divendres, 22 de juny del 2007

Obispos rebeldes.

Mientras diversos foros sociales y organizaciones pacifistas se preparan para ponerse en "pie de paz" el próximo día 27 de junio en la Puerta del Sol para protestar contra ETA, los obispos españoles se ponen en pie de guerra -una vez más- para ver de cargarse la asignatura de "Educación para la ciudadanía".

Solemos decir que, con la transición democrática y si hacemos abstracción del esperpento de ETA, España es un país normalizado y ya no es diferente, pero eso no será cierto mientras la Iglesia siga metiéndose donde no la llaman y tengamos a los obispos hasta en la sopa. Durante los cuarenta años de la oprobiosa aquí la religión cristiana (bueno, un remedo de ella, lo que puede dar de sí el clero español) y solo ella era obligatoria para todo quisque y nadie recuerda que un solo monseñor alzara su voz en defensa de la "libertad de conciencia"; nadie recuerda que un solo monseñor alzara la voz para nada que no fuera dar vivas a Franco.

Ahora sí, ahora invocan la tal libertad de conciencia, llaman a los padres a la desobediencia civil e incitan al incumplimiento de la ley. Como si tuvieran alguna noble causa que defender desinteresada y sacrificadamente. Como si no estuvieran beneficiándose de las canonjías y prebendas que garantizan los Acuerdos con la Santa Sede que este Gobierno debiera haber denunciado de una vez; como si no estuvieran controlando la enseñanza en multitud de centros concertados, que reciben financiación del Estado pero descargan sus obligaciones sobre los centros públicos; como si no estuvieran tratando de meter la religión con torniquete en los planes de estudio.

Pero hay más y no he visto que nadie lo señale: estos hipócritas de la jerarquía eclesiástica, estos sepulcros blanqueados, dicen hablar en defensa de un derecho, el de la libertad de conciencia, contra el que han combatido durante siglos y que aún hoy, en el fondo de su doctrina, consideran un pecado, como se prueba por el hecho de que se se opongan a que haya una "moral laica". O sea, los laicos no tenemos derecho a la existencia.

La Educación para la ciudadanía es una materia que figura en los estudios de secundaria de muchos países como "educación cívica", "Sozialkunde", etc, su finalidad es formar en los valores de convivencia ciudadana y no tiene nada de adoctrinamiento. El Gobierno, que ya ha recordado que la materia es obligatoria, debe perder el miedo a los curas y, si quiere tener la fista en paz con esta jerarquía atosigante que no conoce límites debe contraatacar. Debe denunciar los Acuerdos con la Santa Sede, que no se firmaron en tiempos de Felipe González, como sostiene alguno de esos "izquierdistas" más enemigos del socialismo que de la derecha, sino de don Adolfo Suárez. Igualmente debiera corregir la vía de financiación a través del porcentaje en la declaración de la renta. Los ciudadanos no tenemos por qué pagar todos a la Iglesia católica, que es lo que sucede cuando el porcentaje se calcula, como ahora, como un lucro cesante del Estado. El que quiera a los curas que los pague de su bolsillo aparte de la cantidad íntegra que le corresponda tributar en la declaración de la renta. Si el gobierno actuara de esta forma, tocando las finanzas de la Iglesia, que es lo único que importa a ésta, vería reducirse notablemente la agresividad del clero.

Porque ya aburre esta injerencia permanente de la iglesia de los católicos en la vida de todos los demás.

En todos los frentes.

En su declaración de ruptura de alto el fuego, ETA decía que volvía a "todos los frentes" y eso es lo que está haciendo. El coche cargado de explosivos en Huelva prueba que vuelve al frente llamado "militar" y el divertido relato por entregas en Gara que vuelve al frente mediático, entre otros. En ambos casos -y en todos los que se plantee-, lo que busca es hacer el máximo de daño. En el caso de los explosivos es evidente en sí mismo y no hay duda alguna, aunque la policía todavía no sepa si se iba a cometer un atentado de inmediato o se trataba de aprovisionar de material a algún comando de asesinos que ETA tenga por la zona.

En el caso del frente mediático, el asunto es también muy claro, pero hay que expresarlo de mejor modo para que no pase como lo que pretende ser, esto es, una revelación comprometedora para el Gobierno y munición para el ataque a cargo de la derecha en la oposición. Ya lo dije en su día y lo mantengo ahora: esas "revelaciones" de fuente interesada es el mismo tipo de amarillismo que emplea El Mundo, con la pretensión de tener mayor crédito con la bobada (que comparten gentes como la señora Rosa Díez) de que ETA no miente nunca. Hace falta ser literalmente estúpido para pensar que una organización de asesinos, dedicada al crimen, al secuestro y a la extorsión no miente nunca. Al contrario: miente siempre que le interesa. Esa imagen de guerreros sacrificados de íntegro comportamiento en lo que no es matar, secuestrar y extorsionar es para consumo interno de sus admiradores y justificadores.

Así que si el Gobierno legítimo del país dice que no ha habido conversaciones, no ha habido conversaciones y lo que digan los asesinos y sus voceros es irrelevante. Cierto que eso se refiere a la última trola de Gara sobre conversaciones recientes, en la última campaña electoral. Las "revelaciones" de ayer, con las que este periódico trata de ocultar sus mentiras de hace unos días, se refieren a las conversaciones de habidas en el últmo par de años, las que llevaron a la declaración de alto el fuego "permanente". Ya las había utilizado Gara en plan amarillo hace un año, hablando de unos "compromisos" del Gobierno español con la banda de asesinos. Ahora resulta que los "compromisos" se han quedado en "garantías" y, además, siguen sin aparecer. Hay una vaga referencia a la actividad policial en el País Vasco que puede entenderse como a cada cual le dé la gana y nada más.

Quieren hacer daño y todo en la publicación de Gara está pensado para conseguir ese objetivo. Pero tampoco lo alcanza: todo el mundo entiende que el Gobierno tiene que negociar un alto el fuego; no hay "compromisos"; tampoco "garantías" en sentido estricto y el hecho de ser minucioso, prolijo y hasta premioso en especificar las hora, el tipo de reuniones y la vestimenta de cada cual no añade verosimilitud a lo publicado ni lo convierte en un documento comprometedor para el Gobierno. Al contrario, mientras quede claro que éste siempre habló de que las acciones estarían dentro del marco de la legalidad vigente (lenguaje que los etarras no entienden pero los que no lo somos sí), la publicación de esos documentos, lejos de hacerle daño, le hacen un favor.

ETA vuelve a todos los frentes, pero le falla la puntería. Menos mal que tiene aquí a sus principales auxiliares, los políticos del PP, empezando por el señor Zaplana que ayer exigía de nuevo que el Gobierno tiene que explicar las conversaciones y esa teoría de que había habido pacto político con ETA. El Gobierno no tiene que explicar nada y el señor Zaplana no tiene que pedir esas explicaciones, so pena de descubrir su juego: como carecen de programa electoral y de opciones alternativas, en el PP lanzan a Zaplana a meterse de hoz y coz en la ciénaga del terrorismo para oponerse al Gobierno.

Kane

Bueno, parece que Ciudadano Kane queda como la mejor película de todos los tiempos. Ese tipo de proclamaciones no sirve para nada, pero está claro que Kane es una de las mejores películas de todos los tiempos. La vida de William Randolph Hearst es fascinante; la interpretación de Orson Welles, aplastante; el apoyo de Joseph Cotten, convincente. Kane es una unidad del principio al final y, como ha dicho alguien, se encierra en la última palabra, "Rosebud", un acierto que da una dimensión dramática insospechada a la historia, que la humaniza y la lleva a un territorio en que todos nos sentimos identificados con ella: la infancia perdida.

dijous, 21 de juny del 2007

De Rajoy a Ibarretxe.

¿Alguien creyó que el PP iba a deponer su actitud de valerse del terrorismo para hacer oposición al Gobierno de España? Ni por pienso, hombre. El señor Rajoy mostró un talante espartano al negarle al cuerpo lo que pedía y hacer al Presidente una pregunta "absurda" acerca del aumento de las tarifas eléctricas. Pero su guardia pretoriana se lanzó a tumba abierta en la política antiterrorista, que si la ANV esto o lo otro. El día anterior el señor Zaplana respondía al rotundo desmentido del ministro de AAEE sobre las reuniones con ETA exigiendo saber, con sólita petulancia, "quién", "con quién", "en dónde", "por qué", etc, etc. El Gobierno dice que no hubo reuniones y el señor Zaplana quiere saber en dónde no hubo esas reuniones, quiénes no participaron y qué no acordaron.

A la derecha española le falta finura y a riesgo de que se me llame feroz separatista le sugiero que, para ganarla, mire a la derecha vasca y a la catalana. La vasca se apuntó ayer un tantazo con la visita del Lehendakari Ibarretxe casi en plan jefe de Estado que, habiendo tomado nota de lo que dijo Mr. Sarkozy en su reciente visita, viene a ofrecer colaboración y unidad en la lucha contra ETA. Y no por ello ceja en su pretensión más problemática de derogación de la Ley de Partidos. Es decir, ofrece unidad, pero mantiene su criterio. El Gobierno puede hacer muchas cosas pero me temo que no instar a la derogación de la Ley de Partidos precisamente ahora. Sólo el Parlamento que salga de las próximas elecciones generales podrá decidir si deroga o no esa ley. Hasta entonces, paciencia y barajar, como dice uno de los personajes (no recuerdo cuál) de la cueva de Montesinos en El Quijote. Por lo demás, se queda uno perplejo escuchando al señor Ibarretxe. Parece que ha prometido la máxima colaboración de la Ertzaintza en la lucha contra el terrorismo. Es asombroso ¿no venía prestándola ya? Claro que a lo mejor es un simple despiste del Lehendakari, como ese de decir que "a pesar de los aciertos y los errores, que de todo ha habido...".

En efecto, hay mucho trecho de la derecha española a la vasca y a la catalana. De ésta, mañana.

La chapuza europea.

Con permiso de los lectores vuelvo sobre la teoría de la chapuza. Ya saben esa según la cual lo único que funciona bien en la organización social y política es la sana chapuza mientras que los planes perfectos, los programas sublimes, las ideas excelentes para salvarnos a todos suelen acabar en desgracias. "Lo que convierte al Estado en un infierno", decía Hölderlin, "es la manía de algunos de convertirlo en el Paraíso". Los proyectos o blueprints perfectos meten miedo. Me atrevo a sostener que si la unificación europea ha llegado tan lejos es porque los proyectos y programas de este tipo han fracasado siempre y, en su lugar, se ha ido tirando con arreglos de último momento, chapuzas, trapalladas, que dicen en la tierra de mis antepasados.

El último ejemplo lo tenemos en el proyecto de Tratado Constitucional de la UE, un texto complejísimo e intragable que, después de ser aprobado sin pena ni gloria en varios referendums europeos (entre ellos el español) se dio una castaña con el "no" francés y el subsiguiente holandés de hace dos años. Europa se quedaba de repente desarbolada, como un navío a la deriva. Y ha sido la actual presidencia alemana la que se ha propuesto resolver la situación sin salida y "relanzar" el proceso de unificación, rescatando lo que se pueda del proyecto originario y presentando uno nuevo más breve, más flexible, menos cerrado; o sea, una chapuza.

Es de esperar que salga. Frau Merkel quiere que los europeos tengamos nuevo tratado constitucional para las próxima elecciones al Parlamento Europeo, en 2009. Al Consejo Europeo que se inicia hoy en Bruselas, seguirá mañana y puede que también el sábado se presentan los socios comunitarios en posiciones encontradas. De un lado, la mayoría de los países (entre ellos España) apoya la idea de Frau Merkel. Los polacos objetan a la fórmula de cálculo de las mayorías cualificadas (que tienen que sustituir a las unanimidades si se quiere que la UE tome alguna decisión) y dicen estar dispuestos a vetar la consagración de la fórmula de las "dos mayorías", esto es, mayoría de países (55%) y mayoría de habitantes (65%). A su vez, los ingleses objetan a la inclusión de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y a la figura del ministro de Asuntos Exteriores también de la UE. Sobre todo esto la información es bastante deficiente, así que me permito un par de aclaraciones.

De entrada, Polonia. Es fácil tomarse a chirigota a un país gobernado por Tweedledum y Tweedledee, pero encuentro que su objeción es bastante sensata y los españoles debiéramos apoyarla. En lo esencial, se trata de reducir el peso aplastante que adquiere Alemania con la nueva forma de cómputo por estados y población. Polonia no pretende renunciar a esta mayoría, sino modificar la forma de cálculo. En vez de poner en relación las cantidades absolutas de población de dos países (por ejemplo, Alemania, con más de ochenta millones de habitantes y Polonia, con menos de cuarenta), poner en relación sus raíces cuadradas, lo que reduciría notablemente las distancias, cosa que no es ninguna bobada a la hora de que los países medios como España y Polonia no pierdan tanto del poder que consiguieron en Niza, en 2000.

Después, el Reino Unido. Objeta éste a la idea de hacer vinculante la Carta Europea de Derechos Fundamentales, que incluye también derechos sociales y laborales. Los británicos, que no tienen Constitución escrita ni más declaración en vigor que el Bill of Rights de 1689, ven con auténtico pavor que se les imponga una prolija declaración escrita que vaya contra los usos del common law y restrinjan los amplios poderes interpretativos de la judicatura. Lo que tampoco es ninguna estupidez. Es difícil negar que las libertades inglesas proceden de la historia que arranca con la Magna Charta de 1215 y que no seremos los continentales quienes vayamos a darles lecciones provistos con nuestras declaraciones que son verdaderos racionalismos cartesianos. Parece que Frau Merkel está dispuesta a reconocer la peculiaridad británica y a aceptar la idea de una Europa en dos velocidades a este repecto, como ya existe en otros, por ejemplo, el euro o los acuerdos de Schengen. De confirmarse la noticia, sería la chapuza dentro de la chapuza, lo que garantizaría el éxito.

Los británicos, además, objetan a la figura del ministro de Asuntos Exteriores de la UE. Muchos dicen que andan metiendo palos en las ruedas de la carreta europea. Puede que sea cierto, pero esta objeción tampoco es desdeñable. Si hubiera un ministro de Asuntos Exteriores de la UE, uno de verdad, no como el señor Solana, ¿qué actitud adoptaría ante conflictos en los que dos miembros de la Unión se encuentran en bandos enfrentados? Por ejemplo, la impropiamente llamada guerra del Irak.

Espero que el Consejo termine el sábado habiendo acordado algún tipo de chapuza que funcionará durante una temporada. Después, habrá que revisarla. También es posible que la cumbre de Bruselas no acuerde nada. En ese caso, habrá que esperar mejor ocasión para la chapuza.

Carmen, destino de un género.

El martes se estrenó en el Reina Victoria de Madrid el espectáculo "Carmen de Bizet", a cargo del Ballet flamenco de Madrid I. O sea que faltando a la costumbre hemos visto una primicia, con la compañía "fresca" por así decirlo.

Está claro que si una ópera se puede contar en flamenco es ésta de "Carmen" porque los personajes, los episodios se prestan al género. Lo que consigue la veterana bailaora Sara Lezana, directora artística del Ballet Flamenco, es una pieza sorprendente. Ignoro cómo será la otra pieza que tiene el Ballet en repertorio, "Carmina Burana", pero ésta es una "Carmen" flamenquizada con intermedios de flamenco puro. La propia Sara Lezana tiene una actuación estelar con un zapateado durante la "Chanson Bohême", de Bizet. A sus cincuenta y nueve años esta mujer es un torbellino que eclipsa a toda la compañía.

Las escenas de puro flamenco, que tienen seguiriyas y tarantos y hay guitarra y cante y palmas, me parecen espléndidas en mis cortas entendederas del género y son en las que la compañía se luce. Las escenas propias de la ópera, las "flamenquizadas" resultan más apagadas. Al haberse suprimido todo recitativo, las escenas se conciben como ballets y tienen un aire más suave, que contrasta con el carácter desgarrado de las escenas puramente flamencas. No sé por qué, el conjunto me recordaba algo a "El amor brujo".

La historia de la ópera de Bizet, que la interpretación de Sara Lezana sintetiza y resume en el episodio amoroso del ciclo pasión-celos-muerte, a su vez, era una síntesis y resumen de la obra de Prosper Mérimée. Bizet se concentró en la historia de amor, pasión, delincuencia, rivalidad entre hombres, crimen pasional y supo clavarlas en partituras que nos son familiares. Pero se dejó fuera una historia paralela que recorre la obra de Mérimée: Carmen, la protagonista, es gitana y don José, su enamorado, el que por ella delinque, es un vasco de Elizondo, Navarra, que habla euskera y se llama don Jose Lizzarrabengoa. A Mérimée le interesaban mucho los asuntos de minorías étnicas de acusada personalidad porque los encontraba muy exóticos. "Colomba" es una narración en ambiente sardo. Pero en Carmen, el autor riza el rizo al narrar una historia en la que dos minorías étnicas marginadas, vascos y gitanos, entran en contacto. El conflicto personal se desarrolla en un determinado contexto cultural.

Desde luego, eliminar este aspecto y reducir la historia a la "mujer fatal" y el crimen pasional la hace más clara y ello ha contribuido al éxito mundial de la ópera de Bizet. Pero el dato étnico es un factor muy curioso que da un patetismo particular a los amores de carmen y don José.

Otra cosa desde luego es cómo se trata ese crimen pasional, de acuerdo con las pautas románticas, como algo que tortura a don José y no a Carmen. Violencia de género, vamos, elevada a la categoría de obra de arte.

La verdad es que es todo un espectáculo.

dimecres, 20 de juny del 2007

¡Viva la mentira!

Así es, ¡viva la mentira! Gracias a la mentira la vida tiene salero. Si siempre se dijera la verdad, las relaciones humanas serían imposibles. Es necesaria la mentira y en proporción no menor a la verdad. En realidad, de proporción debiera ser la misma, ya que muchas veces, la verdad y la mentira son las dos caras de una misma moneda. En todo caso a lo que aquí voy es a la importancia que tiene una buena mentira en el debate político. Si todo el mundo dijera la verdad la política no existiría; claro que tampoco lo harían la diplomacia o la religión, por ejemplo. Pero eso da igual, lo interesante es que sin mentira no habría política.

Hay mentiras y mentiras, como hay guerras y guerras y armas y armas. Hay mentiras que son como ametralladoras, mentiras-torpedo y mentiras como baterías de grueso calibre, que se disparan desde detrás de las líneas enemigas y van a voleo, al tuntún, a hacer el mayor daño que puedan. Mentira de grueso calibre es que Abc y El Mundo salgan diciendo que sí, que hubo reuniones del Gobierno con ETA/Batasuna. La mentira venía de una publicada por Gara, que ya había publicado otra trola sobre unos supuestos "compromisos" incumplidos por el Gobierno. Innecesario decir que no había habido tales compromisos. Ahora el bulo son las reuniones. En poco tiempo, Gara va a publicar como noticia que el Gobierno de España está en manos del PSOE.

Claro que los desmentidos, a los mentirosos compulsivos parece como que los animan y acaban fabricando realidades ficticias, laberintos, interacciones complejas, mundos aparte en los que se recluyen, teniéndolos por verdaderos. Por más veces que las pruebas, las declaraciones, los momentos procesales han desmentido las fábulas de la "conspiración" del 11-M, ésta ha seguido prosperando, inmune a la comprobación empírica de los hechos porque se basa en un cuestionamiento básico de todo, incluso de los instrumentos de medición. Resulta evidente que la teoría de la conspiración no quiere que haya un proceso, sino un golpe de Estado, que no es lo mismo. En tanto se produce el último, sus teóricos seguirán insultando, agrediendo, acusando sin pruebas, en definitiva, provocando.

En ese bombardeo de posiciones con baterías de grueso calibre, éstas apuntan ahora que concluye la vista oral y comienzan las deliberaciones, a los tres magistrados que han de sentenciar y en especial al juez Gómez Bermúdez. Que Dios lo coja confesado.

Un buen libro sobre la transición democrática.

Realmente bueno. De lo mejor que llevo leído sobre la transición democrática (td) y llevo leído un tantico. Es una obra extensa (Temas de Hoy, Madrid, 2007), con 778 págs. de texto, sin contar las notas, pero no es una obra densa, de difícil lectura, ni tampoco prolija. Está escrita con bastante agilidad, tiene un tono decididamente narrativo (al fin y al cabo, es historia) y en un castellano o español elegante y neutro.

Obviamente, el libro de Sartorius y Sabio no tiene pretensión de neutralidad, sino que está concebido desde la perspectiva de quienes simpatizan con el curso de los acontecimientos entre 1975 y 1977, esto es, un punto de vista democrático. Se podría haber escrito desde un punto de vista contrario a la democracia y de hecho lo hacen, de un lado, quienes añoran la dictadura y creen que la td ha sido una calamidad y, de otro, quienes piensan que la td se quedó demasiado corta, como una democracia "formal", pudiéndose haber optado por la revolución. El punto de vista digamos "moderado", de quienes simpatizan con la td como se hizo, que es el de los autores de la obra, es tan general que casi parece un no-punto de vista, una especie de neutralidad objetiva. Esta no existe en las cosas humanas y los autores desgranan a lo largo del texto un juicio de valor permanente acerca de la bondad de la transición y la maldad de quienes se oponían a ella. Es más, el libro no se ha escrito para probar lo que los autores juzgan obvio, esto es, que la td fue una suerte, un acierto histórico, la solución de los problemas de la España del momento, sino para reatribuir méritos en cuanto a los protagonismos de dicho acierto histórico, esto es, para responder a la pregunta de ¿quién posibilitó la transición? Y los autores consideran que el pueblo español, a través de sus luchas.

La obra es una valiosa investigación histórica que se apoya para algunos puntos (especialmente el de la conflictividad laboral y social de comienzos de 1976 en adelante) en los informes periódicos de los gobernadores civiles, una fuente que no he visto muy explotada por ahí, siendo así que tiene un enorme valor. Los gobernadores civiles (que eran Jefes Provinciales del Movimiento ex officio) eran los ojos del régimen de Franco y siguieron siendo los ojos de la Monarquía después de Franco. En general, el recurso a fuentes de primera mano caracteriza a toda la obra, igualmente en los capítulos sobre las fuerzas armadas, la Iglesia o las relaciones exteriores, sin contar las entrevistas y conversaciones que los autores han mantenido con diferentes protagonistas del proceso.

En el caso de uno de los autores, Sartorius, estos diálogos son un monólogo, dado que en él coinciden la condición de protagonista de la época y la de autor del estudio sobre ella. Un caso de juez y parte, típico de las ciencias sociales en las que es frecuente que el estudioso opine sobre un fenómeno que el propio estudioso contribuyó a crear como actor. Esto quiere decir que, junto al carácter de rigurosa investigación histórica, el libro reúne una segunda condición de ser como una especie de memorias de Sartorius. La parte más extensa, la dedicada a la lucha social y laboral, a la que se atribuye el protagonismo de la td es sobre la que el propio Sartorius, miembro por entonces del Partido Comunista y abogado defensor de los sindicalistas, tiene una abundantísima información. En realidad, la interpretación que la obra nos ofrece de la td es la de que ésta consistió en dos momentos esenciales: uno, la ofensiva huelguística de primeros de 1976 y el otro, la legalización del Partido Comunista.

Por supuesto, esto no desmerece de la altísima calidad de la obra. Los capítulos sobre las fuerzas armadas y la Iglesia son extraordinarios. El que más me ha gustado es el de la influencia del exterior en la td, al que yo también dediqué un articulejo in illo tempore pero con mucha menos carga documental que los autores. De todas formas, coincido con la magnífica interpretación de Sartorius/Sabio que podría resumirse así: los franceses dieron buenos consejos en el ámbito ideológico; los alemanes prestaron sólidos marcos a los partidos y los estadounidenses dieron lo que podríamos llamar la venia regendi, esto es, el espaldarazo o la alternativa a la Monarquía según los planes que el Rey expuso en su momento ante el Congreso de los EEUU. Algo que siempre me ha recordado aquellas convocatorias del Senado romano a los reyezuelos del norte de África en los tiempos de la Guerra de Yugurta. Los ingleses aplicaron una política de wait and see que sólo en alguna ocasión se vio rota por algún gesto más efusivo de los normal en las relaciones entre los políticos británicos y sus correspondientes españoles. La señora Thatcher vino de visita a un congreso de UCD, creo, cuando aun no era la "dama de hierro" y el señor Michael Foot, lider del Partido Laborista también se interesó por España.

En la parte que el libro tiene de memorias hay un aspecto curioso. El Sartorius protagonista (no en primer plano, pero sí en segundo y muy importante) de los acontecimientos los vive como miembro del Partido Comunista, pero el Sartorius autor los narra treinta años después ya como persona próxima al PSOE. Esto provoca una intrigante dualidad argumentativa en la obra. De un lado se dice reiteradamente que la actitud adoptada por el PC y Comisiones Obreras en esos meses fue acertada y la que verdaderamente desencadenó e hizo posible la transición en los dos citados momentos: la agitación huelguista de 1976 y la legalización del PC en abril de 1977. Entre medias, otro hecho del calendario comunista, la masiva y silenciosa respuesta de la ciudadanía de Madrid al asesinato de los abogados de Atocha. Y de otro lado se dice con frecuencia que el PSOE y Felipe González en concreto, pedían que se legalizara al PC antes de las elecciones, pero estaban dispuestos a ir a ellas aun con el PC en la ilegalidad; y no solamente se dice, sino que se justifica como actitud pragmática y realista. Supongo que el Sartorius actor tendría un juicio muy negativo hacia esa actitud de Felipe González. El Sartorius comunista y el Sartorius socialista, en lugar de comportarse como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, han decidido comportarse como dos Dr. Jekyll.

Lo anterior forma parte de una experiencia muy frecuente en las generaciones de los cincuenta, los sesenta y los setenta, la de haber abandonado a lo largo de su vida un pronunciado radicalismo de juventud, que se ha desparramado por todos los cangilones de la noria política. En el caso de los autores del libro, en concreto en el de Sartorius, ha abandonado el radicalismo político de los comunistas por el posibilismo de la socialdemocracia.

El libro es estupendo y esas cuestiones como de la memoria (allí donde cada cual se juzga a sí mismo) lo hacen más humano.

dimarts, 19 de juny del 2007

Y punto.

El señor Juan Carlos Rodríguez, abogado de la acusación particular de la AVT, ha hecho un alegato final en el juicio del 11-M que quintaesencia la divertida "teoría de la conspiración". No ha faltado ni una de las memeces que los partidarios de este bulo han venido propalando en los últimos tres años: que si la furgoneta "kangoo", la mochila de Vallecas, los explosivos estos, otros o los de más allá y el aluvión de sospechas, insidias, trolas e infundios sobre la actuación de las fuerzas de seguridad y sobre el proceso en general.

Hasta la saciedad se ha señalado ya que el principal inconveniente con que tropiezan estos fabuladores frenéticos (medios de comunicación de la derecha, periodistas avispados, politicastros conservadores) es que, al tiempo que difunden todo tipo de rumores y dudas sin fundamento sobre las pruebas del proceso, no aportan ni una sobre su versión alternativa, alternativa a la que llaman "versión oficial". Es más, ni siquiera tienen una versión, sino una nebulosa de insinuaciones sobre si ETA pudo participar en algún momento no precisado, si algún servicio secreto que no se menciona pudo meter el cazo en otro momento tan poco precisado como el anterior y así hasta la saciedad.

No hay un relato lineal de lo que pudo pasar distinto del de la "versión oficial", ni lineal ni en zigzag. No hay nada más que el intento de embarullarlo todo, tomando pie en la generalizada tendencia a encontrar explicaciones oscuras y abracadabrantes de los acontecimientos en cuanto tienen algo de emoción o dramatismo. No veo grandes diferencias entre estas necedades y las fabulaciones truculentas sobre los "auténticos" autores del atentado a las Torres gemelas o las "verdaderas" causas de la muerte de Diana de Inglaterra. Falto, pues, de todo apoyo probatorio, el señor Rodríguez concluyó una parte de alegato con un contundente: "ETA estaba. Y punto." Genial.

Muchos creen que esta sedicente "teoría de la conspiración" es una obra de cuatro orates, de esos de los márgenes lunáticos de la sociedad avanzada, tipos que tan pronto fundan una secta de suicidios mutuos como le meten cuatro tiros en la barriga a John Lenon. Nada más incierto. Ese conjunto de estúpidas patrañas está perfectamente pensado, calibrado, urdido para tratar de impedir que haya proceso del 11-M y que, de haberlo, llegue a buen puerto. Para impedir que se sepa la verdad porque quienes lo han puesto en pie saben que dañará al PP, partido de Gobierno cuando sucedió el atentado. Los autores son unos inmorales, desde luego, pero unos inmorales movidos por una clara finalidad política y también económica ya que, con la proliferación del cuento, han ganado y siguen ganando mucho dinero.

La finalidad política, esto es, exculpar al Gobierno del PP de Aznar de toda responsabilidad mediata por el atentado (aunque sea obvio que éste es movido por la invasión del Irak) y hacerle el juego en su mentira sobre la autoría de ETA, está clarísima en la intervención del señor letrado Rodríguez, cuando dice que el Gobierno de Aznar fue un "firme baluarte de la lucha antiterrorista". Pues menos mal, porque si no llega a serlo, la fantasmagórica ETA habría volado el todo Madrid. Igualmente queda patente cuando afirma que, después de la decisión de los tres de las Azores de invadir y saquear un país, los españoles acudimos allí "en misión humanitaria". Está claro que, quienes ha planeado y llevado a cabo este nuevo ataque contra las instituciones democráticas españolas que llamamos "teoría de la conspiración" saben que lo de menos es si lo que se dice tiene algún indicio de verosimilitud o no. Son como los etarras: la idea es aprovechar todos los resquicios, los intersticios del Estado de derecho para ocuparlo con su discurso, para exponer sus tesis, en forma abreviada, clara rotunda. ¿Que no son verdad? ¡Si lo sabran ellos, que las han inventado! Pero lo importante es que se expresen, que a la gente no le quede más remedio que oírlas. Algo se conseguirá. Exactamente las técnicas de propaganda de ETA.

Pero, a diferencia de lo que sucede con ETA, en este caso de los "conspiradores", como carecen de capacidad para atentar, sus patrañas no son solamente inmorales sino estúpidas e inútiles. Y punto.


La solución final.

Qué vergüenza. Qué bochorno. Cómo nos estamos prestando los europeos al metódico exterminio de los palestinos, a su expulsión, a su hacinamiento, a su muerte, en definitiva. Menos de venticuatro horas después de que el señor Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ese remedo de gobierno, instrumento perfecto para que los israelíes puedan seguir con propósito de acabar con los palestinos, aceptara todas las condiciones impuestas por los israelíes y sus poderosos aliados occidentales (EEUU y la UE), estos tres anunciaron a bombo y platillo que desbloqueaban los fondos de ayuda a Palestina que habían congelado injustamente desde enero de 2006. Las condiciones cumplidas por Abás han sido: ilegalización de Hamas, destitución de los ministros de esta organización, empezando por el primer ministro y nombramiento de otro, Salam Fayad, grato a los israelíes y sus amigos.


¿Y por qué estaban bloqueados estos fondos, entre ellos los procedentes de impuestos y aranceles que Israel recauda en nombre de Palestina? Simplemente porque, tras las elecciones habidas en enero de 2006 a instancias de la llamada "comunidad internacional" en los territorios palestinos, la organización vencedora fue Hamas, a la que Washington considera "organización terrorista". En consecuencia, Israel y los EEUU se negaron a reconocer al gobierno de Hamas y bloqueron los susodichos fondos. Y lo mismo hizo la UE en un gallardo acto de independencia.

Es decir: los palestinos tienen que organizarse en forma de democracia, como quieren los occidentales y celebrar elecciones periódicas, pero los resultados de éstas sólo son válidos si salen elegidos aquellos que son bien vistos por los grandes patronos occidentales y el belicoso Israel. Al margen de toda otra consideración que, probablemente, estará muy puesta en razón, esto es algo infumable. Nuestra autoridad moral en este momento está por debajo de cero. Pero no haya problema: tenemos la sartén por el mango. Los palestinos no pueden rechistar y ese infeliz de Abás únicamente tiene que tragar humillación tras humillación, hasta la desaparición final de su pueblo.


Porque, además de todos estos atropellos, del continuo hostigamiento israelí, del desamparo de los palestinos, a quienes no ayudan ni los suyos (aunque algunos amenacen con el apocalipsis para tranquilizar a sus huestes), que yo sepa, el proyecto de construir el muro que terminará por encerrar a los palestinos que queden en un ghetto, sin tierras prácticamente, sin recursos, sin esperanza, sigue adelante y ya se ha construido más del 50%.

Sin duda entre los palestinos hay muchos terroristas muy condenables. Pero esta tarea de exterminio de un pueblo, acometida por un enemigo muy superior en armamento y tecnología, con el respaldo incondicional del país más poderoso del planeta y la aquiescencia, complicidad y auxilio de la también poderosísima Unión Europea es un crimen vergonzoso que nos deja a todos, moralmente hablando, a los estadounidenses, a los europeos y a los israelíes a la altura de los canallas que hace setenta años intentaron también el exterminio de estos últimos.

Me gustaría que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la determinación y el coraje de contradecir al amo del Imperio sacando a las tropas españolas de una guerra inicua levante ahora la voz para oponerse a este exterminio sistemático.

Un descansito.

Ya dije ayer que habíamos venido a pasar el finde a Chiclana de la Frontera, en Cádiz, mientras -oh, ironías del destino- una de esas coaliciones municipales en plan friky aupaba al ayuntamiento a una alianza de PP. IU y el Partido andalucista. Paramos en casa de nuestra amiga Marian y decía asimismo que a lo mejor sacaba alguna foto del lugar, siempre que el personal no se me sublevara, que está cada vez más coqueto. Finalmente subo la que se ve a la izquierda, en la que están Marian, Celia, Iñaki Errazkin y los niños en un trozo recogido del jardín marianesco, que no llega a ser el de Bomarzo, pero es un vergel cuidadísimo. Errazkin es director del InSurGente, un periódico de rogelios islamofiloetarras que forma parte de la constelación de la prensa digital más revoluzzer, un tipo fantástico y muy buena persona, con el que da gusto hablar, aunque no se esté de acuerdo con él, como es mi caso, prácticamente en nada.

Confieso no ser capaz de resistirme a añadir esta otro foto. Fuimos a la playa, como es obligado en esta zona del país y sta época del año, aunque el tiempo no acompañaba gran cosa. Como puede verse, estaba casi vacía y Ramoncín se lo pasó en grande. Estaba tentado de asegurar que ese hermoso ziggurat de arena lo había hecho él, para darme pote de padre y, al mismo tiempo, soltar un rollo sobre lo filogenético y lo ontogenético, pero me lo impide el código deontológico del bloguero (ese que algunos quieren establecer como si fuera distinto del de los seres humanos en general) y que manda no mentir. Ramoncín todavía no alcanza a erigir obras tan impresionantes. En cambio sí lo hace a destruirlas. Doy fe.

dilluns, 18 de juny del 2007

Más de ayuntamientos democráticos.

En el post de ayer me puse a cantar las virtudes de la actitud pactista, negociadora, cambalachera y pastelera propia de las democracias frente a las tendencias impositivas y unificadoras propias de los autoritarios. Me reafirmo en lo dicho. La democracia es una forma de organización compatible, desde luego, con cualquier composición numérica de gobiernos. Los países de tradición anglosajona suelen tener gobiernos monopartidistas, mientras que los países europeos continentales muestran una notable proclividad a los gobiernos multipartidistas y a las coaliciones. Países hay, como Holanda, que llevan más de un siglo con gobiernos de más de un partido. Las coaliciones obligan a negociar, a pactar, a ser flexibles y no intransigentes. Hasta los gobiernos monopartidistas suelen consistir en pactos entre distintas tendencias dentro del único partido de gobierno.


Así que vivan las coaliciones que sirven para que los partidos se vigilen también más de cerca e impiden que ninguno imponga todo su programa, bendito sea el Señor. Pues el partido, todo partido (hasta los que se llamen "de la Justicia" o "de la Verdad"), como su nombre indica, es una "parte". La idea de un "partido único" es una contradicción en los términos tan llamativa que parece un chiste.

Nada, sin embargo, hay perfecto en la vida; nada es absoluto y la bondad de las coaliciones tampoco. Ayer se produjeron algunas coaliciones municipales (muy pocas, teniendo en cuenta que en España hay ocho mil ayuntamientos) que son al gobierno local en general lo mismo que las astracanadas al teatro. Me parece. En el pueblo al que he venido a pasar el finde, a visitar a algunos amigos cuyas fotos igual pongo mañana si les parece bien, esto es, Chiclana de la Muga (este topónimo tiene, a su vez, copyright), una coalición PP, PSA e IU ha arrebatado la alcaldía al PSOE que la ostentaba hace ventiocho años. IU aliada al PP ya es fuerte y andan los sociatas por ahí diciendo que vuelve la famosa "pinza". A su vez, esa alianza a IU tampoco puede parecerle tan mal desde el momento es que es la consecuencia lógica de su teoría de las "dos orillas": si el PSOE y el PP son lo mismo porque el PSOE se ha hecho de derechas, tanto da pactar con el uno o con el otro.

Iba a ponerme a sentar doctrina sobre estas coaliciones sui generis cuando me entero de que en Ardales, provincia de Málaga, IU arrebata la alcaldía al PSOE en alianza con dos ediles de Falange Auténtica. Concejales comunistas gobernando del bracete de otros falangistas. No sé si cuando Carrillo formuló la audaz política de "reconciliación nacional" llegó a pensar que la cosa podía ir tan lejos.

Recuérdese que junto a la bonita teoría de los pactos se decía ayer que cada pueblo es un mundo. En el caso de Ardales, hasta parece que otro mundo. El alcalde saliente, señor Pendón, llevaba veinte años en el cargo. Que los dioses me perdonen pero, ¿no son demasiados? Como los ventiocho de Chiclana. Esa tendencia de los políticos a eternizarse en los cargos sin duda es democrática pero ¿es racional? Si son los partidos los que presentan a los políticos, ¿no pueden cambiarlos cuando menos cada diez años? Éste que se ha ido, el señor Pendón, se ha ido rabiando porque pretendía añadir otros cuatro añitos en el cargo, o sea en total venticuatro sin duda prometiendo cambio. Creo que IU ha abierto expediente a los concejales joseantonianos. La verdad es que los pavos se han pasado una primavera, no ya solamente por razones éticas sino más que nada estéticas.

Desde luego, es legal, aunque no muy legítimo. Supongo que habrá algún votante de IU que se sienta un poco estafado, incluso alguno de la Falange Auténtica (el partido que fue del señor Aznar) que pensaría que votaba a favor de los herederos de la División Azul, los héroes que fueron a dar su vida contra el comunismo en los helados frentes del Este y se los encuentra hoy en infame coyunda con los herederos de Stalin. En definitiva, una reedición del pacto germano-soviético.

Recuérdese, no obstante, que estos pactos así como de farsa y licencia del alcalde castizo son una ínfima minoría en una mar océana de sano y principiado pactar.

Segunda vuelta, devuelta.

Supongo que es el momento de soltar un rollo sobre la "sabiduría del electorado", en este caso, el francés, que ha otorgado al señor Sarkozy una mayoría absoluta, pero no aplastante, como vaticinaban las encuestas. En la imagen, que saco de Le Monde, basada en las encuestas de Ipsos, CSA y Sofres se ve cómo la derecha ha ganado las elecciones pero ha perdido treinta o cuarenta diputados mientras que la izquierda las elecciones las ha perdido pero ha ganado unos cincuenta diputados. El mensaje que la "sabiduría" del pueblo ha mandado a las élites dirigentes es: reformad, sí, pero contando con la oposición. El señor François Fillon, presidente del Gobierno francés, con loable celeridad, ha reconocido la importancia de la oposición, garantizando sus derechos y ha coronado su explicación con una imagen que le sale del fondo del corazón: ya no hay, dice, franceses de izquierda o de derecha; sólo hay franceses. Siempre que escucho a alguien estableciendo estas unidades me acuerdo de emperador que lamentaba que el pueblo no tuviera una única cabeza para cortársela de un solo tajo.

Confieso que cada vez me cae mejor este señor Sarkozy, en quien veo un estilo original; pero la verdad es que tiene un porte autoritario que ya está notándose. Sólo la mentalidad autoritaria puede proponerse en serio acabar con el "sesentayocho" porque fue un movimiento esencialmente antiautoritario.

Más en el territorio del análisis político, parece razonable pensar que los socialistas se han beneficiado en masa de los votos de Movimiento Democrático de Bayrou en la segunda vuelta. De algo sirvió que doña Ségolène se marcara el debate en TV con Bayrou como el que se marca un tango en la segunda vuelta de las presidenciales; los electores del centrista han sido caballerosos.

diumenge, 17 de juny del 2007

Ayuntamientos democráticos.

Ayer se constituyeron las corporaciones locales en España; un verdadero baile de acuerdos, pactos, alianzas, a veces contra natura si eso existiera en este territorio. Nada que no sea pura política que consiste en eso, en pactar, en llegar a acuerdos, cambalache. Una gran cosa, por cierto, porque es lo que sucede cuando nadie domina a los demás y puede imponer sus condiciones. Pactar es la esencia misma de la vida. Y tiene su riesgo. A los pactistas acaban llamándolos "pasteleros" en sentido despectivo (por lo que creo que el digno gremio de pasteleros debiera protestar) y gente de poca entereza. Ciertamente, resulta mucho más hermosa la figura del vencedor indiscutible, tiene algo de mítico, de wagneriano, de superhumano en el sentido de Nietzsche. El triunfador no entra en cambalaches, pactos o transacciones, puesto que todo lo resuelve con el filo de su espada o el poder de su doctrina o ideología.

Las gentes del común vivimos vidas hechas de compromisos, de pactos y transacciones y nos gustan los políticos que viven así también porque saben que las sociedades son muy complejas, en ellas conviven gentes muy distintas, que son mosaicos abigarrados y no líneas en el vacío. Por otro lado, como cada pueblo es un mundo (en Rusia, la comunidad aldeana, se designa con la misma palabra que mundo, mir) y en algunos de ellos los pactos se han realizado con entes políticos exclusivos de la localidad, la densidad de la red de alianzas es grande y ha dado lugar a una variedad de fórmulas de duración estimada variable.

Del "pasteleo", el intercambio y el do ut des de la política municipal y (es de suponer) la no municipal, se han quejado de siempre los señoritingos de la derecha, los que, puestos a poetizar, ensalzaban la voluntad de sacrificio de la vida como milicia y otras majaderías; a estos se añaden ahora los izquierdistas fracasados y resabiados que, no siendo nada electoralmente, propugnan la abstención y encuentran atractiva la idea de romper las urnas porque, de todas formas, ellos no van a salir elegidos.

En líneas generales, el PSOE ha salido ganando, se lleva once alcaldías nuevas y pasa a regir ventitrés capitales de provincia y el PP ventidós. Menos mal que el PP ganó las municipales...

De lo que se atisba en Navarra es posible que se produzca una alianza entre los socialistas y los nacionalistas de Na-Bai. Es lo que dice querer el señor Blanco. Lo tiene fácil.

Palestina ya no existe.

Israel la ha devorado en algo más de cincuenta años. Cualquiera que eche una ojeada al mapa contiguo (que saco de una página web educativa) se dará cuenta de que el posible Estado palestino es una entidad territorial fragmentada y menguante. Ya la situación que emergió de la guerra de los seis días en 1967 era insostenible; esa propuesta del lado israelí de 2000 es un dibujo de bantustanes, no hay que engañarse, con el territorio de Cisjordania fácilmente troceable en tres partes e indefendible.

En este contexto, qué más quieren los israelíes que una guerra civil entre palestinos y la división territorial que se ha producido, con la minúscula y superpoblada Gaza independiente de hecho y camino al desastre. La guerra civil entre combatientes del mismo bando es una clarísima premonición de derrota total. Lo mismo pasó con los republicanos españoles en 1937. No me parece envidiable el destino del pueblo palestino. Su exterminio es cuestión de tiempo. Los israelíes lo tienen previsto, los estadounidenses lo alientan y los europeos lo toleran.

Un artículo de Imaz.

El artículo que publicaba ayer Josu Jon Imaz en El País requiere algún comentario. Supongo que no levantará entusiasmos en los círculos del abertzalismo radical, a quienes el señor Imaz achaca supeditación a ETA, pero es el artículo que los españoles querríamos leer de un presidente del PNV: lo primero, acabar con el terrorismo; luego, ya se verá.

La situación está ya tan clara que asombra cómo los de las pistolas no han conseguido cambiar de una vez y cesar en su actividad. En todo caso, es un asunto suyo y que ellos lo diriman. A los demás nos basta con saber que elpresidente del PNV y el PNV están en contra de la violencia de modo claro y contundente y nada de ambigüedades y sobreentendidos. Habiendo traspasado la línea roja de la última tomadura de pelo de la tregua tan unilateralmente rota como declarada, esta actitud del PNV, más acorde con los tiempos de lo que fue el Pacto de Lizarra, es exactamente lo que se necesita para terminar con ETA en el terreno policial y judicial. En el político hace ya algunos años que ETA es un cadáver.

dissabte, 16 de juny del 2007

La saga de Gara

Es curiosísimo el intento del periódico Gara de fabricar noticias como parte de una especie de plan general de emancipación o liberación del País Vasco. Un plan que tiene sus combatientes en otros frentes y en el de los medios de comunicación, también. A la hora de la liberación de la patria, cualquier cosa vale. Lo mismo dicen los grandes patriotas del nacionalismo español.

Hace unas fechas Gara amenazaba con publicar los compromisos que había adquirido el Gobierno y/o el PSOE en el curso del proceloso proceso. Acto casi seguido cumplió su amenaza, pero resultó que no había tales compromisos y, en todo caso, el Gobierno negaba haber adquirido alguno. Ahora no se habla de "compromisos" sino de reuniones o charlas que puedan haberse celebrado. Aparte de que reunirse y charlar con quien sea para ver de qué va la otra parte es lo más lógico del mundo, la cuestión es por qué este hecho haya de ser una noticia. En principio parece lógico pensar que de lo que se trata es de perjudicar al PSOE porque se supone que reconocer la existencia de estos contactos será embarazoso para él.

Quizá sí, quizá no. Si el periódico admite que no llegaron a nada porque el Gobierno se empeñaba en que cualquier acuerdo había de darse dentro de la legalidad española, eso hará ganar muchos puntos al Gobierno, que da la imagen que la gente pide, esto es, dispuesto siempre a negociar pero no a ceder.

Una vez que el Gobierno niega, cual ha hecho ya, la cosa se convierte en su palabra contra la de Gara y que cada cual crea a quien quiera. A mí, después de lo de los famosos "compromisos", creer a Gara me resulta algo difícil. La intencionalidad de la noticia, por llamarla de algún modo, es demasiado patente.

De todas formas, Gara tiene fácil probar sus afirmaciones. Puesto que, según dice, hubo testigos de organizaciones internacionales (o algo así), le bastará con nombrarlos y que ellos digan si hubo o no hubo las dichas reuniones.

Blogosfera

Tomo de un comentarista de ayer, que tiene un blog estupendo, Amputaciones, la iniciativa de una tentativa de "de-blogging". Pues a lo mejor le mando esto. Depende de cómo salga.



La última vez que eché una ojeada al Technorati, la cosa iba por muchos millones de blogs en el mundo. Pongo "muchos" porque no recuerdo si eran decenas o centenas y ahora estoy en un ordenata no muy rápido, así que se me perdonará que no precise. Millones. Muchos. En todas las lenguas. Mucho inglés, japonés, chino. Lo español es poco. Lo digo para los que aprecian las estadísticas. La velocidad de expansión es también apabullante. Algo que se expande tan rápidamente tiene que tener efectos muy vistosos. Y los tendrá. Todo el mundo lo profetiza.

Hablar de blogueros, por tanto, es hablar de la especie humana. Ser bloguero es ser humano. ¿Y los no blogueros? Pues también. Preguntarnos qué buscan los blogueros es preguntarnos qué buscan los seres humanos. Todo; porque hay para todo. Como pasa con los blogs.

Las clasificaciones por razón de contenido son casi infinitas. Pero una fórmula recoge o contiene la mayor cantidad de blogs: son diarios, diarios que cada cual lleva como su naturaleza le dicta. La diferencia con los tradicionales diarios, los cuadernos de pasta de hule o los coquetones blocs con broche de lazo, es que los blogs son privados y públicos al mismo tiempo. Y no por obligación porque cualquiera puede hacerse un blog pero no autorizar a nadie a verlo salvo a sí mismo. Ignoro si alguna patlaforma de blogs presta el servicio de soportar blogs que no pueda ver nadie, ni el que los hace, que sería la interpretación surrealista de la blogosfera.

Dicen que los blogueros nos pasamos el día mirándonos el ombligo. Añado yo: mirándonos el ombligo y recitando el mantra Om mani padme hum. Como todo el mundo. También dicen que sólo sabemos hablar de nosotros. Eso presupone que sabemos hablar, que ya es bastante; muchas gracias. Por lo demás, creo que asimismo como todo el mundo. Anda que no les gusta a los escritores hablar de sí mismos; y a los pintores y a los músicos y a los porteros y los repartidores de albaricoques.

No quiero eternizarme con esto. En mi caso, el diario cumple la función de ayudarme a reflexionar, a saber lo que pienso, a ponerlo por escrito, verlo y darle vueltas. Escribir y leer lo que se está escribiendo según va manando es una experiencia valiosa en sí misma, para mí esencial.

divendres, 15 de juny del 2007

El Rey en el Parlamento.

Presidió ayer el Rey el acto solemne en sede parlamentaria destinado a homenajear a la figura de don Adolfo Suárez, a quien hace poco fuera otorgado el Toisón de Oro y a los llamados "padres de la Constitución", cuyos nombres ya dan nombre a sendas dependencias del Congreso. Todo ello con motivo del trigésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas en España después de las de 1936, que me llevó a la mesa redonda de las Escuelas Pías de que hablaba ayer y que estuvo interesante. Antes que yo hablaron los señores Jaime Pastor, Lourdes López Nieto, José Félix Tezanos y Andrés de Blas. De forma que, cuando me llegó el turno, ya lo habían dicho todo y mucho mejor de lo que pudiera hacerlo yo.

De todas formas me las ingenié para hacer un par de consideraciones que tengo ya planteadas en otras partes. La primera es acerca de esa manía de considerar que la transición fue un modelo, algo extraordinario, casi milagroso, que conseguimos hacer los españoles porque somos así de guapos: pasar de una dictadura a una democracia sin derramamiento de sangre. En mi opinión, hay ahí un error de visión pues la transición pacífica a la democracia es lo más natural y sensato del mundo mientras que lo milagroso, lo extraño, lo que hay que explicar porque no se entiende es cómo pudo haber una dictadura militar que duró casi cuarenta años en un país europeo.

La segunda consideración es acerca del carácter de la transición en sí. Como se sabe, no hay acuerdo acerca de su naturaleza. Hay quien sostiene que fue una inmunda traición a las esperanzas y objetivos de la verdadera izquierda, perpetrada por un partido seudosocialista y otro seudocomunista. Otros, en cambio, piensan que todo salió muy bien, que fue un exitazo y que cada cual estuvo en su lugar: el Rey, los militares, los curas, el pueblo llano, los políticos, etc. Entre estos dos extremos nos encontramos los demás. En mi opinión la transición fue el resultado de dos impotencias: la derecha franquista/continuista no pudo imponer su proyecto y la izquierda radical tampoco el suyo. No porque no lo intentaran ambas (asesinatos de Atocha, intentona de 1981, por un lado y huelgas de 1976, asesinatos y secuestros de ETA y GRAPO por el otro), si no porque fracasaron en el empeño y hubieron de avenirse a la chapuza que resultó y que, mira por donde, va camino de convertirse en el régimen político español más estable y prolongado de toda la historia de nuestro país.

La chapuza, la bendita chapuza. Mis sufridos lectores saben que es mi teoría: lo que mejor funciona en la historia son las chapuzas, donde nadie sale contento del todo ni nadie frustrado del todo. Líbrennos los dioses de que alguien -individuo, fuerza política, partido, grupo guerrillero, movimiento de liberación, orden religiosa, intelectual endiosado o plumilla de algún medio- pueda imponer su punto de vista irrestricto, su programa máximo y perfecto. Ahí es donde se acaba el interrego democrático y el Führer hace su omínmoda voluntad, como lo hicieron Hitler, Mussolini, Franco, Stalin y hoy Castro o Chávez, entre otros, todos valiéndose de un partido único (unitario, unido, uniforme, unicualquiercosa, el nombre es lo de menos), el "principe moderno", según enseñaba Gramsci, ese Gramsci que, al parecer, anda explicando a las agradecidas multitudes el señor Hugo Chávez que parece acabar de haberlo descubierto para bien de su pueblo amado.

Al feraz campo de la chapuza pertenece el hecho de que el mismo monarca de la foto superior que ayer dijo ante sus señorías y más de seiscientos invitados que la:

"armónica convivencia democrática entre todos los españoles, dentro de la unidad de España y de nuestro modelo de vertebración territorial (...)es el norte que me guía como Rey por amor a España y compromiso con la libertad"
es la misma persona que treinta y ocho años antes, al ser investido sucesor "a título de Rey" (sic) en idéntico escenario, pero con otro público y en presencia del dictador, había jurado fidelidad a los principios del Movimiento Nacional que por determinación de la correspondiente Ley Fundamental eran "permanentes e inmutables". Como Dios, vamos. Bendita chapuza porque gracias a que el Rey ha faltado a su juramento de aquellos odiosos principios no queda nada, y los españoles podemos vivir en una democracia chapucera, llena de insuficiencias que jamás alcanzará la perfección que consiguen las establecidas por los más arriba citados salvadores de la patria y quienes quisieran imitarlos aquí, pero análoga a las de mayor pedigrí del planeta; de forma que hoy los españoles vivimos con las mayores cotas de libertad de nuestra historia, sólo equiparables a algunos (no todos) breves momentos de la IIª República.

Chapuza, bendita chapuza, que ha permitido que un Rey, impuesto por un dictador criminal, haya cooperado, tolerado, alentado, pilotado, acelerado o no obstaculizado (escójase el participio que más plazca) una transición a esta democracia tan imperfecta, escamoteando in itinere el peliagudo contencioso República/Monarquía, de forma que hoy día se da el milagro de que un país de republicanos no se diga monárquico sino juancarlista, que viene a ser el último grito del fulanismo unamuniano.

Chapuza, bendita chapuza producto de dos impotencias cruzadas, de dos fracasos: el de los perfeccionistas partidarios de continuar la dictadura sin el dictador y el de los perfeccionistas partidarios de una ruptura revolucionaria que hubiera puesto a España, por entonces en proceso de expansión capitalista, a la altura de alguna de las llamadas "democracias populares" de Europa central y oriental, regímenes que sus poblaciones detestaban, como se vio claramente en los años noventa.

La teoría de la chapuza es la versión posmoderna de esos otros enunciados, muchas veces vistos como auténticas leyes, pero formulados de formas distintas, según qué intereses de clase, grupo o comandita sirvieran, esto es, la idea cristiana de que "Dios escribe recto con renglones torcidos"; equivalente a la máxima de la burguesía utilitaria inglesa de la dialéctica entre los vicios privados y las virtudes públicas; convertida en la "astucia de la razón" del romanticismo hegeliano; o la idea marxista de que los hombres hacen la historia, pero no saben la historia que hacen.



Sondeos.

Dícese en el sondeo de la SER (que responde al peregrino nombre de "Pulsómetro") de ayer que el PSOE aventaja al PP en tres puntos porcentuales en intención de voto y que, antes de la ruptura de la tregua, esos puntos eran seis. Si hacemos una proyección simple estará claro que, con un atentado de ETA, esos tres puntos de diferencia se convierten en cero. Un segundo atentado, pondría al PP por delante del PSOE en otros tres puntos. De aquí que se diga que al PP le interesaba que ETA rompiera la tregua y al PSOE que la mantuviera. Tanto es así que cuando ETA la rompió de hecho con el bombazo de la T4, el Gobierno actuó ambiguamente, como si no la diera por rota, hasta que los etarras ya le devolvieron el anillo de pedida formalmente a través del Gara. Por esa misma razón se dice que al PP le interesa que haya atentados. Los conservadores se enfurecen cuando se apunta algo así y se escandalizan y rasgan las vestiduras. Pero los números cantan y, para explicar la situación puede recurrirse a un sabio truco de que hacía uso Stalin quien sostenía que se podía ser objetivamente un enemigo del pueblo, aunque uno se creyera subjetivamente que era un fiel seguidor de las esencias revolucionarias. De ese modo podía fusilarse a revolucionarios que, aunque pensaran otra cosa, eran objetivamente contrarrevolucionarios.

Lo más claro, con todo, es que la historia nunca tiene un comportamiento mecánico. Puede haber atentados de ETA y subir al mismo tiempo la popularidad del PSOE y del gobierno. La opinión pública no es un comportamiento fácilmente predecible, sobre todo en situaciones críticas. Esa misma opinión tiene tendencia a conjugar creencias y expectativas que pueden parecer contradictorias o inconsecuentes. Por ejemplo, el 86% aprueba que el señor De Juana esté entre rejas y el 74% que le haga compañía el señor Otegi. Prueba de que un sector importante de la población es partidario de la "mano dura" con el terrorismo y el independetismo vascos. Pero, al mismo tiempo, un 67/68% de (es de suponer) la misma población sostiene que el Gobierno debe seguir intentado el diálogo aunque ahora haya fracasado, de donde se sigue que también hay un alto porcentaje de la población partidario de mano no tan dura. Y lo curioso es que en parte se solapan, en un caso claro de disonancia cognitiva.

Esperar que esta mayoría de gente alegremente inconsecuente se apreste a hacer realidad las consignas radicales, unilineales y perfeccionistas de unos predicadores de la pureza de la izquierda que toman sus alucinaciones por leyes de la historia es como esperar la venida del Mesías.