He seguido con la máxima atención el debate en torno a la investidura del imputado en las redes, que son el foro contemporáneo. Más en concreto, los argumentos de los partidarios de no investir, mayoritariamente cupaires. También se esgrimen argumentos en contra en PP y C's pero eso no hace a la CUP próxima a la derecha ni a esta más digna de ser escuchada.
Creo haber detectado un argumento en contra de tipo vengativo: no vamos a investir al responsable de los recortes, el neoliberalismo y las políticas represivas de orden público y cercenadoras de derechos. No vamos a investir a quien mandó a la policía a que nos abriera la cabeza en las calles. En efecto, suena un poco a revancha, sentimiento por el que no tengo especial simpatía. Es una actitud nacida de agravios del pasado y que ayuda poco a ver con claridad el presente.
Mayor consistencia, me parece, tiene el argumento de que en la CUP las decisiones son colectivas y se respetan. Se prometió no investir, y las promesas se cumplen. Muy cierto. El primer deber de una persona es cumplir sus promesas. Pero no pueden ser inamovibles. Se adoptaron en unas circunstancias. Si estas cambian es avisado revisar aquellas. Nada vivo sigue vivo si no cambia para adaptarse a las circunstancias cambiantes. La cuestión es cuán cambiantes han de ser las circunstancias para justificar una mudanza en actitud y promesa. ¿Es suficiente el hecho de que Mas haya pasado a la situación de imputado? Eso es lo que debe decidirse.
La condición de presidente de la Generalitat tiene carga simbólica. Y mucha más la tiene la de presidente de la Generalitat imputado por el Estado. Por si fuera poco la autoridad imputante ha añadido mayor simbolismo al citar a Mas a declarar en el 75 aniversario del fusilamiento de Companys. Esta coincidencia es tan flagrante que, según muchas almas cándidas, solo puede deberse a la ignorancia de los magistrados del TSJC, para quienes aquella memoria es irrelevante. Hágase justicia y perezca el mundo. El proceso no entiende de sensiblerías. Sin embargo esto es poco creíble en unos guajes que dicen haber retrasado la citación de Mas para no interferir en las elecciones del 27S. Conociendo al personal, lo más probable es que la coincidencia haya sido buscada. Hay un mensaje de continuidad muy claro que Mas resaltará yendo el día 15 de octubre primero a una ofrenda floral al monumento a Companys y compareciendo luego ante el tribunal. Esa imagen es muy potente.
Se dirá que la CUP y el independentismo radical no siguen criterios de símbolos. Será la primera vez que una acción política no tenga una faceta simbólica. Los discursos explican. Los símbolos movilizan.
También muy digno de atención es otro argumento estilo "tercera vía": defenderemos a Mas hasta el último mohicano, pero no lo investiremos. Nadie es imprescindible y cabe investir a alguien más próximo políticamente. Pues sí, es correcto y muy razonable. El propio Mas ha dicho que él no será obstáculo a nada y que da un paso atrás. Es una solución, aunque siempre quedará en el aire la pregunta de si yo estoy dispuesto a defender a Mas a muerte ¿no lo defenderé mejor siendo él presidente?
Total, el presidente de la Generalitat va a serlo provisionalmente. Hay figuras, nombres, sobre los que recaería consenso como más apropiados para llevar adelante políticas sociales. Solo que en los próximos tiempos, el presidente deberá enfrentarse más que nada a ataques al proceso y problemas de supervivencia. Tanto en su relación con el Estado como en la acción exterior. Seguramente eso podrá hacerlo cualquier otro muy bien, pero el sentido común le obligará a tener a Mas cerca por aquello de la experiencia y la capacidad sobradamente demostrada.