Esta Diada es el punto de no retorno. Lon indepes estarán todos al carrer en fuerza, por séptimo año consecutivo a afirmar su condición nacional de modo pacífico, después de la sentencia del Tribunal Constitucional en 2010 que dinamitó la última posibilidad entendimiento entre Cataluña y España.
Todos miran hoy a Cataluña. Los mayores medios extranjeros, para informar cumplidamente de lo que suceda y cómo condicionará el futuro. Los españoles, incluidos algunos que se editan en Cataluña, para tergiversar, mentir y ocultar la realidad. Una realidad de cientos de miles, quizá millones, pidiendo referéndum y/o independencia y de varias decenas de nostálgicos del franquismo, flameando banderas de guerra. Y como no es posible ensalzar estas ridículas capillas gritonas de fachas resabiados, los medios se concentran en buscar divergencias y enfrentamientos entre los independentistas y en negar que haya manifestaciones. Es tanto el afán por ver lo que no hay que ya venden como desunión la convocatoria de la Diada en las cuatro capitales de provincias.
No he acabado de entender el acto de anteayer de Sant Boi de Llobregat con En Comú Podem (Dante), la CUP (Gabriel) y ERC (Junqueras) con exclusión del PDC, aunque tampoco me parece que tenga mayor importancia, aparte de aclarar las diferencias entre la izquierda no independentista y la independentista, cosa conveniente porque la primera sigue jugando a la ambigüedad y el oportunismo. Sí, en cambio, está claro el significado del de hoy en el mismo sitio, Sant Boi, convocado por los Comunes y al que asiste Ada Colau. Los de Podemos y confluyentes tratan de contraprogramar el independentismo y dividirlo. Aspiran a materializar el derecho de autodeterminación mediante un referéndum pactado con el Estado, que es como esperar que llueva hacia arriba y a ese señuelo lo llaman catalanismo popular, sin darse cuenta de cómo suena a democracia popular el cuento con que los comunistas disfrazaron las dictadura de partido que erigieron los soviéticos en los países europeos que ocuparon. Por lo demás, tampoco parecen tener gran éxito: al mitin han acudido entre 300 y 400 personas, familiares de los intervinientes incluidos.
Sí, se trata de restar fuerza a los independentistas. Los del Junts pel Sí y la CUP verán el empeño con muy malos ojos y lo calificarán de "lerrouxista". Pero estos izquierdistas no independentistas están en su derecho. Si los indepes, a su vez, quieren ganarlos, deberán intensificar sus esfuerzos y acrecentar la visión de unidad. Probablemente este sea el sentido de la presencia de Junqueras y Gabriel en el pasado mitin de Sant Boi: evitar una baza del españolismo pepero y sociata hablando de "desunión" entre los indepes. Quizá sea igualmente la intención de Colau y Domènech cuando dicen que también irán a la Diada: no dar sensación de enfrentamiento, aunque igualmente puede tratarse del deseo de que no los vean como el grupúsculo escisionista que en realidad son.
Algo es claro. Lo importante es hoy la Diada. Todo lo demás, perendengues. Y una Diada fuerte, masiva, pacífica, democrática. Independentista. La gente con las asociaciones cívicas, los partidos políticos, las instituciones y su presidente a la cabeza. Esa imagen va a dar la vuelta al mundo. Donec Perficiam.
Cuando hagamos el balance de la jornada de hoy comentaremos también la jugada de Puigdemont de anunciar una petición de referéndum al Estado para el próximo 28 de septiembre. Cuando el Estado lo niegue, el camino a la unilaterialidad estará expedito.