dijous, 26 de març del 2009

El papel de la prensa de papel.

El otro día me marqué una entrada llena de consideraciones teóricas sobre el cómo y el porqué de la decadencia de la prensa de papel, titulada El papel, a la papelera. Ahora acaban de publicarse los últimos datos correspondientes al mes de febrero de este año de la Oficina de Justificación de Difusión (OJD) que, a diferencia de los del Estudio General de Medios (EGM), cuenta los ejemplares realmente vendidos en los kioscos, que han puesto los pelos de punta en todas las cabezas, incluidas las calvas, en las redacciones de casi todos los periódicos. Y pocas veces los datos empíricos encajan tan lindamente con las valoraciones teóricas: las grandes cabeceras del país están sufriendo pérdidas de difusión alarmantes. En comparación con febrero del año pasado, El País ha descendido en 53.200 ejemplares y los demás periódicos experimentan mermas considerables: La Razón 47.615, El Periódico de Cataluña 32.638, El Mundo 17.076, La Vanguardia, 3.863. Los únicos que suben son ABC con 27.856 ejemplares más y Público, con 689, que no es gran cosa pero dejan al diario del lado positivo de la raya y de lo cual me alegro mucho, en el caso del Abc porque recupera terreno perdido después de los ataques de la COPE y en el de Público porque es el diario en el que escribo, razón quizá no de gran altura teórica, pero muy humana, como reconocerán mis lectores a quienes animo a comprar el diario en el kiosco si aún se cuentan entre el subgrupo de humanos lectores de papel impreso. Más abajo puede verse un gráfico con la situación de la prensa de kiosco en España al día de hoy.

Bien, la pregunta ahora es por qué está sucediendo esto y la respuesta más obvia parecería ser: la crisis. Si bajan las ventas de casas, de coches, de lavadoras, ¿por qué no las de periódicos? Suena lógica. Pero hay un dato que la contradice: en este mismo periodo ha aumentado la producción de libros en España. Es cierto que el aumento de producción no equivale sin más a aumento de ventas, sobre todo teniendo en cuenta que éstas habían venido cayendo desde 2002 y se habían estancado el año pasado, pero, a falta de mejores datos, parece razonable pensar que los editores no aumentarían la producción de libros si vendieran menos. Según dicen expertos a la violeta, que abundan en la piel de toro como la paja en el almiar, el aumento de ventas de libros se debe a que la gente, al tener menos dinero por la crisis, lo gasta en productos más baratos. Desde luego, sale más económico leer Los mares del Sur que contratar un crucero a Sumatra. Daré por buena esta macarrónica "explicación" porque soy un tramposo y me viene bien pero conste que me parece macarrónica. Y si la gente compra más libros por la crisis, ¿por qué no más periódicos, que son más baratos?

Porque la respuesta no está en la crisis sino en un factor menos coyuntural. ¿En dónde? En el galopante avance de la cibercultura. Ya lo decía en la entrada mencionada y lo repito sin sonrojo alguno pues voy a ampliar el razonamiento. En mi opinión, la competencia y/o falta de adaptación al ciberespacio es la causa del hundimiento de la prensa... y también del desbarajuste de la justicia y del desmadre de las universidades, por ilustrarlo con dos ejemplos más que permitirán visualizarlo con claridad: ¿qué grado de informatización tienen la justicia y las Universidades en España? Bajísimo. Y de sobra es sabido: bajo grado de informatización implica bajo o nulo rendimiento. Ahora bien, ¿a qué se debe ese bajo grado de informatización? No, aunque parezca mentira, a la falta de dotaciones. Los tribunales y las universidades tienen los medios informáticos que precisan sin restricción alguna. ¿En dónde está el fallo? En donde siempre: en el factor humano. Son los funcionarios, los jueces, los profesores y catedráticos cuya inercia y resistencia al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) colapsan los servicios públicos de la justicia y la enseñanza; e insisto en que me limito a estos dos ejemplos, pero podría poner más. Conozco jueces y profesores de universidad, y no uno ni dos (por supuesto, siempre hay excepciones; da gusto ver al juez Bermúdez con su portátil) que literalmente no saben hacer la "o" con un canuto en informática y para quienes la idea de navegar por la red es tan ajena como la halterofilia y no hablemos de buscar información, contrastar datos o desarrollar sus propias herramientas virtuales. Cero.

Ya se sabe que los periódicos, al ser empresas privadas, experimentan un mayor acicate para adptarse a las nuevas TICs, pero su resistencia es también muy grande y lastra sus posibilidades de expansión. Los empleados, los redactores de a pie, los becarios, esos sí dominan las exigencias del nuevo mundo, pero los mandarines, los popes, que tanto abundan en las redacciones, las vacas sagradas, los intelectuales que penden de los periódicos como los farolillos chinos de las guirnaldas, ¿qué grado de adaptación tienen? ¿Hace falta dar nombres de ejemplares conocidísimos de los anteriores grupos que no solamente son ciberanalfabetos sino que se jactan de ello, lo que demuestra verdadera estulticia?

Tengo para mí que la prueba más concluyente de esta falta de sensibilidad de la prensa de papel se observa en el hecho de que todos los periódicos han comprendido que tenían que abrir una versión online, pero todos la han entendido como sirvienta de la edición de papel que es la "princesa" cuando, de hecho, es al revés: es la online la importante porque, a nada que se cotejen los datos del consumo de prensa escrita (estancado o descendente desde hace diez años) y prensa online (en ascenso fulgurante) y se crucen con la pirámide de edad (los lectores de prensa escrita son los mayores de cuarenta y cinco años, los de prensa online los jóvenes) es obvio en dónde se encuentra el potencial de crecimiento.

Pero, claro, tomar decisiones drásticas en estas estructuras rígidas y burocratizadas como la Justicia, la Universidad, los grandes periódicos es muy difícil porque, además, se dañan intereses muy sensibles y muy poderosos: los de los mandamases, los sátrapas de los departamentos universitarios, de los tribunales de justicia, de las redacciones de los periódicos que no saben abrir un archivo comprimido pero deciden quién prospera, quién asciende, quién publica. Si los que toman las decisiones piensan antes en su interés personal que en el de la empresa en la que están no hace falta cavilar mucho para intuir cuál será el resultado a medio plazo.


(El gráfico es una imagen de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Retrato del Rey al vitriolo.

Mi amigo Iñaki Errazkin, uno de los puntales del periódico digital InSurGente, cuya línea editorial suele clasificarse en la izquierda extrema, por encontrar algún calificativo de uso común con el que yo no estaría completamente de acuerdo, ha publicado un libro sobre el Rey (Hasta la coronilla. Autopsia de los Borbones, Txalaparte, Tafalla, 2009, 341 págs.) o, por mejor decir, contra el Rey. En realidad es algo más puesto que no solamente versa sobre don Juan Carlos I sino sobre todos los Borbones españoles a partir de Felipe V. Y los trata con ánimo descaradamente necrofílico ya que subtitula su obra Autopsia de los Borbones. Curioso título. Podría entenderse aplicado en sentido metafórico a los Borbones muertos pero para los vivos está más complicado el asunto, salvo que nos percatemos de que el término está utilizado en sentido desiderativo. Y eso nos pone ya sobre la pista de uno de los rasgos más claros del libro: es una obra militante en su antimonarquismo, su antiborbonismo, su antijuancarlismo y, es de suponer, su correspondiente republicanismo. Está claro, el autor no pretende adoptar una actitud de objetividad o imparcialidad (en las que, probablemente, como periodista crítico, no cree) sino de clara beligerancia contra la institución monárquica, contra la dinastía Borbón y contra el actual portador de la Corona.

El otro rasgo es que, aunque la obra abarca más o menos trescientos años de la historia de España (desde comienzos del siglo XVIII a comienzos del XXI), no está escrita en el espíritu de los trabajos académicos de reposada historiografía sino como una apasionada crónica periodística, sin darse mucha fatiga con las cuestiones de fuentes y metodológicas, sino yendo directamente a lo anecdótico por pintoresco y trazando una especie de fresco de la evolución de España en ese tiempo, anclada en una visión crítica y sarcástica de los acontecimientos que la caracterizaron y resaltando sobre todo su aspecto esperpéntico.

El objetivo principal de la obra es el monarca felizmente reinante en España (me parece, no estoy seguro, que el autor jamás utiliza el nombre del país en singular sino que siempre se refiere a él como "las Españas", designación que era muy frecuente en Siglo de Oro) pero, de hecho , le ocurre lo que al protagonista de la célebre novela de Laurence Sterne, La vida y opiniones de Tristram Shandy, que nace aproximadamente a la altura de la página doscientas cincuenta o trescientas de la obra, según sea la edición. Algo similar sucede con don Juan Carlos que aparece por primera vez en el libro de Iñaki como protagonista a la altura de la página 195 y la abandona en la 277; es decir, le está dedicada menos de la tercera parte del libro, aunque alguno podrá argumentar que hasta eso es demasiado, dada la banalidad del personaje.

La explicación de tal hecho radica en que Errazkin parece convencido de que hay una condición moral, psicológica, de los Borbones, que estos tienen unas características que los distinguen y se manifiestan con contumacia a lo largo de la historia, trátese de Felipe V, Fernando VI, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII o Juan Carlos. Sólo excluye a Carlos III por las habituales razones de que era hombre culto y que fue un excelente alcalde de Madrid. Esas características vienen a ser que los Borbones son zafios, ignorantes, tiránicos, alborotadores, promíscuos, incompetentes, incontinentes sexuales, infieles, arbitrarios, no muy despiertos... en fin, una joya de familia y una familia de joyas.

La parte dedicada a la historia de los Borbones (desde Felipe V hasta Alfonso XIII y, más allá, la dictadura de Franco que habría que comprender como la etapa del Spanish Pretender, don Juan que no llegó a ser Juan III muy a su pesar) se lee con mucho agrado. Consiste en una serie de relatos engarzados a través de las anécdotas y sucesos más sobresalientes de los respectivos reinados que dejan a los protagonistas muy mal parados. Claro que no peor de lo que ellos se mostraron a sí mismos o de cómo los reflejaron los testimonios de sus contemporáneos o el juicio de los historiadores. No conozco de ningún escritor o cronista español o extranjero de cierta altura intelectual que tenga algún buen juicio para esta sarta de egoistas ineptos y bastante necios. Así que, aunque Errazkin parece regoderase en dibujar la vacua pomposidad de Felipe V y las lamentables condiciones espirituales de Fernando VI o Carlos IV, no va más allá de lo que la historiografía, incluso la más conservadora, reconoce.

Lo mismo cabe decir de Fernando VII a quien ningún escritor de mínima categoría concede respeto alguno: taimado, bribón, criminal, necio, tiránico, el cuadro que dibuja Errazkin está también en el mainstream de la historiografía. Si acaso hace algo más de hincapié en la incontinencia sexual, el priapismo del monarca, pero lo atribuyo a una especie de alegre juicio del autor que tiende a tener una visión rabelaisiana de los personajes sobre los que diserta. No hace falta decir que el reinado de Isabel II obtiene un tratamiento pormenorizado en la obra. He echado de menos una referencia a las magníficas novelas de Valle Inclán sobre la Corte de los milagros en las que se encuentran páginas soberbias sobre el Espadón de Loja y los hábitos sexuales de la Reina castiza así como los melindres del Rey consorte. En cambio está muy bien traido el libro que los hermanos Bécquer publicaron a raíz de la "Gloriosa" de 1868, con sus versos e imágenes procaces, que retratan una época. Es de interés que el autor subraye un elemento sobre el que la historiografía (complaciente aunque sea antimonárquica por un falso criterio de prudencia) pasa como de puntillas. Dado que, según abundantes testimonios don Francisco I de Assis no conoció carnalmente a su regia esposa, está claro que la estirpe borbónica queda en ese momento interrumpida y enriquecida con injertos procedentes de otras cepas.

Don Alfonso II, triste de ti y don Alfonso XIII reciben asimismo su merecido. En el caso del último, además de los habituales escarceos sexuales y la nube de amantes, hijos bastardos, se tratan los aspectos más políticos en relación con la guerra del África, la dictadura de Primo de Rivera y el advenimiento de la República.

Finalmente, la obra desemboca en la persona del monarca español actual. Vaya por delante que, de las pocas cosas en las que el autor y yo coincidimos en esta vida, una de ellas es nuestro firme criterio de que la actual Monarquía española es ilegítima y que debiera dejar paso bien a la restauración de la IIª República, bien a la instauración de la IIIª. Y, a partir de aquí, ya discrepamos en todo. Pero como el libro trata de aquello en lo que coincidimos, no haya cuidado que no querré subrayar nuestras discrepancias excepto en un par de observaciones que tengo reservadas para fastidiar un poco al final, pues las críticas que son sólo laudatorias aburren hasta a las ovejas.

Franco que todo lo que tenía de ignorante en cualquier asunto del mundo de su época lo tenía de cazurro y profundo conocedor del espíritu de sus compatriotas, supo mantenerse en el poder mediante una combinación de puro terror, dictadura bestial e inmisericorde, marrullería internacional y astucia interior para enfrentar a unas facciones políticas con otras. De las autorizadas, se entiende, de las franquistas. Las otras estaban todas en la cárcel, en los cementerios o en las cunetas. El ejemplo más acabado de esta hábil política de contraponer aspiraciones encontradas lo prácticó con las distintas ramas monáquicas y, por último, enfrentando al padre (don Juan) con el hijo (don Juan Carlos), con una habilidad diabólica, apostando porque el hijo acabaría pasando por encima de los mejores derechos del padre. Exactamente lo que sucedió.

Errazkin da una idea de la transición con la que coincido sólo en parte y que se define mejor que nada con el término que utiliza para caracterizarla. Según él, la transición fue una transubstanciación. No está mal, es ingenioso pero me temo que el fenómeno fue bastante más complejo para definirlo con un solo término. Con posterioridad a este fenómeno, el seguimiento que Errazkin hace de la biografía de don Juan Carlos es inmisericorde. De cuál fuera la función del Rey durante la intentona de Tejero de 1981 desde el punto de vista de Errazkin da idea el hecho de que tome como fuente de referencia al Coronel Amadeo Martínez Inglés que sostiene que el golpe se dio con conocimiento y autorización del Rey y en su beneficio. Lo que sucedió después, dirá Errazkin, es que, Borbón al fin al cabo, dejó a sus compinches en la estacada.

Reitero que el libro está escrito no desde una perspectiva académica sino periodística y que, por lo tanto, priman los aspectos más pintorescos, un pelín subidos y los que ayuden a contemplar el cuadro de un Rey con unas condiciones morales detestables. Así, nuestro autor investiga y narra pormenorizadamente tres aspectos de la vida del Rey que den esta imagen: sus aficiones cinegéticas (con la muerte del infeliz oso Mitrofán), sus abundantes escarceos amorosos (con especial atención a las supuestas relaciones con la actriz Bárbara Rey) y su ingente fortuna, amasada por procedimientos nada transparentes.

En resumen, un libro ágilmente escrito y de recomendable lectura para quien quiera tener una imagen a pluma gruesa de los Borbones en general y éste en particular y también, cómo no, del autor: un vasco independentista, de extrema izquierda que habla casi tanto de sí mismo y sus amigos en la obra como del objeto de ésta.

Un par de observaciones críticas de distinto calado. En nuestro tiempo la historia no siempre la escriben los vencedores. A veces los vencidos toman la palabra y su narración, como es este caso, es distinta de la de aquellos. Pero ¿es más cierta? Para muchos, desde un punto de vista moral quizá sí; para casi todos desde otro pragmático me temo que no. Un ejemplo: poco antes de morir Franco dijo que lo dejaba todo "atado y bien atado". Santiago Carrillo, a su vez, cuando don Juan Carlos fue nombrado sucesor "a título de Rey" lo saludó como "don Juan Carlos el Breve". Pregunta: ¿quién acertó?

Segundo orden de cuestiones sólo con ánimo de hurgar en divertidas desavenencias. Dice Errazkin, hablando de Felipe V: "Nadie podía imaginar entonces que la criatura se convertiría en el monarca de los vecinos del sur ni que su reinado iba a durar la friolera de 45 años y 21 días, récord temporal aún imbatido" (p. 23) Se referirá a España porque se me ocurren dos ejemplos que contradicen el caso, uno antes y otro después de Felipe V. Antes, el caso del abuelo de Felipe V, Luis XIV de Francia, el Rey Sol, que reinó 54 años, si no ando equivocado; después, don Fidel Castro, que ha sido ******* (póngase lo que más plazca: presidente, tirano, caudillo, dictador, jefe, primer camarada, salvador integérrimo, padre de la Patria, etc) de Cuba durante 49 años.

Dice igualmente Errazkin hablando del asesinato de don Antonio Cánovas del Castillo: "De hecho, él mismo moriría en atentado el 8 de agosto de 1897. Sería, claro, en el desafecto País Vasco... y esta vez el tirador no falló." (p. 129) Un curioso párrafo para analizarlo con detalle. ¿Qué significa ese "claro"? ¿Yerro si digo que Iñaki quiere connotar un paralelismo entre el atentado contra el político malagueño y el que dio el pasaporte a don Luis Carrero Blanco y que para el autor fue el verdadero elemento desencadenante de la transición? No, no yerro. Pero, por desgracia, el atentado de Santa Águeda fue locativamente hablando por entero fortuito ya que, al asesino, el anarquista italiano, Michele Angiolillo, "claro", el "desafecto País Vasco" le traía al pairo.

Dice Errazkin: "Cuando me preguntan quién es la peor persona con la que me he topado en mi ya larga vida, siempre respondo sin titubeos que Felipe González Márquez, el dirigente del PSOE (político-mlitar) que fuera presidente del Gobierno entre los años 1982 y 1996. Ni Franco ni Aznar ni Rouco Varela ni el asesino de la catana. Normalmente, el entrevistador, hombre o mujer, se revuelve en su asiento, arquea una ceja y masculla un espontáneo y escandalizado "¡pero hombre...!" (p. 204). ¿Se entiende por qué decía yo antes que el autor habla casi tanto de sí mismo en este libro como de don Juan Carlos? Bueno; yo no digo "¡pero hombre!" porque ese juicio sobre González ya lo había oído así o en parecidos términos en otras bocas. Lo que sí digo es que requiere también un cuidadoso análisis, esta vez psíquico. ¿Basado en qué? En ese "sin titubeos" que canta más que La Traviata.

dimecres, 25 de març del 2009

Lo que sale de Kosovo.

No me refiero a las tropas, que esas empezarán a salir cuando sea conveniente y será decisión acertada, pues no pretendo sentar plaza de cualificado estratega con competencia para pronunciarme sobre aspectos que desconozco como suele hacer el plantel de supersabios que hay en todas las tertulias radiofónicas del país y que saben de todo y son expertos en todo. A lo que me refiero es a la cantidad de sobreentendidos, subentendidos, astucias, falsedades, ficciones que se revelaron ayer en el curso del debate parlamentario sobre el asunto de Kosovo y sus repercusiones en la esfera pública.

El señor Zapatero pidió "pudor" al PP a la hora de criticar el repliegue de Kosovo ya que él, el PP, había metido al país en la guerra del Irak. Escuchando al señor Pío García Escudero, portavoz del PP en el Senado, se me hace que pedirle pudor es como pedir peras al olmo. Resulta pelín impúdico que quienes montaron lo de Irak se hagan los exquisitos con Kosovo. Pero lo más significativo para mí, lo más revelador fue ese giro del señor García Escudero de que el Gobierno plantea la irremediablemente polémica retirada de Kosovo con el taimado fin de que no se hable de la crisis económica. Este es un argumento recurrente entre políticos, especialmente en el PP: siempre que algo les molesta dicen que es una cortina de humo para que no se hable de otra cosa en la que creen que tienen algo que decir. La expresión viene, además, acompañada de la advertencia de que eso que se quiere ocultar suele ser lo que "verdaderamente importa a los españoles". Hagan Vds. un cálculo de cuántas veces ha aceptado el señor Rajoy un debate político o moral serio sin sostener que eso no importa a nadie porque lo que "verdaderamente importa..." etc, etc es lo que diga él: ¿ley contra la violencia de género? Eso no importa a los españoles; lo que de verdad les importa... ¿ley de la Memoria histórica? Eso no importa a los españoles, lo que....¿Ley de igualdad de géneros? Eso no importa a los españoles... ¿Ampliación de los supuestos del embarazo? Eso no importa... ¿Kosovo? Ya lo ven: no importa; lo que importa es la crisis, acerca de la cual, por cierto, tampoco tienen nada que decir. Es obvio que el Gobierno muestra defectos y carencias; pero, caramba, la oposición mayoritaria es de risa.

Además, en el fondo, vaya si les importa. Y estuvo muy bien la ministra de Defensa, señora Chacón, demostrando con citas textuales del señor De Arístegui que las posiciones del PP en esta materia (igual que en todas) son líquidas, como diría Bauman y contraditorias. También estuvo bien, aunque pudo haber sido más clara, cosa que le cuesta porque es muy suya, reconociendo que quizá hubo algún error de forma en la decisión que ya estaba subsanado. ¿Algún error? Una metedura de pata como un piano, una muestra de descoordinación y desconcierto lamentables. Ya sé que la oposición lo embarulla todo para sacar tajada, pero eso no es excusa para minimizar los errores y tratar de disimularlos. Hay que reconocerlos y, por cierto, no querer justificarlos por procedimientos que ya van más allá de la comicidad de Alberto Sordi, a quien traje a colación en la entrada de ayer, titulada Tutti a casa y llegan a la más barata demagogia. Se disculpaba la señora Chacón del posible error sosteniendo que tuvo especial empeño en que los primeros en enterarse de la decisión fueran los soldados afectados. Supongo que quería dar a entender que eso es algo muy avanzado, humano, solidario, de izquierdas; pero lo cierto es que no cuela. ¿En qué manual del arte militar está escrito que los primeros en enterarse de las decisiones del mando hayan de ser los soldados? Esa práctica puede ser conveniente a veces y, a veces, dar un resultado catastrófico. Lo lógico será aplicar un criterio práctico y, en este caso, le guste o no a la señora Chacón, lo lógico (y lo educado, por cierto, que no es asunto baladí) hubiera sido informar antes a los aliados. Otra cosa es que la señora Chacón piense que a ella le convenía aparecer ante los soldados dando la primicia por asuntos de imagen. Pero que no mezcle las cosas.

Por último escuché ayer a la señora Trinidad Jiménez diciendo que las críticas a la señora Chacón estaban movidas por el machismo y que si la decisión la hubiera tomado un ministro varón no las hubiera habido. Es una lástima que no existan premios a la declaración más estúpida del día, la semana, el mes o el año porque la de la señora Jiménez se lo llevaría sin duda alguna en todas las variantes. ¿O quiere decir esta señora que forma parte del necesario esfuerzo que todos debemos hacer en pro de la mayor emancipación de las mujeres e igualdad entre género permitir que ellas tengan un margen mayor para hacer y decir estupideces que el de los hombres a fin de compensar?

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Medidas positivas y negativas.

No tengo grandes simpatías por los bancos. Me parecen quintaesencia del sistema capitalista de explotación. Por eso llevo pidiendo la nacionalización de la banca desde el año pasado (ver la entrada ¿Y si nacionalizamos la banca?) con escasos resultados menester es decirlo. Digo esto para probar que no soy sospechoso de rendirme a los encantos de la banca. Porque si nadie en nuestros países tiene los redaños de nacionalizarla (no de meterle fondos públicos y decir confusamente que eso equivale a una "nacionalización" pues es falso) habrá que reconocer que es ella y sólo ella la más adecuada para tomar las decisiones de restauración del sistema financiero y crediticio porque es la competente y la que tiene experiencia al respecto. A las pruebas me remito: ayer el Banco de Santander anunció una medida práctica, concreta, que será muy útil para ayudar a salir de la crisis. Propone el banco financiar hasta el 100 por ciento de las hipotecas para comprar viviendas a las que los constructores hayan aplicado rebajas del 20 por ciento en los precios. La idea es muy buena y servirá para desbloquear uno de los puntos negros de la actual crisis al asegurar a los constructores que tendrán clientes si rebajan un 20 por ciento los precios porque los bancos harán la financiación completa. Ojalá se generalice porque ese es uno de los caminos. Yo aplicaría un descenso mayor, hasta del 30 por ciento, pues hay margen, pero algo es algo.

La contrapartida a esto, viene, cómo no, del lado de los políticos y no de los de izquierdas, de quienes cabría esperar actitudes intervencionistas como las que están mostrando los colaboradores del señor Obama en Gringolandia, sino de los de derechas, esos que se pasan la vida hablando de no intervención del Estado en nada y de privatización general. El desvergonzado asalto que está dando la señor Aguirre a Cajamadrid para someterla a su control político ha merecido el calificativo de "esperpento" y de "intervencionismo público descarado"en un discurso del señor Quintás, presidente de la Confederación. Española de Cajas de Ahorro. La contraposición es bien clara: en un lado, los banqueros haciendo propuestas sensatas y en el otro los políticos, especialmente los de derechas, proponiendo disparates. ¿O no son disparates? Desde el punto de vista del imprescindible crédito que han de tener estas entidades, desde luego, porque da la impresión de que no son autónomas. Desde el punto de vista de los intereses específicos de la derecha quizá no lo sea tanto. Lo que la señora Aguirre y sus migos "liberales" quieren hacer con Cajamadrid es lo que ya han hecho con servicios públicos de salud, educativos, con el agua de Madrid: birlársela a los ciudadanos de la capital y privatizarla para ponerla al servicio de las pintorescas adjudicaciones del señor González, vicepresidente de la Comunidad.

Al lado de los banqueros de verdad estos tipos son un verdadero peligro de expolio de las riquezas públicas que hay que parar antes de que se queden con todo.

La imagen es una foto de Enrique Costa, bajo licencia de Creative Commons).


dimarts, 24 de març del 2009

Falta el señor Trillo.

En el juicio por el lamentable asunto de las identificaciones falsas de los cadáveres de los militares españoles muertos en el accidente del avión Yakovlev 42, que se inicia hoy en la Audiencia Nacional resulta obvio que falta el señor Trillo. Era el ministro de Defensa cuando se produjo el accidente y tuvo lugar el pandemonium posterior que desembocó no solamente en una gran injusticia al entregar a unos familiares los restos de otros sino en un desaguisado administrativo típicamente español en el que las cosas se hacen de cualquier manera para dar la impresión de que se cumplen las normas y los planes, con desprecio absoluto a los derechos de las personas vivas o muertas. Un ridículo de consuno con una canallada. Y es justo que alguien responda ante los tribunales por todo ello, a pesar de que han pasado seis largos años y ha sido necesario luchar con denuedo contra todo tipo de trabas para conseguir que se haga justicia. ¿Se hará ésta si en el proceso ni siquiera comparece el máximo responsable político y administrativo de aquella situación y a quien obviamente se debe imputar la responsabilidad última de la decisión de repatriar unos cuerpos de cualquier modo, resultando que estaban erróneamente identificados?

Ya sé que el asunto es perfectamente legal y se ha preparado a conciencia. Ya sé también que el señor Trillo ha respondido a todas las requisitorias de los tribunales. Es cierto que por escrito y acogiéndose a todo tipo de privilegios; pero lo ha hecho. Ya sé asimismo que si el tribunal no ha considerado precisa la presencia del señor Trillo en el procedimiento ni como testigo habrá actuado correctamente. Pero todo ello no evitará la obvia sensación de que, al final, como siempre, van a pagar los subordinados sin que a partir de cierto punto en la jerarquía se admita no ya culpabilidad sino responsabilidad alguna. Y eso, dado el carácter jerárquico de la administración, especialmente de la militar, es poco creíble.

En su defensa dice el señor Trillo a quien quiere oírle que él es el único que "ha dado la cara por los militares" y que otros los han dejado solos. A primera vista parece lo contrario. Que el señor Trillo no hizo nada porque los familiares de las víctimas, convertidos a su vez en víctimas por la gestión de departamento, recibieran justicia es evidente y, si no lo fuera, lo evidenciará para siempre aquel innoble gesto suyo de arrojar un euro a una periodista que preguntaba por el asunto.

Retrasar el la solución al problema cuanto se pueda y tratar de que no se lleve ante los tribunales puede entenderse como un modo de "dar la cara" por los militares implicados, el modo de la España tradicional de la picaresca. El de la nueva España democrática consiste en exigir que se aclaren todas las responsabilidades desde el primer momento, facilitar el funcionamiento de la justicia y presentarse al frente del pelotón de los hombres bajo su mando asumiendo la parte de responsabilidad en sus actos que le corresponda incluso aunque objetivamente no la tuviere. Que está por ver.

Por todo ello resulta sarcástico que sea el señor Trillo el encargado después en el PP de exigir en los demás comportamientos que él no ha tenido.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons)

No había salida.

Sostengo que lo que sucedió con el Grupo del Ejército Rojo (el RAF alemán, el Rote Armee Fraktion) contiene una especie de clave explicativa del sentido de la acción de la izquierda europea entre fines de los años sesenta y primera mitad de los setenta que son también los que me tocaron a mí, pues soy de esa generación. De todos quienes participamos en la acción política de la izquierda en nuestra juventud en aquellos años, ya fuera en España, en Alemania, Francia, Estados Unidos, Italia, etc, los del RAF fueron los más consecuentes, los más lógicos, los que llevaron nuestros planteamientos a sus últimas consecuencias... y con ello demostraron que no tenían salida, que eran verdaderos dislates. A mí, además, me pilló en Alemania, entre 1969 y 1972, precisamente cuando el grupo de Ulrike Meinhoff y Andreas Baader pasó a la acción directa y se metió en una espiral de violencia y crimen que sólo podía acabar como acabó, con suicidios colectivos o de alguna forma parecida, como acabaron las Brigate Rosse italianas, con sus dirigentes pudriéndose en las carceles con cadenas perpetuas ¡desde los años setenta!

Me he apresurado a ver la peli de Uli Eder que me ha reforzado en la opinión más arriba expuesta. Por cierto que está muy bien hecha, mezclando en sabia proporción la narrativa de ficción con los aspectos de documental a buen ritmo y con mucha maestria en la dirección. Cine directo, cámara en mano, vivo, espontáneo. El guión puede ser a veces un poquito confuso para quien no conozca el desarrollo de los acontecimientos ya que pretende contar toda la historia y a veces necesita comprimir en exceso. Toda la historia quiere decir desde el asesinato de Benno Ohnesorg probablemente a manos de la policía en 1967 en una manifa contra el Sha de Persia en Berlín hasta el supuesto suicidio de los cuatro principales dirigentes del RAF en la cárcel de alta seguridad de Stammheim en 1977. Diez años. El relato es a mi entender completo y no deja nada fuera pero hay datos que pueden escaparse a quienes no estén familiarizados: la importancia real de Springer en la Alemania Occidental, la función de la revista Konkret, en la que escribía Ulrike, las consecuencias del asesinato del Fiscal Federal Sigfried Buback. Pero, en general, la síntesis es soberbia y se entiende muy bien por alguien que haya vivido en aquellos àños.

Durante la guerra fría la cultura de la juventud de izquierda acabó siendo un maremágnum en el que se rechazaba el comunismo de los países del socialismo realmente existente por inútil, burocrático e injusto; igualmente se rechazaba el capitalismo por explotador y asimismo injusto. Había verdadero hastío con las interminables polémicas de los intelectuales de izquierdas, especialmente los marxistas, incapaces de forjar propuestas teóricas viables; estas empezaron a aparecer en la medida en que se extendían y afianzaban en los países del Tercer Mundo en cuatro continentes las doctrinas de guerras de liberación nacional, esto es, de recurso a la violencia para imponer los propios ideales. La izquierda europea hacia una amalgama sincrética entre las posiciones teóricas de los otros tres continentes: Ho chi minh y Mao Ts Tung en Asia, Che Guevara y Camilo Torres en América Latina, Agostinho Neto y Franz Fanon (que, si no recuerdo mal, era jamaicano) en el África. Todas ellas, por lo demás, no tenían más que un nexo en común: el recurso a la violencia. Así la izquierda europea se ahorraba perder el tiempo con las sempiternas querellas académicas (que, cuando estás en la veintena te suenan a monsergas), podía pasar a la acción práctica efectiva directa, esto es, hacer algo por cambiar el estado de cosas en lugar de hablar y se veía como parte de un proyecto internacionalista. Por eso el grupo Baader-Meinhoff se llamaba Rote Armee Fraktion, porque se veía a sí mismo como un grupo dentro de un Ejército Rojo mundial, internacionalista, que combatía por la revolución en todas partes con las armas en la mano.

Insisto en que, en abstracto, para la izquierda extraparlamentaria (no reformista) de los años sesenta, el proceso mental de la gente del RAF era el más coherente y lógico: en la situación de la guerra fría, las democracias occidentales eran meros maquillajes de fascismos encubiertos (sobre todo, claro, en Alemania con su pasado nazi), el dominio mundial del capital toleraba formas democráticas si no se veía amenazado; si lo estaba, recurría a la violencia más extrema, los bombardeos, las masacres. La izquierda tenía que responder a la violencia latente y estructural del capital con la violencia desnuda y desencadenar así un proceso revolucionario en el mundo entero. Hasta ese punto, el razonamiento era impecable y es el que hizo que muchos tomaran las armas: había que atacar al capitalismo allí donde como en Angola, Bolivia o Vietnam, mostraba su rostro más feroz, represivo y violento; pero también había que hacerlo en los países democráticos europeos donde recurría a la democracia, para desenmascararlo, obligarlo a servirse de la violencia y, entonces, responder con más violencia para desencadenar una guerra popular como en los países pobres del planeta.

El fallo del razonamiento no estaba en un su origen sino en sus momentos posteriores y tenía que ver con dos datos que, cuando los militantes de los grupos armados los entendían ya era tarde: la legitimidad y la eficacia.

El problema de la legitimidad era el de hasta qué punto cabía recurrir a la violencia en sociedades democráticas. Es el mismo problema que tiene ETA incluso a ojos de muchos de sus seguidores "civiles". Ciertamente los terroristas dicen que esa democracia es falsa y ficticia (como hace ETA), pero el problema es que no es eso lo que piensa la inmensa mayoría de la gente que no solo no apoyaba las actividades violentas del RAF sino que colaboraba con la policía para detenerla. En otros términos, la acción violenta carecía de todo apoyo popular lo que la condenaba primero a la delincuencia marginal y, luego, al fracaso.

En cuanto a la eficacia, viene a ser lo mismo: el Estado en los países capitalistas avanzados lo controla todo, lo vigila todo si quiere porque es poderoso; proclama y ejerce el principio del monopolio legítimo de la violencia y acaba con quien pretenda romperlo. ¿Qué destino podía esperar a unos grupos revolucionarios armados en lucha contra un Estado infinitamente superior a ellos en solidez, recursos y medios tecnológicos y que, además, no contaban con el apoyo de la población civil que, por el contrario, se lo prestaba al Estado al que había que combatir?

En la peli parece abordarse también la cuestión desde un punto de vista personal. Dadas las circunstancias, a lo mejor, en efecto, lo más sensato que cabe hacer cuando se postulan puntos de vista tan extremos es salir a la calle dando tiros para que lo conviertan a uno en un colador. Pero, por esa vía, salida, no había. Ni hay.

Vuelvo sobre la peli como historia. Merece mucho la pena verla a pesar de que, repito, pueda resultar algo confusa. Pero es la historia de una generación y un ajuste de cuentas con una forma de entender la acción política revolucionaria de los hijos de las clases medias. Casi olvidaba decir que se abre a los acordes de Janis Joplin en "Oh, Lord, wont you buy me..." y se cierra con los de Bob Dylan en "Blowin' in the Wind". Y no quiero decir cómo suenan.

dilluns, 23 de març del 2009

Palinuro informa.

Queridas lectoras: se ve que, no teniendo gran cosa que hacer este finde, el armador de la nao que me honro en pilotar ha hecho algunas innovaciones que él llama mejoras (aunque no sepa yo si lo son todas) que paso a exponeros:

Ha puesto un enlace en la barra de la derecha llamado "publicaciones en papel" con una bibliografía suya para darse pisto. No sé si esto es una mejora o una peora.

También ha puesto otro enlace debajo del anterior, llamado "artículos en Público" para darse más pisto porque los de ese periódico le han dejado un huequecillo. Debería pedir que, en justa reciprocidad, le permitieran anunciar su blog en el diario, pero ya veréis como no se atreve.

En tercer lugar, siempre en la barra de la derecha, ha puesto una pestaña desplegable para incluir las tropecientas etiquetas que tenía en perpetua exposición. Ahora, si hay alguien que quiera verlas, que lo dudo, sólo tiene que pinchar en el + y se despliegan como siempre, por orden alfabético y con la cantidad de cada una de ellas que hay.

Otrosí ha aprendido a hacer que los hipervínculos se abran en ventanas nuevas para no entorpecer la navegación y me ha prometido que ya todos vendrán así. Ya era hora.

Por último, aquellas/os de vosotras/os que aún estén preguntándose qué tenga esta entrada de específicamente femenino para empezar con un "queridas lectoras" que se lo hagan mirar a ver si aportan alguna razón que no sea la costumbre de por qué la expresión "queridos lectores" incluye a las mujeres pero "queridas lectoras" no abarca a los varones. Y recordad que también por costumbre la gente araba con arado romano.

La imagen es de Pierre Puget, Barco en Marsella (1651-54).

Tutti a casa.

En 1960 se estrenaba una extraordinaria película de Luigi Comencini interpretada por Alberto Sordi, Eduardo de Filippo y Serge Reggiani entre otros llamada Tutti a casa. Después del armisticio en 1943, el ejército fascista italiano se desmorona y comienza la desbandada al grito de ¡todos a casa! El subteniente Alberto Innozenci (Sordi) y el soldado Ceccarelli (Reggiani) tienen que cruzar Italia de Norte a Sur en medio de los combates entre guerrilleros, alemanes, italianos de la República de Saló y estadounidenses, y la historia es un prodigio de delicadeza, humor, drama y hasta tragedia en aquella locura del crollo.

La cómica seriedad con que la ministra Chacón (que debe de creer que lo suyo es hablar con el adusto porte de un dragón de la Reina) soltó lo de "Misión cumplida. Volvemos a casa" me trajo la peli de Sordi a la memoria. En 1960 la señora Chacón no había nacido y da la impresión de que en 2009 acaba de hacerlo porque, al margen de que uno pueda pensar que el repliegue de Kosovo sea correcto, el modo de anunciarlo ha sido una chapuza peor que la de la peli de Sordi y sin sus elementos dramáticos.

Por lo visto la señora Chacón ignora que, cuando se está en una alianza militar, hay que consultar antes con los aliados las decisiones estratégicas, so pena de quedar uno como un auténtico lunático. Ignora asimismo que las decisiones militares con repercusión internacional han de coordinarse con el Ministerio de Asuntos Exteriores so pena de quedar como un pirao.

Esos inconvenientes, que ya le han señalado los periódicos son, sin embargo, menores. Lo verdaderamente grave, lo rayano en la estupidez o en algo peor, es el catástrófico efecto que esta atolondrada decisión tiene retrospectivamente sobre la de retirar las tropas del Irak hace cinco años porque ahora cabe decir que aquella no fue una seria medida política que devolvía a España su dignidad sino que los españoles son así: volubles, inconstantes, gentes de las que no cabe fiarse porque, sin previo aviso, dan la espantada en las acciones comunes.

He oído que esta señora puede ser la próxima presidenta del Gobierno de España. Madre mía.

Los pueblos del Libro.

Cordobés de nacimiento, jurista de formación, sociólogo de vocación, germanófilo de afición, Carlos Moya orientó hace unos años su poderosa capacidad y su incansable curiosidad intelectuales a las otras dos religiones que, con la cristiana, son conocidas como las religiones del libro, esto es, la musulmana y la mosaica lo cual demuestra una vez más que el lugar en el que se nace puede ser más determinante en la vida del hombre que aquel en el que se pace. El propio Moya reconoce al comienzo de este brillante ensayo que su interés por el islamismo y el judaísmo se le despertó tempranamente al deambular de niño por la mezquita de Córdoba y en este trabajo actualiza unos escritos de hace unos años al respecto. Las tres religiones aceptan expresamente la validez de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, el llamado Pentateuco, la Torá de los judíos. Y sobre esta base se erigen luego otros elementos comunes a las tres confesiones monoteístas que son las que Moya indaga en esta obra compuesta por dos ensayos independientes, Mahoma, Dar-El Islam, Maimónides. Dos ensayos sobre el monoteísmo semita (Huerga-Fierro editores, Madrid, 2008, 149 págs.).

A diferencia de Cristo, Mahoma, que considera a aquel no el hijo de Dios y Dios mismo según los cristianos, pero sí un profeta, no hace milagros. Lo milagroso en el Islam es el Corán ya que Mahoma no sabe leer y el ángel que se le aparece y le pide que recite lo que le muestra escrito en letras de oro, le aprieta el libro contra la nariz para que se impregne de él (p. 30). Dios instruye al hombre por medio de la pluma en el Corán (p. 31) e igual que el libro es siempre el mismo libro lo es también Dios puesto que Alá es YHWH (p. 35). Señala así el autor que el hecho de que el Corán esté escrito en árabe da aliento a la invención mesiánica de la nación árabe, de la Ummah (p. 36). En efecto es muy importante la versión del texto sacro en una lengua para que surja una conciencia nacional más o menos articulada como pueblo. Sucedió con la versión de la Biblia en cirílico para los pueblos eslavos y la versión al alemán de Lutero para el pueblo germano. Con la escritura en árabe adviene la ley capaz de articular soberana, estatalmente a una emergente comunidad político-religiosa hasta entonces trabada por vínculos de parentesco (p. 37).

Hace a continuación el autor una breve síntesis del comienzo de la historia del islamismo, la huida de Mahoma a Medina en 622, el año de la Hégira y la conquista luego de La Meca por el ejército del profeta junto a su suegro Abú Bakr (p. 40). A la muerte de Mahoma, sin embargo, se abrió un período de desconcierto y caos, retratado en un hadiz de Aixa, su esposa: "Cuando murió el profeta, los beduinos apostataron. Los judíos y los cristianos levantaron la cabeza. La incredulidad, que se había ocultado, se manifestó. Los musulmanes fueron como un rebaño de corderos sobresaltados por la lluvia de una noche de invierno. Su profeta ya no estaba allí. Por fin Alá los reunió alrededor de Abú Bakr" (que era su padre) (p. 41). No obstante, ya al comienzo del primer califato, el enfrentamiento entre Aixa y Alí (primo y yerno de Mahoma) abre una guerra civil que dura hasta hoy (p. 45). Los hijos de Alí (Hassán y Hussein) siguieron la guerra y, a raíz de la muerte del segundo, se produce la gran división del mundo musulmán entre los sunnitas (ortodoxos) y los chiítas (disidentes) (p. 54).

En su repaso sobre los fundamentos del Islam, Moya recuerda que descansa sobre cinco pilares: la profesión de Fe, el cumplimiento de la plegaria ritual, la prestación de la limosna, la peregrinación y el ayuno en Ramadán, que considera con algún detenimiento; igual que valora con mucha prudencia el relato que hace el Génesis de la división originaria entre los dos pueblos en la historia de Abraham, la esclava Agar y el hijo de ambos, Ismael, abandonados en el desierto por los celos de la esposa legítima del patriarca cuando ya septuagenaria, da a luz a Isaac y Dios se ocupa sin embargo de aquellos (p. 60). Aquí está el meollo, el origen de un conflicto entre la rama "legítima", los descendientes de Isaac y la "bastarda", los ismailitas o "agarenos", como eran conocidos en España en recuerdo de la infeliz Agar. Incidentalmente no puedo pasar por alto que siempre me ha parecido que esta leyenda, que trasmite una aplastante conciencia patriarcal, deja muy clara la ínfima calaña moral de Abraham que abandona al hijo que tuvo con la esclava por imposición de su esposa cuando ésta cambia de parecer al convertirse en madre.

La política de Mahoma, la guerra santa, es como la del Antiguo Testamento, Alá equivale al Dios judío de los ejércitos, Yahvé Sebaot (p. 63) y, a partir de aquí, el relato de nuestro autor es el de una permanente coincidencia: el Islam significa "sumisión" al imperialismo universal del monoteísmo a través de la expansión de la asabiyya, esto es, los vínculos de consanguinidad, la comunidad de la sangre (p. 67) que se expande por medio de un caudillaje clánico-tribal.(p.69)

Esa unidad de la comunidad viene dada por la lengua. Según un viejo proverbio árabe, "La sabiduría se ha posado sobre tres cosas: en el cerebro de los francos, en las manos de los chinos y en la lengua de los árabes" (p. 72). Es la comunidad lingüística la que fundamenta la nación de forma que la historia anterior a la Hégira es lo que se llama la Jahiliyah o época de la barbarie. Esa nación se rige por la Sharía, la suma del Corán y la Sunna, sujeta a la interpretación de Ulemas y faquíes ya que la religión musulmana es cosa de letrados en las sagradas escrituras, juristas, pero no teólogos y sacerdotes (p. 89), lo cual hermana grandemente a los musulmanes con los judíos y distingue a los dos de los cristianos (p. 96). La predicación de Mahoma es la más alta expresión del monoteísmo, directamente administrado por los creyentes sin mediación sacerdotal (p. 90). Todo el Corán es decididamente apocalíptico y divide el mundo en dos sectores: Dar-El Islam, la casa del Islam, en la que caben todos los creyentes de las más diversas etnias unidos en la Ummah y lo que hay fuera que es Dar-El Harb, la Casa de la Guerra (algo obligado a los musulmanes para la extensión del monoteísmo) que ocasionalmente puede ser Dar-El Sulk o Casa de la Tregua, pero esto es algo transitorio. (p.103).

En el segundo ensayo, la Aproximación a Maimónides, Moya detecta el momento más glorioso de la relación civilizada entre judíos, cristianos y musulmanes a través de la amistad entre Averroes y Maimónides (p. 109). Ambas familias escapan de Córdoba huyendo de la intolerancia y buscando cobijo en Marruecos, en donde asalta a Maimónides una interpretación rabínica ultrarradical que entiende que "Todo judío que reconozca públicamente a Mahoma como profeta es hereje y traidor a la fe" (p. 111), un pronunciamiento contra el que Maimónides escribió la Epístola sobre la conversión forzada (p. 112) en el entendimiento de que la aceptación de las condiciones impuestas por los musulmanes a los judíos que vivían entre ellos no podía hacerles perder su condición judía (p. 112) .

La confluencia filosófica de los tres monoteísmos (islámico, judío, cristiano) se da a través de la interpretación de Aristóteles por Averroes que es la clave del "Islam cristianizado" en célebre expresión de Asín Palacios que Ortega respalda. Y de Averroes (escolástica más failasifa) (p. 115) a Maimónides cuya Guía de perplejos es la obra cumbre de la escolástica rabínica (p. 116). El Dios único se manifiesta en los tres libros (Torá, Biblia y Corán) y la filosofía se entiende como la vía hacia el conocimiento de Dios (p. 118). La Guía traza el camino individual a la salvación que conjuga además un sentido alegórico y simbólico ya señalado por Filón de Alejandría (p. 121). "Para Maimónides", dice Moya, "para Averroes, para Ghazali, para Tomás de Aquino, la Filosofía sólo tiene sentido como pasión de Dios: como iluminada razón consagrada al conocimiento/amor de Dios" (p. 126). Con Averroes el árabe coránico se convierte en el nuevo vehículo semiótico de la metamorfosis monoteísta del logos helénico (p. 128). A su vez, también Maimónides intenta su camino hacia el conocimiento de Dios por medio de la episteme aristotélica pero su Dios no es el Zeus aristotélico sino el YHWH de la Torá (p. 131). Así pues, el hilo conductor que lleva del islamismo al tomismo pasando por el judaísmo es la razón aristotélica aplicada al conocimiento de la realidad de Dios (p. 134). Concluye Moya su ensayo sobre Maimónides aventurando que la Guía de perplejos es un paso inexcusable para entender la universalización del racionalismo que juzga como "la máxima contribución de la diáspora judía a la historia humana".

Parece bastante claro que en las complejas y seculares relaciones entre los pueblos del libro hay un terreno nutricio para un diálogo de civilizaciones en el sentido religioso de Huntington.

diumenge, 22 de març del 2009

El papel, a la papelera.

La prensa de papel agoniza. La crisis está afectándola con particular virulencia a causa de la caída de ingresos por publicidad. Pero aunque esta crisis no se hubiera producido, el destino de los periódicos de la galaxia Gutenberg es ominoso porque, sea como sea, la publicidad emigra a lo digital. En los últimos doscientos cincuenta años aproximadamente han cumplido una función social de primera importancia. Han sido el medio de articulación y expresión de una opinión pública ilustrada y crítica, imprescindible en el nacimiento de la sociedad burguesa, como señala Jürgen Habermas en su clásico estudio sobre el cambio de lo público. Cuando los avatares de la historia suprimen los partidos políticos estos se reorganizan tras las cabeceras de los periódicos, como sucedió en Francia después del golpe de Estado de Napoleón III, El pequeño. Están presentes y son decisivos en el momento en que los intelectuales, fuerza en ascenso, intervienen en las crisis sociales, como se muestra con aquel L'Aurore que imprimió el histórico J'accuse de Émile Zola. En los momentos de quiebra revolucionaria orientan la vía de los partidos revolucionarios de uno u otro signo: desde Le tribun du peuple, fundado por Graco Babeuf a La Conquista del Estado, de Ramiro Ledesma Ramos, pasando por la Iskra de Lenin y el Völkisscher Beobachter, de Adolf Hitler. Han servido para azuzar u oponerse a las guerras y han dado cumplida cuenta en todo este tiempo de los grandes acontecimientos que han conmocionado a nuestras sociedades. Su importancia llegó a ser tan grande que se convirtieron en la metáfora de los medios de comunicación y la libertad de estos, fueran escritos o audiovisuales, se llamó libertad de prensa. La prensa libre era y es uno de los índices más seguros del grado de apertura y democracia de una sociedad.

La aparición de otros medios de comunicación, la radio, el cine, la televisión fundamentalmente, supuso sendos retos para la hegemonía del reinado comunicacional del papel pero éste supo adaptarse a las nuevas circunstancias y sobrevivir. La radio y la televisión, fueron temibles competidores cuantitativos de los medios, pero no cualitativos. Ningún medio audiovisual consiguió amenazar en serio el reinado de la llamada "prensa de calidad" o "periódicos de referencia", de los que durante todo el siglo XX hubo siempre uno o dos en cada país occidental, conviviendo con radios, televisiones y una feroz prensa amarilla y sensacionalista que nunca puso en peligro la hegemonía del papel serio.

Hasta que llegó internet y con ella la prensa digital en su proteica multiplicidad de manifestaciones, desde los periodiquitos online a la versión digital de los grandes mastodontes del papel, pasando por los blogs, las páginas web, etc. No se ve cómo podrá la pesada, renqueante, torpe maquinaria del papel hacer frente a la nueva forma de competencia ya que la prensa digital derrota a la de papel en todos aquellos territorios en que ésta había afianzado su éxito. A saber:

  • La difusión. La red llega ya a los más remotos puntos del planeta a los que la prensa de papel jamás se acerca y, si lo hace, tarda días.
  • La accesibilidad. Nada de circuitos de distribución, kioskos, furgonetas, voceadores, establecimientos de prensa, newsagents: con un ordenador, cada vez más extendido en el ámbito privado y, desde luego en el público, y conexión a la red hay acceso instantáneo a todos los periódicos del mundo.
  • La celeridad. La prensa de papel es, si acaso, diaria y, haciendo un esfuerzo, saca tiradas extraordinarias excepcionales de difusión restringida. Los diarios en la red se actualizan al instante y llegan a todo el planeta.
  • Las destrezas del público. La prensa de papel requiere un público alfabetizado; la digital exige, además, competencia activa mínima en informática, una diferencia que tiene claro reflejo generacional haciendo que el público lector del papel envejezca progresivamente y el de la red sea el juvenil.
  • Interactividad. La prensa de papel tiene un público pasivo que sólo participa a través de la minúscula sección de "cartas al director"; el de la red es mucho más participativo, dinámico y los lectores se interrelacionan a través de comentarios, foros y chats.
  • Gratuidad. La prensa de papel sólo puede permitirse la gratuidad al precio de la calidad; la digital, no, sino que puede hacerlas compatibles.
  • Diversidad. Los diarios de papel, todo lo más combinan texto e imagen fija. Los digitales incorporan imagen en movimiento y sonido.
  • Hemerotecas. Los periódicos de papel se depositan en hemerotecas porque ellos no lo son; los digitales llevan consigo su propia hemeroteca que puede consultarse sin moverse de casa.

Por último, no será preciso señalar el impacto demoledor que sobre la prensa de papel tiene el fin de su monopolio tanto en el orden substantivo y empresarial, en cuanto a los diarios o las agencias de noticias, como en el subjetivo e individual, en cuanto al ejercicio de la función periodística que hoy realizan los espontáneos desde la sociedad con notable éxito, como ya venía sucediendo en el orden político y comunicativo en general.

La prensa de papel sólo es noticia en los últimos años por las caídas de tiradas, los cierres de cabeceras y los estrangulamientos económicos que atenazan a prácticamente todos los periódicos del mundo, lo que no solamente trasmite un mensaje de ruina y fracaso, sino también una lamentable imagen de antigualla pasada de moda. La agilidad y modernidad que manifestaba el hecho de llevar un periódico de papel debajo del brazo han pasado a convertirse en símbolo de rutina, inercia y tradicionalismo.

Realmente cuando las dos únicas razones que cabe esgrimir para atrincherarse en la lectura del papel (que, además, mancha) son que acompaña muy mucho al café con tostada de la mañana y que te regalan un coleccionable de villancicos del mundo entero, está sonando el requiem de un medio, de una época, de un mundo.

Coda: gracias a los dioses porque con el fin del reinado de la prensa de papel y el advenimiento de la digital se rompe el poder (arbitrario, como todos los poderes de la jerarquía de ordeno y mando) del papel y se abre la época de libertad de los lectores para combinar y contrastar fuentes de información y, sobre todo, de los comunicadores que cada vez tienen que someterse menos a la tiranía de las directrices ideológicas del grupo financiero, el magnate, el propietario, el director o el simple esbirro a sueldo de alguno de los anteriores. Internet eleva al máximo la responsabilidad y la libertad del comunicador individual independiente que se fabrica su propio espacio y no ha de dar cuentas a nadie si no a su propio sentido de la decencia y la veracidad.

dissabte, 21 de març del 2009

Noticias sobre la crisis.

La crisis económica mundial que se nos ha echado encima sin que el señor Rodríguez Zapatero y sus avispados asesores económicos se enteraran, lleva camino de convertirse en un orteguiano "tema de nuestro tiempo". Como, gracias a internet, hoy todo se puede medir, midamos ese "tema de nuestro tiempo": barra Google, búsqueda por "crisis económica": 2.390.000 entradas. No está mal. Pero es resultado magro. Volvamos a la barra de Google, búsqueda por "Economic Crisis" : 64.200.000, esto es, veintiséis veces más que en español. Sirva ello también de paso para calibrar las expectativas del español como lengua en relación con el inglés en el mundo de la red que auguran brillantísimas algunos que más valdría que se callaran.

La crisis está en todas partes. Las noticias diarias son descorazonadoras a chorros. La situación es muy negra y el panorama aun pinta peor. Por eso es natural que todos los ojos se vuelvan hacia los expertos, esa gente con conocimientos específicos que no están al alcance de los humildes mortales y que, por tanto, pueden aliviar la triste condición de estos. A primera vista es obvio que los tales expertos no tienen ni idea de cómo ha surgido esta crisis y cuál es su naturaleza. En el mejor de los casos repiten como loros lo que sabe cualquier lector de periódicos, incluso distraido con el crucigrama: que todo empezó con las subprimes, que crisis de confianza, falta de liquidez, hundimiento del sector financiero, avaricia de los gestores, etc, etc. Si las descripciones pasan por definiciones, sabemos mucho; si no pasan, no sabemos nada.

Pero como el atribulado público no está especialmente interesado en las causas de la crisis sino en cómo y sobre todo cuándo se saldrá de ella, quizá, pensamos, de esto sí sepan los expertos, gente que maneja la banca, la economía, altos cargos, agentes de bolsa, instituciones financieras, etc. Vale: sus opiniones son, cuando menos, variadas. Según el señor Bern Bernanke, el capo de la Reserva Federal de los EEUU, el fin de la crisis se acerca y 2010 será un año de recuperación. Gama baja en la coincide el señor Almunia, comisario europeo de estas materias, para quien la crisis se contendrá antes de fin del año 2009. Uf, menos mal, ¿verdad? Porque ya están las cosas que arden. El señor Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, que sabrá de lo que habla, es menos optimista y cree que no habrá recuperación hasta el año 2010. Bueno. Todavía se puede aguantar. Pero llega el señor Solbes, Ministro de Hacienda de España, cosa que debe de tenerle irritado y concede que en 2010 habrá una "gradual reactivación" pero que el problema terminará en 2011. Pues para entonces es posible que a muchos ya no les importe. Y aun así, con un canto en los dientes porque según el Fondo Monetario Internacional (FMI), institución de cierto fuste, hay que olvidarse ya de 2009, en el que habrá un descenso del PIB de la zona euro del 3,2 por ciento y un estancamiento (0,1 por ciento de crecimiento) en 2010 . Y a saber si el propio FMI llegará a esa fecha para verlo ya que los veintisiete países de la Unión Europea han tenido que aprestar un nuevo préstamo de 75.000 millones de euros para que pueda hacer frente a sus tareas. El señor Jean Michel Six, economista jefe de Standard and Poors dice que, aunque la crisis podría terminar en 2009, en España durará hasta 2011, no me pregunten por qué; sospecho que por el odio antiespañol que caracteriza a todos los seguidores de la leyenda negra. Claro que luego llega el señor Paul Krugman, con su premio Nobel de economía debajo del brazo y dice que la salida de la crisis en España será "extremadamente dolorosa" y que, además, durará entre cinco y siete años. Imagino que el ilustre conferenciante no se encontró especialmente a gusto en España o la paella le sentó mal.

Resumiendo, los expertos no se ponen de acuerdo, se contradicen y uno tiene la sospecha que, en el fondo, no saben por dónde se andan. Añadamos otro dato que todavía se me antoja más revelador: los expertos no sólo se contradicen en lo que opinan sino en lo que hacen. Al día siguiente de que la Reserva Federal decidiera inyectar 850.000 millones de dólares más en el sistema financiero para estimular el flujo crediticio y luchar contra el credit crunch, la Unión Europea rechazaba nuevos planes de estímulo sosteniendo, en cambio, que es preciso endurecer la regulación del sistema financiero. Y eso que estamos en un mundo globalizado, en el que todo está interconectado y blablabla y que a los dos lados del Atlántico somos muy parecidos y nos enfrentamos a los mismos problemas. Los problemas serán los mismos (a estas alturas ya ni eso cabe afirmar con certeza) pero las soluciones no.

Así que ¿qué va a pasar con la crisis económica? Pues ya lo iremos viendo según vengan los tiempos. En ámbitos de mayores ínfulas teóricas hay quien dice que esta crisis es el comienzo del fin del modo de producción capitalista, lo que no estaría mal aunque sólo fuera por ver con qué se sustituye, que esperemos sea algo nuevo pues de las alternativas experimentadas hasta la fecha nos libren los dioses.

(La imagen es una foto de Looking4poetry, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 20 de març del 2009

La soberbia del Papa.

Tengo dicho en entradas anteriores que, a mi entender, el rasgo esencial de este Papa es su enorme soberbia. Le pierde ese narcisismo intelectual que lo impulsa a decir lo primero que se le ocurre y cree que es brillante sin tener en cuenta a quién puede ofender y cuál pueda ser su reacción. Lo ha hecho ya con los musulmanes, lo ha hecho con los judíos y hace poco metió su pontifical gamba levantando la excomunión a un obispo británico negacionista del holocausto y bastante fascista. El patrón de comportamiento es siempre el mismo: su soberbia no le deja calcular el efecto de sus palabras muy probablemente porque, siendo un reaccionario visceral este antiguo inquisidor general, le salen del fondo del alma.

Supongo que pueda haber alguien asombrado de que quepa atribuir un pecado mortal como la soberbia a un Papa. En más de veinte siglos de historia ha habido Papas que han practicado la panoplia entera de esos pecados: ha habido papas lujuriosos, avariciosos, iracundos, perezosos, gulones... ¿cómo no soberbios? Es más, es el pecado papal por excelencia. Que se lo pregunten a Francisco de Asís.

Todos los medios, las instituciones nacionales e internacionales del mundo, la opinión pública global han puesto el grito en el cielo por las declaraciones de Benedicto XVI sobre el preservativo y su relación con el SIDA por entender que son irresponsables, perniciosas y provocativas. Ciertamente hace falta estar cegado por la soberbia y el desprecio al auditorio para negar la evidencia, esto es, la utilidad de los condones para contener el SIDA y ofrecer, en cambio, como remedios: "la humanización de la sexualidad" y "una verdadera amistad con las personas que sufren". Textualmente.

Lo del condón ha sido lo más grueso y en lo que se han fijado los medios, pero el viaje del Papa al Camerún ha estado lleno de afirmaciones sublimes que muestran a las claras que este hombre piensa que el resto de los seres humanos somos literalmente imbéciles. Por ejemplo, preguntado por qué mensaje lleva al África responde que no trae un: "Evangelio de prosperidad, sino un realismo cristiano; no anunciamos milagros, como hacen algunos, sino la sobriedad de la vida cristiana." También textualmente, como si fuera un ingeniero de caminos. Porque si el Papa no anuncia milagros ¿qué anuncia?

Hace falta ser soberbio y cínico para predicar "sobriedad" a los africanos que, en su mayoría, no tienen para comer pero qué me dicen del momento en que les aconseja que no se ilusionen con falsos ideales de los que, como todo el mundo sabe, hay a patadas en el continente negro en el cual unos cuantos inmorales tratan de "imponer el reino del dinero"? ¿En el África? ¿El reino del dinero en el África? Este vicario de Cristo ¿sabe en dónde está?

Pregunta retórica: no, no lo sabe y además le importa un rábano porque en su egolátrica soberbia es incapaz de preocuparse por averiguar a quién está hablando. ¿O es de recibo que les diga a los negros del Camerún que hay que proclamar el Evangelio para que la luz de Cristo pueda refulgir en la negrura (darkness) de la vida de la gente?

(La imagen es una foto de Carlos Y, bajo licencia de Creative Commons).

La calle siempre es suya.

Nada se parece tanto a un ministro del Interior como otro ministro del Interior. El partido al que pertenezcan es secundario cuando no irrelevante por completo. Siendo Fraga, ejemplar franquista, ministro del Interior en los tempranos días de la Monarquía, la policía mató a cinco manifestantes en Vitoria e hirió a muchos otros mientras el político acuñaba su famosa frase: "la calle es mía".

En tiempos de la República de Weimar se dijo que el ministro del Interior, el socialdemócrata Gustav Noske, permitió el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebnecht si es que no lo ordenó directamente. Hace dos días que la policía catalana y balear esta repartiendo estopa en las calles a los jóvenes manifestantes en contra del proceso de Bolonia con un resultado de heridos y contusionados que aún no se conoce de cierto. En Cataluña, el consejero de Interior es el señor Joan Saura, presidente de Iniciativa per Catalunya-Els Verts, esto es, la Izquierda Unida catalana.

Supongo que mucha gente en IU estará horrorizada de este Fraganoske a la catalana, pero todo será cuestión de acostumbrarse a la consolidada sabiduría popular: "si quieres conocer a Juanillo, dale un carguillo". Es de esperar que este ministro del Interior de izquierda tome contundentes medidas con los policías que han actuado con evidente abuso, demasía y salvajismo, que se presenten disculpas a la población civil y se castigue a los responsables. Si esto no sucede habrá que reconocer que un ministro del Interior es siempre un ministro del Interior, como saben todos los policías que hay en el mundo y la única posibilidad de enfocar esta cuestión desde la izquierda quizá sea acudir al desván de la polvorienta memoria y recordar que la izquierda preconizaba la desaparición del Estado, cuya manifestación más genuina es el ministerio del Interior.

(La imagen es una foto de InSurGente, bajo licencia de Creative Commons).

El sueño de la pureza.

En el Museo del Prado hay una pequeña exposición muy curiosa. Es una colección (diecisiete piezas en total) de cuadros y dibujos prerrafaelistas que se conservan en el Museo de Ponce en Puerto Rico, al parecer reunidas por un coleccionista puertorriqueño aficionado a la escuela, una ocasión única para ver obras que no aparecen sino raramente por Europa y, que yo sepa, nunca en España. El conjunto es temático sobre el prerrafaelismo pero la imagen que los expositores han decidido usar para el folleto (a la izquierda), la famosa y bellísima Flaming June, "Junio (o Juno, que ésta es la ambigüedad del texto) ardiente", es la única que no es prerrafaelista, ya que el autor, Frederic Leighton, aunque próximo a los postulados de la Hermandad Prerrafaelista cultivó un estilo neoclásico con otras influencias renacentistas, la más obvia de todas en Flaming June, la de Miguel Ángel. Sigue la confusión porque, aunque la joven del cuadro de Leighton está dormida al calor del verano mediterráneo (y con un color que es una gloria del cielo), no tiene nada que ver con el título sobreimpreso en el folleto, que hace referencia al cuento de La bella durmiente de Perrault, si bien en la interpretación de Alfred Lord Tennyson The Day-Dream, que es una versión de la leyenda de la Briar Rose.

Burne-Jones, el prerrafaelista más representado en la exposición pues hay de él cuatro cuadros y todos los bocetos y dibujos, pintó tres series de esta leyenda de la rosa silvestre (que es lo que es una Briar Rose) siguiendo el poema de Tennyson, pues tuvo mucho éxito. La primera serie (que tiene cuatro cuadros) se encuentra en Buscot Park, en Inglaterra, la tercera (con tres cuadros) está repartida y la segunda, también llamada la "pequeña serie" es la del Museo Ponce que aquí se exhibe: y se compone de tres paneles: "El bosque de rosas", "La sala del consejo" y "El arco de rosas". La serie contiene muchos de los elementos prerrafaelistas: colores cálidos, elegancia y suavidad en el dibujo, escasa perspectiva, un mundo mágico, puro, simbólico, una referencia al sempiterno paralelismo entre la muerte y el sueño y, sobre todo, la idea de la renovación, la resurrección que es la que trasmite la leyenda de la doncella vuelta a la vida por el beso del príncipe cien años después de su accidente.

Pero la Briar Rose está a falta de uno de los motivos esenciales del prerrafaelismo, que es el elemento artúrico que muchos de los prerrafaelistas también referían a otro poema de Tennyson, el famoso Idylls of the King. En este caso está representado por el cuadro más imponente de la exposición: El último sueño de Arturo en Avalon, una composición de gran tamaño que representa al legendario Rey de Bretaña después del último combate en Camlann con Mordred, el architraidor, el hijo que había tenido con su hermanastra Morgana le Fay. Arthur ha sucumbido (que no muerto) y reposa en la legendaria Avalon en espera del día en que haya de retornar, guardado por una serie de figuras femeninas del ciclo, varias reinas y la propia Morgana. El cuadro contiene todos los elementos formales y estilísticos de los prerrafelistas, la escenografía medievalizante, el simbolismo melancólico y hasta esa costumbre de pintar a todas las doncellas con los mismos rasgos andróginos, que da una sensación de curiosa irrealidad. No obstante, siempre he pensado que esta obra, en la que Burne-Jones estuvo trabajando hasta poco antes de morir, estaba recargada. En la exposición puede verse un boceto originario que aclara mi intuición. La idea del pintor era mucho más simple y elegante, concentrando la intensidad dramática en Arturo, con menos figuras secundarias y más importancia del paisaje. En la obra final, el dramatismo queda sepultado ante lo imponente del mausoleo que esta fuera de toda proporción y las figuras distraen. Pero, en todo caso, una muestra maravillosa de aquel espíritu prerrafaelista típicamente victoriano consistente en idealizar la Edad Media, en perfecta sintonía con el Romanticismo, y escapar de la fealdad ambiente que traía consigo la revolución industrial.

También hay piezas de Dante Gabriel Rosetti (y una muy significativa, Dis Manibus) y William Holman Hunt; pero la que personalmente encuentro más interesante es la titulada La huida del hereje, de John Everet-Millais, una muestra más de pintura narrativa, de contenido, de este artista comprometido con unos ideales liberadores y contrarios a todo tipo de opresión y un cuadro que, por su temática, recuerda el mucho más famoso de La orden de liberación, cargado de simbolismo a favor del nacionalismo escocés como éste lo está en contra de la Inquisición española.

Vamos, que es una exposición de pocas piezas pero a la que conviene ir con tiempo porque esta pintura parece detenerlo.

dijous, 19 de març del 2009

De la niña de Rajoy al niño de los obispos.

¡Cuán sana y provechosa es la utilización que la derecha nacional-católica hace de los niños! ¡Qué pura y lejana de esa obsesión de los progres por evitar que se emplee a la infancia en pro de objetivos político-religiosos que no comprende! Dice la izquierda con su habitual desfachatez que hay que proteger a los niños de todo uso publicitario, partidista, faccionalista o sectario. Como si hubiera alguna relación entre las nobles causas que la derecha amadrina y las inmundas perversiones que obsesionan a la izquierda.

Todavía el señor Rajoy, víctima de esas fábulas del centrismo y la laicidad del discurso político, no se valió de una niña concreta, con nombre propio y rostro individual sino que, cuando, a fuer de cursi, decidió perder las últimas elecciones, dijo estar pensando en una niña en general y abstracto, en la esencia "niña" como los realistas en la polémica de los universales. Cualquier niña le valía para sus fines, una niña a la que el futuro aportado por las sabias recetas del señor Rajoy haría sonreír como un trocito de cielo. ¿Y por qué niña y no niño? Supongo que para que no hubiera equívocos o interpretaciones torcidas de esas de: ¿y qué quiere hacer Vd. con este niño, grandullón? Además, al ser niña, la cosa queda políticamente mucho más correcta por aquello de la emancipación femenina, otra obsesión que hace a la derecha subordinada a las demagógicas consignas de la izquierda, algo de lo que tendrá que librarse si quiere tener el apoyo de los sectores más enteros del macizo de la raza.

Los obispos, en cambio, no se andan por las ramas, la corrección política no está en sus cánones y de la emancipación femenina sólo quieren oír hablar si conduce directamente al martirio y, con él, a la santidad. Además, su trato con los infantes, como nadie ignora, rebosa de rasgos sorprendentes, indicadores de extraordinarias familiaridades. Así que el bebé que plantan en sus carteles en contra del aborto es un niño concreto, con nombre y apellidos. Eso son convicciones firmes como rocas ya que corren el riesgo de que, quizá, dentro de veinte o veinticinco años, ese niño pueda pedir cuentas a sus padres por haberlo utilizado sin consultarlo como icono de una campaña política en pro de una opción que a lo mejor él ya no aprueba, pues los seres humanos evolucionan aunque, fijándonos en algunos obispos, pareciera que no es así.

Está bien esta idea episcopal de echar mano de un niño real, individualizado, concreto y no de una ficción fabulosa y, sobre todo, de haberlo puesto ya evolucionado para evitar el problema que se señalaba más arriba. Este niño concreto ha cerrado el ciclo evolutivo hasta alcanzar su condición perfecta de víctima inocente cuya vida hay que proteger ya que el Concordato en vigor, a través de los suculentos Acuerdos de 1979 con la Santa Sede, aun la deja en peligro y zozobra.

(La imagen de Rajoy es una foto de Movimente, bajo licencia de Creative Commons).

Psico-sociología del bip.

Creo recordar que en alguna de sus interesantísimas obras explicando los principios de la etnometodología, Ervin Goffman tenía un capítulo sobre el comportamiento socialmente construido en las colas de los supermercados, tan brillante y sugestivo como todos los suyos. Lejos estaba de suponer el sabio etnometodólogo que, andando el tiempo, el otro extremo de aquella cola de su ejemplo, al que él no había prestado atención, esto es, la cajera, se erigiría en fuente documental de impensada hondura, capaz de dejar chiquitas las profundas observaciones del estudioso. Porque este es el caso de este curioso libro que está siendo un éxito de ventas en Francia (Anna Sam, Tribulaciones de una cajera, Ámbar, Barcelona, 2009, 191 págs.) como lo será en los países en los que se vaya traduciendo. Ya hay una versión italiana y parece que está preparándose una inglesa.

Me figuro que Anna Sam no sabe nada de etnometodología, construcción social de la realidad, roles o expectativas de roles, entre otras cosas porque es licenciada en literatura francesa, título que obtuvo mientras trabajaba de cajera en un supermercado en Rennes y que facilita acceso al conocimiento de los seres humanos pero bajo una perspectiva distinta de la sociológica. Al acabar sus estudios y no conseguir trabajo en lo suyo, Sam decidió seguir de cajera hasta un total de ocho años, ocho años que a veces quedan pavorosamente medidos en este libro en forma de cifras del tipo siguiente (me invento las cantidades pero son aproximadas a las que da la autora) : trescientos "buenos días, señor", cuatrocientos "su vuelta, señora", trescientos cincuenta "¿tiene la tarjeta de cliente?", seiscientos "bips" de la maquina cada vez que lee una etiqueta de barras, etc. Ocho años de estar seis horas diarias (con dos pausas de quince minutos) en una caja, pasando productos por el lector óptico, aguantando las broncas, los malos modos, la impertinencia, la soberbia, la necedad de miles de clientes, algo de lo que los lectores se dan cuenta de inmediato, ya en las primeras páginas del libro, porque todos hemos pasado a nuestra vez cientos de veces por las cajas de los supermecados, hemos tenido más o menos las reacciones que Sam reproduce con tanta exactitud como (generalmente) amargura o hemos visto tenerlos, incluso los más extremos, desde el tipo que se cuela, al imbécil que quiere pasar por la cinta de "máximo 10 unidades" con catorce productos, la pareja que pretende que la atiendan después de la hora de cierre o la señora que compra todo a base de cupones y retiene la cola de modo interminable mientras ajusta las cuentas.

Ciertamente, la autora describe un trabajo mecánico, rutinario, aburrido al máximo, sufrido hasta el extremo pues, sea cual sea el comportamiento del cliente (que puede oscilar entre la grosería y la ofensa sexual) la respuesta sólo puede ser una sonrisa, falto de autonomía, infravalorado y mal pagado ya que no siquiera llega a mileurista dado que su sueldo era de unos ochocientos euros. Esto de la infravaloración es el aspecto que Sam -que se tiene a sí misma, lógicamente, en el debido concepto- peor lleva. Dos ejemplos que incluso reitera: el cliente que pasa por la caja, deposita los productos en la cinta, los recoge, los mete en la bolsa, paga y recibe el cambio sin dejar de hablar por el móvil, sin mirar a la cajera y mucho menos saludarla. Eso, me atrevo a decir, lo hemos visto todos. Otro ejemplo, el diálogo siguiente: una madre dice a su hija señalando a la cajera: "mira por qué tienes que estudiar, para no quedarte en cajera". Ana: "señora, soy licenciada en literatura francesa". Madre: "¿sí? Nadie lo diría viéndole la cara".

Anna Sam habla de lo que sabe, lo que ha vivido directamente y el cuadro que pinta es impresionante y es directo, empírico, con muy poquita teoría, porque claro es que no es necesaria. ¿Qué teoría hace falta para decirle al tío que pretende pagar con tarjeta de crédito pero no quiere enseñar su carné de identidad porque en la foto no tiene todavía el peluquín que ahora luce, que sin carné de identidad no hay pago? Y de estos casos hay cientos en el libro de forma que una de las tentaciones que debe vencer el crítico es la de ponerse a relatar las suculentas anécdotas que con tanta precisión como ironía (e, insisto, amargura) retrata la autora y como yo mismo he comenzado ya a hacer. Es mucho más justo avisar al lector de que el libro es un compendio de las infinitas miserias y alguna que otra grandeza del comportamiento de los seres humanos en esas situaciones que hace treinta o cuarenta años sirvieron a Goffman para articular su teoría con muy buen ojo porque, como demuestra la autora, ponen de manifiesto lo más profundo de nuestra naturaleza. El libro se lee además a toda velocidad porque engancha con sus capítulos breves, encadenados de forma que uno quiere siempre saber de qué va el siguiente. A propósito, la traducción de Concha Pérez-Puis es magistral. Resuelve todos los problemas de forma elegante y castiza y consigue hacer más rápido el texto. Sólo discrepo de su decisión de castellanizar los nombres propios: señor García, señora López o los productos alimenticios. Choca un poco. Pero no es relevante.

En el párrafo anterior aparece ya la expresión reveladora: capítulos breves. En efecto, un buen día de su gris, anodina, rutinaria vida de cajera a la que nadie se digna mirar, Anna Sam decidió abrir un blog que se llamó cassierenofutur.overblog.com (no lo busquen; lo ha cancelado) contando sus experiencias cotidianas y se encontró con que inopinadamente triunfaba en la blogosfera, con decenas de miles de visitas y cientos de comentarios, una prueba más de la potencia de la red y, en concreto, de la citada blogosfera. Tan grande fue el éxito que tuvo una oferta de Éditions Stock de llevar el blog al papel y ahí se fabricó el éxito de ventas que, ciertamente, cambió el destino de Anna quien ya no se sienta a caja alguna de supermercado sino que, imagino, lleva una vida muy distinta.

Una primera moraleja de esta curiosa historia es que el libro es escritura típica de bloguera. Los capítulos son cortos porque responden a las entradas, los posts, los apuntes más o menos diarios que la autora iba hilvanando y tienen ese carácter inmediato, directo, sin pretensiones, franco y abierto que es típico de la blogosfera, el nuevo territorio de la literatura, guste o no a quienes desconocen (y, en consecuencia, desprecian) los rasgos más elementales de este fascinante continente nuevo de la humanidad.

La segunda moraleja es de otro tipo. Decía Eugene V. Debs, histórico sindicalista estadounidense, fundador de la International Workers of the World (IWW) y dirigente del Partido Socialdemócrata y luego del Partido Socialista estadounidense, ambos revolucionarios, when I rise it will be with the ranks and not from the ranks. Lo pongo en inglés porque la traducción al español es difícil debido al juego de palabras: "Cuando ascienda será con la organización y no desde la organización". Se entiende, ¿verdad? Hermoso propósito que habla de cuán noble espíritu era Debs pero que no se atempera con la realidad. Anna Sam se ha levantado, ha ascendido con todo su mérito y gracias a su personalidad, esfuerzo y tesón desde su condición de infraproletaria superexplotada a la de persona acomodada que probablemente hace ahora con su tiempo lo que quiere y no tiene que pedir permiso para ir a hacer pis, pero lo ha hecho from the ranks y no with the ranks. Detrás quedan los cientos, miles de cajeras (y cajeros) cuya situación ha sabido retratar muy bien pero que no por eso mejorará un ápice.