dimarts, 19 de juny del 2007

La solución final.

Qué vergüenza. Qué bochorno. Cómo nos estamos prestando los europeos al metódico exterminio de los palestinos, a su expulsión, a su hacinamiento, a su muerte, en definitiva. Menos de venticuatro horas después de que el señor Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ese remedo de gobierno, instrumento perfecto para que los israelíes puedan seguir con propósito de acabar con los palestinos, aceptara todas las condiciones impuestas por los israelíes y sus poderosos aliados occidentales (EEUU y la UE), estos tres anunciaron a bombo y platillo que desbloqueaban los fondos de ayuda a Palestina que habían congelado injustamente desde enero de 2006. Las condiciones cumplidas por Abás han sido: ilegalización de Hamas, destitución de los ministros de esta organización, empezando por el primer ministro y nombramiento de otro, Salam Fayad, grato a los israelíes y sus amigos.


¿Y por qué estaban bloqueados estos fondos, entre ellos los procedentes de impuestos y aranceles que Israel recauda en nombre de Palestina? Simplemente porque, tras las elecciones habidas en enero de 2006 a instancias de la llamada "comunidad internacional" en los territorios palestinos, la organización vencedora fue Hamas, a la que Washington considera "organización terrorista". En consecuencia, Israel y los EEUU se negaron a reconocer al gobierno de Hamas y bloqueron los susodichos fondos. Y lo mismo hizo la UE en un gallardo acto de independencia.

Es decir: los palestinos tienen que organizarse en forma de democracia, como quieren los occidentales y celebrar elecciones periódicas, pero los resultados de éstas sólo son válidos si salen elegidos aquellos que son bien vistos por los grandes patronos occidentales y el belicoso Israel. Al margen de toda otra consideración que, probablemente, estará muy puesta en razón, esto es algo infumable. Nuestra autoridad moral en este momento está por debajo de cero. Pero no haya problema: tenemos la sartén por el mango. Los palestinos no pueden rechistar y ese infeliz de Abás únicamente tiene que tragar humillación tras humillación, hasta la desaparición final de su pueblo.


Porque, además de todos estos atropellos, del continuo hostigamiento israelí, del desamparo de los palestinos, a quienes no ayudan ni los suyos (aunque algunos amenacen con el apocalipsis para tranquilizar a sus huestes), que yo sepa, el proyecto de construir el muro que terminará por encerrar a los palestinos que queden en un ghetto, sin tierras prácticamente, sin recursos, sin esperanza, sigue adelante y ya se ha construido más del 50%.

Sin duda entre los palestinos hay muchos terroristas muy condenables. Pero esta tarea de exterminio de un pueblo, acometida por un enemigo muy superior en armamento y tecnología, con el respaldo incondicional del país más poderoso del planeta y la aquiescencia, complicidad y auxilio de la también poderosísima Unión Europea es un crimen vergonzoso que nos deja a todos, moralmente hablando, a los estadounidenses, a los europeos y a los israelíes a la altura de los canallas que hace setenta años intentaron también el exterminio de estos últimos.

Me gustaría que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la determinación y el coraje de contradecir al amo del Imperio sacando a las tropas españolas de una guerra inicua levante ahora la voz para oponerse a este exterminio sistemático.