Carece de sentido ponerse en plan de Pedro y el lobo con la bronca que se dibuja en el horizonte madrileño de Unidos Podemos, porque tal es el estado permanente de los morados desde los felices tiempos de Vista Alegre. Mejor o peor resueltas, de mayor o menor calado, más o menos ocultas o silenciadas las desavenencias internas, caldo ordinario de IU, han estado siempre presentes en Podemos. Algo sin duda muy frecuente en casi todos los partidos políticos, pero que en la "verdadera" izquierda han tenido y tienen carácter endémico.
Tampoco es relevante tratar de comprender cuáles sea los motivos concretos de este enésimo enfrentamiento. Que si los "errejonistas" o los "pablistas", los supervivientes del naufragio de IU/Madrid o los damnificados por la última dimisión en bloque de unos u otras por discrepancias tácticas, etc. En el fondo, puras luchas personalistas por el poder. Fulanismos y menganismos, que diría Unamuno. Hay algún vago intento de dar a la querella mayor envergadura teórica. Las cabezas Adelante Podemos, Rita Maestre y Tania Sánchez, invocan un feminismo militante que, en realidad, agudiza el enfrentamiento más que lo mitiga. Porque, si bien es cierto que UP desprende un aroma patriarcal y hasta algo machista, jamás aceptará una crítica feminista pues sostiene tener hechos esos deberes. Igualmente se señala que, al fin y al cabo, UP es una formación de nuevo tipo, capaz de funcionar en un régimen de auténtica democracia y que los portavoces mantienen una actitud de neutralidad en los debates. Sin embargo eso no reza con el secretario general, que ha salido al paso del Adelante Podemos prácticamente en apoyo de una candidatura opuesta.
En definitiva, cuestiones personales, de egos, de cargos y puestos, de políticos profesionales o velozmente profesionalizadas. Lo de siempre. Lo que cabía temer por la forma en que se desarrolló Podemos, y se convirtió en certidumbre cuando admitió en su seno a la jaula de incompatibles de IU, y hasta selló luego un pacto con el pecio. Nunca se voló tan alto y se cayó tan bajo en España en menos tiempo.
Lo curioso es cómo, al cabo de tantos años de esperar e intentarlo, tanto tiempo abrigando la esperanza de un sorpasso a la aburguesada socialdemocracia, anhelando ser la fuerza hegemónica de la izquierda, los antiguos y los nuevos comunistas todavía no han entendido las razones de su fracaso. Y, sin embargo son dos y muy sencillas:
La primera: a fuerza de orientar su acción exclusivamente al "desenmascaramiento" y consiguiente destrucción del socialismo democrático, los antiguos y los nuevos comunistas han cambiado tantas veces de doctrina que se han quedado sin ninguna. Hoy nadie sabe qué significa ser comunista, en la versión clásica o en la postmoderna. Ni ellos mismos que, además, huyen del nombre como de la peste. "¿Comunistas nosotros?", dicen los morados, "en absoluto. Eso es una antigualla, un recordatorio malévolo." Y lo dicen quienes llevan en sus listas candidatos pertenecientes al Partido Comunista, empezando por el cabeza de lista de IU y quinto en la de UP por Madrid. Y en donde no hay doctrina, ni ideología, no puede haber un partido. La prueba es que la otra fuerza también sin doctrina ni ideología, puro oportunismo, el PP, no es un partido sino, según la judicatura, una presunta asociación para delinquir.
La segunda: es cierto que al PSOE puede haberle pasado lo mismo con el desbarajuste de la crisis y su proclividad hacia soluciones neoliberales, es decir, que se haya quedado sin doctrina y sin ideología. Pero en su día las tuvo, durante muchos años y eso le dio su condición de partido histórico. El PSOE no es el PASOK, tiene 135 años y es un partido de memorias, de tradición de generaciones, un partido con una tradición democrática. Un partido. Y eso se acaba de ver al comprobar cómo Sánchez ha ganado la batalla del NO es NO con el exclusivo apoyo de sus militantes y votantes. En contra de una presión universal e inmensa procedente de los demás partidos (Podemos incluido), los medios, la empresa, la Iglesia y hasta las potencias celestiales, comandadas por el ministro del Interior.
Esa es la doble razón por la que tampoco ahora hay ni habrá sorpasso: a Podemos le falta teoría y partido para enfrentarse al PSOE que, aun sin tener el acceso privilegiado a los medios que tiene aquel, sigue por delante en intención de voto de la ciudadanía. Le falta sentido de comunidad, cohesión, tradición y cultura política democrática. Y le sobra narcisismo.