dilluns, 9 de maig del 2016

Entrevista a Plinuro publicada en "Vilaweb"

Trascribo la entrevista que me hizo hace un par de días Pere Cardús para el diario Vilaweb.Pere estaba interesado en saber qué consecuencias tendrá para Cataluña el resultado de las elecciones previstas para junio. Tenía una batería de preguntas muy bien trabada y creo que no se dejó nada en el tintero. Realmente me hizo hablar de todo lo que interesa ahora en España. Y lo hice con sumo gusto.

El texto de la entrevista, pasada por el traductor de Google, a continuación:



Si hay una voz en España que se expresa con libertad y sin ambages sobre la voluntad de independencia de Cataluña, es la de Ramón Cotarelo. Este catedrático de ciencias políticas e intelectual no se arredra de decir lo que piensa, como lo piensa. No se arredra de decir que Pedro Sánchez no es capaz de entender la cuestión catalana porque ‘no da para más’. No le importa denunciar que Pablo Iglesias y Podemos han caído en las manos de Julio Anguita y que han optado por la vía leninista y bolchevique. Dice que Rubalcaba es un borbónico meapilas que puso Sánchez al frente del partido por su incapacidad de entender la realidad. Dice que la izquierda española vive una desorientación absoluta. Y pide a los independentistas que sigan de frente. Incluso, propone que el CATN elabore una constitución, que sea validada por el parlamento y se someta a referéndum unilateralmente. Cotarelo pisa fuerte y habla en plata, en esta entrevista:

—¿Cuál es el papel tienen de los partidos independentistas catalanes en el congreso español?
—Creo que al independentismo catalán le pasa como al Dr. Jekyll y Mr. Hyde. También tiene dos almas. Por un lado, tiene muy claro qué tiene que hacer en Cataluña. Esto lo tiene muy claro y no hay ningún problema. Por otra, en el congreso español tiene que barrer para casa. Y esto se puede hacer de maneras diferentes según como vayan las cosas y las mayorías. En este compás de espera después del 20-D, el independentismo ha hecho un papel determinante al congreso.

—¿En qué sentido?
—Ha sido determinante hasta el punto que las elecciones del 26-J son el producto del hecho de que no se podía contar con los independentistas de Democracia y Libertad y de Esquerra. Si no había negociación para el referéndum, los independentistas no pensaban votar a favor y ni siquiera abstenerse. No había combinación posible si el PSOE se obstinaba en mantener la negativa a un referéndum. Habrá que ver qué pasa ahora con la aritmética parlamentaria. El hecho más importante es que en Cataluña se tiene que seguir el camino marcado. Esta es la decisión más sensata. ¿Y en el congreso español? Verlas venir y barrer para casa.

—¿No hay ninguna posibilidad de un referéndum pactado con el estado?
—No. Ni una. Son habas contadas. Tienes 123 diputados del PP, 40 de Ciutadans y 90 del PSOE absolutamente en contra. Cuánto suma? 253? Pues ya lo hemos dicho todo. Debate cerrado. No es una oposición tan radical como la que se encontró Ibarretxe cuando presentó su plan, pero esto tan sólo es por la entrada de Podemos, que tiene una actitud un poco diferente. No se atreverían a votar contra un referéndum, pero tampoco les gusta , la idea. Se limitarán a guardar la compostura. Mientras el PSOE no cambie de actitud, no hay nada a hacer. La derecha no cambiará nunca.

Así no hay ninguna opción…
—Si el resultado de las elecciones da una mayoría a la derecha de PP y Ciudadanos, ¿qué opción hay? Y si hay una gran coalición, PSOE-PP, tampoco hay camino. Y, incluso, si hay aquello que yo pienso que habrá, una coalición PSOE-Ciudadanos con mayoría absoluta. Esto es lo que comprarán el 26-J mis compatriotas. Por el mito del centro: hay que castigar los extremos, PP y Podemos. Y esta mayoría absoluta es tan contraria al referéndum como la derecha. Quizás son más proclives a la reforma constitucional. Pero esta reforma puede ser todavía peor para Cataluña que dejarlo tal como está. No hay opción para un referéndum pactado con el estado.

En Cataluña hay voces que proponen de hacer un referéndum unilateral. ¿Es la vía para conseguir la independencia?
—Esta cuestión del referéndum unilateral tiene que ir acompañada de una reflexión más genérica. El Estado no hará nada. Ya lo hemos visto. No hará nada sino impedir, entorpecer, frenar… porque no puede atacar. Esta es la buena noticia. No está en condiciones de atacar. Pero tampoco cederá. Con el estado español, no se puede contar. ¿Esto quiere decir que los catalanes tienen que callar y quedarse quietos? ¡De ninguna forma! Que continúen. Continuarán adelante y harán muy bien.

—¿Pero qué vía hay que seguir?
—Esto ya lo decidiréis vosotros. Hay mil debates, sobre esto. Y dependerá de cómo se articule la relación de fuerzas entre el estado y la Generalitat, como también las relaciones con la comunidad internacional y, especialmente, la Unión Europea. El protagonismo de la UE irá creciendo a medida que el conflicto avance y no haya soluciones claras. Y es que el estado no dará ningún paso, pero pondrá muchos impedimentos. Yo no creo que se llegue a la suspensión de la autonomía de Cataluña. No hay base jurídica para hacerlo. Esto no lo pueden hacer. Harán tanto como esté en sus manos, pero tienen límites.

—¿Así ves clara la opción del referéndum unilateral?
—Una repetición del 9-N, que por cierto fue un éxito absoluto, quizá se puede intentar. ¿Por qué no? Si no queda más camino… Pero yo creo que sería mejor que el parlamento recibiera un proyecto de constitución de la república catalana elaborado por el Consejo Asesor para la Transición Nacional, lo aprobara y lo sometiera a referéndum. Esto es tan ilegal cómo lo otro desde el punto de vista de la legalidad española, pero tiene mucha más fuerza porque sería una decisión del parlamento. Recordamos que el 9-N fue un tipo de consulta informal hecho por voluntarios. Tenía el apoyo del gobierno de la Generalitat, pero no tenía ninguna declaración parlamentaria detrás. Tuvo un efecto fulminante, sin duda. Pero no tiene la solidez que tendría una decisión del parlamento de someter a referéndum un proyecto de constitución catalana.

—¿Alguna vez has hablado de la inevitabilidad de un choque más fuerte con el Estado. Hablas de represión, prisión, inhabilitación…?
—De todo aquello que sea imaginable. Está claro. Procesos penales, naturalmente. Denuncias, querellas, represión, intervención de la policía, tribunales… Todo dependerá de por dónde vayan los disparos. Si la vía de desobediencia se generaliza y es asumida por las autoridades catalanas, el gobierno español actuará. Se encontrará obligado a tomar decisiones por la presión parlamentaria, la opinión pública y, especialmente, los medios estos que tenemos aquí, esta jauría que tenemos. El problema es qué consecuencia tendrán estas decisiones.

—¿Qué puede pasar?
—Esto no lo podemos saber porque es un terreno desconocido. ¿Cómo reaccionarán los Mossos d'Esquadra cuando los llegue una orden de detener dirigentes políticos catalanes? Puede pasar cualquier cosa. ¿Qué pasará si los catalanes empiezan a pagar los impuestos a la hacienda catalana? ¿Cómo empezó la desobediencia civil teorizada por Henry David Thoreau?

—Con la desobediencia fiscal…
—Exacto! Thoreau dijo que teniendo en cuenta la injusticia y la iniquidad de la guerra entre los Estados Unidos y México, él no pagaría la parte de sus  impuestos para financiar la guerra. Y, está claro, lo enviaron a la prisión. Es así como empezó la teoría de la desobediencia civil. Fue una desobediencia fiscal. Si los ciudadanos catalanes cogen este camino, habrá una represión evidente del estado español. Y la represión será siempre individualizada.

Y, llegados a este punto, ¿la comunidad internacional intervendrá?
—Sí. Espero que sí. Pero es una confianza. No tengo datos ni ninguna seguridad. No podemos saber cuándo decidirá intervenir. Pero el coste para Europa de dejar enquistar el conflicto es grande. De entrada empezarán con las presiones –que a estas alturas ya debe de haber– porque el gobierno español acepte de negociar. La presión será creciente. La capacidad de acción exterior del gobierno español es próxima a cero. Es un estado sin importancia política, con un peso económico muy relativo, con una situación de dependencia absoluta. Por lo tanto, los sueños imperiales de algunos que se piensan que se hará aquello que ellos digan son un espejismo. Harán aquello que les digan que tienen que hacer. Cómo han hecho hasta ahora.

¿Te fias de la UE?
—No. No me acabo de fiar. Y me fío todavía menos de Francia. Porque ve con muy malos ojos la cuestión catalana por el riesgo de contagio. ¿Has visto que un tribunal de Perpiñán ha reconocido el derecho de defender un referéndum de autodeterminación en Cataluña Norte? Esto los preocupa mucho. Porque tienen las comarcas catalanas, tienen Córcega y Bretaña… Ven que los puede pasar esto mismo que pasa en España.

Mientras tanto, ¿España atraviesa una crisis institucional grave?
—Es una pregunta o una afirmación? Sí, está claro. Es una crisis institucional y constitucional, del conjunto del sistema.

—¿Cuál es el origen de esta crisis?
—Básicamente, el desajuste catalán. El problema que arrastra el país desde siempre es el de la llamada ensambladura de Cataluña en España. Y ahora se ha agravado por tres factores, en mi modesta opinión. Uno: la crisis económica, que ha dejado los recursos al límite y ya no se puede continuar jugando a hacer trapicheos. Dos: la desorientación de la izquierda española, que no acaba de entender la cuestión nacional catalana. No la entiende. Lo demostraron los de Podemos y se ve claramente en el caso del PSOE. Y tres: el acceso al poder de una cosa que pensábamos que se había acabado después de la muerte de Franco, que era el franquismo.

—¿Franquismo?
—Y tanto. Es decir, el triunfo de un partido neofranquista dispuesto a retrotraerlo todo y a hacer una involución democrática, a hacer añicos la voluntad de los pueblos… Esto no estaba , al programa. Había un tipo de pacto implícito que esta gente no condenaba el franquismo pero tampoco podía reactivarlo. Pero lo han hecho. Este gobierno es un gobierno de neofranquistas puros.

Se contaba con una modernización y europeización de la derecha que no se ha acontecido.
—No, en absoluto. ¿Qué pasa entonces? Que se entiende muy bien que los sectores más ilustrados –es decir, los catalanes– no estén dispuestos a aceptar el riesgo de que una mayoría parlamentaria contingente lo malogre todo. No están dispuestos a que esta pandilla de franquistas discutan las cosas que ya tenían ganadas. Esto no se puede permitir. No se puede permitir que se revise el principio de descentralización, tanto si había llegado lejos como si no. Un pueblo no puede vivir pendiente de las mayorías pasajeras de otro pueblo. No puede estar pendiente que llegue un tarambana que diga que hay que hispanizar los niños catalanes. ¡Pero resulta que el tarambana es ministro de Educación!

El 26 de junio ¿puede resolver de alguna manera esta crisis institucional?
—Sobre esto, soy mucho pesimista. No lo creo. Hay un desbarajuste muy gordo. La derecha ya ha dado tanto como podía dar. Ya no se puede esperar nada de bueno. A lo sumo, podemos aspirar a expulsarla del gobierno. Porque es evidente que no se puede contar de ninguna forma, con esta gente. Son franquistas. Y quieren perpetuar el franquismo. Y, está claro, el resto no estamos dispuestos. Y mientras tanto, la izquierda nada en la más absoluta desorientación. Esto de presentarse a las elecciones la gente del PSOE, los de Podemos y compañía enfadados entre ellos es repetir canciones muy antiguas. Parece que es imposible que lo arreglen porque no lo entienden. No entienden que no hay un problema catalán. Hay un problema español. Los españoles tienen que sentarse y reconsiderarlo todo. No es sólo Cataluña. Es Cataluña, los Països Catalans, el País Vasco… para no ir más allá de aquello que es evidente. No querer verlo es absurdo.

—¿La alianza entre Podemos e Izquierda Unida no es un primer paso en la buena dirección?
—No. A ver si me sé explicar, porque al final parece que tomo partido por una opción concreta. Yo no tomo partido por ninguno de los dos sectores de la izquierda. Quiero decir que están en un escenario ficticio. El de las izquierdas auténticas y las izquierdas viejas… ¡No entienden nada de lo que pasa en el mundo! Y de estos de Izquierda Unida, ¿qué tenemos que decir, si son los viejos comunistas de Anguita? Su modernización con los señores estos de Podemos viene de la idea brillante de importar modelos latinoamericanos, de un populismo absurdo, en sociedades europeas industriales avanzadas. Esto no tiene sentido.

¿Y los socialistas?
—Estos ya se han perdido. Se perdieron en la noche de la socialdemocràcia neoliberal y pactista. El señor Pedro Sánchez no entiende nada de la cuestión catalana. ¡Nada! ¡Nada! Observar que sus peleas son sobre cosas internas y de poderes de partido y que su discurso gira en torno a ideas como por ejemplo eliminar las puertas giratorias y cosas todas muy dignas, es muy revelador. Este hombre no puede dar por supuesto que ganará o perderá unas elecciones en un estado que no existe. ¡Que no existe, señor mío! Porque tiene un problema previo. Un problema que los juristas denominan prejudicial. Y es que mientras no se resuelva la cuestión catalana, el estado español no puede funcionar.

—Dices que Sánchez no lo entiende porque no lo quiere entender o porque no da para más?
—Me parece que no da para más. Además, creo que lo escogieron por eso. Lo puso Rubalcaba, que es un centralista furibundo.

—¿Un jacobino?
—Sí, sí, totalmente… Bueno, no un jacobino. Un borbón. ¡No te jode! Los jacobinos también son centralistas, pero al menos son radicales. Y este no. Este es un meapilas. No, no: es un borbónico. Sí, los Borbones también son centralistas, ¿verdad? Pero tienen una diferencia sustancial con los jacobinos. Y Sánchez no entiende nada de nada. Sólo hay que mirarlo. Si fue a México a rendir homenaje a Lázaro Cárdenas, y le puso una corona de flores con la bandera de los Borbones! A Lázaro Cárdenas! El presidente mexicano que no reconoció nunca el régimen franquista y que luchó siempre por la república, que acogió los republicanos exiliados y que impidió que México reconociera nunca el régimen de Franco! Y este va y le pone una bandera borbónica. Y cuando empezó la campaña electoral salió al grito de ‘¡Más España!’ con una bandera como las de Aznar. Esto quiere decir que es un nacionalista español típico de cuartel y cabra de la legión.

—¿Pablo Iglesias ha cambiado mucho desde que empezó la aventura de Podemos? ¿En qué sentido ha evolucionado?
—Hombre, esto nos pasa a todos. Todos cambiamos. Si llevas una vida como la de este chico, con tanta responsabilidad en las alforjas, los cambios son todavía más acentuados. Cambiar, cambiamos todos. Me da la impresión de que Pablo ha cambiado en el sentido de pasar de la exploración meramente especulativa típica de los profesores universitarios a la acción práctica. Y en este segundo estadio se rige por un principio más práctico. Ha tenido vacilaciones entre la tradición más estrictamente leninista, más de partido jerarquizado, y la aportación más asamblearia de los sectores con los cuales se alió. Podemos es una amalgama. Vaciló y finalmente se ha inclinado por la vía leninista, bolchevique y jerárquica. Porque se ha puesto al servicio de Anguita.

¿Es un animal político?
—Personalmente, dudo mucho la vocación política de Pablo. Mucho. Creo que tiene más una vocación mediática. Pasa que ha tomado un camino muy diferente del habitual para salir a las pantallas. Pero si le ofrecieran la posibilidad de dimitir y hacer carrera como presentador de televisión, lo haría. Porque es esto que le gusta.

—¿Las pantallas, los micros y las cámaras?
—Y tanto. Los de Podemos han hecho mucho trabajo teórico –por cierto, muy apreciable– sobre la relación entre política y medios, la sociedad mediática y la democracia de los medios… Pero hubo un momento que tuvieron un tipo de revelación. Quisieron dejar de hablar y lo quisieron experimentar. Dejaron de decir que los partidos tenían que imponer su discurso a través de los medios y decidieron de hacerlo. Y efectivamente, lo han hecho. Podemos es un partido que se pasa la vida a la televisión. Y Pablo continúa haciendo televisión. Tiene un plató a Público donde continúa haciendo sus emisiones y todo esto. Esta es su evolución.

Y Alberto Garzón, bastante más desconocido, ¿en dónde lo tenemos que situar?
—No sé cómo definirlo. Realmente es mucho menos conocido. Y es menos conocido porque es como un tipo de proyecto. Proyecto de jinete solitario. Dentro del galimatías que ha llegado a ser Izquierda Unida, con esta cosa que se pegaban todos contra todos, apareció Garzón como un tipo de tregua. Pero fíjate qué panorama espera a los tránsfugas que pasaron de IU a Podemos y ahora se encuentran que tendrán que ir de bracete con aquellos a quienes abandonaron. Será una situación francamente incómoda. Y en este galimatías de IU, Alberto Garzón continuó avanzando a pesar de la tormenta, muy enganchado a Julio Anguita. Ha continuado con la política más ortodoxa del comunismo militante, que consiste a ser comunista pero esconderlo. Crear una organización pantalla, que es IU, y cómo que esto no los ha funcionado, ahora pasan a otra organización pantalla que será Podemos. La confluencia entre Garzón e Iglesias se explica porque son de la misma generación y por la necesidad de sumar votos al precio que sea

diumenge, 8 de maig del 2016

Carta de ultratumba de Maquiavelo a Pedro Sánchez

Desde las regiones hiperbóreas en las que me hallo observo con interés, caro Pietro Sánchez, vuestro gran esfuerzo por alcanzar el principado en condiciones difíciles, llenas de trampas y peligros y con tantos enemigos al acecho dispuestos a liquidaros y repartirse vuestros despojos. Siempre he sentido admiración por los hombres valerosos, los audaces condotieros que se apoderan de grandes principados con su ingenio y valor y la audacia de su aguerrido brazo.

Permitidme que, pues renováis hoy el juramento de lealtad de vuestras huestes, con esos 30.000 bravi dispuestos a acompañaros al combate, os dé algunos consejos, producto de mi experiencia en los asuntos del Poder y las técnicas para conquistarlo y conservarlo. Sé que amáis vuestra Patria tanto como la suya los valerosos pictos que lucharon contra las legiones de Adriano y sé también que, aunque os manifestáis como un abyecto cortesano ante vuestro Rey, en el fondo de vuestra alma sois republicano. Esa capacidad para el disimulo os hace grato a mis  ojos de taimado florentino y solo por ella os diré alguna quisicosa más.

Revestido con vuestra nueva autoridad, ejercedla sin demora y hacedlo con quienes más a mano tenéis: los vuestros. No permitáis que ninguno de esos missi dominici repartidos por los confines de la monarquía se haga fuerte o pueda levantar facción contra vos. Llamad a capítulo a vuestra gonfaloniera del Sur, antes de que en su insensata soberbia se interponga en vuestro camino.

Salid al campo de Marte cubierto con gruesa cota de malla para que los ataques de los enemigos no os hieran. Y felicitaos de que se produzcan. Si os atacan es porque os temen y, al hacerlo, hacen presente vuestra imagen en todos los lares de la patria. Si os niegan vuestra autoridad y la sinceridad de vuestras intenciones, ello no os afecte. Al fin y al cabo, ambas pueden fingirse siempre sobre todo si contáis con una guardia del pretorio capaz de defenderos en situaciones difíciles.

Tenéis que conquistar los platós de la televisión, que habéis abandonado a vuestros adversarios quienes llevan ya tiempo repitiendo allí sus consignas en contra de vuestra casa e intenciones. Estáis obligado a recurrir más a los medios de comunicación porque es en ellos en los que se encuentra la Fortuna que todo guerrero necesita por mucha que sea su virtú, nunca suficiente. Recordad cómo Gatamelata llegó a viejo cubierto de gloria y poder, precisamente por haber sabido domeñar la Fortuna.

La necessitá debiera obligaros a ser más ingenioso o, incluso, a ser algo ingenioso porque al natural no lo parecéis. Y quieran los hados adornaros con algunas luces que os faltan. Os espera batalla en un doble frente, en contra del actual príncipe en el trono que, para defenderlo, os atacará a muerte y en contra de unos jóvenes gibelinos que, al grito de ¡Podemos!, pretenden arrebataros vuestra posición, sustituiros en ella y dejaros sin la posibilidad de conquistar el principado. Tened además en cuenta que estos dos enemigos, patricios y plebeyos, siempre que puedan se pondrán de acuerdo en contra de vos. 

Emplead vuestra virtú en sellar una alianza con el otro grupo "emergente", el de los güelfos que se autotitulan Ciudadanos y presentadla en el foro como vuestra gran aportación de gentes  concernidas por el porvenir de la nación,  modernizadoras, centristas y moderadas, algo que el pueblo siempre, temeroso de radicalismos, valora mucho. Tened  presente el ejemplo de aquel astuto monarca, Fernando de Aragón, en quien yo mismo me inspiré, porque lo sabía inspirado por la Providencia. 

Os atacarán, acusándoos de haberos aliado con el maligno por vuestra ansia de poder. No os importe. Esos ataques mantendrán viva la atención del pueblo en vuestra persona y os ayudarán a convencer a los güelfos, la otra parte de la alianza, de que le interesa echar su suerte con la vuestra porque, al fin y al cabo ambos queréis el poder.

Y recordad siempre que la gloria solo la alcanza quien osa ir por ella al precio que sea.
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Post Scriptum: quizá debiérais, aunque se me hace arduo, dada vuestra cerrada mentalidad centro-imperial y escurialense, aveniros con las tribus bárbaras que moran al norte del Íber, hispánico río. Son gentes insumisas, muy apegadas a su vetusta cultura y lengua y de trato difícil por su gran amor a la independencia. Ofrecedles la administración de sus propios tributos, liberándolas de las exacciones a las que las someten los actuales procónsules y virreyes. Quizá consigáis convencerlas de que se alisten en vuestros invictos tercios; pero lo dudo.

¿Qué es España?

Juan Romero y Antoni Furió (Eds.)(2015) Historia de las Españas. Una aproximación crítica. Introducción de Josep Fontana. Valencia: Tirant Lo Blanch.451 págs.
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Otro libro sobre la sempiterna cuestión del ser de España, esa que, según ideólogos de derecha e izquierda, no existe. Escrito por historiadores académicos, se organiza, como era de esperar, por un criterio cronológico, desde los mismos orígenes de la peliaguda cuestión de qué sea España y cuántas haya hasta el momento actual en que queda claro que nadie puede contestar a las dos preguntas a gusto de todos. Es un trabajo sólido, concienzudo, denso, con rigor, pero no exento de tintes ideológicos. Que el autor de esta reseña simpatice más con unos que con otros no le oculta que ideológicos son los dos.

La intención de la obra está clara en su título y subtítulo y el prólogo de Josep Fontana que, muy preocupado por los usos públicos de la historia, hace una advertencia cuya problemática equidad da que pensar. Sostiene el ilustre historiador algo de cajón, esto es, que "el conocimiento del pasado suele ser manipulado por los políticos" con la finalidad de controlar "el uso público de la historia" (p. 15). Tal cual, ciertamente y sus colegas han escrito este libro con el fin de enderezar dicho uso público. Pero no llegaremos muy lejos si no reconocemos que no son solo los políticos quienen manipulan el conocimiento del pasado. No se quedan atrás los historiadores que de manipulación pueden dar cumplidas muestras desde antiguo entre otras cosas porque suelen llevar  más cargas ideológicas (muchas veces disfrazada de ciencia) que los infelices políticos. Y fuegos fatuos de esas ideologías se vislumbran ocasionalmente a lo largo de estas páginas. Y eso es lo que convierte esta aproximación crítica a la historia de las Españas en una obra fascinante que se lee como la novela río de un país. ¿O de más países?

Pedro Ruiz Torres, en "los usos de la historia en las distintas maneras de concebir España" arranca del momento constituyente de la II República. Por entonces era dominante la visión ideológica e idealizada acuñada en la Historia General de España, de Modesto Lafuente, símbolo de la visión liberal conservadora de la época (p. 39). Azaña tenía una idea de patriotismo y de nación como organismo social propio, independiente de partidos y religiones: España había dejado de ser católica (p. 44). En paralelo, Bosch Gimpera en una conferencia en 1937 revisa el concepto de España,  vertebrada por Castilla y la muda en "las Españas" con sus diversas culturas (p. 49), tuvo tiempo de rumiar su idea en el exilio al que le arrojó la España una de Franco. A la muerte de este volvió el debate entre una idea monolítica de la nación española (Ortega) y quienes son sensibles a la diversidad (Azaña) (p. 56). Ejemplo del nuevo tiempo es la controversia sobre si España es país "normal". El libro de Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, España, 1808-1996. El desafío de la modernidad, celebrado oficialmente, niega que España sea un fracaso. En España. La evolución de la identidad nacional Fusi sostiene que España es una nación desde principios del siglo XVI (p. 57). Borja de Riquer,  cuestiona con poderosas razones la tesis de la "normalidad" (p. 59). El autor, por último, detecta tres posiciones: 1ª) España, Estado-nación "normal"; 2ª) el nacionalismo catalán excluye también la cuestión pues no está interesado en la nación española; 3ª) posición sincrética de "España, nación de naciones" (p. 61). Y, para hablar de normalidad, interviene la Real Academia de la Historia en una posición ideológica alucinante que Ruiz Torres con elegancia no califica pero que este crítico se atreve a considerar cavernícola, con su libro Reflexiones sobre el ser de España. Por supuesto, Premio Nacional de Historia (p. 66). ¿Qué tal ese ejemplo de una obra de historiadores que no son sino lacayos de una mentalidad horripilante? El Institut d'Estudis Catalans y el Centre d'Història Contemporània de Catalunya publicarían la respuesta: España contra Catalunya: una mirada histórica (1714-2014) cuya conclusión es que si España hubiese ido a favor de Cataluña, el soberanismo sería hoy otro (p. 70). Sí, es un moderado understatement.

Antoni Furió en "La Españas medievales" plantea el uso ideológico de la historia medieval del país. Es difícil dar por buena la historicidad de don Pelayo y, por ende, la leyenda de la Reconquista (p. 86). En tiempos del Imperio carolingio, Cataluña se reserva el término Gothia como patria de los godos sometidos al imperio e Yspania, Spania a la parte de la península dominada por los musulmanes (p. 90). Con la independencia de hecho de Borrell II, Conde de Barcelona, ha querido verse el nacimiento de facto de Cataluña, pero esta no se independizará jurídicamente de Francia hasta el siglo XIII con Jaime I (p. 92). Desmenuza luego la cuestión de la especificidad de la España medieval sometiendo a crítica la posición de Sánchez Albornoz que encuentra legitimatoria de una visión ideológica sostenida en dos pilares: el relato de la Reconquista y la idea de los habitantes de Al-Andalus eran esencialmente españoles (p. 101). La Reconquista es una leyenda forjada muy post festum y hay suficiente prueba documental de que durante siglos, el nombre de Yspania quedaba reservado precisamente para la parte musulmana del territorio (p.107). Un buen ejemplo del daño que hace esta interpretación ideológica de la historia son las estupideces de Aznar en Georgetown al decir que el enfrentamiento de España con Al Qaeda comienza con la conquista del país por los musulamanes (p. 113). Tiene el autor una visión modernizada de las taifas, pero su punto de vista tampoco está libre de ideología. Asegura que las taifas tienen mala prensa porque en "un país de fuerte tradición unitarista y centralista, cualquier forma de descentralización" la tiene (p. 119). Pero no sé qué tradición podía haber cuando se dieron las taifas. Esa es otra construcción post facto. Seguramente correcta, pero posterior. Cuestiona igualmente la visión edulcorada de Al Andalus como un lugar de tolerancia (p. 125). En la salida de la crisis bajo medieval, España aparece ya identificada con Castilla, un reino de tendencias absolutistas y centralizadoras que tenía dentro la corona de Aragón como un freno y un cuerpo extraño (p. 132).

Antoni Simón i Tarrés, "La crisis de 1640 y la quiebra del primer proyecto nacional español" es un ensayo de oro. El autor contrapone el intento de construir una "nación política" española en los teóricos del siglo de oro (Álamos de Barrientos, Quevedo y otros tacitistas), López Madera, Pedro de Valencia, etc (p. 150), con el respaldo de Juan de Mariana, etc como modelo absolutista y unitarista castellano al del modelo constitucionlista y "confederal" de la Corona de Aragón con pie en las doctrinas políticas bajomedievales del origen popular del poder político (Juan de París, Marsilio de Padua, etc) que estarán en la base de la revolución catalana de 1640, respuesta al proyecto de creación de un Estado español uniforme ínsita en el famoso "Gran Memorial" del Conde Duque de Olivares a Felipe IV en 1624 (p.. 162). La doble crisis peninsular (Cataluña/Portugal) fue la quiebra del proyecto unificador español del barroco (p. 169). Correcto, nada que objetar. Pero ¿por qué los tacitistas y los autores de la Monarchia hispanica no atinaron en su objetivo de crear la "nación española"?

Joaquim Albareda, en "Del tiempo de las libertades al triunfo del dominio absoluto borbónico" aporta una interpretación aguda del impacto de la Nueva Planta en la Corona de Aragón. La tradición confederal del austracismo había dado lugar en Cataluña a lo que llama un republicanismo monárquico (p. 181) en el que echa sus raíces el patriotismo catalán (p. 183) que la Nueva Planta trata de extirpar, aunque no puede evitar la persistencia del austracismo (p. 190). Ello explica la disidencia de Cataluña a lo largo del siglo XVIII (p. 193). Termina con tres conclusiones en donde se mezclan hechos con algún juicio de valor, que son tres clavos en ataud del drácula unionista: 1ª) Durante el siglo XVIII se mantiene en la Corona de Aragón la idea de que el régimen abolido por la Nueva Planta era mejor que esta; 2ª) es falso que la uniformación fuera mejora o modernización; 3ª) no es admisible justificar la dominación y represión ejercida por los Borbones mediante el "derecho de conquista". Magistral su respuesta a la observación de García Cárcel de que en Cataluña se haya "sublimado hasta el éxtasis" el austracismo al decir sencillamente que quizá se deba a que fuera mejor que la Nueva Planta (p. 200).

Antonio Miguel Bernal, "Colonias, Imperio y Estado nacional" aborda una cuestión nuclear en el problema de la nacionalización de España o cómo esta no consiguió lo que sí consiguieron otros imperios, esto es, convertirse en nación. Las Indias se incorporaron a la Corona de Castilla en 1518, pero la Corona de Aragón, no (p. 216), lo cual explica por qué, con altibajos y muchos matices, esta estuvo excluida del trato con las Indias que fue cuestión pública directa de la Monarquía con el desastre hacendístico que ya se remonta a los tiempos de Felipe II y causó una sucesión de quiebras y suspensión de pagos de España (p. 223). La crisis del Imperio dejó un Estado nacional inacabado (p. 228).

Juan Sisinio Pérez Garzón, "La nación de los españoles: las juntas soberanas y la Constitución de 1812", es un curioso intento de justificar el conocido punto de vista del nacimiento de la conciencia de la nación española en la Constitución de 1812 que al autor le parece "sólidamente liberal" (p. 241). La argumentación es muy elaborada, trata con rigor y objetividad académicas las objeciones que suelen plantearse (la ironía del afrancesamiento del concepto "nación", las diferentes versiones de la idea de nación entre los diputados de Cádiz, la cuestión de España en América, etc) y con un relato apoyado en las exposiciones teóricas de las intervenciones en las Cortes de Cádiz y la actividad práctica de las juntas soberanas y la Junta Central, concluye que allí nace una nación española, aunque hace la concesión de que nace "en plural" (p. 255) pues de "pueblos españoles" habla el famoso decreto de igualdad de derechos entre "españoles europeos y americanos" (p. 152). De forma que en Cádiz nace la conciencia de la nación española y, desde entonces, las formas disgregadoras han  fracasado: el federalismo (p. 259) y la idea de confederación con América (p. 264). El nuevo empuje a la idea muy generalizada de 1812 como la génesis de la nación española presenta deficultades de claro perfil ideológico. En todo el trabajo de Pérez Garzón no se menciona ni una vez el papel de la Iglesia católica en ese proceso. Como si un tercio de los diputados en Cádiz no hubieran sido curas. Ni se habla del artículo 12, que consagra el catolicismo como única religión oficial de la nación española. Llamar "sólidamente liberal" a una Constitución que consagra la unión del trono y el altar (pues la Constitución también es monárquica) solo es admisible con una idea muy elástica del liberalismo. Por supuesto, esa idea es moneda común. Lo que ya no me parece admisible es que también se considere liberal la intolerancia religiosa, proclamada en el mismo artículo en el que se prohíbe el ejercicio de las demás religiones. Con esto en mente cabe preguntarse que entendían los "liberales" españoles de 1812 por igualdad de derechos cuando firman un documento que niega el derecho a la libertad de culto y qué idea tiene el propio autor que no hace notar algo tan evidente.

Borja de Riquer Permanyer, en "De Imperio arruinado a nación cuestionada" hace un análisis de la peculiar evolución política de España en el siglo XIX en cuyo inicio detecta una "excesiva influencia política" del ejército y de la Iglesia católica (p. 275). Por fin aparece la que a nuestro juicio es la principal responsable (no la única) del fracaso de España como nación: la Iglesia católica que está siempre escandalosamente ausente de todos los análisis criticos de la historia de España. Sigue Borja de Riquer: un siglo de oportunidades perdidas, régimen oligárquico con una Restauración que era también un fracaso producto de un pacto entre conservadores, la Iglesia y el ejército (p. 285). El resultado es una nacionalización de los españoles "frágil y superficial y poco covincente" (p. 286). Un país aislado, incapaz de reconstruir su imperio colonial, lleno de analfabetos y con una deficiente escolarización. Las elites liberales, a pesar de todo, dieron por supuesta la existencia de la nación española sin que fuera preciso hacer algo por consolidarla (p. 304) cuando en realidad estaba todo por hacer. Será en el 98 cuando los intelectuales descubran que "no hay nación". (p. 306).

Ramón Villares, "Exilio, democracia y autonomías: entre Galeuzka y las Españas" es un buen y original trabajo ya que no se encuentra mucho ensayo sobre Galeuzka, probablemente porque fue una idea que nunca terminó de arrancar y a la que el autor sigue en las cuatro partes de su trabajo: 1) experiencia republicana y guerra civil; 2) exilio republicano; 3) reelaboración del nacionalismo republicano en el exilio, sobre todo en México; 4) la posición de los nacionalismos en los años 60; (p. 313). Después de analizar la evolución en todo ese tiempo, concluye que ya en los años 80 quedan consolidados los dos modelos que se habían perfilado: el de las cuatro naciones (que se iban reduciendo a dos) de Galeuzka y el de la federalización igualitaria que se defendió entre 1953 y 1962 en la revista editada en México Las Españas y Diálogo de las Españas (p. 362).

Juan Romero y Manuel Alcaraz, "Estado, naciones y regiones en la España democrática" es un extenso trabajo sobre las peripecias de la nunca reconocida plurinacionalidad del Estado desde la transición. Parten los autores del supuesto de que no fue la Constitución (que tuvo éxito en el Estado de los autonomías) sino la práctica política lo que lo ha impedido (p. 372). La transición fue una especie de sucesión de pactos: a) por la Monarquía; b) pacto de "gestión de la historia" (que es el que me parece más dudoso y no lo llamaría "pacto" sino imposición y engaño; c) pacto democrático; y d) pacto social (pp. 376-77). Coincido con la imagen de la transición como una serie de consensos, aunque no les daría el valor que los autores les conceden. Pero eso no es importante. Más importante es el juicio que merece el Estado de las autonomías, resultado del proceso constituyente de facto de 1978 que los autores recorren en un espíritu bastante respetuoso con el saber convencional sobre esta circunstancia para entender que aquel Estado, que en un principio se concibió como asimétrico acabó siendo simétrico y uniformador, con lo que se abona la tesis de que no fue el texto sino los encargados de aplicarlo y vivirlo quienes fracasaron (p. 400). Discrepo: el Estado de las autonomías es un fracaso en su ejercicio y también lo era en su planteamiento sin que lo uno sea causa de lo otro sino que es una simple acumulación de fracasos: el título VIII en su conjunto es un dislate pensado para un país que aún no existía y los años de práctica solo han demostrado que aquel dislate era impracticable porque seguía sin coincidir con el país real. Solo la magnífica cita de un trozo de uno de esos inenarrables alegatos de Rajoy en 1993 sobre la nación española en el que se repiten las habituales majaderías del personaje (España, el proyecto de vida en común más antiguo de Europa. el sentimiento antiespañol, etc) deja claro este extremo. Si la nacionalización de España en el XIX fue un fracaso según señalaba antes Borja de Riquer, también lo ha sido la "renacionalización" de la derecha española a partir del año 2000 (p. 407). Y yo añadiría más: lo ha sido porque la derecha ultrarreaccionaria y nacionalcatólica española no concibe ni admite ninguna otra forma de organizar el país que no sea el disparate del mantenella y no enmendalla de su obstinado propósito. Son, entiendo, optimistas las autores cuando proponen iniciar un proceso político de cambio del Estado en clave federal y no simpatizan con las tesis secesionistas (p. 414) y no es más realista que acudan a las propuestas de federalización del PSOE (p. 421) que, a mi juicio, son puras instrumentalizaciones. La esperanza es lo último que quedó en la caja de Pandora y ese es el sentido del mito y de nuestra realidad: ahí se quedó.

Alain G. Gagnon, "Nuevos retos para los estados plurinacionales en el siglo XXI. El caso español en contexto" es un trabajo circunstancial a mi juicio que trata de apuntalar la tesis de la salida federal al contumaz laberinto español. De las cuatro posibles opciones que el politólogo franco-canadiense considera  (mantenimiento del statu quo; recentralización; reactualización y ampliación de las autonomías; y secesión) (p. 434) la que goza de sus simpatías es la tercera, revestida de federalismo expuesto con tantas precauciones que más que una forma de organización del Estado parece que esté diseñando un mecanismo de exquisito arbitraje de conflictos (p. 441) lo que quizá debiera hacerle pensar que proponer una estructura federal en donde hay una ausencia radical de cualquier Bundestreue es un ejercicio académico tan vano como melancólico.

En fin: un buen libro que pone en sus términos la encrucijada de España hoy, investigando en sus raíces históricas.

dissabte, 7 de maig del 2016

La matrioska española

Está muy bien este proceso de unión de la izquierda española que se dice a la izquierda del PSOE. Está muy bien que IU confluya con Podemos, a ver si consigue por fin el ansiado sorpasso por el que el Partido Comunista suspira hace 40 años. Está muy bien asimismo que Garzón eche en olvido los desprecios y vejaciones de Pablo Iglesias hacia su persona y su organización, IU. Que Podemos, a su vez, deponga su altanería y se allane a una confluencia con esta vieja, anticuada pero entrañable IU. Que Garzón, hombre abierto de miras y generoso, no haga cuestión de su lugar en las listas que no parece vaya a ser muy alto. Está por último requetebién que el mismo Garzón exija con fuerza y denuedo la presencia y visibilidad de las siglas de IU en el nombre final de esta unión. Una organización de tanta solera y brillo como IU no puede quedar sepultada en un invento nuevo del tipo “En común Podemos”. Tiene que tener un sitio destacado en el título de la obra.

Desde luego. ¿En qué partido milita Alberto Garzón?

En IU, es público y notorio.

Pero eso es una federación.¿No milita en ningún partido?

Bueno, sí, en el Partido Comunista de España, cosa también pública, aunque no tan notoria.

¿Y por qué no pide que también aparezcan las siglas del PCE en IU y junto con estas en la confluencia con Podemos? ¿Acaso el Partido Comunista de España tiene menos solera y brillo que IU?

Es que IU es una federación de fuerzas políticas y personas particulares, tú lo has dicho, mientras que la unión Podemos – IU es una alianza electoral.

¿Y qué? Eso es irrelevante. Te diré la verdadera razón: el PCE no aparece en IU porque sabe que su solo nombre echa para atrás a los votantes y para engañarlos, para quedarse su voto sin reclamarlo abiertamente para el PCE, lo pide para IU, de la que es sustento, esqueleto y cerebro directivo.

Tampoco es para tanto. Todo el mundo sabe que el PCE está en IU.

¿Seguro? ¿Y sabe todo el mundo que es el que manda en IU? Y ¿por qué no se presenta a las elecciones con sus siglas? El PSOE lo hace.

No vas a comparar ese partido de traidores socialdemócratas con el de los verdaderos revolucionarios transformadores.

Yo no comparo nada. Digo que el PSOE se presenta con sus siglas, sin esconderlas, sin camuflarlas, sin engañar a la gente. ¿Por qué no lo hace el PCE?

Supongo que quiere que lo voten pero sin presentarse directamente a las elecciones.

Eso es exactamente lo mismo que dicen en Podemos de los banqueros: que quieren ganar las elecciones y estar en el gobierno pero sin presentarse a ellas.

Bueno, a las elecciones se presenta como Podemos y como IU.

Pero no se disuelve, sino que sigue siendo el alma de IU o, si me permites el habla llana de mi tierra, el que manda en IU. Y, por lo tanto, votar a IU es votar al PCE que no se disuelve en IU porque quiere mangonear sin correr riesgos. Y votar a Podemos será votar a IU que solo es el disfraz del PCE.

En tu tierra sois algo duro, pero así es.

Pero eso es un engaño, una estafa; es robar el voto a la gente. ¿Y ese robo va a repetirse con Podemos?

Yo no lo llamaría robo. Es táctica prudente. Al PCE no lo vota nadie; por tanto, se viste de lagarterana, o sea de IU; a IU tampoco la votan, así que se pone unos faralaes en Podemos.

Eso es como las matrioskas rusas: la gente vota a Podemos que tiene dentro a IU que tiene dentro al PCE. O sea, como he dicho, votar a Podemos es votar al PCE, al que nadie votaría de presentarse con sus siglas. ¿Es o no una estafa?

Bueno... lo parece pero, en realidad, es una manera de conseguir que la gente vote lo correcto, lo que tiene que votar, lo mejor para España, la democracia, el mundo.

Sí; engañándola. Ese embuste, querido amigo, solo se le ocurre a la "verdadera" izquierda, que ya ves lo que tiene de verdadera y, por tanto, de izquierda. Y tampoco creo que esta vez les salga la estafa de la matrioska.

El vídeo de la conferencia de Matadepera


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Poco a poco van saliendo los vídeos de las últimas intervenciones. Este no esta nada mal. El tema era muy provocador: "El impacto de la República Catalana independiente en Espa, en Europa y en el mundo", uno de esos temas que empujan a reflexionar y a lucubrar sobre cuestiones por venir, no perdiendo la realidad de vista, pero tampoco el deseo y la legitimidad de cambiarla. En fin, espero que mi intervención no resulte pesada ni falta de altura.

divendres, 6 de maig del 2016

De la mentira en política

Dicen los críticos que la política mediática -producto sin duda de la sociedad del espéctáculo- es mala. Es un error. La política es comunicación, y la comunicación depende en gran medida de los medios que la administran. Los políticos deben estar en los medios de comunicación, entre otras cosas, porque, si no están, otros estarán en su lugar, colocarán su mensaje y dejarán el suyo a los pies de los caballos. Si Sánchez y Garzón, que ganan en valoración ciudadana a Pablo Iglesias, estuvieran más en los medios, salieran en tertulias y programas de esos de presentadoras endiosadas, seguramente tendrían mejores fortunas electorales.

Lo que no debe hacerse en política es mentir. Ciertamente si, como piensa Palinuro en la estela de Foucault, la política es la continuación de la guerra por otros medios y en la guerra vale todo, también valdrá mentir. Sin duda. Mintiendo se puede ir muy lejos; se ganan elecciones. Recuérdese cómo ganó el Sobresueldos las de 2011: mintiendo como un bellaco. Pero eso no vale para la izquierda. La izquierda no puede mentir porque se rige por un código ético exigente, se ponga como se ponga doña Esperanza Aguirre que de esto, como de casi todo, no entiende nada. La izquierda no puede mentir porque hacerlo es tratar a los demás como medios o instrumentos para conseguir tus fines y eso no es de recibo pues, para nosotros, los individuos son fines en sí mismos y lo más importante que hay. El mentiroso, como los jesuitas, cree que el fin justifica los medios y está dispuesto a engañar con tal de alcanzar el poder. Y, si lo alcanza, será un tirano.

Viene esto a cuento porque en una entrevista en Radio Nacional, Pablo Iglesias ha reconocido que hablar de la cal viva en el congreso fue un error y no querría repetirlo. Fue más que un error; fue un infundio, una mentira. Y reconocerlo ahora forma parte de otra mentira. La de añadir que le parece un error atacar a los socialistas, cuando es obvio que no ha hecho y sigue sin hacer otra cosa. Del mismo modo corona esta entrevista con otra mentira desvergonzada, la de decir que el sorpasso no trata de superar a los socialistas, sino al PP y que el PSOE es ahora, según los nuevos embustes, un "aliado". El sorpasso fue un intento de los comunistas italianos de ganar las elecciones a la democracia cristiana. Su empleo en España corrió a cargo de Julia Anguita quien expresamente lo configuró como la tarea de que IU ganara al PSOE y le arrebatara la hegemonía. Y Julio Anguita es el gran muñidor de esta operación de "unidad" de la izquierda dejando al margen al PSOE; es decir, una unidad de la izquierda en contra del PSOE.

En sí mismo, este propósito no es condenable. Ya hemos dicho que en la guerre comme en la guerre y si la confluencia IU/PCE y Podemos arrebata la hegemonía al PSOE será porque este se lo ha ganado a pulso por su inoperancia. Carece de sentido reprochar a los comunistas y sus aliados que pretendan alcanzar lo que llevan cien años intentando sin conseguirlo. Hacen bien. El PSOE se ha derechizado tanto que esto es lo menos que puede pasarle. Lo reprochable es que, para conseguirlo, aquellos mientan de forma tan descarada. No, el PSOE no es aliado de Podemos e Iglesias miente cínicamente y con absoluto descaro. Si el PSOE fuera el aliado de Podemos (desde el punto de vista de Podemos) no habrían boicoteado el posible gobierno. Que el PSOE también haya saboteado el intento de ese gobierno es aquí indiferente. Lo que estamos enjuiciando es el recurso de Podemos a la mentira y el engaño. Si el PSOE fuera su aliado, la unión de la izquierda lo habría incluido. No lo hace porque lo que quiere Iglesias, a las órdenes de Anguita, es destruirlo.

En esto de la mentira la izquierda debiera ser más vigilante. Ayer salió IU celebrando por todo lo alto que el 85% de las bases hubiera aceptado el plan de unidad con Podemos propugnado por la dirección. Hasta El País picó en el engaño. Afortunadamente, Infolibre precisó luego que el 85 % había votado a favor pero que era el 85% del 28% del censo, que fue la participación que hubo. Es decir, IU mentía en el porcentaje porque la unión la aprobaba el 24% del censo. Por supuesto, los "verdaderos creyentes" que hay siempre en estas formaciones se apresuraron a señalar que por el "no" había votado el 4%, mucho menos y que el que calla otorga, etc. Posiblemente, pero la mentira es la mentira.

Y no se queda ahí. Aún hay una mentira mayor, al decir que ha votado el 85% del 28% del censo, IU oculta (o sea, miente) cuántos de estos votantes del censo son afiliados-militantes y cuántos simpatizantes. De momento, ese dato sigue sin saberse; o sea, está oculto. Lo que es cierto es que en Madrid votaron 1802 personas, militantes y simpatizantes juntos, lo cual es una cifra ridículamente baja.

No, la mentira no es de izquierda y la izquierda que miente estará muy unida, pero no es izquierda.

La mugre del franquismo

En la sala de exposiciones del Canal de Isabel II de Madrid, una completa de la obra de Paco Gómez, fotógrafo que vivió entre 1918 y 1998. Su hija ha donado todo el fondo de su obra a la Fundación Foto Colectania que exhibe ahora unos 400 trabajos y otros doscientos en cuatro vídeos monográficos: sobre París en los cincuenta y primeros sesenta, Madrid en varios años e Ibiza a primeros de los sesenta. La exposición, titulada Archivo Paco Gómez. El instante poético y la imagen arquitectónica está muy bien, el comisario Alberto Martín hace un gran trabajo, empezando por el título, que es una muestra de una buena capacidad para hacer de necesidad virtud. Porque Paco Gómez, virtualmente un desconocido, no tiene casi nada que lo haga acreedor a grandes alharacas como no sea su tesón casí bíblico en hacer carrera en la fotografía, cosa que no consiguió o que consiguió tan a medias que bien podría decirse a cuartas. El hombre fue fotógrafo autodidacta y se ganaba honradamente la vida con una sastrería en Madrid que había heredado de su padre luego de trasladarse toda la familia a vivir a la capital. 

Así pues, el sastre que, por todo cuanto sabemos, llevó una vida gris y anodina, dedicaba todos sus ratos libres a fotografiar lo que tenía alrededor y trataba de abrirse camino en el mundo de la fotografía madrileña de la postguerra y años posteriores. Y digo "por todo cuanto sabemos" porque sabemos muy poco. La exposición contiene información biográfica del autor pero es muda respecto a un dato que llama la atención. Habiendo nacido en Pamplona en 1918, la guerra civil lo pilló con 18/21 años, una edad muy propicia para hacer algo en tiempos turbulentos. Sin embargo, no sabemos nada de si luchó o no luchó y, si lo hizo, en qué bando. Esa ausencia de información biográfica es una especie de sino y se extiende como un manto a toda su obra que tampoco dice gran cosa. 

Gómez ingresó en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid en 1956, con 38 años. No era ya un chaval. Luego entró o fundó alguna asociación con otros fotógrafos, como "Afal" o "La Palangana", con los que hizo algunas exposiciones colectivas, dos de ellas en París, en la embajada de España, en 1957 y 1962. Trabajaba también como fotógrafo de la revista Arquitectura, del Colegio de Arquitectos de Madrid (de 1959 a 1972), en donde entró poco más que como ilustrador anónimo y acabó consiguiendo que se le reconociera la autoría de sus fotos, ilustró tres libros y eso fue todo lo que hizo en el ámbito público. El resto de su ingente obra, para su contemplación personal y privada.

Y eso es lo que llama la atención: que habiendo fotografiado su país (sobre todo, Madrid, de donde prácticamente, no se movió) su gama de temas es extraordinariamente limitada: calles, gentes anónimas, descampados, tranvías, fachadas destartaladas de casas. La dos series de París en los años 1957 y 1962 dan casi ganas de llorar por lo limitado, convencional y anodino de sus temas; y la de Ibiza en 1962, más ganas de tirarse de los pelos. Al margen de algunas tomas de interés (viejucas de negro sobre fondos enjalbelgados, luz ibicenca restallante) el resto es tan aburrido y nimio como el conjunto de su obra. Sin duda, con los años, llegó a adquirir una gran pericia técnica pero, al parecer, nada en su interior le previno sobre el interés de la época en que le tocó vivir, sobre todo, los años cincuenta y sesenta. Ni rastro de revolución, apertura, desarrollo, nuevos tiempos. Nada. A sus ojos, España seguía siendo el mismo lugar aburrido, gris, cenizo, subdesarrollado que él, obviamente, habia conocido en la postguerra.

A eso se le puede llamar, claro, "instante poético" o, en realidad, pobreza de espíritu y conformismo, como si Gómez hubiera interiorizado el consejo del dictador: "no se metan en política". En política ni en nada. Gómez no tiene una línea específica de trabajo. La exposición agrupa las fotos por temas: retratos, descampados, etc que solo indican que un fotógrafo algo tendrá que fotografiar. Pero no lo que él busca, sino lo que tiene más a mano o a objetivo. Y así, hay una serie de autorretratos, evidencia misma de falta de proyecto, empuje, élan. Hizo cientos de fotos de edificios para resaltar los méritos de los colegiados del Colegio de arquitectos. Su interés reside en los edificios mismos, no en las fotos, unos edificios muy de aquellos años, muchos de ellos de una pretenciosidad estomagante y clara evidencia del poder de los nuevos ricos que aquel régimen inmundo iba produciendo. Alguno, en verdad irrisorio.

Y aquí está el último pliegue del interés de la exposición de Gómez. A pesar de él mismo, su tarea como fotógrafo contumaz de su realidad inmediata, esto es, una sastrería madrileña situada seguramente en el Madrid de los Austrias o cercanías, nos trasmite la imagen de un país en una larguísima y triste posguerra; un país sucio, pobre, miserable, de gentes resignadas por calles mortecinas. El franquismo.

dijous, 5 de maig del 2016

El discurso del centro

Felipe González publica hoy un artículo en El País titulado El espacio de las reformas. Es una pieza moderada, mesurada, genérica, un poco au dessus de la mêlée, con ese aire de estadista reposado y apacible que le ha gustado adoptar siempre y que, en buena medida, aún conserva, a pesar de algunas vicisitudes recientes y no tan recientes que no lo dejan en muy buen lugar. Continúa gozando de gran autoridad entre los suyos y también entre mucha otra gente. No, por supuesto, entre quienes sufren arrebatos de licantropía cuando oyen su nombre y empiezan a ladrar ¡Mr X!, ¡GAL!, ¡cal viva! Pero esas no son personas ecuánimes y entre ellas se encuentran muchas movidas por una mezcla de odio irracional y envidia. Reacciones muy frecuentes en nuestro país y que, sobre todo, afectan a aquellos  que han tenido una ejecutoria brillante y han hecho algo por la colectividad. Son gentes que encuentran esto perfectamente imperdonable y arremeten no solo contra González sino contra todos los que quieran reconocer en él algún tipo de valor, por mínimo que sea. Muy español.

Pues señor, es el caso que, en su artículo, por otro lado no muy bien escrito, con evidentes descuidos e insoportables anglicismos, González quiere huir de la imagen de hombre de partido a base de hablar por alusiones, sin especificar ni concretar nada. Pero ello no evita que, a pesar de sus intenciones, su artículo sea de partido y esté pensado para apoyar al PSOE en estas próximas elecciones. En lo esencial porque es un artículo con un discurso de centro, que es en donde el PSOE está tratando de situarse: un centro con una leve deriva izquierdista, esto es, la imagen tópica del votante mediano español, que suele situarse en un 4,5 en la escala de autoubicación ideológica siendo el 0 la izquierda más absoluta.

Argumenta González la necesidad de ese centro fabricando lo que los especialistas (y, probablemente él también) llaman con total impropiedad un maniqueo, esto es, dos opciones extremas (que, en el fondo, se intercambian favores) y enfrentadas que, de imponerse, causan males sin cuento. Es el aquilatado discurso del centro o del justo medio aristotélico que goza de gran veneración entre todos los pensadores y teóricos conservadores a la par que liberales desde los tiempos del estagirita. En verdad, sin embargo, ese centro hipotético no ha existido nunca ni existe hoy como ubicación objetiva, impersonal, con la que las gentes puedan coincidir sino que es un lugar imaginario inventado por el que se atribuye el conocimiento para saber cuándo y cómo los demás incurren en uno de esos nefandos extremismos. Era un privilegio cognitivo que se atribuía Stalin, quien detectaba "desviaciones izquierdistas-trotskistas" en unos o "derechistas-bujarinistas" en otros sin que ellos pudieran nunca entender de qué iba la acusación. Era indiferente: con su acendrado sentido de la igualdad comunista, Stalin los hacía fusilar a todos.

No está sugiriéndose aquí, líbrennos los dioses, que haya algún vínculo entre González y Stalin, al menos no con la claridad con la que él establece lazos entre los independentistas catalanes y los nazis. Simplemente se pretende señalar que esa aparente facultad crítica (de krinein, "separar", "discernir", en griego) no está tan clara como puede parecer. Allá por los años de 1920, como una especie de adelantado gonzalesco, Lenin escribía uno de sus incendiarios panfletos, El izquierdismo, enfermedad infantil de comunismo. En 1968, Daniel Cohn-Bendit le enmendaba la plana con otro titulado El izquierdismo, remedio a la enfermedad senil del comunismo. Ya se ve, pues, que esto de encontrar un centro objetivo, distinto de la voluntad del líder que dice que el centro es él, como el Estado era Luis XVI y el milagro José María Aznar, es cosa harto complicada.

Además de ser impreciso, el discurso centrista de González no es acertado. Es fácil, sí, contraponer el izquierdismo de Podemos al inmovilismo del PP (aunque no nombre a ninguno de los dos) y fabricarse una posición equidistante. Es fácil, falaz e injusto. En primer lugar el "inmovilismo" del PP no es tal sino un feroz ataque ultrarreaccionario, catolicarra y neofranquista contra los derechos de los trabajadores y los más débiles en general, protagonizado por una banda de ladrones. En segundo lugar, apareció mucho antes que Podemos, ya en noviembre de 2011. Podemos, por su parte, ha aparecido mucho después y como respuesta a la necesidad que experimentan los sectores sociales agredidos de defenderse, a la vista de la inactividad, la complacencia, cuando no la complicidad del PSOE con el ataque de los neofranquistas.

Otra prueba de esta falta de razón y de este juicio erróneo de González se observa en sus consideraciones sobre Cataluña, a la que tampoco menciona. Después de haber hecho mangas capirotes en los últimos años con sofismas inadmisibles sobre el derecho de autodeterminación de Cataluña y su condición nacional, González ignora que el acelerón hacia la independencia que han experimentado los catalanes ha sido resultado de la actitud recentralizadora y estúpidamente catalanófoba del PP. Venir a estas alturas con ofertas de reformas constitucionales para detener el proceso independentista es algo lamentablemente obtuso y anacrónico. Aquí se necesita algo más que una reforma constitucional. Los catalanes no quieren vivir al albur de que una mayoría pasajera dé un poder absoluto a un partido de bribones dispuestos a asaltar Cataluña y por eso, ahora, quieren irse. Dé una vuelta el señor González por Cataluña y advierta lo absurdo de su pretensión.

Añádase a todo lo anterior que el ánimo centrista de Felipe González no es en modo alguno el de Pedro Sánchez, mucho más anclado en la derecha del una, grande, libre.

La conferencia de Valladolid

Una asistente, Beatriz Castañeda, a la conferencia de Palinuro en la Facultad de derecho de Valladolid hace unos días ha subido al boletín de la Universidad vallisoletana un resumen de mi intervención. Con algún que otro error terminológico y conceptual y la inevitable simplificación de cuestiones a veces enrevesadas, propio de los apuntes y notas en estas ocasiones, la verdad es que el resumen está bastante bien, refleja lo que dije y, a falta del streaming, da una idea del contenido de la conferencia que también reproduzco aquí:

“España nunca ha sabido lo que es. El problema de la organización territorial de nuestro país está ligado a la conciencia española”, comenzó diciendo Ramón Cotarelo García, politólogo y escritor español que protagonizó otra conferencia de las Jornadas ‘Proceso Constituyente: Caminando hacia una nueva constitución’, organizadas por Ateneo Republicano en la Facultad de Derecho. El pasado 20 de abril y bajo esta afirmación, realizó un recorrido por la historia española para concluir que el problema, aún sin resolver, de la organización territorial parte del desconocimiento de lo que comprende y abarca el Estado Español.

Ramón Cotarelo, catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), es autor de numerosas obras, como Del Estado del Bienestar al Estado del Malestar. Además es ciberactivista, con más de 36.000 seguidores en Twitter, y protagoniza un blog de crítica política titulado Palinuro.

El politólogo comenzó la conferencia ‘Organización territorial e instituciones regionales’ lanzando a los asistentes una pregunta que se antoja vital a la hora de dividir el territorio español: “¿Cuándo empieza España?”.

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De la fuerza de Viriato a la derrota de Napoleón

Los historiadores tienden a localizar la fecha de nacimiento de España siglos atrás. Personajes como Viriato, Séneca o Pelayo son comúnmente designados bajo el adjetivo de españoles. “España, patria de emperadores”, comenta con sarcasmo Cotarelo. Sin embargo, ni el territorio ni la civilización predominante en aquellas épocas coincide con lo que hoy creemos considerar como “nación española”. Además, no consiguen ponerse de acuerdo en la fecha exacta en la que puede considerarse a España como tal.

A pesar de ello, el politólogo observa una coincidencia en los análisis de todo historiador: España y catolicismo están unidos. Cotarelo pone de ejemplo el imperio de Al-Ándalus para afirmar que, a pesar de que todos los personajes que los preceden son considerados españoles, los islamistas que coparon nuestro territorio durante más de 800 años no pueden serlo, es inimaginable. “Somos un país gobernado por los curas”, resume. Por tanto, la creencia común de que España comienza con los Reyes Católicos también es desmentida por el conferenciante, quien recuerda la cantidad de reinos que ocupaban la península en aquella época. “¿En nombre de quién navegaba Colón? De Castilla, no de España”, reitera.

La época más tardía entre los historiadores para fechar el nacimiento de España es la Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812. “Ahí sí estábamos todos”, bromea Cotarelo. Es entonces cuando nace la idea de nación, término que proviene en realidad del lenguaje francés. “Menuda nación que tiene por nombre un término del enemigo”, reflexiona el politólogo. Para los franceses, nación ampara que son libres e iguales, no esclavos. El conferenciante cita entonces el artículo 12 de La Pepa, en el que se define a la religión católica como la única religión oficial del Estado, para afirmar que el concepto de nación español poco tiene que ver con el francés al que imita. Desde aquella constitución firmada en 1812, todas han dotado de primacía a la religión católica y la han eximido de pagar impuestos. “No tienen dinero en Panamá, toda España es Panamá”, comenta con amargura, “si esa es una nación no es mi nación”.

Entonces Cotarelo rememora la Constitución de Bayona como la primera que hubo en España, a pesar de que pocos historiadores hablen de la misma. En ella se establece la separación de la Iglesia y el Estado y era válida también en América. Pero no es la única que incluye territorios que ya no son considerados españoles en la actualidad, desde la constitución de 1812, que incluía en su territorio ambos hemisferios, el tejido territorial español no ha dejado de variar. En todas las constituciones españolas ha sido necesario especificar “¿qué es ser español?”, algo que en la mayor parte de países es inconcebible. “Así llegamos al siglo XX: no sabemos qué es España, no sabemos cuál es su origen”, afirma Ramón Cotarelo.

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La Solución de la Segunda República

Tras el desastre del 98, España sigue sin saber cuáles son sus dimensiones. En la sociedad española se traslucían reflexiones como aquellas que manifestaba Ortega y Gasset en las que se preguntaba qué pasaría si los españoles seguían perdiendo territorios como había ocurrido con Cuba. En el seno de estas preocupaciones, llega la Segunda República.

En la constitución de 1931 se declara que España es un Estado Integral, lo que suponía que determinadas regiones gozaban de Regímenes de Autonomía. Es entonces cuando Cataluña proclama el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Sin embargo, tras el golpe de estado franquista se instaura una dictadura centralista en la que incluso hablar en otra lengua distinta al castellano estaba penado. “Los catalanes llevan intentado lo mismo que hicieron los cubanos desde el siglo XIX”, comenta Cotarelo.

La soluciones de la transición

Tras la dictadura franquista se firma de nuevo una constitución, la Constitución de 1978, que el monarca impuesto por Francisco Franco no juró nunca por haber jurado previamente los principios del Movimiento Nacional. “Nos hizo tragar la Monarquía sin una consulta porque, de lo contrario, no teníamos opción de disfrutar de libertades ni de partidos políticos”, recuerda con indignación el conferenciante.

La Constitución de 1978 consigue resolver el problema porque, entre sus redactores, no se hallaba ningún vasco y tan solo dos catalanes. De esta forma, se divide el territorio español sin tener una representación total de toda su ciudadanía. “El Estatuto de las Autonomías está en crisis desde que empezó”, afirma Cotarel.

Y esto nos lleva hasta la situación actual. Una España en la que el problema territorial sigue sin estar resuelto. Una España en la que regiones como Cataluña ya han iniciado un proceso de independencia. Y, a pesar de que el Tribunal Constitucional se haya abogado el derecho a decidir qué es una nación y qué no lo es, Cotarelo recuerda que Cataluña tiene un gobierno con una hoja de ruta “clarísima” y con apoyos en el extranjero donde “son top priority en todas las cancillerías”. Además, el Tribunal Internacional ya ha determinado, en ocasiones anteriores, que no se encuentra nada en el Derecho Internacional que impida una declaración unilateral de independencia. “Así que, cuando están gentes dicen muy felices: ‘¿a dónde van con una declaración de independencia?’, que sepan que van muy lejos”, resume Cotarelo.


Una Convención Constitucional

“Viendo el panorama español actual, solo cabe hacerse una pregunta: ¿qué hacemos para evitar la independencia de Cataluña? Porque, no sé qué pensarán ustedes, pero yo no quiero que Cataluña se independice, yo quiero que puedan ejercer su derecho a la autodeterminación. No quiero formar parte de una nación que obliga a otra nación a formar parte de ella en contra de su voluntad”, comienza diciendo el conferenciante antes de proponer su solución para evitar que se produzca tal evento.

Para ello, propone hacer a los catalanes una oferta, una oferta que debe pasar por el inicio de una república en España, dado que los independentistas son, antes de nada, republicanos. Sin embargo, dadas las condiciones actuales de la política española, el conferenciante ve poco factible que esto se produzca pronto. “No se cuál de las dos repúblicas será antes, pero a la primera que haya yo me apunto, yo cruzo el Ebro. Yo soy nacionalista español, pero antes que eso soy republicano. Quiero ser ciudadano, no súbdito”, reivindica.

Establecida esta condición, Cotarelo propone comenzar una convención constitucional de carácter territorial donde todas las naciones del pueblo español puedan decidir dónde y cómo desean vivir. “Pido una federación, aunque no me importa una confederación. Lo único que tengo claro es que el Estatuto de Autonomía está muerto”, afirma. Por último, con la mirada firme y desafiante que lo ha gobernado durante toda la conferencia se despide de los asistentes diciendo: “Confío en que los catalanes quieran quedarse, pero voluntariamente, porque, si no es así, ni ellos ni la gente como yo lo vamos a permitir”.

dimecres, 4 de maig del 2016

Llámenlo como quieran, pero háganlo

Lo que estamos vislumbrando en este nuevo período electoral es otra de esas estupideces históricas que perpetra habitualmente la izquierda española. Es una historia vieja, cansina y produce hastío recordarla pero no queda otro remedio. Aunque los tarugos al frente de las organizaciones izquierdistas lo ignoren, el resultado de la consulta del 26 de junio va a afectar a mucha, muchísima gente que no tenemos culpa de nada y mucho menos de padecer estos descerebrados de dirigentes.

La izquierda a la izquierda del PSOE quiere unirse. Al margen de que lo consiga o no, esa unión deja fuera expresamente al PSOE. Como sabemos, el argumento que quiere justificar este dislate es que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierda o algo así. Una actitud cuya obstinación en el error muestra bien a las claras la mala fe de la que parte. Ese diagnóstico de que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierdas parte de una supuesta "verdadera" izquierda, el PCE, disfrazado de IU, que se autodesigna "izquierda transformadora" pero que desde que nació, hace treinta años, no ha transformado literalmente nada y no ha hecho nada salvo hablar sin parar. A ese profundo análisis se suma ahora Podemos con la misma mala fe; o peor. Se renueva así el viejo cainismo de las izquierdas españolas, que se remonta a sus orígenes y ha dejado episodios tan vergonzosos como la masacre de mayo de 1937 en Barcelona, el episodio de la entrega de Madrid por Casado en 1939, la pinza del PSOE y la UCD contra el PCE en 1977-79 y la del PP e IU/PCE contra el PSOE en los años noventa.

Frente a esos fainéants verbosos, el PSOE, con veintiún años de gobierno a las espaldas, ha hecho mucho y de todo: bueno, regular y malo. Como siempre en la vida. Y entre personas normales habrá discrepancias acerca de si prima lo malo sobre lo bueno o a la inversa; lo que no suele darse, insisto, entre personas normales, es hablar de algo complejo -el PSOE en este caso- ocultando lo bueno y contando solo lo malo. Eso es un juicio de obvia mala fe. Así, el discurso de la cal viva de Pablo Iglesias -aventajado discípulo de Anguita- quedará como ejemplo de su ruindad moral y su inopia mental. El caso es que, además, no cabe responderle con un clásico "y tú más" porque este manojo de supuestos izquierdistas transformadores no ha hecho nunca nada, no se ha estrenado; ni meter la pata ha podido. Su posición consiste en atacar con juego sucio al otro partido de la izquierda y hacer creer que si, por casualidad, alguna vez llegaran a gobernar, ellos no harían nada mal, serían perfectos.

Esa alianza que se traen entre manos, que más parece contra el PSOE que contra el PP, no conseguirá ganar las elecciones, pero sí que no las gane aquel que, en el fondo, es lo que muchos de estos narcisistas pretenden. Y por eso mismo serán responsables de otros cuatro años de esta derecha ladrona, antipopular, ultrarreaccionaria y catalanófoba. A ellos no parece importarles porque se darán por satisfechos si consiguen unos votos más que el PSOE y, además, tendrán sus escaños, bien por una, bien por la otra formación y podrán seguir haciendo lo único que hacen y sin mucha soltura: hablar.

Pero la gente lo vamos a pasar muy mal con un gobierno del PP con otra probable mayoría absoluta. Realmente mal a manos de esta banda de malhechores.

Por eso y porque la responsabilidad por la desunión de la izquierda toca a todos, ¿que tal si nos dejamos de miserias, envidias, rencores, egolatrías, sectarismos y oportunismos y formamos ya un frente popular de toda la izquierda, desde el PSOE hasta IU con referéndum incluido que permita que voten a su favor los independentistas catalanes? ¿Que da miedo el nombre de Frente Popular? Pónganle el nombre que quieran pero vayan todos juntos a las elecciones con un programa común que será ganador, como siempre que la izquierda ha conseguido esta unidad. Ya tendrán tiempo más tarde de dirimir la estupidez esa del sorpasso, pero no dividan a la izquierda por enésima vez. No le entreguen el poder a la derecha entre engoladas frases revolucionarias. Y lo mismo para el PSOE: deje de hacer el juego a la derecha, recupere su esencia socialdemócrata, entérese de que vive en el siglo XXI, organice un referéndum en Cataluña como han hecho en el Canadá y en Escocia sin que se hunda el mundo. Un frente unido de toda la izquierda es lo único que garantiza punto final al gobierno de la derecha.

Pierdan unos el rencor y otros el miedo y entiendan que están al servicio de la gente, que no quiere otro gobierno de la banda de ladrones.

Las elecciones de junio en Cataluña

Mi artículo de hoy en elMón.cat versa sobre las próximas elecciones de junio desde la perspectiva catalana, una perspectiva muy conveniente porque, guste poco o mucho a los españoles, ha sido uno de los elementos esenciales, si no el esencial, a la hora de convocarlas, ya que los 17 diputados independentistas no tenían fuerza para imponer gobierno alguno, pero sí para tirarlo.

Ante unas elecciones al Congreso español, lo primero que se plantean los independentistas es si ir o no. Al fin y al cabo, no es su parlamento y la vía Claver tiene sus encantos. Pero no es conveniente. Mientras las decisiones que se adopten en el Parlamento español obliguen directamente a Cataluña, no es sensato ausentarse. Además, la vía Claver solo sería efectiva si la siguieran todos los partidos catalanes, incluidos los no independentistas, cosa imposible.

Luego queda la cuestión de si los partidos de Junts pel Sí debían comparecer juntos o por separado. Creo que es más sensato que lo hagan por separado, aunque manteniendo un programa común. Pero admito que hay buenos argumentos para postular una lista unitaria.

La versión castellana, aquí:

Elecciones españolas a la vista
Ramón Cotarelo

Las elecciones nuevas en España son una buena piedra de toque en Cataluña por dos motivos. En primer lugar, sirven para calibrar la posibilidad de algún grado de acuerdo con los partidos españoles en lo referente a Cataluña. Es un análisis pasada la fiesta, pero muy ilustrativo. El fracaso a la hora de llegar a un pacto de gobierno deja una experiencia: la oposición de los partidos dinásticos al referéndum catalán llega al extremo de renunciar al gobierno a cambio de que no se produzca. Si el PSOE hubiera aceptado negociar un referéndum en Cataluña, la combinación PSOE, Podemos, IU hubiera obtenido la investidura con los votos de ERC y DiL. Pero los socialistas prefirieron ir a nuevas elecciones antes que buscar una fórmula de acuerdo con el independentismo catalán. La derecha nacional-española no se lo agradecerá y la decisión del PSOE parece apuntar en la dirección de su progresivo hundimiento. Algo previsible en el cuadro de la decrepitud del sistema de la tercera restauración y que demuestra por enésima vez que no hay diferencias entre los partidos españoles en referencia a Cataluña.

En segundo lugar, las elecciones plantean una cuestión específicamente catalana. Vuelve a hablarse de la “vía Claver” y sin duda alguien recordará que, en el momento de tomar posesión de sus actas tras las elecciones del 20 de diciembre pasado, algún diputado catalán independentista dijo que sería la última vez que participarían en unas elecciones españolas. Parece que no será el caso. La misma dificultad que había en 2015 para abstenerse o boicotear las elecciones al Congreso de los Diputados la hay en 2016. Mientras las decisiones que se adopten en ese Congreso afecten a Cataluña, abstenerse equivale a hacer dejación de responsabilidad. Si, además, la hipotética vía Claver solo es seguida por unos partidos pero no por otros, la dejación de responsabilidad se convierte en un acto de hostilidad hacia el proceso independentista porque aumentará la representación catalana unionista en el Congreso con las consecuencias que cabe suponer.

De momento la vía Claver es impracticable y hasta la propia CUP quizá hiciera bien replanteándose su política de abstencionismo en las elecciones españolas. Estando en el Parlamento de la Comunidad Autónoma, se echa de menos su voz en el Congreso. La cuestión es siempre la misma con la vía Claver: o todos o ninguno, porque si solo la practican algunos, otros, los unionistas, hablarán en nombre de todos

Una vez aceptado el hecho de que, de momento, hay que seguir participando en las elecciones españolas, la cuestión siguiente para el independentismo fue si hacerlo en una sola lista o en más. Tras algún tira y afloja, CDC parece haber aceptado que no habrá lista única. A primera vista puede considerarse un retroceso o una debilidad pero, si bien se ve, la lista única tiene ventajas e inconvenientes que deben sopesarse, según hacia dónde se mire. Si se mira hacia el Estado español, presenta la ventaja de un frente único que condiciona cualesquiera posibles negociaciones que puedan entablarse ya que los distintos partidos saben que lo que tendrán enfrente será un bloque y no una alianza más o menos quebradiza. Lo que sucede es que, para que eso se dé, no hace falta lista única; basta con que las dos formaciones de Junts pel Sí mantengan unidad de acción en el Congreso en todo lo relativo a Cataluña.

Si se mira hacia Cataluña, la lista única tiene la desventaja de que desdibuja las naturales diferencias y matices entre los aliados de Junts pel Si y deja un campo muy amplio al voto de izquierda, tanto independentista como no independentista. Por no suscribir las posiciones de la derecha neoliberal, este voto basculará hacia la oferta que finalmente cuaje en torno a En común-Podem, una opción de una ambigüedad bien clara en cuanto al proceso independentista que aumentará su presencia en Madrid.

A pesar de lo que repiten todos los aparatos de agitación y propaganda de todos los partidos españoles sin excepción, las elecciones de junio son la prueba del naufragio de un sistema en crisis y sin alternativas. Y el territorio principal en que se manifiesta esta crisis es precisamente el único en el que se ha articulado una oposición seria al régimen oligárquico español: Cataluña. Los españoles tienen que volver a las urnas porque sus partidos políticos son incapaces de encontrar una respuesta al proceso catalán.

Y en junio descubrirán que siguen sin encontrarla porque, si no se reconoce el derecho de autodeterminación de Cataluña, no la hay.

dimarts, 3 de maig del 2016

El ojo del artista

El otro día, en la Rambla, por Sant Jordi, tuve ocasión de firmar un libro al hombre que se ve en la foto, Joan Safont, un fotógrafo de Mataró. Además, había quedado con él en que próximamente iría a su ciudad a una xerrada de esas que tan gratas suelen ser. Lo que no suponía entonces es que Joan haría de aquel encuentro casi fortuito, impregnado de mutua simpatía, una obra de arte, una filigrana, titulada l'homme que entén als catalans , una mezcla extraordinaria de texto e imagen que me ha dejado literalmente patidifuso, sin saber casi qué decir fuera de agradecérselo efusivamente. Las fotos son extraordinarias, son retratos hechos con un ojo de águila espiritual. No exagero si digo que Safont me ha descubierto a mí mismo. Y en cuanto al texto, me quito el sombrero que, en mi caso es literal porque suelo llevarlo y no acostumbro a quitármelo. Si mis pobres escritos producen el efecto que Joan describe, ¿qué más puede demanar un lletraferit?

Estic aclaparat i molt orgullós. Moltes gràcies Joan. Ens veiem a Mataró.

No hay a quién votar

Hoy quedarán disueltas las cámaras de la legislatura más breve de la tercera restauración. Un buen momento para hacer un balance.

Lo primero que debe decirse es que hay elecciones nuevas por el fracaso de los partidos a la hora de llegar a algún acuerdo. Toda la retórica sobre el mandato recibido del electorado que obliga a buscar una solución queda en nada en cuanto esa solución presenta dificultades y no facilita el acomodo de los candidatos en los puestos y cargos que ambicionan. Por supuesto, los partidos jamás reconocerán ese fracaso y, no pudiendo convertirlo en un triunfo sin incurrir en ridículo, prefieren "pasar página", como suelen decir, sobre todo si les quema en las manos y "mirar al futuro", otra de las frases hechas con las que abusan de nuestra paciencia, junto a la de la "mano tendida" y la "dejarse la piel". Topicazos que revelan el bajísimo nivel intelectual de esta caterva de parlanchines.

Pero no hay que dejarles creer que se han salido con la suya. Si estamos así, si tenemos que repetir las elecciones, consumir recursos, gastarnos unos 160 millones de euros (que no tenemos) en el proceso completo es por su incompetencia. Y debieran pagar por ello. Palinuro ya propuso que se impidiera a los cuatro candidatos presentarse a las elecciones de nuevo en justo castigo. Pero es obvio que no sucederá algo tan razonable porque, en definitiva, esta es una democracia de partidos, en la que las decisiones las toman los partidos y, dentro de ellos, sus líderes, digan lo que digan sobre primarias, terciarias, círculos, polígonos, congresos o monsergas. Mandan cuatro o cinco que son incapaces de entenderse y las consecuencias las pagamos los electores. En sentido literal. De nuestro bolsillo.  Ninguno de estos incompetentes corre riesgo alguno pues, por el sistema electoral y la organización de los partidos tienen asegurado su puesto sea cual sea el resultado.

En ese fracaso todos tienen su parte de responsabilidad. La obstinación del presidente de los sobresueldos por mantenerse en el cargo a toda costa, a pesar de su responsabilidad obvia en el gatuperio de ladrones y sinvergüenzas que es la política institucional allí donde está el PP en el poder es representación evidente de la indiferencia, la hostilidad de la derecha neofranquista a las formas democráticas.

Pero esas son las andanzas de la derecha. A Palinuro le interesa más el análisis de las vicisitudes de la izquierda por lo que se mencionará al final. Y ese análisis es despiadado: no ha habido unión de la izquierda porque a los dirigentes no les ha dado la gana. Prescindamos de delicadezas ridículas: Podemos no ha pactado con  el PSOE porque no quiere. El espíritu de la caverna anguitiana, que tiene mesmerizados a estos dos jóvenes incautos, Garzón e Iglesias, ve que, con un poco de suerte y una ayuda de los propios socialistas en sus trifulcas internas, puede conseguir el sorpasso, que es lo que lleva treinta años intentando. Por fin el sorpasso. Lo más probable, si tal cosa se da, será que la izquierda dividida sucumba ante la derecha y que haya cuatro años más de un gobierno reaccionario, antipopular, hecho de ladrones y sinvergüenzas. Pero eso no importa gran cosa a los de la "verdadera" izquierda porque, como hemos dicho, ellos personalmente tendrán sus puestos garantizados. Y fue así. No hubo pacto porque Iglesias, inspirado por Anguita, no quiso. La alianza del PSOE con C's era una pura excusa, como fue una pura excusa las tres ridículas objeciones que los socialistas pusieron al escrito de Baldoví del último momento. Si el PSOE hubiera aceptado las treinta, tampoco habría habido coalición porque lo que se buscaba era dinamitarla.

A su vez, el PSOE, en quien cabe suponer una mayor voluntad pactista, a tenor del acuerdo con C's, tampoco llegó a un pacto de izquierda porque no le dio la gana. La oposición al referéndum catalán es otra miserable excusa que no se hace más verosímil por el hecho de que se la presente como una condición impuesta por los barones. Un puro cuento. Si de verdad el PSOE hubiera querido un acuerdo de izquierdas, hubiera aceptado negociar un referéndum consultivo en Cataluña que, de todas formas se celebrará, digan lo que digan los donpelayos de vía estrecha. La coalición PSOE, Podemos, IU, con el voto favorable de ERC y DiL, en total 179 escaños, hubiera desbloqueado la situación, garantizado un gobierno de izquierda y abierto un tiempo nuevo en la paralizada política española, lleno de posibilidades en todos los sentidos. Pero no hubo lugar por lo que no puede sino entenderse como falta de decisión, de coraje, de clarividencia de la dirección socialista. Es acorde con el espíritu timorato ante sus huestes y sumiso a la derecha que viene caracterizando a este secretario general, fiel reproducción del otro anterior, tan fracasado como él. Es decir, así como la alianza fue imposible del lado de Podemos por la mala fe anguitista de su dirección, también lo fue del lado socialista por la cobardía y la falta de visión de su dirección, encastillada en un nacionalismo español zarzuelero. 

O sea, no hubo pacto de izquierdas porque ninguna de las partes quiso. Y ese fracaso es la sombra que ahora se proyecta sobre estas elecciones. Los vaticinios no pueden ser más siniestros: baja participación, buenos resultados del bloque de la derecha, beneficiario directo de la desunión de las izquierdas. Y disculpe el lector si no pierdo ni medio segundo con los inevitables maestros ciruelos, esos que subidos en el dogma más acartonado cuestionan la condición de izquierda del PSOE con el único resultado permanente de favorecer el triunfo de la derecha.

Tampoco dedicaremos mayor atención a los cálculos electorales, de los que ya rebosa la prensa. Su examen produce verdadera desesperación porque, ¿de qué sirve que una izquierda gane a la otra, la otra a la una o las dos se queden igualadas si gobierna la derecha y probablemente con mayoría absoluta?

Ya sé que a los dirigentes de los partidos de la izquierda este tipo de consideraciones les traen sin cuidado, pero cerraré este post con una reflexión que a lo mejor les da que pensar: ¿saben ustedes cuál es una de las más poderosas razones de la esperada abstención en la izquierda? Que nos tienen ustedes hartos con su demagogia barata, su falta de empatía y su insinceridad y que, además de hartos, estamos indignados porque ninguno de ustedes configura una opción digna de voto.  Habrá abstención porque un sector muy importante de electores de izquierda no tiene a quién votar.

dilluns, 2 de maig del 2016

La izquierda y las elecciones

Empieza bravo Sánchez. "Nunca" es término sin término y la política está llena de "nuncas" que duraron horas. Nunca digas nunca y aun eso es discutible. Se entiende la motivación de Sánchez: dejar claro en dónde está.

Pero es igual. Quienes dicen que el PP y el PSOE son iguales seguirán diciéndolo porque no les interesa, conocer la verdad, sino lo que pueden hacer en ella.La negativa además de formal es de contenido: el PSOE nunca pactará con el PP. 

Estas elecciones no se quitarán fácilmente el estigma de haber sido evitables. En realidad, ninguno de los partidos las querían y han acabado en coincidencia total en el predio electoral. Da la impresión de que en el PSOE están tomándose las nuevas elecciones como una obra clásica con interpretaciones variables, lenguajes distintos.

El PSOE parece luchar por su supervivencia en condiciones muy hostiles, tanto en el orden interno como en el de la acción externa. Cuatro años de gobierno autocrático de la derecha neofranquista, con un PSOE ausente como oposición no son una ayuda para visualizar la presencia socialista. 

Además, los socialistas tendrán que rejuvenecer su discurso. Esto es más fácil de decir que de hacer. Por rejuvenecer habrá que entender algo distinto de las cuestiones económicas pues se requiere una sociedad muy abierta y capaz de recibir e integrar multitud de simbolos. Sin un discurso renovado que lo haga visible en muchos aspectos de la sociedad, el PSOE encara su próxima desaparición.

La suerte de la izquierda a la izquierda del PSOE despierta mucho interés mediático. El elemento esencial es la unión de Podemos con IU dentro de una contexto de otras izquierdas nacionales. Las relaciones de IU y Podemos tienen mucha carga de experiencias pasadas que van a condicionar el presente. Resucita la vieja ilusión anguitiana del Sorpasso. Ese es un dato esencial que explica muchas cosas, por ejemplo, por qué no ha habido generalmente alianzas de PSOE con IU. La finalidad de IU no era derrotar a la derecha sino al PSOE. Est debilitaba mucho a la izquierda y por ello gobernaba la derecha. Es la pauta de lo parece ahora mismo; no de lo que es.


diumenge, 1 de maig del 2016

Vaticinios a go go

Camino de las nuevas elecciones tras el fracaso de los partidos en las negociaciones, nadie sabe qué pueda pasar porque se dan demasiadas novedades, porque no hay precedentes, porque el contexto es radicalmente nuevo, porque el sistema en su conjunto ha cambiado ya profundamente. Es más, muchos sostienen que no pasará nada (entre ellos, en cierta medida El País), y que todo seguirá como hasta la fecha, lo cual, desde luego, no es una posilidad absurda en sí misma. Los seres humanos somos imprevisibles porque si fuéramos previsibles, no seríamos seres humanos.

Entrando en un terreno específico, en el concreto que nos presenta El País, lo más llamativo es la seguridad con que se afirma que va a pasar lo que el común de la gente juzga que va a pasar, esto es que aumentará la abstención. Y lo subsiguiente: que ello beneficia más a la derecha, otra píldora de saber convencional. Igualmente se afirma que el PP mantendrá su liderazgo y que la suma aritmética de los votos de IU y Podemos producirán el ansiado sorpasso. Todo muy razonable, sosegado, tranquilo... y tan probable como lo contrario. Lo único que este posible contrario tiene en su desfavor es precisamente que las empresas demoscópicas estén vaticinando un resultado, no con el fin de describir una realidad que se encuentren, sino de crearla. 

¿Por qué va a votar cerca del 30% del electorado por la banda de malhechores que gobierna? Por nada, obviamente, y es probable que no lo haga. El partido responsable de este desastre en todos los órdenes de la vida, presenta como candidato al presidente en funciones. Como si se hubiera bañado en las aguas del Jordán y no fuera ahora el mismo personaje inenarrable, mezcla de estupidez, arrogancia y corrupción y responsable último de esta catástrofe en que se encuentra la gran nación.

Pero lo más llamativo es el pronóstico de que los votos sumados de IU y Podemos superarán a los del PSOE, lo cual preanuncia el ansiado sorpasso anguitiano, alfa y omega de la existencia de este cómico personaje. Este logro, de darse, dejaría al PSOE a un paso de la extinción, motivo por el cual, el partido del primer y verdadero Pablo Iglesias, necesita revalidar y, a ser posible, mejorar sus resultados del 20 de diciembre si el aspirante Sánchez quiere seguir en su puesto.

Estos anticipos son tan razonables y de sentido común que hieden a falsos a la legua. Y ¿en qué reside su falsedad? En que no han contado ni una vez con el cambio de actitud del electorado.Se dice con frecuencia que la irrupción de los partidos emergentes y el cambio en el sistema de partidos alterará mucho el la forma y el fondo de la interacción política. IU, maltratada en su día por Iglesias, se toma ahora la revancha y, sabiéndose cada día más fuerte, se atreve a poner condiciones al amado jefe de Podemos. Frente a eta recuperacion del espíritu crítico el propio Podemos toca con sordina porque sabe que tiene ante sí un descenso considerable de votos por su actitud arrogante y necia.  De ahí que vaya en coalición con los comunistas del más oscuro pasado, bajo la advocación del septuagenario líder a quien otorga la condición de intelectual orgánico. Trata de conseguir el triunfo de una causa ambigua cuyo principal defecto consiste en que lleva la derrota en el comienzo mismo de la victoria.

Por último, tampoco el destino del PSOE está escrito y, como el de los otros dos, será lo que sus dirigentes quieren que sea. Los dirigentes, a su vez, aparte de pelearse entre sí para garantizar la continuidad de los restos del PSOE solo tienen una posibilidad de mantenerse haciendo frente a la mala fe de Podemos. El juego sucio de este consiste en asegurar que su lucha es contra el PP contando con el PSOE como aliado, lo cual es falso. Su verdadero adversario es el PSOE. El PP, en cambio, lo que los estalinistas llamaban un aliado  "objetivo".

En términos genéricos y periodísticos, hasta puede volver el bipartidismo.

La República catalana

Cuando quieras saber cómo van las cosas, qué fuerza tienen los programas, los partidos, que apoyos las opciones, no vayas a las ciudades con cientos de miles o millones de habitantes porque no son buenos indicadores. En las grandes urbes, en las megalópolis hay siempre infinidad de gente aburrida, ejércitos de ociosos que no tienen nada que hacer y a quienes basta a veces una convocatoria en un día de sol para que te llenen una plaza, un parque o una gran avenida. Pero su asistencia no querrá decir casi nada. Hubieran ido de mejor grado a un partido de fútbol o un concierto. No es difícil dirigirse a una muchedumbre en las ciudades. Una mínima organización, una convocatoria atractiva, algún interés añadido como una banda de música, y tendrás una asistencia numerosa, nutrida. Si verdaderamente quieres saber cómo están las cosas, qué posibilidades tienen las distintas propuestas, ve a las ciudades pequeñas, a los pueblos, averigua cuánta gente acude a las convocatorias. Si no va nadie o lo hace muy poca gente, si la asistencia es mínima, no auguro buen futuro a la causa que defiendas. Es la movilización en las pequeñas poblaciones, en los pueblos, la que nos da la medida del apoyo a una causa.

La independencia de Cataluña moviliza a la gente en los pueblos de una forma constante. He celebrado actos, reuniones, conferencias en muchos pueblos catalanes, del interior y de la costa, más industriales, más agrícolas, más comerciantes y siempre me he dirigido a auditorios muy numerosos. La gente, la sociedad en su conjunto, está muy movilizada. Supongo que muchos de los asistentes podrían estar en otros lugares, quizá paseando por la sierra o por el monte o montando en bicicleta, pero el hecho es que acuden a las convocatorias de la Assemblea Nacional Catalana, llenan los locales a rebosar, atienden a conferencias y escriben en twitter sobre el acontecimiento. Y luego, otras viralizan.

Los dos últimos actos a que ha asistido han sido en localidades medianas o empequeñecidas con población media o muy escasa. Sin embargo, en los dos lugares la asistencia muy concurrida. No hay otro tema en Cataluña que suscite tanto interés. Nada parecido es posible en España. El apoyo al independentismo es masivo en el Principado. Esto no es una ventolera ni una moda pasajera. Responde a una voluntad generalizada y claramente expresada. Es imparable.

Pero para verlo hay que salir de los grandes centros urbanos e ir al interior, al corazón del país. El viernes estuve en Sabadell, hablando sobre el derecho a decidir. Dialogué con Pere Cardús y la presentación fue de Quim Duaso. Ayer, en Matadepera, hablando sobre el impacto de la República catalana en España, en Europa y en el mundo. La presentación, de Pere Mas. 

Gracias a lo presentadores, gracias al público. Han sido grandes experiencias.

Donec Perficiam.