divendres, 11 d’octubre del 2013

El barco de los locos del PSOE.


Quien mire a Rubalcaba probablemente verá un hombre tranquilo, discreto, un tanto anodino, nada estridente, sin duda amante del orden, de lo previsible y seguro. Pues le ha tocado regir su partido en condiciones de aprecio y apoyo populares francamente cochambrosas, tanto el partido como él. Y en unos momentos especialmente convulsos de la vida nacional en muy diversos aspectos: políticos, económicos, territoriales y hasta dinásticos. Ya es mal fario.


Breve digresión. La noticia de la muy probable imputación de la infanta Cristina puede ser la puntilla al escaso crédito de la Monarquía. Con el Rey postrado en el taller, su yerno protagonizando un episodio de serie B policiaca y los príncipes de Asturias en el punto de mira de la rumorología mediática, la dinastía puede encontrarse por tercera vez plantando cebollinos en el extranjero, París, Lausana, Roma. Los Borbones son cosmopolitas.

Fin de la digresión.

¿Y el partido? Rubalcaba lo tiene en la calma chicha que, como en las novelas de Salgari, precede a la tormenta. Los barones, los precandidatos, las primarias, la conferencia política, los EREs, Cataluña. Un guirigay y con las elecciones europeas ya a la vista.

Así las cosas, exactamente, ¿de dónde sale Susana Díaz? Esa entrevista con Rajoy es un disparate político mayúsculo. La rapidez con que el presidente la ha aceptado (cuando su antecesor, Aznar, a veces tenía esperando meses a los presidentes autonómicos de la oposición) debiera haberla alertado. En el supuesto caso de que obrara con prudencia y reflexión o tuviera alguna experiencia.

Es perfectamente natural que la presidenta de la autonomía acuda a saludar al presidente del gobierno, a presentarse. Pero una cosa es el ejercicio institucional del cargo y otra entregarse a los postulados políticos del gobierno al que teóricamente se opone. Lo del síndrome de Estocolmo es aquí un juego de manos de una feria de pueblo. La sola visita a La Moncloa le ha trastornado el juicio. Sale pidiendo a Rajoy que lidere un gran pacto contra la corrupción de la que él es el presunto gran jefe. Con Rajoy, en cuya palabra no fían ya ni los de su partido. No se puede ser más pánfila, a no ser que la hayan mesmerizado o lavado el cerebro. Porque, en lógica conexión con este clima de colaboración, la dama se abstiene de pedir la dimisión del presidente que su partido reclama sin parar. Y, por otro lado, ¿quién es ella, recién llegada a la corrala, para andar en pactos con el presidente del gobierno en asuntos que afectan a todo el país? No se sabe qué asombra más si su credulidad o su desmesura.

Ignoro cómo va a neutralizar Rubalcaba ese ataque directo a su liderazgo. La presidenta in pectore de la federación más importante de su partido hace caso omiso de la solemne política de este de romper puentes y colaboración con el PP. No es posible que Díaz sea tan necia que no haya calibrado el daño que infiere al PSOE. Solo puede entenderse como enajenación, deseablemente transitoria. O quizá como falta de experiencia, incluso atolondramiento. Pero cuanto antes se caiga del guindo, mejor para su partido.

Era lo que faltaba al PSOE, una especie de plante en el Sur que renuncia a la oposición frontal y retorna a la política de pactos con el gobierno. Pactos que el gobierno no ha hecho o no ha cumplido o ha roto.

En el PSOE tienen un evidente problema de liderazgo.