dimarts, 12 de juny del 2012

La ínsula Rescataria.

Visto su brillante desempeño como comisionado imperial de la Marca Hispánica, el Imperio (no el de Krugman, cuando habla de Darth Vader, que es de ayer, sino el de verdad, el de toda la vida, el Sacro Imperio Romano Germánico) ha ascendido a Rajoy a gobernador de la Ínsula Rescataria. Y sus primeros pasos han mostrado el acierto de la decisión. El sábado se hizo pública la noticia del rescate/no-rescate. Se me perdonará la pequeña vanidad de la autocita, pues la entrada del 7 de junio pasado, se titulaba así, El rescate no-rescate. El sábado por ver si los preparativos de la Eurocopa mitigaban el impacto. Pero Rajoy hubo de salir en rueda de prensa, contra su acendrada costumbre, tan insólita, bravucona y disparatada que consiguió atención mediática mundial. Todos los medios se maravillaban de que alguien pudiera presentar una derrota como una victoria. En la corrala doméstica los medios de la derecha trompeteaban la victoria del gobernador, que había impedido una intervención, una invasión bárbara de la ínsula Rescataria. El resto del país, como en los tiempos de la Radio Pirenaica daba por buena la versión exterior y su propio sentido común pues resulta francamente difícil que se crea a un gobernante del que, según el último barómetro del CIS, no se fía el 78% de los ciudadanos. Al respecto no deja de tener interés que del líder de la oposición, Rubalcaba, todavía se fíe menos gente pues los que desconfían alcanzan el 85%.
Los expertos aguantaron el aliento hasta que abrieron las plazas de Oriente, Japón, Hong Kong, que lo hicieron al alza con las noticias del rescate. Por eso, cuando horas después, la bolsa de Madrid también abría al alza y la prima de riesgo bajaba, todo el mundo concluyó que tenía razón Rajoy y la operación había sido un éxito. Los tertulianos y escribas de la derecha empenacharon las plumas y recordaron que Rajoy dijo marcharse a Danzig a ver la Roja porque el tema estaba resuelto.
Hasta el Rey, quien tuvo ocasión de saludar al gobernador de la ínsula en la ceremonía de toma de posesión del nuevo hombre que el gobierno ha puesto al frente del Banco de España (¡santo cielo!), lo felicitó por el éxito de la operación al más efusivo y borbónico estilo. Borbónico, sí, por cuanto no cabe descartar que la felicitación del monarca lleve retranca. Algo así como "bienvenido, Mariano, al reino de los imposibles, en donde los rescates no son rescates como los elefantes no son elefantes".
Todos habían caído en la trampa elemental de las alzas ficticias previas al desplome, el conocido fenómeno del agonizante que parece revivir antes de caer fulminado. Podían haberse asesorado mejor y no patinar tan lamentablente pues, al final de la sesión, la bolsa cerraba en negativo y la prima subía hasta los 521 puntos básicos, exactamente como si el fin de semana hubiera sido un finde caribeño, de esos que no existen.
Pero la ínsula Rescataria se rige por normas peculiares, propias de la idiosincrasia de su gobernador. La oposición, un puñado de galopines sin principios, exige la comparecencia de la alta autoridad en sede parlamentaria para fastidiar y freírla a preguntas. No le basta con la felicitación del Rey. Claro, casi todos son republicanos. En todo caso, la comparecencia queda para el mes de julio, pues no corre prisa. Prisa corría el rescate pero no la explicación del rescate. Entre otras cosas, porque no puede darla ya que, como le pasa siempre, desconoce los datos reales, numéricos, de los que habla. Y en este caso, con mayor razón pues los datos concretos del rescate y condiciones concomitantes solo se sabrán, si se saben, después de las elecciones griegas del día 17 y del dictamen de los auditores extranjeros el 21.
Así las cosas, ¿para qué quiere la oposición al gobernador en el hemiciclo? Lo dicho, para acosarlo cuando empiece a hilvanar dislates sobre la naturaleza de la operación de salvamento de la banca española. El PP se opone y no hay más que hablar. Se opone a toda comparecencia parlamentaria que pueda aclarar algo que no le convenga, sobre el rescate o sobre Bankia, ente que está siendo objeto de querellas por estafa desde varios puntos.
Reina pues la calma en la ínsula Rescataria. Un buen momento para anunciar los nuevos recortes, los aumentos del IVA, la edad de las jubilaciones. Luego, ya se verá.


La foto muestra a Rajoy con el presidente de la Cámara italiana de Diputados, Gianfranco Fini en La Moncloa. Este Fini, líder también del partido Futuro y Libertad, fue líder del Movimento Sociale Italiano en los años noventa, cuando decía cosas como "Después de casi medio siglo la idea del fascismo sigue viva". Seguía viva en él. 
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 11 de juny del 2012

España sí es Uganda

Y que me perdonen los ugandeses. Me repatean estas expresiones de racistas aparentemente ilustrados. Como las de los que utilizan el adjetivo tercermundista. Suele tratarse de arrogantes ignaros que parten del principio de que ser ugandés, español o danés es cosa que dependa de uno y no una necesidad independiente de la voluntad. Es decir son racistas. Pero me viene bien la expresión de este racista de campanario para hacerme entender. Quiere decir el registrador de la propiedad metido a gobernante que España es un país serio, responsable, complejo, avanzado, moderno, etc, etc. No como Uganda que, en opinión de Rajoy, no es nada de esto. Pero no le pregunten más porque estoy seguro de que es incapaz de señalarlo en el mapa del África y eso suponiendo que alguien le haya dicho que está en el África.
Pues bien, tomando sus concepciones racistas al pie de la letra (e, insisto, sin compartirlas en absoluto; al contrario, rechazándolas), resulta que, como siempre que abre la boca, Rajoy falta a la verdad, bien porque mienta bien porque no sepa lo que dice.
El hombre presumía de liderazgo frente al endeble Zapatero y pasa la mayor parte del tiempo escondido, oculto, parapetándose tras sus ministros y ministras.
Presumía de decir siempre la verdad y llamar al pan, pan y al vino, vino, pero todo lo que ha dicho hasta la fecha es mentira o error involuntario. Generalmente mentira grosera, descarada.
Presumía de determinación y de no ceder como  Zapatero y ha tenido que tragar todas las imposiciones que le han hecho y arrastrarse por los foros internacionales suplicando un trato favorable que nadie le ha dado.
Presumía de tener la fórmula para salir de la crisis y seis meses después se descubre que no tiene ni idea de en dónde se anda ni de las condiciones en que está su país.
Presumía de no improvisar como Zapatero y cada resolución que toma es una ocurrencia del último minuto, por si consigue engañar a los socios europeos.
Es decir, España puede no ser Uganda pero Rajoy sí es un ugandés dentro de la mentalidad racista del propio Rajoy. Y un ugandés vociferante, presuntuoso, soberbio y necio. El esperpento protagonizado por este incapaz el fin de semana ha sido algo indescriptible. Sabiendo que, aun a pesar de haber dicho que no era preciso rescate alguno, tendría que implorarlo, acabó poniéndolo el sábado, a ver si conseguía engañar a la gente, distraída con el fútbol del domingo. Envió, como siempre a un segundón, Guindos, a dar la cara por él y a explicar lo inexplicable, mientras él trataba de escurrir el bulto.
Pero no pudo. La opinión pública, irritada, indignada, enfurecida, fozó su comparecencia el domingo, antes de viajar a Danzig. En ella se presentó con una historia alucinante que no creía ni él, según la cual el rescate no era un rescate sino poco menos que un glorioso "pelotazo" de España que se había obtenido gracias a que él se había impuesto a los otros países, Alemania, Holanda, Finlandia, etc, con los que no había hablado porque, entre otras cosas, en Europa nadie lo escucha ya y las decisiones se toman al margen de su parecer. Concluyó su sarta de embustes y dislates sosteniendo que, pues el tema estaba resuelto, se iba a ver a la roja en lo que Palinuro considera que es una falta de respeto a los españoles propia de un gañán.
Todos los medios extranjeros estaban ayer pasmados de la inverecundia del presidente español que, pretendía convencer al mundo entero de que sus mentiras, sus fantasías de indocumentado, eran la verdad misma y que los equivocados eran los demás. Así que la conclusión fue la esperable: estos españoles arrogantes, orgullosos, ignorantes, pretenden que el mundo no es como es, sino como ellos ordenan que sea. La realidad se encargó acto seguido de poner al embustero compulsivo de La Moncloa en su sitio. Tras un comienzo relajado, alcista, de la bolsa y un descenso de la prima de riesgo a comienzo del día, lo suficiente para que los turiferarios de Rajoy, los marhuendas de guardia, entonaran trémolos de victoria, la tendencia se invirtió, la bolsa cerró en pérdidas y la prima se puso en 521 puntos y los pelotas y agentes de agitprop enmudecieron, aunque seguramente La Rzaón dirá mañana que una prima de riesgo de 521 puntos es un síntoma de salud envidiable.
Es decir, el tema no estaba resuelto, como sabía todo el mundo, incluido el propio Rajoy que, como buen ugandés de su imaginación, trataba de sustituir el mundo real por el de sus embustes.
¿Por qué no dimite si ya ha demostrado que, además de ser mucho peor que Zapatero, es un embustero con mala intención capaz de hundir España él solo?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Haciendo el ridículo.

Leo en un libro de Tony Judt una cita estupenda de George Orwell: "Para ver lo que tenemos delante de las narices hay que luchar denodadamente". Desde luego. Y como luchar denodadamente no es universal afición, la mayoría de la gente no ve lo que tiene delante de las narices. Otros podrían luchar, pero prefieren no hacerlo pues lo que tienen delante de las narices no les gusta o no les conviene. Se inventan entonces historias y fantasías con el fin de engañar a los demás. Es el caso de Mariano Rajoy. El rescate no es un rescate.
El presidente del gobierno no contaba con comparecer en público a dar cuenta de la operación de rescate de la banca española. Por eso mandó por delante a De Guindos con la misión de trasladar el mensaje: el rescate no es un rescate sino una línea de crédito en condiciones muy ventajosas. Entre tanto, él preparaba su viaje a Danzig como portaestandarte de la Patria, a hacer lo que se ve en la foto de El País. Esa foto, en un momento en que cae sobre España un yugo de 100.000 millones prestados que habrá que devolver con intereses, no es solamente un insulto a los españoles, sino a un mínimo sentido de la decencia humana.
"Pero no", decía De Guindos, con la misma alegría dibujada en el rostro que podría tener si estuviera enterrando a un ser querido, "no es en absoluto un rescate, es un crédito a la banca, del que responderá la banca". "Pero no", respondía de inmediato Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas, "no se presta el dinero a los bancos", sino a España Es decir, al Estado y lo tendrá que devolver el Estado, o sea todos nosotros. Tendremos que devolver un dinero que no veremos pues irá a los bancos. Algún listo ha dicho que es una astuta forma de convertir en pública la deuda privada. Falso: es añadir a la deuda privada la pública como si fuera privada. Un negocio redondo.¿Y qué dicen las autoridades?
Lo primero que se les pasa por la cabeza. Su único fin es presentar una derrota patente como una imaginaria victoria a base de negar lo evidente. Y negarlo siempre. Sea o no necesario. Por ejemplo, Rajoy pasó tres meses negando que España fuera a necesitar un rescate y dice haber pedido una línea de crédito de forma voluntaria. Eurolandia, sin embargo, sabía que España pediría el rescate -llamándolo de otra forma- el sábado, a ver si conseguía camuflarlo con el fútbol, y por eso, precisamente, celebró una conferencia expresamente sobre España que pidió el rescate porque no le quedaba más remedio y estaba, como dice Libération, entre la espada y la pared
Esta negación de lo obvio, este presentar una humillación como una victoria, un golpe recibido como uno dado, recuerda mucho el intento del gobierno del PP de colgar la autoría del atentado del 11-M de 2004 a ETA en una delirante pretensión de que la gente no viera lo que tenía delante de las narices, sino lo que él, el gobierno, había fabulado. Y ha provocado una indignación social generalizada análoga a la de la mentira masiva de marzo de 2004. Indignación, cólera, verdadera furia. Los del 15-M han vuelto a sol a pedir la dimisión de Rajoy.
Presionado por la opinión, a rastras, de mala gana, Rajoy hubo de comparecer públicamente ayer, antes de seguir adelante con su falta de sensibilidad de irse a dar berridos a Danzig. Pero fue para largar una serie trolas en la versión oficial de los hechos. No hay tal rescate sino, al contrario, un triunfo de España cuya salud es tal que le basta salir al mercado y los inversores se dan de bofetadas por prestarle dinero. Cuando todo el mundo sabe, pues lo dijo Montoro, que España tenía cerradas las puertas de los mercados Lo sabía también Rajoy. No tenía, pues, más salida, que pedir el rescate a Europa, como lo hizo a la fuerza y aceptando las condiciones impuestas y las que quedan por imponer. En este campo es donde los gobernantes tratan de confundir a la población. No fue Al-Qaeda (Rajoy decía en 2004 tener la "convicción moral" (sic) de que había sido ETA), sino ETA. No es un rescate sino un triunfo de España. Es más, a él no lo ha presionado nadie sino que ha sido él quien ha presionado a los europeos para conseguir ese magnífico crédito.
Sin negar que el crédito a España y, de momento, es light en comparación con los de Grecia o Portugal, la pretensión de presentar el hecho como un triunfo en lugar de una claudicación es ridícula. Diga lo que diga Rajoy, al tener cerradas las puertas de los mercados, no había más salida para España que pedir ayuda y esta es obligada. Salir sacando pecho en estas circunstancias es bombástico y cuadra perfectamente con la imagen estereotipada de los españoles que reina en Europa: un pueblo de bravucones ignorantes muertos de hambre dándoselas de señores. Es decir, estamos haciendo un ridículo universal, como queda constancia mirando lo que dicen los periódicos extranjeros pero que conocen mejor la realidad española que La Razón o el ABC. Por ejemplo, el Economist califica las maquinaciones de Rajoy de slightly comical, es decir,ridículas en román paladino. Y The Guardian lo clava cuando dice que Rajoy está embarcado en una campaña orquestada para presentar el rescate como una victoria nacional. También el Financial Times se pasma por el intento de convertir una derrota en un triunfo pero, siendo yankies y haciéndolo todo más a la pata la llana, pone a España en el club de los perdedores, con Irlanda, Portugal y Grecia. Ahora ya saben los españoles lo que tienen delante de las narices.
Supongo que Rajoy no hará caso al parecer mayoritario de la red de que se quede en Polonia y volverá a España. Tiene pendiente  una comparecencia parlamentaria pedida por toda la oposición. Conociéndolo, no es seguro que acepte. Y, si lo hace, dirá, no lo que tiene delante de las narices, sino lo que se ha inventado para no dimitir. Exactamente lo contrario de lo que dice todo el mundo en el extranjero. Pero eso a Rajoy no le importa pues no sabe idiomas.

diumenge, 10 de juny del 2012

La rueda de prensa del polaco.

La derecha tiene un sentido pragmático de política. No le interesan las grandes cuestiones ni necesita aupar al poder a los más inteligentes, los más audaces o más preparados. Le basta con que lo ejerzan (nominalmente) los más caraduras, los más faltos de honradez y dignidad, los capaces de hacer una cosa, decir la contratia y mantenerla en público en contra de las evidencias más aplastantes. Los principios le importan una higa; los blande siempre pero los ignora cuando hay que aplicarlos. La verdad está muy bien pero, si hay que mentir a mansalva, se miente con el mayor aplomo. Se pasa relativamente mal un cuarto de hora pero, a cambio, se disfruta del poder largos años y, si uno al final queda como lo que es, un granuja que no habla más que para engañar en interés de los poderosos a los que verdaderamente representa, ya le encontrarán un huequecillo bien remunerado en el consejo de alguna empresa o un retiro dorado como asesor de un consorcio. Es cosa de aguantar unos años, mentir descaradamente, insultar al adversario y despreciar a la gente. Lo demás va como la seda. Que se lo digan a Aznar.
Presionado por la indignación pública, Rajoy no ha tenido más remedio que comparacer arrastrado por la opinión en una rueda de prensa que ha oscilado entre el habitual farfulleo, las simplezas sanchopancescas que lo caracterizan, las bravuconadas del matón del barrio y las payasadas que le brotan de su estólida retranca natural.
Si lo sucedido ayer es un rescate (como dice todo el mundo, conjunto de canallas alimentados con la leyenda negra) o un chollo que nos ha caído gracias a su sin par eficacia de gobernante, su saber hacer, su previsión, su coraje, sus ideas claras es una cuestión que de puro obvia no necesita dilucidación. Por eso, el polaco, ya con un pie en la escalera del avión, afirma desganado que no va a "entrar en debates nominalistas". Qué aburrimiento ¿verdad?
El chollo, la línea de crédito, el botín logrado por el genio de la negociación no es resultado de la intervención, no. La intervención vendrá de la mano de ese chollo, o sea del rescate. En otro momento, aseguraba que no había opción pues era "lo de ayer" o la intervención. Con lo que queda claro que este hombre no solo dice lo primero que le pasa por la cabeza si es suficientemente oscuro, ambiguo, engañoso, falaz y embustero sino que, además, muchas veces, no se le pasa nada por la cabeza, que está vacía, ayuna de ideas.
Nadie lo ha presionado, sostiene Rajoy a quien nadie, tampoco, pidió su parecer para nada a la hora de decidir la intervención de España ya que se la impusieron por vía telefónica en llamada a su ministro, ni siquiera a él con quien nadie cuenta en Europa. Al contrario, asegura el polaco -que entre tanto se queja de no poder ver a Nadal en lo que cree que es un comentario gracioso-, soy yo quien he presionado a los demás hasta conseguir este chollo fabuloso de 100.000 millones al 3% y con condiciones draconianas. Que se entere Europa de quién manda aquí fumándose un puro en Polonia. 
Bueno, pues este payaso es presidente del gobierno de España y en este momento se dispone a ver un partido de fútbol junto al heredero del trono de su país mientres los ciudadanos de este contemplan angustiados un futuro cada vez más sombrío cuya carácter vendrá anunciado mañana cuando se sepa cómo arranca la prima de crédito.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Ubú el polaco.


La indignación ha pasado de los perroflautas al conjunto de la sociedad. Y hasta la furia. ¿Cómo puede el presidente del gobierno no comparecer el día en que se admite oficialmente que España, el país que supuestamente gobierna, está intervenido? Comparecer solo o acompañado por si alguien pregunta algún dato concreto. Dar la cara ante la opinión; ofrecer alguna explicación. Decir: "señores, me equivoqué" o "señores, no me equivoqué pues ya lo había dicho" o "señores esto no hay quien lo entienda". Algo. Por el contrario, Rajoy se esconde, enmudece, se acobarda y, siguiendo inveterada costumbre, envía a un segundo a hacer lo que tendría que hacer él si tuviera agallas o ese "cuajo" del que presumía en el vestuario. Esa evidente cobardía es la que indigna a la gente a la que han aburrido con la cantinela del liderazgo, la firmeza, la decisión, la determinación, frente a un Zapatero errático, pusilánime, improvisador, zascandil. Pero el puisilánime dio la cara y el del liderazgo la escondió. De ahí la indignación.
¿Y la furia, incluso la rabia? Estas vienen del propósito del mismo escurridizo personaje de mantener su viaje a Polonia, a ver el fútbol. Alguno de sus asesores ha debido soplarle que lo mejor es hacer como si no pasara nada. O quizá se le haya ocurrido a él. ¿Qué sucede? Somos tan buenos que salimos al mercado y este corre a astillarnos 100.000 millones de euros porque España es un país serio. Así pues, no me molesten, que voy a hacer patria a Polonia pues, ¿quién ignora que el fútbol es la patria de los españoles como Dios manda?
Ya dijo él que no estábamos al borde del precipicio, que el país no necesitaba rescate. Lo repite el pobre Guindos (lo de pobre en el plano moral, claro) como el eco: no es un rescate; es un préstamo en condiciones muy ventajosas. Pero toda la prensa internacional lo llama "rescate" (bail out). Pues bien, en lugar de quedarse aquí a explicar a la ciudadanía cómo es que un bail out no es un rescate, Rajoy se va a hacer patria a gritos en Polonia. No es casualidad: Ubú, como se sabe, al que Rajoy se parece mucho, es Rey de Polonia.
Ubú: no iba a subir los impuestos, no iba a recortar la sanidad ni la educación, no iba a dedicar dinero público a la banca, no iba a tocar las pensiones, jamás subiría el IVA, no dejaría caer España ni iba a tolerar un rescate porque España es una gran nación.  Y él diría siempre la verdad a los españoles y llamaría al pan, pan y al vino, vino. Y la burla más insólita, hace 24 horas: quien quisiera saber algo, que le preguntara a él. Ubú.
Entiendo la furia, entiendo la rabia, la desesperación, la amargura de la impotencia. Todo eso forma parte de la cultura política de los españoles, acostumbrados a que la derecha en el gobierno diga una cosa, haga la contraria, no dé cuentas de sus actos y acuse a los adversarios de hacer lo que está ella haciendo.
Lo entiendo todo. Pero hay algo incontrovertible: cada país tiene los gobernantes que se merece.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 9 de juny del 2012

Lo humillante no es el rescate; lo humillante es la cobardía de Rajoy.

Palinuro se reafirma en sus entradas de los últimos días, especialmente en la de hoy por la mañana.
Cuando, en la noche del 10 de mayo de 2010, los europeos obligaron a Zapatero a desdecirse de sus ilusiones socialdemócratas y reformistas y a aceptar el recetario neoliberal, el de León compareció al día siguiente ante la opinión y dio cuentas de lo que había hecho. Por cierto para cosechar, entre otras impertinencias, algunos desprecios e insultos de Rajoy. Ahora que la situación es infinitamente más grave, el mismo prepotente que aseguraba que siempre daría la cara, diría la verdad a los españoles y llamaría al pan pan y al vino, vino, está escondido, oculto, fuera de cobertura, como lo que es: un conejo en su madriguera.
El que pasó la campaña electoral diciendo que el gobierno socialista no sabía salir de la crisis, que Zapatero no inspiraba confianza y que el problema era él mismo; el que decía tener la solución y aseguraba que no subiría los impuestos, no tocaría la sanidad, ni la educación y que no permitíría que nos intervinieran, ha subido lo impuestos, recortado salvajemente la sanidad y la educación y ha ido como un perro apaleado con el rabo entre piernas, a pedir un rescate a la Unión Europea pues, si España estaba mal hace seis meses, después de medio año de desgobierno de este puñado de ineptos, la situación es catastrófica.
¡Ah Pero que el pueblo no se entere de que es un rescate. En lugar de comparecer él mismo a farfullar las vaguedades y tonterías que habitualmente suelta, el cobarde de La Moncloa ha mandado a De Guindos mientras él prepara su viaje a Polonia a ver la Roja. Dicho sea de paso: si este miserable es capaz de no comparecer en estos momentos pero mañana va a ver el partido de fútbol, el oprobio y desprecio que suscitará no tendrán parangón. Aunque, para que esto opere, sería necesario que el menda tuviera algo de dignidad. Y no es el caso.
De Guindos, el genio de Lehman Brothers, ha comparecido a ver cómo podía dar la noticia del rescate mintiendo, convirtiéndola en otra cosa. Mientras toda la prensa extranjera habla de bail out, o sea, rescate, Guindo tiene la orden de hablar de "préstamo financiero". Es igual que lo que intentaron hacer cuando el 11-M: tratar de convencer a la gente de que no habían sido los islamistas, sino ETA, es decir, mentir a mansalva en contra de lo que la realidad mostraba a la vista y todos los medios internacionales decían. Mentir para salvarse, para seguir aferrados a los cargos, cobrando por hacer las cosas mal Ahora están en lo mismo: mintiendo con un morro kilométrico en mitad de la chirigota de la plaza.
Los españoles ¿nos merecemos un gobierno tan indigno? No es ya solamente que sus ministros considerados aisladamente, sean una vergüenza en cualquier país civilizado, que Báñez sea un beata; Mato una analfabeta; Wert un engreído petulante; Guindos un inepto; Montoro un charlatán; Cañete un necio;  Rajoy un farfollas ignorante, con el añadido de la provocadora Aguirre, el corrupto Camps, la embustera Cospedal, no. Se trata de que, en su conjunto, el PP y sus gobiernos han expoliado España, la han arruinado y ahora la han entregado a la arbitrariedad de los extranjeros y su único preocupación es cómo mentir a la gente para ocultar el desastre que han provocado, salvarse de la quema y, si es posible echar las culpas a los demás..
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

El rescate o el drama de España.

La imagen es un óleo de Theobald Chartran titulado Firma del protocolo de paz entre los Estados Unidos y España el 12 de agosto de 1898. Representa el momento en que el embajador de Francia en los EEUU, en representación de España, estampa su firma, bajo la atenta mirada de un dominante McKinley, en el protocolo del tratado que pondrá fin a la guerra hispano-norteamericana. Derrota y rendición prácticamente incondicional de España y pérdida de los restos del imperio en América y Asia. El cuadro se encuentra en la Sala de Tratados de la Casa Blanca, lugar de reunión frecuente de los gabinetes presidenciales hoy, y figura en lugar prominente.

Hoy es el día. Los oráculos del fondo de la selva de Teotoburgo imponen la claudicación de España, que ha de aceptar las condiciones del llamado rescate de la banca y que el FMI, en una muestra de servicial previsión, ha tenido la delicadeza de cifrar en 40.000 millones. No sé qué caso hará la germana del gentil toque parisien. Bruselas, como siempre, estará a verlas venir. Queda por saber qué dirán los auditores externos pero, en principio, la situación es clara: los plenipotenciarios tienen que firmar.
España solo manda ministros plenipotenciarios para administrar las derrotas, lo que parece un contrasentido, pero es el contrasentido que configura, al parecer, la amarga experiencia nacional de ser intervenidos. Unas veces por los alemanes, otras por los ingleses, otras, las más, por los franceses, la historia patria es una sucesión de intervenciones que han orientado los destinos nacionales mucho más de lo que lo hayan hecho las decisiones domésticas. Después de quedarse con Gibraltar, los ingleses ayudaron decisivamente a los españoles a librarse de los franceses. Es la gesta de Wellington en la llamada Peninsulan War, con muy escaso respeto a la emergente conciencia nacional española.
A su vez, los franceses estaban aquí porque en uno de los actos de cobardía más miserables que registra la historia, los dos Borbones, padre e hijo, Carlos IV y Fernando VII entregaron la corona a Napoleón, quien la puso en la cabeza de su hermano, convirtiendo España (y su imperio) en lo que podríamos llamar un fraternato. Ese Fernado VII, el Deseado, fue luego el ídolo de la derecha española que debía de ver en él un patriota.
Para qué seguir. El 98 (ut supra) provocó una sacudida tan fuerte de la citada conciencia nacional que hasta apareció un filósofo. Los filósofos surgen siempre de la perplejidad y esa perplejidad trajo la IIª República a la que puso violento fin una coalición de alemanes, italianos, moros y cristianos nativos de Santiago y cierra España.
Ignoro si en estas horas amargas Rajoy medita sobre su triste sino. Venía de salvador de la Patria y tiene que mandar plenipotenciarios a firmar las capitulaciones. La gran nación en la hora nefasta de la claudicación. Seguramente no es para tanto porque en nuestra época las guerras se libran en los parqués, en los despachos de mullidas alfombras en lo alto de rascacielos, en medio de formas corteses, compartiendo un aperitivo. Pero el zaherido orgullo nacional español lo toma por la tremenda. Resuenan los ecos de una larga historia de derrotas: la Invencible, Rocroi, Trafalgar y lo que vino después. Y Rajoy, con su huero patriotismo, así tiene que experimentarlo.
¿Podría pasarle por la cabeza alzar bandera por la resistencia, negarse al rescate, a la intervención extranjera? Podría. Numancia tiene su belleza, pero no es previsible su repetición. Oponerse a Europa, aislarse de Europa -vieja pulsión unamuniana- no es opción para la derecha y dudo de que lo sea para la izquierda. No, desde luego, para el PSOE y, con reservas, tampoco para la izquierda radical.
Así que llueve sobre muy mojado, sobre una historia de frustración permanente, de una nación que se ha hecho a fuerza de derrotas gracias a unas clases dominantes muy católicas, muy tradicionalistas, muy ineptas y nada patrióticas. Una nación que de vez en cuando es intervenida al albur de circunstancias que no controla. Por eso, todo consistirá en encontrar un nombre que disimule la cruda realidad de la subordinación a los dictados de otros, un nombre que engañe, como el de evangelización del Nuevo Mundo, por ejemplo, o el Movimiento Nacional, algo así como Refundación Financiera Española (ReFE), que daría para interesantes portadas de la prensa de derechas y dejaría a la gente tranquila, a tiempo para saborear cómo la Roja revalida su título. Es lo de los toros en 1898.

divendres, 8 de juny del 2012

El ruido y los millones.




Recordatorio.
 

Hoy, viernes Palinuro firma ejemplares de su libro El sueño de la verdad. Los conflictos en la sociedad abierta a las 18:00 en la caseta 259 de la editorial La Catarata.

Hay algo extraño, casi burlesco, en esa lonja de los rescates en que se ha convertido la política nacional e internacional en los últimos años, casi desde el comienzo de esta crisis que bien podría llamarse la "crisis de los miles de millones evanescentes" como corresponde a su naturaleza más de estafa. Los políticos, los empresarios, financieros, comunicadores en general, forman una turbamulta en la que se cruzan cantidades millonarias con los más diversos propósitos. Los miles de millones han pasado a ser la última razón significativa de la acción humana en todas sus facetas. Nadie habla de la organización social o la representación política o el sistema económico o el educativo, de Europa o de cualesquiera otros temas sino es en términos de miles de millones, de cuántos cuestan o cuántos producen. Los miles de millones aparecen y desaparecen de las portadas de los periódicos como duendes juguetones.
Siendo millones, son números, y los números son el lenguaje del concimiento exacto, de forma que cabría esperar que al cruzarse las cantidades tendríamos claras las opciones. Pero no es así sino al contrario. El baile de miles de millones solo sirve para confundir. En primer lugar porque sus cuantías los sitúan fuera de la capacidad de comprensión de los mortales. Como pasa con las distancias siderales. Cinco millones de años luz es una cantidad que se puede enunciar pero no visualizar. 100.000 millones de euros, tampoco. Y no vale decir que eso solo nos pasa a la gente del común, pero que los políticos y los financieros son otra cosa. No es cierto. Tampoco saben de lo que hablan y, en muchos casos, lo hacen literalmente al tuntún. Porque, exactamente ¿con qué criterios, según qué cálculos, se llega a estas cantidades que, además, suelen ser contradictorias y nada de fiar? Tómese el coste del hipotético rescate español (acabe siendo este lo que sea y con el nombre que menos ofenda al gobierno) del que hay tantas versiones como opinantes, sin olvidar que algunos de estos opinan cosas sucesivamente contrarias. Utilizo cantidades redondas porque el recurso a las centenas, decenas y unidades suele ser un truco para dar verosimilitud a lo que se dice. Bankia iba a necesitar unos 4.900 millones; luego se convirtieron en unos 24.000. Alguien quiso resumir el coste general, cifrándolo en 40.000. El FMI lo dejó en unos magros 37.000. Aparecieron unos alemanes -o quizá fuera Bruselas- hablando de una "inyección" (este curioso término de resonancias médico-curativas requiere más detallado análisis) de 80.000 millones al FROB. Pero a un dirigente (español) del PPE le parecieron pocos y habló de 100.000. Y eso que no sabía, como no sabía nadie, que aflorarían dos cajas más pidiendo otros 9.000 millones que, al parecer, no se habían contabilizado antes. Como pueden no haberse contabilizado oras veinte. Vaya usted a saber.
La crisis procede en gran medida de las operaciones especulativas y, en consecuencia, los discursos sobre ella son también especulaciones con cantidades que nadie visualiza, nadie sabe de dónde saldrán, porque tampoco sabe nadie con seguridad cómo se han calculado. Piénsese en otro baile, menos grandioso, más barrio o país: el de las primas, pluses, sueldos o pensiones que pillan los altos directivos de cajas de ahorros más o menos quebradas: catorce millones se lleva este, ocho el otro, cuatro este otro, uno doscientos, Rato. ¿Cómo se calculan estas retribuciones estratosféricas por actividades que, de momento, dan la impresión de haberse limitado a estar en un consejo o presidirlo haciendo pajaritas de papel? No parece que haya otro criterio sino que se calculan según la capacidad de cada beneficiario en salirse con la suya. En el fondo, de la fuerza.
Por todo esto Montoro, poco dado a la fatiga mental, ha decidido no hablar de números y, cuando se le pregunta, contesta que "no será una cantidad excesiva". De Guindos tambien prefiere evitar un patinazo cuantitativo. Así que, en mitad de la confusión en que cada cual lanza la cantidad que le place, Rajoy decidió zanjar el guirigay con coraje diciendo que quien quiera saber si habrá o no rescate y a cuánto ascenderá el rescate/no rescate, que le pregunte a él. Sería tranquilizador de no ser porque tiene a gala no comparecer en ruedas de prensa y, si lo hace, no admitir preguntas o no contestarlas; de no ser porque ni él mismo da crédito a su palabra, tras haber admitido que hará lo contrario de lo que dijo "si cree que debe hacerlo", es decir, si le viene bien; de no ser, por último, porque aplaza todo pronunciamiento al dictamen de los auditores extranjeros que en este momento están examinando el sistema financiero español.
No es un modo de clarificar las cosas. Para mayor desgracia, tampoco es cierto que el gobierno vaya a tomar medidas según el citado dictamen porque este no le está destinado. El dictamen irá a las autoridades europeas, a Alemania en particular, que serán quienes digan cuál es el margen del gobierno español. Un país que no puede tomar decisiones porque desconoce las magnitudes básicas de la situación económica y ha de esperar a instrucciones de fuera no es soberano y está intervenido de hecho, quiera o no reconocerse.
A título de consolación queda al país todavía la posibilidad de adoptar medidas hacia dentro y también aquí hay un ruido fenomenal con otro baile de miles de millones carentes de significado, cuantificaciones arbitrarias de medidas restrictivas que muchas veces se toman más por razones ideológicas que económicas y que están amparadas en la voluntad (que se cree justa y oportuna) de ahorrar cuanto se pueda y al coste de lo que sea. El último ejemplo es la propuesta de Aguirre de reducir los diputados de la asamblea madrileña a la mitad. Ya se ha cuantificado el ahorro: 50 millones de euros. Es un cálculo absurdo porque no toma en cuenta los costes colaterales de la reducción; pero da igual porque su finalidad es política. El ejemplo se extiende como la pólvora pues empareja con un sentir popular muy contrario a las autoridades. Pero conviene saber en qué lugar está la dimensión óptima de las instituciones y del sector público en general. Una opción ahorrativa máxima (y muy bien venida por algunos, es de suponer) es eliminar el parlamento por entero que, en realidad, sobra porque basta con un caudillo. Es lo más barato. Luego resulta que no, que es lo más caro cuando se meten otras consideraciones en juego como la dignidad de las personas.
El último baile de millones es precisamente el que propicia la extensión de la corrupción en España. Los millones de la Gürtel, por ejemplo, millones que parecen haberse escamoteado a la sombra, incluso, del Santo Padre, con lo que serán, cuando menos, millones santos. Y si las autoridades mientes en los millones, excusado es decir los delincuentes, con los cuales a veces aquellas se alían, si es que no son los mismos.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 7 de juny del 2012

El rescate no-rescate.

En la reciente y apresurada reunión del G-7, el tema monográfico ha sido España, la situación española. Pensando que el país está en buenas manos, la bolsa ha subido y la prima de riesgo ha bajado. Sin embargo, la palabra más oída en las conversaciones y declaraciones era "orgullo", el orgullo español. España tendría que pedir el rescate en las condiciones griegas, pero su orgullo se lo impide. A veces la historia funciona a base de prejuicios de este tipo. El de los españoles orgullosos no resiste medio soplido, pero funciona. El criterio dominante ha sido poceder al rescate de España sin que parezca un rescate para que los quisquillosos españoles no se enfurezcan. ¿El procedimiento? Astillar 80.000 millones de euros no al Estado, pues el gobierno no quiere, ni a los bancos pues no se puede, sino al FROB, un ente intermedio y ambiguo que sirve para este tipo de combinaciones.
Es un rescate, blando o suave, pero rescate, y España está suave o blandamente intervenida. Las condiciones del interventor se impondrán a los bancos y ya los bancos las repercutirán después sobre la clientela. El gobierno pinta poco aquí, salvo cuidar de que no haya mucho tumulto en las calles. Es decir, queda para la gobernación interna, con Rajoy como gobernador de la península intervenida, pues también lo está Portugal. 
Esta del interior es la parte en la que los españoles lucen ese exotismo suyo tan peculiar de sus viejas tradiciones que maravilla en el exterior. La ministra de Trabajo, Fátima Báñez, al pedir la intercesión de la Virgen del Rocío para acabar con la crisis, es la mejor imagen que el país puede dar a esa Europa descreída y materialista a la que tenemos tanto que enseñar. Y con el ejemplo, como el que va a dar en el Corpus Cospedal, la adelantada de la Cristiandad.
Mientras tanto, Aguirre reduce un 3,3% el sueldo de los funcionarios porque de algún modo hay que hacer frente al agujero de Bankia, en donde su personal lleva años haciendo lo que le parece
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Una historia de dos Cotarelos.

Antes de nada aprovecho para comunicar a l@s amig@s que mañana, viernes, 8 de junio, a las 18:00 Palinuro estará en la feria del libro, en la caseta 259 de La Catarata, firmando el suyo, El sueño de la verdad. Estaremos encantados de veros allí.

Vamos a la historia. Sucede que hace unos días me llamó una señora muy amable de la Real Academia Galega, pidiéndome un retrato de mi abuelo Armando, porque la docta institución va a publicar un libro con semblanzas y textos de los autores a quienes se haya dedicado algún año el Día das letras galegas. A mi abuelo le dedicaron el de 1984 y, con tal motivo, se publicó entonces profusamente la foto en la que aparece más arriba cubierto con un canotier, un sombrero muy de moda a fines del siglo XIX y primeros del XX, de importación francesa, aunque este me parece de fabricación nacional. Yo tenía una mejor y esa es la que he enviado. Reproduzco, sin embargo, esta otra por una grata razón sobrevenida.
Ello fue que, al abrir hace unas horas FB me encontré en el muro de Alicia Cora un retrato de Palinuro, un carboncillo, me parece, hecho por su hija Itziar. Fue una sorpresa la de toparse con uno mismo como en un espejo, ante una imagen fabricada por otros ojos. Unos ojos que lo ven todo y te lo devuelven para que sepas cómo eres. Muchísimas gracias, Itziar. Es un honor. La autora es una  notable artista a la que Palinuro dedicó una entrada a fines del año pasado, titulada Talento natural. Bueno, el título no era mío. Lo había copiado del blog de la propia Itziar que se llama así, Talento natural y trae una abundante muestra de su obra.
Palinuro. Perdóname que interrumpa, Cotarelo, pero ya veo a dónde quieres llegar, a decir que hay un hilo de continuidad entre tu abuelo y tú a través del sombrero. No está mal. Al fin y al cabo, el sombrero es una prenda esencial en la historia de la humanidad. Desde los primeros tiempos hasta hoy, los hombres han mostrado una irreprimible tendencia a ponerse algo sobre la cabeza. Y le han echado mucha imaginación. De los complejos tocados de los faraones a los cascos de los vikingos, la kipá de los judíos, las chisteras, los bombines, los penachos, los bicornios, los tricornios, las mitras, los birretes, las coronas, los cascabeles de los bufones, los capirotes, las capuchas. Incluso en una época tan hostil al sombrero como la nuestra hay profesiones, empleos, cargos, que los llevan y, en la moda de la población civil, siguen viéndose algunos sobre todo pajillas, de ala corta estilo gangster o pamperos de diversas formas. Pero el tuyo no es ninguno de esos. Conozco tu secreto: es un tejano con las alas planchadas para darle un aspecto mormón.
Cotarelo. Hay más continuidades, pero esas pertenecen ya al ámbito de la intimidad familiar.

dimecres, 6 de juny del 2012

La gran estafa

El escándalo de Bankia es tan grande, tan ruidoso, tan indignante, que no se puede disimular por más que el gobierno del PP, principal responsable del desaguisado, esté haciendo lo que pueda por ocultar los hechos, impedir las comparecencias, encubrir a los culpables y por más trabas e impedimentos que se pongan a las peticiones de investigación y los deseos de aclarar las cosas.
Han tocado los dineros a la gente, a decenas, a centenares de miles de personas y, poco a poco, la reacción social, sorda al principio, pero evidente, empieza a hacerse sentir y amenaza con llevarse por delante no solo a los muchos políticos del PP que llevan años robando en las cajas, sino al partido en su conjunto. En menos de 24 horas una iniciativa popular de crowdfunding ha reunido los fondos necesarios para querellarse contra Rodrigo Rato. Y esto no es más que el inicio de una marea social que seguirá y seguirá hasta procesar a los responsables de esta estafa que llaman crisis y a los políticos cómplices que la han propiciado.
Una idea del temor que este movimiento suscita la da que, a su vez, también en menos de 24 horas, la Fiscalía haya abierto una investigación por presuntos delitos en la constitución de Bankia. ¡Qué raro! La misma Fiscalía que llevaba dos semanas sin apreciar irregularidad alguna, de pronto siente la llamada del deber, percibe la indignación ciudadana y se pone en marcha. Repito: ¡qué raro! Qué raro que un Fiscal General nombrado por el PP abra una investigación cuyo resultado, si no está falseado, será demoledor para ese mismo PP. Qué raro. ¿No será que se pretende desactivar la bomba de la indignación social y las medidas ciudadanas contra los responsables de este gigantesco desfalco? ¿No se tratará de engañar una vez más a la ciudadanía para seguir robándola? Esperemos que no, no porque el PP y su Fiscal no lo pretendan sino porque las cosas han llegado a un punto en que ya no caben más encubrimientos. Ahora recurrirán a las dilaciones.
Pero tampoco servirá de mucho. El caso Bankia será el sepulturero del PP porque no es otra cosa que el último intento de ocultar que los políticos del PP llevan años mangoneando presuntamente las cajas de Madrid y Valencia, así como otras menores, como la de Ávila, la de Segovia, etc, colocando en ellas a sus enchufados, asignándose salarios estratosféricos, esquilmándolas, financiando ilegalmente su partido, comprando y sobornando; pillando cacho, vamos, como corresponde a los truhanes Es decir, llevan años presuntamente valiéndose de los dineros ajenos para chanchullos y delitos hasta que, por fin, han arruinado el invento porque, además de presuntos ladrones, son unos probados incompetentes.
Sí, la querella popular debe seguir y la sospechosa investigación de la Fiscalía también. Pero todo ello sonará ridículo cuando los censores foráneos que están calibrando el sistema bancario español emitan su informe en el que seguramente se denunciará que las cajas han sido saqueadas por una mezcla de políticos venales del PP, empresarios corruptos del PP y delincuentes allegados al PP y que la corrupción tiene enterradas hasta el cuello a las autoridades autonómicas del PP en Madrid y Valencia, entre otras.

Como Dios manda.

Al hoyo. Manda al hoyo. Como era de esperar. Ni Dios ni Satanás pueden salvar un país mal gobernado, incluso aviesamente gobernado. Pues ¿no querían llegar al poder incluso al coste del hundimiento de España que ya la levantarían ellos? Incidentalmente, apenas se ha valorado este bochornoso episodio de Montoro. Nadie parece ser consciente del fondo de vileza y estupidez que encierra, al lado del cual la traición es una nimiedad. ¿Qué dios ni qué diablo van a ayudar a estos gestores ahítos de títulos -académicos y nobiliarios- pero ayunos de fibra moral, de patriotismo y de lo que más presume su jefe, de sentido común? Se veía venir. Palinuro, que gusta de la ironía y la elegancia de las figuras de la commedia dell'arte, de las travesuras y el ingenio de un arlecchino, trae a colación una entrada suya de hace seis días, titulada El inevitable hundimiento de España.
Pero, en lugar de leer a Palinuro, el gobierno, que había tomado un montón de medidas drásticas pensando resolver el problema a su cuartelario modo y solo lo había agravado, andaba dando grandes voces por los páramos de España. "No necesitaremos rescate", soplaba Montoro camino de Bruselas. "No estamos al borde del precipio", resonaba Rajoy recién vuelto del Canadá. "No consideramos una intervención", remachaba de Guindos mientras saltaba de Milán a Berlín. "España saldrá de esta por sus propias fuerzas", sentenciaba Cospedal, tan conocedora de la situación como los otros.
Todas esas firmes determinaciones de la voluntad bellamente nietzscheana hubieran sido verosímiles de no reventar la última (por ahora) pústula de esta gangrena nacional que ha sido la burbuja del ladrillo, Bankia. Porque ¿qué es Bankia? La muestra palpable del robo, el expolio, el modo neoliberal de entender la política, de poner con todo descaro lo público al servicio de intereses privados, incluso delictivos. El ejemplo de dos potentes cajas entregadas incondicionalmente al oscuro mundo de un partido que mezcla la política con los negocios y las tramas de corrupción hasta llegar al expolio y la ruina del sistema financiero del que era responsable.
Ahora se entiende bien la trayectoria que ha llevado a esta situación en la que el gobierno se ve obligado a pedir el rescate que negaba hace veinticuatro horas y, de hecho, a abdicar nuestra soberanía y ponerse en manos de la banca europea. Es una historia breve y tremenda: la primera crisis financiera internacional en 2008 no afectaba directamente a España (por eso Zapatero, en la inopia, salió a defender la solidez de la banca nacional) pero sí destapó una crisis interna mucho más devastadora, la burbuja inmobiliaria insensatamente puesta en marcha con la liberalización del suelo impuesta por Aznar en 1998. A su vez esta bestial crisis autóctona, que tumbó el gobierno Zapatero y justificó la (errónea) medicina de caballo de la derecha triunfante, destapó otra mucho peor, la de Bankia, que ha puesto al gobierno en estado catatónico porque es exclusivamente responsabilidad del PP.
Ahora, las autoridades harán lo único que se les ocurre en estos casos: mentir; como lo hicieron con el 11-M (el presidente de hoy es el de la "convicción moral" de ayer), como habían hecho con el Prestige, el Yak-42 o las armas de destrucción masiva. Mentiras y más mentiras.
Las circunstancias han apartado a Rajoy del mando y tienen al gobierno, como se dice, en expectativa de destino, por si aun le permiten administrar los retales de Estado que dejen los nuevos bárbaros del Oiro, forma en que los alemanes pronuncian "euro". Tras haber gobernado como Dios manda ahora resulta que Dios manda que Rajoy no gobierne. Los designios del Señor, ya se sabe, son inescrutables.
Por eso mismo, se van extendiendo formas de acción colectiva espóntaneas de la ciudadanía. Son la esperanza del futuro porque de los partidos institucionales cabe esperar poco. La última iniciativa en Twitter, apoyada de inmediato por la red, el 15-M, DRY, etc de financiar colectivamente la presentación de una querella popular contra Rato a través del hashtag #crowfundingRato, dentro de la cuenta @goteo.org, suscita verdadero entusiasmo popular porque se ve como una vía práctica de avanzar hacia un procesamiento formal de la clase política y financiera. Tanto que el sitio está colapsado y no hay modo de entrar a hacer la aportación. De todas formas, es seguro que ya han alcanzado su meta. Es el momento de seguir con las aportaciones para sufragar otros procesamientos u otros gastos como serán las probables multas arbitrarias del gobierno. Hay que procesar a los gobernantes, llamar a capítulo a Aznar, a Zapatero, a Rajoy y que cada cual peche con lo suyo.
La nación, dice Burke, es un pacto o compromiso entre los que han sido, los que son y los que serán. En nombre de los que serán, los que son y han sido deben rendir cuentas de sus actos y afrontar su responsabilidad.
(La imagen -no la leyenda, claro- es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 5 de juny del 2012

Este hombre, ¿sabe lo que hace?

No. Pasó los últimos cuatro años atacando sin descanso al gobierno anterior, sin dejarlo respirar, con razón o sin ella (principalmente, sin ella), negándose a todo acuerdo y colaboración, saboteando las medidas en favor de España, insultando a los gobernantes, difamándolos, mintiendo de forma sistemática, encubriendo las fechorías de sus allegados, incluso las judiciales. Y, claro, no le dio tiempo a estudiar la situación real del país cuyo gobierno exigía tan intemperante como despreciativamente, a leerse los papeles (los pergeñaba tan mal que ni su letra entendía), a asesorarse debidamente sobra las circunstancia económicas. Lo suyo era llegar al poder como fuera, sobre el cadáver de su adversario, para hacer las dos cosas que está haciendo: revertir todas las reformas progresistas de Zapatero, de ampliación de derechos, de apoyo a los más débiles, etc y hacer pagar la crisis a los que la sufren directamente, congraciándose con los que la provocaron y amnistiándoles sus fechorías.
Lo que sucede es que ese programa de la derecha más cerril y oscurantista podía aplicarse en el interior de este sufrido país, desvertebrado y descorazonado, pero no fuera, no frente a los demás países ni los socios europeos. Estos pueden ser tan derechas como Rajoy pero, en el fondo, les importa un rábano si el español prohíbe el aborto, privilegia a los curas, condecora a los militares colonialistas, mete la religión en toda la enseñanza, deja sin educación a la gente o la priva de la sanidad. Para ellos lo único que cuenta es si España es capaz de salir adelante en la compleja situación en que se encuentra y si podrá reponerse de la política de expolio y saqueo de los bienes y caudales públicos que el PP, el partido de Rajoy, lleva años practicando, unas veces "legalmente", a través de las privatizaciones a lo Aguirre y otras ilegalmente mediante recurso a los chorizos de la Gürtel. Es decir lo que los socios europeos quieren saber es hasta dónde domina la situación el jefe de la banda que, desde Madrid y Valencia (las dos Comunidades Autónomas ejemplares) ha hundido España y si será capaz de hacer frente a sus compromisos.
La respuesta vuelve a ser "no". El presidente del gobierno no controla a sus ministros que todos los días se contradicen unos a otros y a sí mismos un par de veces, se hacen zancadillas y jugarretas de mala follá, mientras el país sigue hundiéndose. La información de la que dispone y usa para sus extraños farfulleos internacionales a los que nadie presta ya atenciónes falsa, está sesgada y es incompleta. Todo el mundo sabe que las cifras que da no se conforman a la realidad y esta lo desmiente de inmediato. Es decir, el hombre no sabe lo que hace, no tiene ni idea de la situación y aun así pretende, dice, insuflar optimismo y que los socios europeos confíen en él cuando en él no confía ya ni él mismo.
Desde el momento en que las cuentas públicas del Reino y las privadas de los bancos están siendo auditadas por unos censores extranjeros impuestos por otros entes y países, España está intervenida. Lo llamarán como quieran y querrán que se hable de otra cosa (la derecha es habil en levantar cortinas de humo; que se lo pregunten a la siempre gárrula y hoy muda Aguirre), pero el hecho desnudo es que Rajoy solo gobierna de boquilla y para prohibir la actividad democrática y de transparencia del parlamento, mientras que las decisiones que importan a España se toman en otro lado, sin consultar con el presidente, cuya palabra, como todo el mundo reconoce, incluido él, no vale nada.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La arbitrariedad del poder o de qué sirven las mayorías absolutas.

Se ha escrito copiosamente acerca de los reiterados incumplimientos, las muchas promesas rotas y las frecuentes mentiras del PP en general y Rajoy en particular antes, durante y después de las últimas elecciones generales que la derecha ha ganado no por muchos votos pero sí con muchos escaños. La mayoría absoluta holgada, lo que permite a aquellos gobernar sin tener el cuenta el Parlamento en el que disponen no de un simple rodillo sino de una apisonadora que imposibilita todo escrutinio parlamentario y, por ende, toda información de la opinión pública.
Pero se ha escrito mucho menos sobre la forma efectiva, concreta, en que se manifiesta ese gobierno al margen del Parlamento. Se ha advertido, sí, la inclinación del gobierno por la vía del decreto-ley, cuya convalidación tiene garantizada, la escasa actividad parlamentaria de Rajoy. Pero apenas se han señalado aquellos aspectos en que este talante autoritario se manifiesta y, sin embargo, son muy llamativos. Por ejemplo, la tendencia a decisiones que son legales (en la medida en que se amparan en normas recién dictadas ad hoc) pero resultan inmorales y contribuyen a difuminar los límites entre política y delincuencia. Por ejemplo, la amnistía fiscal a los grandes defraudadores. Se quiere justificar hablando de que traerá dinero a España, pero esa no es una justificación moral sino inmoral, aunque sea beneficiosa. También lo es el producto de los robos de las bandas organizadas.
En otra muestra de comportamiento inmoral, el PP rehabilita de hecho a Mario Conde, condenado a veinte años por el Tribunal Supremo. Nadie niega la capacidad de los seres humanos de cambiar, de enderezar sus caminos y, por tanto, no queda descartado que ese abrazo de Feijóo con Conde y ese agasajo que se le hizo en una reunión de prebostes del PP estará en relación con algún merecimiento a que se haya hecho acreedor el antiguo jefe de Banesto después de haber pagado su deuda con la sociedad. No es el caso. Conde no ha descollado por actividad alguna que lo haga acreedor de ningún homenaje, salvo que se consideren especialmente meritorias las apariciones en las tertulias de Intereconomía. No hay sino concluir que los abrazos del PP a Conde lo son al pasado delictivo de Conde con una referencia especial, que parece pensada por un genio del sarcasmo, a su capacidad para abrir nuevas vías y establecer ejemplos.
El poder con mayoría absoluta se permite no ya censurar las explicaciones e investigaciones en asuntos de interés público sino acallarlas e impedirlas sin más. El confuso asunto de Bankia está pidiendo una investigación a fondo, pero el gobierno se opone a ella haciendo saber por boca de sus voceros que investigar no servirá de nada y que, incluso, puede ser peor el remedio que la enfermedad. No quiere que se sepa lo que el PP ha hecho en las cajas.
Y así como se impiden las explicaciones, se bloquean las comparecencias parlamentarias. Rato no irá al Congreso; MAFO, tampoco y tampoco Dívar. De este modo es imposible conocer las causas de fenómenos que, sin embargo, tienen un fuerte impacto económico (los famosos -e inexistentes- 24.000 millones de euros) o moral (el desprestigio de la Justicia a raíz de las veintiuna noches del juez Dívar) y van indignando progresivamente a la ciudadanía. Cosa que, al parecer, da igual a a quien gobierna por ukase. Es bien cierto que el 95 por ciento de los españoles quiere que se investigue Bankia. Pero el gobierno gobierna para el cinco por ciento restante.
No siendo cuestión de dejar flancos abiertos al ataque, el gobierno de mayoría absoluta se asegura un presidente de RTVE dócil a sus intereses, imponiendo unilateralmente un nombre, lo cual es un paso atrás respecto al método de consenso que inauguraron los infelices de los socialistas. Es, por tanto, una inmoralidad. Y no es una ilegalidad porque el PP cambió la ley con anterioridad. Es decir, en el fondo, sí es una ilegalidad.
Tampoco piensa el gobierno estar sometido a una necesaria neutralidad a la hora de escribir los discursos al Rey. Así, el monarca ha ido a Brasil, al frente de una cuadrilla de empresarios, a recitar frente a Dilma Rouseff la defensa de la política económica del PP y a augurar que tendrá éxito prontamente.
La mayoría absoluta permite al gobierno gobernar no por o para sino contra el pueblo. La excusa es el estado de emergencia en que nos encontramos, propiciado en buena medida por él mismo antes en la oposición y ahora en el gobierno.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).




dilluns, 4 de juny del 2012

El secreto todo lo emponzoña.

Nos enteramos ahora gracias a El País de que el gobierno de Rodríguez Zapatero acordó en secreto que toda la información del ministerio de Asuntos Exteriores (hasta los estadillos de intendencia) sea secreta, tratada como materia reservada. Es algo insólito; el secreto del secreto. La decisión se tomó a raíz de las revelaciones de WikiLeaks. Al parecer cundió la histeria, lo cual es sorprendente. En aquel momento, con los medios soltando trapo sobre las vergüenzas del servicio exterior español, los gobernantes trataron las revelaciones con displicencia, asegurando que no contenían nada relevante. Pero luego, en el consejo de ministros, tomaron sus drásticas medidas: todo secreto. Ni se les ocurría que, cuanto más secretos haya, habrá más WikiLeaks.Y menos aun que la existencia de secretos de los gobernantes frente a los gobernados es fuente de arbitrariedad y tiranía.
El secreto es la pauta del gobierno actual. Lo vivido hasta la fecha sobre Bankia proviene del secreto y nada en el secreto. Tiene que haber un secreto para explicar que Rato se despida con una carta que muestra una Bankia a punto de comerse el mundo y veinticuatro horas después el mundo esté a punto de comerse Bankia. La misteriosa nacionalización de una entidad que ha pasado de necesitar 4.500 millones de € a precisar 23.000, ha enfrentado a Rato con Rajoy. Será la guerra de las Erres, detrás de la que quizá aceche una vieja rencilla de la lucha por el poder, el que Rato no consiguió y a Rajoy le cayó del cielo. La guerra, si llega a haberla, la ganará alguno de los dos pero será también de forma secreta.
El gobierno se opone a toda investigación sobre Bankia. No quiere comisiones de investigación y torpedea cuanto puede las comparecencias. Si tan enfadado está Rato con Rajoy, que se sume a la petición de la comisión de investigación. Pero esto es impensable; él tampoco quiere indagación alguna. Nadie entre quienes tienen o han tenido que ver con Caja Madrid y Bankia quiere investigar nada, esto es, el gobierno central y alguno autonómico. "No investigar" es la consigna y los populares la siguen a rajatabla, aunque carezcan de razones pues la esgrimida por Celia Villalobos de que investigar Bankia no arregla el problema no puede considerarse razón. Porque lo que es por números, lo llevan claro los del secreto: el 95 por ciento de la ciudadanía a favor de que se investigue lo sucedido con Bankia. Como es lógico. La ciudadanía demanda publicidad y transparencia, como cada cual en su casa.
En cambio, el poder nunca quiere que se investigue nada, especialmente si lo concierne, incluso en sus posibles desmanes. Las semanas caribeñas de Carlos Dívar y la forma, primero despreciativa y luego zalamera, en que este las ha tratado han puesto el asunto en clara perspectiva de comparecencia parlamentaria del presidente del Tribunal Supremo. Pero el ministro de Justicia la veta de antemano con las más peregrinas excusas. Los fastos de Dívar deben ser secretos porque, razona el ministro, las insituciones precisan respeto. ¿No son los comportamientos irregulares los verdaderos responsables de la falta de respeto de algunas instituciones? ¿Qué puede atacar más el Tribunal Supremo, que su presidente tenga comportamientos poco éticos o que alguien pretenda dejarlos en claro por si hubiera responsabilidad? La respuesta es obvia y Gallardón muestra su ideología, la de un reaccionario empedernido con un bajo concepto del espíritu crítico de la población que rige.
Esa tendencia al secreto, pozo sin fondo del autoritarismo, caracteriza el enfoque de la crisis propia del PP, un enfoque anterior al mundo ciberpolítico que funciona a base de generalizar y compartir la información. Y no deja de tener gracia que sea precisamente el gobierno más dado a valerse del decreto-ley, a considerarlo todo secreto y a coartar la información el que tenga entre manos un proyecto de Ley de Transparencia. La inconsistencia es un rasgo característico de los españoles.
Por lo demás, la foto de El País, del sexagésimo aniversario del reinado de Isabel II daría para una semana de comentarios. ¡Cuánto simbolismo! Por falta de tiempo comentaré solamente que el príncie Carlos está ya en posición de salida de la foto.

diumenge, 3 de juny del 2012

Soliloquio del vencedor.

Gane usted elecciones para esto. Pásese usted cuatro años a cara de perro, diciendo a todo que no con gesto avinagrado, insultando al adversario, pisoteándole las iniciativas, saboteándolo y hasta traicionando el país (con lo que eso duele en el corazón de todo patriota) para que luego no le dejen a usted hacer lo que quiera. Pero nada de nada. En principio, si fuera no hacer nada, no me es enteramente desconocido ni desagradable. Pero ¡qué va!; es hacer lo contrario de lo que prometiste. Y eso es muy desagradable porque la gente te lo echa en cara continuamente. Lo cual es absurdo: parece olvidarse que en las elecciones se dice cualquier cosa, aunque sea contraria a la anterior, si así se ganan votos. Luego, ¿qué más dará que se cumpla lo prometido o lo contrario? Las elecciones son un juego de azar. Podía haber salido yo o Rubalcaba. Y, antes, a punto estuvo la cosa de que el frente neoliberal, con Esperanza a la cabeza, me descabalgara de la candidatura. Es igual. El asunto es más duro de lo que parece: haces lo contrario de lo que dijiste por orden del (en este caso, de la) que manda en la Unión y, a continuación te dicen que no mereces crédito por hacer lo contrario de lo que prometiste. Entras pidiendo que el Banco Central Europeo (BCE) vaya en rescate de la banca española y Merkel te dice que no. Pasas a decir que, en realidad España no necesita rescate bancario y aparece Merkel en el telediario de la tarde diciendo que España debe acogerse al fondo de rescate. Así no se puede vivir. Yo tranquilizo lo que puedo a mis conciudadanos pero estos están percatándose de que tengo tanta idea de lo que sucede como ellos.Y así no vamos a ningún sitio. El principio de autoridad debe mantenerse. La policía está para algo. El orden público ante todo. Esa pasta gansa que se llevan los consejeros y directivos de cajas como premio por haberlas hundido tiene al personal encendido. ¡14 millones de euros quería levantarse un pájaro! Además no puedo perder el tiempo con cuestiones interiores cuando el exterior está plagado de bestias y monstruos dispuestos a acabar con España. Tiene razón mi paisano Rouco, hay que reevangelizar esta tierra. Pero ¿por qué me toca a mí? Hay lucha para rato. Hoy he leído un artículo en el que se afirma que usamos la crisis como pretexto para imponer nuestras convicciones religiosas, ultramontanas, ideológicas, machistas, misóginas, clasistas, Pues es posible pero cualquiera dice a los beatos en mi gobierno que hay que abrir un poco la mano en estas cosas de la religión. Se ponen frenéticos. Da apuro que un país lo gobierne el frenesí. Por eso es mejor que lo hagan los alemanes, que entienden más.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La era Zapatero.

Pues señor, que acabamos de compilar un libro César Colino y yo sobre la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, al que hemos titulado con cierto sentido de la oportunidad España en crisis y subtitulado por afán academicista Balance de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, editado por Tirant Lo Blanch. Es un volumen con dieciocho capítulos en los que se pretende dar cuenta de los casi cuatro años del último gobierno de Zapatero. Está muy bien, es muy informativo (hay abundancia de cuadros, tablas, gráficos) y llega a la última. Los han escrito politólogos, sociólogos, economistas, juristas y teóricos de la comunicación. Y versan sobre el completo de la actividad del conjunto del sistema político: las elecciones (incluidas las últimas del 20-N), los partidos, la forma de gobernar y el liderazgo, la actividad parlamentaria, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, las Comunidades Autónomas, la crisis en un análisis económico y otro comunicacional, los medios de comunicación, las relaciones entre la iglesia y el Estado, el Estado del bienestar, el movimiento del 15-M, la corrupción, el terrorismo y la política exterior en Europa y América Latina. No creo que nos hayamos dejado nada importante y sobre todo se aporta información interesante. Los capítulos no son idénticos (porque el libro no es un mero informe sino un análisis crítico y documentado) y tienen estilos muy diferentes como corresponde a la idiosincrasia de los distintos autores pero, en general, muestran alto nivel, lo que no quiere decir que sean aburridos; al contrario suelen ser de lectura amena y sé lo que me digo porque he tenido que leerlos tres veces.
El libro está uniformado en el tratamiento de las citas bibliográficas de forma que hay una única bibliografía general al final para que no sea necesario andar buscando a uno u otro autor. Cuenta también con sendos índices de cuadros y gráficos. En fin, hemos hecho lo que hemos podido  por evitar las inevitables erratas y creemos que nos ha quedado una obra bastante limpia. Está a punto de llegar a las librerías y, como aparece en la colección Tirant Humanidades llegará a una cantidad mayor de ellas que otras publicaciones de la casa.
Mi aportación, aparte de la compilatoria (que tiene sus dificultades pues los autores no suelen ser disciplinados) y la de corrector y recorrector y requeterrecorrector de pruebas y editor (en el confuso sentido anglosajón) ha consistido en la mitad de la introducción en la que César y yo hacemos un balance de la primera legislatura de ZP, un prebalance del balance por aquello siempre tan socorrido del contexto si bien aqui poco contexto pudo darse. Entre la primera y la segunda legislatura de Zapatero no hubo parecido alguno ni se dio ninguna continuidad. La primera fue la de los verdes campos del Edén y la segunda las Zahúrdas de Plutón o una temporada en el infierno. También soy responsable de un capítulo sobre la expansión de la ciberpolítica en la citada segunda legislatura. Los políticos dicen ser todos partidarios de la política 2.0 aunque muchos no sepan qué es. Los acontecimientos del 15-M y WikiLeaks son fenómenos ciberpolíticos, igual que lo es el conflicto sobre piratería en la red o descargas ilegales que tiñó la parte de la segunda legislatura que no se comió la crisis.
En fin, esperamos hacer una presentación a fin de mes. Ya avisaré por si alguien quiere acercarse.

dissabte, 2 de juny del 2012

¡Viva la delincuencia!


A los seis meses de su victoria electoral, Rajoy ha hecho todo lo que dijo que no haría y dejado de hacer lo que aseguró que haría. Lo eligieron para una cosa e hizo la contraria. Su triunfo electoral fue un fraude y, si España fuera un país democrático con solera, la presión ya sería insoportable para que se convocaran elecciones anticipadas a la vista del engaño perpetrado por los que ganaron las anteriores. No hay cuidado, sin embargo, porque ni España tiene solera democrática ni quienes detentan el poder la mínima intención de hacer nada que lo ponga en riesgo. Al contrario, sostienen que su holgada mayoría absoluta es prueba de la confianza de la gente en sus capacidades que les autoriza a hacer lo que les venga en gana y hasta donde les venga en gana.
En esta estafa generalizada a la ciudadanía que es el triunfo electoral del PP destacan con especial relieve dos medidas nunca jamás anunciadas y tomadas en funciòn de su conveniencia económica pero de efectos políticos desastrosos y fundamento moral inexistente que tienen que provocar la indignación general: una, ya adoptada, una amnistía a los defraudadores de Hacienda que, a partir de ahora, podrán lavar sus capitales delictivamente allegados pagando una mordida simbólica del 10%. La otra, en fase de estudio muy avanzado, una modificación de la legislación vigente que cristalizará en otra amnistía a todas las edificaciones ilegales de las que España está literalmente erizada a partir de los felices tiempos de la liberalización aznarina del suelo gracias a la cual proliferaron los especuladores que produjeron la desastrosa burbuja inmobiliaria y, de paso, destrozaron casi todas las playas. Las dos medidas son un evidente castigo a la población que acata la ley y cumple sus obligaciones con el fisco y un premio a los defraudadores, estafadores y delincuentes de toda laya en los que los gobernantes, probablemente, reconocen a sus pares.
¿Se entiende por qué los neoliberales insisten tanto en la necesidad de "desregular" y de evitar lo que llaman el intervencionismo del Estado? Les molestan las leyes que protegen el bien común y restringen la actividad depredadora del egoísmo individual. Por eso, en cuanto pueden las derogan y premian a los delincuentes. Así, dicen, se fomenta e,l cremiento económico. Y el delito en beneficio de los amigos y seguidores. Para la derecha la política es crear las condiciones óptimas para el enriquecimiento de los suyos a costa de lo que sea, incluso de la miseria de la gente.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La unión nacional.

Es un tema recurrente en Rubalcaba, que tiene un punto de vista nacional, del conjunto del país y quiere ser de estadista. No ha mucho pedía a Rajoy que ambos hablaran con una sola voz en Europa; es decir, unión nacional hacia el exterior por entender que, en época de tribulaciones, conviene estar unidos para hacer frente a la común adversidad. No interesa la cacofonía que el PP había practicado durante el mandato socialista, descalificando el gobierno de España en todos los foros internacionales. Poco podía sospechar Rubalcaba que ahora la cacofonía se produce dentro del propio gobierno en el que unos ministros contradicen a otros.
Plantea el político socialista también una unidad nacional hacia el interior. Reclama públicamente de Rajoy que se avenga a establecer amplios acuerdos de gobernación del Estado. Queda excluida toda posibilidad de "gran coalición" porque, por un lado, el PP no la necesita dada su mayoría y, por otro,Rajoy no tiene el temperamento de un Churchill al que tanto admiraba su maestro, Fraga Iribarne. Su idea de la nación no es churchilliana, esto es, por encima de la religión, sino tridentina, por debajo de la religión. Si por él fuera, nombraría ministro a algún cura.
Esa obsesión por alcanzar grandes acuerdos nacionales  habla mucho, sin duda, acerca del sentido de la responsabilidad de Estado del PSOE que se resume siempre en el respeto a las instituciones. No hace mucho, con motivo del lamentablñe incidente del Rey con un proboscídeo, la dirección del PSOE puso empeño en dejar claro que el partido es leal a la Corona, esto es, que se trata de un partido dinástico. Un pacto típico sería el que se diera en defensa de la Monarquía. Ahí es donde ya queda claro que el PSOE quiere ser un partido de orden. Lo que sucede es que esta actitud choca frontalmente con la autoconciencia de sectores importantes del socialismo con visión más de izquierda. Y no está nada claro que la insistencia en lo dinástico y la defensa del orden vayan a recuperar para el PSOE una parte importante del voto que se fue, según parece, por no simpatizar con la deriva institucional del partido.
El Partido Socialista de Navarra ha roto la coalición de gobierno con UPN a cuenta de los recortes. Eso está bien y conviene al PSOE juntarlo a la política de la Unión Nacional a fin de que el voto más a la izquierda vea compatible ser de izquierda con reclamaciones de alcance patriótico. A su vez se alzan las voces de quienes niegan la unión nacional en el PP pues dicen que carece de sentido formar unión alguna con quien en la calle se vuelve contra las políticas aprobadas en esa misma unión.
Uno de los datos más significativos de esta situación de falta de entendimiento es que ambas fuerzas mayoritarias, PP y PSOE se acusan mutuamente de haber roto uno o varios consensos de la transición. Sea como sea, la visión de laa transición como consenso ha muerto. La cuestión está en con qué se la reemplaza y cómo. La verdad es que la unión nacional podría llenarse de contenido de hacerse algo parecido a los Pactos de La Moncloa de 1977, algo así como un Pacto Anticrisis de todas las fuerzas políticas, consistente en deponer el debate político momentáneamente mientras se aplican políticas contra la crisis y, en cuanto se haya salido de ella, se abre un proceso de reforma constitucional (que puede ser "total", recuérdese) para reconstituir el espíritu de consenso de la transición en las nuevas condiciones subjetivas, ideológicas.
Lo que se hace así es posponer la batalla final en el seno de la izquierda, aquella que, según predecía Koestler a Crosman a mediados de los cincuenta, sería entre comunistas y excomunistas.
(La imagen es una foto de psoe extremadura, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 1 de juny del 2012

Las cuentas de Dívar y los cuentos de Gallardón.

El presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo (TS) es un pío y probo varón, fiel seguidor de la doctrina católica y más partidario de la justicia divina que de la humana, a quien Zapatero nombró para el cargo en un momento de desvarío mental. Este curioso personaje que hasta la fecha había llevado una existencia al margen de la atención mediática de una sociedad que compra su derecho al espectáculo al precio muchas veces de la integridad de las instituciones, de pronto tomó una decisión insólita que, para cuando se hayan apagado sus ecos, puede haberle costado la carrera. Convocó a los medios, se puso bajo la luz inmisericorde de los focos y narró una historia, típica exculpación de parte, sin dar explicaciones convincentes de sus actos, sin aceptar su culpabilidad y sin demostrar fehacientemente su inocencia. Casi parecería un acto de iniciación para una dinámica de grupo: llega la figura principal, cuenta un relato y el resto de los participantes interactúa con él. 
En este caso, los periodistas tenían preguntas que formular que Divar respondió ateniéndose a un guión minuciosamente preparado según el cual debía poner gesto compungido e hilvanar un discurso de inocencia sustituyendo las pruebas por insinuaciones, verdades a medias, fantasías, fábulas e insinuando que, si no da explicaciones más claras y rotundas es porque pesa  sobre él una especie de obligación de confidencialidad o secreto que se estaba inventando. El resumen fue que no solo no disipó las dudas sobre sus presuntos ilícitos sino que las convirtió en certidumbres. La dinámica entró en funcionamiento; los periodistas no creyeron nada de lo escenificado y la mayoría de los comentaristas pidió la dimisión de Dívar.
La idea de que un acusado con pruebas materiales razonables puede liberarse de la acusación a base de proclamar enfáticamente su inocencia sin demostrarla por ninguno de los procedimientos habitualmente admitidos, no suele tener cabida ni en las ilusiones de los delincuentes más avezados, tanto menos en los cálculos de un profesional del derecho que está acostumbrado a los manejos de la retórica con finalidad de exculpación, encubrimiento o diversión. La fórmula según la cual se viste uno de punta en blanco, pone gesto digno y compungido, clarea la mirada y trata de parecer convincente ya no funciona. En resumen, tras haber reaccionado con expresiones despreciativas y hasta soberbias asegurando que no pensaba dar explicación alguna, Dívar se vio obligado a darla por exigencia de la opinión y hasta de sus colegas sin que alcanzara a ser otra cosa que un pobre intento de mixtificación y ocultación. 
La dinámica de grupo le ha sido claramente adversa. Todos los sectores ilustrados, abiertos, avanzados del país quieren que resigne el cargo antes de que el destrozo en el prestigio de la justicia vaya a más. No así los períodicos de la carcunda. Pero eso todavía es peor para él. Esos sectores se suman hoy a la petición de que Dívar comparezca en sede parlamentaria a explicar sus fines de semana caribeños con menos bizantinismos y equívocos que en la rueda de prensa.
Pero hete aquí que el ministro de Justicia, Ruiz Gallardón otra oveja de la grey católica, se opone a dicha comparecencia pero no por razones de afinidades ideológicas o de coincidencia en la misma superstición, sino, asegura muy serio, por razones puramente técnicas ya que, dice, eso sería atacar el principio esencial de la separación de poderes ya que el Parlamento no puede controlar el Poder Judicial. De inmediato distintas voces han recordado a este maestro del escamoteo, la falacia y el sofisma una sentencia del Tribunal Constitucional de 2003 que admite que el presidente del CGPJ comparezca ante el Parlamento a petición de este.
No está mal la intención, pero demuestra poco juicio. Si el Parlamento llama a comparecer a Dívar no lo llama por su actividad como poder judicial ni lo investiga por tal sino que lo hace en su condición de funcionario público del que existen indicios racionales de que ha cometido un ilícito reiterado que pudiera ser constitutivo de delito. Al hacerlo, el Parlamento no controla el poder judicial sino el recto comportamiento personal de sus funcionarios. 
Ruiz Gallardón debe intentarlo de otra forma si quiere impedir que se sepa la verdad. De momento, lo único que los dos han conseguido es lo contrario de lo que se proponían: la comparecencia de Dívar fue una pantomima y la intervención de Ruiz Gallardón un teatro.
La imagen es una captura del vídeo de la comparecencia de Dívar publicado por el diario El País