dimarts, 18 de desembre del 2012

Lo que quedó en la caja de Pandora.

La editorial La Catarata, de Madrid, inicia una serie nueva sobre "los problemas de la socialdemocracia", de mucho interés. Dirigida por Ignacio Urquizu, un joven valor de la izquierda teórica, viene a satisfacer una necesidad ampliamente sentida, la de la reflexión en el campo del socialismo democrático. A día de hoy la izquierda europea se encuentra en estado calamitoso, desalojada de casi todos los gobiernos del continente, acorralada por el aparentemente imparable ascenso de la llamada "revolución neoliberal", del pensamiento único, más único que nunca, capaz, según parece, de triunfar políticamente incluso cuando fracasa económicamente. El desconcierto práctico refleja un marasmo teórico muy llamativo.
Sin duda parte de esta izquierda, la más radical, la minoritaria, viene esforzándose con elaboraciones teóricas actualizadas para explicar la naturaleza de la presente crisis capitalista y proponer vías de solución. Suelen ser obras pegadas al momento, basadas en unos supuestos lejanamente marxistas casi nunca explícitos y cuya intención es conectar con los movimientos sociales espontáneos de los últimos tiempos. Palinuro se ha hecho eco de algunas de ellas y, aunque el juicio general es positivo, tienen el demérito de dirigirse a orientaciones políticas minoritarias, con respaldos electorales exiguos o completamente inexistentes. Ciertamente el eco social alcanzado por un texto no dice en el fondo nada sobre la verdad o el interés de su contenido. Pero un eco escaso afecta a la intención original de aquel, cuya última, quizá soterrada ambición, en la tradición althusseriana, era convertirse en el arma de la revolución, imposible en principio sin el apoyo de las masas.
El otro campo de la izquierda, el del socialismo democrático, el mayoritario, ha permanecido  silencioso en los últimos tiempos. Zapatero llegó al poder arropado en las ideas del republicanismo cívico, de Philip Pettit, cuya relación con el pensamiento socialdemócrata propiamente dicho, sin ser desdeñable, es tangencial. Ocurre algo parecido con una reflexión de mayor calado, la del liberalismo de John Rawls, muy influyente en la filosofía política socialdemócrata de los últimos cuarenta años, pero sin serlo ella misma. Quizá la última reflexión teórica socialdemócrata haya sido la Tercera vía de Giddens y el Nuevo centro de Schröder, ambos vagamente conectados con el democratismo de Clinton. Urquizu nos ahorra la tarea de negar valor a estas variantes pues ya lo hace él en su libro tratándolas de propuestas derechizadas, más afines al neoliberalismo que a la socialdemocracia. Entonces, ¿no hay aportaciones teóricas del socialismo democrático?
Ese parece ser el fin de esta colección. Los de Paramio y el propio Urquizu son sus primeros frutos. El orden de salida es jerárquico: primero el de Urquizu y luego el de Paramio pero aquí los comentaremos en el inverso porque el segundo determina el horizonte conceptual del primero. El libro de Paramio es una continuación de su obra previa. Él mismo lo reconoce al admitir que se trata de una reelaboración de textos anteriores, a veces bastante anteriores. Así, su contenido no aporta novedades sobre el relato ya expuesto en otras ocasiones, una especie de historia de la socialdemocracia europea dividida en tres etapas, más o menos: 1ª) el nacimiento (en el contexto del movimiento obrero); 2ª) la época dorada, la experiencia de gobierno, el Estado del bienestar; 3ª) la crisis, a partir de la primera mitad de los años 70. El esquema goza de general aceptación y es también el de Urquizu en su exposición (por eso se decía antes lo del marco conceptual), aunque él emplea asimismo el término resignación.
Paramio refiere las tres etapas con soltura y conocimiento de causa. Suele detenerse en el comienzo de la crisis (años fatídicos de 1971 y 1973) por la importancia en sí del momento y porque es a lo que más atención ha dedicado pero, en general es claro y suele dar explicaciones fundamentadas. Se echa de menos algún aspecto menos tratado. Por ejemplo, apenas hay referencias a las relaciones del socialismo democrático con el comunismo a pesar de su indudable interés. Igualmente, en su análisis del Estado del bienestar (auge y caída), no hay referencia al proceso de rearme teórico del capitalismo durante la época gloriosa de la socialdemocracia, producido a la par con el crecimiento tumultuoso a  fin de justificar y acelerar su expansión, la cual acabaría llevándose todo por delante.
La innovación en la obra de Paramio es el último capítulo dedicado a la consideración de la crisis actual. El autor tiene una mirada pesimista: la socialdemocracia está "maniatada", presa de la "trampa" de la eurozona. No sabe qué hacer. Ese pesimismo se condensa en tres conclusiones con escaso margen a la esperanza: 1ª) la socialdemocracia ha aceptado la visión neoliberal de la economía; 2ª) la modernización social por ella propiciada erosiona sus bases de apoyo; 3ª) hay una ausencia de líderes e ideas que permitan recuperar la confianza social (pp. 120-121). En resumen, no estamos ante el riesgo de extinción de la socialdemocracia, sino en un pésimo momento de esta provocado por un deficiente marco institucional... (p. 122). Y no se sabe cuánto durará.
Más optimista irrumpe Urquizu en el ámbito de la publicística. Su razonamiento se desarrolla como ya he mencionado, en el esquema tripartito de Paramio. Podríamos llamarlo en términos llanos, las "tres edades de la vida socialdemócrata", nacimiento y juventud, madurez y decrepitud. Urquizu sustituye a veces el término "crisis" de Paramio por el de "resignación", sin duda con ánimo de reconfortar al resignado. Como autor de un libro publicado allá por los años ochenta (1988, creo), premonitoriamente titulado: La izquierda: desengaño, resignación y utopía (Ediciones El Drach, Madrid), cuya portada traigo aquí con infantil vanidad de autor y donde ya se hablaba de "resignación", me veo pionero. Yo me refería a toda la izquierda, no solo la socialista, pero el término es igualmente válido.
Urquizu supone, en cierto modo, una respuesta a Paramio, lo cual está bien. Las generaciones deben renovarse como las hojas de los árboles al decir de Homero. Aporta para ello dos innovaciones de muy distinto alcance: una de carácter descriptivo y otra metodológico. Aunque me interesa más la segunda, iré por orden.
En cuanto a la descriptiva, Urquizu no se limita a considerar los tres famosos momentos sino a explicar por qué la socialdemocracia reaccionó a ellos como lo hizo: al comienzo, con la moderación ideológica (hay aquí profusa referencia a los trabajos de Maravall); durante la época dorada, con la aceptación del capitalismo, lo cual la llevó a consolidar el Estado del bienestar y también la contradictoria necesidad de reducir la intervención del Estado; en la época de crisis/resignación con la tarea de rehacer parte del camino mal transitado, recuperar la doctrina socialdemócrata clásica y defender las conquistas del Estado del bienestar. En resumen, el libro viene a confirmar la visión de Paramio: la socialdemocracia ha evolucionado precisamente por las respuestas que ha ido dando a los tres retos planteados para sobrevivir. Si acaso se corrige el tono final pasando del pesimismo al optimismo. Saldremos de esta, parece decir el autor. Luego se verá cómo.
Lo interesante, sin embargo, de Urquizu es el planteamiento metodológico antes mencionado. El autor señala en repetidas ocasiones su intención, alejarse de las interpretaciones al uso normativas e históricas (quizá historicistas) de la socialdemocracia para ofrecer una empírica. Aunque no se dice en ningún momento, el discurso implícito consiste en negar carácter científico a las interpretaciones citadas y atribuírselo a la empírica. En otras palabras: la interpretación convencional de las tres etapas de la socialdemocracia es correcta y lo es científicamente. Para ello Urquizu toma la base del Manifesto Project Database con datos de 24 países y 30 formaciones socialistas entre 1910 y 2010 y la somete a tratamiento estadístico. El empleo de análisis de regresión, correlaciones, significancia estadística y otros instrumentos le permiten hacer visibles en términos cuantitativos e irrefutables más o menos las mismas conclusiones de los demás provistos de sus imperfectos métodos. El resultado es correcto, el previsto, y no desentona. Pero su pretensión metodológica es desmesurada y no se aviene con dos pruebas elementales del método cientifico. 
Por un lado, por muy estadísticos que sean los análisis, muy significativos los resultados y muy convincentes los datos, no dejan de ser ex post facto. Esas pretensiones solo podrían admitirse si, una vez formuladas como teorías se aplicaran a hipótesis ex ante facto en condiciones de réplica controlables y resultaran ciertas o, cuando menos, no falsadas. Cualquier otro procedimiento no vale científicamente. Se entiende la premura que invade los ánimos juveniles quienes, con cartesiano ardor, quieren encontrar plataformas seguras desde las cuales tomar partido con certidumbre (y, de paso, probar el error ajeno), pero dicha situación es todavía lejana y la cruda realidad aconseja la prudencia de admitir que los enunciados de uno son tan falibles como los de otro con métodos de menos humos.
En segundo lugar, la compleja relación epistemológica entre el sujeto y el objeto de las ciencias sociales asoma casi siempre su peluda patita por debajo de la puerta cuando menos se espera. Urquizu aborda su enfoque empírico con la objetividad que dice siempre profesar ese pensamiento positivista deslumbrado por el proceder empirico. Pero él forma parte del fenómeno estudiado en mucha mayor medida que si, provisto de igual instrumental, se aproximara al estudio de la evolución del neoliberalismo. Es un pronunciamiento previo en un campo de conflicto basado en una opción subjetiva. Es un criterio de objetividad dependiente de un juicio de valor (la socialdemocracia es mejor que el neoliberalismo9 y, salvo error por mi parte, nunca científicamente demostrado.
En definitiva un optimismo en continuo crescendo a lo largo del interesante libro de Urquizu el cual culmina con un sorprendente, insólito tumultuoso, una verdadera provocación teórica: No es la socialdemocracia lo que está en  crisis, sino la democracia. Canastos.

dilluns, 17 de desembre del 2012

La aventura de la emigración.

Excelente imagen encontrada al azar en la red de Rajoy y su niña, empujados a comer el amargo pan del exilio. Todo un acierto de montaje. Es el contrapunto imaginario a la estupidez proferida hace unos días por un@ de es@s descerebrad@s a l@s que el PP ha situado en los lugares del mando del país. La secretaria general de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, afirma que los jóvenes españoles emigran "por afán de aventura". No por necesidad. Esta majadería recuerda la reflexión de un gallego genial, Julio Camba, hace ya muchos, muchos años, lo que demuestra que la desvergüenza de l@s señorit@s es de prosapia. En La rana viajera o Las aventuras de una peseta, no recuerdo bien, se enfrentaba el gran periodista al prejuicio según el cual los irlandeses y los gallegos emigran mucho porque son celtas inquietos con espíritu aventurero. Concluía Camba lo obvio: no es el afán de aventura lo que empuja a irlandeses y gallegos a marchar de su tierra, sino el hambre.
¿Ha oído, Corral? El hambre que, gracias a la muy católica gestión de ustedes, ya se deja sentir por toda España, con lo que un@s asaltan supermercados, otr@s buscan en los cubos de la basura y otr@s, por fin, tienen que emigrar.
Eso y la creciente tasa de suicidios gracias a su magnífica labor es lo que los españoles tienen que agradecer a ustedes.
(La imagen es una foto encontrada al azar en la red, sin atribución de autoría. En caso de que estuviera protegida, un aviso a Palinuro y este la retirará ipso facto.)

La Declaración de Madrid, de IU.

En esto llegó la izquierda. IU ha celebrado su Xª Asamblea Federal en un clima de exaltación y euforia. No es de extrañar. La IXª presentaba un panorama desolador, agrio, fraccionado. Ahora todo es unidad, parabienes, alegría desbordante. Menudean las declaraciones ditirámbicas y los propósitos verdaderamente audaces, a veces rimbombantes. Hay quien ve la llegada de un amplio (supongo) Frente de la Izquierda y también quien habla de un momento prerrevolucionario. Cayo Lara en su discurso de elección por unanimidad, pide a toda la izquierda agruparse en torno a IU, a la que define como la Syriza de España, con voluntad de movilizar a la mayoría social para cambiar la realidad por medio del logro del gobierno. Bien. Lo de Syriza no es cierto pues en la formación griega no hay partido comunista dominante como tal mientras sí lo hay en IU y esto no es un asunto intrascendente. Además, resulta algo desorbitado hablar de llegar al gobierno cuando se cuenta con el siete por ciento del voto y una expectativa del once por ciento en el mejor de los casos y a tres años de las elecciones.
La Asamblea ha aprobado un documento programático (desgranado luego en cincuenta propuestas prácticas) de carácter ideológico, llamado la la Declaración de Madrid del mayor interés. Se trata de un texto muy respetable, merecedor de estudio detenido, cosa que se propone Palinuro desde un punto de vista de izquierda no comprometido con partido alguno.
El texto está bastante bien redactado, sin la farragosidad huera de estos escritos, es claro y conciso. Tiene dos partes, una expositiva/teórica y otra dispositiva/práctica y están claramente diferenciadas si bien al final, por aquello de concluir con lo esencial, hay un poco de batiburrillo.
La primera parte contiene un diagnóstico claro al uso de la crisis, sus causas y consecuencias. Es una visión aceptada en general en la izquierda y sin duda está basada en estudios más extensos, impropios para este lugar. Poco por objetar, ni es el momento de hacerlo. Aunque podríamos entretenernos averiguando por qué sostienen los autores que esta no es una "crisis capitalista clásica". Parece serlo de todas todas. Lo no clásico es la respuesta política. En todo caso, la parte declarativa formula una propuesta esencial: encontrar una salida anticapitalista a la crisis. Para ello se pasa a la parte dispositiva/práctica.
Esta se subdivide en tres aspectos: medidas económicas, democráticas y de derechos y sociales. Hay una abultada variedad pero es difícil no subscribirlas casi todas. Reforma fiscal progresiva, banca pública, persecución del fraude y la economía sumergida, auditoría de la deuda, etc en el capítulo de los dineros; restablecimiento del derecho al y del trabajo, salario mínimo decente, renta básica, prioridad al empleo, al gasto público en sanidad, educación, clases pasivas y fomento de inversión pública; República federal, reconocimiento del derecho a decidir, igualdad de género, derechos de las minorías, atención al medio ambiente, derechos universales a la sanidad y la educación. Difícil no coincidir desde la izquierda. No obstante y salvo alguna cuestión, siempre discutible, como el derecho a decidir (que Palinuro aplaude) el anticapitalismo no se ve por parte alguna. En su ya larga historia, este sistema ha convivido con algunas o todas de estas medidas. El capitalismo keynesiano -al que la la izquierda criticaba acerbamente hace cincuenta años y ahora añora- era eso más o menos. Incluso era más. Ese nebuloso párrafo de la Declaración que pide la planificación democrática de la economía, con un nuevo modelo económico, social y ecológicamente sostenible, quizá lo único  tímidamente próximo al anticapitalismo, ¿qué quiere decir? Es la famosa "planificación indicativa" de todos los manuales de economía capitalista de los años sesenta? ¿La que servía para los "planes de desarrollo" del franquismo entre otros? ¿O es otro tipo de planificación? Si es así, ¿cuál? Quizá el que se intuye en un párrafo también insinuante, perdido en lo profundo del texto cuando habla de alcanzar la socialización de otros espacios como la Banca, el crédito, la energía y otros sectores estratégicos de producción. Socialización doble, traicionada por el subconsciente. Ahí, me temo, va a tener problemas IU para ampliar su base electoral.
Alguno más le vendrá de un apartado especialmente feliz en la Declaración: el propósito de integrar los movimientos ciudadanos de rebeldía en la gran Syriza española, lo cual ya ha empezado a ponerse en práctica, incorporando a representantes de estos movimientos (la PHA, por ejemplo) en los órganos ejecutivos de IU. Se abre esta aquí a una tensión entre el carácter desestructurado y flexible de estos movimientos y la hegemonía del PCE en IU. El planteamiento es el de siempre: IU es la vanguardia de las amplias luchas sociales y el PCE es la vanguardia de la amplia IU. El PCE no puede disolverse en IU porque, en el fondo, es su estructura; pero no puede mantenerse porque tarde o temprano vicia el funcionamiento de una organización orientada hacia un régimen asambleario.
En todo caso, de anticapitalismo, nada salvo si por tal se entiende cuestionar la Unión Europea. El propio documento se marca el límite que critica en los neoliberales y sus adláteres socialistas cuando reconoce ingenuamente que se trata de limitar el déficit sin recurrir a más deuda. El impago de parte de la deuda ilegítima, por lo demás, es el ejemplo del modelo islandés. Es un programa perfectamente socialdemócrata. Y no se acaba de entender por qué no se habría de proponer al PSOE como base para una hipotética unidad de la izquierda que muchísima gente desea en el país. Es más, aunque algunos militantes, entusiasmados por el éxito de la asambles hayan hablado de momento prerrevolucionario, que podría poner los pelos de punta a algún socialdemócrata finolis, el texto, de 3.892 palabras, no contiene ni una vez el término "revolución". Habla de rebelión en dos ocasiones en una llamándola "democrática" y en otra "social", pero sin más precisiones. Como cuando Palinuro hablaba de la insurrección permanente, allá por el mes de julio.
¡Ah, pero es que la Declaración habla de Proceso Constituyente, amigo, frente al blandorro de Rubalcaba quien solo habla de reformar la Constitución y... si el PP está de acuerdo! Cierto. En algo han de diferenciarse la izquierda radical y la moderada. Pero ambos quieren tocar la Constitución. A lo mejor pueden ponerse de acuerdo en un mínimo.Cierto,  IU siente inclinación por la voz de la calle que lleva ya tiempo pidiendo un proceso constituyente. Cabe suponerle, no obstante, cabal conocimiento de cómo suelen (o pueden) darse dichos procesos. En ellos se activa un poder único, excepcional el poder constituyente. Y este solo puede actuar mediante lo que la Declaración no menciona ni una vez: la revolución.
Pero no haya temor. Es inexistente el espíritu unitario de la izquierda en España. El PSOE es el enemigo. Una vieja historia. El "enemigo" tiene casi siete millones de votos en sus horas más bajas; el 28,7%, cuatro veces más que IU. Declararse enemigo de siete millones de personas no suele ser buen negocio y la alternativa es peor pues consiste en decir que, no siendo enemigos,  no saben lo que votan; son tontos, vamos. De los votantes del PP, innecesario hablar aquí.
Quizá consiga IU coronar su proyecto de eliminar el bipartidismo y hasta arrebatar la hegemonía en la izquierda al PSOE. En la vida todo es posible. Pero no es muy probable. Y, en el caso de que lo fuera, estaría por ver si IU tiene posibilidad de administrar la complejidad del gobierno con el 35 o el 40% del voto cuando ya solo la complejidad de la organización actual, con el siete por ciento, produce infinitos sobresaltos.
¿Y el PSOE? También los socialistas se reunieron aunque en mucho menor concilio. Acudieron los barones a despachar con Rubalcaba en sede matritense y se aprobaron las propuestas del SG, consistentes en no hacer casi nada o nada y seguir flotando a merced de la corriente, a ver a dónde los lleva. Los llaman oposición responsable, pues quieren decir que no muerden. Pero tampoco hablan o apenas lo hacen. Hasta ahora han venido esperando que el PP se aviniera a algún tipo de pacto de Estado y ya han descubierto media docena de veces que eso es tan posible como un crecepelo eficaz. No importa: siguen descubriéndolo. El último, Ramón Jáuregui ayer, muy contrito: "No hay posibilidad de llegar a acuerdos con el PP. Y lo siento". Fantástico. No las hubo nunca, buen hombre. Así, procede moverse.
El primer mandato es mantener la calma ante todo, parece decir la dirección actual. Un periodo de recomposición interna. Nada de primarias pues agitan los ánimos, hasta luego de las europeas de 2014. Después, ya se verá. Somos un partido serio, la nave capitana. No podemos ir a la ligera, aunque a veces se dispare alguna andanada como esa de Óscar López diciendo muy bravo que el PSOE "impedirá por ley" la privatización de la sanidad. Como si cambiar la ley fuera algún problema para el PP.
La dirección ha embarcado el partido en una gran tarea de reflexión teórica, de estudio y meditación, para bajar en octubre de 2013 como Moisés del Sinaí, con las Tablas de la Ley en forma de propuesta alternativa a este gigantesco desbarajuste de la crisis económica, política, social, moral.
Y uno se pregunta, mientras llega la verdad revelada, ¿qué hay de malo en echarle una ojeada a la Declaración de Madrid de IU y mostrarse menos estirados y más proclives a la acción unitaria? Al fin y al cabo, el PSOE gobierna con IU en Andalucía. IU, a su vez, posibilita el gobierno del PP en Extremadura. Pero ese es un asunto de IU, no del PSOE. El ataque capitalista, neoliberal al Estado del bienestar y a los derechos de la población está produciendo un desplazamiento de la opinión pública hacia la izquierda. Los socialistas catalanes, los más díscolos con la dirección, juntamente con Tomás Gómez, de Madrid, piden un giro a la izquierda, amargando más la vida al actual SG que es hombre más bien conservador a quien los caprichos de la veleidosa fortuna llevan a veces a sostener que el PSOE es radicalmente anticapitalista. Seguramente se trata de un anticapitalismo como el de IU. No veo por qué no se hablan.

diumenge, 16 de desembre del 2012

¿Es un fracaso el primer año de Rajoy?

Aparentemente, sí. Los datos, los números, cantan. Los barómetros dan una popularidad bajísima del presidente, solo superada a menos por la del líder de la oposición mayoritaria. La intención de voto al PP se ha desplomado y la del PSOE sigue en el fondo más bajo. Los indicadores socioeconómicos meten miedo. El paro avanza incontenible, al igual que los desahucios y el empobrecimiento general de la población. Es de conocimiento común (aceptado, incluso, por su protagonista) que Rajoy ha hecho lo contrario de lo que dijo en las elecciones y la investidura. Su crédito es inexistente. En el ámbito internacional, la situación oscila entre lo bochornoso y lo lamentable. Y así sigue. En el Consejo Europeo de ayer, en rueda de prensa, el hombre suelta la siguiente melonada "cuando llegué, sólo oía hablar de disciplina fiscal y austeridad. Hoy se habla de crecimiento, unión bancaria, unión económica y unión fiscal y eso es importante". Casi parece que esos ineptos eurócratas no supieran de lo que conviene hablar hasta que llegó él. Puede parecer una implicación exagerada. Pero no descarten que la crea en su fuero interno. Por lo demás, la inepcia de la declaración es evidente cuando se comprueba que, aunque en Europa se hable de crecimiento, aquí sigue hablándose de disciplina fiscal y de austeridad. Lo cual equivale a una confesión paladina de fracaso.
Por tanto, ¿fracaso?
Según cómo se mire. Si es por el cumplimiento de las promesas optimistas de generar confianza, reducir el paro, mantener el poder adquisitivo de las pensiones, etc, etc, esto es, el incumplimiento del programa oficial, la respuesta es: desde luego, fracaso total.
Pero es que el fracaso en ese campo el PP lo daba ya por descontado. De sobra sabía Rajoy que carece de todo plan, de toda idea que no sea seguir las directrices alemanas. Eso no era lo importante. Lo importante era el programa oculto, esto es, el programa de reformas ideológicas retrógradas que desmontaran el Estado del bienestar y el complejo sistema de derechos en que descansa.
Ahí, de momento, el triunfo es rotundo. En solo un año, la educación pública ha sufrido un ataque descomunal en todos los campos, no solo el económico, también el político, el ideológico, el lingüístico, el religioso. Un retroceso de más de treinta años que no tiene nada que ver con la crisis económica.
Las mujeres pierden el derecho a disponer libremente de su maternidad. Ya veremos lo que sucede con los matrimonios gays. Y los justiciables han perdido el derecho a la tutela efectiva de los tribunales que ahora solo se dispensa a quienes puedan pagarla. En general, la idea es que todos los servicios públicos sean de pago. Primer paso hacia su posterior privatización. Todos. Incluida la justicia.
En materia de sanidad, el expolio es sencillamente monstruoso. Se priva del derecho a la salud a muy numerosos colectivos, se encarece para todo el mundo, se suprimen servicios esenciales. Se pretende privatizar el sistema hospitalario en favor de empresas que buscan el beneficio y en modo alguno la garantía de unos derechos.
La política de orden público presenta rasgos de autoritarismo y arbitrariedad que hace pensar en un proceso de fascistización. Las fuerzas de policía hostigan a los ciudadanos que ejercen sus derechos y pisotean estos continuamente y, cuando recurren a la violencia lo hacen de forma desmesurada, con ánimo intimidatorio.
El más conculcado, el derecho a la información y la libertad de expresión. El ministerio del Interior pretende prohibir la grabación de las actuaciones públicas de la policía, a la que tolera que actúe aunque sus agentes no lleven visible la preceptiva placa de identificación. Si no es un Estado policía, empieza a parecerlo. Con ribetes de estado de excepción permanente.
La colonización de los medios de comunicación públicos es completa y descarada. Dichos medios son meras empresas de propaganda del gobierno. Periodistas y tertulianos recitan los argumentarios del PP día y noche y así consiguen que la audiencia se desplome a niveles ridículos. De lo que se trata es de que la gente deje de ver programas políticos, informativos, tertulias por su absoluta falta de calidad y se concentre, en cambio, en contemplar corridas de toros, que vuelven a la TV porque el ministro Wert -él mismo de la familia de los bóvidos, según propia confesión- los considera una forma cultural reciamente española. O partidos de fútbol, la auténtica nación hispana.
Frente a ese triunfo incuestionable de la derecha clerical más reaccionaria, ¿qué hace la izquierda? IU está en su X Asamblea y el PSOE ha reunido un Consejo Territorial en el que de lo que menos se ha hablado ha sido de territorios. Ambos parecen prepararse para lo que se avecina (quedan tres años de camino involucionista triunfal), pero de ello hablará Palinuro mañana.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Pintar a otr@.

Está muy bien la exposición de Mapfre (Recoletos, Madrid) de los retratos que hay en el Centre Pompidou en París. Son 80 piezas de pintores del siglo XX, unos más famosos que otros. Algunas, las menos, son muy conocidas. La mayoría es obra menor. El comisariado, en advertencias sabiamente diseminadas por las paredes, nos insta a observar el impacto de las distintas corrientes, las vanguardias, etc. en el género. Desde luego, es curioso e interesante.
Aunque sea una muestra tan reducida, constituye un buen aliciente para repasar ese género pictórico del retrato, lleno siempre de enseñanzas. El retrato tiene una dimensión metafísica muy pronunciada por cuanto quiere representar a un ser ausente y, muchas veces, ausente para siempre, pues está muerto. Su impulso primitivo es esa negación de la muerte en forma de signo. Los retratos de Fayum son de personas difuntas. Mucha retratística renacentista era mortuoria, en algunos casos con retratos célebres, como el de Giovanna Tornabouni, de Ghirlandaio, en 1488. El culto a los antepasados y a los descendientes (son muy frecuentes las imágenes de niños fallecidos) empieza en los retratos.
Tiene también el género una dimensión social, habitualmente ostentosa y narcisista. Este era yo. Todos los poderosos se han hecho retratar. Y, cuando las sociedades se democratizaron, la afición caló en las clases medias. Así, el retrato llegó a ser un modus vivendi de muchos pintores. Se da aquí una diferencia interesante. Son muy distintos los retratos hechos por pintores especializados en retratística que los que ocasionalmente hayan hecho otros artistas con más temas o géneros. Igual que si para los retratos se emplean modelos reales o son imaginarios. Los pintores especializados tienden a "serializar" sus obras y, en ese trayecto, amaneran su estilo a extremos insólitos. Todas las mujeres retratadas por Giovanni Boldini se parecen. Es difícil encontrar un retratista de éxito que, como Sargent, muestre tan amplia variedad de estilos.
Todo eso se ve también en la exposición de Mapfre (retratistas y generalistas, modelos reales o invención) que muestra, además, la ruptura del género del retrato con cualesquiera convenciones. Si alguna quedaba, el cubismo y el expresionismo dieron buena cuenta de ella. A partir de ahí se llega al retrato abstracto, sin temor a la contradicción en los términos. Hay también muchos retratos de los que se llaman psicológicos con no más razón que porque el psicoanálisis es un hallazgo del siglo XX. Digo, porque el carácter psicológico de muchísimos retratos (si no todos) muy anteriores es patente. ¿No es psicológico el retrato de Inocencio X, de Velázquez? No hace falta seguir.
Los más psicológicos de los retratos son los autorretratos, un subgénero tan potente que es género por sí mismo. Porque, si en el retrato el artista pinta al otro (e, inevitablemente, proyecta en él su visión), en el autorretrato se pinta a sí mismo como si fuera otro. Aquí las variaciones son infinitas. La exposición de Mapfre tiene el buen tino de reunir un puñado de autorretratos en una sala; pero tiene también el malo de desperdigar otros autorretratos en otras partes, por ejemplo, uno de Bacon estupendo. En la sala llaman la atención dos óleos de Giorgio de Chirico que son autorretratos con su madre. En los dos es ella la figura dominante. Uno saca la conclusión de que el autor pretende -quizá sin saberlo- autorretratarse en su madre. Autorretrato psicológico.
En fin, merece la pena dejarse caer por la exposición de Mapfre.

dissabte, 15 de desembre del 2012

Cambiar la realidad.

Eso decía Cayo Lara en su discurso de apertura de la X Asamblea de IU ahora mismo en deliberaciones. Cambiar la realidad. Forma parte de ese lenguaje político vacío de contenido, como lo de "conquistar el futuro", "asumir los retos", "convocar a una gran esfuerzo nacional", etc. Expresiones hueras acuñadas en gabinetes de asesores, de publicitarios. Pero, de pronto, me dio por pensar que ese cambiar la realidad, teniendo en cuenta la que estaba desplegándose ante nuestras atónitas miradas obligaba a mirarlo con otro ánimo.
Es fascinante nuestra capacidad para hacer cosas que ni nosotros entendemos. Y si no entendemos la realidad es muy difícil cambiarla. Ese Adam Lanza que ha entrado a tiros en el colegio de Connecticut y se ha llevado por delante a veinte niños, seis adultos, su madre, su padre, él mismo y creo que también un su hermano, ese Adam Lanza, digo, es absolutamente incomprensible. Ya se pueden acumular teorías genéticas, biológicas generales, raciales, fisiológicas, sociológicas, psicológicas, políticas, filosóficas económicas o de cualquier otro tipo. Es radicalmente incomprensible. Lo que podemos llegar a entender de él es nada comparado con el destrozo que ha causado.
Porque cuando la bestia se enseñorea del campo se nos echa encima el dolor, el oscuro miedo de la especie y toda la acción humana se antoja carente de sentido.
Es la muerte de inocentes lo que subleva el espíritu y lo lleva a interrogar indignadamente el destino; las vidas truncadas las que truncan las nuestras. Pero aquí, sin ningún ánimo vengativo ni rencoroso, cabe recordar la cantidad de inocentes que muere desde hace años en Palestina. No en una tarde de otoño sino todos los días. Seres inocentes cuya realidad también es la muerte pero que suscitan mucha menos indignación, probablemente porque, siendo tan incomprensible como la anterior, es costumbre y a todo nos habituamos; incluido lo incomprensible, hasta que una tragedia en carne más o menos propia, nos hace ver qué injustos somos.

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Pero era de Cayo Lara e IU de lo que quería hablar. Exultante en una asamblea optimista, el coordinador general llama a las demás izquierdas a unificar fuerzas en torno a IU a la que se quiere forma hegemónica de la izquierda alternativa a las políticas neoliberales. Vuelve el sorpasso anguitiano que, en el fondo, ha sido siempre el anhelo de IU porque también lo ha sido el del PCE, que es su corazón y nervios. Lara anuncia que la relación de voto entre IU y PSOE, que empezó siendo en su mandato de 1 a 11 es hoy de 1 a 2. Syriza en el horizonte.
Ese es también el optimista criterio de Llamazares en una entrevista en la que llama a la refundación de la izquierda. Es un texto muy razonable y matizado, como suelen ser los suyos, la conclusión es la misma que en el caso de Lara pero se añade una nota de urgencia, producto quizá de la mayor capacidad de Llamazares, un aviso de que se trata de un ahora o nunca. IU arrebata el testigo de la hegemonía de la izquierda o se pierde una ocasión muy favorable.
El dirigente de Izquierda Abierta señala el nuevo riesgo derivado del crecimiento y el éxito de IU que es la necesidad de administrar la complejidad interna. Es también preocupación de Cayo Lara. Los equilibrios internos de la organización son muy complicados y tendrán que ver en el momento en que una vez más, fracase este intento cambiar una hegemonía por otra.
El problema es el de siempre. Hay pretensión de sorpasso desde el mismo momento de la formación de los partidos comunistas en los años veinte del siglo XX hace noventa años. Desde entonces, la intención es la misma y los argumentos también más o menos los mismos aunque lo ignoren quienes los emplean. Las explicaciones de que la socialdemocracia no es la verdadera izquierda, que es una aliada objetiva y subjetiva del capitalismo, que es el capitalismo mismo, uno de los dos puntales del sistema, etc también tienen noventa años. El resultado es, sin embargo, que en toda Europa y en todos estos años en la inmensa mayoría de los países solo ha habido socialdemocracia. En algunos, muy pocos y del sur de Europa, esta hegemonía socialdemócrata se ha visto perturbada, aunque sin consecuencias apreciables, por la existencia de la otra izquierda. Italia es caso especial. La socialdemocracia -nunca muy boyante- desapareció con Bettino Craxi pero la otra izquierda no consiguió su finalidad hegemónica. En los demás países del sur la izquierda no socialista, la que se llama a sí misma "transformadora" no ha transformado literalmente nada desde hace más de 30 años, salvo algunas cuestiones de carácter local o autonómico.
En su misma esencia la contradicción es la siguiente: después del hundimiento de la Unión Soviética la existencia de partidos comunistas carece de sentido. Pero estos partidos son los únicos con una tradición y experiencia de organización capaz de articular en torno suyo un movimiento más amplio, más complejo y, según los casos, ingobernable. El comunismo ya no es una opción y llevarlo en el nombre del partido es un absurdo. Pero es todavía marca de fábrica para las posibilidades organizativas. El único que, aun ocultando sus signos distintivos, puede aglutinar una izquierda de cierto peso social que, de otro modo, iría a parar al PSOE. Es lo que los dirigentes parecen haber entendido: el improbable sorpasso es la única forma de liberarse de la crítica de que la única razón de ser del PCE y de IU es restar fuerza electoral al PSOE.
El otro partido de la izquierda, el hermano mayor también está reunido en cónclave de finde. Hay un consejo territorial en donde Rubalcaba se ve con los barones. Es un órgano este que le es muy grato, se siente más en casa y más respaldado. Es este consejo en el fondo el que determina la política de la dirección del PSOE, un órgano poderoso pero muy del interior del partido y que no vive la sociedad en la que actúa.
Nada de primarias a corto y medio plazo. Tranquilidad, orden y concierto. Oposición responsable de aquí al fin de la legislatura. Recursos al Tribunal Constitucional y contundente rechazo a las medidas de privatización, de expolio, de desmantelamiento del Estado del bienestar y privación de derechos. Esta actitud, sin embargo, no permite al PSOE remontar en el aprecio de la gente y tampoco en su intención de voto. Frente a los sondeos siempre cabe ese aguerrido "¡venceré a las encuestas!" que suelen exclamar quienes van perdiendo. Pero la pregunta es ¿que habrá de nuevo en los tres años restantes que no lo haya habido en el año pasado? Solo que todo será tres años más viejo. No parece una perspectiva estimulante.

divendres, 14 de desembre del 2012

Las listas negras, las grises y las marrones.

Anuncia el ministro Montoro en el Senado con rostro adusto y mirada iracunda que publicará las listas de los grandes evasores de impuestos, como se hace, dice, en otros países, por ejemplo Irlanda y Gran Bretaña. Está el ministro irritado por el fracaso de su generosa amnistía fiscal (que él llama "regularización fiscal") a esos mismos grandes evasores. Esperaba 2.500 millones de euros y solo ha recaudado 1.200, lo que quiere decir que han aflorado 12.000 millones. Una futesa. Es muy humillante que desprecien tu magnanimidad. Así que ahora, que se preparen estos defraudadores recalcitrantes, que vamos por ellos.
Primeramente hay que resolver algunos problemas. Por ejemplo, cómo determinar quiénes figuran en las listas negra de la vergüenza. De problema, nada. La ley tipifica como delincuente a quien defraude por encima de 120.000 euros. Pues esos. De lo que se trata es de dar publicidad a los nombres de los presuntos delincuentes que, por lo demás, ya debieran ser públicos por estar la Hacienda obligada a interponer denuncia de oficio.
Otro problema es la necesidad de respetar el mandato de reserva de los datos fiscales de personas físicas o jurídicas. Un mandato de reserva que Montoro se saltó a la torera cuando habló de las deudas con Hacienda de los medios de prensa críticos con el gobierno. O sea, para entendernos, El País. El carácter absoluto de esa reserva, al extremo de encubrir delitos, quería justificarse antaño con la necesidad de ocultar los nombres de los contribuyentes por temor a las extorsiones etarras. Eso se ha pasado y, además, no es necesario modificar norma alguna porque, al tratarse de presuntos delincuentes, sus nombres deben estar ya en los tribunales que, como se sabe, funcionan por el principio de publicidad. Es decir, en el fondo, la única novedad de las listas debiera ser ordenar por orden alfabético los nombres de los defraudadores. O por orden de cuantía de lo defraudado, que tiene más morbo.
El último problema que dice Hacienda encontrar es cómo dar a conocer la lista negra de defraudadores y evasores. Piensa en subirla a su página web pero cree que debe acudir a más formas de publicidad, con lo que demuestra su ignorancia de la tecnología digital, el ciberespacio y la ciberpolítica. No se preocupen: ustedes cuelguen la lista en su página web y en cosa de minutos habrá llegado por viralidad al último confín de la tierra, estará en las portadas de todos los medios digitales y de papel del día siguiente, se encontrará en miles de enlaces de Google y otros buscadores. Ustedes limítense a subir la lista y verifiquen bien los nombres porque, como se les cuele un inocente, les (nos) va a sacar los untos en reparaciones.
Lo importante es la lista. El ministro está decidido a sacarla. La mayoría de la oposición aplaude. ¡Lista negra fuera! ¡Que cada palo aguante su vela! Que paguen de una vez, brama el ministro justiciero.
Y todo el mundo está de acuerdo. Tanto, tanto que algunos empiezan a plantear problemas. Así, el PSOE apoya la publicación de la lista negra pero añade que también quiere una gris. El diputado socialista Pedro Saura pide que asimismo sean públicos los nombres de los defraudadores que han regularizado su situación con Hacienda gracias a la amnistía fiscal. Parece bastante lógico y aunque estos evasores "legalizados" puedan sentirse molestos, supongo que nadie les prometió sigilo en su operación "rescate".
Pero, siendo lógico, es peligroso, ya que pone de relieve la injusticia de publicitar los nombres de los defraudadores excepto los de aquellos que tampoco pagan impuestos pero gozan del beneplácito del Estado. Que no son solamente los blanqueadores "legales". Son, sobre todo, los capitales que evaden impuestos mediante las SICAV. Una bolsa de cientos, quizá miles de millones que no tributan a la luz del día. Una medida recaudadora muy similar a la amnistía pero implantada por el partido del diputado Saura y mucho más ingeniosa que la amnistía pues no es única ni excepcional sino permanente, continuada, prolongada en el tiempo. No se deja de contribuir una vez; no se contribuye nunca, salvo el 1%.
Las dificultades se multiplican. Es imposible tomarse en serio los propósitos de lucha contra el fraude fiscal de un gobierno que asiste impávido al proceso por el que la Comunidad de Madrid, de modo arbitrario y manifiestamente injusto exonera de sus obligaciones fiscales a una empresa privada como Eurovegas. El magnate Adelson dejará de ingresar a la Hacienda española 3.200 millones de euros. Hará muchas otras barrabasadas. Se ciscará en la ley y la soberanía españolas, pero eso no hace ahora al caso. (OFF: Palinuro promete dedicar un post al peculiar paletismo de los gobernantes españoles, al estilo de l@s Aguirres, Gonzáleces, Camps, Fabras y otros a l@s que los estadounidenses venderán un día el Empire State Building.)
Si Montoro pretende de verdad luchar contra el fraude por imperativo moral, como dice, tiene que acabar con el ilegal y el legal al mismo tiempo. Bien está la lista negra, pero publique también la gris. En esta, los amnistiados, los de las SICAVs, los Adelsons y Adelfathers. Tod@s.
Sin embargo ya sabemos que no será así. Y lo sabemos no porque desconfiemos de la voluntad de publicar la lista gris sino porque ni la negra será completa. El gobierno se niega a revelar los nombres de la lista Falciani, una relación de más de cien nombres con cuentas corrientes en el banco HSBC en Ginebra. Es más, tiene en la cárcel al pobre Falciani, el bancario suizo que reveló las listas de cientos de miles de supuestos evasores de varias nacionalidades. Pero ahora que lo pone en libertad la Audiencia Nacional, aunque aún se le pueda extraditar a Suiza, ¿quiere el gobierno explicar a la ciudadanía por qué no da a conocer el contenido de esa lista? Hay más de 120.000 ciudadanos que apoyan la carta abierta de Público titulada muy acertadamente Señores ministros: ¿quiénes son los que nos están robando?.
Porque, vamos a ver, señor Montoro: ¿cómo justifica usted que se dé publicidad a los nombres de quienes defraudan a la Hacienda Pública a la pata la llana pero no a los de quienes lo hacen en el selecto club del HSBC? ¿Porque son los de la lista marrón que algunos llaman "dorada"?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 13 de desembre del 2012

Del dicho al hecho y del hecho al dicho.

La sesión de control del gobierno tiene algo de oficio litúrgico. Rajoy acude sabedor de que no precisa convencer a nadie de nada porque, diga lo que diga, tiene la mayoría absoluta segura. En consecuencia, no dice nada y, además lo hace en una actitud displicente para poner de relieve que, si da explicaciones, es porque es un caballero y no porque lo necesite para sobrevivir parlamentariamente. Se ha encargado de defender lo más indefendible: el recorte de las pensiones. Y lo ha hecho con una retórica cantinflesca para colar que los recortes, en realidad, son aumentos. Si alguien no cree lo anterior solo tiene que leer y escuchar al propio Rajoy. Aquí no nos inventamos nada.
Fuego graneado cayó también sobre el ministro Wert, el que se crece con el castigo y a estas alturas debe de ser ya un gigante Culiambro. Su actitud es calcada de la de su jefe Rajoy, incluso lo supera y sin duda por eso es el ministro peor valorado del gobierno siempre. Consiste en sostener imperturbablemente que la realidad no es la que es sino otra que él tiene en la cabeza. La nación catalana está en pie de guerra, redoblan tambores independentistas, se rememora la Batalla de Inglaterra (frente a los nazis, recuérdese), los hijos de Cataluña acuden a la llamada de la Patria, avasallada en aquello que los catalanes más veneran: su lengua. Imperturbable, contra toda evidencia, Wert sostiene que su proyecto no relega el catalán en la escuela. Pero hasta él se habrá dado cuenta de que su ley no va a aplicarse y que se enfrenta a una desobediencia civil masiva. Y más aun, ha conseguido dar forma a un gobierno de coalición de las dos fuerzas soberanistas que, de no haber sido por sus provocaciones jamás se hubiera producido, dada la distancia entre CiU y ERC.
Esa de enfrentarse a sus administrados en masa es una característica de los ministros de Rajoy. El de Justicia no va en zaga de Wert. Tiene enfrente a todas las profesiones jurídicas, jueces, fiscales, abogados, secretarios de juzgados y, desde luego, a una gran mayoría de los justiciables. Pero, al igual que Rajoy o Wert, tampoco Gallardón se siente obligado a dar explicaciones o justificar sus reformas. Al contrario, se limita a insultar a los jueces o a tratar de enemistar a unos estamentos con otros en un juego de dobleces lamentables. Así, dice que los jueces protestan por la paga extraordinaria perdida y unos días de vacaciones suprimidos, cosa que los indigna. E insinúa luego que fueron ellos quienes le pidieron las tasas para financiarse suculentos planes de pensiones. El juego, como se ve, es realmente sucio.
Entre lo que los gobernantes dicen y lo que hacen media un abismo. Pero, además, no les importa. No se habla para convencer sino de forma litúrgica, por cumplir un rito en el proceso de manifestación del poder.
Del otro lado, el de la oposición socialista, el hecho genera el dicho. Rubalcaba se ha comprometido a reconstruir el Estado del bienestar que el PP ha desmantelado. Ya era hora de que dijera algo así. Es lo que hizo también hace unos días Tomás Gómez cuando se comprometió públicamente a devolver a lo público todo lo que la derecha privatice en Madrid en materia de sanidad. Rubalcaba habla ya de todo el Estado del bienestar y, en efecto, eso es lo primero que debe manifestar un partido de izquierda: que revocará todas las medidas del PP que desmantelan el Estado del bienestar. Si pretende ganar las elecciones, claro. Eso es lo que la gente quiere oír: que se devolverá al común lo que le haya sido expoliado.
Ahora bien, no acaba aquí la tarea de la izquierda sino que esa intención general debe especificarse pues no basta decir lo que se quiere hacer sino que hay que mostrar cómo. Cómo va a hacerse público de nuevo lo que se haya privatizado; cómo se va a reducir o incluso suprimir la financiación privilegiada de los centros educativos privados en detrimento de los públicos y estos volverán a ser atención prioritaria de los poderes públicos; cómo van a restablecerse las dotaciones presupuestarias de atención a discapacitados y dependientes; cómo se revalorizarán las pensiones en justicia y no solo por los futuribles de Rajoy... En resumen, una alternativa que especifique ingresos y gastos y aclare igualmente como se dejarán sin efecto las reformas oscurantistas de carácter ideológico.
Construir una alternativa, vaya.
(La imagen es una foto de La Moncloa, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 12 de desembre del 2012

Todo el tiempo del mundo.

Veinticuatro horas después de que el secretario de Organización del PSOE, Óscar López, diga en nombre de las altas instancias que se desechan primarias hasta poco antes de las generales, Chacón afirma en nombre propio que el PSOE "no tiene todo el tiempo del mundo para renovarse". Todo el tiempo del mundo. Caramba. A su lado, Belloch, entusiasmado, ve a su correligionaria presidenta del gobierno. La Corona de Aragón, siempre tan díscola.
Pero tiene razón la exministra: su partido no tiene todo el tiempo del mundo. Nadie lo tiene. Óscar López lo ha acotado: hasta poco antes de las generales. Muy bien. Es una propuesta como cualquier otra. Y se fundamenta ¿en qué? ¿Por qué es mejor esperar hasta poco antes de las generales? ¿Para quién es mejor? Supongo que la respuesta es: es mejor para el partido, al que no conviene zarandear con un proceso de primarias en tanto no se haya repuesto del batacazo de 2011. Y ¿por qué es esto mejor que tener un lider ya conocido, con tiempo para prepararse, para incidir en la opinión, para corregirse si no obtiene buenos resultado?
Pero todavía hay una pregunta previa: ¿sabe López cuándo serán las generales? Su declaración parece dar por supuesto que en 2015; parece dar por supuesto que el gobierno del PP concluye la legislatura. Como están las cosas, sin embargo, eso es mucho dar por supuesto. Es poco probable que haya elecciones anticipadas; pero no imposible. Y, si se diera este supuesto, el PSOE no tendría tiempo de presentar un candidato y habría de serlo Rubalcaba. Es decir, la decisión de aplazar, no por "todo el tiempo del mundo" sino por el más razonable de tres años, para quien es mejor es para Rubalcaba. Si las elecciones se adelantan porque hay que recurrir a él por fuerza; si no se adelantan, porque tendrá tiempo de mejorar su imagen pública y, quién sabe, de aspirar a la candidatura a la presidencia del gobierno. Ese vuelco desde un punto de partida tan bajo es una quimera. Resulta así que se pretende enfrentar a un incumbent con mayoría absoluta con un perdedor cuya valoración popular es inferior a la de aquel a quien pretende derrotar.
Eso es absurdo. Cierto, la política rebosa de absurdos. La vuelta del rey del bunga-bunga pone en efervescencia los mercados, la prima de riesgo se despierta de su letargo, España se tambalea, Rajoy no sabe qué hacer entre pedir el rescate o un billete para las Bahamas. Il Cavaliere esgrime la retórica antitedesca. Verdi se revuelve en su tumba. Fuera los invasores austriacos; bueno, alemanes. La prima de riesgo es una estafa. Mussolini, D'Annunzio, Fiume. Es absurdo. Pero es.
El tiempo hasta las generales es "todo el tiempo del mundo", amigos. Y luego están los muy legítimos proyectos vitales de cada cual. Si te sientas en el quicio de tu puerta a ver pasar el cadáver de tu enemigo, es posible que el primero que veas sea el tuyo. 
El PSOE debe salir del marasmo cuanto antes, debe dotarse de un liderazgo claro con un proyecto alternativo. Por eso tiene que convocar primarias cuanto antes. El único riesgo que correría sería el de que saliera elegido candidato alguien que no fuera diputado. Eso es algo que los socialistas habrán de sopesar porque, si bien es cierto que este parlamento no es ni sombra de un verdadero parlamento a causa de la mayoría absoluta de la derecha, también lo es que, al fin y al cabo, es un parlamento y la ausencia en él del candidato provocaría una bicefalia que al PSOE no se le da nada bien.
(La imagen es una foto de isafmedia, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 11 de desembre del 2012

Berlin, Pariserplatz.

¿Qué se siente cuando, siendo presidente de una Gran Nación te ponen en segunda fila, quizá por humillante orden alfabético y te llevan de claque? Imagino que una gran frustración. Estos pícaros tiempos de universal cotilleo no permiten construirse la imagen. A ver cómo va el hombre a decir, al volver a España, que quien sostenía la mano de la invencible Merkel era él.
Aunque no está claro si Hollande sostiene caballerosamente la mano de la dama o se aferra a ella como el náufrago a la tabla. El caso es que ahí estamos, como hace sesenta y tantos años, observando las zalamerías de los dos viejos contrincantes. El Mercado Común, la llamada Europa de los Seis -Benelux, Alemania, Francia e Italia-, más o menos el Imperio carolingio, se creó para acabar con la guerra permanente en el corazón de Europa. Empezaron poniendo en común el carbón y el acero, dos elementos estratégicos en las guerras de entonces, que hoy han perdido gran parte de su importancia. Lo esencial era que Alemania y Francia no volvieran a meter a Europa en otra contienda, que se amigaran. Y se han amigado, puede que hasta demasiado. Al comienzo, mientras Alemania dividida fue lo que se llamaba un gigante económico y un enano político, la relación fue apacible. Pero, a partir de la reunificación, el peso político de Alemania ha aumentado hasta ponerse a la par con el económico, avasallando a Francia. Sobra decir a la periferia meridional.
Que se trate del Nobel de la Paz es irrelevante. Este premio está tan devaluado que más vale que no te lo den. Y, si te lo dan, no lo propales por ahí. Aparte del eje franco-alemán posando para el aplauso, han recogido el premio Van Rompuy, Durao Barroso y Martin Schulz (Consejo, Comisión y Parlamento). Tres honrados y grises eurócratas, el segundo de los cuales actuó de anfitrión en las Azores cuando el trío belicoso (Bush, Blair y Aznar) desencadenó la ilegal y sangrienta invasión del Irak. Algo sorprendente, como el hecho de que el premio se haya otorgado en Oslo y que el jurado noruego destaque la contribución de la UE a lo largo de seis décadas en los "avances de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa, razón por la cual Noruega no es miembro de la UE. 
Esa carolingia celebración coincide con nuevas turbulencias en los mercados que han reaccionado como una jaula de grillos al conocer la noticia del retorno del Cavaliere, sí el del Bunga-bunga. Y, como siempre que se acatarra alguien al sur del Europa, España estornuda. Ya está la prima de riesgo dando disgustos a Rajoy quien, después del editorial de El País, se ve obligado a pedir el rescate de modo análogo a cómo después de pedírselo Cebrián, el del millón de euros al mes, en un  artículo de julio de 2011, Zapatero adelantó las elecciones. 
Cunde la desazón en La Moncloa. De Guindos se cae de su apellido y empieza a calcular las consecuencias de pedir el rescate. Nadie se explica qué ha pasado. Se hicieron todos los deberes, incluso por exceso; se aceptaron todas las condiciones; se tragaron todos los reveses, desplantes y humillaciones. Y estamos como al principio. Mucho peor, por más endeudados. Acaban de meterse solitos en la trampa griega. Y no será porque no se les advirtiera. 
Así que, según se dice, Rajoy está pensando en dimitir. No parece propio del personaje, pero cosas más raras se han visto. Al fin y al cabo, el propio Rajoy admitirá que si presenta su dimisión al Rey  no hará sino dar forma en derecho a lo que es un hecho: es un presidente dimitido casi desde el origen. De los ministros, hablamos otro día.

dilluns, 10 de desembre del 2012

¿Qué pasa en el PSOE?

Según la dirección actual y sus seguidores, nada. Según el resto de los mortales, mucho y muy grave precisamente porque no pasa nada.
No es que todo vaya fabuloso en el mejor de los mundos, dicen los dirigentes, tampoco tan ciegos para no ver que la gente en torno suyo lo pasa mal, tiene hambre y se suicida; pero no es cosa de ponerse nerviosos. Por lo que se sabe, Rubalcaba piensa seguir con esta plácida oposición responsable que tan buenos frutos está dando ya que hace aparecer al PP como único responsable de las tropelías que está cometiendo el gobierno en todos los frentes. No hay desgaste para la oposición. En realidad, no hay oposición.
Esa placidez se gana al precio de la irrelevancia y la invisibilidad. Y de ir cuesta abajo en todos los indicadores. Aparte de perder todas las elecciones, según van llegando. A un año de un gobierno que ha incumplido todas sus promesas electorales y ha aplicado políticas durísimas en todos los campos, económico, social, educativo, etc y dañado amplísimos sectores sociales; a un año de un gobierno que parece dispuesto a sacrificar a sus ciudadanos en el ara del cumplimiento de una promesa hecha en el extranjero (sería, pues, la única que cumpliera Rajoy), el PSOE no levanta cabeza. Las expectativas del PP se han hundido, desde luego, y la popularidad de Rajoy anda por los suelos, pero eso va en la paga. Sin embargo, el PSOE lo lleva peor. Sus expectativas de voto son las más bajas de la historia y la cantidad de gente que confía en Rubalcaba es menor que la de Rajoy.
Quedarse quietos, aplazar las conferencias ad calendas y ponerse a elaborar un nuevo gran vademécum que tenga al personal entretenido no son las decisiones más acertadas. Un partido es una realidad viva, no solo un centro de estudios y un gabinete de relaciones públicas. Forma parte de una sociedad en movimiento, en cambio continuo y tiene que ir con ella porque es parte de ella, explicando los fenómenos que se dan y proponiendo decisiones. Pero nada de esto sucede. Se formulan unos etéreos propósitos de ser oposición leal al tiempo que diamantina y se dan luego respuestas parciales, concretas, esporádicas: nos oponemos a esto o aquello o iremos al TC si se adopta tal o cual medida. Pero no hay un proyecto, ni una alternativa. Ni siquiera se formula lo que debiera ser obligado, esto es, que, a la vista del calado de las reformas del PP, no votadas por nadie pues su programa decía lo contrario, a la vista del injusto expolio que está sufriendo el país con unas políticas de recortes desproporcionados y de privatizaciones sin más justificación que beneficiar a los amigos empresarios, el PSOE promete devolver al común todo lo que le está siendo arrebatado por vía de Decreto-ley.
Ha sido Tomás Gómez el único, a mi conocimiento, que ha prometido "revertir" todas las privatizaciones en sanidad si llega a presidente de Madrid. Yo no me quedaría en la sanidad, pero la iniciativa es merecedora de aplauso. Y demuestra que, contra lo dispuesto por la dirección, en el PSOE se mueven cosas, hay inquietud y una clara conciencia de que la situación no puede prolongarse, so pena de que el partido esté dispuesto a ceder a IU y otras izquierdas la tarea de constituirse en oposición real, de referencia.
En un reportaje en El País bastante decepcionante (no por el reportaje en sí, que está muy bien, sino por lo que revela) Zapatero dice, parece que con cierta amargura, que lo hecho, hecho está. Claro, maestro. Y lo deshecho también. He ahí lo lamentable, porque parte del deshecho es, si los hados no lo remedian, el propio PSOE.
Es una necesidad que se abre camino casi sin querer, como el vapor de la marmita tapada. Óscar López, secretario de Organización, parte de la dirección, concluye una visita al cementario civil pidiendo un PSOE fuerte que sea alternativa a un gobierno "mentiroso". Vale por lo de mentiroso, pero el secretario confunde el orden de los factores, cosa que suele suceder a los dirigentes: no es un "PSOE poderoso" el que será una alternativa, sino que el hecho de ser una alternativa hará al PSOE poderoso.
Bueno. Ya solo falta la alternativa. ¿En dónde está? ¿Cuál es? Gran silencio y enorme desconcierto. Tanto que alguno, desconfiando de las posibilidades a futuro, vuelve los ojos al pasado y clama por el retorno del Mesías. Enric Sopena, en El Plural, pide sin ambages que vuelva Felipe González, "solución", dice, "para el PSOE y para España". ¡Ostis, tú! pensamos los menos informados, ¡cómo deben de estar las cosas entre los herederos de Pablo Iglesias! ¡Quieren traer de líder un jarrón chino!
Es una necesidad que encuentra reflejos esporádicos cada vez más frecuentes en la militancia. El vídeo de los muchachos el otro día pidiendo perdón ha levantado ronchas y ahora son las distintas corrientes internas de descontentos las que quieren forjar una plataforma común de oposición a Rubalcaba. No son muchos, pues caben en un colegio mayor en un finde en Madrid y entre ellos no hay cargos públicos, que siempre dan más lustre, pero se hacen oír y son parte del paisaje general de inquietud que la dirección dice que no existe.
Esa misma dirección que, a pesar de su declarado deseo de seguir navegando las plácidas aguas de la oposición responsable, contempla, aparentando británica flema, cómo van despuntando candidaturas a las todavía imprecisamente lejanas primarias que Rubalcaba quiere tanto como Rajoy el rescate. Mesquida, García-Page, Chacón, un@s manifiest@s, otr@s latentes, las alineaciones se van formando. En esto, como en la vida, los procesos pueden acelerarse o retrasarse. La decisión es un albur.
Pero no me parece que el PSOE pueda aguantar tan plácidamente una larga travesía sin proyecto alternativo y sin lider claro, esto es, el líder que interesa a toda la sociedad, no solo al partido, o sea el/la candidat@ a la presidencia del gobierno.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 9 de desembre del 2012

Teoría de la mamandurria y el expolio.

Con un largo año de gobierno del PP, dos cuestiones son ya evidentes: 1ª) Rajoy ha incumplido todos y cada uno de los puntos de su programa electoral. Es más, en la mayoría de los casos, ha hecho lo contrario de lo que prometió. No es preciso detenerse aquí pues es materia de recordatorio constante en los medios y el debate público. No tanto lo es, en cambio, la 2ª), por la que se ve que, en el fondo, el incumplimiento del programa es indiferente a los gobernantes pues lo que estos se proponían y proponen es medrar, prosperar, enriquecerse ellos mismos y sus allegados para lo cual saquean todo lo público, lo privatizan y se lo entregan a sus amigos o correligionarios. Y lo están haciendo sin perder tiempo con refitolerías democráticas y parlamentarias. A golpe de Decreto-ley.
En el curso de este sistemático expolio de lo público hay a veces -pocas, ya que el debate teórico es extraordinariamente pobre- combates dialécticos que se libran con armas pintorescas. Hace escasas fechas, Aguirre, por entonces presidenta de la C.A. de Madrid, molesta con los sindicatos, anunció con ese thatcherismo castizo que la caracteriza, que iban a acabarse las mamandurrias. Todo el mundo entendió que se refería a los liberados sindicales y, por supuesto, todo el mundo sabía qué son mamandurrias. Es una palabra casi onomatopéyica o, como se dice en digitalandia, "intuitiva". No está claro, sin embargo, si quienes la usan la conocen o si, conociéndola, la emplean torticeramente.
Veamos: todos los liberales más destacados del PP, partidarios de jibarizar el Estado, desmantelar el Estado del bienestar, "adelgazar" la administración y la función públicas, todos, digo, son funcionarios públicos: Aznar es inspector de Hacienda; su mujer, también; Aguirre, técnica de la Administración del Estado; Ignacio González, técnico de la administración local; Sáez de Santamaría, abogada del Estado; Gallardón, fiscal; Cospedal, abogada del Estado; Rajoy pertenece a un cuerpo especial de fedatarios públicos de tipo mixto, lo cual, mira qué oportuno, también reporta beneficios. Funcionarios públicos que trabajan contra la función pública en complicidad con empresas privadas que viven de sus ventajosas relaciones con un gobierno a sus órdenes y tratan de quedarse con todos los servicios públicos a precio de ganga, en condiciones muy ventajosas de explotación y con ganancias de cine. Más tarde las empresas compensan con creces los sacrificios de estos funcionarios antifuncionarios, como lo hace actualmente Endesa que Aznar privatizó durante su mandato. Es la teoría de la "puerta giratoria", de la empresa a la función pública y de la función pública a la empresa. Y a hacerse ricos a costa del común.
Y no solo ellos: familiares, deudos, allegados, compadres, la mamandurria se extiende entre agnados y cognados. El hijo de este está enchufado como asesor en el gabinete de aquella; la hermana de aquesta otra es directora general a dedo en el ministerio de aqueste otro. Y de sueldos y gastos de tarjeta y representación no se hable. Los alcaldes de pueblos poco más que pedanías se autoasignan salarios astronómicos, superiores al del presidente del gobierno, suponiendo que este solo cobrara un sueldo, que no es el caso, pues cobra dos, por lo menos. Pero, en todo caso, que no se hable.
Para que no se hable de este imperio de la mamandurria tienen literalmente colonizados los medios de comunicación con periodistas mamandurrios que cobran una pastuqui (o varias) por flagelar las mamandurrias de los liberados sindicales.
Mamandurria por mamandurria, ¿quién es verdaderamente mamandurrio?
La política del expolio de lo público se llama privatización. El gobierno central y sus clones autonómicos, al igual que el de CiU (aunque esta lo tiene ahora algo más difícil) están dispuestos a pasar a manos privadas (a ser posibles las suyas) todos los servicios públicos y obligar a la gente a pagar por ellos. Con su ley de tasas, Gallardón quiere hacer que la justicia sea de repago y solo accesible a los pudientes, de forma que los pobres sufragan con sus impuestos una justicia a la que no tienen acceso. El mismo Gallardón, con ese aspecto de repelente niño Vicente, quiere privatizar todos los registros públicos y entregárselos los cuerpos de registradores (uno de ellos, el de su jefe, Rajoy) para que cobren tasas literalmente por todo. La excusa es que es preciso liberar a los jueces que, por lo demás, les importan una higa.
El intento de saqueo de la sanidad pública es escandaloso, suficientemente conocido y está encontrando una resistencia que no esperaban. Prueba de que no la esperaban es que no se molestaron en justificar la privatización del sistema hospitalario, pensando que bastaba con que ellos lo dijeran. Y no ha sido así. Y no debe ser así. La sanidad pública es de todos y debe seguir siendo de todos. Los sofismas de los privatizadores no convencen a nadie. Hasta es posible que el consejero Fernández-Lasquetty, responsable de este expolio, se vea obligado a dimitir y comerse su plan.
Estas medidas tienen una desvergonzada explicación dineraria: quieren hacer negocio con los registros, la sanidad. Otras, en cambio, parecen ser de otro tipo. Pero solo lo parecen. La reforma de Wert, se dice, además de la innecesaria provocación a los catalanistas, tiene un fuerte poso ideológico: se suprime Educación para la ciudadanía, se restablece la religión y se acepta la asignatura suplementaria "de peso". Vuelven los curas y, con los curas, el progreso: segregación por sexos, religión católica, el creacionismo y la inmaculada concepción. Pero, aunque parezca mentira, esto, a los curas, no les importa. Si fuera preciso, enseñarían el evolucionismo. Lo que les importa es enseñar y, sobre todo, cobrar. Lo que les importa, como a sus aliados, es la pasta. Por eso, la reforma de Wert favorece la enseñanza concertada (que es, en realidad, privada que absorbe recursos públicos) en detrimento de la enseñanza pública. O sea, la privatización, el negocio, la subvención, el trinque, la mamandurria.
El Estado subvenciona la FAES de Aznar con medio millón de euros de los que quita a los jubilados y se levanta un clamor general: ¡el Estado subvenciona una fundación que ataca las subvenciones públicas! Pues, sí y hace bien. Es su deber. Lo que no está tan bien y hasta es bastante ruin y miserable es que la FAES acepte unas subvenciones públicas a las que, para ser coherente, debiera renunciar. Además, si ese mismo Estado subvenciona también la Fundación Francisco Franco, ¿por  qué no la FAES, cuyo nombre recuerda tanto la Falange?
Todo esto, la mamandurria y el expolio generales, es legal. Y, si acabara el asunto aquí, sería lamentable pero tolerable. Lo malo es cuando, además, se cruza la raya de la legalidad, que, en el reinado universal de la codicia, del enriquecerse como sea y a costa de quien sea, se cruza con frecuencia. La cantidad de altos cargos del PP imputados en procesos por corrupción es asombrosa. La red tejida entre electos corruptos, funcionarios venales y presuntos delincuentes de la Gürtel no es más que una muestra de un estadio general de mangoneo y trinque que enlaza con la más acrisolada tradición de la picaresca nacional y es responsable de la bajísima opinión en que, con sobrados motivos, aunque no entera justicia, tiene la ciudadanía a los políticos.
(La imagen es una foto de Esperanza Aguirre, bajo
licencia Creative Commons).

dissabte, 8 de desembre del 2012

"¡Ladrona, ladrona, ladrona...!"

Momento interesante a la par que ilustrativo y muy clarificador de cómo está el país, cómo lo están dejando los involucionistas del PP. El día de la Constitución, que se celebró casi a puerta cerrada de puro miedo al cabreo generalizado en la calle, faltas de algo más interesante que hacer, las autoridades decidieron organizar una cuchipanda para celebrar el aniversario de tan excelsa norma con el dinero de todos, incluidos los no incluidos en el sarao. Fuera, había un grupo de agraviados abucheando a los políticos según llegaban, con elegante imparcialidad, sin hacer muchas distinciones, pues no está el asunto para distingos. Los invitados venían a coincidir en algo: allí estaban ellos, los electos, celebrando un año más esta Constitución de la que todos dicen lo mismo: qué buena, que flexible, qué guay, cómo ha permitido la convivencia de los españoles y qué bien nos ha traído hasta aquí, a zampar picatostes en el Senado. ¿Lo de fuera? ¿Lo de la calle? ¿Los seis millones de parados? ¿Los desahuciados? ¿Los jóvenes  sin futuro, la gente sin casa, sin trabajo, sin nada? ¿Los inmigrantes? ¿Los jubilados, discapacitados, dependientes? ¡Caramba, no venga chingando, hombre...! Son cosas inevitables de la vida. Pero la Constitución que no la toquen, que nos ha salido de cine.
A ese condumio venía a sumarse la retrechera Cospedal cuando del grupo de descontentos, casi todos ellos de Telemadrid, a punto de irse a la calle para compensar por el latrocinio de la derecha en el ente público, destacó la voz de una ciudadana, perfectamente captada por la cámara de la Sexta que decía dirigiéndose a Cospedal: "¡ladrona, que robas a los pobres para dárselo a los ricos! ¡Ladrona, ladrona, ladrona!"


Se la oye muy bien y, por cierto, con bastante alegría. Ante esto, Cospedal solo sabe balbucear un "no, no, no" porque ¿qué otra cosa va a decir? Prácticamente todo el país piensa lo mismo que esta señora. Y no solo de ella. Pero ella es figura paradigmática de esta estirpe de políticos de la derecha dedicados a saquear el país en provecho propio, casi todos funcionarios públicos. Aguirre, Cospedal, González, Santamaría.., todos funcionarios públicos empeñados en desmantelar la función pública en beneficio de empresas privadas que luego sabrán recompensarlos. Y Cospedal en la cúspide. Se estará más o menos de acuerdo con la señora en la exacta tipificación de las figuras, de si se trata de un robo y si, por lo tanto, Cospedal es o no una ladrona. Pero no cabe duda de que su comportamiento, como el de su gobierno, si no ilegal, es profundamente injusto, inmoral e indignante. Incluso en lo personal.
Tanto Cospedal como Rajoy, Sáez de Santamaría y otros cargos (también del PSOE cuando toca) cobran dos sueldos, uno con cargo al Estado, como presidenta de CLM, y otro con cargo al partido, como secretaria general pero, en el fondo, en realidad, también con cargo al Estado pues los partidos se financian con fondos públicos. Total, unos 225.000 euros anuales se levanta la moza, sin contar todo tipo de bicocas; igual que Rajoy y tutti quanti. Es legal porque no se vulnera directamente la vigente Ley de Incompatibilidades pues los partidos políticos no son órganos del Estado. Pero esto es un ardid, una artimaña, en el fondo, un fraude. A los efectos económicos sí son órganos públicos y estas gentes están cobrando indebidamente dos sueldos. Entre otras cosas porque, para poder ser presidente del gobierno o de CLM hace falta como requisito real ser jefe o subjefe del partido. Es decir, están cobrando dos sueldazos en época de miseria general. Y que esta misma Dolores Cospedal eche interinos a la calle, cierre urgencias médicas, prive a la gente de servicios y deje a los diputados de la oposición sin salario es algo que indigna a cualquiera con algo de sensibilidad. No parece ser el caso de la secretaria general del partido de los trabajadores.
Pero no acaba ahí el asunto. Es política general del gobierno emplear retóricas baratas para ocultar un latrocinio que la gente entiende a la perfección: quitar dinero a los jubilados, a los dependientes, etc, para entregárselo a los bancos, los de las autopistas, los casinos de juegos, las eléctricas, etc es ni más ni menos que lo que dice la señora "robar a los pobres para entregárselo a los ricos".
El sentir de todo el país. Por eso es tan importante que, por fin, haya salido un político de izquierda, Tomás Gómez, a decir lo que las izquierdas, todas, debieran poner como punto primero de sus programas electorales, que revertirá todas las privatizaciones del PP si llega al poder en Madrid. En Madrid y en toda España. La izquierda no puede asistir impasible al expolio de todos los bienes del común, los servicios públicos, financiados con el dinero de todos en beneficio de unos cuantos aprovechados. Y tiene que quedar claro a estos privatizadores y a quienes se beneficien hoy con estos  saqueos, que volverán a perderlos. Y no solo la sanidad: todo lo que los apandadores están rapiñando: se repondrán las sisas a los pensionistas, a los funcionarios, a los dependientes, a todos los que se ha saqueado y se financiará con la lucha contra el fraude fiscal en todos los órdenes y la mayor presión impositiva sobre bancos, empresas y grandes fortunas, así como por la eliminación de los más indignantes privilegios, como los de la iglesia católica.
Así ganará las elecciones la izquierda, defendiendo a la gente frente a los bancos, los ricos, los curas y demás depredadores.
Dejo para otro día el comentario sobre el editorial de El País de hoy, titulado Debate constituyente, una pieza cómica en la que tras repetir como un papagayo lo que todo el establishment dice, esto es, que qué buena constitución, qué sensata, moderada, razonable, a continuación dice que hay que reformarla a fondo... pero sin atreverse a señalar más que dos o tres aspectos concretos para reconocer acto seguido que no será posible reformarla por falta de consenso. O sea, sí fue una Constitución impuesta.
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia Creative Commons).

Contra la censura de internet.

Hoy, 8 de diciembre, acción mundial en contra de la censura de los gobiernos en internet.

divendres, 7 de desembre del 2012

La Constitución y el estado de excepción.

El aniversario de la Constitución Española (CE) ha sido muy simbólico. Nada de puertas abiertas en el Congreso que aparece casi bunkerizado, rodeado de vallas policiales y enmarañado en las redes de seguridad de la renovación que había de hacerse ahora precisamente. La recepción se ha hecho en el Senado, una cámara que más parece camarilla. Fuera, un grupo de descontentos, que ya empiezan a ser parte del paisaje urbano madrileño, doquiera que vayan las autoridades y hagan lo que hagan, básicamente de Telemadrid, lanzaban insultos a voz en cuello al paso de los dignatarios: ladrones, sinvergüenzas, chorizos entre los más coreados, algo que sintoniza con un sentir popular muy generalizado: gobernante = mangante..
Ya a buen recaudo en el interior, Rajoy por un lado y Rubalcaba por el otro, han accedido a sendos breves encuentros con la prensa sin aceptar preguntas ninguno de los dos. Se habrán puesto antes de acuerdo. Francamente lamentable porque revela una falta de cintura pasmosa en dos veteranos de la política, carencia total de recursos, desprecio por la ciudadanía. Comparecencias como partes de guerra. Rajoy: la CE no se toca. Rubalcaba: hay que adaptarla a los nuevos tiempos. Desacuerdo máximo salvo que Rubalcaba crea posible adaptar la CE sin reformarla. Y de reformarla, nada, zanja Rajoy, coautor de la última controvertida reforma. Quiere decir: de reformarla, nada, hasta nueva orden. Y punto. Fuera braman las masas indignadas, la marca cataláunica está en pie de guerra. Los médicos, las profesiones jurídicas, los profesores, los discapacitados, los jubilados, los perroflautas, las yayoflautas, todos se la tienen jurada al gobierno. Sin embargo, hay dos cuestiones prioritarias: la deuda y el orden público. La primera es un albur; el segundo, depende de las fuerzas de seguridad del Estado, la policía, los antidisturbios, la guardia civil, hoy casi en estado de movilización permanente.
Mientras la situación se encrespa por momentos, el debate sobre la reforma de la Constitución se da más o menos entre estas posiciones:
  • La CE es buena, pero se incumple sistemáticamente. Un argumento muy extendido y erróneo. Si la CE fuera buena no sería posible incumplirla.
  • La CE es buena y hay que defenderla reformándola. Vale, pero no será tan buena.
  • Es buena, pero hay que adaptarla, dice Rubalcaba, y añade: y cumplirla. O sea, lo de antes, mejorado: que para cumplirla, hay que reformarla.
  • La CE fue buena en su tiempo como astuto mecanismo para que los franquistas pasaran por el aro de la democracia, pero se ha quedado obsoleta y hay que reformarla en profundidad, quizá mediante lo que ella misma llama en delicada perífrasis "revisión total" (art. 168, 1).
  • La CE es mala y hay que cambiarla por entero mediante un nuevo proceso constituyente. Es lo que dicen los del 15-M. Por supuesto, están en su derecho como Rajoy en el suyo al decir que aquí no se mueve nada. No hace falta que recurran a ese argumento de que más del 50% de los españoles no la votaron. Nadie hoy vivo en los Estados Unidos votó la vigente Constitución y son ínfima minoría quienes quieren cambiarla. Ese no es el problema.
El problema es una Constitución formal que ampara una constitución material cada vez más parecida al estado de excepción agambeniano. Y no muy encubierto. Lo substantivo de la excepción es la suspensión de derechos y el traslado de la autoridad civil a la militar. Los derechos están siendo sistemáticamente pisoteados: expresión, reunión, manifestación, intimidad, presunción de inocencia, integridad física, garantía frente a tratamientos inhumanos o degradantes. Hay además una clara transferencia de la autoridad civil a la policial, que todavía no es la militar.
Pero... ojo: ahí aparece ese general Pérez Pitarch avisando de que en el ejército se está instigando un ánimo en pro de la intervención militar en Cataluña. El toque más español a la situación es que, junto al ruido de sables, suele escucharse el susurro de las sotanas.
Por cierto, muy bien por ese Congreso Internacional contra la Represión que se celebra en el Ateneo de Madrid en donde se denuncia que las calles de la capital están prácticamente tomadas por la policía en jornadas de manifas y protestas con la finalidad de intimidar a la población e impedir el libre ejercicio de sus derechos.
(La imagen es una foto de Infinauta, bajo licencia Creative Commons).


dijous, 6 de desembre del 2012

¿Ustedes no ven que así no podemos seguir?

La ministra Bañez es un fracaso sin paliativos. Y la Virgen del Rocío, a la que se encomendó al comienzo de su mandato, no digamos. El paro crece sin contención; lo cual es lógico pues la primera medida del gobierno-llamada reforma laboral como podía llamarse hacia el pleno empleo- fue abaratar el despido. Siendo el despido más fácil, se decía, habrá menos. Lógica tan absurda debiera haber mandado a Báñez a su casa, a dar de comer a los patos. Aunque de aplicarla tal cual, lo mejor sería hacer a la ministra presidenta del gobierno. Para lo que se ve a Rajoy, no se notaría. Y se ajustaría muy bien a la lógica de su política, consistente en decir que el país se recuperará mandando al paro a los trabajadores, esquilmando los ahorros de todos, menos de los ricos y de la iglesia; friéndolos a impuestos, menos a los ricos y a la iglesia; suprimiendo todo tipo de ayudas, subsidios, subvenciones menos a los ricos y a la iglesia; empobreciendo más a ocho millones de pensionistas; y llevando a la quiebra a la seguridad social.
A Báñez se unen con entusiasmo doctrinario Mato, Wert y Gallardón, tres ministerios cruciales del Estado del bienestar. La primera deja fuera de la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles y obliga al resto a pagar lo que ya ha pagado. El segundo expulsa de la educación a l@s alumn@s de los sectores más desfavorecidos y pretende privatizar la enseñanza pública, además, desde luego, de castellanizarla y hacerla confesional a machamartillo. El tercero expulsa de la justicia a los justiciables de menos recursos, o sea la inmensa mayoría del país, que no puede acceder a la tutela judicial ordinaria.
La enemistad del gobierno hacia el pueblo es enfermiza. Montoro lleva al Tribunal Constitucional la decisión del gobierno vasco de pagar la extra de los funcionarios y además amenaza con perseguir a quienes las cobren lo cual es ya el colmo del ensañamiento. El resto de la administración en todos los niveles es un aluvión de recortes, sisas, socaliñas, tasas, gravámenes, alzas de todos los impuestos en una situación de asfixia para las familias y las pequeñas y medianas empresas. Una ruina.
Y una ruina que no sirve para nada puesto que no va a sacarnos de ella, y lo que viene es peor. En Portugal ya anuncian que la enseñanza pública (gratuita) será de pago. Igual que aquí Gallardón demostró la falacia de la lógica aristotélica segun la cual algo no puede ser ello mismo y su contrario al mismo tiempo. El ministro descubrió la justicia gratuita de pago razonando, además, para pasmo de universales gentes, que era de pago precisamente para que fuera gratuita. Y más. S&P rebaja la nota de Grecia hasta dejarla en el nivel de impago selectivo, o sea, en la insolvencia. Por el camino que llevamos, el futuro de España es Portugal y Grecia.
Con el agravante de que aquí este ataque en toda regla no ya al bienestar de la población sino a su mera supervivencia, está entreverado de delincuencia, corrupción y más presunta delincuencia. Por un lado, la gente se suicida; por otro, multitud de delincuentes, presuntos y confirmados, han estado saqueando las arcas públicas durante años. Por un lado, unos buscan de comer en los cubos de la basura y otros se gastan miles de euros públicos en festines; unos no tienen para el billete del metro y otros cobran dietas y viáticos indebidos, también públicos; unos no cobran ni el paro y otros tienen sueldos estratosféricos o acumulan salarios siempre de las arcas públicas.
El plan de privatización de la sanidad pública madrileña no se apoya en ningún estudio ni informe serio de viabilidad y eficiencia; no se ha consultado con ningún estamento afectado. Se ha impuesto como una medida política indiscutible, apalabrada sin consulta pública, o sea, en secreto, y apesta a codicia de las empresas privadas interesadas en tan suculento negocio como es la salud de los madrileños. Por eso ha encontrado esta cerrada oposición de la población y en ella debemos perseverar, incluso montando cajas de resistencia para el personal en huelga, hasta que retiren ese proyecto de expolio de la población y su responsable, Fernández-Lasquetty dimita.
¿Cuánto piensa el gobierno que puede mantener esta actitud de enfrentamiento con la ciudadanía, con toda la ciudadanía, desde los discapacitados a los jueces? Si hacemos caso a una reciente profecía de Máximo Pradera, en 2013, la Policía se negará a cargar contra los ciudadanos y entonces caerá el Gobierno. Pues a ver. Porque está claro que, habiendo perdido toda legitimidad de ejercicio, el gobierno (que no la tenía de origen, al haber incumplido su programa electoral), ya solo descansa sobre las cargas de la policía. Si esta se niega a cargar contra todo el mundo, todos los días del año, claro que el gobierno caerá. Pero, ¿y si la policía no se niega? ¿Puede el gobierno seguir enfrentado a los médicos, los jueces, los abogados, los profesores, los alumnos, los parados, los jubilados, los dependientes, los funcionarios, etc?
No es un gobierno proclive a respetar los usos y convenciones democráticas. Es autoritario, intemperante, nada dado al diálogo y la negociación, impositivo y terco. Pero en algún momento alguien le hará ver -quizá la realidad y el sentido común que invoca tanto Rajoy- que no está gobernando sino guerreando contra la población.
Por último, tiene razón Rubalcaba cuando dice que se trata de tapar con el debate sobre la lengua una reforma educativa “retrógrada”. Pues sí, también. Pero el socialista vuelve a incurrir en su peor defecto: la falta de visión de conjunto. Claro que la reforma de Wert es retrógrada y eso es algo sustantivo; claro que el paro, los recortes, el pensionazo, etc son asuntos sustantivos de los que el PP preferiría que no se hablase. Pero de ahí no se sigue que la cuestión lingüística sea un mero subterfugio, algo no sustantivo. Aunque él no lo crea o no quiera creerlo, para much@s es absolutamente decisivo. Entre ellos, sus conmilitones del PSC, que ha corrido a cerrar filas con los catalanistas. Es más, si alguien ha hecho algo por conseguir un nuevo tripartito catalán, CiU, ERC y PSC, ha sido Wert. Conviene que Rubalcaba se acostumbre a ver la realidad en toda su complejidad y no con las anteojeras de su centralismo que van a costar un disgusto a su partido.