Menuda primera de Público. Está claro que tiene una finalidad connotativa que lleve a asociar la SGAE con ETA o, cuando menos, con la mafia. "Desmantelar" y "cúpula", dos términos de resonancias tremendas. Es un reflejo de la animadversión que concitaba Bautista en sectores amplísimos de la población; más concretamente, tod@s los obligad@s a pagar un canon que no tiene niguna justificación moral y que ha sido desautorizado. Pero no sé si ello puede llevar a poner al acusado desde ya mismo en la picota.
dissabte, 2 de juliol del 2011
Dos casos de manual.
Menuda primera de Público. Está claro que tiene una finalidad connotativa que lleve a asociar la SGAE con ETA o, cuando menos, con la mafia. "Desmantelar" y "cúpula", dos términos de resonancias tremendas. Es un reflejo de la animadversión que concitaba Bautista en sectores amplísimos de la población; más concretamente, tod@s los obligad@s a pagar un canon que no tiene niguna justificación moral y que ha sido desautorizado. Pero no sé si ello puede llevar a poner al acusado desde ya mismo en la picota.
divendres, 1 de juliol del 2011
El ataque al Estado del bienestar.
Allá por 1984 Palinuro publicó un libro, Del Estado del bienestar al Estado del malestar, (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales), que se reeditó en 1991, cuando la Unión Soviética estaba viniéndose abajo. Su contenido era el que preanunciaba el título, que resultó profético. A raíz de la crisis del petróleo de 1973 (precedida por la supresión de la convertibilidad del dólar en 1971) se desencadenó un ataque contra el Estado del bienestar en cuatro frentes: teórico, político, jurídico y económico. En el teórico se argumentaba que el Estado del bienestar era insostenible y que había que volver a la teoría clásica, enterrando el keynesianismo (en esencia, la llamada revolución neoliberal; en el político, el hundimiento del comunismo dejó a la izquierda en los países capitalistas sin su "última razón", sin su apoyo empírico; en el jurídico, se puso freno a la juridificación y constitucionalización de los avances en derechos y políticas sociales, a lo que Elías Díaz llamaba la "juridificación de la transición al socialismo"; en el económico, el proceso de globalización ha fortalecido el capital, que se ha internacionalizado, pero no el trabajo, que no lo ha hecho.
Este dato es más importante de lo que parece y permite al capital, en una posición de fuerza, replantear el pacto social-liberal de la postguerra, el del Estado del bienestar y los acuerdos de Bretton Woods. Desde el momento en que una parte importante del antiguo Tercer Mundo, China y el sudeste asiático, pero no sólo ellos, pasa de ser mercado de productos occidentales a convertirse en productor que invade los mercados de las antiguas metrópolis, éstas están sometidas a una competencia feroz que no pueden resistir porque el viejo recurso del proteccionismo ya no se puede emplear. Ha sido el capital internacionalizado en busca de mayor rentabilidad el que, al deslocalizarse, ha puesto en marcha la maquinaria que trae la crisis a los países en los que se originó.
Para poder sobrevivir en una competencia en la que los antiguos mercados se han convertido en potencias financieras y son las que invierten ahora en los países occidentales, bajo sus condiciones, el capital exige la reducción de costes en todos los órdenes, públicos y privados. Esa exigencia, contra la que los Estados del bienestar están política y jurídicamente desarmados (además de deslegitimados por la tremenda ofensiva teórica neoliberal), puede ser la sacudida definitiva para que el edificio se desmorone.
Lo único que puede parar esta destrucción es la movilización de las poblaciones con los consiguientes riesgos de conflictos, disturbios, trastornos sociales, turbulencias de todo tipo. Lo que sucede es que esa movilización no es muy plausible, habida cuenta de que carece de una clara proyección en el futuro. Ningún partido con relevancia política y parlamentaria en Europa propone la socialización de los medios de producción. De todos. Sin embargo, esa práctica es la única alternativa visible al capitalismo que descansa sobre la propiedad privada de tales medios. Y si alguien quiere calibrar en qué medida el capital está ganando la guerra, que considere cómo la consigna del tiempo es privatización y consiguiente desaparición de cualesquiera sectores publicos.
Sin orientación estratégica, la movilización ciudadana (el 15-M, por ejemplo) se limita a proponer reformas tácticas. Estas pueden ser muy importantes; por ejemplo, pueden plantearse como un control democrático de los mercados y del uso de los medios de producción. Así se soslayaría el inconveniente de la socialización. Pero lo que ésta tenía de erróneo lo tenía de claro mientras que es posible que lo que la democratización tenga de acertado, lo tenga de confuso ya que la democracia es término muy contestado. La prueba: la frecuente crítica de que las democracias representativas no son verdaderas democracias. Razón por la cual, se dice, la democracia está ahora en la calle, en la lucha por el Estado del bienestar.
Crónica de la revolución indignada (XV).
El 15-M es un movimiento multifacético en el que se escuchan propuestas muy diversas y en bastantes casos, contradictorias. No tiene un programa sino una especie de fogonazos, de ideas que lucen como estrellas aisladas entre sí; el 15-M es un mosaico o una especie de cielo estrellado. No tiene un único criterio. Esto es algo lógico: es imposible que dos seres humanos tengan convicciones idénticas, mucho más un conjunto de ellos, reunido de modo espontáneo al calor de una pasión humana, la indignación. Podían haberse reunido al calor del amor o del odio o de la juerga. Pero lo han hecho a la de la indignación. Tod@s están indignad@s pero luego, cada cual es de su padre y de su madre.
Esta circunstancia produce cierta irritación en la gente que quiere saber, como se dice, a qué atenerse. Pero no es para enfadarse. Palinuro, por ejemplo, que está muy mosca con la ausencia de referencias a la Iglesia en el 15-M, reconoce que, dado lo abigarrada de la composición del movimiento, habrá gente de activa confesión católica y hasta meapilas y quizá no convenga enfadarse por esa causa. No es muy convincente pero se puede admitir.
La desconfianza es compatible con el apoyo al 15-M; es lo que se llama eufónicamente apoyo crítico, que se suma al muy extenso apoyo social de que goza el movimiento. Lo curioso son las discrepancias que generan tanta irritación en el discrepante que éste pasa a indignarse con los indignados. A medida que discurren los días y se remansan las aguas del primer choque del 15-M, proliferan estas críticas indignadas. Un bloque de ellas procede de militantes y seguidores de partidos tradicionales que se indignan de no poder defender sus opciones partidistas en el seno del movimiento sobre todo cuando éste subraya una y otra vez, que no es ni quiere ser un partido. Para estos militantes es impensable no poder hacer propaganda de su partido y no parecen caer en la cuenta de que si la hicieran todos los que pertenecen a otros partidos el 15-M se convertiría en un batiburrillo insoportable. Por supuesto es impensable que cualquier partido que se acerque al 15-M por la afinidad que sea no trate de orientar el movimiento en el sentido de su programa. En su extremo más delirante este intento quiere hacerse mediante la infiltración de militantes de esos partidos en los organismos del 15-M.
El otro grupo son los analistas que, por carecer de vinculaciones orgánicas con partidos se piensan au dessus de la mêlée, lo que no es enteramente cierto porque, aunque no militen, suelen comulgar con determinadas opciones políticas amplias, normalmente los partidarios del sistema democrático actual, tanto en su variante maximalista (tenemos la mejor democracia que cabe pensar) como en la minimalista (tenemos la menos mala). En cualquiera de los dos casos, los indignados suscitan indignación, a su vez, por su insistencia en no hacer las cosas según las reglas del juego.
Esta indignación se justifica con poderosas razones numéricas: los diputados, por ejemplo, representan a cientos de miles, millones de ciudadanos mientras que, por todo lo que sabemos, los indignados se representan a sí mismos y si acaso. Pero es innegable que tienen un amplísimo respaldo en la sociedad, incluso entre aquell@s que votan partidos políticos tradicionales. Lo que dicen los indignados de los indignados es que eso está muy bien, pero que se demuestre de la única forma admisible en democracia, que es a través de partidos que se presentan a eleciones. El error está en admitir esta afirmación sin matizarla: los partidos no son los únicos medios de acción política democrática. La Iglesia, la banca, la patronal tienen un enorme peso político y orientan la acción del gobierno sin ser partidos. Pueden estar más cercanos a unos que a otros pero ellos mismos, como actores con influencia, no son partidos. ¿Por qué no va a tener incidencia política real, práctica, el 15-M aunque no se constituya en partido? La lucha contra el sistema no tiene por qué hacerse en los términos del sistema mismo, puede probar con otros. La calidad de la democracia se medirá según cómo ésta consiga integrar esa lucha y esa crítica. Indignarse con los indignados reconociendo que tienen razones para estar indignados pero negándoles crédito porque no pongan en práctica esas razones es confundir la salva sea la parte con las témporas.
(La imagen es una foto de cris_gn, bajo licencia de Creative Commons).
dijous, 30 de juny del 2011
Grecia: la de Troya.
¿Podría estar pasando en Madrid lo que está pasando en Atenas si Zapatero no hubiera tomado las duras medidas en mayo de 2010 que tan caras han costado al PSOE un año después? Se trata de una típica cuestión contrafáctica, de esas que, siendo puramente hipotéticas, no tienen respuesta. O, mejor dicho, tienen varias, no necesariamente coincidentes y una de ellas, sin duda, es "sí", claro que podría estar pasando. La oposición de derecha hizo lo que estuvo en su mano para que sucediera cuando cuestionó la capacidad del gobierno y de España en su conjunto para afrontar el pago de la deuda, cuando Aznar recorría el mundo como el agorero de la catástrofe, hablando pestes de su propio país, a ver si lo hundía y todos afirmando siempre medazmente, como puede verse ahora, que España estaba como Grecia. En esto la derecha coincide con esa izquierda sedicentemente radical que cree que si no hay un estallido revolucionario violento ella no tiene nada que hacer y es muy posible que tenga razón.
Pero no ha pasado; España no ha seguido el rumbo de Grecia como sí lo han seguido parcialmente Irlanda y Portugal. Las duras medidas de ajuste de Zapatero le volvieron la opinión en contra, le encresparon a sus propios votantes, permitieron que se dijera que el PSOE había dejado de ser socialdemócrata como si fuera una traición cuando ya los guardianes puros de las esencias revolucionarias venían diciendo desde los años veinte del siglo XX que ser socialdemócrata era en sí mismo una traición, de forma que la acusación ahora sería el haber traicionado la traición. Todo para acabar con esa fórmula ridícula de que el PP y el PSOE son lo mismo con lo que resulta incomprensible por qué la derecha está loca por echar a los socialistas y ocupar el poder de nuevo.
Tales duras medidas provocaron en parte el movimiento de los indignados. Pero los indignados españoles, a diferencia de los griegos, son pacíficos. En España no hay violencia. ¿Por qué no? ¿Es que los griegos son genéticamente más dados a la bronca que los españoles? La diferencia radica en las medidas de ajuste en sí mismas. En España han sido muy duras y han recaído preferentemente sobre los sectores menos favorecidos de la población; pero es que en Grecia han sido durísimas, verdaderamente abusivas, despiadadas, afectan también a l0s menos favorecidos pero los maltratan mucho más. Tanto que no han podido aguantarlo y ha intensificado la violencia que ya venía de atrás.
En ambos casos, Grecia y España y, en general, en todos los países capitalistas, se da la certidumbre de que la crisis beneficia a los ricos, perjudica a los pobres y está consiguiendo desmantelar el Estado del bienestar. Sin duda. Pero en Grecia esta situación es más grave: la conciencia de los griegos de haber sido estafados por sus bancos, sus financieros, sus empresarios, sus políticos es tan patente como en Islandia, pero de consecuencias mucho más dramáticas. Y la idea es clara: los griegos tienen que ser la cabeza de turco en la que el capital europeo pueda imponer sus condiciones. Con cierta ingenuidad, El País lo dice sin sombra de duda: Grecia evita el caos en la zona euro al aprobar duros recortes. O sea, los griegos van a pagar por todos y sobre sus espaldas caerá la tarea de que el Deutsche Bank o la banca francesa (los más expuestos a la deuda griega) no mermen sus beneficios. Grecia hizo Europa en la época clásica y Europa se lo paga arruinándola y poniéndola de rodillas.
Un movimiento de solidaridad con Grecia, que ya ha comenzado entre los indignados, pero no es suficiente debiera recorrer Europa. Los europeos debiéramos exigir a nuestros representantes en Bruselas que aprueben de una vez una tasa sobre las transacciones financieras que ahora parecen estar considerando, cuando llevan años negando la conveniencia de la famosa tasa Tobin, que inspiró el nacimiento de Attac. Y que con esa tasa se rescate Grecia. Sería lo justo. Que pague el capital la catástrofe que el capital ha provocado.
Crónica de la revolución indignada (XIV).
Los indignados llevaron el debate sobre el estado de la Nación a su foro habitual en la Puerta del Sol con lo que Esperanza Aguirre, que asistió al del Congreso el martes, podrá comparar los dos. Hubo varios cientos de personas que debatieron sobre cuestiones de economía e hicieron algunas propuestas tan razonables que cualquiera las suscribiría, como abolir los paraísos fiscales, cosa que ya había dicho, entre otros, Sarkozy. Según los economistas, muchas de esas propuestas son realizables. Por supuesto, seguramente todas. La dificultad no es de carácter económico, sino político. Los ricos no quieren, y son los que mandan.
En su fulgurante evolución, el 15-M está realizando un curso de aprendizaje revolucionario. Empezó con una proclamada vocación apolítica, apartidista, asindical y a ella sigue remitiéndose, aunque cada vez con menos intensidad porque la realidad le demuestra tozudamente que, quiera o no, su combate es político y tendrá que librarlo en sede política e institucional. De lo contrario, además del peligro de la irrelevancia, correrá el de caer víctima de alguna manipulación de infiltrados en su seno procedentes de otro partido. De eso venimos hablando hace días. Hasta la fecha, la izquierda se ha mantenido en una actitud prudente: quisiera integrarse en el movimiento, orientarlo, pero sabe que no debe hacerlo y, además, los indignados no se dejan.
Pero la maniobra puede salirle a otro partido. Por ejemplo, según se denuncia en Kaosenlared, una manipulación mediante infiltración es lo que han pretendido los republicanos de ese inenarrable personaje que es Trevijano, el viejo inspirador de la conspiración republicana de los años noventa (Lo sentimos chicos del MCRC, habéis sido descubiertos: O de cómo DRY empieza a desmarcarse de los infiltrados), una oscura maniobra en la que participaban otros aficionados a las conjuras de opereta cuyo eje suele ser El Mundo. El MCRC es el Movimiento Ciudadano por la República Constitucional que, según el artículo, está conectado a un partido de extrema derecha de un periodista de Intereconomía que ya ha intentado en otra ocasión acaudillar a los indignados en favor de sus postulados y, por otro lado, a UPyD. Una infiltración en toda regla para orientar el 15-M en una dirección delirante que recuerda la Conquista del Estado, de Ledesma Ramos o el Estado libre de Fiume, de Gabriele d'Annunzio, aunque con un lenguaje mucho más pedante y relamido.
Por esto DRY (Democracia Real Ya) se desmarca de la propuesta de Referéndum para el 15 de octubre que Palinuro consideraba poco viable en un post anterior. Y lo hace al caer en la cuenta de que ha estado a punto de ser instrumento de un grupo de conjurados compulsivos que quiere instaurar una República mediante un golpe de mano en el tiempo que le deja libre su incansable búsqueda de los verdaderos autores de la matanza del 11-M.
(La imagen es una foto de sergi MD, bajo licencia de Creative Commons).
dimecres, 29 de juny del 2011
El debate de los adioses.
Muy curioso el debate de ayer. Zapatero se despide y Rajoy, que aspira a sustituirlo, no llega. En el medio, la incógnita de qué suerte deparará el destino a Rubalcaba, el gran ausente presente. Su jefe no se refirió a él en ningún momento, quizá por prudencia y porque el sentido común ordena que se configure como figura autónoma, con proyecto propio, a la sombra de nadie. El líder de la oposición mayoritaria tampoco lo mencionó lo que no solamente es una imprudencia y un error garrafal, sino una prueba de que su discurso carece de sentido.
Zapatero, libre como los pájaros, trazó el cuadro de la crisis, explicó la necesidad de las duras medidas adoptadas y afirmó que, a pesar de todo, se habían mantenido las políticas sociales. Al margen de que se esté o no de acuerdo con el carácter de las medidas, lo que es indudable es que, al adoptarlas, España se salvó de algo parecido a una catástrofe. Han caído Grecia, Irlanda y Portugal. España, no. Eso lo ve todo el mundo. Lo del mantenimiento de las políticas sociales es más discutible y de hecho la izquierda lo discute mucho. Pero sus propuestas concretas en una situación tan endiablada como la actual no son convincentes. El Pacto del Euro seguramente es un trágala pero, aparte de la indignación que suscita, deja bien claro que el margen de los gobiernos nacionales para arbitrar políticas económicas autónomas es casi inexistente. Cierto que en unos casos más inexistente que en otros, pero en el español inexistente de todo punto.
La oposición -toda- mostró carecer de alternativas reales y practicables (Durán enumeró algunas pero son más a beneficio de inventario e inferiores a las que anunció el propio Zapatero) limitándose a cuestionar al Presidente en lo personal la derecha y en lo ideológico la izquierda, ambos disparos muy acá o muy allá del blanco. Esto permitió a Zapatero dominar el debate en su conjunto porque allí se habló de lo que él quería, de forma que pudo desarrollar su discurso íntegro aprovechando las réplicas, muy contundente con Rajoy y más dialogante y hasta comprensivo con los demás grupos. Es la enésima escenificación de ese clima de la cámara cuya labor descansa sobre las negociaciones entre el Gobierno y la oposición excluido el PP. Es incomprensible que la derecha se deje arrinconar siempre en esa imagen hosca, aislada, incapaz de acordar con nadie salvo, ocasionalmente, con UPyD.
Pero es así y en parte porque los discursos de Rajoy son siempre el mismo discurso desde hace cuatro años: Zapatero debe convocar elecciones anticipadas que presupone que ganará él. Y esta será la garantía de que España saldrá de la crisis que Zapatero es incapaz de vencer. Es un discurso lógicamente absurdo porque da como causa lo que, de ser algo, será efecto. Es decir, porque el PP tiene la fórmula para salir de la crisis es por lo que Rajoy ganará las elecciones y no al revés, esto es, porque Rajoy ganará las elecciones es por lo que el PP tiene la fórmula para salir de la crisis. Y esto también lo ve todo el mundo que todavía no ha escuchado propuestas razonables de la derecha excepto su sistemático niet.
El estribillo de "elecciones anticipadas ya", una especie de remedo quejumbroso del estentóreo "¡váyase seor González!", y la ausencia de todo tipo de propuestas prácticas producen una sensación de hastío que no beneficia nada a la imagen de un Rajoy que tiene un carisma parecido al de las acelgas. Pero, además, en este último debate de la legislatura muestra una falta tal de reflejos de todo tipo que resulta increíble. Pedir elecciones anticipadas cuando faltan ocho meses para la celebración de las ordinarias con un verano por medio equivale a repetir el discurso del debate del año pasado con 12 meses de anticipo menos, una muestra de impotencia. Tres años, casi cuatro, pidiendo adelanto de las elecciones sin una sola moción de censura es una verdadera filigrana de irrelevancia parlamentaria.
Pero hay más y es peor: pedir elecciones anticipadas con el seguro candidato socialista sentado a escasos metros a la izquierda y no mencionarlo ni una vez, aunque sea para hablar bien de él, es prueba de que, al preparar sus discursos, Rajoy no mira la realidad sino que solo escucha sus obsesiones. La más importante de todas: ver si consigue, por fin, ganar unas elecciones, no vaya a ser que este debate no sea sólo el del adiós sino el de los adioses.
Crónica de la revolución indignada (XIII),
Palinuro está cada vez más mosca con el silencio del 15-M acerca de la Iglesia. Ahí están en la foto los indignados acampados ante la fachada del obradoiro en Santiago y podrían pasar por peregrinos. Esto huele a chamusquina. Se acerca el momento de la llegada del Papa contra cuya visita se agitan las aguas en la red y no sólo entre los habituales ateos sin redención posible sino también entre muchos católicos que ven con escándalo evangélico que, en tiempos de crisis, de penurias, recortes y precariedad, se haga un dispendio de esta magnitud con un motivo propagandístico y bastante insulso. Y un poco ridículo. Reunir a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo en agosto en Madrid a que el Papa les diga que son la luz y la esperanza del mundo, que no usen condón, que cuidado con las manos y que recompongan su alma, pues monseñor Rouco asegura que, al menos los del 15-M, la tienen rota, es algo tan irreal como esa religión, empeñada en organizar la vida de todo el mundo según las convicciones de unos cuantos que dicen interpretar unos escritos sagrados.
Y el 15-M, mudo al respecto. ¿Pederastia en la Iglesia? ¿Lujo, boato, despilfarro? ¿Glorias mundanas? ¿Olvido del espíritu evangélico? ¿Parasitismo de los fondos públicos? ¿Injerencia en asuntos políticos? ¿Oscurantismo? ¿Misoginia? ¿Negación de derechos de las minorías? ¿Intolerancia? ¿Manipulación? ¿Colonización del Estado? Realmente el 15-M ¿no tiene nada que decir sobre todo esto? No me lo creo.
Porque el discurso del 15-M llega a todas partes. Ayer estuvo presente en el debate sobre el estado de la Nación. Lo sacó la izquierda en la oposición y lo recogió la parte más a la izquierda del presidente del gobierno que llegó a reconocer -punto esencial- que el sistema electoral es injusto con IU. No sólo con IU, pero es importante que se diga en la cámara y que lo diga el presidente del gobierno. Ahora sólo falta que sea consecuente y dedique parte de lo que queda de legislatura a reformarlo. Si esto sucediera -y debiera suceder- se probaría que el 15-M, sin necesidad de ser partido ni tener organización allende la que da la red, ha obtenido un exitazo parlamentario.
El discurso del 15-M está también presente en esa plataforma de intelectuales y artistas que salieron ayer a pedir... ¡la reconstrucción de la izquierda! Varios de los allí presentes hace un año refundaban IU con tanto éxito que ahora quieren reconstruirla porque reconocen que la IU refundada no ha dado resultado en términos electorales. Puede que hasta haya sido contraproducente. Y ¿cómo se reconstruirá ahora? Según parece, recuperando ilusión, mucha ilusión y escuchando las proclamas que lanza un sector de la intelectualidad, mayoritariamente ligado a la IU refundada. Da la impresión de que el mensaje de fondo es que la izquierda se reconstruirá vertebrada por las reivindicaciones del 15-M. Pero esto es más que dudoso.
En términos teatrales (y la política es básicamente una acción escenificada) , familiares a muchos firmantes, el 15-M es el coro de los dramas griegos clásicos. Su función es avisar a los personajes y explicar al público, pero no es un personaje específico ni público sino un algo intermedio, oscilante, que ejerce influencia pero no sabe la influencia que ejerce. Es imposible que los partidos se identifiquen con el 15-M o, incluso, lo dirijan porque en éste hay clientela de partidos muy distintos y hasta de ninguno. La única posibilidad es dejar de ser partidos, fundirse por un proceso osmótico con el movimiento. Quizá por eso los intelectuales -que tienden al ideal platónico- dicen que quieren reconstruir la izquierda. No ya IU u otro partido sino la izquierda, que son ganas de nombrar la soga en casa del ahorcado en la que hay una pelotera permanente acerca de quién es de verdad de izquierda, quién de mentira, quién traidor, quién vendido, quién falsario. En todo caso, cada cual propone lo que le parece bien. Lo único que aquí puede decirse es que esa comparecencia pública parece haber equivocado el escenario ya que no deja claro a quién representan esos cineastas, escritores, profesores, jueces y qué quieren hacer con las firmas que están recogiendo. ¿Han probado a ir a leer su comunicado a una asamblea de indignados? Sería interesante asistir al debate. Porque, en fin, veremos qué da de sí el duplicado del del estado de la Nación hoy en Sol.
(La imagen es una foto de xornalcerto, bajo licencia de Creative Commons).
dimarts, 28 de juny del 2011
Fascistas, genocidas y roba-niños.
(A propósito de la petición de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de que el Congreso condene la sublevación fascista del 18 de julio de 1936).
Se alzaron en armas contra el gobierno legítimo que habían jurado defender.
Hicieron una guerra civil de tres años con ayuda militar de las fascistas Alemania e Italia y el empleo de regulares de África, contra su propio pueblo. La única guerra que el ejército español ha ganado en trescientos años... contra su propio pueblo.
Procedieron a un exterminio sistemático de los adversarios desarmados por razones políticas, o sea un genocidio.
Trataron a los vencidos con crueldad inaudita, persiguiéndolos, encerrándolos, torturándolos, asesinándolos, aterrándolos durante años; a ellos y a ellas.
Depuraron y represaliaron todos los cuerpos de la administración y las profesiones liberales y confiscaron o simplemente robaron los bienes, tierras y patrimonios de los vencidos.
Impusieron una dictadura totalitaria y terrorista de delincuentes con plena complicidad de la Iglesia.
Establecieron un régimen de corrupción generalizada en que los adictos a los delincuentes en el gobierno se enriquecían robando a la Administración mientras la gente pasaba hambre.
Sus generales y altos mandos eran sobornados por los ingleses y los aliados en general para que no entraran en la guerra mundial del lado de Alemania.
Enviaron una división a luchar contra los soviéticos con uniforme alemán y bajo mando alemán.
Robaron decenas de miles de niños de rojos para entregárselos como hijos adoptivos, criados o esclavos a las familias adictas al régimen, bendecidas por los curas.
Dieron muchos gritos pero dejaron Gibraltar como estaba por miedo a los británicos.
Vendieron la soberanía nacional en lo territorial a los Estados Unidos y en lo espiritual al Vaticano a cambio de leche en polvo y unas medallitas.
Enviaron a los trabajadores españoles como emigrantes en condiciones de miseria por cientos de miles a los países europeos para financiar con sus retornos el desarrollo español.
Siguieron robando niños con los mismos fines que antes, aunque no ya solamente a los rojos sino, en general, a los pobres.
Reprimieron toda manifestación de libertad, creatividad cultural o folklórica popular ensalzando el fútbol, los toros y el flamenco como la esencia de la raza.
Se tragaron todas las humillaciones militares en el norte del África, incluido el expolio del Sahara.
Se tragaron todos los desprecios internacionales, incluido el aislamiento en Europa como régimen apestoso.
Su sanguinario caudillo firmó las últimas penas de muerte un mes antes de morir él mismo bajo el manto de una Iglesia cómplice de la dictadura y genocidio.
Por entonces España no sólo era conocida en Europa por ser exportadora de mano de obra barata sino también por ser un lugar donde podían comprarse niños ya que su robo se había convertido en un negocio redondo.
A esto es a lo que Rajoy llama una gran nación y este es el régimen que su partido se niega a condenar, en el que sus capitostes vivían con extraordinaria placidez a los gritos de ¡Una, grande libre! y ¡Franco, Franco, Franco!
El problema de autoestima en el imaginario colectivo que aqueja a los españoles no es un invención sino que tiene raíces muy profundas y no se resolverá en tanto no se afronte la verdad.
(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell que muestra republicanos fusilados por los franquistas, bajo licencia de Creative Commons).
Crónica de la revolución indignada (XII).
Se ha dicho muchas veces: el movimiento 15-M es muy mediático. Y no se ha dicho tantas, pero sus relaciones con los medios son muy difíciles porque los acusan de manipular, de falsear la realidad, de mirar por los intereses del amo y no por los de la verdad. Y hay mucho de eso, en efecto: esos medios generalmente de la derecha que no informan pero sí insultan, mienten, tergiversan, borran imágenes, manipulan y falsean los sacan de quicio. Quizá les interese saber que eso es lo que habitualmente hacen con todo lo que recuerde la izquierda: periódicos, radios, televisiones de la derecha que son de trinchera, dedicados a lanzar basura sobre lo que no sea el PP. El 15-M no es una víctima especial o singular. Por ello a lo mejor empieza a distinguir algo entre la derecha y la izquierda, en lugar de ofrecer esa imagen tan pasada y falsa de "no ser lo uno ni lo otro", como José Antonio Primo de Rivera.
No obstante, quizá para no verse forzados a reconocer que no todos los medios son iguales, así como tampoco lo son los políticos, los indignados suelen lanzar andanadas contra los medios más equilibrados y profesionales, acusándolos asimismo de manipulación. Estos se ponen nerviosos y acusan el golpe con mala conciencia. Así, la defensora del lector de El País dedicaba su reportaje del domingo al problema bajo el título Indignados con los medios en el que recogía las acusaciones "genéricas" del 15-M y, a modo de respuesta, pedía la opinión de tres personas cuyo criterio considera "de referencia", siendo dos directamente de la redacción de El País y el tercero columnista habitual del medio. Tiene gracia la cosa porque ¿qué van a decir los escogidos? Lo que la articulista quiere escuchar, una mezcla de simpatía paternalista con el movimiento, con una pizca de crítica por sus exageraciones y una clara seguridad de que el asunto no va con ellos que, aunque no lo parezca, están por encima de toda sospecha. ¿Autocrítica? Cero. ¿Sospecha de que la complaciente (y aburrida) imagen que tienen de sí mismos no sea ampliamente compartida? Ninguna. Estos chicos del 15-M no son pulgosos, como dicen los brutos de la derecha, pero les falta un hervor y, sobre todo, carecen de contactos, de solvencia (¡cómo les gusta esta palabra que tanto traiciona!) en los círculos mediocráticos que ellos controlan.
Eso no es manipulación; es análisis. Y, por si fuera poco, para hoy ya se anuncia una profunda reflexión del estamento pensante del medio que seguramente deslumbrará a la concurrencia a través de un análisis de la "transparencia" que, por supuesto, nada tiene que ver con las reivindicaciones en el mismo sentido del 15-M.
Deslumbrar es también lo que pretende hacer la academia a la que el mismo periódico ha ido a interrogar siempre en búsqueda desinteresada de la verdad, y a ver si le coge el tranquillo a esa hirsuta desconfianza de los indignados para con los héroes de nuestro tiempo (Difícil democracia sin líderes) y que parece haberse puesto de acuerdo para repetir, salvo contadas excepciones, como si fuera una novedad la cantinela que Palinuro viene entonando hace semanas: que si quieren ser eficaces, los indignados tendrán que adoptar formas orgánicas representativas. Lo de los líderes ya me parece patinar de plano.
La verdad es que, puesto a soltar vaciedades, el estamento profesoral tiene poco que envidiar al periodístico. Todo lo que no encaje en las pautas que juzga inamovibles no existe; o, si existe, no sabe lo que quiere; o, si sabe lo que quiere, no lo conseguirá porque no se adapta a lo que los opinantes tienen en la cabeza de antes de la llegada de internet. Sabemos que la nueva Constitución islandesa está haciéndose a golpe de mensajes en las redes sociales, pero no importa. Islandia no es España, cosa que es obvia y, por tanto, no tiene nada que enseñarnos, cosa que no lo es en absoluto.
El 15-M es pura esencia mediática, es espectáculo, es imagen, es el discurso del tiempo, es la masa organizada a través de las redes que genera su propia información y la hace circular allende las fronteras interiores (los intentos de exclusividad de los medios) y las exteriores. La red es lo real, es la redalidad si se permite el neologismo, que abarca lo visible y lo invisible y esta última parte, la invisible, es la que los análisis de los periodistas y los profesores olvidan precisamente por eso, porque es invisible. Pero es y constituye el mecanismo de seguridad más potente que tiene el 15-M: el amparo de los anonymous, ese entramado capilarizado en todo el tejido social, compuesto por gente desconocida, aparentemente anodina, pero que puede estar y de hecho está en todas partes, silenciosa, observando, gente que tiene acceso a todo tipo de información que las instituciones y las empresas consideran vital y reservada, conserjes, limpiador@s, secretari@s, oficinistas, becari@s, viej@s emplead@s de las casas de toda la vida. ¿Cuántos Bradley Manning hay en los ejércitos, en los centros de inteligencia, en los bancos y las grandes instituciones financieras? Ese intento de la policía de vincular Anonymous con el 15-M muestra que aquella no es tonta y sabe por dónde tiene que ir para resolver el problema: hay que buscar una cabeza al 15-M (¿no dicen los profesores que el problema es la falta de líderes"?) para poder servírsela en bandeja al poder político. Lo malo de la cabeza que ha encontrado es que no es una sino centenares, miles, y no hay bandeja en la que quepan todas.
Los indignados, el 15-M, es el aspecto visible, festivo, pacífico, mediático de un movimiento de hartazgo cebado en las catacumbas del nuevo imperio del capital. Reducir esto a un problema de falta de estructura orgánica de los indignados es padecer una miopía ideológica grave.
Especialmente cuando se observa una firme voluntad en el 15-M por no dejarse instrumentalizar por los partidos políticos que está empezando a sacar a estos de quicio. Los comunistas, los falangistas, todos creen que estos chicos del 15-M están repitiendo sus respectivos programas sin saberlo y se mosquean de que no les dejen guiarlos por los vericuetos de sus complejos razonamientos. Pero sobre esto se hablará mañana.
Por cierto, el 15-M sigue sin decir nada de la Iglesia, ¿no? Esto huele cada vez peor. A ver si lo de las catacumbas no va a ser sólo una metáfora. Dicen los indignados que hay que controlar, fiscalizar y reducir las subvenciones públicas a los partidos y los sindicatos. Y a la Iglesia, que es el partido de Dios, ¿no? Los cincuenta millones de euros que va a costar la visita del Papa, ¿están bien gastados cuando equivalen a los recortes en educación en Madrid?
(La imagen es una foto de Mataparda, bajo licencia de Creative Commons).
dilluns, 27 de juny del 2011
Crónica de la revolución indignada (XI).
¿Qué pasa con la Iglesia?
Palinuro, que es un mal pensado, llamaba la atención en el post de ayer sobre la ausencia de cuestiones religiosas y/o eclesiásticas en el discurso del 15-M. Sobre éste se viene diciendo de todo y aquí se recoge buena parte de ello: que es un movimiento espontáneo, de la base social, por así decirlo; pacifista, democrático, con pizcas de desobediencia civil, asambleario, antipartidista o, cuando menos, apartidista; que funciona en las redes, que practica la ciberpolítica en un contexto postmoderno, que su organización es líquida en la idea de Baumann. También se oye decir que es un movimiento manipulado desde instancias conspirativas superiores, de las que no suele andar alejada la CIA. El villano preferido para esta función es la Fundación Everis, cuyo documento, Transformar españa quiere verse como un blueprint del movimiento indignado. Pero también suenan otros círculos diabólicos, como el club Bildelberg, que ocupa el lugar que dejaron vacante los sufridos sabios de Sión, ya que los seres humanos aman las "explicaciones" esotéricas. En esta perspectiva a pesar de todo teórica se me ocurre preguntar cómo encaja la revolución indignada, cada vez más extendida por Occidente, con la teoría del estado de excepción permanente de Agamben y compartida, si no me equivoco, por Zizek. No me parece que encaje en absoluto porque si cabe organizar acampadas, manifas, marchas, asambleas, sit ins, huelgas, referéndums, etc en un estado de excepción, ¡qué será cuando éste se levante! Fue cierto mientras duró; luego, la acción humana, impredecible e incontenible, se llevó por delante los esquemas teóricos.
Igual que está poniendo en tela de juicio, instituciones, convenciones, sabidurías admitidas que ya no se cuestionaban y en todos los órdenes sociales. En todos menos en el eclesiástico/religioso. ¿Por qué si el 15-M habla sobre cualesquiera aspectos públicos en España, desde la moral de los políticos a la Ley Hipotecaria, desde el sistema electoral hasta los beneficios de la banca, parece mudo en todo lo tocante a la Iglesia? Ayer Palinuro avanzaba la hipótesis de que, entre los muchos infiltrados en el 15-M (entendiendo por tal a todo aquel que participa en el movimiento pero tiene su lealtad última puesta en otra parte, en un partido, una asociación, una secta, etc) quizá los que hayan tenido más éxito sean los de la Iglesia. Pero esta es una explicación burda. No creo que la Iglesia envíe infiltrados al 15-M.
Otro intento podría ser que el 15-M se ocupa de cuestiones políticas, económicas y sociales y la Iglesia queda fuera. Pero esto es falso. La Iglesia es en España una potencia política (no hay real separación entre ella y el Estado), económica (sigue financiándose, contra lo acordado hace años, en cantidades astronómicas con fondos del Estado, sin contar el pico que recibe de la declaración de la renta) y social (controla mentes desde la educación en todos los niveles a los medios de comunicación que gestiona por su cuenta) y corresponsable por tanto de la situación en esos tres ámbitos al igual que las instituciones con las que colabora o a las que parasita.
Un discurso regenerador del sistema político español no puede ignorar el problema de la implicación política de la Iglesia. Y no puede porque esta Iglesia es muy militante y ultramontana y tiene pronunciado el vade retro a una serie de cambios sociales que forman parte del 15-M: el divorcio, el aborto, el control de la natalidad, la igualdad de derechos de las minorías, el matrimonio homosexual, la ley de muerte voluntaria asistida, la ley de libertad religiosa que los sociatas retiraron vergonzantemente amparados en la crisis, etc. Sin embargo, cualquier observador de los debates del 15-M podrá ver que estos avances tampoco se mencionan en el discurso de los indignados que, al parecer, no lo están con que se restrinjan derechos o se discrimine por razón de la opción sexual. Y eso no es posible. Es verdad que hay, a veces, alguna declaración de feminismo en el contexto del 15-M, pero ni por asomo tiene la importancia cuantitativa y cualitativa que tienen las reclamaciones más correctas, a pesar de tratarse de la perspectiva de género.
Son asuntos delicados en los que quizá no se cuente con la unanimidad con que se cuenta para las cuestiones políticas o económicas más tradicionales. A lo mejor no hay unanimidad entre los indignados en lo relativo al aborto. Y quizá tampoco acerca de si el movimiento debe meter a la Iglesia en el paquete de instituciones que hay que remodelar, junto al Parlamento, los tribunales de justicia y hasta los medios de comunicación. Sobre los medios, que ya comienzan a acusar recibo de las andanadas que lanza el 15-M, hablaremos mañana. Ahora estamos con la Iglesia, por cierto, el medio de comunicación más poderoso y permanente que han visto los tiempos.
No, no creo que la Iglesia necesite enviar infiltrados al 15-M como si fueran mossos disfrazados. No le hace falta. Probablemente muchos de los indignados son católicos que saldrán en su defensa. Tengo entendido, aunque es una información de oídas y sin confirmar, que en Sol no se aprobó una propuesta de Estado laico porque fue vetada por alguien de los acampad@s. En todo caso, la Iglesia que, de aquí a la visita del Papa va a hacerse cada vez más visible, audible y palpable (también habrá que hablar del alcance y significado de esa visita que tiene a monseñor Rouco a punto de levitar) no se priva de opinar sobre el 15-M. El mismo monseñor Rouco ha dicho en un par de ocasiones que los jóvenes del 15-M tienen problemas con su alma porque no conocen a Cristo. Curiosamente tampoco estas declaraciones, tan sorprendentes y pintorescas, han provocado respuesta indignada. En fin, es de esperar que no se hagan unos cursillos de cristiandad en Sol.
El 15-M ha explicado detalladamente por qué reduce sus reivindicaciones a un puñado de cuatro o cinco: por eficacia mediática (el personal no retiene los discursos prolijos) y por seguridad democrática, ya que son puntos que gozan de amplísimo apoyo, cuando no unanimidad. Pero todo es discutible en esta vida, incluso las propuestas de los indignados con tanto derecho a ser escuchadas como las de Palinuro que, muy escamado con el silencio eclesial de los indignados, brinda su propuesta en cuatro puntos tan claros como los del 15-M:
- Reforma del sistema electoral.
- Nueva Constitución.
- Consulta popular acerca de la Monarquía o la República.
- Denuncia del Concordato y separación definitiva de la Iglesia y el Estado.
Es un programa de mínimos máximos en un tiempo de crisis estructural.
(La imagen es una foto de Imamon, bajo licencia de Creative Commons).
Carta abierta al Rey.
Señor: el artículo 62, j de la Constitución Española dice que usted ejerce el "Alto Patronazgo de las Reales Academias", entre ellas, claro es, la de la Historia. No queda claro el alcance de esa expresión de "alto patronazgo" pero es de suponer que no será tan alto que no pueda ver lo que acaece en la tierra. Es de suponer asimismo que comportará una misión de velar por el lustre y el buen nombre de estas reales instituciones que para eso nacieron bajo la advocación de sus antepasados en el trono de España y para eso a su vez ellas dan "lustre" a la materia de la que se ocupan, sea la lengua, las ciencias morales y políticas, las Bellas Artes o la Historia. Y estará usted de acuerdo con nosotros en que según un principio de lógica universalmente admitido, nadie puede dar lo que no tiene. Lo deslustrado no puede dar lustre y la Real Academia de la Historia ha perdido el suyo.
Ese "nosotros" del párrafo anterior no es un plural mayestático como el que usted puede utilizar sino que se refiere a la colectividad de quienes componemos la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia, con 2.247 adhesiones hasta la fecha. En dicha página pedíamos que la Real Academia de la Historia retirara el Diccionario Biográfico Nacional por enaltecer la dictadura de Franco y que su director dimitiera. Elevamos una petición al Congreso solicitándolo. El Congreso detuvo el diccionario y obligó al nombramiento de una comisión de historiadores con inclusión de un independiente externo para revisar las entradas más claramente encomiásticas y hagiográficas de Franco y sus secuaces. Pero no pidió la dimisión del director de la Academia don Gonzalo Anes.
Sin embargo, en la página de Facebook arriba mencionada creemos que la primera consecuencia de la decisión de retirar el diccionario y enmendar la plana a unos historiadores y biógrafos que han actuado como sectarios debiera haber sido la dimisión del director de la casa en la que se ha perpetrado el desaguisado. Y ello no es un capricho de obstinación e injusticia de quienes son incapaces de entender los muchos méritos del señor Anes en otros momentos de su vida o bien tan inmisericordes que no les importe arruinar una reputación a causa de un accidente o error fácilmente enmendable. Nada de eso.
Desde el comienzo del escándalo de ese malhadado Diccionario, el señor Anes salió en defensa del producto y de los autores de las entradas ideológicas, minimizó las críticas, se mofó de los críticos, afirmó incluso con petulancia las virtudes del diccionario del que llegó a predicar las más absurdas como que su contenido se acogía al derecho a la libertad de expresión, sembró dudas sobre el compromiso democrático de quienes lucharon contra el franquismo. Es decir, desde el principio hasta el final, el señor Anes se ha hecho responsable del diccionario y, aunque haya acatado la decisión del Parlamento porque a la fuerza ahorcan, aún no se le ha escuchado una sola crítica al hacer de unos historiadores que faltaron tan clamorosamente a los deberes de su oficio.
Es evidente, por el comportamiento del señor Anes, que el Diccionario, lejos de ser una obra bienintencionada en la que se hubieran colado algunas erratas, formaba parte de un proyecto deliberado de re-escribir la historia de España en clave de los sublevados en julio de 1936, de los vencedores de la contienda civil y de los responsables de una dictadura que duró cuarenta años. En clave favorable, partidista. En clave de sectario de un régimen que muchos consideramos asesino y genocida.
Como sabe usted hace años que se ignora y aún hoy, con una Ley de la Memoria Histórica en vigor, sigue sin reconocerse enteramente el derecho a la memoria histórica de los descendientes de los vencidos en la guerra civil. En ese contexto es más que una broma de mal gusto, entra en la provocación pretender consagrar la memoria de los vencedores en un documento público sufragado con el dinero de todos; de los vencidos también. Al respecto, el Diccionario incorpora un atropello similar al del Valle de los Caídos, perpetrado medio siglo después. Y el responsable último de esa provocación es don Gonzalo Anes.
Por todas estas consideraciones solicitamos de usted que tenga a bien ejercer su facultad como Alto Patrono de la Real Academia de la Historia e indique a su director que interesa al buen nombre y lustre de la Academia su fulminante salida de un puesto que no ha sabido desempeñar.
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 26 de juny del 2011
Crónica de la revolución indignada (X).
La revolución del 15-M sigue su curso en pro de un objetivo estratégico claro y rotundo de cambio del sistema político condensado en la expresión Democracia real ¡Ya! Pero con tácticas cambiantes, espontáneas, improvisadas, muchas veces producidas por una acción de la autoridad y siempre decididas y organizadas en las asambleas y en la red. Un solo objetivo estratégico y tácticas postmodernas. Lo único seguro, fijo y cierto en éstas es su carácter pacífico. Como en tiempos de Gandhi o de Martin Luther King, la enorme fuerza moral del movimiento, radica en la no violencia. El espíritu de David H.Thoreau revolotea sobre España de la mano de ese viejo combatiente por la France libre, Hessel.
La no violencia permite plantear los debates de más enjundia en el foro público. Como en todo proceso revolucionario (así sucedió en la revolución inglesa del siglo XVII y en la americana y francesa del XVIII) los indignados son una máquina de formular propuestas, cuestiones, consideraciones. Han inundado el país de declaraciones y manifiestos y han mostrado el rostro de los adversarios que pretenden reducir: los mercados, los organismos financieros internacionales, la Unión Europea del capital, los banqueros, los políticos y unas leyes e instituciones que permiten injusticias tan flagrantes como que la entrega de la vivienda no cancele la hipoteca.
Curiosamente, por cierto, no se ve ni escucha nada en relación con la Iglesia, con la aconfesionalidad del Estado, con las relaciones entre éste y la Iglesia. ¿Me lo malicio sin motivo o el 15-M es mudo en asuntos religiosos? No he visto indignados en las increíbles procesiones del Corpus en las que el Estado pasea por las calles del brazo de los curas en celebración de la fiesta sacra de la Iglesia por excelencia. Y eso que según nuestro patriarca Max Weber ya en su época habíase dado el desencantamiento de nuestras sociedades. En España la sociedad sigue tan encantada como en los tiempos de la batalla de Clavijo, prez y honra de la Raza. Aquí, en donde, con un gobierno socialista, sigue en vigor el Concordato de Franco de 1953, aunque es anticonstitucional. Y no recuerdo haber leído nada de los indignados acerca de esta situación. A ver si resulta que la Iglesia tiene infiltrados en el 15-M y con más éxito que los de los partidos políticos.
La revolución indignada procede mediante lo que Palinuro ha llamado movilización permanente. Los indignados saben que en la sociedad mediática tienes que asegurarte la primera de los periódicos y la apertura de los telediarios si quieres sobrevivir. Cuentan con los recursos humanos necesarios para hacerlo porque se trata de jóvenes voluntarios que, sin duda, en su mayoría están en el paro, con lo que disponen del tiempo necesario para hacer marchas de meses o acampar en quincenas. Esta es claramente una consecuencia no querida de la existencia del paro en la sociedad capitalista. Mientras los parados son el "ejército de reserva", sirven para presionar los salarios a la baja y están en interés del capital; pero si se convierten en indignados, que proponen un cambio de sistema político y, en parte económico, el asunto ya tiene otra pinta.
La acción revolucionaria del 15-M requiere tiempo, que muchos jóvenes tienen en abundancia para proceder así al montaje de acciones contestarias que dupliquen la realidad. Si los candidatos electos acuden a solemnes tomas de posesión, los indignados las escenifican en las calles en esos mismos momento. Si el Congreso se dispone a celebrar el debate sobre el estado de la Nación (o del estado del Estado) los indignados preparan un debate alternativo en la vecindad del Legislativo. Esta práctica recuerda los foros sociales alternativos de los alterglobalizadores: happenings a las puertas de un cónclave, con efecto mediático acentuado por la frecuente irrupción de la violencia, cosa que el 15-M ha conseguido eliminar. Lo bueno de tratar la realidad como si fuera doble es conseguir que el adversario juegue en nuestro campo. Será imposible que los diputados puedan eludir la cuestión del 15-M durante el debate. Y si no lo eluden tendrán que decir qué les parecen las propuestas de los indignados, singularmente la de reforma del sistema electoral.
El movimiento no sólo es proteico, sino que como la Hidra de Lerna, tiene múltiples cabezas, si bien no son venenosas. Ayer salió de Barcelona la columna de indignados que planea recorrer a pie la distancia hasta Madrid para llegar a la capital el día veintitrés de julio en confluencia con otras tres columnas desde otros puntos de la geografía. Quien diga que la política es aburrida no sabe lo que dice. A ver quién hace el primer chascarrillo sobre la quinta columna, que ya empieza a asomar la cabeza en Facebook, como los pacos lo hacían en los tejados de las casas del Madrid de la guerra, aunque ahora las tornas se han cambiado: los que vienen son los míos. Los setenta u ochenta caminantes de la columna (que esperan incorporaciones por el camino) invertirán un mes lunar en recorrer los 600 kilómetros a razón de veintiuno diarios. Este es un gesto lleno de simbolismo indignado.
El signo del siglo es la velocidad, la rapidez, lo instantáneo. Los gobiernos tratan de abreviar los tiempos de desplazamiento, especialmente entre Madrid y Barcelona: la autopista A-2 con su variante de peaje hasta Guadalajara, el puente aéreo, el AVE. Se trata de ir por la mañana y regresar por la noche del mismo día, en el último vuelo de la jornada al que llaman el golfo, adivínese por qué. Pues los indignados, que a todo ponen reparos, invierten una luna en llegar a la Corte. Si el debate alternativo en Madrid es un sit down típico de los sesenta, las columnas convergentes son marchas como las de los derechos de los negros, por ejemplo, también de aquellos años, una muestra de la política on the road. El 15-M aborda la acción política con unas dosis de imaginación e inventiva que están interesando a todo el mundo en el debate público que, hay que repetirlo, es el caldo de cultivo de la democracia.
Hasta la fecha sólo se ha negado a debatir nada la derecha, especialmente la extrema derecha, para la que los indignados no son más que una cuadrilla de delincuentes pulgosos. Además de agredir verbalmente, la reacción trata de empantanar la acción política del 15-M en enredos judiciales, a base de querellas. Será interesante ver cómo se hostiga procesalmente un movimiento acéfalo, espontáneo, anónimo, cambiante y cómo este movimiento se defiende y contraataca si cree que merece la pena hacerlo.
(La imagen es una foto de Mataparda, bajo licencia de Creative Commons).
dissabte, 25 de juny del 2011
Crónicas de la revolución indignada (IX).
Tiene gracia la imagen, aunque no sé si es muy apropiada. Bob Esponja es un buen chico y, aunque el señor Congrejo lo explote en el Krusty Krab como si fuera una dependienta de Wal Mart, acaba consiguiendo siempre una liberación por la vía del marxismo de los hermanos Marx. Y no sé si está indignado. Pero es estupendo que los indignados lo empleen como uno de los iconos del movimiento ya que es ubicuo. Tanto como el propio movimiento. Por cierto, no sé cómo se tomará el creador del famoso monigote que los indignados se valgan de su imagen; digo, a los efectos de los derechos consabidos. En el 15-M hay, creo, un ambiente favorable a la piratería. De hecho, en parte, su origen está en la movida en la red en contra de la Ley Sinde. Supongo que se habrá pensado en esto y en el mejor modo de resolver el conflicto que puede crearse al emplear una imagen que es producto del trabajo de otro al que, cuando menos, habrá que citar.
El 15-M está ya en todas partes. Ayer Palinuro decía que en el PSOE hay un sentimiento de simpatía hacía los indignados y resulta que uno de sus militantes en Extremadura me ha remitido un manifiesto que han colgado en la red abierto a las firmas de otros militantes, pidiendo, entre otras cosas relacionadas con una reanimación democrática de su partido que éste haga suyas muchas de las reivindicaciones del 15-M. Naturalmente. Es lo menos que cabe esperar del PSOE a fuer de partido democrático con una tradición de la que no puede olvidarse que él, como partido, empezó de modo muy similar al 15-M, esto es, como una organización extraparlamentaria. A juicio de Palinuro lo más interesante que podría hacer el PSOE es abanderar una reforma electoral que fijara como objetivo último llegar a un sistema calcado del alemán, uno de los más proporcionales del mundo.
Decía también ayer Palinuro que la actitud de la derecha frente al 15-M es de furibunda hostilidad. Aquí hay que hacer una salvedad y no sé por qué lado: Falange Española de las JONS dice estar del lado del 15-M en una catarata de afirmaciones nacional-sindicalistas con puntos socialistas, ecológicos, en fin, el habitual batiburrillo ideológico de los que se pasaron cuarenta años hablando de una revolución pendiente. Y llevan setenta y dos. Los de los muertos en las cunetas.
Por último, el 15-M es una realidad proteica. A veces toma la forma de acampadas, a veces marchas, a veces actuaciones de Anonymous, como esa declaración dirigida a los tertulianos y mamporreros del corporativismo mediático. Hoy, cuando todos los políticos cortejan los medios de comunicación, ¿se quiere una prueba más palpable del carácter nuevo del 15-M que ese ataque a los medios? ¡Que habilidad tiene la gente para dar la vuelta a las consignas basadas en sesudas cavilaciones! Por ejemplo la convicción acerca de la inmensa capacidad de manipulación de los medios. Al borrar manifestantes con Photshop, como hizo La Razón o emplear las imágenes de Atenas para informar de Madrid, con el fin de engañar a la audiencia sobre falsos hechos violentos, como hizo Telemadrid, los medios se alinean con esa policía capaz de enviar provocadores a las manifas para iniciar alborotos que justifiquen luego la represión, se convierten en sicarios del poder; efectivamente, en mamporreros. Su capacidad para embaucar a la gente desaparece y su utilidad como empresas y armas del poder contra la democracia, también.
(La imagen es una foto de Ana_Rey, bajo licencia de Creative Commons).
La venganza de Galatea.
Mi amigo Iñaki Errazkin, alma del periódico digital Insurgente, como no puede parar, y aprovechando que se ha quedado como el marinero en tierra de Alberti, se ha metido a editor. Editor de libros de papel, muy probablemente porque, como todo romántico de la izquierda, es un enamorado de las causas perdidas. ¡Ah, el papel! ¡La imprenta! Los libros, símbolo y vehículo del saber. Las viejas bibliotecas. El yunque y el libro figuraban en el escudo primigenio de la UGT. A la liberación por la lectura. Ahora todo eso es tema de llanto por la desaparición de un mundo. El papel cede a la pantalla y los libros pertenecen al mundo de lo que fue, sustituidos por los e-books.
Por eso se ha puesto Iñaki a editar y, como si fuera un habitante del mundo de Farenheit 451, la editorial lleva un título que ya incorpora una paradoja, Ediciones clandestinas. Lo que se edita se hace público y, por tanto, deja de ser clandestino o es el resultado de una clandestinidad que se publicita. Para la izquierda la clandestinidad muchas veces es un punto biográfico.
Las ediciones clandestinas se estrenan con una novela de Koldo Campos Sagaseta, un escritor de cuya abigarrada existencia a lo largo de varios países da cuenta la contraportada de la obra. Merece la pena leerla porque así se entiende muy bien la novela que, por lo demás, está narrada en primera persona y de modo muy realista. Koldo publica con regularidad en Insurgente y sus artículos, muy gratos de leer, revelan a un verdadero cascarrabias. Un cascarrabias con grandeza y señorío que es una mezcla de estoico y epicúreo con lo cual aparece siempre en conflicto consigo mismo porque no puede disfrutar de la vida, pero tampoco se resigna. Trasládese lo anterior a una ciudad de provincias (o de territorio histórico) en donde discurre la vida de Pedro, un cincuentón que se gana la vida frente a un monitor de vigilancia de un supermercado, vive con su madre y no soporta a su hermano, que ha triunfado, aunque no estoy muy cierto de si se dice en qué. Estamos tan absorbidos en la vida del personaje que no perdemos el tiempo con los secundarios.
Es el caso que la historia es una especie de interpretación del mito de Pigmalión, con variantes, claro. El hombre y la estatua que cobra vida, con un final sorprendente que no revelaré aquí porque éste es un blog perteneciente a la liga antispoiling. Tiene además carácter simbólico porque la estatua que da nombre a la novela (más nivola en el sentido unamuniano) es un monumento a la Esperanza lo que, por vía indirecta, incorpora al mito de Pigmalión el de Pandora.
La narración lo es de un tiempo que parece futuro pero es un presente caricaturizado, con una ambientación a medio camino entre Soylent Green y Blade Runner: las docenas de cuerpos de policías especializados en distintos cometidos ya existen, como existen fiscalías especializadas, una red de controles y represiones, una vigilancia permanente y atosigadora en un mundo que es un basurero, en el que no se puede ni respirar. Dos o tres pinceladas humanizan algo la frialdad utópica del relato: el desbarajuste que se da en el super cuando una banda organizada lo asalta y donde el viejo vigilante de su domicilio pierde la oportunidad de ascenso de su vida y ese local de jazz oculto en alguna noche, al que Pedro acude a charlar con el comprensivo propietario que es algo así como la contraparte dialéctica de su jefe, un imbécil adicto a las estadísticas.
Hay mucho teatro en la novela de Sagaseta. Teatro de arte dramática, porque sus personajes se identifican siempre por lo que dicen, tienen que definirse porque en el teatro carecen de un novelista por detrás que interprete sus palabras. En este caso el novelista es dramaturgo y construye su relato como una sucesión de cuadros pero lo hace a tal velocidad que parecen una secuencia aunque una secuencia llena de reflexiones. Ana, la Galatea del relato, es el producto del espíritu de Pedro, su sueño o alucinación que acaba destruyéndolo, una quimera que, aunque involuntariamente y advirtiéndoselo, juega con él como la esfinge, que también es una estatua, con el infeliz paseante. ¿Por qué? Por amor. La estatua es una novela de amor. Vaya por Dios con el cascarrabias.
divendres, 24 de juny del 2011
Crónicas de la revolución indignada (VIII).
Merece la pena reflexionar sobre la relación entre el 15-M y la izquierda. Hay en el movimiento de los indignados factores antipartidistas y antipolíticos que pueden prestarse a equívocos. El más típico, el de la política para los políticos, que son todos iguales, dándose a entender que iguales de marrulleros, poco de fiar y hasta un poco mangantes. Es la actitud de quienes dicen de sí mismos ser "apolíticos" que mayoritariamente derrapan por la derecha. Pero es un factor sin mayor importancia en el movimiento que tiene clara conciencia de ser un movimiento típicamente político, se diría que noble y expresamente político desde el momento en que activa el debate público, abierto, democrático, sobre los problemas de la polis. De este modo carece de interés considerar las relaciones entre la derecha y el 15-M; no las hay salvo que se considere tales la agresión permanente al movimientos: sediciosos, piojosos, guarros, gamberros, okupas, guerrilleros urbanos son algunos de los calificativos que merecen los indignados en el espacio público de la derecha. Las referencias rezuman irritación, asco, odio y corren a una con la permanente exigencia de que las fuerzas de orden público limpien las calles de esta escoria humana que abuchea cacerola en mano a los legítimos representantes del pueblo en sus diversos niveles.
La cuestión se plantea en las relaciones entre la izquierda y el 15-M porque entre ellos hay evidentes paralelismos de discurso. Si no los hay, es porque la izquierda socialista se ha dormido en los laureles y se ha olvidado de sus reivindicaciones de origen, centradas en la lucha por la igualdad, la justicia social, la democracia y el socialismo. Pero, como están ahí, regresan con la memoria y hoy ya es claro que la reacción del socialismo al 15-M es muy distinta, incluso opuesta, a la de la derecha. Una prueba más de que no son, que no pueden ser, iguales. Aunque hay socialistas relevantes de orientación conservadora, como José Bono, empeñado en leer la cartilla a los indignados, en pedirles que dejen trabajar a los diputados y que, si acaso, aprendan maneras, también los hay pragmáticos y con mayor sensibilidad, como Rubalcaba para quien hay que escuchar a los indignados pero sin regalarles los oídos, una recomendación que destila experiencia y temple de político y negociador nato; alguien dirá que de conspirador nato. También, ¿por qué no?
Hay que reivindicar la estética de la conspiración que ha quedado muy tocada con esa manía tan extendida de llamar teoría de la conspiración a cualquier conjunto de sandeces siempre que se envuelvan en algo de misterio. Y no es así. La conspiración es siempre una actividad intelectualmente complicada, que dice ser una cosa pero es otra que vive en dos realidades distintas, la que es y la que ella misma crea. Y recuérdese que la historia no es más que una sucesión de conspiraciones, triunfadoras a veces, como la conspiración de los termidorianos para acabar con el Comité de Salud Pública; otras fracasadas como la Conspiración de la Pólvora de los católicos para volar la Cámara de los Comunes; unas bien reales, como la conspiración de los Idus de marzo; otras imaginarias como la conjura de los sabios de Sión; unas de los nobles del terruño, como la Fronda contra Mazarino; otras de los aristócratas románticos, como la Voluntad del Pueblo de los rusos; y otras de los trabajadores, como la Mano Negra andaluza. En fin que la conspiración es el motor mismo de la historia y por eso no es hacerle de menos llamar conspirador a Rubalcaba, sobre todo en el país de Aviraneta. Fin de la digresión.
Junto a esas dos reacciones, en el PSOE también hay una fuerte corriente de simpatía hacia el 15-M y no sólo entre los seguidores de Izquierda Socialista. Hay muchas afinidades electivas. Todo ello ha actuado para que fuera precisamente Rubalcaba, en el difícil puesto de ministro del Interior, quien impusiera su criterio de no enfrentarse al 15-M solamente como una cuestión de orden público ni utilizar la fuerza para reprimir. Eso tiene su mérito, porque ha sido un difícil equilibrio que, al final, ha beneficiado a todos. Es decir, la actitud del PSOE frente al 15-M y como partido de gobierno que es, es muy aceptable. Como lo es la disposición del Parlamento a escuchar a los indignados. Una sociedad democrática tiene que funcionar así, dialogando.
A la izquierda del PSOE hay otras organizaciones de distinto peso que orbitan de un modo u otro en torno al 15-M como gira la polilla frente a la candela porque, en definitiva, el movimiento es lo más importante que ha pasado en nuestra sociedad y tiempo y es muy difícil que no lo vean como la realización práctica de sus pronósticos y profecías sobre el destino del capitalismo y las nuevas formas de la lucha revolucionaria. Al respecto es inevitable que estos partidos traten de influir, orientar y, en definitiva dirigir un movimiento que no es suyo pero con cuyos objetivos en buena medida coinciden. Y así, en lugar de preguntarse por qué la gente no se afilia a los partidos pero secunda masivamente los objetivos cuando estos los enarbolan formas espontáneas de organización que no son las de siempre, los partidos tratan de conseguir mediante la influencia en el 15-M lo que no consiguen en las urnas presentándose a las elecciones por su cuenta.
Por fortuna las gentes del 15-M parecen poseídas de una santa desconfianza y recelan de todo lo que sea política de partido. Quien más trata de acercar la suya a los indignados, Izquierda Unida, sólo puede hacerlo mediante la actividad personal de sus afiliados ya que la coalición como tal no es bien recibida; no por ser de izquierda o dizque unida sino por ser coalición. Ni un emblema de Izquierda Unida había en la manifa del 19-J, ni una bandera roja. IU y Los Verdes se juran amor eterno al menos hasta las generales de 2012 y asumen los retos del movimiento 15-M. No sé si entiendo bien el término "asumir" pero está claro que lo hacen desde fuera. La alergia de los indignados a las organizaciones tradicionales se da en otros órdenes. Debaten ahora sobre qué convocarán para el próximo quince de octubre (seguro que hay algún ingenioso que escribe un artículo sobre el otoño caliente), si un referéndum o una huelga general. El caso es convocar algo. Lo del referéndum, teniendo mucho más significado político, se me hace muy improbable. La huelga general resulta más verosímil. ¿Y quién la convoca? Se huye de CCOO y de UGT y se busca un sindicato minoritario, algo así como la CGT, supongo, para que quede claro que es el 15-M quien convoca. Y nada menos que una huelga general, el arma definitiva de lucha de la clase obrera. Los anarquistas, los socialistas, los comunistas soñaban con ella, la dejación total del trabajo, quizá el silencio que preludia el estallido de la tormenta revolucionaria. Espero que el sindicato minoritario sepa negociar las cuestiones esenciales, como los servicios mínimos, y que el 15-M esté en situación de garantizar lo negociado.
(La imagen es una foto de Oscar Picazo, bajo licencia de Creative Commons).
Corpus en Toledo.
¿Alguien creía que España singlaba los mares de la modernidad? Es una modernidad tradicional. Toledo, que será capital europea de la cultura si no lo ha sido ya, junio de 2011, procesión del Corpus por las estrechas calles del casco viejo, el Santísimo en exposición en la lujosa custodia en andas volandas rodeado de cirios e incienso, mientras desde los balcones profusamente rojigualdrapeados se derrama lluvía de pétalos de rosas que descienden a las viriles cadencias del cornetín de órdenes y los sones del himno nacional, interpretado por la banda militar que desfila en uniforme de gala, seguida por las fuerzas vivas, redivivas y de manos muertas de la vieja ciudad. Los de toda la vida. Los de las tradiciones nuestras, que dice Cospedal, a quien podemos admirar prácticamente en éxtasis teresiano en la imagen, sencillamente enjoyada, portando peineta y mantilla en la más recia tradición nuestra. Supongo que es la forma castiza de dar las gracias al Señor por haber ganado las elecciones a esos satanes de extrema izquierda del PSOE.
¿Y algo más? Ciertamente la imagen es asimismo la quintaesencia de la España profunda: la mezcolanza de las fuerzas civiles, militares y religiosas en el gobierno de la vida. O sea, la biopolítica hispánica que, como siempre, es profundamente tridentina: trono, altar y cuartel. Los pilares de la sociedad española recuperados de la turbamulta relativista bajo la exposición de la Sagrada Hostia, el cuerpo de Cristo, en sí mismo un milagro capaz de hacer milagros en cualquier momento. Y ocupando los principales espacios públicos en la ciudad, que no va a ser ese privilegio reservado a los pulgosos del 15-M.
Téngase en cuenta que este hontanar profundo de la raza que Cospedal tan dignamente representa viene de muy atrás en la historia. El artículo 12 de la celebrada Pepa, la Constitución de 1812 decía que: la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohibe el ejercicio de cualquiera otra. (El subrayado es mío). Cospedal está en casa; los que estamos en casa ajena somos quienes creemos que la expresión única verdadera tratándose de una religión carece de sentido. Y lo bueno es que no solamente está en casa de mantilla y peineta en Toledo sino en el club Bilderberg hace unos días, codeándose con la élite postmoderna mundial. Alguien está preparando a esta especie de heroína de Hoffmann para más altos vuelos. ¿Quién dijo aquello de que creíamos haber dejado atrás el pasado y lo teníamos delante?
(La imagen está tomada de la portada de Público de hoy).
dijous, 23 de juny del 2011
Crónicas de la revolución indignada (VII).
Hay que felicitarse de que el 15-M se haya convertido ya en objeto de atención y debate en el Congreso de los Diputados. Felicitarse efusivamente. Felicitarnos todos porque, quién más, quién menos, como colectividad o comunidad estamos dando prueba de una notable madurez. Basta con comparar las calles de Madrid con las de Atenas. Verdad es que en Grecia la situación es muchísimo peor y mucho más injusta que en España, pero es muy de celebrar que en España se haya evitado el recurso a la violencia y que ésta se haya extirpado en el puro brote. Este pacifismo y la manifa del 19-J han llevado el discurso de los indignados al Parlamento en donde se ha votado por unanimidad prestarle oído y debatir sobre su contenido. No me cansaré de repetir que el 15-M ha probado fehacientemente que no está hecho de sediciosos ni de "mastuerzos" y no lo haré porque tengo la esperanza de que Savater se explique o reconozca que fue injusto.
Muchas de las reivindicaciones de los indignados tienen un apoyo social prácticamente generalizado; lo dicen las encuestas; se escucha en cientos de tertulias; se sigue de los análisis de decenas de expertos; lo reconoce la mayoría de los políticos. Frente a esta autenticidad de contenido, ¿es tan importante que no se formulen de forma ordenada, sistemática que, como dice Rubalcaba, puedan ser contradictorias o como señala Jáuregui sean en parte irrealizables? Las reivindicaciones están formuladas: sistema electoral proporcional de verdad; medidas eficaces contra la corrupción pasada, presente y futura; restricción de los privilegios de los políticos; ley de dación en pago; revisión de la gestión política de la crisis, etc. Luego corresponde al poder legislativo, que es la sede de la soberanía popular y el supremo poder del Estado, darles forma, convertirlas en decisiones operativas. En una palabra, legislar.
Porque esta es una revolución de nuevo tipo, una que no cuestiona la legitimidad de las institcuiones pero quiere que, además de legítimas, sean eficaces en el logro del bienestar de la población. El movimiento tiene una entidad, consistencia y fondo muy superiores a los de eventuales algaradas o episódicos estallidos de protesta por asuntos concretos. Señala, sí, los asuntos concretos, pero los considera en el contexto general del sistema democrático e, incluso, de la Unión Europea, aunque esto esté aún en mantillas.
Que el 15-M ha dado un salto considerable en respetabilidad se ve igualmente en la visita que nos ha hecho Hördur Torfason, el islandés que inició en 2008 la protesta en su país que obligó al Gobierno a dimitir, así como al consejo de administración del banco central y de la autoridad monetaria, que ha puesto en marcha un nuevo proceso constituyente muy democrático y que ha conseguido que el presidente del Gobierno dimitido responda por su gestión ante los tribunales. Y este hombre dice que alucina con el grado de organización del 15-M, sin dejar de recordar que Islandia tiene trescientos mil habitantes y España cuarenta y cinco millones. Lo que nosotros llamamos madurez del movimiento.
El 15-M parece haberse preparado por acciones espontáneas aisladas anteriores que se fueron coordinando en torno a las elecciones del 22 de mayo, al decir de Javier Pradera en De dónde vienen los indignados, lo cual es muy verosímil. Esa coordinación ha sido posible gracias a internet. Innecesario reiterarlo, la revolución indignada es una ciberrevolución. El espontaneísmo que Rosa Luxemburg o Anton Pannekoek atribuían a los obreros se ha extendido al conjunto de la población que, de momento, se organiza asambleariamente en puntos centrales, por barrios y que pronto lo hará en las universidades, los centros de trabajo, etc. ¿Por qué no en los deportes? El gesto de Pau Gasol, que le ha costado una especie de linchamiento moral de la derecha, es muy simbólico y significativo del grado de penetración y apoyo social de los indignados.
Es una revolución respetada de gente respetable y con demandas de gran calado. Probablemente la que lo tiene mayor es la petición de una nueva Constitución. Realmente el Congreso ha estado muy ágil, pero la tarea que le espera es ciclópea y, además, bajo un escrutinio popular permanente y muy directo. Por eso Palinuro reitera su criterio de que si el Congreso consigue aprobar una reforma del sistema electoral a tiempo para celebrar con él las elecciones de 2012 habrá hecho mucho. Quizá sea, incluso, mucho pedir. En tal caso, no estaría de más que si las elecciones han de hacerse con el sistema electoral hoy vigente, los partidos se comprometan en firme a reformarlo como primera providencia de la legislatura. A este y similares compromisos tendrán que llegar, especialmente la izquierda, porque el debate político extraparlamentario ha demostrado ser tan importante como el parlamentario; en algunos aspectos, más.
(La imagen es una foto de Henrique_Pf, bajo licencia de Creative Commons).