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dissabte, 6 de setembre del 2014

Reflexión sobre Podemos.

La fulgurante aparición de Podemos ha sembrado el desconcierto en el sistema político, lo cual es una muestra de lo lentos que somos en nuestras percepciones y nuestra poca capacidad para explicar las novedades. Hace lustros que se teoriza sobre la "sociedad de la información y la comunicación", la "sociedad mediática", las democracias de los medios. Pero seguimos sin entender cómo funcionan. Los partidos ya no se fundan en modestas tascas de barrio o en los mullidos despachos de abogados y banqueros y en relaciones personales. Surgen de una realidad abigarrada, fragmentada, que llamaría "postmoderna" si supiera qué quiere decir eso. De una comunicación que trasciende el orden personal, mediada por las TICs. Incluso algún adelantado del análisis político académico, como Rospir, propuso llamarlos media parties hace años. Podemos tiene algo de esto, pero no se agota en ello. Ni mucho menos.

Sentado, pues: la reacción mayoritaría del establishment político mediático ha sido hostil. Eso que antes se llamaba el sistema, un término similar al de casta de Podemos y también muy conveniente porque permite identificar un enemigo y hacerlo de un modo suficientemente vagaroso para incluir o excluir de él a quien nos parezca en cada momento. Ese pronombre "nos" es la clave del concepto, la clásica e implícita contraposición entre "nosotros " y "ellos". Aclaro que me refiero a la vieja idea de sistema. Esta reciente que se trasluce de las acusaciones de "antisistema" en boca de gentes conservadoras es un contrasentido que no cuaja, pues usan el término sistema como sinónimo de "orden constituido", el que las beneficia a ellas.

La reacción ha sido muy hostil. La derecha no ha parado en barras y tanto sus políticos, diputados como sus innúmeros portavoces en los medios y tertulias han ido al ataque en todos los frentes, político, ideológico, social, personal. Con tanta saña que algunos se preguntan si no se conseguirá el efecto contrario de ensalzar la formación a ojos de la opinión pública. Porque esa opinión es muy contundente. Pablo Iglesias es el líder mejor valorado en los sondeos; Mariano Rajoy, el peor. Ya no gana ni al socialista.

El PSOE ha sido más moderado, pero su reacción es igualmente hostil. Podemos es antisistema, populista y neobolchevique. Alfonso Guerra propone una alianza entre PP y PSOE frente al resurgir de neofascismos y neocomunismos. Es comedido. No menciona Podemos, pero no hace falta. Felipe González sí se desmelena más y compara Podemos con Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza. Otro que tampoco entiende la sociedad mediática en la que vive y sobre la que teoriza. Si algo tienen en común Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza es que salen por la tele. Pero eso le pasa a él también, así que habría que incluirlo en la lista de no ser porque esta lista es una tontería, con todos los respetos.

La reacción de IU es cautamente ambigua. Los resultados electorales recientes y el sentido común indican que la federación ha sido el principal caladero de votos de Podemos. De ahí esa actitud ambivalente de sí pero no, somos lo mismo pero no somos lo mismo y otros sofismas que no dejan mucha salida a ninguno de los dos porque tampoco Podemos puede permitirse ir a una alianza con una fuerza tradicionalmente perdedora y ahora debilitada precisamente por su presencia. Es una situación cruel, pero no tiene otra salida que la hegemonía de Podemos à tout hazard.

Porque, efectivamente, contra pronósticos, Podemos supone una alteración sustancial del sistema político. Al día siguiente de las elecciones europeas (que hicieron trizas la autoestima de los sondeos) hubo una cascada de dimisiones en otros partidos y fuerzas; hubo primarias, secundarias, terciarias y hasta tercianas. Incluso ha amanecido un proyecto de reforma de la Ley Electoral General, dentro de un plan pomposamente llamado de "regeneración democrática". Lo suficiente para que, al margen de consideraciones más o menos coyunturales, se intente un análisis, siempre provisional, pero imparcial del fenómeno. Confieso de antemano que mi imparcialidad es compatible con mi simpatía por el movimiento y sus dirigentes, a algunos de los cuales conozco personalmente y de los que me siento cercano, especialmente Iglesias, Errejón o Urbán.

Podemos tiene una faceta inmediata, práctica, contingente. A ocho años de una crisis sistémica, aguda y que parece no tener fin; a tres años de un gobierno especialmente antipopular, autoritario y corrupto de la derecha; con una sociedad civil desmoralizada, después de una experiencia de fracaso del último gobierno de Zapatero, el terreno estaba baldío pero en barbecho. La aparición de un movimiento nuevo, fresco, joven, sin vínculos con el oscuro pasado, dirigido por una personalidad fuertemente carismática, popularizada en los medios de comunicación, viralizada en las redes sociales, iconografiada ya hasta en videojuegos, tenía que despertar una oleada de simpatía popular, adhesión y, por supuesto, esperanza. Porque todo eso se da en un contexto social caracterizado por un paro juvenil masivo que hace hablar de una "juventud sin futuro", una contradicción en los términos porque la juventud es el futuro.

Pero Podemos tiene una faceta mediata, de más peso teórico, menos transitorio. Tiempo habrá de estudiar hasta qué punto el movimiento se fragua en las asambleas del 15-M, pero la relación entre ambos, 15-M y Podemos es evidente. Es más, hasta cabe decir que esta fuerza es la forma que adquiere el debate algo atascado en el 15-M, acerca de cómo alcanzar eficacia en la acción política, si manteniendo la asamblea u organizándose en partido. De ahí que Podemos tenga todavía pendiente esta cuestión organizativa, que ya se verá cómo se soluciona. 

Al margen de ello, sin embargo, sí parece claro que la organización de los círculos acepta el principio democrático de que al poder se llega ganando elecciones. Eso del neobolchevismo es un golpe bajo. Ahora bien, las elecciones tienen unas condiciones, unos requisitos, formales y materiales que, de siempre, han sido fuerte escollo para las aspiraciones de las izquierdas en todo el mundo. El primero de todos, dictado por la experiencia, es que en las sociedades occidentales (a falta de nombre mejor) la mayoría, que es lo que se precisa para ganar, es centrista. Las opciones, en consecuencia, moderan su lenguaje y sus programas para no verse arrinconadas. Ahí tiene poca cabida la disyuntiva crasa izquierda-derecha que, sin embargo, sigue siendo real, de forma que se multiplican las anfibologías, los eufemismos: clases medias, los de arriba y los de abajo, etc.

Hay más, mucho más en los procesos electorales (listas, escutinios, etc), pero nos quedamos con la cuestión esencial: cómo obtener la mayoría electoral para una opción de izquierda hoy. Hay dos pasos: a) coalición de la izquierda (preelectoral o postelectoral) en sentido estricto; b) coalición de la izquierda en sentido amplio. 

Respecto a a) no es exagerado decir que Podemos se perfila como el eje en torno al cual quizá pueda fraguar una unidad de la izquierda. Si frentista o no es cosa de terminología. El problema no es terminológico, sino de contenido. Se trata de saber si las demás izquierdas, IU y sus constelaciones, aceptarán formar parte de una alianza hegemonizada, quieran o no, por Podemos. Doy por supuesto que esta coalición por sí sola no daría el gobierno a esta unión de la izquierda. Si no fuera así y se la diera, podríamos ahorrarnos considerar el paso b).

Respecto a b) y en el supuesto de que a) salga adelante. Se trata de saber si en la coalición entra o no el PSOE y cómo. Cuestión la más peliaguda por las murallas de reticencias por todas partes. Según unos, es pronto para decidir y conviene esperar los resultados de las municipales de mayo de 2015 y ver cuáles son los del PSOE. Si este va en una senda de pasokización o si mantiene su segundo (y puede que hasta primero) puesto en la dualidad de partidos dinásticos. Desde luego, las proporciones que se decanten serán decisivas para las opciones que adopten los dirigentes. Y es probable que, al final, la decisión recaiga sobre Podemos y el PSOE ex-aequo.  

Y aquí es donde hay que pensar si la sociedad española se merece otros cuatro años de gobierno de esta derecha.

dijous, 6 de febrer del 2014

Sí, se puede, pero ¿qué?

El “sí se puede” ya no es un eslogan sino un credo, dice Vanesa Navarro en un interesante artículo en El diario de Huelva, titulado El compromiso insultante de Gallardón. Tiene razón en el fondo, aunque la palabra elegida, "credo", no sea la más afín a la tradición racionalista de la izquierda, que es el auditorio de la fórmula. Sigo objetando a esa costumbre de copiar las iniciativas políticas del extranjero, ese yes, we can de Obama, que responde a un contexto muy distinto.

En el fondo, cierto, el "se puede" es hoy expresión de uso común. De él ha surgido esa opción o plataforma Podemos que ha provocado un verdadero seísmo en la izquierda y tiene al auditorio perplejo con algunos asomos de envidia. Es audaz ese rechazo del impersonal se puede por el más personalizado podemos. La política requiere implicación personal y aquí la hay. Para algunos, demasiada. Ya se verá. Otra objeción frecuente apunta a su carácter mediático. No solo mediático, también digital, viralizada en las redes sociales. Viene siendo como el mecanismo de articulación de dos sectores que hasta ahora no se entendían, el de los partidos institucionalizados de la izquierda y el de los movimientos de autoorganización social tipo 15-M. Por eso su naturaleza es ambigua, no es un movimiento social espontáneo y tampoco un partido político; es un puente que participa de ambas naturalezas; justo lo que todos los análisis recomendaban al 15-M, algún tipo de vínculo institucional. Cualquier negociación que se establezca habrá de tener en cuenta este hecho.

No obstante, a Palinuro sigue sonándole el eco del término credo, pues apunta al fondo del problema: yo también puedo creer, ciertamente, que se puede. Pero depende de qué. Es el momento de exponer las propuestas que han de ser concretas y viables para saber si cabe realizarlas. Las cuestiones abstractas, el modo de producción, las formas de dominación, la hegemonía y la lucha ideológica, siendo muy importantes, deben dejar paso a las más específicas, las que hagan frente en términos prácticos a la involución que ha significado el gobierno de la derecha en los aspectos económicos, sociales, culturales y de derechos y libertades. 

Hay una tendencia de la izquierda a perderse en debates teóricos muchas veces incomprensibles para los votantes de quienes se depende para realizar ese poder que, de momento, es solo potencia. Y un paralelo desprecio por las cuestiones prácticas, cotidianas. Pongo un ejemplo: ¿no es sorprendente que en el caso de la Infanta Cristina únicamente se personara como acusación popular el sindicato Manos limpias? Solo hace unos días se ha incorporado asimismo el Frente Cívico. Somos mayoría de Julio Anguita. ¿En dónde estaban los partidos de la izquierda? Sin duda ocupándose de cuestiones teóricas o de problemas orgánicos.

La proximidad de las elecciones europeas ha puesto a todo el mundo a hacer elecciones primarias y hablar de la participación y la movilización. Suena a melodía familiar. Movilizarse y participar ¿para qué? El PSOE parece ensimismado en la preparación y relativo control de sus primarias. Pero eso no lo eximirá de su deber de presentar propuestas en este contexto del sí se puede unitario. Para qué pide el voto. Y, de paso, habrá de aclararse respecto a qué tipo de oposición pretende mantener. En la actual situación de deterioro de la vida pública, hablar de un gran pacto contra la corrupción con el partido del gobierno justo cuando arrecia el caso Gürtel/Bárcenas carece de sentido y afecta seriamente al crédito del PSOE.

IU sí sale con una batería de propuestas para una revolución democrática y social, presentada por Alberto Garzón, otro con un pie en los movimientos sociales, aunque en su caso sea mayor el peso institucional por ser diputado. No estoy muy seguro de la oportunidad del término revolución. No porque sea contrario por principio sino porque puede resultar contraproducente para los propósitos enunciados que tienen un grado de viabilidad muy dispar debido sobre todo a que se especifican las propuestas de gasto, pero apenas se mencionan las fuentes de financiación. Y ahí es donde el término revolución puede resultar ominoso. Por eso Palinuro sigue recomendando el de "regeneración"; casa igual con "democrática y social" pero responde a una necesidad ampliamente sentida, como demuestran los barómetros. Se trata de sumar voluntades, no de recurrir a la frase revolucionaria.

La prueba de que el espíritu regeneracionista está muy extendido es que el propio Garzón o IU singulariza y subraya unas medidas de Control efectivo del representante por parte del representado, es decir, de regeneración de la vida pública. El país no puede seguir soportando a unos diputados que ponen a escurrir a los jueces cuando sentencian en contra de sus deseos y que tienen el privilegio de fijar sus propios salarios, ni unos alcaldes que se saltan la ley cuando les place y también se autoasignan retribuciones fastuosas, ni unos presidentes de diputaciones que funcionan como agencias de colocación de su extensa clientela, ni unos presidentes de autonomías que despilfarran los recursos públicos hasta arruinarlas.  La regeneración de la vida pública puede y debe hacerse.

dijous, 23 de gener del 2014

Los dineros de los partidos.

Manuel Maroto, Victoria Anderica, Suso Baleato, Miguel Ongil (2013) Qué hacemos con la financiación de los partidos. Madrid: Akal, (70 págs.)

Pues es tiempo de conflictos agudos resulta conveniente acudir a la publicística de combate. Escritos breves, claros, concisos, al alcance de todo el mundo, que traten monográficamente un tema prioritario en la escala de preocupaciones de la ciudadanía, lo analicen, lo critiquen y propongan alguna solución. Siempre que la sociedad se agita y las luchas se enconan, surgen los panfletos. Tienen una injusta mala fama fabricada por quienes no han sabido responderles convincentemente. Los panfletos son compendios argumentados de posiciones políticas (o religiosas, económicas, sociales, etc) opuestas a otras. La revolución inglesa del siglo XVII sería incomprensible sin el alud de escritos en pro o contra del Rey y el Parlamento; la francesa del XVIII, igualmente. Hasta la independencia y la Constitución de los Estados surgieron de un intenso debate animado a base de panfletos. Los papeles del Federalista, ¿qué son sino un puñado de alegatos publicados en la prensa? Eso sí, con un enorme peso filosófico, político y jurídico. El Federalista sintetizó en panfletos la tradición clásica griega, el derecho público romano y la filosofía de la Ilustración. Y ¿qué es el Manifiesto del Partido Comunista, el libro hoy más editado en el mundo entero después de la Biblia, sino un panfleto? Un manifiesto que contiene una filosofía de la historia.

Los panfletos son pieza esencial en la teoría política. Un género muy respetable. El librito en comentario pertenece a una serie de qué hacemos ya con una veintena de títulos. Supongo que también tiene una perspectiva editorial de aumentar las ventas de títulos de crítica en un mercado agónico. La elección del verbo da un tinte leninista a la colección, pues remite al famoso ¿Qué hacer? de Lenin, idéntico al de la novela de Chernichevski. El amarillo elegido para la portada también acompaña. No es el yellow chrome, pero se le acerca

En este caso es una pregunta por el quehacer de la financiación de los partidos políticos, tratada en perspectiva multidisciplinar, con rigor y conocimiento de causa. Consideran los autores el pasado inmediato (¿cómo hemos llegado hasta aquí?), el presente, y aventuran algunas medidas correctoras. La financiación pública es un elemento esencial de la corrupción; esta viene de antiguo, pero no debe considerarse como consubstancial a la cultura española. Mas algo de eso debe de haber cuando las cantidades de financiación de los partidos en 2008 que se dan (p. 14) son manifiestamente desorbitadas y no parecen llamar la atención.

La conclusión obvia del libro es que el sistema político español está por así decirlo gripado a causa de la partidocracia, agravada por el bipartidismo. Los partidos controlan el gobierno, el parlamento e interfieren en la acción del poder judicial. Es inútil esperar de ellos legislación reformista que afecte a sus intereses, singularmente en materia de financiación. La legislación vigente al respecto es inoperante y nada de lo que se ha hecho recientemente en materia de transparencia ha venido a mejorar sino, al contrario, a empeorar las cosas.

La tercera parte, o parte más propositiva, desgrana una serie de medidas perfectamente asumibles en un espíritu de mejorar, democratizar, hacer más transparente y menos corrupta la financiación de los partidos. La cuestión aquí es la fuerza parlamentaria con que se cuente para imponerlas. Y hay una segunda de contenido: la reforma de la normativa corre el mismo peligro de inoperancia que la normativa reformada. Hace diez años, Bruce Ackerman publicaba un libro (Voting with Dollars) en el que proponía una forma de financiación de partidos extraordinariamente sencilla, que podría aplicarse en España con las salvedades precisas: cada elector dispone de un vale de, digamos, 100 euros anuales que puede emplear en favor del partido de su elección. Un país con 22 millones de electores distribuiría en condiciones óptimas 2.200 millones de euros entre los partidos. Con una condición: los partidos acogidos al vale no pueden tener ninguna otra forma de financiación, pública ni privada. Aquellos partidos que renuncien al sistema de vales pueden tener acceso a la financiación privada que deseen. Probablemente la financiación privada estaría siempre por debajo de la pública decidida por la gente. Admitido, es una opción casi idílica. Probablemente no hay otra que seguir reformando la normativa.

En este terreno de propuestas hay al final un proyecto de consolidar y ampliar la democracia, más allá de los límites institucionales, mediante las oportunas reformas que fortalezcan la participación democrática a través de las iniciativas legislativas populares o la creación de órganos ad hoc para que los movimientos sociales tengan acceso relevante al ámbito legislativo. Nada que oponer excepto cierto escepticismo dictado por la experiencia y la realidad cotidiana: la fuerza política que podría apoyar un programa tan sensato como radical está fragmentada en media docena de formaciones. 

dimarts, 3 de desembre del 2013

La gresca en los partidos.

¿Lo imagino o los dos partidos dinásticos están a la greña? Pero no a la greña entre ellos, cual acostumbran, sino dentro de sí mismos. Hay gresca en los dos. Y gresca en las alturas. Los pobrísimos datos de las encuestas siembran el nerviosismo entre dirigentes, militantes de alcurnia, barones, cargos públicos, asesores, políticos profesionales que, si no son una clase ni una casta, algo tienen en común. Datos que auguran catástrofe a corto y medio plazo. Donde no hay harina, etc., etc. La señora alcaldesa, que debe de haberse leído el libro de Miriano y ya está ejercitándolo, pregona los torvos designios de su marido, el único que, junto a Aguirre, según los mentideros de la Villa, puede encabezar una escisión del PP por la derecha. Hay bronca, en efecto, y mucha, en el cuarto de banderas, en especial con las excarcelaciones de etarras que han sacado de sus por lo demás estrechas casillas al ministro del Interior. El gobierno es flojo, blando, pastelero, todo lo hace mal. Y hasta es complaciente con el desafío del separatismo catalán. Vuelven las escuadras, cuando la vieja guardia, al estilo Armada, se retira para siempre.

En el otro partido la bronca es por el presente y por el reciente pasado. El presente está diferido, aplazado a unas primarias que cuesta más convocar que un parto de quintillizos. Porque todos las quieren y todos las temen. Interesante se ha puesto también el pasado, a golpe de memorias. Resulta que la balsa de aceite zapateril era un corral de gallos que ahora sacan los espolones. A Solbes le ha pasado como a Rato, se vio como un milagro y se ve como una plaga. A juicio sale la gestión del gobierno socialista en la crisis. Solbes acusa a Zapatero y sale acusado a su vez por el gran paladín de Zapatero, el entonces ministro y antes pintoresco candidato a alcalde de Madrid, Sebastián.

Pero ese juicio ya lo ha dejado listo el propio Zapatero con una revelación y un gesto. Ha dado a luz la fatídica carta que lo forzó a reformar la Constitución por ordeno y mando de la UE, pues, dice, era eso o el gobierno de técnicos. Fuera lo que fuera, él ocultó la carta que ahora revela en su libro. Cuando menos, no es elegante. El gesto es el de traer a la presentación a Tony Blair, que ya es viejo amigo de la casa. Estuvo en la boda de la hija de Aznar y debe de pensar que los primeros ministros españoles se parecen mucho, al menos en su manía de tirar de él.

Está bien eso de traerse a Blair a la presentación de libro.  Blair le ha dado el espaldarazo de leader, más o menos el que tiene una visión. Puede empezar a actuar como una jarrón chino. En realidad, ya ha empezado con esas memorias que apenas han tenido tiempo de asentarse y ordenarse y reflexionarse. La prueba, la revelación.

divendres, 8 de novembre del 2013

Los jarrones chinos parlantes.


El símil es de Felipe González (FG), cuando dejó de ser presidente. Todavía muy impresionado por un viaje a la China, en donde aprendió la sabiduría confuciana de la indiferencia hacia el color de los gatos, concluyó que los expresidentes son como los jarrones chinos, muy apreciados por todos, pero verdaderos estorbos. Venía a aconsejar a los de su género moderación, discreción y, en definitiva, silencio. Por entonces, los únicos expresidentes eran Suárez y Calvo Sotelo y los dos, uno hasta su muerte y el otro hasta caer gravemente enfermo, supieron ajustarse al modelo sin que se les pidiera. Suárez jamás fue por ahí impartiendo lecciones de nada a nadie y todos sabemos que acumulaba un tesoro de experiencias.

Han sido los ex-presidentes posteriores quienes han roto esa regla de oro. En primer lugar, el propio FG y, en segundo, el ubicuo José María Aznar (JMA), quien no pierde ocasión de regañar a su sucesor en sus permanentes comparecencias en los medios con los más diversos motivos; de regañar al sucesor y pronunciarse a su modo y según su Minerva sobre los más graves problemas de España. Ayer estaba presentando el segundo tomo de sus memorias en compañía de su señora, Josep Piqué y un buen puñado de ex-ministros suyos, Zaplana, Acebes, Tocino, Mayor Oreja, Aguirre. Estaba también Ignacio González. El toque plural lo ponía José María Fidalgo que, de secretario general de CCOO ha pasado a doctrino de la FAES. El caso es encontrar unas siglas. La ausencia de miembros del gobierno fue clamorosa: ni un mal ministro; ni Wert; y tampoco Rajoy. Nadie. Mandaron a un oscuro secretario de Estado que ni sale en las fotos y al director general de la policía, seguramente no por razón del cargo, aunque nunca se sabe.

Tiempo habrá de hablar del libro, pomposamente titulado El compromiso del poder. Los trozos que van filtrándose a través de los medios apuntan a un nuevo ejemplo de prosa aznarina, ditirámbica hasta el empacho hacia su grandeza personal y muy agresiva hacia todos los demás, especialmente los adversarios políticos, a los que zahiere e insulta con tantas razones y motivos como los que tiene para el autobombo: ninguna. Esa patochada que dice haberle dicho a Chávez (ahora que este ya no puede desmentirlo) de "Mira Hugo, si yo hubiera querido dar el golpe contra ti, te aseguro que tú, ahora, no estabas aquí" se comenta por sí sola. Hay muchas otras perlas. El personaje es fiel a su propia caricatura.

En la presentación no criticó a Rajoy, cual acostumbra. Realmente, no tuvo tiempo porque lo dedicó todo a hablar bien de sí mismo, el milagro, recuérdese, y a poner de ejemplo sus legislaturas, del que los demás debieran aprender en lugar de hacerlo todo al revés. En cualquier caso, por una vez se quedó corto. Fidalgo, arrastrado por su propio entusiasmo por los gobiernos de Aznar, llegó a decir que el resultado de las elecciones de 2004, que ganaron los socialistas, fue una "tremenda injusticia". Vaya con el ex-secretario general de CCOO. Claro que, al otro lado de Aznar estaba Piqué quien, en su juventud militó en la izquierda, creo que en la comunista. El cuadro es: la derecha franquista de toda la vida flanqueada por dos izquierdistas arrepentidos. Más que una foto, es una lección moral que permite preguntarse con razón cuántos de quienes hoy más vociferan en la izquierda, presentarán las memorias de Rajoy dentro de diez o veinte años.

Sea como sea, esta enésima aparición del jarrón chino de la derecha escenifica una línea de fractura del PP bastante visible entre un ala de halcones y un gobierno de azoradas palomas.

El otro jarrón chino también hizo acto de presencia con otro libro bajo el brazo. Este no parece ser de memorias. FG rechaza la idea de escribir unas porque dice que es un género muy insincero. Es cierto, pero aun así, el género memorias es muy interesante. Hasta las mentiras ayudan a entrever la verdad. Cosas de la naturaleza humana.

Este otro libro, al parecer, es un ensayo sobre el liderazgo, supongo, porque se titula En busca de respuestas. El liderazgo en tiempos de crisis, que sugiere un lema para un congreso. Hablar de liderazgo lo ha llevado a considerar el de Rubalcaba y, aunque tiene a este como "la mejor cabeza política de España", le adjudica un "problema de liderazgo". Habló poco del libro que, por cierto, presentó él solo, sin "arroparse", como suele decir la prensa, con viejos compañeros de fatigas. FG no es muy dado a la especulación teórica. Prefiere pronunciarse sobre la realidad práctica a golpe de intuición y suele encontrar oídos favorables, lo cual demuestra no que tenga razón, sino que él sí es un líder hasta cuando ejerce de jarrón chino, desobedeciendo su propia conseja y en clara evidencia de que a menudo no tiene razón. Como todo el mundo.

Mucho más libre que Aznar, la comparecencia de FG fue, incluso, beligerante. Respondió a las preguntas indiscretas de los periodistas sobre asuntos del partido, primarias y el PSC. Y también a la insólita cuestión de si piensa volver cuando es obvio que no se ha ido jamás y que ocupa el único lugar que razonablemente puede ocupar, el de un jarrón chino parlanchín. Una especie de asesor olímpico, aúreo, que juega con su remanente de liderazgo y el mucho prestigio que tiene entre los suyos.

Por último, el más reciente jarrón chino, Zapatero, también amaga con unas inminentes memorias. Los políticos piensan que el cumplimiento de un mandato equivale a un giro en sus vidas que los incita a escribir sus recuerdos. A veces demasiado pronto. A Zapatero puede pasarle como a Willy Brandt quien escribió unas memorias y, muchos años después, escribió otras, algo así como los Veinte años después de los Tres Mosqueteros. En todo caso, se nota la bisoñez de Zapatero en esto de ir de jarrón chino. El otro día, en la fiesta de La Razón, un panfleto antisocialista y antizapateril, estaba como eso, como un jarrón chino, en compañía de Rajoy, Sáenz de Santamaría, los Príncipes de Asturias, Aznar, etc. Completamente fuera de lugar.

divendres, 11 d’octubre del 2013

El barco de los locos del PSOE.


Quien mire a Rubalcaba probablemente verá un hombre tranquilo, discreto, un tanto anodino, nada estridente, sin duda amante del orden, de lo previsible y seguro. Pues le ha tocado regir su partido en condiciones de aprecio y apoyo populares francamente cochambrosas, tanto el partido como él. Y en unos momentos especialmente convulsos de la vida nacional en muy diversos aspectos: políticos, económicos, territoriales y hasta dinásticos. Ya es mal fario.


Breve digresión. La noticia de la muy probable imputación de la infanta Cristina puede ser la puntilla al escaso crédito de la Monarquía. Con el Rey postrado en el taller, su yerno protagonizando un episodio de serie B policiaca y los príncipes de Asturias en el punto de mira de la rumorología mediática, la dinastía puede encontrarse por tercera vez plantando cebollinos en el extranjero, París, Lausana, Roma. Los Borbones son cosmopolitas.

Fin de la digresión.

¿Y el partido? Rubalcaba lo tiene en la calma chicha que, como en las novelas de Salgari, precede a la tormenta. Los barones, los precandidatos, las primarias, la conferencia política, los EREs, Cataluña. Un guirigay y con las elecciones europeas ya a la vista.

Así las cosas, exactamente, ¿de dónde sale Susana Díaz? Esa entrevista con Rajoy es un disparate político mayúsculo. La rapidez con que el presidente la ha aceptado (cuando su antecesor, Aznar, a veces tenía esperando meses a los presidentes autonómicos de la oposición) debiera haberla alertado. En el supuesto caso de que obrara con prudencia y reflexión o tuviera alguna experiencia.

Es perfectamente natural que la presidenta de la autonomía acuda a saludar al presidente del gobierno, a presentarse. Pero una cosa es el ejercicio institucional del cargo y otra entregarse a los postulados políticos del gobierno al que teóricamente se opone. Lo del síndrome de Estocolmo es aquí un juego de manos de una feria de pueblo. La sola visita a La Moncloa le ha trastornado el juicio. Sale pidiendo a Rajoy que lidere un gran pacto contra la corrupción de la que él es el presunto gran jefe. Con Rajoy, en cuya palabra no fían ya ni los de su partido. No se puede ser más pánfila, a no ser que la hayan mesmerizado o lavado el cerebro. Porque, en lógica conexión con este clima de colaboración, la dama se abstiene de pedir la dimisión del presidente que su partido reclama sin parar. Y, por otro lado, ¿quién es ella, recién llegada a la corrala, para andar en pactos con el presidente del gobierno en asuntos que afectan a todo el país? No se sabe qué asombra más si su credulidad o su desmesura.

Ignoro cómo va a neutralizar Rubalcaba ese ataque directo a su liderazgo. La presidenta in pectore de la federación más importante de su partido hace caso omiso de la solemne política de este de romper puentes y colaboración con el PP. No es posible que Díaz sea tan necia que no haya calibrado el daño que infiere al PSOE. Solo puede entenderse como enajenación, deseablemente transitoria. O quizá como falta de experiencia, incluso atolondramiento. Pero cuanto antes se caiga del guindo, mejor para su partido.

Era lo que faltaba al PSOE, una especie de plante en el Sur que renuncia a la oposición frontal y retorna a la política de pactos con el gobierno. Pactos que el gobierno no ha hecho o no ha cumplido o ha roto.

En el PSOE tienen un evidente problema de liderazgo. 

dimarts, 10 de setembre del 2013

Contra Bárcenas no hay Alaya que valga.


Es patente la alegría con que la vicepresidenta del gobierno ha saltado sobre la noticia del estrambótico auto de la jueza Alaya imputando sin imputar a Chaves y Griñán. Tanta que se ha olvidado de que lleva meses diciendo que ella no habla de asuntos judiciales (si se trata de Bárcenas) y, en dos minutos ha valorado el asunto judicial del PSOE en Andalucia. Cualquier otro ser humano hubiera tratado de disimular tanta desvergüenza. Pero no es el caso con esta aparente mosquita muerta que, como su jefe, miente siempre que habla. Es el enésimo intento de recurrir a la técnica del ventilador, para tapar la mierda propia con la ajena. La corrupción ha existido y existirá siempre, asegura, filosófica, Sáez de Santamaría, antes de invitar hipócritamente al PSOE a reconocer que los dos partidos están en lo mismo, en la corrupción. Falso. El caso Bárcenas no afecta a unos políticos de una comunidad autónoma, y en la gestión de un aspecto específico del presupuesto, sino a toda la cúpula del partido del gobierno, incluido su presidente actual y el anterior, Aznar, y durante veinte años en que ese partido ha estado ganando elecciones amañadas con trampas. Ni color. Tampoco depende de un auto más o menos estrafalario y quién sabe si prevaricador, sino que es un denso procedimiento penal con cientos de actuaciones y sólidas pruebas; no alambicados subterfugios que dejan ver a las claras los entresijos de una justicia partidista.

Porque de esto se trata, ni más ni menos. De cómo la derecha trata de utilizar hoy la judicatura como antes hacía con los militares: en su propio beneficio y en contra del interés público. Como hace con todas las instituciones del Estado: si no puede ponerlas a sus órdenes, las destruye. Así ha sido con el Tribunal Constitucional, al que ha puesto bajo la dirección de un militante cuyo respeto por la legalidad vigente desaparece cuando se trata de sus intereses personales y los de su partido y cuya demagogia y odio a Cataluña debieran ya haberlo apartado del cargo que tan impropiamente ostenta.

Las dos cortinas de humo preparadas para ocultar la corrupción del PP, el gobierno y su presidente Rajoy en el caso Bárcenas, Gibraltar y los juegos olímpicos, han fracasado estrepitosamente en medio del más penoso ridículo.  La majadería ilimitada de Ana Botella, exhibiendo a ojos del mundo en un inglés macarrónico su vulgaridad de vendedora de feria, obligaba a sacarse de la manga algún otro espectáculo que distrajera la atención del verdadero problema que es el de un país gobernando por un presunto mangante, a quien en cualquier momento un juez puede llamar a declarar en un procedimiento penal y no mediante sofismas e interpretaciones traídas por los pelos, bordeando la interpretación delictiva de la ley, sino en aplicación de criterios jurídicos transparentes y de puro sentido común.

Aquí están las diferencias que nos llevan a concluir que, en efecto, el PP trata de valerse de los jueces (de los jueces que se dejan, claro) para torcer la justicia y salir beneficiado en sus tropelías. Veámoslas:

1ª) Sin base alguna, sin competencia para hacerlo, como ella misma reconoce, la jueza Alaya imputa de hecho (que no de derecho) a Chaves y Griñán y, por si hubiera alguna duda de qué es lo que espera de su sospechosamente poco equitativo acto, habla del impacto "mediático" de la medida. Así es: lo que busca es el ruido mediático -con grave riesgo para el prestigio de la justicia-para acallar el cachondeo con el ridículo de Ana Botella y el presunto latrocinio del PP en el caso Bárcenas.

2ª) Con toda la base y la competencia del mundo, el juez Ruz todavía no ha citado a declarar a Rajoy ni siquiera como testigo, siendo así que sí lo ha hecho con los otros secretarios generales del PP por ser secretarios generales del PP. Rajoy también lo fue pero, misteriosa e inexplicablemente, aún no se le ha citado sin que medie explicación alguna de por qué este tratamiento favorable.

3ª) En los años ochenta del siglo pasado, el juez Barbero, instructor del caso Filesa, de financiación ilegal del PSOE, ordenó un registro de la sede de este partido que hicieron funcionarios judiciales sin previo aviso, por sorpresa y con carácter exhaustivo, llevándose con ello mucho material incriminatorio.

4ª) A meses vista de que se conocieran los presuntos delitos del extesorero del PP, Bárcenas, delitos supuestamente cometidos, entre otros lugares, en la sede del partido en la calle Génova, el juez no había ordenado registro alguno y, cuando, por fin, se decidió a reclamar una prueba concreta, los ordenadores del imputado, dio cinco días a quienes estaban en posesión de ellos, por si todavía no habían terminado de inutilizarlos por entero a efectos probatorios.

¿Queda alguna duda sobre el carácter partidista y a favor del PP de la justicia española?

Y, sin embargo, esta vez no les saldrá bien. Con el caso Bárcenas -y la presunta complicidad de Rajoy- la derecha se ha pasado veinte pueblos y el asunto no tiene arreglo, por muchos incondicionales que movilicen en la judicatura, llámense como se llamen.

La pintoresca imputación/no imputación (solo para efectos mediáticos) de Chaves y Griñán pasará sin pena y gloria (y es posible que le cueste un disgusto a la jueza Alaya) y el fantasma de Bárcenas volverá a ensombrecer el horizonte del PP.

¿Por qué? Porque Bárcenas es Rajoy.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

diumenge, 7 de juliol del 2013

Las horas bajas del duunvirato.


Las horas, los días, los meses y los años porque los dos dirigentes políticos más importantes del país llevan casi dos años en caída libre en el aprecio de sus conciudadanos. El barómetro de hoy de Metroscopia para El País pinta un panorama desolador para el fementido bipartidismo que últimamente carga con las culpas de todo, de la corrupción, de la ineptitud y la mala gobernanza en general. Y no se trata de una explosión repentina momentánea de pesimismo nacional, sino de una tendencia sostenida en el tiempo desde las últimas elecciones de noviembre de 2011. Basta con echar una ojeada a los gráficos. En veinte meses el PSOE ha perdido un tercio de sus votantes y el PP casi la mitad. Una hazaña conseguida gracias a la paciencia y la perseverancia en el error, porque las pérdidas han sido paulatinas, no de golpe y han dado tiempo suficiente para reaccionar. ¿Reaccionar? ¡Ca, hombre! Eso es de flojos. El gobierno se ha empecinado en esa política que él afirma tener muy madurada y el 74 % de los ciudadanos piensa que va improvisando sobre la marcha y a ello añade la cómica gestión que está haciendo de la corrupción barcéniga el presidente, una especie de autócrata escondido que se limita a repetir jaculatorias cuando no tiene más remedio que decir algo en público

La oposición supera al gobierno en descrédito, cosa verdaderamente singular cuenta habida de que suele desconfiarse más de quien tiene el poder que de quien aspira a él. Y como él, persevera en esa propuesta de oposición responsable que sus propios electores rechazan. Con razón porque es ambigua y con poco carácter de oposición en el sentido de crítica a la política del gobierno y propuesta de alternativa. Durante un año el PSOE solo habló de pactos y se lamentó amargamente de que el gobierno los despreciara; y hace unos meses, quizá alertado por el descenso en la intención de voto, ha empezado a tomarse en serio la oposición a las medidas concretas de aquel contraponiendo otras claras y realizables con el fin de recuperar el voto perdido. Pero el voto no vuelve. A lo mejor tiene el PSOE que radicalizar a la par que aclarar su posición. En concreto en dos asuntos: de un lado, la cuestión catalana y, del otro, la unidad de la izquierda y la forma de articulación de esta con los movimientos espontáneos de la ciudadanía que no se siente representada en las instituciones.

De haber elecciones ahora no se rompería el bipartidismo sino que se convertiría en otro de cuatro partidos; sería una división del Parlamento no en partidos sino en bloques. Tanto IU como UPyD multiplican sus votos, IU por 2,5 aprox. y UPyD por 2,8 aprox. La distancia entre IU y el PSOE que en noviembre de 2011 fue de casi 22 puntos ha quedado reducida a cinco. Nunca ha estado tan próxima la posibilidad del sorpasso, la hegemonía de IU, la izquierda transformadora, en el seno de la izquierda. En IU algunos lo tienen clarísimo, por ejemplo Enrique Santiago, secretario de Convergencia Política y Social de IU quien habla de modo claro, oportuno e inteligente de constituir un "bloque político y social" para que IU sea una fuerza determinante y mayoritaria.

En esa tarea de bloques, frentes, plataformas unitarias, imbricación con los movimientos y protestas extraparlamentarias, el PSOE anda poco. Varios factores de peso lo han mantenido alejado de las corrientes de opinión y las acciones sociales. Estos son: su estructura, fuertemente institucionalizada, con un montón de "cesantes" producto típico de la administración pública de la segunda restauración borbónica, que debiera llamarse la tercera porque la primera fue la del Deseado; la desmovilización de la derrota y la demostración de que, en punto a corrupción, el PSOE se acerca al PP, al menos en la emblemática Andalucía, en donde, guste o no guste al PSA se ha verificado la ley de hierro de la política de que el poder corrompe y el poder absoluto (en este caso no absoluto pero sí permanente) corrompe absolutamente. Por supuesto sin olvidar que la reacción del partido al caso de los EREs está a años luz de la del PP con respecto a Gürtel/Bárcenas.

Todo eso tiene al PSOE absorto y entregado a un ejercicio de renovación teórica fijado en su momento estelar en octubre de 2013. Conferencia Política coordinada, creo, por Ramón Jáuregui y nuevo programa del socialismo español. Sin duda será muy razonable. Algunas propuestas que se filtran suenan muy bien. Por ejemplo esa de constitucionalizar las garantías del Estado del bienestar. Algo que el constituyente de 1978 se abstuvo exprofeso de hacer al negar a los derechos económicos y sociales el mismo rango y protección que los fundamentales, cíviles y políticos. Sin olvidar que, para abrir boca, hay que empezar por derogar toda la legislación por la que el PP está desmantelando esa forma de Estado.

Pero, al mismo tiempo, es dudoso que el nuevo programa aborde cuestiones de mayor calado en un espíritu de reforma y renovación. Hay una propuesta de federalismo que no entusiasma a nadie y solo sirve para que el PP arme un guirigay, pero no para que los nacionalistas cejen en su empeño. Del derecho de autodeterminación ni se habla. Como tampoco se hablará de la conveniencia de un referéndum para dilucidar de una vez la cuestión Monarquía/ República. En cuanto a la separación entre la Iglesia y el Estado, probablemente habrá bellas palabras pero serán de escaso crédito dichas por un partido que no hizo nada por avanzar en ella en siete años de gobierno sino todo lo contrario.

Una última observación sobre la triste opinión que la ciudadanía tiene de sus políticos. En el caso de los dos del duunvirato su valoración es tan baja y tan sostenida en el tiempo que cualquiera se sentiría acomplejado solo saliendo a la calle y estaría pensando en dimitir a la primera ocasión. Pero no es el caso. Son dos perros viejos, políticos profesionales que llevan toda la vida en el quehacer público; lo han sido todo, han ocupado todos los cargos, han visto pasar generaciones, promesas deshechas como pompas de jabón; y tienden a pensar que, como todo pasa, también los sinsabores que, además, son menos cuando se llevan en comandita.

En cuanto al gobierno, caritativo velo. Wert sigue escalando puestos hacia abajo con un índice de desaprobación del 80 % de la ciudadanía. Y es que es inelegante y antiexcelente que el gobierno de la mayoría esté al servicio de la mayoría. Eso es una vulgaridad. Tiene que estar al servicio de los mejores, de los curas.

dissabte, 15 de juny del 2013

No es una crisis. Es una estafa.


Es el pandemónium, el latrocinio universal sin límites, la revelación de todas las miserias y corrupciones de una casta político-empresarial de delincuentes. Ese Díaz Ferrán, condenado, era ayer ejemplo de virtudes ciudadanas, llamaba cojonuda a su amiga Esperanza Aguirre, nos decía cual nuevo Franklin, que había que trabajar más y cobrar menos y se iba de devota ofrenda a Santiago en 2010, de la mano de los curas, otros que tal, que piden se tache la casilla de la Iglesia y trincan 11.000 millones de euros de dineros públicos exentos de toda tributación y de los que no se dignan rendir cuentas. ¿Por qué va a darlas Díaz Ferrán por los millones de crédito que le dio su amigo Blesa contra la garantía de una empresa en quiebra? Blesa, también en el trullo, uno de los responsables de las preferentes cada vez más parecidas a las rocas Cianeas, que destruyen todo lo que pasa entre ellas. Y los señores banqueros, hasta ayer todopoderosos, empiezan a pasar por los juzgados. Como que no es una crisis sino una estafa y así se ve al hacerse realidad la consigna primera de: "procesad a los banqueros y sus trujimanes", quienes como unos anti-lourdes, no han dejado octogenario, ciego, sordo o discapacitado por engañar. Rato está cerca del banquillo. Rato, el del supuesto milagro económico de fines de los noventa, quien estuvo a punto de ser nombrado candidato a presidente en lugar del prodigio que ahora lo es. El prodigio está callado como una marmota. Habla a través de plasma, rehúye las conferencias de prensa, contesta cuando no le queda más remedio, divaga y de su caso concreto, como receptor supuesto de misteriosos sobres barcénigos y viajero gratis total a cuenta de la Gürtel, o sea del contribuyente, no dice ni pío. La consigna es: no se habla. Silencio y omertà, no vaya a enterarse el personal de lo que aquí se lleva robado. Y así, Pons y sus "indemnizaciones", García Escudero y sus ignorancias, Arenas y sus olvidos, Ana Mato y sus invidencias no solo no dimiten sino que no se consideran obligados a dar una explicación al respetable. El respetable, además, no existe. Existen los medios amigos que ya se encargan de informar a los suyos de lo que tienen que decir. Quizá pueda existir, pero no merece respeto, como se ve por el nivel mental de los periodistas y "creadores de opinión" que rebuznan sus falacias en pro de la privatización de todo lo público a cambio de un jugoso estipendio público, robado del bolsillo de los ciudadanos. Por tal motivo, Bárcenas hace la peineta al universo mundo. Y eso con 22 millones aparentemente choriceados. Ahora que vamos por 45, peineta y media. La peineta es una forma normal de interlocución de las más altas magistraturas del Estado. Juan Carlos dedicó una al público increpante en Vitoria en 2006 en la seguridad de que nadie lo calificará so pena de que vengan sus jueces de chambre a proteger su derecho al honor, a mandar callar a los demás y a masacrar elefantes. Aznar hizo otra a unos estudiantes universitarios hace un par de años. Peinetas son también los silencios ensordecedores. Aznar ha pasado de responder altivo y calderoniano a las insinuaciones de "El País" como buen español en defensa de su honor a caer en un mutismo absoluto, ahora que las insinuaciones toman la forma de números concretos: más de 700.000 euros cobró en sobresueldos, al parecer, el héroe de las Azores, quien, además, aprendía a jugar al golf con cargo al contribuyente porque eso es lo que manda la escuela austriaca que él alienta en la FAES. Callar sobre esto, no dar ninguna explicación no es de recibo. Como no lo es que Rajoy siga punto en boca con sus presuntos 200.000 euros cobrados en 2011, el año en que tenía que mirar acongojado su cuenta a fin de mes porque tenía "los problemas de todos los españoles". Y tampoco es de recibo que González Pons, pillado en una sisa de mangante menor de cobrar dos veces por el mismo concepto, haya desaparecido de la faz de la tierra. A lo mejor, para compensar, reaparece el lunes Cospedal explicando, mientras se ajusta la otra peineta, la de ensartar rojos, que los nuevos 25 millones de Bárcenas son en diferido y eso lo arregla ella subiéndose otra vez el sueldo con lo que ahorre suprimiendo el cuerpo de bomberos forestales, que no hacen nada. Quién sabe. No, no es una crisis. Es una estafa, un expolio sin precedentes: un partido entero aparentemente dedicado a repartirse los dineros de la corrupción con ayuda de una red de empresas tan corruptas como él. El mismo Díaz Ferrán financiaba la fundación FUNDESCAM con la que presuntamente se pagaban las campañas electorales del PP, incluidos los sobornos a los sinvergüenzas del PSOE para que cambiaran su voto y permitieran gobernar/robar a la derecha con la flamante Aguirre y sus mayorías absolutas financiadas por empresarios ladrones. Al fin y al cabo, tiene más tradición, clase, señorío y, además, paga diezmos de lo trincado a los curas. Aunque, en donde puede, el PSOE gana puestos en la escala de la mangancia, como se ve en el caso de los EREs en Andalucía y no hablemos ya de las comisiones de CDC en Cataluña, un nacionalismo de tahúres y mafiosi. La corrupción es transversal y, en el caso del PP, al parecer, endémica. Y nadie da explicaciones: ni Aguirre, ni Pío, pío, pío. Nadie. Porque las bufonadas de Floriano y las estupideces de Báñez y sus vírgenes no pueden considerarse ni siquiera expresiones articuladas inteligibles. Así que los de los escalones más bajos ya van directamente a la rebatiña: el mismo Alberto Fabra que pretendía que los contribuyentes le pagáramos un profesor particular de retórica, ahora ha enchufado en el gobierno a una amiga íntima, razón por la cual no considera necesario explicarse. ¿No es amiga? Pues ya está. ¿O van los aguafiestas de siempre a escandalizarse porque el Rey pagara con cargo al contribuyente asimismo la grata estancia de otra amiga íntima cabe La Zarzuela? ¿Por qué puede Ana Botella tener de asesor a Carromato con 60.000 uracos de paga y sin saber hacer la o con un canuto y no van a poder otros enchufar a amigas de toda confianza? ¿Y Rajoy y sus seiscientos asesores? ¿E Ignacio González y su familia  punalúa, toda ella en la mamandurria de la administración pública, a la que hay que privatizar si no sirve para enchufar a los parientes, como los hijos y protegés de Aguirre, la ultraliberal? Es que la exigencia de rendimiento de cuentas es una trampa saducea porque ¿cómo van a dar cuentas Barberá y Camps si entregaron los millones a Urdangarin según rezan los Evangelios, esto es, sin que su mano izquierda supiera lo que hacía la derecha? Como dos buenos palurdos con ínfulas de quiero y no puedo, tenían plena confianza en el yerno del Rey, casado, además con una infanta mágica, especialista en transacciones inmobiliarias que, como los universales de Plotino, solo las conoce la mente de Dios y no Hacienda, que es cosa de judíos. Una confianza que se fundamenta en la que inspira ese Rey que juró fidelidad a los principios del Movimiento Nacional , hombre a su vez de fino olfato para los negocios, incluidos los que se hacen en las cuentas suizas, en donde el monarca parece tener un capitalito heredado de papá y apartado por si las cosas se ponen feas en España. Que pueden ponerse porque la gente parece ya bastante harta de que la estafen.

dimecres, 13 de febrer del 2013

Una victoria en toda regla.



Vídeo de Bg Vázquez,colgado enYou Tube).


Notable jornada la de ayer en el Congreso. En una sola sesión ejerció de héroe y villano, según cada observador. Fue majestuoso templo donde los patricios reciben magnánimos la humilde solicitud de los plebeyos de que reconozca interés cultural a un espectáculo más bien sangriento. Y fue bastión de las libertades asediado por las enfurecidas masas (unmillóncuatrocientasmil firmas) que llegaron a colarse por las gradas profiriendo gritos e insultos. Un visionado del breve vídeo de Bg Vázquez da una idea de cómo está la política española. L@s de las PAH, con Ana Colau entre ell@s, armando alboroto y vociferando a voz en cuello, sabedores de que la voz de 1.400.000 personas tiene que hacerse oír. Y oír con la mala conciencia que muestran sus señorías, tod@s acurrucad@s en sus asientos sin atreverse a rechistar. Solo los diputados de IU se levantaron para aplaudir el comportamiento de los revoltosos, frente a los cuales, al parecer, el presidente Posadas exigió a los ujieres ¡échenlos, coño!, no muy lejano de aquel otro célebre de "¡se sienten, coño!". Estos autoritarios tienen siempre el coño en la boca cuando están de malas. Cuando están de buenas te dicen mireusté. Los diputados del PP, habitualmente amigos de la chocarrería, estaban mohínos por haber tenido que retractarse antes de haber hablado. Ya se sabe que la pelea simplemente se ha postpuesto y empezarán las bofetadas cuando haya que convertir en Ley las peticiones de las PAH, en resumen, la dación en pago, que la banca presenta como el Apocalipsis. En cuanto a l@s diputad@s socialistas, de comparsas silentes, el espectáctáculo pareciera no ir con ell@s. Sin embargo son ell@s quienes no van con el espectáculo, acerca de cuyo contenido ya no tienen mucha idea.

El evento de ayer, una victoria rotunda de un movimiento social horizontal, apartidista, extraparlamentario, tiene un enorme significado. La gente, la multitud, ha ascendido en protagonismo político, ha tomado la acción en sus propias manos, se ha valido de los cauces institucionales y ha llevado el problema a la sede parlamentaria misma en un tiempo brevísimo pero con un inmenso apoyo social. Lo ha llevado a la sede de la soberanía y ha puesto a sus señorías en el dilema de votar dación en pago, como manda la justicia más elemental o el mantenimiento de una situación que causa la ruina y el sufrimiento de muchos y hasta la muerte por suicidio. Así lo plantea Ada Colau; así es. Los recursos dilatorios de los acuerdos, las negociaciones, los pactos quedan arrumbados en la política de la marrullería.Y los diputados no saben qué hacer. Se verán presionados por ese denso movimiento social cuya fuerza radica en su número y su organización en red. Es una prueba evidente de que esta tiene capacidad para catalizar y coordinar un movimiento virtual con un impacto real.

Muchos se remitirán a la historia parlamentaria europea, a la necesidad de resguardar el legislativo del chantaje de las masas callejeras, por más que ahora no se dejen etiquetar de tales y se consideren a sí mismas "multitudes inteligentes" (smart mobs). Nada de admitir presiones del populacho. Son los mismos que admiten de buena gana las presiones de los bancos y hasta llegan a actuar como delegados de ellos. Como ese diputado del PP que ha votado en contra de admitir la ILP de dación en pago y que tiene un plan de pensiones o algo así con el BBVA. No seré yo quien dude de que ese diputado ha votado en conciencia. Pero no hay ninguna razón para preferir las presiones de los bancos a las de la ciudadanía. Por supuesto, los repertorios son distintos, unos mas refinados y solemnes y otros más tumultuosos pero no menos solemnes.

Los socialistas están obligados por las cirscunstancias a replantearse su actitud. Van a remolque de los hechos, no atinan con un discurso votan a regañadientes y tras pedir disculpas por su indiferencia de siete años en un asunto tan explosivo como la dación en pago. Y no solo en la dacíón en pago. En la lamentable decisión sobre los toros se abstuvieron. La abstención es la opción más estéril en política. El PSOE está out. Los toros tienen menos defensores que los desahuciados, aunque hubo algunos animalistas protestando fuera de la cámara. Y la ILP reunía 500.000 firmas, aproximadamente un tercio de la dación en pago. Pero con los cornúpetas la cantidad no importa porque es un asunto de principios. Uno de UPyD, que ha votado a favor de considerar de interés cultural las corridas, niega los derechos de los animales porque, dice, estos no tienen deberes. Como los niños. Luego los niños no tienen derechos. A torearlos. No merece la pena seguir para explicar a este representante popular que somos nosotros quienes tenemos deberes hacia los animales. La abstención del PSOE pasa de ser irrelevante a directamente vergonzosa. No reconocer interés cultural a la españolísima fiesta no es prohibirla. Es, simplemente, ser fiel a una idea distinta de cultura y, además, estar en contra de que esas actividades se beneficien de un denso y opaco sistema de subvenciones públicas negociadas entre copas de Magnum y Cohíbas de Vuelta Abajo.

El PSOE tiene un problema de indefinición, lo cual es problemático en momentos de polarización social. Esa indefinición, esa ambigüedad es particularmente evidente en el modo de enfocar el recrudecimiento del nacionalismo catalán que ahora se soliviantará más por entender, con razón, que la mamarrachada de los toros es un enésimo trágala que se les hace luego de que ellos los desterraran de Catauña. El cerrado centralismo del PSOE, con la negativa a toda propuesta autodeterminista empuja al PSC a un callejón sin salida y, al mismo tiempo, es suicida para el propio PSOE porque, si no gana las elecciones en Cataluña, difícilmente las ganará en España. También aquí puede decirse que se trata de una cuestión de principios. Puede. Pero, así como en el caso de los derechos de los animales el asunto es bastante claro a favor de estos, no lo es en el de los principios nacionales y por qué haya de ser mejor para España no reconocer el derecho de autodeterminación que reconocerlo.

dilluns, 21 de gener del 2013

¿Qué hacer?

Menudo gatuperio el del PP. Aquí cobraba en negro hasta el apuntador. Bueno, ese, en azabache bruñido. Y todos negando como un solo hombre la existencia de los sobres evanescentes, como los jaguares en los garajes de los neoliberales amigos de lo ajeno. Todos, tampoco. Solo Sáez de Santamaría. A Cospedal no le constan los sobrecitos. Pero como tampoco le constaban los 7.000 euros que olvidó consignar en su última declaración, a lo mejor no le constan pero son. Y Rajoy ha respondido crípticamente ¡Sí, hombre!, lo cual no es decir nada. ¿Ha recibido en algún momento el presidente del gobierno sobres barcenescos? ¿Sí o no? Una pregunta muy pertinente habida cuenta de la larga relación existente entre Rajoy y el primero gerente y luego tesorero de su partido. Y algo habrá, piensan no ya los malpensados sino hasta las almas de cántaro, cuando, tras forzar la dimisión de Bárcenas como tesorero y senador, Rajoy le ha mantenido todos sus privilegios en la sede del PP: coche, chófer, despacho, secretaria. Todo a cargo del erario público.

Suena a chantaje, como bien apunta El Mundo. Pero ¿puede un país tener un gobierno sometido a extorsión por un presunto delincuente? ¡Y qué presunto! ¿Saben lo más indignante de la hacienda en la Argentina, si es cierta? Alguien capaz de llevarse el dinero a raudales ilegalmente e invertir en el extranjero, creando allí miles de puestos de trabajo que faltan aquí desesperadamente. Estos delitos de evasión, ocultación, fraude, blanqueo, tienen unas víctimas evidentes y numerosas.

Junto al bombazo del PP, que trae en su seno una crisis de gobierno, si no de algo mayor, la rapiña de calderilla del PSOE en la fundación Ideas. Escandalizarse por 600.000 euros cuando el Ayuntamiento de Madrid paga 50.000 al año a un menda sin calificación alguna como asesor pero con funciones 007, más propias de un agente en el exterior o de espía, es bastante hipócrita. Pero, bueno, se trata de la izquierda, que parece ser de menos mangar, aunque igualmente sensible a los encantos del enchufe. No obstante, si lo de El Mundo es cierto, en esa Fundación procede zafarrancho de limpieza, dimisión colectiva y nombramiento de una gestora para encarrilar el asunto.

Hay un clima general de corrupción en el país. Cada vez que veo esas fotos de Pekín oscuro a mediodía como en una toma de Blade runner, pienso que la atmósfera política en España es igual. O peor. La casta política es bastante corrupta, aunque no toda; cuanto más a la izquierda, menos corrupción. Las instituciones están viciadas o vacías de contenido. La vida social rebosa de casos de delincuencia de personajes públicos, privados y en la zona umbría de lo público y lo privado, en donde se mueven esos partidos políticos cuyo prestigio no puede caer más bajo.

En esta situación, es muy de apoyar la iniciativa de Antonio Avendaño en su columna de Público, titulada Una cosa que se puede hacer ya mismo, consistente en volcar toda la contabilidad de los partidos en sus páginas web a consulta abierta de los ciudadanos en régimen 2.0 Es muy buena idea. Modestamente, la proponía Palinuro en un libro de 2010 pero para todas las administraciones públicas: todos los presupuestos y sus detalladas ejecuciones de las administraciones abiertas a consulta de los ciudadanos en sus páginas web.

Los analistas, los expertos, los propios políticos interesados hablan y hablan sobre la necesidad de refundar el capitalismo, reformar el sistema, proceder a un proceso constituyente. Estas propuestas (quizá la última no tanto) parten de la necesidad de reformas políticas e institucionales para regenerar la democracia española. Posiblemente. Pero se quedan muy cortas. Lo necesario ahora es una reforma moral. Porque si reformamos las instituciones pero no el espíritu de quienes las gestionan, no habremos hecho nada.

Tómese el ejemplo de la cultura de la dimisión. Un país en el que el ministro de Justicia indulta a un homicida condenado por los tribunales sin otra razón aparente que el hecho de haber sido defendido por el despacho en donde trabaja su hijo y no dimite, no es un Estado de derecho. Cuando no se dimite ante consecuencias mortales de la propia ineptitud, como en el Ayuntamiento de Madrid o por imputaciones en causas penales, realmente hay un problema de principios morales.

El umbral de tolerancia de la corrupción de la sociedad española es muy alto. Ha de salir ese vergonzoso asunto de los sobresueldos para que empecemos a cuestionar la forma como los políticos se autoasignan sus fabulosas retribuciones. ¿Qué diferencia hay entre cobrar sobresueldos (o sueldos en sobres) o dobles sueldos, como hacen Rajoy y Cospedal, entre otros? Ninguna salvo que los primeros son dineros opacos, negros y los segundos vienen de una triquiñuela legal pero moralmente indefendible: el partido paga un sobresueldo a Rajoy y Aguirre por encima de su retribución en el cargo porque sí, con luz y taquígrafos, universalmente admitida, pero no defendible moralmente hablando y menos cuando Cospedal despoja de su salario a los representantes en la Asamblea. Dicho con total claridad: es inmoral acumular dos sueldos cuando se priva a otros del suyo único.

Este alto umbral de tolerancia a la corrupción viene de los tiempos de las vacas gordas de la burbuja inmobiliaria. Entonces se veía normal que un alcalde de un pueblo ganara tanto como el presidente del gobierno. Hoy eso se ve como un disparate. Pero se sigue haciendo. Hoy también se ven como disparates esas retribuciones estratosféricas que se autoasignaban los consejeros y barandas de las cajas a cuya ruina habían contribuido denodadamente. Se ven incluso como delitos y comienzan a perseguirse. Pero ya veremos. Todo esto es una prueba del espíritu reinante, del clima moral e intelectual que es preciso cambiar. Es una reforma moral para la cual, me temo, estamos muy poco preparados porque nuestra visión de la sociedad es parecida a la del tiburón. Una visión neoliberal.

dimarts, 15 de gener del 2013

El plan.

El gobierno se ha asustado con los datos de la encuesta de Metroscopia para El País. No es para menos. Un porcentaje altísimo de la población profesa poca o ninguna confianza en Rajoy y, además suspende en bloque a su gobierno al que tiene en muy bajo concepto. Las razones, de todos conocidas: ha mentido desde el principio y sigue haciéndolo, es altanero, incompetente, autoritario, gobierna por decreto, con desprecio del Parlamento, es caciquil, enchufista, no resuelve los problemas, pero azuza otros, como el catalán.

Por ello, ha decidido encargar una campaña de imagen para lavar la cara a los políticos. Entiéndase bien la intención: no para resolver los problemas o cambiar de actitud, sino para convencernos a los ciudadanos de que cambiemos nosotros de juicio. Una campaña de imagen. Y pagada, claro es, no con sus salarios de ministros o presidentes, sino con dinero público, de todos nosotros. Lo cual apunta a otra de las razones del bajo concepto ciudadano: la corrupción.

Porque el problema no es solo el gobierno sino el conjunto de los políticos y de las instituciones que aparecen literalmente encenagados en los más condenables casos de corrupción. Siempre según Metroscopia, el 95% de la población cree que la corrupción es muy alta y que los políticos y las autoridades son cómplices. Y eso ya no es cosa de "lavar la cara". No hay detergente en el mundo que pueda lavar la cara de la Gürtel, de Baltar, de Fabra, Urdangarin y la retahíla de mangantes. Pero, sobre todo, lo más espinoso del asunto es que son las políticas del PP (privatizaciones, externalizaciones, desregulaciones, "liberalizaciones", etc) las que dan pábulo a la corrupción, las que la alientan por su juego público-privado, de forma que no es excesivo hablar de "políticas corruptas".

Y tampoco es solamente un asunto de mera corrupción a la usanza de la derecha, de pillar el dinero y correr. Las prácticas de las autoridades son moralmente repugnantes -y en muchos casos delictivas- en otros terrenos. Según se desprende del proceso de la llamada Gestapillo madrileña, el gobierno de Madrid era un un nido de espías en el que unos políticos acechaban a otros con intenciones probablemente aviesas. Y también, claro es, con dinero público. El responsable último de esta trapisonda parece ser Ignacio González, el actual presidente, el hombre de la privatización de la sanidad pública y la venta de las competencias propias al dueño de Eurovegas. No hay campaña capaz de lavar su imagen ni creo que le importe.

Probablemente animado de la mejor intención del mundo y muy preocupado por la prevalencia actual de esta lacra, Rubalcaba propone un pacto de los partidos contra la corrupción. No creo que el socialista esté de acuerdo con el gobierno. Esta idea no debe de ser parte de la campaña de lavar imagen. Es, sin duda, una ocurrencia de Rubalcaba, arrastrado por su pasión por los pactos con quien sea; pactos de Estado, institucionales, de partido; oposición responsable. Pero debiera pensar un poco más antes de lanzarse en mitad de la bronca sin medir cómo están las fuerzas. Resulta de una ingenuidad casi ofensiva proponer un pacto contra la corrupción a los partidos políticos que son, normalmente, agentes, partícipes y/o beneficiarios de esa misma corrupción.

Y hay más, bastante más. Cualquiera que esté informado sabe que, aunque la corrupción afecta a todos los partidos, no a todos por igual. El más corrupto en los niveles bajos y medios de la política es el PP y, en los altos, el único corrupto. Al proponer asépticamente un pacto entre todos los partidos, como el que se pone de acuerdo en la hora para celebrar una carrera, Rubalcaba viene a aceptar que el PSOE y el PP están afectados por igual por la corrupción. Y eso no es cierto. Ni es justo. No hay ni color. Y ya no hablemos de otros partidos más a la izquierda. Alguno de ellos podría decir a Rubalcaba, que hable por sí mismo y por su partido. Claro, ha faltado tiempo al PP para mostrarse literalmente encantado con la propuesta de Rubalcaba, con la cual, probablemente, hará lo mismo que con sus códigos de buenas prácticas, sus deontologías y sus proyectos de ley de transparencia. Por cierto el último de estos parece salir de uno de esos pactos PP-PSOE y, según se dice, dajará fuera de su ámbito transparente la Corona.

Francamente. No nos merecemos este gobierno. Pero tampoco esta oposición.

dimecres, 9 de gener del 2013

El partido X.

Se presentó ayer formal y solemnemente en las redes sociales. Está en Facebook y en Twitter. En Facebook tiene 1.200 "me gusta" pero solo cuatro amigos. En Twitter se define como Partido del Futuro y cuenta con 12.176 seguidores. Está empezando. Se trata de un ciberpartido, de un partido en el ciberespacio que, con la política 2.0, se ha convertido en el ámbito del debate demócratico contemporáneo. Trae un espíritu antipolítico y antisistema, aunque proclama no ser brazo del 15-M. No lo será pero presenta el mismo relato. Quizá haya detrás una de esas peleas internas en las organizaciones en las cuales suele darse una división entre un sector "puro" y otro "posibilista". Vienen terminando en escisiones y expulsiones. Pero no es algo de nuestro interés aquí. Damos la bienvenida al Partido X, venga como venga.
Trae mucho porte de web. Empezando por la letra X, símbolo de la incógnita. Somos el partido incógnita. Muy típico de la red. La incógnita es el anonimato y l@s promotor@s tienen a gala mantenerse incógnito, hasta que sea llegado el momento de revelar identidades. Podía llamarse Partido Anónimo, como si fuera el de los Anonymous de España, quienes, aunque dicen ser legión, solo cuentan 36.754 "me gusta" y 107 amigos. No llegan ni a la Legión Tebana. El Partido X, definitivamente, es un partido web. Los demás están en la red; este es la red.
De todas formas, le falta un asesor de imagen. El recurso a la incógnita, al anonimato, es chupar demasiada rueda de Anonymous. Lo bueno de estos es la originalidad. Las copias no suelen ir muy allá. Además, el símbolo de la incógnita, en España, los va a hacer víctimas de pullas mil a cuenta de "Mr. X". El partido de Mr. X. Peor es la definición en Twitter como Partido del Futuro. ¿Hay algún partido político que no se considere del futuro? En España, hasta los tradicionalistas. Pero los del Partido X matizan: "Un método del futuro, aplicado al presente, para resetear el espacio electoral". El futuro está en el método. Y, de paso, se perfila el objetivo: "resetear el espacio electoral." Reconocido. Es difícil encontrar un nombre para este partido.
Porque quizá lo malsonante, lo inapropiado, sea la palabra "partido", cuya mala fama es patente. Y, en el caso, pretende aplicarse a un relato muy contrario a estas organizaciones. Habría de ser el partido de los contrarios a los partidos. Algo difícil de imaginar. Así que, ¿por qué ese empeño en llamarse "partido"? Sencillamente porque, además del detestado nombre, los del incógnito quieren ser la cosa. La cosa "partido", la única con la cual se puede cambiar la realidad, por ejemplo, el "espacio electoral". Es algo que analistas y críticos han sermoneado a los indignados: "eso está muy bien, chicos, pero, si queréis hacer algo, tendréis que ser partido político." Que sí, que no y, al final, siempre hay un grupo decidido a probar suerte. ¿Y cómo actúa un partido antipartido? Ahí tiene un problema con el que ya tropezaron los verdes en los años ochenta y siguen haciéndolo. Normalmente, el partido se integra en el sistema o desaparece. No hay vida fuera del Parlamento. Extra Ecclesiam nulla salus. Sí, la llamada vida testimonial.
Porque el asunto no es fácil. Para ser reconocido como partido, el X deberá inscribirse en el registro correspondiente y cumplir los requisitos de la ley, como tener una sede social e identificar a sus promotores y con un nombre "real", no con un nick. Y ya no digamos si pretende presentarse a elecciones. Hecha esa claudicación, vienen las demás en tromba: actos, protocolos, juramentos, banderas, himnos, pactos, reglamentos. La contradicción insalvable de cómo ser antisistema dentro del sistema . Está resuelta, dicen algunos. Solo cabe luchar contra el sistema desde sus entrañas y, por si acaso, mantenemos nuestra acción en las redes. Pero ya es otra acción, pues el anonimato ha desaparecido y la X empieza a parecer un poquitín ridícula. Imagínese a la diputada doña Fulana de Tal hablando en nombre del Partido X. Ya hay a quién imputar los desmanes que puedan darse en la redes.
¿Son capaces estas de plantear una acción política real, en la calle, legítima y que fuerce al sistema a cambiar en aspectos esenciales como ese "espacio electoral"? Obviamente el Estado está tomando sus precauciones y el ministro de Justicia enfila el Código Penal como si fuera un nido de ametralladoras sobre el vasto campo del ciberespacio, sobre las redes sociales, la blogosfera, los ámbitos hasta ahora exentos en los que se articula la resistencia actual de la sociedad frente al poder.
La batalla está en el ciberespacio. Tanto en lo interior como en lo exterior. Prueba, la reciente y fracasada conferencia en Dubai de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en la cual se pretendía establecer un código internacional de censura de la red. Son los Estados los más interesados en ello y el español parece haberlo entendido: criminalización de la red. Una reacción autoritaria absurda que revela el gran desconocimiento en la materia; porque en la red está hoy todo el mundo, incluido el partido del ministro.
Bienvenido el Partido X. Tiene un curro por delante 

dilluns, 31 de desembre del 2012

Glosas a la valoración que la gente hace de las principales instituciones y grupos sociales.

Tomo prestado el gráfico de Metroscopia para El País de ayer. Ilustra un estupendo artículo de Fernando Garea titulado La justicia recupera prestigio que hace un agudo análisis de los datos con conclusiones muy acertadas. No obstante, Garea es periodista, escribe en un afamado medio, y está obligado a ser lo más aséptico y ponderado posible, cosa que consigue. Pero Palinuro es un humilde bloguero, escribe en un medio de su propiedad (aunque sea una que los juristas considerarían de tipo enfitéutico), lo cual le concede un mayor margen de libertad en sus apreciaciones. Esto quiere decir que expresa opiniones personales, subjetivas, si bien las fundamenta racionalmente sometidas a la aspiración kantiana de convertirse en objetivas por ganarse el acuerdo de los demás.
El cuadro es interesantísimo y refleja el estado de la opinión pública, del imaginario colectivo españoles a mediados de este diciembre con respecto a las 37 instituciones y grupos sociales más importantes en nuestro país y la oscilación de junio de este año hasta hoy. La primera conclusión es comprobar que la gente no es tonta y sabe valorar muy bien la calidad de los distintos items, sin dejarse engañar ni manipular.

Los excelentes. Intervalo del 80-99%. En los 4 primeros reglones no hay una sola institución. Son "grupos" sociales, colectividades. Resulta ilustrativo que sean los que sufren los ataques más sañudos del poder político: los recortes en I + D, la privatización de la sanidad pública y el desmoche del sistema educativo. Puede sorprender en principio el tercer lugar de la pequeña y mediana empresa. Pero se entiende con una ligera reflexión: la pequeña y mediana empresa simboliza el significado del término emprendedor para la gente corriente y moliente. Esto es, aquel que se lo monta por su cuenta, arriesga todo y se lo curra personalmente. No coincide en nada con la imagen del emprendedor de la propaganda neoliberal cuyo ejemplo más claro es el señor Adelson, propietario de Eurovegas: grandes capitales dedicados al negocio y la especulación con contactos privilegiados con el poder político que se pone a su servicio hasta el punto vergonzoso de romper un principio fundamental del Estado de derecho, el carácter de universalidad y generalidad de la ley. Si nadie recurre ante el Tribunal Constitucional esa norma aberrante, que legaliza el privilegio, nos merecemos lo que nos pasa. Así pues, los excelentes son excelentes con toda razón.

Los mejores. Intervalo del 70-79 % también eleva mucho el ánimo. A pesar de las campañas mediáticas de difamación y de la instrumentalización de algunas de ellas (pues aquí son todas instituciones) tienen el merecido reconocimiento público. Con matices. La radio ha subido 11 puntos desde junio y seguirá subiendo si la televisión continúa siendo tan mala y, sobre todo la pública, tan ignominiosamente manipulada que parece un centro de agitprop neoliberal. Es un efecto compensatorio, a pesar de que la radio aparece siempre como tecnológicamente más atrasada. La policía ha perdido 11 puntos de junio acá y seguirá perdiendo si su actuación callejera se mantiene en los niveles de agresividad, desproporcionalidad, intimidación y arbitrariedad que viene observando. Probablemente es injusto, pues ese juicio negativo debiera gravitar sobre sus mandos. pero est@s son polític@s de los que hablaremos cuando corresponde, o sea, en el fondo de la sentina. El Ejército sube 17 puntos y no bajará salvo que empiece a tontear a propósito de la cuestión catalana. Los abogados pegan un salto de 33 puntos lo cual, es de suponer, refleja el agradecimiento de la gente por su clara oposición a los desmanes del ministro de Justicia, como también sucede con los jueces, un poco más abajo. Son nuestra defensa y cuanto más independientes sean y más se enfrenten al poder, más subirán.

Los buenos. Intervalo de los 50-59%. Pasable está la cosa. La mayor alza, ya mencionada, los jueces. Insólita la presencia aquí de la defensora del pueblo, sin variación desde junio. Probablemente porque la gente no sabe quién es ni qué hace. En cuanto se entere de que es una marquesa que actúa como tal, ya veremos cuál será su puntuación. Porque esa idea de que la gente adora el tronío de la nobleza y, a falta de esta, la peineta en la cabeza, solo puede caber en la de la señora Cospedal, y no entera.

Los malos. Intervalo de los 40-49%. El salto mayor lo da el Tribunal Supremo con 41 puntos, pues parece que la gente va olvidando el bochorno de su expresidente Dívar. Suben mucho asimismo las grandes empresas españolas con 25 puntos. Pero sigue siendo significativo que se encuentren 40 por debajo de las pequeñas y medianas aventuras. Lo más llamativo es ese misérrimo 46% de la TV. Nada de extrañar. La calidad de la TV es ínfima y así se acusa en su baja valoración. Sin embargo, la TV es, con mucho, el medio de mayor audiencia, pues alcanza el 85% de la población. Y una audiencia que no se limita a mirarla así de pasada, como quien mira distraidamente un anuncio en el metro, sino que se clava frente al televisor cuatro horas y seis minutos diariamente. Es decir, la mayoría de los españoles se traga cuatro horas diarias de un producto que en su mayoría dentro de la mayoría detesta. Hay una obvia disonancia cognitiva. La iglesia católica ocupa el fondo de los malos y aun parece muy favorecida si se tiene en cuenta su trayectoria de institución conservadora, privilegiada, insolidaria, hipócrita y manipuladora del poder político dócil (todos ellos) para imponer su ideología reaccionaria al conjunto.

Los pésimos. Intervalo de los 0-39. Están quienes deben estar; todos con valoraciones negativas que se han ganado a pulso por diversos motivos: su codicia, su ineptitud, su corrupción, su intolerancia, su sectarismo, su deslealtad y su miseria moral. Ese 76% de reprobación popular a los obispos que se pasan el día metiéndose en donde nadie los llama, encendiendo conflictos, atizando el odio contra las minorías, debiera hacerlos reflexionar acerca de su función en el siglo y en la iglesia y dejar de tratar a la gente como una masa compuesta de idiotas, sus feligreses, y delincuentes, los no creyentes. El gobierno y el parlamento flanquean a los prelados en el menosprecio popular. Tanto el uno como el otro tienen tan baja puntuación que, animados por un espíritu ahorrativo, debieran despedir sin más a sus gabinetes de comunicación. Las dos instituciones carecen de todo crédito por razones conocidas pero el gobierno suscita, además, inquina, al vérsele como un agresor permanente, mientras que el parlamento solo parece inspirar desprecio. No obstante, la palma se la llevan con todos los honores los tres últimos: bancos, partidos políticos y políticos. ¡Qué acierto ponerlos juntos! Una forma gráfica y rotunda de señalar que forman una (quizá hasta delictiva) unidad, explicada a través de la actual teoría de la puerta giratoria, la clásica de las afinidades electivas o el puro hecho de que unos están al servicio descarado de los otros. En el fondo del barril, ya cerca del desagüe de la historia, los políticos individualmente considerados, cuyo retrato robot es el de un embustero, venal, corrupto, demagogo, inepto y aprovechado. Obviamente la generalización es injusta, tanto para los políticos como para los partidos, y es preciso reconocer que se trata de excepciones. Pero, como van las cosas, cabe ya preguntarse cuál es el lado excepcional, el de los corruptos o el de los honrados.

dissabte, 25 d’agost del 2012

Estampas del verano. Mario Conde, el preso que no se esconde.

Llegado su momento (lo más tarde posible, desde luego), quizá pueda escribirse en el epitafio de Mario Conde lo que Edmond Rostand imaginó que pondría en el de Cyrano de Bergerac. Parafraseando: "Mario Conde, que fue todo y no fue nada". Porque esa es la clave de la vida de este pintoresco personaje: haber sido todo en un momento (relativamente juvenil de su vida, además), presidente de un poderoso banco; hombre público de moda; amigo del Rey, quien lo apadrinó en ese doctorado Honoris Causa que la Complutense le concedió, sin saber bien lo que hacía; símbolo y modelo del hombre de éxito en el que se miraban todos los adolescentes; posible líder de un partido de la derecha en íntima relación con su amigo Pedro J. Ramírez, otro especialista en ser todo y no ser nada al mismo tiempo.
Vino luego el tropezón con la justicia. Conde intentó contraatacar chantajeando incluso a la presidencia del gobierno con la revelación de papeles confidenciales muy comprometedores y en plena vorágine de aquel confuso escándalo de los GAL del que Ramírez se cobró dos piezas menores (Vera y Barrionuevo) pero falló en la principal y más codiciada, González, lo que le ha dejado marcado por el fracaso. No le sirvió de nada. Al final, la justicia condenó en firme a Conde por estafa, apropiación indebida y no sé qué más a veinte años de cárcel. El exbanquero ingresó en prisión y empezó a no ser nada.
Tras unos años de silencio obligado, que no de inactividad, gracias a su buen comportamiento (el mozo sabe hacerlo cuando le interesa) obtuvo diferentes beneficios penitenciarios, el tercer grado, pudo salir a la calle y, por fin, quedó en libertad.
Un don nadie; un expresidiario; un delincuente. Nadie.
Pero Conde no se resigna. Quiere volver a serlo todo. Cuenta con medios de sobra: la pasta que, según los tribunales, afanó y jamás devolvió. Aprovechándola, trata de hacer realidad sus sueños en las interminables noches de la prisión: Cuando salga de aquí demostraré de lo que soy capaz; me vengaré de todos ellos; van a saber con quién se han metido; morderán el polvo; volveré a ser el hombre de moda, envidiado por todos y deseado por todas; me impondré al país; seré el puto amo. Es un síndrome muy frecuente en los presos comunes. Solo que la inmensa mayoría de ellos no puede realizar sus ensoñaciones porque le falta lo que sobra a Conde: dinero.
Y, como le sobra, ¿por qué detenerse en fruslerías? Lo dicho; quiere volver a serlo todo: autor de éxito (lleva cuatro insufribles libros publicados); tertuliano en Intereconomía y, ahora, líder de un partido regeneracionista. Ya lo intentó otra vez en el pasado, comprando una formación que estaba en almoneda, el Centro Democrático y Social (CDS), pecio que quedó del naufragio de la UCD de su amigo (y luego enemigo), Suárez y con el que se dio una majestuosa chufa.
Vuelve ahora a la carga pero con una formación nueva. Nada de segunda mano, que trae mal fario: el nuevo flamante partido con el que Conde quiere comerse el mundo y hacerle pagar por sus años entre rejas,se llama Sociedad Civil y Democracia. Tiene intención de presentarse a las próximas elecciones en su Galicia natal. Palinuro le augura otra chufa básicamente por dos errores garrafales de planteamiento. El primero es su orientación ultraderechista. Teniendo en cuenta que el CDS quería ser un partido de centro, la nueva propuesta de Conde, del brazo del lunatic fringe de la extrema derecha española prueba que el hombre tiene sentido práctico, es flexible en materia de ideología y lo que le interesa no son los principios sino el poder. Pero su coyunda con Intereconomía, cuya audiencia (0,8%) y seguimiento es inversamente proporcional al volumen de las estupideces que propaga no es una decisión inteligente. Situarse fuera de la escala de posiciones de la mayoría del electorado para pedir esa misma mayoría carece de sentido.
El segundo es el nombre elegido. CDS en la primera echada, SCyD en la segunda, demuestran que Conde tiene sentido del humor y cabezonería pues son las mismas siglas en otro orden. Pero nada más. Lo que queda claro es que, como todos estos espontáneos de la política, como Rivera (Ciudadanos), Díez (UPyD), Cascos (Foro), huye del término "partido" como de la peste. ¿Por qué? Precisamente por el complejo de intruso que todos tienen y que es su perdición, aunque no se den cuenta porque la gente, los electores, detectan rápidamente que se trata de chiringuitos a mayor gloria y vanidad de sus promotor@s o para permitir a est@s tener un sueldo respetable y algunos privilegios a cambio de no hacer gran cosa. No es este, supongo, el caso de Mario Conde, así que le interesaría distanciarse un poco más al menos nominalmente de esta pandilla de oportunistas que solo pretende ir tirando. Sociedad Civil y Democracia parece el cuñado gorrón de Unión, Progreso y Democracia y muestra su misma falta de tirón electoral y de interés. Y todavía "unión" y "progreso" son términos que entiende todo el mundo. Pero ¿quién sabe qué es la "sociedad civil" fuera de cuatro profesores y cinco pedantes que normalmente son los mismos?
(La imagen es una foto de xornalcerto, bajo licencia Creative Commons).