divendres, 8 d’agost del 2008

La viga en el ojo propio y en el ajeno.

Anda el juez Pedraz, de la Audiencia Nacional, instruyendo investigación sobre ciertas autoridades chinas, varios militares y algún ministro, por el supuesto delito de genocidio y/o lesa humanidad, formas concretas de la figura delictiva general de crímenes contra la humanidad. El mismo juez también ha abierto sumario a unas autoridades guatemaltecas por los mismos o similares delitos cometidos hace unos años.

He leído comentarios de gentes preguntándose retóricamente que a dónde va el juex Pedraz con tamaño desvarío. Digo retóricamente porque se presupone que a ningún sitio. Eso no se dijo cuando el juez puso en su punto de mira a Guatemala por razones obvias, lo que demuestra la idea que tienen muchos de la justicia. El señor juez va muy requetebién a cumplir con su deber. La sola crítica que cabría hacerle sería por qué no ha empezado por su propio país y marcha su señoría tan lueñe a blandir la espada de la ley.

La doctrina jurispenal más avanzada en el mundo sostiene y parece haber consenso en la materia que los delitos de genocidio o crímenes contra la Humanidad no prescriben, no pueden ampararse en el principio de irretroactividad ni en el de territorialidad del derecho. Es decir, se pueden perseguir siempre, se cometieran cuando se cometieran y en cualquier lugar del planeta. Aplicando estos principios el juez Garzón abrió sumario de instrucción al general Pinochet, pilló al mundo desprevenido y estuvo a punto de salirse con la suya de poner al dictador asesino del presidente legítimo de Chile, señor Allende, ante un tribunal de justicia, y no en un procedimiento de extradición sino mediante una orden directa de captura dictada al amparo de la jurisdicción universal en este tipo de delitos. Lo mismo podía haber hecho un juez de las islas Seychelles.

Como se sabe el dictador Pinochet se salvó de comparecer en un proceso penal en su contra en España gracias a la intervención de la señora Thatchter quien invocó la razón de Estado (la colaboración de Chile contra la Argentina en la guerra de Las Malvina), lo cual demuestra la idea que tienen de la justicia los que van por ahí predicándola. Porque si abominable es que el dictador Pinochet haya cometido tales y tales crímenes (viga), no menos abominable será ampararlo en contra de la acción de la ley (otra viga). En el ínterin el juez Garzón ha procesado ya a algunos responsables de las atrocidades de la Junta Militar argentina con aquellos increíbles generales, Ongania, Videla... Cosa que está bien, es de aplaudir y una gran avance en la calidad moral de la humanidad. Los dictadores deben saber que tarde o temprano pagarán por sus fechorías ante un tribunal de justicia.

El de aquí se fue sin pagar nada, gratis total y deja a su familia en disfrute ostentoso de bienes cuya posesión habría que negarles, como es el caso del casorio hoy de la bisnieta del general Franco en el Pazo de Meirás, que el pueblo reivindica como suyo pero sin llegar a asaltarlo como La Bastilla. También la crítica que cabe hacer al señor Garzón no es por qué se va en busca de los Videla sino por qué no llama a declarar por ejemplo al señor Fraga, por citar el nombre de quien, como ministro del general Franco, dio el visto bueno al asesinato en 1963 de Julián Grimau, militante comunista quien, tras ser torturado durante días en la Dirección General de Seguridad y ser arrojado por una ventana (la versión de la policía es que se tiró él mismo, sin reparar en el hecho evidente de que, siendo tal cosa cierta, no es menos incriminatorio para ella) fue sometido a una farsa de proceso ante un tribunal militar sin garantía alguna, siendo condenado a pena de muerte sin apelación posible y conculcando todos los derechos imaginables en el proceso justo. Un delito imprescriptible que está esperando el castigo de los responsables y de los autores intelectuales. Con esto no está diciéndose a sus señorías que dejen aquella noble causa para dedicarse a ésta, de ningún modo; que sigan con aquella pero que abran ésta también. También aquí hay (no hubo; hay) fosas comunes, decenas de miles de personas esperando justicia, centenares de miles; medio país. Sigan sus señorías con la China che è vicina, pero abran la causa también aquí, en Badajoz, en las Canarias, en Madrid, Vitoria, en todas partes. ¿Por qué no?

La China, sí señor, una forma clarísima de despotismo asiático, categoría que acuñó Marx. Ha resultado enternecedor ver con qué claridad ha hablado el señor Bush; casi parece que estoy oyéndolo (no lo he hecho, por supuesto): "We Americans cherish soooo much Freedom!", arrastrando las sílabas como los de Tejas, "fri-i-dom", lo que debe entenderse como: "Vds., asiáticos, no saben de qué va esto". ¡Con qué energía descargada desde una altura jupiterina (no necesariamente moral) ha conminado a las autoridades a liberar a los presos políticos! (viga). Y lo hace el que acaba de ejecutar a dos presos desoyendo procedimientos de revisión en curso y acaba de condenar a cinco años y medio a un chofer de un dictador en un procedimiento que tiene tanto parecido con un debido proceso como un pelotón de fusilamiento con una mariposa. (viga) Pero da una idea de la que tiene de la justicia quien va por ahí imponiéndola a cañonazos.

Conste que no me gusta nada la gente que se harta a hablar de Guantánamo para que no se hable del Tibet. Del Tibet, de Guantánamo, de todas partes, del Irak, de Afganistán, de Cuba, de Palestina, de Europa, de España, del País Vasco. Y no solamente hablar. También hacer; sin violencia pero hacer.

(La imagen es una foto de Squeaky Marmot, bajo licencia de Creative Commons).

La fragmentación de Europa.

Bélgica está a punto de partirse en dos o en tres, según lo que decida la minoría germanohablante o en cuatro, según lo que decida la ciudad de Bruselas. ¿Una cidad independiente? No será la primera vez en Europa. El Vaticano es menos que una ciudad, es una plaza y un castillo unidos por una muralla y es Estado independiente, igual que hay tres estados federados que son ciudades en Alemania, Berlín, Hamburg y Bremen. A mediados de septiembre una comisión nombrada tras la enésima dimisión del señor Yves Leterme para hacer propuestas de reforma constitucional (que el señor Leterme no pudo hacer), informará a SM Alberto II, Rey de los belgas, que ya se ve demediado como el vizconde de Italo Calvino, Rey de dos reinos y quién sabe si de una ciudad y de un barrio en otra.

Es el hecho que, a la vista de lo que hay y en espera del dictamen de la comisión (a la que ya sólo le queda proponer la confederación que nadie ignora es el paso previo a la particion total) me he puesto a escribir unas reflexiones sobre la fragmentación europea. La idea general es que, de acuerdo con mi teoría de la chapuza como elemento esencial en la construcción europea, es preciso que Europa se fragmente más antes de unirse más. Suena paradójico pero es evidente: la unión depende de los Estados y los Estados tienen un límite de supervivencia que no van a pasar en pro de la unión europea. La única posibilidad de que ésta avance es que los Estados se debiliten y una forma muy clara de debilitarlos es fragmentándolos. España con el País Vasco dentro es más fuerte que la suma de España sin el País Vasco más el País Vasco sin España. A ver cómo se frena el nacionalismo vasco el día que los flamencos y los valones se digan adiós educadamente como se lo dijeron los checos y los eslovacos. Europa es sorprendente.

En fin, no pretendo sacar aquí el ensayo, pero me tomaré la libertad de comentarlo de vez en cuando, según vaya haciéndolo porque así me llevo dos por el precio de uno, hago un post, reflexiono en voz alta y, de paso, me aclaro.

(La imagen es una foto de Forzeshow, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 7 d’agost del 2008

En Pekín, de política ni mu.

¿Queda claro? Lo dice el Comité Olímpico Internacional; lo dice el Comité Olímpico Nacional; lo dice el Gobierno de España; lo dice la señora vicepresidenta del tal Gobierno. Ciertamente, ¿qué esperaban vuesas mercedes que dijeran tan altas instancias y encumbradas personas? La Carta Olímpica Internacional, en su artículo 51,3, prohíbe toda manifestación política en un recinto olímpico. Curiosamente la versión española lo hace en el artículo 53,3. No me pregunten por qué porque no pienso perder el tiempo averiguándolo. A su vez la señora De la Vega, al recomendar a los atletas que se callen, invoca el art. 50, 3. Da igual, el caso es que hay que callarse.

Posiblemente ese artículo contravenga cientos de constituciones nacionales y decenas de solemnes declaraciones internacionales todas las cuales proclaman a los cuatro vientos la libertad de expresión, incluso en las dictaduras más atroces; posiblemente. La organización olímpica es una organización privada y supongo que puede darse los estatutos que le parezca, aunque si estos coliden con derechos fundamentales a lo mejor alguien plantea algún problema; posiblemente. La pertenencia a esta organización privada es voluntaria y como es lógico presupone la aceptación de las reglas, entre ellas la que excluye el largar de política. En todo caso si alguien está en contra lo que tiene que hacer es impugnarla antes de participar en las competiciones, que a lo mejor algún tribunal le da la razón.

Hasta aquí lo que los gobiernos y las vicepresidentas deben tener en cuenta a la hora de pronunciarse sobre la obligación de callar. Aunque uno piense que tanto el Gobierno de España como su Vicepresidenta quizá hubieran estado mejor a su vez callándose sobre el mandato de callar. Se entiende que no proclamen la necesidad de romper las reglas y protestar pues no les pagan para eso. Pero de ahí a convertirse en fiel correa de transmisión de la censura olímpica media un trecho.

Porque es censura y como toda censura inicua sea cual sea su respaldo legal. Ante la iniquidad que cada cual reaccione como quiera. Habrá quienes acepten el mandato por estar de acuerdo con él; habrá quienes lo acepten aun sin estar de acuerdo con él; y habrá (quiero suponer) quienes no lo acepten y lo quebranten arrostrando las sanciones que estén previstas. En eso consiste la desobediencia civil, actividad a la que siempre hay alguien que se dedica. Pero eso es un asunto de la conciencia de cada cual.

(La imagen es una foto de .ack online.de, bajo licencia de Creative Commons).

La gente del espíritu.

Este libro de Wolf Lepenies (¿Qué es un intelectual europeo? Los intelectuales y la política del espíritu en la historia europea, Barcelona, Círculo de lectores, 2008, 467 págs) está compuesto por la serie de quince lecciones que como titular de la Cátedra Europea del Colegio de Francia pronunció en esta institución el filósofo y sociólogo alemán en 1992. Aunque la traducción (de Sergio Pawlowsky) es del francés, de una edición de Seuil de 2007, el lapso que va desde que las lecciones se pronunciaron hasta su aparición en forma de libro tanto en Francia como en España no afecta gran cosa a su contenido pero a la parte a la que afecta (la última) lo hace mucho.

La obra se divide en tres partes. Las dos primeras ("Utopía y melancolía" e "Historia natural e historia de la naturaleza") son como síntesis y reelaboraciones de dos famosas obras anteriores suyas (Melancolía y Sociedad y Las tres culturas), mientras que la tercera ("El origen de las ciencias y la pérdida de la moralidad"), de mayor actualidad es la que más acusa esa distancia entre el curso y la publicación.

El título general induce a cierta confusión. Me da la impresión de que, por los motivos que sean, quizá que se trate de apuntes o que no se hayan reelaborado suficientemente, la confusión, ciertas soluciones de continuidad y algunas reiteraciones se manifiestan en toda la obra. Parece que va abordarse la sempiterna cuestión que interesa sobre todo a los intelectuales acerca de qué sean ellos mismos, pero no es el caso puesto que el autor da por sentado que aquello por lo que pregunta está ya definido y, sin más dilaciones, pasa a exponer sus cogitaciones sobre algunos aspectos específicos de lo que podríamos llamar la "historia del espíritu europeo" sin tomarse el trabajo no ya de definir aquello por lo que pregunta sino de justificar por qué habla de lo que habla y no de otros asuntos.

Lo del "espíritu" (la política del espiritu) está también en el título y remite a uno de los autores que Lepenies toma como guía y hasta cierto punto modelo: Paul Valéry. Ello nos pone sobre la pista de dos datos que caracterizan la obra en comentario. El primero que no hay intelectuales ni espíritu sino es en Europa. El segundo que, dentro de Europa, este alemán invitado a un sacrosanto templo del saber francés, hace alarde (ignoro si sincero o simulado) del tradicional complejo de inferioridad germánico frente a la latinidad francesa y acota su tema en ese acomplejado diálogo franco-alemán. Todo lo cual resulta curioso si se tiene en cuenta que uno de los puntos de arranque de la reflexión de Valéry sobre el que también se apoya Lepenies es precisamente la conciencia de que la era de la supremacía europea ha pasado y que Europa no puede ya "ordenar el mundo según los designios europeos" (p. 38).

La primera parte (las cinco primeras lecciones), la que es reelaboración de Melancolía y sociedad, versa sobre los intelectuales como seres tradicionalmente insatisfechos, disconformes con el mundo y melancólicos. Esa melancolía es la que los hace fabricar utopías porque en las utopías está desterrada la melancolía. Y esa relación entre melancolía y utopía es lo que, a su juicio, caracteriza al espíritu europeo.

No dándose el recurso al pensamiento utópico, los intelectuales oscilan entre el aburrimiento y el resentimiento y el modelo que toma y analiza minuciosamente es el de las Máximas de La Rochefoucauld, el hombre de acción que ha de resignarse a serlo de pensamiento (y por lo tanto a aburrirse) por el fracaso de la Fronda. Fracaso es aquí la sensación dominante y donde reaparece Valéry con su señor Teste, clara muestra de aquel por no haber ahuyentado la melancolía. Cierra la consideración una cita de Walter Benjamin: "El intelecto sigue siendo cuestión privada, y ese es el melancólico secreto del señor Teste" (p. 107). Una interesante referencia al Oblomov de Goncharov (y, claro, el oblomovismo, propio de la sociedad rusa prebolchevique) abre paso al inevitable masoquismo germánico: la burguesía alemana es una muestra de melancolía sin poder (p.121).

En la segunda parte (otras cinco lecciones) trata del segundo tipo de intelectuales, los científicos, las buenas conciencias de las que ya hablara en su Las tres culturas, el paso al pensamiento histórico como ruptura decisiva del pensamiento europeo, concretado en la transición de la historia natural a la historia de la naturaleza. Dedica un capítulo a cada uno de los que toma como ejemplos científicos en distintos campos y con distintas perspectivas: Buffon, Winckelmann (para la historia del arte), Georg Forster (para una nueva antropología) y Linneo. Como es lógico, la oposición es Buffon-Linneo, pero no estoy muy seguro de que haga justicia a ninguno de los dos porque se concentra en la parte de la obra de estos que tiene una incidencia (a veces colateral) sobre las ciencias sociales o, incluso, la literatura. Al tratar de Buffon se detiene no sobre la Historia Natural sino sobre el Discurso sobre el estilo y el famoso dictum buffonesco de que "el estilo es el hombre mismo" (171). De aquí a referirse a la cadena de influencias sobre Balzac, Flaubert, Zola, Proust hay una clara solución de continuidad a mi juicio ya que los que los novelistas creyeron aprovechar era la aplicación del espíritu científico a las cosas humanas. La influencia de la Historia natural, dice, "sobrevive en forma de novelas, mientras que sus autores se ven reducidos a literatos y las pretendidas novelas de Buffon desaparecen poco a poco de la ciencia seria" (p. 188).

Algo parecido sucede con el caso de Linneo. Lepenies se concentra en una obra que no es el Sistema de la naturaleza pero tiene gran interés por tratarse de un intento de aplicación de su método científico al mundo humano, histórico y social. Trátase de la Nemesis divina, una obra que no se publicó íntegra hasta 1968, si bien se conocían fragmentos en el siglo XIX y que muestra el interés de Linneo por incardinarse en el contexto de la físico-teología y de la teodicea. Lepenies se refiere a la máxima de Ovidio que Linneo citaba en la némesis divina y que presidía su dormitorio, Innocue vivito, numen adest ("vive en la pureza porque Dios está presente") (p. 239). Al final el mundo tiene un orden, es un orden moral y está impuesto por Dios, incluso a través del castigo y la venganza. Que Linneo representa el avance en la ciencia frente a Buffon, pero no en el orden humano e histórico queda claro y es convincente cuando Lepenies lo contrapone a Adam Smith, también empeñado en demostrar el orden moral pero que confiaba éste no a la némesis divina sino a la probabilidad (p. 314).

El tratamiento de los otros dos intelectuales Winckelmann y Forster, el maestro de Humboldt, se me antoja más insatisfactorio y confuso. Winckelmann trató de establecer una ciencia del arte de acuerdo con los criterios claisficatorios de Linneo, pero no conseguiría superar la objeción que plantearía Kant en la Crítica de la facultad de juzgar según la cual el juicio del gusto no es cognitivo, ni lógico, sino estético y, por tanto subjetivo. (p. 208) y algo parecido sucedería con Forster que, en su intento de crear una "nueva antropología" se vincularía expresamente a Winckelmann y acabaría tropezando esta vez expresamente con Kant, con quien polemizaría agriamente a propósito de la obra de éste Definición del concepto de raza humana, tratando de contraponer las observaciones de "un simple empirista, aunque perspicaz y digno de confianza a la verborrea especiosa de un espiritu sistemático y parcial" (p. 229), teniendo que reconocer posteriormente su falta de formación para esta controversia.

Antes de acometer la tercera parte del libro (las cinco últimas conferencias) hay un capítulo dedicado al origen de las ciencias sociales a través de la pérdida de la perspectiva moralizadora. El personaje en el que centra el análisis es el crítico Sainte-Beuve de quien dice muy acertadamente que "es una encarnación asombrosa de ese tipo de intelectual que, en el siglo XIX, preso de la corriente científica de la época o incapaz de sustraerse a la misma, traspone las pautas de pensamiento científicas a la literatura, en particular a la crítica literaria" (p. 331). Quedan así dibujadas las "tres culturas" que forman el núcleo esencial de la doctrina de igual nombre de Lepenies: a) la buena conciencia de las ciencias naturales, hoy más poderosa que nunca; b) los "hombres que se quejan", esto es, los escritores y cultivadores de las ciencias humanas; y c) entre medias, oscilando, las ciencias sociales (p. 295).

La tercera parte se concentra en lo que llama el autor "la iglesia de los intelectuales". El punto de arranque en el concepto de clerisy, de Coleridge (p. 345), que le da mucho juego para entender la obra de Matthew Arnold y, sobre todo, del alemán Karl Mannheim enfrentado, como no, al francés Julien Benda. Donde Mannheim entiende que el papel del clérigo aparece consagrado como el "intelectual que flota libremente", sin ataduras, lo que le permite abrigar la esperanza de que la política llegue a ser una ciencia (p. 334), Benda denuncia la traición de esos mismos clérigos.

Y a esa traición se remite Lepenies en dos capítulos dedicados al caso alemán que suenan como una especie de curiosa "mea culpa": en primer lugar la traición que representaron los intelectuales fascistas que él ejemplifica en un estudio (por cierto, magnífico) de Gottfried Benn como el hombre que habiendo tenido la lucidez de llamar a la función intelectual "palabrería protegida por el Estado" (p. 368) acabó al servicio del Estado nazi y, aunque excluido por él, sin perder nunca sus convicciones. El juicio negativo de Lepenies es contundente: "Estetizar la política, deshumanizar la vida, limitar la moral a la forma: esto conduce inevitablemente al rechazo de la democracia." (p. 379)

La otra traición de los clérigos alemanes es la del comunismo, de la que Lepenies sabe mucho porque nació y se educó en la Alemania Democrática. Al menos lo suficiente como para, tras pasar revista a los intelectuales más destacados del régimen comunista, concluir de forma lapidaria que lo más característico de ellos fue cómo aprendieron "el arte de ser dominados" (p. 395).

La obra se cierra con una invocación contemporánea a la "política del espíritu" de Valéry y en un tono negativo y resignado: "En el mismo instante en que la especie está amenazada en su supervivencia, el Homo sapiens celebra su adiós a la historia separándose por un lado de las experiencias del pasado y por otro de las expectativas del futuro. Esta locura de la desaparición comporta un adiós a la moral: en ausencia de alternativa, la diferencia entre el bien y el mal desaparece progresivamente; Leibniz podría estar contento. Hemos llegado a la época de una nueva teodicea. Este mundo es el mejor de todos los mundos posibles porque no hay otro, y porque éste no cambiará".

Así se veían las cosas en 1992, recién hundida la Unión Soviética. Ya dije al principio que este lapso afecta mucho a la visión del autor. Es obvio que este mundo no puede ser el mejor de los posibles si se afirma que no hay otro porque eso carece de sentido; es obvio que no es el mejor de los posibles a secas ya que basta con verlo; y es obvio por último que no solamente cambiará sino que de 1992 hasta ahora ya ha cambiado mucho.

dimecres, 6 d’agost del 2008

Evitar el asesinato "legal".

Amnistía Internacional ha iniciado una campaña a fin de evitar que el Irán ejecute por ahorcamiento en una grúa, como acostumbra, a dos presos, Behnoud y Mohammad, por delitos cometidos cuando eran menores de edad. Nos piden que firmemos en contra y que difundamos el escrito. Hay esperanzas pues ya se ha conseguido alguna conmutación con anterioridad. No es mucho lo que se nos pide y es lástima que no podamos hacer más para poner coto a estos crímenes de los Estados. Quien quiera firmar que pinche en

Amnistía Internacional

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(La imagen es la del llamamiento de AI.)

Gracias Ministra.

La señora ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor, lleva tres meses haciendo declaraciones y anunciando medidas sobre la crisis inmobiliaria. En todas ellas se daba a entender que el Gobierno está muy preocupado por el desastre del mercado de la construcción residencial y que piensa intervenir pero nunca quedaba claro quién pagaría los platos rotos del desaguisado. Hay pocas dudas de que, en lo esencial, éste proviene de la irrefrenable codicia de las empresas del ladrillo que, muy inteligentemente, han puesto los precios fuera del alcance de los bolsillos de la gente y ahora se encuentran con un stock de viviendas sin vender que están ahogándolas. A tenor de lo que la Ministra decía se colegía que el Gobierno pretendía acudir en auxilio de los empresarios para que no tuvieran que bajar los precios mediante dos mecanismos. Uno consistía en sacar al mercado las viviendas no vendidas como viviendas de protección oficial (VPOs) pero sin explicar quién abonaría la diferencia entre el precio que los ladrilleros pedían y los de las VPOs y sugiriendo que serían los poderes públicos. El otro era aprontar trescientos millones de euros para comprar suelo a las inmobiliarias para afectarlo luego a construir VPOs y siempre sin aclarar a qué precio se compraría dicho suelo.

Ayer la citada ministra tuvo el detalle de publicar un artículo en El País titulado Con el suelo público no basta en el que pretende aclarar ambos extremos. Muchas gracias, señora Corredor.

¿Lo ha conseguido? Veamos: en lo que respecta a la primera ambigüedad parece que sí por cuanto propone acometer la crisis permitiendo que las viviendas no vendidas "se califiquen como de protección oficial si llevan un año terminadas. Y, siempre, naturalmente, dentro de los precios máximos determinados por el módulo de la vivienda protegida. Porque la obligación del Estado es ayudar a los que tienen más dificultades para acceder a la vivienda, pero no garantizar con dinero público los beneficios privados. Éste es, a juicio del Gobierno, el límite al que el Estado puede llegar. Ir más allá, utilizando el dinero público para intervenir en el mercado, ayudando a que los promotores vendan su stock a precios superiores a los de la vivienda protegida, sería destinar el dinero de todos a garantizar el beneficio de unos pocos. Los ciudadanos no lo entenderían." Me parece que está claro: quiere decir que los ladrilleros pueden vender el stock bajando los precios, que es de lo que se trata sin que los poderes públicos (o sea, todos nosotros) tengamos que pechar con el lucro cesante. Le tomo la palabra.

En el segundo asunto la Ministra también aclara pero subsiste una duda. Es verdad que, como ha señalado mucha gente, incluido el vicepresidente señor Solbes, trescientos millones de euros es una cantidad casi simbólica en comparación con la deuda de las inmobiliarias pero, aun así, los ciudadanos no tenemos por qué pagar los abusos de los ladrilleros ni simbólicamente. Dice la señora Ministra que con el suelo público no basta. ¿Por qué? ¿Cómo lo sabe? Se trata de un cálculo a plazo y, visto lo visto, nada obliga a creer que los cálculos del Gobierno sean ciertos. ¿Por qué no esperar a ver si las VPOs que de verdad se construyan sobrepasan las disponibilidades del suelo público? De todas formas, otro párrafo del artículo también tranquiliza al respecto puesto que la Ministra asegura que los poderes públicos comprarán el suelo que más se ajuste a sus planes "y además, adquiriéndolo a precio de vivienda protegida", es decir, a precio inferior al del mercado fijado por los especuladores del ladrillo. Siendo esto así, tampoco hay gran cosa que objetar, sino agradecer a la Ministra que haya dado las explicaciones pertinentes para aclarar las intenciones de un Gobierno de izquierda que parecía de derecha y de derecha ladrillera.

(La ilustración es un dibujo de Odilon Redon, "La armadura", de 1891).

De Juana.

Ya están otra vez los buitres carroñeros tratando de que el asesino De Juana vuelva al trullo contra toda ley y justicia. Igual que hicieron cuando perpetraron aquel abuso de los dos articulitos supuestamente amenazadores, ahora quieren empurarlo por el texto de una carta que sus amigos leyeron en alto en un homenaje callejero hecho por unos gamberros que decidieron apropiarse la vía pública para festejar al criminal recién excarcelado.

Leí lo que publicó Gara en su día e incluso posteé sobre ello (Blogorismo de De Juana) y no me pareció que contuviera apología alguna del terrorismo, aunque sí una ofensa a las víctimas si era verdad que él decía ser víctima a su vez mas no en un sentido jurídico sino metafórico. Como siempre en los escritos de este sujeto, era un texto torpe, apelmazado, bombástico y lleno de topicazos, pero no constitutivo de delito. De todas formas los jueces sabrán decidir. Pero permítaseme recordar que el momento es poco propicio a un juicio ecuánime, que hay un clima de linchamiento mediático e inmediático del precito De Juana que invade prácticamente a todo el mundo en nuestro país, donde es de mal tono empezar cualquier discurso sobre el poliasesino sin hablar de náuseas y vómitos.

Va a ser muy difícil que los jueces aguanten la presión que cae sobre ellos; pero tienen que hacerlo. No puede repetirse la vergüenza de los articulitos de Gara. Por el bien de todos. El asesino De Juana cumplió su condena. La ley obliga a ponerlo en la calle y nada dice sobre que tenga que arrepentirse, vivir aquí o allá o no escribir cartas llenas de memeces. Cumplamos la ley y, si el señor De Juana vuelve a delinquir, procédase contra él. Pero no se "creen imputaciones", no se retuerzan las pruebas, no se haga una chapuza para volver a enchironarlo porque eso no puede hacerse en un Estado de derecho.

(La imagen es una foto de Vicki's Nature, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 5 d’agost del 2008

La espiral del insulto.

"Mal nacido", "hijo de puta", "facha", "comemierdas", "capullo"...Empiezo a pensar que el personal no sabe hablar sin insultar y si, como decía Rousseau, "el insulto es el argumento de quienes no tienen argumentos" está claro que no tiene argumentos. El asunto tampoco es de hoy; hace ya años, en tiempos de los del señor Arzallus que profería y recibía insultos que era un primor, escribí un ensayo sobre La Brunete mediática en España que anda publicado por ahí en el que recogía todos los insultos que había encontrado en la prensa escrita de Madrid y un par de diarios más, uno de Barcelona y otro de Bilbao en un periodo de meses, y me encontré con cien formas distintas desde los circunstanciales y momentáneos (como "vaca loca") hasta los sempiternos ("soplagaitas") pasando por los antediluvianos ("brontosaurio") y los postmodernos ("ignorante teleósteo periodístico") lo que ilustra mucho sobre el volumen de la tarea que acometen quienes quieren que en general se hable mejor y la gente sepa discutir sin faltar a nadie.

Dicen que internet y sobre todo la blogosfera son campos abiertos al insulto a causa del anonimato de las intervenciones. ¡Como si quienes se expresan en la prensa escrita en papel y en los medios audiovisuales fueran prodigios del bien hablar! Schopenhauer escribió un tratadillo sobre El arte del insulto en espíritu parecido a Thomas de Quincey en su El asesinato como una de las bellas artes y tengo leído que el insulto es bueno y castizo porque nuestras glorias del Siglo de Oro se insultaban mucho entre ellos. De hecho, el señor Jiménez Losantos, recientemente condenado por los tribunales por insultar, esgrimía en su defensa las diatribas entre Quevedo y Góngora, que no son malos nombres para aparearlos con los señores Jiménez Losantos y Zarzalejos. Nada, nada: el insulto no tiene justificación ni defensa alguna y únicamente demuestra nula educación y mucha zafiedad. Y no digo nada de quienes, no contentos con lo que ya se insulta en el orden civil normal, pretenden que el insulto está amparado por la libertad de expresión. El insulto es la antesala de la agresión física y, si no puede impedirse porque siempre habrá gente que recurra a él, debe estar severamente castigado.

Esos políticos extremeños y catalanes que andan intercambiando ofensas, ¿por qué no prueban a dedicárselas a los que tienen más cerca si carecen de otro medio de comprender lo injustificable de su comportamiento? ¿Por qué el extremeño no prueba a llamar "hijo de puta" a su señor padre y el catalán "mal nacido" a su hijo? Seguramente así lo entenderían.

Téngase en cuenta además que el ámbito público es de todos y los demás no tenemos por qué soportar las intemperancias de gente que carece de un control mínimo sobre sus actos. Porque el insulto es práctica desagradable en sí misma pero, al menos, tiene la problemática satisfacción de que uno se queda igual de satisfecho como cuando, por ejemplo, suelta un eructo, que viene a ser lo mismo ya que el insulto es un eructo del espíritu; pero los espectadores en ambos casos, sean insultos o eructos, sufren una penosa impresión.

En cuanto al fondo del asunto, si es que queda asunto en un lugar en donde la gente insulta, ¿qué vamos a decir? Siempre habrá gente que crea que los pobres son todos vagos y gente que piense que los ricos son todos ladrones porque esto no da para más: prejuicios de esos de "catalanes tacaños", "andaluces fulleros", "extremeños holgazanes", "madrileños chulos", "aragoneses tercos" y cosas igual de profundas como alimento espiritual de los dirigentes políticos quienes, si no saben hablar ni escribir sin ofender, a lo mejor debían de dimitir.

(La imagen es una foto de steveleggat, bajo licencia de Creative Commons).

La luz y las tinieblas.

No es infrecuente oír que el Papa Juan Pablo II fue el principal impulsor de la caída del comunismo. Es posible pero, si así fue, lo cierto es que cuando subió al solio pontificio en 1978 se encontró gran parte del trabajo hecha. Por entonces hacía cinco años que se había publicado en Occidente El archipiélago Gulag, seguramente la obra más importante de Alexander Solzhenitsin, quien murió ayer. Ese impresionante documento, una investigación minuciosa y detallada del sistema de campos de concentración esparcidos (como un archipiélago) por la Unión Soviética, irrefutable y apabullante, dio al traste con los últimos vestigios y pretensiones de las autoridades soviéticas de negar que sus sistema se fundamentaba en una inhumana y masiva práctica en todo similar a los Konzentrationlager de los nazis y con similares pretensiones: aterrorizar a la población infligiendo castigos horribles por las más mínimas (a veces incluso imaginarias) actividades de oposición, deshumanizar a los prisioneros mediante tratos vejatorios y trabajos extenuantes y forzarlos a una existencia basada únicamente en el afán de supervivencia que al menos en un tercio de los casos no tenía éxito. Las dos únicas diferencias son que los soviéticos no dieron el paso a los "campos de exterminio" (Vernichtungslager) y que ellos empezaron antes, mucho antes.

Solzhenitsin escribió su demoledor documento basándose en su experiencia personal como prisionero (zek) político de 1945 a 1953, en investigaciones pormenorizadas y en más de doscientas narraciones personales que recogió en los diez años que tardó en redactarlo. Prácticamente toda su vida y su obra hasta entonces había girado en torno al Gulag, como se ve en el hecho de que sus obras literarias anteriores más importantes, autobiográficas por lo general, Un día en la vida de Iván Denisovich, El pabellón de cancerosos, El primer círculo, etc, versan sobre el universo concentracionario.

No obstante la aportación de Solzhenitsin a la deslegitimación del comunismo fue más allá de la denuncia del régimen inhumano de terror en que consistió porque afectó a la base de simpatía con que contaba entre los intelectuales e izquierdistas occidentales en general, haciendo imposible que estos ignoraran o embellecieran por más tiempo la realidad soviética. Efectivamente, a partir del famoso XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética y del discurso secreto de Kruschev en él, con el inicio de la política de desestalinización, fue costumbre achacar al dictador georgiano todas las brutalidades, crímenes y excesos de las autoridades hasta la fecha. Con ser esto un avance no lo era todo; faltaban dos elementos esenciales que Solzhenitsin se encargó de dejar bien claros.

En primer lugar El archipiélago Gulag demostraba (y las investigaciones posteriores a la caída del comunismo han corroborado) que el planeamiento y edificación de un sistema completo de campos de concentracion para miles, decenas de miles (que luego serían centenas de miles, millones y decenas de millones) de "enemigos políticos" fue obra de Lenin y sus más íntimos colaboradores. Stalin se limitó a administrar con fría eficacia un universo represivo que Vladimir I. Ulianov (Lenin) había puesto en marcha. En segundo lugar, aunque la investigación de Solzhenitsin se acababa en 1956 y las autoridades soviéticas sostuvieran que la realidad que denunciaba pertenecía al pasado estalinista ya muerto, el Premio Nobel insistía en que los campos continuaban, como así fue en efecto hasta 1989 en que fueron liberados los últimos presos.

Tal es el verdadero triunfo del Premio Nobel de literatura Solzhenitsin, hacer imposible el socorrido recurso de los comunistas postestalinistas (que solían ser los mismos estalinistas de antaño) de diferenciar entre un Lenin "bueno" y un Stalin "malo" por un lado y entre un "estalinismo" y un comunismo "no estalinista" por otro. Todo en el comunismo, en el marxismo incluso, pensaba Solzhenitsin, está corrompido, es perverso e inhumano y no tiene reforma posible.

Esa es la parte de luz y gloria que justamente debe atribuirse a Solzhenitsin y a su compleja, matizada, riquísima y ardiente prosa que se manifiesta en toda su literatura e incluso en una obra no literaria como el Archipiélago, redactada en un tono mordaz y sarcástico, sin concesión alguna que abruma, indigna, enciende el ánimo y, creo, nos hace mejores. Nuestro autor tuvo la valentía de enfrentarse a un sistema totalitario y criminal, que ya lo había condenado una vez y lo forzó después a exilarse en 1974, de denunciarlo y de llegar así al corazón de millones de personas en el mundo, poniéndolo en evidencia a pesar de que ese sistema (como los jirones que aún quedan en otras partes del mundo, en Cuba o China) era consumado maestro en el arte del engaño, la propaganda y la mentira.

No me parece que nada de lo que Solschenitzin publicó después del Archipiélago esté a la altura de lo que había escrito con anterioridad, si bien sólo he leido algunas piezas ensayísticas y algo de poesía. Quizá Las noches prusianas (que había escrito mucho antes) mantengan aquel fuego genial que hace que la lectura de sus primeras obras sea una experiencia conmovedora, especialmente Un día en la vida de Iván Denisovich que es literatura en estado puro y un alegato contra la barbarie planificada.

En la obra posterior, en lo que me atrevería a llamar tinieblas, aparece un nacionalista ruso, un fanático religioso ortodoxo algo alucinado, un antioccidental y un antisemita. Suena todo ello mucho a una tradición como de mística eslava que suele aparecer en la tradición rusa. Hay en él elementos de Dostoievsky (al margen de los paralelismos biográficos) pero también de Tolstoy y hasta de Berdiaeff. Sin duda son unas tinieblas cegadoras, como el "deslumbramiento" de la obra de Canetti, unas tinieblas de las que probablemente salga la luz para los ofuscados, al estilo de San Pablo. Yo me quedo con la que arrojó antes, en la primera etapa de su vida, cuando vivía pericolosamente en la Unión Soviética y tanto hizo por mostrarnos lo que hasta entonces no habíamos visto por nuestra obcecación ideológica.

Que la tierra le sea leve.

(La imagen es una foto de Thomas Roche, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 4 d’agost del 2008

Dos entrevistas.

El País de ayer domingo traía dos entrevistas, una con el señor Solbes, vicepresidente del Gobierno y ministro de Hacienda y la otra con la señora Pajín, secretaria de Organización del PSOE. Ambas, por distintas razones, merecen un breve comentario. En cuanto al señor Solbes, ya era hora de que las autoridades acepten que tenemos encima una crisis económica de gravedad desconocida, cosa que se empeñaban en ignorar e, incluso, en ocultar.

El entrevistador pone en apuros al entrevistado porque, como han venido las cosas, no se sabe qué haya hecho el Gobierno desde que ganó las elecciones. Pero el señor Solbes no se altera cuando lo acorralan, sino que se limita a decir que saldremos de ésta. Lo malo es que ha dicho ya tantas cosas y ninguna se ha cumplido que no imagino cómo espera que se le conceda crédito ahora. Es lo que tiene dárselas de profeta o zahorí por una presunta competencia técnica. Dice ahora el Vicepresidente que, cuando hacía sus profecías salvajemente optimistas ,no sabía que la situación era tan grave. ¿Y no se le alcanza que ahora puede estar pasando lo mismo cuando vuelve a poner plazos, términos, fechas y hablar de tendencias?

En todo caso, el señor Solbes da la impresión de ser persona honrada a quien no le salen bien las cosas. No parece que haya pretendido engañar a la gente pero ese es ya escaso consuelo a estas alturas. Porque lo que interesa es saber qué medidas piensa adoptar para hacer frente a la crisis que su jefe, el señor Rodríguez Zapatero, sigue sin reconocer formalmente, y me temo que la entrevista muestra que el entrevistado no tiene ideas claras ni recursos, sino que se limita a confiar en que la economía española resista gracias a su buen estado de salud porque él carece de medicamento alguno que pueda ayudarla.

En cuanto a la señora Pajín, secretaria de Organización del PSOE, una fuerza ascendente, digna representante de las nuevas generaciones, transmite determinación, energía y competencia. Sin duda dicha señora ha hecho una buena carrera en su partido, tiene experiencia y sabe cómo moverse en un territorio difícil. Y no habla por hablar.

A diferencia de la entrevista al señor Solbes, en ésta el entrevistador es más suave, parece olvidar que la señora Pajín es secretaria de Organización y no de comunicación o de otras tareas y no le hace preguntas sobre su campo específico. Por ejemplo, ¿hay planes para profundizar en la democratización interna del partido, mandato constitucional sistemáticamente ignorado por todos? ¿Qué se está haciendo para resolver la calamitosa situación de las organizaciones madrileña y valenciana del PSOE, literalmente corroídas por los fulanismos y los enchufismos? ¿Cómo se acometerá la reducción necesaria de los poderes de los barones? ¿Cómo se van a articular las relaciones, cada vez más complicadas del PSOE con el Partit dels Socialistes de Catalunya? Y así alguna más.

Me quedo sin embargo, con una afirmación de la señora Pajín que tiene una trascendencia grande de la que espero sea ella consciente. Dice doña Leire: "El partido, cuando gobernamos, debe estar más atento que nunca a los ciudadanos. No sólo cuando nos apoyan, sino especialmente cuando son críticos. Nuestro deber es trasladar esas percepciones ciudadanas al Gobierno. Es una alianza estratégica en la que Gobierno y partido se necesitan; tienen tareas distintas, pero complementarias." (Las negritas son mías).

El más frecuente error del poder es no escuchar sino los halagos e ignorar las críticas, incluso las que formulan gentes leales, atribuyéndolas todas a hostilidad o resentimiento. Y así se pierden los poderosos. Tengo la impresión de que es lo que está sucediendo al Gobierno, atolondrado ya por los tiralevitas, pelotilleros y vividores que siempre se arraciman en torno a los que mandan. Seguro que tendremos ocasión de volver sobre esto. Por ejemplo ¿es cierto que están tomándose medidas disciplinarias con el eurodiputado señor Borrell por haber votado en contra de esa infamia que es la directiva de la vergüenza a favor de la cual han votado casi todos los demás eurodiputados socialistas españoles, pero sólo los españoles?

(La imagen de Solbes es una foto de jmlage y la de Pajín de Jumed'Urgell, ambas bajo licencia de Creative Commons).

Paul Strand: el ojo del siglo XX.

La última exposición que fuimos a ver en nuestro reciente viaje a La Coruña fue la muy completa retrospectiva de Paul Strand, uno de los mejores fotógrafos del siglo pasado, en la Fundación Pedro Barrié de la Maza. He tardado tanto en dar cuenta de ella porque se me ocurrió adquirir el catálogo, un grueso volumen en cuarto escrito por el comisario de la exposición, Rafael Llano (Paul Strand. En el principio fue Manhattan, Fundación Pedro Barrié de la Maza, A Coruña, 2008, 597 págs., con texto bilingüe, por cierto, español/inglés) y me encontré con una obra magnífica, muy bien escrita y documentada que no solamente narra la vida y obra de Strand apoyándose en textos esenciales sino que contiene una estupenda panorámica de las artes plásticas en la primera mitad del siglo XX, especialmente de la fotografía, así como ocasionales y muy oportunas digresiones en otros terrenos, históricos, sociológicos y filosóficos. De esta suerte, me ha llevado algún tiempo ordenar toda la información para este post que versará tanto sobre la exposición misma como sobre el catálogo de Rafael Llano el cual ha conseguido convertirme de aficionado a la obra de Strand en un forofo suyo.

Paul Strand (1890-1976), hijo de unos inmigrantes judíos de Bohemia en los Estados Unidos (su padre se llamaba Jacob Stransky) simboliza a la perfección el espíritu de la izquierda intelectual estadounidense de la primera mitad del siglo XX y aparece unido a ese movimiento que se llamó progressive en los años del New Deal en el que figuraban los escritores, poetas, cantantes, cineastas, artistas y dramaturgos en cuyo frecuente trato y por razones biográficas, me formé en mi primera juventud, esto es, la gente que había aprendido a escribir con Theodor Dreiser o Sherwood Anderson, a cantar con Woody Guthrie, a pintar con George Bellows y Frank Weston, etc, escritores como Howard Fast y Alvah Bessie, cantantes como Paul Robeson, poetas como Edwin Rolfe, cineastas como Jules Dassin o Joseph Losey, pintores como John Marlin, dramaturgos como Lilian Helman y, por supuesto, fotógrafos como Paul Strand. Realmente una pléyade de creadores e intelectuales como no volvería a producirse en los EEUU hasta los años sesenta y setenta y que fue reprimida por el McCarthysmo.

Strand empezó su carrera de la mano de otro fotógrafo excepcional, Lewis Hine, que le daba clases de fotografía en la Ethical Cultural School de Nueva York, un centro de enseñanza que seguía las doctrinas pedagógicas de uno de los fundadores del pragmatismo, John Dewey. Hacía 1909/1910, Strand estableció contacto con Joseph Stieglitz, por entonces en la cúspide de su carrera como el fotógrafo más importante de su país, quien lo acogió, orientó y protegió hasta que, según cuenta Rafael Llano, los celos del maestro hacía el discípulo en los primeros años treinta hicieron que la relación se rompiera (p.174). Pero mientras duró, Strand estuvo en contacto con los mejores fotógrafos y los movimientos más avanzados de las artes plásticas de su tiempo ya que, en su galería, la mítica 291, en la Quinta Avenida, Stieglitz exponía sobre todo pintura de vanguardia, desde Toulouse-Lautrec a Picasso en los años diez. De ahí provienen las primera influencias "pictorialistas" de Strand , que acabarían definiéndose en la visita a la célebra exposición conocida como la Armory Show de 1913, en la que se exhibió prácticamente toda la pintura europea de vanguardia, todo ello muy en el espíritu del grupo de Stieglitz que, significativamente, se hacía llamar "fotosecesionismo", obvia referencia al secesionismo austríaco.

Modernismo, maquinismo, racionalismo, futurismo constituyen parte de las tendencias del joven Strand, como se ve en la famosa Wire Wheel (1917) de la izquierda que convive, sin embargo, con una fuerte tendencia "objetivista" en sus interpretaciones de la ciudad de Nueva York que culminarán en el primer filme documental del mundo, Manhatta, hecho por Strand y el pintor Robert Sheeler. Igualmente importante aquí la retratística, como se ve en la no menos célebre mujer ciega de 1916. Llano, que realiza una interesante digresión sobre el origen y desarrollo del retrato en la pintura (pp. 125-127), explica que, para conseguir sus impresionantes y muy naturales retratos, Strand había inventado lo que llamaba "cámara cándida", esto es, una cámara con un objetivo falso en un lateral y otro verdadero reflex que le permitía obtener tomas de sujetos mientras parecía estar fotografiando otra cosa, lo que dota a los fotografiados, que no saben que lo están siendo, de gran naturalidad. Otra cosa, claro, son los aspectos deontológicos de este proceder.

Llano entrevera su relato en esta primera parte del catálogo con los versos de las Hojas de hierba, de Walt Whitman pues sostiene que esta épica gringa profetiza el movimiento artístico que se daría en los primeros decenios del siglo XX, por ejemplo, la arquitectura de Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright, los inventores del funcionalismo, cuyo espíritu supo captar perfectamente Strand ya en sí mismo (como en la foto de El patio de 1924), ya en una inquietante relación con los seres humanos, como en la famosísima toma de Wall Street, de 1915, que ilustra el catálogo de la exposición y reaparece luego en Manhatta.

Los años veinte y primeros treinta fueron de intensa relación con Stieglitz y su mujer, la pintora Georgia O'Keefe, con quienes los Strand pasaban temporadas en una casa que habían alquilado en Nuevo México, en Taos, en donde también conoció a Ansel Adams. De aquí y tras romper con los Stieglitz y su propia esposa, Rebecca, a la que tanto había retratado, Strand pasó a México, donde ocupó un cargo público y dirigió su segunda película, un documental de tipo social, al estilo del cine soviético de la época, Redes. El film y, sobre todo, la colección de fotos de México, como la iglesia de Taos, a la izquierda, permitieron a Strand cumplir un viejo sueño de realizar una especie de investigación antropológica fotográfica de acuerdo con una doctrina crítica de la antropología de salón que pretendía pasar los cachivaches para turistas como "cultura india" y que Llano sintetiza muy bien (p. 186)

Los años treinta y cuarenta son de creciente compromiso político de nuestro artista que, involucrado en el movimiento izquierdista que surge durante el New Deal, abandona la fotografía y participa en actividades teatrales y sobre todo cinematográficas filmando documentales sobre la situación social en los EEUU, muchas veces por encargo de la administración progresiva rooseveltiana. La sociedad que un grupo de artistas de izquierdas (entre ellos Henri Cartier-Bresson, con quien Strand colaboró estrechamente) pone en marcha, Frontier Films, produce cine independiente de denuncia social. Entre otras obras deben reseñarse dos sobre la guerra civil española, Heart of Spain (1937) y Return to Life (1938). Por cierto que Heart of Spain es un documental sobre un médico canadiense de las brigadas internacionales, Norman Bethune, de quien Llanos no dice nada pero que fue uno de los personajes más curiosos del siglo XX, un comunista, vástago de familia rica que, después de la guerra de España, fue a China, en donde murió en 1939 prestando sus servicios en el ejército de Mao Tse-tung. Esta etapa se cerraría con la dirección, conjuntamente con Leo Hurvitz, de Native Land, una impresionante narración épica de la historia de los Estados Unidos desde el punto de vista de la gente, de los trabajadores, los inmigrantes, todo ello narrado por la voz de Paul Robeson, y culminaría con un grandioso reconocimiento público de Strand como gran artista en la exposición retrospectiva que le dedicó el Museum of Modern Art de Nueva York con 162 fotografías que abarcaban la obra completa de nuestro hombre entre 1915 y 1944. Un gran éxito... seguido luego de la persecución.

Aunque Strand no fuera comunista, colaboraba estrechamente con los comunistas y la caza de brujas del macarthysmo hizo que a comienzos de los años cincuenta abandonara los EEUU para no regresar jamás. Se instaló en un pueblo de Francia, Orgeval y dedicó el resto de su vida a viajar por diversas partes del mundo y a publicar varios libros de fotografías resultados de esos viajes y en los que se encuentra el testimonio de unos años (cincuenta y sesenta) decisivos por varios aspectos, magistralmente retratados con una mezcla de sentido social, sensibilidad artística y perfección técnica que no han tenido igual hasta la fecha a mi juicio. A propósito de este aspecto técnico hay que recordar que Strand se negó siempre a usar el color pues, decía, que éste y la fotografía no tienen nada que ver (p. 42). El resultado son unas obras de arte de una precisión y una delicadeza admirables, como puede verse en la foto de los Cuatro viejos pescadores, o el Joven de Gondeville, Charente, más arriba, correspondiente al libro La france de profil, con texto de Claude Roy. "Una cosa es retratar a la gente", decía Strand, "y otra hacer que los demás se preocupen por ella a base de revelar su humanidad". Del viaje a Italia, al que corresponde el magnífico retrato de la derecha, La cartera y su hija, Luzzara, 1953, surgiría asimismo un libro, Un paese. Retrato de una aldea italiana, con texto de Cesare Zavattini y que, como los anteriores y los posteriores, le costaría trabajo distribuir en los EEUU porque se empeñaba en que se editaran en la República Democrática Alemana. Éste en concreto de Italia, a juzgar por sus magníficas fotos, era como un resumen de la situación del país en la época, un vademécum del neorrealismo.

Strand amplió luego su campo de acción a países no europeos. Así, en 1959 él y su mujer Hazel emprendieron un viaje por Egipto en el momento de la construcción de la presa de Asuán. El fotógrafo se interesaba por las experiencias del socialismo no ortodoxo de países del Tercer Mundo que parecían estar abriendo caminos inexplorados y cuyo espíritu y fuerza nuevos él se proponía retratar. El Nilo en Asuán (1959), una especie de panorámica que refleja el espíritu de Egipto, demuestra que Strand había desarrollado su maestría en todos los géneros, el paisajístico especialmente, sin desdeñar la magnífica serie de retratos de tipos populares del país que contiene la obra y que hace exclamar a Llano que se trata de un "fotógrafo judío que retrata a la nación musulmana" (388). Sin duda muy cierto, aunque sospecho que la observación contiene cierto anacronismo, pues las determinaciones étnicas están vistas con los ojos de hoy siendo así que para un izquierdista de mitad del siglo XX, la condición judía era irrelevante; incluso aunque se tratara de judíos; eso ha reverdecido hace unos años. El libro, Living Egypt sólo saldría en 1969, diez años después del viaje, a causa de los sempiternos problemas de censura. Según sabemos hoy día todo el tiempo que Strand vivió en Europa estuvo estrechamente vigilado por los servicios estadounidenses de inteligencia.

El último viaje que emprendió el artista y del que resultó un libro (African Portrait, 1976) fue a Ghana por invitación expresa de su primer presidente, Kwame Nkrumah, otro representante, como el Coronel Nasser en Egipto, de un socialismo "autóctono", en cuyas posibilidades tenía gran confianza un Strand ya por entonces septuagenario. No hace falta decir que las fotos de Ghana, los mercados, las aldeas, los tipos humanos, las relaciones sociales forman una unidad de sentido, algo así como un canto a lo que se ve como (y perdón por la cursilería) "el despertar de un pueblo". Por mi parte reproduzco este cráneo de un elefante por encontrarlo curioso y original.

La última exposición retrospectiva de Strand con él en vida vino a ser como la reconciliación de su país con un hijo díscolo y la organizó el Museo de Arte Moderno de Filadelfia en 1970 (p. 418). En esta de Pedro Barrié de la Maza están abundantamente representados todos los periodos y los estilos de Strand y en copias vintage bellísimas y de muy alto valor. Un aplauso a la Fundación por tan encomiable iniciativa que se cierra el próximo catorce de septiembre pero vuelve a abrirse al público en Vigo desde el dos de octubre al once de enero de 2009. Un aplauso al comisario de la exposición, Rafael Llano, tanto por ésta como por el estupendo catálogo. Y finalmente loor a un hombre, Strand, que supo reflejar los múltiples sentidos de su tiempo complejo con sensibilidad, inteligencia, competencia técnica y brillantez; que supo entender la grandeza de la sociedad estadounidense sin mezclarse en sus miserias, que vio y trasmitió a los demás la angustia de los tiempos difíciles, que entendió a la gente, simpatizó con los menos favorecidos y supo exiliarse cuando fue necesario, convirtiéndose en artista nómada que siguió desvelando el sentido muchas veces oculto de gentes, culturas y movimientos aparentemente ajenos entre sí pero fundidos en un común rasgo de humanidad que él se las arregló para poner de manifiesto. Y en blanco y negro gama de grises, siempre más rica y matizada que el color.

Por último, he estado buscando en Youtube copias de Manhatta (o Manahatta, que es el nombre que daban los indios a la isla antes de la llegada del hombre blanco) y he encontrado varias de diferente calidad y duración. Dejo la que me ha parecido mejor y con una banda sonora menos insoportable.

Hay que recordar que el film es de 1921, anterior incluso a Nanook el esquimal, de Robert Flaherty, y no tiene nada que envidiarle. Ahí quedan más de nueve minutos de la biografía de la gran ciudad, el milagro de Nueva York, desde la llegada del ferry a Staten Island hasta el ocaso en el puerto, con las calles ajetreadas, la geometría de los edificios, los vapores. Nueva York como lo vieron García Lorca, Paul Morand y otros escritores.

(Todas las fotos están reproducidas en baja resolución del catálogo de la exposición y pertenecen a Aperture Foundation Inc.; Philadelphia Museum of Art; Library of Congress. Prints and Photograph Division; George Eastman House; The New York Public Library; The J. Paul Getty Museum.)

diumenge, 3 d’agost del 2008

Más sobre el "empate técnico" PSOE - PP.

Al conocerse los datos del barómetro de julio del CIS, claramente desfavorables al PSOE en estimación de voto casi idéntica a la del PP, el presidente del Gobierno en rueda de prensa dijo eso que suelen decir los políticos cuando los sondeos les son desfavorables: que el verdadero sondeo es el día de las elecciones, cuando ya no es sondeo, pues la cosa va en serio. Al mismo tiempo atribuyó la escasa estimación de voto del PSOE (39,5% en julio de 2008 contra 43,87% de voto verdadero el pasado nueve de marzo) al "frenazo", vulgo crisis, de la economía. Ya dije ayer que era una interpretación mecanicista, que daba por supuesto que la gente penaliza al Gobierno por algo de lo que el Gobierno no es culpable; aunque no todo el mundo está de acuerdo con esta opinión ya que los gobiernos suelen atribuirse el mérito de las épocas de bonanza económica pero no el demérito de las épocas de crisis. En todo caso decía servidor que más parece que la gente, los votantes, el demos, como dicen mis colegas, el pueblo en fin castiga al gobierno por no hacer las cosas bien frente a la crisis, lo cual es una interpretación muy distinta. Veamos: en el barómetro del mes pasado, a la pregunta de cuáles son los objetivos que este país debe marcarse para los próximos diez años en primer lugar y en segundo lugar, la respuesta fue:

Eso el mes pasado. ¿Ha frenado el Gobierno los precios? No. Pues es evidente que lo hace mal. Si, en vez de los barómetros nos vamos a las series históricas del CIS, que muestran la evolución de los indicadores el asunto no ofrece dudas. En cuanto a los indicadores económicos el cuadro del CIS es el siguiente:

Es decir, la situación está negra hace ya más de un año. La crisis estalló hace ¡doce meses! con el pinchazo de la burbuja de las subprime. Con todos mis respetos hay que ser un poco merluzo para obstinarse en no llamar a las cosas por su nombre. Revela una mentalidad como vudú o algo así: la creencia de que si no nombro lo malo lo malo se va. Para exorcistas iban estos. La gente, que no es tonta (aunque todo gobernante parece acabar creyendo que sí; si no tonta tonta, cuando menos crédula), echa la culpa al Gobierno, valora fatal la situación política y peor la perspectiva. Véase:

El hundimiento de marzo de 2003 corresponde a la guerra del Irak. Si nos fijamos, hay una trasposición mecánica del pesimismo económico al político porque, en definitiva, la situación política hoy en sí misma está bastante bien: mucha menos crispación, pactos por doquiera, relativa estabilidad parlamentaria, sin conflictos exteriores, etc. Si embargo, el panorama es negro. Y tanto más cuanto que la misma gente que ve mal la labor del Gobierno, ve peor la de la oposición:

Obsérvese que hablamos de series históricas, de tendencias, no del aquí y ahora. Da miedo la diferencia entre la valoración de la gestión del Gobierno y la de la oposición. Y no es solamente en el tiempo del giro al centro del PP sino que esta distancia se mantuvo a lo largo de la legislatura 2004-2008, si bien parece que la distancia se ha aminorado útimamente aunque más por el descenso del PSOE que por el ascenso del PP. La interpretación es, en principio, que los españoles tienen en mal juicio al Gobierno (de hecho, el presidente suspende en popularidad, por debajo del 5 con 4,75 frente a 5,58 en abril, un descenso de 0,83 puntos; el Gobierno en pleno pincha) y también a la oposición (el señor Rajoy también baja hasta un 3,99, por debajo de 4,24 en abril, esto es, un descenso de 0,25, menor que la del socialista) lo que deja pocas opciones. Cuán desesperados deben de estar los españoles cuando el cuadro de estimación del voto es el siguiente:

La diferencia casi ha desaparecido pero no desde el comienzo de la crisis en agosto de 2007, sino desde las pasadas elecciones de marzo, cuando la gente se ha dado cuenta de que el Gobierno se limita a negar que haya crisis, no hace nada por combatirla y lo poco que hace, mejor fuera que no lo hiciese.

((Pequeña digresión: este indicador permite ver lo falso de la idea de que las elecciones de marzo de 2004 las decidieron los terroristas, que fueron quienes cambiaron el gobierno de España. De eso nada: el Gobierno de España hubiera cambiado aun sin terrorismo.))

Para saber hasta qué punto la gente no solamente no es tonta sino que tiene un ojo crítico tremendo, véanse las puntuaciones de los distintos miembros del Gobierno, recordando, además, que todos bajan:

¿Hay alguien en desacuerdo con esas cantidades? Empiecen por la cola que es donde está la gracia. Ese 3,62 de doña Bibiana Aído traduce la opinión general más o menos corroborada por los hechos hasta la fecha de que se trata de una enchufeta del partido al frente de una responsabilidad que la desborda. Lo cual es lógico y era de esperar: uno no pone al frente de un ministerio de nueva planta a un bisoño sin experiencia alguna cuando está todo por hacer, empezando por convencer a la opinión de que ese ministerio que no es de nada concreto sino de una relación social, tiene sentido.

El 3,90 de la ministra de Fomento, una veterana, traduce una desesperación generalizada frente a una gestión en la que las chapuzas (heredadas, desde luego, de las del PP que fueron monumentales) han resultado ser norma con una ministra sandunguera que dice que ella no dimite mientras el presidente del Gobierno le mantenga la confianza, lo que es una perogrullada y una pequeña infamia (sin duda involuntaria) al mismo tiempo. La perogrullada porque si el presidente le retira la confianza, ella ya no dimite sino que la destituyen. La pequeña infamia: ¿quiere decir la señora ministra que si su conciencia le dijera que debía dimitir pero el presidente le mantuviera la confianza, no dimitiría?

El tercer peor valorado, don Mariano Fernández Bermejo (4,05) paga, quizá con algo de injusticia, la mala opinión que genera su talante campechano y hasta un poco vivalavirgen con un cargo que se supone revestido de especial prosopopeya. De todos modos, tampoco parece que él haya hecho más que algunos malos ripios y muchas buenas promesas. Y lleva ya un tiempito.

La cuarta por la cola, con un 4,07, es la ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor que se ha iniciado en el cargo en marzo mucho más como ministra al servicio de los señores del ladrillo que de la Vivienda. Para un país en el que los jóvenes llevan años manifestándose al amargo grito de: No vas a tener una casa en tu puta vida, esta ministra es una desgracia.

Del quinto por abajo, señor Sebastián, con un 4,21, hay poco que decir salvo extrañar que no esté parejo con la señora Aído, aunque con dos planes más miríficos y arbitristas improvisados como el que acaba de presentar (y el Gobierno de aprobar, hay que fastidiarse) para ahorrar tropecientos miles de millones de barriles de crudo dentro de siete años con una bombilla el hombre lo consigue.

Los demás ministros pueden darse por aprobados, teniendo en cuenta que le gente es muy rácana, muy hueso a la hora de calificar; y muy exigente. Por eso tienen especialísimo mérito las notas de la señora Fernéndez de la Vega (5,35), Carme Chacón (5,24) y Alfredo Pérez Rubalcaba (5,09). La gente premia a los de la cachiporra, pero porque lo hacen bien; estos, incluso, muy bien y el resto de sus colegas aceptablemente bien.

Lo peligroso aquí es el descenso en la valoración del Presidente que quiere decir que la gente personaliza con bastante exactitud la rsponsabilidad por la mala gestión y lo hace en una cabeza del ejecutivo que, por algún motivo poco comprensible, no parece tener las ideas claras., aunque quiera dar la impresión de que sí. Si este mensaje de la oposición cala, que está calando, el Gobierno sin mayoría parlamentaria va a encontrar problemas.

Blogorismo de De Juana.

Refiriéndose al señor De Juana Chaos, la señora Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno, dice que "No toleraremos el menor atisbo de desprecio a las víctimas", lo cual es encomiable pero no evidente en sí mismo. Casi simultáneamente varios periódicos coinciden en señalar que el señor De Juana Chaos dice ser "una víctima", y que es "una víctima". Ignoro de dónde lo han sacado, pues he leído íntregra la carta escrita por el señor De Juana, a la concentración de compis en San Sebastián y publicada en Gara y en ella no dice nada de ser víctima; pero si así lo señalan varios periódicos será cierto que ha declarado ser "una víctima".

En principio hay dos posibilidades: que lo haya dicho o no lo haya dicho, porque escrito no está. Si no lo ha dicho porque ha decidido sabiamente seguir el consejo de Francis Bacon, de nobis ipsis silemus (no hablemos de nosotros mismos), aquí no pasa nada.

Pero si lo ha dicho, ahí tiene ya la señora vicepresidenta del Gobierno un problema. ¿Puede ser una víctima un menda que ha asesinado a veinticinco seres humanos? En principio, sí pero ¿es este el tipo de víctimas en que pensaba la señora De la Vega? ¿O se trata del primer desprecio a las víctimas que dice que no tolerarán?

(La imagen es una foto de Daquella manera, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 2 d’agost del 2008

Altar y Trono.

En un solo día el presidente del Gobierno se ha echado a la cara a las dos instituciones que rigen el mundo desde tiempo inmemorial, el trono y el altar. Es un acontecimiento que requiere un doble comentario; uno genérico, sobre la naturaleza de la democracia, y otro específico, sobre la de la izquierda.

El genérico: aquí está el plebeyo, el abogado, hijo de abogado de provincias, investido de la única legitimidad que hoy cabe aceptar que es la del voto mayoritario de la gente, negociando con la máxima jerarquía eclesiástica española por un lado desde una posición de fuerza, por insólito que parezca, e informando (que no rindiendo cuentas) por deferencia al Rey, cuya relación con el poder efectivo está mediada por este plebeyo que es el que manda hasta el punto de que es él el nexo de unión entre los dos viejos aliados del trono y el altar. El Rey no tiene por qué recibir a la jerarquía (salvo ocasiones excepcionales) y la jerarquía, celosa de su tiempo, no lo pierde ya tratando de acceder al trono directamente.

El específico. Como el gobierno de España es de izquierda, de izquierda moderada, nada radical (diga lo que diga el señor Aznar que normalmente no sabe lo que dice), reformista, pactista, a veces un poco timorata, su presidente, el señor Rodríguez Zapatero, ha estado muy bien en la entrevista con el Cardenal. Sabiendo lo importante que es el protocolo para la Iglesia (cuya naturaleza en lo esencial es litúrgica) no salió a recibir a Monseñor Rouco a la escalinata del palacio de La Moncloa y, una vez in media res, le negó el pan y la sal en su pretensión de manipular la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC). Acostumbrado como está el prelado a actuar mediante decisiones unipersonales y arbitrarias (por ejemplo, renovando los contratos de los locutores de la COPE a espaldas de la Conferencia Episcopal) pretendía ahora que el Gobierno lo autorizara a meter mano al contenido de la EpC, habida cuenta de que su estrategia de cargársela a la brava ha fracasado y de que la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE) ya la ha aceptado. Dicho pues a las claras, el presidente del Gobierno ha dicho "no" al intento de Monseñor Rouco de engañar a sus propios fieles; y lo ha hecho, muy convenientemente, invocando la ley. Que la trague de una vez.

El señor Rodríguez Zapatero ha pedido "respeto y lealtad" al prelado, cosa muy necesaria puesto que él ni sus colegas han mostrado nada parecido al Gobierno en la legislatura anterior en que este mismo Monseñor Rouco, especie de Savonarola vaticanista, se permitió decir que el Parlamento había aprobado leyes en contra de la democracia y de los derechos humanos. Y sin un asomo de vergüenza. Ante la reprimenda, ahora, ha contestado que la Iglesia siempre tributa respeto y lealtad al "gobierno legítimo de España". Conociéndolo es posible que, con esta contestación, esté poniendo en cuestión la legitimidad del Gobierno español. Supongo que no porque, en definitiva, a pesar del corte que le han dado y la reprimenda posterior, la reunión también ha sido un éxito para la Iglesia ya que ha conseguido lo que Monseñor venía a buscar: dinero para el acontecimiento previsto en 2011. Roma y el Papa bien valen un sofocón.

En lugar del señor Rodríguez Zapatero, además de anunciar al prelado la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, yo le hubiera anunciado la denuncia de los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede, pero yo sí soy un radical y el señor Rodríguez Zapatero y su Gobierno, no. Y quizá sea mejor así, aplicar la táctica llamada fabiana con la que Quinto Fabio Maximo ("Cunctator", también llamado "el verrugas") derrotó a los cartagineses en la segunda guerra púnica: nada de grandes batallas a campo abierto, sino pequeños ataques aquí y allí, escaramuzas, ir poco a poco hasta derrotar finalmente al poderoso enemigo.

La otra entrevista, la del Rey, protocolaria y meramente informativa, adquiere relieve político de izquierda en la rueda de prensa posterior del presidente del Gobierno, mientras el Borbón se eclipsaba prudentemente. Los dos momentos cruciales de esa rueda de prensa fueron las referencias al señor De Juana y al barómetro del CIS. En cuanto al ditto De Juana, doctrina oficial que los políticos podían ahorrarnos consistente en el sonsonete de despreciable sujeto pero la ley es la ley. Comprendo que, interpelado, el Presidente no pueda callar pero está claro que lo de "despreciable De Juana" es una redundancia y lo de "la ley es la ley", una tautología. Le ofrezco una fórmula más clara y rotunda: los asesinos también tienen derechos que la ley protege. Y Santas Pascuas.

Lo del CIS es más peliagudo: empate en intención de voto entre el PSOE y el PP, con una bajada llamativa del primero y un ligero repunte del segundo que, en realidad, no tiene mayor significado ya que, como señala con fruición Libertad Digital La mitad de los votantes del PP no confía en Rajoy.

A tono con la mayoría de los medios y como ya hizo la señora Fernández de la Vega después del Consejo de Ministros, el Presidente ha atribuido el descenso en intención de voto del PSOE a la crisis económica a la que, con cabezonería inexplicable, sigue llamando de otra forma. Este supuesto se apoya en el hecho de que, según el barómetro citado del CIS, el 58,6% de los ciudadanos considera que la situación ecónomica es mala o muy mala, que el 65% cree que todavía estará peor dentro de un año, que el 53,2% dice que el principal problema de España es la economía y que el 35,7% sostiene que es también el problema que más le afecta personalmente.

Pero esta interpretación, a mi juicio, es mecánica y presume que la gente culpa directamente al Gobierno de la crisis económica, lo que es mucho presumir ya que el personal no está tan en el limbo que no vea que la crisis económica es un fenómeno mundial. A mi entender lo que refleja el descenso en la intención de voto es la conciencia de que, aunque no sea responsable de ella, el Gobierno no ha hecho nada por atajar la crisis, salvo intentar negarla con subterfugios lingüísticos que, como hemos visto, se mantienen. Y me atreveré a decir más: refleja la manifiesta decepción de la gente con un Gobierno que, siendo de izquierda, aplica políticas de derechas. Para poner un ejemplo que conozco muy bien pues se trata de mí mismo. El barómetro traduce la intención de voto si las elecciones se celebraran hoy día; pues bien, si las elecciones se celebraran hoy día no tengo nada claro que un votante socialista como yo fuera a votar al PSOE. Muy claro tengo en cambio, pues ya lo dije a raíz de la aprobación de la directiva de la vergüenza en el Parlamento europeo que si en las próximas elecciones a ese órgano el año que viene el PSOE presenta en su lista a los eurodiputados que cometieron tal felonía, no votaré la lista del PSOE. Y como yo imagino que habrá más gente. Gente a la que no nos da la gana de respaldar políticas xenófobas las justifiquen como las justifiquen y que tampoco queremos que el Gobierno socialista acometa el "frenazo" económico favoreciendo a los empresarios del ladrillo, unos de los principales responsables de la crisis que nos castiga a todos.

(La primera imagen es un óleo de Carlo Maratti, Clemente IX, 1669, que se encuentra en el Hermitage de San Petersburgo y la segunda, La segrada forma, de Claudio Coello, en la Sacristía de El Escorial.)

Vacaciones.

Como está muy contenta por marcharse de vacaciones mi amiga Pilar me envía esta presentación pwp con chistes de Forges satirizando esos comunes afanes vacacionales del personal. Mentiría si dijera que me gusta Forges, a quien encuentro bastante ñoño y acomodaticio. Pero reconozco que si me limitara a subir las viñetas que me gustan sólo subiría los de El Roto, lo que sería monótono; así que reproduzco la presentación forgiana con los apuros de los españolitos de a pie, espantosa expresión que, con el paso de España al primer mundo, ha venido a sustituir a aquella otra fascicatólica de Juan Español.

También puede accederse a la presentación en Google docs pinchando en Vacaciones Forges

Gracias, Pilar y felices vacaciones.

divendres, 1 d’agost del 2008

Monseñor Rouco visita al Anticristo.

Para hoy, último día laborable del señor Rodríguez Zapatero, tiene anunciada visita a La Moncloa el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Rouco Varela a petición propia. Después del bestial enfrentamiento con el Gobierno que protagonizó su Iglesia, como parte del tándem derecha civil/derecha clerical, en la legislatura pasada, este encuentro permite auspiciar según algunos un renovado deseo de la Jerarquía por normalizar relaciones con el poder político. Hasta hay quien dice que lo propició el Papa Benedicto XVI favorablemente dispuesto a la idea gracias a la incansable labor diplomática de nuestro embajador en la Santa Sede, señor Francisco Vázquez.

Será bueno que Dios y el César traten de ponerse de acuerdo en lo posible en los asuntos que los dividen, que no son pocos y numeraré luego. En lo posible. Pero mi experiencia dice que cuando la Iglesia hace un movimiento de esta naturaleza lo primero que busca es dinero. En este caso para organizar la siguiente Jornada Internacional de la Juventud que, por gracia expresa de SS a intercesión del Cardenal Rouco, tendrá lugar en Madrid en 2011. Estos happenings multitudinarios de la Iglesia, como las Olimpiadas o las ferias internacionales son acontecimientos que mueven miles de millones de los que se benefician sobre todo las compañías aéreas, las agencias de viajes, los hoteles, paradores, hostales, pensiones, albergues, figones, tiendas de souvenirs y demás comercios y servicios (especialmente los religiosos) de las ciudades en que se celebran; y también cuestan decenas, quizá cientos de millones en organización que alguien tiene que desembolsar. Así que yo no llevaría el alcance de la visita de Monseñor Rouco mucho más allá de un pase de cepillo, a ver qué se le saca al Estado para el evento previsto.

Por supuesto, dada la exquisita habilidad de la Iglesia, la imagen que se dará del encuentro con el presidente del Gobierno (a quien algunos participantes en las manifas movidas al alimón por el PP, la Iglesia y la Asociación de Víctimas del Terrorismo llamaban "el Anticristo") será la de un encuentro para buscar puentes en los asuntos que los separan. Del dinero aquí ni se habla.

Esos asuntos son muy variados. En primer lugar, la cerrada oposición eclesiástica a la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC), apoyada por algunas Comunidades Autónomas con presidentes especialmente carcundas, como la señora Aguirre o el señor Camps. Por cierto que, a propósito de EpC el Plural de ayer trae un buen artículo sobre este asunto de Jesús Pichel en el que se prueba que El punto de partida de Educación para la Ciudadanía es en Estrasburgo (1997), ¡con Aguirre de ministra de Educación! Pero como si nada. La actitud de la Iglesia en este asunto es de oposición total porque lo que pretende es mantener la enseñanza de la religión católica como asignatura evaluable, igual que en los tiempos del invicto Caudillo de cuya dictadura fue uno de los pilares más firmes.

En cuanto a los demás contenciosos abiertos con el Estado español (ley de plazos en el aborto, debate sobre la autanasia, reforma de la Ley de Libertad Religiosa) la iglesia es también beligerante en contra, si bien no con el mismo ahínco como con EpC ya que en estos no hay tanto dinero en juego.

Hasta la fecha, la actitud del Gobierno socialista frente a la Iglesia ha oscilado entre la sumisión y la contemporización, tratando siempre de evitar los choques que ésta busca afanosamente. Parece que haya llegado el momento en que el Gobierno deba hablar con la voz fuerte de quien, a pesar de los enfrentamientos de la legislatura pasada, tiene el respaldo mayoritario de los electores que apoyan una actitud de firmeza y no de apaciguamiento (que diría el señor Aznar) con el radicalizado clero católico. Las perspectivas sin embargo no son buenas. El Gobierno ya ha dicho que no piensa tocar los acuerdos con la Santa Sede de 1979, como debiera para acabar de una vez con una situación de privilegio de una confesión religiosa sobre las demás y de instrumentalización del poder civil por el religioso. Monseñor Rouco no se comporta como un cardenal de una confesión que deba convivir con otras en una sociedad gobernada por un Estado laico, sino como el gran sacerdote ante quien debe doblegarse la voluntad del Emperador.

Cuando menos es de esperar y de exigir que ya que se supone seguiremos pagando el estatus de privilegio del catolicismo español, que el Presidente haga comprender al Cardenal algo que éste está harto de decir: que el que paga manda.

(La imagen es una foto de Haddy Bello, bajo licencia de Creative Commons).