dimarts, 23 de juny del 2015

La decisión de la no decisión.


La legislatura del PP ha sido un desastre en todos los sentidos, propiciado por la incompetencia de un gobernante, ya calificado como el "líder más incompetente de Europa" por el eurodiputado británico Nigel Farage al comienzo de su mandato en 2011. Desde entonces, Rajoy se ha esforzado por hacer cierta la afirmación de Farage. Ha conseguido marcas como la de ser el presidente peor valorado por la ciudadanía desde el comienzo de la segunda restauración borbónica que, en el fondo, es la tercera. Su florilegio político es impresionante. Hay antologías de verdaderos disparates.


El desastre afecta a todo, incluso lo que el propio Rajoy considera triunfos, como la idea de que la "crisis es historia". Algo que no cree nadie. Las magnitudes que esgrime están manipuladas y la ciudadanía lo ve a simple vista. El gobierno presume de reducir el paro y todo el mundo sabe que es mentira, pues llama empleo a situaciones precarias a extremos ridículos. Hay gente que acumula cientos de contratos de trabajo al año, por días. Y todos los demás datos son escalofriantes: los índices de pobreza, de malnutrición, de desnutrición infantil, los fallecimientos por inatención médica, las cifras de emigrantes, los desahucios. Aumentan los multimillonarios y los pobres, crece la desigualdad, la desprotección de los trabajadores.

Añádase la corrupción, el signo característico de la legislatura. La corrupción lo ha devorado todo. No solo los caudales dinerarios públicos. También los morales. Nadie da crédito a Rajoy. Es imposible tomar en serio a un presidente que, estando acusado de cobrar sobresueldos de dinero en B, no ha demostrado fehacientemente que no sea cierto pero tampoco ha dimitido.

En resumen, España, que había abandonado el grupo de países subdesarrollados en los años sesenta del siglo XX, parece volver a él en el siglo XXI. Una verdadera involución social y económica que va acompañada de otra política y jurídica. La democracia está acogotada por un autoritarismo cerril y arbitrario. Se hacen evidentes cuando Rajoy exige a Mas y los nacionalistas catalanes que obedezcan la ley pero él se permite el lujo de cambiarla cuando le incomoda valiéndose de su mayoría absoluta. Esto da una idea del calibre moral del personaje.

En estas condiciones, la decisión de no tomar decisión alguna en lo del cambio de gobierno no solo concuerda con el carácter del presidente sino que quizá sea lo único que quepa hacer. El gobierno no gobierna y los políticos del PP están concentrados en perder las elecciones y dar tumbos por los juzgados de guardia. ¿Para qué cambiar los ministros? Los nuevos tampoco harían nada porque, en definitiva, ya no hay nada que hacer. Es mejor concentrarse en el decir y, por eso, se deja el gobierno como está y la materia gris se concentra en mejorar la comunicación y la propaganda. Para el resto, en breves días entra en vigor la nueva Ley Mordaza, una norma represiva de corte franquista, como el espíritu de quienes la han concebido, que muy probablemente sea inconstitucional desde el preámbulo hasta la última disposición. Su propósito manifiesto es ir con mano dura contra todo tipo de oposición, crítica o protesta.

Para la comunicación están desplegándose las baterías que apuntan a las televisiones. La conservación de Cospedal en la secretaría general significa que Rajoy confía en ella para asesorarle en materia de cómo disciplinar la televisión y, a pesar de ello, perder las elecciones. La dueña había convertido la TV de Castilla la Mancha en un aparato de propaganda manejada por un director a su incondicional servicio. Y, pesar de eso, perdió. No hay esbirro intelectual capaz de hacer digerible a la gente una figura como la de Cospedal, universalmente detestada en su Comunidad.

 Para la propaganda, se emplean los presupuestos generales del Estado. Ciertamente, Rajoy no podrá aprobarlos antes de las elecciones, pero sí presentarlos, anunciarlos a bombo y platillo, contando todo lo que piensa hacer caso de ganar. En esto de las promesas, no conoce límites, como tampoco los conoce el desprecio de la gente al escucharlas a quien se había fotografiado en la cola del INEM afirmando cuando yo gobierne  bajará el paro.

Anunciada está también una conferencia política del PP para julio. En ella se fabricarán consignas ideológicas, doctrina. Pero hasta ese viejo frente de la derecha se ha dejado arrebatar este epítome de incompetencia. Sánchez ha salido ya al circuito electoral envuelto en la bandera rojigualda, esa que el PP había diputado ya como suya. Y como se descuide Rajoy, en su próximo mitin, el socialista hace que se interprete el himno y hasta invita al Rey a título de desagravio. 

El mensaje de la proclamación de Sánchez como candidato, o sea de su nominación, era rotundo, una copia del estilo yanqui, algo frecuente en la izquierda, que se queja del imperialismo estadounidense, pero le plagia las formas. Podemos está sacado de Obama y la escenificación sanchesca, de la línea Kennedy-Clinton. Parece que el lema de campaña de Sánchez será Más España. Es difícil imaginar cómo podrá contrarrestar la derecha una consigna tan vacua. 

dilluns, 22 de juny del 2015

Rojo y gualda.


Decíamos ayer que lo que más preocupa hoy al nacionalismo español es el reto lanzado desde Cataluña. Rajoy lo reconocía a su modo plasmático avisando de que las elecciones de 27 de septiembre serán autonómicas y quien quiera que sean algo distinto tendrá que vérselas con él. Y ayer, Pedro Sánchez, al aceptar la candidatura a la presidencia del gobierno por el PSOE como si este se la hubiera ofrecido y no él luchado por ella, lo hizo con una enorme banderaza borbónica detrás. Fue una mise en scène patriótica que empequeñece las del PP, incluido el peazo bandera que Aznar dejó para la posteridad en la Plaza de Colón, a imitación de la que tienen los mexicanos en la del Zócalo en su país. Hizo más que proclamar su desinhibido amor a la patria. Le dio un giro gringo, muy a tono con la generalizada americanización de la política y exhibió a su señora en público. Al final de la ceremonia. Primero habla solo el hombre, de cosas de hombres y, luego, sube al escenario la mujer, acarreando diversos valores: familia, hogar, matrimonio. En fin, gente seria a la par que moderna. Bandera y familia.


La bandera tiene un elemento simbólico, seguramente de influencia rubalcabiana. No se oyeron los compases del himno llamado nacional porque a los organizadores sin duda les pareció excesivo. Aunque ganas no debieron faltarles a título de desagravio por los pitidos del Camp Nou el otro día. Mucho simbolismo. Casi una segunda transición. La primera se caracterizó porque Carrillo aceptó la bandera borbónica junto a la roja y el himno. Le segunda porque el PSOE disipa muchas dudas acerca de su lealtad incuestionable y única a la bandera roja y gualda, dado que en sus actos y manifestaciones todavía aparece la tricolor, a la que siguen siendo leales muchos de sus militantes y votantes. Gente despistada. Aquí no hay más bandera que la de los Borbones, que es la de España. Es más, el escudo muestra las flores de lis de los Borbones españoles en el escusón que no sé si es muy correcto desde el punto de vista de la ciencia del blasón, dado que no reproduce la forma del propio escudo a un escala aprox. de 1/3. En todo caso, adiós a la República, pues ahí están las flores de lis pero no la tricolor.

Y tampoco hay símbolos del PSOE, ni las siglas. ¿El mensaje? Es un momento de emergencia nacional. España nos llama. No como socialistas, sino como españoles. Bien. Parece que los nacionalistas españoles, los dos partidos dinásticos, por fin toman conciencia de la necesidad de justificar, sostener, defender e imponer su idea de nación española. Lo hace el PP y lo hace el PSOE. El PP retóricamente, hablando de la gran nación española y el PSOE plásticamente, sacando a lucir la bandera sin aditamentos ni complejos. Ya están echadas las bases para una unión sagrada de los dos partidos dinásticos. Por desgracia, la lealtad colectiva a la nación o a una determinada idea de nación no se obtiene a base de consignas y banderas, sino con la convicción voluntaria de que la nación merece esa lealtad. Algo muy difícil de conseguir si toda la experiencia del pueblo en relación con la nación es de maltrato.

La proclamación de Sánchez ha sido un éxito comunicativo. Sacarlo envuelto en la bandera a librar batalla con el PP, un acierto. La derecha tiene escasísimo margen de acción porque su crédito es nulo. Desarbolada por la corrupción y una montaña de embustes y engaños, nadie le presta atención. No hay comunicación posible que pueda mejorar las catastróficas perspectivas electorales del PP. Y si la hubiere, el PSOE tendría que recurrir a sus medios parlamentarios, los que Palinuro recomienda siempre, para cerrarlas nuevo.

El proceso soberanista catalán es imparable y el resultado de las elecciones del 27 de septiembre marcarán el posterior rumbo de la política española, digan lo que digan los nacionalistas también españoles. Por si acaso, no obstante, el gesto rojigualda de Sánchez ya avisa a los soberanistas de que su proceso se encontrará enfrente un nacionalismo español de izquierda que, por supuesto, será, como dice Pla, igual que el de derecha. Su respuesta: NO.

En cuanto a Podemos, el PSOE le ha sacado un cuerpo de ventaja de golpe. Los de los círculos siguen sin hablar claro al respecto y no por lo alambicado de sus planteamientos sino por su ambigüedad, resumida en el tacticismo de Lenin de reconocer el derecho de autodeterminación siempre que no quiera ejercerse aquí y ahora. Quizá en el hipotético futuro de una proceso constituyente español. En resumen: NO.

Si el PP confía -o dice confiar- en que el discurso de la recuperación le dará el triunfo, el PSOE pretende concentrar sus baterías sobre el paro y la corrupción. Esta lucha, dice Sánchez, se hará en el marco de una España laica. Tampoco el PSOE anda sobrado de confianza del personal. Mientras no muestre cómo, es poco probable que nadie crea en que sus medidas mitigarán el desempleo cuando las adoptadas hasta ahora no lo han hecho. La lucha contra la corrupción parece más verosímil que la del PP porque está menos pringado en ella y, como afirma de sí mismo Sánchez, es un político limpio, mucho más de lo que puede decir el presidente del gobierno. Por último, el propósito de la España laica suena un poco a tomadura de pelo. Durante todos sus mandatos los socialistas no han hecho más que consolidar y ampliar los privilegios de la Iglesia. No son pues dignos de crédito en este terreno.

Es un discurso y una escenografía para ganar las elecciones en España. Pero queda por averiguar si lo serán también para ganarlas en Cataluña, en donde las cosas son mucho más complicadas y el PSC se encuentra en un estado lastimoso, tras haber sido partido de gobierno. Triturado entre unionistas y soberanistas, es difícil que salga de la irrelevancia si no consigue postular una propuesta con la que contrarrestar las otras dos. Cosa harto inverosímil ya que sus ideas deben tener el visto bueno del PSOE.

A este, sin embargo, ahora le urge afinar en las suyas relativas a Cataluña si no quiere que el PSC quede muy por debajo y no pueda aportar el contingente de diputados catalanes que ha sido históricamente una de las bases de las mayorías del PSOE en las Cortes. Esto solo podrá lograrlo perfilando una propuesta federal concreta, factible que pueda convencer a sectores del unionismo y del soberanismo. Convencerlos. No seducirlos, por cierto, porque eso de seducir lleva engaño. Convencerlos. 

Una de las cosas buenas que tienen los soberanistas, a diferencia de muchos unionistas, es que están dispuestos a escucharlo todo. Luego harán lo que les interese. El punto está en tocar esos intereses. Convencer con razones. No marcando el paso de la oca.

diumenge, 21 de juny del 2015

La social, lo nacional.


El acto de Cornellá de Esquerres per la indepèndencia estuvo muy bien. Fue muy interesante por su contenido y si todos aprendieron tanto como Palinuro, ya se fueron servidos. En el escenario, el periodista Roger Tugas, nos introdujo en escena como si fuéramos nominados al óscar, uno a uno. Eso impone. Entre los contertulios, Néstor Salvador, del Sindicato Andaluz de Trabajadores, Carme García, de la ANC y ex-diputada de ICV y Frederic Prieto, presidente de la mesa por el derecho a decidir de la zona y exalcalde de la ciudad por el PSUC. En el público, muy lucido, contamos con Muriel Casals y Eduardo Reyes, de Súmate, entre otras personalidades interesadas en estas cuestiones y activas partícipes en ellas. Enhorabuena a tod@s y, como siempre, una experiencia muy grata de un lugar en el que se puede discutir sin alzar la voz ni llegar a las manos.

Cataluña es el laboratorio político de España hoy y, con las elecciones de 27 de septiembre en ciernes, mucho más. Y eso según como estas vengan. Ayer publicaba Odón Elorza un magnífico artículo en Publicoscopia titulado: Por sorpresa: Rajoy adelantará las elecciones al 27-S. Y, sí, entra dentro de lo posible. Los últimos cambios apuntan a eso, aunque, supongo que Odón estará de acuerdo, con Rajoy nunca se sabe porque normalmente no lo sabe ni él mismo. Desgrana el autor con fino olfato las razones que llevarían al presidente de los sobresueldos a adelantar los comicios a septiembre y cita tres: a) consolidar la afinidad electiva con C's; b) no dar tiempo a probar que la alianza PSOE-Podemos es viable; y c) yugular el proceso catalán. Aunque su prudencia no deja a Elorza subrayar la tercera, reconoce su superior importancia porque es la única que menciona dos veces.

Guste o no a los nacionalistas españoles, hoy todo gira en torno a Cataluña, todo se complica por días y se acelera por horas. Es muy probable que los estrategas políticos españoles hayan renunciado a todo intento de entender la situación catalana y lo dejen al resultado del 27. El marco, el frame de Rajoy es muy simple y lo expuso con meridiana claridad hace unos días: las elecciones del 27 de septiembre son autonómicas ordinarias y si alguien quiere convertirlas en algo más, que se atenga a las consecuencias. Pero, aunque no lo crea, eso no evita que las cosas sean como son, no como él quisiera que fueran. La clave de los próximos tiempos estará en cómo se resuelva ese cada vez más acelerado conflicto cuya raíz en la naturaleza humana explicaba el otro día Mas a Gabilondo.

El mismo que veía yo en los televisores a mediodía, hablando en una reunión creo que de alcaldes, después de la ruptura de CiU, un hecho histórico que ha propiciado que Oriol Junqueras, en aras del amor a la Patria, haya puesto ERC a disposición de la Generalitat en un amago de gobierno como de "concentración nacional". Por la tarde, esa comparecencia había provocado un tuit incendiario de Jordi Evole en el que sostenía que el menosprecio de Mas al sí se puede de la Plaza de Sant Jaume indicaba el miedo a los partidos emergentes. Hay que descifrar el mensaje, cosa nada difícil: el miedo de los nacionalistas al ataque de "los de abajo". Las redes estuvieron hirviendo toda la tarde y Évole concluyó que sí, que hay mieditis en el nacionalismo, especialmente, es de suponer, en el nacionalismo burgués. Hoy día la información y el debate políticos viajan por estas vías.

Pero todo ello apunta los matices de la política catalana, algo que, al sur del Ebro sorprende y no acaba de entenderse bien. Desde luego, la originalidad es evidente. Cataluña es el lugar del Estado en el que la derecha está más dividida. No solo en la oposición entre CiU y PP y tampoco en la separación entre PP y C's, común al conjunto de España, sino en el cisma de Unió Democràtica de Catalunya, el siamés demócrata-cristiano de Convèrgencia. Una separación en el eje nacional. Cuatro partidos de derecha en Cataluña. Muy poco habitual. Casi parecen de izquierda.

La izquierda, a su vez, aun más fragmentada en cinco formaciones en dos bloques según el eje nacional: dos independentistas, ERC y las CUP y tres no independentistas o menos independentistas o con menos ánimos soberanistas: PSC, EUViA y Podemos, sector al que ha venido a añadirse, aunque no para clarificar, la nueva formación inspiradora de Barcelona en Comú, cuyo carácter híbrido se echa de ver en que tenga el apoyo de ERC y el PSC al mismo tiempo. Y si la derecha catalana es particular, no se diga la izquierda. Su problemática apenas tiene que ver con la de la izquierda española..

Para no marearnos en este cambiante tablero en el que se mezclan tácticas y estrategias, en las izquierdas parece plantearse la cuestión de qué tenga preferencia en la acción política: si la cuestión social o la nacional. No hace falta decir que, como suele suceder con las controversias izquierdistas, detrás de las posibles opciones hay bibliotecas enteras de muy serias reflexiones. En la medida en que aquí no se trate de hacer de necesidad virtud, integrando los puntos de vista de unas izquierdas no nacionalistas, esta oposición, que se planteó en el debate de Cornellá, recuerda, aunque de incruento modo, el debate habido en la España republicana, singularmente, claro en Cataluña y el frente de Aragón, sobre si primero ganar la guerra y hacer luego la revolución o al revés.

Lo que sucede es que una parte significativa de la izquierda, esto es, ERC y las CUP, afrontando las críticas de la más tradicional, ya se han decantado por la preeminencia de la cuestión nacional sobre la social y han sellado un pacto non sancto con el enemigo de clase. David Fernández no hace más que abrazarse con Mas y Junqueras está dispuesto a ser ministro sin cartera para apoyar a la Generalitat independentista. Su argumento es práctico y, dadas las circunstancias, poco objetable: para hacer política social redistributiva, de izquierda, hacen falta recursos y no se dispone de estos si no se es independiente. Quienes propugnan el orden inverso, esto es, la política social de izquierda en el marco de los poderes constituidos en España no pueden aspirar a la plena disposición de los recursos propios y parecen apuntar a una especie de bucle de reclamaciones al Estado central que este está especializado en ignorar. Tal es el caso, si no entiendo mal, de esa confusa propuesta de Procés constituent de la monja Forcades quien pretende no solo arbitrar políticas sociales de izquierda, sino eliminar de cuajo el capitalismo, como Judith cortó de un tajo la cabeza de Holofernes, y todo eso en el marco de los poderes constituidos del Estado español. Quizá por ello interpele a Podemos para formar un frente amplio encabezado por ella. Lo que extraña es que no invite al PSC pero sí a las CUP, si bien ello quizá se deba a una especie de ingenuidad mística respecto a las intenciones de los demás.

Precisamente en lo social sitúa Mas la crítica de Évole a su menosprecio del sí se puede. Él no se pronuncia sobre el sí se puede porque lo que él promueve y pretende es distinto; no es social, sino nacional que comprende lo social (como se prueba por la presencia de ERC y las CUP a su vera, una en la hoja de ruta y la otra no), pero no se agota en ello. Esto es lo que inquieta a las izquierdas de tradición leninista. Surgidos a la luz del mundo en la oposición a la primera guerra mundial (que Lenin, no muy avisadamente, creía que podía convertirse en una guerra civil internacional entre la burguesía y el proletariado europeos) todavía les suena en la memoria la famosa arenga del balcón del Emperador Guillermo a los soldados que partían al frente: "Ya no conozco partido alguno. ¡Solo conozco alemanes!". Cámbiese el "alemanes" por "catalanes", adórnese el rostro de Mas con un bigotazo con las guías hacia arriba y póngasele un casco con una púa y se habrá materializado la caricatura de un caudillo mesiánico que se cree ungido de la divina gracia.

Él mismo, probablemente, esté abrumado con la responsabilidad que le ha caído encima al ponerse al frente de un movimiento nacionalista que surgió de una sociedad civil catalana ya francamente en proceso de desconexión con el Estado. Palinuro suele compararlo con Moisés dirigiendo a su pueblo. Tampoco es tan extraño si se tiene en cuenta que una de las banderías aparece dirigida por una monja y otra monja, dominica contemplativa, Sor Lucía Caram, se le encuentra muy próxima y quizá le sirva de guía espiritual.

La cuestión es que la escisión de Durán -cuya repercusión en el voto soberanista está por ver- justo en la hora veinticinco, deja a Mas en una posición que pudiera ser de debilidad o de fortaleza, según como se desarrollen los acontecimientos. A primera vista, Mas se ha quedado sin partido porque Convergència, aparte de que más parece un cártel que un partido, es demasiado estrecho y determinado para vertebrar un movimiento nacional. Si este ha crecer, tiene que romper su exoesqueleto y emerger como una realidad completa, al modo de esos insectos que surgen íntegros y perfectos de su angosta estructura anterior. Surge el individuo, el guía, el caudillo o líder; pero necesita un aparato, una organización en torno suyo que le permita dirigir a su pueblo y de ahí que haya pedido a las dos asociaciones más típicas de la sociedad civil catalana, la Assemblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural, que levanten bandera por una organización con lista única por la independencia, una organización suprapartidista.

Supongo que alguien habrá comparado a Mas con la soledad del corredor de fondo. El corredor, en este caso, quiere arrastrar a todo un pueblo consigo en el logro de un ideal, un ideal que sus adversarios pretenden aniquilar si no consiguen antes impedir por la vía penal que él lo alcance.

dissabte, 20 de juny del 2015

Reflexión sobre el PSOE.

Ya antes de su fenomenal derrota en noviembre de 2011, cuando el PSOE obtuvo sus peores resultados desde la transición, venía escuchándose la consigna PSOE-PP la misma mierda es, que seguramente tuvo su incidencia en aquel fracaso. Además de injusta, la fórmula era bastante absurda. Pero se oía mucho y hacía mella. La repetían sin descanso los de la verdadera izquierda, los comunistas y neocomunistas que llevan cien años tratando de hundir el socialismo democrático y también unas gentes nuevas, no herederas de esa tradición, que expresaban así su disgusto y rechazo a una política pseudosocialista, neoliberal, subordinada a los intereses del capital y de la banca, complaciente con el nacionalcatolicismo imperante en España y al servicio de la monarquía.

Fue la política de Zapatero en su segunda legislatura, proseguida luego con especial ahínco por Rubalcaba, un hombre más cercano a Rajoy que a muchos militantes de su partido. Y una política cuyo carácter conservador y nada socialista no se reducía solo a granujadas como la reforma del artículo 135 de la Constitución, a declarar monárquico el partido, aumentar los privilegios de la iglesia católica o ser incapaz de formular propuesta alguna aceptable en relación con la cuestión catalana, sino que se basaba en usos y costumbres internos que apuntaban a un anquilosamiento irremediable de la socialdemocracia española. Tanto Zapatero como Rubalcaba gestionaron el PSOE con criterios enchufistas, burocráticos, amiguistas, tolerantes con la corrupción, conservadores, favoritistas y esencialmente de derechas, a base de ordeno y mando, aunque sin plasma. Llegó un momento en tiempos de Rubalcaba en que, en efecto, parecía como si la única diferencia entre las dos partidos dinásticos fuera la cantidad de letras de sus siglas.

Esa situación dio una inmerecida pero aplastante mayoría absoluta del PP. Inmerecida porque la derecha no había hecho nada para conseguirla salvo organizar escándalos y ver cómo la izquierda histórica española le daba el triunfo por su patente incompetencia. Y con esa mayoría absoluta vinieron cuatro años de un gobierno corrupto, embustero, saqueador, franquista, nacionalcatólico, apoyado en un partido que más parece una banda de ladrones y dirigido por una persona acusada de haber estado veinte años cobrando dinero en negro. Un gobierno antipopular, que ha expoliado el país y está a punto de provocar su partición por su cerrada estupidez franquista. Esa es la verdadera herencia de Zapatero de la que el PSOE es responsable.

El Partido Socialista,  desconcertado al verse abandonado por su electorado histórico, y a pique de perder su tradicional hegemonía, veía cómo surgía poderosa a su izquierda una fuerza nueva, Podemos, que le segaba la hierba bajo los pies en su electorado y amenazaba con reducirlo a una posición de subalternidad. Podemos era el amanecer de un sol rutilante de una nueva izquierda, estilo Syriza, que haría trizas la vieja IU y dejaría el PSOE reducido a una especie de PASOK hispano.

Y, en efecto, casi lo consiguió. IU es hoy un pecio a la deriva. Pero el plan fracasó con el PSOE. No porque este hubiera adoptado medidas para evitar su laminación a manos de Podemos (aunque algunas sí tomó), sino porque el propio Podemos, en típica soberbia de bisoño, descubrió su auténtico juego y, con ello, se suicidó. Lo que pretendía en el fondo no era distanciarse del viejo mundo de IU, el comunismo o los anguitas, sino aliarse con ellos pero ocultarlo, disimularlo, hacer como si no tuvieran nada que ver con el comunismo.  Sin embargo, el triunfo en las elecciones al Europarlamento de mayo de 2014, emborrachó de tal modo a sus dirigentes, que estos descubrieron ingenuamente sus intenciones y deseos, hablaron de Anguita como su referente intelectual (sic), de proyectos de confluencia con IU y el renqueante universo comunista. Lo suficiente para que el efecto sifón aplicado al PSOE se frenara de golpe, se parara la sangría de votantes y hasta militantes hacia Podemos y todos los antiguos afiliados y votantes de la única opción de izquierda de socialismo democrático que hay en este país, volvieran a casa.  

Las dos últimas elecciones lo han dejado bien claro, invirtiendo las intenciones que anunciaban los sondeos. El PSOE se mantiene sólido, es el segundo partido, puede ser el primero y a mucha distancia de Podemos que ahora lucha por conseguir un porcentaje superior al que históricamente ha tenido IU en sus mejores momentos. Justo lo que ellos mismos han cosechado por su incapacidad para el juego limpio. Porque una cosa es hablar de democracia y otra muy distinta practicarla.

A día de hoy, salvo casos excepcionales (y, por lo general, patéticos), donde hay gobiernos de izquierda son alianzas de PSOE y Podemos, la fórmula que Palinuro siempre propugnó.

Pero faltan cinco meses para las elecciones. Pueden pasar muchas cosas. Palinuro considera que ambos partidos de la izquierda debieran llegar a ellas más que con una alianza circunstancial (cosa que pueden hacer hasta los del PP y C's), con un verdadero programa común de la izquierda, algo conciso, claro y que dé confianza a la gente. Para eso ambos partidos deben acometer medidas importantes de reorganización interna y acción externa. En el caso del PSOE, Palinuro, ya se sabe, insiste en que está obligado a presentar una moción de censura a este gobierno que es una vergüenza en toda Europa y una amenaza permanente a la democracia en España. Igualmente considera que, una vez consolidada la posición de Sánchez como candidato, el partido debe abandonar las prácticas enchufistas, clientelares, favoritistas de aupar mediocres y pelotilleros, propias de la era Rubalcaba, y abrirse a todas las corrientes del socialismo democrático, especialmente a las más orientadas a la izquierda, flanco por el que falla un partido que tiene que cubrir un amplio espectro ideológico si quiere verdaderamente gobernar y no decir lo bien que lo haría si alguna vez gobernase, actividad en la que suele lucirse la verdadera izquierda.

En cuanto a Podemos, si rompe definitivamente con los fantasmas del pasado comunista, disfrazado o no de IU, y deja de pasear por los escenarios el nuevo e iluminado Mahdi, con su obsesión antisocialista, quizá supere la barrera psicológica del 14%. Siempre y cuando, además, consiga unificar sus discursos internos, cada vez más fragmentarios e incoherentes y gane algo de crédito a base de hacer propuestas de gobierno sólidas, verosímiles y viables y no puras consignas que ya mueven a risa. Aunque sus dirigentes no lo crean, hasta los discursos más estridentes adormecen si no suscitan reflexión y compromiso. Y no se hable de la velocidad a que el público videocrático contemporáneo da por descontados los carismas. Cuando Iglesias quiso darse cuenta, ya tenía un serio rival en Rivera y apenas este ha vuelto de las elecciones, le espera un competidor calcado a su imagen y semejanza, Casado. Vamos que, como no se diferencien en el discurso, estos pueden acabar como Los tres caballeros de Walt Disney, pegándose por saber quién sea Donald, Pancho o José.

Presentarse a las elecciones de noviembre con un programa común de la izquierda PSOE-Podemos serio, viable, que recomponga el destrozo de la derecha y regenere la democracia frente a un PP hundido en el descrédito, el ridículo, la incompetencia y la corrupción es ganarlas.

(La imagen es una foto de Wikipedia,  con licencia Creative Commons).

En Cataluña y por el derecho a decidir de los catalanes.

Hoy, sábado, 20 de junio, Palinuro estará en Cornellá, a las 18:00, en un acto plural en apoyo al derecho a decidir de los catalanes que acabará de ganarle muchas simpatías sin duda entre los nacionalistas españoles en Madrid. Qué se le va a hacer. A lo largo de la vida, los amigos y enemigos que uno trata van cambiando según se articulan las opciones vitales de cada cual. Y no hay más. Si tus convicciones morales y políticas te llevan a adoptar determinada actitud que choca con la dominante y mayoritaria en tu entorno, tienes dos opciones: te las callas y te conviertes en un hipócrita o las expresas y te conviertes en un apestado sometido al ostracismo. Y hay que elegir. Mi apoyo al derecho de autodeterminación de los catalanes me ha hecho muy popular en Cataluña e invisible en Madrid.

He explicado cientos de veces que soy un acendrado nacionalista español que cree que la nación (cualquier nación, la española incluida) solo es merecedora de nuestra lealtad si la pertenencia a ella es voluntaria. No es el caso de una nación que fuerza a otra u otras a formar parte de ella en contra de su voluntad y que, para mayor evidencia y opresión, no solo se niega a permitir que la nación o naciones sometidas puedan separarse si así lo quieren, sino también a admitir una simple consulta popular que permita averiguar cuántos ciudadanos en cada caso serían partidarios de la independencia en unos u otros lugares.

La nación que obliga a otra a ser parte de ella en contra de su voluntad no merece respeto. No es una verdadera nación sino, si acaso, una cárcel de naciones. Es más, como sucede en España, sus partidarios no son verdaderos nacionalistas pues no confían en la fuerza y la legitimidad de su idea para mantener a las naciones voluntariamente en su seno. Al contrario, desconfían, no creen en ella, por mucho que falsarios como Rajoy digan que es una gran nación. No se atreven a ponerla a prueba y recurren a todo tipo de embustes y violencias para impedir que la gente pueda manifestar libremente su voluntad.

Hago mías las palabras de un gran irlandés, diputado de la Cámara de los Comunes británica en tiempos de la independencia de América, Edmund Burke, uno de los padres del conservadurismo contemporáneo, al defender los derechos de las colonias:  "No sé cómo desear éxito a aquellos que, de vencer, nos separarán de la mayor y más noble parte de nuestro Imperio. Pero todavía deseo menos el triunfo de la injusticia, la opresión y el absurdo."

He aclarado mi posición en mi último libro, que encuentra el lector en la columna de la derecha de Palinuro, La desnacionalización de España. De la nación posible al Estado fallido, así como muchas otras consideraciones acerca de la historia del país, la polémica de las dos Españas, el nacionalcatolicismo, los nacionalismos no españoles y sus posibilidades, la función de los intelectuales en los conflictos nacionales que se viven en España desde hace ciento cincuenta años, etc.
 
Por la tarde hablaremos de todo ello.

divendres, 19 de juny del 2015

Cinco desprecios en uno.

La cuenta de twitter de Santiago Romero Ruiz trae la foto que acompaña con una pregunta: ¿Ningún periodista en la sala tenía un reloj de esos que sirven para apagar la tele?

Cuesta creerlo, pero la legislatura que comenzó con la vergüenza de una rueda de prensa de plasma termina como empezó,  en plasma y en vergüenza. Rajoy ha reunido al Comité Ejecutivo Nacional del PP para espetarle un discurso y comunicarle unas decisiones que traía tras intensa consulta con su almohada. Para lo que pintan los miembros del Comité Ejecutivo, pudieron asistir a la comunicación de la Jefatura en compañía de los periodistas. Una comunicación a un órgano silente y una rueda de prensa sin preguntas, todo en uno. Es la sociedad de la transparencia y la comunicación 2.0.

Lo de menos es el contenido de esta  ridícula performance. "El País" se queja en amargo editorial de que Rajoy trae pocas nueces y está tan noqueado que hasta le falla el refranero porque si las nueces son pocas, el ruido es menos. Silencio denso, solo roto por por el monólogo del autócrata con su peculiar estilo. Y a callar. Pedir que hubiera algo distinto, a la vista de la situación, es desconocer el carácter del presidente, consistente, como es sabido, en dejar que las cosas se pudran. Máxime cuando vienen podridas de casa.

Es tanta la corrupción que ya no hay en dónde escoger gente sin líos. El recién nombrado número tres está imputado en la investigación judicial por el hundimiento de Caja España. La corrupción alcanza dimensiones patafísicas pues el problema ya no es qué hacer cuando se imputa a un cargo público, sino qué hacer cuando se da un cargo público a un imputado.

Lo que importa son las formas y, sobre todo, las intenciones. Ambas contienen cinco desprecios de Rajoy:
  • al partido y sus dirigentes y militantes. Quienes sostenían por orden de la superioridad que habían ganado las elecciones porque eran el partido más transparente de España, se enteran ahora de que han perdido los votos del centro a causa de la corrupción que, a pesar de no existir, ha hecho mucho daño.  ¿Conclusiones de un debate? ¡Quite allá! ¡Ni que el PP fuera un partido asambleario! Verdades axiomáticas comunicadas desde las alturas. Consecuencias: unos cambios en los destinos del personal decididos también en las alturas. Se quita a unos, se pone a otros y nadie rechista antes ni después. Los criterios, absolutamente personales. Explicaciones, ni una. Cambia el partido. El gobierno no toca. Punto.
  • a los periodistas. Una rueda de prensa en plasma, sin preguntas, es una humillación profesional. Y algo insólito en las democracias occidentales, inficionadas de liberalismo y libre examen. Aquí, las decisiones y opiniones del poder no se discuten ni se cuestionan. Rajoy dice, por ejemplo, que las elecciones catalanas del 27 de septiembre, si se convocan, serán elecciones autonómicas y nada más. Si se quiere que sean algo más, el gobierno hará valer la soberanía nacional. Y no se admiten preguntas. Los periodistas pueden escuchar y comentar entre ellos. Es de suponer que esta pintoresca ceremonia está ya en You Tube. Aprovecho para sugerir al gobierno que haga todas las ruedas de prensa en ese canal. Quizá no lleguemos al soldado universal, pero sí quizá al periodista universal.
  • a sus votantes. Todo es un problema de comunicación. Recuérdese que para Rajoy lo dañino era el martilleo de las televisiones y la incapacidad para engañar a la gente con una historia de recuperación que nadie cree por más noticias halagüeñas relativas a macromagnitudes que compran en los zocos internacionales. Los votantes fieles están seguros y es preciso concentrarse en los volanderos mejorando la comunicación y propaganda y no poniendo coto a los desastres y desmanes que todo el mundo ve. La gente no debe ver lo que ve sino lo que el gobierno quiere que vea. 
  • a los ciudadanos. La información es un derecho. Los ciudadanos lo ejercen mayormente a través de los periodistas. Silenciar a estos es negar a aquellos el ejercicio efectivo de un derecho. Aparecer en forma de plasma, como un remedo cutre del Gran Hermano orwelliano, sustituyendo los minutos de odio por los de intoxicación y estupidez es un insulto al conjunto de la ciudadanía. Esta carece de todo acceso a la información dado que quien comparece en plasma ante los periodistas, no aparece ni en plasma en el Parlamento en donde acepta tantas peticiones de comparecencia de la oposición como preguntas de los periodistas.
  • a la oposición. Da un poco de corte llamarla así porque apenas se opone. Aplastada y asfixiada por el rodillo de la mayoría absoluta, está reducida a la irrelevancia o a ser el muñeco que recibe las bofetadas en los escasos y breves intercambios dialécticos semanales en los que la bancada del gobierno ovaciona los desplantes del presidente al lider de la oposición mayoritaria. La oposición no hace otra cosa que legitimar una práctica autoritaria de gobierno que prescinde del Parlamento e interfiere en el Poder Judicial. Está legitimando algo muy peligroso sin recurrir a las armas que tiene. Y, sin embargo, no le queda más remedio porque los cambios anunciados por Rajoy (Cospedal en la secretaría general y Moragas a la campaña) tienen  una clara intencionalidad: ganar las elecciones como sea. Y, si es preciso, cambiando a su favor la ley electoral. Es lo que hizo la dueña castellano-manchega. Y, a pesar del ello, perdió. Lo mismo, probablemente, pasaría en las generales. Pero, en principio, es absolutamente intolerable que se quiera cambiar la ley electoral a cinco meses de la consulta. Es una evidente muestra del juego sucio en el que se ha especializado esta asociación de presuntos malhechores.
  • Lo siento, pero la moción de censura es inexcusble.

dijous, 18 de juny del 2015

El nivel de la banda de ladrones.

Ocurre con Twitter lo que sucedió en la leyenda de las orejas de de burro del Rey Midas. El peluquero, el único conocedor del cómico secreto del Rey, no pudiendo callárselo, hizo un agujero al borde de un río y en él susurró: "el Rey Midas tiene orejas de burro; el Rey Midas tiene orejas de burro". Luego lo cubrió con tierra y, ya aliviado, volvió a su casa. Crecieron las cañas en la ribera y, cuando el viento las agitaba, se oía por doquier "el Rey tiene orejas de burro; el Rey tiene orejas de burro". El secreto se había revelado y el viento lo "viralizaba".

Habiendo crecido las cañas, unos tuits de 2011, debidamente aireados, revelan que el majadero que iba para concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, además de las orejas también tiene espíritu de burro. De momento se ha quedado de concejal. Mas no pierda la esperanza y persevere. Quién sabe si, cambiando el gobierno, no acaba de ministro de Educación. Haría bueno al mangante que hay ahora, ese que deja sin fondos las universidades, pero luego pasa los fines de semana de gorra con su millonaria novia en instalaciones públicas por no pagar el hotel.

Twitter es un peligro público. Todo lo guarda y, aunque los peluqueros quieran enterrar sus secretos, los vientos u otros tuiteros con mala uva se encargan de difundirlos. Véase el caso de la exdelegada del gobierno de Madrid, esa hipócrita que pasó cuatro años identificando, hostigando, multando y apaleando vecinos de la capital para cercenar sus derechos y amedrentarlos y que, en justo premio represor, será investida presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid gracias a los votos de Ciudadanos, el partido que lucha contra la corrupción a base de ayudar a ocultarla.

La buena señora, dando rienda suelta a sus fantasías eróticas de omnipotencia sexual, se adjudicó en un tuit con faltas de ortografía un par de gónadas altamente improbables dada  su condión femenina. Luego, viendo lo que sucede a los demás con sus demasías, lo borró. Pero, por desgracia, ya lo había copiado y guardado alguien que, con toda razón y mesura, aprovechaba para llamarla "ordinaria". Mucha razón y excesiva mesura. Atribuirse "cojones", cuando se es una rubia de bote y abundante carmín, más parecida a Jack Lemon en con faldas y a lo loco que a una dama que desempeña un cargo público, no es solamente un evidente atentado contra la evidencia anatómica, sino una muestra más del lenguaje, el espíritu, el talante, el modo de ser de los miembros de esa supuesta asociación de malhechores que es el PP. Chul@s, prepotentes, broncas, muy machot@s. Ellas, féminas de muchos cojones y ellos bravos de reyerta de los de "no me lo dices en la calle". Trato normal de una presunta banda de ladrones.

Basura. La basura que gobierna España.

IU, toque de retreta.

Lo soltó ayer Pablo Iglesias, no Palinuro, en los micrófonos de RNE: “IU no es rival en ningún caso. Su proyecto político está agotado. En ningún caso habrá siglas IU-Podemos en las elecciones generales”. Pim, pam, pum, que diría Carmona, esa especie de alguacil y cruz de los madrileños. Como están las cosas, según los resultados firmes de las elecciones pasadas y los sondeos de las venideras, esas tres negaciones son el toque de difuntos de Izquierda Unida.
 
Palinuro lleva meses diciéndolo y ha sufrido feroces tarascadas de los verdaderos creyentes en el glorioso futuro de IU y de los conversos que han abandonado el barco a la chita callando. Era evidente hace un año. Podemos iba a comerse a IU y al PSOE gracias a su nueva poderosa arma de los rayos catódicos. Y, en efecto, IU está reducida a cenizas con algún lánguido tizón arrimado a la astilla equivocada. Lo del PSOE ya es otra cosa. Casi, casi, la contraria. Pero eso merece consideración aparte. A  lo que aquí estamos, Podemos ha fagocitado a IU. Insisto. No lo dice Palinuro sino Pablo Iglesias y con una expresión de cabeza de doble sentido:"IU no es rival en ningún caso".
 
Iglesias solo se imagina de director, concertino y solista. Admite ocasionales alianzas in partibus, como Galicia, Valencia y Cataluña y en el resto de España se impone la unidad popular que él imagina como un afluir de las masas bajo su dirección y compuestas únicamente de personas, de individuos, de ciudadanos, pero no de siglas, grupos, partidos, frentes o foros. Las masas afluyen gozosas; sus dirigentes han de pasar por las horcas caudinas de dejar fuera la parafernalia bélico-política.
 
¿La raíz de este criterio que los otros ven como una imposición ante la que se sienten impotentes? La doctrina leninista del partido como instrumento para el acceso al poder en una actitud pragmática, racional y escasamente romántica. Han salido a ganar, recuérdese, no a alimentar la cultura de la derrota.
 
¿Y las consecuencias para los demás? Depende. Dentro de la propia IU hay un territorio oscuro, un cuarto de máquinas en el que latía el corazón oculto de IU, el Partido Comunista de España. Si IU se desintegra, el PCE saldrá a la luz. Pero no parece que su porvenir vaya a ser mejor que el de su fracasada federación. Salvo, quizá, si se suma al sempiterno intento de Anguita de poner en pie una cruzada de verdadera izquierda para dar la batalla al bipartidismo que, en lo que a la estrategia se refiere, en realidad, quiere decir PSOE. Ello conduce al segundo impacto en IU, esto es, el que afecta a los proyectos más o menos coincidentes de Anguita, Lara y Garzón. Los dos primeros han sido fulminados por la negativa de Iglesias, y Garzón, con una carrera política recién estrenada, no tiene apoyo ni terreno en donde correr.
 
El joven político riojano reciclado en Andalucía señala el destrozo que la "imposición" de Podemos hace no solamente en IU, sino tambien en Equo, Anova, supongo que Izquierda Abierta. Pero no puede evitar la triste impresión de que es un lamento ante las ruinas de Palmira que, por cierto, habrá que replicar ahora con un nuevo lamento ante las ruinas de las ruinas de Palmira para dejar testimonio de la labor civilizadora del Estado Islámico. El lamento del vencido. En el mejor de los casos, pueden llegar a formar un coro de plañideras pero, como opción electoral, resulta poco atractivo.
 
En el caso de Podemos, la situación es sencilla: colaboración con el PSOE en los gobiernos en que sea posible y confrontación con la vista puesta en las elecciones de noviembre. Ahí, en esa competencia directa entre los dos partidos de la izquierda se determinará lo cierto o incierto de la pretensión del nuevo sorpasso: dejar al PSOE en segundo lugar frente a la oferta de una nueva izquierda que rompe todos los lazos con la vieja tradición comunista y propugna una verdadera socialdemocracia, muy distinta de la neoliberalizada del PSOE. El discurso tuvo un éxito fulgurante, suscitó un apoyo alborozado que luego ha recedido lo suyo. Bastante, incluso, y ha dejado al partido ante la ingrata tarea de conservar el músculo de salida durante medio año.
 
Lo principal para mantenerse altos en las preferencias populares es no ser incoherentes. El propio Iglesias riñe a Garzón y le pide coherencia. Justo la que él no tiene. Si descarta de modo tajante y sin apelación toda confluencia con IU ante la historia y los micrófonos de RNE sin haber consultado instancia alguna distinta de su conciencia, ¿por qué remite luego la formación de coaliciones en unas u otras comunidades a lo que decidan las asambleas? No digo que esto esté mal. Lo que digo es que es incoherente. Y es el moderado Palinuro. Ahí tienen ustedes al alguacil Carmona diciendo de Iglesias que “se levanta comunista, come socialdemócrata y se acuesta dando su apoyo a Álvarez-Cascos”.
 
Porque, al final, esa confrontación en el seno de la izquierda se dirimirá según usos de guerra medievales, a través de un combate singular entre sus dos paladines, Pedro y Pablo, ambos apóstoles del Señor que aprendieron con amargas experiencias el valor de la coherencia. Los dos justarán vistosamente en un terreno que les es muy favorable, el mediático. Y lo harán en un intercambio que nuestra época, empeñada en racionalizarlo todo, llama de juego de dos jugadores de suma no cero. Las pantallas se rinden ante ellos y ellos dominan las pantallas. Suma no cero a costa del tercer personaje, Rajoy, de quien los separa la misma distancia que separa a un maestro de esgrima de un troglodita.

dimecres, 17 de juny del 2015

David Fernández también se explica.


Como complemento a la entrevista de Mas e Iñaki Gabilondo que Palinuro comentó ayer en el post Mas se explica, hoy traemos el vídeo del diálogo que mantuvieron también ayer el propio Mas con David Fernández, el portavoz de las CUP, moderado por Vicent Partal, director del diario digital Vilaweb, con motivo del vigésimo aniversario del periódico en el CCCB, Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. El vídeo está en catalán. Para aquell@s que no entiendan esta lengua, haré un breve resumen porque considero que su contenido es imprescindible si se quiere tener una idea cabal de lo que está sucediendo en Cataluña que, insisto, es lo más importante que está pasando en España desde la transición. A cambio solo pido que se mire unos minutos el vídeo, por si se encuentran diferencias entre el clima que en él se respira y cualquier tertulia al uso entre los habitualess energúmenos españoles chillando, insultándose y quitándose la inútil palabra unos a otros.

En el curso de la conversación entre los dos políticos queda todo clarísimo por ambas partes. En el caso de Mas no era tan necesario porque ya se había explicado suficientemente con Iñaki Gabilondo. Por cierto, incidentalmente, ¿ha habido algún tipo de respuesta de algún político español, de derecha, de izquierda moderada o de izquierda asaltacielos? Me parece que no. Como siempre. Para los nacionalistas españoles Cataluña no existe. Cuando les caiga sobre la cabeza se limitarán a quejarse por el serrín vertido y seguirán a lo suyo de corrala de cotillas con ínfulas imperiales.

Mas se explicó muy bien con Gabilondo, pero el analista avezado detectará diferencias sutiles, matices esenciales entre su discurso en español para los españoles y en catalán para los catalanes. La línea es la misma; los argumentos, también. Pero hay un tono distinto, más decisión, un espíritu de cercanía y complicidad. Mas se explica francamente, sin cautelas,  no le hace falta medir el alcance de sus palabras, puede relajarse porque habla a los suyos.Y eso se nota. Su conclusión de que, a partir del 27 de septiembre, los catalanes podrán escribir su propia historia no salió con Gabilondo, pero sí con Fernández. Igual que la anécdota de que, por una vez, sean los leones quienes la escriban y no los cazadores.

Lo esencial aquí era la aportación de David Fernández que fue rotunda y nítida  y, en resumidas cuentas consiste en sostener que:
  • la independencia es prioritaria y condición indispensable antes de hablar de cualquier otra cosa;
  • la problemática social camina pari passu con la nacional. No la precede. Ni como excusa.
  • el proceso soberanista es el resultado de la resistencia de una sociedad civil que nunca se dio por vencida.
  • la independencia es cosa del pueblo, de la nación, no de partidos. Coincidencia total entre Mas y Fernández.
  • la CUP jamás formará parte de un gobierno autonómico de izquierda.
Si alguien tenía dudas o le interesaba sembrarlas, respecto a la posición de las CUP respecto a la independencia, quedan definitivamente aclaradas y ya no es posible seguir aduciendo confusión a la hora de las propuestas, salvo que se haga con mala intención. Y me refiero a dos casos muy notorios: la monja Forcades y los supuestos izquierdistas de Podemos.

Forcades llamó a las CUP a incorporarse a su ambiguo procés constituent, del que la benedictina quería excluir a Mas y CiU, por considerarlos al servicio del satánico capitalismo. Ambiguo y taimado porque trataba de dividir el frente soberanista por el eje de fractura social. La respuesta de las CUP ha sido nítida: nada de monjas ni de procesos constituyentes de alfeñique y unidad de acción con CiU hasta la independencia. Luego, ja parlarem. Quizá viniera bien a la religiosa recordar una anécdota de José Bergamín, escritor español de acendrado catolicismo partidario de una estrecha unidad de acción con los comunistas, decía, "hasta la muerte. Pero ni un paso más." No se apure Forcades. Quizá esté aún a tiempo de volver al convento, cuenta habida de lo complicado que es el siglo.

En el caso de Podemos, mismo desbaratamiento de confusiones, ambigüedades y fariseísmo. Se recordará cómo, dando pruebas de un doctrinarismo acartonado y un desconocimiento majestuoso de la cuestión nacional catalana, Pablo Iglesias quiso vilipendiar a David Fernández hace unos meses criticando su abrazo con Mas. Tardó lo suyo en reconocer su metedura de pata y tuvo que pedir disculpas, si bien lo hizo con la boca chica porque tanto él como su gente siguen sin entender ni respetar el proceso soberanista catalán. Ayer, el segundo abrazo de la temporada entre Mas y Fernández, probablemente, le estaba dedicado con bastante ironía catalana.

La monja Forcades también convocó a Podemos a su incomprensible procés constituent, con bastante más tino que a las CUP porque los del partido de los círculos invocan un análogo proceso constituyente cuya función es ocultar su intención -típica de la tradición leninista- de no aceptar el resultado del derecho a decidir si este es la independencia.

Aquí está pasando algo muy importante y el 27 de septiembre podrá verse. Sea cual sea el resultado de esas elecciones plebiscitarias, nada volverá a ser igual y las generales de noviembre solo servirán para mostrar al mundo cómo encajará España la voluntad expresa de Cataluña.

Mira por dónde, por primera vez, los cazadores tendrán que esperar a ver qué historia escriben los leones.

Jueces y delincuentes.


Todo el mundo conoce la teoría del Estado de derecho. Nadie está por encima de la ley que impera suprema, y hay una estricta separación de poderes. Todo el mundo conoce también la práctica del Estado de derecho hoy en España. Hay gente por encima de la ley y, si es necesario, se cambia esta a capricho del gobernante. Porque no existe separación sino fusión de poderes. El gobierno controla el Parlamento por el simple mecanismo de la mayoría absoluta. Controla igualmente gran parte del poder judicial si bien no con un mecanismo tan simple sino con uno más complicado que articula muy diversas piezas: la tendencia conservadora mayoritaria en la judicatura es la esencial. La perpetuación de las pautas manipuladoras heredadas del franquismo y que no se depuraron durante la transición viene a continuación. El uso partidista de los mecanismos institucionales de la administración de Justicia, práctica compartida en parte con el PSOE, pero en la que el PP es consumado maestro. España no es un Estado de derecho porque los poderes no están separados ni se respeta el imperio de la ley. El gobierno tiene el Parlamento a sus órdenes y buena parte del Poder Judicial a su servicio.

Pero si lo primero puede enmendarse cambiando la mayoría parlamentaria mediante unas elecciones, lo segundo es mucho más difícil porque los jueces no son electos, tienen regímenes especiales que suelen incluir la inamovilidad y sus renovaciones dependen de plazos muy diversos que controlan los partidos políticos, cosa que, al menos el PP, hace siempre que puede y le interesa. Basta recordar cómo consiguió bloquear durante tres años la renovación del Tribunal Constitucional para perpetuar una mayoría conservadora que no reflejaba la correlación real de fuerzas políticas. Esto es, si los yerros legislativos pueden remediarse con relativa facilidad, no así los judiciales, los de la administración de Justicia.

Y, sin embargo, esta, la Justicia, es el punto central, el meollo del Estado de derecho y de la democracia. Si el meollo, el núcleo, está podrido, todo lo estará. Y es el caso.

La noticia de que dos de los tres magistrados que juzgarán el caso Gürtel, el caso del PP, son personas estrechamente vinculadas por todo tipo de lazos al partido no debiera ni llegar a los periódicos porque los afectados tendrían que haber anunciado ipso facto su voluntad de inhibirse si les correspondía actuar en ese caso concreto. Las pruebas de que Enrique López está tan contaminado como si le hubiera caído un bidón de chapapote las desgrana El Plural Enrique López: de ariete del PP contra leyes socialistas y ‘enchufado’ en el Poder Judicial a juez en el caso Gürtel. Es imposible entender cómo alguien con un átomo de sentido común pueda admitir que una persona así pueda juzgar la Gürtel. Y hasta cabe sostener que ningún otro asunto: un individuo multado por conducir ebrio y sin casco es un peligro público. No un juez. En cuanto a la otra magistrada, Concepción Espejel, aparece adornada por similares atributos de cercanía, simpatía, empatía e intimidad con los jefes del partido cuyos supuestos delitos deberá juzgar. Algo increíble, ciertamente.

Pero, se dirá, el caso ha correspondido a estos magistrados por razón del azar, siempre imparcial, del reparto de trabajo. Ignacio Escolar explica, sin embargo, cómo fue la propia Espejel la que, al parecer, manipuló dicho reparto para asegurarse de que correspondiera donde a ella le interesara. Lo hace en un artículo titulado Humor negro en la Audiencia Nacional en el que asimismo completa el cuadro de las razones por las que Enrique Martínez es más militante del PP que verdaderamente un magistrado.

Es obvia la absoluta falta de respeto a las formas en el funcionamiento de la justicia. Esa Fiscalía que no vio delito en la Infanta ni en media docena más de presuntos delincuentes, lo ha visto a la velocidad del rayo ahora como consecuencia de un hecho acaecido en 2011 en una capilla de la Complutense. Como si hubiera actuado la máquina del tiempo. Si el proceso de instrumentalización de la administración de justicia ha llegado a este extremo, no arriendo la ganancia a Artur Mas, que puede encontrarse inhabilitado en un par de semanas o quizá algo peor.

Pero lo de los dos magistrados chapapoteados por su presunta proximidad personal y material a quienes deben juzgar es, sin duda, lo más grave y lo más inaceptable. Bárcenas recusará a la presidenta Espejel por manifiesta amistad con Cospedal. Algo absolutamente lógico. Nadie en su sano juicio puede permitir que lo juzgue un amigo íntimo (Concha) de la parte contraria.

A su vez, el PSOE también anuncia que recusará a los dos magistrados presuntamente vinculados al PP, como parte en el proceso que es. Obvio también. Esta farsa no puede ni comenzar. Y no basta con recurrir. El PSOE debe anunciar que no aceptará desestimación alguna, sino que seguirá recurriendo y, si la vía se agotara, llevará el asunto a dónde haga falta, a Europa o a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, porque esta intención es un atentado contra el fundamento mismo del Estado de derecho, la independencia judicial. Ningún Estado puede llamarse civilizado si los jueces están sometidos a la arbitrariedad del poder político y le sirven de escudo y tapadera.

Algunos piensan que soy un pesado con la petición de una moción de censura al gobierno. Tengo mis razones. Sánchez ya es el candidato indiscutido a la presidencia del gobierno. Tiene el poder y tiene la autoridad. Pero también tiene la responsabilidad. Y esta lo obliga a considerar que los seis meses hasta las generales de noviembre van a ser un infierno. La derecha, como siempre, no acepta el resultado adverso de las elecciones y, desalojada del poder, ahora no tiene nada que hacer (ni expoliar) salvo entorpecer todo lo posible los gobiernos de izquierda, azuzando la malsana pasión de estos por las broncas internas. Escándalos reales, inventados, retorcidos, manipulados, puras invenciones, insultos en los medios, agresiones en la calle. Tiempo libre para incordiar.

El gobierno y su partido tampoco tienen nada que hacer, pues no hay tiempo material para ello, pero sí para incordiar y encizañar. La manipulación de los procedimientos judiciales, las malas prácticas procesales, las trampas, van a caer en cascada para torcer cuanto se pueda el curso de la justicia. El recurso a la represión va a intensificarse y el uso de la vía penal para enfrentarse a cuestiones puramente políticas, como el proceso soberanista catalán, también.

Tienen mucho tiempo libre, infinidad de medios y no necesitan cuidarse del frente parlamentario en donde reina el rodillo de la mayoría absoluta. Por eso, lo más oportuno que puede hacer Sánchez es abrir ese frente al gobierno para obligarlo a atenderlo, lo que mermará sus fuerzas en los otros. Es su obligación, además, oponerse. La moción se perderá, por supuesto, en la votación parlamentaria, pero se ganará en la calle, en términos de conocimiento y popularidad de un candidato que recién se estrena pero trae un programa alternativo. La moción de censura le da tiempo ilimitado para exponerlo. Y eso es lo que la gente está esperando: un programa alternativo, viable y claro que todo el mundo entienda frente a las magias potagias y el hocus pocus de una imaginaria recuperación que Rajoy se saca de la chistera entre corrupción y corrupción.

Es la ocasión de dar un relieve particular al programa electoral, género francamente desprestigiado. La solemnidad del lugar de la exposición debiera ser el símbolo del propósito de cumplirlo. Un conjunto de medidas de derogación de todo lo injustamente legislado por decreto y rodillo, de devolución a la gente de los derechos recortados o suprimidos, de lucha contra la corrupción y de regeneración democrática con un plan de reactivación económica con aumento de la productividad sin merma de rentas salariales o servicios públicos.

Tener al gobierno del Estado y la oposición parlamentaria debatiendo sobre asuntos de interés general a cinco meses de unas elecciones legislativas que pueden resultar en un cambio de mayorías no es una ocurrencia ni una aventura de inexperto, sino algo que cualquier colectividad haría para prepararse en caso de un hipotético cambio. Ello sin contar con que, en realidad, tal debate no se ha hecho nunca en la legislatura, pues los del Estado de la nación se han dedicado a otros asuntos.

La moción de censura es una obligación democrática. La única razón para no plantearla, cabe intuir, es que, en el curso del debate sea preciso hablar de la cuestión catalana, cosa nada del gusto de los partidos españoles cuando otean elecciones. No haya cuidado. Mas señaló una vía en esa entrevista de Iñaki Gabilondo que Palinuro comentó ayer en Mas se explica. Me atrevería a sugerir a los socialistas que siguieran su ejemplo: aguarden a ver qué resultado dan las elecciones del 27 de septiembre y, en función de esos resultados, hagan ustedes sus propuestas. Mientras tanto, piénsenlas porque todos nos jugamos mucho.

En fin, hagan lo que quieran pero no es absurdo elevar un tanto el nivel del debate a las cuestiones de interés general. No seamos solo objeto de la atención y pasmo de Europa por el hecho de que dos magistrados presuntamente afines a un partido se apresten a juzgar a dicho partido en un procedimiento penal.

La justicia del príncipe nunca será Justicia.

Hoy nos vemos en la utopía.


Luis Gaspar Orozco de las Heras (2015) Manifiesto DEMUN. Democracia mundial. Una utopía necesaria. Burgos: Dos soles. (131 págs.).
_____________________________

Hoy, miércoles, 17 de junio, presento el libro de Luis Gaspar Orozco de las Heras, junto al autor, el editor de Dos Soles y mi amigo José María Arribas. Será en la librería Rafael Alberti, en Argüelles, calle Tutor, 57. Metro Argüelles, insigne diputado de las Cortes de Cádiz. Es un lugar acogedor y agradable. Quien se anime a asistir verá que no exagero.
 
Orozco ha escrito un breve texto en forma y con título de Manifiesto, acogiéndose así a una venerable tradición opuscular en la que aparecen muy conspicuas figuras que han dejado huella de su paso por el mundo. En nuestro tiempo, el manifiesto más conocido es el Manifiesto del Partido Comunista, de Marx y Engels, publicado el revolucionario año 1848, si bien le había sido encargado antes a Engels, quien lo había redactado como un Catecismo, en forma de preguntas y respuestas. Menos mal que llegó Marx y le metió su brillante pluma. O sea, lo cambió de arriba abajo. Es el más famoso, sí, pero no el primero. El término aparece en la historia del Concilio de Trento, del canonista libertino Paolo Sarpi, en 1619. Anterior al comunista es también el Manifiesto de Cartagena del libertador Bolívar (1812). Luego del comunista, los manifiestos se han generalizado, han pasado a las artes (rara es la vanguardia que no cuenta con uno), las religiones, las sectas, los movimientos y hasta los contramovimientos. El célebre libro de Walt Whitman Rostow, Las etapas del crecimiento económico, publicado en 1959, llevaba como subtítulo Un manifiesto no comunista. En todos los casos, el nombre designa un escrito conciso, con una declaración de opiniones e intenciones manifiestas que tratan de subvertir el orden constituido. Cualquier orden.

Y eso en los nombres. La cosa en sí, sin el título, tiene muchos otros ejemplos. Para Palinuro, el primer manifiesto de la modernidad cristiana son las 95 tesis que Lutero fijó en 1519 en la puerta de la iglesia de Wittenberg, que no se llamaban así. Tampoco se llamaban manifiesto la Declaración inglesa de derechos de 1689, ni la de Virginia, ni la de la independencia de los Estados Unidos, ambas de 1776. Tampoco la Declaración francesa de derechos del hombre y el ciudadano o el opúsculo del abaté Sieyès ambos en 1789. Realmente los manifiestos han contribuido a cambiar la historia de la humanidad.

Pica alto el autor yéndose a tan proceloso género. Su texto contiene diez tesis. Tiene pues forma de decálogo. En la siguiente edición quítele o añádale una para que los comecuras como este crítico no se malicien influencias testamentarias. Por lo demás, hace bien, porque adopta una perspectiva filosófica, muy apropiada a su formación y ejercicio profesional de docente de filosofía. Esa perspectiva amplia, holista, le permite abordar nada menos que el lamentable estado del mundo contemporáneo y proponer una vía de solución. Un auténtico manifiesto. Una especie de actualización de aquel Blueprint for Survival enormemente popular en su época y que, si no yerro, fue el primer grito de alarma ante la catástrofe ecológica, ya en 1972. Esta preocupación está muy presente, agravada, en las preocupaciones de Orozco a lo largo de toda su obra. Si el capitalismo -que es el villano principal del relato- debe ser eliminado y sustituido por algo distinto no es solo porque cause explotación, miseria, desigualdad, injusticia, sino también porque destruye la Madre Tierra.

Por partes. Orozco es relativamente sistemático. Al comienzo del manifiesto acumula las críticas el desorden existente; en la segunda mitad argumenta a favor de su solución: la revolución democrática mundial (pp. 76, 123).

En cuanto al diagnóstico, Orozco da por supuesto que todos coincidimos con los males apuntados por Naomi Klein y lo que de verdad le indigna es que pueda defenderse un modo de producción tan dañino, destructivo, irracional e inhumano con argumentos tan simples y falsos como los de la doctrina neoliberal, que es pura ideología, a su juicio. Sin duda. Pero la cuestión intrigante es ¿por qué triunfa una ideología tan necia y falsa que ignora u oculta datos obvios de la antropología cultural y otras ciencias? ¿Por qué se imponen simplezas y topicazos abiertamente falsos como las teorías del "libre mercado" cuando es obvio que el capitalismo es un inmenso sistema de explotación, oligopolio, monopolio y captura de rentas? Al margen de explicaciones más o menos incidentales, también será porque del otro lado no hay explicación alternativa, ni siquiera bajo la forma de ideología. Eso apunta a una carencia en el relato de Orozco que merece cierta atención. Según su pensar el capitalismo es un sistema intrínseca, necesaria, inevitable y únicamente malo. Pero esto contradice la experiencia inmediata de que es el modo de producción que ha traído mayor grado de bienestar y progreso a la humanidad, se mire como se mire, excepto, claro es, si se adopta una visión rousseauniana y se acaba diciendo que lo único sensato es retornar a la feliz condición del buen salvaje. No es el caso, por supuesto, pero, quiérase o no, algo de eso resuena en las tesis actuales sobre el decrecimiento. Siete mil millones de habitantes, todos con legítimas rising expectations, no caben en un Walden. Marx y Engels, en su manifiesto, escribieron (Marx, en realidad), las páginas más entusiásticas sobre la fuerza y el progreso del capitalismo, cuya capacidad de desarrollo es tan grande que padecerá de crisis de sobreproducción hasta la final. Es un punto de vista más equilibrado, aunque quizá no pueda ya valorarse como tal a la vista del fracaso de sus predicciones sustitutorias. Hoy no tenemos Blueprints que contraponer al capitalismo y solo nos queda esperar que las mismas fuerzas ciegas que empujan el sistema al hundimiento permitan encontrar las soluciones que garanticen la supervivencia. En el fondo, nada nuevo bajo el sol. La humanidad siempre ha sobrevivido a base de encontrar solución a los problemas que amenazan su supervivencia, generalmente causados por la acción de ella misma.  

A eso se dedica la segunda parte del libro que es un prontuario para la acción. El último desastre impuesto por un capitalismo depredador, inhumano, injusto, es la globalización (p. 76). Aunque filósofo, Orozco tiene los pies en la tierra y camina como todos, hablando pestes de la globalización pero acomodándose a ella porque es inevitable y tratando de usarla con la astucia y la inteligencia con que los maestros de las artes marciales nos aconsejan valernos de la fuerza ciega del enemigo en nuestro provecho. Es lo mismo que la navegación a vela.
 
El remedio de Orozco es arrebatar el poder a los ricos a nivel planetario a través de la revolución democrática mundial. Es una perspectiva cosmopolita que suena a música celestial en los oídos de los politólogos de tradición que los realistas políticos llaman con cierto desdén "normativa", al estilo de David Held, que lleva años bregando con la propuesta de un gobierno democrático universal. Hacer realidad la cosmópolis republicana kantiana. Y la insistencia en la forma democrática es aquí crucial. Orozco piensa en una revolución democrática en todos los órdenes y especialmente en la gestión de los sistemas políticos, salud, educación, derechos políticos, sociales, laborales, justicia, paz y seguridad y economías sostenibles (pp. 100/108). Un programa completo. El recientemente fallecido Rudolph Rummel, fundador de la teoría de la pax democratica, estará batiendo palmas de alegría en el más allá al ver cómo se difunde su concepción, basada en un enunciado estadístico que él da por apodíctico: que las democracias entre sí no guerrean. Si quieres la paz, democratízate.
 
¿Y cómo llegamos a esta situación, cómo encaramos un futuro vestido de democracia mundial? ( p. 123). Pues a través de la utopía. Llegado aquí, Palinuro confiesa su simpatía abierta por el autor, pues el pensamiento utópico le es muy caro. En el fondo, las utopías también son como manifiestos. Algunas dieron forma a movimientos políticos y sociales de cierta repercusión: los falansterios de Fourier, los icarianos de Cabet, los saintsimonianos, los "nacionalistas" de Bellamy, etc. Las utopías son literatura política de acción. Incluso las distopias de los siglos XX y XXI, cuando el concepto ha vuelto a ser reivindicado en los discursos revolucionarios. Erik Olin Wright habla de "utopías reales". Orozco, de "utopía necesaria". Hasta el punto de identificarlo con el Principio Esperanza, de Bloch, con el que Orozco cierra su obra, que presentaremos hoy.
 
Librería Rafael Alberti, c/ Tutor, 57. Metro Argüelles. Hora: 19:00.  

dimarts, 16 de juny del 2015

Mas se explica.

__________________________________________________________________________________

(La entrevista empieza en el minuto 35).
 
Ayer Palinuro subió un post tras ver la entrevista que Mas hizo a Iñaki Gabilondo, titulado ¡Qué envidia!. Y, sí, han leído ustedes bien, que hizo Mas a Gabilondo porque este se desconcertó, sobre todo a partir del momento de los pitidos al himno y ya no fue capaz de recuperar el control del diálogo. Además, tampoco estaba en posesión de toda la información, mientras que Mas sí. Mas es un presidente de gobierno de talla europea. Rajoy, no; es un presidente de un partido al que los jueces consideran presunta organización de malhechores. Pero todo eso quedó claro en el post de ayer. El de hoy aventura alguna consideración más reposada.

Mas domina las tablas. Tiene naturalidad. Y esta no le viene de la aplicación de recetas y consejas sobre el llamado "lenguaje no verbal", sino del hecho de estar convencido de lo que dice, de ser veraz. Tiene clara conciencia de vivir un momento excepcional y de que sobre él recae una responsabilidad trascendental. Es un Moisés librando a su pueblo de las garras de los egipcios. Dicho sea para entendernos, pues él no sobredimensiona su acción. Pero tiene clara conciencia de su implicación personal y de sus consecuencias. Y la transmite. Se está en un sitio para acometer una misión o para salvar los papeles y quedar bien. Se es veraz o no. Se es digno de la confianza de la gente o no, con independencia de matices y actitudes ideológicas concretas aquí o allá. Desconozco los índices de confianza y apoyo popular de Mas en Cataluña, pero seguro que son altos.

Esa implicación personal lo es en una causa nacional. La idea de Mas de nación catalana rebosa contenido histórico, cultural, económico, político. Tímidamente Gabilondo le recuerda que él es de los pocos creyentes en la fórmula de "España, nación de naciones", que tanto irrita a los nacionalistas españoles. Pero resulta algo impreciso, protocolario, desvaído frente a la contundencia de los hechos de Mas. Su conocimiento de Europa le permite relativizar toda argumentación contraria a la independencia que la emplee como pretexto: el muro de Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, la caída de la Unión Soviética, la explosión de los Estados postsovieticos, Escocia, Bélgica y Holanda (¡qué graciosa la foto con la frontera dividiendo el hall de una casa entre los dos países!) y la corona con su aceptación sin más de los Estados Unidos de Europa. En ese continente, ¿no es viable un Estado independiente con siete millones y medio de habitantes? Más habitantes que Dinamarca y Noruega y algo menos que Austria y Suecia. Añádase que el 70% de la población es de origen no catalán. Un dato dirigido contra los argumentos que hablan de un "nacionalismo étnico".

Mas matiza e interpreta siempre los hechos en clave nacionalista catalana. Pero la fundamenta en el único criterio de legitimidad que Europa reconoce: la decisión democrática. Las urnas. Es un argumento irrefutable. Intentó ponerlo en práctica el 9N pasado y el gobierno le negó toda validez, si bien no pudo impedirlo. Ese es el punto esencial del argumento de Mas, que el Estado español no puede aceptar ni impedir nada, con lo que ha conseguido ponerse en una posición imposible por su propia ineptitud. Mas distingue cuidadosamente entre España y "Estado español", mandando con ello un mensaje a las izquierdas españolas que mucho me temo estas no captan. El Estado español, o sea, la oligarquía nacionalcatólica que desgobierna el país, no puede impedir la celebración de elecciones autonómicas que son potestativas de la Generalitat. Otra cosa es que acepte interpretar el resultado como lo haga esa misma Generalitat. Mas ya anuncia que él lo aceptará sea el que sea. Si es negativo se retirará y si es positivo, liderará el movimiento hasta el fial, pudiendo ser este la independencia.

La pregunta de siempre es ¿cómo lo tomará el "Estado español"? Mas no se hace ilusiones. Con la derecha, no habrá vía posible de entendimiento y negociación. Habrá que estar al resultado de las elecciones generales de noviembre. Pero no parece tener gran fe en él. Obvio, a tenor del conocido dicho de Josep Pla. Pero en lo que insiste una y otra vez, acumulando razones y agravios, es que, así como el nacionalismo catalán ha sido siempre leal con el Estado y contribuido a la gobernación de este, no ha recibido a cambio sino maltrato, desconsideración, tratamiento discriminatorio, abandono y, últimamente, de nuevo menosprecio y agresiones culturales, lingüísticas, morales. Una tecla esta muy sentimental. No mencionó a nadie por el nombre pero flotaban cuestiones en el ambiente. Por ejemplo, ¿cómo hacer entender a un majadero que habla de españolizar a los niños catalanes lo que significa el modelo educativo catalán? ¿Cómo a otro que llama algarabía a una manifestación de la Diada la importancia que tiene que millón y medio de ciudadan@s salgan a la calle a defender la soberanía y el derecho a decidir en pleno escándalo por el caso Pujol?

Mas no cierra ninguna puerta, al contrario de Rajoy, que no abre ni una. Está dispuesto a considerar todas las posibilidades. Es el momento en que Gabilondo le pregunta por la DUI, para obligarlo a retratarse. Y la respuesta de Mas es de primero de teoría de juegos: la DUI está en la última posición en su orden de preferencias. Pero está porque, si no estuviera, si renunciara a ella, perdería toda fuerza de negociación con el Estado español que, según dicta su experiencia (la de Mas) siempre se ha negado a negociar nada salvo bajo presión. Y esta es la última y definitiva.

Este hombre lleva la iniciativa política en esta cuestión en España. Incapaz de arrebatársela el gobierno se inclina por la vía represiva, penal. Si Franco hizo fusilar a Companys, sus herederos ideológicos juegan con la idea de meter a Mas en la cárcel o, cuando menos, inhabilitarlo. Pero Franco no tenía que dar cuentas a nadie y por eso procedió con sabiduría militar (con lo que se ganó el aplauso de algunos publicistas actuales) fusilando a aquel, para no fabricar un mártir en prisión sino solo una leyenda que su policía se encargaría de reprimir y dando, de paso, un tajo mortal a todo entendimiento entre Cataluña y España. Ahora hay que rendir cuentas en Europa y allí no será bienvenida la noticia de que el presidente electo de la Generalitat ha sido detenido.

Entre tanto, Mas sabe en dónde está, a dónde va y lo que quiere. Que lo consiga o no es otra cuestión. Sobre todo es otra cuestión mirando al interior de Cataluña, en donde, según se acercan las elecciones de septiembre, se advierten diversos movimientos estratégicos en un mapa político complejo y muy cambiante. Ahí está el trabajo de Mas. La escisión de UDC ha movido a Muriel Casals a invitar a negociaciones a los independentistas democristianos. El propio Mas da un plazo de tres día a Durán para decidir si se queda en casa o se abre a nuevos horizontes. De consumarse la escision, el MH tendrá manos libres para tentar suerte con un partido propio, presidencialista, como le insinuaba taimadamente Gabilondo. Conociéndolo, esperará a ver cómo va el pescado en la lonja. Su hoja soberanista es la única que ondea, mientras los demás, andan ubicándose.

La exclaustrada monja Forcades acaudilla un Procés Constituent que anda preparándose para las elecciones del 27S pero de composición tan confusa como sus pretensiones. Su campaña contra la vacunación obligatoria parece ser un preludio a la campaña contra la independencia de la que quiere separar a toda costa a CiU sin que estén claros los motivos. Como no será inquina personal, pues la benedictina parece modosa, pudiera ser por el carácter capitalista y neoliberal de Convergència y ella se la tiene jurada al capitalismo. Todo es tan confuso como ese procés constituent que puede darse sin independencia. Queda asimismo por aclarar de modo fehaciente la actitud de Barcelona en comú en relación con esa independencia. El consistorio tiene el apoyo de ERC, que es independentista, el del PSC, que no lo es y el de Podemos que lo es a ratos y otros, no. Las CUP, por supuesto, van por libre, pero son netamente independentistas, con lo cual no se entiende por qué la monja Forcades las convoca al aprisco del señor de la confluencia.

Mas tiene que moverse en un panorama muy complejo, de aliados difíciles y criticones y competidores decididos. Su enemigo principal, aunque es exterior (porque en el interior de Cataluña, el PP es casi un partido testimonial) está cerrado en banda y muy enconado. El contexto internacional es difícil a causa de los límites que su posición institucional le impone. Resulta notable que, en esas circunstancias sea capaz de ir a una entrevista abierta, sin restricciones, sin pactos previos, sin filtros en las preguntas del público.
 
Toda comparación es odiosa.

dilluns, 15 de juny del 2015

¡Qué envidia!

__________________________________________________________________________________

Iñaki Gabilondo acaba de entrevistar a Artur Mas.

Sí, qué envidia.

Un presidente que razona, que se explica, que se esfuerza por hacerse entender y lo consigue porque sabe hablar incluso varias lenguas; que no miente cada vez que habla; que da la cara, responde las preguntas y no rehúye los compromisos; que da argumentos; que respeta al interlocutor y al auditorio; que tiene claro lo que quiere, voluntad para conseguirlo, audacia para arriesgarse, tolerancia y sentido crítico y democrático; que es inteligente, rápido y con sentido del humor.

Un demócrata nacionalista confeso, a nivel europeo.

Y no uno que no razona, no explica nada, no se hace entender ni por él mismo porque no sabe hablar ni su propia lengua; que miente más de lo que habla, siempre escurre el bulto, se esconde, no admite preguntas y se escabulle en las dificultades; que no da argumentos, sino consignas; que desprecia al interlocutor e insulta al auditorio; que no sabe lo que quiere ni tiene voluntad ni capacidad para conseguirlo; que es un cobarde, intolerante y no entiende nada de democracia; que es un zote, pesado y sin la menor gracia.

Un franquista nacionalista español vergonzante a nivel carpetovetónico. 

Quien tenga tiempo, que mire esta estupenda entrevista de Iñaki Gabilondo a Artur Mas. 

Mañana, Palinuro le dedicará un comentario algo más extenso, pero creo que ya voy entendiendo por qué la monja Forcades dice que hay que ir a la soberanía sin CiU.