dimecres, 11 de juliol del 2007

Recuperar la memoria.

En el post sobre la exposición del Círculo de Balleas Artes acerca de la Transición en España ya advertía que los organizadores han editado un grueso y estupendo catálogo con la colección completa de fotos en exhibición y una serie de trabajos de diversos especialistas (algunos historiadores, una politóloga, un economista, dos juristas y un comunicólogo) que abordan distintas facetas de este episodio histórico. Advertía también de que llegado el momento, lo comentaria. Los trabajos son desiguales, pues mientras unos son minuciosos y bien documentados, otros están escritos un poco más a vuelapluma, si bien todos tienen interés por abordar aspectos poco frecuentados de la transición.

Uno de los más interesantes es el del historiador Álvaro Soto Carmona, El protagonismo de la sociedad civil durante la transición, en el que pide un reenfoque de las visiones sobre el episodio para que, en lugar de concentrarse exclusivamente en lo que los políticos y dirigentes hicieron, se recoja también el ambiente de movilización popular, ciudadana y laboral de aquellos años, tema en el que fue pionero José María Maravall. El trabajo de Soto plantea asimismo un problema que ha ocupado a más de un investigador (de hecho, el trabajo siguiente, de Paloma Aguilar Fernández, también lo suscita), en concreto el de saber si, en el momento crucial de la transición, los españoles tenían ya o no una cultura política democrática. Hay opiniones encontradas al efecto. En la mía había tal cultura política democrática e, incluso, aunque parezca paradójico dado el carácter doctrinal del régimen de Franco, era hegemónica en muchos ámbitos de formación de opinión, como la universidad, los institutos, las redacciones de los periódicos, hasta la Iglesia. Y me parece que esa cultura política democrática procedía en buena parte de una fuente que no he visto que se se haya estudiado, la influencia del cine y, sobre todo, la televisión de procediencia extranjera, especialmente pero no sólo, estadounidense. Es lo que podría llamarse la "pedagogía difusa" de la televisión, medio que mira una abrumadora mayoría de ciudadanos. Esos productos culturales norteamericanos (films, series de televisión, etc) que frecuentemente ensalzan a los EEUU como tierra de libertad, democracia, derechos de los ciudadanos, libertad de expresión, etc tenían tanta mayor influencia cuanto que, además, juntos con otros, proceden de unos países considerados arquetípicos y dignos de imitación, los EEUU, Francia, Inglaterra, etc.

El capítulo de Paloma Fernández Aguilar, que lleva años trabajando brillantemente cuestiones de cultura franquista y memoria histórica se llama Cultura política, consumo cultural y memoria durante la transición y en él, además de la pregunta por el tipo de cultura política prevaleciente en la transición, aborda el de consumo cultural en general, con atinadas observaciones acerca de los filmes producidos, el consumo de revistas, programas de TV. y libros. Pone de manifiesto el exitazo de los libros de Fernando Vizcaíno Casas, un falangista nostálgico que escribió ensayo y novela en un estilo de broma gruesa, así como garbancero, ridiculizando la democratización de España y añorando al Caudillo p.G.D. y q.p.d. Es un terreno este muy resbaladizo y quizá por eso tenga tanto mérito el trabajo de Aguilar Fernández.

Juan Carlos Pereira Castañares, otro historiador, toca el tampoco frecuente tema de la influencia exterior en la Transición española, La Transición española desde el exterior. La influencia del factor internacional. Lo hace con prudencia y moderación y subraya un dato no muy comentado pero sí muy significativo: a las exequias de Franco vinieron Pinochet, el Vicepresidente dominicano e Imelda Marcos, esposa del Presidente de Filipinas; los demás países mandaron gentes de tercer y cuarto nivel. Tres días después, en la coronación de Juan Carlos I había casi una decena de jefes de Estado (p. 137). Este tema de la influencia de lo exterior no es de los más frecuentes probablemente porque a los españoles no les gusta que los demás se metan en sus asuntos, aunque eso es lo que sucede casi de continuo y, cuando no sucede, los mismos españoles se enfadan. Hay que ver con qué indignación se citan siempre las palabras del ministro estadounidense de Asuntos Exteriores de entonces, Alexander Haig, cuando dijo que la intentona de Tejero era un "asunto interno español" que, en buena medida así era, ya que la amenaza al orden constituido no provenía de una guerra o una invasión exterior

Román Gubern hace un repaso a la producción cinematográfica nacional de la época muy interesante. Es un hombre que domina el tema sin duda alguna y con él otros aspectos de las manifestaciones culturales, como las movidas urbanas o los movimientos de renovación de la música. Me deja algo sorprendido que, en el momento de hablar de las revistas contraculturales cite a El Papus y El víbora pero no Ajoblanco

El trabajo de Gregorio Peces-Barba, que se titula Transición y memoria histórica, de lo que menos se ocupa es de la memoria histórica. El autor parece molesto porque , según dice, en los festejos del trigésimo aniversario no se contara con ninguno de los padres de la Constitución, entre los cuales está él. Precisamente por eso decidí traer las dos famosas fotos de los padres y el momento Tejero en el Congreso, como ilustración del triunfo de la democracia y el Estado de derecho y el fracaso del golpismo militar. Peces-Barba aprovecha para defender los cuatro puntos en que al PSOE le gustaría ver reformada la Constitución, bastante razonables, por cierto, pero sobre la memoria histórica hay aquí poco discurso.

dimarts, 10 de juliol del 2007

Rato y Bono.

Hay paralelismos que se prestan a interesante comentario entre los retornos a la escena pública de dos prohombres de los grandes partidos nacionales que llevaban una temporada retirados a los cuarteles de invierno, si bien uno más tiempo que el otro. El primero de todos es que el poder, como el canto de las peligrosas sirenas, tiene un atractivo muy difícil de contrarrestar, máxime si los intrépidos navegantes no toman la precaución de que los amarren al mástil. Ha bastado que se vislumbre en lontananza el cabrilleo de la ruleta de unas elecciones generales para que los dos políticos hayan decidido regresar el uno al solar patrio y el otro directamente a una lista electoral por su querida provincia de Toledo. Maravilla el atractivo del poder, del que todos desconfían y todos buscan con ahínco. Al extremo de que las razones que se esgrimen son como gelatina. La "vida privada" fue la que esgrimió el señor Bono para retirarse; la "vida privada" la que esgrime el señor Rato para retornar. Es verdad que todavía no ha dicho que sea a la política, pero pocos lo dudan. Y ¿qué decir de la vida privada del señor Bono? O es de corto recorrido o incluye el hecho de ser diputado por Toledo y, al parecer, presidente del Congreso de los Diputados. Supongo que el señor Marín estará buscándose un acomodo.

Los paralelismos se rompen al entender el significado de ambos movimientos. Las próximas elecciones van a darse en el territorio del fementido Vellido Dolfos, la traición a la Patria y otras demasías históricamente hispanas. Interesa pues tener cerca al socialista más castizo y nacionalista español (seguramente también se estarán lanzando tejos al huerto extremeño del señor Ibarra) para reforzar esa E de las siglas del PSOE que la derecha (que no la lleva en las suyas) le acusa de haber perdido, de haber vendido, de haber arrojado fuera de sí y pisoteado con saña. El señor Bono diputado y presidente del Congreso es como poner a Agustina de Aragón detrás de los leones de la puerta. Hábil finta del señor Rodríguez Zapatero que así demuestra que controla a su gente y, por tanto, que hay un proyecto único de gobierno, a diferencia del PP, donde reina la polifonía.

El señor Rato no regresa a petición del señor Rajoy y ni siquiera está claro por qué regresa. Pero sí lo está que representa la opción centrada de la derecha española frente a un Rajoy que proyecta una imagen de intransigencia y radicalismo. Esa es exactamente la carátula con que prepara su candidatura el señor Ruiz Gallardón. A su vez, éste está en pugna con la señora Aguirre, que representa el liberalismo más puro en el nuevo sentido que viene adquiriendo este viejo término español que quiere ser hoy sinónimo de integrismo de libre mercado. Así como la vuelta del señor Bono es un acierto para las perspectivas electorales del señor Rodríguez Zapatero, ya es el "hombre de los votos", igual que en ciertas tribus hay un "hombre de la lluvia", la del señor Rato no se sabe qué efecto tendrá en las del señor Rajoy, dado el estado algo tumultuoso en que se encuentra su partido y la muy previsible desorientación de sus votantes centristas. Los descentrados están seguros.

Las siete maravillas que, como el G7, son ocho.

No se crea que voy a lamentar nuestra mala suerte y triste sino, que no ganamos una ni a tiros. Estoy de acuerdo con la UNESCO en que esta votación no tiene valor. Claro que tampoco me parece que si la hiciera la UNESCO sería más válida. Objeto al hecho en sí de elegir "maravillas" del mundo y más en número de siete. ¿Por qué siete? Entre otras cosas debieran ser seis pues, existiendo aún la pirámide de Gizeh, queda una de las maravillas y, por lo tanto, hoy hay ocho o bien una del mundo antiguo y siete del mundo contemporáneo. Pero nos pongamos como nos pongamos, ocho.

Todo el mundo entiende que el valor estético no puede decidirse por mayoría. Pero eso no importa. Lo que importa es que en algún sitio se diga cuáles son las siete maravillas porque así se podrán confeccionar viajes organizados consistentes en recorrer las siete maravillas del mundo. Y las agencias que los organicen se forran. Es curioso que de las siete que han salido (con cien millones de votantes, el 9% de la población china) seis se encuentren en países en desarrollo o de bajo nivel y sólo una sea del siglo XX. A la hora de pensar en "maravillas", la Humanidad se va a siglos pasados, a veces muy pasados. Uno pensaría que hay otro tipo de maravillas más acordes con los sentimientos que pudieran darse en la era industrial y postindustrial. Se me ocurren varias, la Torre Eiffel, que ha sido candidata, el ferrocarril transiberiano, la carretera Panamericana, el canal de Suez, el de Panamá, alguno de esos puentes increibles que hay por el mundo, el chunnel del Canal de la Mancha, el Voyager, etc. Pero tampoco hay que quedarse ahí, faltan muchas otras posibles maravillas, como los leones alados de Nínive, la piedra Rosetta, los guerreros de Xian, la catedral de Milán o la ciudad de San Petersburgo o Venecia. En fin, práctica inútil. La Humanidad ha ido dejando un rastro de maravillas. Porque ¿qué pasa con la música de Mozart o la gran "conurbation" que es el Este de los EEUU, entre Washington y Nueva York?

En realidad, lo que me llamó la atención es que en suelo español estuviera una de las candidatas con mayores posibilidades. No sé si eso se hace a propuesta de los países o por un comité pero, sea como sea, los españoles nos lo hemos tomado a pechos por lo de la negra honrilla nacional. Todos apoyando la Alhambra. Sin duda, sin duda. Pero la Alhambra es un palacio árabe, es arquitectura, escultura, arte musulmán. Puro. Tiene gracia que la nación en cuyo proceso legiferante creen poder intervenir los obispos católicos vaya de premios internacionales con una muestra pura del más sublime arte nazarí. Los obispos católicos ¿no van a decir nada al respecto? Sin duda la nación española se nutre de diversos veneros y uno de ellos es el árabe y/o musulmán. Por eso el enrocamiento de la jerarquía católica está fuera de la realidad.

dilluns, 9 de juliol del 2007

El bonito serial del verano.

No me dirán que no es de novela de Raymond Chandler o Dashiel Hammet y hasta de Simenon. Ya está aquí otra vez ETA. Por fas o por nefas ETA ocupa continuamente el centro del escenario. La jueza Le Vert quiere saber qué funcionarios españoles andaban trasteando con los etarras y en dónde. Claro que a la misma jueza le interesará qué tenían que decirse el hombre mano derecha de Mr. Sarkozy cuando era ministro del Interior y ese presunto etarra, señor Iurrebaso.

Nada, nada, un thriller, que se dice ahora. Unos jueces, unos presuntos delincuentes, altos y misteriosos funcionarios, fronteras, mediadores internacionales, aeropuertos. Seguro que alguien se acuerda del capitán Khan en el aeropuerto de Bangkok. ¿O era Kuala Lumpur? El señor Rajoy insiste en que el Gobierno entregue las "actas" de los compadreos con el Gobierno, las "actas de la vergüenza", como ya las ha llamado por ahí algún plumilla con espíritu de novelista por entregas, a lo Ponçon du Terrail. Dice el señor Rajoy que tendría su gracia que los franceses las conocieran antes que los españoles. Al margen de que esta gracia era la que se reía en el régimen de Franco, cuando los españoles se enteraban de lo que pasaba en su país por Radio París, no será el caso ahora probablemente porque la jueza Le Vert no las pedirá. Ella lo que quiere es saber si la condición de negociador aducida por el señor Iurrebaso es cierta o no y, caso de serlo, tendrá que valorar cómo incide eso en la consideración de los muy probables delitos que se le imputen de pertenencia a banda armada, tenencia ilícita de armas, falsificación de documento público, sustracción de vehículo, etc, etc. Así que lo más probable es que el señor Rajoy se quede sin las "actas". Compuesto y sin actas.

Al propio tiempo, la policía española asegura que, con las dos últimas detenciones de etarras se ha desarticulado el aparato de falsificación de la organización armada. Es bastante probable. Y también lo es que surja otro en poco tiempo. Esto me lleva a la consideración de un argumento que es muy típico de la izquierda abertzale y que he leído en alguna ocasión en Gara para fundamentar la idea de que la política represiva no acabará con ETA, sino que el fin de ETA sólo se conseguirá mediante el diálogo. En su forma retóricamente más contundente, este argumento dice: supongamos que la policía detiene a todos los etarras, ¿cuánto se cree que tardará en surgir una nueva ETA? Está bien la retórica y aparentemente preocupada pregunta, pero es falaz porque la cuestión no es que no merezca la pena acabar con el crimen porque éste se reproducirá sino que la cuestión es: ¿hay que acabar con el crimen, sí o no? Ahí ya la respuesta suele ser otra y no menos falaz: "Sí, pero con todo él", dando a entender que, si no hay una situación absolutamente libre de crimen, el suyo que no se lo toquen.

Ese es el problema que plantea el terrorismo de ETA, que tiene muchos simpatizantes que no se atreven a respaldarlo de modo expreso pero lo hacen de forma subrepticia. Esto es lo que permite al señor Pernando Barrena decir el otro día que el Gobierno debe seguir explorando las posibilidades de diálogo con la banda terrorista. Supongo que él sabe de muy buena tinta que si ésta ha roto el fuego es para subrayar sus muchos deseos de diálogo.


Lo que pudo ser.

Es muy interesante el libro que acaba de publicar José Ribas, quien fue fundador, alma, factótum de la revista Ajoblanco, importante referencia de la cultura underground, de la contra-cultura, del movimiento libertario de los años setenta y luego, en segunda época, de los noventa; referencia e icono en sí misma, pues traía una significativa parte gráfica y muy original maquetación. Es un libro sobre los años setenta. No unas memorias, puesto que no se cuenta en él la infancia y adolescencia del autor, sino la juventud, a partir del ingreso en la Universidad, Facultad de Derecho y de su decisión de apartarse de los cauces trillados de hacer carrera y de construirse su vida de modo autónomo y libre.

Es, por lo tanto, un libro sobre la transición. Otro. Y otro tipo de libro porque, sin ser memorias, es un relato en clave personal, la narración de unas vivencias entre los años 72/73 y 78/79. La transición, en definitiva, que coincidió con la juventud del autor, esa época dorada de la vida retratada en el verso de Joan Manuel Serrat, “Ara que tinc vint ans…”.

Así que Los setenta a destajo es un libro de recuerdos en el que se describe lo que pudo ser y no fue. Básicamente a causa de que el poder político lo hizo imposible, que, si no es por ello, se hubiera organizado la de San Quintín. Lo dice el autor con algo de hipérbole a mi juicio: “El Gobierno de UCD bordeaba el ataque de pánico. Si CNT conseguía articular parte de las aspiraciones populares, Europa podía cambiar de signo.” Nada menos. Contaba el autor con los “movimientos autónomos de base” en varios países europeos. Y no sólo Europa, “las sociedades desfavorecidas de Iberoamérica bajo yugo militar podían alzarse también si la insurgencia triunfaba en la Península.” (p. 521) Lo dicho, para mí que es algo exagerado. El mundo no está tan pendiente de España como pueda parecer a los jóvenes españoles.

La transición es como un trasfondo histórico, un contexto que va dando sentido al texto, no algo objeto específico de estudio. Ribas tiene un juicio muy negativo sobre ella. En principio, se hizo porque la gente se echó a la calle y los políticos iban a remolque (p. 159). Tuvieron decisiva importancia los designios de los países extranjeros, especialmente los EEUU y, más especialmente, la CIA (de hecho, hay frecuentes referencias a una especie de conjura permanente de la CIA), lo que hizo que el "guión" de la transición lo trazara "el gran capital" (p. 336) y que acabara siendo cosa de los políticos (p. 362), protagonizada por los partidos (p. 409); en definitiva se gestó en pequeños cónclaves, como heredera del "caudillismo franquista" (p. 361). Sin embargo, la juventud quería ruptura (p. 337) y la situación era, a su juicio, tan grave que "los banqueros estaban aterrorizados ante la posibilidad de que los nuevos movimientos sociales tomaran la calle sin corsés políticos y buscaban el pacto social y el control obrero por los comunistas a cambio de reconocimiento y prebendas" (p. 363). Este párrafo es un diagnóstico libertario típico.

Pero el autor no sólo es libertario, sino que sobre todo es él mismo, tiene idea de generación y sostiene que la anterior (a la que responsabiliza de la transición, la que personaliza en Felipe González) se identifica con "el marxismo dogmático", los "frentes de liberación de Cuba y Argelia", los "curas obreros", la "canción francesa" y la "cultura del alcohol" (p. 461). Me parece que se lo pone demasiado fácil a sí mismo. Esa generación, de la que formo parte, había abandonado el marxismo dogmático (incluso el marxismo), los frentes de liberación encandilaron a una parte (los "felipes"), los curas obreros eran vistos con condescendencia por casi todos, además de la chanson se extasiaba con la misma Angie, de los Rollings, que él, y en cuanto a la cultura otra parte importante ya se lo sabía todo en cosa de drogas. Tanto como su generación o más.

La parte personal tiene mucho interés. Toda la obra se lee de un tirón porque lo autobiográfico impregna el relato, acelerado, vertiginoso, muy bien escrito. Es verdad que, como él mismo dice, el autor se mueve en cuatro escenarios distintos, saltando de uno a otro, mezlándolos: el del ambiente burgués, el estudiantil, el progresista y el homosexual clandestino (p. 251). Hay en el comienzo un propósito vital que actúa como un programa: el autor se rebela contra el pasado y la "culpa judeocristiana" que reina en su medio cultural (p.111). Ya había advertido que fue Eros y Tánatos, de Norman O. Brown lo que lo libró de caer en el dogmatismo marxista. Y por lo que sea, por su forma de ser, por su propósito, toda la obra respira autenticidad. La cuestión homosexual -en realidad Ribas es bisexual- está tan presente como la transición pero narrada con mayor delicadeza, con tacto, con cariño, lejos de los juicios perentorios que tiene con aquella. Omnipresentes también están las drogas, el costo, la maría y el ácido. No habla de cocaína y el caballo le produce horror. Es curioso que dedique unas breves páginas a narrar un viaje de ácido con el señor Racionero haciendo como de gurú. Se ve que fue una experiencia muy importante; intenta transmitirla describiendo sensaciones al estilo de Huxley en Puertas de la percepción o Castaneda en The Teachings of Don Juan, cosa que se le perdona porque termina diciendo sobriamente "a partir de aquel día viviría al otro lado de un viaje en ácido." (p. 356).

Lo que pudo ser y no fue abarca también la obra de su vida, que fue la revista Ajoblanco, realmente uno de los símbolos más rotundos de la contracultura, el arte conceptual, la música progresiva de los setenta. En poco tiempo, Ajoblanco fue también plataforma aglutinadora del movimiento libertario español, adelantado de muchas lides en cuestión de emancipación sexual, ecología, energías alternativas, etc. La importancia de la revista se mide en una tirada pico de 100.000 ejemplares, sorprendente para un producto sin publicidad y comercializado de modo alternativo y en el hecho de que le cupiera el honor de ser suspendida y multada en el Consejo de Ministros.

El retrato que hace de la evolución del movimiento libertario en aquellos años está muy en línea con el viejo espíritu anarcosindicalista, como se ve por la guardia continua frente a los intentos manipuladores de los comunistas (p. 249, tc.). Su visión de las pugnas sindicales de la época, la rivalidad entre la CNT y las centrales "del sistema", por así decirlo, con Pactos de la Moncloa incluidos, es muy reveladora y poco frecuente. Al final, la revista dejaría de salir en 1977 debido a las disensiones internas del equipo, (p., 495) que era también el mal que aquejaba a la CNT.

El libro es también interesante como crónica de una época y retablo de personajes de y tendencias de entonces enjuiciados aquí, salvo contadísimas excepciones, con penetración, inteligencia y la benevolencia que suele dar el paso de los años bien llevados. Son gentes de la gauche divine, de los novísimos, personajes como Luis Racionero (que se ve ha tenido importancia grande en su vida), Félix de Azúa, Vázquez Montalbán, Savater, Rubert de Ventós, Barral, Quim Monzó y muchos otros. No comentaré nada de esos juicios por no ir de spoiler. Pero el libro merece la pena. Es una crónica fresca de una época interesante que el autor vivió en plenitud cuando tenía "la força".

Quisiera resaltar el tacto exquisito con que Ribas presenta su vida de familia, sobre todo sus relaciones con sus padres. Es muy poco frecuente que los relatos autobiográficos escapen a las imágenes estereotipadas en las relaciones paterno-filiales (veneración ilimitada o bronca oposición) y menos aun que sepan presentarlas con esa mezcla de comprensión, sensibilidad y cariño tan de agradecer. Realmente sus padres debieron de ser personas extraordinarias.



diumenge, 8 de juliol del 2007

Dolores de parto.

Hoy, domingo, ocho de julio, el grupo capitaneado por los señores Buoza-Brey y Albert Boadella tiene previsto pronunciarse sobre si se queda dentro del partido Ciutadans o protagoniza una escisión con el objetivo de formar una nueva fuerza política junto con la gente de la plataforma ¡Basta Ya! que encabezan los señores Savater y Rosa Díez. Este grupo, que se considera a sí mismo como "liberal" fue el gran derrotado en el congreso de Ciutadans del pasado finde, y objeta con fuerza a la definición de la organización como un partido de "centro izquierda".

Ciutadans es cualquier cosa menos un remanso de paz donde se acogen gentes bien avenidas. Ya en el congreso citado de hace una semana se dio una incongruencia que suscita dudas respecto a la seriedad con que se llevan las cosas en él. Consistió en que, si bien el congreso censuró el informe presentado por el órgano directivo saliente, venticuatro horas más tarde votaba abrumadoramente a favor de los miembros que lo componían, renovando así su mandato. En sí misma, esta paradoja no tiene por qué ser perjudicial y hasta puede aportar algo de aire nuevo a los procedimientos tradicionales y anquilosados de funcionamiento de los partidos. Pero, a primera vista y sin que medie una explicación convincente, la verdad es que el asunto es un poco de chiste.

Como lo es que a la posible escisión del ala "liberal" de hoy se haya adelantado ya una escisión del ala izquierdista, acaudillada entre otros por el señor Antonio Robles. Tampoco es menuda paradoja que este grupo de izquierdas decida separarse del grueso del partido justo en el momento en que éste se define como de "centro izquierda". Cierto que eso tampoco es gran cosa cuando se recuerda que el tal señor Robles es columnista de Libertad Digital, desde donde defiende este talante izquierdista... y la necesidad de orientarse hacia el grupo de los señores Savater y Rosa Díez, igual que el grupo liberal del señor Bouza-Brey. Está claro que se asiste a los turbulentos instantes del nacimiento de un partido con un incierto futuro.

Según va configurándose este nuevo partido, no es evidente a cuál de los dos grandes de ámbito nacional/estatal haya de restarle votos, si es que lo hace. En principio, cabe pensar que a los dos y en proporciones similares, siempre que muestre igual claridad en su oposición a los nacionalismos que en el resto de los problemas que afectan a la sociedad, como la educación, los servicios públicos, las políticas fiscales, etc.

Todo intento de este tipo tiene generalmente ribetes populistas y puede contar con la enconada oposición de los partidos tradicionales, temerosos de perder puntos, pero no se me alcanza que ningún demócrata pueda negarse, cuando menos, a escuchar cuáles sean sus propuestas o juzgue inconveniente que haya una formación política más que respete las reglas del juego. Si la hay y prospera con los votos de los ciudadanos es porque viene a cubrir una demanda que los otros partidos no cubrían. Nadie, pues, que no tenga intereses creados en uno de los dos partidos nacionales puede dejar de dar la bienvenida al nuevo partido si, por fin, estos distintos grupos que tan sobresaltada vida llevan de momento consiguen articular una opción clara, firme y segura. No debe olvidarse que cuando los electores perciben falta de claridad, de firmeza o de seguridad, suelen negar el voto. Los animadores del empeño han de recordar asimismo que no les queda mucho tiempo para poner en pie y consolidar una alternativa "votable".

Una última observación, al hilo de los propósitos que los animadores del experimento formulan. Dice el señor Robles en el artículo antes citado que:

"el paso de los meses ha convencido a todos de la necesidad de un partido bisagra capaz de ofrecer sus escaños a los dos partidos nacionales mayoritarios (PP o PSOE) para evitar el chantaje de los nacionalistas."
Eso puede ser lo que los ingleses llaman un "wishful thinking", una ilusión, vamos. Si el nuevo partido, llámese como se llame, resta votos tanto al PP como al PSOE, es posible que ninguno de los dos alcance mayoría absoluta (también es posible que la alcance), pero, y aquí vendría el problema, también es posible que no la alcancen aun sumando los escaños de Ciudadanos. Nos encontraríamos entonces con diversas posibilidades todas ellas paradójicas con respecto a la intencionalidad de los fundadores: que el partido mayoritario ganador (PP o PSOE), a pesar de todo, se aliara con partidos nacionalistas, dejando a Ciudadanos en la oposición; que la alianza se hiciera con algún partido nacionalista y con Ciudadanos, lo que sería chusco. Y no quiero mencionar la posibilidad que nadie en España parece considerar jamás y, sin embargo, no es infrecuente en Europa, especialmente en Alemania y Austria, de una "gran coalición" entre PSOE y PP. De momento, esa opción es impensable pero es obvio que sería la más práctica para reformar la Constitución... incluso en el sentido en que señalan algunos de estos ciudadanos, preocupados con el devenir patrio. Por ejemplo, leí el otro día que los señores Savater y Rosa Díez propugnan reformar el sistema electoral para acabar con las posibilidades de presión de los partidos nacionalistas. Puede que esto esté puesto en razón, pero para reformar el sistema electoral hay que reformar previamente la Constitución y, para una reforma de la Constitución, me parece, a este partido hoy en ciernes probablemente vayan a faltarle algunos votos.

Hace cuatro, tres, dos, un año(s)...

Hace cuatro años, tres mandatarios (los señores Bush, Blair y Aznar) decidieron en Las Azores desencadenar una invasión criminal y pirata contra un tercer país, tras haberlo sometido a todo tipo de embargos, amenazas y ultimata. Intentaron hacerlo involucrando a las Naciones Unidas en sus planes agresivos, engañando al Consejo de Seguridad (como hizo el ministro estadounidense de AAEE, Mr. Colin Powell), coaccionando y amenazando a su Secretario General (como hicieron numerosos lobbies yankies y el embajador de los EEUU en el organismo), presionando a mandatorios extrajeros (como intentó hacer el señor Aznar con el presidente de México, señor Fox) e intoxicando a la opinión pública mundial con todo tipo de embustes y patrañas sobre el grado de peligrosidad del Irak.

Hace tres años, los islamistas radicales perpetraron el mayor atentado de la historia de España en Madrid como consecuencia directa de la decisión del Gobierno español de acudir y sostener con tropas la invasión criminal del Irak decidida por el trío de Las Azores. Esta es la fecha en que ninguno de quienes participaron en aquellas decisiones delictivas, empezando por el señor Aznar y siguiendo por sus subordinados, alguno de los cuales, como el señor Acebes lleva tres años mintiendo sin parar al respecto, ha hecho una sola autocrítica del crimen que perpetraron ni, por supuesto, ha pedido disculpas o perdón por tantísimo daño como han causado directa e indirectamente.

Hace dos años, los invasores angloamericanos (que, para disimular su crimen, hablan de una fuerza multinacional cuando saben bien que ellos constituyen el 99% de las fuerzas de ocupación) montaron un gobierno títere iraquí tras una farsa electoral, con la misión de entregarle la gobernación de los asuntos cotidianos, mientras ellos siguen saqueando el país con sus tropas de ocupación y sus empresas -Haliburton a la que está vinculado el vicepresidente Mr. Cheney, entre otras- hacen su agosto con contratos fabulosos en medio de la corrupción y el latrocinio organizado en un país donde gobierno indígena y tropas ocupantes recurren de modo sistemático a la tortura, las violaciones, los asesinatos extrajudiciales para mantener su dominio.

Hace un año, el gobierno títere del Irak, luego de una farsa judicial, condenó a muerte y ejecutó al antiguo dictador del Irak, señor Husein, y puso en marcha un dispositivo de seguridad que tendría que traer la paz y el sosiego a este país ocupado, humillado, destrozado y sumido en una guerra sectaria de muchos frentes en la que mueren los civiles a decenas de miles, sin que se haya podido detener la matanza de la que los ocupantes siguen beneficiándose.

Anteayer murieron casi doscientas personas y media docena de soldados estadounidenses en dos ataques terroristas suicidas. Está claro desde hace años que esta aventura criminal, decretada por tres irresponsables que debieran estar procesados por crímenes contra la Humanidad, ha degenerado en un caos de masacres, robos, pillajes y que no hay modo de recomponerlo si los agresores no reconocen su derrota y se marchan del país, dejando paso a una conferencia internacional sobre el Irak en la que todas las partes interesadas en el asunto intervengan para tratar de encontrar una solución a esta barbarie desencadenada por tres delincuentes.

dissabte, 7 de juliol del 2007

¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿Gobierno? ¿Qué gobierno?

Caramba con "Bambi", caramba con el "bobo solemne", el "incompetente", el "buenista", el "amigo de los terroristas", "genuflexo" y "rendido ante ETA". Resulta que gana los debates parlamentarios con holgura, tiene un partido cohesionado, hace propuestas innovadoras (que presentan dificultades, desde luego; me gustaría conocer qué propuesta innovadora no presenta dificultades) y resuelve una crisis de gobierno en venticuatro horas después del debate sobre el estado de la Nación sin que el avispado líder del principal partido de la oposición (ppo) se entere de por dónde van los tiros ni las fuentes "generalmente bien informadas" se cosquen un pimiento. Recuérdense los episodios de crisis de gobierno del señor Aznar con aquel ridículo "cuaderno azul", que no podía haber elegido otro colorcito. Comparadas con las del señor Rodríguez Zapatero, las crisis del señor Aznar eran más como de ¡Bienvenido Mr. Marshall!

Caramba con el "risitas", "Mr. Talante", "zETAp" y "ZetaP". Está a punto de coronar una sólida legislatura con importante obra normativa y reformadora en aspectos vitales de la sociedad española, incluso innovadora, que ha puesto a España, en algunos casos, a la cabeza del mundo, como en materia de igualdad de derechos de las minorías que sufrían discriminación a causa de su opción sexual. Y con un gobierno en minoría parlamentaria y sin hacer concesiones más o menos defendibles, como las que se resumen en la famosa frase del señor Aznar de que él habla catalán "en la intimidad". Gobernar en minoría no es fácil. Sin embargo, se pudo ver que todos los grupos parlamentarios, a excepción del del ppo, pidieron al Gobierno que agote su mandato.

El señor Rajoy ha opinado sobre la reforma del Gobierno con su habitual perspicacia. El Gobierno carece de proyecto, la legislatura está acabada, convóquense elecciones generales ya. En lugar de eso, tres ministros nuevos. Está claro que el que está acabado y falto de crédito es el señor Rajoy y además no puede convocar nada, salvo un congreso de su partido que podría terminar como el rosario de la aurora. ¡Ah! dice el señor Rajoy, es un mero "cambio cosmético". Pues hombre no está mal. Quiere decir que es un cambio para embellecer. Un gobierno que se preocupa por embellecer su imagen no se encuentra al borde del colapso precisamente.

Por lo demás ¿no está claro que el debate sobre el estado de la nación fue un vapuleo al señor Rajoy? Por si no lo estuviera, ayer el CIS certificaba que un 44% de la población daba ganador al señor Rodríguez Zapatero y sólo un 16,5% al señor Rajoy. No obstante como el que no se consuela es porque no quiere, aquí está cómo daba la noticia ayer Libertad Digital, El Gobierno utiliza el CIS para dar a Zapatero el triunfo en el Debate sobre el estado de la Nación. Sí señor, con dos narices. Eso es periodismo objetivo a la par que crítico, respetuoso con las instituciones y con grandes conocimientos demoscópicos. De sobra sabe el universo mundo, porque así lo dicen penetrantes analistas de la derecha que en el debate citado, el señor Rajoy acabó con el señor Rodríguez Zapatero, que se derrumbó y ya no tiene resuello ni para convocar a consejo de ministros. Mira por dónde, si yo tuviera que reprochar algo a esta forma de hacer cambios en el Consejo de ministros, diría que Franco tardaba más en los suyos y hacía mas ruido porque había más enterados. Aunque ahora habrá plenty of yoyas ("yo ya lo sabía"), no haya cuidado.

El lago de los cisnes.

El Ayuntamiento de Pozuelo, que debe de ser del PP desde el treinta y nueve, tiene una interesante oferta cultural de verano, con espectáculos de teatro, ópera, ballet, solistas, etc. Ayer vino una Compañía de Ballet Clásico del Volga con El lago de los cisnes, de Tchaikovsky y decidimos ir a verla. Bueno, bueno. Auditorio al aire libre, libre para que los aviones lo surquen sin problemas. Multitud de criaturas de todas las edades, que siempre animan mucho. Familias enteras pasándose las bolsas de patatas fritas. Abigarrado espectáculo. Y lo de espectáculo a medias porque, aunque haya gradas, en cada una de ellas instalan tres filas de sillas de plástico, con lo que el de la tercera fila tiene un campo de visión reducido. Para compensar, y porque las filas se extienden en la explanada casi a la distancia de un campo de fútbol, hay dos grandes paneles de televisión o televideo de circuito interno a ambos lados del escenario, pero las cámaras enfocan lo que les place en cada momento, la resolución de las pantallas es bajísima y la imagen está teñida de azul. O sea que quien diga que ayer vio El lago de los cisnes estaba sentado en la primera fila, es un exagerado o miente como la luna lunera.

El ballet me pone un poco nervioso porque nunca sé en que concentrarme, si en la vista o en el oído. Lo que todo el mundo dice es que hay que combinarlos. Pero a mí me parece imposible. Si uno está escuchando música, según qué música, claro, uno deja de mirar con atención; muchos incluso escuchan música cerrando los ojos. Del otro lado, si uno se concentra en mirar, en seguir algo con la vista, uno deja de escuchar. Todos los que leen y escriben mientras escuchan música saben que es imposible prestar atención a dos sensaciones simultáneas procedentes de sentidos distintos.

Tampoco es que hubiera mucho que ver. La Compañía del Volga hace lo que puede y representa la obra entera. Desde que hay reproducción mecánica de sonido, los espectáculos de ballet se han abaratado mucho y son más frecuentes. Reunir una compañía de ballet de un lado y una orquesta de otro es difícil. Por eso se recurre a la música grabada, la música "enlatada". Lo que sucede es que el espectáculo no es el mismo. El ballet de música grabada es más artificioso, más mecánico, porque está basado en la interpretación que de los tiempos hacen los bailarines, no en una mutua compenetración de músicos y bailarines como en el ballet con orquesta.

En todo caso, entre el alegre bullicio de las comadres, las criaturas y los compadres veraniegos y la música enlatada, los bailarines se defendieron, aunque algunos tenían tanta elegancia y flexibilidad como un hoplita griego. Y no ayuda a la cosa que la composición tenga tan amplia variedad de números, algunos especialmente desafortunados, como el de la danza española en la que se oyen unas castañuelas que los danzarines no llevan en las manos.

Siempre es un placer ver ballet. Sosiega el espíritu, al menos estos ballets románticos. La vieja leyenda del amor que ha de servir de antídoto para deshacer un encantamiento, la imposibilidad de la felicidad y el triunfo definitivo del bien sobre el mal, aun cuando ya sea tarde será siempre de mucho interés. No es lo menos interesante de esta obra que sea tan misteriosa. No está clara la procedencia del tema (la hermosa convertida en cisne), que se pierde en la noche de los tiempos de la canción épica y tampoco está clara la procedencia de los temas musicales porque en la coreagrafía ha metido mano un puñado de personas, antes y después de la muerte de Tchaikovsky. Es una obra particularmente deslavazada y esa ha sido siempre una de sus gracias, que permite muy variadas interpretaciones. De hecho tiene hasta dos finales distintos, uno en el que los amantes mueren y otro en el que no. Que yo sepa, hace un par de años se representó una versión en que los danzarines son todos hombres.

A mí me gusta en especial porque tiene un elemento de doble, que es tema de predilección. El malvado mago Rotbarth trata de endilgar al príncipe Sigfrido a su hija Odile, siendo así que éste está enamorado de Odette. El truco de Rotbarth es convertir a Odile en una réplica exacta de Odette, una doble. Tchaikovsky era lector atento de Hoffmann (el Cascanueces es de un cuento del autor prusiano) y esta duplicación de la hija recuerda un episodio del Hombre del saco, de Hoffmann.

Frida.

Se celebra un centenario de Frida Kahlo. Supongo que de su nacimiento. Me uno a la celebración. Interesante pintora. Mezcla explosiva de pintura naif con pensamiento mitológico precolombino y su angustiosa circunstancia personal, sin olvidar su no menos explosiva vida sentimental con y contra Diego Rivera. Es magnífico ese cuadro de 1949, que se llama Abrazo amoroso: el universo, México, yo y el señor Xolotl. El título ya lo dice todo y unido a la imagen también lo explica todo: el universo abraza amorosamente a una Frida Kahlo sentada en el regazo de una especie de pacha mama de ubérrimo pecho, que es México y en cuyo regazo, a su vez, está Diego Rivera, que luce en la frente el tercer ojo de la iluminación. La vegetación de nopales y yucas es mexicana a más no poder y sólo queda por explicar que el señor Xolotl, el que se revela desde el nuboso cielo por detrás de México, es una especie de Caronte mexicano. Es más cosas, pero para entendernos.

divendres, 6 de juliol del 2007

La soledad del empecinado.

Reverberaciones del debate de política general. El señor Rajoy llevó ayer al grupo parlamentario del PP a uno de sus más sonados éxitos al dejarlo solo pidiendo algo tan insólito como la desclasificación de unas fantasmagóricas "actas" de cuya existencia se ha enterado por el periódico Gara. Y no es la primera vez. El señor Rajoy va a sus soledades y viene de ellas, como Góngora. Se verá a sí mismo como el solitario corredor de fondo, de Sillitoe.

Algunos políticos del PSOE, como la señora De la Vega, lo llamaron "altavoz de ETA". A la hora de escandalizarse por estas comparaciones basta con hacer un breve ejercicio de imaginación: si ETA hubiera podido votar ayer en el Parlamento ¿lo hubiera hecho a favor o en contra de la proposición del señor Rajoy? A favor, ¿verdad? Pues ya está todo dicho. Un exitazo digno de un estratega de mucho futuro. Sostener que "España es lo único importante" y prestar servicios objetivos a ETA no parecen términos conciliables. El corredor de fondo será muy de fondo, pero no sabe a dónde va. El viento de ETA ya no sopla en las velas y el barco no tiene otras formas de propulsarse porque, en los últimos tres años el PP no se ha interesado por nada que no fuera ETA. Para endosarle un atentado, para atacar al Gobierno, para instrumentalizar a las víctimas, para lo que fuera pero ETA y sólo ETA.

Pasemos a otra cosa, otra reverberación del debate. Según el "Pulsómetro" de la SER, el PSOE saca al PP seis puntos en intención de voto, cuando antes del debate eran tres. Las demás magnitudes igualmente desastrosas para el señor Rajoy, que suspende hasta las Marías. Me parece que los maitines van a convertirse en vigilias. Téngase en cuenta que España es un sistema parlamentario. Esto quiere decir que no hay fecha fija para las elecciones. Hay un término que no se puede pasar pero, dentro de él, es facultad del presidente del Gobierno convocarlas cuando quiera. Y ¿cuándo suelen hacerlo los presidentes parlamentarios en Europa? Cuando está terminando la legislatura y los sondeos auguran un buen momento, como ahora en España.

O sea que si, sacando seis puntos de ventaja, el señor Rodríguez Zapatero no convoca elecciones para digamos octubre es porque va sobrado. Todos los grupos parlamentarios menos el PP le piden que agote la legislatura. Incluso ERC que amenazaba no ha mucho con no votar los presupuestos. Sólo el PP otra vez en solitario pide que se adelanten las elecciones.

Francamente, con seis puntos de diferencia en su contra y todos los índices por debajo de la media, algunos muy por debajo, es un misterio por qué quiere el señor Rajoy el adelanto electoral. ¿Quién lo aconseja? Tengo entendido que es uno de esos intelectuales que echan fama como de magos. Sus servicios serán muy apreciados, supongo, ya que da la impresión de que el PP, dirigido por el señor Rajoy, sólo puede ganar las próximas elecciones por arte de magia.

Querido maestro.

El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) ha editado un interesantísimo libro homenaje a Elías Díaz con motivo de su jubilación en la cátedra de Filosofía del Derecho. Un acierto más de esta ya venerable institución. El CEPC es el viejo Instituto de Estudios Políticos, fundado en los años más duros del régimen de Franco, allá por 1939, con la finalidad de expandir la doctrina nacionalsindicalista y la teoría del "Estado Nuevo". El mismo Instituto que, en 1962, bajo la dirección de Manuel Fraga, editaba un curioso folleto al cuidado de González Seara, titulado El asalto al Parlamento y que era el informe que Jean Kozak, miembro del Buró Político del Partido Comunista Checo, presentaba sobre la conquista del poder en Checoslovaquia, como recuerda InSurGente, que trae unas consideraciones de Malime sobre el folleto. En aquellos años sesenta, el Instituto se convertiría en un foco de intelectuales contrarios al régimen de Franco, entre los cuales, si no ando equivocado, estaba el propio Elías. Intelectuales encriptados en el centro de fabricación ideológica del régimen pero prestos a fabricar la contraria, un maquiavelismo al que el propio Instituto había dado pábulo al publicar el informe de Kozak aduciendo que era preciso saber qué y cómo pensaba el enemigo. Andando el tiempo, ya con la democracia, Elías asumiría brevemente la dirección del Instituto, por entonces rebautizado como Centro de Estudios Constitucionales. Es la única excursión que yo conozca que haya hecho Elías al ámbito de la gestión, al que otros intelectuales son tan aficionados.

El libro en cuestión ha estado a cargo de tres de los más conocidos discípulos de Elías. Liborio Hierro, Paco Laporta y Alfonso Ruiz Miguel escriben una interesante introducción al pensamiento del maestro, dedicando su atención a los tres campos que consideran constitutivos de su obra: el del pensamiento español, el de teoría política y el de filosofía del derecho. Igualmente cuentan que, al decidir hacer un homenaje a Elías, tropezaron con la cerrada negativa de éste, opuesto a que se le tributase su "centón" y, como le caracteriza una considerable tozudez, de la que con gracia habla Raúl Morodo en el primer apartado del libro, acabó saliéndose con la suya, sustituyendo la obra homenaje clásica por un libro en el que se repasaran los trece que él ha publicado, encargando cada uno de ellos a un amigo o colega al que, por el tema o alguna otra circunstancia, más le encajara y con el añadido de tres o cuatro reseñas, recensiones o críticas que en su día se hubieran publicado sobre el libro en cuestión, también firmadas por alguien cercano a nuestro autor.

Pues nada, chapeau, Elías: has conseguido transformar un aburrido libro homenaje en una interesante monografía colectiva sobre tu obra, que reúne puntos de vista muy distintos, aportados por personas de mucha cualificación y que te conocen y aprecian. Una obra que se lee con verdadero placer.

Me gustaría hablar de todos los capítulos, pero sería petulante e imposible, porque, además, tambien yo quiero decir algo sobre Elías, al que considero maestro, aunque durante todos estos años fingiera por pudor aceptar la relación de amistad de igual a igual con que él siempre me ha distinguido.

En cuanto a los trabajos, los que más me han gustado (sin demérito de los otros, por cierto) han sido el de Raúl Morodo, sobre Sociedad democrática y estado de derecho, esa obra que leyó con entusiasmo mi generación porque abrió nuestros revolucionarios ojos a la necesidad de preservar las formas, pues por verdaderas formas y no platónicas, sino por formalismos, podíamos tener la democracia y el imperio de la ley. La de Virgilio Zapatero, que señala el empeño de Elías por conciliar el marxismo con la democracia en Legalidad-Legitimidad en el socialismo democrático, empeño nada fructífero pero de muy conveniente formulación. El de Nicolás López Calera, en defensa del Estado, de cierto tipo de Estado, al hablar de La maldad estatal y la soberanía popular. El de Luis García San Miguel, por desgracia ya desaparecido que, al comentar La transición a la democracia reivindica su actitud siempre "reformista" y se felicita de que Elías también lo sea haciendo causa de lo que éste llama la "falacia" de la identificación entre capitalismo y democracia. Por supuesto. Menudo socialista democrático sería aquel que pensará que la democracia sólo es compatible con el capitalismo. Y, por último, el de Ernesto Garzón Valdés sobre Un itinerario intelectual. De filosofía jurídica y política porque aborda el fascinante tema del deber de obediencia al derecho en Elías, cuya doble naturaleza de jurista y de filósofo se desdobla aquí, predominando la del filósofo en el momento en que habla del deber ético de desobediencia al derecho, desobediencia que en el franquismo era casi un imperativo categórico.

Tengo leídos, creo, todos o casi todos los libros de Elías y comentados varios de ellos. Incluso en cierta ocasión le hice una entrevista para Diario 16 en la que dijo cosas muy interesantes, cómodamente sentado en un salón de su casa en la zona de Ciudad Lineal. (Espero digitalizarla un día de estos y te la mando, que seguro que no la guardas).

Profeso admiración por Elías. Creo que es un gran intelectual que ha procurado siempre unir la rigurosa reflexión teórica con la praxis (de ahí esa su atención a la Sociología del Derecho que Manuel Atienza subraya en este libro), dentro de una línea de exigencia ética de fortísima raíz kantiana. A ello se añade su obra de reflexión sistemática sobre el pensamiento de su época (del que el suyo forma parte esencial) y su capacidad para vincular la tradición krausista con las cuestiones del socialismo democrático en la época del así llamado "capitalismo tardío".

Confieso que cuando en alguna de las obras de Elías me encontré la idea (que cito de memoria) de que el Estado del bienestar es la juridificación de la transición al socialismo, se me aclararon muchas cosas en la cabeza.

Me uno al homenaje que tantos discípulos y amigos tributan a Elías y agradezco a los organizadores que se acordaran de mí e incluyeran un breve comentario a una de las obras del maestro.

dijous, 5 de juliol del 2007

Actos y actas.

Hay actos que retratan a quienes los realizan mejor que mil discursos. Uno de ellos es éste del señor Rajoy, anunciado el primer día del debate sobre el estado de la Nación de naciones de pedir al Gobierno las actas de las negociaciones con ETA. Los portavoces parlamentarios de los demás partidos, los comentaristas más serios y hasta los menos serios manifestaron ayer su estupefacción ante esta exigencia. Los columnistas y tertulianos de la derecha, que describían ayer también la vistosa victoria del señor Rajoy sobre el presidente del Gobierno, como si cantaran a un Perseo frente a la Medusa (hoy medusas) o a un San Jorge dando buena cuenta del dragón, mantuvieron cauto silencio ante tan extravagante solicitud. La santa ragione di Stato por la que la derecha siente veneración se veía aquí ultrajada por su habitual paladín.

Pero de inmediato salió el señor Zaplana, portavoz parlamentario del PP, anunciando que este partido presentará un proyecto de resolución pidiendo al Gobierno que entregue las actas de marras. No hay, pues, duda. No es que el señor Rajoy se liara en su intervención. Quieren que las actas se publiquen.

A todo esto, ¿cómo saben que hay actas si el Gobierno no ha hablado de ellas ni reconocido que existan o que él tenga tal cosa? Por lo que dice Gara que dice ETA. Es cierto que el señor Rajoy presta más crédito a ETA que al Gobierno.

Manda narices. ETA afirma estar en guerra con el Estado español. El PP y con el PP muchos ciudadanos podremos decir que aquí no hay guerra alguna sino la actividad de una organización terrorista. Diremos lo que queramos, pero la organización terrorista dice estar en guerra y, entiendo yo, no cabe prestar crédito a lo que sobre mí diga quien afirma estar en guerra conmigo porque, obviamente, lo que pretende es hacerme daño. Si yo hago más caso a mi enemigo que a mi adversario es porque considero a mi adversario mi enemigo y a saber cómo considero a mi enemigo.

En román paladino: ¿cómo puede la leal oposición pedir se publiquen unos documentos que, de existir, dan cuenta de negociaciones secretas entre el Gobierno legítimo y una organización terrorista que dice estar en guerra con el Estado español?

Es un misterio para mí -lo decía ayer- esta capacidad que tenemos los seres humanos para ver de modos diametralmente opuestos un mismo hecho. Hay columnistas que ayer celebraban el triunfo del señor Rajoy en el debate y daban al señor Rodríguez Zapatero por cadáver político. En serio. Es una conclusión tan pintoresca que se pregunta uno qué tendría que haber sucedido para que, a juicio de esos mili-opinantes, el señor Rajoy perdiera. El asunto se entiende del modo siguiente: es de suponer que haya gente que no viera el debate ni lo siguiera por la radio o por el ordenador, gente que todo lo que vaya a saber sobre el asunto sea la columna de su columnista prefe; si ahí lee que el señor Rajoy ha resultado ganador por K.O., a lo mejor lo cree. Éste, por ultimo, es luego un enemigo temible en la barra del bar en un debate sobre quién ganó el debate porque "está informado", "lee la prensa", lo ha "visto en el periódico". Luego es verdad. Así que, ya se sabe y se recordará: "Menos viajar y más leer el Informaciones".

La santa Transición.

Año de efemérides. El trigésimo aniversario de las elecciones de 1977, momento fundante de la democracia española, sigue encontrando muchas celebraciones, agasajos, festividades, verbenas y cursos de verano. Las elecciones de 1977 son, como ningún otro, la materialización del ideal democrático.

La fundación Pablo Iglesias ha abierto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una curiosa e interesante exposición sobre la Transición, titulada Tiempo de Transición. Ya el hecho de escoger el Círculo de Bellas Artes es un acierto. Como madrileño de nacimiento el Círculo despierta en mí inconfesables pasiones coloniales. Esa espaciosa terraza en la calle de Alcalá con sus sillones de mimbre, el toldo, los ventanales abiertos al interior y que ahora tiene unos ventiladores instalados en la acera que expelen sobre la clientela vapor de agua se me ha asemejado siempre a un club de coloniales blancos en cualquier ciudad asiática, Rangún, Vientiane, Benarés o Bombay. El imperio que España no tenía en Asia lo había imitado en la calle de Alcalá. El edificio modernista, con sus escalinatas, sus verjas interiores y sus muchos mármoles y alabastros se hace querer. Luego, las salas en las que se celebran los actos son muy modernas y tienen de todo.

Esta exposición de la Pablo Iglesias está muy bien montada, con mucho recoveco, apartado y variedad de objetos en exhibición (fotos, cartas, documentos, libros, revistas, cuadros, posters, panfletos, urnas, plumas, transistores, cámaras de fotos, videos y hasta un escaño) de forma que invita a recorrerla y no cansa. La Pablo Iglesias, dirigida por don Alfonso Guerra, se atiene a la doctrina socialista pero la exposición tiene una muy elogiable amplitud de material de todos los partidos y si bien la visión de la transición que se presenta lleva una decidida impronta socialista, los puntos de vista de los demás grupos y partidos se exponen con pormenor y razonable objetividad, recurriendo a documentos originales.

La exposición obedece a un idea innovadora. Al llamarse "Tiempo de Transición", ha decidido aquilatar ese tiempo en una hora, sesenta minutos, a cada minuto le viene atribuido un hecho singular en el proceso de transición: una huelga, unos asesinatos, una manifa, la firma de unos acuerdos, un manifiesto. La transición en sesenta momentos. Me da que lo del "Tiempo de Transición" sea del señor Guerra, que se ha ocupado de la exposición y ha escrito una a modo de introducción a un grueso volumen que se vende no muy caro, a 25 €, con artículos de varios autores que ya comentaré en su momento y una apabullante cantidad de material gráfico. Al señor Guerra viene preocupándole esto del tiempo. Uno de los volúmenes de sus memorias (que, creo recordar, son dos, pero puedo equivocarme) se llama Cuando el tiempo nos alcanza. Ominoso título, vive el cielo y algo truculento. Tiene gracia esto de que el tiempo nos alcance que, supongo, es reflexión que nos hacemos quienes vamos alcanzando una edad, como para empezar a escribir ensayos sobre la vejez, al modo ciceroniano. Cuando visualizo eso de que el tiempo nos alcanza lo veo como la vieja imagen china del tigre más rápido que sus rayas. Llega un momento en que las rayas alcanzan al tigre.

Así que tiempo de transición. De esa exposición del Círculo, reproduzco aquí tres imágenes muy significativas. En la primera se ve a un Suárez exultante después de la victoria en las elecciones de 1979 (creo; puede ser de 1977), lo que invita a una reflexión al estilo de las ruinas de Itálica. Que el hombre que protagonizó de modo indiscutible la transición, sea su figura más humana y quizá por ello mismo guarde hoy apenas memoria de lo que fue da al hecho un tinte de tragedia shakesperiana, al modo del Rey Lear, aunque sin Cordelia.

La segunda imagen esta tomada de la pantalla de un televisor que emitía la figura del Rey, vestido de Capitán General de los Ejércitos, leyendo una declaración institucional por la que la Corona salía en defensa de la Constitución. Ahora diremos lo que queramos -que en esto del recordar, las gentes somos muy generosas con nosotras mismas- pero la verdad es que muchos de nosotros, que estuvimos en la oposición activa al franquismo y habíamos padecido persecución y condena por ello, sólo respiramos tranquilos cuando lo vimos aparecer por la tele pasada la medianoche, después de unas horas de incertidumbre, rumores, tam-tam, run run y fiu fiu. De mí diré que el día de la manifa subsiguiente me hinché a dar vivas al Rey por el Paseo de Recoletos. No por ello me considero menos republicano; pero la justicia, recuérdese, constituye en atribuir a cada cual lo suyo.

La tercera imagen recoge el momento en que Los señores González y Guerra se asoman al balcón del hotel Palace en la noche del ventiocho de octubre de 1982 para saludar a sus seguidores al haber ganado las elecciones generales y obtenido la más alta mayoría de escaños que haya tenido jamás partido alguno desde las primeras elecciones de 1977. El 29 de cotubre siguiente celebraba yo el triunfo del PSOE, por el que había votado, y mi cumpleaños, treinta y nueve años. Para mí el franquismo había muerto mucho antes, antes incluso de que muriera el propio Franco, pero lo que había venido desde entonces no era lo que yo podía considerar los míos. Eso sucedió cuando ganó el PSOE la víspera de mi cumple. ¿Por qué? Miren bien la foto, que tiene un valor simbólico enorme. ¿Con qué la compararían? Traten de hacerlo con alguna aparición del general Franco en el balcón de la Plaza de Oriente, que era lo que se estiló en el país durante cuarenta interminables años. Son dos escenas de balcón. Pero muy distintas. Frente al fasto de las apariciones del Caudillo en la balconada del Palacio de Oriente, en verano con un baldaquino, estos dos jóvenes que se asoman de refilón por una ventana por la que no caben, con la persiana medio echada, por detrás de un alfeizar, son el futuro que entra en la historia de España por el agujero de unas elecciones libres, ganadas por goleada. Ahí quedó triturado el fantasma del Caudillo, se disolvió por fin el cuerpo del señor Waldemar. Lo demás es otra historia.

dimecres, 4 de juliol del 2007

Así es si así os parece, o el debate de ayer.

A los grandes debates parlamentarios les sucede como a las cifras de asistencia a las manifas, que según quien las dé ya sabemos que fueron nutridísimas y no cabía un alma o reunieron a cuatro gatos con media pancarta. Con los debates, lo mismo; según quien dé cuenta de ellos, ya sabemos cuál debatiente estuvo sublime y cuál fue un desastre que no acertó a dar una sola idea.

Esta falta de objetividad afecta a todo el quehacer político. Nada de lo que diga el partido adversario pasa de ser una patochada si no es directamente un crimen y nada de lo que diga mi partido deja de ser la verdad más acrisolada. Bueno, en realidad, afecta a casi todas las actividades humanas: ningún literato ve méritos en sus competidores y sí muchos deméritos; ninguna empresa cree que la competencia tenga algo bueno, etc, etc.

Obsérvese la encuesta que saca hoy El país sobre quién haya ganado el debate. Al señor Rodríguez Zapatero lo aprobaba ayer sobre las 01:00 de la noche el 77% de quienes habían votado, esto es, 27.119 lectores, mientras que al señor Rajoy lo desaprobaba el 67%, es decir, 17.211 lectores. Por supuesto, estos datos revelan que los lectores de El país se inclinan en gran medida hacia la socialdemocracia. Con razón quería el señor Rajoy hacer un boicoteo al conjunto del grupo Prisa. Está claro que los clientes y lectores de éste no lo aprecian.

Sin embargo, a la misma hora, El Mundo publicaba otra encuesta que venía a ser lo contrario de la anterior. Al señor Zapatero lo aprobaba el 37% de los lectores, en conjunto 9.916 mientras que al señor Rajoy lo aprobaba un 63%, es decir, 16.796. Casi parece que estuviéramos hablando de debates diferentes, cuando de lo que estamos hablando es de gente muy diferente, con orientación política distinta. Los lectores de El Mundo son más de derechas que los de El País. El hecho de que también lo lean los comunistas anguitistas sólo lo hace más de derechas.

En mi caso, como buen lector de El País tiendo a ver claramente ganador al señor Rodríguez Zapatero y claramente perdedor al señor Rajoy. Mi razones para ello son las siguientes:

El señor Rodriguez Zapatero, pensando que se trataba de un debate sobre el estado de la Nación (española; o debate sobre el estado del Estado), vino pertrechado de datos, cifras y estadísticas e hizo una intervención sistemática, cubriendo todos los aspectos de la vida del país. Pero al señor Rajoy, que no aportó dato alguno, ni una sola cifra, ni fundamentó sus frecuentes insultos en nada concreto, la intervención le pareció de "mitin electoral". Lo único que el señor Rajoy hizo sistemáticamente fue descalificar a su oponente con esa insufrible prepotencia que tienen todos los que han tratado como seguidores con el señor Fraga.

Posteriormente, en los sucesivos turnos de réplica, la primera de éstas, en la que el señor Rodríguez Zapatero se defendió de modo serio y contundente de las continuas agresiones verbales del señor Rajoy, le pareció a éste "tabernaria". Tabernarias, chulescas, arrogantes y agresivas, así como vacuas, fueron todas las suyas. Y si se quiere un ejemplo de hasta qué punto de altanería puede llegarse, de comportamiento de señorito clasista, ofrezco la siguiente perla de la intervención del señor Rajoy. Estaba, como siempre, diciéndole al señor Rodríguez Zapatero lo que tenía y no tenía que hacer y añadió:

"Un presidente del Gobierno no está para contarnos aquí los decretos que ha hecho el Gobierno ni para contarnos la subvenciones que le da al cine ni para explicarnos cuántos inmigrantes ilegales hay. Eso es función de un subsecretario, que era lo que debía ser usted."
No se trata solamente de reparar en ese uso de la primera persona del plural, tan cara a todos los demagogos, no; lo verdaderamente clasista e imbécil está en ese intento de insultar al presidente del Gobierno llamándolo "subsecretario" y de insultar, de paso, a todos los subsecretarios.

En cuanto al contenido propio de la intervención del señor Rajoy, ya lo ha visto y comentado todo el mundo: ni una idea, ni una propuesta; nada salvo disparar contra el Gobierno con la munición de ETA. Hay en esa actitud del señor Rajoy, jaleado por los suyos, dos puntos que lo inhabilitan no ya como futuro presidente del Gobierno sino como dirigente actual de la oposición mayoritaria: a) toma las informaciones de ETA y Gara como verdades incuestionables que le sirven para torpedear al gobierno, que es la finalidad que aquellos pretenden. b) Exige al Gobierno que publique las actas de las conversaciones con ETA, contra todo sentido común.

El señor Rajoy se hartó ayer de acusar de mentiroso al señor Rodríguez Zapatero. Pero está claro que él es un felón.

Los dibujos de Bagaría y el misterioso Cravan.

La Fundación Mapfre tiene en marcha en Madrid una exposición con dibujos de Bagaría, el hombre que con su estilo inconfundible se encargó de ilustrar la actualidad política a través de sus viñetas en los periódicos españoles del primer tercio del siglo XX, en especial, El Sol. Para quien conozca los entresijos de la política de la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera y la República, estos dibujos son una fuente de regocijo porque incorporan una visión fresca, desinhibida de los acontecimientos del momento, las vicisitudes de la Primera Guerra Mundial, la guerra del África, el desastre de El Annual, el informe Picasso, etc.

El periodismo gráfico, generalmente considerado de importancia menor, tiene muchas veces una calidad y una resistencia muy superiores a su hermano de género, el periodismo literario. Al día de hoy, confieso que lo primero que miro del periódico, después del repaso a los titulares, son las viñetas de sus dibujantes o las cartas de los lectores. Así como cada diario tiene los dibujantes que le van, también en él escribe un tipo de lectores. Pero en el caso de los dibujantes, pueden llegar a impregnar el periódico, a darle parte de su estilo. Piénsese en Mingote en el Abc o Peridis y El Roto en El País

Bagaría había empezado su vida artística en Barcelona de la mano de Santiago Rusiñol, de quien nos dejó fantásticas caricaturas. Su trazo seguro, limpio y elegante es bastante típico de la época y se da un aire a las creaciones de Penagos y, en mayor medida porque, además, coincidía en cierto modo con su visión de crítica social, a Castelao. Pero su carácter inquieto y su deseo de más amplios horizontes hicieron que se trasladara pronto a Madrid y se metiera de lleno en la justa política de gobiernos entrantes y salientes, crisis ministeriales y conflictos sociales de los últimos años de la alternancia, para entrar de inmediato en combate con la censura que estableció el general Primo de Rivera. La censura obligó al dibujante a aguzar su ingenio para comunicar su generalmente poco acomodaticio punto de vista. Y es conocido que fue en esa permanente lucha contra la censura en donde dio con alguna de sus más celebradas fórmulas, como los famosos dibujos "de almohadón" o su viaje a Marte, un planeta sospechosamente igual a la España de Primo de Rivera. De ambas líneas de expresión hay bastante representación en la exposición de Mapfre. Y también la hay de las célebres caricaturas del autor.

La exposición ha tenido el acierto de incluir un gabinete con un "homenaje a Bagaría", de Eduardo Arroyo. La línea que une a Arroyo con Bagaría es la afición de ambos por el boxeo. Son conocidas las obras de Arroyo de tema pugilístico, con interpretaciones de diversos boxeadores. Lo que yo no conocía y he descubierto en esta exposición, es su serie de dibujos sobre Arthur Cravan que pertenecen a su colección particular. El homenaje a Bagaría arranca probablemente de la imagen de éste celebrando la llegada del boxeo a España, que Arroyo tiene asimismo en su colección particular y en el que vemos a los dos púgiles materialmente destrozados, con los rostros tumefactos y sangrando por la nariz.

Por su parte, Arroyo ha hecho varias versiones también del estado en que supone él que debió de quedar Cravan cuando se enfrentó a Jack Johnson, por entonces campeón del mundo en 1916, en la plaza de toros de Barcelona. Cravan resistió cinco asaltos y se embolsó una bonita suma.

A mi vez, me emociona especialmente que Arroyo haya trabajado la figura de Cravan, un interesantísimo personaje de comienzos del siglo XX, poeta y boxeador, bohemio y editor de una revista literaria, Maintenant, en la que publicaba sus producciones, muy en la línea dadaista y luego surrealista. Arthur Cravan que, en realidad, se llamaba Fabian Avenarius Lloyd, estaba lejanamente emparentado con Oscar Wilde, a quien él llamaba familiarmente "tío" y con quien llegó a presumir de haber estado en contacto, aun después de que se le diera por muerto, siendo así que ambos no llegaron a conocerse.

Arthur Cravan, hombre culto, viajado, refinado, dotado para las artes, llevó una vida aventurera en Europa y América, se casó dos veces, en sus últimos tiempos residió en México, de forma tan bohemia como había vivido hasta entonces y se supone que se ahogó navegando por el Golfo de México en un trayecto que pretendía hacer hasta Venezuela, a reunirse con su mujer que un tiempo después, daría a luz a una hija póstuma.

Me ha gustado mucho encontrarme con Cravan, uno de mis personajes favoritos, en esta exposición de Bagaría y no menos enterarme de que, entre las últimas especulaciones que se han producido sobre su destino, hay una que dice que no murió, sino que continuó viviendo en México, de incógnito, bajo el nombre nada menos que de B. Traven, el gran novelista, autor de El Tesoro de Sierra Madre y algunas otras novelas, como Gobierno, que hicieron las delicias de mis años mozos. Espero que esta teoría tenga mayor fundamento que el hecho de que entre Cravan y Traven haya cierto parecido fonético. Digo esto porque, hasta la fecha, la explicación más verosímil, a su vez, de la identidad del no menos misterioso Traven es la que lo hace alemán, huido de la represión que se produjo a raíz de la revolución consejista de Munich.

dimarts, 3 de juliol del 2007

La muerte en el Yemen.

Cuando pasan estas cosas es poco lo que cabe decir. Abominamos del hecho, nos solidarizamos con los parientes de las víctimas, reclamamos que el peso de la ley caiga sobre los culpables y, si acaso, comentamos el fondo insondable del alma que humana, que lleva a cometer actos tan monstruosos, incluso al precio de la propia vida. Y poco más.

Es tan escaso lo que cabe decir que quizá por eso muchos aprovechen la ocasión para culpar a los adversarios políticos de lo sucedido. "Si Aznar no hubiera metido a España en la guerra del Irak...", dicen los partidarios del Gobierno. "Si Zapatero no hubiera sacado a España de la guerra del Irak..." dicen sus enemigos. Cuando las cosas se plantean así, casi parecería que hablar no sirviera para nada. Pero sí cabe adoptar actitudes. A la vista de lo sucedido en los últimos días con los soldados primero y los civiles después, parece claro que España está en el punto de mira de los asesinos islamistas. Estos, a su vez, son sumamente peligrosos porque no hacen distingos entre combatientes y no combatientes. No los hacen con los enemigos, pues atacan por igual a militares y civiles. No los hacen consigo mismos, pues están dispuestos a inmolarse si lo exige la acción que hayan emprendido. Y tampoco los hacen con los suyos, pues suelen ocultarse en campos de refugiados, en domicilios de civiles que funcionan como "escudos humanos".

Al día de hoy y mientras pasa esta oleada de locura, lo más sensato que pueden hacer los turistas es no viajar a los países islámicos.

Visto para sentencia.

Es como ha quedado el juicio por el 11-M; y vistos para el arrastre los mendas que llevan tres años haciendo lo imposible por embarullar las cosas, cuestionar la acción de la policía, los jueces y fiscales, sembrar sospechas e insidias y mezclar consideraciones políticas y judiciales en sucesivos intentos de que no se celebre el juicio, que no pueda esclarecerse la verdad porque ésta es perjudicial para los intereses del PP, el partido en el Gobierno cuando se produjeron los atentados de Atocha.

A los efectos de conseguir estos fines, los responsables han empleado todos los medios: periódicos sin escrúpulos, emisoras de radio monotemáticas, libros, movilizaciones populares, interpelaciones parlamentarias, declaraciones en comisiones de investigación. Todo con el fin de orientar el interés de la opinión pública y las pesquisas e investigaciones de las autoridades en una dirección contraria a la que marcaban los hechos y las pistas, una que nunca se pudo definir con claridad sino sólo mediante insinuaciones y sugerencias de mala fe porque nunca tuvo la menor base empírica.

Toda esta febril actividad ha tratado de suscitar en la opinión pública española una impresión similar a la que se consiguió en otros casos -que actúan aquí como modelos, igual que el Watergate fue el caso con cuya aura se pretendió disfrazar la labor de zapa de El Mundo durante los años del "infame Felipato"- en los que una coalición de periodistas y tertulianos amarillos, políticos sin escrúpulos y simples delincuentes consiguió que el PSOE perdiera las elecciones por la mínima, en el entendimiento de que jamás se le ganaría en una contienda electoral limpia.

Así llegó el señor Aznar al poder y así quiere hacerlo el señor Rajoy. Por eso reproduce el modelo y alimenta la "teoría de la conspiración" con comentarios ambiguos, que le dan pábulo, si bien últimamente esos comentarios debe de hacerlos el señor Rajoy muy para su coleto. La idea primera era hacer ver que estábamos ante la lucha de los medios críticos, verdaderamente independientes contra un vulgar intento de cover up a cargo del Estado, como si esto fuera "En nombre del padre". Por eso también al día de hoy Libertad Digital sigue hablando de la Versión oficial, como si hubiera una.

Pero no, no hay una "versión oficial", sino que los hechos se han expuesto y analizado públicamente de un modo minucioso y, en su día, habrá una sentencia que será la "verdad judicial"; para los demócratas, la verdad a secas; para los de la teoría de la conspiración, una vuelta de tuerca a la "versión oficial"; o sea, algo inaceptable. Lo curioso del caso es que, además de no existir la "versión oficial", tampoco lo hace la "versión no oficial" pues quienes atacan a la primera son incapaces de citar hecho o prueba algunos que vinculen a ETA con el 11-M.

Dado que el juicio está visto para sentencia y que la autoria islamista parece ser la única suficientemente probada, muchos comentaristas sugieren a los fabuladores de la teoría de la conspiración que cejen en su empeño, pidan perdón a la opinión pública y, si son políticos, que dimitan. Pero esto implica un ingenuo desconocimiento de la estofa de que están hechos unos individuos que pretenden obstaculizar el normal funcionamiento de la justicia, incluso mediante actos, como el del señor Díaz de Mera, que pudieran ser constitutivos de delito.

Estos no solamente no se arrepienten de lo hecho (aunque sepan perfectamente que es algo imperdonable) sino que reinciden en ello, sostienen que el caso se cerrará en falso, que no se habrá investigado lo suficiente, con lo que se desliza en el ánimo de la gente la idea de que se ha condenado a unos inocentes, mientras que los auténticos culpables campan por sus respetos, cada vez más envalentonados. Es una canallada, pero da considerables réditos políticos y económicos, ya que este tipo de historias conecta bien con creencias populares y supersticiones ingenuas sobre la maldad de fuerzas oscuras y el día definitivo del ajuste de cuentas. Que son un negocio, vamos.

Gordillo en el Sofidú.

Se acaba de estrenar una exposición de Luis Gordillo en el Reina Sofía que está muy, muy bien. Si no me equivoco, la mayor parte de la obra escogida para mostrar es de los años setenta y está tan bien organizada, con tal variedad de emplazamientos y tanta armonia entre las obras y su medio más inmediato que la exposición misma es una obra de arte. Sin duda, también a cargo del propio Gordillo, que parece haberse preocupado de todo, incluidos los tonos de las paredes y la geometría del suelo. Hay que ver el partido que le ha sacado a la deconstrucción de la fotografía de Peter Sellers, con la que ha empapelado una sala y un pasillo.

Gordillo me parece un artista puro, un creador capaz de absorber todos los elementos en torno suyo, las teorías, las ideas, las imágenes, las formas, los colores, de mezclarlos en amalgamas personalísimas sobre las que vuelve una y otra vez y que, al final acaban teniendo esa impronta cuya originalidad reside en que a uno le parece que ya las ha visto antes sólo para caer en la cuenta de que, sin grandes alharacas, son absolutamente originales.

Y desconcertantes. Resulta imposible encasillar a Gordillo en un estilo porque se encuentra a caballo de varios y el que más suele asignársele, el abstracto, aparece en su obra como una prolongación, como lo posabstracto. De hecho, la variedad de materiales que utiliza, óleo, acrílico, lienzo, panel, plástico, dibujo, fotografía, no solamente revela su espíritu inquieto, en busca permanente de formas, sino que convierte cada obra suya, tanto las que tienen existencia individual como las que vienen en forma de series en una experiencia única. Porque ya hace falta tener arte para convertir en única muchas veces formas de expresión cuyo encanto descansa en la repetición (véase la primera imagen, "A través de dos A, B", de 1979) y en la reiteración. Quizá sea la peculiar mezcla de pintura y fotografía lo más característico de Gordillo. Es un fotógrafo contumaz y minucioso, que juega con formas, volúmenes, luces y plasma luego muchos de estos en collages sorprendentes.

Un hombre con tantos recursos acumula también un gran depósito de influencias que él mismo se encarga de subrayar. Una de las más decisivas en su obra es el expresionismo abstracto de Pollock. Confieso que una de sus ideas que más me gustan es la que llama "Blancanieves y el Pollock feroz".

El sentido, el sentimiento que Gordillo plasma es el precipitado de una vida riquísima presidida por la obsesión de la expresión artística como aquella trasmisión de contenidos que fuerzan su presencia a través de la repetición, de lo fragmentario, de los mecanismos de reproducción mecánica de las obras de arte que tanto interesara a Walter Benjamin y que en Gordillo adquiere el carácter de estilo artístico a través de múltiples manifestaciones, desde los fotogramas del celuloide a las impresiones fotocopias o los trabajos mediante ordenador. El arte de Gordillo está vivo y se manifiesta en una variedad de procedimientos. Tómese como ejemplo la última imagen (La pareja americana, 1974). Si se considera con atención el mosaico no solamente se descubren las muchas veces sutiles relaciones entre las imágenes en los cuadrados y muchas otras cosas. Es como si la obra nos obligara a mirarla leyéndola, yendo de un cuadrado a otro, a través de asociaciones de sentido que emanan de ella misma, que también hay elementos de "op art" en la obra de Gordillo. Igualmente también hay muchos elementos figurativos; la segunda imagen, ("Asténica entrando", de 1971) es buena prueba de ello. Como también lo es, en esta imagen y en general en toda su obra, la presencia casi permanente del psicoanálisis. El mismo autor dice que ha estado psicoanalizándose cuarenta años. Hay mucho efecto psicoanalítico en la obra de Gordillo. No pretende representar la realidad, sino interpretarla. Claro que eso es lo que hacemos todos. Pero unos, como Gordillo, mejor que otros.

Esta exposición viene a ser la del reconocimiento de un maestro que ha alcanzado la plenitud en cada una de las etapas de su desarrollo.