dimecres, 4 de juliol del 2007

Así es si así os parece, o el debate de ayer.

A los grandes debates parlamentarios les sucede como a las cifras de asistencia a las manifas, que según quien las dé ya sabemos que fueron nutridísimas y no cabía un alma o reunieron a cuatro gatos con media pancarta. Con los debates, lo mismo; según quien dé cuenta de ellos, ya sabemos cuál debatiente estuvo sublime y cuál fue un desastre que no acertó a dar una sola idea.

Esta falta de objetividad afecta a todo el quehacer político. Nada de lo que diga el partido adversario pasa de ser una patochada si no es directamente un crimen y nada de lo que diga mi partido deja de ser la verdad más acrisolada. Bueno, en realidad, afecta a casi todas las actividades humanas: ningún literato ve méritos en sus competidores y sí muchos deméritos; ninguna empresa cree que la competencia tenga algo bueno, etc, etc.

Obsérvese la encuesta que saca hoy El país sobre quién haya ganado el debate. Al señor Rodríguez Zapatero lo aprobaba ayer sobre las 01:00 de la noche el 77% de quienes habían votado, esto es, 27.119 lectores, mientras que al señor Rajoy lo desaprobaba el 67%, es decir, 17.211 lectores. Por supuesto, estos datos revelan que los lectores de El país se inclinan en gran medida hacia la socialdemocracia. Con razón quería el señor Rajoy hacer un boicoteo al conjunto del grupo Prisa. Está claro que los clientes y lectores de éste no lo aprecian.

Sin embargo, a la misma hora, El Mundo publicaba otra encuesta que venía a ser lo contrario de la anterior. Al señor Zapatero lo aprobaba el 37% de los lectores, en conjunto 9.916 mientras que al señor Rajoy lo aprobaba un 63%, es decir, 16.796. Casi parece que estuviéramos hablando de debates diferentes, cuando de lo que estamos hablando es de gente muy diferente, con orientación política distinta. Los lectores de El Mundo son más de derechas que los de El País. El hecho de que también lo lean los comunistas anguitistas sólo lo hace más de derechas.

En mi caso, como buen lector de El País tiendo a ver claramente ganador al señor Rodríguez Zapatero y claramente perdedor al señor Rajoy. Mi razones para ello son las siguientes:

El señor Rodriguez Zapatero, pensando que se trataba de un debate sobre el estado de la Nación (española; o debate sobre el estado del Estado), vino pertrechado de datos, cifras y estadísticas e hizo una intervención sistemática, cubriendo todos los aspectos de la vida del país. Pero al señor Rajoy, que no aportó dato alguno, ni una sola cifra, ni fundamentó sus frecuentes insultos en nada concreto, la intervención le pareció de "mitin electoral". Lo único que el señor Rajoy hizo sistemáticamente fue descalificar a su oponente con esa insufrible prepotencia que tienen todos los que han tratado como seguidores con el señor Fraga.

Posteriormente, en los sucesivos turnos de réplica, la primera de éstas, en la que el señor Rodríguez Zapatero se defendió de modo serio y contundente de las continuas agresiones verbales del señor Rajoy, le pareció a éste "tabernaria". Tabernarias, chulescas, arrogantes y agresivas, así como vacuas, fueron todas las suyas. Y si se quiere un ejemplo de hasta qué punto de altanería puede llegarse, de comportamiento de señorito clasista, ofrezco la siguiente perla de la intervención del señor Rajoy. Estaba, como siempre, diciéndole al señor Rodríguez Zapatero lo que tenía y no tenía que hacer y añadió:

"Un presidente del Gobierno no está para contarnos aquí los decretos que ha hecho el Gobierno ni para contarnos la subvenciones que le da al cine ni para explicarnos cuántos inmigrantes ilegales hay. Eso es función de un subsecretario, que era lo que debía ser usted."
No se trata solamente de reparar en ese uso de la primera persona del plural, tan cara a todos los demagogos, no; lo verdaderamente clasista e imbécil está en ese intento de insultar al presidente del Gobierno llamándolo "subsecretario" y de insultar, de paso, a todos los subsecretarios.

En cuanto al contenido propio de la intervención del señor Rajoy, ya lo ha visto y comentado todo el mundo: ni una idea, ni una propuesta; nada salvo disparar contra el Gobierno con la munición de ETA. Hay en esa actitud del señor Rajoy, jaleado por los suyos, dos puntos que lo inhabilitan no ya como futuro presidente del Gobierno sino como dirigente actual de la oposición mayoritaria: a) toma las informaciones de ETA y Gara como verdades incuestionables que le sirven para torpedear al gobierno, que es la finalidad que aquellos pretenden. b) Exige al Gobierno que publique las actas de las conversaciones con ETA, contra todo sentido común.

El señor Rajoy se hartó ayer de acusar de mentiroso al señor Rodríguez Zapatero. Pero está claro que él es un felón.