dissabte, 17 de setembre del 2016

Conferencia de Palinuro en Reus

Hoy, a las 18:30 nos vemos en Reus, en una conferencia de servidor sobre el sugestivo título que figura en el cartel anunciador de la xerrada las 18:30 del sábado, 17, en la Sala de actos del Centre de Lectura en Reus.

El título. Aunque parezca que nos nos movemos, lo hacemos. No tiene mucho sentido repetir y repetir las razones de unos y las sinrazones de otros. Sobre todo si no se hace nada páctico si no que se pretende el inmovilismo. De la cuestión del contencioso España-Cataluña está ya todo dicho. No hay nada nuevo. Ahora corresponde decir menos y hacer más. 

De lo que apenas se ha hablado es de las relaciones Cataluña-Europa. Sobre eso hay que hablar ahora, explicar el propósito independentista  a una Europa que hoy, como siempe, está viva, alerta, dispuesta a acoger lo nuevo, lo avanzado. Europa es un continente en perpetuo movimiento, en donde reina la curiosidad por las novedades y el afán por experimentarlas. Europa no es rutinaria sino aventurada y sabe que su forma, sus límites, sus actores y protagonistas, sus Estados, sus miembros con realidades fluidas, entrelazadas, cambiantes, respondiendo al afán de sus pueblos por avanzar y mejorar.

Hay que hablar también de lo que Cataluña aporta a Europa, de su iniciativa y el ejemplo en el camino de una Europa distinta, que no será una estructura cerrada e inamovible sino una asociación voluntaria de entes y pueblos libres dentro de un espíritu común, europeo, hecho de tolerancia y respeto a la multinacionalidad.

divendres, 16 de setembre del 2016

Ritajoy

Valencia es un pozo sin fondo de corrupción. El caso de Rita Barberá (inocente, inocentísima, mientras no se demuestre lo contrario) es el penúltimo de una serie de otros poblados de personajes tan pintorescos y ridículos como la exalcaldesa valenciana; gentes como Camps, Fabra, Blasco, Cotino, Rus, Castedo, Grau, Costa, Alperi, Johnson, etc., etc. Todos presuntamente pringados en una multiplicidad de contratas, recalificaciones, basuras, ayuda oficial al desarrollo, mordidas, comisiones, y todo tipo de chanchullos y componendas para enriquecerse personalmente al tiempo que se financiaba ilegalmente el partido y se ganaban elecciones con tongo. Llamar partido político a un manojo de sinvergüenzas y mangantes es una de las ironías de este delirio de corrupción de la derecha española.

Incidentalmente, quizá esté aquí la explicación de aquel hecho que a todos llenaba de pasmo: cuanto más gorrinos eran los gobernantes valencianos de modo público y notorio, más votos obtenían. A saber cuánto habrán gastado estos mendas en sobornar al personal, comprar votos y engañar a los electores. Quizá sea la parte valenciana de una situación que también se da en toda España: parece como si, cuanto más roban los gobernantes, más granujas y embusteros son, más votos consiguen.

El emblema, desde luego, es Barberá que ha pasado de ser la Jefa, la reina indiscutible de Valencia durante veintitantos años a ser una sombra huidiza, escondida, vergonzante, que trata de escapar de la acción de la justicia y no dar cuenta de sus presuntas fechorías a lo largo de los años. El episodio en sí es casi de circo: una hortera, estridente, chabacana, literalmente insoportable, malversaba caudales públicos a mansalva, enchufaba a quien le daba la gana por cantidades astronómicas, se daba un vidorro de vicio a costa -y mucha costa- del contribuyente, blanqueaba dineros, se los quedaba y se enriquecía sin tasa. Todo eso presunto, cómo no. 

Dice esta mujer en un insólito escrito con membrete de su partido en el que anuncia su baja del partido del membrete, que no abandona su escaño porque eso sería admitir su culpabilidad. Pero precisamente lo que indica su culpabilidad es que se parapete en su acta para entorpecer la acción de la justicia. Y para cobrar dos mil y pico de euros más de los contribuyentes. Porque somos los contribuyentes, los saqueados durante años al parecer por esta sanguijuela, quienes ahora costeamos su blindaje.

Blindaje que le proporcionó el PP en su momento, cuando saltó de la alcaldía y del que se preocupó personalmente el de los sobresueldos. Con tanta eficacia como carencia de principios, Rajoy no solo la blindó, sino que la metió en la Diputación Permanente para que siguiera blindada cuando no había Parlamento por estar en periodo electoral. 

Y esto es un elemento decisivo. El editorial de El País de hoy, El silencio de Rajoy, insta al Sobresueldos a no esconderse, como hace siempre, y a dar explicaciones del comportamiento presuntamente facineroso de esa señora a la que él dedicó elogios sin cuento durante años mientras ella se lo llevaba presuntamente crudo durante esos mismos años. Que Rajoy hable de este asunto es practicamente imposible y que lo haga sin mentir, una quimera. Rajoy no puede exonerar a Rita porque él mismo es Rita, como es Bárcenas, Fabra, Camps, Matas, Baltar, y el conjunto de sinvergüenzas y presuntos ladrones a los que ha prestado su apoyo y llenado de ditirambos en años pasados.

Dice un periodista de talante reaccionario que a Rajoy no ha podido probársele personalmente delito alguno. Una falacia. Rajoy es políticamente (y ya se verá i penalmente) responsable de una multiplicidad de delitos, una culpabilidad por incumplimiento de su deber de vigilar que esas descaradas estafas, robos y expolios, no se produjeran. Rajoy es el principal responsable político de este lodazal de corrupción en que se ha convertido la política española. Es también el único responsable del bloqueo político en España.

Tendría que haber dimitido apenas comenzado ese mandato que ha sido un  desastre y un atentado contra la dignidad de los españoles. Y su marcha y desaparición de la escena pública, requisito indispensable para que pueda haber una regeneración democrática creíble.

No va a haber sitio

En las cárceles. No va a haber sitio en las cárceles para enchironar a los independentistas cuando los tribunales españoles, obedeciendo el mandato del gobierno, empiecen a condenarlos a docenas. Esa es la marcha que lleva el asunto de la investigación a Mas, Rigau, Ortega y Homs, y el posible encausamiento de otro puñado de dirigentes democráticamente electos por mayorías dispuestas a respaldarlos en la calle. Falta absoluta de entendimiento, de negociación, de diálogo.

En los años de plomo solía enunciarse la teoría general de que carecía de sentido y era rotundamente repudiable todo recurso a la violencia. Una vez se depusieran las armas se vería que en una democracia como la española cabe hablar de todo pacíficamente. Era mentira por partida doble: en primer lugar, hay muchos que no quieren el cese de la violencia y tratan de impedirlo como sea. En segundo término, tampoco es cierto que sin violencia, en democracia, quepa hablar de todo. Hay temas prohibidos, por ejemplo, el de las mbiciones de liberación de los pueblos.

El proceso independentista catalán plantea una contradicción entre la legitimidad y la legalidad, entre una aspiración política y una represión judicial. Frente a la legítima aspiración política del derecho de la nación catalana a la autodeterminación, el Estado y, desde luego, el gobierno del PP, contraponen el estricto cumplimiento de la ley. Esta, sin embargo, es injusta en el trato a Cataluña, a la que obliga a someterse a la tiranía de la mayoría. Pero, además, su misma invocación también es injusta, incluso inicua. La ley que el gobierno invoca para aplicar en Cataluña es la que él mismo ha venido cambiando unilateralmente y gracias a su mayoría absoluta hasta ahora cuando le ha dado la gana, lo cual le resta toda legitimidad. La última muestra, la reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para convertir a este en un órgano más político de lo que ya es, prácticamente, un brazo ejecutor de la política del gobierno. Se exige así que los independentistas catalanes se ajusten a una ley que es la ley del embudo.

Estamos a las puertas de una escalada del conflicto. En Cataluña, el gobierno anuncia ya una actitud de desobediencia a las instituciones españolas. En Madrid no hay gobierno sino un grupo de amigos en rebeldía frente al control del Parlamento, en realidad, un gobierno tiránico cuya actitud frente a Cataluña ha sido siempre, y sigue siéndolo, de cerrada hostilidad. Este callejón sin salida a que ha condenado al país la ineptitud de un gobierno de la derecha, desprestigiado por su arbitrariedad y por su corrupción, acabará propiciando un intervención directa o indirecta de las instituciones europeas y, quizá, de la comunidad internacional. 

A este respecto es sumamente de lamentar que el PSOE, el eje mismo de la izquierda, haya hecho suya la visión autoritaria y antidemocrática de la derecha. No solamente es una dejación de los principios, sino algo inútil porque, como demuestra la historia, es imposible contener los anhelos de libertad de un pueblo.  

dijous, 15 de setembre del 2016

Todos contra Sánchez

En la presentación del libro de Guindos, Rajoy no mencionó a Barberá, ni a Soria. A punto estuvo de no mencionar al presentado. No permitió preguntas de los periodistas, si es que había alguno en una sala atestada de ministros, altos cargos, grandes directores de bancos y consorcios y empresarios del IBEX35, todos con sus séquitos. Pero atacó a Sánchez, a quien culpó, en típico acto de proyección, del bloqueo político, del deterioro general de la situación y de anteponer sus intereses (personales o de partido) a los colectivos.

El enemigo por batir es Sánchez. Coinciden prácticamente todos los medios y casi todos los grandes y medianos comunicadores y, por supuesto, la empresa y la banca. Es una presión permanente y un sonsonete continuo: "Sánchez debe facilitar un gobierno del PP", "todo antes que ir a terceras elecciones". Se suma un coro de socialistas de diversa procedencia y distinto peso, unidos en cuestionar el NO es NO de Sánchez y en buscar alguna fórmula para que la oposición a la que el PSOE debe resignarse sea eficaz y controle de verdad el gobierno del PP. En definitiva, por tanto, el discurso es el mismo de Rajoy, los medios y las demás fuerzas vivas: "Sánchez debe facilitar un gobierno del PP", "todo antes que ir a terceras elecciones".

Acabarán culpando a Sánchez del bloqueo, como ya lo hacen Rajoy y la derecha. Es asombroso que prácticamente nadie recuerde que el culpable real del bloqueo es Rajoy. Su talante autoritario, despreciativo, su rechazo a asumir sus muchas responsabilidades políticas, su problemática actitud frente a la corrupción, lo incapacitan para encontrar aliados. Su negativa a retirarse para facilitar alguna alianza del PP es el cerrojo mismo del bloqueo. El país no se mueve porque Rajoy se niega a irse tras haber fracasado en todo.

La cuestión no es solamente que el responsable del bloqueo, Rajoy, acuse a otro, Sánchez, de serlo, sino que mucha gente lo cree o dice creerlo así. Lo que se está pidiendo, en realidad, es que siga cuatro años más en el gobierno de España un hombre que no lo merece y que no seguiría ni una hora en ningún otro país democrático del mundo. Un hombre que preside un partido imputado en varios procesos penales, algo que tampoco se toleraría e ningún otro país de esos con los que España quiere homologarse. Lo que se está diciendo es que el PSOE, con su abstención, amnistíe la corrupción pasada y admita la venidera. Es difícil creer que sobreviviera de hacer algo así.

¡Todo antes que terceras elecciones!

Y ¿qué es ese "todo" que evitaría las elecciones? Los dicen los derrotistas del PSOE: permitir un gobierno en minoría del PP que, controlado por una poderosa oposición, no podría continuar con su política radical de recortes, merma de derechos, ruina del país y desmantelamiento del Estado del bienestar. Quien esto sostiene no conoce mucho España. En primer lugar, la oposición no será nada "poderosa" porque las malas relaciones entre el PSOE y UP lo impedirán. En segundo lugar, el gobierno (PP con apoyo de C's) estará siempre a media docena de votos de la mayoría absoluta y podrá gobernar en minoría con tranquilidad cuando le plazca, sin derogar sus medidas anteriores. En tercer lugar, quien crea que Rajoy cumplirá cualquier promesa que haga con tal de quedarse en el sillón, no sabe de quién se está hablando.

Además, ¿por qué ese terror a las elecciones? Probablemente se da por bueno el vaticinio de un aumento del voto del PP que, según Arriola, puede llegar a 150 diputados. Estos augurios tienen un valor relativo pues, habitualmente, reflejan solo lo que quienes los hacen quieren que pase. A veces lo quieren con procedimientos retorcidos, por ejemplo, mintiendo. Público trae un análisis ómnibus de varias encuestas y, a su vez, vaticina que: Unidos Podemos perdería 7 escaños en unas terceras elecciones, pero la suma PP+C's quedaría igual en 169. Y es Púbico, el digital de Podemos. Dice más cosas. En concreto, que el PSOE aumentará en votos y escaños (como media docena más), mientras que el PP perderá otros seis escaños y un millón de votos. Si mantiene los 169 es gracias a que C's aumenta ligeramente. Es una lectura que se ajusta más a una idea distinta del impacto de la corrupción en la actividad política. Y cabe hacerla aun más optimista. Es poco creíble, que si el PP baja, suba C's y también lo es que la recomposición del PSOE sea tan escasa.

Las terceras elecciones son, ciertamente, la conclusión de un fracaso, pero carece de sentido querer evitarlo a costa de perpetuar el desgobierno y el desastre que nos han traído aquí.

dimecres, 14 de setembre del 2016

La Diada, un éxito

No merece la pena discutir. Quienes el lunes decían que la asistencia había mermado respecto a la Diada de 2015 y que el soufflé se desinflaba son los mismos que en 2015 decían que no había asistido ni la mitad de la mitad.

Uno puede ver el independentismo catalán como la conjura del maligno o como la erupción del Krakatoa, pero nadie puede negar que se trata de un proceso democrático y pacífico. Esto no es un puñado de orates armados hasta los dientes. Esto es la acción conjunta de unos partidos con las instituciones y amplia colaboración de las asociaciones sociales y el respaldo multitudinario de la gente. La Diada pone en marcha el último tramo del proceso y lo acelera, mientras España sigue sin tener gobierno ni visos de formarlo. En un vacío de poder, pero no de corrupción. Sobre esto mi artículo de hoy el elMón.cat.

A continuación, la versión castellana.

La Diada cataliza el proceso

En 2012, preguntado Rajoy qué pensaba de una Diada multitudinaria, pacífica, democrática e independentista, respondió que aquello era una “algarabía”. La “mayoría silenciosa” por supuesto, no alborotaba y no quería la independencia. Cuatro años después, la “algarabía”, que jamás fue tal cosa, sigue siendo un impresionante ejemplo de voluntad popular civilizada, ordenada, pacífica y democrática en lucha por una Estado nuevo. Un derecho inherente a toda nación como la catalana. A su vez, la “mayoría silenciosa” ha dejado de ser “silenciosa”, pero no ha conseguido ser mayoría y casi consigue no ser en absoluto. La manifestación convocada por la Societat Civil Catalana en favor de España como unidad de destino en lo universal no llegó a las dos docenas de participantes, contando los que sostenían las banderas. La convocada por En Comú Podem en favor del “referéndum pactado” con el Estado en lugar de la independencia, según parece, se quedó en unos trescientos o cuatrocientos pactistas o pactadores, que parecen pocos para convencer a Estado alguno.

La inmensa mayoría de la ciudadanía políticamente movilizada se echó a la calle el día once para mostrar a las autoridades, a los ciudadanos españoles y al mundo entero su voluntad de constituirse en Estado independiente. Un hecho que ha acelerado notablemente el proceso hacia la independencia.

Al caer la noche del domingo, la señora Colau afirmaba en la tele a Ana Pastor que la mayoría ciudadana no se manifestaba por la independencia, sino por un referéndum pactado con el Estado. En el trayecto no se escucharon gritos a favor del referéndum sino de la independencia, pero dicho quedaba y en la TV. Más o menos a la misma hora, Puigdemont anunciaba que, visto el éxito de la Diada, superada la cuestión de confianza, el día 28 de septiembre pediría un referéndum al Estado. Desde el punto de vista de En Comú Podem, se trataba de una feliz rectificación del Presidente. No hay que jugar con vías unilaterales que son callejones sin salida sino que hay que ir por la de la legalidad, con un referéndum pactado para reformar luego España de arriba abajo. Por fin, Puigdemont aceptaba que el proyecto de En Comú Podem era mejor que el suyo. ¿Cierto?

En absoluto. Puigdemont no pedía negociar con el Estado un referéndum. Pedía hacer un referéndum por considerar que es un derecho de Cataluña. La negociación era secundaria. Y, si el Estado no accedía, proponía elecciones constituyentes a un año vista. Es decir, nada que ver con los planteamientos de En Comú Podem. Una aceleración del proceso y un mantenimiento de la hoja de ruta hacia la independencia, eso que los de Podemos y confluencias consideran que es un inconveniente para la “normalización” de la situación.

Mucho más claro que la izquierda no independentista lo ve el gobierno español, que no se anda por las ramas. El lunes después de la Diada, el ministro Catalá ya anunciaba que el Estado español jamás aceptaría referéndum alguno en Cataluña, negociado o no negociado. Añadía, además, que la intención del gobierno era aplicar la legislación penal a todos aquellos comportamientos de los políticos independentistas que se la merecieran. Nadie por encima de la ley. Todos a cumplirla y afrontar sus responsabilidades si cometían algún ilícito. Pura amenaza implícita a Puigdemont, Forcadell, Mas, Homs, Rigau, Ortega. Y la lista va creciendo. Con esto, Catalá contestaba de una sola vez tanto a Puigdemont como a Colau.

La respuesta de Colau todavía no ha llegado y es probable que no llegue por razones que todo el mundo se malicia, esto es, porque hay un entendimiento de fondo entre Podemos y el Estado español que no se da en el caso de Puigdemont y los independentistas.

Por eso, la respuesta del Presidente no se hizo esperar de forma que, en la misma mañana del exabrupto del ministro de Justicia, Puigdemont, dando el caso por cerrado, puso fecha a las elecciones constituyentes catalanas: la Diada de 2017. El proceso de la independencia, que tenía término a quo, la sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010, aniquilando el Estatuto, ya tiene también término ad quem.

Vidas paralelas

Reconozco habérmelo puesto fácil hoy. El género vidas paralelas fue frecuente en épocas pasadas. Siempre con ánimo moralizante y ejemplificador. Basta con encontrar biografías que tengan puntos en común. Son composiciones contrapuntísticas. Dan muy buen resultado porque se aprende mucho sobre las gentes y sus actos cuando se pueden comparar unas con otras. Aunque ya dice el saber popular, siempre algo timorato, que las comparaciones son odiosas.

Aquí tenemos a Rita y Carme, punto contra punto. Con muchos elementos en común: las dos son mujeres, más o menos de la misma generación (se llevan cinco años). Ambas con formación universitaria más de letras. Las dos periodistas, entre otras actividades. Ambas son políticas, habiendo ejercido diversos cargos institucionales. Las dos con cierta proyección mediática.

Las dos pueden acabar ante los tribunales.

Como se ve, vidas paralelas. Lo interesante viene cuando se analizan esos puntos en común. Las dos son mujeres y han abierto caminos en un mundo que era aun más patriarcal que el de hoy. Una, Forcadell, es hija de un camionero; la otra, de un periodista y jerarca del Movimiento Nacional. Es decir, son más o menos de la misma generación, pero no del mismo ambiente ni de la misma clase y casi ni del mismo país. Su orientación periodística ha sido muy divergente. En política, una (Barberá) es de derechas de toda la vida, pues fue fundadora de Alianza Popular en Valencia, mientras que la otra es de izquierdas y republicana ya que milita en ERC. Comparten el ser oriundas del ámbito cultural catalán pero, mientras una (Forcadell) es independentista, la otra es nacionalista española. Los cargos institucionales fueron muy distintos y ejercidos de muy distinta forma. Al principio, los importantes eran los de Barberá; al final lo es del Forcadell. Porque ambas son parlamentarias, pero mientras Forcadell preside el Parlamento catalán, Barberá está prácticamente asilada o refugiada en el Senado para protegerse de la acción de la justicia. Su proyección mediática ha sido asimismo muy distinta. Donde Barberá proyectaba una imagen digamos folklórica con manifestaciones de ridícula chabacanería, Forcadell daba una de severidad y determinación, con elementos mesiánicos.

Las dos, en efecto, pueden acabar ante los tribunales. Una (Barberá) por supuestos delitos de derecho común, la otra por razones políticas, de conciencia.

No hace falta decir nada más.

(Las imágenes son sendas fotos de Partit Popular Comunitat Valenciana y Judesba, con licencia Creative Commons).

dimarts, 13 de setembre del 2016

Que nada se mueva

Parece mentira, pero algo así puede suceder: Rajoy lo intenta de nuevo y, quién sabe, igual esta vez sale. Al menos es lo que él debe de estar calculando: el PNV puede vacilar (¿no ha dicho Pablo Iglesias que no es de fiar, como si él lo fuera?), o los indepes catalanes, o el PSOE o, ¿por qué no? Podemos. Cosas más raras se han visto.

Pero mientras alguna de estas inverosímiles circunstancias no se dé, por mucho que se presente el Sobresueldos, seguirá sin salir.

Sin embargo, eso no es, no puede ser, bastante. Mientras este hombre esté en funciones, el país seguirá desgobernado (incluso cada vez más desgobernado, a extremos ridículos, como con esa presidenta del Congreso que no es más que la subalterna de Rajoy), la corrupción continuará campando por sus respetos, el deterioro institucional seguirá imparable y la posibilidad de que vuelva a ser presidente del gobierno un sujeto de la catadura moral e intelectual de Rajoy, una probabilidad muy clara.

Es una vergüenza, un desastre sin paliativos que, siendo mayoría los diputados partidarios de un cambio de gobierno, este no se haya producido. Una vergüenza, un desastre, y da una imagen lamentable de la capacidad de los políticos responsables, especialmente de Iglesias, Rivera y Sánchez, por ese orden. Iglesias sigue vetando a Rivera y empujando al pacto al PSOE al tiempo que lo insulta y zahiere; Rivera es incapaz de librarse del PP y sigue a su incondicional servicio; Sánchez no consigue entenderse con los indepes catalanes por su obstinación en negarles sus derechos.

Entre tanto, el presidente de los sobresueldos cada vez más feliz en su tarea de seguir hundiendo el país en esta sima de ignominia y corrupción. El Parlamento, un cámara inservible para el PP desde el momento en que no tiene mayoría absoluta, no pinta nada bajo mandato de una presidenta que pide permiso al del gobierno hasta para suspirar. Esto permite que, con la ayuda de C's, Guindos escurra el bulto del pleno y haga una comparecencia de pacotilla para explicar el escandalazo mayúsculo de haber enchufado (según su inveterada costumbre) a un dimisionario por presumida corrupción para un puesto de sueldo estratosférico y actividad simbólica. Una prueba más de la corrupción general en que vive esta organización de presuntos delincuentes.

El gobierno en funciones, autodeclarado en rebeldía frente al Parlamento, con la valiosa ayuda de un Tribunal Constitucional obediente al mando como la presidenta del Congreso, continúa con sus nombramientos a dedo, no sometido a ningún tipo de control. Hace un par de días renovó a la ex-esposa del presunto corrupto Rato como presidenta de Paradores Nacionales con un sueldo de 14.000 euros al mes. Y no sucede nada.

¿Y qué me dicen del hecho de que la inenarrable Rita Barberá no solamente no haya sido desposeída de su inmerecida inmunidad y entregada a la justicia, sino que ha sido nombrada presidenta de dos comisiones del Senado? ¿Y el nombramiento de ese prodigio de educación y elegancia, Celia Villalobos, como presidenta del Pacto de Toledo?

Lo dicho: los responsables directos de esta indignidad y vergüenza generalizadas están claros: el sobresueldos y la organización de compadres que preside, dedicada al expolio patrio. Pero ¿y los indirectos? ¿Qué pasa con esos políticos que, pudiendo poner fin a este espectáculo denigrante, lo toleran?

¿Es que no ven que, además de robarnos, se ríen de nosotros?

¿O ellos también lo hacen?

Sobre la República catalana

Hoy, a las 09:00 estaré en El matí de Catalunya Ràdio, con Mònica Terribas para, supongo, entre otras cosas, hablar de mi último libro sobre La República catalana que llegará mañana a librerías. Y eso dos días después de la séptima Diada camino de la independencia. No se me afeará que aproveche la ocasión para hacerme algo de publicidad, que no propaganda.

¿Por qué La República catalana? Muy sencillo: porque, después del objetivo independentista de esta gran movilización nacional, lo más decisivo es su carácter republicano. Algo que Palinuro ve con especial agrado. Pero hay más: imaginemos que alguien quiere encontrar una solución de compromiso en el contencios Cataluña-España, una de esas alambicadas fórmulas que tanto placen a quienes se las dan de grandes muñidores de soluciones felices. Por ejemplo, algo que suele oírse: una confederación peninsular. Dada la peculiar naturaleza de la institución monárquica, eso sería posible. Dos territorios autónomos, incluso mutuamente independientes, iguales, bajo un único monarca. Una situación que se ha dado algunas veces en la historia. Así estaba concebido el Imperio austro-húngaro. Pero, si uno de los territorios es una república, esa forma de Estado será imposible.

La República es una garantía de independencia.

El libro trata de muchos otros asuntos. De la problemática nación española y la emergente nación catalana, del sentimiento de frustración que se detecta en España y el de plenitud en Cataluña. Eso es palpable para quien observe los acontecimientos sin prejuicios. En ambos territorios la ciudadanía lo percibe con toda claridad. Por eso hay una continua, permanente, movilización voluntaria de la población en Cataluña y nada parecido en España sino todo lo contrario: desapego, indiferencia, hastío. Traten de organizar una manifestación voluntaria y sin trampas en pro de la unidad de España; a ver qué asistencia logra. La culpa, como es obvio, no la tiene la propia gente que, a este respecto, funciona como público o audiencia de un discurso que ha de hacerse en otra parte. En concreto, que deben hacer los políticos, los ideólogos, los intelectuales. Y aquí está el drama: ¿qué discurso hacen estos estamentos?

El horizonte de los políticos españoles es el de las próximas elecciones. El de los ideólogos, la vuelta al pasado o el mantenimiento del statu quo. El de los intelectuales, el silencio. Si quienes han de proyectar, propagar y realizar la comunidad imaginada que es la nación son incapaces de hacerlo, ¿qué futuro tiene esa nación?

dilluns, 12 de setembre del 2016

El quatre gats independentistes

Enhorabuena a los catalanes. Un año más, un ejemplo de reivindicación nacional, independentista, pacífica, democrática y en masa.

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que todos los periódicos y los medios españoles abrirían con la noticia de la Diada (así como muchos y muy importantes extranjeros), casi nadie lo habría creído. Cataluña no era un problema. Los independentistas, cuatro gatos a los que nadie hacía caso. La cuestión catalana carecía de importancia en la política española.

El presidente de los sobresueldos, con su habitual perspicacia, calificaba la diada de 2012 como una algarabía. Ahora le dedicó algo más de tiempo y expresó su deseo de que la Diada fuera tranquila y democrática. Dos minutos más y dice lo del sentido común. Los dislates y las provocaciones este año han quedado adjudicadas a García Margallo, ese descendiente de familia militar africanista con un sentido del humor de cuarto de banderas, al decir que un atentado terrorista se supera pero la independencia de Cataluña es para siempre. ¿Queda alguna duda del tipo de personal en el gobierno hace ya casi cinco años?

Solo Palinuro clamaba en el desierto advirtiendo de que el independentismo catalán llevaba la iniciativa política mientras que el nacionalismo español actuaba a la defensiva, carecía de plan y proyecto y ni siquiera entendía la naturaleza de la cuestión a la que se enfrentaba.

Algunas cosas han cambiado. La derecha gobernante parece estar ideando planes de respuesta a la reivindicación independentista. Se los han encargado al ministro del Interior, quizá por su enchufe con las potencias celestiales. Según él mismo y sus hombres confiesan en unas cintas que van camino del juez, consisten en hacer la guerra sucia al independentismo, supuestamente destrozándole el sistema sanitario o, incluso inventándose chanchullos financieros.

Igualmente, los periódicos nacional-españoles ya admiten que la movilización popular es impresionante. Pero coinciden en señalar que va de retirada. El País habla de una "Diada menos concurrida" y La Razón sostiene que está "desinflándose". Y montan la habitual porfía sobre la cantidad de asistentes: 800.000 este año frente al 1,4 millones del año pasado. Dudo de que el año pasado esos medios admitieran que la asistencia había sido de 1,4 millones. Pero eso es irrelevante. La cuestión es: si tan seguros están de que el independentismo no tiene mayoría, de que son cuatro gatos, de que los no independentistas son la mayoría, ¿por qué no autorizan un referéndum que es la forma más rápida, clara y precisa de salir de dudas? ¿Que no es una cuestión de números sino de principios? Entonces, ¿por qué discuten los números?

Los que no se discuten son los números del mitin de la Societat Civil Catalana y el de En Común Podem que han sido muy moderados, sin comparación con la manifa independentista. 

Bueno, pero en este última estaban integrados los de Podemos y la masiva oleada de la calle no pedía la independencia, sino el referéndum. Tal sostiene, si he entendido bien, la señora Colau. Y también la señora Ubasart en diálogo con el señor Baños. La mayoría, parece pues sostener Podemos, no es independentista sino partidaria de un referéndum pactado con el Estado. El derecho a decidir no puede ejercerse unilateralmente. 

Los de Podemos aún no han señalado la coincidencia de su posición con la de Puigdemont cuando anuncia que el 28 de septiembre, respaldado por la confianza del Parlament, pedirá un referéndum al Estado. Lo harán apenas caigan en la cuenta.  ¿Acaso no es lo que ellos dicen?

Pues no. Puigdemont no necesita pactar nada. Pide lo que cree le corresponde y, si no se le concede, él sigue con su hoja de ruta y proclama la independencia unilateralmente. Justo, lo que no puede hacerse, según Podemos. Por eso mismo razona el señor Dante Fachín que Junts pel Sí y la CUP están embarrancados (o algo así) en su hoja de ruta. Lo lógico es proponer un referéndum pactado con el Estado.

Llegados aquí, no merece la pena seguir. Basta con contestar a una pregunta así formulada: sabemos que el Estado jamás pactará un referéndum catalán pero, imaginando que tal cosa fuera posible, ¿cómo se conseguiría con mayor seguridad, por la vía de Podemos o la de JxS?

Por si acaso, quien quiera estar informado de estos pormenores, que lea medios extranjeros. Los más importantes cubrieron la Diada. La cuestión se ha internacionalizado y el gobierno del Estado no sabe hasta qué punto porque, entre otras cosas, no habla lenguas.

Para acabar de complicar las cosas, los independentistas reclaman un Estado propio y... republicano. En ese punto tiene la izquierda española una vergüenza por tapar porque admite que la defensa de la nación española coincide con la de la monarquía. Ni siquiera se atreve a formular un proyecto republicano en la esperanza (probablemente vana) de que una República española pudiera entenderse mejor con los catalanes.

Arte jondo

En el centro de Córdoba, en donde el Guadalquivir traza su curva, cerca de la Mezquita que los curas se han apropiado con la codicia que les caracteriza y algún día habrán de devolver, en la Plaza del Potro, se encuentra el museo Julio Romero de Torres. Contiguo a él, un Museo de Bellas Artes en el que lo más destacable son unas interesantes esculturas de Mateo Inurria.

La colección que alberga el museo de Romero de Torres, donada por su viuda y sus tres hijos, cuenta con las obras más conocidas del pintor, de forma que viene a ser como una especie de exposición antológica permanente y su visita, muy provechosa para hacerse una idea de conjunto de su personalidad y su espíritu.

Romero de Torres (1874-1930) fue un artista esencialmente cordobés. Conocía la pintura de su época, muestra algunas tenues influencias impresionistas y surrealistas, otras más fuertes simbolistas y, sobre todo expresionistas. Sus referentes más directos son Arnold Böcklin y, sobre todo, Franz von Stuck, el del grupo Sezession, de quien tomó toda una visión de la mujer, caracterizada por la fatalidad, la pasión, el destino y la muerte. No hay tanta carga moral como en el alemán, quien la identificaba sistemáticamente con el pecado y lo satánico con un aplauso generalizado en su época (fines del XIX), pero se reviste de los mismos tonos sombríos. Era tanto el paralelismo que von Stuck pintó su vez algunos personajes femeninos en estilo de Romero. Como lo haría Francis Picabia, que por cierto prácticamente lo imita.

Así que, cuando la copla dice que Romero "pintó a la mujer española", no hace justicia a la verdad por partida doble. En primer lugar, no pintó a la mujer española, sino a la cordobesa y el hecho de que el franquismo reprodujera el rostro del pintor y el cuadro de La Fuensanta en los billetes de 100 ptas. de 1953, solo responde a la tendencia de dar a lo andaluz dimensión española. En segundo lugar, tampoco pintó a la cordobesa, sino un prototipo idealizado universal de mujer como objeto del deseo y vaso del pecado al mismo tiempo, habitual en la tradición artística misógina del Occidente cristiano y llevada al paroxismo por von Stuck. Su Salomé le debe mucho y también algunos de sus desnudos (por ejemplo, la ofrenda al arte del toreo), aunque sin serpientes. El español, algo más imbuido de la luz, el sol y la alegría andaluza, daba a sus temas un aspecto ligeramente más amable, aunque dentro de su tradición tenebrista. Su tipo de mujer solía presentar los rasgos de un puñado de cordobesas, en concreto, su modelo preferida, María Teresa López, la que aparece en sus obras más famosas, singularmente en la Chiquita Piconera, la mejor para mi gusto. Y la última, antes de su prematura muerte.

El pintor cordobés tampoco podía sublimar su visión de la mujer con el grado de obsesión de von Stuck porque la completaba con otras dos: el cante jondo (del que era un auténtico fanático) y su amada ciudad al borde del Gualdaquivir. La presencia de esta, aun no siendo tan importante como en la pintura metafísica de Chirico, cuya influencia también se da en Romero, suele aparecer en los paisajes de fondo y, de modo patente en los numerosos carteles que pintó para fiestas y en honor de su ciudad a lo largo de los años. Carteles que estaban muy de moda en el modernismo a los que Romero añade su paleta más sombría y su visión trascendental.

Para él, Córdoba era más que una ciudad; era un concepto, un cruce de impulsos, fantasías, pasiones, sentimientos, poesía. Todo lo que aparece en una de sus más célebres, celebrados y problemáticos cuadros, Cante Jondo, que contiene sus típicos elementos símbólicos: Andalucía, la muerte, la mujer, el amor, el destino y todo ello como entorno de un crimen pasional, un asesinato por celos o, como diríamos hoy, un crimen machista. El cuadro es bueno, sombrío, angustioso, quizá algo sobrecargado pero plantea de inmediato la necesidad de relativizar la experiencia artística y preguntarnos si es posible formular un juicio estético cuando lo que el cuadro embellece, ennoblece y pretende poetizar es un acto tan inhumano.

Junto la Ofrenda al arte del toreo, el museo alberga el magnífico retablo de siete piezas, Poema a Córdoba, el título del de Góngora, que resume cuanto venimos diciendo. Los siete lienzos representan mujeres cordobesas, personificación de la ciudad a lo largo de la historia y en las distintas versiones que el pintor les ha atribuido, en alegoría a celebridades: Córdoba guerrera (el Gran Capitán), Córdoba barroca (Góngora), Córdoba judía (Maimónides), Córdoba cristiana (San Rafael), Córdoba romana (Séneca), Córdoba religiosa (San pelayo) y Córdoba torera (Lagartijo). No entiendo por qué no incluye una Córdoba árabe. Averroes se ha quedado sin su alegoría.

Los conservadores del museo señalan que Romero de Torres consiguió lo que pocos pintores logran: un estilo propio. Algo de eso hay, desde luego. Un estilo propio, quizá en la tradición tenebrista española con elementos míticos, que no tuvo muchos imitadores. Quizá el más famoso en la época y más peculiar fuera Jorge Apperley, el estrafalario inglés afincado en Granada hasta el comienzo de la guerra civil.

diumenge, 11 de setembre del 2016

Donec perficiam

Esta Diada es el punto de no retorno. Lon indepes estarán todos al carrer en fuerza, por séptimo año consecutivo a afirmar su condición nacional de modo pacífico, después de la sentencia del Tribunal Constitucional en 2010 que dinamitó la última posibilidad entendimiento entre Cataluña y España.

Todos miran hoy a Cataluña. Los mayores medios extranjeros, para informar cumplidamente de lo que suceda y cómo condicionará el futuro. Los españoles, incluidos algunos que se editan en Cataluña, para tergiversar, mentir y ocultar la realidad. Una realidad de cientos de miles, quizá millones, pidiendo referéndum y/o independencia y de varias decenas de nostálgicos del franquismo, flameando banderas de guerra. Y como no es posible ensalzar estas ridículas capillas gritonas de fachas resabiados, los medios se concentran en buscar divergencias y enfrentamientos entre los independentistas y en negar que haya manifestaciones. Es tanto el afán por ver lo que no hay que ya venden como desunión la convocatoria de la Diada en las cuatro capitales de provincias.

No he acabado de entender el acto de anteayer de Sant Boi de Llobregat con En Comú Podem (Dante), la CUP (Gabriel) y ERC (Junqueras) con exclusión del PDC, aunque tampoco me parece que tenga mayor importancia, aparte de aclarar las diferencias entre la izquierda no independentista y la independentista, cosa conveniente porque la primera sigue jugando a la ambigüedad y el oportunismo. Sí, en cambio, está claro el significado del de hoy en el mismo sitio, Sant Boi, convocado por los Comunes y al que asiste Ada Colau. Los de Podemos y confluyentes tratan de contraprogramar el independentismo y dividirlo. Aspiran a materializar el derecho de autodeterminación mediante un referéndum pactado con el Estado, que es como esperar que llueva hacia arriba y a ese señuelo lo llaman catalanismo popular, sin darse cuenta de cómo suena a democracia popular el cuento con que los comunistas disfrazaron las dictadura de partido que erigieron los soviéticos en los países europeos que ocuparon. Por lo demás, tampoco parecen tener gran éxito: al mitin han acudido entre 300 y 400 personas, familiares de los intervinientes incluidos.

Sí, se trata de restar fuerza a los independentistas. Los del Junts pel Sí y la CUP verán el empeño con muy malos ojos y lo calificarán de "lerrouxista". Pero estos izquierdistas no independentistas están en su derecho. Si los indepes, a su vez, quieren ganarlos, deberán intensificar sus esfuerzos y acrecentar la visión de unidad. Probablemente este sea el sentido de la presencia de Junqueras y Gabriel en el pasado mitin de Sant Boi: evitar una baza del españolismo pepero y sociata hablando de "desunión" entre los indepes. Quizá sea igualmente la intención de Colau y Domènech cuando dicen que también irán a la Diada: no dar sensación de enfrentamiento, aunque igualmente puede tratarse del deseo de que no los vean como el grupúsculo escisionista que en realidad son.

Algo es claro. Lo importante es hoy la Diada. Todo lo demás, perendengues. Y una Diada fuerte, masiva, pacífica, democrática. Independentista. La gente con las asociaciones cívicas, los partidos políticos, las instituciones y su presidente a la cabeza. Esa imagen va a dar la vuelta al mundo. Donec Perficiam.

Cuando hagamos el balance de la jornada de hoy comentaremos también la jugada de Puigdemont de anunciar una petición de referéndum al Estado para el próximo 28 de septiembre. Cuando el Estado lo niegue, el camino a la unilaterialidad estará expedito.

Un castillo en España

La expresión española "castillos en el aire" se dice en francés "chateaux en Espagne". No estoy muy cierto de la razón, si la hay. Según parece, algún viajero gabacho despistado volvió a su país contando que en España no había castillos. Debió de ser muy antes de lo que se llama la Reconquista porque las fortalezas son tan frecuentes que la región más extensa de la península se llama Castilla, nueva o vieja, de arriba o abajo, del norte o del sur, pero castilla, abundante en castillos. Es igual: los franceses, más dados al racionalismo cartesiano que al empiricismo inglés, siguen pensando que los "chateaux en Espagne" son fantasías, ilusiones, quimeras, espacios inexistentes. Santa Lucía les valga.

Hay en España abundancia de castillos. Muchos de ellos muy bien conservados o restaurados con destreza, y pueden visitarse. Quien quiera más información, contacte con la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Los hay de variados tipos y construcciones, con distintos orígenes políticos y hasta religiosos pero casi todos o todos son fortalezas de guerra. No hay en España esas mezclas de palacios y castillos como los "chateaux de la Loire" o los de los Cárpatos. Los castillos han seguido utilizándose con fines bélicos en nuestra bélica historia hasta la última guerra civil del siglo XX.

El castillo de Almodóvar del Río, a unos veinte Km de Córdoba, sobre un promontorio llamado, creo, la Floresta, es una fortaleza inexpugnable. Domina el valle, la llanura hasta Córdoba y, desde luego, el Guadalquivir que, cuando los bereberes lo construyeron, era navegable hasta la ciudad. La historia que narran las guías es sencilla: sobre un presunto castro romano, pues la zona era un oppidum, los bereberes construyen la primera fortaleza hacia 740, que luego se desarrolla hasta la imponente forma actual, sufre numerosas vicisitudes y pasa a manos cristianas con Fernando III en el siglo XIII, primero como villa de realengo, luego señorío de Calatrava y Santiago (vi la bandera de la primera, pero no de la segunda, aunque seguro que está), después me pierdo y por fin reaparece como herencia Rafael Desmaissières y Farina, XII Conde de Torralva, (1857-1932) quien ha dejado más huella en el castillo que los almorávides, los almohades y los cristianos. Lo dice él mismo en un vídeo: que la restauración del castillo se convirtió en la obsesión de su vida y, en efecto, a ella la dedicó, pues las obras duraron unos 36 años y él no llegó a verla acabada. Aunque, desde luego, se la había imaginado con todo lujo de detalles.

El hombre, un curioso personaje tranquilo, culto, desenvuelto, nos cuenta su propósito, sus proyectos en dos vídeos muy ilustrativos porque, en realidad, trasladó su personalidad a las piedras. Torralva era como un antiquijote, pero no en el sentido de ser sanchopancesco. Al contrario, compartía con Alonso Quijano la locura de vivir en el mundo de las caballerías, solo que, en lugar de hacer burla de ellas, como el de la triste figura, las veneraba. Y con otra diferencia, la caballerías quijotescas son del ciclo carolingio sobre todo, mientras que las de Torralva son del ciclo artúrico, porque el Conde era de formación inglesa. De hecho, al comienzo del primer vídeo nos muestra un monociclo que compró a finales del XIX en Londres, uno de aquellos con pedal a una rueda enorme pues aún no se había impuesto la cadena.

Es decir, visitar la fortaleza que los árabes llamaron al-Mudawwar, de ahí el nombre, es entrar en un castillo interpretado, incluso teatralizado. Desde luego, Torralva está por todas partes, en la disposición de los espacios, sus contenidos y las correspondientes explicaciones. Es como un escenario de un castillo feudal que aúna las escenas más reales, duras y hasta crueles con las idealizaciones más poéticas. La torre del homenaje, perfectamente restaurada, acoge toda la solemnidad de un juramento de vasallaje (las figuras están un poco raídas) base misma del orden piramidal medieval a escasos diez metros por debajo del suelo en que se encuentra un siniestro ergástulo con unos infelices aherrojados a las paredes. Fuera, en un espacio abierto, una reproducción de la roca en la que estaba clavada Excalibur por orden de Merlín, en espera del Rey Arturo. Tres vértices: la visión legendaria del poder, su articulación jurídica y su fundamento coercitivo. Más claro, agua. Encima, Torralva rodea la peña artúrica con una preciosa colección de espadas desde una falcata íbera a los sables de la restauración, pasando por todo tipo de modelos, algunos imitación de legendarios, como las Colada y la Tizona del Cid, la de William Wallace y alguna de los cuatro mosqueteros. Creo que también está la Balmung, igualmente clavada por Odín en un roble para que la sacara el predestinado, Sigmund. Pero que los árboles no nos hagan desconocer el bosque. Los tres vértices aparecen culminados por un ojo: la espada, símbolo del poder.

El resto de la visita depara sorpresas no menos agradables y divertidas. Torralva vivía en un palacete neogótico que había mandado construir muy al gusto de su época porque su buen juicio lo llevó no solamente a restaurar concienzudamente la mole bereber, lo cual está bien, pero es pura imitación, sino a incrementar el valor artístico del conjunto con el estilo propio de fines del XIX. En esos aposentos siguen residiendo los descendientes. Si no entiendo mal, el hijo de Rafael, actual XIII Conde de Torralva, hace visitas guiadas en ciertas ocasiones, en las que muestra sus aposentos privados. Por cierto, se viste en el mismo estilo que su padre en los vídeos. Imagino que lo representa y, en efecto, la visita es teatralizada.

La torre del homenaje es albarrana, está separada del cuerpo del castillo, unida tan solo por un pasadizo aéreo que, al parecer, era un puente levadizo de madera, para cuando, habiendo sido tomada la fortaleza, había que refugiarse en la torre. Ahora es de piedra. De hecho, las matacanas miran hacia el interior, el patio de armas, de donde podían venir los ataques. Desde el punto de vista del Conde, podían habérselas ahorrado porque creo haberle oído decir en el vídeo que la fortaleza nunca había sido tomada. Y no estoy muy seguro de eso porque no se compadece con la leyenda de la hermosa Zaida a la que el propio Torralva de pábulo con el ilustrado y comercial propósito de dotar al castillo de su correspondiente fantasma. Encerrada por los almorávides en la mazmorra, Zaida murió de amor y tristeza cuando su amante, príncipe Al-Mamún de Córdoba, no pudo rescatarla porque lo mataron antes. Desde entonces su figura blanca recorre una vez al año los pasillos del lugar gimiendo. Pero, ¿no quiere eso decir que la fortaleza había sido tomada?

Hacen bien los Condes de Torralva en animar, dar vida al castillo. Por cierto, en una de las salas, para ilustrar la inexpugnabilidad de la plaza, se representa un sitio, supongo que de los almorávides, con movimiento de tropas y mucho aparato de catapultas de uno y otro lado, lanzando vistosas bolas de fuego. Me trajo a la memoria aquel curioso tío carnal de Tristam Shandy, especialista en fortificaciones y sitios del siglo XVII en el que vivía. Sterne tenía un punto cervantino muy fuerte.

La penúltima vileza de Felipe González

Leo que el reaccionario jacobino Rubalcaba se ha integrado en el consejo editorial de El País. Enhorabuena a ambos. Encaja a la perfección en la deriva pepera y antisocialista del diario de Prisa. Nada de extraño. Lo extraño era que un político tan intrigante como falto de luces hubiera sido secretario general del PSOE. También fue ministro de Felipe González. Pero esto ya se entiende más, sobre todo escuchando las advertencias que este sevillano tan facundo prodiga por llanos y montes, muy imbuido de su función de gran estadista emérito. No conozco muchos casos similares de pertinacia y contumacia en la malevolencia y el deseo de imponer su propio capricho e intereses sobre los de la gente y sus necesidades. ¿Es que no ve y no escucha lo que dice la calle, los militantes los votantes? ¿Es que no ve que sus aliados son la derecha neofranquista, sus esbirros en los medios, incluidos los "socialistas" que largan contra el PSOE desde la televisión de los curas, los empresarios y  señoritos enchufados de los medios progres? ¿Quién se ha creído que es?

Después de haber insistido en que el PSOE dejara gobernar al PP y a Rajoy "aunque no lo merezca", de haber intentado que, cuando menos, su partido se abstuviera para conseguir ese mismo fin, ahora reitera su petición y su interés en que gobierne el PP. Prisa, El País, esa mediocracia cuentista, aparentemente progresista pero, en el fondo de la derecha española más cerril y tradicional no cejan en su empeño. Lo suyo es legitimar a la derecha para que siga destruyendo el país, esquilmando sus recursos, oprimiendo a la ciudadanía. El nuevo artilugio consiste en pedir que, si hay terceras elecciones, los cuatro dirigentes se retiren. Aparentemente, la petición es razonable y el mismo Palinuro la formuló hace ya un par de meses. Ahora, habiendo pasado el tiempo y, ante la coincidencia con González, lo ha reflexionado algo más y ha llegado a la conclusión de que le petición no es más que una forma retorcida y trilera de conseguir el objetivo del gobierno del PP.

La petición obedece al espíritu de esa equidistancia hipócrita que caracteriza al grupo Prisa, cuando trata por igual instancias y personas que no lo son y pone a un mismo nivel al político corrupto y al que no lo es. Y no solo obedece a ese espíritu. De hecho es una tabla de salvación para el Sobresueldos, al ponerlo al mismo nivel que los otros tres políticos que, gustarán más o menos, pero son cien veces más honrados y menos sinvergüenzas que el de Pontevedra. Es más, de los cuatro, estos tres, Sánchez, Iglesias y Rivera son nuevos, casi recién llegados, no han gobernado nunca, mientras que Rajoy lleva en cargos públicos más de treinta y cinco años, ha sido ministro varias veces, presidente del PP -el partido más corrupto de la III Restauración borbónica- y presidente del gobierno también el más corrupto de ese periodo. Y tiene en su haber algunos de los los episodios más vergonzosos de la historia de España, como el "Prestige", la guerra del Irak, las mentiras del 11M, el caso Bárcenas y sus propios sobresueldos. (Por cierto, ¿sigue cobrándolos, como Hernando?) Ponerlos al mismo nivel es algo injusto y bastante repugnante.

Se argumenta que no se trata de equipararlos por lo que hayan hecho o dejado de hacer en el pasado, sino por lo que no hacen en el presente. Los cuatro han tenido un doble fracaso a la hora de componer gobierno y, por tanto, los cuatro deben marcharse. Nueva mentira para favorecer al Sobresueldos. No es verdad que los cuatro hayan fracaso por igual. El responsable de los fracasos -y de las terceras elecciones, si las hay- es Rajoy. Él fue quien hurtó el bulto en la primera investidura y quien votó en contra -junto a Podemos- de Sánchez; él quien ha sido incapaz de formar gobierno en la segunda ocasión y quien hasta ahora no ha permitido que otro lo intentara. De iguales, nada: Rajoy es el responsable; los demás no tienen responsabilidades en el pasado ni en el presente.

De ser un hombre justo, de actuar en conciencia y no al dictado de los intereses de sus amigos, Felipe González debería reclamar que se retirase el Sobresueldos, vergüenza internacional de este pobre país y no por que haya fracasado ahora, sino por lo que lleva haciendo desde el comienzo de su mandato.

Pero eso sería si fuera un hombre justo. Y no lo es.

dissabte, 10 de setembre del 2016

No pueden evitarlo

Carece de sentido ponerse en plan de Pedro y el lobo con la bronca que se dibuja en el horizonte madrileño de Unidos Podemos, porque tal es el estado permanente de los morados desde los felices tiempos de Vista Alegre. Mejor o peor resueltas, de mayor o menor calado, más o menos ocultas o silenciadas las desavenencias internas, caldo ordinario de IU, han estado siempre presentes en Podemos. Algo sin duda muy frecuente en casi todos los partidos políticos, pero que en la "verdadera" izquierda han tenido y tienen carácter endémico.

Tampoco es relevante tratar de comprender cuáles sea los motivos concretos de este enésimo enfrentamiento. Que si los "errejonistas" o los "pablistas", los supervivientes del naufragio de IU/Madrid o los damnificados por la última dimisión en bloque de unos u otras por discrepancias tácticas, etc. En el fondo, puras luchas personalistas por el poder. Fulanismos y menganismos, que diría Unamuno. Hay algún vago intento de dar a la querella mayor envergadura teórica. Las cabezas Adelante Podemos, Rita Maestre y Tania Sánchez, invocan un feminismo militante que, en realidad, agudiza el enfrentamiento más que lo mitiga. Porque, si bien es cierto que UP desprende un aroma patriarcal y hasta algo machista, jamás aceptará una crítica feminista pues sostiene tener hechos esos deberes. Igualmente se señala que, al fin y al cabo, UP es una formación de nuevo tipo, capaz de funcionar en un régimen de auténtica democracia y que los portavoces mantienen una actitud de neutralidad en los debates. Sin embargo eso no reza con el secretario general, que ha salido al paso del Adelante Podemos prácticamente en apoyo de una candidatura opuesta.

En definitiva, cuestiones personales, de egos, de cargos y puestos, de políticos profesionales o velozmente profesionalizadas. Lo de siempre. Lo que cabía temer por la forma en que se desarrolló Podemos, y se convirtió en certidumbre cuando admitió en su seno a la jaula de incompatibles de IU, y hasta selló luego un pacto con el pecio. Nunca se voló tan alto y se cayó tan bajo en España en menos tiempo.

Lo curioso es cómo, al cabo de tantos años de esperar e intentarlo, tanto tiempo abrigando la esperanza de un sorpasso a la aburguesada socialdemocracia, anhelando ser la fuerza hegemónica de la izquierda, los antiguos y los nuevos comunistas todavía no han entendido las razones de su fracaso. Y, sin embargo son dos y muy sencillas:

La primera: a fuerza de orientar su acción exclusivamente al "desenmascaramiento" y consiguiente destrucción del socialismo democrático, los antiguos y los nuevos comunistas han cambiado tantas veces de doctrina que se han quedado sin ninguna. Hoy nadie sabe qué significa ser comunista, en la versión clásica o en la postmoderna. Ni ellos mismos que, además, huyen del nombre como de la peste. "¿Comunistas nosotros?", dicen los morados, "en absoluto. Eso es una antigualla, un recordatorio malévolo." Y lo dicen quienes llevan en sus listas candidatos pertenecientes al Partido Comunista, empezando por el cabeza de lista de IU y quinto en la de UP por Madrid. Y en donde no hay doctrina, ni ideología, no puede haber un partido. La prueba es que la otra fuerza también sin doctrina ni ideología, puro oportunismo, el PP, no es un partido sino, según la judicatura, una presunta asociación para delinquir.

La segunda: es cierto que al PSOE puede haberle pasado lo mismo con el desbarajuste de la crisis y su proclividad hacia soluciones neoliberales, es decir, que se haya quedado sin doctrina y sin ideología. Pero en su día las tuvo, durante muchos años y eso le dio su condición de partido histórico. El PSOE no es el PASOK, tiene 135 años y es un partido de memorias, de tradición de generaciones, un partido con una tradición democrática. Un partido. Y eso se acaba de ver al comprobar cómo Sánchez ha ganado la batalla del NO es NO con el exclusivo apoyo de sus militantes y votantes. En contra de una presión universal e inmensa procedente de los demás partidos (Podemos incluido), los medios, la empresa, la Iglesia y hasta las potencias celestiales, comandadas por el ministro del Interior.

Esa es la doble razón por la que tampoco ahora hay ni habrá sorpasso: a Podemos le falta teoría y partido para enfrentarse al PSOE que, aun sin tener el acceso privilegiado a los medios que tiene aquel, sigue por delante en intención de voto de la ciudadanía. Le falta sentido de comunidad, cohesión, tradición y cultura política democrática. Y le sobra narcisismo.

Gloria y ocaso del profeta

Setenta años, más o menos, duró el esplendor de Medina Al-Zahara (la ciudad resplandeciente) mandada edificar por Abderramán III, primer Califa omeya andalusí hacia el año 930 a una decena de kilómetros de Córdoba. Según leyendas, se levantó en honor de su favorita Zahara, algo así como el palacio de Púbol, pero en grande. Según opiniones con mayor crédito histórico, lo que el Califa buscaba era la representación de la pompa y circunstancia que se debía a un califato tan potente como el suyo, centro de saber y poder (que, según los baconianos, van juntos), de industria, comercio, riqueza. Era obligado que las frecuentes comitivas procedentes de los poderosos reinos extranjeros, los cristianos, los francos, los bizantinos, el Imperio germánico, vieran cómo, al final de su peregrinar por las parameras cordobesas, al sur de Sierra Morena, los esperaba un lugar de lujo y refinamiento como no habían visto jamás en sus países, regido por un poderoso representante de Alá en la tierra, descendiente del profeta y comendador de los creyentes. 

Y así se hizo. Ciudadela, fortaleza, alcázar, centro administrativo, palacio califal, sede del gobierno, mezquita, viviendas, mercados, plazas, baños, de todo había en aquel lugar de lujo y ensueño. A él llegaban y de él salían vías que comunicaban la Medina con todos los puntos del mundo, empezando por la vecina Córdoba y por las que transitaban séquitos, guarniciones, caravanas de mercaderes. Y así se mantuvo en su gloria y poder durante los reinados de Abderramán III, su hijo al-Hakam II y su nieto Hisham o Hixem II quien realmente no pintó nada en su reinado porque el poder lo ejerció, incluso en forma de dictadura militar, el general Almanzor, temido en todo el orbe cristiano al norte de Córdoba. A la muerte de Almanzor y sus descendientes y tras una guerra civil con la que terminó el califato cordobés, la ciudad fue saqueada por primera vez en 1010 y luego abandonada. Sometida a posteriores saqueos por los almorávides, fue arrasada luego por los almohades, algo así como lo que hicieron los del ISIS con Palmira aunque más a lo bestia. En los siglos posteriores, la ciudad cayó en el olvido y sus fantasmales ruinas sirvieron de cantera para sucesivos expolios que regaron la península y el norte del África de piezas arquitectónicas robadas en este lugar: las hay en la Giralda y la catedral de Sevilla, en Marruecos y Túnez, incluso en las catedrales de Tarragona y Girona. Finalmente, hasta el nombre de la ciudad resplandeciente desapareció de la memoria de las gentes mientras, como hemos visto, sus piezas se encuentran diseminadas all over the place, llegando incluso en Inglaterra. La prueba es un torito visigótico procedente de Medina Azahara y comprado por la Junta de Andalucía hace unos años en una subasta en Londres. 

A propósito de los saqueos, a tiro de piedra de Medina Azahara, se encuentra el precioso monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, del siglo XV. Ejemplar único del gótico en Córdoba, en buena medida  se construyó con materiales saqueados de Medina Azahara. Abandonado en 1836, a consecuencia de la desamortización de Mendizabal, fue adquirido en 1912 por los marqueses del Mérito, quienes lo restauraron. Declarado bien de Interés Cultural en los años ochenta, los propietarios actuales sin duda se atienen a lo que determina la ley sobre visitas a estos lugares. Pero lo que la ley determina parece hacer esas visitas imposibles: un cupo anual máximo de 400 personas en visitas guiadas de 25, concertadas solo por correo electrónico y que asignan día (uno de 16 sábados entre septiembre y diciembre) y hora sin posibilidad de cambiar. Y, encima, avisan en la página de que las solicitudes de este año se agotaron en un minuto. Esto de la propiedad privada de los bienes de interés público, cultural, etc es asignatura que hemos de aprobar con mejor nota. Pero la llevamos al revés, a peor: ahora es la mezquita de Córdoba la que, junto a miles de otras propiedades, ha pasado a manos privadas, de la Iglesia católica. Porque, aunque la iglesia es un Estado dentro del Estado por los privilegios con que cuenta, sigue siendo una asociación privada y una que hace pingües negocios con propiedades que, en realidad no son suyas. Propiedades que el beaterío y la estupidez de la gente se ha dejado arrebatar con la bendición de las autoridades empezando por las de la Junta de Andalucía, presidida por la socialista Susana Díaz, católica, sentimental y amante de las corridas de toros.

En fin, en Medina Azahara, un espacio impresionante, se ven ruinas y más ruinas y, aun así, sólo se ha excavado un 10% del total de la construcción. Y lo que hay está reconstruido y, por cierto, bastante bien reconstruido teniendo en cuenta que ha sido necesario levantar fachadas con arcos de herradura, prácticamente de la nada, como la de la magnífica casa del primer ministro de Abderramán, un eunuco que vivía a su vera en unas dependencias verdaderamente lujosas, rodeado de viviendas de servidumbre y guardias. A este no le hacía falta una construcción especial para el harén, como la que, al parecer, tenía Abderramán, cabe su palacio (al que corresponden los arcos de la foto, que tanto recuerdan la mezquita de Córdoba) que no se puede visitar pues se encuentra en restauración.

Estas bellas ruinas por las que hemos paseado con un sol abrasador no inspiran la melancolía de los espacios que tuvieron su esplendor y fueron luego decayendo con el paso de los siglos. En absoluto. Las gran Medina Azahara, cuya fama llegó a todos los puntos del planeta en el siglo X, no aguantó ni cien años. No decayó. Fue destruida, arrasada, pillada, saqueada, olvidada. No es melancolía lo que suscitan sino asombro, fatalismo, resignación ante la ceguera y la brutalidad de los seres humanos.

divendres, 9 de setembre del 2016

Los zagueros entran en escena

Los titulares de la prensa de papel suelen tener mucha miga. Quizá sean una de las principales razones por las que se mantienen los diarios de kiosco. En algunos casos son lo único que merece comentario de todo el periódico cuya sola función es hacer bulto para que no parezca una octavilla. No es el caso de El País, cuyos contenidos siguen siendo merecedores de atención, a pesar de su partidismo de derecha cada vez más abierto.

El de hoy es una verdadera mina de hallazgos. Tanto que podemos pasar por alto esa habitual metáfora de convertir a los partidos en personas y dotarlos de atributos humanos como la esperanza, una de las virtudes teologales. De las otras, fe deben de tener mucha; caridad, da la impresión, más bien poca y, si la tienen, es empezando por ellos mismos.

Lo interesante es que el objeto de la noticia, el inicio de las campañas electorales Galicia y Euskadi, pasa a segundo plano. Lo interesante no son las elecciones, sino sus consecuencias para el bloqueo. El bloqueo es lo decisivo y si esas elecciones merecen alguna atención de los medios es porque pueden influir en su evolución. La función de la periferia es ser comparsa de lo que acaece en el centro. Y lo curioso es que los vaticinios del CIS predicen muy escasos cambios. O ninguno. 

Según el CIS, en Galicia vence holgadamente el PP por inverosímil que parezca. Mayoría absoluta conservadora. Galicia, faro de la España eterna, la de los caciques, la instrumentalización de las instituciones con fines partidistas y un sinfín de trapalladas y tropelías. La izquierda, también muy española, fragmentada en tres opciones a bofetadas entre ellas. Tendremos tiempo de hablar de sus peculiaridades, que son muchas: la cohesión de En Marea, la relación con Podemos, el descuelgue del BNGa y el atribulado destino de un Partido Socialista, carcomido por las habituales desavenencias internas de las que nadie entiende gran cosa y que a todo el mundo importan un pimiento.

Siempre según el CIS, en el País Vasco repite mayoría relativa el PNV, sigue EH Bildu en reñida competición con Elkarrekin Podemos y queda muy atrás el Partido Socialista, prácticamente equiparado al PP. Se augura coalición obligada del PNV con algún otro (u otros). Urkullu, que tendría una mayoría absoluta con EH Bildu, ya ha animado a sus coterráneos a "blindar" Euskadi ante el desconcierto que detecta en Madrid. 

Los dos casos tienen interés en sí mismos y por razones distintas. La hegemonía conservadora en Galicia necesita mayor reflexión. Igual que el fraccionamiento de la izquierda en ambos territorios con una diferencia muy notable entre ellas debido a la debilidad de una derecha española en Euskadi y el peso del nacionalismo izquierdas. Pero el vaticinio electoral es el mantenimiento del statu quo y siendo así, no se explica cómo pueden esperar "los partidos" (más bien el periódico) que se resuelva el bloqueo. Y, por si alguna duda cabía, dada la incertidumbre de la posible coalición vasca, Urkullu ya se ha encargado de decir que el PNV no votará a favor de Rajoy en ningún caso.

O sea, se espera que las cosas cambien a base de que no suceda nada. Pintoresco. Y más si se tiene en cuenta que lo que sí puede influir decisivamente en el bloqueo del Estado, esto es, el desarrollo del proceso catalán, ni se menciona. Antes de las elecciones gallegas y vascas, mucho antes, pasado mañana, viene la Diada, a la que Puigdemont ha prometido asistir. Primer president que lo hace. Sin embargo, el único zaguero de la periferia que no actúa de zaguero sino de delantero no influye en las expectativas de "los partidos" a la hora de decidir sobre el bloqueo. Y la Diada puede ser un aldabonazo en la visión española y en la europea de este asunto. 

Puigdemont se presenta a la cuestión de confianza el próximo 28 de septiembre. La tiene segura porque la CUP se ha comprometido a dársela. Calibren: tres días después de las elecciones autonómicas gallegas y vascas, en Cataluña se reafirma un gobierno independentista con mayoría absoluta y una hoja de ruta clara hacia la independencia, mientras en Galicia y el País Vasco están componiéndose gobiernos y en Madrid nadie sabe qué hacer. Porque no hay gobierno. Pero es que tampoco hay Parlamento y, por tanto, oposición.

Y como todo esto es así y por si alguien quiere medir hasta dónde llega el compromiso del PP en la lucha contra la corrupción y esos pactos firmados con C's que eche una ojeada a la información de El Plural, de la que se sigue que en el PP continua el alegre régimen de los sobresueldos. Si las cajas A y la presunta B del partido están sub iudice estos nuevos sobres vendrán de la C, la D o la H, todas ellas presuntas por descontado y nunca mejor dicho. Dado que uno de los que cobra sobresueldos es el señor Hernando, habrá que pensar que el pacto con el bueno de Rivera en contra de la corrupción lo firmó con la mano tonta.

dijous, 8 de setembre del 2016

Culpas y disculpas

No acabo de entender la razón por la que se da tanta importancia al caso Soria. La tiene por sí mismo, desde luego, pero eso es lo de menos con este gobierno y, sobre todo, este presidente. Parece exagerado suponer que el fiasco del enchufe pueda comprometer la presidencia o el liderazgo de Rajoy. El conjunto del episodio ha sido uno más de los que han jalonado la infausta Xª legislatura, un sinfín de atropellos, dislates, granujerías y agresiones. No es más desvergonzado el enchufe de Soria que el de Wert o el de Ana Mato o, incluso, el de Ana Pastor en el Congreso. Y jamás se ha tambaleado el dominio del sobresueldos. Si la desmesurada importancia se da por el hecho de que el gobierno haya mentido con singular descaro, no debe olvidarse que la mentira y el embuste han sido rasgos esenciales de la legislatura que, de hecho, nació de una desvergonzada mentira: la del programa electoral de Rajoy.

Rajoy ya ha demostrado que no se arredra ante nada para seguir en el cargo y que no tiene en especial consideración las costumbres y usos democráticos. Si no dimitió cuando el SMS a Bárcenas, ¿por qué habría de hacerlo en cualesquiera otras ocasiones, incluida esta del frustrado chollo de Soria? Todo le da igual. El plan de descargar las culpas en Guindos tropieza con el hecho de que el primero en defender a Soria con los embustes del concurso y la publicación fue Rajoy. El nombramiento es suyo y él lo ha defendido como acostumbra a hacerlo, mintiendo o diciendo incongruencias del tipo "ya tal", "todo es falso" o "ese señor por el que me pregunta". Resulta descorazonador, pero este es el presidente que tenemos.

No solamente no hay amenaza a la continuidad del gobierno por el asunto Soria sino que este sirve para fortalecer y blindar más a aquel. Guindos, que había pedido ir al Parlamento a explicarlo dice ahora que no va, amparado en la actitud de rebeldía del gobierno frente a la cámara, a su vez mantenida por el Tribunal Constitucional que no tiene ninguna prisa por resolver el recurso planteado por los grupos parlamentarios.  El gobierno no solo no cae sino que sigue actuando al margen del control parlamentario, confundiendo gobierno en funciones con gobierno de hecho. 

En estas circunstancias resulta muy interesante que, según El Plural, el gurú Arriola prometa a Rajoy 150 diputados si se hacen terceras elecciones. Cualquiera diría que se trata de un anuncio pensado para empujar a los partidos de izquierdas a aliarse a cualquier precio. También puede ser una previsión dirigida al consumo interno del PP, para tranquilizar sus descontentos.

Los partidos de izquierdas no necesitan esos impulsos. De ellos mismos sale la convicción de que deben aliarse para poner fin al deterioro galopante de la situación. La idea del desalojo del PP del poder como tarea prioritaria. Garzón ha ido a ver a Sánchez, a pedirle que se postule para un gobierno de izquierda; o sea, que se tire a la piscina. Pero Garzón habla por sí mismo, quizá, por IU y, aun suponiendo que esta petición fuera sincera, es preciso escuchar lo que tenga que decir la otra parte de UP, Podemos, en especial su líder, Iglesias, que sigue animado por el espíritu del verso de Catulo, odi et amo en su relación con el PSOE.

Es lástima que el PSOE no cuente con un Arriola, alguien capaz de prometer a Sánchez más de cien diputados si hay terceras elecciones. Además también de apaciguar descontentos internos, más agudos que en el PP, la previsión le permitiría afrontar la construcción de un gobierno de coalición con mejores perspectivas. Pero, en el fondo, el verdadero problema del PSOE es la aceptación del referéndum. De no admitirse esta posibilidad, el único gobierno que puede darse alternativo al PP es el del PSOE, Podemos y C's, justamente el que se ve menos probable a excepción de la famosa gran coalición. Y, sin embargo, a falta del referéndum, podría servir como solución transitoria. Una vez desalojado el PP del gobierno (que no del Estado, en donde se ha incrustado), podría abrirse un tiempo nuevo, uno en el que la la regeneración democrática dirigida por el gobierno no sonara a burla sangrienta.

El misterio del lenguaje

Josep-Lluís Navarro Lluch (2016) Teoria lul.liana de la comunicació. L'edifici de les Llengües, 1. Argentona: Voliana edicions. 346 págs.
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A raíz de un comentario de Palinuro sobre una exposición reciente de Ramon Llull en Barcelona (El primer panopticón: Ramon Llull), el autor de esta interesante obra se puso en contacto conmigo y me la hizo llegar. No es de lectura fácil y se aparta algo de los terrenos por los que suelo transitar, pero se trata de un trabajo de gran interés y que incide sobre un asunto de actualidad en el campo de los fundamentos filosóficos y lingüísticos de la comunicación. Hoy prosperan los comunicadores políticos, que casi han monopolizado el terreno y se impone la comunicación política como subdisciplina hegemónica y de la que muchos obtienen grandes rendimientos y pingües beneficios. Pero la comunicación política no es sino una subdivisión de la comunicación en general como aquello que nos hace propiamente humanos y es contenido a su vez de la lingüística, cuyas repercusiones en la filosofía son de sobra conocidas. Recuérdese que todavía no somos capaces de dilucidar la cuestión de qué dependa de qué, si el pensar del hablar o el hablar del pensar.

Navarro Lluch encaja su teoría lluliana de la comunicación dentro de un proyecto mucho más ambicioso que pretende ser una teoría lingüística sistemática y cuyo nombre general es el edificio de las lenguas, una obra que, al parecer, tendrá cinco volúmenes, de los que este es el primero. Su proyecto no es menudo: formular un nuevo paradigma o matriz epistémica para enfocar de forma nueva el estudio del lenguaje, partiendo de una concepción que llamaríamos sistémica o holista por cuanto toda la vida humana está hecha de redes de conversaciones. La red humana es lingüística  y todo fenómeno lingüístico es básicamente social. En paralelo con ello hay una permanente referencia a un fundamento filosófico budista al que el autor dice ser aficionado desde la adolescencia y que parece bastante puesto en razón precisamente por esa perspectiva global que adopta.

La novedad del paradigma no implica que no se reconozcan antecedentes y, en concreto, dos de diferente valor y uso en el ensayo: el "modelo global de la realidad" (o Globàlium) de Lluís Maria Xirinacs y la obra no tan conocida como debiera de Michael Polany. En su conjunto es un plan de combate en contra de lo que llama el "lenguajismo", una especie de charlatanería que considera disfrazada de "lingüística científica", "moderna", "ciencia del lenguaje". Se trata de un elemento esencial de la obra que define su construcción propositiva sobre un trasfondo de crítica mantenida a la deriva de la lingüística contemporánea, muy en especial la lingüística generativa de Chomsky, considerado por muchos como "el padre de la lingüística moderna".

El lenguajismo es un reduccionismo confusionista que olvida la tradicional distinción entre hablar y decir, el papel central de la persona, la ambigüedad de la gramática, la imbricación entre palabras y cosas, la noción instrumental e integradora de las lenguas, la dependencia entre lengua y sociedad y la noción instrumental de la lengua, concepción milenaria mucho más útil que la del "sistema de comunicación". Ya desde el comienzo, se baten las defensas chomskyanas, a causa de sus planteamientos innatistas, idealistas y reduccionistas porque el lenguaje es un fenómeno social, inventado (sobre una base de lenguaje prehumano) transmitido de boca en boca por nuestra especie que es más homo loquens que homo sapiens u homo faber.  Sin duda este punto de vista lleva a la ciencia del lenguaje a intentar constituirse en una especie de metaconocimiento que, a través de teorías como la de los actos de palabra, (Searle) y otras quiere dar una respuesta filosófica pragmática a las gran cuestión de lo humano del ser humano. Pero uno tiene la impresión -que luego se confirma a lo largo del libro, ya que los postulados antichomskyanos se reiteran mucho- de que  en buena medida, hay algo de exageración en ese ajuste de cuentas, entre otras cosas porque tampoco están tan claras las diferencias entre el enfoque sistémico y el generativista chomskyano que, además de la competencia innata del habla de las persona, reconoce la formación del lenguaje como actividad social.

Aborda a continuación el autor la teoría lulliana del "sexto sentido"  que a su juicio no solo es una concepción o teoría nueva de la comunicación, sino un salto cualitativo en la historia del pensamiento, un descubrimiento que permite tener una nueva forma de entender la lengua y la comunicación. Conecta el esquema de Llull (Dins-fora-dins) con la obra de Comte (teórico social que no suele aparecer en estos ámbitos de la reflexión) para quien el lenguaje es el conjunto de medios propios para transmitir fuera de nosotros nuestras impresiones de dentro, porque solo enlazando así el fuera y el dentro podemos garantizar a nuestra existencia cerebral la consistencia y regularidad que caracterizan el orden exterior. Recurre el autor a los trabajos de Jacob y Thure von Uexküll que hablan del "mundo interior" y el "mundo circundante" (Umwelt) de cada organismo y su referencia muy apreciativa al Feed-back loop lo sitúa en los umbrales de la teoría general de sistemas de la que sin embargo, no hace mención aunque, obviamente, su planteamiento del lenguaje como expresión y comunicación exterior le lleva a ello. Sí menciona en un par de ocasiones los trabajo de Varela y Maturana, que están en esa dirección, aunque de nuevo, no maneja el concepto fundamental en estos de la "autopoiesis", que resulta decisivo para entender un mundo hecho de mónadas leibnizianas en permanente comunicación. Desde esta posición que parte de la complejidad como factor determinante, el autor  critica e incluso ridiculiza el "lenguajismo" y las teorías formales la comunicación a las que llama "telefonismo" y considera basadas en la simplificación de la teoría matemática de la comunicación de Shannon. Y no se hable ya de los esquemas emisor - mensaje - receptor o el estímulo - respuesta, característico del conductismo. El acuerdo que concita esta crítica a los enfoques simplificados no acaba de disipar la sospecha de que la misma crítica adolece de lo que critica y se lo hace relativamente fácil. La idea de que la realidad es siempre más compleja que cualesquiera modelos está ya templada por la ley de la variedad requerida de Ross Ashby, siempre tan preocupado con la homeostasis de los sistemas.  Está bien y es acertado que Navarro Lluch contraponga le modelo cartesiano y newtoniano que sostiene Chomsky al leibniziano y pascaliano, opuestos a él. Pero de nuevo se percibe una polarización excesiva. Pascal defendió el jansenismo de Port Royal, con su gramática y lógica (a la que, al parecer, hizo importantes aportaciones) ambas bajo la influencia de Descartes. El propio Chomsky habla de su lingüística cartesiana atendiendo a la gramática de Port Royal. Por lo demás, en otro orden de cosas, cierto es que el sexto sentido lluliano es la actividad conceptual intencional e interpretativa de las personas en su contexto social e histórico. La comunicación lingüística es un acto creador continuo y creativo del hablante y el que escucha que así hacen y rehacen el mundo.

El capítulo en el que se traza el arco desde Llull a Polanyi contiene el  corazón del libro. El punto de partida es el Libro del habla de los ángeles, de Llull. El esquema del sabio mallorquín conecta a través de la comunicación tres órdenes distintos: los angeles con las personas (a través de la palabra mental), las personas con las personas por medio de la palabra verbal (todo ello agrupado en Locutio) y las personas con los animales a través de la comunicación prelingüística (todo ella agrupado en el Affatus) (p. 174). Los hombres fabrican su Lebenswelt por medio del lenguaje. Así también aparece en el Globàlium Lluís Maria Xirinacs y, desde luego en la concepción del Meaning, de Michael Polanyi. Frente a la ilusión de conocimiento científico, Polanyi sostiene que todo conocimiento es personal porque todo conocimiento presupone la participación de las personas en su "ser ahí" (in dwelling) y conocimiento tácito, focal o subsidiario y todo conocimiento explícito (focal) está basado en el tácito, que surge para explicarlo, de los hábitos (el habitus en Bourdieu). Cuanto mayor es este conocimiento tácito, mayor también nuestra competencia. Descubre Navarro en García Calvo, por cuyas aportaciones tiene verdadera veneración, el esquema de estructura triádica del conocimiento que también se da en Polanyi (p. 200). Así se consigue lo mismo que hacen el budismo y el taoísmo: superar la dualidad sujeto/objeto a través de la coincidentia oppositorum de que habla Llull. Polanyi no conoció a Llull, pero sí habla del seguidor de Llull, Nicolás de Cusa, que eleva la unión de incompatibles a principio teológico general. El esquema de la relación entre Conocimiento Explícito (CE) y Conocimiento Tácito (CT) es circular: CE/CE - CE/CT - CT/CT - CT/CE. No hace falta recurrir a Heráclito (aunque Navarro lo haga con acierto) para entender que en todo cuanto decimos hay siempre más de lo que decimos o creemos decir, al punto de que incluso tengamos difícil a veces admitir lo que hemos dicho dadas sus implicaciones. Sobre este fondo sobre el que el autor valora la importancia que el budismo da al silencio. Y no solo el budismo. También en Occidente es antiguo adagio el de Aut tace aut loquere meliora silentio. 

Una vez llegados aquí, la realidad luce por sí misma: las personas hablamos con palabras sobre las cosas. Son los elementos básicos del hablar. El triángulo llulliano de la significación (contemplación - referente - cosas) se identifica setecientos años después con el de Polanyi (persona, hablante - palabras subsidiarias - objeto, sentido, foco). Imposible exagerar la importancia de las cosas (temas) porque de las cosas depende el habla: Rem tene, verba sequentur, según se atribuye a Catón el censor. Esta relación entre las palabras y la realidad en Wittgenstein y en Chomsky, es rebuscada y sofista porque reduce a aquellas a ser puro producto de la realidad. Por contra, de acuerdo con la acertada expresión del poeta Joan Brossa, el lenguaje no refleja el mundo, sino que en buena media, lo crea. La triada de Polanyi es el sense-giving, verbalización de la experiencia, el 6º sentido llulliano, el affatus todo lo cual ayuda a resolver nada menos que el problema de los universales. Con una sola palabra el ser humano designa multiplicidad de manifestaciones a base de echar mano al conocimiento tácito: las incontables experiencias de diferentes objetos concretos. 

En el último capítulo sobre la "molécula de la comunicación" que originará el "tetraedro de la comunicación" el autor inicia el estudio de la acción social a través de la concepción pragmática de Peirce con sus tres tipos de signos (indicios, iconos o señales y símbolos) y la vertiente funcional y hermenéutica de Karl Bühler con su doctrina del lenguaje como un organon manifiesto en una triple función a través de: 1) la expresión (relacionada con el hablante y la consolidación de la interioridad); 2) la apelación (pensada para el destinatario, cuya conducta pretende guiar); 3) la representación (que apunta al mundo que quiere describirse, o sea, interpretarse). Bühler coincide con Polanyi en el paralelismo entre la actividad lingüística (o interpretativa) y la percepción o las habilidades tácita Otros autores posteriores han reformulado esta clasificación de las funciones del lenguaje- Jacobson, por ejemplo, las llama emotiva (hablante), conativa (oyente) y referencial (las cosas) y añade la función mágica o "encantatoria", que tiene que ver con el "poder" de las palabras. Todo esto se asimila aa la PNL (programación neurolingüística), esto es, un modelo de comunicación y de la conducta humana que integra tres elementos: 1) establecimiento de una "relación" (sintonía, empatía) que mejore la comunicación con el otro; 2) formas eficaces de recaptar información sobre el universo mental de la otra persona; y 3) estrategias para producir cambios en la conducta y hacer más efectiva la comunicación. Algo análogo, dice el autor al esquema de A. García Calvo en Lalia: 1) personas que hablan y se entienden; 2) cosas sobre las que hablan las personas; 3) una sociedad que resulta de esa relación lingüística entre las personas a propósito de las cosas; 4) el instrumento por el que todo esto se produce, o sea, el lenguaje y el sistema o código que lo rige. Con todos estos elementos y manipulando los del "tetraedro de la comunicación" a base de agruparlos de formas diferentes, Navarro Lluch dibuja los cuatro tipos ideales siguientes: a) la fusión de cada persona con el mundo (una mente que conversa consigo misma, reflexión sobre el mundo, la naturaleza, el experimento científico); b) la fusión de nuevo de cada persona con el mundo pero por la otra parte (cuando un relato, una novela nos absorben por entero); c) la fusión de las personas entre ellas (el amor o la amistad profunda); y d) la fusión de los cuatro elementos en uno solo (fusión definitiva con el mundo y con los otros, la superación de la dualidad y la caída de las barreras del ego). Y así llegamos al "silencio del Buda", cosa que, para un ensayo de lingüística, tiene un punto de provocación filosófica.

Termina Navarro Lluch este primer volumen de su opus en su actitud batalladora contra la lingüística cartesiana, que considera una de las mayores imposturas intelectuales del siglo XX (p. 344). Su empeño será en los volúmenes siguientes construir una alternativa, una lingüística leibniziana o pascaliana para el siglo XXI que rescaten el paradigma jerárquico y la sabiduría antigua y ofrezcan una renovada matriz epistémica que dé cuenta de las lenguas humanas y su complejidad en su misterio y en sus múltiples conexiones con todo lo que es mental y social. El programa no carece de ambición, pero no habría conocimiento sin ambición. Los fundamentos están echados, aunque a veces no muy ordenados. Es de esperar que fructifiquen en la obra posterior y disipen la intuición de que la rebelión frente al intento de someter a análisis científico el origen mismo de la creación termina descubriendo en esta un factor de irracionalidad sobre el que no cabe decir nada.