dimarts, 6 d’octubre del 2015

Cuatro años de saqueo.

Estamos ya en la precampaña de las últimas elecciones de este trepidante año que ha visto cuatro: las andaluzas, las municipales, las catalanas y, ahora, las generales. Hora, por tanto de hacer balance de estos cuatro años de legislatura de la derecha con mayoría absoluta.

Empecemos por la figura del presidente. Abrió su mandato admitiendo que no había cumplido su palabra con el programa electoral pero que "había cumplido con su deber". Qué deber sea ese que no incluye cumplir con la palabra dada que es el primer deber de toda persona digna es un misterio. Será un deber con las potencias infernales o, lo más probable, un deber con sus compadres de mafia y saqueo en España, pues si él inauguraba su mandato en 2011, el tesorero lo ganaba por muchos años y, en general, el partido llevaba presuntamente más de veinte financiándose de modo irregular, y sus miembros robando a mansalva.

No solo arrancó su mandato mintiendo, sino que siguió haciéndolo. Se negó a dar conferencias de prensa o ruedas con preguntas. Inventó la comparecencia a través del plasma, barrera tecnológica tras la que se refugian los cobardes y los que tienen cosas que ocultar. Se negó a rendir cuentas. Él que, entre los numerosos embustes que soltó en campaña electoral, decía que daría siempre la cara. No lo ha hecho nunca. Lo cual no quiere decir que la tenga menos dura que cualquiera de los ministros tras los que se parapeta. El personaje es un inmoral a quien las formas molestan pues solo le importa su beneficio.

Poco a poco, según se destapaba el caso Gürtel, los papeles de Bárcenas, las mangancias de Camps, las de Matas, etc., se ha podido ver que no se trata solo del beneficio personal de Rajoy sino que el partido es una máquina organizada para cometer presuntos delitos y fraudes. Lo hace a través de una red mafiosa que involucra a muchos dirigentes del PP y docenas de militantes con empresarios delincuentes o funcionarios corruptos. Desde su mismo origen, el PP se concibió como una manera de organizar a quienes, so pretexto de defender una ideología que desconocen, lo que quieren es saquear el país, expoliar el erario, defraudar a la gente, enriquecerse ellos y sus amigos al precio que sea y enchufar a familiares y deudos, y todo esto mientras unos medios comprados y unos periodistas vendidos cantan las excelencias del neoliberalismo, el libre mercado y la lucha contra el intervencionismo estatal.

El partido al que pertenece Rajoy desde su fundación y del que es ahora presidente, es un chollo para todos los que militan en él. Entre los beneficiarios de las adjudicaciones fraudulentas, de las falsificaciones y sobornos, entre los enchufados en las administraciones públicas entre amigos y clientes, se llega a una respetable cantidad que explica por qué el PP afirma tener 800.000 afiliados. Son 800.000 aspirantes a enchufes, saqueos, mamandurrias, a vivir robando de lo público mientras se habla mal de él.

El propio comportamiento de Rajoy es absolutamente indigno de un presidente de gobierno. Mintió al Congreso de los Diputados en una comparecencia de 1º de agosto de 2012 a la que se vio arrastrado por la amenaza de una moción censura. Si hubiera sabido que los socialistas amenazaron por una vez con algo que no tienen redaños para presentar, ni habría comparecido. Su desprecio por el parlamento es proverbial. Ni siquiera lo deja legislar. España se gobierna hoy mediante decretos-leyes, es decir mediante decisiones arbitrarias del ejecutivo, que cambia la ley cuando le da la gana sin consenso alguno. Esa misma ley que los catalanes tienen que obedecer a rajatabla. Él mismo está acusado de haber cobrado grandes cantidades de dinero negro y de haberse beneficiado personalmente de regalos en especie de una trama corrupta compuesta en realidad, por sus mismos hombres. En cierto sentido lógico, compuesta por él mismo, puesto que está al frente de esta manga de ladrones.

Tendría que haber dimitido al comienzo de su mandato, cuando se descubrió que cobraba sobresueldos. Pero se aferró al cargo como una lapa. En el extranjero es el hazmerreír de sus compañeros, todos los cuales entienden alguna lengua, además de la suya. Este zote ignora todas, incluida la propia. Como quedó claro ayer en el intermedio, ni siquiera sabe pronunciar Don Tancredo.

Por eso, en lugar de dimitir, se rodea siempre de gente peor que él en todos los sentidos: más inculta, más tonta, más ignorante, menos educada. Y, al final, en efecto, cuenta con un gobierno con niveles intelectuales como el de Ana Mato, José Ignacio Wert o Fernández Díaz, gente inenarrable que parece sacada de un jardín de bufones o rabaneras del tipo Esperanza Aguirre, más en el estilo de las astracanadas de Carlos Arniches. 

Todo lo anterior, la falta de honradez, de ética, de moral, la mentira sistemática, el falseamiento de los datos y las estadísticas, la injerencia en los otros poderes del Estado para ponerlos al servicio del gobierno, explica el descrédito de los partidos y la política en españa. La contaminación y destrucción de todas las instituciones del Estado, la administración de un régimen ficticio, montado sobre una sarta de mentiras y legitimado por una legión de propagandistas en los medios que cobran un dineral de los fondos públicos por hacer política y demagogia a favor de sus amos, pasa por ser un debate democrático "normal", según los turiferarios de la derecha, siendo así que el debate público en el país está manipulado y monopolizado por ella, especialmente la más retardataria que es el nacionalcatolicismo de esta iglesia.

No es justo achacar este desastre generalizado a las prácticas nefandas de un solo personaje como Rajoy porque intervienen otros factores como el autoritarismo tradicional de la derecha, la demagogia populista que se gasta, la manipulación e instrumentalición asfixiantes de todo debate democrático. Pero su comportamiento concreto, ya desde los años de la presidencia de la Diputación de Pontevedra, muestra  que Rajoy ha hecho la aportación decisiva al desmoronamiento de las últimas apariencias de Estado democrático de derecho, sustituidas por una realidad de acción despótica, autoritaria, represiva, de semidictadura.

La desmoralización de la sociedad es imparable. El país se ha hundido en la pobreza, la miseria, la exclusión y hay crecientes cantidades de jóvenes que emigran empujados por la necesidad y el paro y no porque tengan "espíritu aventurero", como dijo la ministra de Trabajo en su momento, una absoluta idiota que jamás ha trabajado en su vida. Esa desmoralización procede de comprobar que, habiéndose beneficiado la familia de Rajoy de su connivencia con el franquismo y habiendo salido él y sus hermanos muy bien compensados y colocados gracias a su complicidad, en su inmoralidad y granujería, lo contaminan todo. Han puesto los jueces a su servicio y destruido todas las instituciones de representación y control.

El país no es una Estado de derecho democrático sino un negocio de una oligarquía mafiosa que, con la bendición de los curas (también muy beneficiados en el expolio) se reparte el botín al tiempo que reprime todo intento de crítica o de protesta.

Frente a esta situación, ¿que hace la izquierda? Nada. Nada de nada salvo discutir por estupideces porque saben que los puestos, cargos y poltronas que ahora tienen en su mayor parte van a conservarse y, por lo tanto, no están interesados en encontrar una fórmula ganadora en las elecciones, lo que les obligaría a trabajar y no podrían mantener sus privilegios.

La derecha produce indignación; la izquierda, risa.

La obra de arte total.


El Teatre Museu de Dalí en Figueres.
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Cuando Richard Wagner se valió del concepto de obra de arte total en 1849, Salvador Dalí todavía no había decidido nacer, por expresarlo de una forma daliniana que deje constancia desde el comienzo de que Palinuro es un incondicional del pintor de Figueres. Al hacerlo finalmente en 1904, hijo de un notario, en uno de esos irónicos quiebros que tiene la naturaleza, fue con el claro propósito, entre otros, de crear una obra de arte total. El destino lo puso en alguna ocasión en contacto con Wagner, por ejemplo, cuando pintó los escenarios para Tristán e Isolda, la historia de un amor hasta la muerte. Y es posible que esto le diera que pensar y, andando el tiempo, creara este Teatro Museo que, cual su nombre indica, quiere fusionar las artes escénicas con las plásticas y las literarias, como Wagner que, por supuesto, ponía en primer lugar la música.

A este logro contribuyó igualmente la irreverencia surrealista en la que Dalí participó desde el principio y tanto que aún hoy sigue estando catalogado como "pintor surrealista" a pesar de que su genio reventó las costuras de este estilo. Como haría con todo los demás anteriores o posteriores, el cubismo, el futurismo, el abstracto, el hiperrealismo, hasta afirmar el suyo propio. Un estilo inimitable por su inmensa variedad de registros y que por tanto, no tiene nombre, salvo el de "estilo dalinista", que no dice nada, o el de estilo paranoico crítico, puesto por él mismo, pero que no abarca el conjunto de su obra.

Dalí trabajó en este teatro museo los últimos treinta años de su vida, cambiándolo, reformándolo, alterándolo, tratándolo como lo que era: como un ser vivo. Un ser vivo lleno de aquellos artilugios creados por Marcel Duchamp, un gran amigo del matrimonio Gala-Dalí, los ready-mades. El inmenso edificio que alberga el Teatro Museo se encuentra al otro lado de la calle de la iglesia en donde Dalí fue bautizado porque, como él gustaba de señalar, era "católico, apostólico y romano", cosa que no debe extrañar a nadie porque, como buen genio, Dalí era lo que quisiera ser. Y ese edificio en su conjunto es otro inmenso ready made. Quien entre en el patio y vea en las paredes a la altura de la tercera planta los lavabos de loza, quizá de la marca Roca, pensará en uno de los ready mades más famosos de Duchamp, el que muestra un urinario de pared.

Los enormes huevos que decoran la fachada son una referencia a la pintura metafísica italiana a lo Giorgio de Chirico, muy presente en el museo. Son la representación física de la esencia primordial. El huevo es el origen de todo y simboliza el eterno retorno. Pero no nos quedemos solo en esa sencillez. También antes de entrar saluda al visitante una estatua del pintor Meissonier por el que Dalí tenía devoción, como la tenía por otros, como Bouguereau o Fortuny, de estilos mucho más convencionales (pompiers y casacones). Lugar muy destacado también para el filósofo catalán Françesc Pujols, con quien trató mucho, sobre quien escribió un libro, pintó un cuadro y, finalmente, hizo la estatua drapeada que hay a la entrada del Teatro con un aspecto inspirado en el porte de Montaigne. Un símbolo discreto para quien recuerde que Pujols tenía a Llull y Ramon de Sabunde como los fundadores de la ciencia en su tiempo, habiendo este merecido que Montaigne lo tradujera al francés.  Hay otras estatuas en la fachada, algunas muy famosas, como el monumento a Newton o el obelisco TV, pero no es posible detenerse en ellas. El Teatro Museo aguarda.

A su vez, este es indescriptible en su totalidad porque devora al curioso como la ballena a Jonás y arrebatándole toda posibilidad de distanciamiento o juicio crítico. Todo, absolutamente todo, dentro del Teatro Museo es arte, desde los suelos a los techos, los sofás, los muebles, las lámparas o los postigos de las ventanas. Lo único que puede hacerse es seguir un itinerario y hablar aquí y allá de algunas de las piezas más relevantes, haciendo inmensa injusticia a todas las demás. Saluda al visitante en el patio el famoso taxi pluvioso que concentra mucha atención hasta que, elevando la vista, se divisa la nave de Gala, lo cual ya preanuncia lo que nos vamos a encontrar de sopetón al entrar en el gran espacio de la cúpula, el inmenso mural con esa curiosa forma andrógina y figura quebrada y muda con una puerta en el pecho que lleva a la Isla de los muertos, de Böcklin, otro de los referentes dalinianos. Como el mural no tiene título y solo los nombres de Gala y Salvador Dalí, en realidad, lo que nos saluda es un gigantesco epitafio, el amor de Gala y David, como el de Tristán e Isolda, hasta la muerte.

En este inmenso espacio vestibular, casi catedralicio, se tropieza uno con algunas de las obras más curiosas del autor, como el famoso trampantojo de la doble imagen de Gala desnuda y el rostro de Lincoln (1975). Hay cientos de teorías sobre la extraña, absorbente, quizá demencial relación de Dalí con Gala, la que fue esposa de su amigo Paul Éluard. La omnipresencia de la mujer, modelo, musa, esposa es apabullante. Tanto que quizá no sea una presencia en la obra de Dalí como la obra misma. O sea, para Dalí Gala era como Beatriz para Dante, su razón de existir y crear. Y más, hasta su alimento, su comunión. Su célebre retrato de Gala con dos chuletas sobre el hombro evidencia, según explicación del propio autor que desea comerse a Gala.  Cuando se contempla a continuación en la llamada "Sala del Tesoro", el retrato de Gala de 1945, titulado Galarina, se repara en que su visión es la de la Fornarina, de Rafael. Probablemente por eso le caiga tan bien Ingres, porque tenía la misma querencia.

Tiene su chiste que en esta sala se encuentre también la apoteosis del dólar (1965), una clara prueba de que los ataques ajenos no le alcanzaban. A raíz de la ruptura del pintor con el surrealismo, Breton hizo un malvado juego de palabras con su nombre diciendo que este, en realidad, era Ávida dollars. Aun así, ahí está esa obra increíble en la que el autor introdujo todo lo que le pareció: a su amigo Duchamp, disfrazado de Luis XIV y a sí mismo autorretratado como Velázquez, pintando, cómo no, a Gala en presencia de Beatriz. Hay muchas más cosas en este sorprendente óleo pero lo visto sirve ya para inquietarse: Dante, Rafael, Ingres, Velázquez, en otros casos, Miguel Angel, Leonardo, Picasso, ¿este hombre se ponía en lugar de cualquiera? ¿No tenía límites? No. El genio carece de límites. Él crea un mundo, se identifica con los de los demás y los modifica a su antojo, sin pedir permiso. ¿No tienen los dos, Dalí y Picaso una verdadera fijación con las meninas de Velázquez? Y mira que los tratamientos son distintos.

También se encuentra aquí una de las referencias a Freud y, más concretamente a su Moisés y la religión monoteísta, que plantea la cuestión que el mismo Dali expresa: Moisés, en realidad, era egipcio. Eso explica muchas cosas y resulta razonable que el artista haya hecho instalar en un extremo del pasillo por así decirlo "freudiano", una reproducción del Moisés de Miguel Ángel, el que provocó ya el enfrentamiento entre el Papa y el escultor. El fondo freudiano en la obra de Dali emerge de vez en cuando y dio resultados curiosos. Más de 15 años después de filmar El perro andaluz, con Luis Buñuel, Dalí volvió al cine contratado para pintar los decorados de la pesadilla de Spellbound (1945), de Alfred Hitchcock. Apenas quedó nada de ella; un par de minutos, pero son suficientes. En realidad, probablemente esa no fuera la mejor forma de usar a Dalí para el cine sino la que él mismo se inventaría en el retrato de Mae West, convertido aquí en un verdadero ready made que fascina a los visitantes.

Pero de eso trataremos en el post de mañana, con la segunda parte de Dalí porque esta está siendo ya muy larga.


(La imagen es una foto de Wikimedia en el en Public Domain).

dilluns, 5 d’octubre del 2015

Duelo de titanes.


A veces la política se hace literatura, fábula, mitología. Ahí están los estrategas del PSOE dando forma a la campaña electoral en lo que el periódico llama duelo entre Sánchez y Rajoy, ignoro si por inspiración propia o ajena. La campaña concebida como un enfrentamiento entre los dos líderes de los dos partidos dinásticos. El término duelo en su faceta de reto, ha perdido mucha mordiente. En el siglo XIX, los duelos se resolvían en el campo del honor, con arma blanca o de fuego y a primera sangre o a muerte. Así murió mucha gente, entre ella Puchkin, Lermontov y Ferdinand Lassalle, el rival de Marx en el corazón de la clase obrera. Los motivos, normalmente puntos de honor. Quizá sea por la desaparición de este, del honor, por lo que hoy puede hablarse de duelo cuando se trata de una competición electoral.

Rajoy y Sánchez son los dirigentes de las dos fuerzas más numerosas y de los que la población está esperando un encuentro, un debate, un cara a cara en el campo del honor de hoy que es la TV y el ámbito mediático. Se ven como dos titanes en lucha por la supremacía. Solo que aquí de nada valen la fuerza o la habilidad con la espada o la pistola. Lo que cuenta es la fotogenia y el saber estar en pantalla en medio de los debates. Es preciso dar imagen de solidez de principios y flexibilidad, al mismo tiempo; de ingenio y de rigor. A Rajoy lo tiene la audiencia muy visto y oído y es poco probable que cambie en esta campaña cuando, además, presenta como acierto y conquista precisamente eso, no hacer nada y esperar que los problemas desaparezcan por sí solos y poco a poco. Sánchez está por probar y, a juzgar por lo visto hasta ahora, su mayor peligro es la sobreactuación, el deseo casi infantil, de estar en todas partes al mismo tiempo.

Rajoy está tan preparado para las exigencias del mundo mediático como para escalar el Everest. La gente además, lo ha calado desde el principio y así se explica esa bajísima puntuación que obtiene siempre en la estima popular. Su prestigio es tan inexistente como su crédito. Nadie cree una palabra de lo que dice. Incluso una corriente de opinión sostiene que cabe una contracreencia basada en la idea de que la verdad es siempre lo contrario de lo que Rajoy defiende. Basta con ver el trato que recibe en las redes, que son el foro contemporáneo.

Se relación con la realidad mediática es compleja. Rajoy es un político de corto vuelo y recorrido, acostumbrado a los ámbitos reducidos, los amigos del casino y poco más. El gobierno, la administración de un país, es algo muy distinto del de una diputación provincial, que es el modelo al que se ajusta su comportamiento. Tiene terror a las comparecencias públicas y verdadero pánico a responder a preguntas no pactadas previamente. No se fía de sí mismo. Y hace bien. Sus colaboradores tampoco se fían de él, así que le dan por escrito todas sus intervenciones en un tipo de caja muy alto y le ordenan que no se salga de ahí y, por el amor del cielo, que no improvise. Porque, cuando lo hace, lo estropea todo a fuerza de sinsorgadas.

El titán Sánchez tiene mucho mejor imagen mediática y una gama de recursos más amplia que la de su engolado rival. Además, sabe hablar, cosa que a Rajoy le genera grandes dificultades, y tiene puntos débiles que castigar del adversario, como es la corrupción. Pero esa amplia superioridad mediática es meramente verbal. En los asuntos de contenido es donde la inseguridad se hace más patente y Sánchez está especialmente obligado a convencer a la gente de que hay diferencias sustantivas entre las posiciones de ambos titanes: uno roba y el otro, no.

Detrás de los titanes, los titanes menores o titancillos, los dirigentes de los partidos emergentes que, a su vez, no querrán quedarse ninguneados en un terreno secundario, como el de los criados o confidentes del teatro clásico en relación con los protagonistas. Ellos no son meras comparsas sino actores de primera categoría. Y así lo recordarán continuamente para pedir igualdad de trato con los dos partidos dinásticos. Los dos titancillos son Rivera e Iglesias, cada uno de ellos con un ego narcisista bastante fuerte que los llevará a pedir confrontaciones televisadas con los dos titanes todos los días. Es poco probable que se den porque los otros dos son muy celosos de sus privilegios, amparados en la normativa vigente, que distribuye los tiempos televisivos según los datos de las pasadas elecciones, pero reclamar siempre genera ruido mediático.

Hubo un tiempo en que los de Podemos se permitían ignorar al PSOE, asegurando que su rival era el PP y dando a los socialdemócratas por "sobrepasados" con la misma ingenuidad con que vendieron otras pieles de oso antes de matarlos. Esos momentos de gloria han pasado. Los titanes son los de siempre y los recién llegados bastante tienen con que los medios no den en la flor de considerarlos frikies, que bien pudieran y no desbarraran gran cosa. La adicción a la TV que muestran ambos, Iglesias y Rivera, dispuestos a asomarse al programa que sea, incluso a cursiladas inenarrables, como la de Ana Rosa Quintana, ha quemado la poca imagen que pudieran tener de gente de ideas, propuestas y capacidad de liderazgo para cambiarla por la de sendos chisgarabises. Y el segundo no ha hecho el espantoso ridículo que el primero en Cataluña. Pero los dos han de controlar sus pulsiones más histriónicas si no quieren acabar como segundo plato del duelo de titanes: el de los dos gallos en corral ajeno.

Contra la manipulación.

Hay una campaña en Change.org para pedir a las autoridades de la UE que aclaren qué sucedió con la carta de su presidente Juncker en la versión española que el ministro García Margallo exhibió hasta tres veces en su debate televisado con Oriol Junqueras. Este, que es de letras, se olió el tejemaneje del ministro y, sin tener noticias seguras, apuntó a que la carta podría haber sido manipulada ya que contenía el término "autonómicas", que ningún angloparlante o germanohablante utilizaría, pues ellos emplearían "regional".

Acertaba en toda la línea. La traducción al español de la carta de Jocker incluía una morcilla de matute que alteraba el texto original para hacer decir a Juncker que la independencia de Cataluña no sería reconocida por la UE. De inmediato se formuló la correspondiente denuncia: alguien, algún funcionario, había trucado el mensaje con la fraudulenta intención de que la UE apoyase la posición del gobierno español. En un primer momento, las autoridades descartaron la mala intención y adujeron que era un error de traducción. Unos días después, sin embargo, ya reconocen que hay indicios de mala fe y deliberada manipulación del texto.

En consecuencia, la campaña de Org.com para conseguir que las autoridades abran una investigación oficial y se sepa quién manipuló el texto y por orden de quien, debe seguir.

Casi se ha alcanzado un objetivo de 7.500 firmas. Quien quiera firmarlo, puede pinchar aquí.

diumenge, 4 d’octubre del 2015

El gobierno catalán.

Aquí mi artículo de hoy en elMón.es (en catalán).

A continuación, la versión española:

Cataluña necesita un gobierno.
Ramón Cotarelo.

Cataluña es un país europeo típico. Después de cada elección legislativa, constituir gobierno suele ser un proceso trabajoso. En algunos Estados (Bélgica, por ejemplo) a veces se tarda meses y hay que recurrir a la figura del “facilitador”. La clave está en el carácter multipartidista de sus sistemas. Eso del “bipartidismo” que tanto se critica en España, tampoco reza con Cataluña, como muchas otras cosas.

El núcleo de la dificultad está en la negociación de JxS y la CUP. Habiéndose expuesto ya quizá toda la panoplia de posiciones de unos y otros, solo queda esperar que las negociaciones lleguen a buen término porque si el coste de formar gobierno en Cataluña es alto para ambas partes, el de no formarlo aun lo es más. A esto efectos cabe resumir la situación recordando lo que ninguna de las dos partes debe olvidar.

La CUP no puede olvidar que:
- el camino a la independencia precede a cualquier otra consideración;
- no es justo que 10 diputados impongan su voluntad a 62 afines;
- all things considered, Mas se ha ganado un puesto de relevancia en el proceso.

Una negociación tiene dos lados. A su vez, JxS no puede olvidar que:
- la CUP cumple su programa y no tiene por qué faltar a él;
- 62 diputados no son razón suficiente para imponerse sin más a 10 afines;
- CDC tiene un pasado frente al que no es obligatorio hacer la vista gorda.

A su vez, ninguno de los dos puede olvidar que:
- el momento es excepcional. No se trata de pedir la independencia sino de practicarla;
- las fuerzas hostiles están amalgamadas en una polarización interna muy fuerte:
- se enfrentan a un adversario exterior aun más hostil, con un Estado dispuesto a todo.

La imputación a Mas tiene un valor altamente simbólico. Sumada a esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional por la que este se convierte en un alguacil de los deseos del gobierno, se prueba que en España no hay respeto alguno por principios jurídicos esenciales del Estado de derecho como el debido proceso legal, la separación de poderes o la jurisdicción constitucional. Añadamos el acuerdo entre el PP y PSOE en torno a una delirante normativa de seguridad nacional, puro pretexto plagiado de los Estados Unidos para dar amparo seudolegal a las demasías que el nacionalismo español quiera cometer en Cataluña. Se trata de una cerrada actitud de los dos partidos dinásticos, protagonistas de la segunda restauración borbónica, en el enésimo intento de frustrar las aspiraciones catalanas.

Ese valor altamente simbólico se visualizará el próximo 15 de octubre cuando, tras hacer una ofrenda floral en el monumento a Companys, Mas comparezca ante el TSJC a declarar en una causa incoada a instancia directa de la Fiscalía general del Estado. Ni la fecha de la citación es debida al azar ni en el momento de la comparecencia Mas dejará de representar a la nación catalana sea o no por entonces presidente de la Generalitat.

El proceso de independencia es ya un hecho. Su primer acto fueron las elecciones del 27 de septiembre. El siguiente, la decisión de la junta de gobierno de Memorial Democrático, un órgano de la Generalitat, de denunciar políticamente el franquismo y pedir la declaración de nulidad del proceso de Companys y de todos los demás procesos políticos de la dictadura. Esa decisión será sometida a pronunciamiento del Parlament, que lo hará de modo soberano y, al hacerlo, declarará Cataluña territorio libre de franquismo y pondrá en cuestión todo el ordenamiento jurídico español, desde 1939 hasta hoy.

El reto es imponente. El primero de calado importante desde la transición que seguramente se encontrará con la animadversión y el ataque no solamente de los dos miembros del llamado “bipartidismo” sino de todos los demás partidos españoles probablemente sin excepción.

Cataluña necesita un gobierno unido y fuerte si ha de prevalecer ante lo que se le viene encima. Un gobierno procedente de un Parlamento que habrá de tomar una decisión hasta la fecha insólita: ¿tiene sentido que los partidos independentistas, embarcados en una hoja de ruta hacia la independencia participen en las elecciones legislativas de otro país?

Peor, imposible.

La izquierda es un gallinero lleno de gallos. Una pelea de saloon en una película del Oeste. Una reyerta de beodos a la luz de la luna. ¿Nadie se para a pensar en el glorioso ridículo que están haciendo las distintas opciones? ¿Creen sus estrategas que la gente no tiene otra cosa que hacer sino seguirlos en sus enfrentamientos, acuerdos, disensiones, peleas y cambios de denominaciones? Ultimas noticias de este hervidero en el que los insultos tienen más peso que las ideas.

Gaspar Llamazares, de Izquierda Abierta, causa irritada baja en Ahora en Común, plataforma de IU y Alberto Garzón, pretextando algún agravio. Acto seguido se reúne con media docena de relevantes personalidades de la izquierda entre las que se da una carga elevada de narcisismo. El ex-juez Garzón los ha convocado con la intención de constituir una nueva plataforma de confluencia de la izquierda, mirabile dictu, libre de "personalismos". Éramos pocos... y todos cabezas de ratones; de ratones mediáticos. Si los hados no lo impiden, de esta corrala sale una nueva oferta electoral de izquierda que solo servirá para restar votos a las otras.

A su vez, esas otras parecen presas de un frenesí autodestructivo. Garzón el joven se enfrenta en singular combate con Pablo Iglesias. Y, por si Ahora en Común no le funciona, ha inscrito en el registro como partido una Unidad Popular en Común. Unidad. Popular. En Común. Términos de moda, probados, con connotaciones positivas al estilo moderno. Pero lo que hay detrás de esa expresión es la vieja IU y, dentro de IU el más viejo rockero del PCE de los Gulag Boys. Ese fondo es el que lleva a Garzón a decir que el enemigo es el PSOE, lenguaje y propósito de los tiempos de Dimitrov y la IIIª Internacional. Nombres nuevos para corazones viejos.

Los de Podemos, ya que no los cielos, asaltan los medios que, para muchos, son los verdaderos cielos. Iglesias y Errejón explican su fracaso catalán con una carta abierta a los militantes, puesto que va dirigida a l@s querid@s compañer@s. Está bien esto de rendir cuentas vía epistolar. Tiene algo de caudillista y no es convincente. Los autores dicen haber sabido desde el principio que Cataluña era algo distinto pero que los elementos no les dejaron obtener el buen fruto que su atinada posición merecía. No es cierto. Fueron a Cataluña cargados de dogmas y prejuicios sobre la nación y la patria, y sin tener ni idea en dónde se metían. El resultado es el que se merecen. El resto de la carta, por el estilo: arrogancia injustificada y pedantería a raudales. La conclusión: que la marca Podemos prevalece y es el lábaro indudable de la victoria al que todos los demás están cordialmente invitados a sumarse. Sin más.

Esta trifulca deja al otro partido de la izquierda dinástica, el PSOE, en una envidiable posición de "centralidad del tablero". Con tres opciones y media para elegir, nunca ha estado tan claro el voto útil. Como se presenta la derecha, en dos bloques que, en realidad, viene a ser uno por tratarse de opciones muy similares, la fragmentación del voto de la izquierda es suicida pues lleva camino de dar las elecciones ganadas al contrincante. Si la derecha gana las elecciones por la desunión de la izquierda, esta debiera cometer hara-kiri. El único que puede vencer al PP es el PSOE (por eso lo considera el verdadero rival) y, en las circunstancias actuales, quizá ello solo sirva para que se dé una coalición PSOE-PP o PSOE-C's y encima hayamos de estar agradecidos.

¿Lo más irritante de esta patológica incapacidad de la izquierda para unirse? La sospecha de que, en el fondo, tampoco quiere hacerlo puesto que las elecciones se pierden pero los puestos, no. Muchos cargos públicos siguen siéndolo y su situación vital apenas cambia. A diferencia de la gente, cuya vida cotidiana se verá muy negativamente afectada por otros cuatro años de gobierno de esta derecha neofranquista.

A la independencia por la palabra.


Pau Vidal (2015) Manual del procés. Vocabulari imprescindible de combat. Barcelona: Angle editorial (172 págs.)

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Seguir de cerca el proceso independentista catalán obliga a tragarse docenas de libros de enfoque histórico, jurídico, político, económico y mucho ensayo periodístico de actualidad. Es lo que abunda en la oferta libresca. A veces, sin embargo, aparecen piezas raras, como esta, dedicadas al mismo tema pero con un enfoque y estructura distintos. Y se agradece tanto que uno las devora aunque, como es el caso, tengan la forma de vocabularios con entradas en orden alfabético, siempre de lectura más trabajosa.

Como casi todo lo que se escribe en Cataluña sobre Cataluña en estos tiempos, el libro tiene un marcado tono militante. Ya lo indica en el subtítulo "vocabulario imprescindible de combate" y lo justifica un prefacio del autor titulado Filología de combat. Ha sido premio Irla de este año, o sea, de la Fundación Josep Irla, independentista y cercana a ERC.

Pero, además de ser obra de combate, está escrita con mucho sentido del humor. Rebosa ironía, burla y hasta sarcasmo. El objeto mayoritario de las puyas es lo español, pero también lo catalán se lleva su parte. La visión del proceso independentista es muy militante pero también guasona. Como, además, viene cumplida de sabiduría filológica, desplegada sin presunción, la lectura es muy grata.

Y se aprende un montón de cosas. El recurso a la etimología y las familias léxicas revelan aspectos insólitos de términos de uso cotidiano que obligan a pensar y son reveladores. Que catalufo traiga como antecedente castellufo y castellanufo tiene su interés.

Al ser vocabulario de autor, las voces son las que este elige según su criterio. El conjunto es seguramente el de las más usadas en el debate. Si se recogiera una muestra de textos y se los cuantificara sin duda el resultado avalaría la selección. Eso impulsa al curioso lector a indagar si no debiera figurar alguna otra. Personalmente, y dado que no hay entradas en la letra "b", creo que estaría bien incluir botifler.

El análisis filológico tiene a veces tintes políticos de mucha carga que contribuyen a explicar el contenido del independentismo aun considerando términos que no tienen clara conexión con él. Por ejemplo, hablando de disciplina, se dice que "no es extraño que muchos títulos de estos artículos tengan un regustillo franquista" (p. 65). En otro orden de cosas, a propósito del verbo imponer se avisa de que desde la "transición española asistimos a la apropiación desvergonzada por parte de la derecha del vocabulario perteneciente tradicionalmente a la izquierda y, con el proceso, la operación ha llegado al paroxismo." Lo de la apropiación es cierto pero me atrevería a situar el paroxismo en otro sitio. Sin demérito alguno para lo que toca a Cataluña, no creo que se haya dado allí algo parecido al discurso del ministro de Justicia, Ruiz-Gallardón en el que justificaba privar a las mujeres de sus derechos reproductivos en nombre de su "emancipación".

El estudio de Nosaltres (i ells), que es la vertiente filológica de la política schmittiana de amigo-enemigo, es brillantísimo. El "nosotros" salvífico lo tienen todos, es un sujeto colectivo inclusivo a la par que excluyente basado en una intuición radical que no necesita justificarse mientras que el "ellos" es una masa amorfa cuyo único sentido es impedirnos el paso. Hay otro determinación también de interés aquí y es el "algunos", un "ellos" más circunscrito, animado generalmente de protervas intenciones: "algunos dicen que hay que subir los impuestos", por ejemplo.

Vidal da por resucitado el separatismo, señalando que cayó en el ostracismo al final de la dictadura junto con la "conspiración judeomasónica" (p. 151). No me parece que la primera, sin embargo, sea de uso frecuente. Circula más otra de similar significado, más grave, secesión. Incluso se discute si hay o no un derecho a la secesión.

Este manual de combate es como una aplicación del Cómo hacer cosas con palabras, de Austin. Pura performatividad del lenguaje.

La independencia como una performance.

dissabte, 3 d’octubre del 2015

La rata esencia.


Rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de los viernes. El tema, el habitual: la corrupción de los miembros del partido del gobierno. Tras haber soltado sus melonadas sobre cómo todo el mundo debe cumplir la ley menos ellos, Sáenz de Santamaría escucha atentamente las tranquilizadoras palabras del ministro de Economía. Muy tranquilizadoras: en Bankia ya no se roba y el sistema financiero español es sólido. Los de Standard & Poor han echado una manita subiendo el ranking hispano. Y seguramente no nos habrá salido demasiado caro comprar el favor.

En cuanto al presunto ladrón de Bankia, el ex-ministro, ex-vicepresidente del gobierno, ex-director del FMI, Rato, ha quedado reducido a una intrincada forma filosófica, lo otro. Carece de corporeidad. Como cuando Rajoy se negaba a pronunciar el nombre Bárcenas. Guindos tampoco reconoce la personalidad de aquel con quien ha tratado en numerosas ocasiones, como se ve a través de muchas fotos e imágenes. Es una realidad fantasmagórica. Llega en forma neutra, como lo, un universal, como lo bello o lo bueno, pero un universal ignoto. Nadie conoce hoy a Rato salvo el ministro del Interior. Y este, en el secreto de la confesión.

Lo otro es un pájaro que presuntamente lleva toda su vida, al menos la pública, estafando a sus compatriotas y viviendo a cuerpo de rey del resultado de sus supuestos delitos. En esto no se diferencia gran cosa de muchos otros compañeros suyos de partido y fechorías: el que no se ha robado un palacete ha trincado unos millones de adjudicaciones falsas. Algunas de sus mangancias son alucinantes. 40.000 euros al mes por asesoría verbal a no sé qué otro ejemplar sinvergüenza que, a su vez se embolsaba los millones fraudulentamente. Y ello mientras se levantaba dos millones de pavos al año por cargarse Bankia. Esas asesorías verbales eran también práctica socorrida del actual embajador en Londres, Trillo, y el diputado Pujalte que cobraban una pastuqui por tal concepto teniendo dedicación exclusiva en el Congreso. Cobrar 40.000 euros al mes por charlar un rato con un empresario en un bar con unas gambas quizá sea el mejor retrato de la Marca España. A ser posible. uno de esos mesones que lucen un garrote colgado en la pared y un retrato del Caudillo en alguna parte. Esta es la esencia del país, la corrupción desde el poder y en el poder. Rato personifica la esencia del país. La esencia de Rato, la rata esencia.

Pero no haya cuidado pues las palabras del ministro han sido tranquilizadoras. Ha dicho que el sistema bancario es sólido y que, de lo otro ya se ocupan lo tribunales. ¿Y cuál es el crédito del ministro? Pues exactamente el mismo que el de Zapatero cuando en 2010 afirmaba que nuestro sistema de cajas era sólido y el del propio Rato, a su vez ministro de Economía antes que este ministro de Economía. El mismo crédito. Es decir, ninguno. De ese modo, cuando dentro de un par de años el ministro de Economía se refiera al De Guindos de hoy como "lo otro", no será causa de excesiva sorpresa.

No somos lo mismo.


Ahí andan los indepes discutiendo sobre qué base llegarán a un acuerdo para la formación de gobierno en Cataluña. Las posiciones de cada cual están claras y ahora se trata de encontrar un espacio compartido, al modo de un diagrama de Venn. En él se instalará el gobierno con un mandato cap a la independència que el de España no reconoce y reprimirá en cuanto comience la andadura.

El trabajo asoma ya mismo, como primera manifestación práctica de las elecciones del 27 de septiembre: la junta de gobierno de Memorial Democrático, un organismo de la Generalitat ha resuelto condenar políticamente al general Franco y la dictadura franquista y pedir la nulidad del juicio al presidente catalán Lluís Companys y del resto de procesos contra los represaliados.

Esa decisión debió tomarse en España hace cuarenta años. No se hizo entonces y tampoco se hizo después, cuando el gobierno Zapatero sacó adelante la conocida como Ley de Memoria Histórica en 2007. Era muy insatisfactoria porque reculaba precisamente ante el problema, el abismo insondable que plantea la decisión de Memorial Democrático: la condena al dictador Franco será política pero la petición de nulidad del proceso de Companys y resto de actuaciones judiciales solo puede hacerse con efectos jurídicos. 40 años de institucionalidad de la dictadura se hunden como San Francisco en 1905. Y, detrás vendrán las demandas patrimoniales porque los fascistas no solo asesinaron a mucha gente y la encarcelaron injustamente sino que perpetraron todo tipo de robos, expolios, confiscaciones fraudulentas. Mucha gente ha vivido muy bien de lo que robó a los republicanos vencidos, exiliados, fusilados. Por eso España no puede encarar con justicia su pasado, porque se construyó sobre una monstruosa injusticia cuyos testimonios se cuentan por decenas de miles en las fosas de las cunetas. El PSOE entrevió el oscuro rostro de la bestia del pasado español y decidió limitarse a abrir aquellas, pero sin anular nada ni pedir responsabilidades.

Ahora lo hará el Parlamento de Cataluña. No tengo duda de que aprobará la moción y tampoco la tengo de que el PP y C's votarán en contra. El PSC no sé. Salta al paso multitud de cuestiones sobre la eficacia y alcance jurídico de esta decisión. Se perfila una situación transitoria interesante: al condenar la dictadura es como si el Parlament declarara Cataluña territorio libre de franquismo en uso de su soberanía de hecho. Pero, al pedir la nulidad de las causas, ejerce el derecho de petición ante una autoridad que reconoce superior. Toda transición tiene sus contradicciones. Lo que está claro es que en Cataluña se acaba por fin el franquismo que, sin embargo, está muy presente en España, en callejeros, nombres, títulos, placas, monumentos, cruces, el Valle de los Caídos y la Fundación Francisco Franco.

El propio gobierno del Estado, ese que suprime la dotación presupuestaria de la Ley de la Memoria Histórica porque no está interesado ni siquiera en desenterrar a los asesinados, está compuesto por franquistas, bien de ascendencia familiar, bien ideológica o ambas vías a la vez.

No somos lo mismo.

divendres, 2 d’octubre del 2015

El oscuro Rivera y la luz de la verdad.


El rival es el PSOE. ¿De qué suena eso? Hace unos días, en la fiesta del PCE, Alberto Garzón, postulado candidato a la presidencia del gobierno en España por, en orden creciente, el PCE, IU, Ahora en Común y la posible confluencia con Podemos, decía que el enemigo es la oligarquía que incluye al PP, a la monarquía y al PSOE. A su lado, Anguita  rebosaba satisfacción de que las jóvenes generaciones hayan recibido íntegro el mensaje revolucionario: primero, destruir al PSOE, que es el enemigo.

El PSOE es el enemigo del PP y del PCE/IU y (supongo) ahora en común. No lo dice Palinuro. Lo dicen los interesados. El juicio en la izquierda no es muy interesante. Salvo información nueva se trata de la sempiterna consigna comunista, un viejo odio enquistado en unas relaciones cainitas de casi un siglo. Su resurgimiento aquí y ahora es premonición de que la izquierda perderá las próximas elecciones, convocadas ya formalmente para el 20 de diciembre. Parece mentira, con una derecha prácticamente destrozada en la opinión pública (por eso ha tenido que sacar a la palestra una especie de marca blanca), la izquierda es patológicamente incapaz de unirse. El último grito unitario dado por un puñado de personalidades con un alto grado de narcisismo a favor de una lista única de la izquierda sin "personalismos", esto es, sin aquello que ellas rezuman, tiene tanta viabilidad como la ínsula Barataria. Añádase que el PSOE parece tener el 25% del voto. Que el 25% del electorado que consideras tuyo vote por tu enemigo debe de ser una experiencia amarga.

Lo interesante, sin embargo, está en el juicio de la derecha. El rival es el PP. Las almas simples dicen siempre la verdad. En realidad no la dicen, sino que la ocultan, pues los simples suelen ser malvados. La ocultan, pero se les escapa en su simpleza. Rajoy avisa por si nadie lo hubiera visto de que Ciudadanos no es rival del PP. Y no lo es porque el voto de C's es volátil. Dicho por quien preside un partido que comenzó su mandato con un 44% del voto y está ahora en un 24% eso de volátil no significa nada o, si significa algo, debe concluirse que el PP tampoco es rival de nadie.

De todos los partidos, Ciudadanos es el más escurridizo. Los catalanes, que lo han visto actuar durante nueve años, dicen conocerlo y señalan el hecho de que su acción parlamentaria marca el paso con la del PP, para estar o para marcharse de las sesiones cuando se abordan temas escabrosos como el franquismo. Pero eso no es suficiente. Ciudadanos no tiene un programa claro, ni unos usos internos trasparentes. Su organización, funcionamiento y financiación, tampoco. Al haber alzado recientemente una especie de banderín de enganche para constituirse como partido serio en toda España, suele estar en la prensa con casos de altas e ingresos de gentes con pasados poco edificantes. El consabido aluvión en un partido con expectativas razonables de participar en el poder. Rivera es una construcción mediática mucho más lograda que la de Iglesias. Las valoraciones populares cantan. De hecho, Rivera por un lado, con su superioridad icónica y David Fernández por otro, con su eticidad radical, han triturado la imagen de Iglesias. Pero el rostro, la imagen de Rivera, tiene un punto oscuro: nadie sabe qué hay detrás de ella. Es posible que no haya nada, como en la esfinge sin secreto. Lo que está por ver es si el gobierno de la nada es peor que el de la incompetencia.

El rival es el PSOE. En su simpleza, Rajoy señala el camino del voto útil. IU y Podemos, juntos o por separado, no son rivales. Su negra honrilla no les deja aceptar esta condición de don nadies. ¿Cómo no es rival de la derecha la izquierda transformadora ni la de Podemos, que iba a asaltar los cielos? Al contrario, ellos son los verdaderos rivales de la derecha y, cuando esta señala al PSOE, en realidad está recurriendo a una estratagema de señalar un adversario falso para atacar al verdadero. Quien no se consuela es porque no quiere.

La verdad verdadera de esta segunda restauración, también llamada críticamente régimen del 78 o régimen borbónico es que, en efecto, el PSOE es el rival del PP porque es quien puede sustituirlo en el poder. Ya lo ha hecho en otras ocasiones y está en situación de repetir. También suele considerarse esta situación como bipartidismo. El bipartidismo es la realidad, la verdad. Como están hoy las cosas, las elecciones las gana el PSOE solo por cuanto el resto de la izquierda está literalmente atomizado y, para variar, bastante a la gresca interna. O bien -parece verosímil- lo hace la derecha bajo alguna forma de colaboración entre el PP y C's, según hayan sido sus respectivos resultados electorales.

Y así habrá cuatro años más de luz de la oscuridad.

Ver para leer para ver.


En el (antiguo) Matadero de Madrid, hay una instalación, la casa del lector, dedicada al estudio y fomento de esa hoy casi exótica costumbre de la lectura. Está patrocinada por la Fundación Germán Sánchez Rupérez, el fundador del grupo Anaya, potente empresa editorial. Es un espacio, como todos los del Matadero, muy amplio, magníficamente distribuido y organizado para exposiciones y que en sí mismo ya es digno de contemplación. Acoge muestras de gran interés expuestas con mucho ingenio y poco convencionalismo. Para visitarlas no basta con la benévola y ociosa curiosidad de los espectadores, pues suelen exigir mayor implicación, complicidad y hasta preparación.

En este caso se trata de una exposición muy original comisariada por Eduardo Arroyo y Fabienne Di Rocco sobre algunos aspectos, los que los  comisarios consideran más curiosos o interesantes, de las complejísimas relaciones entre la escritura y la pintura. Está dividida en siete secciones, cada una de ellas con un tema principal. Podría estar dividida en siete mil o más, pues la sinestesia entre la literatura y la pintura es más abrumadora que entre la música y la pintura. Gran parte de la pintura occidental es la iconografía del discurso civilizatorio materializado en libros, libros para mirar, para adornar y para leer. Lecturas.  Por ejemplo, aunque sea comenzar la noticia de la exposición por el final, la sección VII está dedicada a El retrato de Dorian Gray, una película de Albert Lewin en 1945 con Hurd Hardfield como Dorian Gray y el gran George Sanders como Lord Wotton. La historia, ya se sabe, la novela de Oscar Wilde sobre el dandi que no envejece porque ya lo hace por él su retrato, pintado por su amigo el pintor Basil Hallward. Pintura y literatura en una misteriosa y terrible relación. Por cierto, Lewin tenía afición por el arte de San Lucas. En 1957 rodó en Tossa de Mar una extraña fantasía, Pandora y el holandés errante, con Ava Gardner, James Mason y Mario Cabré. Cuando el buque fantasma fondea frente a Tossa, el holandés errante está pintando el retrato de una mujer que es la Pandora/Ava del film. Literatura y pintura. No obstante, la referencia a la película de Dorian Gray sirve aquí para llamar la atención de que al cine le sucede como a la pintura: en su inmensa mayoría, las películas proceden de novelas, dramas, cuentos, poemas; en definitiva, literatura.

La exposición se abre bajo la advocación de San Jerónimo, al que está dedicada la sección I, autor de la Vulgata y patrón de los traductores. Es la personificación de la escritura. Los comisarios han reunido 14 cuadros del santo, casi todos del siglo XVII y casi todos también anónimos, excepto algunos de autor, Murillo, Polo, Tristán, Van Dyck, del Castillo, Reni. No son deslumbrantes pero cautiva la unidad temática y la llamativa coincidencia en los elementos identificatorios. San Jerónimo se muestra siempre como eremita, con el torso desnudo y una hopalanda generalmente roja que ya basta para aludir a su condición de cardenal, príncipe de la Iglesia. La vestimenta se corresponde con el capelo cardenalicio, que no siempre aparece, como tampoco lo hacen sus otros atributos, el pedrusco con el que se daba golpes de pecho, el crucifijo, la calavera y, desde luego, el león cuyo amor se ganó por haberle quitado una espina que lo atormentaba.

Esa relación entre el hombre y la bestia da luego un giro insospechado. La sección II es una curiosísima experiencia. En 1964, los pintores Gilles Aillaud, Eduardo Arroyo y Antonio Recalcati decidieron interpretar pictóricamente una novela breve de Balzac, incluida en las escenas militares de la Comedia humana, llamada Una pasión en el desierto, que cuenta los intensos amores entre un soldado francés y una pantera, así como la muerte de esta a manos del militar en lo que entonces se llamaba un "crimen pasional" y hoy se conoce como "violencia de género". Pintaron trece cuadros con un par de reglas, la más importante era que todos tenían que haber pintado en todos. Las 13 piezas están aquí expuestas y muchas son verdaderamente alucinantes, porque interpretan una historia muy difícil, por no decir imposible, de imaginar. Los ejemplos que se ponen de la única edición ilustrada de la novela en 1949 son, sí, fascinantes por lo exótico, pero no excepcionales. Los trece cuadros de los tres pintores son, en sentido estricto, trece creaciones colectivas. Muy notables. Y el resultado es sorprendente.

La sección III es una interpretación libre de Simón el estilita con recuerdo explícito a la película de Buñuel, solo que, en la cúspide de la columna hay una pantalla. La pieza que saluda al visitante es un corto con un monólogo de Ramón Gómez de la Serna, que da luego paso a una obra emblemática de la estética del 68, un precioso cuadro (muy en el estilo del referido a Marcel Duchamp) obra colectiva de Aillaud, Arroyo, Biras, Fanti y los Rieti, con el curioso título de Louis Althusser dudando si entrar en la dacha Tristes Mieles De Claude Lévi-Strauss donde están reunidos Jacques Lacan, Michel Foucault, Roland Barthes, en el momento en que la radio anuncia que los obreros y los estudiantes han decidido abandonar alegremente su pasado. Título abreviado, La dacha. Puro situacionismo con unas gotas de la Escuela de Atenas. La sección continúa luego con unas ciento y pico fotografías de los más diversos temas, formas, ángulos, tomas, encuadres y todas ellas unidas por el dato de que siempre hay alguien que no tiene los dos pies en el suelo. Lo propio de los estilitas, desde luego.

La sección IV, la escritura ilegible contiene abundantísimas muestras de la mezcla entre pintura y escritura pero entendida esta como arte gráfica. Representaciones caprichosas, alfabetos, mezclas, grafismos, portadas e ilustraciones de libros, preciosos acrílicos de Saura, dibujos de Michaux, guaches de Voss, tinta china de Gordillo, unos magníficos collages de Cortot en homenaje a Blaise Cendrars y el dicho Michaux, decenas de delicadas portadas sobre todo de libros de poesía (Joan Brossa y muchos más) pues suelen ser lo poetas los autores que más cuidan la estética de presentación de sus obras que llegan a ser lo que antaño se llamaba "libros-objeto". Muy grato ver una edición de los Agrafismos de José Miguel Ullán. Termina la sección con una abundante muestra de arte letrista. El nombre es insuficiente. La letra ha sido de siempre objeto de contemplación en sí misma, como se ve en los manuscritos góticos, pero es que aquí no es la letra el objeto sino la escritura misma. Y con efectos bien curiosos.

Las secciones V y VI vuelven a la plástica; la V recoge obra de cuatro pintores franceses de fines del XIX y gran parte del XX no muy famosos, todos ellos al margen de escuelas y estilos predominantes si bien el que suele estar bastante presente es el surrealismo: Pierre Roy, Clovis Trouille, Alfred Courmes, y Jules Lefranc. Son conocidos por algún motivo específico del que se tiene especial noticia. Por eso es interesante que la exposición permita una visión más completa de su vida y obra. Roy fue ilustrador de Vogue durante muchos años. Clovis Trouille, un exquisito, es el autor de un cuadro cuyo título pasó a uno de los espectáculos musicales más célebres del siglo XX: "¡Oh Calcuta!", slang apache de "¡oh, qué culo tienes!". De este Trouille tenía Dali la mejor impresión por su absoluta falta de reverencia hacia los respetos humanos y usos sociales. Los españoles son Rafael Cidoncha (retratos), Sergio Sanz (muy llamativos acrílicos de motivos rizomáticos) y Carlos García-Alix con obra mezclada. por un lado, retratos de grandes autores (Babel, Koestler, Céline, Jacob, Mandelshtam, Benjamin, Bulgakov, Platonov, etc) que nos están llamando y pidiendo que revivamos las emociones de haberlos leído. Por otro lado, óleos temáticos de montones de libros, pasillos atestados, desvanes: al parecer, la guarida del pintor. Libros y más libros. Buen final de la exposición.

Merece mucho la pena verse. Da para pensar.

dijous, 1 d’octubre del 2015

No perder el mundo de vista.


Si la CUP no quiere investir a Mas en primera vuelta (en donde es precisa la mayoría absoluta), está en su derecho. Si los argumentos esgrimidos hasta el momento no le hacen cambiar de opinión, también lo está. Empeñarse en que los demás cedan cuando creen que no deben hacerlo tampoco es de recibo.

A su vez, si los dirigentes de la CUP hacen propuestas alternativas y constructivas, como esta de Anna Gabriel, merece la pena escucharlas. Una presidencia colectiva, un poco al estilo suizo, tendría, desde luego, su interés y, en circunstancias normales, sería una opción interesante, democrática, aunque siempre algo más trabajosa. Pero no estamos en circunstancias normales. Estamos bajo fuego del enemigo que, si puede, mete a Mas en la cárcel, no porque haya cometido unos u otros delitos de derecho común sino por haber dado voz a su pueblo, por haber plantado las urnas contra todo tipo de amenazas, coacciones, chantajes e insultos del unionismo español. Así que, por este motivo, el argumento de que Mas, el hombre al que el Estado ataca, debe ser el presidente, adquiere nueva fuerza.

Y Mas será presidente, si él y los suyos quieren, cosa que sabemos todos. La lista de JxS y quienes la apoyan harán bien en hablar con todo el mundo, ser flexibles, aceptar sugerencias y buscar acuerdos pero, en último término, si insisten en tener a Mas de presidente, también están en su derecho y en un buen derecho pues son la lista más votada y sus 62 escaños sextuplican los de la CUP.

Así que, salvo seísmo de algún tipo, Mas será presidente. Si no en primera vuelta con los votos de la CUP, sí en vueltas posteriores, en las que bastará con mayoría simple. Cierto que serlo en primera vuelta tiene un valor simbólico grande. Pero no se puede pasar sin más por encima de los reparos y objeciones de la CUP, que no son caprichosos. Palinuro defendía el voto a Mas en primera vuelta, pero no es justo forzar un trágala inasumible para la CUP (sobre todo cuando esta hace esfuerzos por encontrar una solución aceptable) solo por presentarse con la guinda de la primera vuelta. Tan presidente será Mas por mayoría absoluta como por mayoría relativa. Esta puede darse por segura ya que, para frustrarla, es necesaria ya mucha mala uva y una coincidencia reiterada en el voto negativo de opciones radicalmente enfrentadas en todo lo demás, cosa que tiene difícil explicación ante el electorado. Sin olvidar que, de persistir el bloqueo, habría que llevar al país a otras elecciones a los dos meses. Realmente, la última amenaza.

De forma que da la impresión de que esta tremolina es una tempestad en un vaso de agua. Mas será presidente si la lista de JxS lo decide. Y lo decisivo vendrá después. No hay que perder el mundo de vista.

Última etapa: elecciones generales en diciembre.


Terminadas las elecciones catalanas, volvamos al solar patrio, las recias solanas de enteca hidalguía, la cuna de los españoles, bravos, indómitos, individualistas. A tres meses de las elecciones generales, que han de coronar este año de terremotos políticos, la izquierda parece un mercado persa o un bazar tunecino. Está tan fragmentada y enfrentada que ni siquiera se pone de acuerdo en el significado de su propio nombre. Para muchos izquierdistas de IU, Podemos u otras formaciones, el PSOE no es de izquierda, sino la cara amable de la derecha. A su vez, en el fondo, en el PSOE no se considera de izquierda a estos izquierdistas y si no se los tilda abiertamente de totalitarios y similares a los fascistas es por no parecerse mucho a Raymond Aron.

La acción práctica y los discursos del mal avenido conjunto de la izquierda requirirían un GPS para no perderse en el laberinto de nombres, organizaciones y composición de estas organizaciones.

El PSOE, convencido de ser la nave capitana de cualquier flota de la izquierda que se arme, mantiene una actitud de grandioso hieratismo para dar sensación de seguridad, estabilidad, firmeza y claridad de ideas. Por ello, al parecer, los expertos que rodean a Sánchez sacan un documento sobre reforma de la Constitución que no reconoce a Cataluña la condición de nación y, por ende, a España la de Estado plurinacional. O nación de naciones, que es expresión de la que todos huyen, no sé por qué. Describe bastante bien el sentimiento de muchos españoles y no hace daño a nadie. Todavía no he visto el documento. Supongo que se limitará a soslayar la cuestión y no dará en la flor de negar explícita (e innecesariamente) la condición nacional a Cataluña. Aunque, tratándose de Sánchez, patriota español de la españolidad que es españolía, no me extrañaría. El hombre capaz de homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona de flores y la bandera borbónica tiene una idea de España única y obligatoria. El Partido Socialista Obrero es, ante todo, Español. Eso, sí: federal, de foedus, liga, pacto, acuerdo, todo ello relacionado con la fe, la fides. El federalismo del PSOE es cosa de fe. Buena o mala. Depende.

Podemos anda lamiéndose las heridas de la desastrosa campaña de Cataluña, de donde ha regresado con el ánimo de la Grande armée a su vuelta de Rusia. Su marca está perdiendo lustre como las herrumbrosas lanzas. El éclat mediático de los inicios se ha convertido en el fastidio de escuchar a los maestros dando lecciones sobre fracasos. Encima, sus hermanos ideológicos, los de IU y sus organizaciones estilo ahora en común, aquellos a quienes se podía dictar condiciones humillantes, crecidos por los resultados catalanes, quieren imponerlas ellos. Garzón reta ahora a Iglesias a unas primarias por la cabecera de la lista de la organización que salga de la confluencia y con el nombre que tenga. Igualmente rechaza encabezar la lista de Málaga (creo) por entender que lo tradicional es que el cabeza principal vaya por Madrid. Escuchar a un comunista emplear la tradición en su favor es una señal del inexorable paso del tiempo.

Habiendo recuperado ánimo en Cataluña, IU retorna a sus más puras esencias. En la reciente fiesta del PCE en Madrid, el mismo Garzón, flanqueado por Anguita y Centella, anunció que el enemigo era una tenebrosa triada compuesta por la monarquía, la oligarquía del PP y el PSOE. Esta es la realidad profunda, el sentido último de la esquizofrenia de la izquierda: los de Podemos, ahora que vienen diezmados, no solamente deben reintegrarse en las filas de la verdadera izquierda transformadora sino hacerlo alzando la bandera de los auténticos creyentes: el PSOE es el enemigo. Ese PSOE con el que han pactado, pactan y seguirán pactando.

Las izquierdas restantes se arracimaron ayer en un local de Madrid en una plataforma de confluencia, cómo no, en la que el uso del GPS se hace obligado. El acto congregó físicamente a media docena de personalidades de la izquierda (y tres o cuatro más a distancia, no sé si en videoconferencia) cada una con su aureola, su pasado, su séquito, generalmente escuálido; casi todos ellos ex de algo y sin cabida en alguna de las plataformas más pobladas. El contenido se resume en la petición de Baltasar Garzón de una lista única de la izquierda frente a los "personalismos". Bien se sabe que el poder obnubila; pero la falta de poder obnubila todavía más.

En estas condiciones y si los dioses no lo remedian a las elecciones de diciembre se presentarán tres opciones y media de izquierda. La situación ideal para perderlas a manos de una derecha que ha rizado el rizo de la astucia electoral. Presenta dos opciones que, en verdad, no son dos sino una sola con dos caras, la antigua y la moderna. De esta forma la derecha convierte en programa electoral su fórmula de legitimación de mayor éxito: la libertad es libertad de elección.

Más sobre Mas.

He seguido con la máxima atención el debate en torno a la investidura del imputado en las redes, que son el foro contemporáneo. Más en concreto, los argumentos de los partidarios de no investir, mayoritariamente cupaires. También se esgrimen argumentos en contra en PP y C's pero eso no hace a la CUP próxima a la derecha ni a esta más digna de ser escuchada.

Creo haber detectado un argumento en contra de tipo vengativo: no vamos a investir al responsable de los recortes, el neoliberalismo y las políticas represivas de orden público y cercenadoras de derechos. No vamos a investir a quien mandó a la policía a que nos abriera la cabeza en las calles. En efecto, suena un poco a revancha, sentimiento por el que no tengo especial simpatía. Es una actitud nacida de agravios del pasado y que ayuda poco a ver con claridad el presente.

Mayor consistencia, me parece, tiene el argumento de que en la CUP las decisiones son colectivas y se respetan. Se prometió no investir, y las promesas se cumplen. Muy cierto. El primer deber de una persona es cumplir sus promesas. Pero no pueden ser inamovibles. Se adoptaron en unas circunstancias. Si estas cambian es avisado revisar aquellas. Nada vivo sigue vivo si no cambia para adaptarse a las circunstancias cambiantes. La cuestión es cuán cambiantes han de ser las circunstancias para justificar una mudanza en actitud y promesa. ¿Es suficiente el hecho de que Mas haya pasado a la situación de imputado? Eso es lo que debe decidirse.

La condición de presidente de la Generalitat tiene carga simbólica. Y mucha más la tiene la de presidente de la Generalitat imputado por el Estado. Por si fuera poco la autoridad imputante ha añadido mayor simbolismo al citar a Mas a declarar en el 75 aniversario del fusilamiento de Companys. Esta coincidencia es tan flagrante que, según muchas almas cándidas, solo puede deberse a la ignorancia de los magistrados del TSJC, para quienes aquella memoria es irrelevante. Hágase justicia y perezca el mundo. El proceso no entiende de sensiblerías. Sin embargo esto es poco creíble en unos guajes que dicen haber retrasado la citación de Mas para no interferir en las elecciones del 27S. Conociendo al personal, lo más probable es que la coincidencia haya sido buscada. Hay un mensaje de continuidad muy claro que Mas resaltará yendo el día 15 de octubre primero a una ofrenda floral al monumento a Companys y compareciendo luego ante el tribunal. Esa imagen es muy potente.

Se dirá que la CUP y el independentismo radical no siguen criterios de símbolos. Será la primera vez que una acción política no tenga una faceta simbólica. Los discursos explican. Los símbolos movilizan.

También muy digno de atención es otro argumento estilo "tercera vía": defenderemos a Mas hasta el último mohicano, pero no lo investiremos. Nadie es imprescindible y cabe investir a alguien más próximo políticamente. Pues sí, es correcto y muy razonable. El propio Mas ha dicho que él no será obstáculo a nada y que da un paso atrás. Es una solución, aunque siempre quedará en el aire la pregunta de si yo estoy dispuesto a defender a Mas a muerte ¿no lo defenderé mejor siendo él presidente? 

Total, el presidente de la Generalitat va a serlo provisionalmente. Hay figuras, nombres, sobre los que recaería consenso como más apropiados para llevar adelante políticas sociales. Solo que en los próximos tiempos, el presidente deberá enfrentarse más que nada a ataques al proceso y problemas de supervivencia. Tanto en su relación con el Estado como en la acción exterior. Seguramente eso podrá hacerlo cualquier otro muy bien, pero el sentido común le obligará a tener a Mas cerca por aquello de la experiencia y la capacidad sobradamente demostrada.

dimecres, 30 de setembre del 2015

Empieza el ataque.

Ayer me preguntaron en "Mon.cat", digital en el que colaboro por la imputación a Artur Mas ante el TSJC. Dije lo que pienso sobre todo en relación con la actitud de la CUP de no investir a Mas. El texto en catalán de la entrevista de Gemma Aguilera está aquí:


Sigue la traducción española:

Todo el independentismo, también la CUP, está en deuda con Mas.
Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) es escritor, politólogo y sociólogo. Colaborador de El Món, ha apoyado la CUP pero se muestra muy crítico con la posición de la izquierda independentista respecto a la investidura de Artur Mas.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, tendrá que declarar ante el TSJC por haber plantado las urnas el 9N. El día de la cita es el 15 de octubre, cuando se cumplen 75 años del fusilamiento del presidente Companys. La comparecencia unos días antes del debate de investidura, ¿debería obligar a la CUP a cambiar de parecer?

Absolutamente. Por muchas que sean las objeciones del independentismo de la CUP a la persona de Artur Mas, es una opción, y no me parece estrafalario que el independentismo mayoritario lo proponga como presidente. Se ha ganado el respeto de la gente. Y que la CUP responda a una pregunta: sin Artur Mas, ¿habríamos llegado aquí? La respuesta es "no", en modo alguno. Todo el independentismo, también la CUP, toda la gente que ha venido impulsando el proceso tiene una deuda con Mas, al margen de su pasado, de los recortes que haya hecho y de si su partido tiene casos de corrupción. Se ha puesto al frente del proceso, lo ha dirigido y se lo ha jugado todo, también personalmente. Y, estando imputado y atacado por el Estado ¿no es razonable pedir que se le apoye? ¿No es lo mínimo que se puede hacer?

Todo el apoyo ¿quiere decir que la CUP vote a favor de su investidura?

Sí, el hecho de que se lo llame a declarar obliga a la CUP a replantearse muchas cosas y no digo que le acompañe a la puerta del TSJC el día 15 de octubre, que me parecería lo más normal y digno. Es el momento de dejar de lado las rencillas internas porque el ataque a Mas, les agrade o no, es un ataque a Cataluña, a tod@s l@s ciudadan@s.

La CUP ha mostrado su solidaridad pero, de momento, no ha retirado su negativa a votar la investidura.

Mire, si yo formo parte de un movimiento, en este caso el independentismo, y una de las piezas clave, sino la más importante, soporta un ataque tan brutal del Estado, sin duda saldré en su defensa. La CUP ha de ser consciente de que el Estado ve el proceso como una cuestión de orden público y, como tal, la trata con represión, amenazas y, en último término, la prisión. Primero hay que dar una respuesta contundente al Estado y luego, ya veremos. En todo casi, diga la CUP lo que diga, Artur Mas ya tiene un lugar en la historia, y merecido. Apartar a Mas para evitar que siga liderando el proceso no cambiaría el curso de la historia. El proceso ya lleva su nombre. Insisto, tenemos una deuda con este hombre y este el momento de saldarla, defendiéndolo como él ha defendido a todos los ciudadanos de Cataluña al plantar las urnas.

¿Confía en que la CUP cambie de criterio?

Conociendo a la gente de la CUP, pienso que reflexionarán y espero que la reflexión sirva para que pongan por delante lo importante y dejen de lado otras consideraciones, como lo ha hecho Artur Mas al decir que lo importante es el proceso. Y yo me pregunto: ¿alguien de la CUP ha hecho algo parecido? ¿Prefieren perseguir a Artur Mas hasta los confines de la tierra cuando el Estado quiere encarcelarlo? ¿Qué más quieren? ¿Qué se clave un puñal y se sacrifique en público?

¿Tiene la impresión de que la CUP no está a la altura del momento histórico?

Lo que veo es que la CUP es muy de alzar el puño y corear "anticapitalismo" pero ahora que recibe un ataque directo del Estado no acaba de entenderlo correctamente. Y me fastidia porque, si hemos llegado hasta aquí, con casi dos millones de votos, es porque Artur Mas se ha empeñado y ha jugado magistralmente. Hagamos a un lado el 3% por una temporada, dejemos de pensar un tiempo que en vez de manos tiene tijeras y tengamos en cuenta que Mas goza de una proyección internacional que no tendrá ningún otro político del proceso. ¡Ninguna empresa se desharía de un activo así! La CUP ¿es tan pura que prefiere prescindir de la experiencia y el impacto exterior de Mas? Votar la investidura no quiere decir ni de lejos, dar apoyo a todo su programa. No veo que haya conflicto ideológico aquí.

¿Primero la independencia y luego el modelo social?

La cuestión es consolidar la independencia y el resto vendrá por sí solo. Porque de momento no sabemos si el programa de Junts pel Sí es de derecha liberal o de izquierda. Por tanto, diría a la CUP: sentaos a negociar y hablad. Y olvidad las viejas tácticas de hacerse el fuerte antes de sentarse. Lo que nos jugamos es tan importante y el ataque del Estado tan evidente que las otras cuestiones deben quedar en segundo lugar.
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Presidente por imputación.


El gobierno ha hecho a Mas presidente al llevarlo ante los tribunales. Porque es el gobierno. La acusación proviene de la Fiscalía general, pues los fiscales catalanes se negaron a ella. Es el gobierno el que quiere poner fuera de juego a Mas porque ve en él el peligro. Con eso, fuerza una reacción obligada en el campo independentista por consideraciones de estrategia de los viejos maestros de la guerra: defiende todo lo que el enemigo ataca y ataca todo lo que el enemigo defiende. También es posible no hacerlo así pero, en tal caso, será preciso explicar qué se gana dejando de defender lo que el enemigo ataca.

El ministro de Justicia, en un alarde de sensibilidad democrática, explica que no se citó antes al presidente Mas por no interferir en el proceso electoral. Y también para evitar que el posterior 47% del voto hubiera sido muy superior. Pasado el peligro, viene la citación. Y esos asuntos, ¿los deciden los ministros, los políticos? ¿No los jueces?

Lo que se imputa a Mas acarrea posible inhabilitación para ejercicio de cargo público. Por haber convocado una consulta, ya que el Estado no le permitía hacer un referéndum. El rechazo fue por abrumadora mayoría del Congreso pues, en asuntos catalanes, las coincidencias entre los dos partidos dinásticos son inmensas.

Es decir, en el plazo de un año, en Europa se han vivido dos episodios en dos países distintos (Reino Unido/Escocia y España/Cataluña) con semejanzas y desemejanzas curiosas. En los dos casos hay sendas opciones y tendencias políticas a favor de la independencia. En Escocia se hizo un referéndum y triunfó el no a la separación. En España no se tolera referéndum territorial alguno y, quien lo inicia, puede acabar expulsado, sancionado, inhabilitado o, incluso, preso. Pero nadie ha aportado razón convincente alguna que justifique por qué los escoceses pueden hacer lo que los catalanes tienen prohibido, y quién se beneficia de esta anomalía.

En las circunstancias actuales, la llamada "cuestión social" se enfrenta a un incidente de prejudicialidad por cuanto, para tomar cualesquiera medidas, hay que disponer de un gobierno que lo haga y un Estado que le dé legitimidad. La cuestión social va después de la cuestión nacional, no por delante. Y una vez planteado el conflicto territorial ya solo queda saber de lo que cabe debatir en España. Realmente, de poco y ese poco a toda velocidad pues quedan tres meses para las elecciones generales. Prácticamente nada, con los partidos muy atribulados en un cuadro general poco previsible. El PP mira de reojo a C's. Estos se las prometen muy felices con el impulso catalán. El PSOE solemniza esa posición de centralidad que lo convierte en objeto de diversas querencias. Podemos, por último, se encuentra cómo Sísifo cuando ha de comenzar a subir de nuevo la cuesta con el pedrusco a la espalda. No le gusta nada quedarse en un grisáceo cuarto puesto. IU luchará por mantener la cabeza por encima de la barrera legal. De las otras posibles ofertas de la izquierda se hablará cuando abandonen el limbo de los proyectos unitarios.

En resumen, todo ello quisicosas electorales, programáticas, de negociaciones, pactos y contrapactos que animarán el trimestre de espera hasta las generales. Puro espectáculo mediático. Pero bastante rutinario. Si se quiere observar algo nuevo hay que seguir mirando a Cataluña. Todo hace pensar que la mayoría independentista pondrá en marcha su hoja de ruta en la forma que acaben negociando y con Mas de presidente, haya sido como haya sido su investidura. Ello va a implicar continuos enfrentamientos con el Estado que acompañarán a la imputación y quizá procesamiento de su presidente.

Pero también va a implicar más cuestiones, algunas de calado. Por ejemplo, los independentistas abordarán tarde o temprano la cuestión de si participan o no en las elecciones generales. Ese puede ser uno de los puntos de la desconexión. Esta abstención aumentaría la representación parlamentaria de los partidos nacionales españoles, pero no necesariamente la legitimidad del parlamento español y sus decisiones en Cataluña.