todo. Comportamientos tan viejos y aburridos como los de las sectas de los derviches que, si se explican cuando los sectarios son jóvenes, resultan patéticos cuando son entrados en años. De ser cierta la información de El País no tengo más remedio que aplaudir el punto de vista de Errejón por creer, en parte como él, que es absurdo y un error decir que se busca una alianza de gobierno (o de lo que sea) con un partido al que se insulta, se difama y se criminaliza.
Sin embargo, me separaría de la interpretación errejónica en el calificativo empleado y que solo puedo atribuir a un exceso de buena fe por parte del segundo a bordo. No creo que esa contradicción de pretender una alianza con alguien a quien se difama sea solo un error. Creo que es algo deliberado: se trata de simular que se busca una alianza al tiempo que se hace imposible a base de desplantes e insultos con el fin de que haya una ruptura pero que no parezca producida por el insultador. El origen de este burdo maquiavelismo está en la influencia que Anguita y su delirio del sorpasso ejercen sobre Podemos y que llevará a este a la destrucción, como llevó a IU. Si alguien lo duda, que explique cómo puede decir Iglesias que Anguita es su referente intelectual. Anguita. Intelectual. Dicho se está todo.
Palinuro ya analizó ayer esa situación de "debilidad" de los partidos, aunque con otro nombre. Sobre todo en los de la izquierda (la izquierda cavilosa), así que aquí bastará con dos o tres precisiones más. La repetición de elecciones será un desastre para los partidos de izquierda pero, para Podemos, será un suicidio. Es muy poco probable que las "confluencias" vuelvan al carné de baile con Podemos en Galicia o Valencia y en Barcelona, la alcaldesa, que cada vez se parece más a la ogresa de Hansel y Gretel, los fagocitará a todos en su nuevo partido para su mayor gloria. Pero lo que más amenaza los destinos de Podemos es la repetición en su seno del síndrome fraccionalista de IU a cargo de las cohortes de tránsfugas y espabilados de aquella federación que abandonaron el barco a la deriva para asegurarse un buen puesto en la flamante opción ganadora que ya no es flamante, no será ganadora y puede que ni opción.
Como suele suceder en España, es posible que el partido morado sortee este aciago destino, no por sus méritos, sino por los deméritos ajenos, no por sus virtudes sino por los vicios de los demás. El PSOE en concreto parece aun más decidido a hacerse el harakiri que su posible socio. Pedro Sánchez, el hombre de Rubalcaba en la dirección, no tiene un solo acierto ni cuando es físicamente imposible equivocarse. Aun así podría decir algo que sonara a una izquierda verosímil siempre que el auditorio ponga buena voluntad. Pero si, como parece que está fraguándose, le riñe el puesto Susana Díaz, a quien nadie se toma en serio fuera de Andalucía, no se me alcanza cómo conseguirá el PSOE obtener algún voto al norte de Despeñaperros. Porque ya fastidia que Sánchez venga envuelto en la bandera borbónica dando gritos de "¡más España!" y no reconociendo un miserable derecho de autodeterminación a los catalanes. Pero se ponen los pelos de punta cuando se piensa que a esto puede añadirse la figura de esta señora portando en andas la figura del Cristo del camino pino o aplaudiendo a algún diestro con una oreja sangrienta de toro en cada mano.
Añádase a ello la reaparición de Rubalcaba, el hombre cuya actitud reaccionaria, centralista y monárquica llevó al PSOE a su mayor derrota electoral en la segunda restauración. Reaparición que señala ya la hoja de ruta de la entrega del PSOE a la derecha neofranquista: la gran coalición bajo mando del Sobresueldos.
Todo por la patria.