Los resultados de las elecciones no habían sido nada malos para el PP. En realidad fueron excelentes para lo que cabía esperar de su lamentable ejecutoria de cuatro años; más que excelentes, casi milagrosos. No es fácilmente comprensible que haya más de diez millones de compatriotas que voten una opción hecha de agresividad, intemperancia, demagogia, embustes y opciones retrógradas. Pero los hay y el señor Rajoy es su hombre, igual que el señor Zapatero lo es para otros once millones que piensan de forma distinta. La misma noche del nueve de marzo, ya con los resultados, no me parecía que el señor Rajoy tuviera que plantearse necesariamente su dimisión como dirigente del PP al igual que anunciaba la suya el señor Llamazares como dirigente de IU.
Pero la percepción dentro del PP y especialmente en sus medios de comunicación y entre sus periodistas adictos era distinta y bastó que el dubitativo señor Rajoy vacilara algo más de la cuenta y se despidiera de sus partidarios con un ominoso "adiós" para que se pusieran en marcha dos frenéticos envites, uno para empujarlo a abandonar del todo y otro para conseguir que se quedara. Entre los primeros, los más señalados periodistas del PP. El Mundo traía un editorial al día siguiente titulado El PP debe renovarse (no pongo enlace pues es de pago) en el que se defendía la substitución del señor Rajoy por el señor Rato, la señora Aguirre y ¡hasta el señor Gallardón! Mal tenía que estar viendo las cosas el diario de la derecha para apuntar la candidatura del alcalde de Madrid, a riesgo de que le diera un soponcio al señor Losantos, pendiente de una querella por injurias y calumnias que le ha puesto el primer edil madrileño. En la COPE también se pedía la "renovación" en el PP.
Todavía después de conocerse que el dicho señor Rajoy había optado por seguir en su puesto, en mitad de los fervorosos y unánimes aplausos de los asistentes al Comité Ejecutivo Nacional del PP, convocado al efecto, el señor Anson, Presidente del recientemente fundado El Imparcial, en un artículo titulado Rajoy, con honor, a la reserva, pedía la retirada del Presidente del PP para dejar paso a alguien nuevo. Igualmente también ayer en una conferencia de prensa del siglo XXI, el señor Ramírez calificaba de "gran equivocación" la decisión rajoyiana de quedarse "por el bien de España" y para ganar las elecciones de 2012.
Estos movimientos no son sino las primeras escaramuzas. Aunque el Comité Ejecutivo Nacional se convocó, en principio, para analizar los resultados de las elecciones, no analizó nada ni hizo autocrítica alguna sino que se limitó a cerrar filas tras su jefe y todos los llamados "barones" le prestaron su apoyo entusiasta, desde el "tapado" Francisco Camps hasta la Thatcher española, señora Aguirre, pasando por la promesa truncada de Pizarro y todos los demás. No oí nada de los señores Fraga y Aznar, aunque supongo que el señor Rajoy habrá consultado previamente su decisión con ellos. La idea del Presidente del PP es adelantar el congreso ordinario del partido a junio y presentarse allí a revalidar su posición en el entendimiento, que él mismo ha mencionado, de que cualquiera puede presentarse también. Aunque sea poco probable que lo haga alguien, cuenta habida del cerrado apoyo que ha recibido su candidatura.
¿O sí? La divisoria es clara: el partido está con el señor Rajoy; los periodistas, sobre todo los más influyentes, de El Mundo y la COPE, en contra. No obstante, como la derecha es menos suicida en estos asuntos que la izquierda, es muy probable que, si los periodistas ven que el partido cierra filas tras el señor Rajoy, ellos lo hagan también pues saben que lo importante es mantener la unidad. Compárese de paso esta actitud con la que prevalece en el seno de IU.
Ahora bien, aunque los partidarios del señor Rajoy señalen que ha mejorado los resultados de 2004 y que ha mantenido unido al partido en estos cuatro años y aunque los periodistas que piden su relevo también reconozcan sus muchos méritos, lo cierto, el hecho desnudo, es que el PP dirigido por el señor Rajoy ha perdido las elecciones. Y eso no hay modo de minimizarlo o ignorarlo. La conclusión que me parece más clara es que la táctica de la agresividad, la bronca permanente, la descalificación, la demagogia y los embustes no da buenos resultados. Dado que esa línea política del PP se ha elaborado sobre todo en la red de medios a su servicio quienes debieran dimitir en lugar de pedir la dimisión de los demás son quienes como el señor Ramírez y el señor Losantos llevan años marcando la línea ideológica y política del PP. Y, con ellos, debiera irse la guardia pretoriana que ha rodeado al señor Rajoy estos años, especialmente los señores Acebes y Zaplana, por citar a los dos que más reacciones de rechazo suscitan.
No sé si el señor Rajoy conseguirá llegar políticamente vivo al año 2012 y menos sé si por entonces ganará o no las elecciones, pero me atrevo a pensar que, si lo hace, esto es, si llega políticamente vivo y gana las elecciones, no será repitiendo el modelo de estos últimos insufribles cuatro años.
Pero nunca se sabe. Al fin y al cabo, diez millones de votos avalan esa forma de hacer política. En el PP, en consecuencia, se abren paso dos interpretaciones: la de quienes piensan que hay que moderar el tono y abrirse al centro político, evitando la identificación con la derecha bronca y la de quienes creen que el único error ha sido no armar más bronca, no ser más intransigentes y agresivos. Según quién gane esta pelea al interior del partido así serán los próximos cuatro años.
(La imagen es una foto de Movimente bajo licencia de Creative Commons).