dimecres, 9 de març del 2016

La corrala de la negociación

La conversaciones para la formación de gobierno van tomando el castizo aire de las corralas zarzueleras. El dúo de C's y PSOE quiere ir del ganchete a la verbena, pero el galán de Podemos, con su cuadrilla en el mesón, solo admite al PSOE porque el otro le parece un señorito refinolis pero más falso que el beso de Judas Iscariote, tan granuja como machote. El perillán de la bombilla, con remates del Raval, hace ascos al hirsuto montero del cortijo, el gallego perito en máquinas, pero se avendría con su tribu si él saliera de naja para su tierra, porque así los tres, PSOE, C's y PP sin Rajoy, bailarían un agarrao sobre un ladrillo en la Paloma y formarían un menage a truá que pa qué. Y estos tres quietos, paraos y almidonaos, serían la envidia de las Vistillas y salvarían a España de la invasión de los almogávares catalanes.

¿Para qué necesitarían del galán de Podemos? Trae este muchas ínfulas y pretensiones pero poca chicha a la hora de la verdad. Además se tima con los catalanes, va de puta o Ramoneta, según sople el viento, y aquí se baila el chotis,  no la sardana. Es verdad que el PSOE juró plantar al PP, estuviera quien estuviera al frente, pero eso fue en la pradera del San Isidro, cerca de la Quinta del Sordo. Nadie ha oído nada. En los Madriles hay mucha chulapería pero se les va la fuerza por la boca, como a la gaseosa, y acabarán haciendo una gran coalición mientras San Isidro duerme y los ángeles del Señor labran los campos.

El manso pueblo español

A la vista del último barómetro del CIS, a uno lo embarga una mezcla de melancolía y depresión. Han sido ncesarios siete años con el paro por encima del 25% para que el 78% de la gente lo vea resignadamente como un problemón. De hacer algo contundente para acabar con esta forma de terrorismo del capital, ni hablar. 

Otros tantos años o más con una corrupción que todo lo ha podrido para que los preocupados lleguen al 47,5%. En cualquier país occidental un personaje como Mariano Rajoy, el de los sobresueldos, el principal responsable de este trinque masivo, de este expolio generalizado de los recursos públicos, organizado por la banda de presuntos chorizos que llaman PP, habría dimitido cien veces y estaría escondido en alguna gruta de los Dolomitas, comiendo raíces. Aquí este hombre, incapaz de hilar dos frases en su propia lengua que no muevan a risa a las vacas de su Galicia natal, es candidato a la presidencia del gobierno y en las últimas elecciones sacó siete millones y pico de votos, aportados por gente a la que han robado, saqueado, estafado y reprimido.

Esto, nos guste o no, es España.

Al mismo tiempo, el mismo pueblo da un índice de preocupación por la falta de gobierno en el país, de un 1,4%. Es decir, al resto le importa una higa quién administre el cortijo. Le da igual que sea uno de estos ladrones que va dando vivas a España y hablando de la gran nación que un mangante que se apropia de los servicios públicos para él y sus amigos al grito de ¡viva el mercado libre! Por cierto, un éxito para los de la teoría de la agenda setting, según la cual los medios determinan de qué se habla. Ya se ve: los medios solo hablan de la formación del gobierno, pero la gente ni se entera.

Igualmente la muy verosímil independencia de Cataluña preocupa a otro 1,4% de la ciudadanía. No por distanciamiento y flema británicas, sino porque no tiene ni idea de lo que eso significa para España, ignora cuanto tiene que ver con Cataluña y los catalanes y, si acaso, los desprecia porque tienen la osadía de hablar en su lengua.

Cuando Miguel Hernández escribió aquello de

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta,

debía de referirse a los vikingos.

dimarts, 8 de març del 2016

Va siendo hora de aterrizar

¡Vaya, hombre, ahora que esto empezaba a encauzarse de nuevo! Hasta el Rey parecía haber entendido su papel en esta complicada situación, consistente en no hacer nada. Fiel seguidor, de Duncan Black, el célebre autor de Teoría de los comités y las elecciones, había decidido que la mejor decisión que puede tomar era no tomar ninguna decisión. Una actitud muy sensata que ya le recomendábamos aquí porque, como están las cosas, ¿a quién podría proponer para que formara gobierno? Lo más sensato, en efecto, es dejar que los grupos parlamentarios hablen entre sí.

No ha gustado nada esta decisión real en La Moncloa. El señor de los Sobresueldos esperaba ser nominado de nuevo para llevar adelante la ardua tarea de formar gobierno en una cámara en la que nadie quiere saber nada de él, excepto sus compañeros de partido y a esos porque les va en el sueldo o en el sobresueldo. Rajoy está ofendido con el monarca a pesar de que este ha aplicado la recomendación de Duncan Black de la no-decisión cuya conveniencia ya había ponderado él aún sin haber leído jamás a Black, pues el Marca le consume su tiempo.

Y justo en este momento, los de Podemos hacen otra de sus piruetas y vuelven a poner la situación en un punto crítico. Si la semana pasada Iglesias decía la barbaridad de la cal viva, en un ataque injusto y absurdo al partido con el que quiere negociar, esta no se queda atrás y empieza por vetar la presencia de C's en las conversaciones. Rivera es un personaje poco claro, a pesar de la candidez que su rostro. En Cataluña, en donde le recuerdan muy bien como un partido de carácter unionista y capaz de hacer cualquier cosa, lo tienen por una corriente de derecha extrema cuyo objetivo esencial es que descarrile el tren de la independencia.

Sin duda, C's tiene muchos factores en contra, pero vetar su presencia en un ámbito público no es lo más acertado que pueda hacerse. Quizá para algunos una mesa de negociaciones no será necesariamente el ámbito público, pero sí lo es para los de Podemos, que se pasan el día pidiendo negociaciones al aire libre, trasmitidas por todos los medios que, según ellos, tanto les favorecen.

Vetar a alguien implica una actitud de soberbia y agresividad y una pretensión de infalibilidad. No estás, no me interesa escuchar los que tienes que decir. En esto coinciden Podemos con IU, Iglesias y Garzón, los nuevos y los viejos comunistas. Es el estilo eclesial de la izquierda transformadora: hay que mantener a raya al maligno.Podemos, que debiera ser el primer interesado en componer gobierno, pillar algo en él y evitar las elecciones es, sin embargo, quien más hace por imposibilitar el acuerdo. Es absurdo. Poner al PSOE contra las cuerdas de tener que renunciar a la reunión a cuatro para no faltar a la lealtad a C's todavía lo es más.

En realidad, un veto inaceptable por parte de quien no tiene experiencia alguna en asuntos de gobierno y está más interesado en proyectar una imagen de rompe y rasga que de atención a las obligaciones de sus compromisos. Da la impresión de que, como sostiene Dios Tuitero en un post sobre Podemos, esta organización es una hechura del antiguo fanatismo católico español, reorientado al culto a la personalidad de un nuevo líder infalible.

El desencuentro del miércoles no puede producirse. Podemos debe aceptar sentarse a negociar con los dos partidos que han hecho algo por llegar a gobernación del Estado. Sin vetos ni líneas rojas.

Alegato sobre las pensiones

He aquí un conflicto que puede parecer gremial, sectorial y que, sin embargo, interesa al conjunto de la sociedad. El ministerio de Empleo obliga a los escritores, pintores, dibujantes, músicos, etc, a todos los creadores y otros profesionales a devolver sus pensiones porque, según la ley vigente, la percepción de estas es incompatible con la realización de actividades creativas remuneradas cuando su cuantía supere el SMI, de 9.172,80 euros al año.

Esto es un disparate que no hay por donde cogerlo porque, si se entorpece la labor creativa, no solo pierden los autores (a algunos de los cuales quieren multarlos con cientos de miles de euros), que no pueden escribir, ni pintar, sino que pierde la sociedad en su conjunto. Y no solo porque se la prive de unos productos que enriquecen el espíritu sino que pierde en un sentido mucho más material y prosaico, como se verá de inmediato.

Toda la cuestión de la jubilación y las pensiones es un conjunto de injusticias y atropellos. Para empezar la misma institución de la jubilación forzosa, en donde se dé, básicamente los funcionarios y empleados públicos, pero no solo ellos, debe desaparecer. Lo lógico, lo razonable, es que la jubilación sea voluntaria. Esto es, que haya un tope de edad (el que se fije, 65, 67 años) a partir del cual nadie pueda impedir que si alguien quiere jubilarse lo haga, pero nadie tampoco pueda obligar a otro a jubilarse si no quiere y sigue siendo válido para el trabajo.

Por si no lo habían pensado ustedes, la jubilación obligatoria es una discriminación. Denle las vueltas que quieran: es una discriminación tan odiosa como la de género, raza, religión etc., y tanto más indignante cuanto que en unas actividades se da y en otras, no. Es una discriminación porque supone hacer víctima a una persona de algo de lo que no es responsable: su edad. Y, como toda discriminación debiera estar prohibida. El día que los jubilados tomen conciencia de este hecho y se organicen, conseguirán la abolición de esta vergüenza. Por eso hay ya por ahí salvajes de la cepa neoliberal que pretenden suprimir el derecho de sufragio de las clases pasivas. El fascismo está siempre al acecho.

Pero hay más. El trato que dispensa el Estado, el ministerio de Empleo, a los jubilados es indignante y probablemente ilegal. Aparte de la evidente injusticia de que la pensión sea incompatible con el rendimiento del trabajo personal pero no con el cobro de mil tipos de rentas como bonos, dividendos, alquileres, etc., se da la circunstancia de que el Estado carece de título para establecer estos limites y regulaciones porque la pensión no es una gracia que los poderes otorgan porque sí, ni siquiera es un salario sujeto a normativas de incompatibilidades. La pensión es un derecho subjetivo de la persona que lo deriva del hecho de haber estado cotizando durante su vida laboral. Nadie puede negarle a un jubilado el derecho a cobrar lo que es suyo ni ponerle condiciones que le sean lesivas.

Y todavía más. Este cúmulo de injusticias y arbitrariedades no solamente perjudica a los jubilados sino al conjunto de la sociedad y directamente en su bolsillo. Échese una ojeada a la pirámide de población en España en el año en curso. Puede verse que, con los índices de natalidad prevalentes hace 25/30 años y dado el sistema de pensiones a base de cotizaciones, en otros 25/30 años no podrán pagarse las pensiones de las clases pasivas que, de hecho, ya está costando mucho pagar hoy y sin contar con el latrocinio a que el gobierno de Mr. Sobresueldos ha sometido la hucha de las pensiones, vaciándolas para sufragar gastos diversos, entre ellos, según parece, los cuidados a su padre dependiente. 

A la vista de la situación, el puro sentido común manda suprimir el carácter forzoso de la jubilación y, en todo caso, permitir que el cobro de esta sea compatible con cualquier actividad lícita remunerada sin límite. Cuanta más riqueza se genere en los grupos más altos de edad, más alivio habrá para los bolsillos de los castigados cotizantes actuales. Y ello sin contar con el hecho, aun más dramático de que, con el desarrollo de la crisis, crece la cantidad de población activa pero parada que sobrevive gracias a las pensiones de los abuelos. Si ahora se las quitan o se las reducen, la situación puede llegar a ser desesperada. 

He aquí una de las diversas tareas de urgencia que el Parlamento de mayoría demócrata y con sensibilidad social (no de los de "que se jodan") tiene que acometer. Es una de las prioridades. Evitadnos la vergüenza de que gentes como Landero o Javier Reverte o Forges tengan que pagar cientos de miles de euros de multa por deleitarnos la vida.

dilluns, 7 de març del 2016

En política, imposible no hay nada

¿Por qué dice el PSOE que ve casi imposible pactar con Podemos si aún no han empezado a hablar en serio? Hasta ahora, ambas partes se han limitado a hacer como los gorilas en los momentos previos al combate: lanzar gruñidos y alaridos broncos y golpearse el pecho con los puños para asustar al adversario. Podemos soltó la barbaridad de la cal viva en el Parlamento y el PSOE advierte de que incordiará en los ayuntamientos con alcaldes morados gracias a los votos socialistas. A su vez, los de Podemos dicen que se pondrán chinches con las CCAA en donde gobiernan socialistas con los votos de Podemos. De seguir las cosas así, llegarán a las manos y acabarán con todo lo que tan trabajosamente han construido en casi un año. Bingo.

En realidad, estos broncos preparativos forman parte de todo protocolo negociador. Antes de sentarte a la mesa, enseña los colmillos al adversario, pónselo difícil, di que te sientas pero estás dispuesto a levantarte a las primeras de cambio, perdónale la vida un par de veces, dile que no admites a sus aliados... pero siéntate a hablar.

Los socialistas iniciaron la tarea firmando un pacto con C's y presentándoselo a la firma a Podemos como un trágala: firma lo que hemos acordado o quedarás como un gorrino por permitir el gobierno de Rajoy. Los de Podemos respondieron votando "no" pero achacando el resultado no querido del desgobierno del Sobresueldos a la alianza entre PSOE y C's.

Bueno, ya están en paz, en el minuto posterior a la no-investidura. Ahora se trata de negociar una acción conjunta de gobierno -ya veremos de qué tipo- pero, en contra de lo que todos dicen, no en dos meses, sino en una semana. En una semana tenemos que tener un gobierno porque hay dos tareas pendientes de extraodinaria urgencia: a) mandar a la banda de presuntos ladrones a su casa, con el presidente de los sobresueldos a la cabeza; b) derogar toda la legislación brutal, inhumana, antisocial y antipopular de esta caterva de franquistas y meapilas y poner en marcha medidas de emergencia para resolver con urgencia los problemas más acuciantes de la gente.

Insisto: han que hacerlo en una semana. No tiene sentido esperar dos meses y, encima ligar con unas elecciones de resultado imposible de vaticinar con una realidad tan abigarrada.

Dado el amistoso odio que las dos formaciones de izquierda se profesan mutuamente, no sería de extrañar que alguna de ellas o quizá las tres que intervienen -PSOE, Podemos, C's- piensen que, en el fondo, no le interesa negociar nada. Si miran los sondeos -y según qué sondeos- es posible que unos u otros, unos por una razón, otros por otra, crean que les interesa que fracasen las negociaciones para que haya nuevos comicios. Tengo para mí que, si hay elecciones nuevas, subirán C's y PSOE (por "partidos sensatos") y bajarán el PP y Podemos (por "partidos extremistas") pero, claro está, puedo equivocarme de medio a medio. Me fío tan poco de los sondeos como los sondeos de mí. 

Pero algo está claro, sean los que sean los vaticinios de las hipotéticas elecciones y aunque todos los partidos de la negociación crean que los van a beneficiar, les interesa que haya gobierno. En primer lugar, para cumplir las urgencias antes mencionadas (despedida de Rajoy y emergencia social); en segundo lugar para ser ellos quienes decidan cuándo serán las elecciones. Si no hay gobierno, las elecciones se convocarán el 2 de mayo y se celebrarán el 26 de junio estén como estén las cosas. En cambio, si hay gobierno, será este en pleno o alguno de sus componentes quienes elegirán la fecha de las elecciones si ha de haberlas y, como es lógico, esperarán a que den frutos sus medidas más prometedoras para convocarlas en el momento que les sea más favorable, con la opinión más a su favor. No es lo mismo convocar elecciones que te las convoquen. 

Así que déjense de maximalismos, vetos, líneas rojas, amenazas y chantajes, siéntense a hablar los tres y salgan con una propuesta viable en el menor tiempo posible. Dos días , mejor que tres.

La teoría política de hoy

Gary S. Schaal y Felix Heindereich (2009) Einführung in die Politischen Theorien der Moderne Colonia, Weimar, Viena: Barbara Budrich UTB (323 págs.)
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Es el último libro que he traducido y que estará en la calle dentro de unos meses con el título Introducción a las teorías políticas de la modernidad. Los autores son dos profesores alemanes, uno de ellos, Schaal, profesor en la Universidad Helmut Schmidt, la Universidad del ejército, en Hamburgo, y el otro, Heidenreich, en la universidad de Stuttgart. Es un texto sistemático, ordenado, muy pedagógico y todo lo exhaustivo que se puede ser en este proceloso campo de la teoría y la filosofía políticas. Nos servirá de manual el año que viene en la Universidad.

Los autores sientan el principio de que la modernidad es el origen de la teoría política contemporánea y entienden que esta se caracteriza por unos rasgos decisivos, aunque de distinto alcance: la Reforma, el conflicto entre el poder espiritual y el secular (en contraposición a la idea del Ordo medieval), los descubrimientos geográficos, el poder subversivo de las utopías, las nuevas estructuras económicas y el ascenso de la burguesía, el humanismo, el racionalismo y el escepticismo metodológico. De todo ello surge una teoría política que, a diferencia de la dominante en la Edad Media, se plantea nuevas estrategias de legitimación del poder, una concepción  distinta de este en la dialéctica entre el individuo y la colectividad, el origen de la Ilustración como autoconciencia del ser humano, con un espíritu del tiempo orientado a la emancipación aquí y ahora. No hace falta que señale, pues ya lo he hecho en alguna obra mía anterior, que la circunstancia de que España tomara posición contra la Reforma y fuera la abanderada de la Contrarreforma, selló nuestro destino como país extraño a Europa, al margen de su desarrollo espiritual. Situación que se agravó y se convirtió ya en irremediable cuando también se opuso al siglo de las luces, la Revolución francesa y los derechos humanos, pues siguió siendo adalid del oscurantismo católico hasta el día de hoy. El regreso a Europa que se inició con las generaciones del 98 y del 27 quedó sangrientamente truncado con la guerra civil y la dictadura genocida posterior; el regreso que se reinició mal que bien con la Transición, muy probablemente esté frustrándose otra vez. Es el destino. 

Lo anterior es una digresión que me permito como crítico. El libro no trata de España ni de autores españoles, como casi todos los libros que se publican en Europa y América hace ya unos doscientos años. Nos guste o no, llevamos una temporada fuera del mainstream del pensamiento contemporáneo mundial.

Los autores hacen cuatro grandes grupos de teorías políticas. De dos de ellos afirman que se trata de paradigmas, en concreto el paradigma liberal y el republicano-comunitarista. Añaden otros dos grupos que llegan hasta nuestros días y no se dejan clasificar en los paradigmas: las teorías deliberativas y las postmodernas. Aunque el tratamiento de escuelas y autores es muy minucioso, muy germánicamente minucioso, es siempre muy claro y, lo más importante, vinculan todas las teorías a los contextos histórico-políticos en que se han dado y nos ayudan a entender su eficacia e impacto.

Los dos grupos paradigmáticos se abren con un examen de sus respectivos autores clásicos. Para el liberalismo, Hobbes, Locke y Kant. Para el republicanismo/comunitarismo, Rousseau, Marx y Arendt. El primer trío puede parecer un poco extraño, sobre todo por la presencia de Kant, pero no lo es tanto si se ve que lo que de él se analiza es la crítica de la razón práctica y sus ideas sobre la paz perpetua. Igualmente en el otro trío, el vínculo entre Rousseau y Marx, que no suele subrayarse, tiene aquí oportuna relevancia y la presencia de Arendt, una alemana nacionalizada estadounidense, se explica por su concepción de la vida en la esfera pública como participación, frente a los elementos totalitarios.

El bloque liberal tiene un extraordinario tratamiento de las dos principales obras de John Rawls (Teoría de la justicia y Liberalismo político), que fue el gran centro de referencia mundial de la teoría política en el último tercio del siglo XX y en buena medida sigue siéndolo. Aquel exitazo de vincular el ideario liberal con el programa socialdemócrata que casi parece una síntesis del Zeitgeist finisecular, ha sufrido desde entonces fuertes andanadas desde las baterías neoliberales, pero la nave, aunque muy dañada, sigue navegando, en espera de que alguien restaure los elementos de una justicia distributiva y redistributiva que vuelva a ser hegemónica; en definitiva, de alguien que restablezca el discurso político a partir de una nueva concepción del contrato social en unas condiciones de contexto muy cambiadas.

Los capítulos sobre los libertarianos y los teóricos de la elección racional esclarecen los tiempos que vivimos bastante mejor que los pastiches propagandísticos de los poderosos think tanks en los que medran sus epígonos.

En el territorio republicano/comunitarista es muy de agradecer que los autores no se queden en la consideración de aquellos teóricos que agotan sus energías en una crítica razonable, sí, pero inane, al estilo de Pateman y Bachrach. Su exposición de las aportaciones de Benjamin Barber (un estadounidense poco conocido en Europa) y Michael Walzer, son muy de agradecer. La propuesta de Barber de instaurar una "democracia fuerte" a base de posibilidad de participación y debate universales es de sumo interés, como lo es la de Walzer de configurar una teoría de la justicia vinculada a las peculiaridades culturales de cada civilización. Un territorio sumamente peligroso en el que sin embargo es preciso entrar si queremos que la cosmópolis multicultural en la que estamos embarcados tenga algún sentido.

Los dos grupos últimos de teorías son muy desiguales. El de las teorías deliberativas está casi en su totalidad dedicado a la exposición de la de la acción comunicativa de Habermas. Es lógico: es alemán y es el imperator de la teoría política y social contemporánea. Su importancia como padre de la Patria alemana (unser Kritik) es indudable, pero también lo es su enorme influjo en muy diversos ámbitos académicos en todo el mundo. Se echa en falta, sin embargo, una contrastación de la teoría de la democracia dialógica con su hincapié en la comunicación y el enorme desarrollo que, desde la implantación de internet, está teniendo todo lo relativo a la comunicación humana.

El último grupo, dedicado a las teorías postmodernas es una especie de cajón de sastre en el que, desde luego, por derecho propio, entran todas las formulaciones que se han hecho después de los enunciados iniciáticos del padre de la criatura, Jean-François Lyotard. Encuentro especialmente brillantes  los capítulos dedicados a Foucault y a Luhmann. De Foucault porque profundiza en la vinculación con Nietzsche y reflexiona acertadamente sobre su visión sobre la Ilustración y de Luhmann porque por fin unos autores más inclinados a la vertiente crítica, hacen justicia a un pensador realmente brillante, capaz de rescatar la teoría general de sistemas de las simplezas pragmáticas y darle un contenido explicativo y predictivo en la época de la cibernética avanzada y la inteligencia artificial. 

Traducir la obra ha sido una interesante experiencia. Espero que también lo sea su lectura.

(En el momento de publicarse la obra, en septiembre siguiente, publiqué una segunda crítica que en complementa esta: Teorías y conflictos). 

diumenge, 6 de març del 2016

¿Qué pasa en las redes?

La acusación directa de Iglesias a González de tener las manos manchadas de cal viva me pareció tan injusta, tan inicua y tan cínica que ayer subí el tuit que figura a la izquierda a Twitter. Inmediatamente me eché encima una legión de trolls furiosos insultándome a mansalva. No es necesario reproducir los insultos porque está toda la panoplia. Imaginen uno cualquiera y seguro que aparece.

¿En dónde radicaba la rabia? La acusación es falsa, como se demostró hasta la saciedad en su día pues el asunto de los GAL llegó al Tribunal Supremo, que condenó a quien juzgó que debía condenar y a nadie más. Por tanto, está claro que no hay pruebas ni puede demostrarse esa acusación y, salvo que Iglesias tenga alguna nueva (con lo que debiera acudir a los tribunales en lugar de echar veneno) la repetición de la acusación es un infundio, si no una calumnia. Algo verdaderamente detestable.

Por supuesto, mucha gente no acepta esta situación y continúa alimentando los rumores y las falsedades más indignas, que si Mr. X, que si la cárcel de Guadalajara, que si cuando el río suena es que agua lleva, que si en aquella época se habló mucho de ello, que si el proceso dejó mucho que desear, etc., etc. Lo de siempre, vamos. Todavía hay quien dice que las bombas del 11M las pusieron etarras. Es más o menos la misma gente con el chip político algo cambiado o quizá ni eso.

Esta oposición al empleo del infundio y la difamación en política, se haga contra quien se haga, también me costó ataques sañudos en Facebook. Se esgrimían los "argumentos" esos del río que suena, etc y se añadían numerosas recriminaciones ad hominem, en el sentido de que si mis simpatías por González no me dejaban ver la cegadora realidad de su condición de amparador de asesinos y lindezas de este tipo. Y se añadían barbaridades del tipo de que si González era inocente, que lo demostrara, como si con él no rezara el principio elemental de que la carga de la prueba corresponde al que acusa y no al acusado.

No hace falta que diga, pues es público, que mi buen juicio sobre González en su etapa de gobernante no empaña mi visión crítica de su etapa posterior, pues considero que ha actuado muy mal en muchas ocasiones desde el punto de vista político y moral y ha acabado proyectando una imagen francamente lamentable. Digo que no hace falta que lo diga porque es así: no hace falta. No defiendo a González al decir que no hay derecho a levantar falsas acusaciones contra nadie. Defiendo a todo el mundo que sea víctima de estas malas artes, haya hecho lo que haya hecho en otros aspectos de la vida. El señor Mas puede haber sido todo lo amigo que se quiera de Pujol y haber hecho drásticos recortes neoliberales con alegría sádica, pero no hay derecho a mancillar su reputación personal con rumores, infundios y acusaciones sin pruebas.

En el caso de González llama la atención la saña, la contumacia con la que se lo difama. Hay en esto una envidia muy española. El más brillante político de la transición (insisto en que su comportamiento al dejar el gobierno es otra cosa), el que consolidó el Estado del bienestar que el PP lleva cuatro años desmantelando y gracias al cual salió adelante mucha gente de la que ahora lo ataca, es el más vilipendiado y, en efecto, con auténtico odio. Hagan ustedes un repaso y díganme si no es cosa de psiquiatra que González sea más atacado que Aznar. Porque es así.

Por cierto, llamo la atención, porque es muy significativo, sobre la cobardía del PSOE que, como ya sucedió en los años 90, protesta de estos atropellos pero en la intimidad y no se atreve a defender como merece a uno de los suyos, víctima de una injusticia. Y ¿cómo va a luchar contra las injusticias sociales una gente que se acobarda ante las que la afectan directamente? Sánchez solo sacó un hilo de voz en el Congreso para decir que estaba muy orgulloso de González y en una entrevista en el país se pregunta maravillado de dónde le sale a Iglesias tanto odio hacia el PSOE. Pues, si no lo sabe de verdad es que, además de cobarde, es tonto. Le sale de la vieja frustración anguitiana de no haber conseguido el sorpasso y la aniquilación del PSOE, que es lo único que lo mueve. Y la difamación a González es parte de esta estrategia de que "el PSOE es el partido de la cal viva".

Recurrir a estos procedimientos de infundios, e Iglesias lo hizo el otro día, no tiene nada que ver con la izquierda democrática sino que es más propio del fascismo.

Y aquí es donde empecé a ver quizá la raíz de los ataques furibundos que recibía mi tuit. Por eso insistí en la tecla. Subí más tuits como: "El fascismo siempre ha sido muy mediático. Y el de izquierdas de ahora, ya ni te cuento: confunde el Congreso con el plató de la tele" o bien "El pensamiento crítico de algunas "nuevas izquierdas" se convierte en rebuzno en cuanto les tocas a sus amados líderes" o incluso "Cuidado con llamar fascistas a los fascistas que van de izquierdistas. Se cabrean y les sale el fascio por las narices".Y, efectivamente, ahí había un punto sensible. La legión de trolls de Podemos llegó al paroxismo, dando la razón al aviso. Algún amigo me recordó que los "revolucionarios" son los que menos aceptan la crítica y la independencia de criterio. 

Si hubiera sido un experimento, no hubiera dado mejor resultado. 

El peligro del fascismo de izquierdas, pintado con los colores de la nueva política está ahí. 

¿Por qué no un tripartito?

Terminada la primera fase de la guerra de las investiduras, conviene entrar en la segunda con el ánimo más abierto y más firme propósito de encontrar una solución rápidamente para no agotar los dos meses y, sobre todo, para evitar las elecciones en junio.

Lo primero es despejar la cuestión del Rey. Patxi López va a verlo el lunes supongo que a comunicarle que sigue sin haber presidente del gobierno, como si no se hubiera enterado. Lo mejor es que el Rey desista de nombrar a nadie de momento y deje que los políticos inicien las rondas de contactos que quieran. Si acaban teniendo un candidato, ya se lo comunicarán.

La negociación para la formación de un gobierno de izquierda arranca con un pie forzado nuevo: PSOE y C's irán a todas las mesas de negociación juntos, como las parejas de la Guardia Civil. Quieren dar mayor sensación de coordinación y tándem y trasmitir más confianza el uno en el otro. Se recordará a Rivera diciendo muy serio hace un par de semanas que, si fracasaba la investidura, se replantearía el pacto PSOE-C's y C's retiraría su apoyo a Sánchez. El citado pacto ha sido robustecido y por supuesto que C's sigue apoyando un gobierno de Sánchez. Está bien que Rivera se haya comido sus palabras anteriores. Si los políticos fueran presa de sus afirmaciones o negaciones y estuvieran obligados a atenerse a ellas, a lo mejor el mundo sería más justo pero también más aburrido.

Así como Rivera ha cedido y ha cedido Sánchez, ¿por qué no va a hacerlo Iglesias? Podemos lleva semanas exigiendo al PSOE que rompa con C's si quiere negociar con ellos, una doctrina Hallstein tan absurda como ella. ¿Por qué el PSOE no va a sentarse a negociar con C's? Los izquierdistas suelen argumentar que este partido es la marca blanca del PP y que es el PP con otras formas o un PP en diferido. Es posible pero, al decir que es como o parecido al PP, ya se está diciendo que no es igual, que no es el mismo PP, con el cual el PSOE también se ha negado a negociar.

En este asunto de las investiduras y las negociaciones conviene que los españoles aprendan de los catalanes que los han pasado hace un par de meses y tienen cosas que enseñar. La primera de todas que CiU, la ahora inexistente federación, con la que han pactado ERC, que no es menos de izquierda que el PSOE y ls CUP, que no son menos de izquierda que Podemos es la derecha catalana, tan derecha como la española. Se dirá que CiU, ahora solo Convèrgencia, no puede compararse del todo con el PP. Es verdad, Convèrgencia es una derecha europea, civilizada, demócrata, mientras que el PP es derecha nacionalcatólica y oligárquica española, mucho más bronca y bruta. Pero en lo que hace a recortes neoliberales, restricciones, compadreo de capitalismo de amiguetes los dos son similares. Y si las CUP pueden pactar con Convèrgencia, ¿por qué no puede pactar Podemos con C's que no son el PP?

El mantenimiento del pacto es un acierto y más lo será si los firmantes está de acuerdo en abrirlo a una negociación con Podemos, de forma que este pueda marcar su impronta en el texto y no se limite a firmar lo que le ponen delante, que es el trágala que quisieron hacer C's y PSOE. Es el mecanismo más rápido para resolver el asunto también en un plazo brevísimo. Si Podemos firma ya el acuerdo para investir a Sánchez, la primera consecuencia será de universal aplauso: nos habremos librado del presidente de los sobresueldos y la banda de presuntos ladrones por una temporada. Lo cual no es moco de pavo. La segunda es también esencial: echaría a andar de inmediato un gobierno del cambio que atendería a sus tareas más urgentes con la correspondiente premura a base de poner en marcha la legislación de emergencia más necesaria.

También hay razones en contra de este tripartito siendo la más importante de todas el referéndum catalán. La cerrada oposición de C's y PSOE en este asunto hace sospechar que lo convertirán en casus belli.  Así, cuando se escucha decir a Sánchez que  "es imposible entenderse en asuntos como el referéndum para romper la integridad territorial de España" parece claro que no habrá acuerdo. Pero eso tampoco debe entenderse en forma absoluta. 

Por mucha tirria que el PSOE y C's le tengan a la idea de un referéndum catalán, habrán de reconocer que el proceso independentista plantea una situación de excepcional gravedad para la supervivencia de España. Tanta que hace recomendable no aferrarse a negaciones abolutas ni a maximalismos estériles. Si la respuesta es que "no" al referéndum, ¿a qué estarán dispuestos a decir sí? Si la opción de que la ciudadanía decida no es de su agrado, ¿qué proponen en concreto?

Por lo demás, si las discrepancias de las tres formaciones residen en el referéndum, habiendo acuerdo en todo o casi todo lo demás, no se ve por qué no habrá un pacto teniendo el cuidado de dejar fuera de él la cuestión del referéndum. Cada una de las partes debe respetar el criterio de la otra y su derecho a seguir propugnando su punto de vista. Podemos deberá aceptar que el PSOE y C's no quieran saber nada del referéndum y estos que Podemos siga propugnándolo. Carece de sentido obligarlo a renunciar a él, como si esto fuera un auto de fe. 

De este modo, Podemos no podrá poner en marcha el referéndum pero es obvio que tampoco podría hacerlo si no llegara a un acuerdo tripartito que es, al menos desde el punto de vista de Palinuro y en las circunstancias actuales, lo más práctico. Y lo llamo "tripartito" por uso habitual, pero había que contar también con los dos diputados de IU.

En cuanto al fondo de la cuestión catalana, cada vez es más evidente que, digan lo que digan en el PSOE y en C's el referéndum acabará siendo inevitable porque lo impondrá la Unión Europea.  Así que, entre tanto, más vale un gobierno de centro izquierda que otro de gran coalición.

P.S. como aclaración: construyo sobre lo que hay. Por supuesto, sigo prefiriendo el pacto de izquierdas, PSOE+Podemos+IU+canarios+ERC+DiL, lo que quiere decir que el PSOE acepta el referéndum. También puede hacerse aparcando el referéndum, PSOE+Podemos+IU+Canarios, pero este depende de la abstención de C's. Ninguna de las dos cosas parece muy viable.

El empleo tramposo de la ley

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado La llei contra el poble y versa sobre ese recurso habitual de los nacionalistas españoles de invocar el respeto a la ley y la Constitución para frustrar las aspiraciones independentistas y la celebración de un simple referéndum en Cataluña. Esa invocación se da en tres niveles y en los tres el nacionalismo español hace trampa, de forma que su argumentación es inválida. De un lado se dice que el independentismo atenta contra el principio mismo del imperio de la ley y el Estado de derecho, siendo así que el proceso ha sido respetuoso con ese Estado de derecho en todo momento, con la legalidad, y que el Estado catalán que quiere construirse también será un Estado de derecho. De otro lado, se esgrime el derecho positivo, la ley vigente, como límite a las aspiraciones independentistas de los catalanes. Por supuesto, la ley cambia o se cambia, bien mediante la legalidad, bien mediante la desobediencia civil y solo así progresan las sociedades. Por último, el uso que el PP y el PSOE hacen de la ley y la Constitución es lo más parecido que hay a la "ley del embudo". De ahí que el proceso se haga para restablecer una legitimidad rota por una legalidad injusta.

Aquí el texto en español:

La ley contra el pueblo.

Siempre que se plantea el ejercicio de la autodeterminación de Cataluña, los unionistas, centralistas y nacionalistas españoles responden que no es posible porque la ley no lo permite. Esgrimen la ley como límite absoluto al ejercicio de un derecho del pueblo. Hacen servir a la ley contra el pueblo. Es una posición demagógica y tramposa que juega a la confusión mezclando tres órdenes que es preciso distinguir si queremos entendernos.

Primero, el orden más abstracto. Se insinúa que los partidarios del referéndum catalán son contrarios al principio civilizatorio general del imperio de la ley. Que pretenden romper los fundamentos mismos del Estado de derecho. El discurso implícito es que España es un Estado de derecho y, cualquier intento de replantear su estructura, atentará contra aquel principio básico de la convivencia del rule of law. Con ello se desliza asimismo la sospecha de que, si se salieran con la suya, los independentistas establecerían una especie de despotismo arbitrario, una tiranía posiblemente de carácter etnicista. Se pasa por alto el hecho de que la autodeterminación es un derecho, que pretende ejercerse dentro de la ley y que es precisamente ese espíritu respetuoso con la legalidad el que justifica el recurso a la voluntad del pueblo, que es el origen de toda ley.

Después, en el orden concreto, el de la legislación vigente en un momento histórico determinado, se esgrime la ley positiva como el límite a las aspiraciones de autodeterminación de los pueblos, entre ellos el catalán. En el Estado democrático de derecho, se dice, cualquier aspiración es legítima y no tiene otro límite que la ley, a la que se someten por igual gobernantes y gobernados. El ordenamiento jurídico, con la Constitución a la cabeza, no permite ejercicio de autodeterminación de ninguna de sus partes. Ninguna Constitución lo hace, salvo algún caso estrafalario e insignificante. Este positivismo jurídico, que pretexta la vigencia de la ley como límite absoluto e inamovible de toda pretensión o acción ignora obstinadamente la realidad en que se mueve. Igualmente se opone a las inevitables tendencias de cambio que se dan en toda sociedad y que, forzosamente, obligan a ignorar o derogar las leyes que hayan quedado anticuadas o sean injustas.

¿Quién decide si una ley es o no injusta? Obviamente, la conciencia moral de quienes han de acatarla y cumplirla. Por supuesto, ningún orden legal puede permitir a los ciudadanos arrogarse el derecho a desobedecer las leyes por razones morales. Ningún orden legal puede aprobar una ley que autorice a desobedecer la ley. No obstante, eso es lo que sucede, que las leyes que son injustas (o que devienen injustas) son desobedecidas de hecho hasta que, finalmente, el ordenamiento jurídico cambia. Así es como han progresado todas las sociedades que han progresado. Si las sufragistas en el Reino Unido no hubieran desobedecido la ley vigente, las mujeres seguirían sin poder votar. Si Rosa Park no hubiera desobedecido la ley en Alabama, los negros seguirían viajando en la parte de atrás de los autobuses en los Estados Unidos. Si George Washington no hubiera desobedecido la ley inglesa, los Estados Unidos no existirían.

Por último, en el orden específico, el aquí y ahora, el debate adquiere sus tintes más estrambóticos y decididamente hispanos. Tanto Rajoy como Sánchez y Rivera, la santísima trinidad del nacionalismo español, se escudan en la vigencia de la ley, que es imperativo acatar. Además el sedicente derecho de autodeterminación de los catalanes no existe ya que pertenece al campo del derecho internacional en la relación entre metrópolis y colonias y no es el caso. Que sea o no el caso es materia discutible, pero innecesario hacerlo aquí, en donde hay cuestiones conflictivas más urgentes.

El referéndum catalán no es posible porque la ley y la Constitución no lo permiten y obligan por igual a gobernantes y gobernados, reiteran los tres tenores del unionismo. Pero esto no es cierto. Los dos partidos dinásticos no necesitan desobedecer la ley, como Rosa Parks, cuando les incomoda, porque tienen la llave para cambiarla siempre que les place. El PSOE y el PP se pusieron de acuerdo en 24 horas en reformar la Constitución y en un asunto fundamental como el artículo 135, sin dar cuentas a nadie más. El PP lleva cuatro años valiéndose sin escrúpulos de su mayoría parlamentaria absoluta para cambiar las leyes a puñados cuando le ha interesado. Esas mismas leyes cuyo cumplimiento pretende luego imponer a los demás, quieran o no. Si la X legislatura puede pasar a la historia con un nombre, será con el de la “ley del embudo”.

Se dirá que los nacionalistas españoles cambian a su antojo la ley que sin embargo imponen a los demás como barrera mediante un procedimiento legal, ya que cuentan con la mayoría requerida para ello. Su acción es consecuencia legal del principio democrático de la decisión de la mayoría. Si otros quieren cambiar las leyes pueden hacerlo consiguiendo ser ellos mayoría a su vez. Pero en este caso concreto (y en muchos otros) este principio es falso y una trampa: los catalanes son una minoría nacional estructural en el Estado español y jamás conseguirán ser mayoría de forma que, para ellos, toda decisión de la mayoría de los españoles tendrá elementos de tiranía de la mayoría si es que no lo es por entero y, como tal decisión, radicalmente injusta, antidemocrática y antipopular.

Por último solo los ingenuos o los malintencionados aceptan que la decisión de la mayoría se refiera a la obligación de acatar la ley y la Constitución. Eso no existe. Lo que hay es la obligación de acatar una determinada interpretación de la ley y la Constitución ya que estas, como toda norma jurídica, son interpretables. Lo que los nacionalistas españoles imponen no es la ley y la Constitución sino su interpretación de la ley y de la Constitución, dentro de su manifiesta voluntad de emplearlas en contra de la voluntad del pueblo catalán y con la sola finalidad de sojuzgarlo.

dissabte, 5 de març del 2016

Veo elecciones

La sesión de ayer en el Congreso, perfectamente previsible. Con todos los partidos enrocados, Sánchez volvería a ser rechazado. Tan poca novedad se esperaba que los diputados podrían haber votado desde sus casas por internet. Cuando menos, nos hubiéramos ahorrado la luz. Claro que entonces también nos hubiéramos perdido el espectáculo de Hernando, el jayán tabernario portacoz del PP a punto, como siempre, de liarse a hostias que es lo único que sabe hacer.

Ahora ¿qué cabe esperar? En teoría, empieza la ronda otra vez, pero ya hay un plazo fijo: 58 días y nuevas elecciones. Eso de las nuevas elecciones asusta por barrios; no a todos. El País ya ha soltado la consigna entre las buenas conciencias, los patriotas y los retroprogres: hay que evitar las elecciones. Esto de que la gente vote saca de quicio a esta gentry mesetaria. Pero ¿se pueden evitar? Y, más aun: ¿realmente se quieren evitar? Me parece que no.

Lo primero es aclarar qué debe hacer el Rey. En teoría, el lunes, proponer otro candidato o el mismo. La gente cambia. En lugar de Felipe VI, yo me quitaría de en medio y le pasaría el encargo al dicharachero Patxi López: "Joven", le diría, "búsqueme usted un candidato viable y tráigamelo que luego yo se lo confío para la investidura".

De los presidenciables, el primero por cantidad de votos es Rajoy. Pero nombrarlo es casi tan inútil como él mismo, porque no consigue apoyo alguno. Si acaso, le interesaría que se lo propusieran, ya que así haría perder el tiempo a todo el mundo mientras se preparan las elecciones nuevas, que son las más importantes y las que él espera con la ilusión de que su partido mejorará en votos. 

Sánchez es quien está en la posición más cómoda, en la de la centralidad política que Podemos ambicionaba para sí. Puede pactar a derecha o izquierda y hasta no pactar y concurrir a unas elecciones democráticas con el marchamo de haberse mostrado flexible, pactista, moderado porque entiende que esa imagen, la del partido reponsable que busca soluciones duraderas y que no se deja engañar por señuelos de radicalidad es la que le conviene.

Podemos lleva días diciendo que están con la "mano tendida" para el pacto con el PSOE. Todo por no celebrar elecciones. Pero eso es lo que dicen. Después está lo que hacen: los infundios de Iglesias relacionando personalmente a González con la cal viva parecen pensados para dinamitar toda posibilidad de acuerdo. Es posible que les ciegue la ilusión de que, en unas nuevas elecciones terminarán il sorpasso del PSOE. Lo más probable es que pierdan y retrocedan a los valores de IU y los comunistas porque pertenecen a esa galaxia.

Las nuevas elecciones, según los sondeos, registran un notable aumento en intención de voto de Ciudadanos. Suena bastante razonable ya que C's será, junto al PSOE, quién se ha esforzado por evitar las elecciones y por encontrar alianzas, dando ejemplo de responsabilidad.  .

divendres, 4 de març del 2016

Segundo asalto

Para el día de hoy, segunda sesión de calabazas a Pedro Sánchez. Lo espera todo el mundo. La única posibilidad de que sea investido es que se abstenga el PP o Podemos y no parece ser el caso. Si, al final, lo fuere, ello abriría un periodo totalmente nuevo de relevo de gobiernos, por fin, y puesta en marcha del pacto PSOE-C's como gobierno en minoría. En este caso, las apuestas serían sobre cuánto tiempo aguantaría.

Según todos los indicios y probabilidades, Sánchez fracasará de nuevo y se abrirá un periodo de 2 meses antes de la convocatoria de nuevas elecciones. Tiempo para buscar soluciones.

A juicio de Palinuro, lo primero será despejar la incógnita de la función del Rey, ese del que Rivera habla con tanta unción. Según lo previsto, deberá encargar la formación del gobierno a alguien, pero no está nada claro a quién. Y no solo no está claro sino que, además, carece de interés y relevancia que lo haga. Ahora lo que va a suceder es que empezarán los contactos entre partidos parlamentarios, contactos de los que bien puede salir una propuesta encabezada por alguien a quien el Rey no conozca. En realidad, lo sensato es que, encargue a quien encargue la tarea Felipe VI, los diputados vayan a su bola y, caso de tener éxito y un nombre, que el presidente del Congreso, Patxi López se lo comunique al Rey. Eso es lo que haría alguien con sentido práctico, pero váyase a saber lo que acabarán organizando los cortesanos.

La preferencia de Palinuro sigue siendo clara: coalición PSOE-Podemos y confluencias, con IU. Algo en lo que coincide con Carmena. Lo ideal sería que el PSOE admitiera el referéndum y, por tanto, consiguiera los 17 votos de los independentistas, porque esto daría al gobierno de la izquierda una mayoría absoluta de 178 escaños. Pero es poco probable que los socialistas admitan ese derecho, con lo que, al no poder contar con los 17 votos de ERC y DiL, le vendría bien hacerlo con la abstención de C's. Pero esto también es difícil, dado que, siendo C's parte del pacto con el PSOE, tendría que salir de él, expulsada por Podemos y es poco probable que, en tal caso, se abstuviera, sino que votaría en contra y no cabe olvidar que PP más C's y los independentistas catalanes son otra mayoría absoluta de 180 escaños.

Difíciles son también las grandes coaliciones (PP y PSOE) porque no están en la cultura de pactos de los españoles y, sobre todo, porque parece haber habido un poco de reacción colectiva de hartazgo de gobierno del PP y se ha difundido un ánimo generalizado de alejar el fantasma de otros cuatro años de involución en todos los sentidos. Por eso, en estas circunstancias, es vital saber lo que cada uno quiere, si formar gobierno o tentar la suerte en nuevas elecciones, teniendo en cuenta que los resultados dependerán de cómo interprete el electorado el comportamiento de cada partido en las negociaciones. Una cuestión que convierte los vaticinios en puras cábalas. 

La formación de gobierno, especialmente la de gobierno de izquierdas, es muy problemática si no se cuenta con los votos de los catalanistas. Paradójicamente, la llave de la gobernación de España en la izquierda la tienen quienes quieren marcharse de España. Es un poco de chiste. 

El interés por la formación de gobierno viene de evitar al país estar sin él varios meses y, sobre todo, de la urgencia de conseguir que se libre de este gobierno de deprededadores. Es muy difícil dar con la fórmula, desde luego, aunque no imposible en los primeros tiempos de una legislatura. Pero la maldición de este tipo de decisiones es que la negativa, esto es, la imposibilidad de formar gobierno, implica agotar el plazo de los dos meses. Afortunadamente, este gobierno aprobó los presupuestos de este año antes de las elecciones. De no haber sido así el país estaría funcionando con los presupuestos prorrogados más de medio año.


¿Quién nombró a Blesa presidente de Caja Madrid?

Ayer, las gentes de Podemos, muchas de ellas, empezando por sus líderes, procedentes de IU, respondían a las críticas que se les dirigían por haber relacionado a Felipe González personalmente con la cal viva afirmando que la verdad es la verdad y no tiene por qué molestar.

Pero esa relación personal entre González y la cal viva no es verdad, pues no está demostrada ni documentada en modo alguno. Y, mientras no lo esté, no pasará de ser un infundio o, incluso, una calumnia. Los rumores, los infundios, las calumnias, no se convierten en verdades porque se digan muchas veces y a gritos y, como decía ayer González, retratan a quienes recurren a ellas. Porque, quien acusa sin pruebas es un difamador o un calumniador. 

Verdad, en cambio, probada y demostrada y documentada para quien quiera comprobarlo en las hemerotecas es que a Blesa (el de las preferentes y las tarjetas black) lo nombró Aznar en 1996 gracias a los votos de CC.OO e IU, dirigida entonces por Julio Anguita. Eso no es un infundio; es una verdad.

Los votos de IU fueron decisivos para descabalgar al presidente anterior, Jaime Terceiro, un hombre honrado y poner en su lugar a Miguel Blesa. Sin los votos de IU, Miguel Blesa, el amigo de Aznar, no hubiera podido ser presidente de Caja Madrid y la caja no hubiera sido expoliada ni hubiera sido necesario rescatarla con el dinero de todos, ni se hubiera podido estafar a decenas de miles de personas. Eso es una verdad. No un infundio.

Inmediatamente de ser nombrado presidente, Blesa concedió el 87% de los créditos a partidos, a IU dirigida por entonces por Anguita. Eso es otra verdad. No un infundio.

¿Por qué CC.OO. e IU apoyaron la política de Blesa en Caja Madrid? Pues compruébenlo ustedes porque no es un infundio sino una verdad.

Y eso que no había pinza. Como ahora, que tampoco la hay.

dijous, 3 de març del 2016

La hoja de parra

Después del primer "no" al pacto PSOE/C's, amplío las reflexiones de primera hora de la tarde. Efectivamente, Rajoy y Sánchez son antiguo régimen. Rajoy en sentido estricto un autoritario insufrible con chistes y prepotencia de casino, al frente de una asociación de presuntos mangantes que llevan cuatro años destruyendo el país. Sánchez, una hechura de Rubalcaba, aunque con menos luces, remachado en el engolamiento progre de los años 80, con tanta voluntad de mandar como incapacidad para hacerlo. Iglesias, un revenant comunista con una pátina de falsa modernidad, cuyo odio atávico al socialismo democrático lo lleva a insultar y difamar  a quien necesita convencer a toda costa. Rivera, la sorpresa de la mañana, el más ágil, flexible y rápido. Probablemente un depredador neoliberal extremo, un auténtico peligro para sus adversarios, incluido su aliado socialista coyuntural a quien ha parasitado. Tardá, a todas luces el mejor, el único capaz de hilar un discurso con brío, fondo, serio y humorístico al tiempo, en cuyo planteamiento se adivina la agonía de esta España incapaz de recuperarse de los 4 últimos años de involución neofranquista.

Tras el almuerzo, los intervinientes, Garzón, Baldoví, etc, han estado bien, a pesar de la impresentable desbandada de los diputados peperos. Y, hablando de desbandada, que el Parlamento haya adelantado una hora la votación porque había partido de fútbol muestra que, en efecto, este ridículo país no tiene salvación. La intervención crucial de la tarde fue a cargo de Homs, de DiL cuando dijo que, si se admitía el referéndum, DiL (y, sin duda, ERC) apoyarían al gobierno. Quedó así claro que, en contra de lo que decía Sánchez, sí hay mayoría de izquierda en el Parlamento (según el propio Homs), en concreto, 178 diputados (90 de PSOE, 69 de Podemos y confluencias, 17 de DiL y ERC y 2 de IU), aunque, a la vista de la mala baba de Iglesias, sea difícil de visualizar. Pero, en principio, hay mayoría de izquierdas.

La cuestión, la única cuestión, es el referéndum. Lo que condiciona la vida parlamentaria y política española es el referéndum catalán.

El argumento de los socialistas de la pinza entre Podemos y el PP es una excusa. La verdadera pinza en materia de "no" al referéndum, operativa y a la vista de todo el mundo, es la de PP + PSOE + C's; esa que Felipe González, nacionalista carpetovetónico, alienta.

Si el PSOE acepta el referéndum, hay mayoría de izquierda. El bloqueo es el del PSOE. Ahora, la pregunta es: ¿por qué no lo acepta?

Hay varios motivos; razones, ninguna.

El primer motivo, porque el partido está dirigido por nacionalistas españoles que comparten con la derecha la bambolla patriótica de los restos de un imperio fracasado al que simulan considerar nación una, grande, libre contra toda evidencia y derechos de las minorías nacionales aquí existentes.

El segundo es el pretexto del respeto a la legalidad vigente. Si la ley positiva (que, por lo demás, hacen y deshacen a su antojo los dos partidos dinásticos sin consultar con nadie, especialmente el más reaccionario de los dos) tuviera siempre preferencia sobre la democracia, la voluntad y los derechos de las minorías nacionales y el principio de legitimidad, este país nunca hubiera salido del franquismo, ni la esclavitud se hubiera abolido en el mundo, ni los afroamericanos hubieran alcanzado la plena ciudadanía, ni las mujeres derecho de voto, ni... La sacralización del derecho positivo es como la hoja de parra con la que los meapilas y los hipócritas cubren las desnudeces del arte clásico.

El tercero, relacionado con el anterior, es la ignorancia y el desprecio de los derechos de las minorías nacionales, en contra del espíritu democrático, como se prueba leyendo las recomendaciones del recientemente fallecido constitucionalista Rubio Llorente y los antecedentes de Escocia/Gran Bretaña y Quebec/Canadá, países de sólida trayectoria como democracias y Estados de derecho.

El cuarto, la presión que los caciques y barones del PSOE, generalmente beneficiarios de una distribución de recursos económicos e influencia política injustos, ejercen sobre su Secretario General para que no se mueva un statu quo que juzgan beneficioso para sus intereses.

El quinto y último es que, como decía ayer Joan Tardá, Pedro Sánchez y sus asesores no tienen ni idea de lo que pasa en Cataluña. Así que llegará un momento de movilización ciudadana catalana y una confrontación, siempre democrática y pacífica, que no podrán reprimir. Y estos ignorantes se caerán del burro al ver que el referéndum al que en su ceguera han cerrado la puerta, les entra por la ventana, impuesto por la Unión Europea, que tendrá que mediar en un conflicto que los españoles son incapaces de resolver.

Entre tanto, y visto que Podemos no quiere gobernar con el PSOE sino destruirlo en cumplimiento del inevitable cuanto ridículo mandato de una Ananké de hace 100 años, y que el PSOE es incapaz de entender el sentido del respeto a los derechos de las minorías, empezando por el de autodeterminación, habrá nuevas elecciones en junio. Si las hay, mi vaticinio es: se hundirá el PP; crecerá Ciudadanos (que lleva todas las trazas de ser la derecha liberal y moderada que aquí se necesita); crecerá también el PSOE (en definitiva, los dos partidos que han tenido la responsabilidad de sacar al país del atolladero en que lo había metido la irresponsabilidad del presidente de los sobresueldos) y Podemos volverá a los porcentajes tradicionales de IU que son los que le corresponden a tenor de su discurso. Los independentistas se quedarán como hoy o crecerán.

La única posibilidad de evitar esa situación es un gobierno de gran coalición a dos (PP y PSOE) o a tres (PP, PSOE y C's) que, visto lo visto, no es imposible ni mucho menos. Ya me dirán ustedes.

dimecres, 2 de març del 2016

Mis impresiones sobre el debate de esta mañana

A vuelapluma porque tengo mucho trabajo. Luego, por la noche, argumentaré algo más estas impresiones telegráficas:

1) El PP y el PSOE, Rajoy y Sánchez son el pasado. Rajoy el pasado medieval; Sánchez el pasado de la transición. Pero los dos pasados, convencionales, sin originalidad, ni empuje, ni siquiera gracia. Amortizados y mojamas. El primero debe irse ya; el segundo puede esperar un par de meses a que lo echen.

2) La intervención de Pablo Iglesias, lamentable. El odio al PSOE lo consume.La referencia a Anguita y Gerardo Iglesias lo sitúa en donde está y no sabe salir: la casposa revancha comunista. Lo de la cal viva, un golpe bajo e indigno y, además, estúpido, porque se ha equivocado de adversario.

3) Rivera, la revelación del día. Se ha comido a Sánchez. Él es el verdadero autor del pacto y él, el auténtico adversario al que Iglesias debería lanzar las críticas. Su reivindicación del centro y sucesor de Suárez es una buena jugada para absorber el electorado del PP y restar voto al centro izquierda.

4) Joan Tardá, la sola voz de un político y parlamentario de altura europea, capaz de hablar con gracia y contundencia del auténtico problema de Estado en España: Cataluña. Frente a él, Rajoy, Rivera y Sánchez forman la confusa amalgama del "no" sin razones, sin proyecto, vacíos.

Luego vuelvo.

Las delgadas líneas rojas

¡Frágil memoria metafórica la de los políticos! En su discurso de investidura, Sánchez afirmaba ayer enfáticamente dos veces no tener ninguna "línea roja". La famosa thin red line of 'eroes", (la delgada línea roja de los héroes) de Ruyard Kipling en su poema Tommy, que simbolizaba el valor de los soldados británicos en las guerras del Imperio, se ha convertido en sinónimo de barrera infranqueable, condición absoluta, límite intocable. Y el PSOE, dice su secretario general, abierto a hablar de todo con todos (excepto con el PP), no tiene "líneas rojas".

Sánchez quiere cambio. Lo repitió ad nauseam. Él quiere cambio; y la gente; y la sociedad; y el mundo quieren cambio. Pero, malhaya, con solos dos partidos -PSOE y C's- no se puede cambiar nada. Además, amarga confesión, la izquierda tampoco suma suficientes apoyos parlamentarios. Hay que ser realistas y demócratas y decantarse por un gobierno que englobe diferentes ideologías, un gobierno, dijo, de mestizaje, porque el mestizaje "enriquece". 

Para ello desgranó un ambicioso programa de reformas bastante razonable que cualquier demócrata firmaría porque es una bendita declaración de intenciones. Otra cosa es el crédito real que merezca. Por ejemplo, anunció una ley de libertad religiosa soslayando el hecho de que el último gobierno de Rodríguez Zapatero ya redactó un proyecto que el mismo gobierno de Rodríguez Zapatero asesinó sin más explicaciones. Anunció igualmente una "reforma" de la Ley Mordaza cuando cualquier persona cuerda exigiría su derogación si más y la reposición de la Ley anterior que los neofranquistas del PP abolieron de un plumazo. Y así, más o menos, el resto. Aceptable pero mejorable.

Por supuesto, todo esto es opinable. Lo esencial es que el PSOE, según Sánchez, necesitado de conseguir la investidura para hacerse respetar y temer en su partido, no tiene líneas rojas, ni de héroes ni de villanos.

Pero sí las tiene. Dos en concreto, que condicionan sus posibilidades. La primera línea roja es Cataluña; la segunda, Podemos. En el primer caso es patente. En su discurso, Sánchez dedicó unos minutos a Cataluña para decir lo que dicen todos los nacionalistas españoles no estrictamente cavernícolas: que esa tierra es España, que queremos mucho a los catalanes y estamos encantados con ellos y su fuerte personalidad y él dispuesto a negociar las 23 peticiones que el presidente Mas planteó a Rajoy hace cuatro o cinco años y a hacer una reforma de la Constitución para convertir España en una radiante federación. Recuperar las peticiones de Mas, que tropezaron con un displicente y rotundo "no" de Rajoy puede parecer a Sánchez el colmo de la generosidad, siendo así que los independentistas catalanes ya han superado esa etapa de la posible negociación y están en la línea de la independencia. Como también han superado ese federalismo de guardarropía que le sopló Rubalcaba un día en que estaba inspirado. 

Cataluña es una línea roja, bermellón, en el discurso de Sánchez, para quien el derecho de autodeterminación de los catalanes es, según especifica su pacto con C's una verdadera blasfemia contra la unidad de España.

La otra línea roja es Podemos. Resultaba chocante, absurdo incluso, escuchar el ritornello del socialista, pidiendo el voto de Podemos para su programa de investidura porque, en realidad, es más de Podemos que Podemos mismo. Si esto fuera así, no se entiende por qué no lo negoció con el partido morado, igual que lo negoció con el naranja. ¿No se le alcanza a Sánchez que pedir el voto a un partido para un programa en el que no ha puesto ni una coma es un abuso, un trágala y una falta de respeto?

Son dos líneas rojas que vienen de sus propias convicciones de nacionalista español, de las imposiciones de sus compañeros de partido y de las advertencias de sus socios de la derecha de Rivera. Sin embargo, está en su mano eliminarlas de un plumazo. Admita la posibilidad de un referéndum de autodeterminación en Cataluña como lo han hecho los escoceses y los quebequeses en el Canadá y verá cómo el Parlamento sí da una mayoría de izquierda: PSOE, Podemos y confluencias, IU y ERC, en total 170 escaños que podrían contar con la abstención del PNV, Bildu, DiL y CC con lo cual solo tendría enfrente al PP y C's (163 votos). 

Es "no" en primera vuelta y, según parece, "no" en la segunda. Luego hay dos meses para negociar una fórmula perfectamente posible. Si no se llega a ella, que cada cual asuma su responsabilidad y nosotros deberemos agradecer a los socialistas y los de Ciudadanos que, cuando menos, hayan roto el bloqueo al que, siguiendo su inveterada costumbre pretendía condenar al país la marrullería del presidente. Porque la suma de escaños del PP y C's no da para proponer nada positivo y solo sirve como minoría de bloqueo.

El país necesita un cambio, desde luego, pero no cosmético, sino en profundidad, para lo cual se precisa una decisión y un valor que Sánchez no probó poseer en su lamentable oposición a la última parte de la legislatura anterior. Estaría bien que ahora los demostrara.



Palinuro en el Congreso

Palinuro estará hoy, miércoles, en El matí de Catalunya Ràdio, el programa de Mònica Terribas que se emitirá directo desde el Congreso de los Diputados. Estaré de 12:00 a 13:00, supongo que comentando las intervenciones y las incidencias de la mañana según se produzcan. Es un gran honor para mí. Me gusta mucho el estilo enérgico de esta periodista.

Ya comentaré luego mis impresiones o quizá vaya tuiteándolas.

dimarts, 1 de març del 2016

Solos no podéis

Hoy es el gran día de Pedro Sánchez. Expondrá su programa de gobierno y no irá muy lejos porque, aunque ha intentado hacer ofertas a Podemos para conseguir su voto favorable o, cuando menos, la abstención, ambas son poco probables. Como también lo serán las hechas a IU, o las confluencias de Podemos. Las ofertas no varían sustancialmente el acuerdo con C's, que estos otros partidos consideran insuficiente. En la votación de mañana solo contará con los votos del PSOE, los de Ciudadanos y el de CC. Lejos de la mayoría absoluta.

La segunda votación, 48 horas después, y ya bastará con la mayoría simple para la investidura. Serán dos días de febriles negociaciones. Para convertir el voto negativo de Podemos en uno positivo o, cuando menos, una abstención, Sánchez tendrá que hacer concesiones. Pero su margen es muy estrecho pues Rivera amenaza con no votar a favor del PSOE si el acuerdo cambia substancialmente. Como este acuerdo rechaza expresamente el referéndum catalán, hasta es posible que al voto negativo de ERC y DiL se sume el de En Comú Podem. La confluencia catalana. 48 horas es muy poco tiempo para eliminar esa sensación de trágala e imposición que trae el pacto C's-PSOE respecto a las formaciones más de izquierdas y parece poco probable que Sánchez salga investido en la segunda votación.

Los dirigentes del PSOE acusan a Podemos de propiciar la continuidad del gobierno de Rajoy cuando todas las fuerzas de izquierda, en principio, están de acuerdo en que la primera y máxima urgencia del momento es desplazar a la derecha neofranquista y corrupta del poder. Ciertamente, razonan los de Podemos, pero no obligándonos a votar por un programa que es una versión algo edulcorada del del PP. 

Seguramente esto es una exageración pues el programa del PSOE/C's incorpora una buena batería de medidas y reformas que la izquierda también haría. Pero esta es la esencia de toda negociación: nadie cierra un trato aceptando sin más la oferta de la otra parte, renunciando a aumentar su ventaja. Si PSOE/C's llegan hasta donde han llegado, sin duda pueden alargarse otro trecho en el curso de los dos meses que quedan antes de que, si no hay gobierno, queden automáticamente disueltas las Cortes y convocadas elecciones.

¡Ah! Recriminan los socialistas, ¡pero serán dos meses más del impresentable Rajoy! No necesariamente. Dos meses es el plazo máximo, pero nada impide que, mediando buena voluntad por todas las partes, se llegue a un acuerdo en una semana con una propuesta a tres (PSOE, Podemos et. al. y C's) o quizá a dos (PSOE y Podemos et al.) con abstención de C's. Incluso, -¿por qué no?- PSOE y C's con abstención de Podemos et al.

Todas las opciones están abiertas. Todas deben estar abiertas. Lo esencial es librar al país de este gobierno de depredadores cuanto antes. Y, mientras se logra, el Parlamento puede y también debe, emprender ya reformas así como la derogación de la legislación inicua del PP. Está legitimado para hacerlo.

No obstante, Palinuro se malicia que por debajo (o por encima) de las negociaciones se encuentren consideraciones personales, egos afilados como puntas de lanza, narcisismos insaciables. Parece que hoy Sánchez prometerá nombrar ministros independientes, bienquistos de unas y otros (si es que aún quedan especímenes de este arte sin extinguir), pero el problema es si los de Podemos, como parece, hacen cuestión de estar ellos en el gobierno. De ser esta otra línea roja del PSOE (esto es, además del no al referéndum, no a ministros de Podemos) se trataría de una situación similar a la de Italia en la primera mitad de los años 70 del siglo XX, cuando la consigna era evitar la entrada de los comunistas en el gobierno, asunto que, entre otras cosas, le costó la vida a Aldo Moro. Porque los de Podemos tienen un notoria vitola neocomunista. 

Nadie reconocerá públicamente este veto. Pero es probable que se dé. Algunos dignatarios del capitalismo neoliberal más agresivo ya lo han formulado. En ese caso, Podemos tendrá dos opciones: empeñarse en estar en el gobierno, lo que nos llevará a nuevas elecciones o  a una "gran coalición" a la alemana, o cambiar su presencia en el consejo de ministros por un compromiso pogramático mayor y más a la izquierda del PSOE y C's. 

Soluciones, como se ve, hay muchas. Es preciso dar con la más viable, práctica y beneficiosa para el interés común, que es el de la mayoría de la sociedad. Y tranquil@s, que hay dos meses para buscar una fórmula.

Keep calm and carry on.

(La imagen es una adaptación de un TBO de los famosos Roberto Alcázar y Pedrín, debidamente adaptada y con mucho ingenio por un lector, Frank Benavent. Muchas gracias, Frank).

Herederos de la hecatombe

Desde el 26 de febrero al 5 de junio próximo, la Fundación Juan March tiene una interesantísima exposición titulada Lo nunca visto, comisariada por Horacio Fernández (fotografía), María Dolores Jiménez-Blanco (pintura) y Zdenek Primus para una sección especial dedicada a la pintura checa de la postguerra.

El sentido último del evento es contextualizar el informalismo como estilo y corriente tanto en pintura como en fotografía en la postguerra, casi como una propuesta de causa-efecto.

Desde luego, cuando callaron las armas en 1945, dejaron de caer las bombas sobre ciudades devastadas y se abrieron los campos de exterminio (Vernichtungslager), un atroz panorama de muerte y destrucción se abrió a la mirada incrédula de unos occidentales que jamás creyeron que la decadencia de Occidente llegaría tan lejos. Y, mientras millones de supervivientes iniciaron caminos de retorno a sus hogares, en tanto que otros eran desplazados forzosamente, se oía la voz de Adorno con su famosa sentencia, luego varias veces matizada, de que "Escribir poesía después de Auschwitz es terrorismo". La poesía había muerto con el holocausto; y la pintura; y la escultura; y el arte en general. La especie humana se había hecho odiosa a sí misma y ahora se prohibía esa exaltación espiritual que siempre va con la creación artística. 

Los casi doscientos cuadros, fotos y otras piezas que aquí se exhiben, suponen una ruptura tan radical y violenta con las vanguardias artísticas de la preguerra que parecía venida de otro planeta. De pronto, el cubismo, el expresionismo y el abstracto quedaban envueltos en la desdeñosa determinación de arte formal. Forma no figurativa, pero forma al fin y al cabo. Lo que ahora se plasmaba en los lienzos, muy en la estela del drip style, de Jackson Pollock, era un expresionismo carente de toda forma y que en su desgarramiento, en muchos casos, traía a la memoria las dantescas imágenes de ciudades destruidas, fosas comunes abarrotadas, montañas de cadáveres empujadas por bulldozers. Esa es la idea de la exposición: de ahí, de la destrucción y la miseria sale un  arte explosivo hecho además con  materiales de desecho, arpilleras, tierra, cartón con tonalidades sombrías o en donde los colores estallan. 

La postguerra fue miseria, hambre, ruinas, explotación, prostitución, venganzas, asesinatos y el arte transmitiría esas sensaciones en Europa y especialmente en España en donde ya veníamos de vivir la nuestra propia después de una guerra civil que dejó el país tan reducido a escombros que uno de los organismos de la dictadura que más trabajo acumulaba fue la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones. La postguerra del hambre y la miseria, con medio millón de exiliados y cientos de miles de personas encerradas en los penales, cárceles y otros lugares improvisados al efecto, conventos, antiguos reformatorios, cuarteles o campos al aire libre, como el siniestramente célebre de Albatera, en Alicante. Por no hablar de los otros cientos de miles asesinados y enterrados en fosas comunes en toda España. La vida, sombría, sometida al racionamiento, cuyas cartillas solo se suprimirían en los primeros años cincuenta, como en muchos países europeos.

En un ambiente nada propicio al cultivo del arte, los primeros artistas que organizan un grupo son los catalanes con la creación del grupo Dau al Set, fundado por el poeta Joan Brossa y al que pertenecieron Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Joan-Josep Tarrats y ocasionalmente Carlos Saura o Manolo Miralles, de todos los cuales hay bastante obra en la exposición, toda ella informalista, un largo, continuado grito contra un mundo brutal y horrorizado. El Dau al Set se disolvería hacia mediados de los años cincuenta. El relevo lo tomó el madrileño grupo El Paso, en 1957, del que hay muy abundante representación: Rafael Canogar, Luis Feito, Manolo Millares, Antonio Saura, Martín Chirino, el escultor Pablo Serrano. En el grupo El Paso está el origen del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, gestionado, por cierto por la Fundación March, cuyos fondos se nutren precisamente del informalismo español, desde Tàpies a Zóbel.  

La presencia española es muy abundante, pero la exposición trae también mucha obra de los informalistas internacionales más reconocidos Alechinsky, Karel Appel, Alberto Burri, Jean Dubuffet, Georges Mathieu, Pierre Soulages, etc. Pintura de vanguardia, experimental, de ruptura; pintura que se revela contra la función meramente decorativa del arte en los circuitos burgueses y que quiere presentarse como ventanas que nos muestran el desastre que nuestra irracionalidad ha dejado detrás de nosotros.

Cuidado especial para las primeras muestras de fotografía informalista. Fueron las imágenes de los campos de exterminio, como las de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, las que aprestaron aquella famosa crítica de Susan Sontag en la que denunciaba nuestra complacencia al presentarnos las fotos del horror en nuestras vidas cotidianas, al contemplar desde nuestros salones, las imágenes del sufrimiento ajeno para mitigar el cual organizábamos eventos. Y la práctica prosiguió más tarde sin miramientos con la guerra del Vietnam y su diaria ración de barbarie tecnológica todos los días en los salones de nuestras casas a la hora de comer. 

El informalismo fue la rebelión de quienes no tenían esperanza a la que dirigir su mirada, carecían de consuelo y ya no creían en utopías milenaristas. Pintaban con rabia, esculpían con rabia y llenaron una época a la que después se acostumbraron a mirar hacia atrás, con ira