A podemos le sale cada vez con más fuerza el alma cainita del comunismo de IU. Se vio venir desde el principio y se les advirtió: alejaos del comunismo que es la fórmula más segura para perder elecciones. Lo hicieron al comienzo y el resultado, bien se recuerda, en las elecciones europeas de mayo de 2014, fue espectacular. Tanto que IU y el Partido Comunista que la controla, pasaron del desprecio al halago. Se habían dado cuenta de que Podemos los fagocitaba, como intentaría después, en diciembre pasado, fagocitar al PSOE.Y lo hicieron. Prácticamente, dejaron a la coalición que fundara Anguita en la raspa. Decenas de camaradas comunistas de toda orientación y condición, se pasaron a Podemos. También se les avisó de que devorar a esa velocidad podría ser difícil y hasta indigesto. Ahora está viéndose claramente; a Podemos le salen los grumos conflictivos de IU que ha ido tragando. Ya hay broncas en su interior prácticamente en todas partes, ya han aparecido las "corrientes críticas", las "oficialistas", las "recontracríticas", los grupos diconformes, los militantes respondones, los que van con los estatutos en la mano, pidiendo expedientes disciplinarios. Ya está Anguita dando pomposas lecciones mientras Iglesias sostiene que es su " referente intelectual", algo verdaderamente pintoresco. Ya están los catalanes montando su PSUC, los cabezas de ratones locales aquí, allá y acullá levantando banderías de "auténticos". Ya están los represaliados represaliando. Las tensiones, iguales como un huevo a otro huevo a las que siempre se han dado en IU, ni siquiera renuevan las formas; son las de siempre. Y el frente de liberación de Judea luchando contra los traidores del frente judío de liberación. La mentalidad comunista imprime carácter. Es absurdo querer ganar las elecciones demostrando ser de un oportunismo y un escepticismo sin límites y cerrarse luego en banda sectaria a todo tipo de concesiones. Corresponde a la típica falta de principios leninista, disfrazada de inteligente adaptación a las necesidades de lo real. La dinámica de la bronca interna es destructiva pero inevitable una vez que ha empezado. Podemos ya ha demostrado que no tiene fuerza para gobernar, aunque lo intentó; erróneamente, pero lo intentó. Ahora demuestra que tampoco tiene fuerza para impedir que otros gobiernen. Como partido le queda poco juego por delante. Y sus dirigentes supremos ensalzados por la hagiografía mediática, deben mirar en torno suyo. Los Idus de marzo están aquí